T Todos tenemos una idea más o menos clara del tema
de nuestra conversación. Cierto. es uno y múltiple. sus orígenes son obscuros. sus límites vagos, su na- turaleza cambiante y contradictoria. su fin imprevisible. No importa: todas estas circunstancias y propiedades diver- Casi por eliminación aparece el verdadero nombre de nuestro tema: la literatura hispanoarnericana es la de los pueblos americanos que tienen como lengua el castellano. Es una definición histórica pero. sobre todo, es una defi- nición linguística. No podía ser de otro modo: la realidad gentes se refieren a un conjunto de obras literarias poemas. básica y determinante de una literatura es la lengua. Es una Cuentos, novelas. dramas, ensayos escritas en castellano realidad irreductible a otros realidades y conceptos, sean 21 en las antiguas posesiones de España en Amèrica. Ese es estos históricos, étnicos. políticos o religiosos. La realidad nuestro tema. Las dudas comienzan con cl nombre: ¿lite- literatura no coincide nunca enteramente con las realidades ratura latinoamericana. iberoamericana. hispanoamericana. nación, estado, raza, clase o pueblo. La literatura medieval indoamericana? Una ojeada a los diccionarios. lejos de latina y la sánscrita del período clásico --para citar dos disipar las confusiones, las aumenta. Por ejemplo. los dic- ejemplos muy socorridos-- fueron escritas en lenguas que cionarios españoles indican que cl adjetivo iberoaméricano habían dejado de ser vivas. No hay pueblos sin literatura designa a los pueblos americanos que antes formaron parte pero hay literatura sin pueblo. Este es. por lo demás. el de los reinos de España y Portugal. La inmensa mayoría de destino de todas las literaturas: ser obras vivas escritas en los brasileños e hispanoamericanos no acepta esta definición lenguas muertas. La inmortalidad de las literaturas es y prefiere la palabra latinoamericano. Además, Iberia es la abstracta y SC llama biblioteca. antigua España y también, un país asiático de la Antigüedad. La pintura está hecha de líneas y colores que son formas: ¿Por qué usar un vocablo ambiguo y que designa a dos la literatura está compuesta de letras y sonidos que son pueblos desaparecidos para nombrar una realidad unívoca y palabras. Si la literatura se define por la materia que la contemporánea? /ndoamericano ni siquiera aparece en Ios informa. el Ienguaje. la literatura hispanoamericana no es diccionarios españoles aunque sí figuran indoeuropeo e sino una rama del tronco español. Esta fue la idea preva- i n d o g e r m á n i c o . E n c a m b i o . esos mismos diccionarios leciente hasta fines del siglo XIX y nadie se escandalizaba registran una fea palabra: amerindio. A ningún maya o al oírla repetida por los críticos españoles. Es explicable: quechua le ha de gustar saber que es un amerindio. De hasta la aparición de los “modernistas” no era fácil percibir todos modos, indoamericano no sirve: se refiere a los rasgos originales en la literatura hispanoamericana. Había. pueblos indios de nuestro continente: su literatura. gene- sí. desde la época romántica, una vaga aspiración hacia lo ralmente hablada. es un capítulo de la historia de las civi- que se llamaba la “independencia literaria” de España. lizaciones americanas. Ingenua transposición de los programas políticos liberales La palabra latinoamericano tampoco aparece en la a la literatura, esta idea no produjo, a pesar de su populari- mayoría de los diccionarios españoles. Las razones de esta dad. nada que merezca recordarse. El patriotismo literario omisión son conocidas; no las repetiré y me limitaré a re- fue menOS nocivo que el realismo socialista pero fue igual- cordar que son más bien de orden histórico y patriótico mente estéril. La literatura hispanoamericana nació un poco que linguístico. Si latino quiere decir, en una de sus acep- más tarde, sin proclamas y como un lento desprendimiento ciones. “natural de algunos de