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ALCER Turia homenajea a su

trabajador José Manuel Sierra Esteve

José Manuel, no creas que es una obligación lo que me lleva a escribir estas
letras. Tengo la necesidad de poder recordar los años que he tenido la suerte de
compartir contigo, de tenerte como compañero de trabajo.

Recuerdo con exactitud que fue el 11 de octubre de 1982 cuando nos conocimos, el
mismo día que empezaste a trabajar en ALCER TURIA . A tu llegada parecías un tanto
atemorizado. Apenas habías cumplido los veinte años y ya llevabas casi diez aquejado
de insuficiencia renal lo que te forzó ,junto a tu familia, a abandonar Teruel en busca de
un lugar donde pudieras someterte a tratamiento, entonces sólo algunas ciudades
españoles disponían de centros de hemodiálisis. Sufriste la dureza y agresividad de los
métodos de la terapia de los años 70.

Me explicaste que en el tablón de tu Centro de hemodiálisis, viste anunciado que


ALCER TURIA necesitaba un administrativo. Consideraste que suponía para ti un
desafío, a pesar de las dudas que tenias acerca de si la enfermedad y las duras sesiones
de hemodiálisis, te permitirían soportar el horario y las exigencias del trabajo.

¡Cuantas veces me lo comentaste! Y cuantas veces te mostraste satisfecho de haber


superado las dudas porque el trabajo te hizo recuperar la ilusión de vivir. Ya no eras un
joven asustado .Tu madurez, tu sentido de la responsabilidad, y tu voluntad de sentirte
útil, te ayudaron a que tu estado de salud no fuera un obstáculo para que te fueras
marcando retos en tu vida a los que ibas haciendo frente con éxito.

En el trabajo tu superación fue extraordinaria. Con tu responsabilidad y tesón (por algo


eras de Teruel) supiste animarte a aprovechar cualquier oportunidad de mejorar tu
formación. La introducción de la informática no fue un problema sino un estímulo,
pudiste con todo, nóminas, seguridad social, y todo lo que hiciera falta para que la
Asociación funcionara perfectamente. Conforme crecía ALCER Turia , tu te preparabas
para hacer frente a sus necesidades, hasta el mínimo detalle, y aquel chico que por la
enfermedad tuvo que dejar sus estudios, nos sorprendió a todos con sus capacidades, ¡y
con su puntualidad!, a las siete y media siempre estabas trabajando.

Disfrutabas de la vida, aun estando en hemodiálisis, y animabas a todos los pacientes a


trabajar como “la mejor medicina”.

Muchas veces me decías ¿ Por qué no me llega el trasplante?, vistes a muchos


compañeros disfrutar al conseguir un riñón, y tú con la paciencia que te caracteriza
aguantabas la espera sin enfado. Qué alegría cuando te llamaron. Fue el 7 de octubre de
1989, cuando, por fin, tras 15 años en hemodiálisis recibiste el primer trasplante de
riñón. Estabas tan contento, después de una espera tan larga, que no parecías recién
operado. Cuando fui a verte al hospital recuerdo que te pregunté ¿tienes dolores?. No
disfruto al ver que el riñón funciona, han sido tantos años sin sentirlo. Pero la suerte no
duró , y el 16 de julio de 1993 ,unos cuatro años después, un rechazo te obligó a
volverte a someter a hemodiálisis. Una vez más nos mostraste tu fortaleza y tu
paciencia, con la seguridad de que volverías a tener una oportunidad.

Y así fue, el 14 de septiembre de 1998, se te pudo hacer otro trasplante de riñón; que en
esta ocasión destinado a preservarte de la enfermedad renal, no ha podido superar otros
muchos contratiempos de salud.

José Manuel, muchas veces hablábamos de lo importante que es la familia para un


enfermo crónico, y la tuya te arropó y te comprendió siempre, y ¡como los valorabas y
querías!. Formaste piña con tus padres y hermanos y lograste cerrar el círculo cuando
conociste a Carmina, tu esposa, tu compañera, que te prestó su apoyo incondicional.
Desde que os conocisteis, Carmina acudía a hemodiálisis para informarse de todo lo que
podía ser útil para mejorar tu salud y tu calidad de vida, hablaba con los médicos, con
las enfermeras, se ocupó y preocupó por tu estado y por estar informada sobre todas las
circunstancias relativas a tu enfermedad, asistió a charlas y jornadas relacionadas con el
tratamiento de la insuficiencia renal. Carmina fue tu apoyo todo el tiempo, y hasta el
final.

José Manuel, nos has dejado, pero somos muchos los que te queremos y te aseguro que
no te vamos a olvidar, porque a personas buenas como tú, ni se las puede, ni se las debe
olvidar. Gracias por ser como eras, por habernos dado tanto cariño, nunca te vimos
enfadado y siempre nos transmitías tu gran ilusión por tu trabajo en la Asociación, y lo
principal, por la vida.

Todos los que seguimos en el mundo del paciente renal, haremos todo lo que podamos
para mantener el pabellón tan alto que nos dejaste.

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