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cuatro pinturas del antiguo retablo mayor

tratando de recomponerlo. Son escenas de la Vida


de San Vicente, obra de Juan de Uceda (2) y de
Francisco Varela (2).
En los últimos años de su vida Juan de Uceda
contrató la ejecución de las pinturas del retablo
mayor de la iglesia de San Vicente. La realización
comenzó en 1629 y en 1631, año de su muerte,
aún no había concluido, correspondiendo esta
tarea a Francisco Varela. Las dos obras que
corresponden a Uceda, como las restantes del
retablo, se encuentran en nuestros días
oscurecidas y repintadas, siendo difícil su
correcta valoración. Son estas dos pinturas “El
martirio de San Vicente en el potro” y “La
historia de la cama de rosas”.
En 1631, Francisco Varela se encargó de concluir
las pinturas de dicho retablo. En este conjunto
pictórico realizó “El Martirio de San Vicente en la
parrilla” y “San Vicente con el obispo Valerio
ante el emperador Decio”, obras que están
firmadas por Varela y cuya fecha es 1636. La
primera fue recientemente restaurada.

CAPILLA HERMANDAD DE LAS SIETE


PALABRAS.
La Capilla de la Hermandad de las Siete Palabras
es de planta cuadrangular, cubierta por una un Cristo crucificado de madera de cedro o
bóveda ochavada, sustentada por medio de ciprés, de dos varas de alto y que se había de
trompas. entregar acabado de policromía, en 1682. La
iconografía representada era la de Cristo de la
Preside la misma el Santísimo Cristo de las Siete
Sangre o Cristo como Fuente de la Vida.
Palabras, imagen del escultor Felipe Martínez
(1681-82); a sus pies se halla la efigie de Nuestra Se puede identificar al Crucificado contratado
Señora de los Remedios, talla de Manuel por Felipe Martínez con la imagen hoy titular de la
Gutiérrez Reyes-Cano (1865) y también San Juan hermandad de las Siete Palabras.En primer lugar,
Evangelista, obra de José Sánchez (1859). En el dimensiones y materiales coinciden. El
paso de misterio estas figuras son acompañadas crucificado de las siete Palabras mide 1,67 m. (dos
por las Tres Marías, realizadas por Manuel vara aproximadamente) y es de madera de cedro.
Gutiérrez Reyes-Cano (1865-66). En segundo lugar, se trata de un crucificado vivo,
El Cristo de las Siete Palabras es obra del escultor adecuado para la iconografía representada por la
Felipe Mar tínez (1681-82). Atribuida hermandad de las Siete Palabras en su paso de
tradicionalmente tanto al círculo de Pedro Roldán misterio. Se podría objetar que el actual
(Antonio Hernández Parrales, Palomero) como crucificado de las Siete Palabras carece de la
al de Jerónimo Hernández (José Hernández Díaz, quinta llaga, la del costado, que es consustancial a
el propio Palomero, F. García de la Concha). las representaciones de Cristo de las Sangre.
Procede de la extinguida iglesia del convento de Pero un detenido estudio mediante luz rasante de
San Francisco de Paula y le fue cedida en depósito la zona del costado derecho de la talla y a la altura
a la hermandad de las Siete Palabras en 1881, que donde podría situarse la llaga producida por la
lo convierte en su imagen titular. En dicha iglesia lanzada revela la existencia de una pequeña
tan sólo existía un crucificado que perteneció a la estructura rectangular de madera, a modo de tapa,
extinguida hermandad del Cristo de la Sangre. Y que se incrusta en la talla intentando disimular la
precisamente para esta hermandad el imaginero huella de la llaga que en origen tendría. Así se
Felipe Martínez en 1681 se compromete a realizar comprende la restauración de Emilio Pizarro

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para adaptar su iconografía: eliminación de la llaga bajo el tocado. Imagen de candelero, de vestir.
del costado mediante la pieza de madera estucada, En el lado de la Epístola de la Capilla se sitúa la
repolicromía de la imagen en tonos claros y maravillosa talla completa de la Virgen de la
sustitución de la cruz arbórea. Cabeza (de Gloria),
El análisis estilístico de la imagen revela caracteres o b r a d e Ro q u e
formales propios del barroco de la segunda mitad Balduque (hacia
del siglo XVII y no del romanismo de fines del 1550-54). Es una
siglo XVI. En el conjunto de la talla puede verdadera joya
observarse una técnica de ejecución suelta y artística, como otras
desenfadada: el tratamiento de la anatomía, de efigies del mismo
carácter naturalista, presenta un modelado blando autor y círculo
y simplificado que proporciona suaves transiciones iconog ráfico.
de luz; el sudario, seguramente original, es de Destacan los
reducido tamaño y con cuerda que lo sujeta y sinuosos drapeados
permite observar una técnica abocetada, a base de de rítmicos pliegues
grandes planos; la expresiva cabeza, en fin, de ora curvilíneos ora
acusados perfiles en el rostro y con cabellera y verticales, que caen
barba talladas a base de amplios golpes de gubia con aplomo casi de
que dibujan masas compactas remite claramente a cariátide, virtuo-
la técnica empleada en Sevilla desde mediados del samente esculpidos
siglo XVII. en la madera. El
Felipe Martínez es un escultor prácticamente porte señorial, majestuoso, de auténtica
desconocido, pero hijo del también escultor “teotocos”. El encanto del Niño Jesús, que parece
Alonso Martínez, ahijado del flamenco José de surgir de nuevo del vientre mater no,
Arce y yerno del pintor Juan Valdés Leal. Pertenece cariñosamente ceñido a la cintura de la Virgen. La
a la generación de La Roldana y Francisco A. Ruiz gravedad, gracia y frescura de su divino semblante.
Gijón. Rememora las Siete Palabras de Cristo en la En definitiva, la imagen toda.
Cruz (concretamente la Tercera). En el mismo sector se encuentra una magnífica
En el año 1992 volvió a ser restaurado por Enrique pintura de la Virgen de los Remedios, obra de
Gutiérrez Carrasquilla y Pedro Manzano, que le Pedro Villegas Marmolejo (hacia 1590).
devolvieron su policromía original, seguramente La Virgen de los Remedios es una bellísima pintura
alternada por Emilio Pizarro, y le entreabrieron los sobre tabla, rematada en medio punto. Constituía
ojos entre otras cosas. Sustituyó como Titular de la la tabla central del retablo de Villegas que existía en
Hermandad a otra imagen Cristífera que se la capilla de los Vargas de la Parroquia de San
encuentra hoy en día en la localidad onubense de Vicente. En ella aparece la firma del pintor,
Cartaya.
La Virgen de los Remedios ofrece la particularidad
de ser la única dolorosa antigua que tiene sus ojos
de cristal en color más claro que lo habitual, como
azulados. Dirige su mirada hacia arriba, pues
compone la clásica y devota escena del Calvario,
junto a San Juan.
En el lado del Evangelio de la Capilla se halla la
imagen dolorosa de Nuestra Señora de la Cabeza,
realizada por Emilio Pizarro (1878) (origina-
riamente como el Ángel de la Justicia del Misterio
alegórico del Corazón de Jesús) y reconvertida en
Virgen por Manuel Escamilla (1956).
La imagen de la Virgen de la Cabeza tiene el rostro
menudo, de cálidas carnaciones, animado por los
ojos de cristal sombreados por espesas pestañas,
las lágrimas que surcan sus mejillas y la espléndida
cabellera de pelo natural que asoma tímidamente

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