Vous êtes sur la page 1sur 27

PALOMA

Mi vida fuimos a volar


Con un solo paracaídas
Uno sólo va a quedar
Volando a la deriva
Vivir así no es vivir
Esperando y esperando
Porque vivir es jugar
Y yo quiero seguir jugando
Le dije a mi corazón
Sin gloria pero sin pena
No cometas el crimen, varón
Si no vas a cumplir la condena

Quiero vivir a veces


Para poder olvidarte
Quiero llevarte conmigo
Y no voy a ninguna parte
No te preocupes, paloma
Hoy no estoy adentro mío
Tu amor es mi enfermedad
Soy un envase vacío
- estribillo -

No te preocupes paloma
No hay pájaros en el nido
Dos ilusiones se irán a volar
Pero otras dos han venido

Si me olvido de vivir
Colgado de sentimientos
Voy a vivir para repetir otra vez
Este momento

Te bajaría del cielo, mujer


La luna hasta tu cama
Porque es muy poco de amor
Sólo una vez por semana

Puse precio a mi libertad


Y nadie quiso pagarlo
Te cambio tu corazón por el mío
Para mirarlO y mirarlO
…de gloria, mujer
Quiero un pedazo de cielo
Para invitarte a dormir
En la cama o en el suelo
Un sacrificio ritual bien o mal
Yo quiero hacerle a mi estrella
Sin principio ni final
No quiero vivir sin ella
- estribillo -

Mi caramelo
Que linda que estás, SOS un caramelo
te veo en el recreo y me vuelvo loco,
todas las cosas que me gustan, tienen tu cara
y espero los asaltos, así juego a la botellita con vos,
mi bomboncito.

Que excitante que estás, tendrías que saberlo


esa cola es la manzana mas buscada,
y esos senos son el alimento de mi creación,
quisiera arrancarte un día y morir en un telo con vos...
o quizás en un auto.

Han pasado cinco años, asumiste las cosas


hace tiempo que estoy buscando mi verdadero yo,
hay una especie de simbiosis, lo dijo mi psicóloga
haría bien a la terapia alejarme un tiempo...
unos setenta años.

Como estás querida tengo esposa e hijos


de ves en cuando hablo con ella y hasta hacemos el amor,
no es que quiera molestarte, pero me es imprescindible
sentarme en un café, y soñar un poco...
y tal vez amarnos.

Y ha pasado mi hora, quién robo mis años,


cambio a toda esta familia por un segundo con vos,
si te veo ahora, aunque termine en un hospicio,
tomo una botella...y juego a la botellita con vos.

Un pacto para vivir,


odiandonos sol a sol
revolviendo más
en los restos de un amor,
con un camino recto,
a la desesperación
¿desenlace?
en un cuento de terror.
Seis años así
escapando me otro lugar
con mi fantasía
buscando otro cuerpo, otra voz,
fui consumiendo infiernos
para salir de vos,
intoxicado loco
sin humor.
Si hoy te tuviera aquí
cuando hago esta canción
me sentirías raro
no tengo sueño, mi panza vibra
tuve un golpe energético
milagro y resurrección,
y eso que estaba tieso,
bajo control
El poder siempre manda
si para tenerte aquí
había que maltratarte !
no puedo hacerlo, sos mi dios
te veo, me sonrojo y tiemblo
qué idiota te hace el amor,
y hoy quiero darle rienda
a esta superstición
un pacto para vivir! un pacto para vivir
un pacto para vivir! un pacto para vivir
un pacto para vivir! un pacto para vivir
un pacto........para vivir!

Jürgen Habermas (vía Contracorriente) [de una entrevista aparecida en La


Vanguardia el 26/11/06]

-¿En qué sentido la modernidad ha descarrilado?


Ante el auge de la globalización económica y de la incursión de la racionalidad
económica en cada vez más facetas de la vida, me he vuelto escéptico en relación con
una modernización que amenaza con perder su propia base normativa en el derecho y la
moral. Piense en el cálculo económico, que invade la justicia y que socava el derecho
penal. Piense en los ejemplos de la privatización de la guerra, de la administración de
prisiones, del suministro de energía y del sistema sanitario. El Estado deja elementos
clave de la protección del bien público en manos del mercado. En todas partes, las
regulaciones normativas, así como las legislativas y las morales, están desapareciendo y
son sustituidas por cálculos de beneficios. (…) cuando decaen las fuerzas que fomentan
una autorregulación normativa, conviene echar mano con cautela de todos los recursos
que permiten la regeneración de la conciencia del compromiso. Y la religión ocupa un
lugar preeminente en esta cuestión.
- ¿Qué puede aprender o tomar la razón de la religión? ¿De todas las religiones o sólo
del cristianismo?
A lo largo de los siglos, en la vida moral de las comunidades religiosas no sólo se han
ido formando y se han conservado prácticas de respeto, cuidados y ayuda mutuos. Sobre
la base de una vida estabilizada litúrgicamente en las parroquias se ha creado también
una larga tradición de interpretación y comprensión intelectual de los textos sagrados.
De este modo, las sutiles experiencias en las relaciones con los demás y los sentimientos
morales encuentran una expresión articulada. (…) Esto es aplicable a todas las grandes
religiones, no sólo al cristianismo. Pero en Occidente se ha producido una simbiosis
entre cristianismo y metafísica que explica por qué incluso la razón secularizada del
pensamiento posmetafísico moderno se alimenta de ese legado. Y se alimenta
especialmente cuando se habla de las condiciones de una “vida no malograda”. (…) En
un diálogo con tradiciones religiosas experimentadas y ricas, manteniendo una actitud
receptiva, la Ilustración puede percatarse de su propia estrechez de miras.

- Volviendo a lo anterior, cuando habla de esa simbiosis entre cristianismo y metafísica,


¿quiere decir que la filosofía tiene en sus orígenes, detrás, una religión y no es posible
eliminarla sin afectar a la filosofía actual misma?
Tan sólo creo que las grandes religiones del mundo, que nacieron al mismo tiempo que
la filosofía griega, pertenecen, igual que ésta, a la genealogía de la razón. Y la razón
moderna, o posmetafísica, no acabará de comprenderse a sí misma hasta que no
entienda su relación con la religión como un aspecto de la mente que, no obstante, le es
ajeno o queda fuera de ella.

- Trasladándonos al mundo práctico, ¿qué significa esto para la praxis política? (…)
¿Es usted crítico con la visión secular? ¿Tenemos que cambiar nuestras
constituciones?
Eso es un malentendido. Yo defiendo los fundamentos seculares de los estados liberales.
El poder estatal debe seguir siendo ideológicamente neutral y debe legitimarse mediante
consideraciones seculares regidas por la razón. La soberanía del pueblo y los derechos
humanos son las fuentes seculares de la legitimación de los estados constitucionales
regida por la razón. No critico el derecho natural completamente secular, sino la
ideología secularizadora que niega por principio a la religión la posibilidad de contener
parte de razón.

TEMA:
Despenalización del consumo de la marihuana

PREGUNTAS:
-¿Existen criterios para la despenalización del
consumo de la marihuana?
-¿Cómo nace la prohibición del consumo de la
marihuana?

