Vous êtes sur la page 1sur 75

TEMA 1: APROXIMACIÓN A LA DELINCUENCIA JUVENIL.

CARACTERÍSTICAS DE LA CONDUCTA ANTISOCIAL EN LA


DELINCUENCIA Y LA JUVENTUD. DIFERENCIAS CON CONCEPTOS
AFINES.

. LA DELINCUENCIA GENERAL EN CIFRAS.

Según el Centro Sofía para el estudio de la delincuencia :

- Entre 2000 y 2004 la incidencia de delitos en España ha aumentado


un 1.43% (Media nacional de aumento).
- En Murcia el aumento ha sido de 9.08%
- En Baleares un 49%
- Madrid 13.38%
- C.Valenciana 20.55%
- Aragón 4.40%
(ver cifras en anexo 1º)

Existen zonas donde esta tasa ha descendido :


- En Ceuta ha descendido un 23.70%
- Canarias un 22.30%
- Cantabria 19.31%
- Cataluña 19.86%

. LA DELINCUENCIA JUVENIL EN CIFRAS.

Jóvenes (16 a 21 años) detenidos entre 2000 y 2004.


- En 2002 el 19.78 % eran jóvenes .
- En 2003 era el 18.69%.
- En 2004 se produce un pequeño descenso hasta el 17%.

Visto por grupos de EDAD :

2000 2001 2002 2003 2004


<14 años 2785 1199 971 907 761
(-72%)
14 y 15 7722 9390 9314 8600 8244
años (+6.76%)
16 y 17 16610 15915 16385 14802 14879
(-10.43%)
Total 27117 26504 26670 24309 23884
menores (-11.92%)
18 a 20 34768 38289 43710 42336 43357
años (+24.70%)

Nota : Una investigación importante para realizar en una tesis sería, a igualdad de
delito si existe o no igualdad de pena. Ya que no existe un estudio de este aspecto
hasta el momento.

Definición de conducta antisocial (no delincuencia)

● Dificultad en la definición:

- Incluye actos muy diversos (agresión,robo, vandalismo, absentismo


escolar…) que tienen en común la violación de las normas sociales.

- Depende de : la gravedad del acto, la edad (el factor más


importante), la clase social, el sexo, el contexto sociocultural.

Definición de conducta antisocial II

Puede estudiarse desde diferentes planteamientos:

a)Sociológico:
a)Sociológico: “transgresión, socialmente percibida, de reglas, de normas en
vigor en un sistema social dado; es un comportamiento que atenta a la vez
contra las normas sociales y la cohesión o la unidad del sistema” (Mugny,
1980;pág. 97)
Características:
Características: relatividad, contextualización en unas coordenadas
socio-normativas (es decir, se tiene que representar desde el punto de vista de
una época y sociedad concreta).

b) Biología:
Biología: la conducta antisocial está determinada por elementos
constitucionales, neuropsicológicos o fisiológicos, que predisponen al individuo.
Ej: hiperactividad en la niñez es un predisponente alto a la conducta antisocial
futura.

c) Psicología:
c.1. Clínica:
Clínica:
Trastorno de conducta o trastorno disocial:
disocial:
-Sólo se puede aplicar a menores.
-Violación de los derechos básicos de otros.
-Incluye: amenazas, desobediencia, agresión, robo….que suponen un deterioro
de la vida cotidiana del individuo.

Trastorno antisocial del la personalidad:


personalidad:
- Suele iniciarse en la infancia
- El individuo manifiesta desprecio y violación de los derechos de los demás.
- Para el diagnóstico el sujeto debe tener 18 años y haber presentado
trastorno disocial antes de los 15.
-Pueden presentar: impulsividad, agresividad, irresponsabilidad, falta de
remordimientos…

c.2. Conductual:
Fenómeno amplio, que asume diferentes formas de expresión y diferentes
grados

d) Perspectiva legal:
legal:
La delincuencia juvenil: conducta antisocial que tienen una designación legal y,
por lo tanto, puede ser objeto de los órganos de control social. Parte de una
definición socio-normativa.

Origen de la conducta antisocial

Clasificaciones:
1. Ferreiro y otros (1991-1992)
- Características individuales, adquiridas o congénitas.
- Factores ambientales familiares.
- Factores sociales.

2. Wilson y Howel (1995):


- Características individuales
- Influencia de la familia y la escuela.
- Influencia del grupo de pares.
- Efectos de la comunidad y el vecindario

Características de la conducta antisocial (Kazdin y Buela Casal, 1994):

1. Presenta variaciones por edad y sexo (en menores de 18 años) y son


siempre variables significativas o pronóstico.

- Edad : a mayor edad ............................ + probabilidad de delinquir.


Cuando la edad de inicio de la conducta antisocial es temprana, mayor
será en un futuro la proporción y gravedad de los delitos.

- Sexo : proporción delictiva ♂........ 90%


♀ ....... 10%

2. Suele manifestarse a través de diferentes actividades: robo, vandalismo,


absentismo…..

3. Puede estar relacionada o no con otras características de personalidad, p.e.


hiperactividad.

4. Está asociada con determinadas características familiares. (punto muy


importante al que se le dedicará un tema entero)

5. También se relaciona con determinantes ambientales: p.e. hacinamiento

6. Suele ser relativamente estable en el tiempo dependiendo de la edad de


inicio.

Nota : “Monitoring” (english) = “control vigilado”.. término inglés que hace


referencia a saber donde se encuentra el niño (hijo) habitualmente, con quien
va, dónde va, en quien confía, a quien aprecia y a quien desprecia...

Evaluación de la conducta antisocial

1.Población
1.Población institucionalizada.
institucionalizada.

Problemas:
Problemas: gravedad de los actos, efectos de la propia
institucionalización, etiquetaje social.

2. Autoinformes.
Autoinformes.

Problemas:
Problemas: dificultades en el recuerdo, falta de sinceridad, sobreestimación de
delitos menores.

Ventaja:
Ventaja: mayor fiabilidad y validez, la delincuencia juvenil se puede entender
como un continuo,
continuo, facilita el estudio de los procesos relacionados con ella.
CRIMINOLOGÍA II
Teorías explicativas de la delincuencia juvenil

TEMA 2: TEORÍAS SOCIOLÓGICAS

1. INTRODUCCIÓN.

Bajo la denominación las “influencias sociales” hemos acogido un


conjunto de perspectivas teóricas diversas, aunque vinculadas por algunos
elementos comunes:

- Todas estas teorías realzan la importancia de los factores sociales en


la explicación de la delincuencia. Más concretamente, ponen de
relieve el papel explicativo que la desorganización y la falta de
integración social tienen sobre la aparición de la conducta delictiva.
Estas disfunciones sociales dan lugar a que existan diferentes grupos
(raciales, lingüísticos, culturales, etc.) que tienen objetivos, normas y
posibilidades sociales distintas.

- De manera específica, enfatizan la influencia que las interacciones


sociales negativas o problemáticas ejercen sobre la conducta
delictiva. Las relaciones interpersonales problemáticas explican la
delincuencia en la medida que generan en los individuos tensión y
estrés y conducen a la ruptura de los vínculos sociales, o lo que es lo
mismo, a la ruptura del control social informal (que es aquel que
ejercen la familia, la escuela o los amigos).

- El derivado criminológico aplicado de estas perspectivas es el


desarrollo de programas juveniles, familiares o sociales de amplio
espectro que reduzcan la marginación social, aumenten la
integración, reduzcan la tensión social y, también, mejoren el control
social informal. Todas estas estrategias propiciarán que los
ciudadanos acepten las normas y los valores colectivos y que se
impliquen en las actividades convencionales de la comunidad (como
la educación o el trabajo). De esta manera, se favorecerá una mayor
integración social y una reducción del fenómeno delictivo.

2. TEORÍAS CONSENSUALES.
2.1. TEORÍA DE LA ANOMIA Y EL FUNCIONALISMO.

Etimológicamente, anomia significaría en griego la “ausencia de norma”


o “sin regulación”. La idea originaria por la que nacieron las perspectivas
funcionalistas o de la anomia se derivaba también de los postulados de la
escuela de Chicago1 y de su constatación del desorden social. Sin embargo, se
cuestionó que la desviación y la delincuencia se debiesen interpretar como una
mera falta de orden, y por el contrario se vino a considerar que se trataba de
manifestaciones normales de ciertos sectores de la comunidad como reacción
ante determinados problemas sociales. Además, se propugnó que la
delincuencia serviría también para mantener el orden y la cohesión social. Es
decir, el comportamiento delictivo funcionaría como un elemento cohesivo de la
comunidad al permitir a ésta delimitar sus fronteras identificando a los que
están fuera de ella. Así, violadores, ladrones y traficantes de droga sirven a la
colectividad como referentes antinormativos que nos demuestran que todos
nosotros estamos dentro de la norma.
Robert Merton plasmó por primera vez la hipótesis de la ausencia de
norma (anomia) y de la tensión que este estado social genera en los individuos
en un artículo de 1.938 titulado Estructura social y anomia. En un sentido
general, tanto para Durkheim (que introdujo el concepto de anomia en su obra
“el suicidio”) como para Merton “la anomia surge de la discrepancia que existe
entre las necesidades del hombre y los medios que ofrece una sociedad
concreta para satisfacerlas”.

Merton redefinió el concepto de anomia, de una forma más concreta, como


aquel proceso, propio de las sociedades modernas, que resulta del cambio
rápido de los valores sociales, sin que dé tiempo a su sustitución por otros
valores alternativos. Como resultado de ello los individuos se quedan sin
valores y normas que sirvan como referentes para su conducta.

¿Cuáles son los valores que prevalecen en las sociedades modernas?


La sociedad norteamericana y otras sociedades industriales propician en
muchos individuos un conflicto medios-fines en dos sentidos relacionados. El
primero, por la contradicción existente entre el fuerte énfasis cultural que se
asigna a la competitividad y al logro del éxito, y el más modesto acento puesto
en la necesidad de utilizar medios legítimos para su consecución (se presume
que los ciudadanos tenderán al éxito empleando medios legítimos pero la
prioridad cultural enfatiza los fines a los que se debe tender y no tanto los
medios por los que estos fines deben lograrse). En segundo lugar, existe una
discrepancia entre medios y fines que tiene como punto de partida el propio
sistema de clases sociales.

La teoría de Merton distinguiría dos niveles de discrepancia entre medios


y fines: en un nivel social, la disconformidad con los valores y normas
1
La Escuela de Chicago había sugerido a principios del SXX una vinculación estrecha entre estructura urbana y
delincuencia, proponiendo la existencia en la ciudad de una serie de áreas concéntricas asociadas a distintas tasas de
criminalidad. Su hipótesis Principal establecía una relación directa entre el nivel de “desorganización social” de los
diferentes barrios de la ciudad y sus tasas delictivas.
imperantes, con los que ciertos grupos no coinciden, da lugar a la anomia o
ausencia de normas para tales grupos; mientras que en el plano individual, la
disconformidad origina tensión y sentimientos de incomodidad y rebeldía que
pueden conducir a ciertos individuos a optar por la delincuencia como una
solución. Es decir, Merton propondría en realidad dos hipótesis teóricas.

– La primera haría referencia a las características de una sociedad: la


anomia se produciría cuando la estructura social es incapaz de ofrecer
oportunidades legítimas para el logro de los valores culturales.

– La segunda hipótesis tendría que ver con los sentimientos y emociones de


frustración que pueden experimentar los individuos. Ambas hipótesis se
conectarían entre ellas aduciendo que en situaciones de “tensión de la
estructura social” (por la imposibilidad de logro por medios legítimos de los
objetivos sociales) los individuos pueden sentirse “tensionados” y
dispuestos a buscar dichos objetivos por medios no legítimos.

Merton categoriza en 5 tipos las posibles respuestas del individuo frente a


este problema:

- Conformidad: que es el caso de la mayoría de los individuos.


Aunque no puedan acceder al logro máximo de los objetivos sociales
aceptan sin embargo, tanto los objetivos establecidos como los
medios legítimos para llegar a ellos (se admite el trabajo y el esfuerzo
personal como base del éxito).
- Innovación: que tendría lugar cuando el individuo acepta los fines
sociales convencionales pero rechaza los medios más típicos para su
consecución y busca nuevos instrumentos (delictivos o no) para el
logro de sus metas. Aquí incluiría el autor a los delincuentes y
desviados en su mayoría.

- Ritualismo: cuando no se aceptan los objetivos sociales pero sí que


se acepta participar en las actividades convencionales (el trabajo, la
educación y una vida ordenada). Esta respuesta se manifiesta en una
conducta estándar, que no da lugar a ningún tipo de innovación
aunque se prescinda de los fines sociales.

- Retraimiento: cuando ni se aceptan los objetivos sociales ni


tampoco los medios para su logro, pero el individuo se limita a
retraerse del juego social y, de alguna manera, se automargina.
Posible ejemplo una comuna hippy.
- Rebelión: igual que la anterior pero aquí existe una conducta
combativa o activa por cambiar los valores o medios. Ej : okupas,
punkys anti-globalización...

VALORES MEDIOS
CONFORMISMO SI SI
INNOVACIÓN SI NO
RITUALISMO NO SI
RETRAIMIENTO NO NO
REBELIÓN NO NO

Ciertos paralelismos con la teoría mertoniana tiene la formulación teórica


sobre la desviación y la delincuencia realizada por Talcott Parsons. Este autor
concibe la desviación en relación con los conceptos de interacción y de
expectativas normativas que regulan el comportamiento. La teoría de la
desviación de Parsons incluye cuatro conceptos centrales: la tensión, que se
halla en el origen del comportamiento desviado y delictivo; las direcciones de
este comportamiento mediante las que pueden conocerse las tendencias
desviadas; la estructuración de las tendencias desviadas; y el control social,
o las reacciones que se suscitan frente a la desviación o la delincuencia. La
confluencia combinada de estos procesos daría lugar, según los casos, a una
serie de resultados o tipos de comportamiento desviado diferentes: predominio,
ejecución compulsiva, sometimiento, observancia perfeccionista, agresividad
social, incorregibilidad, independencia compulsiva y evasión.

2.2. TEORÍA DE LAS SUBCULTURAS.


Origen y delimitación del concepto de “subcultura”:

El concepto de subcultura nace en la Sociología Criminal para explicar la


conducta desviada de ciertas minorías, concretamente la criminalidad de
jóvenes y adolescentes de las clases bajas, organizados en bandas. Carece,
pues, de pretensiones generalizadoras.
Surge además, tarde, en la década de los 40 adquiriendo carta de naturaleza
con la famosa obra de Cohen “Delinquent boys”.

El concepto de subcultura, por de pronto, presupone la existencia de una


sociedad plural, con diversos sistemas de valores divergentes en torno a los
cuales se organizan los grupos desviados. Implica la necesidad de examinar
desde dentro el mundo de estas minorías, desde la óptica de los propios
desviados, contemplando el delito como una opción colectiva, de grupo. Y, en
el caso específico de la delincuencia juvenil como una decisión simbólica de
rebeldía hacia los valores oficiales de las clases medias, muy distinta de la
actitud racional y utilitaria de la criminalidad de los adultos.

Por otra parte, las teorías subculturales discrepan del análisis ecológico
de la Escuela de Chicago. No les interesa tanto la estructura interna de las
bandas, como el origen de éstas, estrechamente ligado al problema de la
estratificación social. Representan, pues, enfoques de clase social, no
ecológicos ni espaciales o ambientales. Para las concepciones subculturales
no son determinadas áreas (urbanas) deterioradas las que generan la
criminalidad de las clases sociales bajas que habitan las mismas, sino todo lo
contrario: las subculturas criminales son un producto del limitado acceso de las
clases bajas a los objetivos y metas culturales de las clases medias;
instrumento que ofrece a aquellas la posibilidad de obtener formas de éxito
alternativas y sucedáneos en sus ghettos restringidos.
Para las teorías subculturales, el delito no es consecuencia de la
desorganización social, de la carencia o vacío normativo, sino de una
organización social distinta, de unos códigos de valores propios o diferentes
respecto a los de la sociedad oficial: de los valores de cada subcultura.

En todo caso, es necesario un examen singularizado de las diversas


teorías subculturales, porque la propia noción de subcultura recibe, según los
autores acepciones distintas. A menudo se utiliza como sinónimo de
subsociedad o, simplemente, para designar la mera diferenciación de roles.
Otras sin embargo, en el sentido bien distinto de contracultura, lo que acredita
la peligrosa ambigüedad de este término.

A la subcultura pertenecerían las siguientes características según la


opinión mayoritaria:

1. La subcultura es un grupo de rasgos diferenciales respecto a la


sociedad oficial porque institucionaliza particulares formas de ver el
mundo.

2. Su código axiológico o sistema de valores cuenta con una cierta


autonomía, si bien no llega a independizarse por completo de la
cultura dominante.

3. La subcultura tiene también una organización interna que regula las


relaciones de sus miembros. Estructuralmente se aprecia en la
misma un grado de cohesión y un entramado de relaciones similar al
que pueda existir en la sociedad convencional.
4. Las subculturas surgen en un modelo de sociedad plural y
heterogénea. El proceso de interacción con otras personas que
padecen semejantes problemas de adaptación social genera un
sentimiento de solidaridad de grupo y determinados estándares
comunes. La participación en la subcultura aporta así a sus
miembros el estatus que les niega la sociedad mayoritaria.. Por otra
parte, la subcultura prepara al joven para una carrera criminal de
adulto, razón por la que todas estas teorías relacionan
estrechamente la adolescencia de los delincuentes de clases bajas,
las bandas y subculturas y las carreras delictivas.

PRINCIPALES ENFOQUES SUBCULTURALES:

El concepto de subcultura se utiliza por primera vez en la Sociología por


A.M. LEE. Su posterior recepción por la Sociología Criminal se debió, sin
duda, al hecho de que los estudiosos de la delincuencia juvenil durante los
años 50 vieron en el mismo un instrumento útil para analizar y describir una de
sus características más llamativas: la tendencia de los jóvenes a organizarse
en bandas. Las investigaciones de los penitenciaristas sobre el mundo de las
prisiones (subculturas carcelarias) propiciaron también el éxito de este
concepto hasta entonces infrautilizado por las teorías de la anomia y la Escuela
de Chicago.

A) La aportación de KOBRIN:
En 1951 Kobrin, preocupado por el problema de la delincuencia juvenil
en Chicago, observó que en las áreas de más elevada criminalidad existía un
auténtico dualismo de valores o normas, los de la sociedad oficial y los de
ciertas minorías.
Apartándose de los postulados de los ecologistas de la Escuela de Chicago
concluyó que tales áreas no se caracterizaban por una ausencia de valores,
sino que en las mismas coexistían ambos códigos axiológicos: el criminal y el
convencional.

A su juicio, “las subculturas criminales se originan en una situación de


hostilidad de grupo. Son en definitiva, una expresión colectiva de las
adaptaciones del individuo a las necesidades defensivas del yo. El conflicto
cultural generado en esta situación se reflejaría psicológicamente en la
interiorización por el delincuente de una actitud valorativa ambivalente,
dualista, que acreditaría, por ejemplo, su destructividad agresiva”.

