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Un dia un chico salio de su casa tomo el primer bus y lo llevo hacia la playa mas cercana, para poder darse

un buen chapuson, tenia q bajar muchos escalones, la playa se avisoraba esplendida desde lo alto del malecon, al llegar a la orilla y ver a la gente confundirse entre las sombrillas y los ambulantes que vendian comida, penso que de cerca no parece la playa que habia imaginado desde lo alto del malecon. Las personas que asisten a esta playa no tienen la desencia de usar ropa de bao, o de procurar traer sombrias decentes, o de tener almenos si quieres comer en la playa las mededidas higienicas necesarias, muchas personas se entregan con algarabia al mar con la misma ropa que llegaron, con las mismas que al final de la tarde se retiran, escurriendo el agua por toda la avenida huaylas, todas las personas o el noventa y cinco porciente llevan su comida en ollas y la reparten entre sus familiares que en promedio prudente deben ser como diez, los desperdicios, es decir, huesos, ternopores, bolsas, basura en general, son parte del ornamento gratuito que los populosos baistas dejan sin reparos por toda la orilla de agua dulce. Este chico al ver toda la miseria de valores, la poca consiencia ambiental, el poco sentido comun, que puede indicar a una persona normal cuidar la limpieza de la playa donde disfrutas tu verano, decidio irse lo mas pronto, subir el puente, llegar a huaylas eh irse a su casa a pensar en una mejor opcion, al fin hay muchas playas, esta debe ser la mas sucia y poco respetada, la mas popular sin duda, pero de lejos esta bendecida con un paisaje que podria engaar a muchos, el puente es un van y bienen de familias enteras que se retiran y otras q recien llegan, su reloj marcaba las dos de la tarde, quedaba sin duda un par de horas de diversion, sin embargo el presentia que entre esa multitud que recorre el puente se encontraba algun ratero o quizas todo una banda de piraitas desorganizados que podian arrancharle el celular o los lentes de sol, o quizas las sandalias, o la billetera, y luego huir corriendo, o caminando, al fin que puedes hacer frente esas caras que parecian bajar de un penal y no de un puente peatonal, en que se disponia a subir hasta que decidio tomar un taxi.

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