los pueblos de Europa en de la española. Aparece primero, tímidamente, en las obras que se hablan lenguas derivadas del latín”. es claro q u e de algunos románticos pienso, sobre todo, en el memorable conviene perfectamente a las naciones americanas que tam- bién hablan esos idiomas. La literatura latinoamericana eS la literatura de América escrita en castellano. portugués y francés, las tres Ienguas latinas de nuestro continente. Martín Fierro de José Hernández. La ruptura la consuman de literaturas nacionales. Abusiva aplicación de la idea de los “modernistas”. Pero los poetas “modernistas” negaron nación a las letras, ha sido un obstáculo para la recta al tradicionalismo y al casticismo españoles no tanto para comprensión de nuestra literatura. Cada uno de nuestros afirmar su originalidad americana como Ia universalidad de países pretende tener una historia literaria propia y cri- su poesía. Su actitud. más que a Whitman. se parece a la ticos distinguidos como Pedro Henríquez Ureña y Cintio de Pound y Eliot: como más tarde los poetas norteamerica- Vitier han disertado sobre los rasgos distintivos de la nos, Darío y los otros hispanoamericanos buscaron. a poesía mexicana y de la cubana. Apenas si vale la pena principios de este siglo, enlazarse a una tradición universal. recordar que. si no es difícil encontrar obras cubanas o En uno y otro caso el puente fue cl simbolismo francés. argentinas notables, sí lo es discernir una literatura cubana Los españoles. por primera vez en nuestra historia. oyeron o argentina con rasgos propios y, sobre todo, que constitu- lo que decían los hispanoamericanos. Oyeron y contestaron: ya por sí misma un campo inteligible para la comprensión comenzó el diálogo de dos literaturas en cl interior de la histórica y literaria. Toynbee pensaba, con razón, que la misma lengua. primera condición del objeto histórico es ser una unidad El nacimiento y la evolución de las literaturas americanas inteligible, una totalidad autosuficiente y relativamente en lengua inglesa, portuguesa y castellana es un fenómeno autónoma. Una sociedad histórica es una unidad de este único en la historia universal de las literaturas. En general. tipo. La literatura es un conjunto de obras, autores y lec- la vida de una literatura se confunde con la de la Iengua en tores: una sociedad dentro de la sociedad. Hay excelentes que está escrita; en el caso de nuestras literaturas su infancia poetas y novelistas colombianos, nicaragüenses y venezola- coincide con la madurez de la lengua. Nuestros primitivos nos pero no hay una literatura colombiana. nicaraguense o no vienen antes sino después de una tradición de siglos: venezolana. Todas esas supuestas literaturas nacionales son son los descendientes de Spencer, Camoens, Garcilaso. inteligibles solamente como partes de la literatura hispa- Nuestras literaturas comienzan por el fin y sus clásicos noamericana. Lugones es incomprensible sin cl nicaragüense se llaman Whitman, Darío, Machado de Assís. La lengua Darío y López Velarde sin cl argentino Lugones. La historia que hablamos es una lengua desterrada de su lugar de origen, de la literatura hispanoamericana no es la suma de las que llegó al continente ya desarrollada y que nosotros, con inconexas y fragmentarias historias literarias de cada uno de nuestras obras, hemos replantado en cl S Ue IO americano. La nuestros países. Nuestra literatura está hecha de las relacio- lengua nos une a otra literatura y a otra historia; la tierra nes -choques, influencias. diálogos, polémicas. monólogos en que vivimos nos pide que la nombremos y así las palabras entre unas cuantas personalidades y unas cuantas tenden- desterradas se entierran en este suelo y echan raíces. El des- cias literarias y estilos que han cristalizado en una obras. tierro se volvió trasplante. Esas obras han traspasado las fronteras nacionales y las ¿Cuando empezamos a sentirnos distintos’? Aunque ideológicas. La unidad de la desunida Hispanoamérica está Ruiz de Alarcón era ya extraño para sus contemporáneos en su literatura. 