B) La teoría subcultural de COHEN:


Cohen trató de verificar por qué se observan tasas de criminalidad
desproporcionadamente elevadas en las estadísticas oficiales entre los jóvenes
de las clases bajas de los barrios pobres concluyendo que el comportamiento
delictivo del joven refleja una protesta contra las normas y valores de las clases
medias de la cultura norteamericana. Puesto que la estructura social impide al
joven de las clases bajas el acceso al bienestar por vías legales, experimenta
un conflicto cultural o estado de frustración que determina la integración del
mismo en una subcultura separada de la sociedad o cultura oficial y que posee
un sistema de valores directamente enfrentados a los de aquélla; una
subcultura no utilitaria, maliciosa y negativa que toma sus normas de la
sociedad convencional para darles inmediatamente la vuelta.
Según Cohen la subcultura criminal se caracteriza por varias notas:

1- Es gratuita (no lucrativa; en el sentido de que los propios hechos


criminales no persiguen la obtención de un beneficio económico sino
otros objetivos), maliciosa (por cuanto la satisfacción deriva
precisamente de la disconformidad de los otros), destructiva (porque
se enorgullece de hacer aquello que es incorrecto según los
estándares de las clases medias).

2- Una actitud valorativa ambivalente, cuando menos respecto a las


normas de la cultura oficial. Hedonismo inmediato porque la
subcultura propugna una satisfacción inmediata frente a la
postergación del placer que caracteriza la actitud de las clases
medias. Espíritu de grupo en cuanto intolerancia de toda restricción o
limitación que trate de ejercerse desde el exterior de la propia
subcultura.

3- La subcultura criminal es una subcultura de grupo y no una solución


privada, individual.

Admite la existencia de una pluralidad de tipos de delincuentes juveniles,


algunos de los cuales vendrían determinados no ya por factores subculturales,
sino psicogenéticos. Pero su enfoque es sociológico: a Cohen no le preocupa
por qué un joven pasa a formar parte de una determinada subcultura, sino por
qué existen las subculturas criminales y cuál es la génesis de las mismas.

El problema en definitiva es cómo y por qué surgen las subculturas, y


cómo se relacionan éstas con la sociedad oficial o mayoritaria.
Para Cohen, una y otra clase social tienen sus respectivos códigos de valores.
La clase media, por ejemplo, pone un especial énfasis en la movilidad social,
en la eficiencia y en la responsabilidad individual, en la racionalidad para
perseguir sus objetivos, en el respeto a la propiedad, en la constructividad en el
uso del tiempo libre y, sobre todo, en el ahorro y en la postergación o
aplazamiento del placer. La clase social baja, por el contrario, concede mayor
significación a la fuerza física y a la colectividad y mucho menor que las clases
medias al ahorro y a la posposición del placer.
El joven de las clases sociales bajas participa en buena medida de
ambos sistemas de valores. Aunque pertenece a la clase trabajadora, sus
propios padres se sienten atraídos por el estilo de vida y modelos de la clase
media, actitud reforzada por el sistema educativo que promueve los estándares
de ésta y responde a sus exigencias. Un continuo bombardeo institucional le
sugiere la aceptación de la cultura convencional como requisito imprescindible
del éxito y estima sociales. Pero al enfrentarse con los valores de las clases
medias, se encuentra en una situación de desventaja porque no sólo no se
aplican a su status, sino que disminuyen la estima de sí mismo.

Según Cohen, dicho conflicto admite tres opciones:


- Adaptación (college boy)2,
- transacción o pacto (corner boy)3
- rebelión frente a los valores de las clases medias (delinquent boy)4.

C) La teoría de la “oportunidad diferencial” de CLOWARD y OHLIN:


En su conocida obra “delinquency and opportunity, A theory of delinquent
Gangs”, los autores parten de la existencia de subculturas independientes en el
seno de la sociedad.

Subcultura criminal, para Cloward y Ohlin es aquélla en la que ciertas formas


de actividad delictiva son un requisito indispensable para el desempeño de sus
roles dominantes.

Como Cohen, entienden que la subcultura delincuente tiene su origen en la


frustración que experimenta el joven de las clases sociales bajas al tratar de
conseguir sin éxito el status económico codiciado. La subcultura criminal brota
en las áreas donde aquél carece de oportunidades(estructuras de oportunidad
ilegítima) para triunfar siguiendo las pautas de conducta institucionalizadas,
2
El college boy trata de asumir valores culturales y sociales de las clases medias, a pesar de las
insalvables carencias escolares, sociales e incluso lingüísticas para adaptarse al estilo de vida de aquellas.
3
El corner boy representa la respuesta más común, de acomodación social.. No rompe frontalmente con
la sociedad oficial, pacta y convive con ella. Acepta las limitaciones que derivan de su pertenencia de
clase y trata de aprovechar las oportunidades del medio. Es fiel a los valores de su grupo, pero no opta de
modo manifiesto por la vía del delito.

4
El delinquent boy resuelve su frustración de estatus enfrentándose de forma abierta a los valores
convencionales de las clases medias. Como dice Cohen, la subcultura delincuente no acepta “pactar”. No
tolera ninguna ambigüedad.
lícitas: “Aspirar a las metas socialmente prescritas bajo condiciones que
imposibilitan el legítimo acceso a las mismas es un preludio ya de la
desviación”.

Aceptaron también la hipótesis de Merton de que la tensión conduce a la


desviación y a la delincuencia, como resultado de la situación de Anomia.

Para explicar por qué los jóvenes de las clases bajas se orientan hacia
modelos criminales acuden a la teoría anómica y, concretamente, al concepto
de oportunidad diferencial (diferentes grados de acceso a medios legítimos e
ilegítimos), de procedencia ecológica. Según esto, el origen de la conducta
desviada depende no de variables como la edad o el sexo, sino del tipo de
ambiente social en el que tiene lugar: de la efectiva organización social del
slum5 y del mayor o menor número de oportunidades que éste depare a sus
miembros.
Si el área ecológica en la que reside un individuo proporciona a éste la
oportunidad de un éxito personal a través de actividades relacionadas con el
crimen, sin duda alguna hará uso éste de tales oportunidades ilegítimas para
obtener provecho económico. Se asociará con otros jóvenes del entorno y
formará una banda.

Ahora bien, la falta de modelos delictivos, de recompensas sociales por el


delito y de medios adecuados para llevarlo a cabo, pueden apartar al joven de
la delincuencia y en el peor de los casos reducirlo a una situación de
marginalidad no delictiva.

Frente al concepto unitario de subcultura de Cohen, Cloward y Ohlin


distinguen tres tipos de subculturas;

- La subcultura criminal nace en los slum integrados, donde existe


una criminalidad adulta estratificada según la edad y con estrechos
vínculos con la organización convencional de su entorno. La
subcultura cumple tres funciones básicas. Hace posible el necesario
aprendizaje del joven, a quienes los delincuentes adultos le enseñan
las normas del mundo criminal y las técnicas adecuadas para llevar a
cabo con éxito sus actividades, preparando su carrera delictiva
adulta. Crea un marco efectivo de oportunidades.

- La subcultura del conflicto va unida al slum desorganizado, donde


la movilidad social y geográfica es muy elevada y existe una alta tasa
de precariedad en todos los componentes de la vida social. Como
falta la oportuna integración de los valores convencionales y los
5
Slum : barrio bajo .
delictivos, falta también una estructura estable de oportunidades
ilegítimas. En consecuencia, la criminalidad en estas áreas es
marcadamente individualista6, sin cobertura.

- La subcultura evasiva o abstencionista agrupa a jóvenes que no


han conseguido el éxito codiciado ni siquiera a través de
procedimientos ilícitos. Es producto, pues, de un doble fracaso.

El integrante de esta subcultura se refugia en las drogas, el alcohol, etc.


para permanecer insensible e indiferente al mundo convencional del que se
evade.

Para Cloward y Ohlin los tres tipos de subcultura están sujetos a


cambios, en función de las transformaciones que se operen en el slum.
Por último, cuando abandonen aquellos el slum por haber logrado ya un cierto
provecho económico, quedarán sólo los fracasados que volverán al uso de la
violencia o se retraerán en subculturas abstencionistas.

Con independencia de las objeciones que merezca la tesis de Cloward y Ohlin,


lo cierto es que el modelo explicativo de la delincuencia juvenil urbana de estos
autores parece más matizado y realista que el de Cohen.

La complejidad del submundo juvenil urbano responde, sin duda, mejor a la


existencia de una diversidad de gangs, en el sentido propuesto por Cloward y
Ohlin, que al rígido esquema subcultural de Cohen.

Por otra parte, el análisis de Cloward y Ohlin tiene importantes implicaciones


político-criminales en orden al tratamiento y rehabilitación del delincuente,
como puso de relieve el programa de “lucha contra la pobreza” de las
administraciones Kennedy y Johnson.

2.3. TEORÍA GENERAL DE LA TENSIÓN.

La teoría general de la tensión fue formulada por Robert AGNEW, e


intenta revitalizar las perspectivas de la tensión de Merton, Cohen, Cloward y
Ohlin y otros autores especialmente en la dimensión individual de estas
propuestas. Según Agnew existe un conjunto muy amplio de investigación
criminológica que ampara la relación entre tensión y delincuencia.

6 Bopper : El individuo jactancioso que esgrime armas para ganarse el respeto de sus rivales y atenta violentamente con personas y propiedades es el prototipo humano más
,
representativo de esta subcultura.
RELACIONES SOCIALES NEGATIVAS Y MOTIVACIÓN PARA LA
DELINCUENCIA.
Las teorías del control social de HIRSCHI, del aprendizaje social de Akers y de
la tensión de Agnew comparten un elemento común: explican la delincuencia a
partir de las relaciones que tienen los individuos con su entorno próximo. Sin
embargo, Agnew establece dos diferencias fundamentales entre su teoría
general de la tensión y las teorías del aprendizaje y del control social:

- la primera diferencia reside en el tipo de relaciones sociales que se


enfatizan como génesis de la delincuencia, y
- la segunda en la motivación que se atribuye a los individuos para
delinquir.

Incluso atendidas estas diferencias de partida, Agnew ha señalado que


medidas de factores criminógenos específicos tales como el abuso infantil,
desempeño de un trabajo marginal o residencia en barrios desestructurados,
constituyen indicadores comunes a estas tres grandes teorías, y por ello la
relación de tales factores con la delincuencia no puede tomarse como
confirmación exclusiva de una sola de ellas.

En el modelo de Agnew, las relaciones con otras personas que explican


la delincuencia son de carácter negativo. Se trata de aquellas interacciones con
otros que son susceptibles de producir frustración o tensión en el individuo,
precipitando su conducta delictiva. Por contra, las teorías del control social o
del aprendizaje social destacan las relaciones positivas que vinculan al
individuo con elementos sociales próximos (familia, amigos, escuela) y le
disuaden de la delincuencia (control social) o le entrenan y le motivan para
delinquir (aprendizaje social).
En lo relativo a la motivación para la delincuencia, según la teoría
general de la tensión, los jóvenes son impelidos a la delincuencia por estados
emocionales negativos, tales como la ira, la frustración o el resentimiento. De
ello resulta una mala relación con su entorno que puede conducirles a la
ejecución de acciones antisociales contra las fuentes que les causan tensión
emocional. Con esta finalidad pueden adoptar diferentes soluciones de
comportamiento: como la utilización de medios ilegítimos para el logro de sus
objetivos, el ataque directo a la fuente que les produce la tensión o la evasión
de la situación a través del uso de drogas.

PRINCIPALES FUENTES DE TENSIÓN.

Para Merton y para los teóricos de las subculturas hay una fuente única
de tensión, que es la discrepancia existente entre los objetivos sociales a los
que se debe aspirar y los medios disponibles para alcanzarlos. Agnew sin
embargo, identifica tres fuentes que pueden generar tensión en los individuos:

1. La imposibilidad de alcanzar objetivos sociales positivos, tales como


una mejor posición económica o un mayor estatus social. En esta
categoría se encontraría, por ejemplo, la discrepancia entre las
aspiraciones de la gente y sus logros reales, o entre lo que uno
considera que le corresponde por su esfuerzo y los resultados reales
que obtiene. Esta primera fuente de tensión coincide básicamente
con la ya identificada por Merton y otros teóricos precedentes.

2. La tensión se produce también por la privación de aquellas


gratificaciones que un individuo ya posee o que espera poseer. Éste
sería el caso de aquella persona que hubiesen despedido del trabajo
por reducción de plantilla. Según Agnew, el bloqueo de las
aspiraciones legítimas de un individuo puede ser un factor
desencadenante de la agresión.

3. La tensión puede precipitarse, así mismo, cuando una persona es


sometida a situaciones negativas o aversivas de las cuales no puede
escapar. Ejemplos de estas experiencias serían el abuso de
menores, las mujeres maltratadas, etc. Todas estas situaciones
conflictivas son fuentes de tensión debido a que no se pueden evitar,
aunque ocasionalmente la persona que las sufre intente eludirlas de
diversas maneras.

En este tercer supuesto, otra fuente posible de estímulos aversivos es la


aglomeración y la falta de espacio, que típicamente tiene lugar en las grandes
ciudades o en determinados barrios. Según la investigación psicobiológica, los
individuos y las diferentes especies animales necesitan un espacio territorial
suficiente para vivir de manera equilibrada.

Desde la formulación inicial de la teoría general de la tensión se han


realizado diversas investigaciones que han analizado la relación que tendrían
con la conducta delictiva diversos tipos de tensión.
Ver en libro los estudios de (Paternoster y Mazerolle) ,(Mazerolle y Piquero)
,(Aseltine, Gore y Gordon).

Agnew ha resumido las fuentes de tensión más habituales en las sociedades


occidentales en las siguientes:
 Rechazo paterno
 Supervisión / disciplina errática, excesiva o cruel.
 Abandono o abuso infantil.
 Experiencias negativas en la escuela secundaria.
 Relaciones problemáticas con los amigos y compañeros.
 Trabajos marginales.
 Desempleo crónico.
 Problemas de pareja.
 Fracaso en el logro de objetivos deseados.
 Victimación delictiva.
 Residencia en barrios pobres y carentes de servicios.
 Carencia de hogar.
 Discriminación por razón de raza, género, etc.

CONEXIÓN ENTRE TENSIÓN Y DELINCUENCIA.

La teoría general de la tensión establece una secuencia de influencias


que se inicia con las fuentes de tensión y puede acabar produciendo una
conducta delictiva. La sucesión de elementos teóricos es la siguiente (cuadro
6.6) libro Garrido, Stangeland, Redondo pag 244:

FUENTES DE EMOCIONES CONDUCTAS


TENSIÓN NEGATIVAS CORRECTIVAS
DE LA
1. Imposibilidad de SITUACIÓN
alcanzar objetivos
Disgusto.
sociales positivos. Depresión Una Opción : ALIVIO DE
2. Privación de Miedo La conducta LA
gratificaciones que IRA (da delictiva
se poseen o se TENSIÓN
energía a la
esperan.
3. Sometimiento a
acción)
situaciones
aversivas ineludibles

1. Fuentes de tensión: las ya descritas: impedir logros sociales


positivos, privar al individuo de gratificaciones que ya posee o espera
poseer, y administrarle estímulos aversivos. Los tipos de tensión que
Agnew considera que pueden conducir más probablemente a la
delincuencia son aquellos que:

a) son percibidos como de alta magnitud,


b) interpretados como injustos,
c) se asocian a un control social bajo
d) generan una presión o incentivo para la acción delictiva.

2. Emociones negativas: las fuentes aversivas generan emociones


negativas en las personas, como disgusto, depresión o miedo. Desde
el punto de vista criminológico, la emoción más importante es la IRA,
que es un paso previo a muchos delitos, ya que la ira confiere
energía a la acción.

3. Conductas correctivas de la situación: el individuo, frente a estas


fuentes de tensión que generan emociones negativas, puede intentar
corregir la situación desagradable mediante diferentes conductas
entre las cuales la delincuencia es una de las posibles.

4. Alivio de la tensión: la emisión de un comportamiento delictivo (ej.


que un joven pegue a su padre para evitar que éste le maltrate)
puede aliviar, aunque sea coyunturalmente, la tensión
experimentada.

Cada fuente de tensión constituye un elemento situacional precipitante


de diferentes tipos de delitos: robo, agresión, uso de drogas, etc. A los malos
tratos se puede responder con una conducta delictiva que es la agresión física.
En cambio, tras el despido de un trabajo, o ante una situación de desempleo
prolongada unida a graves dificultades económicas, el robo podría constituir
una buena opción.

Las fuentes de tensión (derivadas de las relaciones problemáticas entre


los individuos) afectan a muchas personas de la comunidad que, sin embargo,
no delinquen en su mayoría. ¿Por qué algunos individuos dirigen su conducta a
la delincuencia y otros no? Según Agnew, hay una serie de factores que
mediatizan el que los individuos lleguen o no a afrontar la tensión a través de la
delincuencia. Se distinguen dos grupos principales de factores:

i. los factores impulsores que tienen que ver con la importancia de


los objetivos perseguidos por el joven, con sus recursos personales,
con el apoyo social con el que cuenta o con variables de tipo
ambiental o cultural.
ii. los factores de predisposición, relacionados con variables
temperamentales, con sus creencias o con sus previas experiencias
delictivas. Asi como sus creencias favorables al uso de la violencia.

El último elemento importante de la teoría de Agnew es su afirmación de que la


tensión crónica (la experiencia continuada de diferentes fuentes de tensión)
puede predisponer a los individuos para el inicio de carreras delictivas de larga
duración. Un joven con permanentes problemas económicos, maltratado en su
casa, expulsado de la escuela y rechazado por sus amigos y por las chicas,
tiene una alta probabilidad de convertirse en un delincuente de carrera.
PREVENCIÓN DE LA DELINCUENCIA.

En función de su argumentación teórica central Agnew considera que


para prevenir la criminalidad es necesario reducir la exposición de los
individuos a tensiones, a través de medidas como las siguientes:

a. Eliminando aquellas tensiones que llevan a la delincuencia, tales


como los sistemas punitivos de crianza en la familia y en las
escuelas, la discriminación social, laboral, etc.
b. Alterando ciertas tensiones (que no pueden se eliminadas) para
hacerlas menos conducentes al delito. Por ejemplo, los sistemas
punitivos de justicia juvenil pueden suavizarse (ya que no pueden ser
eliminados) utilizando medidas comunitarias, de justicia reparadora,
etc.
c. Apartando a los sujetos de tensiones criminógenas, tales como, por
ejemplo, retirando la patria potestad o custodia infantil a padres que
son delincuentes persistentes, cambiando a ciertos niños y
adolescentes de colegios problemáticos, etc.
d. Entrenando a los sujetos en riesgo en habilidades de afrontamiento
de las tensiones, de modo que se reduzca la capacidad criminógena
de las fuentes de tensión.
e. Aumentando el control social informal.
f. Reduciendo los contactos con amigos delincuentes y las creencias
favorables a la delincuencia.

VALIDEZ EMPÍRICA.

