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INTRODUCCIÓN
El periodo transcurrido entre fines del siglo 1400 y 1560, es considerado un renacimiento
económico, siendo que alrededor de 1540 se produjo una primera revolución económica. El
periodo central del siglo XVI es una época netamente capitalista mercantil. Un número
creciente de hombres, artesanos, agricultores y soldados proporcionan a otros los capitales,
útiles, máquinas, materias primas etc., o bien el dinero para adquirirlas, estos últimos los hacen
trabajar y se quedan con parte de la producción. De este modo, la masa de capitales puesta en
circulación crece continuamente. Si bien no se trata de un fenómeno enteramente nuevo, la
magnitud y rapidez que ahora adquiere hace que los conceptos de revolución y renacimiento
económico estén plenamente justificados. Lo que llamaremos revolución capitalista mercantil
fue obra del burgués capitalista, quien reunió en sí características tales como individualismo,
ambición de poder, necesidad de expansión y gusto por el lujo. Este nuevo hombre busca
satisfacer sus necesidades aplicando un espíritu racionalista a la empresa capitalista, es un
organizador con afán de riesgo y de conquista.
Los viejos focos italianos fueron desplazados, aunque sin declinar Venecia que pudo
restablecer sus relaciones e importar especias por las antiguas rutas a buenos precios,
aprovechando de su experiencia y técnica más avanzada para orientar sus actividades a la
banca y a las industrias suntuarias (la seda para la vida cortesana, los mármoles, cuadros,
etc.). Italia, desplazada aún, conservó una gran prosperidad.
Por mediación de los mercaderes, el gran comercio capitalista llegó hasta las poblaciones
agropecuarias más ricas, que comenzaron a consumir como las urbanas. La economía sin
embargo, conservó su carácter regional, las grandes ciudades crecieron en detrimento de las
menores. Venecia, Amberes, Lyon, etc., sobrepasaron los 50,000 habitantes, fueron centros de
consumo, transformación y redistribución que exigían voluminosas importaciones.
Pero así mismo la población superó las subsistencias existentes; el hambre se convirtió en
endémica y algunas enfermedades que adquirieron iguales características diezmaron la
población, desapareciendo en una región la tercera o cuarta parte de la misma.
A partir del establecimiento de los españoles en las Antillas comenzó a llegar a España el oro
americano, que sirvió para comprar recursos que necesitaba el país.
Asimismo los metales preciosos de Europa Central y América, contribuyeron a una fuerte alza
de precios. Hubo además otras causas tales como los gastos de las cortes, la elevación del
nivel de vida y el aumento de la población. La gran alza comenzó en
Andalucía, punto de llegada de los tesoros indianos, y se propagó a los restantes países
europeos.
El alza de los precios impresionó a los contemporáneos por las dificultades financieras que
provocó y por las transformaciones sociales a que dieron lugar. Sin embargo, en conjunto es
posible que el alza de los precios fuese un impulso para aumentar la producción por el
incremento de beneficios considerables.
El capitalismo mercantil influyó en las industrias artesanales. Los comerciantes actuaron sobre
aquellos centros de producción en los que el acrecentamiento de la demanda produjo el
maquinismo, tales como imprentas, minas, metalurgia, etc. Actuaron en algunas ocasiones con
ayuda oficial y en otras con capitales privados.
A partir de 1560 el crecimiento del capitalismo mercantil fue más lento, se habla incluso de un
declive. La causa principal de este declive fue la vinculación entre los capitalistas y el Estado.
Las guerras obligaron a los soberanos a tomar en préstamo entidades que no pudieron
reembolsar quedando endeudados y endeudando a la hacienda real.
El legado renacimiento económico y los movimientos de los precios, ponen de manifiesto los
defectos de una estructura demográfica y agrícola que en esencia no cambió. La economía
sigue siendo ante todo agrícola, la población tiende a superar la subsistencia y el hambre es
endémica.
Los cultivos esenciales son trigo, centeno, cebada, maíz y mijo, que constituyen la producción
agrícola que proporciona mas calorías. Sin embargo los cereales agotan rápidamente el suelo;
quedan tierras improductivas gran parte del año; el ganado es poco numeroso y mal
alimentado; los instrumentos de labranza están mal adaptados a los usos y el trabajo -solo
estacional- constituyen elementos que hacen que la población resultara mal fijada al suelo
convirtiéndolos en vagabundos, mal nutridos gente de salud mediocre y vida corta (término
medio 20/25 años, 48/56 reyes y grandes burgueses).
La carestía que implica la crisis económica desorganiza la vida agrícola, diezma la mano de
obra, provoca el abandono de la tierra y condiciona la formación de una población sin poder
adquisitivo: Los nobles y burgueses detienen su actividad provocando falta de trabajo.
