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C o l e cci ó n M u j e r e s y Po d e r

Tejedoras de historias
Tomo II
Patricia Basave Benítez y colaboradoras

Instituto Estatal de las M u j e r e s ∙ N u evo L e ó n


Tejedoras de historias Tomo II
Patricia Basave y colaboradoras

Colección Mujeres y Poder

Primera edición, diciembre de 2008.

Derechos reservados conforme a la Ley por:

© Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León

Morelos 877 Ote., Barrio Antiguo,


Tels.: (01 81) 2020 9773 al 76 y 8345 7771
Monterrey, N.L., 64000

Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o transmitida, mediante ningún sistema o
método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación o cualquier sistema de
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EJEMPLAR GRATUITO. PROHIBIDA SU VENTA

Impreso en México. Printed in México


CONSEJO DE PARTICIPACIÓN JUNTA DE GOBIERNO
CIUDADANA 2008 - 2009
Lic. José Natividad González Parás
Gobernador Constitucional del Estado
Cecilia Pérez M. de Sada
Presidenta Sra. Cristina Maiz de González Parás
Invitada especial
Jaime Alonso Gómez
Vicepresidente Lic. Rodrigo Medina de la Cruz
Secretario General de Gobierno

Arnoldo Téllez
Lic. Aldo Fasci Zuazua
Secretario de Seguridad Pública
Diana Perla Chapa
Lic. Luis Carlos Treviño Berchelmann
Gonzalo Pérez Escobar Procurador General de Justicia

Lic. Rubén Martínez Dondé


Jaime R. Espinosa
Secretario de Finanzas y Tesorero General

Maru Buerón Dr. Reyes Tamez Guerra


Secretario de Educación
R. M. Catalina Ahedo
Dr. Gilberto Montiel Amoroso
Secretario de Salud
Rebeca Clouthier

Ing. Alejandro Páez Aragón


Susana González Z. Secretario de Desarrollo Económico

Lic. Alejandra Rangel Hinojosa


Presidenta del Consejo de Desarrollo Social
INSTITUTO ESTATAL DE
Profra. Gabriela del Carmen Calles González
LAS MUJERES ∙ NUEVO LEÓN
Directora General DIF Nuevo León

María Elena Chapa H.


Presidenta Ejecutiva

María del Refugio Ávila


Secretaria Ejecutiva

María del Consuelo Chapa


Directora Operativa de Programas
Índice
Mensaje del Gobernador 7

Introducción 9

Prólogo 13

¿Quiénes son las Tejedoras de historias? Semblanzas 25

Patricia Basave Benítez, instructora. 27

Amparo García Villarreal 29


Blanca Alicia Tello Lozano 31
Cande Rodríguez Osoria 33
Constancia Briones Salas 35
Dora Alicia Pérez Enríquez 37
Elsa Guadalupe Ayala Treviño 39
Emilia Berroterán Carlos 41
Estrella Caro Adela Romero Cárdenas 43
Eva Villaverde Ramírez 45
Evangelina Zapata Narváez 47
Gloria Diamantina Caballero Chávez 49
Magaly Elizalde Villarreal 51
María Aurora Garza Reyna 53
María Ayala Treviño 55
María Candelaria Rodríguez Hernández 57
María Cristina Girodengo Garza 59
María del Rosario Páez Charles 61
María Hilaria Rocha Ortiz 63
Marilú Lomas Villarreal 65
Martha Patricia González Valero 67
Micaela Rosales Flores 69
Minerva Torres Yamaguchi 71
Sandra Edith Tirado Ventura 73
Sanjuana García Arellanes 75
Virginia Ponce Castañeda 77
Tejedoras de historias

Adueñándome de mí, por Girasol 81


Amanecer, por Orquídea 89
Aprendiendo a volar, por Paloma triste 99
Bajo la tormenta, por Halcón Peregrino 109
El paradigma de una mujer, por Gardenia 119
En pleno vuelo, por Azucena 131
Gracias porque me has amado, por Águila triste 143
Hay más tiempo que vida, por Nochebuena 147
Hoy tengo una nueva historia que contar, por Gaviota 167
La felicidad: una decisión propia, por Magnolia 173
La vida misma, por Flor de loto 191
Mi historia, por Águila 203
Mi historia, por Lirio 219
Mi más bella historia, por Kuk (Quetzal) 227
Mi renacimiento, por Rosa 241
¡No necesito guajes pa’ nadar!, por La Patita 259
Peregrina, por Ave del paraíso 281
Recordar es vivir, por Colibrí 297
Redescubriéndome mamá, por Cenzontle 307
Requiere tiempo, por Zorzal 315
Rompiendo mis ataduras, por Margarita 323
Tejedoras de historias, por Pablonia 341
Tejiendo la historia de mi vida: El recuento de mis años, por Jazmín 355
Vida plena, por Gorrión 371
Vuelo infinito, por Albatros 377

Florecer, crecer, volar Entrevistas por Reyna Ramírez Vázquez 397


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Mensaje del Gobernador

Uno de los compromisos de mi gobierno es impulsar el ejercicio de todos los


derechos para todas las nuevoleonesas. Para ello, se han emprendido acciones
y estrategias innovadoras no sólo en cuanto a prevenir, atender, sancionar
y erradicar la violencia contra las mujeres, sino también para capacitarlas y
dotarlas de herramientas y habilidades que posibiliten distintas vías para su
desarrollo personal.

Las mujeres que se empoderan logran el cambio a título individual,


lo transmiten a sus núcleos familiares y, finalmente, son capaces de incidir en
las transformaciones sociales que nuestra sociedad requiere. Nuevo León se
enorgullece de contar con la fuerza de esas mujeres que generan influencia en
su entorno.

Por eso me es grato constatar el resultado de un esfuerzo institucional


hecho realidad a través de estas Tejedoras que, en lo individual y como
colectivo, nos hacen reflexionar y seguir redoblando nuestro trabajo por la
equidad y la igualdad entre hombres y mujeres.

Lic. José Natividad González Parás


Gobernador Constitucional del Estado

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TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Introducción

Tejedoras de historias II le presenta a los lectores mediante la escritura


narrativa, las historias de vida que tejen el ser de la persona con el hacer y el
decir, esto es, su identidad.

Veinticinco mujeres se comprometieron con la Dra. Patricia Basave Benítez,


a vivir el proceso bajo un enfoque feminista que entre otros elementos
importantes rescata el derecho a participar, a hablar, a expresarse, a recuperar
las palabras (hablada y escrita).

Recibí a las mujeres al inicio del segundo diplomado y las vi en su proceso de


empoderamiento. Se que ya no hay marcha atrás, terminaron reencontrándose
y reconciliándose consigo mismas. El permiso que se dieron para aprender
quedó apropiado en cada una de ellas.

Las vi reír y llorar, transformar su mirada y su entusiasmo y plasmarlo en sus


historias. Así, entre flores y aves se presentan en este libro los testimonios de
Amparo García, Blanca Alicia Tello, Cande Rodríguez, Constancia Briones,
Dora Alicia Pérez, Elsa G. Ayala, Emilia Berroterán, Estrella C. Romero,
Eva Villaverde, Evangelina Zapata, Gloria D. Caballero, Magaly Elizalde,
María Aurora Garza, María Ayala, María Candelaria Rodríguez, María
Cristina Girodengo, María del Rosario Páez, María Hilaria Rocha, Marilú
Lomas, Martha Patricia González, Micaela Rosales, Minerva Torres, Sandra
E. Tirado, Sanjuana García y Virginia Ponce.

No es posible leer este libro sin sentirse solidaria con sus relatos, con Girasol
su refugio: la escuela y porqué lo hacía; con Orquídea sus relaciones con la
tribu; de Paloma su profundo sentido social; de Halcón, sus disposiciones para
crecer; de Gardenia por su capacidad de perdonar; de Azucena su voluntad
para terminar todo lo que empieza; con Águila triste por su agradecimiento
compartido; de Nochebuena, su lucha contra la discriminación; de Gaviota
por aprender a volar con plena libertad; de Magnolia su profunda decisión a
ser feliz y a aceptarse tal cual, Flor de loto, que rescata sus recuerdos, a veces
gratos y en otros ingratos; con Águila por animarse a vivir sin enojos y con

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

valentía; con Lirio, por lograr sus sueños; a Quetzal por lidiar sus miedos y
ser feliz; con Rosa porque aprendió a reír y llorar sin ataduras; con La Patita
por su recuperación y fortaleza; de Ave del paraíso, su perseverancia para vivir
feliz; a Colibrí, por superar la soledad y por su calma interior; con Cenzontle
por ser una mujer de mucho valor; con Zorzal, por sus ganas de vivir; con
Margarita por su capacidad de cambio; con Pablonia, por buscar el lado bueno
de la vida; con Jazmín por encontrar rumbo en sus decisiones; con Gorrión
por cumplir sus metas y con Albatros por volar sin ataduras.

Las entrevistas presentadas al final del libro constatan la dinámica del


diplomado y sus resultados: son mujeres diferentes ahora.

Para el Consejo de Participación ciudadana y para el Junta de Gobierno es


de mucho aliento presentar este libro de mujeres tejedoras de sus vidas.
Extienden un sentido agradecimiento a la Dra. Patricia Basave Benítez por
su dedicación y talento en la conclusión de los procesos de vida de veinticinco
mujeres soberanas.

Instaladas en la equidad de género, seguimos trabajando.

Lic. María Elena Chapa H.


Presidenta Ejecutiva
Instituto Estatal de las Mujeres

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Tejedoras de historias
Tomo II

Patricia Basave Benítez y colaboradoras


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Prólogo

Con honda satisfacción presento este libro, que plasma el resultado final del
segundo diplomado Tejedoras de historias, llevado a cabo en el Instituto Estatal
de las Mujeres de Nuevo León, a partir de enero del 2007, hasta mayo del 2008.
Se agrupan aquí las historias de vida de las 25 participantes de este taller. Al
igual que en el primer diplomado, se reunieron esta vez mujeres adultas de
diversas condiciones y características personales, pero todas ellas interesadas en
trabajar en su desarrollo personal, a través de la recuperación, reorganización
y resignificación de su autobiografía, con el objetivo de encaminarse hacia un
compromiso serio de autoconocimiento y autotransformación.

En esta ocasión, dado el mayor número de señoras inscritas, fue necesario


dividir el grupo en dos, ya que para completar el programa tal como fue diseñado y
para trabajar en la problemática individual con profundidad, se requería atención
personalizada y por ende un tamaño grupal adecuado que permitiera cohesión
y confianza, así como el tiempo suficiente para cada una. Así, un grupo trabajó
los martes y otro los jueves en sesiones semanales de dos horas, y si bien ambos
siguieron la misma temática, en cada uno se desarrolló una dinámica grupal
específica y distinta, aunque los dos lograron los objetivos del diplomado: Lograr,
mediante el tratamiento de la identidad narrativa femenina, el enriquecimiento de
su autoconstructo, la superación del victimismo, y el empoderamiento, para así
asumir la responsabilidad de sus vidas y aproximarse a una mayor autorrealización
y a un auténtico sentido vital, lo cual redundaría en un mejor y más pleno desarrollo
personal y familiar.

El hecho de constituir una generación más numerosa hizo necesario


exigir relatos personales más breves, de tal modo que fuera posible agruparlos
todos en un solo libro. Aunque este requisito surgió de problemas presupuestarios
y en un principio se sintió como una limitación, les permitió luego a las Tejedoras
ejercitar tanto su capacidad de análisis para seleccionar lo más significativo de
sus vidas, como su poder de síntesis para transmitir lo esencial de sus historias en
menos palabras. Los mismos límites de extensión se impusieron también para mí
en el presente prólogo. Por lo mismo, incluiré aquí sólo los puntos más relevantes
—ya tratados previamente en la edición del libro del primer diplomado—, y
remitiré a éste a quien le interese conocer en un mayor detalle el proyecto y sobre
todo sus bases conceptuales.

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

La escritura autobiográfica es fruto de la edad adulta, porque es en esta etapa de


la madurez cuando surge la conciencia del transcurso inexorable del tiempo, y
además se obtiene un aprendizaje más profundo, en muchas ocasiones a raíz de
algunas crisis que la acompañan (pérdida de la juventud, menopausia, nido vacío,
búsqueda del sentido de la vida), todas las cuales revisamos en este Taller. Por
eso el diplomado está dirigido a mujeres de la llamada “edad adulta intermedia”
(de los 40 a los 65 años), y la mayoría de las participantes se encontraba en este
rango, con la excepción por un lado de tres señoras de la llamada “tercera edad”
(que andan en su séptima década), quienes enriquecieron al grupo con su juventud
acumulada, su experiencia, su vitalidad y su admirable deseo de superación; y por
otro, dos más jóvenes, (ambas de 35), quienes aportaron su ímpetu juvenil y una
interesante perspectiva generacional.

Durante el curso trabajamos el enfoque de la identidad narrativa y de la


problemática feminista, así como el diálogo y la reflexión personal, enfatizando
sobre todo los aspectos vivenciales y la toma de conciencia, a través de dinámicas
grupales e individuales, con el fin de que las participantes se decidieran a
emprender esta aventura, como si fuera una especie de viaje, a través de la escritura
de su autobiografía y la resignificación de su historia personal. Recordar, relatar
y reelaborar la propia historia ofrece posibilidades terapéuticas reales, además de
que la escritura abre un nuevo registro del inconsciente. En primer lugar, tiene un
poder sanador a través de la catarsis y la liberación de emociones, ya que el trabajo
autobiográfico ayuda a ordenar e integrar lo integrable, a unificar lo disperso, a
darle sentido a nuestra vida.

Porque es precisamente a través de la palabra escrita que damos voz a


lo no dicho, lo no vivido o lo no asumido plenamente, y así ampliamos nuestra
conciencia y esto, definitivamente, abre nuevas alternativas de transformación.
Revisar así nuestra historia implica —a nivel individual— trabajar con la identidad
narrativa para aceptarnos tal como fuimos y somos, hacer un pacto con el pasado,
acomodar las experiencias, sanar las heridas, superar las culpas, y por último,
responsabilizarnos de nuestra vida. Mientras que compartirla con otras personas
dentro de un grupo, interconecta de un modo muy especial y solidario, al darnos
cuenta de que compartimos experiencias similares. Sin que fuera propiamente una
terapia grupal, este diplomado, sin duda, ofreció un acompañamiento terapéutico
no sólo de mi parte, sino de todas las integrantes del grupo entre sí.

14 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

¿Y qué en qué consiste la identidad narrativa? Este concepto se ha ido extendiendo


en la actualidad en diversas disciplinas: psicología, historia, medicina, leyes,
desarrollo organizacional, etc., y viene a rebatir conceptos sobre la identidad
personal que permanecieron muy bien definidos, establecidos e incuestionables
durante muchos años. A saber, que la idea del self o sí mismo y por tanto la
identidad, es una entidad única, fija, continua, invariable y perfectamente lógica.
Este “giro narrativo”, como se le conoce también, ha trasladado el interés a la
historia, ya que abre posibilidades nuevas y renovadoras según como sea contada.
Está aquí presente la postura constructivista que implica co-construir con otros
las historias o relatos alternativos, de modo tal que permitan mirar desde varias
perspectivas o puntos de vista, las mismas acciones y personajes.

La narrativa convierte así la temática en cuestión (sea el pasado de una


persona, un episodio histórico, una historia clínica o legal, etc.) en un proceso vivo,
interesante, dinámico y flexible, en lugar de algo rígido, inamovible e irrebatible
que admite una sola versión absolutista. Cuando a alguien le preguntamos quién
es, su respuesta seguramente incluirá una historia de vida: esa historia contada
expresa al quién de la acción. Se trata de una relación circular entre el ser, el
hacer y el decir: ahí se fragua la identidad narrativa. En ese sentido afirmaba el
connotado filósofo francés, Paul Ricoeur: “el relato es la dimensión lingüística
que damos a la dimensión temporal de una vida”. La estrecha interrelación entre
el tiempo de la acción y el relato, entre la historia y la narrativa, apunta hacia el
poder que posee el relato para lograr el descubrimiento y la transformación de la
acción misma y de la identidad que configura.

De ahí que la identidad narrativa surja del cruce entre la historia y la


ficción, porque “ser” es “ser interpretado”. En cierto modo, la identidad sirve de
soporte o anclaje a la narrativa: aquélla tiene permanencia, continuidad, y suele
ser tremendamente resistente a los cambios; mientras que la narrativa es mucho
más flexible, variante, negociable y susceptible de procesos de transformación. Es
por ello que con relación a la salud mental, mientras más seria sea la patología,
más rígida e hipertrofiada aparecerá la identidad. En los casos más graves, los
aspectos deteriorados de la identidad se rigidizan e invaden todo el psiquismo,
por lo cual la persona se vuelve incapaz de construirse historias alternativas. Y
al contrario, mientras más perspectivas de enfoque y de fluidez encuentre para
su propia historia, mejores serán sus posibilidades de auto-aceptación y auto-
transformación.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 15


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Aceptar con empatía nuestras historias y las de las demás, sin juicios, lleva a dejar
atrás el victimismo, a asumir la propia responsabilidad, lo cual trae consigo un
empoderamiento muy importante, que reconoce y ejerce los recursos personales.
Así, dicho factor ha sido señalado por el feminismo como indispensable para
iluminar la temática de género y comenzar a transformar el papel de la mujer,
a través de un mayor compromiso y participación, que repercuta en su ámbito
privado y público. La postura femenina victimizada y la de la inequidad y violencia
de género como mera fatalidad histórica de la condición de la mujer, en cuanto a la
inferioridad y sumisión femeninas con respecto al sexo masculino, ha estado por
desgracia presente durante siglos en un mundo patriarcal e inequitativo.

El gran esfuerzo emprendido durante el siglo pasado por el feminismo


ha venido a confrontar y combatir tales posturas y sus consecuencias; es decir, las
consiguientes condiciones sociales, económicas y políticas que atentan contra los
derechos de las mujeres. En última instancia, se ha buscado que puedan asumir
una actitud libre y liberadora, responsable y proactiva, para vivir una vida digna,
sin opresión ni violencia. Una vía privilegiada de acceso a un cambio profundo en
esta situación de inequidad —que por desgracia sigue prevaleciendo en nuestro
país y en muchos otros— es precisamente la identidad narrativa femenina, la cual
destaca el influjo preponderante del lenguaje en la vida intelectual, emocional,
social y hasta espiritual, ya que no sólo tenemos sino que somos un lenguaje.

Sin embargo, históricamente, el lenguaje ha estado íntimamente


conectado con el saber y el poder, y por tanto con el predominio masculino, de ahí
que esconda en su misma gramática y en su léxico tendencias discriminatorias.
Por ello, una de las metáforas favoritas del feminismo es la de la recuperación de la
voz femenina, para que la mujer pueda salir de su mudez, retomar la palabra, y con
ella su derecho a expresarse y a expresar su visión del mundo, su planteamiento
de demandas y de perspectivas de solución.

A través de la identidad narrativa, la mujer puede cuestionar y relativizar


tanto los discursos ajenos internalizados, como los mandatos dominantes que
impone el contexto socio-cultural, con el fin de generar historias alternativas,
verdaderamente liberadoras. Esto se vuelve posible porque escribir nuestra
historia de vida permite una perspectiva de observación privilegiada, la llamada
tercera posición, o meta-posición, en la cual nos convertimos en testigos de
nuestro hacer y nuestro ser, para leernos y releernos, para encontrar una especie

16 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

de nueva y creativa “construcción sintáctica”, que permita primero la aceptación


y la comprensión de nuestra existencia; luego la posibilidad de reorganización,
reconstrucción y transformación.

Duccio Demetrio habla de que al hablar hacemos “suturas efímeras”,


mientras que al escribir realizamos “costuras duraderas”. Por eso este diplomado
se titula Tejedoras de historias, porque la escritura supone un entramado, una labor
paciente de tejer y destejer los propios textos o tejidos vitales, que se encuentran
entretejidos con los de otros tejedores. Y en esta doble connotación simbólica,
estas mujeres no se limitaron a continuar su “tejido” habitual, en el significado
alegórico que representaría esa labor manual reservada exclusivamente para las
mujeres, equivalente a estar sujetas y recluidas en el ámbito cerrado del hogar, sino
que —en palabras de María Elena Chapa— se asumieron insumisas, y accedieron
al ámbito público a través de la escritura, para anunciar y denunciar a través de
sus relatos, para cuestionar el dominio reservado para el sexo masculino durante
siglos.

En este proceso, las participantes fueron alentadas a realizar diversas


actividades y valerse de distintos recursos: buscar fotografías de su niñez y
juventud, rastrear en las cajas de los recuerdos, releer diarios o cartas, platicar con
familiares mayores que les recordaran sus primeras etapas vitales, escuchar viejas
canciones, probar antiguas golosinas, visitar lugares antes frecuentados... En fin,
todo aquello que pudiera activar su memoria y conectarlas con su historia personal,
para recrear escenas, recoger datos, recuperar sensaciones y emociones. No se
trataba de escribir una crónica exacta, pero sí de organizar un relato verosímil y
coherente, y sobre todo auténtico, sincero, con sus luces y sus sombras.

Para ello, tuvieron que poner a funcionar a su “yo tejedor”, para que
revisara con la ayuda de la memoria y la reflexión, los diversos yos que han sido,
para ir integrando sus distintos hilos al tejido, y dotar de sentido a la trama.
Por eso hablamos de identidad narrativa, porque vamos tejiendo y destejiendo
—a la manera de Penélope— las historias que vivimos y los diversos y a veces
contradictorios yos que vamos siendo. Esta especie de desdoblamiento del yo,
permite tomar distancia para presenciar nuestra historia desde afuera, con una
perspectiva distinta, potencialmente sanadora. Así, por una parte, nos empoderan,
nos hacen sentir que somos importantes, que tenemos el control para contar
y recontar nuestra propia historia desde nuevos ángulos, porque somos sus

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

creadoras o autoras, a la vez que las protagonistas de la misma, no un mero


personaje secundario. Además, precisamente a través de la escritura también
podemos convertirnos en agentes de cambio de nuestras vidas. He aquí la triple A
aludida en el curso y buscada a través de la metodología empleada: convertirse en
autoras, actrices principales y agentes de cambio de sus propias vidas.

Se dice que la madurez es el arte de vivir en paz con aquello que no


podemos cambiar, así que escribir la propia historia nos ha de llevar no sólo al
mero desahogo, sino a su aceptación, que no es una resignación pasiva, sino una
aceptación activa. Se recupera y acepta la historia, y paradójicamente se le fija a
través de las palabras, pero precisamente para soltarla, para exorcizarla al contarla.
Porque al escribir nuestro relato del pasado, se abre también ante nosotras una
invitación a absolvernos de nuestros errores, a intentar reparar el daño causado,
en lo que todavía sea reparable, y finalmente a perdonarnos comprensiva y
compasivamente a nosotras mismas, y a quienes nos hayan lastimado. De no
hacerlo así, seguiremos llevando esa pesada carga, y viviendo en la anacronía —en
el allá y entonces— en lugar de en la sintonía y sincronía armoniosas con nuestro
presente, en el aquí y ahora. Dada la notoria incidencia de historias de abuso en
estos grupos, y a la importancia que el acto de perdonar tiene a nivel psicológico
o humano y también religioso o espiritual, una de las últimas dinámicas de este
diplomado fue precisamente una dedicada al perdón, en su auténtica concepción,
que por supuesto no anula la exigencia de justicia.

Con estos dos nuevos grupos de Tejedoras, conservé el programa casi


idéntico y seguí la misma metodología empleada en el primer diplomado, con las
naturales variaciones introducidas en el taller gracias a mi propio crecimiento
personal y a la experiencia adquirida con la primera generación. Así, fuimos
revisando conceptos teóricos básicos y haciendo ejercicios prácticos con respecto a
temas muy importantes, tales como las teorías feministas, el autoconocimiento, la
relación con los padres, la autoestima, las creencias, la sexualidad, el reconocimiento
de los propios recursos, las etapas vitales, el valor de las crisis como oportunidades
de cambio, el perdón. Prácticamente emplée las mismas dinámicas (sólo introduje
una nueva: la de la visualización del propio funeral), con cambios mínimos, o más
bien con las adaptaciones requeridas según las características de cada grupo. De
nuevo la estructura básica fue similar a la del grupo de crecimiento, pues propició
la autorrevelación, la escucha activa, empática y respetuosa, pero con mucha
mayor estructura de la que éste suele ofrecer.

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TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

En cuanto a mi papel como facilitadora, sigo convencida de ejercer un liderazgo


no impositivo, sino más bien permitir que el grupo se autorregule por sí mismo
dentro de lo posible, mostrándome más como una guía y acompañante que
facilita los procesos personales, que como una maestra que enseña “la” verdad.
Las primeras sesiones estuvieron enfocadas a romper el hielo, y lograron tanto
integrar a las señoras dentro del grupo, como crear un ambiente de apertura,
respeto y confianza; de ese modo fue abriéndose un espacio donde cada una pudiera
ir explorando en libertad sus propias experiencias y compartiendo con las demás
sus hallazgos e inquietudes. Pasaron por las etapas normales que suele atravesar
todo grupo, y creo que finalmente se consolidaron como tal. Ciertamente no les
ahorré el dolor que conlleva la revisión y profundización de la propia historia,
pero sí las acompañé al enfrentarlo.

En este proceso ayudó mucho no sólo compartir el sufrimiento y la


tristeza, e incluso llorar juntas, porque las lágrimas son catárticas, limpian y
purifican, sino también ser capaces de reír. Escuchamos relatos muy dolorosos, en
los que había carencias, desgracias familiares, episodios de abusos, violencia física
y psicológica. Varias de las señoras vivían apegadas al dolorismo, o al enojo y el
resentimiento; de hecho, algunas de ellas se mostraban al comienzo francamente
victimizadas; otras jugaban al juego de víctima-victimario con sus parejas.
Por ello, todo el trabajo del taller iba enfocado a lograr el empoderamiento a
través del reconocimiento de los propios recursos, y a que cada una asumiera la
responsabilidad sobre su propia vida. Darse cuenta de que estaban instaladas en
sus heridas, respirando desde ahí, aprisionadas en un sentimiento de impotencia
y frustración con respecto a su pasado, fue el primer gran paso para empezar a
superar esa actitud, y tratar de encontrar versiones alternativas que les ayudaran
a observar claramente tanto los patrones automatizados y repetitivos de algunas
de sus conductas, como la historia rígidamente obsesiva que se habían venido
escuchando de sus familias y de la sociedad y contándose a sí mismas hasta ahora.
Precisamente para lograr esta meta-posición de testigos ayudó mucho no sólo el
llanto, sino también emplear el sentido del humor y la risa.

Tuve cuidado de evitar la burla, que suele ser destructiva, y busqué


propiciar el reír unas con otras, lo cual es también muy terapéutico y liberador,
además de que permite tomar una sana distancia y relativizar los dramas
personales. Así como hubo sesiones en las que varias participantes lloraron y
el grupo las acogió y acompañó en las lágrimas, también hubo otras veces en

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

las que fue posible encontrar un sano humorismo, una ironía fina, o hasta una
franca comicidad auspiciada por alguna, por lo general —y eso es un gran logro—
precisamente por la que estaba compartiendo su historia, que pudo ser capaz de
reírse de sí misma, invitando así a ser seguida por la mayoría, de modo que las
carcajadas de todas resonaban alegremente en el edificio.

Todas las sesiones llevaron una cierta secuencia, para ir trabajando tanto
la temática femenina, como la identidad narrativa. Mientras, les iba pidiendo que
fueran escribiendo y guardando memoria de todos los ejercicios y dinámicas
realizados. Durante los últimos tres meses del taller, cuando ya habían compartido
un buen número de sesiones, de dinámicas y confidencias, de discusiones y
diálogos, de llanto y risa, de confrontación y sororidad, de meditación y aprendizaje
significativo, casi todas estaban listas para leer con bastante confianza ante el
grupo los textos finales de sus historias. Fue como armar un rompecabezas: con el
material de lo trabajado en forma individual y grupal cada una pudo ir armando al
final el suyo.

A algunas les resultó difícil la escritura, pues les faltaba práctica, o


bien experimentaron ese temor que despierta la página en blanco, de modo que
iniciaban una y otra vez la narración, para luego desecharla. Otras en cambio,
escribían con gran fluidez y soltura, y el problema era más bien cómo sintetizar
y “podar” después un texto tan extenso y detallado. Sólo hubo una de ellas que, si
bien terminó su historia y la leyó ante el grupo como todas las demás, decidió al
finalizar el diplomado no publicarla, debido a motivos personales, y específicamente
por temor a represalias del ex marido. A pesar de que tanto sus compañeras como
yo la instamos a no perder esta gran oportunidad, ella se mantuvo en esa postura
y respetamos su decisión.

Resultó muy interesante constatar que muchas reportaron un cambio


muy importante en la manera como veían su historia al término del diplomado.
Tal como yo les había asegurado durante el curso: No es posible cambiar el pasado,
ni los hechos o acontecimientos vividos, pero sí se puede cambiar —y de manera
radical— la manera en que miramos ese pasado; es decir, nuestra percepción y por
ende, nuestra actitud. Por ello, al releer textos que habían escrito años antes o al
comienzo del curso, se dieron cuenta de que ya no veían las cosas de igual manera,
y entonces decidieron desechar sus viejos escritos y volver a narrar la misma
historia pero ya desde otra perspectiva. Y ese fue un gran logro: cambiar la mirada

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TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

para lograr contar su historia de otro modo, con una visión nueva, más fresca y
flexible, más esperanzada.

Cabe aclarar que obviamente no se trata de textos literarios, si bien algunas de estas
mujeres mostraron facilidad para la escritura y un estilo bastante ameno, fluido
o incluso poético en ocasiones. Sin embargo, aunque les di algunas indicaciones
generales de redacción y les sugerí correcciones sobre los errores más comunes
detectados al escuchar las historias, mi atención estaba centrada no ese aspecto
externo, lingüístico o literario, sino en el interno; es decir, en la intención y el
contenido mismo de estas narraciones y en su valor terapéutico como herramienta
de crecimiento personal. Por ende, en el proceso de edición únicamente se
realizaron correcciones mínimas de ortografía, puntuación y sintaxis básica, pero
se respetó el estilo y la estructura originales de cada texto.

