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El Niño Argentino

JORNADA PRIMERA

Ultima bodega del paquebote. Una caja de resonancia enorme y por ahora desierta.
De la lejanía, parches y bronces, aires de banda, interpretan la canción Aurora con
más entusiasmo que afinación.
Una luz muy precisa sobre un corral de tablas. El resto en penumbras. Por las grietas,
entre las maderas, una presencia vaga que se mueve apenas, entre los límites estrechos
del brete. No se la ve, pero se la escuchará de tanto en tanto en la consonancia grave
de unos mugidos, y el retintín apagado del cencerro.
Una voz femenina narra en la oscuridad:

Caracho, dijo el Muchacho,


que me busca temprano la mano.
¿Dónde ve el sol si no ha amanecido?
¿Dónde huele el fogón de la estancia?
Sosiegue esas tetas, no chasquie la cola...

Ahora un farol de aceite sobre el piso mojado arroja su sombra desmesurada contra
una alta estiba de bolsas de cereal. A un lado, por ahí, herramental de chacra: garfios
de fardo, caladores, horquilla. Más allá atributos marineros: cabos, roldanas y un
megáfono de zinc.
Allá a lo alto un pequeño ojo de buey, furtivo todavía sin luz exterior. Una escalera
caracol baja como desde el cielo. Algunos fardos de pasto, y sentado ahí, junto a su
valijita de cartón ordinario, Muchacho, el pequeño gran gaucho de figuritas, continua
aquellas palabras como suyas.

MUCHACHO:
...adópteme la pompa,
en la circunstancia.
Fue levantar la planchada,
vibró en un corno la banda,
y en sus acordes marciales
gordos aires nacionales,
pañuelos en zarandeo,
y un gentío en la baranda...
Y hasta aquí en mis ojos llega
la lámina pintoresca,
porque antes de hacerse la fresca
bajé con usté aquí. A bodega.
Pampa ciega.
¿Escucha Aurora los bronces?
No pararon desde entonces,
que partimos de los dockes.
Chupe la sal de esos bloques
con su lengua como lija,
y observe por la rendija
el sumergido potrero.
Cereal. Y acero.
Resignación y valor
pa' estos dos del interior:
Yo y usté Aurora divina,
gateada Holando-argentina,
y su brete de quebracho.
Usté y yo, peón de cría,
que ni nombre todavía,
en adelante: el muchacho.

Suena una sirena profunda.

1
Coma sal, beba del tacho,
que yo desenfardo la alfalfa,
y mecho hojitas de malva,
que el lechamen le perfuma.
Aquí. En la bruma.
Treinta noches sin sus días
al oscuro condenado,
solo a farol alumbrado,
de aquí, de nuestro país
a Europa, nuestro destino,
vacuno holando-argentino
y su gaucho institutriz..

Tiempo. La banda acaba.

Violín en bolsa la banda.


Enfundó la mandolina.
Adiós tata, mama, y madrina.
Chaucito Argentina.

Carga enseres.
Por la escalera baja displicente el Niño Argentino. Siempre melancólico. Siempre
apático e indiferente. Observa a Muchacho.

NIÑO ARGENTINO:
Redivivo Equeco.
Sonaste Maneco.

El Muchacho trata de descubrirlo entre la neblina.

MUCHACHO:
Aquí soy el Muchacho de Aurora...
¿Quién perora?

NIÑO ARGENTINO:
Muchacho morocho y vea:
Los dependientes preguntan cuando la gallina mea.

Baja.

MUCHACHO:
Alto ahí, nadie pasa sin permiso.
¡Un paso más y lo trizo!
¡Me lo han ordenado así!

NIÑO ARGENTINO:
Qué carencia de pupitre
no haberlo leído a Mitre:
Un guardia en un polvorín
lo detiene a San Martín:
"Mi general, no se pasa"
"¿Quién le dio esa orden guasa?"
"Usted mismo libertador."
Y en premio le da al señor
un ascenso y...

MUCHACHO:
¡Se rechaza!
¡No sé historia como usté
pero domino la faca!
¡No se le acerque a la vaca!

2
NIÑO ARGENTINO:
¿Si fuera mía?

MUCHACHO:
¡No sé!

NIÑO ARGENTINO: (Para sí)


Ya con razones de sobra
el viaje me desconsuela:
los llantos de madre,
las iras de padre...
Eramos pocos y parió la abuela.
¿No te das cuenta cretino
que soy El Niño Argentino?

MUCHACHO:
¿El... mayor de la hermanada?
¿El varón de la camada?

NIÑO ARGENTINO:
Te bajó la lucidez.

MUCHACHO: (Un orgullo)


Carmelita, Rosa, Inés,
Ada, Fátima, Angelina,
y Mora, la benjamina.
De chiquito aprende el peón
la prosapia del patrón...

NIÑO ARGENTINO:
Pas de palique y nostalgia,
tengo el seso en chicharrón
de la bendita neuralgia.
Se me triza el cerebelo...
Vino quinado y banda marcial:
la miscelánea fatal.
¿Y qué mirás como un lelo?
¿Nunca viste un señorito?
Desensillá el sombrerito
en presencia del patrón.
Se estila con humildá
darle vuelta así, de acá,
como telón de bragueta.
Esa es la criolla etiqueta.

MUCHACHO:
A lo que guste mandar.

NIÑO ARGENTINO: (Observándolo todo)


Por ser la cuarta bodega
no se está tan mal acá.
Afuera es peor la humedad.
Al fin y al cabo es mejor
que la insufrible cubierta,
con toda esa idiota oferta
de tejo y de reposera,
de gurises con niñera
y boludos a babor.

MUCHACHO:
A lo que guste señor.

3
NIÑO ARGENTINO: (Sobre los fardos a la chaise longue)
Qué idiotez este crucero,
que ingenuidad la de Tata,
castigarme a lo pirata.
Una celda entre las olas...

Grita a cubierta.

¡Me pueden chupar las bolas


usted, el ministro, y su niña!,
que no por pura y lampiña
ni con el horno relleno
dejó de pedir mi veneno.
Una fiebre esa menor,
y soy yo el estuprador...
A París... Ni yendo a Tokio
le va a coser la distancia
lo que le rompí en la estancia.

MUCHACHO:
Sumiso pido permiso...
Fue en escucha involuntaria
que capté la solitaria
confesión del patroncito...
Sobre el viril apetito,
si no he comprendido mal...
Un intríngulis carnal.

NIÑO ARGENTINO: (Un tiempito)


¿Y a vos quién te dio pelota
apaisanado marmota?

MUCHACHO:
Bajo el cogote y me humillo:
soy el muchacho sencillo
responsable de la leche.
Ninguna maldá sospeche.
Yo pensé, no sé, quizá
al ser jóvenes de edá...

NIÑO ARGENTINO:
Como sea te sentencio:
hablá si se te pregunta.
Estando yo hacé silencio.
Y si tu mente barrunta
algo de gran compromiso
primero pedís permiso.
Suficiente es mi calvario
con este bendito horario
que me condena papá.
En esa idiotez sublime
de que el trabajo redime...
Cada día diez horas acá
lo vuelve a Satán Jehová...
Te advierto, chico mamerto,
que no pienso hacer el gasto.
Voy a dormir sobre el pasto
hasta que esté el sol en alto
sin changa, ni sobresalto,
de aquí hasta llegar a puerto.

MUCHACHO:

4
Comprendo Niño Argentino
su malestar matutino,
más no haiga de preocuparse
que este pión sabrá bastarse,
y aunque haya un esfuerzo feo
no habrá por qué levantarse
de los fardos de Morfeo.

NIÑO ARGENTINO:
Espero.

MUCHACHO:
Quede tranquilo.

NIÑO ARGENTINO:
Me va gustando, pupilo.
Ya veremos de que modo
te agencio alguna cerveza,
o vino que sobre en la mesa
para que empines el codo.

MUCHACHO:
No soy dado, no se ocupe,
ni allá, ni acá, en la sentina.
Me duermo con las gallinas,
además, soy madrugante...
Más aun... en este instante...

NIÑO ARGENTINO:
Si acaban de dar las ocho...

MUCHACHO:
Es que no soy del trasnocho.
Así es mi naturaleza.

NIÑO ARGENTINO:
¡Admirable fortaleza
la de este pueblo morocho!.
Y ya que en social reclamo
solicita el proletario
se le respete el horario,
el ganadero lo acata
y sube a hacer camarote
en tanto se cruza el Plata.

Sale.

MUCHACHO:
¡El Plata, Aurora, sabe que es eso!
Que extraordinario suceso:
aun sin salir del aujero,
tras pasar invisible confín,
usté y yo entraremos por fin
al inefable extranjero.
Trascendiente periplo, y docto.
Soplo el farol, besito, y pernocto.

Sopla y apaga.

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JORNADA SEGUNDA

Shimmy. Musiquita sincopada que llega de cubierta. El amanecer entra como un


chorro tenue por el inalcanzable ojo de buey, bañando en la penumbra la figura
borrosa del Niño Argentino que se mece con el barco al ritmo de la jazz band. Frac,
sombrerito de cotillón, y espantasuegras. A un lado, Muchacho se agita enfebrecido,
soñando entre unas cobijas raídas.

MUCHACHO:
¡No se me cuelgue a babor
que damos vuelta campana!
No sea necio tarambana...
¡Descuélguese de estribor!
¡Aquí no cabemos más...!
¡Vuelvan nadando pa'tras
les pido, háganme el favor!
¡Bájenme el bote que bogo!
¡Mamita me ahogo
me ahogo... me ahogo!

Despierta sobresaltado. Mira a su alrededor sin saber donde está.

NIÑO ARGENTINO:
Bon jour
muchacho del sur.

MUCHACHO:
¡¿Dónde estoy?!
¡¿Qué día es hoy?!
¡Abranmé la ventanilla!

NIÑO ARGENTINO:
Tranquilo... Fue pesadilla.
Par el dos y negro el once:
todo está como era entonces.
Y sigue a flote el convoy.

MUCHACHO:
¡Pero por Cristo y María
¡Mi alpargata...! ¿Qué horas son?
Yo durmiendo y ya de día.
¡Aurora presente el pezón!

NIÑO ARGENTINO:
Todavía no dieron las cinco.
Seguí, si podes, descansando.
Yo reposo trasnochando,
así que al fin preferí
para ahorrar iras de Tata
del cotillón y piñata
venirme derecho aquí.

Transición.

¡Que desvarío severo...


Andabas soñando fiero!

MUCHACHO:
Me parece estoy mareau

6
Me paro y me voy de lau.

NIÑO ARGENTINO:
Ojalá fuera mareo.
El bendito zarandeo...
El río está desbocado.

MUCHACHO:
Soñé que nos dábamos vuelta...

NIÑO ARGENTINO:
La boca se te haga a un lado.

MUCHACHO:
Ahora miro y comprendo
de donde el sueño tremendo.

NIÑO ARGENTINO:
¿Y nos tumbaban las olas?

MUCHACHO:
Vuelta abajo en la cabriola.
Pero no era el oleaje;
era un gringo paisanaje
que se colgaba a los lados.