2 2 españoles y él lo sabía, jamás dudó de su españolismo y vio ¿Cómo distinguir a la literatura hispanoamericana de la su extrañeza como un defecto. Sor Juana Inés de la Cruz española? Los franceses emplean una curiosa perífrasis tenía conciencia de su ser americano y más de una vez para designar obras escritas en su idioma por autores belgas, llamó a México su patria pero tampoco dudó de SU filia- suizos, senegaleses o antillanos: literaturas de expresión ción: su obra y su persona pertencían a España. Hacia esos francesa. ¿Quien entre nosotros se atrevería a llamar a años empieza a percibirse en la sensibilidad criolla un difuso Darío o a Vallejo poetas de expresión castellana’? El idioma y confuso patriotismo, una todavía obscura aspiración a castellano es más grande que Castilla. La aparente paradoja separarse de España. En el siglo XVIII los jesuitas alentaron de la literatura hispanoamericana reside en que, escrita en estos sentimientos y comenzaron a formularlos en términos castellano, sería manifiesta locura llamar escritores caste- de historia y política. La expulsión de la Compañía no llanos a Neruda, Güiraldes, Rulfo. La paradoja es aparente detuvo el proceso aunque contribuyó a desviarlo: los criollos porque si es verdad que las literaturas están hechas de buscaron más y más en fuentes ajenas a su propia tradición palabras, también lo es que los escritores cambian a las una filosofía política que ofreciese un fundamento a sus palabras. Los escritores hispanoamericanos han cambiado aspiraciones separatistas. La encontraron en las ideas de la al castellano y ese cambio es precisamente. la literatura Revolución de Independencia de los Estados Unidos y en hispanoamericana. las de la Revolución Francesa. Sólo que estas ideas, al se- A propósito de los cambios del idioma castellano y de pararlos de España, también los separaron de sí mismos. las relaciones de nuestros escritores con su lengua. a un El resultado de nuestra independencia fue diametralmente tiempo violentas y apasionadas como todas las relaciones opuesto al de la independencia norteamericana. Poseídos p r o f u n d a s , S C han escrito algunas exageraciones brillantes. por el poderoso sentimiento de misión nacional que e S a S Los hispanoamericanos. se ha dicho, hablamos una lengua ideas les daban, los norteamericanos crearon un nuevo e que no es nuestra y que sólo podemos poseer a través de inmenso país; los hispanoamericanos se sirvieron de esas la violencia. Cada obra genuinamente hispanoamericana es ideas como proyectiles en sus sangrientas y estériles quere- un acto de conquista pasional, un misterio entre religioso Ilas, hasta que se disgregaron en muchas naciones y pseudo- y erótico en el que el escritor sacrifica a las palabras euro- n a c i o n e s . P a r a l o s n o r t e a m e r i c a n o s e s aS i d e a s f u e r o n u n peas en el altar de la autenticidad americana. Los libros espejo en el que S C reconocieron y un modelo que los ins- hispanoamericanos chorrean sangre verbal: la de substan- piró; para nosotros fueron disfraces y máscaras. Las nuevas tivos, adjetivos. adverbios y verbos, la sangre incolora de la ideas no nos revelaron: nos ocultaron. sintaxis y la prosodia de Castilla. Armado de su máquina de La hendedura entre los sentimientos patrióticos de los escribir como si fuese un cuchillo de obsidiana. el escritor criollos y las ideas políticas que adoptaron se duplica en cl se transforma en actor de un rilo suntuoso y bárbaro: dominio de la literatura. Ya mencioné la aparición de la o es un amante heroico y cada uno de sus poemas o de sus idea de- “independencia literaria”. Este concepto es cl relatos es la representación del rapto. no de las sahina4 origen de un tenaz prejuicio: la creencia en la existencia sino de las palabras: o es cl