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Es verdad que haba entre ellos quien gozaba de reputacin envidiable; pero tambin alguien haba que la ganara

ventajosamente con sus bellos discursos, en los cuales (pronombre relativo) no faltaban palabrejas muy sonoras contra el desorden social, los vicios y la holgazanera. El marqus de Fcar era, de los all presentes, el nico que pareca tomar la ocupacin como un verdadero juego, y apuntaba, sonriendo, las cartas, acompaando de picantes observaciones cada prdida o ganancia. Cimarra, como el sombrero en la corona, el ceo fruncido, los ojos atentos y brillantes, la expresin entre alelada y perspicua, con cierta seriedad de adivino o de estpido, tallaba. Sus delicados labios murmuraban a cada instante slabas oscuras, que un inocente habra tomado por frmulas de evocacin para atraer espritus.

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