The blind woman.

Todo empez casi a la vez, su delgadez, su desaseo, su fidelidad y esta extraa circunstancia que la hace reprocharse todos los das el valor de su existencia pero se sabe incapaz de superar. A veces siente que es demasiado tarde y solo aprieta su suter al cuello cruzando las manos en seguida sobre sus hombros y tratando de mirar lo ms cercano que tenga, accin esta que ya casi se hace imposible. Al despertar despus dela primera noche no lo not directamente, slo se hizo mansa y sus hbitos rutinarios se hicieron mas cansados y sin ritmo. Al finalizar ese primer da sinti, despus de tratar varias veces de darse un bao con agua fra, como era su costumbre, y slo lograr desvestirse y poner un pie en la ducha sin ms xito, que algo efectivamente haba cambiado, aunque no lo supo con certitud. Al llegar l, se le lanz encima, le dio un beso y en seguida lo maldijo, con la ilusin de al menos un golpe. l sonri, la mir dulcemente y le ofreci una flor que traa escondida. Ella se sinti defraudada y no quiso tomarla. Dio la espalda y fue a la cocina. La sigui confundido y al llegar, ella se giro y le propin un golpe en la mejilla, con la esperanza que fuera suficiente. No lo soport, con la flor an en la mano la tom por el cuello y la lanz contra la alacena. Se sinti feliz, pero contrariada, fue la misma sensacin de la noche anterior, pero con un grado mayor de placer, tal vez porque en esta ocasin la haba tenido un poco ms entre los dedos y no como la noche anterior que haba sido un golpe seco con la palma abierta. El marido no supo exactamente que pensar, consigui una amante, sus ojos distrados y su mirada desviada cada vez que le habla lo denotan, ella se niega a certificarlo y teme perder al flagelador amado, an cuando es claro que se est quedando ciega. Fue el sptimo da, lo recuerda bien, se levant adolorida despus del amor y de la guerra que le preludia, un dolor en el costado, tal vez una costilla y un ardor en la comisura del labio roto le hicieron caminar al bao en busca de alguna pastilla. Al comienzo pens que haba sido golpeada en el ojo, lo crey cansado y sin luz, se llev la mano a la cara y tras sentir el ardor de los pmulos not que slo haba una rayita entreabierta donde antes estaban sus grandes ojos canela que lucan antao un marco adorado de pestaas pardas y cejas abundantes. Est

an ah, la espero al cruzar la calle, falta poco para que sus ojos desaparezcan, pero ella est dispuesta porque su mal no tiene retorno y lo soporta cada noche.