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DEL CASTELLANO MEDIEVAL AL MODERNO: "LA REVOLUCIÓN

FONOLÓGICA"
Entre los s. XV - XVII el componente fónico del castellano experimenta lo que se
ha dado en llamar la revolución fonológica, un conjunto de cambios que de una u
otra manera afectaron a los fonemas de realización fricativa o africada así como
al fonema /h/. Debe destacarse que el sistema vocálico castellano había
quedado definitivamente establecido ya en el periodo medieval, exactamente
tras producirse los procesos de diptongación de los sonidos vocales
medioabiertos. A partir de este momento y hasta el s. XVI sólo hay que destacar
algunas vacilaciones de timbre en el vocalismo átono: bivir ~ bevir, lugar ~ logar,
pero el subsistema vocálico ya presentaba la estructuración pentafonemática
que sería la definitiva. En cambio, en el terreno del consonantismo las cosas han
cambiado mucho desde el castellano medieval precisamente debido a la llamada
revolución fonológica que supone la gestación del subsistema consonántico del
español moderno. Esta "revolución" no fue un conjunto de cambios repentinos,
la difusión de alguno de estos cambios duró siglos. Un factor determinante en su
definitiva generalización en castellano fue el traslado de la corte desde Toledo a
Madrid en tiempos de Felipe II. De esta manera, fenómenos propios del
castellano septentrional se hicieron habituales en la ciudad que pasaba a ser la
capital de España. Los principales cambios que constituyen esta llamada
revolución fonológica son cinco:
1. El betacismo o "confusión de [b] y [v]".
2. La desaparición de /h/.
3. La desonorización de sibilantes.
4. La interdentalización de [θ].
5. La velarización de [x].

El betacismo
Este fenómeno es de origen septentrional y se extendió de norte a sur. En la
actualidad, aparte de alguna excepción geográfica muy concreta, el fonema /v/
se conserva en portugués no septentrional y en algunas zonas del dominio
lingüístico catalán, en concreto, en algunas áreas valencianas. La base fonñetica
de este cambio fue la identificación del sonido [v] con alguna realización del
fonema /b/, pero es importante precisar que la oposición desfonologizada no fue
otra que /f/ - /v/ porque /f/ era el fonema con el que /v/ establecía una relación de
oposición directa en la subclase fricativa, mientras que /b/ se opone
directamente a /p/ en la subclase consonante no continua.

Dámaso Alonso (1962) defendió que el betacismo se daba ya en la EM en todo


el norte de la península, de Galicia a Cataluña. Por ello, rechazó la hipótesis del
sustrato vasco, pensando en un sustrato septentrional geográficamente más
extenso que el territorio de habla vasca.

Amado Alonso estudió todos los testimonios de gramáticos españoles y


extranjeros de los s. XVI y XVII para determinar el avance del fenómeno y la
realización exacta del fonema /v/. En cuanto al avance geográfico, hacia
mediados del s. XVI el fenómeno afectaba ya a todo el territorio burgalés y
latitudes comparables del resto de la península. En 1558 el gramático Villalón
atestiguaba que "ningún puro castellano sabe hacer diferencia". Se refería claro
a los castellanos viejos y por lo tanto al castellano hablado en Burgos en
contraposición al habñado en Toledo, que todavía diferenciaba /b/ y /v/. De todas
formas, en Ávila parece que se conservaba aún la distinción en torno a 1565
cuando Santa Teresa escribe el libro de su vida. Santa Teresa empleaba una
ortografía muy fonológica; no escribía la "h" ni tampoco distinguía fonemas
sibilantes sordos y sonoros. En cambio, distinguía rigurosamente b de v.

En el occidente peninsular, el portugués Duarte Nunes de Lião atestugua en


1574 que el betacismo, por otra parte normal en gallego, se había extendido ya
por todo el norte de Portugal.

En 1610 Covarrubias, que es toledano, ya atestigua la igualación de b y v en


Castilla la Nueva.

Hacia la misma época, el murciano Ambrosio de Salazar considera idéntica la


pronunciación de b y v.

En Andalucía, la extensión del betacismo es más tardía y no parece que fuese


general antes de bien entrado el s. XVII. En cualquier caso, hubo regiones
conservadoras que mantuvieron más tiempo la distinción, p. ej. el sur del
dominio lingüístico leonés (entre Salamanca y Extremadura).

