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Ricardo
Ricardo Chigne C.
A todos nos gusta soñar con un matrimonio bello y feliz. Pero para
demasiada gente la realidad termina con el sueño. Su matrimonio se vuelve
en un mundo de caras tristes y palabras ásperas.
¿Ha visto usted un matrimonio bello, en que el marido y su mujer viven
contentos, en armonía, complaciéndose el uno al otro? ¿Existen tales
matrimonios? Si, existen, pues los he visto.
4 - Problemas económicos.
La incomprensión en el manejo del presupuesto por la visión distinta de
prioridades en unos casos, o por la precariedad de los ingresos que se
obtienen, generan desconfianza en el manejo de la economía del hogar.
El distanciamiento prolongado por trabajar en lugares lejanos, así como
las ya casi imprescindibles horas extras, suelen ser causantes de problemas
que empiezan siendo económicos para luego convertirse en problemas que
abarcan otras áreas de la relación.
Si bien es cierto que un presupuesto estrecho, que apenas cubre las
necesidades elementales del hogar, puede ser motivo de mutuas
recriminaciones (uno porque acusa al otro de gastar mucho, y otro por no
querer gastar nada--generalmente exageraciones de ambas partes--),
también es cierto que existe una manifiesta falta de saber plantear
inteligentemente las prioridades, en las que si no existe acuerdo, poco se
puede esperar para asuntos mayores.
5 - Interferencia de terceros.
"El que se casa, casa quiere", dice el refrán, aunque a veces muchas
veces a fin de beneficiarse económicamente al principio, la pareja decide vivir
con los padres de uno de ellos.
No solo es mejor que los recién casados vivan independientes, sino que
el consejo y base primordial para casarse es cuando la pareja entiende que el
matrimonio empieza por obedecer el mandato divino: “dejara el hombre a su
padre y su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”(Génesis
2:24). Cuando no es así, es casi inevitable que se sufran las consecuencias
de experimentar interferencias a favor o en contra de uno o de los cónyuges,
pero interferencias al fin, que no hacen sino perjudicar al mediano y largo
plazo la madurez de la relación matrimonial y la estabilidad emocional de la
familia cuando vienen los hijos.
Los Esposos
• Considera que la opinión de la mujer es tan valiosa como la del hombre.
El apóstol Pedro escribe: "Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas
sabiamente" (1ª Pedro 3:7).
• Haz que ella crezca en su real valía y en gratitud, y evitarás
resentimientos. La intuición de la mujer suele muchas veces, ser más exacta
que la lógica del varón. Deja que exprese sus sentimientos y sus ideas.
El hombre que ama a su mujer no debe encontrar mayor satisfacción que
lograr en ella, su plenitud como persona.
• Considera las decisiones de tu esposa en las responsabilidades que como
esposa, le toca decidir. Sé sensible en esto. Sin duda que el hogar es la
mejor escuela en aprender a administrar; esa administración requiere
también que la mujer asuma a plenitud su rol de administradora del hogar, y
para ello, tomar decisiones requieren siempre el respaldo del esposo.
• Foméntese un ambiente alegre, y hagan del hogar un nido atrayente. No
necesita ser grande ni lujoso, aunque sea una sola habitación, debe
respirarse en él un clima de amor. La disposición a disfrutar del hogar es una
decisión a tomar. Aún en los momentos difíciles, cuando se ha cultivado un
ánimo de alegría y disfrute en el hogar, siempre se querrá retomar el goce
después de la tormenta.
• Démosle ayuda práctica, especialmente si la mujer trabaja. Trabajar y
atender el hogar nunca ha sido ni será tarea fácil; la mejor ayuda del esposo
cuya mujer trabaja, es colaborar en los pequeños detalles que alivian la
carga, no solo física, sino también, emocional.
Las Esposas.
• Maneja cuidadosamente las querellas. Perder el control es lo mas fácil;
controlarlo, no. De allí que se requiere cabeza fría cuando los ánimos se
calientan.
• No olvides que te casaste con un HOMBRE y no con un "dios", que sus
imperfecciones no te sorprendan. Todo hombre, por perfecto que se vea,
adolece de alguna flaqueza que lejos de ser motivo de decepción en la mujer,
cuando ésta es sabia, sabe ayudar a su esposo a ser quien debe ser.