- ¿El tráfico de drogas constituye uno de los delitos


más graves que contempla nuestro Código Penal?

- ¿Ha avanzado el cultivo de la marihuana en el


Paraguay en los últimos años?

OBJETIVO GENERAL

- Identificar criterios que justifican la


despenalización del consumo de la marihuana en
Paraguay.
OBJETIVO ESPECIFICO

- Conocer los trabajos investigativos que sustentan la


despenalización de la marihuana.

- Analizar el contexto en que nace la prohibición del


consumo de la marihuana.
- Identificar criterios que sustentan la
despenalización de la marihuana.

MARCO TEÓRICO

Según el informe de la Senad el cultivo de la marihuana en Paraguay se ha


diseminado a otros departamentos de la Región Oriental y son los siguientes:
Concepción, Amambay, San Pedro, Canindeyu, Caaguazú, Itapúa, Caazapá y
Alto Paraná. Dicho informe argumenta que “el avance del área de cultivo ha
crecido notoriamente en los últimos años debido principalmente al
estancamiento económico de la presente década y el alto índice de
desocupación que impera en el país (16%).”

“El cultivador de marihuana es un asalariado agrícola que percibe


aproximadamente 3 dólares por día, recibe la semilla de los empresarios
(generalmente brasileños) quienes a la cosecha, retiran y comercializan el
producto. “

“Los principales mercados son: Local (Paraguay), Brasil, Argentina, Chile y


Uruguay. Ultimamente, debido a la alta calidad del producto ya esta llegando a
Europa y Japón.”

“En el Paraguay se estima una producción de 6.000 hectáreas anuales de


cannabis, lo que representa unas 18.000 toneladas. Esas 18.000 toneladas al
mismo precio de U$S 10/kgr, representa unos 180.000.000 de dólares anuales,
que representa el 2,5 % del Producto Interno Bruto nacional.”

Aspectos legales del cannabis

La marihuana fue criminalizada en casi todo el mundo a comienzos del siglo


XX.

En Gran Bretaña, el cánnabis fue ilegalizado en 1928 tras adherirse a la


Convención Internacional del Opio que se acordó en Ginebra (Suiza) en 1925.

En Estados Unidos, el 12 de agosto de 1930 fue creado el Federal Bureau of


Narcotics. El mismo estaba bajo la dirección de Harry J. Ansliger. Este
departamento creó leyes para penalizar la transportación, posesión y consumo
de marihuana. Una de estas leyes fue el “Marihuana Tax Act” en 1937. Para
entender el porqué de la ilegalización, hay que tener en cuenta lo siguiente:

Existe la teoría de que fueron los esclavos africanos quienes trajeron a América
la novedad de fumar Cannabis. No obstante, el señor Schoeder —un padre de
familia que se tomó la molestia de investigar por qué el gobierno de los Estados
Unidos le miente a sus hijos y además; señala: "La explicación más verosímil
es también la más sencilla. La marihuana cobró importancia cuando la
enmienda constitucional número 18 y la Ley Volstead prohibieron el alcohol. La
mariguana era un sustituto barato y 'satisfactorio' del aguardiente, producía los
mismos efectos 'estimulantes' y no era, en principio, ilegal." (Schroeder,
Richard. El mundo de las drogas, Edamex, México, 1993).

Cada vez son más los estadounidenses que reconocen que los mexicanos se
convirtieron en un fastidio en cuanto los trabajos comenzaron a escasear con la
Depresión del 29. "Los políticos, que trataban de complacer a la clase de
trabajadores blancos, aseguraban que los mexicanos eran responsables de
una oleada de crímenes violentos. Las estadísticas policiacas no muestran
nada parecido; de hecho, los mexicanos estaban involucrados en menos
crímenes que los blancos..." (General Information about hemp as a drug,
Mind's High).

Durante la Ley Seca "ser oficial de policía era una cosa agradable, recibías un
salario relativamente decente, respeto, impunidad parcial ante la ley, y la
oportunidad de recibir sobornos, si eras esa clase de persona." (General
Information about hemp as a drug, Mind's High). La prohibición del alcohol no
sólo deja una década de fracasos interdictivos sino a un gran número de
oficiales desempleados que no están dispuestos a abandonar su estilo de vida
y presionan a su gobierno para que efectúe un reordenamiento en el Buró
Federal de Narcóticos y Drogas Peligrosas (FBNDD).

En cuanto Harry J. Anslinger —sobrino político del Secretario del Tesoro


Andrew Mellon— es designado director, el Buró se da a la tarea de articular
una campaña nacional contra el nuevo enemigo. El mismo Aslinger relata en
su libro Los Asesinos: "Por radio y en foros importantes relaté la historia de
esta yerba maligna que crece en los campos, las márgenes de los ríos y orillas
de los caminos. Escribí artículos para revistas, nuestros agentes dieron cientos
de conferencias a padres, educadores y dirigentes cívicos y sociales. En
transmisiones de televisión seguí denunciando el número cada vez mayor de
crímenes cometidos, incluyendo el estupro y el homicidio." (Ginsberg, Allen.
"First manifesto to end the bringdown" en The marihuana papers, New
American Library, 1968) Necesitaban asustar principalmente a los padres de
familia y los maestros para convencer al país de que sus trabajos eran
importantes.

Aprovechando la oportunidad no tardan en aparecen grupos como la Patriotic


Allied Society, los Key Men of America y la American Coalition, que a su deseo
de mantener un país 'moralmente limpio' suman consideraciones de orden
racial-laboral: "Han cogido a traficantes mexicanos regalando cigarros a los
niños en las escuelas. A nuestra Nación le sobra mano de obra y la marihuana
es consecuencia directa de la inmigración mexicana." (Cáñamo, "revista oficial
de la cultura del cannabis", varios números, editada en Barcelona, España).

Por si fuera poco, existe otro factor bastante interesante que el Reporte de la
NCMDA no menciona: Durante la primera mitad de los años treinta la industria
del papel de cáñamo comienza a cobrar impulso. A tal grado que diversas
revistas especializadas sostienen que en cuestión de unos años la cosecha
nacional de cáñamo alcanzará el primer lugar, pero justo en esos años la
compañía Dupont® patenta el tratamiento químico de la pulpa de madera y
decide asociarse con una cadena de periódicos propiedad de William R. Hearst
para la explotación de un nuevo tipo de papel. Con ello comienza la época del
"periodismo amarillo", llamado así porque, a diferencia del papel de cáñamo, el
papel de pulpa de madera tratada con ácidos químicos se torna amarillo al
cabo de unos meses o años, dependiendo de la concentración. Aunque este
nuevo papel resulta más barato, el de cáñamo es más resistente y duradero,
no exige la tala de árboles y no daña la atmósfera con químicos peligrosos, por
lo que muchos compradores continúan prefiriéndolo.
Al darse cuenta de que para monopolizar el mercado necesita sacar de la
competencia a los productores de cáñamo, Hearst busca el apoyo del
banquero y Secretario del Tesoro Andrew Mellon. Éste otorga su respaldo a la
multimillonaria empresa y a partir de entonces los discursos de su sobrino
Anslinger se ven complementados con la producción de un documental titulado
Reefer Madness, algo así como "La Locura del Porro". "El mensaje fue que la
yerba conduce a la demencia, el pillaje, la violación y el homicidio" (Hemp For
Victory Text Version of a film produced by the U.S. Department of Agriculture to
promote hemp production for the war effort). La locura del toque cumple con su
cometido, logra influir en la opinión pública y en 1936, sobre la base de que la
marihuana y sus derivados se habían incluido ya en un convenio internacional,
se eleva al Tesoro un proyecto de normatividad represiva, no sólo contra las
partes psicoactivas del cáñamo, sino contra todo uso de la planta.