Gonzalo Korreas, natural de Jaraiz de la Gera y profesor en Salamanca


propugnaba en 1627 una reforma ortográfica del castellano en base muy
fonológica y mantenía diferenciado el uso de b del de v. Todavía en la actualidad
cacereña de Serradilla (región de Plasencia) entre otros rasgos arcaizantes se
ha localizado la suoervivencia de un fonema de realización labial fricativa sorda.

Realización exacta del fonema /v/: en cuanto a la realización exacta del


representante fónico de /v/, según Amado Alonso su zona de articulación estaba
a medio camino entre bilabial y labiodental. Posiblemente se articulaba
arrimando la cara anterior de los dientes superiores a la cara interna del labio
inferior, por lo que los dos labios tenían que aproximarse mucho el uno al otro.
Cuando en principio a fines de la EM se produce el fenómeno de relajación de
los sonidos [b, d, g] > [ β, ð, ɣ] en ciertos contextos, la articulación del sonido
castellano [v] también se habría aflojado de manera que desapareció el contacto
entre el diente superior y el labio inferior convirtiéndose este sonido en bilabial
más o menos fricativo pero que se confundió con la variante débil del fonema /b/.
Está claro que el antiguo sonido [v] del castellano, aunque fricativo, no se
realizaba propiamente sibilante, porque en tal caso lo esperable es que hubiera
ensordecido paralelamente a los restantes sonidos sibilantes sonoros, y de
haber sucedido esto se habría transformado en [f] o en todo caso en un sonido
fricativo bilabial sordo.
Para terminar, mencionemos que Ariza (1992) ha verificado la pervivencia en
Serradilla de un fonema cuya articulación describe como bilabial fricativa yque
es fonema independiente distinto del fonema /b/ que en el habla de esta
localidad se realiza siempre fricativo. Ariza concluye que esta habla de Serradilla
ha conservado el estado de cosas inmediatamente anterior a la difusión del
betacismo y que por lo tanto como ya Amado Alonso había defendido, en
castelano nunca existió un fonema /v/ de realización labiodental

Desaparición del fonema /h/


En la época alfonsí, el castellano de Toledo conservaba todavía la f inicial. La
lengua escrita que seguía la norma toledana no registra la presencia de /h/
propia del castellano de Burgos. En el s. XIV la "h" se escribe en algunos
docmentos aunque en la literatura es todavía general el uso de la f inicial. El
Arcipreste d eHita escribe "h" en algunas lapabras populates. En el S. XV
Castilla la Vieja ya había perdido el sonido [h]. En época de los RRCC un poeta
hizo un juego de palabras sobre el término hinojo < FENUCULU diciendo que en
castellano comienza por i de Isabel y en aragonés por f de Fernando. En el s.
XVI, la pérdida ya se había generalizado en Castilla la nueva, pero la escritura
legal y notarial siguió empleando la f inicial en algunas ocasiones hasta el S.
XVII. Este es el origen de la palabra "fecha" < FACTA, que aparecía al final de
los documentos. Algunas comarcas occidentales y meridionales de Castilla la
Nueva así como Extremadura y Andalucía no llegaron a perder la aspiración que
todavía se conserva en estas regiones en que todavía se dice FUMU>
['humo]~['xumo] (en algunas áreas). La misma conservación también conducente
a resultados fricarivos velares se registra en la montaña santanderina y en las
áreas más orientales de Asturias y León.

Desfonologización de la oposición tenso/flojo en la subclase fricativa


A este fenómeno se le suele llamar "desonorización de sibilantes". También es
un cambio de origen septentrional cuyos primeros territorios ocupaban el norte
de Castilla, de León y Aragón así como Galicia. Esta desonorización llegó a
extenderse por la mayor parte de la Península, siendo, en términos generales,
hoy día el portugués y el catalán los dominios lingüísticos que no han
experimentado este fenómeno. De todas formas, hay excepciones geográficas e
los dos sentidos. En Galicia, las localidades ourensanas de Lobios, Entriño y
Palendra han conservado hasta la actualidad la oposición tenso/flojo entre
fonemas fricativos.

También se conserva esta oposición en el noroeste de la provincia de Zamora y


en algunas comarcas al norte de Extremadura, en la región de Plasencia.

También se conserva en Aragón en algunas zonas próximas a la Comunidad


Valenciana.