NIÑO ARGENTINO:
¿Soñaste o estás mamado?

MUCHACHO:
Venían en otra nave
viajando a nuestro país,
dispuestos a echar raíz.
Todo ese crisol de razas
ansioso de pan y de casa.
Pero al cruzarnos, quién sabe
por qué misterio tan grave,
vislumbraban de golpe un futuro.
Y todos en loca horda
se tiraban por la borda
sin temer al río oscuro.
Gaitas y rusos de un lado
tanos y turcos a la otra banda
trepaban por la baranda
chillándome en su lenguaje:
"¡Queremos volver el viaje!"
Y el barco en su loca hamaca,
tironeao de gente flaca,
se volcaba de costado...

NIÑO ARGENTINO:
Qué onirismo extravagante...

MUCHACHO:
¿Que augurio será éste, Niño?
¿Qué nos dirá el vaticinio
que tendremos por delante?

NIÑO ARGENTINO:
Un pronóstico oportuno:
El barco: el cincuentaitrés.
Agua: jugá al cero uno.

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Muchacho alista enseres, balde y banquito atado al culo, y desaparece tras el brete.

NIÑO ARGENTINO:
Ahí te encargo el laboreo.
Ni sueñes con hacer posta.
No soy gaucho de rodeo:
le tengo alergia a la bosta.

MUCHACHO: (Oculto, desde su puesto)


Mi patroncito descuide.

NIÑO ARGENTINO: (Siempre bailando)


El shimmy me sale fatal...

MUCHACHO:
Lo que usté quiera me pide...

NIÑO ARGENTINO
O tropiezo o piso mal...

MUCHACHO:
Supe en alguna ocasión,
un domingo allá en el pago,
hacerle al baile un amago:
cuadrilla de pericón.

NIÑO ARGENTINO: (No le interesa)


Mirá vos que interesante.

MUCHACHO:
Un monte al par del rastrojo.
¡Los bajos llenos de abrojo!
Pero me arreglé bastante.

Suena una sirena imperiosa.

NIÑO ARGENTINO:
Qué destino presidiario.
El barco llegando a puerto...
Yo en gayola a lo mamerto...
Y encima sin una moneda...
Seco como polvareda.

MUCHACHO:
Los dos el mesmo calvario.

NIÑO ARGENTINO: (Para sí)


Serías más grato mudo
ay soberbio pelotudo.

MUCHACHO:
¿Me habla Niño?

NIÑO ARGENTINO:
No, cariño.
Solo pensaba en voz alta.
Carajo que tiempo muerto.
Tanta negrada candombe...
No poder bajar al puerto.
Unos culos de hecatombe...
Ya de pensar monto en pija.

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MUCHACHO:
Vamos, Niño, no se aflija...
¿Y si le pide a ese padre
reconsidere el castigo?
Si es más que padre un amigo...
Le dará sano consejo,
y en un paternal abrazo
le dirá: "Vaya amigazo,
lo he perdonao canejo".

NIÑO ARGENTINO:
O te ha atontado el encierro
o abusas del Martín Fierro.
Tata no dispensa el mal
ni habiendo bula papal.
Más encima la muy puta
de mi hermana la mayor
lo ha puesto de pésimo humor
con su vulva disoluta.
Ya lo cazó al capitán,
y ayer empezamos ruta.
Anoche nos tuvo al trote:
Acabando el bufé fruá
lo acorraló en el sofá.
Terminó en su camarote.
Como a las tres no volvía
padre la fue a reclamar.
Ella no quiso escuchar,
él, por no usar los nudillos
repicaba prudente el anillo
tratando de ser discreto.
Como si fuera secreto
que es dada por el membrillo...
Pasión por los uniformes.
No resiste una casaca.
Es charreteromaniaca.
Ve un galón y ya está grave.
No importa si es miliciano,
bombero, o el propio enano
de la tienda Gath y Chaves.
Recién la vi en la cubierta,
mirando hastiada Uruguay.
De averiada parecía
le habían pasado por arriba
los caballos del tranway.

Tiempo.

MUCHACHO:
Comprendo el dolor profundo.
En fin... Cada casa es un mundo.
Más vaya a saber qué cosa
la empuja a la Niña Rosa.

NIÑO ARGENTINO:
Qué Rosa... Es la Carmelita.
Rosa es la corta gruesita.
Como no dio buena moza
ni es dada por la lisonja
la engordamos para monja.

9
MUCHACHO:
Lo dijo el Libertador
ya, con su sabia mirada:
"Serás lo que debas ser
o si no no serás nada."
¿Y en cuestión profesional
usté, niño, es de carrera?

NIÑO ARGENTINO: (Para si)


Sí. Soy de pista y cuadrera.
(A Muchacho) Me ocupa el reino animal...

MUCHACHO:
¿De veras? ¿Veterinario?
Mire usté que extraordinario.
¿Lo ha escuchado al Niño, Aurora?
Ya tiene médico ahora.

Muchacho sale con el balde.

NIÑO ARGENTINO:
Por lo que veo, Muchacho,
lo querés mucho al bovino.

MUCHACHO:
Lo adoro, Niño Argentino.
Ella y yo formamos uno.
No hay cataclismo ninguno
que nos separe el destino.

NIÑO ARGENTINO:
Pero si será ladino
este pasito de porra...
Preciso que me socorras.

El Niño le saca el balde y lo toma para bailar.

MUCHACHO:
¿Yo...? ¿Hacerle el partenaire?

NIÑO ARGENTINO:
No vas a hacerme el desaire...
¿O es que te has puesto pachorra?

MUCHACHO:
No piense mal señorito...

NIÑO ARGENTINO:
No hace falta brío alguno...

MUCHACHO:
No es que me falte la audacia,
es que no es mi idiosincrasia...

NIÑO ARGENTINO:
Mové no más uno y uno,
y pensá que haces gimnasia.

MUCHACHO:
Es que me vuelve el mareo...

NIÑO ARGENTINO:

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Empezá, yo después veo.

En unos pocos intentos se armonizan.

Ahí va, ¿ve?


Seguí, te v'ia sacar bueno.
Fijate que andar sereno.

MUCHACHO:
No es para mí el arabesco
pero callo y obedezco.

NIÑO ARGENTINO:
Ya se te va a hacer ameno.
Un dos...
Un dos...
Media vuelta y vení vos.
¿Ves? Ya te sale sólo ahora.

Bailan. Muchacho le agarra el gustito.

Contá... ¿Cómo es lo de Aurora?

MUCHACHO:
¿Qué es lo que estaba diciendo?
¡Ah, sí...! Un apego tremendo
que el corazón atesora.
Yo era un gurí todavía,
y me hicieron peoncito de cría
de la pequeña ternera.
De allí hasta esta gloria lechera
fue todo faena mía.

NIÑO:
¿Decís que es buena de teta?

MUCHACHO:
Me da gracia la pregunta:
rinde como cuatro juntas,
le llena esa tina completa.
¿Le interesa? ¿qué barrunta?

NIÑO:
Curiosidad de hacendado...

MUCHACHO: (Recita su vieja verdad:)


“El ojo del amo
engorda al ganado
hasta decir basta...”

NIÑO:
“Y del amo su hijo,
horror a la bosta,
prolijo, prolijo
lo ganado gasta...”

MUCHACHO:
Gíreme en otro sentido
que se me sube el vahído...

Lo hace. Muchacho continua.

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Soy su ordeñe y su valet.
Donde va ella voy yo.
Entenderá, Niño, usté:
dos fichas de un dominó.

NIÑO ARGENTINO:
No quiero hacer hincapié
en cuestiones apenantes,
pero imagino el suplicio
de perderla allá en la Francia.
El dolido sacrificio
de volver sólo a la estancia
sin tu querido rumiante.

MUCHACHO:
¿Cómo dice? No comprendo...

NIÑO ARGENTINO:
El vacuno va de ida...
Le daremos... despedida
llegando al puerto de El Havre.

MUCHACHO:
¡Pero que dice, Jesús!
¡Que me viene el patatús!
¡Por Dios y la Virgen Madre!

NIÑO ARGENTINO:
Pero que bruta cornada...

MUCHACHO:
No juegue así,
no me asuste.

NIÑO ARGENTINO:
Cómo no te han dicho nada...

MUCHACHO:
Dígame que es un embuste,
una chanza baladí...

NIÑO ARGENTINO:
Que ya sabías creí...
Como hacia allá va vacía
la bodega en demasía,
nuestras familias rumbosas
le lastran el paquebote
embarcando a lo pavote.
Pero a la vuelta, imposible.
Vuelven cargados terrible.
Como si fueran mercantes,
colmados de proa a popa,
estiban los barcos de Europa
pura carne de inmigrante.
Repletos de gente flaca:
¿Quién va a traer una vaca?

MUCHACHO:
Usté me burla.
Usté es un fresco.
Pero me opongo
a que... ¡Ay, me desvanezco!

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Me descompongo...
Me regurgito...
¿Dónde hay tachito?

Toma el balde de la leche.

NIÑO ARGENTINO:
Espere, no eche
y escuche:
¡No desembuche
en la leche!

Tarde piaste.

¡Carajo, hiciste cuajada


cuatro litros de ordeñada!
¡Y qué le llevo yo ahora
a la rechoncha de Mora
que espera
la mamadera...
Y la concha de la lora!

Muchacho llora callado, sentado en un fardo.


El Niño compadece.

Bueno... Veamos de calmarte un poco...


Enjugue ese amargo llanto...
No habrá de ser para tanto...
Que te me vas a ir en moco...

MUCHACHO:
Es maldá. Es alevosía.
Cómo puede un ser humano
llegar a ser tan villano
de semejante falsía.

NIÑO ARGENTINO:
Vaya a saber la verdad,
la razón del gesto injusto...
Si callaron por piedad,
por no ponerte en disgusto...
Como sea te comprendo...

MUCHACHO:
Me han tomao por idiota.

NIÑO ARGENTINO:
Yo también tuve mascota...

MUCHACHO:
Qué puede entenderme, Niño...
¿Qué puede saber la historia,
la íntima trayetoria,
la huella de mi cariño...?
¡Yo a Aurora la necesito
como me precisa ella!
Si no estoy cerca resuella,
si ella no está me marchito.
Yo fui de chico un granuja,
señor, el demonio mismo,
sin credo, sin catecismo...
Yo fui el malo, el infiel, resaca...

13
Su padre, Dios y esta vaca
me sacaron del abismo.
Esa fue mi trinidad,
mi luminoso milagro.
Es por él que me consagro
a cuidarla hasta la muerte.

NIÑO:
Lo que decís es bien fuerte.
No sabía... A ver, contame...
Me hacés sentir un infame...

MUCHACHO:
No creo tenga la suerte
de que el Niño me comprenda.
Le pido que no se ofenda.

NIÑO:
Quizá sabiendo influencio.
¿Qué ganás con el silencio?

MUCHACHO:
Su padre lo sabe bien:
una verdad como un tren...

NIÑO:
Por suerte no soy mi padre...

