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Oriente y Occidente de René Guénon, comentado por Miguel Valls

Este agosto de 2005 no ha Visto el panorama, decidimos


sido especialmente propicio para las pasarnos después, con carácter
actividades de aire libre en el noreste, excepcional, a la novela histórica, con
de ahí que se nos hayan juntado varios una lectura sobre la vida de un astrónomo
libros que comentar, leídos al abrigo de Bagdag del siglo XIII, obra amena
de las tormentas o de la mala mar, que prometía aportar alguna luz sobre
que de todo ha habido, incluso nieve la llamada secta u orden de los hashisin
en la Cerdaña. y con quienes el sabio trabó relación.
Pasaron con más pena que Finalmente, todo quedó en agua de
gloria La Mitología Cátara y La borrajas, una vez más, a tenor de los
Mitología Templaria, ambos de Juan consabidos bulos sobre la orden y su
Ávila Granados, muy trabajados jefe, el Viejo de la Montaña, que
aunque con poco aporte de reproduce la trama. Aunque, al menos
información sustancial. También esta vez, eso sí, uno ya estaba avisado
pasó, como barco en la niebla, El de que se trataba de un libro de ficción,
Tesoro Oculto de los Templarios, con chica incluida y todo.
pretencioso título para un batiburrillo Buscando bibliografía acerca del
de episodios relacionados con el tema de hoy, también cayó en nuestras
Temple, con mucha cita de Juan manos, previo pago, otra novela histórica
García Atienza, y recopilados o recientemente publicada, La Sublime
escritos por Josep Guijarro Triadó a Puerta, de Jesús Sánchez Adalid, acerca
la usanza de la revista (Karma 7) o de las desventuras de un soldado español
del programa de radio (Enigmas, RNE) que dirige este de los tercios de Felipe II, cautivo en el Istambul del siglo
autor de Terrassa. Alusiones a ovnis incluidas. El libro, XVI. Una trama policiaca sencilla, prolijamente documentada,
muy completo, escrito con buena técnica periodística, y sazonada con datos muy reveladores sobre la sociedad y
enumera datos curiosos de aquí y de allá, aunque sin entrar la corte otomanas, y la tolerancia religiosa de que se disfrutaba
a fondo en materia y, por supuesto, sin identificar ningún en aquel tiempo en ese imperio musulmán. Un libro honesto,
objeto o tesoro oculto, ni resolver los enigmas propuestos recomendable en su género, y muy grato de leer. Y un buen
en los titulares, muy al estilo de la mal llamada divulgación motivo también para reflexionar sobre la incómoda mala
científica que, en la mayoría de los casos, no es sino vecindad entre una y otra orillas de Istambul, entre Oriente
vulgarización o trivialización sin más. y Occidente; y sobre la añoranza del gran amigo y maestro
Tampoco hubo mucha más suerte con La que nos perdemos; y por encima de todo, porque al perdernos
Masonería, historia e iniciación, de Christian Jacq, bien a Oriente lo que nos estamos perdiendo es a nosotros mismos.
documentado, aunque con más de lo de siempre y peor
contado que en obras previas. Dicho esto, se entenderá que se agradezcan obras
Los cuatro títulos citados tienen en común el estar como la que resumiremos hoy, Oriente y Occidente, de René
editados por Martínez Roca (MR) y el emplear mal, con Guénon, tan pulcra y clara en las formas como esencial en
machacona reiteración, el verbo detentar –parece que a su contenido, escrita sin pretensiones personales ni comerciales
muchos autores y traductores les da corte usar la acepción y con evidente ánimo constructivo sobre una cuestión
correcta ostentar o, más llanamente, tener o poseer–. Así sustancial. Un auténtico libro 10 que hay que tener.
sufrimos, por inventar un ejemplo, que “los templarios Guénon es uno de esos autores que uno tiene la
detentaban el conocimiento tradicional” cuando, como el sensación de conocer ya suficientemente por las constantes
Diccionario aclara, detentar es retener y ejercer referencias a sus trabajos aquí o allá. Pero su lectura es
ilegítimamente algún poder o cargo público, o bien retener sorprendente, nítida y exponencialmente mejor, sin
alguien lo que manifiestamente no le pertenece. Porque, comparación posible. Y su mensaje, setenta veces más rico
que nosotros sepamos, nada hay que deslegitime al Temple de lo que nos han contado hasta ahora.
para el ejercicio de esa posesión. Más les valdría a muchos La obra trata, dicho breve, del desencuentro entre
leer el diccionario de castellano o español, o los lúcidos Occidente y Oriente, sobre las características del pensamiento
y gratos Dardos en la palabra del fallecido académico de una y otra partes, y sobre, básicamente, lo que se pierde
don Fernando Lázaro Carreter, y ponerse luego a escribir Occidente –los occidentales– al persistir en mantener abiertas
con la propiedad debida, para así ostentar el oficio de la las zanjas que nos separan de las fuentes del conocimiento
escritura y no detentarlo, como se da el caso. tradicional.