Esta transformación que capté de modo directo o experiencial, y que las


mismas señoras reportaron, pudo ser constatada de nueva cuenta a través del test
POI (Personal Orientation Inventory), aplicado al inicio y al final del Taller. Se
trata de un examen confiable y por tanto es uno de los más empleados en el área
de Desarrollo Humano para medir los valores y conductas de auto-realización,
básicamente a partir de dos factores clave: 1) manejo o competencia en el tiempo
(ubicación en el presente, que evita tanto las culpas y resentimientos del pasado,
como la angustia y miedo del futuro); y 2) auto-soporte (auto-orientación de la
persona o dependencia de otros para manejar su vida). Hay además 10 sub-escalas
relacionadas, las cuales reflejan facetas importantes en el desarrollo personal, tales
como los valores de auto-realización, la fluidez existencial, la reactividad emotiva,
la espontaneidad, el auto-concepto, la auto-aceptación, la concepción sobre la
naturaleza humana, la capacidad de sinergia, la aceptación de la asertividad y la
capacidad para establecer contacto íntimo.

Los resultados comparativos entre las dos aplicaciones del test (enero
de 2007 y abril de 2008) arrojaron resultados positivos de diversos grados, en
algunos casos verdaderamente relevantes, con un desplazamiento de la zona
inferior o la promedio hacia la superior. Salvo algunas excepciones, hubo mejoría
sobre todo en las dos principales escalas: la de auto-soporte y la de competencia
en el tiempo, y también entre las sub-escalas destacaron en auto-percepción,
espontaneidad y la percepción de la naturaleza humana. No hubo prácticamente
ningún descenso en la línea completa, aunque sí en algunos casos, algunos leves y

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 21


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

aislados en determinados puntos, que sin duda indican ciertos ajustes durante una
etapa de transformación; por ejemplo en la sub-escala de los valores primarios.
En general las puntuaciones más bajas de la mayoría se reportaron en el punto de
asertividad (traducida como agresión natural, creo que inadecuadamente), lo cual
refleja un típico transfondo de género (“calladita y modosita te ves más bonita”),
y en menor grado en sinergia (por eso el énfasis que el feminismo hace en la
sororidad, o cooperación entre mujeres).

Este cambio significativo observado en la práctica, y constatado en los


tests, comprueba la hipótesis de mi tesis sobre la efectividad del trabajo con la
identidad narrativa y la escritura autobiográfica, para intentar acceder a las capas
más profundas de la personalidad, como son las creencias y la identidad. Por ello
fue posible observar cambios relevantes al concluir el Taller (si bien en diversos
grados en cada cual), tanto en la actitud como en patrones de comportamiento.
Prácticamente sin excepción, todas las participantes fueron reportando “desatores”,
“desenganches”, abandono del victimismo, hallazgos, avances, mejora en la
autoestima, recuperación de sus recursos personales, ensayo de nuevas conductas
más integradas, sensación de liberación y de disfrute de la vida, mejor ubicación
en el presente.

En esta ocasión se optó también por utilizar un pseudónimo para firmar


sus historias, aunque sus nombres verdaderos y notas biográficas aparecen con los
datos reales de cada una. Al igual que con la primera generación, surgió aquí la
inquietud de no dañar a otras personas involucradas en sus historias. Les pedí que
eligieran si deseaban continuar utilizando –como lo hizo la primera generación-
símbolos en torno al tejido, o bien cambiar la metáfora, siempre que fuera una
con la que se identificaran y expresara sus procesos de auto-descubrimiento y
cambio. El grupo del martes escogió las flores, no sólo por el simbolismo obvio
de su belleza y aroma, muy conectado con la feminidad, sino sobre todo por la
capacidad de florecimiento y desarrollo; por la necesidad de atención y los cuidados
requeridos en su cultivo para lograr el despliegue de todo su esplendor.

Mientras que el del jueves optó por las aves, por el simbolismo del vuelo,
en cuanto a la referencia bastante evidente de libertad; así como de la belleza
del canto y la gracia del plumaje, también símbolos asociados con la feminidad.
Pero sobre todo, ambos grupos quisieron destacar dos aspectos aparentemente
contradictorios: por un lado, el triunfo de la vida y de la tendencia a la auto-

22 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

realización, que se capta en la perseverancia que los pájaros muestran al reconstruir


una y otra vez sus nidos destruidos o abandonados, sin dejar por ello de cantar; y
en el también perseverante florecimiento cíclico de las flores. Y por otro lado, la
impermanencia, la fugacidad y la fragilidad que captaron en sus historias vitales.
Varias de ellas dijeron que al comienzo del diplomado se habían sentido como aves
con las alas rotas, que no podían volar o que lo hacían en distancias cortas y con
mucho temor, pero que ahora se sentían capaces de extender sus alas y remontar
un vuelo más alto y prolongado. Otras compararon su pasado con flores que
habían sido arrancadas y yacían marchitas, ajadas, e incluso pisoteadas; mientras
que ahora podían sentir que volvían a florecer.

Tal fue la ardua labor que realizaron mis Tejedoras, y el resultado de su


esfuerzo queda plasmado ahora en este libro. Ciertamente, no pretendo presentar
el diplomado como una panacea, ni mucho menos decir que estas mujeres
han concluido su proceso de desarrollo personal, ya que éste termina hasta la
muerte. No obstante, con gran satisfacción puedo afirmar que estas mujeres
lograron realizar un trabajo personal considerablemente profundo y -según fui
atestiguando en el transcurso del taller- de impacto muy positivo tanto en sus
propios procesos vitales, como en su contexto familiar y social, a pesar de que tal
como era de esperarse, al romperse patrones co-dependientes y complementarios,
hubo en algunos casos ciertas reacciones de sorpresa, reclamo, chantaje; en otros
en cambio, recibieron muestras de aliento de parte de sus familias. Seguramente
les esperan nuevos retos, dificultades y problemas; acaso algunas estén iniciando
apenas su auto-transformación, y por ello se sientan todavía en medio de un caos,
de manera que tendrán todavía muchas cosas por acomodar.

Por supuesto no fue sencillo llegar hasta ahí; le invirtieron tiempo,


dedicación, esfuerzo, valentía, para ir enfrentando verdades dolorosas y
asumiendo la responsabilidad personal. Asimismo en casi todos los casos —según
aseguraron— se produjeron cambios en su contexto interaccional y sistémico,
tanto en sus familia nuclear como en la de origen, y en ocasiones también en su
ámbito social más cercano. En casi todas surgió o se profundizó aún más el deseo
de trabajar en el ámbito comunitario y social, sobre todo –pero no exclusivamente-
con otras mujeres. Y ahora ya con tres grupos de Tejedoras egresadas de este
diplomado, surgió la inquietud de continuar en este proceso de aprendizaje y
capacitación personal, para luego llegar a constituir una Asociación Civil en forma,
y de esa manera ofrecer oportunidades y crear espacios de desarrollo humano para

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 23


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

las mujeres de nuestro estado, e incluso más delante -¿por qué no?- de otros. Para
lograrlo, hemos estado trabajando ya durante varios meses -de manera paralela al
diplomado- en diversos comités que estructuramos con ese fin, y esperamos que
este esfuerzo madure y crezca pronto, para que dé frutos abundantes en un futuro
cercano.
Me queda claro, y así lo manifestaron muchas de las señoras, que el proceso les
resultó a veces doloroso, confrontador e incluso hasta atemorizante por desatar
ciertas crisis; no obstante, luego captaron que todo caos es potencialmente creativo
y anuncia la esperanza de un nuevo cosmos. Así pues, llegamos aquí al fin de un
viaje lleno de aventuras, riesgoso y complejo, pero a la vez muy enriquecedor
y emocionante. Fue para mí un verdadero privilegio haber podido acompañar a
estas nuevas Tejedoras durante el trayecto de su travesía, y compartir con ellas
sus valiosas historias de vida. Les agradezco a cada una de ellas su apertura y
confianza, y al Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León, en particular
a la Jefa de Capacitación, Lic. Leticia Hernández, por su apoyo constante; a la
Coordinadora de Difusión, Guadalupe Elósegui, por el esmerado trabajo editorial
desarrollado para cristalizar esta publicación; y muy especialmente a su titular, la
Lic. María Elena Chapa, por la visión y el entusiasmo con el que acogió e impulsó
este proyecto desde su arranque, y por el apoyo permanente que me ha brindado.

“Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”, dijo el gran líder y reformador
hindú Mahatma Gandhi. En tal sentido, el proceso de autotransformación que
iniciaron nuestras Tejedoras y que hoy queda plasmado en este libro, sienta un
valioso precedente en dicha dirección. Sin duda, hay aún muchísimo por a favor
de la equidad de género y de una vida más justa, libre de opresión y violencia,
una vida digna y feliz para las mujeres nuevoleonesas y mexicanas. Con todo,
me parece que habiendo tejido este singular entramado estamos contribuyendo
a lograr una transformación que es cada vez más urgente en nuestra sociedad.
Además, entre las participantes habrá quienes ahora estén en mejores condiciones
personales para dedicarse a luchar por lograr cambios estructurales de fondo en
su comunidad. Sin duda, cada una de las Tejedoras que hoy publica su historia
de vida podrá decir, entre asombrada y satisfecha, algo que les vaticiné: “Nada ha
cambiado, sólo yo misma, y por eso todo es distinto ahora.”

Patricia Basave Benítez

24 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


¿Quiénes son las Tejedoras
de historias?
Semblanzas
TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

PATRICIA ISABEL BASAVE BENÍTEZ


Instructora del Diplomado Tejedoras de historias.

Patricia Isabel Basave Benítez nació en la ciudad


de Monterrey, N.L., el 16 de junio de 1951,
segunda hija de un jalisciense por nacimiento pero
regiomontano por adopción y convicción, el ilustre
académico, humanista y escritor Dr. Agustín Basave
Fernández del Valle, y de una bella, generosa y
salerosa malagueña, Emilia Benítez Jiménez. Casada
durante 25 años, está actualmente divorciada, y se
proclama orgullosa madre de tres hijos —Héctor
Diego, Cecilia Isabel y Pedro Alberto—, a los
que considera sus mejores doctorados en la vida;
además, sus relaciones familiares se han enriquecido
con una hija política, Claudia, y con el nacimiento de
su primera nieta, Claudia Lucía.

Se graduó con las más altas distinciones


de la carrera de Letras Españolas en el Instituto
Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey,
luego obtuvo con el grado de Sobresaliente un
doctorado en Filología Hispánica en la Universidad
Complutense de Madrid, España, y posteriormente
hizo una Maestría en Desarrollo Humano en la
Universidad Iberoamericana, así como un diplomado
en Logoterapia en la Sociedad Mexicana de Análisis
Existencial y Logoterapia.

Ha participado en los Consejos de diversas


instituciones privadas, educativas y sociales, y ha

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 27


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

trabajado como maestra e investigadora en diversas instituciones, como la Universidad


Regiomontana, el Instituto Tecnológico de Monterrey, la Universidad de Monterrey,
Craudes, el Instituto Cultural para Adultos y el Instituto Estatal de las Mujeres de
Nuevo León, tanto en el área de Lengua y Literatura, como en la de Educación y
Desarrollo Humano. Ha publicado diversos artículos en dichas especialidades en
revistas y anuarios universitarios. Asimismo, como producto de su investigación en
el campo de las habilidades verbales básicas y la lecto-escritura, publicó en co-edición
con su equipo investigador los libros La lengua escrita. Teoría básica y ejercicios prácticos,
y La lengua escrita. Antología.

Al graduarse en los posgrados de Desarrollo Humano y Logoterapia,


reorientó su actividad profesional hacia el área de la psicología y el acompañamiento
grupal, pero logrando una síntesis al incorporar sus conocimientos lingüísticos
literarios. Así lo demuestra su tesis de Maestría Identidad narrativa femenina: Un camino
hacia el crecimiento personal, en la cual trenza su especialidad en Letras, su experiencia
pedagógica con grupos de mujeres de diversos estratos sociales, así como sus hallazgos
teóricos y experiencias personales en el ámbito del Desarrollo Humano.

Precisamente con esta tesis de enfoque multidisciplinario se introdujo


en el tema de género y realizó un amplio estudio en el que diseñó un taller para
mujeres, como propuesta concreta para abordar la compleja problemática de género
avizorada en el triple marco teórico antropológico, psicológico y lingüístico-literario.
La hipótesis central plantea la incidencia de la identidad narrativa femenina en la
búsqueda de autorrealización y sentido en la vida de las mujeres, y en última instancia,
en las posibles soluciones, a nivel individual, para los problemas de género. El Instituto
Estatal de las Mujeres de Nuevo León le abrió sus puertas para poner en práctica su
investigación, impartiendo el diplomado Tejedoras de historias.

Tanto con su tesis, como con el trabajo realizado en el diplomado —cuya


culminación queda plasmada en dos libros que ofrecen en antología las historias de vida de
las mujeres participantes—, Patricia Basave propone un feminismo más auténticamente
femenino, más abierto, incluyente y colaborativo, que considere el sistema total y, por
ende, al ser humano en su doble versión: la masculina y la femenina, las cuales se
encuentran inextricablemente entretejidas, si bien por desgracia confrontadas en el
entramado social. Su propuesta apunta hacia un salto epistemológico que confirme la
identidad común de varones y mujeres, como seres humanos sexuados con distinciones
innegables y complementarias en los diversos ámbitos, pero con idéntica dignidad y
con responsabilidades y libertades equivalentes.

28 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

AMPARO GARCÍA VILLARREAL

Nació en Monterrey, N.L., el 2 de enero de 1932.


Es hija de Emilio García Treviño y Amparo
Villarreal Garza, finados, originarios de Santa
Rosa de Apodaca y Zuazua, N.L., respectivamente.
Realizó los estudios primarios en la Escuela “León
Guzmán” y “Nuevo León”, de donde obtuvo su
certificado en 1945. Estudios de Teneduría de libros
y Taquimecanografía, los llevó en la Academia
Práctica de Comercio, recibiendo su diploma
en 1947. En su tiempo, trabajó por diez años
alternándolos en la empresa de dulces La Imperial,
S.A.; en la empresa de herramientas Casa Cram y en
la de productos medicinales importados y del país,
Química y Farmacia, S.A. En el sistema abierto del
INEA estudió la secundaria hace un par de años y
obtuvo su certificado con promedio de 8.6, el 22 de
septiembre de 2006.

Es abuela de cinco niñas y dos niños de


sus tres hijas. Siempre ha tenido el gusto por la
lectura, la música, el hogar, al que se ha dedicado,
por la naturaleza así como por cursos de superación
personal, impartidos por la licenciada María Esther
Lupercio, en octubre de 2005, y la licenciada Patricia
Basave, a través del Instituto Estatal de las Mujeres,
en 2008, a quienes agradece sus enseñanzas.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 29


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

BLANCA ALICIA TELLO LOZANO

Nació el 18 de diciembre de 1954. Está casada desde


hace 30 años con José Villafuerte González; tiene
una hija y dos hijos: Georgina, de 27 años, (casa-
da con Julio Sánchez); José Andrés, de 24 años y
Adrián, de 16 años. Tiene un nieto de 11 meses que
se llama Gabriel.

Ha sido directora de una asociación de beneficiencia;


gusta de la lectura, el cine, la fotografía, el ejercicio,
la jardinería, el campo y la repostería. Dentro de
sus planes a futuro están: “El continuar acumulando
años, seguir aprendiendo y creciendo como persona
y ver realizados a cada uno de sus hijos. Amo a mi
familia y a la libertad. Y como dice María Elena
Chapa: Me asumo insumisa”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 31


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

CANDE RODRÍGUEZ OSORIA

Nació en Monterrey, N.L. Es madre de tres hijos


y está casada. Posee estudios de Secretariado
Bilingüe, Contador privado y Cultora de belleza.
Actualmente tiene su propio negocio y está en
constante capacitación porque cree y confía en el
éxito.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 33


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

CONSTANCIA BRIONES SALAS

Nació el 17 de febrero de 1952, tiene 38 años de


casada. Del fruto de su matrimonio tuvo cuatro
hijos: dos mujeres y dos hombres. En la actualidad
tiene 10 nietos, de los cuales cinco son niñas y cinco
son niños.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 35


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

DORA ALICIA PÉREZ ENRÍQUEZ

Nació en Poza Rica, Veracruz. Tiene 53 años.


Realizó estudios profesionales en la Universidad
Nacional Autónoma de México, en la Facultad de
Estudios Superiores Cuautitlán (FES-C), Estado
de México. Obtuvo el título de Médica Veterinaria
y Zootecnista, generación 77-81. Ejerció una
temporada en clínica de pequeñas especies en
Jiutepec, Civac, Morelos. Estuvo casada 20 años. Es
hija de Mercedes Enríquez Juárez y Porfirio Pérez
García (qepd). Tiene ocho hermanos: Wenceslao,
María, Agapita, Inocencia, Fidencio, Rosalbina,
Josefina y Eliseo. Sus tres hijos son: Rubén, pasante
de Odontología; Dora Luz, a punto de terminar la
Facultad de Psicología, y Abraham Jonathan, quien
inicia la Facultad de Ciencias de la Comunicación.
Como madre, sus hijos son: “mi máxima escuela,
esencia de amor”. El mayor tiempo lo dedicó al
hogar.

En el 2006 tomó algunos cursos y asistió a


conferencias de valores, oratoria, autoestima,
equidad de género y taller de lectura que promovió el
Instituto Municipal de la Mujer en San Nicolás. Ese
mismo año participó como voluntaria en programas
de beneficio a la comunidad de San Nicolás y Apodaca.
Obtuvo un reconocimiento como socia fundadora del
club de Liderazgo Internacional, A.C., invitada por
el Instituto Municipal de la Mujer en San Nicolás.
Impartió un curso-taller de “Desarrollo Humano”
para padres, en una secundaria de San Nicolás. En el
2007 concluyó un curso de computación en el Cecam
San Nicolás. Ese mismo año inició su participación
activa en el Diplomado Tejedoras de historias en el
Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León, que
culminó en mayo del 2008. Desde mayo de 2007 se
desempeña como ejecutiva de ventas de productos y
equipos veterinarios.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 37


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

ELSA GUADALUPE
AYALA TREVIÑO
Dios, el artista perfecto, me entregó el 12 de diciembre
de 1946 en Monterrey, N.L., el lienzo para el cuadro
de mi vida. Al principio era abstracto e indefinido
pero me bendijo con bastante creatividad y puso en
mí el optimismo de mi padre Marcilio y la tenacidad
de mi madre María de Jesús, además me proveyó
con el material necesario para que yo siguiera
trabajando en lo que apenas era un boceto. Recibí en
grandes cantidades el rojo del amor, el verde de la
esperanza, el azul de la ilusión, el morado del valor,
el amarillo de la alegría y suficiente habilidad para
que, al mezclarlos, obtuviera infinidad de tonos y
medios tonos con los que he plasmado mi trayecto
por este mundo.

También recibí el negro de los problemas y la


sombra de las penas y al manejarlos aprendí que
los contrastes son hermosos y necesarios porque
aunque son difíciles de trabajar, son con los que más
se aprende. Además de combinar todos los colores
y matices que recibí de Dios, le he agregado de mi
cosecha el blanco de la paz, obteniendo mucha luz
que me ha ayudado a equilibrar mi composición y
a armonizar mi pintura. Para la elaboración de esta
obra, que aún no está terminada, me he preparado lo
mejor que he podido, estudiando bastante y sacando
provecho de mi sensibilidad e intuición, porque
quiero que al final sea una gran obra maestra.
Como él me ama mucho, me dio tres maravillosos
elementos más, de los que me siento muy orgullosa:
Lorena, Catalina y Antonio. Hace 17 años, por medio
de Caty se anexó Héctor y como bendición especial
llegaron Dani y Carola. Desde que todos ellos, junto
con familiares y amigos formaron parte de la pintura
de mi vida, ésta se tornó verdaderamente hermosa
y no me canso de contemplarla. Sólo espero que al
presentársela a mi maestro sea de su agrado y me
dé su aprobación.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 39


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

EMILIA BERROTERÁN CARLOS

Nació en Chihuahua, Chih., el 8 de agosto de 1962.


Cursó la educación primaria en la Escuela “Dr.
Ángel G. Castellanos”; posteriormente estudió en
la Escuela Secundaria Estatal No. 8. La carrera
comercial la hizo en la Escuela Industrial para
Señoritas. Al graduarse trabajó por 13 años en las
oficinas generales de Mercados del Real, cadena
de tiendas de autoservicio, desempeñando varios
puestos administrativos, desde auxiliar de Costos,
hasta la jefatura del Departamento del Sistema
Detallista.

Considera que ésta fue una época muy fructífera


donde obtuvo muchos logros y tomó la decisión
de tener a su único hijo. Posteriormente vino a la
ciudad de Monterrey, donde tiene 15 años radicando.
Durante ese tiempo, trabajó 10 años como modista
de alta costura y lleva cinco años como ama de casa.
En ésta, su actual motivación, dedica algún tiempo
a la confección de ropa, misma que hace por gusto
más que por trabajo, ya que anteriormente no había
podido disfrutar. Considera que tiene una familia a
la que ama y es muy feliz. Desde hace dos meses
cambió su lugar de residencia a General Terán,
N.L.

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TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

ESTRELLA CARO ADELA


ROMERO CÁRDENAS

Nació el 21 de marzo de 1952 en la maternidad


Guadalupe, en Monterrey, N.L. Nieta de José María
Cárdenas, revolucionario, alcalde de Lampazos,
N.L., asesinado en 1916; hija de José Ángel Romero
Rendón y Adela Cárdenas Ibarra. Creció en el barrio
ubicado por la calle Adolfo Prieto (Tapia) entre
Félix U. Gómez y Batallón de San Blas; se graduó
del Jardín de Niños “Payasito” en el Aula Magna.

Estudió y trabajó como maestra de primaria


y secundaria, asistió a cursos y seminarios de:
Geografía, Historia, Educación Física, Lengua y
Literatura; la materia “Nuevoleoneses del Siglo
XXI”, Conservación y Protección del Medio
Ambiente, Computación, Teatro, Baile Flamenco
y Artísticas. Fue estudiante del ballet de danza
folklórica del municipio de Monterrey, Instructora
de Danza Folklórica y Regional en la Escuela de
Artes Escénicas de la Universidad Autónoma de
Nuevo León (UANL). Estudió inglés y terminó la
Licenciatura en Docencia Tecnológica.

Se graduó como mamá el 29 de septiembre de


1987. Del 2003 a la fecha ha asistido a diferentes
cursos, seminarios y talleres de superación personal
como: Inteligencia emocional, Comunicación
efectiva y Liderazgo, Derechos humanos y Grupos
vulnerables, y Capacitación ciudadana en materia de
seguridad. Recientemente retomó sus estudios de
inglés y terminó con gran satisfacción el diplomado
de Tejedoras de historias, en el Instituto Estatal de
las Mujeres.

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TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

EVA VILLAVERDE RAMÍREZ

Nació en San Lorenzo Ometepec, Puebla. Cursó


la primaria en la Escuela “Himno Nacional” y la
secundaria en el Centro Escolar “Niños Héroes
de Chapultepec”. Terminó la preparatoria en la
Universidad Autónoma de Puebla, y posteriormente
cursó la carrera de enfermería en la Escuela Militar
de Enfermeras. Al concluir sus estudios se incorporó
a la vida laboral en el Hospital Militar Regional de
Puebla, donde desempeñó diferentes jefaturas en
los servicios del mismo; cursó la carrera Técnica
en Radiología en el Hospital de Especialidades del
IMSS, donde trabajó aproximadamente dos años.
Como enfermera militar obtuvo el grado de Capitán
Primero y trabajó durante 22 años.

Estudió la licenciatura en Enfermería por la


Universidad Autónoma de Puebla. Después hizo la
carrera de Optometría en el Conalep Chipilo, en la
misma entidad. En este ramo trabajó 10 años. Tiene
la fortuna de ser madre de Diana y Jorge Luis,
exitosos estudiantes y magníficos hijos. Actualmente
radica en la ciudad de Monterrey, N.L.,desde hace
dos años.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 45


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

EVANGELINA ZAPATA NARVÁEZ

Nació el 9 de marzo de 1958. Actualmente está


divorciada y tiene un hijo de nombre Roberto Carlos
Zapata. Es ministra de culto y presidenta fundadora
de una asociación civil. Para ella: “Dios no sólo es
refugio, es plenitud de gozo y poder que fluye”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 47


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

GLORIA DIAMANTINA
CABALLERO CHÁVEZ

Llegó al mundo el 8 de mayo de 1967 en la ciudad de


Monterrey, N.L. Creció dentro de una familia muy
numerosa. Estudió en escuelas públicas la primaria
y secundaria, posteriormente cursó secretariado y
belleza. En la actualidad también posee un diplomado
en Terapia Gestalt y recién concluyó el diplomado
Tejedoras de historias. Trabajó en negocios propios;
atendió a su familia (tres hijos) hasta que fueron
adolescentes; se ha desenvuelto como ejecutiva de
ventas por unos años. Actualmente sigue con las
ventas por su cuenta.

“Quiero agradecer a Dios por darme el placer de


poner en mi vida a mi hermano Francisco Javier
Caballero Chávez (qepd) quien cuidó de mí y me
formó como ser humano y a mis tres hijos les enseñó
a trabajar y a hacerle frente a la vida. Hermano, te
amamos, dondequiera que estés”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 49


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MAGALY ELIZALDE VILLARREAL

Nació el 2 de marzo de 1954. Es madre de cuatro


hijos y abuela de cuatro nietos. Realizó servicio
social en los Talleres de Oración y Vida, en 1989.
Colaboró en el Hogar de las Bienaventuranzas en
2002. Sus especialidades son la repostería, ayudar a
los demás y servir a Dios hasta que Él lo decida.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 51


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MARÍA AURORA GARZA REYNA

Soy María Aurora Garza Reyna. Cursé mi carrera


de Contadora Pública en el Instituto Tecnológico
y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM),
trabajé por un año en Fabricación de Máquinas,
empresa que pertenece al Grupo Vitro.

Cambié de trabajo, me ascendieron a Directora


General de mi propia empresa: mi familia. Me
casé y Dios nos regaló tres hijos, los cuales son el
resultado del gran amor de mi esposo y mío. Con
el puesto asignado he llevado a cabo trabajos de
todo tipo: enfermera, psicóloga, cocinera, modista,
amiga, cómplice, chofer, confidente, etcétera. Hasta
ahora los resultados como Directora General de mi
empresa han sido siempre buenos y en ascenso; mis
dos hijos mayores ya están graduados y el chiquito
está en secundaria. Durante mi gestión también me
seguí preparando, tomé diferentes cursos y el último
es este diplomado. Espero seguir en la lucha, vivir
la vida de la mejor manera posible, con madurez y
fe en Dios.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 53


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MARÍA AYALA TREVIÑO

Soy María Ayala Treviño, me considero una mujer


muy apasionada y soñadora. Tengo 59 años y siento
que estoy en la mejor etapa de mi vida. Soy madre
de dos hijos maravillosos, uno ya no está físicamente
a mi lado pero sí en mi corazón, y mi hija es una
mujer en toda la extensión de la palabra, a quien
admiro y amo con toda mi vida.

Tengo 34 años de casada, me dedico en parte a las


labores de mi casa, pero mi prioridad es escribir.
Presenté un ensayo de novela en la Editorial La
Naranja ante su fundadora, la escritora Patricia
Laborde, pero mi amor está en la poesía, por lo que
Oficio Ediciones, representada y dirigida por el
escritor y poeta Arnulfo Vigil, publicó mi primer libro
de poemas titulado De lirios y ensueños. Actualmente
participo como colaboradora en la Revista Oficio de
la misma editorial donde se publican mis poemas
y escritos. Estoy por concluir mi segundo libro de
poesía, continúo escribiendo pues es mi más grande
pasión y me llena de satisfacción. Participé como una
gran experiencia de vida en el diplomado Tejedoras
de historias en el Instituto Estatal de las Mujeres,
y espero en Dios seguir en este avance, pues no me
gustaría quedarme a la mitad del camino que se me
abrió.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 55


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MARÍA CANDELARIA
RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ

Nació el 22 de enero de 1938 en Harlingen, Texas.


Es hija de padres mexicanos: Onésimo López García
y Elpidia Hernández Paniagua. Su padre adoptivo es
Juan Rodríguez Coronado. Actualmente está casada
y tiene seis hijos: cuatro mujeres y dos hombres, de
los cuales, cinco son casados y una soltera.

Estudió hasta tercer año de primaria; es autodidacta


y con el tiempo, se formó como luchadora social.
Participó en el grupo juvenil de la CTM, recibió
cursos de capacitación de la Ley Federal del
Trabajo, Derecho Civil, Derecho Penal, Ley Federal
de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales.
Su primera oratoria y participación en la política fue
en la campaña de Pedro Zorrilla Martínez; con el
Diputado Antonio Medina Ojeda fue coordinadora
femenil del Tercer Distrito Local. Colaboró con
Gloria Mendiola cuando fue diputada por el Tercer
Distrito. Ha sido coordinadora de nueve colonias
haciendo trabajo de gestoría, trabajo social y
defendiendo comerciantes. También se desempeñó
como Juez Auxiliar por 15 años.

Ha participado como Presidenta de la Asociación


de Padres de Familia en las escuelas de sus hijos;
ha sido Presidenta de Mujeres de la Iglesia y
Presidenta seccional del PRI en la actualidad. Ha
sido enlace social con el grupo “Amigos de personas
de la tercera edad”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 57


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MARÍA CRISTINA
GIRODENGO GARZA

Nació el 1 de julio de 1951 en la ciudad de


Monterrey, N.L. Cursó la primaria y secundaria en
escuelas públicas y la preparatoria en la Universidad
Autónoma de Nuevo León (UANL). Asimismo,
estudió dos semestres de la carrera de Arquitectura
en la Universidad Regiomontana. Trabajó como
secretaria en la UANL, posteriormente, como
secretaria de Vías Públicas del Municipio de
Monterrey.

Estudió Cultora de Belleza en la Academia Ricaud


y fue propietaria de un negocio de comida por 20
años. Formó parte del comité de damas de la mesa
directiva de su colonia y fungió como voluntaria
enseñando Valores en una escuela pública por espacio
de cinco años. También fue voluntaria del Taller de
Manualidades en el Liceo de Monterrey por cuatro
años. Tomó los cursos ESPERE y Fusionado en
Vidrio. Está casada y es madre de dos hijos.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 59


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MARÍA DEL ROSARIO


PÁEZ CHARLES

Nació en Monterrey, N.L. el 10 de octubre de 1947.


Está casada desde hace 35 años, tiene dos hijos
varones y cuatro maravillosos nietos.
Estudió el secretariado en el Colegio Excélsior y
años después la secundaria abierta; actualmente
estudia computación e inglés. Laboró durante tres
años y medio como cronista en un periódico de
la localidad y varios meses en una radiodifusora.
Después de casarse tuvo varios negocios propios
en diferentes ramos. En estos últimos años se
desempeñó como encargada del personal en el DIF
en el municipio donde actualmente reside, y es
asistente en el Instituto Municipal de las Mujeres.

