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Ningún daño puede ser más grande y realmente considerable que el que nos
hacemos nosotros mismos. La capacidad de auto flagelarnos es de verdad
impresionante.
Como consecuencia de la batalla que libran en esta ciudad dos grupos del
crimen organizado, y ante la impunidad con que cometen sus ilícitos, pandillas
y bandas de delincuentes vieron en esta situación una inmejorable oportunidad
de actuar sin ser castigados.
Las calles de una ciudad, además de ser espacios públicos comunes, tienen un
objetivo por demás claro e importante: facilitar la circulación de vehículos y
personas por las mismas, son vías de comunicación para que los ciudadanos
lleguen de un lugar a otro.
Pero también son las vías por las que los grupos de emergencia (policía,
paramédicos, bomberos, etc.), lleguen con facilidad y oportunidad hasta donde
se dan los eventos a los deben acudir. Por eso son espacios públicos, comunes.
Imagine usted, amable lectora o lector, tan sólo por un momento el siguiente
caso. A media noche, de pronto un súbito y fuerte dolor en su vientre le
despierta, el dolor es insoportable, debe acudir al médico de inmediato. Un
familiar suyo se apresta a llevarlo rápidamente al hospital. Salen, abordan el
auto y de pronto, una enorme reja con candado le impide el paso.
Una reja en medio de una calle pública, con candado y llave que usted no tiene,
porque no estuvo de acuerdo en su colocación, pero que la mayoría de vecinos
aprobó colocar en una reunión urgente, a la que usted no fue invitado, pero que
ahora se interpone entre usted y el hospital, entre usted y su vida.
Incendios que han terminado con casas completas porque los bomberos no
pudieron llegar, debido al cierre de calles; patrullas que no pueden entrar a
fraccionamientos o colonias; personas enfermas que no han podido ser
ACORRALADOS | Francisco Ortíz Bello | Analista Político P á g i n a |3
atendidas; y el colmo, familias que han sido asaltadas en sus propios domicilios
gracias a que, con el cierre de su calle, quedaron convenientemente acorralados
para los delincuentes.
¿De veras creemos que una barda, un muro, una malla o una reja le impiden el
paso a los malandros? ¿De veras lo creemos? La estadística informativa nos
demuestra que no.
Por eso, hoy surgen voces que se oponen rotundamente a este cierre
indiscriminado de calles, que sólo ocasionan muchos más problemas de los que
resuelven, si es que alguno resuelven. Y esto ha originado ya grandes conflictos
entre vecinos de algunas colonias, llegando incluso a fricciones de carácter
personal. Juarenses peleando entre sí por su propia seguridad. ¿Y la autoridad?