libertador, el guerillero, cl caudillo revolucionario que libera al lenguaje de sus cadenas. que a S u vez desciende de Darío y que aprendió mucho en Todos estas metáforas expresan las obsesiones históricas, Lugones. ¿Entonces? Debemos distinguir entre las influen- eróticas y políticas que, simultáneamente, han encendido cias literarias, los parecidos involuntarios y las diferencias y cegado a nuestros escritores durante los últimos veinte irreductibles. Las primeras han sido recíprocas y profundas. años. Los estilos. las maneras y las tendencias literarias nunca son En un pequeño ensayo, Ilovizna que apagó todos esos nacionales. Los estilos son viajeros, atraviesan los países 23 fuegos de artificio,Gabriel Zaid nos ha recordado que los y las imaginaciones. tranforman la geografía Iitcraria tanto h i s p a n o a m e r i c a n o s h a b l a r n o s e l m i s m o i d i o m a q u e IO S como la sensibilidad de autores y lectores. Hay países españoles. Por este solo hecho nuestra relación con Cer- expresionistas, barrocos. románticos, neo-clásicos. El país vantes. Lope de Vega o Quevedo no puede ser muy distinta expresionista no está en México ni en España ni en Perú a la de los españoles. Haber nacido en Antofagasta o en sino en algunos escritores españoles, mexicanos. peruanos. Navo,joa no es un obstáculo para comprender a Góngora; La nación vanguardista es nómada aunque muestra pre- las dificultades son otras y nada tienen que ver con cl lugar dilección por las capitales sudamericanas: Buenos Aires, de nacimiento. Borges dijo a l g u n a v e z q u e l a d i f e r e n c i a Santiago. Sería un error confundir las influencias y el pre- entre los españoles y los argentinos era que los primeros dominio de este o aquel estilo con los parecidos involunta- ya habían tenido a un Cervantes mientras que los otros rios entre escritores de diferentes países. Estos últimos podrían tenerlo algún día. Deslumbrante pero falso: Cer- son, casi siempre, más profundos y brotan de semejanzas vantes es más de Borges si es que S C p u e d e t e n e r u n a de temperamento y genio. Una obra literaria es el producto o b r a c o m o si fuese una c o s a que de un notario de Madrid de distintas circunstancias combinadas de manera im- o un tabernero de Valladolid. Además en América la unidad previsible: el carácter del escritor, S U b i o g r a f í a , S U S l e c - lingüística es mayor que en España y es evidente que un turas, cl medio en que le ha tocado vivir y otros accidentes. nativo de Lima o de Santiago está más cerca del idioma de Circunstancias p a r e c i d a s e n t e m p e r a m e n t o s d i f e r e n t e s Cervantes que un Catalán, un vasco o un gallego. Los producen obras antagónicas, o, al menos, disímiles. Además, clásicos de la literatura castellana no son propiedad de Ios la religión. la filosofía o IoS conceptos que cada uno tiene españoles peninsulares: son de todos los que hablamos él sobre este mundo y cl otro. Entre Jorge Guillén y José idioma. son nuestros. Por supuesto, no basta con hablar Gorostiza hay indudables afinidades de sensibilidad y la Iengua; la cultura no es una herencia sino una elección. también comunidad de Iecturas (Valéry) pero estas seme- una fidelidad y una disciplina. Rigor y pasión. No. Ias pa- janzas se bifurcan y resuelven en dos visiones opuestas: al labras que usamos los escritores hispanoamericanos salvo español lo alza la ola del S er y al mexicano la misma ola lo los localismos y Ias singularidades del estilo de cada uno sepulta. La misma transparencia verbal dibuja, con nitidez no son distintas a las que usan Ios españoles; lo distinto es cl semejante, los dos monosílabos contrarios: Sí y N o . resultado: la Iiteratura. En cuanto a lo que he Ilamado Ias “diferencias irreduc- ¿Hay un Ienguaje literario hispanoamericanos distinto tibles”: arco en el genio de los pueblos y las civilizaciones, al de los españoles? Lo dudo. Por encima de las