MUCHACHO:
Déjeme, no me taladre...
Bastante daño me han hecho

NIÑO:
Contame. Yo pongo el pecho

MUCHACHO: (Duda)
Larga historia... Años atrás...

Se arrepiente

Es largo y triste el relato...

NIÑO:
Hasta Europa tengo un rato...

MUCHACHO: (Sin convicción)


Era un lunes de mañana...
Andaba yo de jarana
meta chala en el galpón...
Y siento la voz del patrón
atronando en la ventana:

¡Venite al tambo, incapaz!


Me arrimé a la paridera...
Y ahí estaba la ternera...
Nacida en parto sufrido...
Agonizando sin ruido
junto a una holando lechera.

Me miró su señor padre


y me ordenó: "Te la encargo.
De su vida te harás cargo.

14
Desde ahora en adelante
vivirás para el rumiante
en lo dulce y en lo amargo."

Qué difícil de explicar:


Sentí que una luz divina
bañaba en sentido a mi vida...
El galpón se me hizo altar...
Con metáfora sentida
bauticé Aurora a la vaca,
y ahí nomás en la barraca
le di cura de comida:
amor y avena partida.

Fueron meses de ensopada,


pan en leche, y biberón.
Una criolla osesión
por hacerla criar pella,
hasta estar jamona y bella,
que es la argentina ilusión.
Ni un descanso en mi tesón.

Y así pasados dos años


de mi redención del mal
regresa un día al corral
el patrón, y desde el pingo
me ordena: El otro domingo
desfilan en la Rural...

Imagine el nerviosismo,
la inquietada agitación.
Había llegao la ocasión
de mostrarle al mundo entero,
en milagro ganadero,
la fe de mi conversión.

Al gusto criollo el relato se ha vuelto emotiva declamación.

Y llega al fin el gran día


del debut en Capital.
Parecía la Rural
hormiguero, del gentío.
Yo escuchaba al lado mío:
¡Qué vaquillona brutal!,

¡Qué ejemplar más destacado!,


¡Me despierta el interés!,
¡Es deliciosa la res!,
¡Vean la holando-argentina
ya ganó de aquí a la China
por derecho y por revés!

Y suena al fin la campana


que nos convoca a ir al ruedo.
Persigno, y con paso quedo
y bonaerense etiqueta,
le alzo en la anilla la jeta
y salgo perdiendo el miedo.

Fue verla y sonó el estruendo


de aplausos ahí en la arena.
Ya daba el enhorabuena

15
por el Gran Premio de Honor
cuando pasó lo peor
de esa trágica faena:

Pisa mi Aurora una huella


que había abierto un carruaje,
y en grosero aterrizaje
conclusión del altibajo,
se va la vaca al carajo
en despatarro salvaje.

Busco alzarla... Ella no puede...


Y descubro con pavura
que había sufrido fractura,
y con un dolor horrendo
miraba como diciendo:
“Yo se que de esta no hay cura...”

Llega el patrón enseguida


y atrás el veterinario,
que con gesto funerario
dice emitiendo su juicio:
"Procederé al sacrificio
con sentido humanitario".

El público se silencia
en solemne reverencia...
Yo tengo un impulso y lo ostruyo.
Con mi cuerpo cubro el suyo,
y le ruego en viva arenga:
¡La mata a ella, y me mata...!
¡Entablíllele la pata,
me hago cargo de la renga!.

Tensión. Arriba un violín de la banda acompaña con un aire campero. Muchacho


desgrana, lento y sentido.

No vuela en el ruedo una mosca.


La emoción la gola enrosca,
y mientras nos van sacando
de la arena en un trineo,
va naciendo un clamoreo
que en nacional actitud
aúna a la multitud
de ese rural coliseo.

A toda orquesta ahora.

NIÑO ARGENTINO:
¡Gloria a ese peón, y loor a esa vaca!
¡Esa grandeza local!
¡Tu Aurora es campeona moral
y eso habrá de enorgullecerte,
así no haya estado la suerte
del lado del animal!.

MUCHACHO:
Desde entonces hasta ahora
soy tutor de la tullida.
¿Comprende porqué no es vida
que en el viejo continente
la abandonen fríamente,

16
en atitú fraticida?.

NIÑO ARGENTINO:
Me ablandaste. Confiá en mí.
Y esperá un fallo optimista.
No será tan egoísta
mi Tata, que si intercedo,
y apelo al cristiano credo,
al repatriaje resista.

MUCHACHO:
Si ella no vuelve, me quedo...

NIÑO ARGENTINO:
No hay porqué ser fatalista...
Si es tan prodigiosa esa ubre,
mi ingenio que todo lo cubre
ya pergeña cierta idea...
Dejá nomás que lo vea...

Cae en la cuenta de la hora. La música termina. Saca el reloj de cadena, que abre y
cierra con delicioso clic.

Y me voy muy de balde ahora


a ofrecer el desayuno
que ya es horario oportuno,
y niña que mama no llora.

Toma el balde y saca a los salpicones con la mano la superficie de la leche.

Hoy a la usanza europea,


dejando costumbres del sur,
no habrá leche en la batea:
habrá un sabroso yogur.

Marcha.

¡Bon jour!

Sale.
Muchacho corre llorando al brete.

MUCHACHO:
¡No temas amada Aurora!

Baja la luz. Vuelve la música que funde a la:

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JORNADA TERCERA

Luz de los faroles que van subiendo.


De la cubierta música de fiesta patria.
Muchacho -meditabundo, desconsolado-, sentado en el enano banquito de ordeñe
parece aun más endeble todavía.
Atrás el Niño Argentino, atareado, iza soga en mano unos telones raídos que le dan al
ámbito un raro aspecto vodevilesco. Un horizonte sobre una pampa ingenua, con su
alambrado, su ombú, y sus ranchitos en lejanía. Alto, claro, un alto sol flamígero que
recuerda al de la bandera.

NIÑO ARGENTINO:
...y el sol, carajo...
El sol argentino.
Áureo boquete, divino...
Lo más fino del trabajo.
Qué brocha tan inspirada...
Nunca fue mejor pintada
tierra adentro... ¿o campo afuera?.

Piensa.

Qué paradoja señera:


¿está afuera o está adentro?
¿Es periferia o es centro?
Ese es el quid complicado.
El equívoco mayor
que presenta el interior
es que no está en ningún lado.

Iza con un par de sogas el ordinario telón que enmarca ahora la escena

¿Podrías alzar el ánimo


al ras de las circunstancias?
al fin y al cabo esta estancia
la tomé pensando en los dos:
en la vaca Aurora y vos.
Compañía Argentina de Artistas
de Sainete y de Comedia...
El baúl abierto a medias
en un camarote sin llave:
Un souvenir... Nada grave:
seguro son socialistas.
Los vi en el salón de tercera:
juegan mus y pasan letra.
Al galán le dicen Petra...
Juega al gaucho el mariquito.
Disimula con las pibas...
Pone voz al gritar mus...
Se hace el sargento Cruz
y le sale la cautiva...
Pasea haciendo el machito
y mueve el culo como un rabo
(Aparte) Un mal día y me lo clavo...
Y no quieren que ande mal
el teatro nacional...
Qué género más pueril
la comedia pastoril...
Siempre la misma receta:

18
Peón bueno, patrón cajeta,
Más brutos los dos fulanos
que alpargata sobre el piano,
pero... hablando a lo poeta...
Dos grandotes pelotudos
haciendo de niños morrudos...
Por suerte el decorador
Si no es francés, italiano:
Un lienzo, dos litros de verde,
y lista la pampa, merde...
Recorra sus tierras, paisano...
¿No es un gesto delicado?
Encima día patrio, feriado...
Banderas y bomba de estruendo
y yo aquí consolando al criado...

MUCHACHO:
No, si el cuadro es pintoresco
niño, mucho le agradezco.
Es todo el resto de fierro
lo que me carga de encierro.

NIÑO ARGENTINO:
¡Y mirame solo el fresco...!
Y pensar que a mí, al contrario,
la neurastenia me agobia,
pero no en tu claustrofobia:
ver el cielo es mi calvario.
Por eso el campo ideal
se me hace esta pampa mural,
que en su óleo colorido
de campo breve y manual,
cualquier grosería aborta;
y que a la horrenda pradera
de inflamada primavera
la vuelve natura morta.
Dejate de angustia y morriña
Dónde vas a estar mejor
que en el vientre de un vapor.
Dejá esa bendita campiña...

MUCHACHO:
Entre aguas... como feto...

NIÑO ARGENTINO:
No me faltés el respeto
encima, muchacho ingrato.

MUCHACHO:
Rectifico:
como chico.
No aguanto aquí más ni un rato.
¡Si supiera cómo sufro!
Es que no se me acostumbra
el alma aquí a la penumbra.
Encima el otro problema... (La vaca, claro.)

NIÑO ARGENTINO:
Ya vendrá la estratagema...

MUCHACHO:
¡Pero no habló con su tata!

19
NIÑO ARGENTINO:
Tiempo al tiempo y paso a paso,
no vaya a meter la pata.
Busco la ocasión sensata...
No vaya a ser, un acaso,
terminemos en fracaso,
y el tiro por la culata.

MUCHACHO:
¡Llevo ya semana y media
sin salir del cuchitril!
Al menos usté en el Brasil...

NIÑO ARGENTINO:
Cerrá el culo, lenguaraz,
o querés que alguien te escuche...
¿Sos de andar soltando el buche?

MUCHACHO:
Delator nunca jamás:
no son valores de un criollo.

NIÑO ARGENTINO:
Entonces no hagás embrollo.
Olvidá lo que sabés
o vas a ligar un bife:
yo nunca bajé en Recife.

MUCHACHO:
No me rete patrón, pues...

NIÑO:
(Tierna evocación.)
Ay negro Recife del vicio...
Recuerdo, y me vuelve loco
cuando esas pieles evoco.
Mugriento altar del fornicio...
Paciencia ahora, y consuelo:
hasta llegar al lejano
Puerto Dakar, africano.
Resignación genital,
y a hacer uso en lo sensual
del tan remanido lote
que ofrecen los camarotes.
Magras niñas de familia,
empanadas de vigilia
sin contenido carnal.
Y para colmo de mal,
conocidas de la infancia.
Monótona redundancia:
en el momento del crimen
gruesas lágrimas, eternas,
"acabame entre las piernas
así guardo entero el himen".
Y a la rancia negociación:
ya que el virgo no se toca,
acabarles en la boca,
sin ardor, sin emoción...
Una higiénica bicoca.

El muchacho ha quedado pintado. Tiempo.

20
Te dejó duro la escena...

MUCHACHO:
Nunca he vivido algo así...

NIÑO:
Vas a ver allá en la borda.
Ya vas a tener faena...
El vaso siempre desborda...

MUCHACHO:
¿Usted cree Niño, sí?

NIÑO:
Vos y yo seremos horda...
Y ahora para que vea
que aquí no todo es tarea,
cambie el rostro de tristeza
que le tengo una sorpresa...

MUCHACHO:
¿Un regalo? ¿Para mí?