De acuerdo con el principio de Agnew si la teoría general de la tensión


fuera cierta tendría que suceder que al aumentar la tensión en los individuos
aumentaran paralelamente sus conductas delictivas. A la vez, los factores
explicativos propios de otras teorías de la delincuencia (como la ruptura de los
vínculos sociales o el aprendizaje de conductas delictivas) deberían
permanecer invariables.
Un estudio de (Paternoster y Mazerolle)7 evaluó empíricamente la teoría
general de la tensión de Agnew y, tangencialmente, la teoría del control social
de Hirschi y la del aprendizaje social de Aker. La teoría general de la tensión
propone, según acabamos de ver, que si se producen ciertos focos de tensión
sobre los individuos aumentarán sus conductas delictivas. La teoría del control
social de Hirschi establece que la falta de apego a los padres y a otras
instituciones sociales, como la escuela o los amigos, favorece la delincuencia.
Por último, la teoría del aprendizaje social afirma que la clave explicativa de la
delincuencia reside en el aprendizaje de las conductas delictivas.
7
Ver Estudio (Paternoster y Mazerolle) 1994. Libro Garrido, Stangeland, Redondo pags 248-249.
RESULTADOS:

Cinco de las seis medidas del constructo tensión evidenciaron una


asociación positiva y significativa con el comportamiento delictivo. Esta relación
se produjo incluso cuando fueron controlados los efectos de las variables de
control social y de aprendizaje.
También se observó relación entre algunos indicadores de control social
y de aprendizaje, por un lado, y la conducta delictiva, por otro.
Específicamente, aquellos jóvenes que tenían una mayor proporción de amigos
delincuentes también delinquieron en mayor medida. Por el contrario, los
jóvenes que manifestaban un mayor rechazo de la conducta delictiva y aquellos
que obtenían mejores logros académicos cometieron menos delitos.
El estudio de (Paternoster y Mazerolle) apoya parcialmente tanto la
teoría general de la tensión de Agnew como las teorías del control social de
Hirschi y del aprendizaje social de Akers..
(Brezina, Piquero y Mazerolle y Warner y Fowler) han sometido a
comprobación empírica también la teoría general de la tensión por lo que se
refiere a sus implicaciones, no individuales, sino de macro-nivel

3. TEORÍAS PLURALISTAS.
3.1. EL ENFOQUE ECOLÓGICO DE LA ESCUELA DE CHICAGO.
En 1.892 se creó el Departamento de Sociología de la Universidad de
Chicago, que jugaría un papel decisivo en la consolidación del estudio científico
de la delincuencia. Los autores de la escuela de Chicago pensaban que un
contacto más directo con el objeto de estudio, mediante el uso de entrevistas y
de observación participante de los ambientes criminógenos, podía aportar
mayor información sobre los factores socioculturales que conducen a la
delincuencia. Su teoría podría considerarse en muchos aspectos una analogía
de las nuevas teorías, surgidas a finales del siglo pasado, sobre la enfermedad.
Se había descubierto que el modo en que se transmitían muchas
enfermedades era el contagio.
Así, SHAW Y MCKAY crearon un modelo equivalente para la delincuencia: las
personas que habitan en ambientes en los que han de convivir con robos,
violencia y, en general, con normas distintas a las del conjunto de la sociedad,
acaban contagiándose de esos comportamientos y valores criminógenos.
Así pues, desde el punto de vista metodológico, los sociólogos de
Chicago iniciaron una sociología más rigurosa y empírica, utilizando
instrumentos como las historias de vida, los análisis demográficos y los censos
de datos, para el conocimiento directo de la realidad social y de modo especial
de la realidad urbana.
Algunos años más tarde, EDWIN SUTHERLAND, que pasa por ser el
más ilustre heredero de la metodología y de los intereses científicos de la
escuela de Chicago, realizaría un esfuerzo inédito hasta ese momento en la
Criminología. Para ello, empleó metodología de campo con la finalidad de
conocer exhaustivamente la descripción que un delincuente profesional
efectuaba de su propia actividad delictiva, de las leyes y de la justicia. Esta
información fue presentada en su obra en la que, por primera vez, un
delincuente era presentado abiertamente como una persona normal, con la
sola diferencia de hallarse al margen de la ley.

Los primero sociólogos de la escuela de Chicago habían estudiado


diferentes formas de desviación en relación con la ecología urbana. Sin
embargo fueron Shaw y McKay, del Instituto de Investigación Juvenil de
Chicago, quienes entre las décadas de los 20 y los 40 utilizaron la metodología
de la escuela de Chicago para el estudio específico de la delincuencia juvenil.

La constatación de que la distribución de la delincuencia seguía una


serie de patrones a los largo de los diferentes barrios de la ciudad, condujo a
los sociólogos de Chicago a proponer una teoría de la ecología urbana
efectuando una analogía entre la ciudad y las comunidades de plantas o
animales. Ello les permitió describir la ciudad a partir de una serie de áreas
concéntricas:
a. la Zona I, la city, es el distrito central dedicado a los negocios.
b. la Zona II es el área de transición, habitada por los emigrantes y por
las clases más desfavorecidas
c. la Zona III corresponde al área de viviendas de aquellos
trabajadores que han podido escapar de la deteriorada zona de
transició
d. la Zona IV es la zona de residencia de la clase media y la Zona V
(zonas residenciales periféricas) está ocupada por las clases más
adineradas.

La principal conclusión de todas estas investigaciones fue que los jóvenes


delincuentes no se diferenciaban sustancialmente de los no delincuentes en
sus características de personalidad, inteligencia, raza u otros rasgos
individuales, sino fundamentalmente en el tipo de barrios en los que vivían.

Shaw y McKay dirigieron su atención al análisis de las áreas de


transición. Estas áreas se caracterizaban por un gran deterioro físico de los
edificios y de los espacios urbanos, por la existencia de un gran número de
familias desestructuradas, por elevadas tasas de delincuencia, de drogadicción,
de alcoholismo, de pobreza y de prostitución. Los residentes de las zonas de
transición eran sujetos de clases bajas con grandes deficiencias educativas y
laborales.
Todos los datos disponibles, tanto de la observación directa como de las
estadísticas oficiales, confirmaban esta concentración de problemáticas en las
zonas de transición8. Desde el punto de vista teórico, la escuela de Chicago
interpretó todas estas patologías sociales como resultado de la fragmentación y
la desorganización social; eran, en síntesis, el producto de la falta de orden.
(cuadro 6.2)
De este modo, lo que verdaderamente puso de relieve la escuela de
Chicago fue, en primer lugar, la existencia en la sociedad de grupos diferentes
con valores y normas distintos y, también, que en algunos de esos grupos
sociales la desviación y la delincuencia eran procesos habituales.

VALIDEZ EMPÍRICA DE LA RELACIÓN ENTRE DESORGANIZACIÓN SOCIAL


Y DELINCUENCIA.

A través de sus estudios, los criminólogos de Chicago llegaron a la


conclusión de que, puesto que en el origen de la delincuencia se hallaba la
patología social resultante de la falta de orden, debían crearse programas que
favoreciesen la integración social y que resolviesen los problemas asociados a
la pobreza y la falta de empleo de las comunidades menos favorecidas. Según
ello, para eliminar la delincuencia era necesario mejorar las condiciones de vida
de las familias, eliminar las bolsas de marginación, extender la escolarización,
mejorar las ofertas laborales, recreativas, etc. Desde esta perspectiva durante
25 años se desarrolló el Proyecto Área de Chicago y, posteriormente, un
proyecto similar en Boston.

Sin embargo, cuando estos programas se llevaron a cabo a gran escala


en Chicago y en otras ciudades norteamericanas se comprobó que la
delincuencia no decreció de modo uniforme y paralelo a su aplicación.
En EE.UU. por ejemplo, el fuerte incremento del nivel de ingresos medios por
habitante que tuvo lugar durante los años 60 fue también acompañado de un
crecimiento espectacular de las tasas de criminalidad. Algo parecido sucedió en
España a principios de los 80: la bonanza económica y social de esos años no
se tradujo en una reducción de la delincuencia, sino en un aumento de ésta.
Por tanto, las teorías que postulaban que la aplicación de medidas sociales era
el principal remedio de la delincuencia no se vieron confirmadas. Pese a todo,
las propuestas teóricas de la Escuela de Chicago constituyen una auténtica
mina de oro que continúa enriqueciendo la criminología en la actualidad.

8
Ver cuadro (6.1)y(6.2) libro Garrido, Stangeland, Redondo pags 213 – 215.
3.2. LA TEORÍA DE LA ASOCIACIÓN DIFERENCIAL.

El planteamiento pionero del concepto de aprendizaje aplicado a la


delincuencia fue formulado por EDWIN H. SUTHERLAND durante los años 20
en su teoría de la asociación diferencial. Especialmente importantes en esta
formulación fueron sus trabajos Principles of Criminology y Delincuencia de
cuello blanco. La teoría de la asociación diferencial, tal y como la presentamos
a continuación, quedó definitivamente diseñada por Sutherland en la última
edición que éste realizó de su obra Principios de Criminología.
Sutherland propone que la delincuencia no es el resultado de la
inadaptación de los sujetos de la clase baja, sino del aprendizaje que individuos
de cualquier clase y cultura realizan de conductas y valores criminales.
Según Sutherland la Criminología ha venido explicando la conducta
delictiva desde dos tipos de perspectivas diferentes. Las primeras, a partir de
los acontecimientos que tienen lugar cuando se produce el hecho delictivo, esto
es, a partir de la situación (explicaciones mecanicistas, situacionales o
dinámicas). El segundo tipo de explicaciones se basan en aquellos procesos
que han tenido lugar en la historia previa del individuo (explicaciones históricas
o genéticas, ya que recurren a la historia o a la génesis del individuo).
Sutherland reconoce que ambos enfoques son necesarios para explicar
la conducta delictiva. Por un lado, la situación concreta ofrece a un individuo la
oportunidad de delinquir. Pero lo más importante, según él, no es la situación
objetiva que se produce en un momento dado, sino cómo las personas definen
e interpretan esa situación. Una situación aparentemente idéntica puede ser
muy diferente para dos individuos dependiendo de su historia personal

Este presupuesto de la teoría de Sutherland se fundamenta en el


interaccionismo simbólico desarrollado por George Herbert Mead y otros
autores de la escuela de Chicago. El interaccionismo simbólico ha
argumentado que “las personas construyen definiciones relativamente
permanentes de las situaciones o de los significados que derivan de sus
propias experiencias. Esto es, derivan significados particulares a partir de
experiencias particulares pero después los generalizan de manera que se
convierten en un modo personal de ver las cosas. A partir de estas definiciones
individuales, dos personas pueden comportarse de maneras muy diferentes
frente a situaciones muy semejantes”.

La teoría de Sutherland no explica la criminalidad en su conjunto ni se


plantea responder a preguntas globales del tipo de por qué hay más delitos en
un país que en otro. Se centra en el proceso individual, buscando las razones
concretas que hacen que unos individuos se impliquen en actividades delictivas
y otros no. Sutherland sostiene que las teorías sociológicas que pretenden
explicar la delincuencia en su conjunto, por ejemplo, la teoría de la
desorganización social de la escuela de Chicago, deberían ser consistentes
con las teorías individuales de explicación de la conducta delictiva. La
criminalidad en su conjunto sería una función del número de delincuentes que
existen en una sociedad en un momento dado y del número de delitos que
estos delincuentes llevan a cabo. Si no comprendemos por qué un individuo
concreto se convierte en delincuente no estaremos en condiciones de explicar
globalmente el fenómeno delictivo.

GÉNESIS DE LA CONDUCTA DELICTIVA.

Sutherland desarrolla en su teoría dos elementos fundamentales del


aprendizaje de la conducta delictiva. El primer elemento identifica el contenido
de aquello que se aprende: las técnicas de comisión de los delitos, los motivos
y actitudes para delinquir y las definiciones favorables a la delincuencia. El
segundo elemento lo constituye el proceso mediante el que se aprende: en
asociación con grupos íntimos. Más explícitamente, Sutherland describe la
adquisición de la conducta delictiva de la siguiente manera:

ESQUEMA DE LA TEORÍA DE LA ASOCIACIÓN DIFERENCIAL:


La conducta delictiva es aprendida, no heredada ni inventada.

Se aprende en interacción comunicativa con otros, ya sea verbal o gestual. Esta idea emana del
interaccionismo simbólico de la escuela de Chicago
En grupos íntimos, próximos al individuo.
Incluye el aprendizaje de las técnicas y motivos para delinquir.
Los motivos se aprenden a partir de las definiciones de los otros favorables a la violación de las
leyes.
Los individuos se convierten en delincuentes por asociación diferencial o contacto preferente con
definiciones favorables a la delincuencia.
La asociación diferencial puede variar en frecuencia, duración, prioridad e intensidad.
La conducta delictiva se adquiere a través de los diversos mecanismos de aprendizaje.
Los motivos y necesidades generales (como la tendencia al placer o a la mejora de estatus) no
explican la conducta delictiva.

ASOCIACIÓN DIFERENCIAL Y ORGANIZACIÓN SOCIAL.

La asociación diferencial de los individuos con ambientes delictivos o no


delictivos viene determinada por la organización social. Por ejemplo, que un
joven atlético a quien le guste el esfuerzo físico se convierta o no en
delincuente puede depender de que se asocie con jóvenes que compartan con
él sus aficiones deportivas pero que, además, estén en una banda delictiva, o
por el contrario, de que se haga miembro de una agrupación de montañismo en
la que participen jóvenes ajenos a la delincuencia. Por tanto, el resultado final
va a depender en gran medida de cómo se orienten socialmente las
asociaciones de los individuos.

Para dar cuenta de este componente social que condiciona las


asociaciones diferenciales de los individuos en una dirección prosocial o
delictiva, Sutherland propone sustituir el concepto de desorganización social
(de la escuela de Chicago) por el de organización social diferencial. Él entiende
que el delito no tiene su génesis en la falta de orden social sino en la existencia
de una determinada organización social integrada por grupos distintos, unos
favorables a las normas y otros contrarios a ellas.

3.3. EL ENFOQUE LABELLING (Tª del etiquetado social).


Antecedentes.

Algunos defensores de la teoría del etiquetado han encontrado un


antecedente de esta teoría en Durkheim, ya que en algunos de sus textos se
refirió a los procesos de construcción de la delincuencia y a la normalidad de la
misma. Desde Durkheim la delincuencia ha venido a ser considerada normal en
cualquier sociedad.

Matza, desde su perspectiva naturalista, ha matizado: “Siendo, pues, la


desviación un rasgo común a toda sociedad, por venir implicada por la
organización social y moral, no necesita de una explicación extraordinaria.
Extraviarse de un camino no es ni más comprensible ni más asombroso que
mantenerse en él”.

En 1939 FRANK TANNEMBAUM publicó un libro titulado Crime and the


Community en el que introdujo el término tagging (sinónimo de labelling,
etiquetado) para referirse al proceso que acontecía cuando un delincuente era
detenido y sentenciado. Según Tannembaum el delito era el resultado de dos
definiciones diferentes de un determinado comportamiento, la definición del
propio delincuente y la de la sociedad, de la siguiente manera:

“Este conflicto procede de una divergencia de valores. Cuando el problema


tiene lugar, la situación es redefinida gradualmente. Se produce un
desplazamiento paulatino desde la definición de determinados actos como
perversos hasta la definición de los individuos como perversos, de manera que
todos sus actos empiezan a ser vistos como sospechosos. Desde la
perspectiva de la comunidad el individuo que acostumbra a realizar conductas
malvadas y dañinas es ahora un ser humano malvado e irrecuperable”.
Una de las obras de mayor influencia sobre los teóricos del etiquetado
fue el trabajo de IRVING GOFFMAN de 1961, Internados. La pretensión
de Goffman fue examinar el impacto de las instituciones totales sobre la vida de
los internados en ellas. La institución total es, según Goffman, un ambiente que
elimina la distinción entre el trabajo, el tiempo libre y el descanso. El ciudadano
normal desarrolla estas actividades en distintos ámbitos y rodeado de personas
diferentes: compañeros de trabajo, amigos y familia. La institución total
sustituye a todos éstos, impone su cultura propia y cambia el comportamiento y
la personalidad de sus internos.

Goffman utilizó como fuente primaria de información la observación en


una sola institución hospitalaria, y a partir de esta observación particular extrajo
conclusiones generales sobre diversas instituciones totales: las prisiones, los
monasterios, las escuelas militares, los asilos de ancianos y los campos de
concentración. Analizó los cambios y las reacciones de los sujetos internados
como producto de los ambientes en los que se encontraban más que como
efectos de la propia enfermedad, de la patología que padecían.

LAS TEORÍAS DEL ETIQUETADO EN LA ACTUALIDAD.

· La criminología oficial y el análisis de la desviación.

Entre los principales autores de las teorías del etiquetado puede


mencionarse a Irving Goffman, Edwin Lemert y Howard S. Becker, a los que
se ha referido Matza como la Nueva Escuela de Chicago. Al igual que para los
teóricos originarios de la escuela de Chicago, su metodología fundamental es
la observación directa y el trabajo de campo. Dirigen su atención hacia los
procesos de conversión de los individuos en desviados o, lo que es lo mismo,
los procesos de creación de la desviación. Para Matza desde un punto de vista
nominal o de diccionario, desviarse es “salirse fuera, por ejemplo, de un
camino o de una pauta”, lo que puede implicar salirse de la “claridad del
camino, la distancia al camino, los auspicios bajo los cuales el camino se
construye o recomienda, según que uno se salga del camino solo o en
compañía de otros, según el castigo que se le inflija, según los motivos que se
atribuyan a los que se salen…; en suma hay muchos tipos de desviación y la
desviación es en cierta medida, una cuestión de grado”.

Esta teoría fue muy influyente a partir de los años 70 y reemplazó a las
teorías de la tensión (anomia y subculturas) en la explicación del fenómeno
delictivo. Supuso, en las décadas de los 60 y 70, una reacción contra los
presupuestos de la Criminología oficial, de corte positivista. Se consideró que la
Criminología estaba ensimismada en pequeñas cuestiones prácticas
(diagnóstico de delincuentes, tratamientos, etc.) pero distante de las cuestiones
fundamentales, concernientes a la definición y construcción de la delincuencia
mediante la estructuración de los mecanismos para su control. Sin embargo, la
Criminología olvida, en su planteamiento, la consideración de uno de los más
importantes productores de desviación: el estado, los mecanismos de control,
todos aquellos estamentos que conceptualizan a ciertos sujetos como
desviados.

Así pues, el presupuesto central del etiquetado se contrapone al a


concepción de la delincuencia como un hecho fáctico, cuya consecuencia sería
el control social. La delincuencia es más bien el resultado de los procesos de
control social. Según ello, el control social debe ser considerado más como una
variable independiente que influye sobre la delincuencia que como una
constante que resulta de la misma. La desviación en su conjunto, y la
delincuencia en particular, son interpretadas no como una serie de
características de ciertos sujetos y grupos, sino como procesos activos de
interacción entre desviados y mecanismos de control. En estos procesos los
desviados y los delincuentes se convierten en la principal fuente de
etiquetamiento sobre la que operan los mecanismos y sistemas de control.

Desviación primaria y secundaria.


Lemert introdujo una distinción conceptual importante en la teoría del
etiquetado, diferenciando entre desviación primaria y secundaria. La
desviación primaria corresponde a la primera acción delictiva de un sujeto, que
puede tener como finalidad resolver alguna necesidad, por ejemplo económica,
o producirse para acomodar su conducta a las expectativas de un determinado
grupo subcultural, como por ejemplo ciertas formas de violencia juvenil. La
desviación secundaria se refiere a la repetición de los actos delictivos,
especialmente a partir de la asociación forzada del individuo con otros sujetos
delincuentes como resultado de su detención, de su procesamiento y de su
encarcelamiento.

El proceso de etiquetado y la desviación.