En el área social perteneció al Patronato Iniciativas


Solidarias, A.C., desde hace más de 10 años es
voluntaria de la Cruz Roja; socia activa y ex
Presidenta de la UFCM de su Parroquia desde
hace 30 años, y participó años atrás en el equipo de
Liturgia y Pastoral Social.

Ha tomado diferentes diplomados y talleres


impartidos por el Instituto Estatal de las Mujeres
como: Equidad de género, Los derechos de las
mujeres, Multiplicadoras, Poder y liderazgo, Círculos
de lectura, Capacitación política, y Tejedoras de
historias. Sus aficiones son hacia la lectura, la poesía
y las manualidades.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 61


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MARÍA HILARIA ROCHA ORTIZ

Nació el día 11 de junio de 1938, en Monterrey,


N.L. Es viuda, madre de cuatro hijos y abuela de
cuatro nietos: tres niñas y un niño. Hizo estudios
hasta la secundaria y ha tomado diversos cursos y
diplomados de superación personal.

Actualmente se desempeña como voluntaria desde


hace 14 años, en el DIF Monterrey, en el área de la
tercera edad, dando cursos de superación. Además
es presidenta de un Comité de Vecinos Unidos,
acreditada ante la Dirección de Prevención del
Delito de la Secretaría de Seguridad Pública del
Estado de Nuevo León.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 63


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MARILÚ LOMAS VILLARREAL

Nació en Monterrey, N.L., en el seno de una familia


con carencias económicas, pero rodeada de amor.
Fue la mayor de cinco hermanos. Cursó kínder y
primaria y a los 11 años inició una carrera comercial
de tres años; a los 14 años inició en su primer
trabajo como secretaria en el Centro Mercantil de
Monterrey, en el que estuvo durante tres años.

Posteriormente ingresó a otra empresa de


productos alimenticios en la que estuvo por varios
años. Ha tomado cursos de inglés, actividad que le
ha permitido trabajar en Teléfonos de México como
operadora internacional. Luego se casó y se dedicó
a su familia, iniciando su nueva vida.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 65


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

66 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MARTHA PATRICIA
GONZÁLEZ VALERO

Nació el 9 de enero de 1968 en Monterrey, N.L.


Sus estudios de primaria y secundaria los cursó
en escuelas de gobierno y la preparatoria en la
Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Se
casó en 1985 y actualmente es madre de tres hijos.

En el transcurso de su vida se ha seguido preparando


y tomado cursos de computación, talleres de
capacitación de diferentes temas como: Los derechos
de las mujeres, Equidad de género, Liderazgo y
Poder, Violencia familiar, Prevención del maltrato
infantil, Capacitación política, entre otros.

Trabajó en el DIF Municipal de Benito Juárez, en


la administración de 1989 a 1991.De 1996 al 2003
trabajó en el INEA (Instituto Nacional de Educación
para los Adultos). Del 2003 al 2006 fue Directora
del DIF Municipal de Ciudad Benito Juárez, N.L.
Actualmente trabaja como Directora del Instituto
Municipal de las Mujeres, en Juárez, N.L. y cursó el
diplomado Tejedoras de historias, del cual dice haber
aprendido mucho para su desarrollo personal.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 67


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MICAELA ROSALES FLORES

Nació en Tuxpan, Nayarit, el 22 de agosto de 1947. Es


hija del señor Juan Rosales Ayala y la señora Juliana
Flores de Dios. Estudió en la Normal “General
Mariano Escobedo” (1961-1967), Enfermería
Técnica en la Cruz Roja (1968-1970), secretaria
contador en el Instituto Washington (1968-1970),
Licenciatura en Educación Primaria (1976-1981).
Comenzó su carrera profesional en la primaria “20
de Noviembre”; colaboró en la Escuela Primaria
“Mi patria es primero” en la colonia Moctezuma; en
la Escuela Primaria “Pablo Livas” en la colonia Los
Altos, y como directora en la Escuela Primaria “5 de
Diciembre”, en la colonia Burócratas Federales.

Trabajó además como maestra comisionada en la


Secretaría de Educación Pública (1986-2001) y
como dama voluntaria en el DIF de Santa Catarina
(2003-2006).

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 69


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

MINERVA TORRES YAMAGUCHI

Nació en Monterrey, N.L. en 1961. Estudió la


primaria, secundaria, preparatoria y comercio y se ha
desempeñado como secretaria y promo-vendedora,
actividades en las cuales ha tenido funciones como
correctora, supervisora y capturista de datos. Ha
sido además empleada de diferentes bancos. Estudió
dibujo y cultora de belleza; ha tomado diplomados y
conferencias de superación personal, clases bíblicas
en ANSPAC, y recientemente terminó el diplomado
Tejedoras de historias en el Instituto Estatal de las
Mujeres de Nuevo León.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 71


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

SANDRA EDITH TIRADO VENTURA

Soy Sandra Edith Tirado Ventura, nací en


Monterrey, N.L., el 19 de agosto de 1972. Estudié
en escuelas públicas hasta la secundaria; comencé a
trabajar a los 16 años como empleada de confianza
en empresas del ramo alimenticio, hasta los 19.

Durante un año trabajé por mi cuenta, después volví


a laborar como empleada hasta los 22 años. Me casé a
los 23, desde entonces me dedico al hogar, ya casada
estudié un año de belleza, actualmente estudio un
Diplomado en Programación Neurolingüística y el
Diplomado en Desarrollo Humano en el Instituto
Estatal de las Mujeres.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 73


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

SANJUANA GARCÍA ARELLANES

Tiene 42 años de edad, comerciante. Es divorciada


y madre de tres hijos. Estudió secretariado y sigue
estudiando o aprendiendo de los libros, talleres,
conferencias o pláticas que le permitan enriquecerse
y crecer como persona.

Su mayor logro, dice, es abrir los ojos ante una vida


de maltrato y no sentir vergüenza de reconocerlo,
todo lo contrario, afirma sentirse orgullosa de
aprender de los errores pues para eso son, para
corregirlos. “No me canso de aprender porque,
a partir de ello, estoy en esta situación, trato de
aprovechar todo lo bueno que la vida me regala,
como este magnífico diplomado de Tejedoras de
historias, porque realmente estamos entretejidas,
tenemos puntadas de lo que aprendimos en nuestra
casa materna y haremos puntadas de acuerdo a
nuestras acciones, que nuestros hijos seguirán luego
tejiendo. a ellos dedico este escrito, son mi principal
motor para recuperar mi dignidad y la capacidad de
vivir plenamente”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 75


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

VIRGINIA PONCE CASTAÑEDA

Nació el 22 de enero de 1956, en San Nicolás de


los Garza, N.L. Nicolaíta, optimista por naturaleza,
deportista y ampayer de softbol y béisbol; madre,
compañera, abuela, activista, diversa y zapatista,
por lo tanto, multifacética. De juventud acumulada,
agradecida por las experiencias y vivencias en
trabajo social comunitario, así se define, se acepta y
se ama. Además, asume las palabras de María Elena
Chapa: “Me declaro insumisa”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 77


Tejedoras de historias
Tomo II
TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Adueñándome de mí
por Girasol

Cuando llegué a este lugar sólo sabía que impartirían un diplomado, no


entendía ni de qué se trataba, pero estaba ya muy disgustada conmigo misma
porque sentía que no lograba entenderme del todo y tuve la esperanza de
encontrar respuestas. Poco a poco, al irme encontrando conmigo misma,
descubrí mucho más de lo que imaginaba y valoré con fuerza todo lo que la
vida me ha recompensado a cada paso de mi vida.

Encontrar un espacio para compartir esta historia es, en parte, un sueño


que siempre he tenido. Soy de las hermanas de en medio, de una familia de
bastantitos integrantes. Nací en época de bonanza, en una maternidad de paga.
Mi padre era un hombre muy inteligente con promedio en sus calificaciones
de 10. Decía una tía abuela que parecía todo un ejecutivo al que sólo le faltaba
limpiarse las suelas de los zapatos, porque era un hombre muy pulcro a pesar
de que trabajaba como enderezador de autos en el patio de la casa de la abuela.
Solía hacer muchas amistades, era el mayor de sus hermanos, divorciado
cuando se casó con mi mamá.

Mi mamá es una mujer muy pasiva, nunca dijo una mala palabra, es la penúltima
de sus hermanos. Decía que ella no estudió porque no había dinero, pero que
le hubiese encantado estudiar Letras. A la familia de papá la frecuentábamos
muy poco y a la de mamá, mucho; era en donde, incluso, vivíamos. Dice mamá
que cuando yo nací estaba muy feliz porque yo era su primera muñeca y cuenta
mi tía que nací muy peludita, velluda, y por eso decían que yo iba a ser muy
inteligente.

Mi primera infancia la recuerdo muy hermosa porque iba al kínder, cantaba


en la estudiantina y tocaba el pandero, me encantaba porque hacíamos muchos
dibujos y cantábamos muchas canciones. Recuerdo un día en que estábamos
en el piso con las piernas entrelazadas y acomodados en círculo cantando la

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 81


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

canción De colores. Disfrutaba cuando mamá iba por mí y caminábamos de


regreso a la casa, además me gustaba ver a mi madre muy bien peinadita y
vestida a la moda.

Cuando cumplí cinco años nos cambiamos de casa porque un tío soltero le
exigió a mis padres y a mis otros tíos casados que nos saliéramos de la casa de
la abuela, que aunque era muy grande no debíamos seguir ahí, entonces nos
cambiamos a un Fomerrey (terrenos de colonias populares) y mis padres se
llevaron el tejabán como los de las películas, de dos aguas y bien pintadito; en
la casa anterior había de todos los servicios, inclusive teléfono, en la casa de
nosotros no había nada, teníamos que ir por agua hasta la siguiente colonia
que estaba como a un kilómetro de distancia, no había luz y el petróleo lo
vendían como a tres cuadras; no había pavimento y tampoco había kínder, así
que no pude terminar el tercer grado.

Al siguiente año escolar comencé la primaria, recuerdo que me quedé llorando


en la escuela porque no quería estar ahí, me sentaron con una compañerita
que tenía una enfermedad en la cabeza porque se le veían pústulas y yo seguía
llorando, ahora quería que me cambiaran de lugar y como la maestra no
me hizo caso, tuve que obedecer. La maestra tenía su lado bueno, me ponía
atención en la clase y pronto me gustó mucho la escuela; no sé si papá ya era
alcohólico cuando llegamos ahí, o si ahí empezó a serlo. Lo divertido de esa
colonia era que cuando llovía, mis hermanos y yo juntábamos muchos sapos
y ranas en la tina de metal que usábamos para bañarnos. Lo triste de ahí para
mí fue la miseria en la que poco a poco nos fuimos envolviendo, la miseria del
alma, no tanto la económica.

Mi papá dejaba los trabajos constantemente, mi mamá no tenía dinero y cada


dos o tres años se embarazaba de nuevo; ya no se arreglaba y ya no limpiaba la
casa, se quedaba dormida y las moscas nos invadían; la escuela me gustaba más
porque era mi refugio favorito, a veces no teníamos qué comer, sólo hacíamos
una comida al día y a veces ninguna.

82 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Cuando nació la penúltima de mis hermanas estaba yo acostada entre mamá


y papá cuando desperté bruscamente por sentir algo raro entre mis piernas:
vi a papá y me quedé callada, sólo me empecé a quejar bajito, le tenía miedo a
papá cuando se enojaba. Mamá preguntó: “¿Quién se queja?” y papá dejó de
molestarme. No recuerdo que me haya violado, pero sí que intentó violarme.
Mamá no se dio cuenta de nada, recién parida me imagino que estaba muy
cansada. A partir de ahí mi vida era la escuela, ahí destacaba y todo el
tiempo mandaban felicitar a mis padres. También me gustaba ir a la casa de
mi abuela porque ahí jugaba con mis primas y hacíamos pastelitos de lodo
que decorábamos con las florecitas del jardín de mi abuela, jugábamos con
muñecas de papel y cantábamos canciones con mi tía favorita.

En cambio, en mi casa no me gustaba estar pues nada mejoraba; al contrario,


mi papá tomaba cada vez más y llevaba hombres a la casa, hombres sin vida,
sumergidos en el alcoholismo y quizá en las drogas. Una vez mi abuela paterna
llevó a la casa a una media hermana que quería ver a mi papá, yo recuerdo que
ella tenía como 14 ó 15 años, al encontrarlo en ese estado no creo que le hayan
quedado ganas de volverlo a ver, porque jamás volvió.

En las navidades nos reuníamos con la abuela, quien preparaba mucha comida;
rezábamos el rosario, adorábamos y acostábamos al Niño Jesús, rompíamos la
piñata y nos daban bolo. También nos reuníamos en cuaresma, a veces papá
nos regalaba muchos juguetes, una vez llenó la chimenea de la abuela con
juguetes para nosotros y se vistió de Santa Claus. En cambio, en la casa yo le
debía ayudar a mamá a lavar los trastes desde los nueve años, cuando nació mi
hermana la más chica mi mamá nos había dejado a mis hermanas y a mí con la
abuela, pero papá fue por mi hermana la que sigue de mí y por mí, y nos llevó
a la casa, que era sólo un cuarto y había una cama y un sofá.

Papá estaba con muchos hombres y yo me quedé dormida abrazada de mi


hermana en el sillón. Cuando desperté al siguiente día, tenía mis pantaletas
bajadas, mi papá estaba desnudo... mi hermana estaba en el sofá y yo con papá
en la cama. Me levanté, me asusté y corrí, me metí en la casa de mi vecina y

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 83


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

me subí al ropero y no me bajé de ahí hasta que llegó una tía política y me
bajó, yo estaba en quinto grado y papá se ponía cada vez peor de carácter y
tampoco dije nada, estaba muerta de miedo. Eso fue en abril, al pasar los dos
meses siguientes, papá intentó suicidarse; iba yo llegando de la escuela y él
estaba en el piso con su traje gris puesto, su camisa rosa, sus zapatos boleados
y con las manos cruzadas.

Me asusté muchísimo pero ya le habían avisado a una tía política y ella llamó a
la ambulancia. Papá se internó en Alcohólicos Anónimos, pero no duró mucho
y volvió a la casa. Cuando pasé a sexto año, mi papá se enojó mucho con mi
maestro porque me saqué un ocho y le dijo al director que me volviera a
poner los exámenes porque yo era muy inteligente e iba a sacar 10 y así fue,
desde ese día mi maestro me ponía mucha atención y me dedicaba tiempo
para que aprendiera más. Concursé varias veces pero la más emocionante fue
la Olimpiada del Conocimiento, en la que gané el primer lugar en zona y el
segundo con varios alumnos a nivel estatal.

En esa ocasión nos regalaron un viaje al sur de Nuevo León en donde me


divertí mucho y aprendí que había más pobreza en nuestro estado que la que
yo conocía. El alcalde de Zaragoza nos enseñó un pozo con agua verdosa y nos
dijo que le avisáramos al gobernador de que en su municipio no había agua.
Cuando salí de sexto me dieron una beca para la secundaria, un día estaba
lavando los trastes y un hermano discapacitado se empezó a burlar de mí, yo
me enojé mucho y le dije que no se burlara, pero él no paró: yo traía puesto un
vestido con holanes que me había confeccionado una tía-abuela, mi hermano
no paraba de reír, entonces yo le iba a dar una cachetada pero como él no se
sostenía bien por el problema de sus pies, se cayó y papá creyó que yo lo había
empujado, se enojó mucho y me vació encima la bandeja de agua sucia en la
que lavaba los platos. Yo me sentí muy humillada y muy enojada y entonces le
grité muchas cosas feas a papá, por lo cual mi mamá me regañó.

Fue entonces cuando me armé de valor y le conté a mamá lo que él me había


hecho, ella no lo podía creer, al fin lo corrió de la casa, pero no duró ni dos días

84 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

cuando la abuela volvió con él, diciéndole a mamá que la niña estaba echando
mentiras, que no me había hecho nada. Como yo ya no soportaba la vida de
ellos, me fui de la casa a vivir con mi abuela y perdí la beca. Además, mi papá
empeoraba pues veía alucinaciones, cantaba en los camiones y obligaba a mi
hermano menor a trabajar; yo no soportaba esa situación, no podía creer que
mi héroe de saco y corbata hubiera caído tan bajo y mejor me fui.

En la secundaria me fue más o menos bien, a pesar de mis dieces era algo
rebelde y aunque sólo tuve cuatro nueves en todo el certificado ya no gané
ningún lugar en aprovechamiento, pero en cambio era líder, fui la coordinadora
de comunicación de nuestra planilla y ganamos. Tenía muchísimas amigas e
incluso empecé a bailar en las asambleas, ganamos el concurso de escoltas y
aprendí dos tecnologías porque me cambié de materia en segundo año.

Cuando pasé a segundo año se murió papá, internado en AA y no me fue


difícil perdonarlo, aunque tenía muchos sentimientos encontrados, papá me
enseñó que algo estaba muy por encima de sus manos: que murió intentando
su revivificación.

Mi adolescencia fue difícil, carecía de carácter firme, de información y me


faltaba mucho sentido común. Estaba muy sola al terminar la secundaria,
quería estudiar la preparatoria pero no había alguien que me guiara y me
apoyara en mis estudios. Mi tía me pagó dos escuelas técnicas pero me
salí y ella se enojaba mucho cuando le pedía la colegiatura y me humillaba
pidiéndome que limpiara sus zapatos de enfermería, planchara su uniforme o
que limpiara la casa muy bien. Y no era el trabajo que me pedía a cambio, sino
la manera de pedirme las cosas o su complejo de inferioridad, que a ratos me
lo transfería.

Entonces a mis 15 años sentía una soledad y una tristeza muy grandes. Ya
viuda, mi mamá se iba con sus amigas a los bailes; mis dos hermanos mayores
empezaban a beber, uno de ellos hoy es AA. Varias amigas (la mayoría) habían
tenido su fiesta de 15 años, pero yo no. Mi tía había comprado tamales para mi

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 85


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

abuela y para mí, pues somos casi de la misma fecha y yo invité a dos de mis
mejores amigas; un tío materno me cuestionó porqué las había invitado si la
fiesta no era para mí, eso me dio mucha tristeza y coraje con mi mamá. No la
entendía, si era tan buena, tan tranquila y yo con un nudo en la garganta sin
poderle decir lo mucho que la necesitaba. Cuando mamá nos quería transmitir
algo, lo que hacía era abrazarnos, era su manera de decirnos “Te amo”.

Por esos días conocí a un muchacho con el que salí un par de veces y me
entregué a él. El chavo se dio cuenta que yo no sabía nada de sexo y me
pidió matrimonio, le contesté que no y él me dijo que yo no sabía lo que
quería; me cuestionó por qué había hecho eso y probablemente tenía razón,
no sabía exactamente lo que quería, pero sí sabía lo que no quería. Por tres
años me rogó que me casara, a pesar de no haber vuelto jamás a estar con él.
Ahí aprendí que algunos hombres buscan una vagina nueva y ni siquiera le
preguntan a su dueña qué piensa de la vida. A los 18 años anduve con otro
chico por casi un año y también me pidió matrimonio, pero no lo quería y
terminé con él. Mientras tanto, yo trabajaba y lo poco que ganaba lo compartía
con mis hermanas, algunas veces les compraba zapatos, las llevaba al cine o a
comer hamburguesas. Mi tía me había paseado mucho e incluso me llevó de
vacaciones a la playa, así que yo quería que mis hermanas tuvieran momentos
felices.

Cuando mi hermana más chica cumplió 11 años, le organicé una fiesta. Cuando
tenía 19 años conocí a mi esposo, que sólo era un buen amigo, y al mismo
tiempo conocí a un ex-novio al que yo creía querer mucho pero me dejó para
casarse con otra, me quedé muy despechada y triste otra vez. Intenté trabajar
y estudiar al mismo tiempo, pero me quedaba dormida en las clases. Sufrí una
fuerte depresión cuando ese novio me dejó, eso me llevó a salir más seguido
a las discotecas. Para entonces yo me sentía como si ya fuera muy vieja, como
si se me “pasara el tren”, pues todas mis primas ya estaban casadas desde muy
chicas, mis tías maternas fueron solteras y yo quería tener mi propia familia
y no se me había dado. En esa soledad me sentía morir, pensaba que no tenía
futuro sin carrera, mi mamá andaba en su onda con sus novios, mi tía en su

86 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

menopausia y mis primas ya casadas; así pues, yo me sentía muy abandonada.


Cuando cumplí 22 años estaba estudiando teatro, un diplomado y me dedicaba
a hacer shows infantiles por mi cuenta, pero no era tan feliz.

Ya conocía a mi marido, pero solo éramos amigos; en ese cumpleaños salí con él
y a las siguientes semanas me dí cuenta de que estaba embarazada; ya antes le
había pedido a Dios que me mandara una señal para seguir viviendo y siempre
he pensado que Él me escuchó y me mandó a mi primer hijo. Al decírselo a
mi marido, obviamente se asustó y después hasta dudó de mí porque sólo
lo habíamos hecho una vez, yo no dudé ni un momento en tener a mi hijo.
Al principio batallé con mi marido, pero mi mamá me dijo al preguntarle si
ella me apoyaría y me contestó: “¡Ay, mi hija! ¡tan inteligente y tan pendeja!
Habiendo tantas cosas para cuidarte, pero no importa, por supuesto que te
voy a apoyar”.

Mi tía también me apoyó. Un día le pregunté si le daba vergüenza que yo


no estuviera casada y ya embarazada, y me contestó: “No eres la primera ni
la última, así que tú levanta tu cabeza bien alto”. Eso me ayudó mucho a ser
madre soltera. Mi marido se desapareció durante mi embarazo, pero después
nació mi hijo y lo fue a conocer cuando tenía dos meses de nacido; no me
ayudó con el parto ni con las cosas del inicio, e incluso no me ayudó después de
conocerlo, pero yo pensaba que mi hijo debía saber de dónde venía y toleré su
desobligación, las malas caras de mi suegra y los celos de mis cuñadas porque
creo que mi hijo tenía derecho a conocerlos y a convivir con ellos. Al pasar dos
años mi marido maduró y me pidió matrimonio y me dijo: “Si alguien me va
fregar mi dinero, mejor que sea la madre de mi hijo”.

Yo empecé a llorar en ese momento y la verdad todavía no me queda claro el


porqué. Así inicié la más bella y difícil relación que jamás había tenido. Dice
una de mis mejores amigas que yo amo a mi marido porque él fue una de las
primeras personas que me tuvo fe. Y sí, mi marido es para mí un hombre con
un alma muy grande, aunque a veces egoísta. Me ha ido bien en la vida y
muchos dicen que tengo mucha suerte, aunque sé que no; sé que toda acción

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 87


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

genera una reacción, sé que hay que hacer lo correcto y le pido a Dios que me
ilumine para encontrarlo, pues Él nos da la forma para encontrar la dicha y
la calma.

A mamá me costó muchos años entenderla y otros más, perdonarla; batallé


mucho para recuperar mi dignidad y sé también que Dios no te manda
algo con lo que no puedas. En este diplomado reafirmé muchas creencias,
aprendí mucha humildad, pero, sobre todo, me siento apoyada por mujeres y
descubrí mi potencial. Mi maestra Paty Basave es un ser humano en pro de la
lucha por la espiritualidad, a quien agradezco su tiempo, su dedicación y su
tolerancia en este grupo. Un sueño que empieza a ser realidad es que por fin
soy yo realmente, logré conocerme a mí misma, perdonarme mis fallas, ahora
superarme es el reto más grande de mi vida. Ser feliz es ser agradecida con lo
que la vida me da.

“Así es la vida de caprichosa, a veces negra, a veces color ROSA, así es la vida”.

Hoy, cuando veo a mi madre enferma de Alzheimer me aguanto las ganas de


llorar, quisiera ayudarla pero no puedo, sólo me queda alegrarle un poco la
vida cuando me toca cuidarla. Te amo, mamá.

Hoy sé que papá tenía trastorno bipolar, así que lo perdono. Gracias, papá, por
darme la vida.

Gracias, abuela. Gracias, tía, por mantenerme en la vida.

El mayor milagro es estar vivos y sanos mis siete hermanos y yo. Solté las
cadenas, pero los fantasmas seguían ahí. Al fin descubrí el camino para
adueñarme de mí.

88 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Amanecer
por Orquídea

En la oscuridad de la noche los pensamientos invaden mi mente, no sé si cada


día lo vivo al máximo y de la mejor manera. Trato de crecer y de ver dentro
de la oscuridad en la que los seres humanos nos mantenemos por ignorancia o
por miedo, mientras pasamos por calles oscuras o callejones sin salida, noches
eternas en las que no amanece; pero finalmente siempre hay una luz, una luz
al final de la calle o del túnel, como dirían muchos. Tal vez sólo era como
un eclipse que se pone tan negro y, sin embargo, dura unos segundos. Hoy,
a mis 40 años, pude ver que no importa qué tan negra sea la noche, siempre
hay un amanecer, siempre llega la luz, la luz de Dios que pone a personas que
alumbran tu camino, que te abrirán una puerta, que te darán su mano, que
abrirán su corazón sin importar tu condición o tu religión.

Es por eso que me gustaría relatar algo de mi vida, de mis noches oscuras y
de mis días soleados, esperando que este relato sea para ti un poquito de luz y
te des cuenta de que no importa qué tan oscura sea tu noche, ya que siempre
amanece.

Antes que nada quiero decirles que en mi vida hubo una persona que la marcó,
y gracias a ella hoy en día puedo disfrutar de mi soledad: mi abuela, una
mujer con mucha fuerza, de mucha lucha, muy educada. Ella vivía sola en
Montemorelos, N.L., mi madre me llevaba de visita a su casa y a mí me gustaba
quedarme a dormir pues me sentía muy querida. En su casa había un gran patio
con árboles frutales y yo me daba gusto comiendo de toda la variedad, además
me encantaba el café calientito con los deliciosos tamalitos recalentados...
¡qué días aquellos! en los que mi abuela me decía: “Hijita, saca los zapatos y
límpialos”, y yo encarrerada lo hacía, luego le decía que ya estaban listos y
acomodaditos pues quería complacerla y ella, para entretenerme, me volvía a
poner la misma tarea: sacarlos y volverlos a limpiar, pero no importaba, pues
para mí era un placer atender a mi abuelita. Creo que mi madre me enseñó a

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 89


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

amarla de una manera especial ya que, cuando falleció, lloré como nunca en
mi vida.

Vengo de un trío de adultos desorientados y con una sexualidad muy libre,


podría echarme un volado a ver de cuál de esos dos hombres soy hija. Esto
marcó mi vida, ya que la paternidad siempre fue confusa, lo traté y lo llevé a
terapia y no fue hasta que llegué a Gestalt que me di cuenta que lo maravilloso
de este trío es que estoy aquí, en la tierra y no importa de cuál de los dos
provengo, tal vez soy tan privilegiada que hasta dos papás tuve. Bueno, de esta
odisea nace una niña pelona y con una sonrisa hermosa, así creo que conquisté
a mis hermanos ya que fui adorada por todos ellos y la consentida de mi
hermano mayor. Ya más grandecita recuerdo que era muy linda, delgadita
y con mucho carisma y totalmente coqueta, pues me gustaba siempre andar
a la moda; tengo memoria de una fiesta que me organizaron con un gran
pastel con figura de elefante, yo con un lindo vestido y mi pelo de cazuela.
Me acuerdo que jugaba con mis amigos del barrio y me encantaba salir en las
asambleas, también que mi maestro de primero de primaria, el profe Adán, tan
bello y alto, se acostaba sobre el escritorio y nos enseñaba la manzana de Adán
y la movía, mientras todo los niños del salón nos trastornábamos porque el
acto era como ir al circo sin pagar boleto.

En tercero de primaria me cambiaron de escuela, y me fue difícil al principio


porque era volver a hacerme de amigos, sin embargo, me adapté rápido. Nunca
fui buena estudiante, me aburría estudiar, un día llegó una maestra a mi salón
y preguntaron si alguien sabía hacer algo porque era el cumpleaños de la
directora y pa’ pronto que levanto la mano, ¡yo, yo sé cantar! y para cuando
acordé, ya estaba en la asamblea cante y cante y todos los alumnos aplaudiendo.
Por primera vez me sentí importante y como pez en el agua, ¡cosa de niños,
porque ni cantar sabía!

A mi padre le encantaba llevarnos al río mientras él se perdía en el alcohol,


supongo que no siempre fue así, ya que mi madre hablaba bien de él; la verdad,
a mí no me importaba, para mí era lo máximo estar en el agua, sintiéndome

90 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

una pescadora o tal vez una excursionista o ¿por qué no?, una conquistadora
del lugar, pues siempre soñé con vivir una vida diferente a la que tenía. Esto,
porque me la pasé entre el alcohol de mi padre y la llegada de mi hermano
que tenía hiperactividad y dislexia y no sé qué más. Mi madre estaba siempre
perdida entre médicos y psicólogos, además de que los dos siempre trabajaron,
así que me crié sola o con las muchachas.

Era tan tremenda que me gustaba jugar más con niños que con niñas, pues
si una ya no quería jugar las demás la seguían y en cambio los niños no, se
salía uno y seguían jugando todos los demás. No puedo recordar bien cómo
uno de mis familiares se masturbaba con mis piernas, no puedo recordar, sólo
sé que yo sentía que él me quería y era su manera de demostrar amor para
mi persona. En algún momento de mi vida lo traté en terapia pues pensé que
eso afectó en algo la manera de relacionarme con una pareja, pero para mi
sorpresa no fue así, ya que siempre pensé que él me demostraba su cariño, así
que no sufrí y ¡jamás le guardé rencor!

Llegué a secundaría algo pasadita de peso, lo cual me dio inseguridad pues


en plena adolescencia quería verme linda, pero aún así me la pasé súper de
todos modos, aunque calladita, calladita, me peleé en dos ocasiones pues
me buscaban pleito y yo no me sé rajar, eso decía (entre risas). Como buena
adolescente bien loca sólo hice primero de secundaria pues no quería estudiar,
ni porque mi hermano me regalaría un coche si terminaba los tres años de
secundaria. Yo le dije cuando me lo propuso: “Para qué, si no sé manejar”. A
final de cuentas, mi madre me obligó a hacer dos años de secretariado, del que
sólo aprendí a fumar, andar en tacones y a comportarme en sociedad.