NIÑO:
En este esplín de feriado,
fiesta cívica y asado,
compartirás la emoción
de una magna fundación.
Nuestra íntima nación.
¿Qué mirás con ese gesto?
Nuestra patria personal...
Un país liliputiense,
muchacho, un orden castrense
privado y libre de impuesto.
¿Un orgullo, no? ¿Qué tal?

MUCHACHO:
¿Hacer acá adentro un país?

NIÑO:
Alegórico y feliz...
Un estado de cereal,
hacienda y tela pintada.
La Nación Astracanada.
Decime si no es bestial...

MUCHACHO:
Yo mucho de lo civil...

NIÑO:
Hombre, no sea perejil:
nuestra patria de aquí a la llegada.
Un país de regocijo
Una pampa a plazo fijo.
Y siendo verdad compañero,
que la pampa es un cuadro campero,
de peña tradicionalista,
los gauchos sus machos artistas,
y el chorizo en pan su folklore:
de peña serán sus valores
sus símbolos, y su nombre.

21
Bien telúrico, caray:
“República de Achalay"
para gloria de estos hombres:
Yo, su primer dirigente,
vos principal asistente,
y como benefactora,
y entidad recaudadora
de nuestras arcas de hacienda,
este estado la encomienda
a nuestra opulenta Aurora.

Muchacho alerta.

Tranquilo, súbdito, calma...


Si lo quiero con el alma
al fructífero animal.
Nadie piensa hacerle mal...
Un petit tambo flotante...

MUCHACHO:
¿Vender leche en adelante?

NIÑO ARGENTINO:
Una finquita modelo,
que apenas con el camelo,
-y sin que nadie sospeche-
de echarle agua a la leche
en proporción adecuada,
llene a toda la hermanada
y sobre para el peleche.
De hecho ya he colocado
un balde aquí, en el mercado.

MUCHACHO:
¿Vendió entre los pasajeros?

NIÑO:
Vendido, vendido, no es...
Lo perdí en el pase inglés
en rueda de marineros.
No será una venta, pero...
Mientras me paguen con ficha
la producción susodicha,
-y mi padre no sospeche-
probaré con los dados y el agro
aquel bíblico milagro
de multiplicar la leche.

Suena arriba un ruinoso pericón nacional. Antes de que el muchacho alegue:

Pero no perdamos tiempo


en estas cuestiones ligeras...
Suena música campera...
¿Más justo que un pericón
para hacer la fundación?
¡Viva la patria lechera!
¡República de Achalay,
tambo lechero del mundo,
pleno de sueños te fundo,
nueva potencia bonsai!.
Aquí es cuando el patrón, el farmer
recibe a la peonada,

22
afable y endomingada:
Deme súbdito un abrazo,
y vaya enseñando los pasos...

Se toman de la mano. Muchacho lleva. El Niño observa y repite la coreografía.


Aprende rápido. Demasiado.
La luz los deja, bailando.

23
JORNADA CUARTA

Truenos lejanos. En la penumbra un farolito mortecino traza su espiral bajando por


la escalera caracol. Sombrea apenas las siluetas de el Niño Argentino y el Muchacho,
que no puede parar de reír excitado. Llevan festivas caretas de cartapesta. Se han
intercambiado las ropas. Se ha agregado al espacio un rumboso baúl de viaje abierto
al medio, atiborrado de cajoncitos y neceseres. Arriba la Jazz Band arremete contra
un tema clásico de fin de fiesta.

MUCHACHO:
¡Mamita mía qué risa...!

NIÑO ARGENTINO:
Quieto, che, a qué tanta prisa...

MUCHACHO:
¡Los ha tenido en un puño!

NIÑO:
Aquí estamos mi cofrade...
No hay nada que más me agrade
que volver sin un rasguño
a mi cálido terruño
después de la promenade.
Achalay, nación cabaré...
Inmarcesible escenario...
País tablado de balneario...
Ay mi tierra varieté...
Infalible la receta:
un cagaso y torno poeta.

MUCHACHO:
¡Mamita querida qué plato...!
¡Eso fue hacerles pasar un mal rato!
No daban abasto los mozos
con el agua Copelina
tratando, en el arrebato,
de apagar la chamusquina.
Cómo ardía ese traje de oso,
y cómo gritaba el coso:
"¡Me han rociado con bencina...
me van a hacer fogarata...!"
¡Mi Niño qué sangre de horchata,
qué pillada libertina!

NIÑO ARGENTINO:
Error: bencina no era.
Era ron. De los panqueques.
Mascarada que haya, es un cheque:
incendiarlo al Carolina.
Gran tradición argentina.
Un poco de alcohol y cerilla,
y a flambearle la tortilla.

MUCHACHO:
¡Qué granuja badulaque...!
¡Qué truhanería más pilla...!

NIÑO ARGENTINO: (Aspirando su solapa empolvada de blanco)


Qué desperdicio del saque...

24
MUCHACHO:
¿Manda patrón?

NIÑO ARGENTINO:
Nada, nada...

MUCHACHO:
¿Lo encuentra jediondo? ¿Olor feo...?
Como lavo y no soleo
le queda olor a humedá...

NIÑO ARGENTINO:
No. Es la solapa empolvada.

MUCHACHO:
El corso de mi ciudad
también tira con harina;
o almidón la gente fina.
Y los pudientes del palco
con éter, con serpentina,
con agua florida y con talco.

NIÑO ARGENTINO:
Qué comparsa más brutal
tendrían las fiestas de momo
el bendito carnaval
que pongan de ésta en el pomo...

MUCHACHO:
¡Qué alcurnia, Niño, qué ambiente...!
Y yo allí vestido de gente,
me faltaba sólo el bigote...

NIÑO ARGENTINO:
Estaba el tout paquebote.

Muchacho se saca la galera, y se toca el pelo donde comienzan a levantarse imbatibles


los pirinchos.

MUCHACHO:
Solo el cuero cabelludo
no anduvo tan macanudo...
Las crenchas, el remolino...
El bagual pirincho hirsuto
pegó un levantado bruto

NIÑO:
También, con tu vellocino...
Peliagudo es nuestro reto
de enfrentar el poderío
del criollo pelambre bravío.
Ese defecto incurable,
la herencia indisimulable
de ser sangre americana.

MUCHACHO:
¿Usté también crines...? ¡Macana...!

NIÑO:
En el Río de la Plata:
negro mota, o indio mata.

25
MUCHACHO:
¿Y cómo es que se le plancha?

NIÑO:
No me atosigue, novato.
¡Tanto secreto en un rato!
Años de frotar la mancha:
me lo trato... me lo trato...

Un Tiempo.

MUCHACHO: (Haciendo notar el progreso)


Divino, Niño, el sarao...
Preciosa la matiné.

NIÑO ARGENTINO:
Cuatro veces te expliqué
los términos de rutina.

MUCHACHO:
¿Dije otro error de abombao?

NIÑO ARGENTINO:
Matinée: de la matina.
Esto se llama soirée.

MUCHACHO:
Las olas me tienen mareao.

NIÑO ARGENTINO:
Y el coctel Indian Cacao
que te embarcaste frapée.

MUCHACHO:
Qué idea grande el disfraz...
Digamé la verdad pura:
¿Estuve o no estuve a la altura?

NIÑO ARGENTINO: (Para sí)


Padece de mama locuaz...
Del principio nada objeto,
pero no todo es halago:
después de pegarle al trago
volvió otra vez el paleto.

MUCHACHO:
Es que tampoco soy mago...
Pero va a ver, de verdá,
como pongo voluntá.

Iré aprendiendo del roce...

NIÑO ARGENTINO:
Ya son pasadas las doce,
andá viendo de dormir.
Mañana hay que diluir
cuatro baldes de maná,
que necesito parné.
Hay mesa de bacaratt.
Ya no aceptan pagaré.

26
Muchacho intenta un tímido alegato.

Ya sé, muchacho, ya sé:


la vaca no es una esponja
ni una planta de toronja
que no deja de dar jugo...
Si no soy ningún verdugo...

Jura sobre los dedos en cruz.

Gano esta, y me hago monja.

Se lo va ganando.

¡Que ni pintado el chaqué!


Con tu copa de Suissé
y picando azúcar candy
dabas propiamente dandy...

Muchacho comienza a desvestirse.

MUCHACHO:
Le voy devolviendo la ropa.
El frac está un poco hecho sopa
del agua que revolearon...
¡Qué píldora se tragaron
que yo era usté y usté yo!

Reacciona.

La pucha que los tiró...


Van a pensar que yo he sido
el que lo encendió al vestido
de oso...

NIÑO ARGENTINO:
Vamos bandido...
¿O es que te has hecho cagueta?
Tranquilo: yo pongo la jeta.
Chuscadas de calavera...
Una chancita cualquiera...
Si lo apagaron al rato...
Al fin lo sacó barato:
un chamusque, una tontera.

MUCHACHO:
¿Le parece?

NIÑO ARGENTINO:
Por favor...
Qué sentido del humor...
Pillín, bien que te reías
con la criolla picardía
de tirar manteca al techo...

Se lo gana.

MUCHACHO:
El pasaje quedó hecho
un verdadero chiquero
cuando empezó a redetirse,
y empezaron a escurrirse

27
del techo las gotas de grasa.
¡Qué pillería más guasa!

NIÑO ARGENTINO:
La vieja lluvia de sebo.
Otro clásico farrista.

MUCHACHO: (Recuerda deslumbrado)


¡Qué fiesta, Jesús me asista!
¡Qué comida más festín...!
¿Qué es lo que he comido al fin?

NIÑO ARGENTINO:
Escargots... Caviar Beluga...

MUCHACHO:
Un manjar los escargotes...
Adentro tenían oruga
parecida a caracoles,
pero un poco más grandotes.

NIÑO:
Te me comiste dos boles...
Y el caviar.

MUCHACHO:
Otro manjar...
Pepitas como el granado...
pero en jalea de pescado...
¿Qué dijo que era el festejo?

NIÑO ARGENTINO:
El cruce del ecuador.
Por eso el disfraz a lo actor
de Neptuno y todo el cortejo.

MUCHACHO:
¿Netuno era el gordo viejo?

NIÑO ARGENTINO: (Asiente)


Mi alegre progenitor.

MUCHACHO:

¿Válgame Dios, el señor!


Presento la excusa debida:
detrás de esa barba tupida...

NIÑO ARGENTINO:
Papamosca, era un postizo.

MUCHACHO:
¿Y... el... pescadito petizo
era algo de su padre?

NIÑO ARGENTINO:
Relación lejana apenas:
el petizo era mi madre
disfrazada de sirena.

MUCHACHO:
Debería callar un rato.

28
¿Le parezco mentecato?

NIÑO ARGENTINO:
Seguí hablando sin recato.
Lo que sí, no hagás la vana
pregunta: ¿Quién era el séquito?
Sería otro instante patético:
eran todas mis hermanas.

MUCHACHO: (Deslumbrado)
Una mas linda que otra.

Tiende un jergón entre los fardos. Su lecho. Se acuesta. El sueño lo va ganando.