Conklin ha esquematizado la teoría del etiquetado tal y como aparece en
el cuadro 10.1 (libro Garrido ,Stangeland, Redondo..)

Autoconcepto
Desviación Oportunidades
Desviación Etiquetado Oportunidades Desviación
Primaria
Primaria Secundaria

Subcultura
No etiquetado

La perspectiva del etiquetado propone que una vez que se produce la


desviación primaria (es decir, una infracción de la norma) el individuo puede ser
catalogado como desviado o delincuente. El etiquetamiento puede, según la
teoría, no influir sobre el individuo reforzando su propio autoconcepto como
desviado y facilitándole nuevas oportunidades para el delito al incorporarle a
contextos subculturales (como sucede, por ejemplo, cuando se produce su
ingreso en un centro de justicia juvenil o en una prisión).

Dentro de la subcultura delictiva el individuo puede cambiar su autoconcepto a


través de dos mecanismos. Por una parte, mediante un proceso de asociación
diferencial con otros sujetos en sus mismas circunstancias. Por otra parte,
mediante la interiorización de la etiqueta de “desviado” o “delincuente” que le
asigna la sociedad cuando le detiene, procesa y condena. En ambos casos se
hace relevante el interaccionismo simbólico(es decir, la adscripción, mediante
los símbolos verbales y de acción, de los ritos del etiquetamiento por el sistema
de justicia) que destacara George H. Mead en sus estudios antropológicos.
Mediante todos estos mecanismos (cambio del autoconcepto, nuevas
oportunidades y marginación subcultural) el proceso de etiquetamiento puede
incrementar el problema, produciendo nuevos episodios de desviación
secundaria.

Se considera que los mecanismos de atribución de significado


tienen un gran peso en la explicación de la conducta delictiva y de la posterior
reincidencia (o desviación secundaria) de algunos individuos
Según la teoría del etiquetado, una vez adquirido el estatus de desviado
o de delincuente es muy difícil cambiar este estatus por dos razones:
- una por la dificultad de la comunidad para aceptar nuevamente al
individuo etiquetado.
- otra porque la experiencia de ser considerado delincuente, y la
publicidad que ello comporta, suelen culminar un proceso en el que el
propio sujeto se percibe como tal. Los mecanismos de aprender a ser
desviado o delincuente suelen ser consumados por las propias
instituciones que supuestamente tienen la finalidad de erradicar la
desviación, como hospitales psiquiátricos, reformatorios cárceles.
Durante los últimos años algunos teóricos han retomado la teoría del
etiquetado aunque proponiendo explicaciones menos simbólicas y más
pragmáticas de los mecanismos de acción criminógena. Según BERNBURG Y
KROHN las intervenciones de los mecanismos de control aumentan el riesgo
de desviación secundaria o futura delincuencia de los sujetos en la medida en
que a los sujetos controlados se les priva, en momentos clave de su vida, de
posibles oportunidades de actividades convencionales (educativas, laborales,
de vinculación afectiva, etc.). Es decir, según esta perspectiva, al segregar a
individuos jóvenes de la comunidad se les estaría poniendo en riesgo de
desventajas estructurales para su futuro como adultos socialmente integrados.

La amplificación de la desviación.
Un proceso vinculado a los mecanismos de conversión de alguien en
desviado es la amplificación de la desviación. La amplificación supone una
magnificación artificial de una cierta problemática social, como por ejemplo la
delincuencia o ciertos comportamientos delictivos específicos. Se produce una
cadena de acontecimientos que van desde la desviación primaria de un
individuo o un grupo, pasando por la reacción de las agencias de control, hasta
la desviación secundaria, que implica la autoconciencia del sujeto como
desviado, y suele venir acompañada de nuevas acciones catalogadas como
desviadas.
En el terreno de la enfermedad mental fueron fructíferos los
planteamientos del movimiento anti-psiquiátrico; que cuestionaron la
institucionalización en centros psiquiátricos como mecanismo “medicalizado” de
control social. En el ámbito de la delincuencia, deben mencionarse los trabajos
de MICHEL FOUCAULT9, quien ha interpretado el nacimiento de la
delincuencia como una categoría social producto de los diversos mecanismos
de control social dirigidos al logro de una ciudadanía dócil y conformista, o
JEFFREY REIMAN, en cuya teoría de la criminalidad ha aducido que muchas
de las definiciones de la delincuencia y las estructuras de control en las
sociedades modernas resultan de un sistema social competitivo que rehuya
garantizar a sus miembros una vida digna. Reiman sugiere que para lograr una
mayor eficacia, el sistema de justicia penal debería invertir las presiones
sistemáticas y las desigualdades del sistema económico capitalista del que
forma parte. Debería confrontarse abiertamente a los representantes de la
justicia penal con los sectores más ricos y poderosos de la sociedad. Sin
embargo, las presiones para evitar esta confrontación siempre limitan la visión
de los agentes de control, que suelen concebir el delito como una característica
de los pobres. De este modo, las estrategias de control típicamente reproducen
la delincuencia contra la que pretendidamente se proponen luchar.

9
Tema 2 sociología del derecho.
Validez empírica.

Ya a partir de la década de los 70 se produjeron diversas críticas a la


teoría del etiquetado. Hubo quienes consideraron este acercamiento
demasiado vago y asistemático para merecer la consideración de teoría.
Un ataque importante a la teoría que nos ocupa ha sido la falta de rigor
metodológico y conceptual al analizar las instituciones y los factores
estructurales que constituyen sus principales objetivos. En respuesta a esta
crítica, los teóricos del etiquetado se han defendido argumentando que si bien
estas limitaciones son ciertas, resultan en cambio irrelevantes, ya que no
puede ser criticada una teoría por no llevar a cabo aquello que no es su
propósito. Esto es, los teóricos del etiquetado no han pretendido analizar, con
la precisión de la metodología positiva, las situaciones y factores sociales
inmersos en la desviación y la delincuencia. Más bien su propósito ha sido
examinar específicas situaciones de interacción de sujetos controlados con sus
correspondientes estamentos controladores, para ver los efectos que tales
procesos tienen sobre los individuos concretos.

Según Giddens se pueden efectuar otra crítica fundamental a la teoría


de la reacción social. socialización, y las actitudes y oportunidades
diferenciales de los individuos. No está totalmente claro que el etiquetado tenga
per se la capacidad, que le atribuye la teoría, de fomentar la futura conducta
delictiva. Cuando un individuo es detenido y condenado por un delito, son
muchos los factores implicados en el proceso subsiguiente (el propio
etiquetamiento, el contacto con otros delincuentes dentro de la prisión, las
condiciones de cumplimiento de la condena, el truncamiento de sus relaciones
sociales…), como para que puedan atribuirse, sin más a uno solo de estos
factores los efectos globales observados en el individuo.

Finalmente, la consideración del hecho delictivo como una construcción


completamente social resulta al menos dudosa en delitos que parecen
transculturalmente consistentes, como el homicidio, el robo o la violación. Que
la reacción social a tales hechos cambie con el tiempo no tiene nada de
particular. Pese a las críticas, muchas de ellas de cariz metodológico,
realizadas a la teoría del etiquetado, resulta innegable en la actualidad su
enorme aportación al estudio de los procesos de desviación y de delincuencia.
Su énfasis en el influjo que tienen los mecanismos de control en la creación de
desviación es un avance irrenunciable para la Criminología actual.

4. TEORÍA DEL CONFLICTO.


4.1. LA PERSPECTIVA MARXISTA.
Antecedentes históricos: conflicto social.
Desde MARX hasta nuestros días, lo más genuino de las perspectivas
del conflicto, que se hallan en la base de las denominadas criminologías
marxista, radical crítica, ha consistido en subrayar el análisis de los fenómenos
desviación y delincuencia, y su consiguiente control social, en el marco de la
lucha de clases, de la confrontación entre sectores y grupos sociales diversos,
con intereses encontrados. Así como la constatación del desequilibrio de poder,
histórico y presente, existente a favor de los estamentos más poderosos de la
sociedad, que definen y estructuran el funcionamiento social, frente a los más
desvalidos, que deben someterse a él.

Aunque este planteamiento ha adoptado formas y denominaciones diversas, su


punto de confluencia resalta la remisión a los macrofactores económicos,
políticos y culturales que estructuran las sociedades industriales modernas, de
factura neoliberal. En ellas, unos pocos acumulan la mayor parte de los
resortes económicos y la mayor influencia para la creación y aplicación de las
leyes. En el extremo opuesto, la infraclase carece casi por entero de estos
resortes e influencias, y se convierte en el objetivo de las mayores presiones
sociales para la adaptación, y también, de la intervención de los aparatos e
instrumentos de control.

A mediados del siglo pasado el pensamiento marxista sentaría las bases


en las que después beberían los teóricos del conflicto. Escribe Marx: “En la
producción social de su vida los hombres se adentran en unas relaciones
determinadas, necesarias, independientes de su voluntad. El conjunto de esas
relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la
base real sobre la que se alza un edificio jurídico y político, y a la que
responden unas determinadas formas de conciencia social. El tipo productivo
de la vida material condiciona en definitiva el proceso vital social, político y
espiritual. No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino que, a
la inversa, es su ser social el que condiciona su conciencia”.

Según Marx el conflicto social surgiría de la siguiente sucesión de


acontecimientos: “En un determinado estadio de su evolución las fuerzas
productivas materiales de la sociedad entran en contradicción con las
relaciones de propiedad. Y entonces aparece una época de la revolución
social. Con el cambio de la situación económica se transforma también todo el
monstruoso edificio. Hay que distinguir entre el cambio material y las formas
jurídicas, políticas, religiosas, artísticas o filosóficas, en una palabra, las formas
ideológicas con que los hombres toman conciencia de se conflicto y lo
resuelven”.
Ni Marx ni Engels desarrollaron una teoría propia sobre la delincuencia.
Aluden a problemas delictivos varias veces en sus obras, pero sin tratarlos con
profundidad, y tampoco presentan un programa de política criminal. Sin
embargo, en los años 70 diversos autores norteamericanos y británicos
estructuraron un pensamiento criminológico marxista. Entre sus premisas
fundamentales estaría que el poder utiliza todos los recursos y mecanismos a
su alcance, incluida la propia ley y la justicia, para afianzar y mantener su
posición dominante en la sociedad. Ello implicaría que los grupos no
dominantes vendrían a convertirse en objetivo preferente del control legal. Uno
de los corolarios aplicados es que eliminando la opresión y las diferencias de
clases sociales, la delincuencia supuestamente desaparecería. Mientras tanto
habría que reprimirla, porque los robos o la violencia indiscriminada distraen a
los obreros de la lucha contra su enemigo principal: el estado capitalista.

Criminólogos socialistas como FERRI Y BONGER realizaron estudios


sobre la influencia de factores económicos en la conducta criminal. Bonger
llegó a la conclusión de que no es la pobreza en sí, sino la distribución desigual
de la riqueza la que determina el nivel de la delincuencia. Consideró la
delincuencia como un acto egoísta típico de una sociedad capitalista basada en
el afán individual de enriquecerse a costa de otros.

Una vez llegados al poder, los líderes marxistas tenían que enfrentarse
directamente con el problema delictivo. En los primeros años de la Unión
Soviética, se desarrollaron programas novedosos contra la delincuencia,
descriminalizando comportamientos que antes eran delictivos, como por
ejemplo la homosexualidad, y basándose en la reeducación y reincorporación
en la clase obrera de los delincuentes. Sin embargo, “las reminiscencias de la
época capitalista” no desaparecieron y la represión estatal se consolidó. La
sociedad rusa en la época de Stalin fue, probablemente, una de las más
represivas que ha existido en la historia humana, con cientos de miles de
penas de muerte aplicadas, a la vez que millones de ciudadanos perecieron en
campos de trabajos forzados en Liberia, en condiciones extremas de hambre y
esclavitud. La criminología oficial en los países comunistas asumió un rol de
apoyo total al estado y a su política, algo muy alejado de los planteamientos de
la criminología crítica.

PERSPECTIVAS DEL CONFLICTO Y CRIMINOLOGÍAS CRÍTICAS EN LA


ACTUALIDAD.

Nos referimos en este apartado a las perspectivas del conflicto y no


a una única teoría del conflicto. Ello es debido a que en la actualidad son
diversas las manifestaciones del planteamiento conflictual.
En Criminología se han diferenciado dos perspectivas fundamentales:
- las teorías marxistas.
- y, en un sentido más amplio, las teorías del conflicto, que abarcan
también visiones ultra-liberales y anarquista

Unas y otras comparten un punto de vista general contrario al planteamiento


del consenso, según el cual la organización social estaría basada en el acuerdo
sobre los valores y normas, cuyo propósito es proteger el interés general. Por
el contrario, las perspectivas conflictuales sostienen que la sociedad está
formada por grupos distintos con valores e intereses contrapuestos, de manera
que no puede considerarse que la organización del estado represente los
valores e intereses del conjunto de la sociedad. Más bien se afirma que
representa los valores e intereses de grupos que tienen suficiente poder para
controlar el funcionamiento del estado.
El materialismo histórico enfatiza el factor económico como principal
elemento del conflicto social. Según los marxistas resulta imposible imaginar el
poder y el conocimiento de la realidad al margen de la influencia mediática que
tiene en la vida de las personas la necesidad de asegurase la supervivencia
económica y material.

En la década de los 60 el surgimiento de las criminologías críticas


desencadena una nueva crisis que vendrá a resquebrajar los cimientos
positivistas sobre los que, hasta ese momento, se había sostenido la
Criminología.. De este modo, el criminólogo, ya sea académico o profesional,
es visto bajo sospecha de colaboracionismo con el sistema establecido, si su
aportación no proclama la iniquidad de los de arriba y el victimismo del
delincuente o marginado.

Uno de los caballos de batalla preferentes de la criminología crítica ha


sido su llamada permanente a la “delincuencia de cuello blanco”, a la que se
atribuiría una elevada sofisticación y magnitud, sus autores pertenecerían a los
estamentos más elevados de las finanzas y el poder, y ante la cual los
mecanismos de control y la justicia serían permisivos y encubridores. Sin
embargo, como ha puesto de relieve MAÍLLO, la investigación disponible en
criminología no ampara la mayoría de los mitos académicos o populares al
respecto. Los delitos de cuello blanco serían por lo general mucho menos
sofisticados de lo que se dice, sus autores serían con mucha frecuencia
delincuentes de características personales y sociales muy semejantes al resto
de los delincuentes, y desde luego, no puede sostenerse de modo razonable
que en los países democráticos sus acciones delictivas sean toleradas o
encubiertas por los órganos de la justicia.

Hubo cosas positivas en las criminologías críticas. Sacudieron las


perspectivas establecidas desde comienzos de siglo y señalaron las
contradicciones entre las declaraciones de una justicia “igual para todos” y el
hecho real de que los delincuentes de cuello blanco rara vez respondían ante la
ley. También fueron particularmente perspicaces en denunciar la influencia
notable de los grupos de presión en la definición de las leyes y el
funcionamiento del sistema penal.

El error más grave de las criminologías críticas fue su despreocupación


inicial por la delincuencia común y sus víctimas. En esa época se produjo un
crecimiento fuerte de la conflictividad social, un aumento de los problemas
vinculados a las drogas, un incremento de la inmigración del tercer mundo y,
como consecuencia de ello, surgieron nuevos problemas sociales. El resultado
final de estos cambios fue una avalancha de delincuencia contra la propiedad y
contra las personas. Todos los índices que tenemos para observar la evolución
delictiva indican una tendencia al alza en los años 70 y 80 en toda la Europa
Occidental, incluida España.

Este crecimiento de la delincuencia fue un hecho conocido por toda la


población, asumido por políticos de izquierdas y de derechas, y también por
jueces, fiscales y policías. Sin embargo, nunca fue asumido por los
criminólogos críticos, lo que les llevó a autoexcluirse del debate sobre la
política criminal.

MARCELO AEBI ha efectuado una fundamentada “Crítica de la


Criminología Crítica”, tomando como base la obra emblemática de Alessandro
Baratta Criminología crítica y crítica del derecho penal: Introducción a la
Sociología jurídico-penal.

Resumiendo la crítica de Aebi, haciéndola aquí extensiva al conjunto del


paradigma:

1) La criminología crítica tradicional ha presentado, debido a su


dogmatismo ideológico, una concepción infaltable (es decir, no
susceptible de refutación a partir de la investigación científica), por lo
que no puede ser considerada una teoría científica.

2) La supuesta revolución epistemológica consistente en que la


criminología crítica habría de reemplazar los objetivos tradicionales
del estudio criminológico no ha sido tal. Los temas tradicionales de
estudio continúan tan vigentes como antes. La criminología crítica ha
enriquecido, eso sí, a la criminología mediante un nuevo paradigma
que pone el énfasis en el análisis del control social y los mecanismos
de la justicia.
3) Es incoherente negar el determinismo de la criminología científica y a
la vez proponer una explicación totalmente determinista de la
delincuencia a partir e un solo factor explicativo: la pertenencia del
autor del delito a una determinada clase social.

4) Se utiliza una metodología selectiva (es decir, que atiende sólo a los
hechos, investigaciones y teorías que apoyan sus propios puntos de
vista), lo cual contraviene el método científico, que requiere por
definición la confrontación abierta de la teoría con las observaciones
(tanto las que puedan ser favorables como las que no lo sean).

5) No queda claro cuáles son los criterios utilizados por las


criminologías críticas para determinar la gravedad de la delincuencia,
cuyo extremo más perverso suelen situar los criminólogos críticos en
la delincuencia económica de los poderosos (con descuido habitual
de la delincuencia violenta y del sufrimiento de sus víctimas).

6) No basta afirmar el supuesto carácter discriminatorio del sistema de


justicia (en detrimento de los más desvalidos), sino que tal afirmación
requiere investigación empírica que la pruebe o la refute.

7) El tono de los textos de las criminologías críticas presenta a menudos


claros rasgos autoritarios e intolerantes, lo que resulta contrario al
principio de igualdad y difícilmente compatible con las ideas
democráticas.

8) La predicción realizada en su día de que las sociedades socialistas


tendrían como resultado la abolición del sistema penal y la
erradicación de la delincuencia no se ha mostrado muy acertada.

9) El ensimismamiento puramente teórico e irrealista propugnado por


las criminologías críticas ante los problemas criminales reales
existentes, ha sido probablemente uno de los factores responsables
directos de la carencia, durante las últimas décadas del siglo XX, de
políticas criminales progresistas, distintas y alternativas a la para
represión penal.

En tal sentido, creemos con Aebi que la criminología crítica ha sido la


responsable indirecta de la generalización, en ausencia de alternativa, de
políticas básicamente represivas que practican en los países occidentales tanto
los gobiernos de derechas como los de izquierdas.
Frente a lo anterior, Aebi considera que al Criminología científica (la que
concilia teoría y empirismo) puede aportar así un modesto pero no menos
importante grano de arena para la construcción de un mundo mejor.

4.2. DE LA NUEVA CRIMINOLOGÍA A LA CRIMINOLOGÍA CRÍTICA.


En 1984 J. LEA Y J. YOUNG, publicaron What´s to be don about Law
and Order (Qué hacer con la Ley y el Orden). Se trataba de dar respuesta al
movimiento derechista en Inglaterra y, concretamente, a aquellos políticos que
preconizaban como solución al problema criminal más policías y la
construcción de más cárceles.