Aparte de los productores poco organizados, nadie más protesta. La mayoría


de los americanos no saben que el cáñamo y la marijuana son la misma cosa y
nadie pudo asociar la diabólica hierba de México con las cuerdas con las que
se amarraban los zapatos. Un año después se aprueba por unanimidad la
Marihuana Tax Act y queda estrictamente prohibido consumir cáñamo en
territorio estadounidense. Su cultivo e importación para necesidades
industriales y de defensa se someten a partir de entonces a la licitación del
Departamento del Tesoro. "En lo sucesivo, y hasta 1971, todas las decisiones
del Congreso sobre estupefacientes se aprobarían por absoluta unanimidad...
la circunstancia muestra hasta qué punto cualquier gesto distinto al máximo
rigor sería para los diputados y senadores un acto de lesa majestad
electoralista y, por tanto, un suicidio político." (General Information about hemp
as a drug, Mind's High).

Esta ley no estaba dirigida al uso medicinal de la marihuana sino a su uso


recreativo. Pero esta ley hizo difícil el uso medicinal de la marihuana por la gran
cantidad de papeles que se les requería a los médicos que la quisieran recetar
a sus pacientes.

En 1942 en plena Segunda Guerra Mundial, el gobierno estadounidense


publicó una propaganda con el lema "Hemp for victory" ("Cannabis para la
victoria") dirigida por Raymond Evans. Era una campaña para que los
agricultores cultivaran cannabis; el mismo gobierno que años antes la prohibía
se encargó de distribuir semillas a los habitantes agrícolas de esa época con el
fin de creación de cáñamo textil.

Las leyes suelen contemplar penas por tráfico, cultivo o posesión para
consumo propio. La dureza de las penas varía según el país. Holanda es el
único país de la Unión Europea donde se permite legalmente la venta de
marihuana y sus derivados en locales con licencia denominados coffee shops
(cafeterías). Lo paradójico es que los coffe shops no pueden comprar la
marihuana legalmente, ya que el cultivo de esta no está legalizado en Holanda,
y tampoco la venta a los coffe shops.

En muchos países la policía ejerce su autoridad interceptando o confiscando


cargamentos ilegales que se transportan como contrabando, e incluso
pequeñas cantidades que puedan ser consideradas para consumo propio. No
obstante, en ocasiones son las propias fuerzas policiales las que se ven
implicadas de alguna forma en la venta ilegal y el narcotráfico de sustancias
ilegales. El cannabis es rico en THC lo cual podria generar una adiccion no
directa, pero sí indirectamente en el individuo.

Aspecto social

El consumo de cánnabis está altamente extendido y su uso aumenta y


disminuye por épocas La tolerancia social y estatal a su consumo varía también
de un lugar. Desde diversas instancias se viene reclamando la liberalización del
consumo de cánnabis. A una crítica hacia los estudios que demonizan el
cánnabis (argumentando que los informes médicos presentados son sesgados
e inexactos, y que sus efectos son en conjunto beneficiosos) se suma una
corriente de opinión (en la que destaca el escritor español Antonio
Escohotado) que afirma que su prohibición es un atentado contra la libertad de
elección del ciudadano responsable y una forma de control estatal sobre el
individuo.

Escohotado ha desarrollado todo una teoría crítica sobre lo que denomina una
moderna cruzada contra la droga y propone un modelo de consumo
responsable e informado, la sobria ebriedad. Propone la despenalización de las
drogas desde una perspectiva libertaria no tanto la legalización como la
derogación de la prohibición, pues es ésta la que, a su juicio, genera la
adulteración, el envenenamiento, el narcotráfico, el control del individuo y el
caos farmacológico:

El prohibicionismo en materia de drogas es -cada vez más- un remedio que


agrava el mal en lugar de evitarlo; su vigencia sostiene imperios criminales,
corrupción, envenenamiento con sucedáneos y meros venenos, hipocresía,
marginación, falsa conciencia, suspensión de las garantías inherentes a un
Estado de Derecho, histeria de masas, sistemática desinformación y -cómo no-
un mercado negro en perpetuo crecimiento.

Denuncia que la regulación, y no la desregulación, es la causa del problema, y


que los ejemplos históricos, como la ley seca en Estados Unidos, o las
diferentes prohibiciones anteriores y posteriores de todo tipo de sustancias,
deben servir como un aviso para el presente:

La sustancia no prohibida está regulada, como es el caso del alcohol etílico.


Ahora bien, cuando se prohíbe, se generan casos como el periodo de la ley
seca en Estados Unidos, que provocó que se distribuyese alcohol metílico,
causante de miles de muertes y casos de ceguera. La diferencia no estriba en
que una sustancia sea o no asequible. Una sustancia prohibida como la
marihuana o el hachís nunca deja de ser asequible para la masa de
consumidores.
La alternativa no es marihuana sí, marihuana no. La alternativa es seguir
consumiendo marihuana escandalosamente adulterado, y pagando cifras
astronómicas al mercado negro por esa bazofia, o desarrollar una nueva
actividad económica que redunde en empleo para muchos, buenos productos,
mayores márgenes de autonomía y un retorno al programa pagano de la sobria
ebrietas, cuya meta es refinar la ebriedad para que no sólo induzca momentos
de bienestar, sino progresos en el autoconocimiento. A fin de cuentas, la
alternativa es intoxicarse con sucedáneos, o sentar las bases de una próspera
libertad.

DESARROLLO

FENOMENOLOGÍA DE LAS DROGAS

Marihuana
Posología
Efectos
Principales
Marihuana de interiores
A pesar de grupos como el famoso Club des Haschischiens parisino, y otros
conventículos parecidos, en Occidente el consumo extra-farmacéutico fue muy
poco habitual hasta estallar la contestación psiquedélica, a mediados de los
años sesenta. A partir de entonces se extiende rápida y masivamente entre la
juventud americana y europea. Una década más tarde los principales
productores de marihuana son México, Colombia y algunas zonas del Caribe,
especialmente Panamà y Jamaica, con pequeñas aportaciones de Tailandia y
Laos. A partir de los años ochenta el primer productor mundial es
Norteamérica, que mediante técnicas avanzadas de cultivo (en campo abierto y
en interiores) ha llegado a desarrollar las mejores variedades del mundo;
fuentes oficiales calculan que en 1988 la cosecha norteamericana de
marihuana valió unos 33.000.000.000 de dólares, con beneficios muy
superiores a los de toda la cosecha cerealera junta, entre otros motivos porque
el fisco sólo pudo capturar un 16 por 100 de la misma. Y aunque en algunos
estados la legislación resulta dura aún, en otros muchos la posesión -y hasta el
cultivo en extensiones moderadas- ha dejado de perseguirse, por lo menos a
nivel práctico. Los sondeos sugieren que puede haber allí unos quince millones
de usuarios asiduos, y bastantes más de usuarios ocasionales o muy
ocasionales.