fronteras de modo que pienso, que el carácter español es uno. y otro el y del océano S e comunican los estilos. las tendencias y IaS hispanoamericano (o más bien otros). Sin embargo de esto, personalidades. Hay familias de escritores pero esas fami- me parece dudoso que S e pueda aislar un conjunto de rasgos lias no están unidas ni por la sangre ni por la geografía C omo elementos característicos de nuestras literaturas. Es sino por los gustos. las preferencias, las obsesiones. Más cierto que del modernismo para acá los hispanoamericanos de un escritor hispanoamericano desciende de Valle Inclán. hemos mostrado una sensibilidad más abierta y despierta hacia el exterior que los españoles. Casi todos los grandes ras occidentales. Desde el comienzo de nuestra civilización, movimientos poéticos del siglo han llegado a España a través de una manera paulatina, han ido apareciendo las literatu- de los poetas hispanoamericanos. Lo mismo ha sucedido, ras de Occidente. En el siglo XIX surgieron dos grandes diré de paso, ,en lengua inglesa: como Darío y Huidobro literaturas: la rusa y la norteamericana. En el siglo XX en España, Pound y Eliot fueron acusados de “galicismo brotó la latinoamericana, en sus dos grandes ramas: la estético” en Inglaterra. El cosmopolitismo, elogio o baldón, brasileña y la hispanoamericana. En otras ocasiones me he según el caso, ha sido destacado como uno de los caracteres referido a nuestra carencia mayor: la ausencia de una de la literatura hispanoamericana. Lo opuesto también es tradición de pensamiento critico conmo la que existe, cierto: una de nuestras obsesiones ha sido el americanismo desde el fin del siglo XVII, en el resto dc Occidente. ES una en sus distintas versiones, del criollismo al nativismo y carencia que compartimos con España y Portugal y, en el novomundismo. Uno de los mejores poetas modernos de otros extremo de nuestro mundo, con Rusia. Nuestros nuestra lengua, Ramón López Velarde, cantó con humor países no tuvieron siglo XVIII y nuestra modernidad es y ternura no a Roma, Babel o Tenochtitlán sino a Zaca- incompleta. Pero estas insuficiencias no nos convierten tecas, la “bizarra capital de mi estado, que es un cielo cruel en ciudadanos de ese Tercer Mundo inventado por los y una tierra colorada”. En la poesía nortcamcricana aparc- ecconomistas y que ahora es la campanita que hacen sonar cen las mismas oposiciones y expresadas con análoga pa- los demagogos para atraer a la borregada. La campanita sión: al americanismo de Vallejo frente el cosmopolitismo es el señuelo del esquilmo y el matadero. No, nosotros de Huidobro corresponde la actitud de William Carlos escribimos en castellano, una lengua latina; somos un Williams ante el europeísmo de Eliot. La literatura es cl extremo de Occidente. Un continente pobre y cnsangren- reino de las excepciones y singularidades. En ese reino no tado, una civilización excéntrica y de frontera. ¿Por qué son las familias y las especies las que cuentan sino los in- no agregar que esa desolación se ilumina a veces con luces dividuos y los ejemplares únicos: no el estilo barroco sino vivaces y cxtrañas? Pobresa, violencia, opción. intoleran- Góngora o Quevedo, no el modernismo Sir.o Martí o Darío. cia, pueblos anárquicos, tiranos de todos los colores y el Santayana quería escribir, en el mejor inglés posible, sus reino dc la mentira al derecha y a la izquierda. También ideas y experiencias dc español mediterráneo --lo menos imaginación, sensibilidad, finura, sensualidad, alegría, inglés posible. Su ideal es el de todos los escritores. En la cierto estoicismo ante la muerte y la vida -genio. López literatura la sociedad se refleja pero, con más frecuencia, se Velarde definió a México como un país “castellano y mo- contradice. isco, rayado de azteca”. la formula no cs eternamente Lo que acabo de escribir parece que niega lo que afirmé aplicable a Venezuela o a Chile pero el elemento central al