La respuesta de Lea y Young estaba basada en la aceptación de la


delincuencia común como un grave problema para la sociedad y en la
constatación de que la gran mayoría de sus víctimas, al igual que los
delincuentes, procedían de la clase obrera y de los estratos sociales más
humildes y marginados. Una política de solidaridad con los grupos de oprimidos
existentes en la sociedad capitalista difícilmente podía olvidar a las víctimas de
la delincuencia, que mayoritariamente también pertenecen a esos mismos
grupos.

Young ha considerado que un análisis completo del problema criminal requiere


atender a los cuatro vértices de los que denomina el cuadrado del delito: el
estado (con su sistema político y sus instituciones de justicia), la sociedad
como un todo (instituciones sociales, opinión pública, etc.), los delincuentes y
las víctimas (tanto individuos como grupos).

La criminología realista busca también, al igual que había hecho ya el


neoclasicismo, soluciones concretas a la delincuencia y reconoce la necesidad
de una policía al servicio de la comunidad, vigilada por representantes de los
ciudadanos, que ofrezca protección frente a las infracciones más graves. Sin
embargo, sabemos que muchas medidas para suprimir la delincuencia suelen
tener repercusiones negativas en otros aspectos de la vida humana. Los
criminólogos realistas tampoco desean establecer un estado policial.

En su vertiente más conservadora, los criminólogos de la criminología


realista deberían ser capaces de identificar medidas de protección eficaces
para ciudadanos y comercios, sugerir mejoras en la actuación policial y
reformas que agilicen el proceso judicial. Otras estrategias de prevención del
delito son, por ejemplo, el control de armas, el diseño de zonas residenciales
más seguras, los sistemas de fiscalización que disminuyan las posibilidades de
fraude y las formas de venta que ofrezcan menos oportunidades para que se
produzcan atracos.
Este tipo de criminología se interesa más por el delito que por el
delincuente, al establecer como premisa que siempre van a existir personas
dispuestas a utilizar el engaño o la fuerza física para conseguir su objetivo. Se
trata, por tanto, de identificar aquellas situaciones que conducen al delito, más
que de identificar a personas dispuestas a delinquir. Esta tendencia
criminológica realista se nutre en la actualidad de propuestas diversas
procedentes de las teorías de la oportunidad, de las teorías situacionales o de
las teorías ecológicas o ambientales.
Este nuevo realismo ha heredado de la criminología clásica los conceptos
básicos sobre la delincuencia. De este modo, si bien la gran mayoría de los
delitos son actos impulsivos con escasa premeditación, algunos de ellos
constituyen, según este enfoque, decisiones racionales, basadas en el libre
albedrío. El objetivo del delito suele ser la obtención de ventajas personales de
forma rápida, sin preocuparse de las repercusiones negativas ocasionadas a
otras partes.
Por otro lado, los realistas han heredado de la criminología positivista su
vocación empírica y sus métodos de investigación, documentación y análisis de
los resultados.

Y, por último, han asumido de la criminología crítica el interés por el


análisis del control social y la convicción de que el control puede fomentar la
delincuencia igual que reprimirla. La delincuencia se entiende, al igual que lo
hace la perspectiva del interaccionismo simbólico o del labelling, como una
interacción entre quienes imponen normas y aquéllos que intentan violarlas,
siendo necesario estudiar ambas partes para entender el proceso.

En la actualidad, gran parte de la criminología europea y norteamericana


podría situarse en el marco de una perspectiva realista crítica, teniendo las
siguientes características principales:

- un interés preferente por los problemas criminológicos concretos para


cuyo análisis recurre a distintas teorías de las disponibles en la
criminología.

- reflexión y análisis crítico del Derecho penal debido a su uso


intensivo por parte de las sociedades y los gobiernos.

- y análisis de las nuevas experiencias de castigo comunitario, tales


como la mediación etc...
Además, la criminología crítica se caracterizó en el pasado y se sigue
caracterizando por un cierto compromiso político con los grupos y sectores más
débiles y desvalidos de la sociedad.

Una de las más recientes y destacadas aportaciones a la reflexión


criminológica crítica es la obra de DAVID GARLAND10 titulada “La cultura del
control.” Se trata de una aproximación socio-histórica, en la que Garland
repasa los grandes factores y planteamientos sociales, económicos, culturales,
penales y criminológicos que han ido conduciendo el devenir de las políticas
criminales desde la modernidad hasta nuestros días. Se trata de una obra
compleja y comprensiva y, por ello, difícil de resumir en unas pocas líneas. Uno
de sus argumentos centrales es la actual dominancia del populismo punitivo
como base de las políticas criminales, a partir de un entramado de factores
como la prioridad de las necesidades y deseos de las víctimas, la globalización
de las comunicaciones que permite irradiar de modo inmediato y amplificado la
información sobre la violencia y la delincuencia, el aumento del miedo al delito,
el declive del ideal de rehabilitación, el tono altamente emocional de las
demandas de punición, la idea de la protección pública como prioridad, la
privatización creciente del control del delito, etc.

10
Lecturas 4 y 5 Sociología del Derecho
TEMA 4: TEORÍAS PSICOLÓGICAS.
1. APORTACIONES DESDE EL PSICOANÁLISIS.
FREUD apenas se ocupó del crimen. Tal vez la referencia expresa y más
significativa al mismo se encuentra en un conocido pasaje que relaciona ciertos
comportamientos delictivos con un poderosos sentimiento de culpa; sentimiento
inconsciente derivado del complejo de Edipo, que precedería y explicaría la
propia comisión del hecho criminal; sería pues, la causa de éste, no su
resultado. No obstante, el pensamiento de Freud tiene gran interés para la
Criminología porque aborda aspectos y dimensiones del hecho delictivo con
singular fortuna.

a) Para Freud todo acto humano tiene un sustrato y connotación sexual


profunda. La libido constituye la energía vital primaria del hombre,
motor y referencia obligada de su comportamiento (pansexualismo).
Freud potencia significativamente el papel de los instintos. A su juicio,
pugnan en el individuo dos instintos contrapuestos que polarizan su
existencia. Una fuerza positiva, básicamente sexual (el eros) y una
fuerza negativa, de destrucción (tánatos). Dicha teoría freudiana de la
destructividad o agresividad innata del individuo ofrece una sugestiva
hipótesis explicativa de determinadas manifestaciones delictivas
(violentas).

b) Según Freud, la personalidad del individuo sigue una evolución


paralela a la del instinto sexual. Hasta el punto de que la libido se va
localizando progresivamente en diversas partes del cuerpo humano
(zonas erógenas) haciendo de éstas, durante cada fase, el centro de
interés del hombre. Las fases de desarrollo son: la oral (primer año
de vida); la anal (segundo y tercer año; se configuran las tendencias
activas o pasivas del individuo); la fálica (3-5 años; aparece el
complejo edípico; el instinto sexual auto-erótico se orienta a los
padres); la de latencia (entre los 6 años y la pubertad; atenuación
del impulso sexual correlativo al desarrollo de las normas morales); y
la genital (parte de la adolescencia; significa plenitud sexual).

Según la teoría psicoanalítica, problemas o disfunciones en el curo natural de


las cinco etapas del desarrollo de la libido determinarían la fijación del individuo
en una fase o estadio anterior, bien por frustración, bien por exceso de
gratificación, con la consiguiente traducción psicopatológica en su vida adulta.
Tales fijaciones y regresiones explicarían, además, algunos comportamientos
delictivos. Así, los individuos cuya evolución sexual se detuvo en la etapa oral,
serían propensos a delitos de expresión verbal y a conductas como el
alcoholismo (la boca es el centro del placer en esta fase inicial del desarrollo de
la libido). Los que se fijaron en el estadio anal, lo serían a delitos contra el
patrimonio (en las simbolizaciones características del pensamiento
psicoanalítico la facilidad con que el ladrón gasta lo que consiguió fácilmente se
equipara al placer que obtiene el niño al defecar). Por último los sujetos fálicos
tienden a la comisión de delitos sexuales porque no son capaces de orientar su
capacidad sexual a la reproducción, sino al placer propio.

En la teoría psicoanalítica el complejo de Edipo ocupa un lugar estelar por su


estrecha relación con la neurosis y el sentimiento de culpa.
Muchos delincuentes jóvenes lo son, según Freud, porque no han resuelto su
problema edípico. El individuo que no fue capaz de superar éste, experimenta
una necesidad de castigo con la que persigue un alivio psíquico de su complejo
de Edipo por el odio a la figura paterna.

Pero la aportación más significativa de Freud reside en la


trascendencia que atribuye al inconsciente su famosa “división topográfica del
psiquismo” (preconsciente, consciente, inconsciente), así como en el
descubrimiento del aparato intrapsíquico y sus instancias (yo, ello, super-yo).
1. Freud potencia al máximo la función del inconsciente en el
proceso mental. El inconsciente es la parte trascendental del
psiquismo humano: la parte sumergida, invisible del iceberg
que configura el sector más vasto y en muchos sentidos
poderoso de nuestra mente.
La acentuación del inconsciente implica, en el plano
criminológico, la tesis de que todo delito tiene alguna motivación
profunda, oculta para el propio autor, inconsciente.

2. Filosóficamente, la trascendencia que Freud atribuye a las


fuerzas inconscientes convierte al individuo en mero
instrumento, símbolo o reflejo de las mismas. Pugna con la
concepción clásica del libre albedrío. Habla a favor de las tesis
deterministas.
La clave se halla en el inconsciente del autor que se expresa
de forma indirecta, simbólica.
3. El llamado aparato intrapsíquico o división dinámica de la
personalidad, merece especial consideración. Freud distingue
tres instancias mentales:

- El ello: estructura básica y primaria. Integra los componentes


naturales e involuntarios de la vida del individuo: impulsos innatos
o instintos sexuales y agresivos. Se rige por el principio de placer.
- El yo: se sitúa entre las demandas del ello y la realidad exterior
intentando satisfacer las exigencias del mismo pero asegurando
la estabilidad del individuo. Se rige por el principio de realidad y
su actividad puede ser consciente, preconsciente e inconsciente.

- El super-yo: capitaliza los valores morales inducidos socialmente


a través de la identificación con los padres. Sede de las fuerzas
represivas que generan autocrítica y culpabilidad, actúa sobre el
yo para que éste inhiba los deseos más intolerables. Se rige por
el principio del deber.

Según Freud el equilibrio de estas 3 instancias asegura la estabilidad psíquica


del individuo, sus disfunciones, desajustes o falta de sincronización y armonía,
los diversos procesos patológicos. Es lógico que la doctrina psicoanalítica
utilice como hipótesis explicativa del delito la ausencia del super-yo. O que
conceda vital importancia al concepto de neurosis. El crimen sería
consecuencia bien de un fracaso en la interiorización de las normas y valores
convencionales, bien de una mala estructuración del yo, incapaz de controlar
las fuerzas instintivas del ello y las exigencias sociales del super-yo.

A. AICHORN es probablemente el primer autor que aplica un esquema


psicoanalítico puro al análisis de la delincuencia juvenil. Su aportación más
destacable consiste en haber introducido en la literatura psicoanalítica el
concepto de “delincuencia latente” (el desarrollo de algunos niños no sigue un
curso normal, continúan siendo asociales o simulan su adaptación
generándose así la delincuencia latente, la cual se dará en personalidades que
reclamen una gratificación inmediata de sus instintos, que antepongan sus
exigencias propias a las de los demás o satisfagan aquéllas sin atender al
criterio de lo bueno y lo malo.
La doctrina psicoanalítica inglesa, representada por J. BOWLBY y sus
compañeros, ha seguido unas coordenadas propias. Bowlby concede una
singular relevancia criminógena a la experiencia infantil de privación o
separación de la madre.

La hipótesis de Bowlby fue inmediatamente contestada por sociólogos


(Wootton) y psicólogos (Andry, Clarke…).

ANDRY pondría de relieve la necesidad de analizar la experiencia infantil


de separación, tanto de la madre como del padre o de ambos. A su entender, el
número de casos de privación materna detectados por Bowlby en el grupo
delincuente no sólo no sería significativo, sino todo lo contrario. Demostraría
que la privación materna apenas influye en la mayor parte de conductas
desviadas. La hipótesis de Bowlby, según Andry, exagera la importancia de lo
que no representa más que un reducido subgrupo del total de la población
criminal.

2. LAS TEORÍAS DEL APRENDIZAJE.


2.1. EL APRENDIZAJE SOCIAL EN BANDURA.
Según BANDURA el comportamiento criminal es comportamiento
aprendido. Si exceptuamos los reflejos elementales, las personas no están
equipadas con un repertorio innato de conductas. Tienen que aprenderlas. Las
pautas de respuesta nuevas pueden adquirirse por experiencia directa o por
observación.

Ahora bien, Carece hoy de sentido propugnar un ambientalismo radical o un


constitucionalismo extremo:

“Naturalmente los factores biológicos juegan un papel en el proceso de


adquisición: los factores genéticos y hormonales afectan al desarrollo físico y
éste a su vez, puede influir sobre las potencialidades de la conducta”.

“Las personas no están impulsadas por fuerzas internas, ni en manos de


los estímulos del medio. El funcionamiento psicológico se explica, más bien, en
términos de una interacción recíproca y continua entre los determinantes
personales y ambientales”.

Pero el dato que especifica y diferencia el enfoque de Bandura es su


concepto de aprendizaje (vicario u observacional, modelado).

Para fundamentar su tesis, contrapone Bandura el aprendizaje operante


y el aprendizaje social, analizando lo que denomina determinantes
antecedentes, determinantes consecuentes y control cognitivo.

Aun sin restar importancia al condicionamiento de evitación que rige los


procesos de socialización, la teoría del aprendizaje de Bandura descansa sobre
el mecanismo del modelado, observación o aprendizaje vicarial. Éste es
indispensable para la propia supervivencia humana. Abrevia, acorta, el proceso
de aprendizaje y permite asumir la experiencia de los demás (observación en
cabeza ajena), haciéndola propia, sin necesidad de acudir a un tedioso sistema
de ensayo-error con el riesgo y los costes inherentes a éste.

Las consecuencias externas regulan en buena medida la conducta del hombre.


Pero el hombre guía sus acciones, en parte, basándose en consecuencias que
crea por sí mismo, esto es: las consecuencias vicarias y las autoproducidas.
El aprendizaje vicario acentúa el rol de la observación de las
consecuencias del comportamiento de los demás, sirviéndose de los conceptos
de esfuerzo vicario, refuerzo vicario, castigo vicario, etc. Se parte, pues, de la
hipótesis de que el individuo puede comprobar a menudo en la vida diaria, las
acciones ajenas, observando cómo son recompensadas, castigadas o
ignoradas. A través de la observación de los éxitos y equivocaciones de los
otros adquiere una experiencia propia, aprende. La observación del éxito de un
comportamiento ajeno, por lo general, incrementará la tendencia a actuar en el
mismo sentido, mientras que la observación del comportamiento que se castiga
producirá el efecto opuesto.

- El refuerzo vicario se produce cuando el individuo vigoriza la tendencia a


realizar una conducta determinada al haber observado cómo otros eran
recompensados por realizarla.
- El denominado castigo vicario es otro de los mecanismos de aprendizaje
social. Con él se lleva a cabo el efecto inhibitorio de ciertas conductas a
través de la observación de sus consecuencias negativas en los demás. Su
impacto ha sido muy estudiado a propósito de la agresión de
comportamientos violentos.
Dado que el sistema de sanciones legales descansa en buena medida,
en los efectos inhibitorios del castigo ejemplar, Bandura reitera el eventual
impacto criminógeno de un clima generalizado de infracción e impunidad: la
observación de transgresiones que no se castigan11 tiende a aumentar la
aparición de la conducta prohibida en los observadores .
De todo ello desprende Bandura que atendiendo a los éxitos y a los
fracasos de los demás el individuo modifica sus propios pensamientos,
sentimientos y acciones.

2.2. TEORÍA DE FELDMAN.


El modelo de aprendizaje social de FELDMAN es un modelo complejo e
integrado, porque según el autor, en los diversos momentos del proceso de
aprendizaje social intervienen factores genéticos, situacionales y conductuales.
La adquisición y el mantenimiento de la conducta delictiva se hallan en función
del peso específico e interacción de las citadas tres variables:

- la predisposición individual (variable genética) incide


fundamentalmente en la adquisición de las pautas criminales.

- los factores situacionales (variable labeling) afectan ante todo al


mantenimiento o perpetuación de la conducta infractora.

11
Posible paralelismo con las ideas de BROKEN WINDOWS
- las variables de aprendizaje (clásico, operante, observacional, etc.)
son los factores criminógenos por excelencia, interactúan con los
anteriores y despliegan su acción tanto en el momento adquisitivo del
modelo criminal como en el de ejecución de la conducta infractora y
mantenimiento del estatus criminal.

En cuanto a la predisposición individual, Feldman asume la teoría de la


personalidad de Eysenck . La socialización exitosa, a su juicio, dependerá e un
óptimo encuentro de las técnicas pedagógicas adoptadas y los atributos de la
personalidad del individuo.

La teoría del aprendizaje de Feldman distingue dos supuestos: se puede


aprender a delinquir y se puede aprender a no delinquir. El individuo aprende a
no delinquir debido a la socialización temprana, de modo que un entrenamiento
deficiente en conductas socialmente aceptadas puede generar un repertorio
dominado por actividades legalmente prohibidas.

Otro mecanismo de mantenimiento de los modelos criminales es, desde


luego, el refuerzo que deriva de los propios actos antisociales.
Prueba de la importancia de la observación como mecanismo de
aprendizaje social es el papel relevante que Feldman asigna a la televisión
como procedimiento adquisitivo de modelos criminales violentos.

“La televisión es un tutor estupendo. Enseña cómo agredir y en consecuencia


describe el valor funcional de la conducta agresiva”.

Las variables situacionales operan fundamentalmente una vez adquirido


el modelo criminal, decidiendo la ejecución del comportamiento aprendido y la
conservación o perpetuación de dichos modelos.
Las variables situacionales precipitan la comisión, dando la señal
oportuna. Ello sucede tanto en los delitos contra el patrimonio como en los
delitos contra la vida.

2.3. TEORÍA DE AKERS.


La teoría del aprendizaje social incluye 4 constructos principales: (Akers,1997)

1. ASOCIACIÓN DIFERENCIAL : es aquel proceso “mediante el


cual uno es expuesto a definiciones normativas favorables o
desfavorables a la conducta ilegal”. Se traduce en la directa asociación
o identificación con otras personas que actúan ilícitamente, ya sean
cercanas al individuo o lejanas a él (identificación con deportistas,
actores, famosos o a través de mass media..). Las asociaciones
diferenciales –favorables o contrarias a la conducta desviada- pueden
producirse en los grupos primarios (familia,escuela) como en los
secundarios y de referencia..
Tendrán una mayor influencia sobre las personas aquellas
asociaciones diferenciales que poseen mayor frecuencia,mayor
duración, mayor prioridad y mayor intensidad, es decir, las
provenientes de las relaciones más importantes para el individuo.

2. DEFINICIONES : son “los propios significados o actitudes que una


persona vincula a determinada conducta”.
Se trata de racionalizaciones y de actitudes morales o evaluativas que
orientan los comportamientos y los valoran como adecuados o
inadecuados, como buenos o malos, justificables o no
justificables...según akers estas definiciones pueden ser de dos clases
:

Generales, suelen consistir en creencias morales o religiosas, valores


y normas, que acostumbran a ser favorables a la conducta pro-social.
“no se debe robar”, “hay que trabajar o ir al colegio” .

