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Podemos señalar por tanto que la psicología educativa trata de cuestiones tales como:
Podemos señalar por tanto que la psicología educativa trata de cuestiones tales como:
Para Hernández (1984) es la ciencia que, teniendo en cuenta todos los aportes de la Psicología
en general,, estudia, en particular, las características, causas y condiciones del cambio
conductual humano en situaciones educativas, cuyo objeto es lograr un mayor y mejor
desarrollo intelectual, personal y social.
En un extremo se sitúan los autores que conciben la Psicología de la Educación, como campo de
aplicación más que como una disciplina científica con identidad propia, como psicología
aplicada a la educación. En este sentido, sería la ciencia encargada de extraer conocimientos
psicológicos relevantes, de una o vanas disciplinas psicológicas, y de aplicarlos al proceso
educativo. Por ejemplo, se trataría de una Psicología Evolutiva aplicada, de una Psicología del
Aprendizaje aplicada, etc. Este modelo incurre en algunos defectos notorios: a) la extrapolación;
b) la falta de sistematización; c) la indefinición del fenómeno educativo, que es el que en
definitiva constituye su objeto de estudio (Goñi, 1991); y d) la polarización en la dimensión
psicológica de la educación (Coll, 1989a). Esta caracterización de la Psicología de la Educación
como un apéndice de otras disciplinas psicológicas es explicitada por Palacios, Coll y Marchesi
(1990) del siguiente modo:
Desde el otro extremo, se la concibe como una disciplina independiente, como una ciencia
autónoma, cuyo objeto es el estudio de las situaciones educativas o, si se prefiere, de los
procesos de enseñanza
aprendizaje. Esta postura es defendida por autores como Gage, Bruner, Glaser, Ausubel, Gagné,
entre otros. Las características que implica esta concepción de la Psicología de la Educación
son: a) mayor insistencia en el componente educativo que en el psicológico; b) no se limita a
explicar el aprendizaje sino también la enseñanza, por lo que mantiene estrecha relación con las
teorías de la instrucción; c) el carácter prescriptivo a diferencia de las teorías del aprendizaje
que son descriptivas; y d) la tendencia histórica a limitaría, si se la considera como ciencia
autónoma, a los aspectos purarnente instruccionales. Aunque no necesariamente debe ser así, ya
que lo decisivo es preguntarse previamente de qué se habla cuando se cita el término educación.
Como puede observarse en la figura 2, la división en dos partes del núcleo teórico-conceptual
pretende reflejar la realidad histórica de su doble origen: selección y extrapolación de
conocimientos a partir de otras disciplinas psicológicas (enfoque predominante hasta la década
de los cincuenta) y elaboración de conocimientos específicos sobre los procesos psicológicos
implicados en las prácticas educativas (enfoque mayoritario en la actualidad) (Coll, Palacios y
Marchesi, 1997). Las flechas bidireccionales indican que la situación ideal sería aquella en la
que el núcleo teórico-conceptual específico, los procesos de diseño y planificación de procesos
educativos, y las técnicas de intervención psicopedagógica son objeto de un desarrollo paralelo,
simultáneo y coherente, con múltiples retroalimentaciones constructivas que pueden tener su
origen en una u otra de estas dimensiones. La separación mediante una doble línea (discontinua)
entre las tres dimensiones, quiere llamar la atención sobre el hecho deseable, aunque a veces no
se cumpla en la realidad, de una coordinación e interrelación entre ellas.