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Justiniano I el Grande (En latín: Flavius Petrus

Sabbatius Iustinianus; en griego: Ιουστινιανός) (Tauresium, 11 de


mayo de 483 - Constantinopla, 13/14 de noviembre de 565) fue
emperador de los romanos desde el 1 de agosto de 527 hasta su
muerte.

Justiniano fue uno de los más notables gobernantes del Imperio


Bizantino, destacando especialmente por su reforma y compilación de
leyes y por la gran expansión militar que tuvo lugar en Occidente bajo
su reinado, sobre todo gracias a las campañas de Belisario. Todo ello
formaba parte de un magno proyecto de restauración del Imperio
romano (Renovatio imperii romanorum), por el que es recordado como
"El último emperador romano". La Iglesia Ortodoxa lo venera como
santo el día 14 de noviembre.

Biografía
Justiniano nació en una pequeña aldea llamada Tauresina (Taor) en Iliria
(cerca de la actual Justiniana Prima, Leskovac Serbia), en la península
Balcánica, probablemente el 11 de mayo de 483. Su madre Vigilantia
era hermana del famoso general Justino que ascendió desde el ejército a
la dignidad imperial. Su tío le adoptó y se aseguró de que recibiese una
buena educación: Justiniano siguió así el currículo educativo habitual,
centrándose en la jurisprudencia y la filosofía. Avanzó en su carrera
militar con gran rapidez, y se abría ante él un gran futuro cuando, en
518, Justino se convirtió en emperador. Justiniano fue nombrado cónsul
en 521, y posteriormente general del ejército de oriente. Mucho antes
de que Justino le hiciese co-emperador el 1 de abril de 527, ya
participaba en las actividades de gobierno.

Cuatro meses después, Justiniano pasó a ser el único soberano tras la


muerte de Justino. Su reinado tendría un gran impacto en la historia
mundial, dando lugar a una nueva era en la historia del Imperio
bizantino y de la Iglesia Ortodoxa. Fue un hombre con una capacidad de
trabajo fuera de lo común, que tenía un carácter afable, moderado y
alegre, pero que también podía ser despótico, artero y falto de
escrúpulos cuando le convenía. Fue el último emperador que intentó
recuperar los territorios que poseyó el Imperio Romano en tiempos de
Teodosio I, y con este fin, puso en marcha grandes campañas militares.
También desarrolló una colosal actividad constructiva emulando la de los
grandes emperadores romanos del pasado. Partiendo de la premisa de
que la existencia de una comunidad política se fundaba en las armas y
las leyes, prestó especial atención a la legislación y pasó a la posteridad
por su codificación del derecho romano (el Codex Justinianus y las
Novellae Constitutiones).

En 523 se casó con Teodora, una ex-actriz; hasta entonces, las actrices
resultaban socialmente próximas a las prostitutas, y en el pasado, a
Justiniano le habría resultado imposible casarse con ella, pero Justino
había aprobado una ley que permitía los matrimonios entre distintas
clases sociales, lo que llevaría, ya en el reinado de Justiniano, a una
cierta atenuación de las diferencias sociales en la corte bizantina.
Teodora llegaría a ser una persona muy influyente en la política del
Imperio, y algunos emperadores posteriores seguirían el precedente de
Justiniano casándose fuera de la clase aristocrática.

Procopio de Cesarea es nuestra fuente principal para la historia del


reinado de Justiniano, aunque también contribuye con muchos detalles
de interés la crónica de Juan de Éfeso, que se conserva como
fundamento de muchas otras crónicas posteriores. Ambos historiadores
hicieron comentarios a veces muy negativos sobre Justiniano y Teodora;
Procopio, además de su historia, escribió otra Historia Secreta que
recoge varios escándalos de la corte. Las Historias de Agatías reseñan
los sucesos acaecidos desde el año 552 hasta 558 o 559.

La segunda mitad de su reinado se vio ensombrecida por la epidemia de


peste que se hizo virulenta a partir del año 542.

Teodora murió en 548 y Justiniano la sobrevivió casi veinte años, para


morir el 13 ó 14 de noviembre de 565.
Actividad jurídica
Justiniano ha tenido una gran influencia en la historia debido a sus
revolucionarias medidas por las que organizó el derecho romano
siguiendo la clasificación que se convertiría en la base para el derecho
en muchos países actuales. El 7 de abril de 529 se publicó una primera
versión del Corpus Juris Civilis dividida en tres partes: código antiguo,
nuevo código, Digesto o Pandectas, las Institutiones y las novelas
(nuevas constituciones). Un grupo de comisionados, encabezados por el
cuestor Triboniano, preparó el Corpus en latín, la lengua tradicional del
Imperio romano, aunque muchos ciudadanos del Imperio oriental
apenas la entendían. El Authenticum, o Novellae Constitutiones, una
recopilación de nuevas leyes emitidas durante el reinado de Justiniano,
completó posteriormente el Corpus. Estas Novellae se publicaron en
griego, la lengua común del Imperio.

El Corpus contiene la base de la jurisprudencia romana (incluido el


derecho canónico: ecclesia vivit lege romana) y, para los historiadores,
aporta una valiosa fuente para comprender los intereses y actividades
del Imperio romano tardío. En tanto que recopilación, reúne muchas
fuentes en las que se expresaban o publicaban las leges (leyes) y otras
normas: leyes en sentido estricto, consultas senatoriales
(senatusconsulta), decretos imperiales, casuística y opiniones de juristas
e interpretaciones (responsa prudentum).

Niká es una rebelión popular que tomó su nombre del grito lanzado por los rebeldes (Niká
significa "Victoria" en griego). La Niká estalló como fruto de una creciente tensión social en el
Imperio Bizantino. Una intrascendente discusión sobre carreras de cuadrigas se transformó así en
un estallido popular sin precedentes, que hizo trastabillar el trono de Justiniano I (534). Sólo la
serenidad de su esposa, Teodora, impidió que Justiniano escapara. La rebelión fue finalmente
sofocada por Belisario.

Actividad militar y campañas de Belisario


Política exterior basada en el Recuperatio Imperii

La ideología de la Recuperatio Imperii es una formulación que responde


a unos sentimientos extendidos entre amplias capas de la población de
la Pars Occidens (sobre todo entre el elemento senatorial urbano y
sectores vinculados con la administración) y en parte del gobierno del
Imperio de Oriente, que intelectualmente juega al juego de la
continuidad imperial en Occidente; de hecho, el sentimiento de
romanitas se encuentra -en el siglo VI- ampliamente extendido en
Occidente y en Oriente es correspondido por la ideología oficial del
gobierno imperial -según la cual el Imperio no se hundió en Occidente
sino que los bárbaros gobiernan allí en nombre del emperador de
Oriente- y por parte de la intelligentsia de Constantinopla (por ejemplo,
es el caso del escritor Juan Lido, contemporáneo de Justiniano). Estos
sentimientos son aprovechados por la administración justinianea para
realizar, precisamente, una política en consonancia con ellos (fuese
sincera o interesada).

Campañas contra el Reino vándalo (533 – 534)

En mayo de 530, el monarca probizantino Hilderico fue depuesto por su


primo Gelimer aduciendo a que su falta de personalidad habían llevado a
los vándalos a ser derrotados por las tribus moras. Las protestas de
Justiniano de que Hilderico pudiera regresar a Constantinopla no fueron
escuchadas, por lo que preparó con cuidado una campaña que debía
combinar eficacia militar y sobriedad de costes. Juan de Capadocia,
responsable de las finanzas del Imperio y opuesto a la guerra, accedió al
final a llevar los gastos de la campaña de una forma rígida. Belisario, el
general más brillante de Oriente fue el encargado de llevar las armas.

