80 • Vivir el Domingo Domingo.

24 de junio de 2007 • LA RAZÓN

LOS «VOYEURS DIGITALES»

El «Gran
Hermano» se
va a la playa
El «boom» de los móviles ha invadido internet
de fotos «robadas» de chicas en «topless»

■ Los «voyeurs digitales» noche a la mañana en «voyeurs digi-

se intercambian no sólo tales». La diferencia no es baladí: ya
no les hace falta memorizar en algún
imágenes y vídeos, sino rincón del cerebro hasta la última
también información curva de aquel cuerpo obscuro obje-
detallada de los mejores to de deseo. Ahora basta con apretar
un botón y descargar la foto robada
lugares para espiar. en el ordenador. El espionaje se hace
ya a lomos del potente zoom de un
Ernesto Villar teléfono móvil, y la memoria ya no
Madrid es neuronal, sino digital. Además, las
tercambio material de imágenes se comparten, se compran

«I pilladas sexuales». La
muchacha que hace
esta sorprendente
propuesta en un foro
de internet no es precisamente una
recién llegada al negocio: «Abste-
y se venden en un mercadeo virtual
en el que importa más la cantidad que
la calidad.

Ley de la oferta y la demanda

nerse timadores, que ya estoy har-
ta», aclara. Su anuncio está colgado,
bajo un epígrafe de lo más sugerente
(«Mercadillo»), en una de tantas
páginas que han irrumpido en los úl-
timos tiempos en la red, creadas por
y para los mirones digitales. En ellas,
los internatutas se intercambian
información de los lugares donde
se puede «espiar» a los incautos
y, sobre todo, fotos y vídeos en los
que generalmente aparecen chicas
en posiciones comprometidas, en
«topless» o, directamente, desnu-
das. La voz de alerta ante este nuevo
fenómeno la ha dado el Observatorio
Español de Internet, alarmado ante
la proliferación de estas páginas am-
paradas en las infinitas posibilidades
que ofrecen las nuevas tecnologías y
en la más absoluta impunidad. Los
cálculos más prudentes, que cifran
en 10.000 las imágenes que andan
deambulando por la red, son sólo
eso, cálculos. Pero dan una idea de
la magnitud del problema: el «Gran
Hermano», el ojo que todo lo ve, el
cotilla que todo lo espía, se ha ido
a la playa. Y no precisamente de
vacaciones.
La invasión de teléfonos móvi-
les (en España hay 42 millones de
aparatos, casi uno por habitante,
la mitad de los cuales tiene cámara
incorporada) ha cambiado muchas
cosas. Primero de todo, el lenguaje.
Los mirones de toda la vida, los que
espiaban a la vecina de la toalla de
al lado parapetados en sus infinitas
gafas de cristales ahumados o escon-
didos tras las páginas de un periódico
que, en el mejor de los casos, no está
del revés, se han convertido de la
«Si te gusta ver a chicas en la playa
haciendo «topless» estás de suerte.
Pasa adentro, mira y disfruta». Re-
clamos como éste han invadido, en
un tiempo récord, las cuatro esquinas
de internet. En el reino de los «ciber-
pervertidos», más o menos mili-
tantes, más o menos esporádicos,
imperan las reglas del capitalismo
más salvaje. Quien más tiene para
Algunas de estas
páginas están en
paraísos cibernéticos,
con lo que es muy difícil
clausurarlas
ofrecer, más obtiene a cambio. Así
de simple. Por eso algunos, algunas
en este caso, incluyen como reclamo
imágenes grabadas a traición a sus
propias compañeras. O exponen el
Prohibido el «tanga» por motivos de seguridad
En la playa artificial construida
a la orilla del Sena los «voyeurs
digitales» tienen poco que hacer
por culpa de un bando que el
Consistorio parisino publicó el
pasado verano, en el que prohibía
el tanga, el «topless» y el desnudo
integral. La primera sorpresa es que
el impulsor de la medida, el alcalde
Bertrand Delanoë, es socialista.
La segunda, la justificación: «Por
seguridad, hemos decidido prohibir
las vestimentas indecentes.
Pueden provocar tentaciones
Las posibilidades de descubrir «in fraganti» a un «voyeur digital» son prácticamente nulas
material disponible con tanto detalle
que sonrojaría al comité de redac-
ción del mismísmimo «Playboy».
Claro que siempre hay quien apela
a la compasión: «Soy un cobarde y
y comportamientos peligrosos
cuando estamos al borde de un río»,
según el concejal Pascal Cherki. La
iniciativa no se ha trasladado por
el momento a España, pese a los
esfuerzos de la plataforma «Playas
familiares», que pretende convencer
a los ayuntamientos para que acoten
una zona de las playas en la que se
prohíban los desnudos parciales o
totales. Después de pasarse cuatro
años llamando a las puertas de
los ayuntamientos, apenas han
conseguido ser recibidos por algún
no me atrevo a grabar», se justifica
un mirón. Las imágenes son para to-
dos los gustos. Hombres y mujeres,
jóvenes y no tan jóvenes, fotos posa-
das y robadas, en las playas o en los
que otro alcalde, como los de Vigo
o Chiclana. Aun así, no pierden la
esperanza. «Hay todavía muchos
reparos a que esto pueda suponer
una restricción de la libertad
–afirma Ignacio Arsuaga, presidente
de «Hazteoir.org», el colectivo que
impulsa la medida–, pero cuando
uno la apruebe vendrán más».
«No se trata de recurrir a la vía
policial, sino de delimitar una zona
de la playa, como existe una para
nudistas, y apelar a que la gente lo
respete», concluye Arsuaga.
coches, en la piscina o en un hotel,
con cuerpos esculturales y otros no
tanto («¡mujeres feas!» vende una de
estas páginas con la esperanza de que
todas tengan su público). Y quien no
ofrece material gráfico apuesta por
la información. «Alrededor del esta-
dio hay una gran cantidad de coches
a partir de las diez de la noche, sobre
todo ‘‘findes’’», escribe el internauta
de una ciudad del interior de España
ante la ausencia de playa. «Cambio
‘‘zonas de miraderos’’ en mi barrio
por otras zonas de la ciudad», pro-
pone otro.
Según el director del Observatorio
de Internet, Francisco Canals, exis-
ten cerca de 500 foros y páginas en la
red con estos contenidos. «Siempre
ha habido mirones –explica–. Pero el
detonante de esta fiebre es la llegada
del móvil». Y no sólo el teléfono.
Hay otro problema que hunde sus
raíces mucho más al fondo, y que