En el sentido opuesto, en Valencia existe una variedad lingüística llamada


apitxat que se caracteriza por carecer de sibilantes sonoras.

Desde el punto de vista estructural, la desonorización afectó a tres parejas de


unidades fonemáticas:
Castellano medieval -- Castellano moderno
/š/ - /ž/ ------------------------------ /θ/
/s/ - /z/ ------------------------------ /s/
/ʃ/ - /ʒ/ ------------------------------/x/

Según Amado Alonso, la desonorización se produjo en el norte de la Península


en torno al año 1500. Autores como Torquemada (leonés) o Villalón (castellano
viejo) que escriben respectivamente en 1552 y 1558 no parecen recordar la
oposición perdida como existente en años anteriores de su vida. Pero el judeo-
español sí conserva la oposición tenso/flojo entre fricativas, lo que prueba que a
la altura de 1492 el castellano de los judíos conservaba inalterada esa oposición.

Por otro lado, en 1565 Santa Teresa, que vive en Ávila (extremo sur de Castilla
la Vieja) igualaba gráficamente las antiguas sibilantes sordas y sonoras.

En Castilla la Nueva, Juan de Valdés todavía distingue en la escritura los dos


tipos de fonemas en 1535. También las distinguía el Padre Flórez, castellano
nuevo, en 1552.

Ya a finales del s. XVI, algunos gramáticos franceses como Charpentier y Oudin


atestiguan la pérdida de la oposición como general en español, y su oído
fonológico era perfectamente fiable porque en francés se conserva esta
oposición.

A principios del s. XVII, Mateo Alemán (sevillano) se opone a la distinción gráfica


correspondiente a los antiguos fonemas sibilantes sordos y sonoros, lo que
quiere decir que la desonorización ya se había extendido por Andalucía.

Interdentalización de [θ]
͡ y [d͡z] sobrevivieron hasta
En castellano las articulaciones africadas dentales [ts]
el s. XVI. En esta fecha se produce un proceso de desafricación que las
transforma en fricativas dentales [s ]̪ y [z ].
̪ Este mismo proceso de desafricación
ya había tenido lugar en provenzal en el s. XII, en francés en el XIII y en catalán
en el XIV. En el caso del castellano y otros romances peninsulares es de
suponer que en las áreas que todavía diferenciaban sibilantes sordas y sonoras
la desafricación empezase por el sonido flojo y sonoro, pero en las zonas
septentrionales la desafricación fue anterior a la desonorización y la evolución de
estos sonidos tuvo lugar de la siguiente manera:
͡ [d͡z] } >[ts]
[ts] ͡ > [s ]̪

En todo caso, una vez producidos los fenómenos de desafricación y


desonorización coexistieron dos fonemas fricativos entre la región dental y la
alveolar: /s /̪ y /s/. Estos dos fonemas ofrecían un margen de seuridad muy
pequeño, lo que motivó que en una amplia zona de la península desapareciera
la diferenciación entre ambos. En esta zona se generalizó el seseo, cuyo
resultado más extenso supuso la generalización de una articulación fricativa
dental a expensas de la alveolar. En algunas comarcas andaluzas, este sonido
se transformó en interdental y en este caso se suele hablar de ceceo, pero
hemos de tener muy claro que seseo y ceceo son dos resultados fonéticos de un
mismo fenómeno de desfonologización. El fenómeno del seseo - ceceo abarca
la generalidad de Andalucía y alguna zona de Extremadura, también se ha
extendido por gran parte de Portugal y por las comarcas más occidentales de
Galicia. Fuera de la península el seseo es general en Canarias e
Hispanoamérica.

En cambio, en el gallego central y oriental, en Asturias, León y Aragñon, así


como en todo el castellano no meridional, la diferencia fonológica entre /s /̪ y /s/
se conservó, si bien para facilitar la discriminación auditiva de la percepción de
esta diferencia, el sonido de articulación más adelantada se adelantó todavía
más transformándose en la interdental [θ].

En opinión de Amado Alonso, el proceso completo de generalización del sonido


interdental fue lento y posiblemente no se consumó hasta el S. XVIII.