La decisión de atacar el reino vándalo coincidieron con la aparición en


este de una serie de debilidades. La simbiosis entre invasores e
invadidos no llegó nunca a consolidarse, lo cual generó hostilidades con
los últimos. El miedo a revueltas internas había conducido a la
desfortificación de los núcleos urbanos por miedo a que acogieran
revueltas. A su vez un general godo que regía Cerdeña en nombre del
monarca de Cartago pretendió con ayuda militar oriental gobernar de
forma independiente, pero fue detenido por Gelimer antes de que dicha
ayuda llegara.

La flota oriental abandonó los puertos de Constantinopla a mediados de


junio de 533 y vía Sicilia alcanzó las costas africanas al cabo de tres
meses. Belisario encontró escasa resistencia, y tras un victorioso
encuentro con los vándalos de Ad Decimum, ocuparía Cartago dos días
después. Gelimer, temeroso de que entronizaran al depuesto rey,
ejecutó a Hilderico antes de la caída de Cartago y huyó a los rebordes
montañosos. Finalmente optó por entregarse a finales de marzo de 534.
Belisario lo condujo hasta Constantinopla, donde el general fue recibido
con grandes honores, reservados al Emperador. La provincia fue
anexionada al Imperio, a pesar que las tribus periféricas supusieron un
peligro durante más de una década.
La batalla de Ad Decimum opuso el 13 de septiembre de 533 al ejército vándalo de
Gelimer y al ejército bizantino de Belisario. Esta batalla y los sucesos que ocurrirán en el año que
sigue (a veces llamado Segunda batalla de Cartago) marcan tradicionalmente el comienzo del fin
para los Vándalos y el inicio de la reconquista occidental del Emperador Justiniano.

Campaña
Belisario había desembarcado en África tres meses antes, con 15.000 mercenarios bárbaros.
Rápidamente, Gelimer había abandonado Cartago, que fue ocupada sin combate por el general
bizantino, antes de ponerle asedio y de cortar el acueducto que alimentaba la ciudad.

Ad Decimum (en latín, el correo de las Diez millas) está una simple señal sobre la costa
mediterránea a diez millas al sur de Cartago. Gelimer se acercará a la ciudad aproximadamente
con 11.000 guerreros, frente al ejército de Belisario, quien cuenta con cerca de 17.000 hombres,
establecido sobre una posición fuerte sobre el camino de Cartago, cerca de Ad Decimum.

Batalla
Gelimer dividirá sus fuerzas, y envía dos mil hombres mandados por su sobrino Gibamond para
rebosar el ejército de Belisario, que avanza en columnas a lo largo del camino. Otro cuerpo,
mandado por el hermano de Gelimer, Ammatas, tiene un desfiladero preparado de Ad Decimum.
Según el plan vándalo, los 7.000 hombres de Gelimer debían volver sobre el costado romano y
cortar toda retirada.

Pero la misión de Gibamond es suspendida, su cuerpo de 2.000 hombres es impotente frente a las
tropas romano-hunas quienes lo dispersan; Gibamond muere en la batalla. Ammatas suspende sus
planes también, y no consigue conservar el desfiladero. Él también muere en la batalla. Sus
hombres son perseguidos por los romanos hasta las puertas de Cartago.

Por el otro lado, el cuerpo principal bajo Gelimer se enfrenta al grueso de las fuerzas de Belisario,
a lo largo del camino principal. La caballería de Belisario, aunque más numerosa que la caballería
vándala, es sobrepasada, al ser muy superiores los jinetes vándalos en combate. Parece entonces
que los Vándalos pueden ganar la batalla.

Pero cuando Gelimer alcanza la posición de Ammatas y descubre que su hermano murió, se
trastorna, y no puede dar la orden de asalto que habría destruido los restos de un ejército romano
desorientado, y habría destrozado los elementos hunos y romanos idos hacia Cartago después de
haber batido a Ammatas y Gibamond. En lugar de esto, los hombres bajan a su guardia mientras
que Gelimer entierra a su hermano sobre el campo de batalla.

Sacando provecho de la tregua, Belisario reagrupa sus fuerzas en el sur de Ad Decimum y lanza
un contraataque, que rechaza a los Vándalos y les vence.

Consecuencias

Belisario acampa cerca del campo de batalla, al no querer establecerse cerca de la ciudad mientras
está de noche. El día siguiente, marcha sobre la ciudad, prohibiendo matar o esclavizar a los
habitantes de Cartago, en lo sucesivo, ciudadanos romanos. Encuentra las puertas de la ciudad
abiertas, y su ejército es bien acogido. Belisario va al palacio real y se sienta en el trono del rey
vándalo.

Levanta las fortificaciones de la ciudad, y establece su flota en el lago de Túnez, a ocho


kilómetros al sur de Cartago.

Los Vándalos definitivamente son vencidos después de la batalla de Tricamarum, el 15 de


diciembre

El Exarcado de África o de Cartago fue una división administrativa del


Imperio Bizantino. En el Imperio, un Exarca era un procónsul o virrey, que gobernaba una
provincia distante de la autoridad central en Constantinopla.

Formación del Exarcado


La considerable independencia del Exarcado permitió a los Exarcas contribuir a una propensión
común hacia la rebelión contra las autoridades imperiales. A veces la rebelión era el resultado de
negligencia imperial, ya que los Exarcas se forzaron a solucionar sus propios problemas con poca
o ninguna ayuda de Constantinopla.

Después de la caída del Imperio Romano de Occidente en 476, el Imperio Romano de Oriente
permaneció estable durante el principio de la Edad Media y conservó la capacidad para la futura
extensión. Justiniano I conquistó de nuevo África del Norte, Italia, Dalmacia y finalmente zonas
de España para el Imperio Oriental romano. Sin embargo, esto puso una presión increíble sobre
los recursos limitados del Imperio. Emperadores posteriores no abandonarían la tierra conquistada
de nuevo para tratar de remediar la situación. Así, la misión de controlar la situación en las
provincias fue solucionada por el Emperador Mauricio, quien estableció la creación de los
Exarcados.

En Italia los Lombardos eran la oposición principal para el poder Bizantino. En África del Norte,
los Amazigh o príncipes beréberes estaban aumentando debido a la debilidad romana fuera de las
ciudades costeras. Los problemas asociados con muchos enemigos sobre varios frentes (Visigodos
en España, eslavos y ávaros en los Balcanes, los Persas Sasánidas en el Oriente Medio, y el
Amazigh en África del Norte) forzaron el gobierno imperial a descentralizar y delegar el poder
con las antiguas provincias.

El término Exarca está más comúnmente relacionado con el Exarca de Rávena, que gobernó el
área de Italia y Dalmacia, todavía bajo el control Bizantino después de la reconquista de
Justiniano.

Después de la pérdida del Exarcado africano debido a la conquista árabe, el Exarcado de Rávena
ganó prominencia al establecerse como una posesión imperial en la lucha para el control
Bizantino del Mediterráneo Occidental. Sin embargo, el término también incluye el área de África
gobernada por el Exarca de Cartago, (Qart Hadasht). La antigua ciudad fenicia de Cartago era la
ciudad principal de la provincia de África.
El Exarcado era una respuesta a la autoridad imperial débil en las provincias y era parte de la
militarización total del Imperio que conduciría eventualmente a la creación de los Themas o
Tagmata por Heraclio.