De mis hermanos puedo decir que Francisco, el mayor, fue quien hizo la
función de padre y al que amo profundamente ya que me dio tanto amor y
maravillosos momentos, me cumplía mis caprichos y me hacía sentir la reina
del universo, siempre con mil detalles y dándome una seguridad de la cual
yo carecía; de mi hermana Dolores, a la que adoro y que aún sigue a mi lado,

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

la veo siempre al pie del cañón sosteniéndome y sin dejarme caer. Gracias
hermana, te amo.

Mis hermanos andaban metidos en su música, pero presentes cuando se podía:


Gil, si llegaba a casa con sus múltiples conquistas, me las presentaba para
ver si yo estaba de acuerdo; entre cabritos y mujeres me hizo tía de medio
Monterrey. Gordo y Yeyo eran mis rivales, pues peleábamos por la atención
de mi madre, guerra tonta que me llevó a querer suicidarme en tres ocasiones,
pues le decía a Dios, ¿por qué que me mandaste a este hogar?, ya sabes, como
toda niña novelera.

Y llegó el matrimonio: Una vez conocí a un chavo del cual me enamoré,


más bien es que él estaba muy guapo, ¡noviazgo difícil! él guapo y su familia
disfuncional. Para no perder la costumbre, rompimos en varias ocasiones pues
su familia no me aceptaba, pero la atracción fue más grande, por lo tanto,
las caricias y los arrumacos se hicieron más profundos y pues, hablé con mi
madre y ella nos pidió quenos dejáramos o nos casáramos, ¡imagínate! apenas
empezaba lo bueno, ¿cómo iba a perderlo?, así que nos casamos sin pensar y
sin un peso, y ahí comenzó la peregrinación.

Entre mis hermanos y su familia nos hicieron el bodorrio y ni hablar, rentamos


una casa que mis hermanos amueblaron, era como si nos hubiéramos sacado
la lotería; mi madre me regaló una lavadora para que su niña no sufriera,
ya que no sabía lavar, pero para mi sorpresa tenía un agujero, mismo que
arregló la mamá de mi ex con un chicle. La primera noche de casados él me
dijo: “¿Qué, encargamos a la cigüeña?” Y yo sin pensar le dije que sí, y pues
adelante, llegó la cigüeña y nació mi primera princesa.

Vivíamos siempre al ras del suelo con el dinero, con la ayuda de mi hermana
y mi cuñado; después pensé ¿cómo dejar a mi princesa sin compañía?, así que
le pedí a la cigüeña una niña pelona y hermosa y me escuchó, porque llegó
la chiquita, con grandes ojos y maravillosa sonrisa. Mi joven marido estaba
siempre trabajando, todo pintaba que estaba muy enamorado de mí, así que

92 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

vivíamos bien, con escasez pero felices. Poco después él decide comprar una
casa a crédito y nos mudamos, pensé que sería algo maravilloso, aunque no
estaba de acuerdo con deberle al banco pues vivíamos al día, pero me dejé
llevar y no puse objeción. ¿Casa? era un cascarón, todo en obra gris, por lo
que decidí poner un negocio de hamburguesas y obtener más ingresos, y fue
un éxito, pero con dos niñas era muy pesado, ya que él trabajaba todo el día,
yo también, estábamos cansados y eran muchos pleitos por todo.

En realidad nunca nos entendimos realmente, pero sólo nos teníamos el uno
al otro ya que nos mudamos muy lejos de las respectivas familias. Yo vendía
hamburguesas y hasta cruces pa’ los muertos (pobrecitos, porque de tantos
piquetes que me di, seguro ni descansar los dejé). Mil cosas vendí durante ese
matrimonio y ya en la casa, en plena dieta de mi chiquita, quedé embarazada
de mi último hijo; me asusté y lloré durante una semana, pues no tendría qué
darle, qué ponerle, ya que cada día nos iba peor, pero mi madre me dio fuerza y
pues seguí adelante. Así llegó mi príncipe y apareció lleno de regalos como si
ya lo estuvieran esperando, así que no batallé para vestirlo. Mis miedos como
quiera seguían creciendo así como mi histeria pues tenía tres hijos pequeños,
muy poco dinero y un marido siempre ausente, aunque reconozco que por
las noches era un maravilloso padre, ya que él se levantaba a atender bebés y
nunca ponía objeción. Recuerdo que hasta chocó porque se quedó dormido, el
pobre trabajaba mucho y dormía poco; yo lloraba y decía que la espalda me
ardía y él me complacía.

Gradualmente fuimos perdiendo nuestra relación de pareja, yo me la pasaba


añorando lo que pudo haber sido con algún otro galán, y él evadiéndome a
través de su trabajo, aunque creo que no sólo con el trabajo porque, por un
tiempo, ya no volteó a verme, y menos a tocarme.

Así fue como en esa casa fui muy infeliz, además que era colonia nueva y tenía
mucho miedo ya que todos los días pasaba una tragedia diferente por ahí.
Tal vez por eso jamás nos esforzamos en pagar la casa puntualmente y nos
llegaron mil requerimientos de que la perderíamos; él decía que no pasaba

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

nada y yo no aguanté mucho ya. Finalmente, un día decidí salirme de ahí, así
fue como llegué a la quinta de mi hermana (claro, ella siempre detrás de mí)
en la falda del Cerro de la Silla. Pasé un año maravilloso, el cual, al parecer,
nos unió como familia ya que no había distracciones, con poco dinero pero
juntos y sin deudas, hasta que él consiguió una casa de Infonavit con la ayuda
de su familia, ya que todos cooperaron para que diera el enganche, porque
disfuncional o no, ellos son muy unidos.

De esa manera nos cambiamos a lo que sería por primera vez nuestro hogar.
Pensé que las cosas ahora sí irían bien, pero para mi sorpresa, se fueron a
pique ya que él tenía más cerca que nunca a su familia y se inmiscuían mucho.
Nunca supe por qué no me aceptaron y hasta una desgreñada me tocó, seguro
no era lo que ellos esperaban para él, y así cada día nos fuimos separando. Yo
hablé a una institución para que nos dieran terapia pues sentía que no estaba
educando bien a mis hijos y que mi matrimonio se esfumaba; lo invité pero
dijo que la loca era yo, así que no fue, pero mis hijos y yo sí tomamos terapia
durante un año por separado y en familia.

Así fue como nos amaneció. Desafortunadamente él seguía siendo el mismo


de siempre, por lo tanto, ya ante mis ojos no era agradable ni había nada que
admirar; yo fui quien cambió y él no entendía por qué ya no quería seguir con
él. Duramos un año separados, viviendo en la misma casa, lo que lo hizo un
infierno, yo metida en Internet y él persiguiéndome y celándome. ¡Qué risa!
de una máquina me celaba, la verdad es que en ella había gente maravillosa
que me alentaba a vivir, de la cual aún tengo un grupo de amistades hermosas.
Gracias, amigos de Internet, los amo. Me armé de valor y le pedí a mi esposo
que se fuera de la casa, y así lo hizo.

¿Soltería maravillosa?... pues no. Al principio me costó muchísimo aceptarla,


porque te venden la idea del príncipe azul y de que si besas al sapo se convierte
en príncipe. Yo lo besé y lo besé y jamás dejó de ser sapo, ¿por qué? Durante
todo un año me pregunté por qué no logré que mi matrimonio funcionara
sino que fracasara. Pensaba que nadie me querría con tres hijos y pues él se

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TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

encargó de decirme, mientras estábamos casados, que sin él yo no sería nada,


que los demás me querían por las cosas que yo hacía por ellos, no por amor;
que mi familia no me quería pues no me pelaban. No obstante que ahora puedo
ver que sólo eran sus propios demonios o mi falta de luz, en esos momentos
me sentí más sola que nunca.

Me invitaban galanes a salir, pero ¿cómo podría estar con otros hombres si
ni divorciada estaba?, además era gorda. Tenía mi autoestima en el piso. A mi
vida llegó un amigo que me levantó del suelo donde me dejó mi matrimonio:
él me hizo ver que todas las mujeres somos bellas y tenemos mucho que dar,
que no importa si estás gorda o si ya no estás como a los 18 años. Me decía
que todas las mujeres somos bellas por el simple hecho de ser mujeres y me
resucitó, sacó mi lado femenino que tenía dormido. Gracias, gordito, por tu
amor incondicional. Así empecé a vivir mi soltería y a darme cuenta cada día
de que podía lograr todo lo que me propusiera. Viajé y conocí muchísima
gente, me divertí y hasta me compré un coche con la ayuda de mi hermana (la
Barbie). Gracias, amiga, por darme esa oportunidad. Del mismo modo empezó
la sociedad a criticar mi manera de vivir, a castigarme desde sus ideas erróneas
o sus culturas o religiones mal informadas. Ahora sé que son personas que
tienen su manera de vivir y así les funciona a ellas; incluso les agradezco a
todas, pues lo que no te mata te hace más fuerte. ¡Ah! y me llegó el amor, el
amor maduro, ¡qué rico y cómo se disfruta!; entonces surgió en mi vida un
volcán maravilloso con un hombre encantador, pero al igual que yo, separado
y con una vida complicada.

Cuando lo vi por primera vez supe que marcaría mi existencia, y sí, él vino a
enseñarme lo que espero y deseo de un hombre: cómo se trata a una mujer,
lo maravilloso que es vivir una sexualidad en plenitud, pero también a saber
decidir lo que no quería para mi vida y, aunque estaba tan enamorada, pude
cortar y madurar. ¡Qué rico poder decidir a plena conciencia lo mejor para mí!
Gracias, corazón.

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Amistad: El mejor amanecer

Tengo el privilegio de contar con gente maravillosa, me han dejado cosas muy
valiosas al igual que sabores muy amargos, pero todas, hasta la persona más
pasajera en este viaje, me enseñó algo. Aprendí que los seres humanos hablan
desde sus miedos y sus demonios, al igual que desde su corazón.

Por un lado están aquellas amigas que sacan lo mejor de sí para hacerte ver
que la vida es bella y que existe algo mejor, una vida llena de amor y buenos
momentos, además de grandes logros. ¡Ah! pero también están las amigas que
no se atreven y te llenan de miedos e inseguridades, que critican cada paso
que das.

La amistad entre un hombre y una mujer ¡claro que se puede dar! Cuento con
grandes amigos del sexo opuesto, con los cuales fui tejiendo una relación a
través de mi vida. Apareció luego mi amor cibernético al que aún no conozco
en persona. Increíble porque aunque no lo crean, al día de hoy no he podido
verle la cara a este ser maravilloso; Chuchito, te amo, mi flaco de oro. El papá
de mis hijos actuó como tal ya que cuando nos separamos me mandó dinero
para iniciar un pequeño negocio. Le agradezco a Nata, quien me acercó a Dios:
ellos, como muchos más que entrelazamos nuestras vidas noche a noche en el
mundo web, nos dimos cuenta de que no hay fronteras para la amistad y que
el mundo está lleno de personas solitarias pero también solidarias. Gracias a
Dios jamás me topé con gente desagradable, ahí conocí a mi hermana la flaca,
otra mujer que me abrió las puertas de su corazón, guerrera incansable de la
que estoy muy orgullosa, a ella sí tengo el placer de conocerla, pues viajé a
Cancún para asistir a su boda.

Mi grupito de los jueves, “chicas de hoy, tururú, tururú”, ¡oh, no! ésas eran de
los martes y entraba yo de colada. El grupo de los jueves es algo excepcional,
fue idea de una mujer con mucha tenacidad y un gran corazón: “Panita”, pues
fue ella empezó esta gran odisea, donde nos formamos de niña a mujer, llenas
de miedos e inseguridades nos fuimos cobijando una a la otra, tomadas de la

96 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

mano, cada jueves que nos reuníamos fuimos creciendo, al principio llenas
de miedos. Nos acompañamos en la aventura de la vida: cumpleaños, bodas,
bautizos, calenturas y resfriados de nuestros hijos, de todo hemos vivido;
como buenas féminas nos hemos dado hasta con la tina, ya que nos aventamos
nuestras buenas riñas. Claro, siempre anteponiendo el amor que nos tenemos,
amor que ha cruzado fronteras pues algunas ya viven en otro país, sin embargo,
aún a la distancia, cada jueves nuestro corazón esta ahí con el grupo.

Podría seguir y seguir escribiendo mil y una situaciones de mi vida, pero si


estoy aquí es porque me aferré a mi sueño, el que durante muchas noches
me desveló y es justamente esto: el poder dejar plasmado en la escritura
un pedazo de luz. Gracias a Madya llegué a Tejedoras, diplomado que la
licenciada Patricia Basave nos hizo el honor de impartir, para que mujeres
como yo tuviéramos la oportunidad de vivir un nuevo amanecer.

Lo más importante en mi vida: mis hijos, pues a pesar de tantas adversidades y


tantas carencias, dentro de una familia disfuncional, aun así, ellos han logrado
ser personas muy interesantes y llenas de recursos, pues les cuento que mi
hija la mayor posee una voz excelente, además de una afinación nata, la cual la
ha llevado a trabajar en bandas aquí, en Monterrey, además de estar luchando
por un lugar dentro del medio musical, junto a mis sobrinos, los cuales están
llenos de talento y de éxitos.

Marcela, una grandiosa corredora, seleccionada nacional, sin importar que no


tuviéramos los medios se abrió camino y logró colarse en lo mejor de México.
Niña con una capacidad increíble para la comunicación, además de ser una
gran líder, pues ella no se complica la vida; creo que maduró muy pequeña y
no dudo que llegará muy lejos.

Fernando, el chiquillo a quien yo no sabía ni cómo lo vestiría, me enseñó que


nada ni nadie puede truncar sus sueños y sus anhelos, ya que desde pequeño
soñó con llegar a Europa y gracias a su tenacidad y a sus habilidades es que
consiguió llegar a Alemania a su corta edad (16 ) desde hace dos años. Anita,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 97


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

maestra de patinaje artístico, creyó en él y así empezó su camino, el cual lo


llevaría hasta ahí a pesar de su corta experiencia, ya que se necesitan años
de práctica y aprendizaje para llegar a ese nivel y ellos lo lograron en poco
tiempo, y lo que aún les falta, lo conseguirán con el tiempo. Gracias por el
gran apoyo, a la familia del patinaje.

No se crean que soy muy fregona, sólo es que en mi familia se da el talento,


ya que cuento con una muy extensa ‘tribu’, todos ellos muy talentosos e
inteligentes. Esto lo escribo para que se den cuanta de que no hay límites,
nosotros somos nuestra propia limitación, todos tenemos un inmenso talento,
sólo hay que explotarlo.

He tratado de educar y apoyar a mis hijos en lo que más les gusta, aún sigo
con algunos miedos y no he logrado dominar del todo a mis demonios, pero
gracias a Tejedoras por esta grandiosa oportunidad que me dan y por cumplir
mi sueño de escribir.

98 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Aprendiendo a volar
por Paloma triste

Nací en un pueblito del Valle de Texas, un 22 de enero de 1938. Era una noche
fría, como la casa en que nací carente de un padre, porque unos meses antes
de que yo naciera lo habían matado y mi mamá se fue “para el otro lado” a
trabajar.

Toda mi niñez la pasé en Texas, y con todo y sus dificultades tuve una niñez
muy linda. Recuerdo las casas de madera y sus yardas muy verdes con sus
rosales. Fui muy feliz de niña a pesar de que le ayudaba a mi mamá en los
quehaceres de la casa, por eso no me dieron la oportunidad de ir a la escuela;
en ese momento era más importante el trabajo en la casa.

En el año de 1945 mi mamá se casó y a mí se me vino más trabajo: llegaron los


niños y menos me dejaban estudiar, porque entonces nada más los hombres
podían hacerlo; apenas iba entrando en mi adolescencia durante los años
cincuentas, cuando tuve que trabajar en la labor, porque en ese tiempo mi
padrastro no aportaba nada de dinero a la casa y yo tenía que ayudar.

Tenía sólo 12 años cuando me hice cargo de la familia, trabajaba duro en la


pizca de algodón, tomate y zanahoria, en el desmonte y haciendo leña. Al
poco tiempo, como en el año de 1953, nos vinimos a México. Llegamos a
Reynosa y estuvimos ahí como dos años. Recuerdo que me llamaba la atención
ver a unas vecinas que se juntaban para hacer acolchados, chorizo, tamales de
queso y bordados.

Yo fui a ayudarlas para poder aprender esos oficios. Cuando a mi papá se le


terminó el trabajo nos vinimos a Monterrey. Y entonces a mí ya no me dejaban
trabajar para que no saliera a la calle, porque decía papá que aquí en México
no era igual que en “el otro lado”, que aquí la mujer debía estar en la casa y
hacer lo que le corresponde a su sexo, y así pasó el tiempo.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 99


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

De Reynosa nos vinimos a Monterrey, porque a mi papá adoptivo le ofrecieron


trabajo en una jarciería y así comenzó una nueva etapa para la familia. Nos
fuimos a trabajar en un desmonte y yo nuevamente entré a picar rama y a
buscar raíces para poder rajar leña y manojearla.

En ese tiempo cumplí los 15 años y fueron los días más tristes que pasé, pues
mamá estaba en el hospital a consecuencia de un aborto y yo me quedé con
mi vestido listo, el que me iba a poner en la misa de 15 años; ese vestido me
lo había regalado una señora de Reynosa que trabajaba en la zona roja. Yo le
hacía fundas y sábanas bordadas, y con mis bordados ayudaba a la economía
de la casa. Pero mi padrastro se enfermó, nos vinimos a Monterrey, y yo
comencé a trabajar como costurera en una fábrica que estaba en Escobedo y
Washington. Después me emplearon en “Almacenes Elena” en Juárez, entre
Hidalgo y Ocampo.

En ese tiempo me enfermé de la vista porque para quitarme el polvo de la


mezclilla, me metía a la regadera. Eso me afectó pues tenía los ojos muy
calientes y fui a dar al hospital como un mes, ¡ya parecía que perdía la vista!
Estuve muy mal en el hospital, y aunque ahí me gustó la enfermería, mi papá
de crianza no quiso que estudiara eso. Decía que una señora no podía estar
viendo cuerpos desnudos, y me mandaron a estudiar “corte” a la Alameda, ahí
había una Academia. En ese tiempo vivíamos en la calle Jalisco, en la colonia
Independencia, muy cerca del Santuario de la Virgen de Guadalupe. Comencé
a combinar el trabajo con servir a la Iglesia y me gustaba convivir con los
niños a los que yo les daba catecismo.

Así estuve hasta que me mandaron a Matehuala con una tía, porque yo no
comía bien y ya estaba muy delgada. Lo que pasaba es que en ese tiempo tenía
mucho trabajo y mi mamá me golpeaba mucho, me levantaba a las tres de la
madrugada a lavar nixtamal, para enseguida irme al molino. Para las seis de la
mañana ya estaba la masa toreada, los frijoles en la lumbre, el desayuno listo
y los lonches preparados, luego le seguía con la limpieza, preparar la comida,

100 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

lavar, planchar, atender a mis hermanitos, que eran cuatro (dos mujeres y dos
hombres) ... así que con todo ese ajetreo me sentía muy cansada.

Y me mandan con esa tía a Matehuala, ella no tenía niños, nada más eran ella
y su esposo. Me atendían y consentían, sabían que a mí me gustaba mucho el
queso y la leche de cabra y me lo daban; no me dejaban que hiciera nada de
trabajos domésticos, pues mi tía tenía mujeres que le hacían todo el trabajo de
la casa. Lo único yo que hacía era traer el pan y el mandado del mercado, y ahí
fue donde conocí a mi futuro esposo, era un muchacho muy atento, que todas
las mañanas estaba en la esquina y siempre decía: “¿La ayudo con la bolsa?”.

Bueno, yo pensaba: “Así se ha de acostumbrar aquí”, y cada que íbamos mi


prima y yo al mercado, siempre estaba cerca para ayudar. Así fue pasando el
tiempo, hasta que fueron por mí y me trajeron otra vez a Monterrey. Pasaron
los meses y un día salí a comprar leche al “tendajo” de la esquina y sentí un
golpe, un tirón de trenzas y me subieron a una patrulla dos policías. Uno de
ellos era el muchacho de Matehuala y el otro su compañero, y me llevaron
a depositar con una señora que era familiar del muchacho. Y ya él se pasa a
avisar a mi casa para que no tengan pendiente, que él me tenía con una tía
mientras venían sus padres a arreglar las cosas con los míos y así pasó una
semana y mi mamá le avisó a mi papá que se encontraba en “el otro lado”
trabajando. Y cuando llegó, fue con la señora con la que yo estaba y me dijo:
“¿Te quieres casar o nos vamos para la casa?”, y yo contesté: “Me voy para la
casa”.

Pero yo estaba intacta, no me había pasado nada. Después viene su mamá y


habla con mis papás y hacen un acuerdo de que primero me casaran por el civil,
luego por la iglesia. El 4 de agosto de 1957 por el civil y el 4 de octubre por la
Iglesia. Ese día me enfermé a la hora que me pusieron el lazo, sentí una cosa
tan pesada y sentí que había sido el error más grande de mi vida. Pero, ¿qué
podía hacer?, en ese tiempo los padres mandaban y una obedecía. Terminé el
día con temperatura y dolor de cabeza. Después nos fuimos a vivir a casa de
mis papás, y mi esposo siguió trabajando de policía hasta que nació mi primera

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 101


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

niña; llegó su mamá y le dijo que no le gustaba su empleo de policía, así que
venía por él para que se fuera a Tamaulipas a trabajar, para que ahí le dieran
una carta y pudiera irse de bracero al “otro lado”.

Y que se va y me deja recién aliviada de mi bebé, todavía en cama y sin dinero,


ni un peso. Me sentía como un perrito perdido, ni qué hacer, sin poder trabajar;
me iba con una madrina, al pasito porque no podía caminar, para que me diera
tantito jabón para los pañales, porque entonces no había desechables y tenía
que lavarlos. En mi casa no decía que no tenía dinero, me daba pena, hasta
tuve que pedir limosna. Me salía con mi bebé y no venía hasta que se hacía de
noche. Llegó mi suegra de Tamaulipas y pensé: “Viene a traerme dinero” y
nada, traía la ropa para que yo se la lavara. Mi madre se dio cuenta por lo que
estaba pasando y ya no me dejó que saliera de la casa.

Al mes vino mi esposo, como si nada, no preguntó: “Oye, ¿cómo la pasaste


sin dinero?”, no explicó nada, y como ya no tenía trabajo, le dijo su mamá:
“Vámonos para el rancho”. Ese día que llegó mi esposo se bautizó a mi beba
y al otro día nos fuimos a vivir al rancho. No teníamos dónde vivir, así que
estaba con mis suegros en su casa y la pasaba muy mal.

En ese tiempo las nueras no tenían ni voz ni voto, eran las suegras las que
te decían qué era lo que se hacía en la casa y la comida que se tenía que
preparar. Comencé a pasarla muy mal porque no me gustaba la comida que
hacían con chile y masa, eran otras las costumbres, nada que ver conmigo; el
agua tampoco la tomaba, porque era de un estanque y estaba sucia. Tomaba
aguamiel de maguey que me regalaba un primo de mi esposo, que para que
tuviera leche para la beba.

Y cuando tenía hambre, me convertía en zorrillo: me iba a donde ponían las


gallinas, me comía los huevos crudos; a los nopales los picaba y les ponía sal
y así me los comía, para que no supieran que no me gustaba la comida. Tenía
muchos problemas con mis cuñadas pues eran muy intrigosas, y además mi
esposo me golpeaba, yo no sabía ni porqué. Todo le molestaba, y pobre de mí

102 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

que preguntara ¿por qué me pegas?, porque más me golpeaba con la mano
empuñada.

Así pasé el tiempo en ese rancho, viendo que la niña se me enfermaba y yo no


tenía dinero para el médico. Le cocía puras plantas medicinales que había en
el monte y un día fue una tía a verme, le pedí 50 pesos prestados para venirme
a Monterrey y comencé a pensar cómo decir que me iba. Le pedí permiso a
mi esposo para venir a ver a mi mamá, ya él lo consultó con su papá y dijo
mi suegro que sí, y me vine y yo pensando: “Jamás regreso”. Y cuál sería mi
sorpresa al llegar y darme cuenta de que ya mi mamá no vivía en esa casa.
Una vecina me notificó que se habían cambiado para la Artillero, eran como
las dos de la tarde de un día muy lluvioso, y me lancé a la Artillero, sin saber
la dirección. Y pensé: “Voy a la escuela de mis hermanitos”, tenían que estar
ahí. Y pregunté por esas niñas, con tan buena suerte que estaban en ese turno.
Esperé a que terminara la clase para irme con ellas a casa.

Cuando llegué con mi mamá, me esperaba otra sorpresa. Papá ya no estaba


con ella, se había ido con una vecina, por eso mamá se cambió de casa y se puso
a trabajar. Luego como a las dos semanas llegó mi esposo preguntando por mí,
y como otra persona le dio la dirección pudo localizarme. Entonces él comenzó
a trabajar en la obra, de albañil, porque yo ya no quise regresar al rancho.
Así estuvimos unos meses hasta que vinieron unos cuñados y nuevamente lo
invitaron a Matamoros a la pizca de algodón y me pregunta: “Mary, ¿tú sabes
pizcar?”, como le contesté que sí, me dice: “Sabes, ¿qué tal si dejamos a la beba
con tu mamá y nos vamos a Matamoros a trabajar?”. Le hice caso, pero cuando
estábamos en Matamoros me di cuenta que estaba nuevamente esperando
otro bebé, pues como me lo ponía a cargar en la cintura, me molestaba pizcar
algodón, así que me puse muy mal y no comía nada más que chile.

Terminó la pizca y nos regresamos a Monterrey, ya aquí se fue mi esposo y


yo me quedo con mamá. Estaba yo tan bruta que todo se me hacía normal. Al
poco tiempo me escribe la primera carta y me manda dinero. Y me dice: “Te
mando dinero para que lo ahorres, no quiero que los gastes en comida para

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 103


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

los perros de tus hermanos y tu madre, que no querrán trabajar si saben que
tienes dólares”; pues yo muy ofendida no le agarré ni un peso, todo el dinero
que llegaba lo guardaba.

¡Habráse visto, yo pasando hambres y con el dinero ahorrado para que no


se enojara conmigo! Total, nace mi segundo bebé: fue hombre, pero nació
prematuro y desnutrido y al poco tiempo murió. Estaba sola, sin dinero y mi
mamá se hizo cargo de los gastos, pero yo ya estaba esperando otro bebé; mi
esposo nada más venía por unos meses y se volvía a ir; así que siempre estaba
sola y sin dinero. Nace mi tercera beba, lo bueno era que estaba con mamá
y ella se hacía cargo de los gastos de toda la familia. Viene mi esposo y le
digo que busque casa, que ya es tiempo de que mis hijos tengan dónde jugar.
Rentamos una casita y trabajó un tiempo aquí, para después irse nuevamente
al otro lado a trabajar, dejándome ahora con dos bebas y esperando otro bebé.
Esta vez le pidió a su hermano que se quedara con nosotros, para que no me
quedara sola. Pidió crédito en una tienda para que me dieran despensa, pero
como no mandaba dinero me retiraron el crédito. Le mandé una carta para
que supiera que no tenía dinero ni crédito y me mandó decir que me fuera con
él a donde estaba trabajando, en Mirland, Texas.

Lo que él quería era que el bebé naciera en Texas pero yo no quise: en ese
tiempo ya comenzaba a rebelarme. Pensé: “Lo que quiere es que le arregle la
residencia”, ya su familia lo había aconsejado, pero no discutí ni nada, sólo le
dije que me venía para México porque no quería que mi bebé naciera en otro
país y como yo estaba en la última semana de embarazo mi esposo me decía:
“Tengo miedo de que te pase algo malo en el camino”, pero me armé de valor y
me vine. Cuando llegué a Monterrey, traía dinero porque yo también trabajé,
así embarazada, en un tractor, cambiando tuberías de riego. Entonces renté
un cuartito junto a mi mamá y a los dos días que llegué, nació mi cuarto bebé,
fue un niño muy sano y gordito.

A los dos meses llegó mi esposo para que nos fuéramos a su rancho, que
está a un lado de Matehuala en San Luis Potosí, que porque había mandado

104 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

dinero para que su mamá le comprara un ganado de chivas y además le había


comprado la casa a su papá, para poner una tienda de abarrotes. Así que
nuevamente llegamos al rancho, pero tuvimos la desagradable sorpresa de que
no había nada de ganado de chivas ni tienda, sólo estaba la casa aunque sin
ningún arreglo, ah, pero como habían sido sus papás los que habían agarrado
el dinero, pues todo estaba bien para él, ni quién dijera nada.

Pusimos una tienda chiquita porque no había mucho dinero; al poco tiempo
quebramos y nos vinimos otra vez a Monterrey. Trabajó un tiempo, y ahí va
otra vez a Matamoros, para variar, yo que quedé en ascuas, sólo con tres kilos
de nixtamal para tortillas y veinte centavos. Cocinaba con leña porque todos
los muebles se quedaron en el rancho. Puse un anuncio de que se vendían
tortillas y se torteaban magazas y recibí muy buena respuesta de las vecinas,
vendí mis tortillas e hice tortillas ajenas, y luego comencé a comprar lotes
de fruta y en la puerta de la casa puse unas cajas como mesas para vender
la fruta a 5 y a 10 centavos, y así me la pasé, entre la fruta y la venta de
tortillas. Cuando vino mi esposo, yo ya tenía una frutería bien surtida y ya
había pagado dos meses de renta. Llegó sin dinero y todo sucio, de vuelta
comenzó a trabajar en la obra de albañil, yo continué con mi frutería pero él
decía que no le pagaban y... ¡otra vez me embarazó!

Cuando tenía como seis meses, tuve dolores y sangrado, mamá me llevó a la
Cruz Roja y me recetaron medicamentos y reposo, cuando regresé le dije a
Aurelio: “No puedo atender el negocio porque estoy mal” y me contesta: “A
mí qué me dices, si no soy médico”. Comencé a estar mal un 3 de mayo, me fui
al hospital un 23 de mayo, y cuando estaba haciendo fila para sacar ficha me
desmayé. Me auxiliaron muy rápido, pero cuando recobré el conocimiento ya
estaba en la sala de recuperación y me dijo el médico que mi bebé había muerto,
que por eso yo tenía mucha fiebre y sangrado negro, que si no tenía marido.
Le dije que sí, pero que no quiso hacerme caso cuando fui la primera vez. Me
rasparon, y estuve en observación para que no fuera a tener complicaciones.
Cuando mi esposo fue a verme le dieron una buena regañada por desobligado;
y cuando yo regresé a mi casa ya no tenía frutería, se echó todo a perder,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 105


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

además mi esposo ya no tenía trabajo porque tuvo que cuidar a los niños.
Después consiguió un empleo como repartidor en una tortillería, duró varios
años trabajando pero volvió a perderlo por su mal carácter.