Por lo que respecta al haschisch, los grandes productores clásicos son países
asiáticos (Afganistán, Pakistán, Nepal, el antiguo Tíbet) y países pertenecientes
al Mediterráneo musulmán (Turquía, Egipto, Líbano y Marruecos). De ellos sólo
Afganistán, Pakistán y Marruecos siguen produciendo cientos o miles de
toneladas anuales. Como las excelentes variedades asiáticas rara vez llegan a
Europa -se desvían a Australia o Estados Unidos casi siempre-, Marruecos es
hoy el gigante mundial que abastece a toda Europa. Resulta aventurado
calcular cuántos europeos consumen regularmente haschisch, aunque no
deben bajar de los diez millones, con al menos otros tantos usuarios
ocasionales; esa formidable demanda supera la capacidad productora
marroquí, y -unida a su posición de monopolio práctico- explica una creciente
degradación en la calidad del producto exportado.

Marihuana

El cáñamo es un arbusto anual, que alcanza hasta los tres metros de altura.
Puede crecer silvestre, aunque necesita agua abundante durante la estación
seca, y sólo rinde bien con tierras abonadas o de gran riqueza natural. En el
hemisferio norte se planta hacia finales del invierno, y no alcanza su madurez
hasta principios de otoño.

Los machos, difíciles de distinguir de las hembras antes de producirse la


floración, tienen cantidades mínimas de principio psicoactivo -el
tetrahidrocannabinol o THC-, y suelen arrancarse antes de expulsar el polen,
para que las hembras produzcan la variedad más potente y de uso más
cómodo, conocida como «sin semillas». En efecto, los cañamones no son
psicoactivos salvo para pájaros (que los devoran con placer, y sin duda alguna
se «colocan», como han probado diversos experimentos muy concienzudos).
Las hojas de las hembras, que tienen bajas proporciones de THC, son lo que
en Marruecos se denomina grifa, y una mezcla picada de hojas y flores, con
algo de tabaco local, es el llamado kif. Sin embargo, la máxima concentración
de THC se produce en las flores maduras sin germinar, cuando las cortas
ramificaciones se las ramas han perdido todas las hojas y aparecen
enfundadas totalmente por esas inflorescencias pilosas, cosa que rara vez
acontece hasta octubre en nuestras latitudes, pues hacen falta algunas noches
de fresco para consumar el ciclo.

Las plantas suelen arrancarse y secarse colgadas cabeza abajo, en lugares


oscuros y ventilados, durante siete o diez días. A partir de entonces están listas
para ser fumadas; la absorción por esa vía oscila del 50 al 70 por 100 del
principio activo. La absorción oral es irregular y muy inferior; para potenciarla
se hornea una mezcla de la planta con otros ingredientes, haciendo tortas,
pasteles o cosa análoga. Las tortas o pasteles tardan mucho más en hacer
efecto, aunque este sea mucho más prolongado -y algo distinto- también.

Posología

La psicoactividad de unas marihuanas y otras exhibe diferencias


espectaculares. Cuando llevaba ya dos décadas fumando prácticamente a
diario algo de cáñamo, en 1986 me regalaron una marihuana de Sinaloa
(México) de tal potencia que al cabo de pocos días (en un acto de clara
cobardía) acabé tirando el resto. Habría debido prepararme para unas pocas
chupadas de cigarrillo como para una experiencia de peyote o LSD. Una y otra
vez eso me parecía absurdo, pero una y otra vez me cogían desprevenido
grandes excursiones psíquicas. La cosa resultaba todavía más extraña
teniendo en cuenta que durante ese mismo viaje a México probé marihuanas
consideradas -con toda justicia- excelentes, sin rozar siquiera los umbrales que
aquella otra trasponía usando cantidades mínimas. Con todo, no se trata sólo
de potencia sino de tonalidad, pues entre el producto tailandés y el guineano,
por ejemplo, hay vacíos que no se igualan bebiendo blancos del Rin y olorosos
de Jerez, sake del Japón y pisco del Perú. Esto resulta incómodo de explicar
considerando que el THC es una molécula invariable, y las plantas se limitan a
ofrecer distintas concentraciones de lo mismo.

La toxicidad de la marihuana fumada es despreciable. No se conoce ningún


caso de persona que haya padecido intoxicación letal o siquiera aguda por vía
inhalatoria, dato que cobra especial valor considerando el enorme número de
usuarios cotidianos. Lo mismo puede decirse de la vía digestiva, donde hacen
falta cantidades descomunales (varias onzas) para inducir estados de sopor
profundo, que desaparecen durmiendo simplemente. A mediados del siglo XIX
se llegaron a inyectar hasta 57 gramos de extracto de líquido de cáñamo en la
yugular de un perro que pesaba 12 kilos, buscando la dosis mortífera del
fármaco; para sorpresa de los investigadores, el animal se recuperó tras estar
inconsciente día y medio.

No obstante, conozco al menos tres casos de personas que reaccionaron a la


combinación de marihuana y alcohol con lipotimia; al tener la cabeza a la altura
del cuerpo se recobraron de inmediato, pero una de ellas podría haberse hecho
daño al caer. No infrecuente en borracheras, la lipotimia es una brusca bajada
de tensión, más explicable aún cuando la bebida se mezcla con cáñamo,
porque esta droga aumenta el consumo de oxígeno en el cerebro, y el acohol
es un vasodilatador. Falto de la presión mínima constituye una reacción
automática, orientada a cambiar la posición erecta por otra sedente, donde
acuda más sangre a la cabeza.

También conozco casos donde fumar indujo náuseas y vómitos al iniciarse los
efectos psíquicos. Pero eran siempre hipocondrías o «somatizaciones», donde
la anticipación de un posible descontrol mental producía esfuerzos por
desembarazarse del agente químico, expulsándolo. Desde luego, vomitar
resulta inútil a tal fin, porque el principio psicoactivo ha entrado a través del
pulmón en la corriente sanguínea. Episodios de este tipo, caracterizados por
anticipar una pérdida de límites, suelen superarse con simples explicaciones y
una actitud amable de quienes acompañan al asustado; si no bastara con ello,
cualquier sedante acabará con el pánico inconcreto.

Efectos secundarios mucho más habituales son sequedad de boca, buen


apetito (especialmente orientado a alimentos dulces, que son oportunos por
aumentar la glucosa disponible y mantener la oxigenación óptima), dilatación
de los bronquios, leve somnolencia y moderada analgesia.