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Cuando uno hojea el libro en la tienda, da la que parece ser su modo original, es la facultad de fabricar
sensación de ser un ensayo de gran actualidad escrito ayer objetos artificiales, en particular útiles con los que hacer
mismo. Pero incluso después de terminado, cuesta creer otros útiles, y de variar indefinidamente su fabricación.
que fue compuesto hacia 1.924, de tan tristemente vigente En Occidente, la inteligencia quedaría restringida
que resulta todo. Es evidente que el problema viene de a ese ámbito de lo material, y el alma al de lo sentimental,
antiguo. limitando a lo moral todo ejercicio intelectual superior.
René Guénon, despierto y certero como pocos, Con todo acierto, Guénon cuestiona la concepción
hurga sucesivamente en todas y cada una de las llagas del de progreso indefinido, el motor de la civilización occidental,
problema, con la legitimidad de su extensa experiencia y y lo contrapone a la idea oriental de alcanzar un grado
gran conocimiento de las filosofías orientales (mejor sería suficiente de bienestar material que posibilite el desarrollo
decir la filosofía oriental), con el pesar que siente por verdaderamente intelectual de cada individuo. Reprocha
Occidente, su cuna, pero con la esperanza puesta en la también a Pascal, de quien cita su comparación de la
reconciliación. Humanidad con un mismo hombre que subsiste siempre
Así, el prefacio comienza con una pertinente cita y que aprende continuamente durante el transcurso de los
de Rudyard Kipling: Oriente es Oriente y Occidente es siglos. Porque para Guénon, y tampoco para Oriente, el
Occidente, y los dos no se encontrarán nunca, (...) aunque hombre de la antigüedad es el niño con quien le comparan
la diferencia desaparece cuando dos hombres fuertes Pascal, Bacon o Comte. Pensar que estamos más
–probablemente espiritualmente fuertes, aunque Guénon desarrollados actualmente de lo que lo estaban Hermes o
no da mucho crédito a esta acepción de Kipling– se Buda es un error; decirlo, una arrogancia; y obrar conforme
encuentran cara a cara después de heber venido de los a eso, delirio colectivo, añadimos nosotros. El ámbito de
extremos de la tierra. la razón no es más que el intermediario entre el de los
En su exposición, Guénon comienza por leerle la sentidos y el del intelecto superior. La noción de utilidad
cartilla a Occidente: Mientras los occidentales se imaginen nunca debiera reemplazar la noción de verdad. La creencia
que no existe más que un solo tipo de humanidad, y que en el progreso indefinido no es sino la más ingenua y
no hay más que una sola “civilización” en diversos grados grosera de todas las formas de “optimismo”.
de desarrollo, no será posible ningún entendimiento. (...) El prejuicio, propio de Occidente, es siempre algo
Al negarse a ver las cosas tal y como son y a reconocer sentimental, no intelectual. La actitud oriental es de
algunas diferencias actualmente irreductibles, uno se naturaleza intelectual y si los occidentales tienen dificultades
condena a no comprender nada de la mentalidad oriental. para comprenderla es porque están invenciblemente
Muchos lectores occidentales podrían aducir que inclinados a juzgar a los demás según lo que son ellos
poco les importan algunas de esas cosas que desconocen mismos y a prestarles sus propias preocupaciones, como
de Oriente, habida cuenta del nivel de progreso que disfrutan les prestan también sus maneras de pensar sin reparar en
en Occidente y de las carencias de allá, que esas sí que que puede haber otras, tan estrecho es su horizonte mental.
son sabidas. Guénon pone las cosas en su sitio: Es lícito La recíproca no es verdadera: los orientales, cuando tienen
pensar que hay que observar una cierta jerarquía, y que la ocasión para ello y quieren tomarse el trabajo de
las cosas de orden intelectual, por ejemplo, valen más que hacerlo, no tienen dificultades para penetrar y comprender
las del orden material. Si ello es así, una civilización que los conocimientos especiales de Occidente, ya que están
se muestre inferior en el primer aspecto, aun cuando sea habituados a especulaciones mucho más vastas y profundas.