Un día viene su mamá y le dijo que yo le había dado a mi mamá el dinero que
le había dejado para el gasto. Como respondí: “Qué mentirosa”, me empezó
a dar puñetazos en todo mi cuerpo; mi niña más grande tenía siete años,
salió corriendo y pidiendo que viniera la policía porque a su mamá le estaban
pegando y se me perdió toda la noche; yo y las vecinas salimos por toda la
colonia Niño Artillero y la encontramos en la plaza de la colonia Hidalgo. Al
otro día me fui a los juzgados de lo Familiar a preguntar qué derechos tenía
la mujer en el matrimonio y me dieron un manual, pero cuando llegué aquí
estaba mi esposo enojado porque no pedí permiso para salir y como le contesté,
dijo que me estaba haciendo muy “hocicona”, y que mejor nos regresábamos
al rancho, pero como no me quise ir, dijo que él si se iba. Le junté toda su ropa
y le hablé fuerte y sin miedo. Se salió y al rato llegó con carne para cenar y
según él, todos contentos.

Un día le dije que estaban vendiendo terrenos, que si comprábamos uno y no


quiso porque él tenía su casa; ya no le dije nada pero yo comencé a vender
Avon, ropa, perfumes, dulces, y como él trabajaba todo el día, tenía tiempo y
aparté un terreno, lo pagué en abonos. A mi suegra sí le dije porque yo tenía
que ir a las juntas y le comenté que era una sorpresa para que no dijera nada,
hasta cuando ya la colonia estaba toda fincada, le pedí que fuera a ver si había
un terreno, que estaba muy bonito y le dice mi suegra: “Pues vamos para ver
si conseguimos un traspaso” y nos fuimos. Mi suegra le iba diciendo por cuál
calle se fuera y le señala: “Mira, ese terreno dice familia Díaz Rodríguez, como
ustedes”, y al fin le explica: “María lo compró a escondidas para no pelear”.

Pero... siempre hay un “pero”. En esos días Aurelio sufrió un accidente,


quedando traumatizado de todo su cuerpo, y comenzó un calvario para mí
porque ya tenía cinco niños de kínder y primaria, y ahora había que compartir
el tiempo entre el hospital y el trabajo, y para complicar aún más las cosas, a los

106 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

cuatro meses del accidente se me quema el niño más chico con el café caliente
y también queda en el mismo Hospital de Zona: uno en el piso de trauma y
el niño, en el de los quemados. Comienzo a hacer tandas y a pedir prestado
y pude hacer dos cuartos sin piso ni puertas y así me fui a vivir porque no
podía pagar renta ni terreno. Así enyesado estuvo un año y cuando regresa al
trabajo lo despiden, porque no da el rendimiento que se necesitaba.

Con el dinero que le dieron de retiro compró un carro para podernos mover
y comenzamos de comerciantes. Ingresamos a un sindicato de comerciantes
de la CTM para poder tener un permiso y comenzamos con un carrito de
tacos y después con dos, y el Secretario General veía que yo me involucraba
mucho defendiendo a los compañeros que estaban junto a nosotros. Un día en
una junta me nombran Delegada de la Federación y comienzo a asistir a los
consejos, me dicen que tengo que venir también los domingos a participar en
el grupo juvenil, porque en ese grupo nos capacitaban en el sindicalismo, leyes
laborales, civiles y penales. Y comienza la bronca en mi casa porque tenía todo
el día ocupado; madrugaba para preparar lo que vendíamos, atendía el trabajo
de la casa, las comisiones en Gobierno o el Municipio; así pasaba mi tiempo,
muy ajetreada, pero ahora sí ya podía entender que lo que había vivido era un
abuso y un sometimiento, que me había pasado de pendeja y bruta por querer
ser una esposa y madre buena y honrada. Ahora que participaba en política
y en poder ayudar a los demás con sus problemas, mi esposo me insultaba
diciéndome que era una puta, según él alegaba que yo hacía lo que se me
daba la gana. Yo le decía, “Pues tú serás el padrote, porque andas conmigo”,
comencé otra vez a sufrir golpes y pleitos porque quería que me saliera de
todo eso, pero no lo consiguió.

En mi colonia también se estableció una junta de vecinos y me nombraron


Presidenta de mi comunidad. Comencé a tramitar el pavimento, el gas, una
escuela y un kínder. Batallé como cuatro años para hacer la escuela porque
era muy chico el terreno y le dije a mi esposo: “Necesito que me ayudes como
Presidente de padres de familia para hacer más grande el grupo”. Entonces
participamos muy duro en la campaña de Pedro Zorrilla Martínez, para que

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 107


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

nos apoyara y poder hacer la escuela, y luego con Don Alfonso (Martínez
Domínguez), pusimos el gas; y así he tenido que participar en otras colonias de
mi comunidad. He sido Presidenta de colonos, Presidenta femenil, Presidenta
de padres de familia, Juez Auxiliar durante 15 años y actualmente soy
Presidenta seccional y coordinadora de un grupo de la tercera edad. De esta
manera yo fui creciendo y cambiando, y al fin pude tener voz y voto dentro de
mi hogar, y ya no dejar que mi marido me golpeara. Mis hijos y yo le exigimos
que si no se componía, se fuera de la casa, y afortunadamente se compuso.

Ahora mi esposo está enfermo, ha cambiado mucho, me apoya en todo y ya


no pido permiso para salir. Por eso espero que a las lectoras que lean estas
historias, les sirva para que no permitan que les pisoteen su dignidad, para
que platiquen y dialoguen con sus parejas, pues siempre hay que tratar de
negociar, pero si sigue el problema, es mejor la separación por el bien de todos,
también de los hijos.

Actualmente tengo cinco hijos casados, dos hombres y tres mujeres, y una hija
soltera. Tengo 11 nietos de mis hijos, cinco profesionales y un judicial porque
no quiso estudiar, pero a todos mis hijos los adoro. Por tal motivo siempre me
comparo con una paloma, porque siempre hacía lo imposible para llevarles
comida a mis palomitos, pero era una paloma con las alas rotas... Hoy me
siento libre y capaz de volar, como esas palomas que surcan el cielo en busca
de algo mejor.

Le doy las gracias al Instituto Estatal de las Mujeres y a la licenciada María


Elena Chapa, a la licenciada Leticia Hernández Escamilla y a Patricia Basave
Benítez, Maestra en Desarrollo Humano. Gracias por este diplomado y por
darnos a través de él la oportunidad de superarnos, y gracias a mis compañeras
por haberlas conocido, las quiero como unas hermanas.

108 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Bajo la tormenta
por Halcón Peregrino

Fui la séptima de ocho hermanos y mi nacimiento trajo más pena que gloria.
Mamá no habló de su embarazo hasta que ya no lo pudo ocultar. Imagino que
debió ser difícil para mi madre callar algo tan trascendental, pero me pregunto:
¿Hasta qué grado fue doloroso para mí ese silencio, si yo estaba dentro de
ella? Incluso sé que pasaron meses para que mi hermana mayor le volviera a
hablar, ya que la familia pasaba por una situación económica difícil. Vivíamos
en un cuarto de vecindad dividido a la mitad para que cupiéramos dos familias.
La mía se componía en ese momento de 10 miembros: mis hermanos, papá,
mamá, una tía y yo.

Papá se asombró cuando yo llegué a este mundo, ya que nací con un lunar
idéntico y en el mismo lugar que él, en fin, me convertí en su “Burbujita”,
como algunas veces me llamó.

Cuando evoco recuerdos viene a mi memoria una madre sumamente limpia,


ordenada, que por todo lloraba, enferma constantemente y que le tenía un
gran miedo a papá; nunca salía ni a la puerta, su única amiga era mi tía
(hermana de papá), y las dos le daban rienda suelta a las mismas pláticas y
siempre exageraban las versiones. El caso fue que, al darme cuenta de los
efectos que esto causaba, me hizo decidir nunca resolver los problemas que se
me presentaran con llantos, enfermedades ficticias y mentiras.

De papá recuerdo que siempre se iba enojado a trabajar. La rutina era la


misma: se levantaba a las cinco de la mañana, se metía a bañar, después gritaba
y maldecía, y por último se iba dando un gran portazo, hasta entonces (6:30
am) los demás salíamos de entre las sábanas, ¡claro que nadie estaba dormido
en aquella casa! (ahora de tres cuartos).

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 109


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Los arrebatos de mi padre se presentaban a diario, ya tenía yo 10 años cuando


determiné que en mi propia casa nunca habría este tipo de desarmonías (¡no
imaginaba lo que la vida me tenía reservado!), y comencé a orar para que esto
se realizara algún día. Aún guardaba una gran esperanza: papá y mamá no
serían los mejores maestros, pero estaban mis hermanos mayores ya recibidos,
una de maestra y otro contador, ellos serían los líderes y guías y de ellos
tomaría ejemplo a seguir, pero no fue así.

Al poco tiempo, se casó mi hermana y la violencia de la que fue objeto me hizo


decidir que nunca me casaría, sólo buscaría un hombre mayor que me amara
mucho y me protegiera. Mi hermano abandonó la casa paterna para ir a los
Estados Unidos; como mis otros hermanos no representaban una autoridad
para mí, cuando los mayores se fueron yo sentí que había caído en la nada.

Fue entonces cuando me di cuenta de que no tenía más que a mí misma, así que
determiné que estudiaría una carrera, no sabía cuál pero eso no era problema;
yo tenía fe en mí misma. Contaba con una gran retentiva y muchas ganas de
hacerlo y mi meta era proveer a mi madre de lo necesario, además esto me
daría independencia y seguridad. Por mero accidente, conocí el Aula Magna
de la Preparatoria 1 de la UANL, “Allí estudiaría yo pronto”, pensaba, ¡qué
gran anhelo y sentimiento de libertad me daban estos pensamientos!

Cuando informé a mi madre de mis deseos, ella me dijo categórica: “Yo mando y
si me equivoco vuelvo a mandar. No estudiarás la secundaria, irás directamente
al colegio para secretarias”. Esto fue más de lo que pude soportar, mi sistema
glandular en pleno desarrollo se resintió ante la depresión en la que caí, mi
tiroides enloqueció... Y yo tenía sólo 12 años.

Bueno, los años siguientes pasarían entre brumas, iba de la alegría al dolor,
de la inquietud al letargo, de adelgazar a engordar. La solución: clínicas
psiquiátricas, pues hasta cinco años después se supo lo que causaba los
desórdenes en mi comportamiento. Fue cuando él apareció: tenía yo 17 y él
era 20 años mayor, pero me enamoré, aunque entre él y yo no podía haber una

110 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

relación formal, mas ¿cómo dejarlo?... él me protegía y constantemente decía


que me amaba. Me llevó a conocer el mar, me atendió con los mejores médicos
y cuando por fin fui operada y me recuperé, me embaracé.

Esto le dio vuelta a la historia (al menos eso pensé), pues en el momento que
supe que un ser latía dentro de mis entrañas decidí que tenía que cambiar mi
vida, sin embargo, su nacimiento fue traumático; mi hijo nació con la tráquea
endeble, podía perderlo, me enfrenté a un serio problema del cual tenía que
salir sola. En aquellos días mientras él luchaba por su vida yo maduraba
como mujer, aunque había el dinero para atenderlo, estaba sola. A mis 21 años
enfrentaba la situación más difícil de mi vida.

Los temores fueron apoderándose de mí al grado de no dar cabida a la solución


más apropiada ante la magnitud del problema que enfrentaba con mi hijo,
pensé en que lo mejor era no amarlo, no apegarme a él (gran error) pues
creía que en cualquier momento lo podía perder. Definitivamente no estaba
preparada para una realidad tan cruel y tan impactante, y las consecuencias
no se dejaron esperar.

Mi bebé de tan sólo siete meses, resintió mi rechazo y lloraba, pero yo me


sentía fuera de mí, me desconocía, mas esto no impedía que lo golpeara. Un
día, mi bebé vino corriendo hacia mí en el andador y me golpeó fuertemente en
el tobillo. Fuera de control, tomé el andador y con todas mis fuerzas lo aventé
y justo en el momento que lo solté pensé que mi hijo se iba a matar, pues el
artefacto con el niño se estrelló contra la pared... Se había perdido la mujer
que algún día había pensado y orado porque en su casa no hubiera desarmonía
alguna, ni violencia, ¡¿qué me impulsó a llevar a cabo tal atrocidad?! No lo
sé, pero lo que describiré en seguida, marcó mi vida para siempre: Algo muy
fuerte me sacudió el alma, el andador dio vueltas con mi criatura dentro y
vino a quedar nuevamente en medio de la habitación, entonces el bebé volteó
a verme con una mirada que nunca olvidaré, y me dijo: “¿Por qué?”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 111


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Fue un momento totalmente sobrenatural, era imposible lo que estaba


sucediendo. No sé, o más bien sí lo sé. Cuando aprendí a orar a los 10 años
ante la desarmonía y el caos que se generaba en mi casa paterna —no sólo
creo por creer—, estoy plenamente convencida de que Dios, en nuestro
primer encuentro en aquel entonces, escuchó mi plegaria; aunque parezca
paradójico, no lo es, ya que lo que resultó de toda esta tormenta en mi vida,
repercutió en algo maravilloso. Caí de rodillas, abracé a mi niño y le prometí
que buscaría ayuda. Yo había visitado ya una iglesia cristiana, pero ésta me
quedaba muy lejos, en las afueras de Monterrey, así es que emprendí mi propia
búsqueda de Dios y lo encontré, no en una iglesia (aunque éstas me han sido
luego de gran ayuda y enseñanza) sino en la intimidad de mi recámara, y ese
encuentro fue el principio de acontecimientos maravillosos que fueron a la
vez reprimidos ante la persona que yo amaba, ya que no los podía compartir
cuando él nos visitaba, pues debido a la situación legal en que vivíamos él no
deseaba ninguna confrontación con su conciencia. Sin embargo, dentro de mí
se avivaba cada día más un amor distinto, que se convirtió en pasión al paso de
los años: mi relación con Dios, y esto dio por terminada nuestra relación. Mi
hijo tenía ya cuatro años de edad.

Contaba yo con 27 años cuando me casé con un buen hombre cuyo mundo y
metas eran tan diferentes a las mías, tanto, que nuestra relación culminó en
un divorcio 13 años después. De este tiempo guardo diversas experiencias,
la mejor, haber conocido a mi suegra, detalles tan hermosos de amor y
protección guardo de esta mujer, así como de los hijos del primer matrimonio
de mi marido, preciosos muchachos, entonces unos adolescentes, con un gran
corazón (hasta hoy por fortuna, la amistad con todos ellos está abierta).

A partir de las experiencias que conviví con esta familia política, comenzaron
a presentarse algunos cambios significativos dentro de mí: la tormenta estaba
pasando, conocí la diferencia de clases sociales, y lo que más llamó mi atención
fue el valor y el esmero tan grande que le daban a sus hijos, yo solamente
lo había visto en libros. Supe que la gente tiene una identidad que debe

112 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

presentarse, que podía pensar y opinar diferente, que esto era válido. Esta
etapa para mí concluyó en paz.

Se vislumbra el sol en el horizonte

Después de la experiencia sobrenatural que había tenido con mi hijo, para


mí no hubo nada más importante que Dios, y aunque como lo dije antes, me
casé años después, Dios seguía siendo el centro de todo, además de lo que los
líderes dijeran, que se convirtió en ley para mí. Al contar con 40 años, me
divorcié y me convertí en obrera de tiempo completo, de ese tiempo tengo los
mejores recuerdos, aunque lo que yo consideraba era ley para mí (lo dicho por
los líderes) no era la única ni la correcta manera de agradar a Dios.

Comprendí que Dios siempre entiende a los corazones y lo que realmente


anhelamos alcanzar y lo que deseamos dar. Aprendí que el perdón no es un
sentimiento, perdonar no es olvidar sino una decisión y que a través de este
acto, libero a las personas que tengo atadas en mis sentimientos y emociones,
las dejo libres y lo mejor de todo, yo soy libre; que aunque no olvide los
tremendos acontecimientos que me sacudieron, ya no me dolerán y más aún,
puedo transformarlos en experiencia para ayudar a otros.

He llegado a comprender lo que es el amor incondicional, el camino a


la santidad, Dios me lo enseñó de esta manera: “Si tú me buscas me vas a
encontrar, si me encuentras me vas a conocer, si me conoces me vas a amar y
si me amas, me vas a obedecer; si me obedeces estarás sirviendo a otros, así se
cumple mi palabra: amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, alma y mente
y a tu prójimo como a ti mismo, eso es santidad”...Mi búsqueda de Dios sigue
hasta el día de hoy y sus enseñanzas no han menguado, pero esta relación tan
estrecha que nació entre Él y yo no fue comprendida del todo por la gente que
me rodeaba, esto trajo grandes heridas de traición a mi corazón, no entiendo
cómo líderes espirituales pueden hacer tanto daño, mentían, buscaban lo
suyo y muy pronto se olvidaban del gran compañerismo que teníamos para

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 113


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

convertirse en jueces y verdugos, pero también conocí otros tan grandemente


puros e inocentes, unos más íntegros y fieles.

Mientras todo esto sucedía, en el año 1995, me llevaron para hacerme cargo
de un programa de evangelización en los lechos del Arroyo del Obispo y
éste lo dio por terminado meses después la iglesia, mas algo maravilloso se
realizó: entre los niños que atendía y yo había nacido una gran identificación
y me pidieron volver, en esta ocasión no solamente ellos sino sus mamás, e
iniciamos allí ya por cuenta propia, asesorías educativas y servicio de comidas.
Debido a un incendio en el 2005, ellos fueron trasladados a García, N.L. y se
formó la Colonia Renacimiento, hasta allá vamos cada tercer día, y ya hemos
fundado una Asociación Civil que ha sido apoyada en su mayoría por gente
católica, con quienes he formado un gran lazo de compañerismo.

Lunes y miércoles los destinamos a darles asesoría escolar a los niños,


estimulándolos y motivándolos con premios, paseos y meriendas para que
continúen sus estudios, la meta es que al menos un porcentaje de los 240
asistentes al programa llegue a ser profesionista, pues hasta ahora lo más que
han estudiado es la secundaria.

Cada viernes nos acompañan 100 mujeres y sus hijos, ellas reciben clases de
valores, material para manualidades y cena para su familia; los niños reciben
también conjuntamente clases de valores y reciben allí su merienda. No está
de más el manifestar el gran amor que nos une y que es esencial para nosotros,
el equipo formado por cinco personas de tiempo completo, pues la meta es,
precisamente, sembrar una semilla de amor en esos corazones, así como
tratar en lo posible de equilibrar el abandono emocional en que todos ellos se
encuentran para que así nazca la dignidad en cada uno de ellos.

¿Qué cómo formé la Asociación Civil y la iglesia que presido?, ¿cómo llegan las
ayudas y los premios que nos hemos ganado a nivel nacional?, ¿cómo personas
de diferente credo han llegado a apoyarnos incondicionalmente?, sólo puedo
decir que guiada por esa fortaleza sobrenatural del Espíritu Santo.

114 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Al poco tiempo de estar enfrascada en estas actividades me enteré del diplomado


Tejedoras de historias, al cual puedo asegurar también que fui guiada por la
misma fuerza espiritual. Recuerdo el día de la presentación de los collages (me
asusté, lo confieso): hacía tanto tiempo que no salía del ambiente de la iglesia
que realmente las cosas que allí compartieron cada una de mis compañeras
me confrontó de forma impactante con mi vida. La mayoría habló de sus hijos,
esposos, cocinas, pasatiempos, otras de pérdidas dolorosas. El asunto era que
para mí, hasta ese momento la vida había sido otra: mi familia era la iglesia y
los niños, ya que tengo muchos hijos espirituales, mi casa siempre está llena de
gente sirviendo a otros y además algunos de ellos viven en ella. Mi casa no es
mía, sino que está al servicio de los demás, mi familia son todos ellos.

Mi hijo está felizmente casado y vive en su propia casa; mi madre, a la que


tuve el privilegio de cuidar por dos años, ya sanó y volvió con mi papá. En fin,
que al salir ese día después de la presentación del collage, le llamé a mi hijo y
le pregunté: “¿Qué clase de mujer crees que soy yo realmente?, me interesa
tanto tu opinión”, él se rió y me dijo: “Única, como cada una de las mujeres del
diplomado”. Como yo hablaba de desistir, él me instó a continuar diciéndome
que me enriquecería grandemente al llevar este curso de desarrollo humano,
y así fue.

Recuerdo muy bien que en una de las dinámicas nos preguntaron cuál era la
frase que más recordábamos en nuestra niñez, quién nos la decía, qué sentíamos
y cuántos años teníamos, ahí comprendí cuánto influye una madre en la vida de
un niño. Posteriormente, conforme nos fueron llevando a confrontarnos con
tanto de nuestro pasado, no sólo me llevó a perdonar a mi mamá sino a pedirle
perdón a mi hijo. En el ejercicio de “Guerrera, Hechicera”, me di cuenta de que
lo había ejecutado en mi vida, pero hasta ese momento entendí los pasos que
había dado y esto me dio un sentimiento de seguridad. Otra de mis grandes
experiencias fue cuando abordamos el tema de la herida sexual, eso me hizo
entenderme a mí misma. La franqueza de mis compañeras al compartir
sus propias experiencias inundó mi ser de asombro y gratitud de compartir
con ellas y me sentí también agradecida de formar parte de ese ambiente

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 115


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

de confianza entre personas que sólo nos veíamos una vez por semana, dos
horas, para escuchar a Paty, nuestra maestra. Es muy enriquecedor para mis
sentimientos y emociones, y casi increíble, sin exagerar, lo que estas sesiones
lograron en mi vida. He de enfatizar que después del diplomado nada ha sido
igual, y me atrevo a opinar que para ninguna de las que por allí pasamos lo
será.

A través del tiempo me han llamado a dar conferencias sobre sanidad interior
y todo lo aprendido en este curso, lo puse en práctica; he estado en diferentes
ciudades, mas deseo mencionar los dos desayunos en Chihuahua y en Ciudad
Juárez exclusivos para mujeres. El entendernos a nosotras mismas nos
lleva a una dimensión más grande en la fe, y esto gracias a la provisión de
herramientas que nos fueron otorgadas gratuitamente en este curso.

Ahora comparto no sólo el perdonar sino pedir perdón y sobre todo, algo
muy importante: el perdonarnos a nosotras mismas. El interiorizar en mi
humanidad y no solamente en mi fe, me ha llevado a un crecimiento que me
hace sentir no nada más satisfecha, sino plena. Mi gratitud más sincera para
quienes apoyaron este programa. Aquí hay una mujer que no volverá a ser
la misma, pues la llevaron a interiorizar dentro de sí misma, a perdonarse,
entenderse y tirar todo lo que le sobraba.

En orden de agradecimientos primero quiero darlo a Dios por escuchar


mis plegarias y presentarme el camino correcto que yo debía tomar. A la
licenciada María Elena Chapa, a Patricia Basave y a todas mis compañeras por
el apoyo y el cariño incondicional que me otorgaron: mis oraciones estarán
constantemente delante de Dios por sus vidas y porque las siga encaminando
como a mí, en el sendero correcto de su vida.

He comprendido que no sólo yo he vivido bajo una tormenta, existen muchas


mujeres más y es por eso que, en retribución por lo que se me ha regalado,

116 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

prometo dar de gracia lo que de gracia he recibido. Y así, uniéndonos como


una red, crear un nuevo horizonte donde muchas otras peregrinas encuentren
reposo.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 117


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

El paradigma de una mujer


por Gardenia

Después de varios noviazgos fallidos, después de innumerables frustraciones


amorosas, creyendo que era lo único en la vida de una mujer y ya con 34 años
de edad, sucedió... Yo era muy regular en mi ciclo menstrual y ese mes no me
bajó, inmediatamente fui a hacerme la prueba de embarazo y resultó positiva.
¿Cómo explicar lo que sentí? No hay descripción para el gozo tremendo que
invadió todo mi ser. Yo, sin esperanzas de que en mí se concibiera un nueva
vida, ahí estaba, formando dentro de mí un hijo, pero, ¿qué le iba a decir a mi
mamá? siempre había tenido una buena comunicación con ella, ¡bueno! eso
creía yo.

Lo que pasaba era que tenía miedo, sí, le tenía miedo a su reacción, ¿por
qué? porque para ella yo siempre había sido la hija “ejemplar”, la que no se
trasnochaba, la que obedecía sus mandatos, la que se cuidaba del “qué dirán”,
la que la acompañaba a la iglesia siempre, la que no podía ni debía “cometer
pecado”. Y ¿qué fue lo que hice? Cometí el error de no decirle. En lugar de
afrontar la situación, me acobardé, sentí que le había fallado a ella, la que me
hizo compañía en mis momentos más tristes, la que me levantaba el ánimo
después de haber sufrido cualquier derrota, ya sea sentimental o profesional,
la que me enseñó a ser independiente para la vida, mas no de ella; mi amiga,
mi compañera en los innumerables viajes que hacíamos, cada vez que había
una oportunidad. ¡No! no tuve el valor de enfrentarla, esos días pasé por una
tremenda agonía y desesperación, mi reacción fue no decirle a nadie y dejé que
las cosas fueran sucediendo poco a poco.

Después de eso, me casé sin que lo supiera nadie de mi familia, excepto mi


cuñada. A ella le agradezco infinitamente, pues fue la que me hizo ver la
realidad de las cosas y, además, me apoyó incondicionalmente, ¡gracias, Sara!

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 119


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Antes de casarme, el padre de mi hija fue con mi madre a pedir su autorización


para casarnos y a decirle la fecha de la boda, que sería el fin de semana, pero
mi madre no quiso, pues faltaban los padres de él para hacerlo más formal.
Bueno, el padre de él ya había muerto y pues, con 34 años, él pensó que no los
necesitaba. Además, nos urgía, pues el embarazo lo iban a notar ¡En fin! sin o
con su permiso, me casé, no lo necesitaba. Después de eso ¿cómo me salía de la
casa sin que se diera cuenta? Créanlo o no, tenía miedo de enfrentarme a la vida
sola, ¡qué ironía! ¿verdad? Después comprendí que a lo que le tenía miedo era
a dejar la comodidad de mi casa, o sea, ¡le estaba dando más importancia a las
cosas materiales! Me tardé tres meses en salirme de la casa; para ese entonces
ya mi peso no era de 49 kilos, mi cintura, ya había pasado a ser de más de 60
centímetros. Y pues... se notó. Al darse cuenta mamá de mi engrosamiento,
me preguntó enojada y le respondí que sí, ¡estaba embarazada!, fue tal su enojo
que me asusté. Me encerré en mi cuarto y ella agarró el martillo, comenzó
a tumbar la puerta, me empujó y me corrió de la casa nada más con lo que
yo traía puesto. ¡Ah! Pero tenía que ir a trabajar, y así, maltratada y desecha
interiormente, lo hice, Y ¡oh, sorpresa! a las dos horas de haber llegado a
trabajar, me mandaron hablar ya que ahí estaban mis padres, le hablaron a mi
esposo, pues los dos trabajábamos en el mismo lugar y comenzó una serie de
insultos y amenazas para ambos. Aunque les mostré el acta de matrimonio no
se contentaron... se fueron como llegaron. Después de lo que sucedió, mi recién
estrenado marido decidió dejarme y yo, confusa, envuelta en una maraña de
sentimientos, me hice la fuerte y lo acepté.

Después de esto le hablé a mi cuñada, me aceptó en su casa y ahí viví por


dos meses hasta que me entregaron mi casa. Mi hermano me admitió así,
no sin antes preguntar si me había casado; yo pienso que estaba contento
por mi embarazo, pero después de que me fui a vivir sola a mi nueva casa, él
cambió conmigo. Del padre de mi hija ¿qué puedo decir?, simplemente darle
las gracias porque aportó lo esencial para que yo me convirtiera en madre.
¿Hubo amor? en su momento, de mi parte, sí. Fue como una descarga eléctrica
cuando lo conocí que removió todo mi ser, tanto, que me embaracé, ¿Qué por
qué lo digo? pues es que mi estomago creció de una manera inusual, o sea de

120 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

lado, en forma de pico; el bebé siempre estuvo sentado y no se podía voltear;


cuando me operaron, el doctor comentó algo sobre mi matriz: “el hecho es que
su matriz está acinturada en forma transversal y con miomas, era imposible
un embarazo así”, pero se dio y nació mi angelito; todos creían que iba a ser
un hombre, pero fue mujer, ¡qué hermosura! Cuando la vi, hice lo que todas las
mamás: lloré y me dije: “¡Valió la pena!”.

Ese día me fui en camión a la clínica porque no pasaban taxis, ¡lo que batallé
para subirme!, pues el vientre no me dejaba y el escalón del camión estaba muy
alto, el chofer sólo me miraba y miraba, hasta que un señor atrás de mí me
ayudó a subir; para colmo, iba tan emocionada que me bajé como un kilómetro
antes de llegar, pero eso no me importó, aunque a mi bebé sí, pues cada veinte
pasos que daba, el estómago se contraía. Poco después supe que esas eran las
contracciones. ¡Qué grande es nuestra madre naturaleza, que hace maravillas
con un nuevo ser!,¡qué hermosura de perfección!, ¡gracias, Dios!, ¡gracias a la
vida! por darme la oportunidad de estar aquí, en este momento, y de saber la
dicha que se siente el traer un nuevo ser a la vida.

A partir de ahí comenzó una nueva responsabilidad, ¡saber ser madre! Porque
una cosa es ser hija de familia, ser soltera, ser profesionista, y otra muy
distinta es SER MADRE, ¿Por qué? Pues para empezar, ¿cómo voy a educar
a mi hija?, ¿con los mismos patrones de conducta, que yo llevo?, ¿voy a seguir
las mismas reglas? Sin pensarlo mucho, lo que más le di a mi hija y le sigo
dando, es amor. Cada mañana que despierto la abrazo; no hay día en que no
nos estemos dando un abrazo. Otra de las cosas que aprendí, y le enseñé,
fue a pedir perdón y a saber perdonar, además de infundir en ella los valores
universales como a mí me los enseñaron mis padres. Pienso que el haber
tenido a mi hija a esta edad fue lo mejor, ya que si hubiera sido antes de los 34,
su educación hubiera sido muy diferente, pues yo no estaba emocionalmente
madura para enfrentar una situación como la que viví; aunque antes de este
episodio enfrenté muchas situaciones conflictivas en mi trabajo, en mi entorno
afectivo, en mi hogar y aunque sufrí enormemente, pude soportarlas y hasta
evadirlas para no encasillarme en la esfera del dolor y la frustración. Creo que

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 121


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

tuve la suficiente fuerza para no dejarme arrastrar por la exclusión que esta
sociedad le da a las mujeres.