El Exarcado de Cartago
Cartago se convirtió en la capital del Exarcado africano cuando Belisario reconquistó el área de
los Vándalos en 533, derrotando a Gelimer en las sucesivas batallas de Ad Decimum y
Ticameron. Como Rávena, Cartago tenía un puerto excelente y astilleros con acceso al
Mediterráneo. El Exarcado incluyó las provincias de África, Byzacena, Mauretania Caesariensis,
Mauretania Tingitana, Numidia, Cerdeña, y Tripolitania. Las fronteras de Tingitana fueron
ampliadas para incluir la punta sur de España (entonces llamado Mons Calpe, ahora Gibraltar), y
las Islas Baleares que habían sido parte de la diócesis de Hispania.

La autoridad civil y militar al principio fue dividida entre un prefecto Pretoriano y un Magister
Militum de África. Las dos posiciones fueron concentradas en la figura del Exarca conforme a las
reformas de Mauricio en 584.

Aumento del territorio del Imperio Bizantino entre el ascenso al poder de Justiniano I (en rojo,
año 527) y su muerte (en naranja, año 565). Belisario contribuyó enormemente a la expansión del
imperio.

El Exarcado africano disfrutó de una relativa estabilidad a pesar de una relación tensa y
confrontaciones violentas con muchas de las tribus Amazigh en el siglo VII. La tentativa de
Heraclio de trasladar la capital de Constantinopla a Cartago en 618 es prueba de su estabilidad.

El Reino Visigodo en España era también una amenaza continua. El Exarcado africano tenía la
posesión de Mauretania II que no era más que un puesto avanzado diminuto en España del sur. El
conflicto siguió sin resolverse hasta que tanto el Exarcado africano como el Reino Visigodo
fueron conquistado por los árabes.

Muchas de las tribus Amazigh, como el Aures y el principado de Masuna se opusieron el poder
romano, pero algunas tribus, incluyendo las de Sanhaja y Zenata eran aliados al Exarcado.

Durante la exitosa rebelión del Exarca de Cartago, Heraclio, en 608, los Amazigh comprendieron
una parte grande de la flota que transportó a Heraclio a Constantinopla. Debido a ambiciones
políticas y religiosas, el Exarca Gregorio (quien irónicamente fue relacionado por la sangre con la
familia imperial, por el primo del Emperador, Nicetas) se declaró independiente de
Constantinopla en 647. Entonces la influencia y el poder del Exarcado fueron ejemplificados por
las fuerzas reunidas por Gregorio en la batalla de Sufetula, también aquel año, donde más de
100.000 hombres de origen Amazigh lucharon por Gregorio.

La conquista musulmana

La época de los Califas

Las primeras expediciones Islámicas comenzaron con una iniciativa desde Egipto bajo el emir
Amr Ibn Al-as y su sobrino Uqba Ibn Nafi al Fihri. Sintiendo la debilidad romana, conquistaron
Barqa, en Cyrenaica, y luego llegaron a Tripolitania, donde encontraron resistencia. Debido al
malestar causado por discusiones teológicas acerca del monotelismo y el monoenergismo, el
Exarcado bajo Gregorio se distanció del imperio en rebelión abierta. Cartago estaba inundado con
refugiados de Egipto (sobre todo Melkites), Palestina y Siria, exacerbando las tensas relaciones
religiosas y encendiendo las luces de alarma sobre la inminente amenaza árabe. Sintiendo el
inminente peligro de las fuerzas musulmanas, Gregorio reunió a sus aliados e inició una
confrontación directa con los Musulmanes, siendo derrotado en la batalla de Sufetula, que era en
realidad la capital del Exarcado bajo el gobierno de Gregorio.

El Exarcado volvió a la regla imperial después de que Gregorio fuera matado en la batalla contra
los Musulmanes por Abdallah ibn al-Sa'ad en Sufetula. Cartago volvió a ser la capital del
Exarcado, ya que Gregorio se había movido al interior para una mejor defensa contra las
ofensivas romanas desde el mar. Después el Exarcado se convirtió en un Estado semi-cliente bajo
un nuevo Exarca llamado Gennadius. El intento de mantener el estado tributario con
Constantinopla y Damasco tensionó los recursos del Exarcado, causando gran malestar entre la
población.

Con el control tenue bizantino, limitado a unos cuantos mal defendidas fortalezas costeras, los
jinetes árabes primero llegaron a Cyrenaica en 642, encontrando poca resistencia. El máximo de
resistencia alcanzada por el Exarcado con la ayuda de sus aliados de Amazigh (conducidos por el
rey Kaisula ait Lamazm) fue la victoria sobre las fuerzas de Uqba Ibn Nafi en la batalla de Biskra
en 682. La victoria obligó al musulmán a retirarse a Egipto, dando al Exarcado el plazo de una
década de relativa paz. En 698, el comandante musulmán Hassan Ibn al Numan con una fuerza de
40.000 hombres aplastaron la ciudad de Cartago. Muchos de sus defensores eran visigodos
enviados a defender el Exarcado por su rey, quien temió que la extensión musulmana llegara a sus
dominios. Muchos visigodos lucharon a la muerte, pero en la batalla siguiente, los musulmanes
redujeron Cartago a escombros, tal como lo habían hecho siglos antes los romanos.

La pérdida del continente Africano era un enorme golpe al Imperio Bizantino en el Mediterráneo
Occidental porque tanto Cartago como Egipto, las fuentes principales de Constantinoplo de mano
de obra y grano, habían sido perdidas.

Campañas contra el Reino Ostrogodo (540 – 554)

A la muerte de Teodorico el control de la política ostrogoda cayó en


manos de su hija Amalasunta, la cual ejerció el poder en nombre del rey
niño Atalarico, hasta que este falleció en 534. La regencia se caracterizó
por un viraje político hacia Oriente, generando una fuerte oposición
interna. La pronta desaparición de su hijo forzó a la regente a la
búsqueda de un monarca formal tras el que seguir moviendo los hilos
del gobierno. El elegido fue Teodato, con el que contrajo matrimonio a
fines de 534, este pronto se alejó del palacio de Ravena y ordenó la
eliminación de su mujer en abril de 535 posiblemente a instigación de
Teodora que buscaba un casus belli para la intervención de Justiniano.

Ese mismo año Justiniano daría dos golpes de mano que le permitieron
tomar Silicia al mando de Belisario y Dalmacia por Ilírico Mundo.
Teodato recurrió a una embajada papal, pero se envió una embajada
Imperial paralela al propio monarca ostrogodo para establecer un
acuerdo secreto de cesión de Italia al imperio. Los diversos
contratiempos que atravesaba el Imperio en ese momento, como la
revuelta de África y la recuperación de territorios por germanos en
Dalmacia indujeron a Teodato a romper el compromiso y a hacer frente
a los ejércitos de Justiniano.

Justiniano reorganizó la jerarquía militar para poder poner al frente de


las campañas italianas a Belisario ya que Mundo había fallecido en la
ofensiva de Dalmacia. En su lugar se puso a Constantiniano, que
recuperó la ofensiva en Dalmacia, reocupando Salona y expulsando a los
ostrogodos de la región. Belisario ocupó Nápoles y finalmente Roma a
comienzos de diciembre. Teodato, antes de la caída de Roma, fue
depuesto por Vitiges, comandante de su guardia personal que demostró
tener gran capacidad para las artes guerreras y puso sitio a Roma.
El precio de la conquista del reino ostrogodo quizá podría considerarse
excesivo. Se provocaron continuas campañas de desgaste, siendo
víctima principal la población itálica que sufrió la destrucción de su tejido
social, productivo, político y fue azotada por la peste. Los veinte años de
lucha aceleraron dramáticamente la transición al mundo medieval. Roma
perdió su entidad urbana y dejó de ser la ciudad por antonomasia del
mundo Mediterráneo.

La Pragmática Sanción de 554, mediante la cual Italia era reintegrada al


Imperio Romano, ratificaba la situación de facto al otorgar a los obispos
el control de diversos aspectos de la vida civil (como la actividad de los
jueces civiles) y la administración de las ciudades, poniéndolos a cargo
del aprovisionamiento, la anona y los trabajos públicos, al tiempo que
quedaban exentos de la autoridad de los funcionarios imperiales.

