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Casados pero Contentos

Ricardo
Ricardo Chigne C.

A todos nos gusta soñar con un matrimonio bello y feliz. Pero para
demasiada gente la realidad termina con el sueño. Su matrimonio se vuelve
en un mundo de caras tristes y palabras ásperas.
¿Ha visto usted un matrimonio bello, en que el marido y su mujer viven
contentos, en armonía, complaciéndose el uno al otro? ¿Existen tales
matrimonios? Si, existen, pues los he visto.

En un mundo de matrimonios fracasados y familias hundidas en la


tristeza y desesperanza…¿Cómo se puede tener un matrimonio feliz?
En el principio del mundo Dios creó a un hombre y una mujer, Adán y
Eva. Entre ellos Dios formó una relación especial: el matrimonio. Esta primera
pareja gozó de un matrimonio bello en el huerto de Edén.

¿Por qué era bello ese primer matrimonio?


Porque Dios había planeado que fuera bello, y Adán y Eva siguieron ese
plan. Así su matrimonio era lleno de gozo y satisfacción.
Hoy en día, para muchos, el matrimonio es sinónimo de estancamiento
cuando no de aburrimiento, esclavitud e infelicidad. Se suelen hacer bromas
y chistes acerca del estado matrimonial, buscando siempre el peor ejemplo
de alguna relación real o inventada: “La mujer llora antes del matrimonio; el
hombre, después”; y así por el estilo.
En tiempos cuando para una generación posmoderna como la actual,
acostumbrada a cambios vertiginosos tanto en ciencia como en moda, el
matrimonio no es sino, una institución “pasada de moda”; mientras para los
que los que aun creemos en los valores permanentes, el matrimonio sigue
siendo la mejor opción.
Sin embargo, casarse pareciera que automáticamente tampoco garantiza
la felicidad, sino que, para ser honestos, también puede ser la causa de la
infelicidad de muchos. Pero esto no debiera ser así.

CONSEJOS PARA UN MATRIMONIO FELIZ


¡Qué hermoso es ver a una familia feliz!
Se dice que “alegría compartida es doble alegría y que tristeza
compartida, es media tristeza”.
El amor, es un verdadero bálsamo para el alma, en este tiempo de
presiones, desilusiones y chascos.
El objetivo del matrimonio debe ser la fusión de dos vidas que se aman;
Dios lo llama “una sola carne”. La intención es llegar a ser “uno”.
La mujer se sentirá protegida por su esposo y él se sentirá ayudado por
su esposa, especialmente en la enfermedad y en los problemas.
Pero lamentablemente no siempre es así, pues millones de parejas se
ven frustradas en su anhelo de felicidad, y los más afectados suelen ser los
hijos.
En los EE.UU. se producen cerca de 6500 divorcios por día, esto es más
de un millón cien mil por año. De las mujeres entre 30 y 40 años de edad se
divorcian 6 de cada 10, por lo menos una vez. El 25% de los menores de 18
años, carecen de padre o madre y se calcula que esto aumentará al 50% el
próximo año. Se indica que de las parejas que se casen este año, más de la
mitad terminarán en el divorcio; y que más del 60% de los niños que nazcan
pasarán parte de su vida en un hogar dividido.
En Francia, uno de cada dos matrimonios termina en el divorcio. En
Canadá, más del 40% de las parejas unidas en primeras nupcias, se
separan.
En la Unión Soviética, más del 70% de los divorcios se producen en los
primeros 10 años de matrimonio. África, Asia y Latinoamérica, también sufren
un creciente deterioro de la unidad familiar.
¡Qué perspectivas tan alarmantes para este mundo! ¡Debemos hacer
algo!
Dios no desea eso, pues cuando creó al hombre estableció el matrimonio
con el sagrado propósito de ayudarse mutuamente, de amarse, de criar hijos
en un ambiente estable y sano y de permanecer unidos "hasta que la
muerte los separe" (Mateo 19:6)

SEIS CAUSAS DE INFELICIDAD


Para entender lo que causa la felicidad en el matrimonio ayuda mucho
también entender cuales pueden ser las causas que traen infelicidad al
matrimonio. Entre las varias causas que suelen generar infelicidad en el
matrimonio, destacan al menos seis de ellas.
Consideremos las siguientes:

1 - Percepción errónea del matrimonio.


Las novelas y películas que tratan temas sentimentales, son
responsables de lanzar a los jóvenes a un mundo irreal. Al casarse, esas
personas esperan inconscientemente de su cónyuge algo que la vida real no
les puede regalar y quedan desilusionados. ¿Será que muchos están
llegando al matrimonio sin que nadie les explique o al menos les de una
visión mas real de lo que pueden esperar de su relación?; Que visión tienen
lo jóvenes del matrimonio, y por qué? Son, entre otras, preguntas que
necesitan respuestas y acciones concretas que los hogares e iglesias
cristianas deberían tomar ya.