• No lo atormentes continuamente pidiéndole dinero. Arréglate más bien
con la suma de cada semana.
Por diferentes razones, el hombre suele querer tener el control de lo que
gana, al casarse se tiene que dar cuenta que hay que pagar muchas cosas y
no siempre le alcanza. Viene el descontrol cuando se ve apremiado por la
esposa, que a su entender, no cesa de pedir.
Es preferible ponerse de acuerdo en manejar el presupuesto compartiendo
responsabilidades, tanto en dar (él, si es el único que trabaja) como en
repartir (si es ella la que maneja el gasto domestico). La mujer sabia lo
aprende pronto y desahoga a su esposo de la presión insistente.
2- APRECIO
Las familias felices se aprecian mutuamente, se aman. ¿Cómo se puede
alimentar ese amor?
• Demos gestos y frases que acaricien. Dando y recibiendo pequeñas
expresiones de cariño, podemos alegrar a nuestros seres queridos. No
siempre sabemos expresar el afecto, menos aún los hombres, que por alguna
clase de precondición no escrita tales como: “los hombres, ni lloran, ni
acarician” si no es solo por claros motivos de alguna necesidad, mayormente
sexual.
Expresar con gestos así como con palabras se hace supremamente
necesario en tiempos de poco contacto, aún el visual, entre las parejas y la
familia por el absorbente trabajo que hace lo suyo por distanciarnos más
unos de otros.
• Resaltemos las virtudes. Veamos los puntos positivos y las virtudes de
nuestro cónyuge, y no solamente las flaquezas. En lugar de críticas,
destáquense las buenas cualidades recíprocamente, éstas estimularán el
amor y la superación.
Que bien haríamos en saber resaltar las virtudes de los demás como
hacemos con sus defectos. Dado que necesitamos aprender esta práctica, y
todo aprendizaje cuesta, empecemos por la persona amada. Hablemos y
comentemos sobre el talento que nuestro cónyuge tiene; digámosle lo útil que
es para esto y aquello y que nos sentimos afortunados contar con él (ella).
Alabemos también sobre alguna virtud o talento de nuestros hijos (los pobres
están más acostumbrados a la critica que al reconocimiento); ciertamente se
sorprenderán y se sentirán verdaderamente apreciados. Preparados así,
podremos avanzar con los demás: parientes, amigos, compañeros, etc.
• Reflexionemos sobre las separaciones ocasionales. Un esposo
cambió su forma de pensar frente a su esposa, cuando ésta tuvo que
ausentarse por tres días, dejándolo al cuidado de los niños. He aquí el
recuerdo de esa aventura:
3- COMUNICACIÓN
Un investigador calculó, que las parejas tienen un promedio de 17
minutos de conversación por semana. ¡La semana tiene 10.080 minutos!
La televisión roba a menudo a la familia un precioso tiempo que podría
utilizarse para conversar. ¡Y qué tremenda pérdida!. La comunicación es un
proceso dinámico de un intercambio de acciones, pensamientos,
sentimientos y que tiende a compartir algo valioso, y que aumenta la calidad
de la relación. La calidad de la relación dependerá de la misma
comunicación.
La comunicación es un proceso, por tanto, cada vez que se emita un
mensaje, se está esperando una respuesta que permita o estimule una
comunicación futura.
La comunicación requiere un estado de apertura (disposición para
escuchar y entender) en las personas y un tema a tratar lo suficientemente
común, cómo para permitir un mínimo de transmisión de ideas, sentimientos,
experiencias o conocimiento.
La comunicación es pues fundamental para la comprensión y para
alimentar el amor. Las experiencias vividas en el trabajo, las diarias vivencias
con los hijos, nuestras alegrías y preocupaciones, nuestras ideas o
desilusiones vividas fuera del hogar, pueden ser temas de conversación.
Cuando notemos que alguien del hogar no se comunica, veamos por
qué. Hablemos y resolvamos la dificultad. Quizás la esposa se sienta
acomplejada o frustrada por algo, o piensa que no sabe expresarse con la
facilidad con la que lo hace el esposo. Tratemos siempre de comprender lo
que piensa el otro, compenetrándonos en él. No pretendamos atemorizar,
dominar, culpar, controlar ni ganarle al otro. No se griten mutuamente.