indiscutiblemente superior en el segundo, se verá aún (...) La ciencia occidental es análisis y dispersión; el
desfavorecida en el conjunto, cualesquiera que puedan conocimiento oriental es síntesis y concentración. Lo que
ser las apariencias exteriores; y tal es el caso de la los occidentales llaman “progreso” no es para los orientales
civilización occidental, si se la compara a las orientales. más que cambio e inestabilidad; y la necesidad de cambio,
Cuando uno piensa en episodios recientes, lamenta tan característica de la época moderna, es a sus ojos una
que no encontrasen mayor eco aquellas palabras escritas marca de inferioridad manifiesta: aquel que ha llegado
allá por los felices años ‘20: Trabajar para preparar ese a un estado de equilibrio ya no siente esa necesidad, del
entendimiento es esforzarse también en desviar catástrofes mismo modo que el que sabe ya no busca.
con las que Occidente está amenazado debido a su propia El capítulo II lleva por elocuente título La
culpa, objetivos ambos que están mucho más cercanos de Superstición de la Ciencia. En él, Guénon habla de esa
lo que se podría creer. deificación occidental de lo industrial, del análisis a ultranza
Para Guénon, la solución comienza por el estudio, que conduce a la “división del trabajo” y la miopía
pero un estudio desde una actitud diferente, porque no se intelectual, y de cómo los hechos sustituyen a las ideas.
trata de erudición, sino de comprensión. Solo a través del En Oriente, en cambio, las cosas contingentes
estudio se desvanecerán los “misterios” de los que tanto mismas parecen no valer la pena de ser estudiadas sino
se abusa en Occidente, porque los misterios solo lo son en cuanto consecuencias y manifestaciones de algo que
porque aquellos que hablan de ellos son los primeros en es de otro orden superior. (...) Los occidentales tienen tan
no comprender nada; no hay verdadero misterio más que alta opinión de su ciencia que creen que su prestigio es
en lo que es inexpresable por su propia naturaleza. irresistible, y se imaginan que los demás pueblos deben
En el capítulo I, Civilización y Progreso, Guénon caer presa de admiración ante sus descubrimientos más
denuncia el sistema cartesiano de pensamiento occidental, intrascendentes. (...) En Occidente, el prototipo de “sabio”
que limita la inteligencia a la razón, y la metafísica –el en la mente de la mayoría es el ingeniero, el inventor o el
conocimiento intelectual puro y trascendente, el constructor de máquinas. En Oriente, la Sabiduría no es
conocimiento de los principios de orden universal– a algo que pueda publicarse en fascículos, sino el fruto del
instrumento de la física. Por eso no se sorprende de la cita trabajo intelectual de cada cual sobre sí mismo.
del propio Bergson: La inteligencia, considerada en lo En el capítulo III, La Superstición de la Vida, se
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achaca a los occidentales que recriminen tan a menudo a orientales como para permitir algunos intercambios
las civilizaciones orientales, entre otras cosas, su carácter intelectuales –como los que transformaron a los templarios,
de atemporalidad, de estabilidad o fijeza, que les parece suponemos–, que el carácter de la civilización moderna,
como la negación del progreso, sin caer en la cuenta de en cambio, hace actualmente imposibles. Podemos suponer
que uno de los aspectos esenciales de la idea de tradición también qué opinaría Guénon sobre la empatía intelectual
es la inmutabilidad –la certeza– de los principios en los que puede existir hoy día entre un marine de Dakota del
que se apoyan. Lo inmutable no es lo que es contrario al Sur y un practicante sufí en el Bagdag actual.
cambio, sino lo que es superior. Para un oriental, la filosofía Respecto a qué modelo oriental de entre los grandes
occidental moderna tiene por objeto principal el resolver posibles podría ser el mejor interlocutor inicial en esta
una serie de problemas enteramente artificiales, que no línea de investigación –China, India o mundo musulmán–,
existen sino porque están mal planteados. Los griegos ya Guénon recomienda este último por la mayor cantidad de
eran incapaces de liberarse de la forma; los modernos elementos comunes que se dan, a pesar de las meras
parecen incapaces de desprenderse de la materia. apariencias, y en comparación con los del Lejano Oriente.