2- Desviación de los sanos principios.


El adulterio, el alcoholismo y la pereza son responsables de muchos
fracasos. Es seguro que la ausencia de valores éticos esta contribuyendo con
la desintegración del matrimonio hoy en día; en el pasado lo fue, lo sigue
siendo hoy. ¿Es que los novios, especialmente las novias, no perciben ni un
rastro de conductas potencialmente peligrosas para su relación futura de
pareja? ¿Es que el amor es verdaderamente ciego como dicen o la ceguera
es de valores y principios?

3 - La falta de diálogo y cosas en común.


¿Que pasa cuando hay poco tiempo del uno para el otro? Se entra en la
rutina conyugal y hay poco diálogo. La TV. y actualmente el chat o Internet,
por mencionar de las actividades aparentemente inocentes, roba a muchas
familias el tiempo que debieran dedicarse uno al otro. En realidad, pareciera
que no “hay tiempo” para comunicarse, sobre todo cuando ese tiempo va a
interferir con las “necesarias” largas horas de trabajo en las que hay que
invertir en la superación personal o ese “poco” tiempo sirve solo para
“distraerse” un poco, y generalmente de manera individual.
EL individualismo esta “matando” lo poco en común que queda en las
parejas del siglo XXI. Parece que lo mejor en común que se hace (¡y no
siempre!) en pareja es juntarse por necesidades sexuales, una que otra
distracción familiar, algunas compras especiales, y allí se acabaron las ideas,
o mejor dicho, las ganas de compartir en pareja.

4 - Problemas económicos.
La incomprensión en el manejo del presupuesto por la visión distinta de
prioridades en unos casos, o por la precariedad de los ingresos que se
obtienen, generan desconfianza en el manejo de la economía del hogar.
El distanciamiento prolongado por trabajar en lugares lejanos, así como
las ya casi imprescindibles horas extras, suelen ser causantes de problemas
que empiezan siendo económicos para luego convertirse en problemas que
abarcan otras áreas de la relación.
Si bien es cierto que un presupuesto estrecho, que apenas cubre las
necesidades elementales del hogar, puede ser motivo de mutuas
recriminaciones (uno porque acusa al otro de gastar mucho, y otro por no
querer gastar nada--generalmente exageraciones de ambas partes--),
también es cierto que existe una manifiesta falta de saber plantear
inteligentemente las prioridades, en las que si no existe acuerdo, poco se
puede esperar para asuntos mayores.

5 - Interferencia de terceros.
"El que se casa, casa quiere", dice el refrán, aunque a veces muchas
veces a fin de beneficiarse económicamente al principio, la pareja decide vivir
con los padres de uno de ellos.
No solo es mejor que los recién casados vivan independientes, sino que
el consejo y base primordial para casarse es cuando la pareja entiende que el
matrimonio empieza por obedecer el mandato divino: “dejara el hombre a su
padre y su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”(Génesis
2:24). Cuando no es así, es casi inevitable que se sufran las consecuencias
de experimentar interferencias a favor o en contra de uno o de los cónyuges,
pero interferencias al fin, que no hacen sino perjudicar al mediano y largo
plazo la madurez de la relación matrimonial y la estabilidad emocional de la
familia cuando vienen los hijos.

6 - Cuando el amor se enfría.


Puede haber insatisfacción emocional o sexual, expectativas del uno al
otro que al no cumplirse, terminan por apagar una relación; por lo que sea,
cuando una de las partes amenaza con el divorcio por alguna crisis pasajera,
pueden producirse heridas profundas y una pared entre ambos.
Dios desea ayudar a cada familia a ser feliz. Si en tu hogar hay
problemas, si existen tensiones y está amenazada la unidad familiar, no
pienses en el divorcio, sino en buscar soluciones, considerando los consejos
que expondremos.
Fijémonos en el siguiente caso:

Una señora fue a entrevistar a un médico amigo.


- Me quiero divorciar de mi marido -fue la queja de la angustiada mujer.
- ¿Por qué? Preguntó el médico.
- Porque tiene otra.
- Si usted se divorcia le hace un favor, pues eso es lo que él quiere.
- ¿Qué puedo hacer?
- Enamórelo primero y luego se divorcia, aconsejó el médico.
- ¿Cómo lo puedo hacer?
- Hágale tres elogios por día. ¿Viste bien? ¿Tiene buena presencia? ¿Es
cumplidor? Dígaselo.
La mujer se propuso hacerlo. Al cabo de algunos meses encontró a su
médico amigo, quien inmediatamente le preguntó por su esposo.
- ¡Lo logré! Está profundamente enamorado de mí.
- Entonces, ahora déjelo.
- No, ahora no, porque yo también estoy enamorada de él.