Específicas, orientan conductas concretas. Ejemplo, pueden haber


personas que tengan firmes convicciones en contra del tráfico y
consumo de cocaína, y sin embargo consideran que el consumo
esporádico de cocaína (sábado noche, trabajo duro) es un
comportamiento aceptable. El comportamiento humano según Akers
guardaría una mayor relación con las definiciones específicas que con
las generales, y la conducta delictiva operaría sobre todo a partir de
creencias específicas. Las definiciones pueden influir sobre la
conducta también de dos formas :

i) Cognitivamente : ciertas definiciones pueden hacernos más


complacientes y tolerantes ante las oportunidades delictivas
que se presentan, con argumentos como “yo no he robado la
cartera sino que me la he encontrado tirada, así que para que
se la quede el policía me la quedo yo..”

ii) Conductualmente : las creencias o definiciones pueden


precipitar algunos comportamientos delictivos, operando como
estímulos facilitadores. Si alguien tiene la creencia o convicción
de que le están pagando una miseria por su trabajo, esta
convicción podría precipitar que si se le presentara la
oportunidad de sustraer algún dinero lo hiciera.
3. REFORZAMIENTO DIFERENCIAL : es aquel proceso de balance
entre los refuerzos y castigos anticipados o reales que siguen o son
consecuencias de la conducta. Cuanto mayor cantidad, probabilidad y
frecuencia de refuerzo obtiene una persona como resultado de su
conducta delictiva, mayor probabilidad tiene de delinquir.
Los refuerzos (al igual que los castigos) pueden ser de 3 tipos :

i) NO Sociales : aquellos que provienen de estimulaciones físicas


directas que producen sensaciones agradables. Ej los efectos
placenteros que experimenta una persona tras el consumo de
alguna droga.

ii) Aquellos que son resultado de características individuales :


aquellos que confieren a ciertos sujeos una mayor predisposición
para ciertas conductas que les resultan a sí mismos ciertamente
apetecibles. Ej un rasgo de personalidad denominado “búsqueda
“búsqueda
de sensaciones” muy presente en multitud de investigaciones
sobre conducta delictiva sobre todo en adolescentes.

iii) Sin embargo, la inmensa mayoría de los refuerzos y los castigos


que experimentan los seres humanos como resultado de su
conducta son producto del intercambio social : consisten en
palabras, en respuestas, en la presencia de otros y en la conducta
de otros, que siguen al comportamiento y lo refuerzan o lo
castigan. Cuando alguien que acaba un trabajo le decimos “te ha
quedado perfecto” estamos reforzando su esfuerzo y aumentando
la probabilidad de que en el futuro realice tareas semejantes a
ésta. Y viceversa. En resumen, todos los presentes
influyen en nuestra conducta con gestos, palabras, opiniones o
cualquier otra estimulación, incluida la mirada.

El autoreforzamiento : incluye todos aquellos supuestos en los que un sujeto


ejerce control o autocontrol sobre su propia conducta castigándola o
reforzándola. Los seres humanos somos capaces de en ausencia de otros,
irnos dando pautas para detrminadas conductas y reforzándolas o
castigándolas mediante la autocrítica.
4. IMITACIÓN : consiste en involucrarse en alguna “conducta tras
la observación en otros de una conducta semejante”. La
imitación depende de tres 3 aspectos básicos :

i) Las características del modelo : no todos los modelos son


imitados de la misma manera, con la misma fuerza. Se ha de
mantener una cierta identificación con ellos como
poseedores de gratificaciones a las que nosotros también
aspiramos.

ii) De las características de la propia conducta observada : es


decir de nuestra capacidad para reproducirla
adecuadamente. Ha de ser poco compleja y útil .

iii) Las consecuencias observadas en el modelo : de los frutos


que éste obtiene con su conducta.

Esquema del proceso de aprendizaje de la conducta delictiva : secuencia y


efecto Feedback ..........................Akers (1997)

APRENDIZAJE INICIAL REPETICIÓN


Resultado de balance entre: Resultado de balance entre :

• Definiciones aprendidas • Refuerzos reales


............................ • Castigos reales
• Imitación de modelos
• Refuerzos anticipados En este balance influye también :
• Las definiciones aprendidas,
manteniéndolas o modifica..

3. TEORÍAS BIOLÓGICO-CONDUCTUALES.
Refieren el comportamiento criminal a la socialización del individuo y
dicha socialización a procesos de condicionamiento.

3.1. TEORÍA DE EYSENCK. Modelo de condicionamiento de Eysenck.

Según EYSENCK el comportamiento social se adquiere a través de un proceso


de condicionamiento cuyo resultado final depende básicamente de tres
3variables:
• La condicionabilidad de cada individuo: para Eysenck guarda una
estrecha y significativa relación con la introversión (a mayor introversión
mayor condicionabilidad). Los delincuentes por ello serán personas más
extrovertidas –peor condicionadas- que la población general

• El grado de condicionamiento

• El modelo de condicionamiento: el modelo de condicionamiento de


Eysenck reconoce que la conducta delictiva se halla fuertemente
influenciada por factores genéticos, como lo está también otras variables
de personalidad.

Según este autor el niño va asociando el castigo (estimulo incondicionado) a


las conductas prohibidas (estimulo condicionado) y de este modo, poco a poco
forma y desarrolla una “conciencia” o reacción condicionada de miedo o
ansiedad llamada “consciencia moral” ante comportamientos semejantes en el
futuro. Esto es, una instancia de control interno autónoma (capaz de recibir
castigo desde el propio SNA), que actuará en lo sucesivo como factor
disuasorio. Puede parecer poco eficaz y sin embargo no lo es, el
condicionamiento explica un importante sector de la conducta socializada del
ser humano. Por ello el defectuoso condicionamiento del individuo desempeña
un papel decisivo en la génesis de la conducta delictiva. La calidad de los
condicionamientos, el propio grado de condicionabilidad del individuo y las
técnicas de educación empleadas con el mismo (permisividad vs rigidez, por
ejemplo) explican que unos inhiban los comportamientos delictivos y otros no.

Considera – Eysenck- más efectivo el condicionamiento clásico (por asociación


de estímulos) que el condicionamiento instrumental . A su juicio el denominado
condicionamiento instrumental es poco eficaz como mecanismo de disuasión
contra el comportamiento criminal porque la consecuencia aversiva (pena) que
sigue a aquél se aplaza considerablemente (imposición no inmediata, espacio
temporal grande) con lo que se inflinge una de las reglas elementales de la
efectividad del condicionamiento operante.

La conducta delictiva por otra parte guarda estrecha relación con la


personalidad : la variable de personalidad que más influye en el
comportamiento antisocial es el mayor o menor grado de activación cortical
(AROUSAL) del individuo, arousal que es más elevado en las personas
introvertidas que en las extrovertidas. Pr ello los extravertidos se condicionan y
sociabilizan peor que los introvertidos en rapidez e intensidad, y la predicción
apunta a más elevados índices de conductas criminales en los extravertidos.
La segunda “dimensión” el Neuroticismo se asocia a labilidad emocional,
inquietud e hipersensibilidad. El neuroticismo según Eysenck provoca un
genuino supercondicionamiento reforzando tanto los hábitos antisociales en el
extravertido como los hábitos sociales en el introvertido.
Existe también una tercera dimensión, el psicoticismo : los individuos con
elevada puntuación en esta dimensión exhibirían perfiles semejantes a los de
un psicópata, sujetos solitarios, insensibles, inhumanos, hostiles, crueles,
necesitados de sensaciones fuertes...

Finalmente otra variable a tener en cuenta siempre es los factores


situacionales que determinan el tipo y grado de condicionamiento.

El modelo de Eysenck es rico en consecuencias para prevención de la


criminalidad y tratamiento del delincuente. Para el autor el sistema educativo
desempeña un rol decisivo en la prevención del delito. Una educación
permisiva – por ejemplo- reduce el numero de ensayos de condicionamiento
(en comparación con otra más estricta) lo que incide en la eficacia del
aprendizaje.

En cuanto al tratamiento del delincuente sugiere el autor tres criterios :

• La conveniencia de incidir de modo directo en el sistema nervioso del


penado (mediante drogas, etc..) o con idénticos procedimientos
cuando este padece alguna disfunción endocrina.
• Acudir a técnicas de modificación de conducta sobre la base del
denominado condicionamiento operante (si bien esto pierde su
eficacia cuando el recluso vuelve a su medio originario)
• Situar los programas de tratamiento rehabilitador en el marco de los
regímenes abiertos, donde parecen ser más eficaces y operativos.

Para este autor parece obvio que existe una relación inequívoca entre
comportamiento delictivo y puntuaciones elevadas en extraversión,
neuroticismo y psicoticismo.

4. EL ENFOQUE COGNITIVO
4.1 TEORIA DEL DESARROLLO MORAL Y COGNITIVO : KOHLBERT
Afirma que la forma en que una persona organiza sus razonamientos en torno
a leyes y normas, genera patrones de conducta eventualmente delictivos.
Mantiene el autor la existencia de seis estadios en el proceso de formación del
razonamiento moral del individuo, durante los cuales se perfilan sus decisiones
y juicios sobre el concepto de lo justo y lo injusto de distinta manera.

Tales estadios del desarrollo moral se reconducirían a 3 grandes etapas:

• La etapa preconvencional o premoral : se buscan gratificaciones


inmediatas, tratando el individuo de evitar el castigo. Ej. Sujeto que no
ha interiorizado las normas básicas, es hedonista. Necesita que le estén
diciendo continuamente lo que está bien y mal, necesita que lo corrijan.

• La etapa convencional : mero acatamiento formal de las reglas y respeto


a la autoridad por en hecho de serlo.

• Etapa de moralidad autónoma : caracterizada por el profundo respeto a


los derechos y opiniones de los iguales y a los principios morales
universales.

Clasificando los delincuentes y no delincuentes de acuerdo con su grado de


evolución moral en el estadio oportuno, kohlbert y colaboradores hallaron
diferencias significativas :

a) La mayor parte de los sujetos no criminales pertenecen a los


estadios 3º y 4º.

b) Los delincuentes exhiben un nivel relativamente bajo de


razonamiento moral en comparación con los no delincuentes de
su mismo medio social y “background”, encuadrándose por lo
general entre los estadios uno y dos (preconvencional o como
mucho convencional).

c) De lo anterior desprende la teoría del desarrollo moral o cognitivo


que los individuos que obedecen la ley sólo para evitar el castigo
o que piensan sólo en sus propios intereses (razonamiento moral
característico de los estadios menos avanzados) son más
proclives al delito que aquellos otros que ven en la ley un
instrumento positivo para toda la sociedad y que simpatizan con
los derechos de los demás.

d) La mejor terapia preventiva contra el delito consiste en inmunizar


al sujeto con un elevado razonamiento moral.
Crítica a esta teoría : es demasiado individualista.

4.2 DESARROLLO MORAL Y COGNITIVO Y DELINCUENCIA JUVENIL:

• JURKOVICK Y PRENTICE:
Estudio con muestra de 120 jóvenes institucionalizados que arrojan los
siguientes resultados :

- Existe una diferencia significativa entre el desarroollo moral de


delincuentes y no delincuentes.
- Los modos más graves de comportamiento antisocial se asocian con
modos primitivos de desarrollo moral.

• HAINS Y MILLER :
Estudio con 96 delincuentes juveniles y un grupo de control y sus resultados:

- Los delincuentes presentan una evolución menor en el desarrollo


cognitivo y en el moral.
- Presentan una baja resistencia a la tentación.
- Dificultad para adoptar roles

• GIBBS Y OTROS:

- Los delincuentes juveniles tienen dificultades para identificar la


perspectiva de los otros y , por lo tanto, de anticipar las consecuencias de
sus actos.
• MCDONALD :

- Los delincuentes juveniles tiene mas dificultades para ponerse en


el lugar de los otros (falta de empatía).

• DODGE :

- Los niños con conductas antisociales perciben las situaciones


ambiguas (aquellas que no entienden su significado)como
hostiles
• KAGAN :

- Los niños impulsivos tienen una mayor probabilidad de incurrir en


conductas antisociales

• SPIVAK Y OTROS : los niños antisociales :

- Generan menos soluciones alternativas a los problemas


interpersonales.

- Se concentran más en los medios y fines que en los pasos


intermedios.

- Prevén menos consecuencias vinculadas a su conducta.

- No reconocen las consecuencias de la onducta de otras personas

- Son menos sensibles a los problemas interpersonales de los


demás.
TEMA 5 : TEORIAS INTEGRADORAS

5.1 TEORÍA INTEGRADORA DE FARRINGTON:

En un trabajo realizado en 1996, David Farrington presentó una teoría


integradora que ha sido incluida en las denominadas “teorías de las etapas
vitales”.
Este autor comienza distinguiendo, al igual que lo habían hecho otros autores
(Gottfredson, Hirschi...), el desarrollo en los individuos de una serie de
tendencias antisociales por un lado, y por otro la concreta ocurrencia de los
delitos. Se puede seguir la explicación de esta teoría a partir del esquema que
aparece en el siguiente cuadro.

Cuadro : Teoría Integradora de Farrington

TENDENCIAS DECISIÓN DE COMETER INICIO, PERSISTENCIA Y


ANTISOCIALES UN DELITO DESESTIMIENTO DE LA
DELINCUENCIA
Procesos energizantes (o *Oportunidades. * Inicio (sobre todo por la mayor
motivación) influencia de los amigos):
- Bienes y estatus. *Costes / beneficios - Aumento de la
- Excitación anticipados motivación
- Frustración/Ira - Elección de métodos
- Consumo de alcohol *Consecuencias ilegales
(refuerzos / castigos) - Mayores oportunidades
Direccionalidad antisocial del del delito que pueden - Mayor utilidad esperada
comportamiento modificar:
- Falta de habilidades - Las tendencias * persistencia :
convencionales para el antisociales - Estabilidad de la
logro de objetivos - Y el calculo de tendencia antisocial
costes/beneficio
Procesos inhibitorios s * Desistimiento:
- Creencias y actitudes - Mejora de las habilidades
contrarias al delito lícitas
- Supervisión adecuada - Influencia inhibidora de la
- Empatía pareja
- Ausencia de - Menores oportunidades
impulsividad o de baja - Menor utilidad esperada
inteligencia
EL GRADO DE LA TENDENCIA ANTISOCIAL

Según Farrington existen tres tipos de factores y procesos de los que


depende que niños y jóvenes desarrollen propensiones antisociales y
delictivas.
En primer lugar, los procesos energizantes o motivadores de estas conductas
entre los que encontraríamos : el nivel de deseo de bienes materiales y de
prestigio social, sus deseos de estimulación, el nivel de frustración y de estrés y
el posible consumo de alcohol.

En segundo lugar se hallan los procesos que imprimen al comportamiento una


direccionalidad antisocial . ello depende fundamentalmente de si el joven suele
optar –como hábito- por la utilización de metodos ilícitos, como resultado de
una falta de habilidades lícitas para el logro de los objetivos anteriormente
mencionados.

En tercer lugar, la mayor o menor tendencia antisocial dependerá también de


si el joven posee o no las adecuadas inhibiciones que le alejen del
comportamiento delictivo. La mayor o menor presencia de mecanismos
inhibitorios internalizados (creencias, actitudes, empatía..) son el resultado
sobre todo de la capacidad de los padres para realizar una adecuada
supervisión educativa mediante una disciplina equilibrada.
Si el joven posee una alta impulsividad, una baja inteligencia y se halla en
contacto con modelos delictivos, se dificultará la internalización de los procesos
inhibitorios.

LA DECISIÓN DE COMETER UN DELITO

Farrington12 considera que, finalmente, la ocurrencia o no de delitos tiene lugar


en la interacción del individuo con la situación concreta. Así pues, cuando se
hallan presentes las tendencias antisociales mencionadas, el delito ocurrirá
dependiendo de las oportunidades que se presenten y de la valoración de
costes y beneficios anticipados del delito (materiales, castigos penales..). es
menos probable que los individuos impulsivos tomen en consideración las
consecuencias posibles de sus actos (sobre todo aquellas que se demoran en
el tiempo como son las sanciones penales, etc..).

12
Survey (english) = encuestas a gran escala
INICIO, PERSISTENCIA Y DESISTIMIENTO DE LA DELINCUENCIA

Farrington sitúa prioritariamente el inicio de la conducta delictiva en la mayor


influencia que ejercen sobre el joven los amigos,
amigos, que adquiere su punto más
álgido durante la adolescencia. Esta influencia determina un aumento de la
motivación para la obtención de dinero, de una mayor consideración dentro del
grupo y de mayores niveles de estimulación.
Aumenta también la probabilidad de que si los amigos utilizan métodos ilegales
para los anteriores objetivos, el joven los imite.

La persistencia va a depender esencialmente de la estabilidad que presente la


tendencia antisocial, como resultado de un prolongado proceso de aprendizaje.

Por ultimo se va a producir el desistimiento o abandono de la carrera delictiva


ya iniciada en la medida en que el joven mejore sus habilidades para la
satisfacción de sus objetivos y deseos por medios legales y aumenten sus
vínculos sociales con personas no alegales o antisociales (lo que suele ocurrir
en las primeras etapas de la edad adulta pasadas la adolescencia).

Farrington sintetiza las ideas anteriores de la siguiente manera :


“la prevalencia de la conducta delictiva puede aumentar al máximo entre los
catorce y los veinte años debido a que los jóvenes (especialmente los de clase
baja que fracasan en la escuela) tienen en esas edades una alta impulsividad,
grandes deseos de actividades estimulantes, de poseer determinadas cosas y
de mayor consideración social, pocas posibilidades de lograr sus objetivos por
medios legales, y poco que perder(en la medida en que las sanciones legales
son suaves y los amigos aprueban estas conductas). Sin embargo después de
los veinte años sus deseos se vuelven menos imperiosos o más realistas, es
más posible su logro legalmente, y los costes del delito son mayores (ya que
los castigos legales son más severos y las personas más allegadas –esposas
o novias- desaprueban el delito)”

La teoría integradora de Farrington (1992-1996) se basa:


- Estudio longitudinal.
- Datos recogidos en el Cambridge Study
- Objetivo: estudiar las características propias de los individuos implicados
en la conducta antisocial
- Muestra : 441 chicos londinenses, las medidas se repitieron desde los 8
años hasta los 32 años.
5.2 TEORÍA DEL CONTROL SOCIAL O DE LOS VINCULOS SOCIALES
DE HIRSCHI.

Se trata de una de las teorías más importantes de la criminología moderna y


que más investigación ha producido en las ultimas décadas.
Fue formulada por Travis Hirschi en 1969 en su obra causas de la delincuencia
juvenil.
El presupuesto central de la teoría del control social o de los vínculos sociales
de Hirschi establece que la existencia de vínculos afectivos con personas
socialmente integradas constituye el principal elemento que retiene a los
jóvenes de implicarse en actividades delictivas.

