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Bip! Bip! BIP! BIP! BIP BIP! BIP BIP!

BIP
BIP!
¡Maldito despertador!-murmuras mientras te levantas todavía entre los sueños para ir al colegio,
de nuevo tras tres meses de vacaciones, pero no al colegio al que llevas yendo toda la vida, no,
uno nuevo, fuentela…¿cómo era? ¡Qué mas da! El caso es que tienes que meterte en esos
malditos pantalones grises con la camisa por dentro y un jersey rojo que pica más que los
mosquitos.

Vas hacia la cocina y desayunas mientras tu madre acaba de arreglarte el uniforme, te cierra los
botones de la camisa y te pregunta algo a lo que contestas que sí. Entonces ella va hacia el cajón
de su habitación y saca una de las corbatas de papá, vuelve con ella en la mano y te echa al
cuello el nudo corredizo que te faltaba.

Te pones los zapatos, negros como un dolor, el dolor que te van a hacer durante todo el año
porque te aprietan. Vuelves a por la mochila, los libros pesan más después de meses sin
hacer nada. Puede que te hayas peinado en un pasado lejano pero no estas muy seguro de
eso. ¡Menuda mierda! El colegio está por ahí por donde Cristo perdió el mechero y tienes
que estar tres cuartos de hora en el metro para llegar, vas con tu madre que ha decidido
acompañarte porque ha oído algo sobre un barrio de drogadictos que está por ahí.

Después de un viaje del que apenas recuerdas nada llegáis a la calle y empezáis a andar, ni
siquiera sabes por donde tienes que ir, pero parece que mamá si lo sabe. Entonces lo ves,
aparece detrás de una esquina, naranja, grande y horroroso. Llegáis a una puerta pero está
cerrada y es demasiado pequeña como para ser la principal, después hay un garaje pero no
puede ser esa, y entonces llegáis a la de verdad. Dentro de la jaula hay más niños de rojo y
gris, preguntas por la secretaría y bajas allí con tu madre para preguntar por la clase.

Parece que hay mucho jaleo, profesores, madres, padres… pero sólo una niña de pelo corto
con uniforme, la falda gris le llega por debajo de las rodillas, y también lleva el cuello de la
camisa cerrado, parece nueva, los zapatos brillan demasiado y está demasiado compungida
como para no serlo. Una señora se acerca a ella y la desabrocha un botón, la chica parece
aliviada y sigue a la profesora escaleras arriba.

Mientras tu madre se ha acercado a una ventanilla y ha preguntado por tu clase.

Parece ser que la secretaria no tenía ni idea y que eso se mira en una lista que hay pegada
en la puerta de la clase, tienes que subir al tercer piso y leerte todos los carteles…se
avecinaba un gran ridículo.

Pero no te queda otro remedio, subes las escaleras rodeado de niños, procurando no mirar a
nadie no fuera a ser que te empezasen a hablar antes de tiempo. Y llegas al pasillo, gris,
oscuro, da miedo.
Vas mirando los carteles de las puertas y lo ves…2º Eso…que palo.

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