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Papel fisiológico del “Ca” en el organismo

El papel fisiológico del calcio en el cuerpo es doble. En primer lugar, provee la


integridad estructural del esqueleto. En los líquidos extracelulares y en el
citosol, la concentración de Ca2+ es crítica para muchos procesos bioquímicos,
y sus niveles se regulan de forma estrecha. En los estados de recambio óseo
elevado, como ocurre con la deficiencia de estrógeno, existe elevación en los
niveles de PTH. Al respecto se recomienda la administración de calcio que
inhibe la secreción de PTH y, por tanto, la pérdida ósea. Existen múltiples
estudios controlados con placebo que demuestran la importancia de una
ingesta adecuada de calcio para la prevención primaria y secundaria de la
osteoporosis. La deficiencia crónica conlleva inevitablemente a la
desmineralización ósea y un incremento en el riesgo de fracturas. Los efectos
de la suplementación con calcio se maximizan en los pacientes en quienes su
ingesta basal es baja, particularmente en los adultos mayores. Aun así, existe
controversia sobre el papel de la suplementación con calcio en la prevención
de la pérdida y el restablecimiento de la masa óseas. Las mujeres
premenopáusicas y menopáusicas, así como hombres en edad avanzada y
residentes de asilos con salud frágil, responden a la suplementación con calcio
con incrementos de leves a moderados de la densidad ósea. En las mujeres
con menopausia temprana, posiblemente a causa del efecto dominante de la
pérdida de hormonas gonadales, no tienen la misma reacción. Un estudio
aleatorizado y controlado en el que se probó el uso de calcio al 1,2 g/día y
vitamina D3 800 UI/día en mujeres con salud frágil, demostró una disminución
significativa en las fracturas de cadera y las no-vertebrales después de 18
meses de tratamiento. Son pocos los ensayos que comprueban este efecto de
la suplementación con calcio en el índice de fracturas. En cuanto a los
complementos de vitamina D y calcio (en población con carencias de dichos
suplementos), los estudios demuestran que el uso de éstos en pacientes
institucionalizados de edad avanzada debe ser rutinario, especialmente en
aquéllos con hiperparatiroidismo secundario subclínico.

El consenso de 1994 (Consensus Development Conference) sobre la ingesta


opcional de calcio recomienda un incremento en la ingesta de calcio sugerida
por la Recommended Daily Allowance (RDA) en todos los grupos de edad,
particularmente en la infancia y adolescencia, período en que 40% del total de
la masa ósea adulta se forma. La recomendación total (ingesta más
suplementación) es de 1,5 a 2 g de calcio elemental al día en mujeres
posmenopáusicas, aunque la dosis debe individualizarse. Existe poca
evidencia acerca de las formulaciones de calcio suplementario. Los adultos
mayores tienen una alta incidencia de aclorhidria gástrica y deben tomar los
suplementos con alimento. Los pacientes deben saber que la suplementación
con calcio por sí misma no es suficiente para prevenir la pérdida ósea
menopáusica o la relacionada con la edad. Los riesgos de la suplementación
con calcio son mínimos, pero aquéllos con historia familiar o personal de
nefrolitiasis se deben monitorear con una determinación de calcio en 24 horas.
Además se debe considerar que hay pacientes de esta edad que sufren
constipación y/o hiperacidez gástrica de rebotes. El citrato de calcio o el
gluconato de calcio pueden ser mejor tolerados en las personas que no pueden
tomar otras formulaciones de suplementos de calcio.

En la Tabla 1 se muestra la ingesta de calcio recomendada en 1997.

Algunos expertos aconsejan la determinación de calcio urinario en 24 horas,


corregido por

creatinina, como herramienta útil y accesible para la evaluación rutinaria de la


eficacia en la ingesta de calcio. Con la dosis recomendada, el calcio urinario en
24 horas permanece entre 150 y 250 mg. Los suplementos de calcio deberán
prescribirse con cautela en pacientes con enfermedad renal terminal,
principalmente por el control de fosfatos. Cabe señalar que el citrato de calcio
se debe evitar en la insuficiencia renal ya que favorece la absorción de
aluminio, cuyo exceso empeora la enfermedad ósea secundaria a insuficiencia
renal.

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