En esta teoría la delincuencia no es el producto de determinadas creencias u


otros factores que llevan a delinquir , sino que resulta de la ausencia de
creencias, de normas y de vínculos sociales que prohíban o impidan delinquir
“ las acciones delictivas se producen cuando al vinculacion de los individuos a
la sociedad es débil o está rota”

MECANISMOS DE VINCULACIÓN SOCIAL

Hirschi considera que son 4 los elementos estrechamente unidos entre sí, que
unen a los jóvenes a la sociedad y que los disuaden de cometer delitos:

• APEGO : aquel conjunto de lazos emocionales que se establecen con


otras personas y que se traducen en afecto, admiración, e identificación
con ellas. Es el primer lazo social que une al niño con sus padres, por
tanto muy importante la variable apego en las primeras etapas de la
niñez.

• COMPROMISO : define el grado en el que los individuos están ubicados


o encuentran su sitio en la sociedad convencional, especialmente su
relación con la escuela u otras actividades juveniles convencionales. Las
personas que tienen más cosas que perder si delinquen (trabajo,
posesiones, familia, amigos..) tienen más frenos a la hora de delinquir.

• PARTICIPACIÓN : nivel de implicación de un individuo/s en las diversas


actividades convencionales (escolares,familiares, laborales, deportivas)
establecidas socialmente. Cuanto mayor es la participación menores son
las probabilidades de implicarse en conductas delictivas.
• CREENCIAS : es el conjunto de convicciones que tienen las personas
favorables a los valores establecidos socialmente. en la medida en que
los individuos son consonantes con su contexto social en el que se
desenvuelven y consideran por ejemplo, que el respeto a la vida es un
valor supremo o que no está bien apropiarse de cosa ajena, menor será
la probabilidad de implicarse en actividades delictivas .

Todos estos elementos de control social se adquieren durante el proceso de


socialización. Son más efectivos cuando los refuerzos se aplican
inmediatamente y provienen del contexto próximo del individuo.

CONTEXTOS DE LA VINCULACIÓN SOCIAL

Según Hirschi, la ruptura de los mecanismos de vinculación social informal que


se han descrito (apego, compromiso, participación y creencias) puede
producirse principalmente en 4 contextos de la vida de las personas:
• Falta de vinculación a los padres.
• Falta de vinculación a la escuela.
• Falta de vinculación a las pautas de acción
convencionales (familiares, educativas, deportivas....)
• Falta de vinculación al grupo de iguales.

Falta de vinculación a los padres Falta de vinculación a las pautas de acción


convencionales (familiares, educativas,
deportivas....)

DELINCUENCIA

Falta de vinculación al grupo de iguales.


Falta de vinculación a la escuela
APEGO A LOS PADRES

En esta teoría se concede una especial relevancia al apego afectivo que el niño
o joven tiene a sus padres.
Una de las evidencias criminológicas mejor documentadas por los
investigadores es que los jóvenes delincuentes se hallan menos vinculados a
sus padres que los jóvenes no delincuentes.

Los vínculos emocionales entre padres e hijos vendría a ser el vehículo que
facilita los procesos de socialización, a través de los cuales los hijos reciben las
ideas, las expectativas y los valores paternos.

El apego emocional o mejor aún la falta de apego, es según Hirschi la variable


más relevante en la etiología de la conducta delictiva.

VALIDEZ EMPÍRICA

Desde su formulación originaria en 1969 se han llevado a cabo numerosos


estudios13 para evaluar la teoría del control social de este autor.
VOLD (2002) ha concluido al respecto lo siguiente:

• De los 4 mecanismos de vinculacion social propuestos por


Hirschi, muchos estudios apoyan la relevancia teórica de
los constructos “apego”, “compromiso” y “creencias”
mientras que, de acuerdo con el grueso de la investigación,
no quedaría claramente avalada como mecanismo de
vinculación social “la participación”.

• En muchas investigaciones se han encontrado


correlaciones entre la conducta delictiva y alguna de las
variables incluias en esta teoría. Sin embargo tales
variables fueron operacionalizadas y medidas de muy
distintas maneras, lo que no permite extraer conclusiones
claras e inequívocas sobre los constructos nucleares de la
teoría de Hirschi.

5.3 TEORÍA GENERAL DEL CRIMEN DE GOTTFREDSON Y HIRSCHI

También conocida como teoría del AUTOCONTROL , surge tras un importante


trabajo criminológico llevado a cabo por estos autores en 1990 titulado “A “A
general theory of crime”.
crime”. Esta teoría combina conceptos de las perspectivas
biosociales, psicológicas, de las actividades rutinarias y de la elección racional.

13
Leer Paginas 226 y siguientes..........................Garrido, Stangeland y Redondo.
GOTTFREDSON Y HIRSCHI (1990) consideran imprescindible diferenciar
entre acciones delictivas (el delito como acción) e individuos con tendencias
delictivas (o criminalidad como tendencia). En una sociedad las tasas de
delincuencia pueden variar debido a las oscilaciones de las oprtunidades
delictivas, pese a que el numero de individuos con predisposiciones delictivas
no varíe.

Se asume por tanto que las restricciones que impiden que un individuo delinca
tienen tanto un carácter social como individual.
El concepto clave de esta teoría es el autocontrol.
autocontrol. Estos autores consideran
que esta característica, cuya ausencia aumenta la probabilidad de delito, está
presente desde la primera infancia y constituye una característica bastante
estable a lo largo de la vida del sujeto. No obstante esta falta de autocontrol
puede ser contrarrestada por otras características propias del sujeto o factores
situacionales del entorno.

LOS ELEMENTOS DEL AUTOCONTROL

En general, el comportamiento delictivo produce una gratificación inmediata de


los propios deseos (dinero, venganza, sexo..) gratificación que se obtiene sin
demasiado esfuerzo, implica actividades excitantes y arriesgadas, requiere de
poca habilidad y planificación, supone un dolor para las victimas y puede
implicar un cierto dolor físico para el propio delincuente, aunque sabemos que
el riesgo de detención y castigo es muy bajo.
Pues bien las personas con un elevado nivel de auto-control presentan
características contrarias al modo de funcionamiento delictivo que acabamos
de describir:
- saben diferir las gratificaciones.
- Suelen ser esforzadas.
- Tienden a ser prudentes en su conducta.
- Desean beneficios a largo plazo
- Suelen planificar sus acciones, y no son ajenas al sufrimiento de otras
personas
- Sopesan los riesgos de su comportamiento.

En cambio los individuos con escaso autocontrol tienden a ser todo lo contrario.
Todas estas características individuales (propias de la falta de autocontrol) se
adaptan más fácilmente al modo de vida delictiva.

Estos autores han sintetizado su concepto de Auto – control de la siguiente


manera:
“ en síntesis, las personas que carecen de autocontrol tenderán a ser
impulsivas, insensibles, físicas (en oposición a mentales) asumidoras de
riesgo, imprevisoras...y tenderán por lo tanto a implicarse en conductas
antisociales o delictivas....”
delictivas....”

LAS DIVERSAS MANIFESTACIONES DEL AUTO-CONTROL

Es evidente que el delito no es una consecuencia automática de la falta de


auto-control, sino que este puede manifestarse de formas diversas tales como
la bebida incontrolada, consumo abusivo de drogas, conducción arriesgada de
vehículos...

LAS CAUSAS DEL AUTOCONTROL

Estos autores afirman que la ausencia de autocontrol no es, en ningún caso,


fruto de los procesos de maduración o socialización, tal y como proponen otras
teorías criminológicas.
En suma la falta de autocontrol se manifiesta en ausencia del esfuerzo activo
para crearlo :

“ No se conoce ningún grupo social, ya sea delictivo o no, que activamente o


intencionadamente intente reducir el auto-control de sus miembros. La vida
social no es mejorada por el bajo auto-control y sus consecuencias. Por el
contrario la manifestación de estas tendencias socava las relaciones
armoniosas de grupo y la capacidad para lograr fines colectivos. Estos hechos
niegan explícitamente que la delincuencia sea el producto de la socialización,
de la cultura o del aprendizaje positivo de cualquier parte “

Todos los delitos comportan un objetivo placentero y por otro lado un riesgo de
sufrir castigo (ya sea social o legal). Aunque existe poca variabilidad individual
en la percepción de las consecuencias gratificantes, esta variabilidad es
elevada en la capacidad para calcular las consecuencias negativas del
comportamiento. Es decir, aunque la gente desea poseer más dinero, no todos
temen por igual las consecuencias derivadas del robo.

Entonces ¿cómo es posible prevenir la delincuencia?


Según estos autores existen 2 importantes fuentes de desviación:

• las diferencias individuales entre los niños en el grado en


que manifiestan rasgos característicos de la falta de auto-
control.
• Las diferencias que existen entre los cuidadores o
educadores de los niños en su capacidad para reconocer y
corregir la falta de auto-control.
“Obviamente, no sugerimos que las personas son delincuentes natos, que
nacen con un gen criminal o heredan algo parecido, por el contrario,
explícitamente rechazamos tales planteamientos. Lo que nosotros sugerimos
es que las diferencias individuales pueden tener un impacto sobre los
planteamientos necesarios para lograr una socialización efectiva (o control
adecuado). La socialización efectiva es, pese a todo, siempre posible, con
independencia de la configuración de los rasgos individuales”

VALIDEZ EMPÍRICA

En general, existe amplia evidencia criminológica que relaciona las variables


impulsividad y conducta delictiva (SIEGEL 1998).
El rasgo impulsividad puede discriminar entre delincuentes reincidentes y no
reincidentes. Incluso en algunos estudios las medidas de auto-control han
resultado han resultado buenos predictores de la futura conducta ilícita de
muestras de jóvenes en distintas muestras culturales y raciales.

Pese a todo, la teoría del autocontrol ha recibido las siguientes críticas


importantes:

• La teoría puede resultar tautológica. Esta crítica se basa en la


explicación que supone que todos los que delinquen lo hacen por
falta de auto-control y paralelamente argumentar que aquellos
que carecen de él, cometen actos delictivos.
• Diferencias individuales / contextuales. La teoría presta poca
atención e importancia a la presencia de factores culturales,
ambientales o económicos en su relación con el delito.

• Creencias morales : ignora las influencias de las creencias


individuales sobre la conducta (algo fundamental para Hirschi)

• La teoría presupone la estabilidad a lo largo del tiempo de ciertos


rasgos individuales. Sin embargo existe abundante investigación
sobre el desarrollo evolutivo que contradice esta supuesta
estabilidad.

• Diferencias transculturales : la teoría asume una serie de


estereotipos muy norteamericanos de lo que constituye o no una
conducta de riesgo o ilícita. Por ello Gottfredson y Hirschi
reiteradamente mencionan como comportamientos ilícitos fumar o
mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Es evidente
que esta perspectiva limita culturalmente la teoría.
TEMA 7: LA INFLUENCIA DE LA FAMILIA EN LA CONDUCTA DELICTIVA
JUVENIL.

1. INTRODUCCIÓN.

La familia el contexto más importante. Por familia entendemos la unión


de personas que tienen una razón de parentesco y que suelen convivir en el
mismo hogar. Además, en el caso de que haya hijos, es el agente de
socialización más importante porque en la familia se trasmiten normas
culturales y sociales.
Desde un punto de vista antropológico, podemos decir que la familia
española es una familia nuclear y neolocal, es decir, que suele estar formada
por la pareja o un progenitor con los hijos que viven en el mismo hogar.
Debido a los cambios en la sociedad occidental, las familias son donde
las transformaciones se iniciaron más tarde y en el caso de España estos
cambios han sido más acelerados.
Entre los cambios familiares más importantes que se han sucedido en
España, destacan los siguientes:
- Incorporación de la mujer al mercado laboral.
- Reducción del tamaño de la familia.
- Descenso de la nupcialidad y aumento relativo de la cohabitación.
- Descenso de la natalidad.
- Aumento del número de separaciones y divorcios; así como de
segundas nupcias.
- Aumento de familias monoparentales.

Ha habido transformaciones a nivel social y económico que también


afectan a las familias y las formas familiares. Básicamente porque hay una
nueva forma de entender las relaciones personales y sociales; las cuales están
más basadas en la autonomía y el individualismo.

2. FUNCIONES DE LA FAMILIA.

Actualmente se dice que la familia como agente de control social está en


crisis. Ha dejado de ser la principal fuente de apoyo y de control social.
Esta pérdida de ese valor de la familia se ha asociado tradicionalmente
con la aparición de la conducta antisocial.
Las funciones básicas de la familia con respecto a los hijos son cuatro:
1. Hacer posible la supervivencia de los hijos. Son responsables de que
el niño crezca adecuadamente y sea socializado correctamente en
conductas básicas de comunicación y simbolización.
2. Dar a los hijos un clima de apoyo y afecto para un adecuado
desarrollo psicológico.
3. Estimular a los niños para el desarrollo de su capacidad para
relacionarse con el mundo social y físico que le rodea.
4. Inclusión de los hijos en otros contextos diferentes del familiar, como
puede ser el escolar.

La familia es un sistema con un continuo intercambio con el entorno y


consigo misma. Van a influir en ella diferentes fuerzas:
- Interacción de la familia con su entorno social, físico, económico y
político.
- Grupo social al que se pertenece (étnico o religioso); van a influir en
los valores y normas que se tienen en la familia.
- La propia personalidad de cada miembro de la familia.
- Maduración biológica de los miembros de la familia.
- Estructura interna y organización de la familia.

3. ANTECEDENTES FAMILIARES DE LA CONDUCTA ANTISOCIAL.

La familia en la investigación, tradicionalmente se ha asociado a la


aparición y desarrollo de la conducta antisocial.
Es importante tener en cuenta los antecedentes familiares porque:
· Hace posible elaborar modelos causales respecto a la conducta
antisocial.
· Permite identificar a niños que están en alto riesgo social.
· Permite desarrollar programas de intervención.
La mayoría de modelos teóricos introducen a la familia, pero la influencia
exacta de la misma en la conducta antisocial es difícil de estimar.
Las variables que se suelen tener en cuenta son:
- Hogares rotos.
- Alguna característica negativa de los padres (alcoholismo,
psicopatía…).
- Relaciones poco afectivas tanto entre padres como entre padres e
hijos.
- Falta de supervisión de los padres o uso de prácticas educativas
inadecuadas.

Según Triana y Rodrigo, las características que suelen presentar los


padres de niños antisociales son:
o Un número considerable de los niños procede de familias rotas.
o En un alto porcentaje, los padres tenían o habían tenido contacto con
algún tipo de drogas (normalmente con el alcohol).
o Suele haber presencia de malos tratos, abuso y abandono.
o Las prácticas disciplinarias de la familia de origen de los padres suelen
ser incoherentes, con excesivo control o bien abandono y negligencia.
o Suelen vivir en situación continua de estrés.
o Respecto a la personalidad de los padres, son personas inseguras,
depresivas, con alto grado de dependencia y baja autoestima y excesiva
tendencia a trastornos psicopatológicos y al retraimiento social.
o Si son los padres varones los que tienen algún tipo de problema, suele
darse una pérdida de su rol tradicional de autoridad que es asumido por
la madre.
o Si la que presenta el problema de conducta es la madre, el grado de
desestructuración familiar es mayor, porque quien asume el cuidado de
los hijos es la familia extensa, no el padre.
o También presentan en ocasiones problemas físicos y psíquicos con
pérdida de la capacidad laboral y por tanto adquisitiva.

4. PSICOPATOLOGÍA Y ANTECEDENTES DELICTIVOS DE LA FAMILIA.

En numerosas investigaciones se ha documentado que tanto la conducta


delictiva como el abuso de drogas de los padres se relaciona con la conducta
antisocial de los hijos.
Los estudios longitudinales han puesto de manifiesto que hay
transmisión intergeneracional de la conducta delictiva y de la agresividad; pero
no sólo en los padres sino que la transmisión puede llegar hasta los abuelos.
Las principales consecuencias de la exposición de los menores a las
conductas drogodependientes de los padres son:
1. Presencia de problemas de conducta como alteraciones
psicosomáticas o psicopatológicas. En chicas es más común la
depresión y la ansiedad, y en los chicos la aparición de conducta
inadaptada o antisocial.
2. Pérdida de motivación por los estudios bien por falta de apoyo de los
padres o bien por el estrés por los conflictos de la familia.
3. Búsqueda de apoyo entre el grupo de pares.
4. Alteración de la autoimagen, se percibe de forma muy negativa.
5. Muestran mucha inseguridad; autoestima muy baja.
6. Problemas afectivos como labilidad emocional y retraimiento social.
7. Perciben su ambiente familiar de forma muy negativa; lo perciben de
forma menos cohesiva aún de lo que es.
8. Sentimientos negativos hacia los padres como figuras de autoridad
(no les hacen caso).
9. Los menores se caracterizan por patrones de conducta inadaptada,
porque el clima de hostilidad en la familia es muy alto, porque los
patrones educativos son muy incoherentes o muy rígidos, y cuando
es la madres la que es drogodependiente suele acentuarse toda la
problemática, con un escaso vínculo entre madre e hijo.

Las áreas más afectadas en el desarrollo de los hijos con progenitores


que abusan de drogas o con conductas delictivas son:
- Área escolar.
- Acaban consumiendo sustancias.
- Problemas de relaciones sociales.
- Problemas afectivos y emocionales.
- Comportamientos hiperactivos, agresivos, anti-sociales o delictivos.
- Desarrollan el locus de control externo (la culpa de todo la tienen los
demás).

5. EFECTO DEL TAMAÑO FAMILIAR Y ORDEN DE NACIMIENTO.

En general existe correlación positiva entre el tamaño familiar, el orden


de nacimiento y la conducta antisocial. Aunque hay que decir que ningún
estudio explica con suficiente amplitud los efectos concretos del tamaño ni del
orden de nacimiento sobre la conducta antisocial.
Hay variables como los estilos de educación, el cariño manifestado por
los padres, la comunicación familiar, etc. que están más relacionados con la
conducta antisocial que el tamaño o el orden de nacimiento.
Lo que sí parece cierto es que un tamaño familiar elevado se va a
asociar con la conducta antisocial. La explicación es que el gran tamaño
familiar implica un aumento significativo del estrés y la privación económica.
Además esto tiene relación significativa entre criminalidad paterna, tamaño
familiar y delincuencia.
Otras desventajas familiares relacionadas con la asociación entre gran
tamaño familiar y conducta antisocial son: que las madres suelen ser muy
jóvenes; que ambos progenitores suelen tener bajo nivel educativo; que suele
haber escasez de ingresos económicos; conflictos conyugales; y muchas veces
dependencia de los Servicios Sociales.
Hirschi afirma que el tamaño familiar elevado se relaciona con la
conducta antisocial de los hijos porque la capacidad de los progenitores para
educar a sus hijos es menor, porque el tiempo y las fuerzas disponibles
también son menores.
Respecto a la relación entre orden de nacimiento y delincuencia el
estudio de Glueck y Glueck encontró suficiente apoyo para afirmar que la
conducta antisocial aparece con más probabilidad en los hijos intermedios; así
mismo encontraron que el aumento del tamaño familiar hace aumentar la
delincuencia.
6. PROCESOS DE DESESTRUCTURACIÓN FAMILIAR.