La ley de la felicidad en el matrimonio


Se suele oír quejas como: "Mi esposo no me hace feliz", "Mi señora
debería ser distinta". Gran error. El amor se define por algo más que una
simple pasión muy humana y legitima; el amor en el contexto bíblico viene
siempre acompañado por una actitud, DAR.
No pienses sólo en recibir, sino también en dar, pues "HACER FELIZ AL
PRÓJIMO, ES HACERSE FELIZ A SÍ MISMO". Jesús dijo: "Más bienaventurado
es dar, que recibir" (Hechos 20:35).
Puedes proponerte hacer feliz a su cónyuge. Busca el momento
apropiado para conversar y traten de identificar (sin ningún ánimo de
condenarse mutuamente) las cosas que no les gustan de sí mismos.
Ambos debieran colocarse objetivos, tratando de aplicar los siete
siguientes principios. No pienses solo en tu felicidad, sino en la del otro. No
trates de cambiar a tu pareja, proponte cambiar tú mismo, y... ¡Verás los
resultados!

Siete Principios Para un Hogar Feliz


Los investigadores Nick Stinett y John De Fraim estudiaron 3.000 familias
estables y contentas de diversas nacionalidades para establecer los puntos
que tenían en común. Llegaron a la conclusión que habían siete principios
que caracterizan a las familias sólidas.

1- COMPROMISO CON LOS DEMÁS


Los hogares felices, valoran la familia como unidad, por encima de las
necesidades y deseos individuales. No es pues casualidad, que los buenos
matrimonios buscan unirse en todo; detrás de esa unidad suele lograrse una
familia también unida.
• Aunque cada cual tenga sus metas, deben estar dispuestos a eliminar
aquellas que puedan amenazar su existencia como pareja.
Tener metas propias pero con propósitos comunes: el bienestar de todos,
debe ser siempre lo deseable de alcanzar. Cualquier meta individual que
amenace la unidad, debe ser descartada.
Traten de comprender los deseos, sueños y sentimientos del otro. Cuando
dos se aman, buscan que los sueños y deseos del amado(a) sea un placer
hacerlos realidad.
• Ayúdense mutuamente a desarrollar el carácter. Antes de crear a la mujer,
Dios dijo: "No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea
para él" (Génesis 2:18).
En tiempos de mucho egoísmo, que bueno es descubrir que el
matrimonio es la mejor oportunidad para servirse mutuamente. La ayuda
mutua en la pareja marcará por siempre la manera práctica de demostrarse el
amor y dejara una huella imborrable en los hijos que llevaran esa imagen a
sus propios matrimonios.

Los Esposos
• Considera que la opinión de la mujer es tan valiosa como la del hombre.
El apóstol Pedro escribe: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas
sabiamente" (1ª Pedro 3:7).
• Haz que ella crezca en su real valía y en gratitud, y evitarás
resentimientos. La intuición de la mujer suele muchas veces, ser más exacta
que la lógica del varón. Deja que exprese sus sentimientos y sus ideas.
El hombre que ama a su mujer no debe encontrar mayor satisfacción que
lograr en ella, su plenitud como persona.
• Considera las decisiones de tu esposa en las responsabilidades que como
esposa, le toca decidir. Sé sensible en esto. Sin duda que el hogar es la
mejor escuela en aprender a administrar; esa administración requiere
también que la mujer asuma a plenitud su rol de administradora del hogar, y
para ello, tomar decisiones requieren siempre el respaldo del esposo.
• Foméntese un ambiente alegre, y hagan del hogar un nido atrayente. No
necesita ser grande ni lujoso, aunque sea una sola habitación, debe
respirarse en él un clima de amor. La disposición a disfrutar del hogar es una
decisión a tomar. Aún en los momentos difíciles, cuando se ha cultivado un
ánimo de alegría y disfrute en el hogar, siempre se querrá retomar el goce
después de la tormenta.
• Démosle ayuda práctica, especialmente si la mujer trabaja. Trabajar y
atender el hogar nunca ha sido ni será tarea fácil; la mejor ayuda del esposo
cuya mujer trabaja, es colaborar en los pequeños detalles que alivian la
carga, no solo física, sino también, emocional.