La duración de esta ebriedad es variable. Comienza a los pocos minutos de


fumar, y alcanza su cenit como a la media hora, desvaneciéndose normalmente
entre una y dos horas después. Sucesivas administraciones pueden
mantenerla mucho más, aunque será cada vez menos clara y más parecida a
un amodorramiento. Tras varias horas de fumar, lo normal es sentir sueño y
dormir profundamente, rara vez con sueños. A mi juicio, esta falta de actividad
onírica (no constante) proviene de que el cáñamo ha desarrollado ya antes al
menos parte del potencial imaginativo.

Efectos subjectivos

Los efectos abarcan una gama muy amplia, e influye de modo capital en ellos
el ambiente y la preparación del individuo. He visto personas llevadas a
experiencias beatíficas, y otras empavorecidas hasta el extremo de jamás
repetir. Como en casi todo lo demás de la vida, las primeras administraciones
tienen una intensidad rara vez recobrable, y por eso mismo conviene cuidarlas
más.

Cuando la marihuana es de calidad, son previsibles claros cambios en la esfera


perceptiva. Se captan lados imprevistos en las imágenes percibidas, el oído -y
especialmente la sensibilidad musical- aumentan, las sensaciones corporales
son más intensas, el paladar y el tacto dejan de ser rutinarios. De puertas
adentro, esta suspensión de las coordenadas cotidianas hace aflorar
pensamientos y emociones postergados o poco accesibles. Con variantes
potentes y sujetos bien preparados, cabe incluso que se produzca una
experiencia de éxtasis en el sentido antes expuesto, con una fase inicial de
«vuelo» o recorrido fugaz por diversos paisajes y otra de «pequeña muerte».
Naturalemente, este tipo de trance resulta tan buscado por quienes sienten
inclinaciones místicas como abominado por quienes pretenden simplemente
pasar el rato, y por sujetos con una autoconciencia cruel. A nivel personal, diría
que el cáñamo me ha proporcionado un par de experiencias comparables en
intensidad a las mayores obtenidas con drogas visionarias.

Parece haber una polaridad básica, o quizá mejor una alternancia, en el efecto
subjectivo. Por una parte están las risas estentóreas, la potenciación del lado
jovial y cómico de las cosas, la efusión sentimental inmediata, el gusto por
desembarazarse lúdicamente de inhibiciones culturales y personales. Por otra,
hay un elemento de aprensión y oscura zozobra, una tendencia a ir al fondo
-rara vez risueño- de la realidad, que nos ofrece de modo nítido todo cuanto
pudimos o debimos hacer y no hemos hecho, la dimensión de incumplimineto
inherente a nuestras vidas.

A mi entender, esta combinación de jovialidad y gravedad caracteriza a todos


los fármacos visionarios o psiquedélicos, y es quizá el factor determinante de
que no sean vehículos conformistas en general, sino sustancias orientadas
hacia «vivencias de inspiración», usando palabras de W.Benjamin. Como la
inspiración no es algo que pueda ser comparado, o siquiera retenido, sin
constantes desvelos, tener presente su existencia conlleva a la vez entusiasmo
y depresividad, alegría y melancolía. Las drogas no visionarias se emplean
precisamente para esquivar uno de los lados, y allí encuentran su límite.

En cuanto al sexo, la marihuana goza de prestigios no enteramente infundados.


Sin ser un afrodisíaco genital, potencia y matiza las sensaciones en todas las
fases del contacto erótico. Mirar y tocar pueden convertirse en experiencias
nuevas, como el propio orgasmo. Por otra parte, lo fácil quizá parece
demasiado fácil, y lo difícil insuperable, induciendo desánimo; pero en una
civilización obsesionada por puros rendimientos, como la nuestra actual, este
desánimo presenta virtudes no despreciables, que devuelven formas de
espontaneidad y finura muchas veces dejadas de lado. Desde luego, es
incomparablemente más sutil para el erotismo que desinhibidores como el
alcohol, o que puros estimulantes. Resumiendo sus rasgos a este nivel, diría
que hace a las personas más exigentes de lo común y que, por eso mismo,
verifica una criba a la hora de buscar compañía; como compensación,
proporciona a veces experiencias cualitativamente distintas.
Principales usos

Los usos de esta droga se siguen de sus efectos. En Oriente y África es


considerada un medicamento muy versátil, empleado para un número casi
inacabable de cosas (insomnio, disentería, lepra, caspa, males de ojo,
enfermedades venéreas, jaquecas, tosferina, oftalmia y hasta tuberculosis).
También se considera un tónico cerebral, antihistérico, antidepresivo,
potenciador de deseos sexuales sinceros, fuente de coraje y longevidad.

Más interés que estas finalidades tiene, a mi entender, como fármaco


recreativo y promotor de introspección. Desde mediados de los años sesenta,
hasta finales de los setenta, tuvo un predicamento excepcional entre sectores
juveniles y radicales de todo el mundo occidental, que en buena parte ha
cesado. Drogas como la cocaína, combinada o no con altos consumos de
alcohol, tranquilizantes y café, han logrado el favor de aquellos que hace dos
décadas simbolizaban aspiraciones y preferencias consumiendo ritualmente
yerba. Pero con menos misticismo epidérmico, menos ceremonial y menos
moda, consumir cáñamo sigue siendo uno de los ritos de pasaje para la
juventud -como el acohol y el tabaco-, y va arraigando también el cultivador que
se autoabastece, amparado en variedades botánicas muy potentes y de
pequeño tamaño, difíciles de detectar cuando están sobre el campo y de gran
rendimiento cuando crecen bajo techo. El consumo ya no depende de querer
asumir roles determinados (beatnik, provo, hippie), y por eso mismo parece
maduro para la persistencia.

Como fármaco recreativo, la marihuana tiene pocos iguales. Su mínima


toxocidad, el hecho de que basta interrumpir uno o dos días el consumo para
borrar tolerancias, la baratura del producto en comparación con otras drogas y,
fundamentalmente, el cuadro de efectos subjetivos probables en reuniones de
pocas o muchas personas, son factores de peso a la hora de decidirse por ella.
Promociona actitudes lúdicas, a la vez que formas de ahondar la comunicación,
y todo ello dentro de disposiciones desinhibidoras especiales, donde no se
produce ni el derrumbamiento de la autocrítica (al estilo de la borrachera etílica)
ni la sobreexcitación derivada de estimulantes muy activos, con una inevitable
tendencia a la rigidez. El inconveniente principal son los malos rollos -casi
siempre de tipo paranoide- que pueden hacer presa en algún contertulio. Sin
embargo, estos episodios quedan reducidos al mínimo entre usuarios
avezados, y se desvanecen fácilmente cuando los demás prestan a esa
persona el apoyo debido. Comparada con fármacos de duración inicial pareja,
como la MDMA, una buena marihuana es menos densa emocionalmente, y
menos abierta a torrentes de franqueza, aunque más dúctil a nivel de
reacciones y pensamientos, así como incomparablemente menos tóxica.