El Exarcado de Rávena fue el centro del poder bizantino en Italia desde finales
del siglo VI hasta el año 751, cuando el último exarca fue ejecutado por los longobardos.

Introducción
En 404, durante el mandato de Honorio, Rávena se convirtió en la capital del Imperio Romano de
Occidente gracias a su ventajosa ubicación y su abrigado puerto con acceso al Adriático. La
ciudad continuó siendo el centro del Imperio de Occidente hasta su disolución en 476, momento
en que se convirtió en la capital primero de Odoacro y luego de los ostrogodos, bajo Teodorico,
rigiendo el territorio de Italia, Galia Cisalpina, Dalmacia y Sicilia. En 540, Rávena fue
conquistada por el general bizantino Belisario, aunque sería posteriormente recuperada por los
ostrogodos y vuelta a conquistar para Bizancio por Narsés en 552.

Posteriormente, a causa de la invasión longobarda, que comenzó en 568, Rávena pasó a ser la
sede del exarcado imperial. El exarcado se fundó y organizó durante el reinado del emperador
Mauricio (582-602).

El exarcado
Al frente del exarcado estaba el exarca, representante del emperador, que asumía tanto el poder
civil como el militar dentro del territorio. El territorio bajo dominio efectivo del exarca se
extendía por la costa adriática de Italia desde Venecia en el norte hasta las Marcas. El resto de los
territorios bizantinos de la península italiana no estaban bajo la autoridad directa del exarca, sino
bajo el gobierno de duques o magistri militum. Las islas no pertenecían al exarcado: Sicilia
constituía una unidad administrativa diferente, en tanto que Córcega y Cerdeña dependían del
Exarcado de Cartago.

Los lombardos establecieron su capital en Pavía, desde donde controlaban el valle del Po.
Algunos guerreros independientes penetraron más hacia el sur, y establecieron los ducados de
Spoleto y Benevento. La creación de estos ducados dificultó las comunicaciones de Rávena con
los territorios bizantinos de la Italia meridional, haciendo más precario el poder de Bizancio en la
península.

Durante el siglo VII, el Exarcado fue perdiendo territorios en beneficio de los lombardos.
Piamonte, Lombardía, el Véneto, Toscana y gran parte del sur de Italia pasaron en poder de los
lombardos, así como Liguria (en 640). Roma, nominalmente bajo la autoridad del exarca, era en
la práctica regida por el Papa, y la rivalidad de este último con el Patriarca de Constantinopla era
causa frecuente de tensiones.

En torno al año 740, en vísperas de su final, el Exarcado controlaba apenas Istria (excepto la
laguna de Venecia, que comenzaba a establecerse como una ciudad-estado independiente, Ferrara,
Rávena con la Pentápolis y Perugia.

El final del exarcado


Durante los siglos VII y VIII, la posición del exarca fue haciéndose más difícil, debido a la
amenaza de los lombardos y los francos, así como por la división entre la cristiandad oriental y
occidental motivada por la crisis iconoclasta y la rivalidad entre el Papa y el Patriarca de
Constantinopla.

Rávena continuó siendo la sede del exarcado hasta la revuelta del 727 contra los emperadores
iconoclastas. El último exarca fue asesinado por los lombardos en 751. El exarcado se transfomóa
en el catapanado de Italia, con capital en Bari, ciudad que fue conquistada por los árabes en 858 y
recuperada por Bizancio en 878.

Cuando, en 756 los francos expulsaron a los lombardos, el Papa Esteban III reclamó el exarcado.
Su aliado, Pipino el Breve, rey de los francos, donó los territorios conquistados del antiguo
exarcado al Papa en 756. Esta donación, confirmada posteriormente por Carlomagno (774),
constituye el inicio del poder temporal del Papado, conocido como Patrimonio de San Pedro.

Cuando Sicilia fue conquistada por los árabes en el siglo X, los restos del poder bizantino en Italia
se organizaron en los temas de Calabria y Longobardia. Istria y la cabecera del Adriático fueron
incorporados a Dalmacia.

Campañas contra el Reino Visigodo (552)

A finales de 552 Justiniano podía considerar la campaña itálica como


finalizada, accediendo ese mismo año a la petición de ayuda formulada
en el 551 por el rebelde visigodo Atanagildo a cambio de una franja
costera desde Valencia a Cádiz. La colaboración oriental fue decisiva
para decantar la guerra civil en el reino peninsular hispano a favor de
aquel candidato frente a Agila. Pero la compensación territorial nunca
fue plataforma para la conquista de la antigua Hispania, de hecho, las
zonas concedidas en 552 comenzaron a menguar en las décadas
siguentes, especialmente durante el reino de Leovigildo, hasta su
evaporación en el 624

Frente al Imperio Persa

La “paz perpetua”, firmada en 532 entre Bizancio y el Imperio Persa,


resultó menos duradera de lo que su pomposa formulación declaraba. El
rey Cosroes I esperó la oportunidad de atacar ventajosamente territorio
imperial, la cual se presentó pronto, dada la creciente debilidad de la
fortaleza militar en Oriente, puesto que las reconquistas en África o
Italia se realizaron con tropas y mandos sustraídos de aquella zona y las
tropas guarnecidas se debilitaban por la falta de un pago puntual.
Justiniano a la par intentó reforzar el domino el la zona mediante la
construcción de fortalezas nuevas en la zona.

En el 540 el monarca sasánida Cosroes I desató las hostilidades con una


devastadora incursión hasta el Mediterráneo, coronada con la conquista
de Antioquía. La defensa de la ciudad no pudo aguantar el asalto persa a
pesar de tener una guarnición de 6000 hombres, hecho que manifiesta
la debilidad de la zona oriental. La pérdida de Antioquía supuso una
enorme carga simbólica.

Las zonas de Armenia y el cáucaso también fueron objetivo del monarca


persa, siendo Constantinopla traicionada por el rey de Lazica. Belisario
fue llamado inmediatamente. Su presencia en el frente norte frenó la
acometida persa en la zona. Pero fue, sin lugar a dudas, un elemento no
bélico el que obligó a Persia a replantear su ofensiva: La peste que
asolaba su reino en el 545. Por su culpa se vio forzada a firmar una
tregua de cinco años, renovada en 551 y en 557, forzada por el
desgaste de ambas partes se firmó finalmente la paz en el año 561.
Constantinopla se comprometió a enviar un fuerte tributo y a no enviar
penetraciones cristianas más allá del Cáucaso.

Frente a los eslavos

Los eslavos ocupaban una zona geográfica intermedia entre los


conjuntos germánicos y esteparios. Esto, sumado a una variedad de
pueblos, hacia que las incursiones fueran habituales en los Balcanes. A
pesar de las contundentes victorias anteriores de Germano y Mundo
sobre eslavos y búlgaros, estos últimos penetraron profundamente en el
espacio griego a comienzos de 540 hasta llegar al istmo de Corintio, en
la típica incursión de botín y cautivos que no produjo daños de cuantía
ni la pérdida de puntos de importancia. Los eslavos por su parte llegaron
hasta Dirraquio. Las expediciones de los cotrigures fueron más
contundentes, llegando a cruzar el Danubio helado y llegando sin
oposición hasta Mesia y Escitia donde llegaron a Tracia y dividió sus
fuerzas en dos pelotones de saqueo. El mismo Zabergan se presentó en
Constantinopla con 7000 jinetes, Belisario tuvo que salir de su retiro
para liderar una contraofensiva que conjuró la amenaza.