Y hablando de exclusión, ¡qué difícil es ser pobre! (de bienes materiales, mas
no de espíritu) en este mundo que ve primero las cosas materiales que tu
espíritu, tu corazón, tu actitud ante la vida; y es todavía más difícil para una
mujer que quiere estudiar. Con penurias y todo hice mi carrera profesional. La
que me llevó de la mano y me inscribió en la escuela fue mi madre. Tenía 14
años de edad y recuerdo que llevaba puesto un vestido de color azul con blanco
a cuadros pequeños, que se abrochaba por la parte de atrás con botones y
unas bandas que al trenzarlas formaban un moño; lo recuerdo tan bien porque
las demás mujeres llevaban medias y yo calcetas; me sentí muy niña, pero
emocionada de estar en la escuela, de seguir la carrera profesional que a mí me
gustaba. Esta actitud de mi madre colapsó a mi padre, quien con gritos le dijo
que a ver cómo pagaba mis estudios; él quería que trabajara como doméstica o
en cualquier otra cosa, menos que siguiera estudiando, ya que yo era la menor
de cinco hermanos, él trabajaba de chofer y no le alcanzaba el sueldo para
mantenernos, pero esto no arredró a mi madre ni a mí y le puse todas mis
ganas para no defraudarlos.

Era tanto mi empeño que en lo único que pensaba era salir adelante en mis
estudios y así continué, sin poder comprar los libros para estudiar. Tenía que
pedirlos prestados o, si no, acudía a la biblioteca y ahí me ponía a estudiar.
Tampoco tenía para pagar la colegiatura y mamá se puso a hacer rifas y a
vender jugo de zanahoria para completar los pagos, al final rifó una batidora
que había comprado en abonos, para que yo terminara. A pesar de que fui la
hija que más quiso mi papá, según mis hermanos, me entristeció mucho en
aquel momento el que no quisiera que yo siguiera estudiando pero, de todas
maneras, terminé mis dos carreras profesionales. Después de que comencé a
trabajar, el que más orgulloso estaba de mí, era él.

Al trabajo tenía que ir con falda y además tenía que usar medias, eso era lo
más engorroso para mí, pues en esa época se comenzaba a usar el liguero

122 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

(prenda femenina para detener las medias) y las medias se rompían fácilmente,
había que estar comprando a cada rato y la situación económica no daba para
eso. Aparte de eso, mi trabajo era con niños, tenía que jugar con ellos y una
vez que estaba jugando a los encantados, iba corriendo tras una alumna y
se me atravesó un niño de primer grado; para no tumbarlo, brinqué y me
fui de rodillas y manos al suelo lleno de grava, así que ¿dónde quedaron las
medias? Entre lágrimas y risas, mis alumnas me levantaron y me curaron las
heridas, ¡Ah, qué hermoso fue mi trabajo!, con tanta pasión y entrega, tantos
recuerdos gratos, crecí junto con mis alumnos, intelectual y espiritualmente.
No negaré que tuve errores, pero fueron más los aciertos. Siempre quería estar
al día en cuanto la educación, pues me sentía como una esponja que estaba
absorbe y absorbe. Mi primer año laboral fue en un colegio y siento que ahí
me formé, pues tuve la dirección de unas hermosas maestras que me tuvieron
mucha paciencia, pues contaba con 17 años y la rebeldía propia de la edad,
pero comprendí que “la práctica hace al maestro”.

Cuando entré a trabajar a una escuela oficial empecé a sentir la presión,


pero no con mi profesión sino con las relaciones entre compañeros de labor,
especialmente las mujeres. Hubo una en especial que trató de destruir mi
reputación, curiosamente, no la laboral, sino la personal. Eso en su tiempo
me marcó tremendamente, dejé que me lastimara, tardé en recuperarme,
pero salí adelante. En ese tiempo cometí mi primer error sentimental: me
enamoré de quien no debía. A pesar de tener 22 años de edad, era demasiado
inocente en cuestiones amorosas y creí estar viviendo un cuento de hadas, pero
desafortunadamente en esta historia no hubo un final feliz sino solamente un
alma destrozada que se dejó ilusionar por palabras de amor, que creyó ver
en ese hombre al príncipe valeroso, fuerte, que podía enfrentar a cualquier
dragón que se le pusiera enfrente; resultó ser solamente un ser humano común
y corriente con virtudes y defectos (más defectos que virtudes) y no supo
afrontar las consecuencias de su pasión, no defendió ese amor y se acobardó
a la primera dificultad. Toda esa enseñanza que viví con él siendo su novia,
me dejó un sabor amargo y desde ese momento empecé a catalogar a todos
los hombres por su falta de valor al afrontar cualquier reto de la vida, y sobre

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 123


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

todo, capaces de abandonar a quien pudo haber sido su alma gemela. Pero
como la vida sigue, no me dejé caer, proseguí mi camino y seguí luchando, ¡sí!
tuve muchos noviazgos, equivocados porque después me arrepentía, debido
a que me daba cuenta de que la mira de estos hombres era el cuerpo y, sobre
todo, la vagina.

Después de 15 años que nació mi hija, y que me encontraba tranquila y en


paz en el terreno amoroso, apareció en mi vida un hombre cuatro años mayor
que yo y empezó a buscarme. Eso me intranquilizó y comenzó en mí una
serie de sentimientos encontrados, porque, primero, me oponía por no dar
un mal ejemplo a mi hija y, segundo, ¡yo ya tenía 50 años! Pero me conquistó,
me enamoré y empezó una relación con mucha pasión. ¡Nada qué ver para
nuestra edad!, parecíamos jóvenes de 20 años, con él conocí la explosión del
interior de una mujer, desenfrenada, placentera, pero todo este año y medio
de locura desmedida terminó, porque después de la tormenta viene la calma,
y sí vi en él cualidades de un hombre hogareño, pero a él le faltó ver en mí a
la mujer como persona con inquietudes, ideales, sentimientos profundos, con
convicciones, valores. En fin, qué lástima por todos aquellos que no buscan el
amor, el verdadero amor que está más allá de los límites del cuerpo, que está
en la esencia viva del alma, del espíritu de dos personas que, al encontrarse
verdaderamente, será como una explosión que inunda su ser y su corazón.
Por eso y más, hasta hoy no he encontrado a esa persona especial que llene mi
existencia, pero hace tiempo que terminé de buscar, pues mi actitud hacia la
vida cambió: mi existencia está completa y muchas veces me siento en total
paz y armonía.

Esa tranquilidad y paz las tenía cuando era pequeña, como de tres años. Hasta
los 12 me sentía amada por mis padres, arropada, protegida, sin que nadie
me hiciera daño, pues ahí estaban ellos para defenderme. Mi niñez fue alegre,
aunque con muchas carencias, pero eso no lo nota un niño hasta que empieza a
comparar, pero, aún así, había muchos juegos con mis hermanos. Soy la menor
de una familia de cinco, los que me anteceden son hombres, por lo tanto, mis
juegos eran muy riesgosos; ellos me contaron que a la edad de cuatro o cinco

124 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

años me metían en una llanta y la rodaban por la calle de lado a lado por donde
pasaban los carros, hasta que mi mamá los vio, los regañó y ya no tuve más ese
juego que a mí me encantaba. Subía a los árboles, sobre todo al que estaba en el
patio, era una morera que ya estaba ahí cuando yo nací, así que estaba enorme;
ahí nos refugiábamos de papá y mamá cuando hacíamos alguna travesura y
nos querían castigar, aunque varias veces nos alcanzaron.

Con quien más me divertía era con mi hermano el de en medio, él me lleva


seis años y como era demasiado travieso y arriesgado, no le temía a nada; era
mi héroe, pues inventaba juegos fenomenales, puso un columpio en el patio,
me paseaba en una bicicleta rentada en la Alameda y también en la carretilla
cuando íbamos a la granja de mi tío, allá en Las Escobas, de Los Lermas,
Guadalupe, N.L., ¡Ah, cómo nos divertíamos en ese lugar!, por ahí pasa el
río Santa Catarina y en ese tiempo sus aguas eran cristalinas y abundantes e
invitaban a nadar; ahí mi madre y nosotros recolectábamos berros con los que,
después de desinfectarlos, ella preparaba una ensalada riquísima. Estos paseos
a la granja se acabaron cuando falleció mi tío, yo tenía 10 años. Mi hermano
decidió terminar de jugar para ponerse a trabajar, a él siempre le tuve mucho
respeto.

Algo muy característico en nuestra familia es que nunca nos demostramos


cariño con abrazos o palabras tiernas. En las reuniones familiares, era muy
usual usar el sarcasmo, sobre todo de parte de mi hermana, con quien aún no
convivo y me lleva nueve años, pues para ella es más importante la lotería que
las relaciones familiares, tan es así que sus tres hijos son adictos al juego; pero
después de los usuales “cruces sarcásticos”, nos poníamos a jugar a la baraja.
No sé en qué momento cambió todo, pues de chicos compartíamos muchos
juegos, íbamos muy seguido a nadar, a paseos dominicales con nuestros
padres, y con mi madre no faltábamos todos los domingos a la terraza “Elsy”
a ver películas de artistas norteamericanos de los años 50 y 60, así como de
los artistas mexicanos de esa época. Mi madre era muy cariñosa conmigo y
mi padre también, pienso que porque fui la última y ellos ya eran mayores. De
los 12 años en adelante empecé a sentir la crítica de mis hermanos y la burla

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

que de mí hacían, me decían la piojosa, la prieta, la peluda, pero mi mamá me


decía que era por celos, que no les hiciera caso. Mi hermano, el que es tres
años mayor que yo, era el que más me celaba, siempre estaba al pendiente de
cuanta cosa hiciera yo para ir a contarle a mamá y que ella me regañara. Lo
que más me indignaba de este hermano era que inventaba cosas y le creían,
hasta la fecha, aún con ya casi 59 años, sigue con lo mismo y las repite y las
repite hasta que llega un momento en que él mismo se las cree.

En fin, mi adolescencia fue sin grandes cambios, aunque siempre quería estar
haciendo cosas. Cuando tenía 11 años ingresé a la Casa de la Asegurada, ahí
se daban clases de danza, teatro guiñol, costura, etcétera. Yo entré a danza
y a teatro guiñol, parece que íbamos tres veces a la semana y me encantaba;
una vez nos llevaron al Topo Chico y en la plaza principal dimos una función
de teatro guiñol, ¡qué emoción! Yo hice dos personajes: el payaso que daba la
introducción y la ratoncita, eso fue en el año de 1963. En las idas a las clases
de danza me pasó algo que me llenó de miedo. Iba con otras dos amigas, una de
10 y la otra de nueve años. Las clases eran en el segundo piso del mercado San
Pedro y estaban construyendo otra escalera, así que de curiosas nos fuimos
precisamente por ésa, y cuando estábamos golpeando para que nos abrieran
porque la puerta estaba cerrada, al querer bajarnos para ir por la otra escalera
nos encontramos con un hombre que tenía su pene de fuera y nos lo enseñaba.
Fue tal el susto que corrimos adentrándonos en la construcción, pues él nos
tapaba la única salida que había. Recorrimos el área que tenía varios locales
vacíos aún sin estrenar, pero desgraciadamente estaban cerrados y no nos
pudimos encerrar en alguno de ellos, así que nos fuimos arrinconando hasta
el final del pasillo y llenas de miedo empezamos a gritar con todas nuestras
fuerzas hasta que nos quedamos roncas. Así transcurrió el tiempo, no sé cuánto
fue, pero a nosotras se nos hizo una eternidad. Ya después me levanté, como
yo era la mayor me asomé a ver si ya se había ido y para nuestra alegría así
fue. Ahí cometimos nuestro primer error de niñas, prometimos no decírselo a
nuestros padres, porque si no, ya no nos iban a dejar ir a las clases de danza.
De todas maneras el ciclo escolar acabó y ya no fuimos más bien por miedo.
También sufrí tremendo susto en el cine cuando tenía como seis años y mi papá

126 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

me llevó al cine Rex a ver la película de la Cenicienta, me compró palomitas y


se quedó dormido; de pronto empecé a sentir que me rascaban en la parte de
atrás por debajo de la silla y volteé a ver: era un señor que estaba metiendo su
mano para agarrarme, desperté a mi papá y le dije que nos fuéramos.

Cuando ya era una persona adulta, en un momento en que charlábamos


todos acerca de nuestros recuerdos infantiles, yo les dije por todas las cosas
que había pasado, estaban sorprendidos de todo de lo que les platiqué y me
preguntaron el porqué no les decía y les dije que por miedo a que me fueran
a castigar más. Así como estos episodios fueron pasando otros a través de
los años, muchos de esos acosos los sufrí en el transporte público, y tonta de
mí, no decía nada por vergüenza de que pensaran mal de mí. Pienso que, así
como yo, muchos niños y niñas lo han sufrido, no es nuevo; ya de adulta, en
el trabajo también pasé por situaciones similares, aunque poco a poco empecé
a defenderme. ¡Tantos recuerdos!, de los malos o agradables, he aprendido a
quedarme con los buenos, los otros están guardados, pero no para estarme
torturando con ellos sino para tenerlos como referencia.

En uno de esos momentos de tranquilidad, cuando mi hija tenía dos años y mi


madre se encontraba en la casa, le pregunté el porqué de su actitud cuando se
dio cuenta de mi embarazo. Me contestó que le había dado mucho coraje y que
la perdonara; ese fue un momento de gloria para las dos, pues mutuamente
nos perdonamos. Por eso hoy me siento dichosa porque tengo el orgullo de
que, siempre que podía, platicaba con mis padres y empecé a comprenderlos
y a darme cuenta de que también ellos habían pasado por cosas difíciles y,
además, ¿a quién le enseñan a ser padre?

Sin embargo, aún hoy desgraciadamente, es fecha que no puedo comunicarme


con mis hermanos. Ellos, cuando me quiero poner a hablar para expresarles
lo que siento, me tildan de sentimentalista y cursi. Pero lo que quiero decirles
es que aún es tiempo de perdonar y perdonarse, que ya tiren esos sacos tan
grandes que traen cargando desde pequeños; que la vida es para disfrutarla,
no para estar amargado y lleno de rencor; que lo bueno perdura si uno quiere;

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 127


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

que la pérdida de nuestros padres, bajo circunstancias muy dolorosas, es algo


que tenemos que sobrellevar; que si tuvimos errores al momento de tomar
decisiones para con ellos es cierto, pero es de humanos errar, ellos ya están
en paz y hay que dejarlos descansar pues ya están en el sueño eterno. Sé que
es difícil perdonarse, yo tardé más de dos años en perdonarme porque no me
traje a mis padres a vivir conmigo, pero eso ya pasó y ahora estoy tranquila.
En la actualidad no sé qué pasó con mi hermano el mayor, que hoy tendría 67
años; mi otro hermano, el de las travesuras, no me quiere hablar, aunque ya
intenté comunicarme con él sin obtener respuesta, pues creo yo que todavía
está aferrado al pasado. Y eso no lo puedo arreglar, solamente voy a dejar
que las cosas fluyan y si ellos se acuerdan de su hermana la menor, pues aquí
estaré.

Durante mi infancia, adolescencia, juventud y ya adulta quise ser reconocida,


quise tener presencia en cualquier lugar en el que estaba, por eso es que
en mi juventud estuve en grupos de danza folklórica. En mi niñez quería
participar en todos los bailables que se organizaban en la escuela, mas por
falta de dinero no podía. Ya adulta, continué en los grupos de danza, ingresé
en la Universidad a la Facultad de Artes Escénicas, estudié inglés, jugaba en
los torneos de voleibol que se organizaban en las escuelas, organicé tablas
gimnásticas, participé en los concursos escolares, tuve grupos de danza y hace
dos años pertenecí a un club de liderazgo. En realidad no sé por qué ese afán
mío de sobresalir en todo, probablemente buscaba la aprobación de los demás,
o probablemente sea mi alegría por vivir.

Hoy, después de un año y cinco meses que empecé el diplomado bajo la


dirección de mi hermosa maestra Paty Basave, he vuelto a experimentar otra
transformación; si bajo la tutela de mi madre aprendí a valorar a una mujer,
ahora estoy más que convencida del valor tan grande que tenemos las mujeres
y he aprendido a tener más confianza en mí. Durante todo este proceso, he
visto de manera distinta a mis entrañables amigas, sí, las de mi barrio y a mis
amigas ex compañeras de trabajo que aún nos seguimos viendo, de quienes
he aprendido muchas cosas, y he tomado la sabiduría que tienen. Ellas me

128 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

descubren cada día, a su lado he crecido, he aprendido a ser más yo. Gracias
amigas, María Elena y Paty. Y gracias a ustedes, Martha, Bertha y Alma.
Ahora me he descubierto más a mí misma, estoy más serena, más tranquila.
He aprendido a poner límites, he aprendido a valorarme más, a descubrirme,
aunque todavía sigo en evolución. Como dice mi maestra Paty Basave, hay que
estar siempre en continuo crecimiento, pues este proceso no termina.

Quiero agradecer a mis padres, que en paz descansen, por haberme dado la
vida; a mis hermanos por ser mis amigos y compañeros de infancia.

Gracias, queridas compañeras y amigas del diplomado, por estar conmigo en


el proceso de cambio y por ayudarme a sanar mis heridas.

Gracias, querida Paty Basave.

Gracias al Instituto Estatal de las Mujeres.

A ti, hija, ¡gracias!

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 129


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

En pleno vuelo
por Azucena

Quiero dedicarle esta pequeña historia a mi familia y a los seres queridos que
tienen un lugar muy especial en mi corazón.

Cuando me invitaron a tomar este diplomado Tejedoras de historias me llamó


mucho la atención y aunque no sabía exactamente de qué se trataba, me gustó
la idea pues siempre es bueno aprender cosas nuevas para estar actualizada.
Así que me decidí y lo tomé y ¡oh, sorpresa! ¡cuánto he aprendido! Tengo
una sensación de bienestar, de seguridad y paz interna, porque ahora puedo
comprender mejor a los demás, me siento más sensible a las emociones que me
rodean y algo muy importante: me di cuenta que debo dedicar más tiempo a
mí misma, y este diplomado es una prueba de ello. Desde el inicio de éste nos
comentaron que teníamos que escribir la historia de nuestras vidas y pensé
¿qué voy a escribir si mi vida no es muy interesante?, y heme aquí.

Yo creo que nunca debemos menospreciarnos, todos somos seres individuales


e independientes y valemos por nosotras mismas. Y esto lo he reforzado
últimamente, gracias a la licenciada Paty Basave, quien ha sido una excelente
guía a lo largo de este diplomado. Muchísimas gracias, Paty, por todo lo que
nos has enseñado, haciéndonos ver en nuestro interior, encontrando cosas que
creíamos olvidadas, recuerdos hermosos y otros no tanto, los cuales he sabido
acomodar en su lugar.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 131


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

En pleno vuelo

Soy una mujer casada, tengo tres hijos varones, puedo decir que son mi mayor
tesoro, los amo, estoy sumamente orgullosa de ellos; actualmente estudian,
uno secundaria y dos, la universidad.

Mi esposo es un hombre al que amo profundamente y hemos compartido


23 años de nuestras vidas; algo que ha mantenido nuestra unión es el gran
amor y confianza que nos tenemos uno al otro, el apoyo que nos brindamos
en las buenas y en las malas ha sido nuestra fuerza, claro, también hemos
tenido altibajos como en todos los matrimonios y nos hemos dicho cosas de
las cuales después nos arrepentimos y hemos recapacitado juntos, porque no
es tan fácil mantener una relación color de rosa siempre y en todo momento,
eso es mentira, lo que sí les quiero compartir es que siempre hemos tomado
decisiones juntos en la educación de nuestros hijos, en las que los dos estamos
de acuerdo, nunca hacemos lo contrario a lo que uno u otra opina, y los dos
nos apoyamos haciendo que el respeto de nuestros hijos hacia nosotros sea
permanente.

Soy hija de un matrimonio que duró 29 años juntos hasta que mi padre falleció.
Actualmente vive mi madre, y somos seis hermanos: cuatro hombres y dos
mujeres, yo soy la quinta de esta familia, dicen que no hay quinto malo, y bueno,
¿quién sabe? Mi infancia y adolescencia la viví siempre en la misma casa, la
cual era de mi padre, desde que era soltero él ya vivía ahí. Esta casa estaba
dentro del mismo terreno de una granja avícola, pues mi papá se dedicaba a
eso y también a la ganadería. Los primeros años de casados él y mamá seguían
con la granja, después tuvieron una tienda de abarrotes y carnicería; recuerdo
que todos ayudábamos en las tareas tanto de la casa, como en la granja y la
carnicería.

Para ir a la escuela nos tenían que llevar en camioneta o tomar autobús ya


que quedaba algo retirada de donde vivíamos; por tal motivo casi no teníamos
amigas o amigos, nada más los de la escuela, porque al salir de ella ya nos

132 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

estaban esperando mamá o papá para regresar a la casa. En los alrededores de


la granja vivían pocas familias, así que no convivíamos mucho con otros niños,
entonces jugábamos entre nosotros. Mi hermana y yo casi siempre jugábamos
juegos de niños pues mis hermanos eran cuatro y nosotras dos: jugábamos
a las canicas, al trompo, a la cuerda, a los encantados, de vez en cuando a las
muñecas, cuando estábamos solas. Mi papá a veces nos contaba historias y
anécdotas de cómo vivió cuando era niño, nos platicaba que su familia había
sido una de las más ricas de Allende, Coahuila, y que su papá guardaba el
dinero en botes de lámina, desgraciadamente él quedó huérfano muy chico,
perdió a su madre al poco tiempo de nacido y a los siete años murió su papá,
así que se vino a Monterrey con una hermana mayor a estudiar y después a
trabajar.

Mi papá siempre fue de un carácter muy fuerte, era muy estricto y al hablar
siempre usaba un tono muy alto y parecía que estaba enojado, pero así era
su forma de ser; en realidad era bromista y alegre, realmente era muy bueno
con todas las personas, muy trabajador, siempre se levantaba muy temprano
y también nos levantaba a todos los demás, por supuesto. Mi mamá es de
carácter más tranquilo pero muy alegre, le encanta platicar con las personas
y conocerlas, mi papá y ella convivían mucho y les gustaban las fiestas. Una
vez me contó que cuando mis hermanos eran chiquitos los dormía como a las
seis de la tarde y la muchacha le ayudaba a cuidarlos para que mi papá y ella
pudieran salir al cine o a algún lado ya que para ella era muy pesado el trabajo
de la casa: cuidar a todos mis hermanos además de atender la carnicería,
pues mis primeros cuatro hermanos nada más se llevan 11 meses o un año
de diferencia, después de cinco años nací yo, y mi hermano el más chico, dos
años después.

Cuando mi hermano y yo estábamos chiquitos, hubo una enfermedad que


atacó a los pollitos y gallinas de todas las granjas y se murieron y eso trajo
por consecuencia una época muy difícil económicamente para mis padres; con
decirles que mis hermanos mayores sí tienen fotos de su primer año de vida
y nosotros dos, no. Gracias a Dios y con el esfuerzo de mis padres, volvimos

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 133


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

a salir adelante con el paso de los años. Sin embargo, la granja se perdió, mis
padres siguieron únicamente con la carnicería y compra-venta de animales.

Lo que recuerdo de mi infancia es que cuando estaba en el kínder, a mi no me


gustaba ir, yo quería ir a la escuela donde estaban mis hermanos, la primaria
quedaba a una cuadra, entonces un día me escapé y fui a dar al salón de mi
hermana que estaba en sexto grado, que por cierto por poco y me atropella
un camión de refrescos; después de esto mi mamá habló con el director de
la primaria y permitió que fuera como oyente a primer año y después me
aceptaron y me quedé. Me gustaba participar en todo: bailables, eventos,
deportes y en sexto grado estuve en la escolta. Cuando entré a secundaria
seguí participando en diversas actividades como poesía coral, estudiantina,
danza folklórica, deportes, concursos, etcétera. Me gustaba mucho estudiar y
siempre estaba en competencia con mis amigas para ver quién sacaba mejores
calificaciones, había una que siempre nos ganaba los primeros lugares, pero no
me daba envidia, al contrario, cuando no sabía algo le pedía que me ayudara.
Fueron épocas que recuerdo con mucho cariño y, gracias a Dios, todavía
conservo a algunas de mis amigas de entonces.

Cuando entré a preparatoria algunas compañeras de estudio continuamos


juntas, también fueron épocas muy hermosas pues era la edad de los 15 años
de la mayoría de mis amigas: fue cuando empezamos a ir a fiestas, bailes
y también celebramos los nuestros; hice nuevos amigos y amigas, tuve mi
primer novio, bueno dos o tres, pero nada serio. En ese entonces papá y mamá
trabajaban y a mí me gustaba acompañarlos. Le ayudaba a mamá en algunas
cosas, dos o tres horas y luego me iba a la preparatoria, ya que estaba en el
turno de la tarde. En ese mismo año de 1983 invitaron a mi mamá a trabajar
a una institución de asistencia social, como siempre iba con ella a todas partes
y me gustaba participar en todas las actividades, mi tiempo libre lo dedicaba
a eso, pasábamos mucho tiempo juntas, pues en ese entonces a mi hermana le
habían dado su plaza de educadora en San Luis Potosí y nada más venía los
fines de semana.

134 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

En estas actividades que realizaba conocí la necesidad de mucha gente y me


sentí útil y desde entonces me nació el gusto de ayudar a los demás, creo
que esto lo aprendí de mis padres, han sido un gran ejemplo para mí y para
mis hermanos. De hecho, después de esto he trabajado formalmente en dos
administraciones públicas municipales y, actualmente en la tercera, lo cual
agradezco mucho a las personas que me dieron esta oportunidad ya que
siento un orgullo muy grande porque esto deja una gran satisfacción que,
aunque una no pone los recursos, el aplicarlos de la mejor manera y dárselos
a las personas adecuadas nos hace sentir satisfechos y con una sensación de
bienestar.

Terminé la preparatoria y ¿qué creen? ¡mi novio me propuso matrimonio!


Cuando la acabé no me pude inscribir inmediatamente en la universidad,
entonces decidí tomar un curso de inglés y otro de computación, mientras se
llegaba la fecha para la universidad; y en ese lapso conocí a mi actual esposo y
nos hicimos novios, entonces yo seguía con mis cursos de inglés y computación
los cuales no terminé pues antes de que se llegara la fecha para la inscripción
de la universidad llegó primero la propuesta de matrimonio y ¡acepté!

Nuestro noviazgo duró 10 meses únicamente; él me había preguntado si


aceptaría casarme con él y yo le había dicho que sí, pero no habíamos fijado
fecha y antes de poner fecha para la boda, un día, llegó a mi casa y me dijo: “¡Ya
compré la estufa y el refrigerador!” Y yo me quedé casi paralizada y de ahí en
adelante empezamos a planear la boda y fijamos la fecha. Me casé muy joven,
tres meses antes de cumplir mis 18 años. A pesar de que tenía esa edad yo me
sentía muy segura y sabía que estaba tomando una decisión muy seria, pero
nunca lo dudé. Mis padres aprobaron nuestra decisión, planeamos la boda y en
poco tiempo se llevó a cabo. Fue sencilla pero muy bonita, nuestras familias y
amigos más allegados estuvieron con nosotros.

De los preparativos que más disfruté fueron los detalles del vestido: yo escogí
la tela y el modelo, me la pasaba viendo revistas de novias todos los días y
después de tomar la decisión más adecuada, según yo, ya me arrepentía pues

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 135


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

el vestido llevaba como cien botones en la espalda y otros tantos en los puños.
Fue un show para quitármelo, mi hermana me tuvo que ayudar pues me lo
tuve que quitar en la casa para cambiarme, porque un amigo de mi esposo
nos regaló una noche de hospedaje en un hotel, entonces ¡cómo iba a llegar a
media madrugada con vestido de novia al hotel! y además, que todos se dieran
cuenta que era mi noche de bodas, ¡qué vergüenza! Lo que pasa es que era
muy tímida. ¡Ah, pero se me olvidó un pequeño detalle: mi esposo iba con el
smoking puesto, con su ramito de novio y además llegamos en el carro con el
arreglo floral aún puesto y un grupo de muchachos que pasaban por la calle
cercana al hotel gritaron: “Arriba los novios”, así que como quiera todo mundo
se dio cuenta.

Quiero mencionar que cuando uno escribe este tipo de cosas vienen a la mente
recuerdos que creías olvidados y están ahí, guardaditos, esperando y realmente
se disfruta mucho porque vuelves a sentir la emoción de las cosas que viviste.
De recién casados vivimos en Monterrey, rentamos un departamento y al
poco tiempo ya esperaba a mi primer hijo, lo cual nos dio mucha alegría. Mi
embarazo lo pasé sin ninguna complicación, recuerdo que cuando iba a nacer
el bebé llegamos a las cuatro de la tarde al hospital y me dijo el doctor que
todavía me faltaban unas horas, que me pusiera a caminar y como a las siete
volví a entrar y me pasaron a una sala. Yo oía a unas señoras que gritaban
mucho y yo me quedaba callada aguantado las contracciones hasta que de
pronto ya no se oían ruidos y pensé: “Ya las atendieron y yo por estar callada
nadie me hace caso” y entonces empecé a quejarme y a gritar hasta que por
fin, a las dos y cincuenta y cinco de la mañana del día siguiente, nació mi bebé.
Mi esposo me dijo después que se había peleado con los doctores quien sabe
cuántas veces porque no le informaban y les decía que quería cambiarme de
hospital pues ya estaban todos desesperados, ahí estaban también mi cuñado
con su esposa, mi mamá y mi hermana, pero al fin todo salió bien; mi bebé
sano y sin ninguna complicación, lo demás ya no importaba.

Cuando mi hijo tenía año y medio, papá falleció, en ese entonces yo tenía 20 años.
La muerte de mi padre fue muy triste e inesperada, él padecía hipertensión,

136 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

tomaba su medicina aunque a veces no hacía caso y, si iba a asistir a una fiesta,
posponía el medicamento para el día siguiente, sin embargo, en esos días no
había tenido malestar, nada que nos indicara que algo le iba a pasar. Uno de
mis hermanos vino a la casa por mí y me dio la mala noticia, entonces fuimos
por un doctor y lo llevamos a la casa, mi papá ya estaba sin vida desde hacía
una o dos horas. El doctor lo revisó y diagnosticó derrame cerebral o infarto.