Desde el punto de vista introspectivo -unido sobre todo a las administraciones


en soledad-, el lado a mi juicio más interesante es lo que W.Benjamin llamó «un
sentimiento sordo de sospecha y congoja», gracias al cual penetramos de lleno
en zonas colmadas por lucidez depresiva. El entusiasmo inmediato, tan sano
en sí, suele contener enormes dosis de insentatez y vanidad, que se dejan
escudriñar bastante a fondo con ayuda de una buena marihuana. Por
supuesto, muchas personas huyen de la depresividad como del mismo
demonio, y consideran disparatado buscar introspección en sustancias
psicoactivas. Pero otros creen que convocar ocasionalmente la lucidez
depresiva es mejor que acabar cayendo de improviso en una depresión
propiamente dicha, cuando empieza a hacer aguas la frágil nave de nuestra
capacidad y propia estima.

En otras palabras, un «mal rollo» ocasional con cáñamo podría ser tan útil, o
más, que las habituales experiencias de amena jovialidad, mientras se disfrutan
las leves alteraciones sensoriales con el ánimo de quien acude al cine o
contempla el televisor. Aunque la marihuana puede aliviar el aburrimiento de la
vida social, y hasta el aburrimiento de la persona, cabe también usarla como
primera introducción o antecámara al trance de la «pequeña muerte» y sus
resurrecciones.

Marihuana de interiores

Esfuerzos coordinados de agrónomos, químicos y biólogos desembocaron en


un sistema para rentabilizar al máximo la producción de cáñamo, suprimiendo
al mismo tiempo los riesgos -tanto climáticos como policiales- del cultivador a
cielo abierto. Apoyándose en riego gota a gota, dosificación medida de
nutrientes, ingeniería genética y empleo de luz artificial, estos investigadores
crearon plantas asombrosas, que maduran en la mitad de tiempo (o menos), y
rinden en flores el doble o triple de peso.

El equipo idóneo para criarlas cuesta en Estados Unidos y Holanda unos 400
dólares para cada metro cuadrado de cultivo, y permite cosechar unas seis y
nueve hembras cada dos o tres meses, dependiendo del régimen de luz
elegido. Dicha marihuana se llama hidropónica, pues en vez de crecer sobre
tierra o en macetas brota de un pequeño pie (hecho de basalto en polvo o
«lana de piedra»), periódicamente humedecido por una mezcla de minerales
que es distinta para cada fase (germinación, crecimiento, maduración) de la
planta. Tanto el tanque de nutrientes como el interruptor lumínico son
programables, de manera que el cultivador puede ausentarse durante
semanas, aunque es más probable que visite todos los días esos prodigios de
verdor y rápido desarrollo, asegurándose de que la mezcla tiene el pH
adecuado y la lámpara está a la altura justa, e incluso instale una butaca en
ese cuarto para leer o pensar.

Con equipos más o menos sofisticados, la cosecha de marihuana hidropónica


ha llegado a ser descomunal en Estados Unidos, y muy considerable en
Holanda. Abastece a millones de consumidores, y no sólo proporciona rentas a
quienes cultivan sino a las grandes compañías -General Electric, Philips,
Bayer, etc.- que fabrican el instrumental y los fertilizantes más adecuados. En
dos décadas, Estados Unidos ha pasado de ser el mayor importador a ser el
mayor productor del planeta; ese autoabastecimiento evita fugas de efectivo,
alimentando una gran economía sumergida.

Poco tiene de extraño, pues los norteamericanos consumen hoy un producto


incomparablemente más activo y sano que el haschisch europeo, y a precios
comparables. La técnica hidropónica vale para el cultivador pequeño, el
mediano y el grande (que se instala un generador para no mostrar niveles
sospechosos de consumo eléctrico en su casa, y con tres habitaciones produce
cientos de kilos al año, vendidos a diez dólares el gramo). Cosa parecida
sucede en Holanda, donde la venta libre de marihuana y haschisch en
cafeterías no sólo genera pingües ganancias fiscales sino una industria
colateral muy ramificada, que cultiva, vende pipas y semillas a los
consumidores, equipo a los productores e información a los interesados. Lo
mismo sucede -con más tapujos- en Estados Unidos. Sólo sus dueños saben
qué beneficios rinden los seed-banks o bancos de semillas americanos y
holandeses, pero en ambos países una sola semilla -de las mejores
variedades, desde luego- se vende en las tiendas de parafernalia a siete
dólares- y cada planta inseminada produce miles.