Son muchos los factores socioeconómicos que explican el aumento de


divorcios y separaciones, como la incorporación de la mujer al mercado laboral
con la consiguiente mejora económica de su situación. También es importante
el cambio en la mentalidad pública acerca del concepto de divorcio.
Estos cambios en la estructura familiar afectan al desarrollo de los
menores favoreciendo la aparición de problemas externos de conducta.
También suelen ser menores con menores niveles de competencia y
habilidades sociales. Además suelen tener problemas en las relaciones con los
miembros de su familia y con sus pares. Pueden presentar problemas internos
de conducta (ansiedad, estrés…), sobre todo en los meses más próximos al
divorcio. Para que todo vuelva a la normalidad pueden transcurrir 2 o 3 años.
Estos cambios familiares afectan al menor porque cambia el contexto
familiar en una serie de facetas:
- Hay un progenitor que ya no está en casa y eso repercute a nivel
afectivo y económico.
- Se alteran las pautas normativas establecidas. Suele haber un
incremento de la coerción y de la incongruencia.
- Disminución de las interacciones basadas en la comunicación y el
afecto y de las habilidades de resolución de problemas.
- Los conflictos y peleas no acaban siempre tras el divorcio sino que
muchas veces aumentan por la custodia, horarios de visitas, pensión
y con los derechos y deberes de los padres.

La respuesta que da la familia al divorcio y cómo afecta al menor va a


depender de las relaciones que se tenían antes del divorcio. Pero es muy
importante también qué motivó la separación y los cambios que siguieron a
dicha separación.
El deterioro del clima familiar y los cambios de conducta en los padres
suelen ser importantes predoctores de la futura conducta inadaptada de los
hijos.
Específicamente las consecuencias de estos cambios sobre la conducta
antisocial, en numerosas ocasiones, es porque los chicos que delinquen
proceden de familias rotas.

7. DESESTRUCTURACIÓN FAMILIAR Y CONDUCTA ANTISOCIAL.

La relación entre las dos variables hay muchas investigaciones que la


constatan.
Fundamentalmente el que falte uno o los dos progenitores (separación,
divorcio, muerte o abandono) se relaciona directamente con la aparición de la
conducta antisocial en la adolescencia y en la infancia.
McCord hizo varios estudios en Gran Bretaña y Estados Unidos; dice
que si se comparan niños procedentes de familias pobres, aquella muestra que
provenía de un hogar roto, presentaba mayor incidencia de conducta antisocial
que los que provenían de familias intactas.
En sus investigaciones había una variable que modulaba la relación, y
es qué provocó la ruptura en la familia.
La autora dice que los hogares rotos por la muerte de los cónyuges son
menos criminógenos que los rotos por divorcio y separación. Los más
criminógenos de todos eran los hogares rotos por el abandono de uno de los
dos progenitores.

Glueck y Glueck realizaron un estudio con 500 delincuentes y 500 no


delincuentes. Aproximadamente el 60% de los delincuentes procedían de
hogares rotos; en los no delincuentes la cifra bajaba al 30%.

Otros autores han investigado la influencia conjunta de la estructura y de


las relaciones familiares partiendo de la idea de que niños que han nacido en
situaciones de desventaja (hogares rotos), son los que más probabilidad tienen
de manifestar conducta antisocial.
La estructura familiar que con más frecuencia se asocia a problemas de
conducta antisocial es la formada por la madre y el hijo, pero con una rotación
continua de cuidadores auxiliares.
En general parece que la monoparentalidad influye sobre la conducta
antisocial porque en ella se dan las relaciones más pobres y negativas entre
madre e hijo o padre e hijo.

Una problemática directamente relacionada con la familia rota era la


formada en segundas nupcias. En general los chicos que crecen en estas
familias tienen un peor ajuste psicosocial porque están obligados a afrontar
cambios importantes que afectan a las normas y relaciones familiares.
Aunque también es cierto que frente a los divorcios, las familias en
segundas nupcias se caracterizan por que económicamente hay una relajación
de la tensión, pero normalmente los padrastros o madrastras no suelen
implicarse en la relación emocionalmente con el niño, lo que afecta a las
relaciones familiares.

Un estudio de Anderson comparó longitudinalmente durante 2 años a


202 familias divididas en: estructura intacta, monoparentales, y segundas
nupcias en las que la madre era la que contrajo de nuevo matrimonio. Los
resultados afirman que la conducta antisocial de jóvenes cuyas madres
volvieron a casarse era superior al resto de estructuras. La intensidad de esa
conducta antisocial era mayor durante los primeros cuatro meses tras el
matrimonio de la madre.

A mayor desestructuración familiar, mayor probabilidad de conducta


antisocial pero el grado de dicha conducta antisocial depende del motivo que
provocó la desestructuración.

8. RELACIONES FAMILIARES.

La familia se caracteriza por estar formada por miembros que tienen


relaciones que se presuponen estables, tanto entre los miembros de la pareja,
como entre hermanos, como entre padres e hijos.
Este compromiso en las relaciones es físico pero también afectivo y todo
ello conduce al “clima familiar”.
El clima familiar es una variable típica en los estudios de conducta
antisocial porque tiene la función principal de que los hijos desarrollen
sentimientos de confianza y seguridad en sí mismos. Además permite que los
padres lleven a cabo correctamente la función educadora y socializadora, en
los valores y normas sociales y culturales.
Además del clima familiar, si estudiamos relaciones familiares y
conducta antisocial hay que tener en cuenta siempre el apego, que es el
vínculo afectivo que una persona establece con su sistema familiar. Es un lazo
emocional que lleva consigo la proximidad y el contacto. El vínculo del apego
se desarrolla desde el nacimiento, y si este vínculo es bueno permite que los
niños acepten las normas y valores de los padres, además de la conducta
social apropiada.
En la adolescencia, el adolescente se independiza de la figura de apego,
y esto puede llevar consigo conflictos importantes en las dinámicas familiares,
o bien que sea un proceso paulatino.
Además cuando esto pasa, el adolescente intensifica las relaciones con
su grupo de iguales y puede llegar a convertirse en su sistema de relaciones
central.

9. RELACIÓN ENTRE CONDUCTA ANTISOCIAL Y RELACIONES


FAMILIARES.

Los padres de jóvenes con problemas de conducta antisocial, en general


se caracterizan por mantener con los niños relaciones de rechazo, poco afecto
y escaso apoyo emocional. También en los estudios aparece relacionada la
aplicación de castigos físicos con la falta de una identificación positiva con los
progenitores.
9.1. COHESIÓN FAMILIAR Y CONDUCTA ANTISOCIAL.

La cohesión se entiende como lazo emocional entre padres e hijos y


entre los padres. Se manifiesta con sentimientos positivo entre los miembros y
también por relaciones de cooperación.
En casi todos los estudios se refleja que a mayor cohesión familiar,
menor conducta antisocial. La cohesión es un protector frente a la delincuencia
juvenil y es lo contrario al conflicto familiar.
La percepción que tienen los menores de la falta de apoyo y de cariño se
asocia con la aparición de conducta antisocial porque en un contexto emocional
negativo, la probabilidad de que los padres usen prácticas educativas
ineficaces, se incrementa.
Al contrario, las relaciones positivas entre padres e hijos protegen a
estos últimos de la delincuencia aún en condiciones económicas y ambientales
muy adversas.
Para algunos autores la cohesión también se asocia con la autoestima,
con la obediencia, además de que estas familias suelen estar más
organizadas, son más expresivas, comparten el tiempo de recreo y de ocio, se
orientan más a actividades intelectuales y culturales; y los niños de estas
familias suelen desarrollar un autoconcepto más positivo y un comportamiento
orientado a metas además de que toleran mejor la frustración.

9.2. CONFLICTIVIDAD FAMILIAR.

La conflictividad se puede estudiar desde dos perspectivas:


- Conflicto entre padres e hijos.
- Conflictos que afectan a la dinámica familiar en su conjunto.
Respecto a los conflictos entre padres e hijos, los temas que más
conflicto suscitan en la adolescencia y pre-adolescencia son:
· Los amigos.
· Las salidas especialmente de noche.
· Las calificaciones escolares.
· Los gastos.
· El tiempo libre.
· El modo de vestir.
Además los conflictos aumentan al tiempo que la edad de los menores
también aumenta.
Parece que la exposición a los conflictos entre los padres afecta al
desarrollo de conductas desadaptadas, antisociales y agresivas en el caso de
los chicos, y a problemas de conducta internalizada en las chicas. Aunque hay
factores que pueden modular estas relaciones como por ejemplo la frecuencia
de los conflictos que se asocia a conductas desadaptadas tanto en chicos
como en chicas.
9.3. CONSECUENCIAS DE LA EXPOSICIÓN A LA VIOLENCIA FAMILIAR.

La influencia de la violencia familiar depende del nivel evolutivo del niño.


En la primera infancia, los niños que son expuestos a la violencia familiar
suelen presentar estrés emocional, inmadurez, quejas somáticas, regresión en
el lenguaje y enuresis nocturna.
Durante la edad escolar los niños son más capaces de entender las
intenciones de un acto violento. Suelen pensar que ellos podían prevenirlo o
evitarlo y pueden llegar a manifestar síntomas de estrés postraumático.
Además pueden llegar a presentar conducta externalizada como agresión o
delincuencia, o conducta internalizada como ansiedad o depresión.
Durante la adolescencia, aquellos chicos que han sido expuestos a la
violencia a lo largo de su vida suelen manifestar conducta agresiva. En muchos
casos pueden mezclarse con pares y bandas que sustituyen a la familia de
origen afectivamente.
La exposición a la violencia familiar siempre lleva consigo el aprendizaje
de la conducta agresiva y violenta que suele manifestarse durante la
adolescencia o edad adulta.
Además estos chicos aprenden las condiciones bajo las cuales la
agresión puede ser aplicada en las relaciones íntimas; lo que estaría en
consonancia con el ciclo intergeneracional de la violencia.
Los niños aprenden que la violencia es una forma aceptable e incluso
pueden llegar a aprender que es la única forma que hay de resolver conflictos,
y por tanto racionalizar su uso.

Los conflictos y peleas entre los padres pueden influir en el hijo con
independencia de que el niño también sea maltratado; porque el niño observa
malos tratos y en esa observación aprende primero la propia conducta violenta,
en segundo lugar cuándo es efectiva, y en tercer lugar también aprende que es
una forma de controlar a otra persona. Incluso puede ocurrir que la compasión
inicial hacia la madre (si es ella la que sufre maltrato) se transforme en
hostilidad llegando sobre todo en el caso de los hijos varones a agredir a su
madre.

En resumen podemos decir que cuanto más frecuentes sean las


manifestaciones de hostilidad entre los padres, más probabilidad de que la
conducta violenta se transmita a los hijos, porque la observación de modelos y
de educación recibida, influye en la representación cognitiva de las relaciones
interpersonales de los niños. Esta representación hace que se inclinen más a la
violencia como forma de relacionarse, de hecho está constatado que los
delincuentes juveniles convictos hacen referencia a uan relación entre los
padres muy conflictiva.

10. ESTILOS EDUCATIVOS Y APARICIÓN DE LA CONDUCTA ANTISOCIAL.

Teniendo en cuenta los estilos educativos14 también podemos recoger


las relaciones familiares.
Los estilos educativos o de crianza, son importantes porque se vinculan
al desarrollo del niño en general y específicamente a la conducta antisocial.
Hay un número considerable de lo que llamamos tipologías de familias.
Las tipologías se hacen para recoger toda la variabilidad interfamiliar e
intrafamiliar.
Hay algunos autores que sostienen que en las familias hay patrones
educativos estables y otros que sostienen que esos patrones van a depender
de la situación específica, de la conducta del niño y del desarrollo del niño.

Baumrind es la principal autora de elaboración de tipologías y desde el


año 66 propone tres tipos de disciplina diferentes:
- Estilo autoritario: se caracteriza por una manifestación muy rígida y
severa del control que se ejerce sobre los hijos. Los padres suelen
evaluar las conductas y actitudes de los hijos usando estándares
absolutos (no relativizan nada). Básicamente los padres lo que más
valoran es la obediencia, por eso restringen demasiado la autonomía
del niño; son las familias que más usan el castigo físico y las
prohibiciones. Normalmente los niños tienen muy pocos derechos
pero muchas obligaciones.
- Estilo autoritativo: se basa en la presentación de argumentos y de
razonamiento sobre determinadas normas. Los padres respetan la
autonomía la individualidad del niño. El objetivo de la educación es
lograr acuerdos usando la negociación y la toma conjunta de
decisiones. Los padres autoritativos suelen ser coherentes y
consistentes y adecuan la disciplina a la realidad evolutiva del menor.
Lo que intentan es promover en el niño la tendencia al
comportamiento positivo, manteniendo la reciprocidad entre padre e
hijo pero manteniendo claramente el rol de padre y el rol de hijo. En
principio es el estilo más positivo para educar y suelen ser familias
cohesivas.
- Estilo permisivo: es el polo opuesto al autoritario. Hay ausencia de
castigos, muy poco control por parte de los padres, se aceptan las
conductas impulsivas de los hijos, se permite que sea el propio niño
el que regula su comportamiento y no se exige el cumplimiento de
normas. A los niños se les dan los mismos derechos que a los
14
Parenting (english): estudios sobre influencia de la educación familiar en la conducta antisocial.
adultos pero no tienen obligaciones. Este es el que abunda hoy en
día.

En realidad Baumrind sostiene que los estilos parentales se pueden


resumir en estilos basados en la aceptación y el afecto y estilos basados en el
control.
El control se divide a su vez en:
o Control comportamental o conductual: hace referencia a aquellas
conductas de los padres dirigidas a controlar la conducta del hijo.
Tiene consecuencias positivas y negativas para el desarrollo del
niño.
o Control psicológico: es el control de los padres al hijo influyendo
en su desarrollo psicológico y emocional. Siempre tiene
consecuencias negativas.
Las investigaciones dicen que el control psicológico tiene un efecto muy
importante en las conductas internalizadas (depresión, baja autoestima…) y en
algunos casos en la conducta externalizada (delincuencia). El control
conductual se asocia con conducta externalizada y también con la
delincuencia.

Otra clasificación de tipologías es la realizada por Maccoby y Martin. En


1983 redefinen los estilos de Baumrind y hablan del estilo democrático (el
mismo que el autoritativo); estilo autoritario (igual que el autoritario anterior);
estilo indulgente y estilo negligente (se asocia al maltrato y refleja el estado
anímico de los padres). El indulgente y el negligente surgen de desglosar el
estilo permisivo de Baumrind.

BAUMRIND MAC COBY/ MARTIN


Autoritario …………………………………………………………….. Autoritario
Autoritario ………………………………………………………………..
Democrático
Permisivo ................................................................... Indulgente
Negligente

AFECTO
ALTO BAJO
CONTROL ALTO Democrático Autoritario
BAJO Indulgente Negligente

Esta categorización permite diferenciar entre familias cuya permisividad


tiene su origen en criterios de democracia, confianza, es decir, una orientación
ideológica; de las que cuya permisividad se asocia a la falta de responsabilidad
y de interés por el cuidado y protección del niño.
10.1. PAUTAS EDUCATIVAS MÁS ADECUADAS EN LA ADOLESCENCIA.

- Las que establecen normas nítidas sobre cuál ha de ser la conducta


adecuada.
- Las que no utilizan sanciones punitivas.
- Las más congruentes.
- Las que se basan en explicaciones y en razonamiento.
- Las que permiten el intercambio de opiniones entre padres e hijos.
- Las que promueven actividades cotidianas adaptadas.
- Las que fomentan el desarrollo de ideas propias y opiniones en el
adolescente siempre que el clima familiar sea cohesivo.

10.2. CONSECUENCIAS DE LOS ESTILOS EDUCATIVOS.

Los hijos de padres autoritarios tienen un patrón de conducta que se


llama conflictivo-irritable que se caracteriza por que el niño es miedoso y
aprensivo, se enfada con mucha facilidad, alterna la conducta agresiva con la
resentida, es melancólico y triste.
Los hijos de padres autoritativos suelen tener un patrón conductual
llamado energético-amistoso. Se caracteriza por que el niño confía en sí
mismo, tiene un alto nivel de energía, se autocontrola, es alegre y amistoso,
coopera con los adultos y soporta bien el estrés.
Los hijos de progenitores permisivos tienen un patrón conductual que se
llama impulsivo-agresivo que se caracteriza por que es poco confiado, tiene
poca confianza en sí mismo, muestra un escaso control, es agresivo, es
impulsivo y no persigue un fin.

10.3. INFLUENCIA ESPECÍFICA DE LOS ESTILOS DE EDUCACIÓN EN LA


APARICIÓN Y DESARROLLO DE LA CONDUCTA ANTISOCIAL.

En términos generales podemos decir que las prácticas educativas


severas, incongruentes, basadas en el castigo físico, las amenazas, la
negligencia, la escasa supervisión, el rechazo, el abuso, el maltrato y la
indiferencia se asocian con la conducta antisocial.
Algunos factores de la familia como los antecedentes delictivos de los
padres, las psicopatologías, los conflictos entre padres o entre padres e hijos,
la desventaja social, etc. median en la utilización de determinadas prácticas
educativas sobre otras.
Diversos autores establecen que la disciplina muy rígida es un factor que
influye en el desarrollo de la conducta agresiva y antisocial, pero llegan a la
conclusión de que este efecto depende de la rigidez de la disciplina, del grupo
cultural al que pertenezca familia, del contexto de interacción entre padres e
hijos y del sexo del padre y del hijo.

Respecto a la influencia del grupo social y cultural, hay una variación en


la relación entre disciplina física y problemas de conducta externalizada a
través de diferentes grupos étnicos y culturales. No está claro de qué depende,
pero parece que el significado de la conducta paterna depende de su grupo
cultural. En los grupos culturales en los que el castigo físico es aceptado, la
asociación entre castigo físico y delincuencia no es significativa. Sin embargo
en grupos sociales en los que el castigo físico está prohibido socialmente, la
disciplina física es rechazada y se considera negativa y existe correlación entre
conducta antisocial y disciplina física.
Respecto al contexto de interacción entre padres e hijos, sus
características van a determinar la interpretación que el niño dé ala educación
que recibe. Si el contexto de interacción se caracteriza por la frialdad y la falta
de calidez en las relaciones, los efectos de la disciplina física pueden verse
aumentados con respecto a la conducta antisocial. Pero una disciplina física
que no llegue al abuso y que es admitida en un contexto cálido de
interacciones puede tener un efecto menor o no tener efecto sobre la conducta
antisocial. Aunque el efecto del castigo físico nunca es inofensivo.
La internalización de las normas morales y sociales es efectiva cuando
el castigo físico forma parte de un estilo educativo autoritativo; o cuando se
acompaña de explicaciones racionales y se vincula a la situación específica. En
este contexto el niño entiende que el castigo físico es posible siempre que
hablemos de castigo físico dentro de un estilo autoritativo (no hablamos de
palizas, sino de algo puntual).
Respecto al sexo del padre y del hijo, en las díadas del mismo sexo, los
efectos de la disciplina física sobre la conducta antisocial son mayores.
Con relación a las actitudes que los padres manifiestan con respecto a
los hijos parece que los niños agresivos y antisociales sufren manifestaciones
de exasperación y rechazo frente al placer y satisfacción que manifiestan los
padres de niños adaptados. Esta influencia de las actitudes es más importante
en las madres.
El apoyo paterno se asocia al ajuste social de los jóvenes y a la
prevención de la conducta antisocial. De hecho, una alta percepción de
rechazo y una baja percepción de calor en la relación padre-hijo, se asocia con
la delincuencia. Posiblemente porque el rechazo dificulta la internalización de la
norma social porque el niño no se identifica con sus padres ni tiene buena
relación con ellos.

Vous aimerez peut-être aussi