Flavio Belisario, en griego Βελισάριος (505-565), fue el más famoso general de la


historia de Bizancio y el principal protagonista militar de la expansión que durante el reinado de
Justiniano experimentó el Imperio Bizantino sobre el Mediterráneo occidental, por encima de
otras importantes figuras como Narsés.

Belisario, por Jacques-Louis David (1781)

Fue uno de los más grandes generales de la historia, y bajo el mando de Justiniano tuvo un papel
muy importante en la conquista de gran parte del Imperio Romano de Occidente, que se había
perdido aproximadamente hacía un siglo.

Si bien es comparativamente menos conocido que otros líderes militares más famosos, como Julio
César o Alejandro Magno, esto probablemente es debido a una ausencia de atención por parte de
los historiadores en esta época concreta. Sin embargo, si realizamos un estudio objetivo de su
habilidad y sus logros, éstos se pueden comparar con muy pocos comandantes en la historia.

Una de las constantes en la carrera militar de Belisario fue que recibió muy poco o ningún apoyo
de su emperador Justiniano y de Bizancio, y aun así logró vencer en la mayoría de los casos,
imponiendo su genio militar.

Inicios de su carrera
Belisario probablemente nació en Germane o Germania, una ciudad que se encontraba en lo que
hoy en día es Sapareva Banya, en el sudoeste de Bulgaria. Muy probablemente era de ascendencia
griega.1 Se convirtió en soldado romano muy joven, y sirvió en la guardia del emperador Justino
I. Tras la muerte de Justino en 527, el nuevo emperador, Justiniano I, nombró a Belisario
comandante de las fuerzas imperiales en Oriente, para hacer frente a las incursiones del Imperio
Sasánida. Pronto demostró ser un comandante hábil y efectivo, derrotando a un ejército más
grande gracias a una táctica superior. En junio de 530 dirigió al ejército que venció a los
Sasánidas en la Batalla de Dara, a la que siguió una ajustada derrota en la Batalla de Callinicum
en el Éufrates en 531. Tras estos encuentros militares las dos potencias (Imperios Romano y
Sasánida) decidieron negociar la que sería llamada la "Paz Eterna" , en la que Bizancio se
comprometió al pago de altos tributos durante años.

En 532 era el oficial militar de mayor rango en la capital imperial, Constantinopla, cuando se
produjeron las revueltas de Niká (entre las facciones de las carreras de cuádrigas) que por poco
terminaron con el trono de Justiniano. Belisario, con la ayuda del magister militum de Iliria,
Mundo, terminó con la rebelión mediante un baño de sangre que se dice que pudo acabar con la
muerte de 30.000 personas.

Campañas militares

Aumento del territorio del Imperio Bizantino entre el ascenso al poder de Justiniano I (en rojo,
año 527) y su muerte (en naranja, año 565). Belisario contribuyó enormemente a la expansión del
imperio.

Contra los vándalos


Como recompensa por sus esfuerzos, Justiniano nombró a Belisario comandante de una gran
expedición terrestre y marítima contra el reino de los vándalos, que se preparó ente 533 y 534.
Los bizantinos tenían razones políticas, religiosas y estratégicas para emprender dicha campaña.
El rey pro-bizantino Hilderico había sido depuesto y asesinado por Gelimer, dando a Justiniano
un pretexto legal para comenzar la expedición. Además, los vándalos profesaban la herejía arriana
y habían perseguido sistemáticamente a los cristianos del Símbolo Niceno, muchos de los cuales
habían tenido que huir a tierras del Imperio. Justiniano quería además el control del territorio
vándalo en el norte de África para garantizar el acceso a las rutas comerciales del Mediterráneo
occidental, dominadas por la flota vándala. A finales del verano de 533 Belisario partió para
África al mando de 15.000 hombres y desembarcó cerca de la ciudad de Leptis Magna, desde la
cual avanzó por la calzada de la costa hacia la capital del reino, Cartago.

A diez millas de Cartago, las fuerzas de Gelimer (que acababa de ejecutar a Hilderico) y Belisario
se encontraron finalmente, en la Batalla de Ad Decimum (13 de septiembre de 533). La batalla
estuvo a punto de convertirse en una derrota bizantina: Gelimer había elegido bien su posición y
tuvo algunos éxitos contra las fuerzas enemigas en la calzada principal. Los bizantinos, por su
parte, parecían dominar tanto en el lado derecho como el izquierdo de la calzada. Sin embargo, en
el momento álgido de la batalla, Gelimer se distrajo con la noticia de la muerte de su sobrino.
Esto dio a Belisario la oportunidad de reagruparse, y continuó hasta alcanzar la victoria y
apoderarse de Cartago.
Una segunda victoria en la Batalla de Ticameron terminó con la rendición de Gelimer a
comienzos del año 534, en el Monte Papua, permitiendo que las antiguas provincias romanas del
norte de África fueran incorporadas de nuevo al Imperio. En reconocimiento por este logro,
Belisario recibió un triunfo (el último que jamás fue otorgado en la historia del Imperio Romano)
a su vuelta a Constantinopla. En la procesión que se llevó a cabo en la celebración se mostraron
los despojos del Templo de Jerusalén, que estaban en poder de los vándalos y que se habían
recuperado de su capital. Se imprimieron medallas en honor de Belisario con la inscripción
Gloria Romanorum, si bien no parece que ninguna haya llegado hasta nuestros días. Belisario
también fue nombrado cónsul único en 534, siendo uno de los últimos individuos en ocupar este
puesto que para entonces ya era un mero puesto simbólico, reliquia de la antigua República
romana.

Contra los ostrogodos


El emperador Justiniano estaba ahora resuelto a recuperar todo el territorio posible de lo que
anteriormente había sido el Imperio Romano de Occidente (y más teniendo en cuenta que gracias
a la "Paz Eterna" podía concentrar sus esfuerzos sin tener que protegerse de invasiones
orientales). En el año 535 ordenó a Belisario atacar a los ostrogodos.

Belisario capturó rápidamente la isla de Sicilia y luego cruzó a Italia, donde capturó Nápoles y
Roma en 536. El siguiente año logró defender la ciudad de Roma ante el contraataque de los
godos, y se desplazó al norte para tomar Mediolano (actual Milán) y en 540 la capital ostrogoda
de Rávena, donde capturó al rey godo, Vitiges. Poco antes de la toma de Rávena, los ostrogodos
ofrecieron a Belisario convertirse en el emperador de Occidente. Belisario simuló aceptar con la
finalidad de que le permitiesen la entrada en Rávena acompañado de sus tropas veteranas. Sin
embargo, una vez dentro, Belisario capturó a Vitiges y aprovechó la falta de liderazgo en las
tropas godas para asegurar la ciudad. Con ello, proclamó la captura de Rávena en nombre de su
emperador, Justiniano.

Es posible que la oferta de los godos hiciese surgir sospechas en la mente de Justiniano. El hecho
es que Belisario fue apartado del mando de Italia, y llamado de nuevo a Oriente para encargarse
de la conquista persa de Siria, una provincia que, por otra parte, era crucial para el imperio (los
persas hacía poco que habían vuelto a las hostilidades con Bizancio). Belisario llegó al campo de
batalla y llevó a cabo una breve e inconclusa campaña militar durante los años 541 y 542.
Finalmente logró negociar una tregua (ayudado con el pago de una cuantiosa suma de dinero, de
unas 5.000 libras de oro), en la cual los persas se comprometieron a no atacar territorios
bizantinos en un plazo de cinco años.

