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Actitud para la cosecha

(primera parte)

El Señor nos revela principios fundamentales para nuestras vidas en su Palabra.


Uno de esos principios es el de la siembra y la cosecha.

El sembrar es parte de todo lo que tenemos que hacer en la vida para tener éxito.
Para la mayoría de nosotros no es difícil sembrar. Un claro ejemplo de ellos es que
sembramos siempre en nuestra familia, sembramos la Palabra de Dios a nuestros
hijos, y les enviamos a estudiar porque sabemos que llegará el día en que ellos van
a producir lo que han sembrado. Es decir, verán los frutos de lo que han aprendido
y estudiado.

La Biblia nos dice en Hebreos 6:7 que la tierra debe producir buen fruto en aquellos
que la cultivan y la cuidan.

Nosotros somos sembradores pro un lado y tierra por otro. Debemos analizar que
tanto hemos cosechado como tierra. Tenemos que examinarnos a nosotros mismos
para ver si hemos dado frutos de lo que otros han sembrado en nosotros.

Todo el mundo tiene una transacción continua de dar y recibir, es decir de sembrar
y cosechar. La humanidad se rige en la ley de la siembra y la cosecha.

En Gálatas 6:7-10 dice: “No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo
que el hombre sembrare, eso también segará. Porque el que siembra para su carne,
de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el espíritu, del Espíritu
segará vida eterna. No nos cansemos pues, de hacer el bien; porque a su tiempo
segaremos, si no desmayamos. Así que según tengamos oportunidad, hagamos
bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.”

En este pasaje la Biblia nos enseña que el hombre cosecha lo que siembra. No
debemos de cansarnos de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos el bien
que hemos hecho.

Existen cosecha en las que pasa mucho tiempo para que podamos ver frutos, y
otras en las que vemos los resultados con rapidez. Hay cosechas que son largas y
otras que son cortas. El tiempo de la cosecha nunca es el mismo. Nosotros nunca
sabemos cuando va a llegar. Si no levantas la cosecha el día que llega la pierdes. Si
tú eres quien no supo distinguir el tiempo para recoger tu cosecha, no puedes
culpar a Dios por haberla perdido. No es un buen testimonio perder cosechas. La
Palabra del Señor nos enseña que el que pierde la cosecha avergüenza al padre.
(Proverbios 10:4-5).

La Palabra del Señor en Éxodo 23:14-20 dice: “Tres veces al año me celebraréis
fiesta. La fiesta de los panes sin levadura guardarás. Siete días comerás los panes
sin levadura, como yo te mandé, en el tiempo del mes de Aviv, porque en él saliste
de Egipto; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías. También la
fiesta de la siega, los primeros frutos de tus labores, que hubieres sembrado en el
campo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año, cuando hallas recogido los
frutos de tus labores del campo. Tres veces al año se presentará todo varón delante
de Jehová el Señor. No ofrecerás con pan leudo la sangre de mi sacrificio, ni la
grosura de mí victima quedará de la noche hasta la mañana. Las primicias de los
primeros frutos traerás a la casa de Jehová tu Dios. No guisará el cabrito en la
leche de su madre. He aquí yo envió mi ángel delante de ti para que te guarde en el
camino, y te introduzca al lugar que yo te he preparado.”

Como podemos ver, Dios nos habla de una fiesta en la que el pueblo de Israel debía
presentar las primicias de sus cosechas. Dios mandó una fiesta de cosechas porque
a Él le interesa bendecirnos. Dios nos da lluvias del cielo para regar la tierra y que
la semilla que hemos sembrado de frutos para cosechar.

Dios tiene una fiesta de cosechas para que puedas celebrar los frutos de lo que haz
sembrado. Dios esta interesado en bendecir tu trabajo, y todo lo que de él
proviene.

La mayor parte de gente no sabe celebrar una cosecha porque no sabe reconocerla.
En ocasiones recibes señales de que la cosecha de lo que haz sembrado esta
empezando a dar frutos, pero tu mismo dices que no lo crees y empiezas a
maldecir tu cosecha. Cuando hablas mal de tu cosecha, la maldices. Debes bendecir
las primeras señales de tu cosecha y celebrar que estas empezando a recibir los
frutos que haz sembrado.