Mi mamá no se encontraba en la casa, se había ido un día antes con una tía
porque iban a salir de viaje, entonces tuvimos que hablarle y decirle que papá
estaba muy mal que se regresara lo más pronto posible. Al llegar se dio cuenta
de lo que pasaba en realidad. Estos momentos fueron muy difíciles. De mi
padre guardo recuerdos muy hermosos, creo que aprendí mucho de él, además
de los valores que me inculcó como el respeto, la responsabilidad y otros más;
también me enseñó a manejar, a montar a caballo, a cocinar, a ser amable y a
ayudar a los demás cuando necesitan de nosotros, siempre decía: “Hoy por ti,
mañana por mí”.

A casi dos años que papá falleció, a fines de 1989, nació mi segundo hijo; me
lo trajo Santa Claus un 25 de diciembre, ¡qué padre!, ¿verdad? ¡si, cómo no!
Me quedé sin comer el día de Navidad y es que ese día mi mamá, tíos, primos,
hermanos, sobrinos y demás familiares nos reuníamos en casa de mi abuelita
materna y llevábamos un platillo cada quien para compartir. Yo preparé lo
que me tocaba, pero como ya sentía un poco de molestias entonces decidimos
ir primero a consultar con el doctor y después ir con la abuela. Pero al llegar
con el doctor me revisó y me dijo que ya me iba a quedar internada. Me quedé
y todos se fueron a comer porque el ginecólogo dijo que me faltaban como
cuatro horas y a las cinco y treinta de ese día nació mi segundo hijo. Son fechas
muy especiales, muy bonitas, de convivencia familiar, pero mi hijo siempre se
ha quejado de la fecha en que nació porque dice que a todos se les olvida su
cumpleaños por festejar la Navidad, y si se acuerdan, le dicen que su regalo de
Navidad es el mismo que el del cumpleaños.

Al poco tiempo de su nacimiento le diagnosticaron cáncer de vejiga a mi

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 137


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

mamá, fue un golpe muy duro pero había una esperanza, gracias a Dios estaba
en una etapa donde médicamente se podía hacer mucho, en ese momento
trabajábamos las dos. Después de pasar por varios estudios deciden hacerle
una cirugía, ella siguió atendiendo sus citas con el doctor periódicamente
hasta que al año siguiente el resultado vuelve a salir positivo. Otra vez se
apoderó de nosotros el temor y de nuevo a comenzar: exámenes médicos,
estudios y mi madre dispuesta a todo, porque ¡qué fortaleza tan grande! Es
algo que siempre le he admirado, en cambio yo, sentía que el mundo se me
venía encima y debía mostrarme optimista y con fuerza delante de ella para
no reflejar lo que realmente sentía. Así seguimos adelante y en esta ocasión el
doctor le indicó tratamiento de quimioterapia y radiación, a lo largo de ocho
meses, después de una segunda cirugía en la que volvieron a extraerle algunos
tumores pequeños.

No perdíamos la confianza y la fe pues el doctor nos alentaba mucho y nos


decía que todo iba bien, y así pasó. A los dos años, a raíz del tratamiento que
le habían dado, se presentó otra complicación: se le obstruyeron sus intestinos
y después de un año nos percatamos de lo que estaba sucediendo realmente,
para entonces ya nada más toleraba líquidos; era ir y venir al hospital casi
todas las semanas hasta que un día, después de tres meses de internamiento, le
dijo el doctor que ya no había nada qué hacer y ella le respondió: “¡Pues yo de
aquí no me voy! porque estoy en un hospital muy grande donde hay muchos
doctores y tienen todo el conocimiento y recursos para hacer algo por mi,
así que haga lo que tenga que hacer conmigo y sáqueme adelante”. Entonces
el doctor decidió hacerle otros estudios de cuyos resultados se esperaba lo
peor. Para sorpresa nuestra, sí había solución a este problema, de nuevo otra
cirugía en la cual gracias a Dios todo salió bien, y mamá, después de no probar
comida sólida en un año, volvió a comer y se recuperó.

Para entonces mis hijos estaban en primaria y kínder; mi hermano los recogía
de la escuela y me los cuidaba mientras yo regresaba del hospital, casi de
noche pasaba por ellos, mi hermana y mis hermanos se quedaban casi siempre
de noche en el hospital, turnándose para poder cumplir con sus trabajos, en

138 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

esta época yo no estaba trabajando, así que me quedaba todo el tiempo que
era posible. Al poco tiempo quedé embarazada de mi tercer hijo, creo que
inconscientemente estaba esperando el momento para esto, pues mamá ya se
había recuperado un poco. Mi embarazo fue muy tranquilo y sin contratiempos.
Cuando nació fue mediante cesárea, fue la única operación, ya que los otros
partos fueron partos naturales. Gocé mucho a mi hijo recién nacido porque
en ese entonces ya no trabajaba, no me desvelaba ni me sentía cansada, al
contrario, disfrutaba atender a mi bebé pues ya habían pasado cinco años de
mi segundo hijo, además, ellos ya se iban a la escuela y me quedaba sola con
él.

Esto fue por año y medio pues después decidí volver a trabajar. Trabajé por
siete años en un instituto de educación, después cambié de trabajo y hasta la
fecha no he dejado de trabajar pues lo disfruto mucho, además tomé un curso
de computación que ahora sí terminé, también he tomado algunos cursos
de capacitación de diferentes temas y he aprendido mucho. Asimismo me he
propuesto terminar todo lo que inicie y en mi mente todavía tengo la idea de
estudiar algo pues esto lo he dejado pendiente en mi vida, y ahora que mis
hijos ya están más grandes a veces me han comentado que por qué no lo hago
y siempre digo porque no tengo tiempo: entre el trabajo y la casa, el poco
tiempo libre que me queda quiero disfrutarlo con mi esposo, con mis hijos y
mi familia ya que es algo muy importante para mí.

Es un dilema, no he tomado la decisión pero estoy trabajando en ello, no quiero


darme por vencida. Algo que aprendí en este diplomado es que tenemos que
cerrar círculos de las cosas que hemos dejado sin concluir, fue una invitación al
pasado donde recorres toda tu vida y vas viendo lo bueno y lo malo que hiciste
o que te hicieron y que aun siendo una niña, nunca las olvidas, pero aprendes a
perdonar y es increíble como tu vida empieza a cambiar. Ves las cosas de otra
manera, aprendes a diferenciar cuando tienes la razón o estás equivocada y lo
más importante, lo reconoces ante los demás, esto es bien difícil pero cuando
lo haces, quedas liberada y en paz contigo misma.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 139


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Siempre me había sentido como que había una niña chiquita dentro de mí,
que necesitaba la aprobación de los demás o que debería hacer las cosas bien
para que nadie me dijera nada y a veces aceptar las opiniones de los demás
aunque no estuviera de acuerdo. Ahora ya he aprendido a decir no cuando es
no, pues tengo voluntad y decisiones propias, además he confirmado cosas y
situaciones en las que no me sentía segura y que al final era lo correcto y me
di cuenta que era falta de confianza en mí misma.

Quiero compartirles esta reflexión: “Nadie sabe qué tan alto puedes volar, tú
mismo no tendrás noción hasta que te atrevas a extender tus alas”. Es una
reflexión hermosa, con tan pocas palabras, pero que encierran un significado
enorme, espero y sé que muchas personas le darán un significado diferente
según su forma de pensar, pero de cualquier manera el resultado deberá de ser
el mismo, liberador y enriquecedor.

De la enfermedad de mi mamá han pasado ya 18 años en los cuales ha


habido otras pruebas y complicaciones que superar y seguimos en la lucha,
actualmente tiene insuficiencia renal y está en tratamiento de hemodiálisis y
sigue con la misma disposición de siempre, como el primer día. Actualmente
mis hermanos, mi hermana, cuñadas, mi familia y yo seguimos igual, unidos y
dispuestos a seguir atendiendo a mi madre en todo lo que se pueda, ya que ella
es el ejemplo más grande que tenemos de valor, fuerza, decisión y voluntad
que Dios ha puesto en nuestro camino. Quiero decirles a mis hermanos y a mi
madre que los amo, que tal vez nunca se los he dicho porque entre nosotros
no acostumbramos a expresar de esa manera verbal nuestras emociones, pero
creo que los hechos valen por mil palabras.

Quiero agradecer a mi esposo, a mis hijos y a mi suegra la comprensión y


el apoyo que siempre me han dado en este aspecto, aunque muchas veces
sentí que los descuidaba y que en ocasiones les hacía falta y que debía pasar
más tiempo con ellos, doy gracias a Dios que tenemos salud, que es lo más
importante, porque una aprende a valorarla inmensamente cuando tenemos a
un ser querido padeciendo a nuestro lado. Sé que tengo una familia muy unida

140 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

donde hay amor, comprensión y tolerancia y que al estar viviendo todo esto
a lo largo de nuestras vidas, algo bueno debemos de aprender, ojalá que este
ejemplo sirva para un futuro dentro y fuera de nuestra familia.

Siento que es muy importante honrar a nuestros padres pues nos dieron la
vida, porque ahora que soy madre sé que los hijos son lo más importante en
la vida y que una espera lo mejor de ellos; algo muy importante que debemos
aprender es a no ser egoístas, ¡qué difícil! creo que debemos dejarles su espacio,
su tiempo y su libertad para que vivan su propia vida y ellos verán la forma de
agradecerle a sus padres de la mejor manera.

Quiero agradecerle a la licenciada Patricia Basave todo el aprendizaje que


nos dejó, todo el tiempo dedicado a nuestro proceso de cambio a través de
dinámicas que nos hicieron volver a vivir momentos tristes y alegres, a superar
o considerar cosas que no habíamos podido, por sus consejos y gran interés
hacia nosotras. Porque antes de ser maestra eres una gran amiga, gracias,
Paty.

A todas mis compañeras de grupo por los momentos inolvidables que


pasamos juntas, en las buenas y en las malas, muchas gracias. Les deseo de
todo corazón, queridas amigas, lo mejor en sus vidas. Sigan adelante, pues esto
no se ha terminado.

Quiero agradecer al Instituto Estatal de las Mujeres, en especial a la licenciada


María Elena Chapa Hernández y a su equipo de colaboradoras que nos
atendieron de maravilla, por este diplomado en beneficio de las mujeres que
deseamos superarnos y seguir creciendo emocional y espiritualmente.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 141


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Gracias porque me has amado


por Águila triste

Nací de buenos padres; mi padre fue de una calidad humana a toda prueba,
ayudaba a ancianitos solos, con comida, medicinas, les daba sepultura si ellos
morían. Mi madrecita repelaba y le decía: “Que la Presidencia se haga cargo
de ellos”, y mi padre contestaba: “Hoy por ellos, mañana por mis hijos” y eso
dio frutos, como más adelante lo veremos.

Creo que la ternura y la calidad humana que poseía se debió a que quedó
huérfano de padre y madre a los siete años y aunque mis abuelitos dejaron
cierto capital, él salió adelante por la bondad de algunos amigos de mi abuelito
que lo enseñaron a trabajar y porque fue dotado de mucha inteligencia, aunque
no tuvo la oportunidad de estudiar en una escuela formal.

¡Gracias, padre; gracias, madre, por todo el amor y valores que nos enseñaron
a mis hermanos y a mí, aún antes de nacer! Cuando yo nací fui la última de
nueve hermanos, mi madrecita tenía 40 años y todos mis compañeros del
kínder pensaban que ella era mi abuelita. Mi infancia transcurrió parecida a la
de otros niños, nos daban cuatro comidas al día, se cenaba temprano, y cuando
salíamos debajo de los árboles a conversar, mi madrecita aprovechaba, al estar
platicando historias de la familia, de cuando ella era pequeña, para checarnos la
cabeza que no trajéramos bichos, sobre todo porque yo tenía el cabello largo.

Me crié en un pueblo pequeño, sin televisión, teníamos un radio, que me


parecía enorme al estar escuchando la música y los programas como: Apague
la luz y escuche, era una serie policíaca y de misterio, de ahí quizá nació mi
interés por este tipo de películas y el programa de las 12, del Dr. IQ.

Crecí rodeada de árboles frutales que daban un aroma exquisito, perfumando


nuestro hogar; casi siento el tintineo de las hojas bailando en el aire, haciendo

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 143


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

con ellas una sinfonía. La frescura del rocío de la mañana que hacía parecer que
todas las plantas eran espejos con visos de colores; las piedritas que parecían
trocitos de oro cuando los rayos del sol chocaban con ellas y esos bellísimos
crepúsculos que nos permitían valorar toda la belleza que Dios nos dio.

Yo me divertía jugando a la bebe-leche, a la cuerda, a los ‘yakets’ y al softbol.


Teníamos casitas de pichones cuyo trinar nos despertaba en las mañanas como
si fuera despertador, mi amor a los animalitos se debió quizá a la convivencia
al darles de comer, ponerles agua, llorar si algún pajarito caía del nido y se
hacía daño.

Qué bellos son los recuerdos que fortalecieron mi ser y me convirtieron en la


mujer que ahora soy. “Todo pasa y queda, todo sigue igual y es diferente”, fui
el orgullo de mi madre, de mis hermanos, de mi tío Gonzalo, de don Santos
y de toda mi familia. En las reuniones familiares siempre le pedían a mi
mamá que yo cantara y declamara, siempre cantaba tangos y el ¿Dónde estás,
corazón? Más tarde, al entrar a la primaria y sacar los primeros lugares y al
ver que eso complacía a mi madrecita y a mis maestros, me sentí motivada y a
veces presionada a seguir con este ritmo de calificaciones. Así transcurrió mi
sencilla vida familiar y escolar, siempre tratando de agradar a mi madrecita
y a mis maestros; procuré hacerlo en todos los niveles de instrucción hasta
concluir en mi nivel profesional.

Agradezco a mi Padre celestial, que me permitió tener ese enorme deseo


de aprender, no porque fuera tan inteligente, sino porque siempre me ponía
metas y proyectos elevados que trataba de alcanzar, como cuando pones una
manzana en una cuerda.

En todo lo académico fui más o menos asertiva, aunque no al momento de


elegir esposo ya que en el matrimonio son dos culturas, él y yo. A pesar de que
vivíamos cerca, sus valores y los míos eran totalmente opuestos. No fue fácil
la convivencia y el diario vivir, pero cumplí con él hasta entregarlo en la santa
tierra que lo vio nacer. Sin embargo, de ese matrimonio que la mayoría de las

144 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

veces lo sentía desdichado, reconozco que tuvo buenos momentos y algunos


felices como fue el recibir a cada una de mis tres hijas.

Pero lo que realmente quiero compartir con ustedes es el valor de la honradez


y la lealtad de una comadre. Mi esposo era contratista, tardaban en pagarle
hasta seis meses en el municipio (todo ese tiempo que él no recibía dinero,
yo lo hacía fuerte, lo apoyaba con los sueldos de los trabajadores y gastos en
general).

En julio de 1984 así aconteció: le retuvieron el cheque por más de seis meses.
Cuando le pagan, mi esposo me avisa que vaya a recoger un cheque por 40
millones, ahora como 40 mil, sin embargo, miles o millones era mucho dinero
entonces. Salgo del banco, pago el teléfono, en Residencial Lincoln, me voy a
Gonzalitos a esperar un taxi o un camión, estaba absorta esperando, cuando
mi hija me dice: “¿Verdad que traemos 40 millones?”, yo le contesto: “Ay, hija”,
en eso siento que me estiran la bolsa, yo pienso que es mi hija y la suelto.

De reojo vi a dos jóvenes bien vestidos, ellos arrebataron la bolsa y corrieron


rumbo a la Prepa 9, aviento los tacones y corro tras ellos, le dije a mi hija:
“¡Grita!”, “¿Qué digo?”, “Auxilio”, mas la voz no le salió. Empecé a tocar las
puertas, salieron muchas gentes que persiguieron a los jóvenes, pero los
perdieron en el panteón. Vinieron a avisarme lo que pasó, yo seguí hincada
en la bocacalle, rogando a Dios que si quería regresarme el dinero que era
producto del trabajo de mi esposo, que se hiciera su voluntad.

Hubo tanta respuesta de los vecinos, me llevaron a mi casa, estaba hecha una
“magdalena”, mi comadre rentaba su casa y vino a cobrar, pero le dijeron:
“La señora no está, se fue con la vecina a poner una denuncia, porque le
robaron”. Entonces se van al panteón para hacer tiempo, le llevan flores al
papá, que está en el Panteón del Roble, siguieron dando vueltas, y entonces
pasan por donde está mi bolsa, la agarran y al abrirla ven mucho dinero, le
pregunta el compadre: “¿Qué más trae?”. Ella contesta: “¡Las credenciales de
mi comadre!”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 145


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Vienen a la casa a regresarme el dinero, al llegar me lo dan... la familia de mi


comadre se enojó porque me regresaron el dinero. En ese momento sentí que
la palabra “gracias” era tan pequeña, pensé: “Cuando mi ahijado cumpla 15
años, le voy a regalar una buena esclava”, sin embargo, no pude cumplir con
ese propósito.

Aprovecho este espacio que me brindan para rendirles tributo a ese par de
personas que fueron el conducto para recibir la bendición de Dios, recuperando
lo que por derecho divino nos pertenecía. No me resta más que agradecer a
Dios la oportunidad que tuve de tomar este curso, de haber coincidido en el
tiempo y en el espacio con cada una de las asistentes y ver cómo en este tiempo
nos hemos transformado de una libélula, en bellas mariposas. Que podemos
alzar el vuelo deseosas de vivir, compartir, disfrutar a la manera del Señor, con
las personas que amamos y con nuestro prójimo el tiempo que estemos en esta
tierra de aprobación.

Y me quedo con un deseo vehemente de seguirnos viendo, ya que durante la


convivencia de todo este tiempo no somos más extrañas, sino que aprendimos
a vernos como hermanas en el infortunio.

Gracias a cada una de ustedes por compartir sus historias, ya que sentí que al
escribir la mía, volvía a vivirla ¡Gracias por el rescate de los recuerdos!
Gracias al Sr. Gobernador Licenciado José Natividad González Parás.
Al Instituto Estatal de las Mujeres.
A la licenciada María Elena Chapa.
A la licenciada Patricia Basave.
A la licenciada Leticia Hernández.
A Dios.
A mis padres, por darme la oportunidad de existir, agradezco por el amor de
que fui dotada y sobre todo: Gracias por la manera en que olvido las cosas
malas o que me hicieron daño, y así ayudo a que no me perjudiquen más. A eso
se debe que no sólo escribí cosas negativas o que me dañaron.

Águila triste (por no haber ayudado, amado, cuidado más a mi prójimo)

146 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Hay más tiempo que vida


por Nochebuena

Hoy es 14 de febrero del 2008, son las 11 de la noche y estoy en un autobús


rumbo a San Luis Potosí. Hoy por la mañana falleció mi tío Pedro, ese hombre
con el que ya había hecho cita para hablar de mis antepasadas, de mi abuela
y de la mamá de mi abuela, específicamente. El año pasado el tío le dijo a mi
padre: “En esa máquina naciste tú, Raúl”.

Todo eso raya en leyenda y ya no la voy a poder corroborar, pero ¿qué


importa? Me quedo con lo que sé y lo doy por hecho, aunque me encanta lo
que me contaron mis padres; me fascina saber que mi bisabuela era una mujer
de mucho carácter que venía de no sé qué pueblo minero perdido en no sé
dónde y que llegó a San Luis a comprar una gran extensión de terreno y allí
sentó sus reales. Que tuvo cuatro hijas, una de ellas mi abuela, la flor más bella
del ejido; ésta cásase con el galán de la comarca, el más guapo y valiente, ése
que se quedaba dormido en la cantina y que al cantar el gallo salía y le daba
un plomazo; ése que por una semana se perdía en la sierra porque iba de caza
y le encargaba el hogar y el honor al padre de un tío Pedro, el mismo que nos
enseñó a querer esta hermosa tierra y que al regresar de vacaciones cantaba:
“Volver, con la frente marchita, las nieves del tiempo platearon mi sien, sentir
que es un soplo la vida ...”. Yo me quedo con eso.

También me quedo con la historia que me contaba la abuela de mi madre.


Ella me decía que estuvo en las filas revolucionarias de Pancho Villa y como
anécdota relataba que, en una ocasión, el General se dio cuenta de que en la
carreta del agua que ella conducía iba escondido un tonel que tenía pulque,
esto desató su ira y la castigó a fuetazos, aparte de que destruyó la dichosa
carreta y la soldadera se quedó sin agua y pulque por varios días; que a su
Juan le pusieron un balazo en una pierna y los dieron de baja en el ejército. Al
morir su esposo, quedó libre, vivió sola por decisión propia hasta los noventa
y tantos años y después, cedió a presiones familiares y se fue con una de sus

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 147


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

hijas. Falleció dos años después. Mi abuela también fue un ser independiente,
encontrarla sentada en una silla chaparrita, vendiendo tortillas y nopales en
el Mercado Colón, era el enojo de mi madre: “¡No entiendes que no te quiero
ver aquí! ¿Cuánto necesitas? ¡Yo te lo doy!”. A lo que ella respondía con la
mayor calma: “Ya quítate de aquí, me estás espantando a los clientes”. Cuando
falleció, también vivía sola por decisión propia. Tuvo 12 hijos de los cuales
sólo sobrevivieron tres mujeres, una de ellas mi madre.

De joven, muchas veces me pregunté el porqué de mi inquietud, por qué yo era


tan diferente a mis amigas o primas; ¿por qué a mí me alcanzaron los genes de
mis antepasadas? ¿No hubiera sido más fácil seguir la corriente y prepararme
para ser madre y esposa casi como todas las mujeres de mi generación? Pienso
y pienso, ¿y perderme todo lo que he vivido? ¡No! Sigo pensando que soy una
mujer afortunada, sigo pensando que soy consentida de Dios y sigo pensando
que he recibido en esta vida “de más”.

Mi infancia la recuerdo corriendo para todo, casi me sentía volar, siempre


con mi manito, que si jugando con una pelota, que si a los encantados. Fui
una niña sana, que trepó árboles, bardas y techos; que tuvo la fortuna de ir de
pesca y caza con mis familiares varones, de regresar al hogar cansada y con
piquetes de mosquitos, pinolillos y sanguijuelas. En otoño pizcábamos chile
piquín, en invierno cortábamos ramas frondosas para pintarlas y decorarlas
como arbolito de Navidad. Pero todo esto sólo era posible después de haber
acabado con mis labores domésticas. Mi madre sólo me lo permitía después
de barrer y trapear, lavar el baño y los pañales de mi manita menor. No me
recuerdo haciendo las tareas escolares, pero de que las hacía, las hacía, porque
era impensable, inadmisible sacar malas notas si según esto yo no tenía otro
quehacer en esta vida más que estudiar...

Fui flaca sin chiste, decía mi madre, o sea sin pompas y sin “bubis”, payita pero
con una mirada muy fuerte, mi abue me decía que tenía ojos de gato cuando
me enojaba. Recuerdo en particular cuando me peinaba con cola de caballo,
era estirar y estirar: “Haz la cabeza dura” y como la aflojaba porque me dolía,

148 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

¡órale!, el trancazo. Cuando terminaba, me decía: “¡Qué bonita quedaste!”, yo


me miraba en el espejo y me veía igual, sólo con los ojos más estirados y con
un ardor en el cuero cabelludo.

Mi casa era chiquita y la de mis abuelos grande, en la misma acera; esa casa
siempre estuvo llena de gente entre mis tíos, los amigos y familiares. La mesa
era larga y en lugar de sillas, había dos bancas. Mi abuelo siempre estaba en la
cabecera con su sillón y en el otro extremo la cocina, de donde salían volando
las tortillas de harina... a veces caían al mantel, a veces las pescábamos en el
aire. La abuela no tenía sillón, ella se sentaba con nosotros en las bancas. Así
era la cena, con frijolitos aguados para que alcanzáramos todos.

Fuimos una familia muy unida, aún los somos, festejamos hasta el “Día del
lápiz” o la independencia de Tumbuctú con tal de juntarnos; somos alegres,
con un sentido del humor más bien negro que no toda la gente entiende,
pero que es una característica muy nuestra. Por ejemplo, el pastelazo de
cumpleaños ya está prohibido desde que una de nosotras se estaba ahogando
del empujón tan fuerte que le dimos; a los orejones ya no les decimos así,
desde que supimos que uno de ellos se pegaba las orejas con kola loka; a mi
manita ya no le decimos que es adoptada desde que nos dijo que sí se lo creía;
en una ocasión mi manito recibió de regalo de Navidad un calcetín porque
estaba enyesado de una pierna. Así que estas bromas nos enseñaron a ser
fuertes y a estar siempre alertas.

Aunque recuerdo a mi padre siempre trabajando y a mi madre preocupada


porque apenas alcanzaba para el gasto, tuvimos lo necesario, tal vez me quedé
con las ganas de un microscopio, pero tuve patines y una bicicleta que se
compró de medio uso y con mucho esfuerzo. Esa bici servía para repartir
tortillas que hacía a mano mi adorada tía Oly; para llevar a la escuela a mis
primos, hacer los mandados a mi madre y por las noches, era el vehículo para
robarme las naranjas y duraznos de una vecina.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 149


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Puedo decir que mi vida está marcada a partir de que terminé la secundaria.
Yo sabía que la situación económica era apretada en el seno familiar, pero no
pensé que tanto hasta que escuché esa frase que aún recuerdo como si fuera
ayer, la dijo mi madre porque le estaba contando de los planes que teníamos
las amigas terminando la secu, pues dábamos por hecho ingresar a la prepa 7.
Recuerdo sus ojos porque me lo dijo de frente: “...pero tú no vas a estudiar la
preparatoria”, (sentí que me hubieran echado una tina de agua fría, sentí una
infinita tristeza que no se me quitó por muchísimo tiempo). “Dice tu papá que
sólo hay dinero para darle estudio a uno y ése es Quique, que él se va a hacer
cargo de una familia y tú no, que tú te vas a casar y lo que se te puede dar por
mientras es belleza o corte y confección y que puedes poner aquí en la cochera
tu tallercito o salón de belleza”. ¡Ándale!, sí, cómo no!

Ya me veía yo en el chisme a todo lo que da, poniendo y quitando rulos,


pintando uñas, o lo que era peor, tomando medidas a señoras gordas y
exigentes, y yo de mal humor. No sé por qué me veía de mal humor. Mi madre,
que en todo estaba, me dio otra opción, pero que fuera corta. Así fue, estudié
una carrera técnica la cual nunca ejercí. Dije que este episodio me marcó
¿verdad?, pues sí, me marcó ¡y de qué manera! Terminé la carrera y me puse
a trabajar, repartiendo muestras gratis casa por casa, vendiendo libros, entré
como secre de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), al gobierno
y por último, a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) de donde, después
de 26 años trabajados, me jubilé. Viví de todo: desde discriminación hasta
logros sobresalientes, formé parte de equipos de voley, básquet y softbol, de la
compañía de teatro; de equipos de trabajo que iniciaron cinco oficinas nuevas
dentro de la compañía y también del comité ejecutivo del sindicato (SUTERM)
de mi sección. Mis amigas más queridas en esta vida laboral fueron Sylvia,
Argentina y Cristo. Un día, antes de mi jubilación, como quien dice la cereza
del pastel, a una hora de cerrar en el penúltimo corte de caja, siendo yo la jefa
de la oficina y encargada de los dineros, llega directo a mí un hombre y me
dice apuntándome con una pistola: “Pon todo el dinero en una bolsa”. Pensé
que era una broma de mis compañeros, ¡pero no era así!

150 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Lo supe cuando los vi sorprendidos y nerviosos. Le entregué todo y se fue,


me dejé caer en mi silla, algo me dijo el guardia y le respondí: “¡No me esté
chingando y persígalo, quítele el dinero!”. Todo lo demás fue un remolino: la
tele, la Ministerial, los jefes todos desfilaron por la oficina, hasta que llegó la
noticia de que mi súper guardia había perseguido al ladrón y le había quitado
el dinero. Acto seguido, a levantar la denuncia e identificar al ladrón y el
arma contundente en las oficinas de la Ministerial. “¿Es ésta el arma?” Me
preguntan, a lo que yo, revisándola ocularmente, sin tocarla, asiento. “¿Está
segura?”. Nuevamente asiento, “es de juguete”. ¡Me asaltaron con una pistola
Iga! Es cierto eso de que son “juguetes con vida” porque yo sí la vi como si
fuera de verdad. Al otro día, en mi fiesta de despedida, ése fue el tema y cada
vez que me preguntaban de qué tamaño era el arma, ésta crecía y crecía. Al
final todos alegres, llegamos a la conclusión que la pistola no era tal, que en
realidad me habían asaltado con una tipo “cuerno de chivo”.

Fui una joven muy activa, practiqué varios deportes con la suerte de representar
a Nuevo León en futbol, básquet, atletismo y softbol; pero me lastimé una
rodilla y ya no pude ser una atleta de alto rendimiento, lo cual me dolió mucho,
sin embargo, la vida compensa y me dio la oportunidad de seguir ligada al
deporte por otros medios. Y es que tuve la fortuna de que se me ofreciera un
equipo de futbol con niños de seis años para que los entrenara. ¡No, no, no!,
me volví loca con esta actividad, con estos niños se logró un segundo lugar
nacional, se formó un club del cual estoy orgullosa y la integración de muchas
familias por medio del deporte. Después vino la formación de otro grupo con
resultados sobresalientes. Me retiré muy satisfecha de lo obtenido, dicen que
fui la primera mujer en entrenar niños en esta área, así lo constata la prensa,
lo único que sé es que quien ganando fui yo, porque lo que viví y aprendí
fue muy enriquecedor. Para ese entonces ya había sido jugadora, entrenadora
y directiva, solamente me faltaba ser jueza deportiva y sin buscarlo, se me
dio. En mi época de softbolista fui invitada a tomar un curso de ampayer, me
presenté a las prácticas y a los exámenes y aprobé. La bronca fue cuando me
presenté en los campos, allí verdaderamente sentí lo que era la discriminación
en todo su esplendor, porque el hecho de que una mujer invada un campo

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 151


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

dominado enteramente por hombres tiene un costo muy alto, y aunque fui
apoyada por compañeros maravillosos, otros me querían fuera, costara lo que
costara.