Belisario vovió a Italia en 544, y se encontró que la situación había cambiado enormemente. En
541 los ostrogodos habían elegido a Totila como nuevo líder, y se habían embarcado en una nueva
campaña contra los bizantinos, recapturando todo el norte de Italia e incluso expulsando a los
bizantinos de Roma. Belisario logró volver a tomar Roma brevemente, pero su campaña en Italia
resultó un fracaso, gracias en gran medida a la ausencia de apoyo en cuanto a provisiones y
refuerzos desde Constantinopla (provocada probablemente por la ausencia de apoyo imperial,
dado que Justiniano por entonces veía en Belisario a un peligroso candidato potencial al trono).
Justiniano lo relevó del cargo, dejando al mando al eunuco Narsés , que fue capaz de llevar la
campaña a buen término (en este caso, con un apoyo imperial mayor). Por su parte, Belisario se
retiró de la vida militar.
Últimas campañas y final de su vida
A su regreso definitivo a Constantinopla recibió el título de "magister militum per Oriente".
Belisario se vio obligado a volver a la vida militar en el año 559, debido a que un ejército de
eslavos y búlgaros cruzó el Danubio invadiendo por primera vez territorio bizantino (a dicha
invasión las fuentes bizantinas se refieren como hunos, si bien se cree que se trataba de eslavos
procedentes de la actual Rusia), y amenazando incluso la propia Constantinopla. Justiniano volvió
a llamar a Belisario, y le encargó defender la capital del Imperio frente al ataque. En su última
campaña, Belisario derrotó a los búlgaros y los expulsó de nuevo al otro lado del río.

En el año 562 Belisario fue juzgado en Constantinopla acusado de corrupción. El cargo parece
algo falseado, y las investigaciones modernas sugieren que un enemigo suyo, su anterior
secretario Procopio de Cesarea, autor de Historia Secreta, fue el encargado de juzgarlo. Belisario
fue encontrado culpable y fue encarcelado. Sin embargo, poco después de la condena Justiniano
lo perdonó, ordenó su puesta en libertad, y le devolvió el favor real en la corte.

Belisario y Justiniano murieron con pocas semanas de diferencia entre ellos, ambos en el año 565.
Entre los dos habían incrementado el tamaño del imperio en un 45%.

La leyenda de Belisario como mendigo ciego


De acuerdo con una historia que fue ganando popularidad durante la Edad Media, se dice que
Justiniano ordenó que a Belisario le fuesen sacados los ojos, y que se le redujese al estado de un
mendigo, condenado a pedir a los viandantes que "diesen un óbolo a Belisario" (date obolum
Belisario), antes de que fuese perdonado. La mayoría de los estudiosos modernos creen que la
historia es apócrifa, si bien Philip Stanhope, un filólogo británico del siglo XIX que escribió su
obra Life of Belisarius (la única biografía exhaustiva del general) creía que la historia era cierta.
Tras un estudio de las fuentes primarias, Stanhope desarrolló una argumentación que defendía su
autenticidad, si bien dicha argumentación no es del todo convincente.

Aunque la leyenda permanece siendo muy dudosa, tras la publicación de la novela de Jean-
François Marmontel, Belisario, en 1767, esta historia se convirtió en un tema bastante popular
para sucesivos pintores de finales del siglo XVIII, que vieron un cierto paralelismo entre la forma
de actuar de Justiniano y la represión impuesta por sus gobernantes. Por ello, la novela de
Marmontel fue censurada públicamente por Louis Legrand. Marmontel y los pintores y escultores
(hay un busto de Belisario realizado por el escultor francés Jean-Baptiste Stouf en el Museo J.
Paul Getty) representaron a Belisario como una especie de santo, en el sentido no religioso del
término, que compartía el sufrimiento de los pobres y necesitados. La más famosa de estas
pinturas, realizada por Jacques-Louis David, combina temas de caridad (el alma del que da),
injusticia (Belisario) y la reversión radical del poder (el soldado que reconoce a su antiguo
comandante). Otros lo retratan ayudado por los pobres tras ser rechazado por los poderosos.

Narsés (478-573), fue junto a Belisario, el principal general de Justiniano I, emperador del
Imperio Bizantino.
Su primera actuación destacada fue su contribución a sofocar la rebelión de Constantinopla, en el
532.

En el 538 acudió a Italia a reforzar la campaña de conquistas emprendida por Belisario. Belisario
fue llamado a Constantinopla tras fracasar en el intento de sofocar la rebelión ostrogoda, y fue
mandado el general Narses, que conseguirá vencer en una larga guerra. El ejército de Totila será
derrotado en la batalla de Busa Gallorum, en Umbría hacia el 552. En el 554 después de
prácticamente veinte años de guerra, Justiniano consideraría cumplido el objetivo con la
recuperación de las zonas de Italia, Dalmacia y Sicilia. Se mantuvo activo en su cargo hasta los
últimos años de su vida.

Persecución y abolición de las religiones no


cristianas
La política religiosa de Justiniano reflejó la convicción imperial en que la
unidad del Imperio presuponía necesariamente la unidad de fe; y ello
significaba indudablemente que esta fe sólo podía ser la ortodoxa.
Aquéllos que profesasen una fe distinta, sufrirían directamente el
proceso iniciado en la legislación imperial, que con Constancio II
continuaba ahora con ferocidad. El Codex recogía dos leyes (Cod., I., xi.
9 y 10) que decretaban la destrucción total de la cultura helenista,
incluso en la vida civil, y sus disposiciones sería puestas en práctica con
virulencia. Las fuentes contemporáneas (Juan Malalas, Teófanes y Juan
de Éfeso) refieren graves persecuciones contra los no cristianos, incluso
de personas en las altas esferas.

Quizá el hecho más lamentable tuvo lugar en 529 cuando la Academia


platónica de Atenas fundada por Platón, y que funcionaba desde 361
A.C. pasó a estar bajo control estatal por orden de Justiniano,
consiguiendo así la extinción real de esta escuela de pensamiento
helenista. El paganismo sería activamente reprimido: sólo en Asia
Menor, Juan de Éfeso afirma haber convertido a 70.000 paganos(cf. F.
Nau, en Revue de l'orient chretien, ii., 1897, 482). También otros
pueblos aceptaron el cristianismo: los hérulos (Procopio, Bellum
Gothicum, ii. 14; Evagrio, Hist. eccl., iv. 20), los hunos que habitaban
junto al Don (Procopio, iv. 4; Evagrio, iv. 23), los abasgios (Procopio, iv.
3; Evagrio, iv. 22) y los tzani (Procopio, Bellum Persicum, i. 15) en el
Cáucaso.
El culto de Amón en Áugila en el desierto libio fue prohibido (Procopio,
De Aedificiis, vi. 2), de igual modo que los restos del culto de Isis en la
isla de File junto a la primera catarata del Nilo (Procopio, Bellum
Persicum, i. 19). El presbítero Julián (DCB, iii. 482) y el obispo Longino
dirigieron una misión a la tierra de los nabateos (Juan de Éfeso, Hist.
eccl., iv. 5 sqq.), y Justiniano trató de reforzar el cristianismo en Yemen,
enviando allí a un eclesiástico egipcio (Procopius, Bellum Persicum, i.
20; Malalas, ed. Niebuhr, Bonn, 1831, pp. 433 sqq.).

También los judíos sufrieron estas medidas, pues, no sólo vieron


restringidos sus derechos civiles por parte de las autoridades (Cod., I.,
v. 12), que asimismo amenazaron su privilegios religiosos (Procopio,
Historia Arcana, 28), sino que, por su parte, el emperador interfirió en
los asuntos internos de la sinagoga (Nov., cxlvi., 8 feb. 553) y prohibió
el uso de la lengua hebrea para el culto divino. A aquéllos que se
opusiesen a estas medidas se les amenazaba con castigos corporales, el
exilio y la pérdida de sus propiedades. Los judíos de Borium, cerca de la
Gran Sirte, que habían opuesto resistencia a Belisario durante su
campaña contra los vándalos, tuvieron que convertirse al cristianismo y
su sinagoga fue transformada en una iglesia (Procopio, De Aedificiis, vi.
2).