NIÑO ARGENTINO:
Carmelita es la más potra.
La del tajo en la soiree
del disfraz de cortesana,
y desbordada del corsé.

MUCHACHO:
¿La que alzaba a la gordita?

NIÑO ARGENTINO:
A la futura monjita.
Una ebriedad que no ve.
Más piensa en misericordia
más le da por el licor,
los postres, y la discordia.

MUCHACHO:
La pucha, qué picardía
no habernos podido quedar...

NIÑO ARGENTINO:
Lo pícaro fue escapar
después de la fechoría.

MUCHACHO:
En fin...

NIÑO ARGENTINO:
En esa velada, igual,
ya acababa el desenfreno.
Por el ruido de los truenos
viene tromba ecuatorial.

MUCHACHO:
Dormir con lluvia, qué lindo.
A Morfeo me le rindo
soñando ser propietario,
industrial, terrateniente...
Usté que nunca me miente,
Diga la pura verdá:
¿En Achalay se podrá?
Digo ¿llegaré a patrón...?

NIÑO ARGENTINO:
No hay que perder la ilusión.
No hay logro que no se intente...
Y todo roce da clase...
Y la clase te hace gente.

29
Pero... no hay patrón suplente:
Muchacho: patrón se nace.

MUCHACHO:
Voy a poder...
Ya va a ver.
Voy a poder.
Ya va a ver...

Se duerme.

NIÑO ARGENTINO:
Dormite y soñá tranquilo
Aflojate. Yo vigilo.
Soñá con tu pago natal.
Yo reposo en la tormenta.
Un placer ecuatorial
de este causseur del ´80.

Desde la fiesta lejana suena ahora la obertura del Don Juan de Mozart. El Niño
Argentino va hacia su baúl.

NIÑO:
Oberturas. Fin de fiesta.
Quedó extenuada la orquesta.
Sutil, con el repertorio,
invitan al dormitorio.
Oberturas. Ahí te muestra
la hilacha la gente nuestra:
ninguno una ópera entera
te reconoce siquiera,
pero todos silban la muestra.
Es este el ambiente justo
que me reclama el mareo:
Don Giovanni en el atril adusto
del loco niño Amadeo...

Saca finalmente de entre sus cosas el utensilio.

Voila... La onírica fragua...


Mi espléndida pipa de agua...

Se acomoda en un hueco entre los fardos. Un tabuco como hecho para la ocasión.

Todo un símbolo, caray...


Honrada en gloriosa aureola,
para flor nacional de Achalay,
nada de ceibo... Amapola...

Tira sobre el farol su gauchesco pañuelo sumiendo el espacio en un rojo decadente.


Fuma. La música -claro- se escucha más diáfana y bella que nunca.

Cerillas para encender,


y uno es quien quiere ser.

Un trueno. Una sombra lo amarga.

O víctima de sus dones


lo que su alma le impone:
Don Giovanni, Don Juan, el Tenorio,
el impío, el vejatorio...

30
El barco da un violento rolido.

¡Epa...! ¿Qué pasa señor...?


¿Se ofendió Comendador?

Vuelve a acomodarse en su fumadero.

Qué prodigio... Qué armonía...


Qué descarada osadía
crear música tan bella,
tan dulce, para con ella
hablar de bellaquería...

MUCHACHO: (Murmura en su entresueño)


Jurame pasión eterna...
mi china de lengua tierna...

NIÑO ARGENTINO: (Atiende)


Se va encrespando el atlántico,
y sube por la entrepierna
un sueño de opio, romántico...

Una profundísima pitada.

MUCHACHO:
Sus ojos dicen
que necesita
la satisfaga,
le haga cosita...
Ponga la zaga...

NIÑO ARGENTINO:
Dura de bragas
la señorita....

MUCHACHO:
Dele malita...
¿De qué se queja...?
Deme la oreja...

NIÑO ARGENTINO: (La boca bola. El humo le deshace las palabras)


Casta la dama:
tres en la cama...

Fuma.

Con qué amor entraría en tu sueño


y corriendo las cobijas:
Un sitio en el medio, m´hija...
Déjenlo al medio al pequeño...
Nada te hace sentir Dios
como meterse entre dos
que profesan amor puro...
Ese deseo implacable,
ese designio perjuro
de escupir en lo impecable...

La luz violenta de un rayo entra por el ojo de buey.

Convidado... Se ha ofendido...
Perdone a este niño bandido...
¿Estás ahí, tieso, alerta,

31
escuchando tras la puerta?
¿Soñando en penar el mal
con tu tromba ecuatorial?
¿Más condena señor juez?
¿Más castigo aun, papá?
¿Creyendo, imbécil, que sólo
porque Neptuno es el rey
habrá de imponerme su ley
a mí, que sin protocolo,
lo que no vejo, lo violo?

Ríe

No hay ley donde no hay memoria:


aquí está abolida la historia.
No hay héroe, no hay monumento.
El pasado es el momento.
Ninguna condena arredra.
En este erial donde Dios
no tiene voto ni voz;
aquí donde la norma yace,
de aquel mito apenas sos
Convidado de cartón piedra
Que hasta una lluvia deshace...

Otro trueno hace temblar todo.

¡Me cago en la ley y en tu furia...!


Yo del requiebro hago injuria.
De lo galante: libido.
Manchado de todo lo puro,
de lo aceptado: prohibido.
Yo lo claro vuelvo oscuro,
a lo casto: licencioso,
lo virgen: libidinoso...
Soy el hijo disoluto,
descarriado, reprobable...
El que viola lo inviolable,
y mancilla a lo impoluto.
Soy macho, lesbiano, puto...
¡Penetro lo impenetrable...!

Un trueno brutal. El barco corcovea sobre la tromba marina. El niño ríe feliz.

Amo este feo albedrío.


¡Te desafío señor...!
¡Padre, juez, comendador,
te desafío!

Un golpe de mar da por tierra con el Niño que queda allí abombado por el golpe y el
opio. El farol, tumbado entre los fardos, y la luz relampagueante que entra por el ojo
de buey dan ahora a la bodega un clima más irreal, si cabe. Tormenta. Del brete,
abierto por el impacto sale Aurora. Renga, hermosa y lánguida. Deambula por bodega
como desorientada. Un paseo desapasionado como sus ojos y monocorde como su
cencerro.

NIÑO ARGENTINO: (Reaccionando)


¡Qué tunda...! Quedé mareado...
Turca adentro y tromba afuera...

Descubre a Aurora.

32
¿Pero qué hace la lechera?
¡Levantate botarate!
¡Metelo el rumiante al brete!

Lo sacude.

MUCHACHO:
Así, amor, sacudamé
como la sacudo a usté...

NIÑO ARGENTINO:
Sigue en su sueño pajero...

MUCHACHO:
Abro tus cuartos traseros,
alzo la cola y penetro...

NIÑO ARGENTINO:
Qué, la cola...
¡Vade retro!
¿Pero qué es que estás hablando...?

Comprende. Era hora. Queda azorado.

Pero entonces... ¿Es la holando...?

Queda boquiabierto mirando a Aurora que clava también en él sus ojos apáticos.

AURORA:
Nos mira.
Suspira.
Empieza a entender:
le hago al peón de mujer,
de utensilio, carne ignota.
El peón nos ha hecho su hembrita:
soy apenas mascarita
en esta comedia idiota.
En esta sosa chacota.
E igual que mi peón lechero,
su mente tullida, loca,
toca hocico y siente boca,
y ve teta donde hay ubre,
y acariciándome el cuero
como a un desviado Platero,
ve piel donde el cuerpo cubre
mi duro pelaje overo.
Y ve nalga donde hay rabo,
y muslo donde hay jamón.
Y en tripa ve corazón.
Y así viendo en la retina
del peón, nos imagina
como aquel: china doncella.
Ya no soy eso: soy ella.
Ya no soy más fauna ahora,
ahora soy el fauno Aurora,
que tienta un deseo confuso,
que invita al divino abuso,
e hinchado el pequeño ariete
palpitando en la bragueta,
ansiando la prueba secreta,
borracho en libertinaje,

33
me lleva babeante al brete.
Pero no a mí. A este traje.

Niño Argentino duda apenas un instante. Entra al brete. Aurora se sienta en un fardo
junto a la entrada.

Se espera que yo cuente ahora


el juego cochino
que allí entre la bosta,
subido a mis ancas
como una langosta
practica a mi costa
el Niño Argentino.
Hincando ligero
en mis cuartos traseros...
Soñando señora
mi cuerpo de Aurora...
Que relate cómo
su mano crispada
me araña en el lomo...
Que detalle lo que allí sucede...
Toserá uno de ustedes...
Risita el señor, la señora un vahído...
Yo solo cumplo mi cometido,
mi rol en el bataclán,
este patético bolo:
declamar sin ademán
en esta escenografía
esta farsa cada día
sin descansar ni uno solo.
Abrir como un bisturí
esta historia escrita en mí.
Cortarme el cuero de un tajo,
correrlo como telón,
y declamar la función
de la historia que guardo debajo:
Como duerme el chorizo en la grasa,
en salmuera la sardina,
-a falta de pluma que escriba
su ridícula memoria-,
aquí en Achalay la historia
se conserva en proteína.
En carne. Viva.

¿Escuchan como se agita


desparramado en mi cuero?
Me ensarta como torero.
Ingenuo, tan diminuta
su espada, que ni me inmuta
su acuchillar lastimero.
Yo callo. Callo y soporto,
y sumisa entrego el orto
así, con cara de nada,
con cara de estar en la luna.
Cautiva de dos cautivos
que me abusan como envase:
uno me viola, otro me ama,
ninguno me satisface.
Y el dúo del mismo modo
igual ultraje comparte:
el buscar solo mis partes
y olvidar que soy un todo.

34
Condenando mi mugido
a apenada letanía
que -sin que a nadie le importe-
clama nombrando los cortes,
juntar de una vez ansía,
-falda... lomo... corazón...
lengua... ubre... nalga... cuadrada...
estas, mis partes de hacienda
en un todo que trascienda
a la res de carnicería.
No se asuste. Ya termino.
¿Dónde se ha visto que un bofe
se angustie así y filosofe?:
(Mire a un lado en su camino).

Se quita el vestido con resignación.

Rabo... entraña... tapa... riñón...


molleja... mondongo... seso...
matambre... aguja con hueso...

Entra al brete con su letanía.

roast beef... hígado...pastrón...

Muchacho despierta.

MUCHACHO:
Velay, Diosito adorado,
que resaca el champanito...
¿Qué se ha hecho el señorito,
se habrá vuelto a la chacota?
Pero si seré marmota,
el brete abierto, caracho.
Qué cabeza este muchacho...

Los ve.

¡Dios padre, y virgen devota!

El Niño Argentino sale a los apurones. Desnudo. Se cubre con lo que puede.

NIÑO ARGENTINO: (Digno)


Las apariencias engañan...

MUCHACHO:
¡Lo descubrí, calandraca,
me ha mansillao a la vaca!

Desenvaina el facón.

NIÑO ARGENTINO:
Corresponde mi alegato...