Para mejorar la comunicación en el matrimonio debemos entrar en un
periodo de reflexión. Este proceso de reflexión o autoevaluación puede ser
realizado por cada cónyuge, a solas consigo mismo, o por los dos juntos si
les parece oportuno. Esta tarea NO debe destinarse a encontrar las
deficiencias en la comunicación, sino más bien a encontrar los aspectos en
que cada cónyuge piensa, y decida a esforzarse a mejorar. Veamos las
siguientes reflexiones:
5- UNIDOS EN LA ADVERSIDAD
La adversidad y el dolor se presentan en la vida de todos. Es una
realidad dura y patente ante la que caben reacciones muy diversas.
Unos se crispan, maldicen y patalean. Otros se refugian en la melancolía,
pero la melancolía es como una mano engañosa que se tiende hacia
nosotros y que nunca logramos alcanzar: es pasajera, volátil, fugitiva.
La adversidad y el dolor no deben verse como cosas tan terribles. La mayoría
de los pensadores cristianos que han afrontado seriamente el problema dicen
que con ellos viene una enseñanza siempre útil para nuestra vida; que
cuando se saben recibir y afrontar con la siempre poderosa ayuda del Señor,
pueden transformarse en algo positivo.
Los golpes de la adversidad son amargos, pero nunca estériles. Los
padres deben dar ejemplo de serenidad frente a los reveses de la vida, de
mantener la alegría, de esos valores que se manifiestan cuando, frente a un
golpe inesperado, lo sabemos aceptar con la templanza y dominio propio que
da Dios a los que creen. En la adversidad suele descubrirse la fe, en la
prosperidad se oculta.
El gozo y serenidad es una muestra de que va bien todo el entramado de
lo que Dios esta haciendo en una persona. Es como un síntoma claro de que
una vida está bien construida, que posee resortes —como decía Cervantes—
para echar las penas fuera del alma y ser feliz.
El dolor y la adversidad constituyen todo un espectro de contrastes en las
personas. Unos, con muy poco, se desesperan. Otros, con mucho más, se
crecen. El problema no está en que esas adversidades o esos dolores sean
muchos o pocos, sino en la “madera” espiritual de las personas que los
sufren, y en el modo en que los asumen. Por eso ha llegado a decirse que la
valía de las personas suele ir en función inversa a las facilidades que han
tenido en sus vidas.
La familia sólida, se une para hacer frente a los desafíos de una crisis,
pues hay un compromiso mutuo. Es necesario desarrollar esa capacidad de
hacer frente a la adversidad. ¿Pero cómo? Dios desea tendernos sus manos
de amor en medio de la tormenta más violenta. En las Sagradas Escrituras
nos comunica sus promesas y ¡qué hermosas y reales son!
Nuestra fe y confianza en Dios es probada, como lo fue la de Abraham y
la de todo hijo de Dios. Es fácil creer en Dios cuando todo está bien; no nos
cuesta mucho confiar cuando la situación es manejable. Pero cuando
estamos frente a una crisis, cuando no vemos salida, cuando el panorama se
torna imposible ante tus diligentes esfuerzos, es ahí cuando sabemos si
realmente creemos en Dios y en Su palabra. Se necesita estar ante una
adversidad para ejercitar la fe; tiene que haber un encuentro entre el
problema y la palabra de Dios. Es entonces cuando nuestra fe es probada
como se prueba el oro.
Es fácil creer que "Jehová es mi Pastor y nada me faltará" cuando nada
te inquieta, cuando no hay problemas mayores; pero cuando falta el sustento
en tu hogar, cuando no hay salud, o cuando tu hijo se fue de la casa,
¿alabamos y honramos a Dios de todas maneras, y podemos dar gracias en
medio del conflicto? Es eso lo que Dios espera que hagamos, que no
importando cual sea el panorama que nos circunde, permanezcamos fieles a
Él, confiando y creyendo en sus promesas. Veamos algunas promesas:
JUAN 16:33
“En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, Yo he vencido al mundo.”
SALMO 27:3
“Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón;
aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.”
SALMO 55:18
“El redimirá en paz mi alma de la guerra contra mí, aunque contra mí haya
muchos.”