El occidental reemplaza la Tradición con la Los españoles, además, lo tenemos mucho más fácil desde
costumbre o el hábito. Y si el oriental puede sufrir nuestra posición de privilegio.
pacientemente la dominación material de Occidente Por último, Guénon aboga por la constitución en
–siempre que no le vengan a molestar– es porque conoce Occidente de una especie de elite intelectual, poco importa
la relatividad de las cosas transitorias y porque lleva, en si más o menos organizada formalmente, pero cohesionada
lo más profundo de su ser, la conciencia de la eternidad. por su objetivo inequívoco, aplicada al estudio de la
En el capítulo IV se apuntan ya algunas soluciones: Tradición a través de sus fuentes –incuestionablemente
primero, destruir todos los prejuicios que son otros tantos orientales– y que sería la encargada de influir y concienciar
obstáculos. Después, restaurar la verdadera intelectualidad, a la sociedad occidental sobre la importancia de vivir
que Occidente ha perdido y que el estudio del pensamiento conforme a los principios universales e inmutables. Porque
oriental, por poco que se emprenda como es debido, puede solo participando de esa manera de pensamiento más
ayudarle poderosamente a recuperar. desarrollado, y según una escala de valores claramente
Ya en la Segunda Parte del ensayo, René Guénon compartidos, será posible el respeto y el entendimiento
reflexiona sobre la falta de estructuración jerárquica del mutuos.
conocimiento en Occidente, donde el abuso del En su madurez, hacia la época en que escribió este
igualitarismo democrático, entendido como vulgarización libro, René Guénon se convirtió al Islam. Murió en El
del conocimiento entre quienes no están aún capacitados Cairo en 1.951, y dejó una fértil producción literaria
para entenderlo ni respetarlo, no es más que la consecuencia amplísimamente citada. Pero sobre todo, cristalizó y
y la manifestación, en el orden social, de la anarquía anticipó una línea de pensamiento social en una época en
intelectual. Lo que llamamos una civilización tradicional la que los totalitarismos y extremos de todo signo parecían
es aquella que descansa en principios en el verdadero no dejar hueco posible. Hoy día, esa línea de pensamiento
sentido de la palabra, es decir, allí donde el orden intelectual comienza a ser significativamente compartida y, de alguna
domina a todos los demás, donde todo procede directa o forma, esa elite intelectual –si puede llamarse así– podría
indirectamente de él y donde todo, ya se trate de ciencias llegar a darse en los términos y cauces de absoluta
o de instituciones sociales, no son en definitiva más que normalidad que previó Guénon.
aplicaciones contingentes, secundarias y subordinadas Sin lugar a dudas, la convivencia real entre Oriente
de las verdades puramente intelectuales. Así pues, retorno y Occidente no comportaría sino ventajas al conjunto del
a la tradición o retorno a los principios no es realmente género humano. Y quizá así, de una vez, Occidente dejaría
más que una sola y misma cosa. de buscar su satisfacción donde no podrá encontrarla.
A este tenor, y para los buscadores de perlas, aquí Como hemos dicho otras veces, y como sugiere
va una, no precisamente muy nacionalista: El conocimiento la cita de Kiplin al principio del libro, no hay nada mejor
de los principios es rigurosamente el mismo para todos que la fortuna de echarse un buen amigo, musulmán o de
los hombres que lo poseen, ya que las diferencias mentales cualquier otra corriente oriental, para acortar distancias.
no pueden afectar más que a lo que es de orden individual, Ni nada mejor que reconocer y concentrarse en lo
luego contingente, y no alcanzan el ámbito metafísico fundamental, para saber que tal distancia no existe.
puro. Aquel que haya comprendido verdaderamente sabrá
reconocer siempre, detrás de la diversidad de las Es de agradecer a las editoriales Paidós y Sophia
expresiones, la verdad una, y así esa diversidad inevitable Perennis, entre pocas más, la edición actual en castellano
no será nunca una causa de desacuerdo. Efectivamente, de los trabajos de Guénon, sobre los que tendremos ocasión
cuando la atención se concentra en lo fundamental, todo de volver en una próxima oportunidad.
lo contingente, lo accesorio, desaparece y las banderas
pierden su razón de ser, si es que alguna vez la tuvieron. También queremos dar las gracias muy
Guénon lamenta las ocasiones de acercamiento cariñosamente al querido amigo Adrián Macliman por
perdidas, cuando la influencia del pensamiento de Alejandría honrarnos con la lectura de estos comentarios de texto, a
en los griegos clásicos; durante la época de Carlomagno pesar de haber en ellos mejor intención que acierto.
y Bizancio después; en los siglos de Al Ándalus más tarde
; y los excepcionales contactos entre órdenes militares de
uno y otro lado, de pensamiento afín, en la poco propicia
ocasión de las Cruzadas. Porque la civilización occidental Miguel Valls
de la Edad Media, con su constitución social jerarquizada, Septiembre ‘05
era suficientemente comparable a las civilizaciones

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