MUCHACHO:
¡Aquí solo alega la faca!
Saque su acero o lo mato.

NIÑO ARGENTINO:
No acepto lance de honor
sin mediación de padrinos...

35
MUCHACHO:
Fifiriche libertino...

NIÑO ARGENTINO:
...jurado, testigo, y doctor.
Derechos del ofensor.

MUCHACHO:
¡Luche, caracho, o lo clavo!

NIÑO ARGENTINO:
Yo las ofensas las lavo
a como indique el manual...

MUCHACHO:
¡Pelee o lo mato igual!

NIÑO ARGENTINO:
Sable, pistola, o espada.
De facón no dice nada.

MUCHACHO:
¿No gusta un duelo verbal?
¡No se haga el chancho rengo:
lo conozco, cotolengo!

NIÑO ARGENTINO:
Si es así clavá sin asco.

MUCHACHO:
¡Manfloro, gallina, fiasco,
timorato de abolengo!

NIÑO ARGENTINO: (Va cobrando seguridad)


A tus pies. Ejecutá.
Cortá nomás, vos primero.

MUCHACHO:
¿Se porta como ternero?:
Como ternero lo trato.

Toma el lazo, y con diestra maniobra lo piala, lo asegura del cuello y lo iza haciendo
polea en una cabriada. El Niño Argentino, en puntas de píe mantiene una extraña
calma.

MUCHACHO:
Bellaco, traidor barato...

NIÑO ARGENTINO:
Barato no te permito.
Pero seguí con tus gritos
si buscás de desahogarte.

MUCHACHO:
Desahogarme, solamente,
ahogándolo a usté. Y de frente.

NIÑO ARGENTINO:
Entonces no hay más que hablar:
matame y subí a buscar
a mi padre con la nueva.
No van a hacer falta pruebas

36
sobre quien me desgració.
Las que hay no son pamplina:
ya incendiaste al carolina...

MUCHACHO:
Fue... mi ropa, no fui yo...

NIÑO ARGENTINO:
Eso decíselo al rey
Neptuno, que él es la ley.
Después de lo que hizo por vos,
termina viendo que sos
como vaca empantanada,
que se la agarra a cornadas
con quien la sacó del fango...

El Muchacho tensa el lazo.

Aflojá... No seas zanguango.


Bonito agradecimiento
al que le dio agua al sediento.
¿No te enseñé urbanidad?
¿Te presenté en sociedad?
¿O no te gustó ir arriba,
zangolotear con las pibas,
ser mi criado de confianza?
¡Y hoy me chuceás en la panza!

MUCHACHO:
Deje de gastar saliva.

NIÑO ARGENTINO:
Vos probaste de mi fuente
las cosas más exquisitas...
Yo te enseñé hincar el diente
en el manjar sibarita...
Y hoy -mirá que paradoja-,
y perdoná la crudeza,
por las ancas de la coja
me has escupido la mesa.

MUCHACHO:
Primero se lava la boca.
A mi Aurora no la toca
ni el pistilo de una flor.

NIÑO ARGENTINO:
Te saqué entre los peones
y te incluí en los padrones
selectos de mi Achalay.
¿Y qué esperabas, caray?
¿Y qué esperabas?. ¡En serio!.
¿Abadía? ¿Monasterio?
¿Una vida de clausura,
yo monaguillo y vos cura?
El mediocre criollo tipo:
Recibir sí. Y no dar nunca.
Que prefiere dejar trunca
su fantasía, el deseo,
por no meterse en un feo.
Un melindre que desprecio:
se mueren por lo valioso,

37
pero encuentran alto el precio.
Tengo una arcada, permiso,
y no es por la soga ni el rizo:
te tengo en el buche a vos.
Al tibio vomita Dios.

Muchacho afloja algo el lazo. Duda. Demasiado.

MUCHACHO:
Si no hay una ley al fin...
Un orden... Un supongamos
que le diga cuantos gramos
tiene el kilo al balancín...

NIÑO ARGENTINO:
Mil seiscientos veinticuatro.
Veintiséis mil. Treinta y ocho.

MUCHACHO:
¿Y qué es la ley, un sancocho
que le va cualquier receta,
pavo, lechón, o chuleta,
da lo mismo así o así
con choclo o batata...?

NIÑO ARGENTINO: (Un tiempo)


Sí.

MUCHACHO: (Alega cada vez menos convencido)


¿Y no hay gente mala, y de pro?
¿No hay un Dios, acaso...?

NIÑO ARGENTINO:
No.

Un tiempo.

NIÑO ARGENTINO:
Soltá. Se acabó el sainete.

MUCHACHO:
Si lo largo me promete
que intercede por su amigo,
y le arregla a Aurora el flete
pa’que se vuelva conmigo
en esta bodega horrible.
¿Me lo asegura...?

NIÑO ARGENTINO:
Imposible.

MUCHACHO: (Cada vez más desarmado)


¿Pero viaja conmigo a París?

NIÑO ARGENTINO:
No creo al Hispano-Suiza
le entre una vaca de sisa.
Ni a Francia, ni vuelta al país.

MUCHACHO:
¿Y entonces qué?

38
Silencio.

MUCHACHO:
¡Digamé!

Silencio.

MUCHACHO:
¿Qué, no me va a decir nada...?

NIÑO ARGENTINO:
Tengo la gola apretada.
Soltame la soga un poco.

MUCHACHO:
¿Ahí sí me dice...?

NIÑO ARGENTINO:
Tampoco.

Un tiempo.

NIÑO ARGENTINO:
Ahora sí, vení soltame.

MUCHACHO:
Se cree que... que soy salame...
¿Si lo suelto me asegura,
-cruza los dedos y jura-
que desde hoy a la Aurora
me la trata una señora,
no me vuelve a hacer un feo
y ni la mira...?

NIÑO ARGENTINO: (Con áspera calma)


No creo.

No da para más.

MUCHACHO:
Y así... De soltarlo, yo:
¿No gano ni una...?

NIÑO ARGENTINO:
No.

Un tiempo. El muchacho afloja el lazo. Lo saca. Desata al Niño Argentino. Se dedica


parsimoniosamente a volver a enrollarlo.
El Niño Argentino se frota el cuello dolorido.

NIÑO ARGENTINO:
Tanto charlar, farra farra,
se hicieron las mil y quinientas.
Ya hay que ir abriendo la venta.
Andá empezando el ordeñe.

MUCHACHO:
Si me deja que le enseñe...
Tiene agrietado el pezón.
Necesita curación.
Descansar una jornada.
Un exceso de ordeñada:

39
seis veces de ayer a hoy.

NIÑO ARGENTINO:
Imposible. Ahora estoy
con un rojo en las finanzas.
No me cierra la balanza.
Dale agua y exprimila.
Es gauchita la pupila,
tiene una fuente en la panza.

El Muchacho marcha callado al brete. El Niño lo detiene con un gesto mínimo.

NIÑO ARGENTINO:
Esperá un poco, muchacho.
Veré como está eso agrietado.
Dicen que el ojo del amo
es el que engorda al ganado.
Sentate al banquito, vamos.
Entro un rato y salgo ¿sí?
Esperá sentado aquí.

El muchacho se sienta y aguarda sumiso.


El Niño Argentino entra al brete.
Por sobre el corral se asoma Aurora, que vuelve con su letanía. Cualquiera diría que
la situación amerita que llore. Pero no.

AURORA:
Osobuco... solomillo...
bife... espinazo... azotillo...
tripa gorda... palomita...
caracuses... tortuguita...
chorizo...

Baja la luz.

40
JORNADA QUINTA

Muchacho pasea a Aurora después del forraje. Está cambiado. Taciturno.


Recorre esas praderas oscuras. Tenebrosas. Las nubes son de vapor.

MUCHACHO:
Andar. Andar es destino
del vacuno holando-argentino.
Andar antes de la aguada,
andar después del forraje…
La vida vacuna es un viaje
atrapado entre alambradas.
¿Qué pasa? ¿No entiende? ¿Qué pasa?.
Me mira con pena guasa.
No pare de andar, no tuerza,
andar da apetito y fuerza
y el apetito da grasa.
Mire yo como he engordado
de estos días de emigrado.
No hablo de pella, de peso:
cómo he engordado de seso.
Tengo ahita la mollera.
Más no de una idea cualquiera:
lo oscuro me ha abierto el ojo.
Como quien corre un cerrojo
y descubre en la vidriera
aquella verdad tajante
que siempre tuvo adelante
y uno no olía siquiera…
Un rayo, y revelación:
no estaba en Dios el misterio.
Ni en cielo ni en monasterio.
El misterio está en la traición.
Basta de mirarme así…
No me entiende que crecí…
Que en un rayo redepente
se me ha iluminau la mente
en místico frenesí…
¿Qué me mira con inquina…?
Si va a pensar piense en teta,
en litros, que esa es la meta.
Y mientras piensa, camina.
¡Fuerte el cencerro trompeta!
Para que nazca la luz
¿no traiciona el alba al poniente?
Para regar la simiente
¿no traiciona la lluvia a la seca?
¿Y a la leche la manteca
como Judas a Jesús?
El fruto traiciona a la flor.
Y a ese fruto, la semilla.
Y a la sangre la morcilla.
¿No traiciona el remedio al dolor?.
La traición es lo moderno.
El futuro de lo eterno.
La eternidad futurista.
Y en esta naciente nación,
con decorados de artista,
con paisaje de telón,
si toda luz es oscuro,
toda traición es futuro,

41
y todo futuro traición…

Despierta el Niño que dormía entre unos fardos. Despeinado. Un buche de champán
caliente.

NIÑO:
¿Anda en coloquios el socio…?
No me descuide el negocio…

MUCHACHO:
Ya ordeñé y estaba en arreo.

NIÑO:
Dejá mejor el rodeo…

MUCHACHO:
No soy dado por el ocio.

NIÑO:
No me refería a eso,
te necesito de expreso.
Otra vez vas de reparto.
Parece lo tengo harto
a todo el plantel marinero…
¿De dónde saco el dinero
para pagar lo que adeudo?.
Acuartelado en el feudo
llevo más de una semana. (Un trago a la botella)
Champán sin gas y caliente.
No hay cosa más decadente.

MUCHACHO:
Subo y le dejo a su hermana…

NIÑO:
No. De nuevo hacelo plata…

MUCHACHO:
Van dos días que no llevo…

NIÑO:
No importa. Vendé de nuevo.
Sino el goruta me mata.
Me cago… Estoy en la mala.
Con mi madre hacete el rico,
engrupila, chichoneala,
ya sabés, después le explico…

MUCHACHO:
Me farrea la señora.
Se ríe de la boinita.
Le dice a la señorita
Inés: “Ahí llegó Corona…”
“Boinas” le digo al llegar
y la Inés se me mata de risa.
Un cascabel la gurisa.
“¿Lo hace tu vaca al manjar…?”

El Niño, inquieto, se dedica a la botella. Muchacho va a salir. Atildado y de camisa


blanca.