SALMO 40:17
“Aunque afligido yo y necesitado, Jehová pensará en mí. Mi ayuda y mi
libertador eres tú; Dios mío, no te tardes.”
HABACUC 3:17-18
“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos;
aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento,
y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vaca en los corrales;
Con todo yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.”
SALMO 23:4
“Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno,
porque Tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento.”
SALMO 31:14
“Mas yo en Ti confío, oh Jehová; digo: Tú eres mi Dios.”
SALMO 46:1-3
“Dios es nuestro o amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las
tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se
traspasen los montes al corazón del mar; Aunque bramen y se turben sus
aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza.”
JEREMIAS 20:11
“Mas Jehová está conmigo como poderoso gigante; por tanto, los que me
persiguen tropezarán y no prevalecerán; serán avergonzados en gran
manera, porque no prosperarán; tendrán perpetua confusión que jamás será
olvidada.”
JOB 23:2,10
“Hoy también hablaré con amargura porque es más grave mi llaga que mi
gemido. Mas El conoce mi camino; me probará y saldré como oro.”
SALMO118:13-14
”Me empujaste con violencia para que cayese, pero me ayudó Jehová.
Mi fortaleza y mi cántico es Jehová y El me ha sido por salvación.”
ROMANOS 8:37
“Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel
que nos amó.”
ROMANOS 8:38-39
“Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles,
ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir, Ni lo alto, ni lo
profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios,
que es en Cristo Jesús Señor nuestro.”
6- ESTRUCTURA MORAL
Todos los padres queremos que nuestros hijos desarrollen el respeto y la
compasión por otras personas. Queremos que sean honestos, decentes y
considerados; que sepan defender sus principios, cooperar con otros y actuar
de manera solidaria. Queremos que tomen decisiones responsables.
¿Cómo compartir y enseñarles a nuestros hijos los valores, normas,
principios que consideramos fundamentales? Así como los niños
necesitan ser guiados académicamente, también deben ser educados en los
valores de una sociedad: cómo respetar a los demás, cómo ser honestos y
cómo asumir responsabilidad por las decisiones que uno toma.
Es importante que los padres hablen con los adolescentes sobre la
importancia de los valores, las normas, las reglas; que conversen sobre los
derechos y las obligaciones que tienen como miembros de una sociedad; y
que establezcan, juntos, los derechos de que gozan y las obligaciones que
deben cumplir en el ámbito del hogar.
En las palabras y en los hechos, los padres juegan un papel fundamental
a la hora de enseñar a sus hijos a distinguir entre lo correcto y lo no correcto.
Las investigaciones indican que la adolescencia es una etapa de
comportamiento riesgoso (beber alcohol y manejar, fumar, tomar drogas); por
lo tanto, los padres deben ayudar a sus hijos a calcular las consecuencias de
las acciones que se realizan.
La mayoría de los jóvenes bien guiados, quieren también compartir los
valores de sus padres en sus aspectos más importantes. Sus prioridades y
principios. Éstas son algunas formas en que puedes ayudar a tu hijo a
desarrollar valores:
7- DIOS EN EL HOGAR
Un matrimonio feliz y un hogar lleno de amor es algo que el Señor quiere
construir. Dios quiere que gocemos de ese maravilloso don en la tierra, un
hogar estable y feliz. Permitir que Él lo “construya” es nuestra elección, no la
de Él. Cuando se lo permitimos, y colaboramos con Él, Su Espíritu nos va
guiando a saber usar las “herramientas” que Él pone en nuestras manos.
Dios desea bendecir a quienes lo buscan y le aman. Solamente Él puede
cambiar nuestro carácter, darnos fortaleza en las horas difíciles y guardar a
nuestros hijos de los grandes peligros que enfrentan.
No descuides tu vida devocional y espiritual. Haz de las Sagradas
Escrituras la guía para tu vida y tu hogar. Ella nos aconseja, nos orienta,
ilumina la senda de nuestra vida y nos llena de esperanza. A través de sus
2300 profecías, nos revela el pasado, presente y futuro con toda certeza.
Estúdiala y recibirás grandes beneficios.
Si has fracasado en tu vida conyugal, busca a Dios, pues nadie mejor
que Él para cambiar el rumbo de nuestra vida. Si eres feliz dale gracias y
cuida esa dicha. Pero haz tu parte, practicando los principios del amor.