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rase una vez mhijito, un lugar de maravilla Donde Dios tan bondadoso, derram su gran ternura Y sin importar

la hora, fuera noche o fuera da, Se extasiaba toda mi alma contemplando su hermosura. Era un espejo divino que reflejaba fielmente Los matices de los cerros y lo ms bello del cielo, Que a la luna por las noches la contemplaba silente, Y donde cada maana iniciaba el sol su vuelo. Las montaas circundantes eran de un verde intenso Y hasta haba quien deca que era un lugar encantado Donde trinaban las aves con especial sentimiento, Y corran libremente el faisn y el venado. Sus aguas eran surcadas por plateados habitantes, Su brisa era el aroma de las frutas y las flores Celoso guarda secretos de antepasados distantes que habitaron junto a l, y lo colmaron de honores. Parece que lo estoy viendo, tan presente y tan cercano Que an su imagen contemplo con claridad sorprendente Pero hoy da solo existe en el fondo de la mente De quien ahora te habla, un pobre y cansado anciano A mi abuelo yo escuchaba, pero no lo comprenda Sera acaso posible que existiera tal belleza? Decid ir a buscarlo, y si encontrarlo poda, A todos les contara de su innegable grandeza. Llegu por fin al lugar donde estaba el paraso Y mis ojos contemplaron un panorama sombro Su belleza agonizaba, porque el hombre as lo quiso Despojndolo cruelmente de su color y su brillo. Aquel espejo divino que mencionara mi abuelo, Es solo un dbil reflejo de lo que fue su hermosura Mi corazn cay presa del dolor y desconsuelo, Preguntando Por qu Dios permitiera tal locura. Por qu el hombre hoy en da destruye constantemente La vida que lo rodea, sin preocuparse por eso? l con la naturaleza se muestra tan inclemente, Ser acaso un precio justo a pagar por el progreso? Me volv sobre mis pasos, meditando tristemente Y pensando con angustia cuando llegue ese momento Qu le dir yo a mi nieto cuando se acerque inocente Y me diga muy quedito: Abuelo, Cuntame un Cuento!? Jose Carlos Chiqun, Mayo de 2001

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