El emperador se encontró con una mayor resistencia entre los


samaritanos, que resultaron más refractarios a la imposición del
cristianismo y se rebelaron repetidas veces. Justiniano les hizo frente
con rigurosos edictos, pero no pudo evitar que a finales de su reinado se
produjesen hostilidades contra los cristianos en Samaria. La política de
Justiniano también suponía la persecución de los maniqueos, con el
consiguiente exilio y amenaza de pena de muerte (Cod., I., v. 12). En
Constantinopla, en un caso, un cierto número de maniqueos fue
ejecutado en presencia del propio emperador: algunos quemados y
otros ahogados (F. Nau, en Revue de l'orient, ii., 1897, p. 481).

Política eclesiástica
De igual modo que en su administración secular, el despotismo estaba
presente en la política eclesiástica imperial. Justiniano trató de regular
todo, tanto en la religión como en la ley.

A comienzos de su reinado, consideró oportuno promulgar por ley su


creencia en la Trinidad y en la Encarnación, y amenazar a todos los
herejes con sanciones (Cod., I., i. 5); mientras que declaraba a
continuación que a través de la ley pretendía privar a quienes fuesen
contrarios a la ortodoxia de ejercer como tales (MPG, lxxxvi. 1, p. 993).
Hizo del credo niceno-constantinopolitano el símbolo único de la Iglesia
(Cod., I., i. 7), y confirió fuerza legal a las disposiciones canónicas de los
cuatro concilios ecuménicos (Novellae, cxxxi.). Los obispos que
asistieron al Segundo Concilio de Constantinopla en 536 reconocieron
que en la Iglesia no se podía hacer nada en contra de la voluntad y de
las órdenes imperiales (Mansi, Concilia, viii. 970B); aunque también es
cierto que el emperador no dejó pasar ninguna oportunidad para
reafirmar los privilegios de la Iglesia y el clero, así como proteger y
extender el monacato.

De hecho, si no fuese por lo evidente del carácter despótico de sus


medidas, casi cabría la tentación de apodarlo “padre de la Iglesia”, pues,
tanto el Codex como las Novellae contienen numerosas normas sobre
donaciones, fundaciones y la administración de la propiedad eclesiástica;
la elección y derechos de los obispos, sacerdotes y abades; la vida
monástica; las obligaciones de residencia del clero; el modo de llevar a
cabo las ceremonias; la jurisdicción episcopal, etc. Justiniano también
reconstruyó la iglesia de Santa Sofía, cuya construcción original había
sido destruida durante las revueltas Niká. La nueva Santa Sofía, con sus
numerosas capillas y altares, su gran cúpula dorada y sus
extraordinarios mosaicos, se convirtió en el centro y monumento más
visible de la ortodoxia oriental en Constantinopla.

Relaciones con Roma


A partir de mediados del siglo V, los emperadores de Oriente tuvieron
que enfrentarse con problemas cada vez más graves en el campo de la
política eclesiástica. Los radicales de cualquiera de las tendencias se
sentían rechazados por el credo que había adoptado el Concilio de
Calcedonia con la intención de mediar entre las distintas posturas
dogmáticas. La carta del papa León I a Flaviano de Constantinopla fue
considerada en el Este como obra de Satán, de modo que nadie quería
oír hablar de la iglesia de Roma. Los emperadores, sin embargo, se
enfrentaban a un doble problema: por un lado tenían que mantener una
política de preservación de la unidad entre Oriente y Occidente, entre
Constantinopla y Roma, y esto sólo era posible si no se desviaban de la
línea definida en Calcedonia. Por otra parte, las facciones que en Oriente
se habían visto más afectadas y apartadas a raíz del Concilio de
Calcedonia, debían ser moderadas y apaciguadas. Este problema sería
en la práctica más complejo ya que los grupos disidentes orientales
superaban a los partidarios de Calcedonia en Oriente, tanto en fuerza
numérica como en habilidad intelectual, de modo que el curso de los
hechos demostraría la incompatibilidad de ambos objetivos: quien
optase por Roma y Occidente debía renunciar a Oriente, y viceversa.
Justiniano se estrenó en el campo de la alta política eclesiástica poco
después del ascenso al trono de su tío en 518, poniendo fin al cisma
monofisita que había dominado las relaciones entre Roma y Bizancio
desde 483. El reconocimiento del a sede romana como máxima
autoridad eclesiástica (cf. Novellae, cxxxi.) fue la clave de su política
occidental, lo que resultó ofensivo para muchos en Oriente; sin
embargo, no dudó en actuar de forma despótica en sus relaciones con
los papas, en concreto con Silverio y Vigilio. Su política ante Roma,
aunque a veces incoherente, no dejaba de ser una política de grandes
miras, y aunque nunca pudo llegarse a un acuerdo, por el rechazo del
ala más dogmática de la iglesia, gracias a sus sinceros esfuerzos de
reconciliación se ganó la aprobación de la mayor parte de la iglesia. Una
muestra de tal actitud la tenemos en la controversia teopasquita: al
principio Justiniano creía que se trataba de una cuestión meramente
lingüística, pero poco a poco se dio cuenta de que la fórmula en
discusión no sólo debía ser ortodoxa, sino que también podía ser útil
como medida conciliatoria ante los monofisitas, e intentó en vano este
acuerdo en la conferencia religiosa con los seguidores de Severo de
Antioquía en 533.

De nuevo, Justiniano aprobó el decreto con el edicto religioso de 15 de


marzo de 533 (Cod., L, i. 6), y se congratuló de que el papa Juan II
admitiese la ortodoxia de la confesión imperial (Cod., I., i. 8). De este
modo remedió en parte el grave error que había cometido tiempo atrás,
después del ascenso de Justino, cuando indujo una persecución de los
obispos y monjes monofisitas, y se enemistó así con las poblaciones de
muchas regiones y provincias. Su objetivo constante era ahora ganarse
a los monofisitas, sin tener que abjurar el credo de Calcedonia. Para
muchos miembros de la corte no llegó lo suficientemente lejos en este
sentido: en concreto Teodora se habría alegrado de ver a los monofisitas
más favorecidos. Justiniano, sin embargo, se reprimió en este tipo de
medidas a causa de las complicaciones que se habrían desatado con
Occidente.

Corpus Iuris Civilis


Corpus Iuris Civilis (en español, Cuerpo de Derecho Civil) es la más
importante recopilación de derecho romano de la historia. Fue realizada
entre 529 y 534 por orden del emperador bizantino Justiniano (527-565)
y dirigida por el jurista Triboniano. Su denominación proviene de la
edición completa de las obras que la componen publicada, por Dionisio
Godofredo, en Ginebra el año 1583.

Gracias a la existencia de esta colección, se ha podido conocer el


contenido del antiguo derecho romano, siendo fundamental para los
sistemas jurídicos modernos, especialmente de tradición continental.

Antecedentes
Justiniano emperador de Bizancio hizo reunir todas las constituciones
desde Adriano hasta sus días, haciendo variaciones. Clasificó el todo por
materias bajo diferentes títulos y formó de ellos una sola obra que
apareció en el año 530 conocida con el nombre de Codex Justiniano o
Código de Justiniano. El código estaba compuesto por doce libros y fue
confirmada por constitución del emperador. Prohibió también los
antiguos edictos (también conocido por Antiguo Código).

Un pensamiento tan útil y acertado como era el de reunir todas las leyes
en una sola obra, indujo bien a Justiniano a publicar bajo su nombre
otras colecciones legales a las que dio fuerza obligatoria.