Algunas zonas que diferenciaban los fonemas /s/ - /s /̪ no llegaron nunca a


experimentar el proceso de interdentalización. Esta es la situación de algunos
dialectos portugueses septentrionales y de variedades lingüísticas del noroeste
de la provincia de Zamora. Estas zonas también conservan la diferencia entre
fonemas fricativos tensos y flojos sonoros, que constituyen un islote lingüístico
del noroeste e la provincia de Zamora. Estas zonas también conservan la
diferencia entre fonemas fricativos tensos y flojos sonoros, que constituyen un
islote lingüístico enormemente conservador, que mantiene 4 fonemas donde la
mayor parte de las variedades del castellano sólo conocen uno. Como vemos,
en estas zonas se produjo la desafricación de los aricados dentales, pero no se
produjo ni la interdentalización ni el seseo propiamente dicho, ni tampoco la
desonorización de sibilantes. Por lo tanto nos hallamos ante un estado de cosas
que hubo de ser general en la Península Ibérica en el s. XVI.

Alarcos Llorach (1987) ha destacado que mientras el betacismo fue un


fenómeno hispánico propiamente norteño, la desafricación de las africadas
dentales fue general a toda la Romania occidental. Alarcos defiende que en
concreto el sonido sonoro [dz]͡ > [z ]̪ tuvo que ser el primero en aflojarse en
ciertos contextos, con lo cual, el correspondiente fonema /ž/ pasaría a conocer
un alófono fuerte y un alófono débil al igual que otros fonemas orales de
͡ no es tan
realización sonora, /b, d y g/. La desafricación del sonido sordo [ts]
fácil de explicar por sí misma, pero es fácil pensar en un cambio reflejo del que
precisamente había afectado a la correspondiente articulación sonora.
Velarización de [x]
El proceso de velarización de los fricativos palatales [ʃ] - [ʒ] que se
transformaron en [x] es un fenómeno característicamente castellano que no se
dio ni en gallego ni en portugués ni tampoco en general en astur - leonés, como
ampoco en catalán ni en las hablas conservadoras de Aragón. Por otro lado y
también frente a otros cambios operados en la misma época no parece que el
origen geográfico de este fenómeno sea septentrional. Algunas grafías han
hecho suponer al investigador J. A. Fraga Gracia (1977-78) que en puntos de
Andalucía los sonidos fricativos palatales habían evolucionado ya a una
articulación próxima a [h] antes de que terminara el s. XV.

En cualquier caso, Manuel Ariza y otros investigadores tampoco creen que el


origen geográfico del fenómeno sea exclusivamente meridional.

En opinión de Amado Alonso, el proceso de velarización fue lento y no se


consumó hasta el s. XVII.

En el s. XVI es de suponer que la desonorización, especialmente temprana en el


norte, afectó a estos sonidos cuando su articulación era todavía palatal. La
evolución conjunta, sería, pues, la siguiente: [ʃ] [ʒ] } [ʃ] > [x]

En 1574, Torquemada atestigua que este sonido se pronunciaba muy retrasado.


Amado Alonso supone que se trataba de una articulación postpalatal. En 1627,
Gonzalo Korreas señala ya esta articulación como velar. Alarcos Llorach (1987)
se opone a admitir qu este tipo de cambios suponga un desplazamiento gradual
de la zona de articulación y defuende que algunos hablantes habrían
comenzado a reinterpretar el sonido palatal como velar y esta pronunciación se
habría ido extendiendo poco a poco a nuevas generaciones de hablantes hasta
sustituir la pronunciación antigua. En la época moderna, aunque el origen del
fenómeno puede ser muy antiguo, en algunas zonas de Andalucía la evolución
de [ʃ] y [ʒ] ha conducido a un resultado [h] que se identificó con el procedente de
[f] inicial en estas regiones.

Nacimiento de la moderna clase fricativa


Con los procesos de interdentalización y velarización los anteriores sonidos [ʃ] y
[s ]̪ se alejaron articulatoriamente del alveolar [s]. Esto facilitó la discriminación
acústica de ambos sonidos respecto del alveolar. Es cierto que una distinción
fonológica entre /s/ - /ʃ/ ha pervivido en gallego, en astur leonés y en catalán. La
ampliación del margen de seguridad no era propiamente una necesidad sino una
posibilidad que podía ser aprovechada y el sistema castellano la aprovechó. Por
otra parte, la interdentalización de [s ]̪ > [θ], por un lado, hizo aumentar el
margen de seguridad entre los fonemas /s /̪ - /s/, pero con la contrapartida de
que la nueva distinción entre /f/ y /θ/ pasaría a basarse en un margen de
seguridad muy pequeño.