MUCHACHO:

42
Descanse Niño Argentino.
Yo cuido de usté y de la vaca.
Mientras esté yo y mi faca
aquí no entra marino.

NIÑO: (Para sí)


Bonita la resistencia
al peligro de invasión...
La montonera civil,
la milicia pastoril
del gauchito y su facón...

MUCHACHO: (A Aurora antes de salir.)


Ya vas a entender: la traición.
Nada nuevo hay sin doblez.
Si al destino de piel parda
logra vencerlo gallarda
la enfermiza palidez:
para dejar de ser peón,
para llegar a patrón,
traicionar la peonez.

Sale.

NIÑO:
De cuello duro y corbata
y soy todo olor a pata.
Cómo he caído, caray…
Exilado en Achalay.
Compatriota de las ratas.
Amancebado a una overa…
En deudas como un cualquiera…
Atrapado en la boutade,
cautivo de la ocurrencia,
reclusos de la indolencia
yo, la vaca y mi cofrade…
Ayer soñé que invadían
al fin los acreedores,
y que a mí en paños menores
me arrastraban a cubierta.
Lloraba a lágrima abierta
mi madre frente a la horca,
mientras la bruta mazorca
colgaba mi carne yerta.
De pronto, a los lagrimales
mi madre llevaba las manos,
y en vez de lágrimas granos
lloraba cual tempestad.
Mi padre en su falsa humildad
volvía al discurso eterno:
“Qué prodigioso país...
Si aquí llueve trigo y maíz…
Somos el mítico cuerno…
El humus es nuestra cuna”
decía en verbo florido,
“Lo pútrido aquí es fortuna…
Somos hijos de lo corrompido.”
El maíz como rubí…
El trigo pepitas de oro…
El cielo llovía tesoro...
Si como dicen por ahí
la muerte es un sueño eterno,

43
si de elegir fuera dueño
y me libro del infierno,
ese sería mi sueño…

Bebe.

44
JORNADA SEXTA

Luz que llega. Los paisajes de Achalay, diluidos por el vapor, se van descubriendo en
manchones sucios sobre el lienzo, ahora caído a un lado. Un vacío desolador. De
aquellos fardos, apenas un poco de pasto seco desparramado en el suelo. Junto al
brete una tina y una gran jarra de lata. Algunas maletas preparadas para partir.
Muchacho, parado en medio del espacio resuella agitado. Un facón chorreando en su
mano. Sus mejores galas gauchas -rastra de plata, chiripá bordado, y botas de potro-
son un enchastre de sangre, tizne, y sebo. Escupe en la hoja y limpia peligrosamente el
filo con los dedos. Lo guarda. Comienza a desnudarse meticulosamente.

MUCHACHO:
Sangraza. Una fetidez
como mujer con el mes.
Catinga como verraco.
De sangre hasta los sobacos.
En los pliegues de la piel,
pegotes como de miel.
Ni con potasa lo saco.
Sangraza. Tenaz la yunta;
filo, contrafilo, y punta.
Clavé hasta dolerme la mano.
Desollé a lo cirujano,
mi facón un bisturí.
No di tregua ni pedí
Hacha, tajo, y descoyunta.

Se mete en la tina. Se vuelca lentamente el agua de la jarra que corre en ríos rojos
sobre su piel desnuda.

Sangraza. Del pié hasta los pelos.


El chorro parece hielo
pero te anima, te sana.
Un bautismo, un río Jordán,
un agua de capellán.
La melena como lana
y en costras la sangre, dura,
bajo las uñas, oscura,
tintando la palangana.

Se enjabona.
El Niño Argentino aparece por la escotilla de la escalera con un arrugado traje pardo
de gentlemen rider. Borracho, exultante, y más venido a menos todavía si es posible.
En la mano una delicada fuente de plata con un trozo de carne asada.

NIÑO ARGENTINO: (Duro de boca)


¡Mi edecán! ¡Bon apetit!
¡Todo un suceso, petit!
El pasaje te adoró.
Pidió bis: ¡Bravó, bravó!
El parrillero snob chic...
Huiste antes de la salva
de aplausos de la platea,
como enfermo de diarrea,
sin vítores... ni ovación...

MUCHACHO:
Ya se veía el faro del puerto,
las grúas, el galponaje.
Vi que se acababa el viaje.

NIÑO ARGENTINO:

45
Te perdiste la ocasión.
Pero arribamos, es cierto:
en cuanto toquen Aurora,
estamos entrando en la rada
y en un rato: la planchada
tendida desde la eslora.

Mira a su alrededor los paisajes desleídos.

Se ha perdido horizonte y confín.


¡A éste país se lo come el orín!
El paisaje dice adiós,
como si lo hubiera, Dios,
usado de mingitorio.
Los restos de territorio
carcomidos por la brea
del humo de chimenea,
y el vapor de sudatorio

Comienza a bajar con dificultad etílica la escalera.

Mandan plácemes los míos


orgullosos por la hazaña.
Llovieron loas a ríos
al savoir de la cabaña.
¡Qué british style la res...!
Qué flacura esa carnaza,
magra, ni un gramo de grasa,
propiamente al gusto inglés.
¿Ves lo que te digo? ¿Ves?:
Swing, moda, o llamale hache:
el asado gordo es cache.
De todas las vaquillonas
que han ido a dar al fogón
cumpliendo la tradición
de otros asados de arribo:
mirá como te lo digo:
esta fue lauro y corona.
Estaría débil, flaca,
pero qué rinde esa vaca,
no ha tenido desperdicio.
Sólo un poco de estropicio
en las ubres: mucha llaga.
Pero ojo: aun enferma
la achura no ha dado merma.
Una obrera de tercera
que miraba con denuedo
me la ha recibido en paga
en trueque a meterle el dedo
por abajo de las bragas.
¡A eso llamo yo una hambruna!:
Mientras yo hacía lo mío,
se tragaba con gula perruna,
un pedazo de ubre frío
sin contingencia ninguna.

La bandeja.

¿Y qué le he traído a que pruebe


antes que alguien se lo lleve?:
a la tira más preciada
que ofrece la parrillada.

46
El asado menos falda,
secreto que el parrillero
conserva en tavola calda
como bocado postrero.
Y una atención pertinente:
el práctico mondadiente.

MUCHACHO:
Agradezco lo que ha hecho,
pero ya estoy satisfecho.

NIÑO ARGENTINO:
¡La fórmula del manual...!:
mucho mejor el modal.

MUCHACHO: (Se encoje de hombros)


Urbanidad...

NIÑO ARGENTINO:
Propiamente:
te estás convirtiendo en gente.
Hasta padre, siempre parco,
se lo ha dicho a todo el barco.
Conmigo, en cambio, abstinente:
“De nuevo, Argentino, en pedo”
¡Le saltaron los quevedos!.
“¡Mal entrazado y borracho!”
“¡Alejate maloliente!”
Me olvidé de lavarme los dientes...
Pero eso sí, del muchacho
solo se llena la boca.

Busca infructuosamente.

¿Qué mierda hice con la coca?


Necesito un saque guaso:
estoy pasado de vaso.
¿Lo vas a comer o no?
Entonces lo zampo yo.

Comienza a comerlo a la criolla.

Es gula de vomitorio.
Festín romano el jolgorio.
Las familias... qué banquete,
tragando ansiosos, ahítos,
cogotes coloraditos...
Los glotones tragaldabas,
esas bocas hechas baba...
Radiantes grandes y chicos
arrancando, con los picos,
de la carne los colgajos
a la criolla: diente, tajo,
y tirón con el hocico.

Lo hace.

Que telúrica alabanza


cantó esta carnicería...
Mejor homenaje no habría
que el de este asado con cuero,
al ilustre matadero

47
de Esteban Echeverría.

El Muchacho termina de enjuagarse y sale de la tina. El Niño le alcanza de su propio y


primoroso ajuar:

NIÑO ARGENTINO:
Op, op... para la tualé:
toallón de granité...

El Muchacho se seca cuidadosamente. El Niño le alcanza una talquera de plata.

NIÑO ARGENTINO:
Polvos. De talco, y de arroz.
Sí, agarrá, son para vos.
Perfume Imperial Bouquet.
Hecho en Roger y Gallet.
¿Lo has aireado bien al terno?
Casimir de pura lana:
afuera aprieta el invierno.
Tiene apenas dos posturas,
lo mismo que la camisa.
Abajo ponete frisa:
se diga lo que se diga,
la seda apenas abriga,
y afuera está helada la brisa.
La pucha que lo tiró:
¿Me he portado bien o no?
Confío agradezcas mejor
que esta ingrata elite del vapor.
Ni los ha ablandado al fin,
como se dice en latín:
la “res pública” a reparto.
Se me hace los tengo hartos.
Ya ves: me han puesto en capilla.
Apenas me dan bolilla.

Se encoje de hombros.

Si puedo los paso al cuarto...

Grita.

¡Me chupan un huevo todos...!


¡Si señor, estoy beodo!

Transición.

Como platos de balanza,


si uno baja el otro avanza:
le han caído bien tus modos.
Lo servicial, lo modesto,
que tenés cara de honesto...
Si hasta lo del carolina
funcionando a gasolina
lo han visto una travesura
de un pícaro con altura.

MUCHACHO:
Viajando se cambia, se crece.
Viajando se aprenden cosas:
feas, útiles, hermosas...

48
NIÑO ARGENTINO: (Por el pantalón)
Alzá un poco más el talle.
Hay que cuidar el detalle.

Se huele.

Qué fatal esta hedentina.


Se comprende que lo aflija
a padre el tufo a verija.
Ando preciso de tina.

MUCHACHO:
En la suite del camarote...

NIÑO ARGENTINO:
Mi camarote es aquí.

MUCHACHO:
Si manda, voy hasta allí.
Se la pido bien templada.

NIÑO ARGENTINO:
Tengo prohibida la entrada.
Un apestado. Un galeote.

Comienza a sacarse dificultosamente la ropa.

Se les ha puesto que yo


he sido el que le robó
el prendedor con la diosa
a ma soeur la santa Rosa.
Andá a convencerlos que no...

Un tiempo

Por lo que putas servía


la alhaja de porquería
a una monja de clausura.
Además, la diosa Diana
en tetas, cazando... pagana...
¡Se la secuestran los curas!.
A gatas, porque es de antes,
y tiene labrado moro
le saqué el valor en oro
y tuve que dar los brillantes.
Pagué la vieja remesa
y sobró para otra mesa
Al final: si se me hacía
cobraba y lo devolvía...
Pero volví a estar moroso…
Un monte con puerta alevoso.
Otro empréstito usurero…

Un tiempo.

Me hace mueca el marinero (Degüello)


“Cancele el saldo deudor...”
Y a esta altura no es macana...
Encima quebrado el tambo:
pronóstico de malambo...
Así no llego a la aduana.

49
Un tiempo.

Yo pensaba... El tirador
no sirve en el pantalón...
no te entra en las presillas...
Y teniendo el cinturón
de carpincho... con hebilla...
Por ahí el patacón
de plata... si es metal puro...

MUCHACHO:
Si lo saca del apuro
haga de cuenta que es suyo.

