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José Manuel, no creas que es una obligación lo que me lleva a escribir estas
letras. Tengo la necesidad de poder recordar los años que he tenido la suerte de
compartir contigo, de tenerte como compañero de trabajo.
Recuerdo con exactitud que fue el 11 de octubre de 1982 cuando nos conocimos, el
mismo día que empezaste a trabajar en ALCER TURIA . A tu llegada parecías un tanto
atemorizado. Apenas habías cumplido los veinte años y ya llevabas casi diez aquejado
de insuficiencia renal lo que te forzó ,junto a tu familia, a abandonar Teruel en busca de
un lugar donde pudieras someterte a tratamiento, entonces sólo algunas ciudades
españoles disponían de centros de hemodiálisis. Sufriste la dureza y agresividad de los
métodos de la terapia de los años 70.
Y así fue, el 14 de septiembre de 1998, se te pudo hacer otro trasplante de riñón; que en
esta ocasión destinado a preservarte de la enfermedad renal, no ha podido superar otros
muchos contratiempos de salud.
José Manuel, nos has dejado, pero somos muchos los que te queremos y te aseguro que
no te vamos a olvidar, porque a personas buenas como tú, ni se las puede, ni se las debe
olvidar. Gracias por ser como eras, por habernos dado tanto cariño, nunca te vimos
enfadado y siempre nos transmitías tu gran ilusión por tu trabajo en la Asociación, y lo
principal, por la vida.
Todos los que seguimos en el mundo del paciente renal, haremos todo lo que podamos
para mantener el pabellón tan alto que nos dejaste.