En resumen, el conjunto de cambios que afectaron a la clase fricativa en torno al


s. XVI puede esquematizarse de la manera siguiente:

Labiodental Interdental Dental Alveolar Palatal Velar


EM [f][v] ͡
[ts][d ͡z] [s][z] [ʃ][ʒ]
S.XVI [f] [s ]̪ [s] [f]
S.XVII [f] [θ] [s] [x]
XVIII

De esta manera quedó constituido el moderno subconjunto de fonemas fricativos


del castellano, que en la variedad peninsular septentrional constituye una
subclase fonemática cuádruple, /f, θ, s, x/. Frente a esta estructura, el llamado
español atlántico conoce una subclase triple en la cual, al lado de /f/ y /x/
aparece un fonema intermedio que mayoritariamente es de realización fricativa
predorsal.

Juan Felipe García Santos (2001): ha defendido que en todos los cambios que
del castellano medieval al moderno han afectado a las articulaciones fricativas o
africadas ha intervenido como factor común un proceso de lenición que se
concretó en un acortamiento de las duraciones de unos y otros sonidos. Esta
interpretación sólo es aceptable en algunos casos.

Para empezar, recordemos que ya Amado Alonso explicó el origen del


betacismo como un aflojamiento en la articulación del sonido [v]. En este caso
cabría hablar de lenición.

En segundo caso, la transformación de sonidos africados en fricativos es


fácilmente reinterpretable como una pérdida de tensión articulatoria y más
directamente como un acortamiento en la duración de estos sonidos por pérdida
de uno de sus dos segmentos.

En cuanto al proceso de velarización de [x], una investigadora norteamericana,


D. (Ranson) Seklaoui ya defendió en 1987 que la velarización era el resultado de
una asimilación del sonido fricativo a la abertura de un sonido vocal adyacente
con lo que dejó de ser necesaria la elevación del cuerpo de la lengua con la
consiguiente disminución del esfuerzo articulatorio.

García Souto parte de una comprobación experimental de laboratorio en la cual


acortando progresivamente la duración de un sonido fricativo palatal los sujetos
del experimento llegaron a identificar el resultado como un sonido fricativo velar.

En cambio, en lo que se refiere a la desonorización de sibilantes no puede


pensarse simplemente en un fenómeno de lenición ya que sabemos que, en
general, los sonidos sordos se articulan con mayor tensión que los
correspondientes sonidos sonoros. Por otro lado, la hipótesis de García Santos
no toma en consideración el aumento de los márgenes de seguridad de dos
fonemas determinados respecto del fonema /s/ y este es un factor que no debe
olvidarse, sobre todo en el caso de la interdentalización.

EL ESPAÑOL MODERNO: FONÉTICA, FONOLOGÍA, ORTOGRAFÍA


La Real Academia y la escritura del castellano
El español de los s. XVI-XVII era una lengua mucho más "segura" y mucho
menos "vacilante" que el castellano medieval, pero por supuesto era un idioma
en constante evolución con su variación interna y no era siempre fácil precisar
cuándo una expresión constituía p.ej. un vulgarismo y cuándo no, al no existir
límites tajantes entre sociolectos.

Este problema se iría resolviendo con el afianzamiento de ciertas bases de


referencia y sobre todo con la creación de una institución, la RAE, que dictaría
las normas por las que debería regirse la lengua y regularizaría o eliminaría
resultados de muchos de los cambios producidos en los siglos anteriores.

La Real Academia Española surgió en 1713 como consecuencia de la creciente


preocupación por la fijeza y la pureza del idioma. La Academia acometió
rápidamente una reforma ortográfica ya que no existía nada parecido a una
ortografía oficial o una normativa ortográfica desde los tiempos de Nebrija, cuya
ortografía es básicamente la de Alfonso X. Todos los cambios producidos en el
consonantismo desde fines de la Edad Media quedaron en algunos aspectos
totalmente desfasados de la realidad fonológica. En concreto, los fonemas /s, θ,
x/ disponían de 2 y hasta 3 grafías que habían correspondido a otros tantos
donemas del castellano medieval.
/s/ - s, ss
/θ/ - c, z, ç
/x/ - g, j, x

Ante esta situación, la RAE eliminó el uso de "ss", "ç" y "x". De todas formas, no
eliminó las dualidades gráficas "c"-"z" y "g"-"j", por lo que su reforma ortográfica
no fue tan drástica como podría haber sido. En cualquier caso, fue una reforma
simplificadora y por tanto positiva con el sistema fonológico.