Cuando tú siembras algo lo haces con la esperanza de cosechar. Muchas personas


tienen un pensamiento equivocado en su mente: creen que no hay que hacer nada
para alcanzar las bendiciones de Dios. Ese pensamiento esta mal, por que para
recibir las bendiciones que el Señor desea darte debes labrar tu propia tierra,
sembrar tu propia semilla, y saber levantar tu propia cosecha cuando el tiempo
haya llegado.

Los tiempos de la cosecha cambian, por ello es difícil distinguir el momento de


recoger lo que has sembrado. No permitas que tu cosecha se pierda, salir adelante
es un testimonio y es un deber delante de Dios.

Existe un pasaje en le que Jesús mostró a sus discípulos que hay diferentes tiempos
para recoger la cosecha. Este pasaje esta en Juan 4:35, donde dice: “¿No decís
vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad
vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.”

Los discípulos de Jesús estaban esperando que la cosecha llegara dentro de cuatro
meses. Por otro lado, Jesús les dice que alcen sus ojos y que miren los campos,
porque ya están listos para la siega. Ellos esperaban el ciclo tradicional de una
cosecha, pero Jesús les enseño a ver otro tipo de cosecha, la cosecha de almas. El
Señor te enseña a ver el tiempo de la cosecha que Él tiene para tu vida.

Tus diezmos y ofrendas no son semillas, son guardianes de tu tierra para que no
sea devorada por el maligno. Tus diezmos y ofrendas hacen buena tu tierra. Debes
diezmar, ofrendar y sembrar. Sembrar es diferente, es preparar la tierra para poder
recoger tu semilla.

En mi congregación hay un joven que dio su testimonio acerca de esto. Este joven
llevaba seis meses de haber entrado a trabajar, y sembró para un aumento de
sueldo. En Guatemala, el tiempo para recibir un aumento de salario es después de
un año laboral. Este hombre, le pidió a Dios que le dieran el doble de lo que
ganaba, él creyó que era el tiempo de recoger su cosecha, sembró y cosechó.

Este joven hizo esto porque sabía que siempre había sido diligente en su trabajo;
de la misma manera, tú debes ser diligente en tu trabajo y en todo lo que hagas en
tu vida para recibir las bendiciones que Dios desea darte.

Por lo regular, siempre nos encontramos afligidos por alguna circunstancia adversa
que se nos presenta en la vida. En el mundo casi siempre nos afligimos; pero tu
escoges si te afliges por hacer lo malo o por hacer lo bueno. Por ejemplo, algunos
jóvenes se afligen porque siendo aún novios no sabes si la señorita se encuentra
embarazada ó no.

La aflicción nunca se va a quitar porque siempre tenemos momentos difíciles en la


vida; pero es mejor afligirse por hacer lo bueno y no por las consecuencias que nos
trae hacer lo malo.

Existen personas que siempre están esperando el tiempo apropiado para hacer,
pedir o recibir las cosas o las bendiciones que Dios desea darles. La mayor parte de
gente siempre ha hablado de que habrá un tiempo en el que el Señor va hacer
algo. Pasan siempre pensando en el futuro que van a tener, pero no hacen nada en
el presente para tener ese futuro próspero y exitoso. Hay que pensar en el presente
de Dios, hacia el futuro que Él tiene para nuestras vidas. Debes hacer algo hoy para
poder recibir las cosas que Dios tiene y quiere darte después.

Los humanos tenemos por lo regular un problema, nos dedicamos a pensar en el


futuro y no hacemos nada en nuestro presente. Deja de estar esperando el
momento para ver las cosas, enfrenta tu presente y esfuérzate para tener un futuro
exitoso.

Existen personas que tienen miedo de recoger su cosecha y eso no debe de ser así.
No debes tener miedo para tomar tu cosecha, pierde el miedo de tomar tu cosecha
y aprende a recogerla. Toma las bendiciones que el Señor quiere darte desde hoy.

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