principio. Dije al comenzar que los escritores hispanoa- es común a todos los países hispanoamericanos: la lengua mericanos habían cambiado al castellano y que ese cambio y todo lo q u e e l l a s i g n i f i c a . L a s n a c i o n e s a m e r i c a n a s , era la literatura hispanoamericana; ahora sostengo que los cualesquiera que sean sus lenguas, son el r e s u l t a d o de la 24 hispanoamericanos escribimos el mismo idioma que los expansión de Occidente. Todos hablamos lenguas trans- españoles, sin embargo de lo cual hemos creado una plantadas. literatura distinta a la de ellos. ¿En qué quedamos? La Es imposible reducir la diversidad de las obras hispanoa- contradicción existe pero no en mí sino en la misma litera- mericanas a unos cuantos rasgos característicos. ¿No ocurre tura. La esencia de la literatura es contradictoria. Sí, cada lo mismo con las otras literaturas? ;,Quién podría defirnir escritor cambia el lenguaje que recibe al nacer pero en ese qué es la literatura francesa. la inglesa, la italiana: Racine cambio cl lenguaje se conserva y se perpetúa. El escritor y Chateaubriand. Pope y Wordsworth, Petrarca y Leopardi: lo cambia en sí mismo, lo lleva a ser más profunda y plena- cada uno vive en un mundo distinto aunque haya escrito mente lo que es. En ese cambio el lenguaje cumple alguna en la misma lengua. ¿Por qué empeñarse en definir el carác- de sus posibilidades más secretas e insospechadas. Conci- ter de la literatura hispanoamericana’! Las literaturas no sión y sorpresa. esa doble operación verbal en cuyo seno tienen carácter. Mejor dicho: la contradicción, la ambigüe- la lógica más estricta produce una demostración de la dad, la exepción y la indeterminación son rasgos que apa- irrealidad del mundo o del tiempo, son virtudes que asocia- recen en todas las literaturas. En cl seno de cada literatura mos ahora al estilo de Borges pero que Borges no inventó. hay un diálogo continuo hecho de oposiciones. separaciones. En la naturaleza misma del español latían, implícitas, esas bifurcaciones. La literatura es un tejido de aficiones posibilidades que su escritura ha hecho visibles y palpables. y n e g a c i o n e s . dudas e interrogaciones. La literatura hispa- El escritor hace algo mejor que inventar: descubre. Y lo noamericana no es un mero corijunto de obras sino las que descubre es algo que ya estaba er el idioma. más como relaciones entre esas obras. Cada una de ellas es una res- inminencia de aparición que como presencia. La escritura puesta, declarada o tácita, a otra obra escrita por un prcde- de nuestros mejores escritores parece una transgresión del cesor, un contemporáneo o un imaginario descendiente. castellano. Tal vez lo sea pero en esa transgresión el lenguaje Nuestra crítica debería explorar estas relaciones contra- se realiza, se consuma: es. En este sentido, los hipanoa- dictorias y mostrarnos cómo esas afirmaciones y negaciones mericanos hemos cambiado al castellano y, al cambiarlo, excluyentes son también, de alguna manera complementa- le hemos sido feles. La peor infidelidad es el casticismo. rias. A veces sueño con una historia de la literatura hispano- Es indudable la existencia dc la literatura hispanoameri- americana que nos contase esa vasta y múltiple aventura. cana: las obras están allí. al alcance dc los ojos y dc la casi siempre clandestina, de unos cuantos espíritus en el mente. Muchas de esas obras son notables y algunas cntrc espacio móvil del lenguaje. La historia de nuestras letras ellas son de verdad únicas. También cs indudable que esos nos consolaría un poco del desaliento que nos produce poemas, novelas y cuentos sólo podían haber sido escritos nuestra historia real. por hispanoamericanos y que en esos libros cl castellano, sin cesar de ser lo que es, no es ya el mismo que el de los escritores españoles Agregaré que la literatura latinoamerica- cana es una recién llegada. Es la más joven de las literatura-