Otras 2 reformas académicas fueron positivas por ser simplificadoras:


1. Eliminó las frafías helenizantes "ph", "th", "ch" e "y". Philosophia - filosofía,
theoría - teoría, machina - máquina, lyra-lira.
2. Por otro lado, en la reforma ortográfica de 1815, la Academia impuso la
sustitución de "q" por "c" siempre y cuando se pronunciase la "u" siguiente.
Quatro - cuatro, eloqüente - elocuente.

Pero al lado de estas reformas simplificadoras, la Academia admitió por afanes


latinizantes otras normas no adecuadas a la realidad fonológica del español
moderno. Mencionaremos 3:
1. Distribución gráfica de "b"-"v", en principio, según un criterio etimológico. La
Academia decidió en general escribir con "b" las palabras que en latín tuviesen
"b" (haber), "bb" (abad) o "p" (cuba).
En cambio, en general se escribiría "v" en las palabras que en latín tuviesen "v"
(vivir).
De todas formas, la aplicación de la norma etimológica no fue rigurosa. Así,
palabras como boda (VOTA), barrer (VERRERE), basura (VERSURA) o
abogado (ADVOCATU) siguieron escribiéndose con "b" dado que existía una
fuerte tradición en este sentido desde el castellano medieval debido a que en
posición inicial de palabra o tras prefijo se había producido un refuerzo
articulaorio de [v] > [b].
2. Uso de "h" en palabras que en latín también tenían "h" (hombre) o "f" (hijo).
También en este caso se produjeron errores. La palabra hermano
(>GERMANU), topónimos como Hermosa, Hermosilla o Montehermoso no
tienen nada que ver con el adjetivo hermoso sino con el latín EREMOSU.
3. El uso obligatorio de "m" ante "p" o "b". Tan bilabial es el sonido bilabial de
embudo como el de envidia, pero la Academia optó por el criterio latinizante. Por
otro lado, la bilabialidad no juega ningún papel fonológico en posición implosiva.
Tenemos un archifonema /N/ que admite varias realizaciones dependiendo de la
zona de articulación del sonido consonántico siguiente: embudo /eN'budo/
envidia /eN'bidIa/
La ortografía alfonsí escribía siempre "n" para representar este archifonema /N/
(canpo). Por lo tanto en este caso la ortografía académica, lejos de simplificar,
vino a complicar la ortografía.

Desde el Renacimiento y a lo largo de los Siglos de Oro la lengua española se


había ido enriqueciendo con la incorporación de numerosos cultismos, sobre
todo latinismos (también helenismos). No pocos de estos cultismos incluían
grupos consonánticos ajenos a la fonotáctica castellana y los escritores y
gramáticos de la época los adaptaban a las limitaciones de esta fonotáctica. En
1535 Juan de Valdés escribía 'manífico' o bien 'dino' y justuficaba la reducción
del grupo latino gn de acuerdo con la pronunciación real castellana. En 1627
Gonzalo Korreas escribía 'indino', 'lición', 'doto', 'solene', 'oservar' y 'otativo'. Por
tanto, no faltaban defensores de que la grafía, incluso en los cultismos, se
adaptase a la realidad fonotáctica de la lengua. Pero, en el s. XVIII se produce
una reacción cultista y la Academia con su influencia directa sobre la educación
comienza a restaurar grafías latinizantes. sin embargo, la restauración de grupos
cultos no fue ni mucho menos rigurosa. Algunos latinismos suficientemente
extendidos entre los ss.XVI y XVII en su forma semiculta conservaron dicha
forma adaptada a la fonotáctica castellana , y así hoy día contrastan en algunos
casos con derivados que han recuperado algún grupo culto. Ej.
'sujeto'/'subjetivo', 'luto'/'luctuoso', 'fruto'/'fructífero'. Tampoco se recuperaron
ciertos grupos que incluían tres consonantes seguidas. Así, 'pronto' y no
*prompto, y 'suntuoso' y no *sumptuoso.

TENDENCIAS EVOLUTIVAS EN EL COMPONENTE FÓNICO DEL ESPAÑOL


ACTUAL
Tras la consolidación de los cambios que constituyeron la llamada 'revolución
fonológica' y con ellos la constitución del consonantismo del castellano moderno
otros cambios han ido desarrollándose y han alcanzado en algunos casos una
difusión notable en las variedades del castellano actual.