Así que concluidas las constituciones, encargó a Triboniano, uno de los


principales redactores del Antiguo Código, y al cual asoció otros diez y
seis abogados de nota, que tomara de las obras de los juriconsultos más
célebres, todas aquellas doctrinas de que aun se podía hacer uso en la
práctica: reuniendo estos extractos por materias y bajo diferentes
títulos, sin necesidad de atenerse en la elección de estas doctrinas al
orden establecido por Valentiniano en la ley de citación, ni de conservar
fielmente la letra de sus textos dejando aparte lo que había quedado en
desuso.

Esta obra fue redactada en tres años durante los cuales se compulsaron
los escritos de treinta y nueve juriconsultos, cuyas sentencias se
tomaron las más de las veces, no de sus mismas obras, sino de otras en
que habían sido insertadas, por efecto de la precipitación y de la
impaciencia con que se trabajó.

Toda esta inmensa compilación se llamó Digesta o Pandecta también


conocida con el nombre de Iuris enucleati ex omni veteris juri collecti.
Cada extracto que se componía de un principium y de uno o mas
paragraphi citándose en una inscripción el nombre y la obra de un
juriconsulto, de donde estaba tomado. Estaba destinada a la práctica y
en cuanto al orden de materias se atendió al antiguo edicto.
Se publicó a fines del año 533 confirmada por el emperador y la obra
estaba dividida en cincuenta libros en siete partes que corresponde al
Edicto. La primera en el libro I, la segunda en el V, la tercera en el XII,
la cuarta en el XX, la quinta en el XXVIII, la sexta en el XXVI, y la
séptima en el XLV.

La primera de ellas titulada Prota contiene una exposición de las


doctrinas generales. La segunda de judiciciis las acciones reales. La
tercera de rebus todos los contratos exceptuando las estipulaciones. La
cuarta libri singulares los testamentos y tutelas. La quinta libri
singulares legados fidecomisos. Las sexta y séptima al derecho en
general.

Por otra parte se necesitaba una obra más general que enseñara los
principios del derecho a los jóvenes aprendices de derecho y Triboniano
junto Teófilo y Doroteo formaron un sistema de derecho muy
compendiado con el nombre de Instituta. En esta obra se habían de
presentar los primeros principios de la ciencia y consultar a la práctica
moderna. También se tuvo en cuenta Institutas de Gajus y las nuevas
constituciones de Justiniano.

Hubo una posterior revisión en la fecha de 16 de noviembre del año 534


con el nombre de Codex repetitae praelectionis. Esta obra contenía los
rescriptos de los emperadores que reinaron desde Adriano hasta
Constantino I y los edictos y leyes de los sucesores de este emperador
hasta el reinado de Justiniano. Se dividió en doce libros repartidos por
títulos en los cuales están colocadas las constituciones según la materia
a que pertenecen y puestas por el orden cronólico.

Después de publicadas estas colecciones legales el reinado de Justiniano


se prolongó treinta años mas dictándose multitud de constituciones y
decretos que son conocidas con el nombre de Novellae constitutiones.
Se conservaron por mucho tiempo separadas y hoy en día debemos
tenerlas reunidas a una combinación hecha por los glosadores,
compuesta de nueve colaciones. Cada colación comprende muchos
títulos y en ellos se contiene generalmente una novela, pero la novela
octava comprende dos que son el segundo y el tercero de la segunda
colación. Los glosadores no admiten en las nueve colaciones mas que
noventa y siete novelas, que forman por consiguiente noventa y ocho
títulos.A las demás las miraban como inútiles, llamándolas,
extravagantes o novellae estraordinarias, las que se añadieron en un
principio a la novena colección, hasta que La Conte las incorporó a la
edición no glosada que dio en 1571.De manera que ahora hay 168
novelas, de las cuales 160 son de Justiniano (Las novelas 140 y 144 son
de Justino el Joven, las 161, 163 y 164 son de Tiberio, y las 166 y 168
son edictos de los praefecti pretorio). A esta colección de novelas siguen
trece Edictos del mismo emperador, que en la realidad son iguales que
aquellas, diferenciándose solo de aquellas en que estas solo contienen
disposiciones locales de poca utilidad.

También bajo el epígrafe de Tractatus ad jus varii suelen comprenderse


también en el mencionado cuerpo del derecho las leyes de las XII Tablas
según Ciceron y a los trabajos de Gothofredo.

También se comprenden en el cuerpo del derecho otras constituciones


del emperador Leon y el libro de los feudos posterior a Justiniano.

Por otra parte se ha de resañar del Corpus Iuris Civilis lo siguiente:


que si Triboniano era dueño de escoger en las obras antiguas los textos
que fuesen más de su agrado, no estaba por eso en las facultades del
emperador, dispensarle de estractar bien y fielmente lo que aquellas
contenían. Como legislador supremo podía muy bien Justiniano rechazar
los actos de los Antoninos y condenar como sediciosos los principios de
libertad que hasta entonces habían sostenido los últimos legisladores del
Imperio Bizantino. Pero los hechos pasados estaban ya fuera de los
límites de su poder. El emperador Justiniano de alguna manera alteró los
antiguos textos y poniendo bajo los respetables nombres de sus
antecesores ideas serviles, nacidas en los últimos tiempos del Imperio
Bizantino y desfigurando respetables decisiones que representaban las
ideas de los antiguos emperadores. Estas alteraciones son las
denominadas Emblemata Triboriani.

Incluso el propio Justiniano hace la siguiente confesión en el Código


Justiniano. I.til. XVIII, leg.3. n 10 de estas alteraciones en el que pondré
un extracto que es el siguiente: Nomina quidem veteribus servavimus;
leg um autem veritatem nostram fecimus. Itaque, si quid erat in illis
seditiosum, multa autem talia erant, ibi reposita, hoc decisum est ac
definitum et in perpicuum finem deducta est quaeque lex...

Contenido
Tradicionalmente se compone de cuatro partes:

• Digesto o Pandectas (531 - 533; en cincuenta libros, síntesis de


fragmentos de las obras de grandes jurisconsultos sobre
legislación; estos reunían iuras, que eran textos escritos que
recopilaban los antiguos precedentes del Derecho Romano). El
origen de estos nombres son los siguientes:el nombre de Digesta
viene de diggere in partes, porque el emperador Justiniano dividió
la obra en siete partes y el de Pandectas, poque contenía todo
aquello que podía ser de alguna utilidad.
• Institutas o Instituciones (533; manual de Derecho en cuatro
libros, que sigue el modelo de instituciones de Gayo)
• Constituciones (recopilación de leyes imperiales anteriores a
Justiniano)
• Novelas ( 534 – 565; con un total de ciento sesenta y ocho, son
una complementación a los textos; son las leyes recopiladas por
los sucesores de Justiniano. Casi todas están redactadas en
griego)

Influencia e importancia
Se llama pues Corpus Iuris Civilis a la reunión de las leyes romanas,
formada bajo el reinado y según las órdenes del emperador Justiniano.
Se puede destacar el mérito histórico, legal y filosófico de esta colección
de leyes o cuerpo de Derecho Romano. Es una de esas obras en la que
los legisladores posteriores a su publicación durante los trece siglos
posteriores tuvieron como fuente, utilizando sus decisiones y preceptos.

El Corpus Iuris Civilis fue retomado a partir del siglo XI en la


Universidad de Bolonia por la escuela de los Glosadores, formando una
recopilación que ejercería una gran influencia en todo el Derecho
europeo posterior. Sirvió para educar a generaciones de juristas que,
posteriormente, aplicarían sus conocimientos en el ejercicio del derecho
en sus países de origen.

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