NIÑO ARGENTINO: (Manotea ansioso la rastra)


Recupero y restituyo
a las arcas de su ahorro...
¡Y muy bien dado el socorro,
si se permite el halago!
Sorteando el instante aciago
que pasa el menesteroso.
Como también es virtuoso
saber recibir providencia:

Semidesnudo, ya. Agradece seráfico.

acepto con humildad


esta pía caridad
de humana beneficencia.

Un tiempo.

Y bien, ya lo ves, estoy caído.


Yo también pisé torcido
en la huella, rodé mal,
y me manqué en la rodada
lo mismo que la finada.
Soy un tullido social.
¿Con este rengo, que harías?
¿Vos lo sacrificarías?
¿No adoptarías al cojo
como hiciste con arrojo
esa tarde en la rural?
Lo has hecho. Y sin ademán.
Ciutti ha adoptado a Don Juan.
Pero atento a la maniobra:
lo que se da se recobra:
Ya vendrá por fin la buena
y hará del ayuno cena.
Dejá que mejore esta tos
y ya lo vas a ver vos.
Dejá que levante una mesa
de ruleta, o treinta y cuarenta:
no te va a dar la cabeza
para ir haciendo la cuenta.
¡La suerte en París es traviesa...!
¡La pasaremos de mal...!
Masaje en los Baños Chinescos,
vapor, y al Café Cardinal.
Ahí ajenjo de refresco,
en pernot, y el Pastís proverbial.
¿Cómo le he enseñado a él?

50
Muchacho duda.

Garçon...

MUCHACHO:
...un Pastís...

NIÑO ARGENTINO:
¡de Marseille!
Sin saber pedir Pastís
no sos nadie allí en París...

MUCHACHO: (Seco)
El patrón, Niño Argentino,
no le autoriza casino...

NIÑO ARGENTINO: (Estalla)


¿Y quien te ha dicho, infeliz
que habré de pedir licencia?:
Me escapo y ninguna ciencia...

Un tiempo.

Perdoname... estuve brusco...


Oigo su nombre y me ofusco.
En fin, ya sabés... La práctica:
la vieja y querida táctica
de Dakar y de Recife:
Mientras se espera el esquife
que trae a los visas de aduana,
igual que en la rada africana:
me das un pie, saltas, salgo,
y que nos echen los galgos...

Un ataque de tos. Se tambalea. Se toma del brete para no caer.

MUCHACHO:
Si el niño me lo permite,
le recomiendo un dormite.

NIÑO ARGENTINO:
¡Estoy hablando caracho!
¿O es que sos sordo, muchacho?

Muchacho no necesita seguir hablando. Un tiempo.

Dakar... La pampa mandinga.


El continente catinga.
Qué pavoroso relajo.
Negros el morbo y el tajo.
Esas pieles como cuero...
Esa hembra en la casucha
ofreciendo la cachucha.
De ébano oscuro el agujero…

Saca del baúl enseres de baño que acerca a la tina. Jabón, esponja y un pote.

Un secreto revelado:
Para el pelo: tragacanto.
El tan argentino pirincho

51
domado en plácido quincho.
La marca de raza, la crin,
sumisa y mansa por fin.
Me lo deja hecho un encanto.
Pongo en duda, pueda tanto
con tu arisco puercoespín.

Muchacho observa el pote con admiración. En tanto toma el balde.

Dejá nomás... no, no llenes...

MUCHACHO:
Le cambio el agua de higiene,
le traigo de la sentina.

NIÑO ARGENTINO:
Uso la que está en la tina.
Para qué hacer egoísmo:
a los dos nos manchó lo mismo.

Se mete. Muchacho recoge con la jarra agua de la tina y lo baña en silencio.

NIÑO ARGENTINO: (Pensativo)


Montevideo... Recife...
Y ésa Dakar descarnada...
En el camino a la Europa,
solo morenas, sin ropa,
duras, hambreadas, y putas...
Un color que todo lo integra:
de el plata a Europa es la ruta
una obscena estela negra.

Un tiempo.

Pero basta de conjuro...


Al frente es todo futuro.
A París, a hincarle el diente...
Dos flaneurs gozando el far niente...

De la lejanía llega un aire de banda. Vientos y chinchines.

MUCHACHO: (Clava su espina)


Me parece, Niño, y perdone,
de que usted no está en condiciones...

NIÑO ARGENTINO:
Yo promulgo acá el estatuto.
Y “de que”, dicen los brutos.

MUCHACHO:
Que usted no está, digo entonces.

NIÑO ARGENTINO:
¡Escuchá... Escuchá los bronces
de la charanga franchuta!
Homenaje con batuta
al sauvage americano
que llega billete en mano...
Seré un Colón, un Garay,
Llegando desde Achalay
a suelo continental,
a presentar credencial

52
como plenipotenciario
que llega en misión oficial,
con su edecán secretario:
Sganarelle, Leporello, Arlequino:
el perfecto criado argentino
al que un oportuno drenaje
ha purgado de gauchaje

Se acomoda sentado en la tina. Muchacho le lava la espalda con su esponja de mar.

Y al muelle los gringos de nuevo,


esperando nazca el huevo
que la nave criadora,
como en una incubadora,
maduró por treinta días,
en estas entrañas umbrías,
calientes y atronadoras.
El huevo de lagartija
se rompe, y por las rendijas
huyen hambrientas las crías
boconas, como de máscara,
dejando vacía esta cáscara
de acero en la que algún día
rastreará la arqueología.
Y dirá, escarbando en las ruinas
de lo que fue esta nación:
“Hallé un fósil, atención,
el único resto en la tierra
de aquel Achalay, de su gloria,
de sus amores, su historia,
de su ganado, su gente:
un mordido escarbadiente”

Lo retira de detrás de la oreja, y lo usa con discreción.

Y un eco de buen provecho


-la voz mala del reducto-
resonará en los conductos
de esta llanura torcida:
“Donde la grasa fue vida:
el folclore fue el eructo”

Lanza esa eupéptica alabanza, sonora y sostenidamente. Luego:

Si yo fuera autor teatral


-que Dios me libre del mal-
cantaría en una obra,
a la épica zozobra
de su historia intensa y fugaz…
Lo haría en rima además,
de verso decadentista,
de retórica purista,
vieja, afectada y procaz.
De título le pondría
al paso, mal que le pese,
“Oda a las carnes de casa”
pero de casa con ese.
Y a falta de elenco estable
que actúe aquello que hablo,
lo encarnaría inefable
un infame elenco establo.

53
Un tiempo.

Para la historia perenne


agregá tu frase solemne.

Muchacho con enorme calma se seca las manos, le toma la cabeza con un brazo, y se la
inmoviliza con cuidado amoroso. Le quita de la boca el mondadientes y se lo guarda
tras la oreja. En la otra mano asoma el facón. Le habla suave y al oído.

MUCHACHO:
Ahí cagaste...
cruz bendita...
como tero...
en la cajita...

NIÑO ARGENTINO:
¿Me está pareciendo a mí,
o te volvió la gaucherie?

Un solo tajo diestro de matarife le abre el cogote de oreja a oreja. Cae en la tina que se
tiñe definitivamente de rojo. Paisano aplicado, enjuaga el cuchillo y envaina. Con la
seguridad de quien lo ha pensado, pasa velozmente del baúl a una maleta algunas
finas prendas de vestir y los útiles de baño. Va hasta las ropas del Niño Argentino
manotea el reloj de cadena, y recupera el patacón de plata. Toma con avidez el pote de
goma tragacanto, un peine, y comienza a empastarse los pirinchos hasta ir
dominándolos poco a poco. Mientras lucha con ellos repite voluntarioso, y con
resultados razonables:

MUCHACHO:
Garçon... un Pastís... de Marseille...
Garçon... un Pastís... de Marseille...
Garçon...

Por la escotilla de la escalera reaparece Aurora. Arrastra dificultosamente por el piso


un enorme asador en cruz que al bajar la escalera resuena como campana contra cada
escalón de acero. En el abrir y cerrar de la puerta la música de la banda -obvia-
arranca en la ráfaga con Aurora. En la euforia de la llegada suena ahora en alegre
pasodoble.

AURORA:
¿No la habían faenado?
¿No fue víctima de asado?
No se inquieten, no hay razón:
es chabacano el tablado
pero sin resurrección.
Tampoco soy alma en pena.
Soy apenas hueso y sebo.
Soy deshechos de faena
donde un virus se conserva
como un embrión en su huevo.
Me miran torcido. Calma,
Tan sosa y vulgar la cosa:
las reses no tenemos alma:
tenemos apenas aftosa…
La historia como materia
en este país sin historia,
sin dignidad ni memoria
sobrevive en la bacteria.
Y así bajo esta manera
mi rapsodia plañidera
recordará de por vida
a la odisea vivida

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bajo la pobre bandera
de este rebaño, esta grey.
Rumiando del buche a la cloaca
la épica astracanada,
esta bufa canallada
repetiré como urraca:
el recuerdo despiadado
de este viaje que fue espiado,
no por un ojo de buey,
sino por un ojo de vaca.

Un tiempo.

Y a pulir el asador...

Se sienta. El asador sobre la falda. Comienza a frotarlo pacientemente con un paño.

Nada mejor que ceniza,


lejía, y trapo de frisa.
Lo deja con brillo plata,
sin hollín de la fogata
ni sebo de longaniza.
Ya no reclamo mis cortes,
mis partes no las preciso,
asado, vacío, chorizo...
Me he reencontrado en un todo
cuando pensé encontrar nada.
Me enseñó con dolor el destino
que el único todo bovino
es -al fin- la parrillada.

Un tiempo.

Y a repetir la leyenda.
Y rumiar puliendo mi cruz.
Quien quiera entender que entienda.
Así decía Jesús.

Muchacho -el pelo achatado por fin en brillante escudo- se ha puesto el saco. Toma el
sombrero y la valija y sube la escalera con paso seguro. Al llegar al descanso gira y da
una última mirada. Se pone con mucho cuidado el bombín. Sorprende su insólita
estampa. Un apolo. Con ademán medido saca de detrás de la oreja el escarbadientes y
monda las muelas con gesto que por concentrado hasta parece profundo.

MUCHACHO:
Garçon un Pastis de Marseille...
Garçon un Pastis de Marseille...

Sobre el Niño Argentino entre tanto, en su sueño eterno, llueve tesoro.

AURORA: (Como al inicio de la pieza comienza a narrar otra vez -expresiva- su


epopeya)
Caracho, dijo el Muchacho,
que me busca temprano la mano.
¿Donde ve el sol si no ha amanecido?
¿Dónde huele el fogón de la estancia?
Sosiegue esas tetas, no chasquie esa cola,
adópteme la pompa en la circunstancia...

Muchacho sin sacar de la boca el palillo da media vuelta y sale al mundo. Al abrir la puerta
escotilla el patriótico pasodoble lo inunda todo.

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Otra vez como en el comienzo aquella luz precisa sobre el corral de tablas. El resto en
penumbras. Aurora está iniciando una vez más su narración.

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