1. Yeísmo. [λ]>[j]
La base fonética del yeísmo es un proceso de deslateralización del sonido
[λ]>[ʝ]. Este cambio fonético supone la desfonologización de la oposiciñon
/l/ / /λ/ en la clase fonemática líquida. En cuanto a la fecha de inicio del
yeísmo, Amado Alonso sitúa dicho inicio en América en el s. XVII y en España
en el s. XVIII. Estudiosos posteriores han ido adelantando la aparición histórica
del yeísmo. Así, por ejemplo Corominas (1953) habló de un yeísmo incipiente
pero abortado en Aragón y zonas limítrofes a finales de la Edad Media. Galmés
de Fuentes (1957) señala el inicio del fenómeno como por primera vez
documentada en un relato morisco del s. XVII. Lapesa (1964) anticipa esta fecha
porque encuentran testimonios en inicios de palabra desde el s. XVI y en
posición medial a mediados de este siglo. En cuanto al lugar de nacimiento,
diversos autores han supuesto que el fenómeno es de origen andaluz, pero
Amado Alonso (1951) defendió que no existió un origen geográfico único, sino
un "repetido nacimiento en muchos lugares independientes", siendo
habitualmente los núcleos urbanos los principales focos de expansión de este
fenómeno. En la actualidad, desde luego es yeísta la mitad sur de España como
Canarias y la mayor parte de Hispanoamérica. Pero en las últimas décadas el
fenómeno se ha desarrollado también mucho en la mitad norte de la península.
En la actualidad, el sonido palatal resultante del yeísmo varía bastante en la
geografía del español. De acuerdo con Penny (1991) las principales variantes de
la pronunciación yeísta son las siguientes:
1º Para empezar, la variación [ɟʝ] ~[ʝ] en el español culto y urbano y en la
mayor parte de las zonas de habla española.
2º Variante [ʒ] en parte de Andalucía y América.
3º Variante [d͡ʒ] en Extremadura, Argentina y Uruguay.
4º Variante [t͡ʃ] en el habla urbana de Argentina del Río de la Plata. 5º Variante
[ʃ] en algunas variedades del habla de Buenos Aires.

2. Debilitamiento, aspiración o pérdida de [s] implosiva


La fecha del debilitamiento de [s] implosiva es discutida. Algunas grafías en
documentos sevillanos podrían apuntar a la pérdida total ya en el S. XIV, por lo
que Fraga Gracia (1983) apuntaba que el fenómeno podría haber sido llevado a
Andalucía por los propios reconquistadores castellanos, lo que es difícilmente
aceptable desde el momento en que en el castellano centro-septentrional [s]
implosiva siempre se ha conservado. Manuel Ariza (1994) ha puesto en duda el
carácter probatorio de las grafías en las que se basaba Fraga, que podrían ser
errores de copia o faltas de concordancia en cuanto a número gramatical. En su
opinión, el fenómeno es más tardío y basa su opinión en los siguientes
argumentos: 1º No existe aspiración en judeoespañol, lo que quiere decir que a
finales del S. XV el fenómeno no podía darse aún en castellano. 2º La aspiración
no es general en Hispanoamérica. 3º No hay testimonios seguros de aspiración
antes del S. XVIII. 4º Los gramáticos de los siglos de oro no dan noticias de tal
aspiración. Contrariamente, las escasas referencias al sonido [s] final señalan su
pronunciación frente a la pérdida en francés. Según Ariza (1989) la aspiración de
[s] implosiva debe ser puesta en relación con otros 3 fenómenos: 1º el
mantenimiento del sonido [h] procedente de [f] inicial. 2º La velarización de [ʃ].
3º La posición intermedia del fonema /s/ entre otras dos unidades sibilantes: /s/̪ y
/ʃ/. En opinión de este autor, el fonema /s/ se "repartió" entre los dos fonemas
que lo flanqueaban, por lo que se asistió al siguiente reajuste fonemático:
̪
/s/------------>/s/̪
/s/ {/s/- ------->/s/̪
{-/s/ ------->/ʃ/--------->/h/
/ʃ/---------------------------->/h/

Ariza puntualizaba que en este sistema del castellano meridional nunca existió el
fonema /x/ y que en todo caso una fricación velar habría sido un alófono del
fonema aspirado /h/.

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