Por lo que respecta a sus virtudes, la mejor marihuana cultivada en interiores


puede alcanzar el 14 por 100 de THC, mientras la mejor marihuana tailandesa,
africana o caribeña rara vez supera el 4 por 100. Eso significa que el efecto de
tres caladas a un cigarrillo adquiere perfiles de suave viaje psicodélico, y dura
unas tres horas. Es indiscernible en muchos aspectos del efecto de cualquier
planta crecida a la intemperie, pero el habitual aguzamiento de los sentidos se
ve acompañado por más capacidad de relación con otros, cosa quizá
explicable atendiendo a su superior potencia. Genera también un hambre
canina, especialmente volcada hacia el dulce; el motivo de esto último es que
el THC consume glucosa.
La guerra contra ciertas drogas
Un sustituto para el desaparecido «imperio del mal» ha sido la amenaza de los
traficantes de drogas
latinoamericanos. A principios de septiembre de 1989 el presidente lanzó una
campaña conlunta de los
medios de comunicación y el gobierno. En ese mes los teletipos de la
Associated Press sirvieron más
noticias sobre drogas que sobre América latina, Asia, Oriente Medio y Ákica
juntas. Si se miraba la
televisión, cada noticiario traía una sección de considerable minutaje dedicada
a cómo las drogas estaban
destruyendo nuestra sociedad, y convirtiéndose en la mayor amenaza para
nuestra existencia.
El efecto en la opinión pública fue inmediato. Cuando Bush ganó las elecciones
en 1988, la gente opinaba
que el déficit presupuestario era el mayor problema que tenía que afrontar el
país. Sólo alrededor del 3%
nombraba las drogas. Después de la campaña de los medios, el déficit había
bajado en el escalafón y el
problema de las drogas había subido hasta un 40% o un 45%, lo que es
francamente inusual para una
pregunta abierta, donde no se sugiere una respuesta específica.
Ahora cuando algunos de los Estados que tenemos como clientes se quejo de
que Estados Unidos no le
está mandando suficiente dinero, en lugar de decir que «no es suficiente para
detener la amenaza
soviética» aducen que «no es suficiente para detener el tráfico de drogas».
Como la amenaza soviética,
este nuevo enemigo provee una buena excusa para una presencia militar
estadounidense allí donde hay
actividad rebelde o de otro tipo.
De forma que la «guerra a la droga» facilita cobertura para intervenir. En el
plano local, no se tiene
demasiado en cuenta el tema de la droga pero facilita la distracción de la
población, favorece la represión
ciudadana y da apoyo a las restricciones de las libertades públicas.
Esto no quiere decir que «el abuso de determinadas sustancias» no sea un
problema serio. Al mismo
tiempo que se desencadenó la «guerra a las drogas», las muertes debidas al
tabaco se estimaron en
300.000 al año, y las debidas al alcohol en unas 100.000. Pero éstas no son
blanco de la administración
Bush. Se perseguían las drogas llegales, que causaban muchas menos
muertes, según cifras oficiales unas
3.500 al año. Otra razón para perseguirlas era que su uso ha estado
disminuyendo drásticamente durante
los últimos años, de manera que la administración Bush pudiera predecir sin
temor a equivocarse que se
iba a triunfar en esta ofensiva contra el uso de las mismas.
También era blanco de las pereuciones la marihuana, de la que no se conoce
ningún muerto por su uso
entre los 60 millones de adictos. De hecho esta ofensiva ha exacerbado el
problema de las drogas, ya que
muchos adictos a la marihuana se han pasado de ésta, relativamente inocente
droga, a otras más
peligrosas sin lugar a dudas, como la cocaína, que es mucho más fácil de
esconder.
Al mismo tiempo que se lanzaba la campaña contra la droga, con grandes
alharacas en septiembre de
1989, la Cámara de Comercio estadounidense sostenía una entrevista en
Washington a petición de la
industria del tabaco, para que se impusiesen sanciones a Thailandia por sus
restricciones a las
importaciones y anuncios de tabaco. Mientras, se había impuesto la adicción al
tabaco a los consumidores
de Japón, Corea del Sur y Taiwan, con los costes humanos antes señalados.
El ministro de Salud norteamericano, Everet Koop, testificó ante la audiencia
solicitada por la Cámara de
Comercio que «si estamos intentando que los Gobiernos extranjeros intenten
parar el tráfico de cocaína,
es un enorme acto de hipocresía que Estados Unidos se dedique a exportar
tabaco». Y añadió «dentro de
unos años observaremos nuestra política de libre comercio y la encontraremos
escandalosa».
Los thailandeses también protestaron y predijeron que las consecuencias de
las sanciones norteamericanas
constituirían una marcha atrás en la campaña emprendida por su Gobierno
contra el uso del tabaco.
Respondiendo a las protestas de las compañías tabaqueras norteamericanas
que alegaban que sus
productos eran los mejores del mundo, los thailandeses afirmaron que «sin
duda en el Triángulo de
Oro se obtienen excelentes productos, pero nunca hemos invocado el principio
de libre comercio para
comercializarlos. De hecho intentamos suprimirlos». Las críticas recordaron la
Guerra del Opio de hace
150 años, cuando el Gobierno británico obligó a China a abrir sus puertas al
opio procedente de su
colonia india, santificando el concepto de libre comercio e imponiendo a China
una adicción a la droga a
gran escala.
43
Esto sí constituía la noticia del día sobre el tráfico de drogas. Me imagino los
titulares: «El Gobierno
norteamericano se convierte en el mayor traficante de drogas del mundo».
Hubiera hecho vender muchos
periódicos. Pues bien, la historia pasó prácticamente inadvertida, sin una sola
mención a las obvias
conclusiones.
Otro aspecto del problema de las drogas, que también recibe poca atención, es
el papel relevante de
Estados Unidos durante la 1ª Guerra Mundial en estimular el tráfico de drogas.
Esto sucedió en la zona
donde EEUU comenzó su labor de posguerra de destruir la resistencia
antifascista, convirtiéndose el
movimiento sindical en uno de los principales objetivos.
En Francia la creciente importancia política e influencia del movimiento sindical
y popular trataba de
impedir que el flujo de armas al Ejército francés sirviera para reconquistar sus
antiguas colonias de
lndochina con la ayuda norteamericana, lo que para éstos últimos sí constituía
una amenaza. La CIA
comenzó a infiltrar y sabotear el movimiento sindical con la ayuda de los líderes
sindicales
estadounidenses, que estuvieron orgullosos de su trabajo.
La tarea requería de rompehuelgas y esquiroles y había un suministrador
obvio, la Mafia. Por supuesto no
participaron en el trabajo sóio por diversión. Querían una recompensa por sus
esfuerzos. Y se les
concedió: fueron autorizados a restablecer la red de tráfico de heroína que
había sido desmantelada por
los gobiernos fascistas, la famosa French Connection que dominó el tráfico
mundial hasta los años
sesenta.
En esa época el centro mundial del comercio de drogas se había trasladado a
lndochina,
fundamentalmente a Laos y Thailandia. De nuevo se encontraba en terreno
propicio para las operaciones
de la CIA, y en efecto, se llevó a cabo una «guerra paralela y secreta» con
mercenarios durante la guerra
del Vietnam. Pero éstos también querían su recompensa. Cuando después la
CIA trasladó su teatro de
operaciones a Pakistáin y Afganistán las bandas dedicadas al narcotráfico
florecieron en el sudeste
asiático.
La guerra clandestina contra Nicaragua también proporcionó buenas
oportunidades a los narcotraficantes
de la región, ya que los vuelos llegales de la CIA para proporcionar armas a sus
mercenarios eran una
oportunidad excelente para aprovechar la vuelta y enviar droga a EEUU, a
menudo a través de las bases
aéreas norteamericanas, según testimonios de los propios traficantes.
La estrecha relación entre el terrorismo internacional, a veces llamado
contrainsurgencia o guerras de baja
intensidad según el eufemismo de moda, no constituye una sorpresa. Las
operaciones clandestinas
requieren grandes cantidades de dinero, que debe ser indetectable. También
necesita operaciones criminales. El resto viene por sí solo.

Sobria Ebriedad

El prohibicionismo en materia de drogas es -cada vez más- un remedio que


agrava el mal en lugar de evitarlo; su vigencia sostiene imperios criminales,
corrupción, envenenamiento con sucedáneos y meros venenos, hipocresía,
marginación, falsa conciencia, suspensión de las garantías inherentes a un
Estado de Derecho, histeria de masas, sistemática desinformación y -cómo no-
un mercado negro en perpetuo crecimiento. Los millones de personas que
mueren o son encarceladas, chantajeadas y expropiadas cada año en el
mundo, y los muchos millones más expuestos cada día a semejante suerte no
son un argumento pequeño; súmese a ello la atrocidad de que mueran o
yazcan retorcidos por dolores perfectamente remediables un número todavía
superior de personas y tendremos un cuadro realista de la situación.

Pero el cambio de esa pesadilla, la ley vigente, no sólo promete evitar de


inmediato muchas cosas indeseables como la sobredosis accidental o
involuntaria-, sino promover algunas deseables, empezando por la moderación
misma. Aunque parezca imposible un mundo sin drogas, hay quien piensa que
seria lo idóneo; tiene demasiado cerca la ganda prohibicionista para observar
que las sustancias psicoactivas no se inventaron para hundir al ser humano,
esclavizándole y mutilando su dotación orgánica, sino para ayudarle a
sobrellevar desafíos vitales, mejorando su autocontrol y, en definitiva, su
libertad y su dignidad personal.

La guerra a las drogas es una guerra a la euforia autoinducida y delata miedo


al placer. El sufrimiento, tan común, coge a todos preparados y no suele exigir
pedagogos; pero el placer -especialmente si se presume intenso- demanda una
protección, que pedagogos oficiales se encargan de impartir por las buenas o
por las malas, normalmente por las malas. Nada más oportuno entonces que
recordar el concepto clásico de euforia así como la idea que otras culturas
tuvieron y tienen de la ebriedad.