En el siglo XVII esta situación se agrava por el movimiento de precios. Al alza del siglo XVI
sucedió un periodo de disminución y alza, sobre todo, fuertes oscilaciones. Disminuyó la
producción de las minas de metales preciosos en el mundo entero, afectando las nuevas
necesidades de moneda para los cambios comerciales.
Varios Estados, Alemania, España conocen la inflación. Esto provoca en la mayor parte de
Europa una disminución en el desenvolvimiento económico espontáneo y en el desarrollo del
capital mercantil.
El siglo XVII se caracteriza por grandes oscilaciones en los precios, el periodo de alza es muy
corto, sigue la caída; el beneficio desaparece, no se paga, se despide. Es una etapa de crisis
permanente aunque de intensidad variable.
La lucha contra la crisis se va a encarar desde el estado a través de lo que ya vimos en sus
comienzos institucionales; la monarquía absoluta, que tuvo como modelo a Francia e Inglaterra
y que fue la aspiración de las multitudes. Veían su salvación en la concentración de poderes en
manos de su rey, encaminación del reino, símbolo del orden y de la unidad.
El rey centraliza el poder ejercido a través de instituciones que lo refuerzan, como por ejemplo,
los primeros ministros, quienes gobiernan en el nombre de él y le rinden cuentas: Richelieu en
Francia, y el Conde Duque de Olivares en España.
La finalidad última para los reyes es hacerse obedecer por sus súbditos y además someter a su
voluntad a sus propios funcionarios, convertidos en independientes por la venta de cargos, y
ejercer la plenitud de los poderes, legislativo, judicial y de policía o administración.
Los reyes van haciendo que la burguesía ascienda en la escala social. Cada vez más los
monarcas tienden a escoger sus ministros, consejeros e intendentes entre la burguesía,
convirtiéndola en una nobleza de magistrados cada día más al servicio del soberano como
encarnación del Estado.
La nobleza queda al servicio del rey, ya sea como personal de la corte, cobrando pensiones o
dotes, o bien en el campo, percibiendo impuestos como antes. El rey al repartir funciones entre
nobles y burgueses y otorgar el mando a los últimos, condujo la lucha de clases a un equilibrio
que aseguró su propio poder.
Otra manera de luchar contra la crisis la constituyó el afianzamiento del mercantilismo. Se trata
de reforzar al Estado, sus recursos y lograr su autoabastecimiento, siendo el principal medio de
cambio la moneda de metal precioso, lo que estimula todas las transacciones. También se
provocan verdaderas guerras de dinero entre los estados, que llevan a buscar una balanza
comercial favorable para atraer y atesorar metal precioso.
Hay que exportar lo mas posible y de preferencia productos fabricados, ya que tienen valor
agregado, luchando por la mayor calidad al mejor precio. Los salarios serán bajos y el nivel de
vida del obrero también; el empresario en cambio deberá ser beneficiado por amplios
márgenes de beneficios.
Las colonias deben proporcionar a las metrópolis las materias primas o los productos de
consumo que le faltan, absorbiendo los suyos para mantener la balanza comercial. El Estado
se reserva todas las relaciones con las colonias, estableciendo así el monopolio comercial.
El mercantilismo representa un estatismo económico. La política se impone a la economía; el
Estado es expresión de la burguesía mercantil e industrial que él mismo ha desarrollado. Los
ejemplos que más se acercan a la creencia de esta teoría, lo constituyen Francia con Colbert,
los Países Bajos e Inglaterra.
Con esta unidad se pretende conocer las premisas considerando la transición del régimen
feudal, en el proceso de acumulación originaria, sus revoluciones, sus leyes y las
consecuencias así como sus precursores dentro de esta nueva forma, que implicaría el recurso
de la renta como una de las primeras consecuencias inmediatas; el esquema de condiciones
nuevas en el ámbito comercial, jurídico, social ideológico y económico que marcaron el
preámbulo al capitalismo.
Así mismo el desarrollo y transformación del papel del Estado para coadyuvar al sostenimiento
del nuevo esquema, como fuerza participativa en el impulso comercial e industrial que en forma
paralela implicó el cambio, la modificación y desarrollo de la actividad humana, ya no como
elemento definitivo en la transferencia de valor, sino como complemento a un bien de capital.
Como se observa, son aspectos sustantivos que a través del análisis y desarrollo de
actividades de la Unidad, se conocerán en forma más detallada, cabe hacer mención, que de
acuerdo a los contenidos del material didáctico, no se han considerado a todos los
investigadores e historiadores dedicados a este tipo de trabajo, no porque no sean del todo
menos importantes, sino que dentro del desarrollo didáctico se han citado y utilizado los
materiales que cumplen en forma satisfactoria los requerimientos del programa para la
asignatura.