Las Esposas.
• Maneja cuidadosamente las querellas. Perder el control es lo mas fácil;
controlarlo, no. De allí que se requiere cabeza fría cuando los ánimos se
calientan.
• No olvides que te casaste con un HOMBRE y no con un "dios", que sus
imperfecciones no te sorprendan. Todo hombre, por perfecto que se vea,
adolece de alguna flaqueza que lejos de ser motivo de decepción en la mujer,
cuando ésta es sabia, sabe ayudar a su esposo a ser quien debe ser.
• No lo atormentes continuamente pidiéndole dinero. Arréglate más bien
con la suma de cada semana.
Por diferentes razones, el hombre suele querer tener el control de lo que
gana, al casarse se tiene que dar cuenta que hay que pagar muchas cosas y
no siempre le alcanza. Viene el descontrol cuando se ve apremiado por la
esposa, que a su entender, no cesa de pedir.
Es preferible ponerse de acuerdo en manejar el presupuesto compartiendo
responsabilidades, tanto en dar (él, si es el único que trabaja) como en
repartir (si es ella la que maneja el gasto domestico). La mujer sabia lo
aprende pronto y desahoga a su esposo de la presión insistente.

• Si tu marido tiene CORAZÓN, tiene ciertamente también, un estómago;


trata, entre otras formas, de manifestarle tu cariño de una forma practica,
cocinando platos apetitosos que a él le agraden. En estos tiempos modernos
donde la mujer estudió, aprendió y se hizo de una carrera o tiene un negocio,
no hay razón como para tampoco no aprender a preparar, aunque sea al
menos un buen plato. Todo marido se alegra y enorgullece de que su mujer
lo consiente de vez en cuando con su buen gusto para cocinar.
• De tiempo en tiempo, pero no muy a menudo, déjale que tenga razón, eso
le da seguridad y no te costará nada. Parece innato en el hombre el deseo de
ganar. Quiere ganar en los juegos y en cualquier otra trivialidad. Quiere tener
siempre la razón, aunque no siempre la tiene; pero cuando la tiene, no te
opongas por orgullo o por no querer “darle gusto”, hacerlo es provocar o una
pelea o una frustración personal en él.
• En la prensa y televisión, ponte al corriente de lo que pasa también en el
extranjero, le será agradable el poder hablar de política en casa, en vez de
hacerlo en el club o en la oficina. A los hombres suelen interesarle temas de
interés nacional o internacional; no es que los domine, pero sí que sepan que
esta “al día”.
• Sé siempre correcta con tu esposo en la discusión. Acuérdate cómo lo
tratabas cuando eran novios. No lo mires nunca de arriba abajo. Las peleas y
discusiones son inevitables en la relación de pareja, pero para entablar aun
una discusión hay que respetar al “contendor”. Nunca menosprecies a tu
esposo con palabras hirientes, hacerlo suele tener una respuesta de igual o
peor calibre. Mucho del nivel de la discusión lo pone la mujer. Haz tu parte.
• Déjalo a veces ser más instruido que tú, esto mantendrá el sentimiento de
su dignidad y te dará la oportunidad si cedes una vez, de no ser del todo
infalible. A los esposos les es de suma importancia el reflejar su instrucción
ante los demás, especialmente ante su esposa e hijos. No se lo quites,
apóyalo y contribuye aun en mejorar sus conocimientos.
• Respeta la familia de tu marido y sobre todo honra a su madre; él la
quiere de mucho antes que a ti. Error grande es contender verbalmente con
la suegra, y error también hacerlo delante del esposo, y sobre todo cuando
no hay motivos aparentes para hacerlo. Si hay algo que siempre admirará y
reconocerá un esposo de su esposa, es que ésta respeta su familia.
• No te presentes desaliñada delante de tu esposo. No descuides tus
funciones femeninas. La manera mas fácil que el esposo pierda el interés, al
menos en lo físico, es cuando ésta no se arregla ni le interesa lucir femenina
y atractiva; los años de matrimonio no deben apagar ese interés en mostrarse
siempre atractiva para su esposo, al contrario, lo resaltará.

2- APRECIO
Las familias felices se aprecian mutuamente, se aman. ¿Cómo se puede
alimentar ese amor?
• Demos gestos y frases que acaricien. Dando y recibiendo pequeñas
expresiones de cariño, podemos alegrar a nuestros seres queridos. No
siempre sabemos expresar el afecto, menos aún los hombres, que por alguna
clase de precondición no escrita tales como: “los hombres, ni lloran, ni
acarician” si no es solo por claros motivos de alguna necesidad, mayormente
sexual.
Expresar con gestos así como con palabras se hace supremamente
necesario en tiempos de poco contacto, aún el visual, entre las parejas y la
familia por el absorbente trabajo que hace lo suyo por distanciarnos más
unos de otros.
• Resaltemos las virtudes. Veamos los puntos positivos y las virtudes de
nuestro cónyuge, y no solamente las flaquezas. En lugar de críticas,
destáquense las buenas cualidades recíprocamente, éstas estimularán el
amor y la superación.
Que bien haríamos en saber resaltar las virtudes de los demás como
hacemos con sus defectos. Dado que necesitamos aprender esta práctica, y
todo aprendizaje cuesta, empecemos por la persona amada. Hablemos y
comentemos sobre el talento que nuestro cónyuge tiene; digámosle lo útil que
es para esto y aquello y que nos sentimos afortunados contar con él (ella).
Alabemos también sobre alguna virtud o talento de nuestros hijos (los pobres
están más acostumbrados a la critica que al reconocimiento); ciertamente se
sorprenderán y se sentirán verdaderamente apreciados. Preparados así,
podremos avanzar con los demás: parientes, amigos, compañeros, etc.
• Reflexionemos sobre las separaciones ocasionales. Un esposo
cambió su forma de pensar frente a su esposa, cuando ésta tuvo que
ausentarse por tres días, dejándolo al cuidado de los niños. He aquí el
recuerdo de esa aventura:

“Abrir la puerta a los chiquillos que venían de la calle: 63 veces.


Reñirles para que se callasen o estuviesen quietos: 22 veces.
Intervenir para arreglar disputas: 8 veces.
Perder los estribos: 12 veces.
Atar cordones de los zapatos: 15 veces.
Manchas en los pantalones: 3 veces.
Comer mal: los tres días, etc.”

¡Nunca he deseado volver a ver a mi esposa tanto como ahora!, dirían


también muchos esposos atribulados por la amada(o) ausente.
• Evitemos las palabras ásperas y ofensivas. Cuando ambos eran novios
se hablaban dulcemente. A medida que convivimos, debemos buscar de
fusionar nuestra personalidad y mejorar nuestras relaciones. Mucho ayuda
retomar las amables palabras que siempre hablarán de nuestro interés,
respeto y amor por la persona amada.
• Tomar el pleno consejo divino. El mandamiento de Dios para los
esposos es: "Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene
en el señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con
ellas” (Colosenses 3:18-19.). El principio de sujeción para la mujer
manifestado aquí no es de ningún modo, humillante, sino un reflejo de la
sumisión voluntaria y amante de la iglesia a Cristo.
La autoridad del marido, tal como la de Cristo, se manifestará en amor y
respeto. Se revelará mediante el afecto, la lealtad y la dedicación. Feliz el
hogar donde el amor gobierna y obedece.
Cuán poca sensibilidad manifiestan los maridos que, olvidándose de este
consejo bíblico, gobiernan sus hogares arbitraria, impulsiva e irracionalmente.
El afecto y la consideración del esposo hacia su compañera no sólo aparejan
la felicidad conyugal sino que contribuyen grandemente al bienestar de los
hijos y a su seguridad emocional.
En resumen, en la sumisión inteligente de la esposa, y el amor genuino
del esposo, encontramos los elementos fundamentales capaces de salvar el
hogar de una desintegración gradual y constante.

3- COMUNICACIÓN
Un investigador calculó, que las parejas tienen un promedio de 17
minutos de conversación por semana. ¡La semana tiene 10.080 minutos!
La televisión roba a menudo a la familia un precioso tiempo que podría
utilizarse para conversar. ¡Y qué tremenda pérdida!. La comunicación es un
proceso dinámico de un intercambio de acciones, pensamientos,
sentimientos y que tiende a compartir algo valioso, y que aumenta la calidad
de la relación. La calidad de la relación dependerá de la misma
comunicación.
La comunicación es un proceso, por tanto, cada vez que se emita un
mensaje, se está esperando una respuesta que permita o estimule una
comunicación futura.
La comunicación requiere un estado de apertura (disposición para
escuchar y entender) en las personas y un tema a tratar lo suficientemente
común, cómo para permitir un mínimo de transmisión de ideas, sentimientos,
experiencias o conocimiento.
La comunicación es pues fundamental para la comprensión y para
alimentar el amor. Las experiencias vividas en el trabajo, las diarias vivencias
con los hijos, nuestras alegrías y preocupaciones, nuestras ideas o
desilusiones vividas fuera del hogar, pueden ser temas de conversación.
Cuando notemos que alguien del hogar no se comunica, veamos por
qué. Hablemos y resolvamos la dificultad. Quizás la esposa se sienta
acomplejada o frustrada por algo, o piensa que no sabe expresarse con la
facilidad con la que lo hace el esposo. Tratemos siempre de comprender lo
que piensa el otro, compenetrándonos en él. No pretendamos atemorizar,
dominar, culpar, controlar ni ganarle al otro. No se griten mutuamente.
Para mejorar la comunicación en el matrimonio debemos entrar en un
periodo de reflexión. Este proceso de reflexión o autoevaluación puede ser
realizado por cada cónyuge, a solas consigo mismo, o por los dos juntos si
les parece oportuno. Esta tarea NO debe destinarse a encontrar las
deficiencias en la comunicación, sino más bien a encontrar los aspectos en
que cada cónyuge piensa, y decida a esforzarse a mejorar. Veamos las
siguientes reflexiones:

• "¿Al hacer mis planes y proyectos de futuro siempre le tengo en


cuenta?”
• "¿Yo amo a mi cónyuge tal como es, con sus cualidades y con sus
defectos?”
• "¿Intento compartir todo con mi esposa(o).?”
• "¿Pienso que mi matrimonio es para siempre?”
• "¿Estoy satisfecho con mi vida en general cómo para querer
comunicársela a mi cónyuge?”
• "¿Mi carácter facilita una adecuada comunicación con mi esposa(o).?
• "¿Me expreso en un lenguaje fácil de captar y en un tono de voz
adecuado para ser aceptado por mi esposa(o).?”
• "¿Encuentro los momentos y circunstancias adecuados para, con
sosiego, expresar mis sentimientos, pensamientos, etc.?”
• ”¿Mi estado habitual de salud o ánimo me permite comunicar
adecuadamente con mi esposa(o).?”
• "¿Estoy abierto a la información que puedo recibir de mi cónyuge?”
• "¿Se olvidarme de mis preocupaciones e intereses para atender a mi
esposa(o)?”

4- PASAR TIEMPO JUNTOS


Se les preguntó a 1.500 escolares: ¿Qué crees que hace más feliz a una
familia? La respuesta más frecuente fue: "Hacer cosas juntos".
Busquemos tiempo para hacer cosas juntos. Que bueno es cuando la
pareja sabe divertirse y distraerse. Salir, visitar amigos comunes y otras
parejas también cristianas, ayudara al desarrollo emocional y social de la
pareja; no solo estemos juntos para discutir, aunque aun eso ayuda a
conocerse, sino también para los ratos buenos y edificantes. Asociemos
también a nuestros hijos en nuestra actividad y recreación; ellos grabaran en
sus mentes, los recuerdos mas gratos de su vida cuando pudieron participar
en la vida de familiar, aquella incluso que trae tanto los gustos como los
disgustos, experiencias necesarias donde salir adelante unidos es la mejor
vivencia que se puede heredar. Compartan los problemas y la felicidad.
Aunque cada uno es bombardeado por actividades que nos absorben,
debemos entonces planificar de tal modo nuestro tiempo, que podamos
dedicarnos a la familia, o terminaremos dispersos.

5- UNIDOS EN LA ADVERSIDAD
La adversidad y el dolor se presentan en la vida de todos. Es una
realidad dura y patente ante la que caben reacciones muy diversas.
Unos se crispan, maldicen y patalean. Otros se refugian en la melancolía,
pero la melancolía es como una mano engañosa que se tiende hacia
nosotros y que nunca logramos alcanzar: es pasajera, volátil, fugitiva.
La adversidad y el dolor no deben verse como cosas tan terribles. La mayoría
de los pensadores cristianos que han afrontado seriamente el problema dicen
que con ellos viene una enseñanza siempre útil para nuestra vida; que
cuando se saben recibir y afrontar con la siempre poderosa ayuda del Señor,
pueden transformarse en algo positivo.
Los golpes de la adversidad son amargos, pero nunca estériles. Los
padres deben dar ejemplo de serenidad frente a los reveses de la vida, de
mantener la alegría, de esos valores que se manifiestan cuando, frente a un
golpe inesperado, lo sabemos aceptar con la templanza y dominio propio que
da Dios a los que creen. En la adversidad suele descubrirse la fe, en la
prosperidad se oculta.
El gozo y serenidad es una muestra de que va bien todo el entramado de
lo que Dios esta haciendo en una persona. Es como un síntoma claro de que
una vida está bien construida, que posee resortes —como decía Cervantes—
para echar las penas fuera del alma y ser feliz.
El dolor y la adversidad constituyen todo un espectro de contrastes en las
personas. Unos, con muy poco, se desesperan. Otros, con mucho más, se
crecen. El problema no está en que esas adversidades o esos dolores sean
muchos o pocos, sino en la “madera” espiritual de las personas que los
sufren, y en el modo en que los asumen. Por eso ha llegado a decirse que la
valía de las personas suele ir en función inversa a las facilidades que han
tenido en sus vidas.
La familia sólida, se une para hacer frente a los desafíos de una crisis,
pues hay un compromiso mutuo. Es necesario desarrollar esa capacidad de
hacer frente a la adversidad. ¿Pero cómo? Dios desea tendernos sus manos
de amor en medio de la tormenta más violenta. En las Sagradas Escrituras
nos comunica sus promesas y ¡qué hermosas y reales son!
Nuestra fe y confianza en Dios es probada, como lo fue la de Abraham y
la de todo hijo de Dios. Es fácil creer en Dios cuando todo está bien; no nos
cuesta mucho confiar cuando la situación es manejable. Pero cuando
estamos frente a una crisis, cuando no vemos salida, cuando el panorama se
torna imposible ante tus diligentes esfuerzos, es ahí cuando sabemos si
realmente creemos en Dios y en Su palabra. Se necesita estar ante una
adversidad para ejercitar la fe; tiene que haber un encuentro entre el
problema y la palabra de Dios. Es entonces cuando nuestra fe es probada
como se prueba el oro.
Es fácil creer que "Jehová es mi Pastor y nada me faltará" cuando nada
te inquieta, cuando no hay problemas mayores; pero cuando falta el sustento
en tu hogar, cuando no hay salud, o cuando tu hijo se fue de la casa,
¿alabamos y honramos a Dios de todas maneras, y podemos dar gracias en
medio del conflicto? Es eso lo que Dios espera que hagamos, que no
importando cual sea el panorama que nos circunde, permanezcamos fieles a
Él, confiando y creyendo en sus promesas. Veamos algunas promesas:

JUAN 16:33
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo.”
SALMO 27:3
“Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón;
aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.”
SALMO 55:18
“El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya
muchos.”
SALMO 40:17
“Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi
libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.”
HABACUC 3:17-18
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos;
aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento,
y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vaca en los corrales;
Con todo yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.”
SALMO 23:4
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno,
porque Tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”
SALMO 31:14
“Mas yo en Ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios.”
SALMO 46:1-3
“Dios es nuestro o amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las
tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se
traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus
aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.”
JEREMIAS 20:11
“Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me
persiguen tropezarán y no prevalecerán; serán avergonzados en gran
manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será
olvidada.”
JOB 23:2,10
“Hoy también hablaré con amargura porque es más grave mi llaga que mi
gemido. Mas El conoce mi camino; me probará y saldré como oro.”
SALMO118:13-14
”Me empujaste con violencia para que cayese, pero me ayudó Jehová.
Mi fortaleza y mi cántico es Jehová y El me ha sido por salvación.”
ROMANOS 8:37
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel
que nos amó.”
ROMANOS 8:38-39
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, Ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”

Si hay problemas, no busquemos culpables sino soluciones. Aunque nos


cueste decir: "lo lamento" o "te perdono", hay que decirlo, y de corazón. La
pareja no debe acostarse nunca enojada. Apliquemos el consejo divino: "No
se ponga el sol sobre vuestro enojo" Efesios 4:26.
Si sometemos a Dios las adversidades que se presenten, y pedimos que
nos dé la serenidad suficiente para confiar en su poder y sabiduría para saber
encararlas y encontrar una salida al laberinto, recibiremos respuesta. Jamás
olvide que la paz verdadera proviene del Creador. Así lo expresó el Señor
Jesucristo ante una multitud: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no la doy
como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo”
(Juan 14:29).

6- ESTRUCTURA MORAL
Todos los padres queremos que nuestros hijos desarrollen el respeto y la
compasión por otras personas. Queremos que sean honestos, decentes y
considerados; que sepan defender sus principios, cooperar con otros y actuar
de manera solidaria. Queremos que tomen decisiones responsables.
¿Cómo compartir y enseñarles a nuestros hijos los valores, normas,
principios que consideramos fundamentales? Así como los niños
necesitan ser guiados académicamente, también deben ser educados en los
valores de una sociedad: cómo respetar a los demás, cómo ser honestos y
cómo asumir responsabilidad por las decisiones que uno toma.
Es importante que los padres hablen con los adolescentes sobre la
importancia de los valores, las normas, las reglas; que conversen sobre los
derechos y las obligaciones que tienen como miembros de una sociedad; y
que establezcan, juntos, los derechos de que gozan y las obligaciones que
deben cumplir en el ámbito del hogar.
En las palabras y en los hechos, los padres juegan un papel fundamental
a la hora de enseñar a sus hijos a distinguir entre lo correcto y lo no correcto.
Las investigaciones indican que la adolescencia es una etapa de
comportamiento riesgoso (beber alcohol y manejar, fumar, tomar drogas); por
lo tanto, los padres deben ayudar a sus hijos a calcular las consecuencias de
las acciones que se realizan.
La mayoría de los jóvenes bien guiados, quieren también compartir los
valores de sus padres en sus aspectos más importantes. Sus prioridades y
principios. Éstas son algunas formas en que puedes ayudar a tu hijo a
desarrollar valores:

• Terminar un deber difícil o un trabajo complicado es una manera de dar


el ejemplo para que tu hijo se habitúe a finalizar sus deberes.
• Cuidar las relaciones familiares. El modelo de los padres que se tratan
con respeto es un ejemplo que el adolescente reproducirá en su
comportamiento.
• Respetar a los demás. Cuando un joven ve que sus padres aprecian a
las personas de todas las razas y religiones, está más abierto a tener
amistades diversas y a desarrollar comportamientos de solidaridad y
tolerancia.
• Aceptar cuando se pierde es una manera de enseñarle a su hijo que
ganar no es todo. La conocida frase: "Lo importante no es ganar sino
competir" la podemos poner en práctica en cualquier actividad que
realicemos.
• Mostrar que los fracasos son parte de la vida; que frente a la
adversidad hay que seguir adelante; que las malas experiencias algo,
siempre, enseñan. Así tu hijo aprenderá a superar los malos momentos y a
enfrentar y resolver situaciones difíciles.
• Reírse de los propios errores. De esta manera su hijo será más capaz
de aceptar las propias imperfecciones.
• El justo valor del dinero. La actitud de los adultos frente al dinero y las
posesiones influye en la visión de los jóvenes. Demuéstrenle a su hijo que su
valor como individuo y el de otros no se define en términos materiales (qué
auto se tiene, en qué casa se vive, qué ropa se usa). Es probable que su hijo
adopte la misma filosofía. En este sentido es importante que cumplan con las
necesidades de su hijo pero guiándolo para que sepa discernir entre lo que
necesita y lo que quiere.
• La sexualidad. Para poder tomar buenas decisiones en el terreno de la
sexualidad los adolescentes necesitan tener información. Es bueno que los
padres estén dispuestos a conversar sobre el tema con sus hijos; es
fundamental brindarles información desde los temas biológicos reproductivos
hasta los valores, las actitudes y apreciaciones sobre la sexualidad.
Se ha comprobado que la conservación y practica de lo valores cristianos
para la familia son un denominador común en las familias estables. En el
cultivo de las virtudes cristianas hay bendición.
La estructura moral incluye: Integridad, honradez, lealtad,
responsabilidad, virtud moral y los principios de la utilidad y del amor. Los
principios de los 10 mandamientos debieran estar en cada corazón, pues
traen bendición. Las Escrituras Sagradas dicen: "¡Quién diera que tuviesen
tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis
mandamientos, para que a ellos y a sus hijos les fuese bien para
siempre" Deuteronomio 4:29.

7- DIOS EN EL HOGAR
Un matrimonio feliz y un hogar lleno de amor es algo que el Señor quiere
construir. Dios quiere que gocemos de ese maravilloso don en la tierra, un
hogar estable y feliz. Permitir que Él lo “construya” es nuestra elección, no la
de Él. Cuando se lo permitimos, y colaboramos con Él, Su Espíritu nos va
guiando a saber usar las “herramientas” que Él pone en nuestras manos.
Dios desea bendecir a quienes lo buscan y le aman. Solamente Él puede
cambiar nuestro carácter, darnos fortaleza en las horas difíciles y guardar a
nuestros hijos de los grandes peligros que enfrentan.
No descuides tu vida devocional y espiritual. Haz de las Sagradas
Escrituras la guía para tu vida y tu hogar. Ella nos aconseja, nos orienta,
ilumina la senda de nuestra vida y nos llena de esperanza. A través de sus
2300 profecías, nos revela el pasado, presente y futuro con toda certeza.
Estúdiala y recibirás grandes beneficios.
Si has fracasado en tu vida conyugal, busca a Dios, pues nadie mejor
que Él para cambiar el rumbo de nuestra vida. Si eres feliz dale gracias y
cuida esa dicha. Pero haz tu parte, practicando los principios del amor.

"El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es


jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo,
no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza
de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser" "Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el
amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor" (1ª Corintios 13:4-8
pp., 13.)

En el matrimonio los dos ganan, o los dos pierden; dependerá si ambos


se esfuerzan por continuar aquello por lo que lucharon, por lo que soñaron.
Jesús dijo:

“Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres”

Cuando Dios entra realmente a formar parte del matrimonio y no es sólo


un simple espectador, tenemos la libertad, porque Él nos hizo libres, libres
para desechar máscaras, enojos, maledicencia, etc. y volver a intentarlo.
Seamos valientes. Afrontemos nuestras debilidades matrimoniales y
proyectémonos a fortalecer todo lo que Dios nos ha dado y quiere seguir
dando. “...despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia y
corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los
ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto
delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio y se sentó a la
diestra del trono de Dios”.. Todo es posible si lo deseamos de corazón,
porque. . . . .

CON DIOS EN EL HOGAR PODEMOS TENER UN MATRIMONIO EN


VICTORIA. CUIDEMOS NUESTRA CONDUCTA, NO SÓLO ANTE LOS
DEMÁS SINO TAMBIÉN ANTE NUESTRO CÓNYUGE.
¡ADELANTE¡

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