Hacia el siglo VI antes de Cristo, Hipócrates -creador de la medicina científica-


recomendaba "dormir sobre algo blando, embriagarse de cuando en cuando y
entregarse al coito cuando se presente ocasión". Preconizaba opio para trata la
histeria y concebía la euforia (de eu-phoria: "ánimo correcto") como algo
terapéutico. Para él, como para Teofrasto y Galeno, las drogas no eran
sustancias buenas o malas, sino "espíritus neutros", oportunos o inoportunos
atendiendo al individuo y la ocasión.

Durante la era pagana, el vino y las bebidas alcohólicas son las únicas drogas
que sugieren degradación ética e indigna huida ante la realidad. Ecos del
reproche se remontan al primer imperio egipcio, prosiguen en la vieja religión
indoirania y llegan a la cuenca mediterránea como dilema: ¿quiso Dioniso-Baco
regalar a los mortales algo que enloquece o algo que ayuda a vivir? Los
usuarios de cualesquiera otras droga no interesan para nada al derecho ni a la
moral, y cometeríamos un error creyendo que eran escasos. En la Roma de
Augusto y Tiberio, por ejemplo, había casi 900 tiendas dedicadas de modo
exclusivo a vender opio, cuyo producto representaba el 15% de toda la
recaudación fiscal, y el opio era una mercancía estatalmente subvencionada,
como la harina, para impedir especulaciones con su precio; sin embargo, no
hay patabra en latín para opiómano, mientras se acercan a la docena las que
nombran al alcohólico, y ni un solo caso de adicto al opio aparece menciotiado
en los anales de la cultura grecorromana. Lo mismo debe decirse de quien usa
marihuana, hachís, beleño, daturas, hongos visionarios y demás drogas
antiguas.

Las raíces del mundo occidental coinciden con las de otras innumerables
culturas en un concepto a la vez profundo y claro de la ebriedad -alcohólica o
no-, que en definitiva apunta a un acto de júbilo y abandono, pues -como
señalara Nietzsche- es "el juego de la naturaleza con el hombre". Filón de
Alejandría, padre de la corriente jónica vincula la palabra griega para ebriedad
(methe) con el verbo methyeni, que significa "soltar", "permitir", y define al ebrio
como quien se adentra en "liberación del alma". Platón, su maestro, no
ignoraba que el ebrio puede caer en patosería, aturdimiento, avidez y fealdad,
pero defendió vigorosamente el entusiasmo ebrio como antídoto para aligerar
la tirantez del carácter y sus ropajes rutinarios, que suscita la interioridad
original y aquella inocencia donde pueden aparecer a una nueva luz las cosas.
Como resumiría mucho más tarde Montaigne, "los paganos aconsejaban la
ebriedad para relajar el alma".

De ahí que el ideal grecorromano no fuese la sobriedad, sino la sobria ebrietas,


la ebriedad sobria que faculta para gozar el entusiasmo sin incurrir en
necedades. El sobrio no debe ser confundido con el abstemio, porque el
primero es racional con o sin drogas, rmentras el segundo sólo lo es sin ellas;
uno puede penetrar en los pliegues de la desnudez, y el otro ha de rehuirlo
para no avergonzarse ante los demás y ante su propia conciencia.

Esta constelación se derrumba al triunfar el cristianismo, que no sólo combate


los cultos orgiásticos y extáticos de la religión pagana -apoyados casi siempre
con drogas de tipo visionario- sino la propia medicina hipocráto-galénica, en
nombre de remedios mejores corno exvotos, santos óleos y agua bendita; el
saber farmacelógico antiguo,será destruido, y se perseguirá como crimen de
lesa majestad la eutanasia, que hasta entonces había sido considerada un
signo de excelencia ética. El uso médico, moral, sacramental y recreativo de
drogas distintas del vino constituye apostasía, desprecio por la fe verdadera.
Los dispersos restos del saber previo quedan al cuidado de curanderos y
curanderas, y la persecución de estos focos acabará suscitando una cruzada
contra la brujiería, que, por estructura y métodos, es un calco de la actual
guerra a las drogas.

Para terminar les recuerdo que Europa recobró la farmacología científica -y


libertad para hacer uso de ellas- cuando aparecieron las primeras fisuras
graves en la nonolítica unidad de la Iglesia y el Estado, y que desde el siglo
XVII hasta el actual concibió las drogas otra vez al modo pagano, confiando en
ellas como buenos remedios cuando se usaban sensatamente, y restaurando
como orientación Ia sobria ebriedad. Les recuerdo que el afán prohibicionista,
nacido en Estados Unidos y promovido por este país al ritmo en que iba
alzándose al rango de superpotencia, es una iniciativa de misioneros y círculos
puritanos, pensada expresatmente -en palabras del reverendo Wilbur S. Crafts,
director del lnternational Reforin Bureau en tiempos de T. Roosevelt- "para
celebrar el segundo milenio de égida cristiana sobre el planeta".

La cruzada contra las drogas ha tenido y tiene el mismo efecto que la cruzada
contra las brujas: exacerbar hasta extremos inauditos un supuesto mal,
justificando el sádico exterminio y el expolio de innumerables personas, así
como el enriquecimiento de inquisidores corruptos y un próspero mercado
negro de lo prohibido, que en el siglo XVI era de ungüentos brujeriles y hoy es
de heroína o cocaína. No quebrantaremos el círculo vicioso de la cruzada sin
sustituir las pautas de barbarie oscurantista por un principio de ilustración. Las
drogas son cosas que siempre estuvieron entre nosotros, que siguen estándolo
y que van a continuar así. Dado el clima de alarmismo contraproducente,
donde para los jóvenes usar lo ilícito es en parte rito de pasaje hacia la
madurez y en parte coartada que sugiere declararse irresponsable,
nuestra alternativa es excitar un consumo irracional de productos
adulterados, o apoyar un uso informado de sustancias puras.

Demonizar las drogas sólo nos ha hecho más inermes, más crueles para con
nuestros semejantes y más idiotas en sentido original, ya que idiotés nombra
en griego clásico a quien delega indefinidamente en otros la gestión de aquello
común, y por tanto suyo. No ya nuestra salud sino la de nuestros hijos y nietos
pende de que recobremos su empleo como reto ético y estético personal
-atendiendo a la aventura de libertad y saber allí subyacente-, sin desoír su
valor como lenitivo mejor o peor para partes difíciles del vivir y vidas amargas.
A mi juicio, sólo así podrán renacer en este campo un sentido crítico y una
mesura dignos de su nombre, que fueron regla antes del experimento
prohibicionista.
BIBLIOGRAFIA
- ESCOHOTADO, A. Historia General de las Drogas. Pág. 1305-1316. Ed.
Espasa, 2005
- Informe de la Senad.
- Chomsky, Noam. Las intenciones del Tío Sam. Pág 42-48
- "El Pais" - 16 de Julio de 1994 - ANTONIO ESCOHOTADO
- Política para Amador. Fernando Savater.
- Brian S. Julin. Preguntas frecuentes sobre el Cnabis Hemp y la
Marihuana.
- Herer, Jack. “El emperador no lleva ropa”.

Vous aimerez peut-être aussi