Pero entre más me hacían sufrir, más me picaban el orgullo y menos me iba;
ante mí se desnudaban, hacían pipí, soltaban palabrotas, me decían hasta de
lo que me iba a morir y yo ahí, fingiendo demencia y en serio que debí estar
demente para haber aguantado tanto. Total que un día, en un campeonato
nacional, después de haber sido eliminado el equipo de Nuevo León y al calor
de unas chelas en la cena, un organizador oyó decir que yo era ampayer y
me invitó para que lo ayudara al día siguiente, más bien con algo de morbo
y curiosidad. Así lo hice, entré al campo y me puse a trabajar. No sabía que
entre el público estaba el Presidente de la Federación Mexicana de Softbol,
al final me mandó llamar, me hizo unas preguntas sobre ciertas jugadas y el
reglamento y se retiró, no sin antes decirme que pronto recibiría noticias
suyas. Al poco tiempo llegó la invitación para tomar un curso para hacerme
ampayer nacional y de allí otro, para los Juegos Centroamericanos.

No sé en cuantos nacionales participé, pero fueron varios antes de llegar a unos


Juegos Centroamericanos, lo cual fue mi experiencia más gratificante dentro
de esta actividad. Fui la primera mujer ampayer nuevoleonesa, la primera
mexicana y la primera en estar en un Centroamericano. Ante todo pienso que
la responsable de mi arrojo y decisión fue mi mamá. Porque cuando se tiene
una madre como la mía, no hay de otra, no puedes ser del montón, aunque no
estudió más que la primaria, sabía cómo impulsarnos: nos picaba el orgullo y
no sólo a nosotros sus hijos, también a todos los que nos rodeaban; era una
líder natural, brillaba con luz propia. Era la más chica de sus hermanas pero
con todo y eso ponía el orden en su familia, también en la de mi padre; por
ejemplo, si el marido de alguna de ellas la golpeaba, ni tarda ni perezosa se
hacía presente y las vengaba; si algún sobrino se portaba mal, era corregido
a cachetada limpia por mi progenitora. Después de los golpes, les sacaba la
promesa de no volverlo a hacer, entonces ante tal ejemplo ¿cómo nos íbamos a
portar mal nosotros? Mi madre era blanca, más alta que mi padre y con mucha

152 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

presencia, coqueta. Por azares del destino, conocí a tres novios de su juventud.
No dispongo de mucho espacio para contar estas hermosas anécdotas, sólo les
diré que a uno de ellos nos lo encontramos en el desaparecido Café Flores, se
acercó a saludarnos y me dijo: “Yo pude haber sido tu padre pero ella prefirió
a Raúl”, cuando se fue el galán, le dije a mamá: “¿En qué estabas pensando
cuando escogiste al sotaco de mi papá? Si hasta a mí me gusta ese señor”.
Otro fue un hombre que sin saber quién era yo, me protegió como pocos lo
han hecho, de veras que la vida tiene sus vueltas, este hombre fue uno de
los ampayer que más me apoyó en los campos y fuera de ellos; platicando
en una ocasión, salió a relucir mi madre, y él, con lágrimas en los ojos me
dijo: “Siempre me pregunté por qué tanta preferencia por ti, y ahora lo sé” y
habló, habló, habló. Todos ellos tenían una característica: eran altos, blancos,
abundante pelo plateado y ojos de color. Debo decir que mi padre es chaparro,
moreno y pelón. Alguna característica buena debió tener mi papá para que ella
lo escogiera, ¿verdad?

Fui la de en medio de tres hijos, lo cual me colocó en desventaja con respecto a


mis hermanos: varón el mayor y mujer la pequeña, que llegó después de ocho
años. No me queda duda del amor de mi madre, pero de chica las preferencias
por mis hermanos eran marcadas. Decía mi madre que a mi manito lo encontró
en un aparador y que a mí en un basurero (¡¿?!), porque él era blanco y yo
prietita; luego llega mi manita y todas las atenciones fueron para ella, así
que me sentía mal de repente porque no entendía. Siempre hubo buena
comunicación con mi madre, captaba que yo era diferente y no sabía como
enfrentarlo. La recuerdo en una ocasión casi casi empujándome a entrar a la
iglesia, pero no a cualquier iglesia, era la de San Juan de los Lagos. Desde que
tengo uso de razón me veo allí, leyendo los retablos de los milagros, oliendo
la cera de las veladoras, viendo sus luces, observando a la gente que entraba
de rodillas, escuchando los cánticos de las peregrinaciones. Y recuerdo muy
especialmente a mi padre, depositando con inmensa solemnidad las monedas
de cinco pesos de plata que juntaba a lo largo de un año. No sé cómo le hacía
para comprarlas, si estábamos medio jodidos, pero lo hacía con gusto... acto
seguido se dirigía hacia el altar, se arrodillaba largo rato y lloraba. Mi madre,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 153


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

que todo observaba, me comentó en una ocasión: “Míralo, quién sabe qué
deberá como para que llore así”, luego las risas ahogadas de las dos para no
romper la solemnidad del lugar.

Pero en esta ocasión era todo diferente, mi madre me llevó hacia el altar, me
obligó a arrodillarme y me dijo: “Pídele perdón a la Virgen y dile que ya te
vas a portar bien”. Ella estaba de pie y yo sentía que todos me observaban,
miré a la Virgen y puedo jurar que me sonrió. Eso me dio confianza para
hablarle y decirle: “¿Tú sabes qué onda, verdad?, tú sabes que no puedo ni
quiero cambiar, pero ella quiere que te diga que ya me voy a portar bien, y te
lo tengo que decir, pero no te lo creas y perdóname por la mentirota”. Ella
me seguía sonriendo y yo estaba feliz, así me fui de allí. Cada vez que puedo
regreso, ya no veo los retablos, ya no hay veladoras, la gente casi no entra de
rodillas, pero yo entro, me siento y lloro, lloro como lo hacía mi padre y entre
mis lágrimas veo a la Virgen que me sigue sonriendo. El acuerdo que hicimos
sigue allí, flotando en el ambiente.

La vida me dio la oportunidad de convivir con mi madre y de poder darle


algunos gustos con el dinero que yo ganaba en mi trabajo, así nos íbamos al
cine, a tomar café a Morelos, a cenar; en alguna ocasión la llevé al “JJCharly”,
lugar de moda en aquel entonces, que le encantó. Me pidió que le arreglara
un cuarto en la casa de San Luis, en fin, platicábamos de todo menos de “eso”.
Ni ella ni yo sabíamos abordar el tema, así que dejamos que el tiempo pasara
y lo decidiera por nosotras. Llegó el momento del aniversario número 25 de
su boda y me pidió que lo festejáramos. Nos tomamos foto, hicimos misa, y
allí ella me dijo al oído: “Ya llegué hasta aquí, lo demás es tiempo extra”, en
ese momento no le tomé importancia y sólo le tomé la mano y se la acaricié.
Hicimos una pequeña fiesta que todos disfrutamos. Enseguida de ésta, siguió
la de los 40 años de los abuelos y después todo fue caos, miedo, incertidumbre
e incredulidad ante lo que decían los médicos: ella tenía cáncer y le quedaba
poco tiempo, días, no más de tres. Se deterioró físicamente muy rápido, la
operaron más que nada para saber cuánto estaba invadida, le dieron tres
infartos que superó durante la operación, la sacaron del quirófano, yo estaba

154 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

allí mirándola angustiada, y ella, antes blanca, ahora estaba gris. Me vio y sólo
movió la cabeza en forma negativa y me extendió la mano y yo se la agarré y
así nos fuimos hasta su cuarto.

Dijeron que el cáncer estaba en el páncreas y que era el más letal, que nos
preparáramos, pues debido a los infartos el final iba a ser rápido. Ella se aferró
a la vida y duró una semana, una semana de la más pinche agonía. Una semana
en la que sólo nos mirábamos y nos tomábamos de la mano. En alguna ocasión
una enfermera le preguntó: “Ya sé, ella es la consentida ¿verdad?”, como ya no
podía hablar asintió con la cabeza. Yo me sentí en ese momento inmensamente
feliz, porque sentí la aceptación de mi madre, porque vi en sus ojos el amor
que me tenía. Una madrugada mi manito nos dijo que entráramos porque
estaba por finalizar; entramos mi padre, mi hermano y yo. Era cierto, casi ya
no podía respirar, el pecho se le levantaba y luego no, y yo como estaba a su
lado se lo oprimía y volvía a respirar, así lo hice, no sé cuántas veces hasta que
mi padre me dijo: “Ya, déjala”, y yo la dejé... con todo el dolor de mi corazón la
dejé y su pecho ya no se volvió a mover, pude sentir cómo la muerte llegó y se
la llevó, así prácticamente me la arrebató de las manos.

Yo no sé si grité o lloré o qué pasó después de esos momentos, únicamente


recuerdo cuando le pedí a un señor un cigarro y me dio un “Delicado”. No
recuerdo un cigarro más sabroso que ése. Era la madrugada del 9 de julio de
1979. Todo lo demás fue rápido, ese mismo día mi padre la quiso sepultar y
así lo hizo, nos la entregaron a las 10, a las tres fue la misa y en seguida nos
trasladamos al panteón, allí nuevamente Dios se hizo presente porque si no,
yo no le encuentro explicación a lo que sucedió: al momento de estar bajando
la caja, no sé de dónde salió una nube, se posó sobre nosotros y empezó a
llover. Al sentirla, todos se arrodillaron yo sólo los veía, eran muchos, muchos
los amigos que nos acompañaron a despedir a mi madre; un sacerdote que
se encontraba entre los presentes se me acercó y me dijo: “¿Quieres una
explicación de lo que está sucediendo?, es el cielo que se abre para recibirla,
no estés triste, ella ya está al lado del Señor”. Debió ser así porque el suceso

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 155


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

se comentó por mucho tiempo entre los conocidos, todavía hace varios meses
una amiga lo recordó. A los 45 años, mi madre falleció, solamente tenía 45
años cuando el puto cáncer se la llevó.

La vida me cambió por completo, porque todo lo pensé menos que mi madre
se fuera tan pronto, así que el proceso de adaptación fue muy duro, cada quién
se encerró en su dolor y lo sufrimos por separado. Mi manito con su familia,
mi padre con sus amigos y mi manita y yo igual. Nadie nos preguntamos uno a
otro cómo estábamos, qué tal íbamos, cómo nos sentíamos. Pero la vida sigue
y a los tres años mi padre y mi manita hicieron boda conjunta, o sea 2 x 1, se
casaron el mismo día. Yo aún vivía en el hogar paterno, pero no fue por mucho
tiempo ya que para ese entonces ¡ya tenía casa! Así que esperé el momento
propicio, le di la noticia a mi pa’ de que me marchaba. Todo lo que se había
guardado de decirme, lo soltó y aguanté vara y sólo le respondí que ya quería
hacer mi vida, así como él ya había rehecho al suya. Me dio seis meses para
regresar arrepentida, porque yo no sabía lo que era mantener una casa. Es
cierto que fue difícil, pero la felicidad de ser “yo” me dio fortaleza para nunca,
hasta la fecha, arrepentirme de haber abandonado la casa que también fue de mi
madre. La primera noche dormí mucho y a pierna suelta, como luego se dice.
Por primera vez no tuve esos sueños que me hacían despertar sobresaltada
a media noche. Y es que desde hace largo tiempo, un sueño recurrente en
mí era que volaba, de varias maneras me elevaba, desde arriba todo lo veía,
entonces planeaba, agitaba los brazos como alas y volaba, hasta que de pronto
me cansaba y tenía un miedo terrible a aterrizar, ¡nunca pude aterrizar!, casi
tocaba tierra y me volvía a elevar aunque estuviera muy cansada, entonces la
desesperación me despertaba, bañada en sudor y terriblemente agotada. Al
cambiarme a mi casa, nunca más volví a tener esos sueños.

De mi padre puedo decir que tiene un sentido del humor excelente pero cuando
está de malas ¡cuidado! Creo que toda la vida le tuve miedo; siempre trabajando,
muy responsable, en toda su vida laboral sólo una vez se incapacitó; siempre
trató de darle gusto a mi madre y en cuanto podían se iban de vacaciones con
o sin nosotros, no recuerdo algún disgusto por alguna supuesta infidelidad

156 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

o porque dejara de dar dinero para los gastos de la casa. Lo recuerdo con
poco contacto con nosotros, nada cariñoso, en alguna ocasión quería que los
acompañara de vacaciones, pidió permiso laboral para mí y le dijeron que no
era posible porque el trabajo que yo desarrollaba nadie más lo podía hacer. Esto
lo llenó de orgullo y se lo comentó a mi madre, ésta ni tarda ni perezosa me
dijo y yo cuestioné: “¿Por qué no me lo dice?” ¿porqué no me dice lo orgulloso
que está de mí?“. “Así es él, si no te lo dice es aparte”; lo cierto es que siempre
se preocupó de que no nos faltara lo indispensable.

Me enseñó a desarmar las planchas que le llevaban las vecinas para que se
las arreglara, a jugar dominó, a tenerle mucho respeto a la electricidad, pero
sobre todas las cosas más importantes que con su ejemplo me enseñó son a
no dejarme vencer a la primera, a no dejarme de nadie, a saber que lo que
me proponga lo puedo lograr, a no echarle la culpa a otros de mis errores
y sobre todo, a ser una persona digna. Tal vez no lo sabe, pero todo esto lo
valoro mucho. Se me hacía tan inteligente cuando me decía cuáles fichas tenía
y cuáles no, cuando encendía rápidamente fogatas en el monte para calentar
el lonche, lo recuerdo caminando sobre una barda de piedras cuando ésta se
desmoronó, él saltó y dando por lo menos dos maromas, se incorporó sin
que le pasara nada. Yo estaba asustada y me dijo: ”No me pasó nada y ¿sabes
por qué? Porque juego futbol”. Era ágil, bailaba muy bien, al igual que sus
dos hermanos. Desgraciadamente, al pasar los años y luego de la muerte de
mi madre, se descuidó mucho físicamente. Verlo ahora tan disminuido, tan
indefenso debido a sus enfermedades me parte el corazón. Tiene 78 años y
pareciera de más, afortunadamente su esposa está a su lado y lo atiende y
le proporciona todo lo necesario. Lo amo, pero al igual que él me es difícil
expresar mis sentimientos.

Mis padres me regalaron dos fabulosos hermanos. Enrique, propio, serio,


formal; y Patricia todo lo contrario, extravagante, rubicunda, mal hablada,
pero con un corazón que ya lo quisiera cualquier príncipe de la Iglesia Católica.
Mi manito con lo establecido; ella nos manda al diablo si así le apetece. Somos
muy diferentes los tres y a pesar de ello, nos queremos con locura desmedida.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 157


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Tengo otros dos hermanos, Myriam y Carlos, hijos de mi hermosa tía Oly, que
vienen a complementar esta familia de chiflados con hijos y nietos incluidos.
Con mi manito estuve muy unida de chica y con mi manita ya de grande. Con él
jugué toda mi infancia, al fut principalmente, nos acompañó siempre, íbamos a
todos lados, hasta que se casó y formó su familia. Llegaron sus hijas primero
y luego los varones. Nadia, la mayor, fue la niña de los ojos de mi madre. Todo
lo llenaba con su inquietud y su sonrisa, se quedaba dormida parada, porque
quería seguir jugando. Haydeé, la segunda, fue la preferida de mi papá, era toda
ternura, se quejaba de todo, si algo le dolía lo decía en diminutivo, su piernita,
su pancita, su bracito, no quería comer y mi sufrida cuñada se mortificaba
mucho, después siguieron Arrianita (que lamentablemente falleció estando
pequeña). Raúl y Omar un par de adolescentes guapísimos, inquietos y con
personalidad muy diferente pero bien definida como cualquier joven, aman y
respetan a sus padres como pocos.

Los hijos de mi manita se cuecen aparte, esos sí están locos. Ale, que dice que
la cigüeña se equivocó al dejarla en esta familia, que la de ella es la Garza
Ponce pero de los ricos; Raúl Armando que se siente parido por las hadas, muy
inteligente e inquieto, que jura y perjura que me quiere más que a todas sus
tías. De mi cuñado puedo decir que es un santo, porque aguantar a mi hermana
está del cocol. Myriam, que luchó a brazo partido junto con su madre para
salir adelante en esta vida tan injusta y que tanto golpeó a mi tía. Y Carlos
el enfermizo, el débil, el que hizo sufrir tanto a su madre por las dolencias y
recaídas, recuerdo a mi tía llorando por culpa de ese cabrón, pero también con
unos sentimientos de lo más fino: se casó cinco veces y ya trae novia otra vez. Y
por último Stephany, la atleta de la familia, sobresaliente en gimnasia, inquieta
como pocas y Dany, un joven divino que nos ha enseñado cómo sobrevivir a
los padres. Ésta es mi familia, ésta es mi base.

Cuando nos cambiamos de casa de mi hija, mi pareja y yo iniciamos una nueva


etapa en nuestras vidas. ¿Mi hija? El regalo más hermoso que la vida me dio, la
cosa más bella que jamás había visto, el tamal de dulce más rico, el sentimiento
más puro que había experimentado. Cargarla y apretarla, sentirla en mi pecho

158 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

dormida, bien valía las desveladas y los aprietos económicos que pasamos en
un principio. No me decidía por el nombre, no sabía cuál escoger, así que para
no estresarme decidí ponerle cinco nombres. Mi hija se llama René Patricia
Tamara Alicia Josefina, todos ellos con gran significado para mí. De nuevo
la presencia de un ser supremo que me sonreía y que me conocía porque si
no, ¿cómo me explico que mi hija fuera tan sana y tan comilona?, la primera
calentura le dio a los seis meses; de varicela, tres granitos; la rubéola a los
15 años, una gripa fuerte hasta los ocho años... Cómo olvidar sus primeros
balbuceos, su sonrisa al reconocerme, la forma en que me pedía que la cargara
y mi angustia cuando la sentía en peligro. En una ocasión tuvimos que pasar
por encima de un tubo de gas roto, no había de otra porque podía explotar
en cualquier momento y era necesario salir de allí rápidamente, habíamos
avanzado una cuadra solamente cuando explotó. Sentí como las piernas ya no
me pudieron sostener y me bajé del carro para poder controlarme y observar
la magnitud de la explosión. En otra ocasión el agua de lluvia empezó a
arrastrar el carro en el que íbamos mi hija y yo, bajarse era arriesgado, pero
era más arriesgado quedarse allí, así que cuando estaba a punto de bajarme
con mi hija cargada, no sé de donde salieron cuatro jóvenes y me ayudaron a
llevar el carro flotando hasta donde ya lo pude manejar. Al entrar a mi colonia,
el carro se apagó y no funcionó más. ¿Ahora ya me entienden por qué digo que
soy consentida de Dios?

Cuando tuve la necesidad de meterla a la guardería me la aceptaron de


inmediato porque en el IMSS, la directora era un antigua amiga; en la segunda,
que era del DIF, hizo también el kínder, recién inaugurada la unidad cerca
de la casa. Lo único que no me cuadraba era que tenía que trabajar tiempo
extra para poder completar con el gasto familiar. Aún así disfruté mucho el
desarrollo de mi hija, fue más bien tímida hasta que entró a la secundaria,
allí empezó el “deschongue”. Con gracia natural para el baile, no se perdía
uno; mi niña, antes dócil y manejable, se convirtió en una “rebelde sin causa”.
En la misa de sus 15 años me la pasé llorando de la emoción y en su baile
tronándome los dedos de la mortificación de ver pasar a tanto joven cuando el
acuerdo había sido que sólo 70 amigos podía invitar. Al final todo salió bien,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 159


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

gracias a que mi manito me apoyó con un billete extra. Terminó la prepa a


gritos y a sombrerazos, después de cuatro años. Luego la Facultad se la aventó
en tiempo y forma, hasta dos tetras antes de terminar, cuando solemnemente,
un día después de mi cumpleaños número 49 me anuncia: “¡Vas a ser abuela!”.
A mi tierna edad me convirtieron en abuela.

En un principio la noticia me desmoronó, porque todo lo que había planeado


para ella se venía abajo, o sea todo lo que piensa una madre: que terminen
la carrera, que viajen y luego se casen con la persona indicada, ya saben, el
vestido de novia, la misa, el baile, etcétera. Ahora: “Quiero tener a mi bebé,
quiero terminar mi carrera y quiero que me mantengas mientras termino y
trabajo; no sé si me quiero casar y no quiero pedirle nada a él”. ¡Claro! ¡y aquí
esta tu mensa para cumplirte todo lo que quieras! Pero así lo hice, la apoyé
en todo y llegó el momento del parto. ¡Yo lo vi, yo estuve allí! Fue cesárea y
de pronto, de la panza tasajeada de mi hija, emergió un renacuajo lleno de
sangre y con ganas de llorar a todo pulmón. ¡Era mi nieta! Y era igualita a su
madre cuando nació ésta, no podía ser de otro modo, y tampoco me la podían
cambiar, eran igualitas y yo estaba filmando todo lo que le hacían. De pronto,
la voz de mi hija me hizo reaccionar: “Mamá, no puedo respirar”, y la angustia
me invadió. ¿Qué pasa, doctor? “No se preocupe todo está bajo control, este
aparatito nos lo indica”, me tranquilicé y seguí con la cámara filmando a mi
nieta. De lo demás ya saben, el desfile de familiares y amigos para conocer
a la recién nacida, todos diciendo que se parecía a la madre, y esas cosas.
Ellas viven en mi casa y me han iluminado la existencia, Julia Valentina es el
nombre de mi nieta y como dice Catón: “Si hubiera sabido que a los nietos se
les quiere más que a los hijos, hubiera tenido primero a mis nietos”.

Pero, bueno, casi se me termina el espacio y no he hablado de “eso”, eso que


escondí por mucho tiempo y que ya no quiero esconder más. Es mi derecho
y lo ejerzo. Desde chica me supe diferente, sin saber a ciencia qué me hacía
serlo pasé mi niñez y pubertad, no tenía los mismos intereses que mis amigas
o primas, siempre tenía la sensación de estar fuera de lugar, o con sentimiento
de culpa o irritable o triste. Mi refugio fue el deporte y allí fue donde me di

160 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

cuenta de lo que en realidad era, pero ahora, ¿qué hago? No había información,
no había libros, ¿comentarlo con alguien? ¡ni en sueños! Esas cosas no se
dicen, de eso no se habla, sólo se rumora o se cuchichea por lo bajo. Aún así
me arriesgué a decirlo en confesión y la reacción del sacerdote fue brutal, por
un pelo de gallina no me excomulgó y de la iglesia salí peor de lo que entré.
Ante esta situación, opté por el ostracismo total.

A nadie más le iba a decir mis más íntimos sentimientos y el alejamiento de


la iglesia católica llegó poco a poco. Empecé a relacionarme y a formar un
grupo de amigas, a lo que ahora se le llama “grupo de pertenencia”, con ellas
me sentía relajada, pero volver a la realidad, después de estar a gusto, era muy
duro. Era fingir, ponerse la careta y era el terror a la regañada porque llegaba
tarde. De una u otra manera, intenté de varias formas y por algún tiempo
encajar en esta sociedad como si fuera una más, con todo lo que esto implicaba,
es decir, tener novio, no ir a hacer deporte, llegar temprano y acompañada por
algún chico a la casa, salir solamente con mi novio, etcétera. Pero no pude, era
superior a mí y, no lo puedo negar, tuve “pretensos”, extraordinarios y guapos,
inteligentes y formales, pero aún con eso no pude. Siempre pensé que mi padre
en cualquier momento me podía correr de su casa al descubrir mi condición,
pero nunca pasó eso y mi madre, que todo lo veía, también guardó silencio.
Así que sin más armas, junto con algunas amigas, me decidí a construir mi
felicidad a escondidas de esta sociedad que todo lo censura y a la que no le
importa en lo más mínimo ni la dignidad ni la felicidad de las personas que
somos diferentes.

En la década de los 70, ser diferente era sinónimo de discriminación, era pasar
a cada rato vejaciones de otras personas que se sienten con el derecho de
señalarte, por no ser como ellas. Era aguantar en silencio el rechazo, era el que
te hicieran a un lado sin ninguna explicación, era que un estúpido se sintiera
con el derecho de aventarte a la cara la copa porque no quisiste bailar con él,
o incluso que te amenazaran de muerte a ti o tu pareja y no poder denunciarlo
porque lo más probable era que no te hicieran caso. Era ir a los bares y discos
de manera clandestina y escuchar de pronto que la semana pasada, en la redada

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 161


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

se habían llevado a tal o cual. Era sentir el cariño y respaldo de los amigos y
amigas que te aceptaban tal y como eras, en especial mi amiga Yolanda...

Pero un buen día, más bien dicho, una madrugada de insomnio, en la TV


pasaron un programa que se titulaba más o menos: “Un amor que se atreve
a decir su nombre”, ¡órale! En ese programa se habló sin tapujos diciendo las
cosas por su nombre. Y yo no cabía de la emoción, entonces, sí se podía hablar
de eso y esas mujeres, Claudia Hinojosa y Nancy Cárdenas pasaron a ser para
mí las más admiradas, por su valor y naturalidad con la que hablaban del tema.
Pero nadie aquí me hizo caso, todas preferíamos “nadar de muertito” y dejar
que pasara el tiempo, así que yo me uní a ellas y dejé las cosas igual.

Me llegó el amor y junto con mi pareja formamos una familia, hija incluida,
por 17 años compartimos un hogar, crecimos, vivimos, amamos, soñamos,
llevamos a cabo proyectos individuales y colectivos, hasta que, por azares
del destino nos separamos. Claro que fue muy difícil, pero la fortaleza que
habíamos desarrollado a través de los años nos ayudó a salir adelante. En la
actualidad, después de mucho batallar, somos amigas gracias a Dios.

Un día en el periódico venía anunciada una semana cultural, justo lo que


había esperado por largo tiempo, allí conocí a Joaquín, Abel y Norma, ellos
me cambiaron la vida y me enseñaron otro camino. Tere, Pablo, Juanjo y
Edson que me hicieron soñar que se podía cambiar este mundo y hacerlo más
justo y luego las feministas Irma Alma, Maricruz, Consuelo y Juany, que me
contagiaron con su entusiasmo para luchar por los derechos de las mujeres.

Pero el que más me impresionó y me hizo ver la realidad del México actual
en todas sus injusticias y carencias fue el Subcomandante Insurgente Marcos.
Si por él ya sentía simpatía, por el levantamiento del 94 y había estado en el
D.F. en la gira “El color de la tierra” en el 2001, imagínense lo que fue para
mí conocerlo, estar cerca, escucharlo hablar, manejar para él y convivir por
una semana. Así como cuando sientes que te quitan una venda de los ojos, así
sentí yo al escucharlo hablar ante los campesinos, trabajadores y estudiantes

162 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

e intelectuales. Qué alejados estamos los citadinos de los indígenas, qué mal
informados estamos de la realidad mexicana y qué poca valentía la nuestra
para voltearnos al otro lado y hacer como que no vemos y escuchamos lo
que ocurre en el sur de la República. Había que ver esa realidad y acepté la
invitación para ir al Encuentro Mundial de los Pueblos Indígenas, que se llevó
a cabo en Chiapas el año pasado.

Por casi un mes anduve de caracol en caracol escuchando de boca de los


indígenas cómo es su vida ahora y cómo fue antes, los logros que han obtenido
y cómo el gobierno local y federal sostienen una guerra contra ellos que aún
no termina, aunque los medios digan lo contrario o en el peor de los casos, no
digan nada. Pero no nada más a mí me lo contaron, se lo contaron a personas
de todo el mundo, en ese encuentro estuvimos miles de gentes atestiguando
sus logros en organización, salud, educación y mujeres. Tampoco hablan de
esto los medios de comunicación y es cuando una se pregunta: ¿Dónde está
la sociedad civil que no hace valer su derecho a ser verazmente informada?
Cuando el SCI Marcos estuvo en Monterrey como parte de la gira “La otra
campaña”, lo pude mirar a los ojos directamente y pese a sus detractores, pude
ver en ellos calidez, respeto, verdad, honradez y pasión, pasión por lo que hace
y aunque no me lo crean, me sonrió. ¿Qué cómo lo pude ver? Por las patas
de gallo que surcan las comisuras de sus ojos. En su estancia aquí me tocó
ser chofer del auto que servía como guía para la otra caravana de “La otra
campaña”, y aunque era mucha responsabilidad, lo disfruté muchísimo, era la
adrenalina a todo lo que da y en todo momento, con órdenes muy puntuales y
estrictas, como ésa de que la caravana, por razones de seguridad, no se detiene
por nada a menos que sea una emergencia. Bueno, cuando terminaron e iban
para Saltillo, yo los guié a las afueras; escuché la orden para que me hiciera a
la orilla y ellos seguirían sin parar.

Para sorpresa de todos (incluida la Policía federal) la caravana se detuvo y


del coche del Sub salió corriendo una persona y nos entregó a mi pareja y a
mí un libro, diciendo: “De parte de Marcos, que muchas gracias por todo”,
corriendo se regresó y la caravana prosiguió su camino. Aún paralizadas por

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 163


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

la sorpresa, abrimos el libro y la dedicatoria dice... Mejor no lo cuento, esto es


muy privado. Mi respeto y admiración para el Sub, para el hombre que pudo
y supo dejar una vida llena de comodidades para proseguir con sus ideales y
alcanzarlos, sin importar que éstos estuvieran en la selva lacandona, al lado
del sector más pobre y más jodido de este México nuestro, tan nuestro pero
que ni siquiera lo conocemos.

El activismo social me ha dejado muchas esperanzas y muchas amistades, la


mejor de todas: mi compañera, mi pareja Paty. Hablar de Paty es hablar de
ilusiones y de sueños, es hablar de lucha constante por nuestros derechos, por
nuestros espacios, por nuestra libertad, por nuestra felicidad. Ella personifica
la valentía y lo digo porque con su testimonio te empuja a enfrentar lo que
en otro tiempo no hubiera podido hacer. Un ejemplo fue cuando en un bar,
descubrimos a un familiar mío, joven él, y entonces hubo terror y angustia
de parte de los dos al vernos descubiertos, porque todo lo hubiera pensado
menos que en mi familia existiera otro como yo; aun con toda mi formación
no sabía qué hacer, así que ella me dijo: “No puedes dejar pasar esto así, tienes
que enfrentarlo, piensa en lo que va a sufrir si tú no te decides”. Así lo hice, y
por la expresión de su cara, por la angustia que reflejaba, con los brazos como
si estuviera su pared, capté el estado emocional por el que estaba pasando; nos
abrazamos y platicamos. Me pidió secrecía y así lo hice.

Pero no fue por mucho tiempo ya que, por un descuido, dejó olvidado un libro
en la cama y esto llevó a que en su casa lo descubrieran. Él le pidió a su
familia que hablaran conmigo y así lo hicieron. Así que eso, de lo que nunca se
había hablado en mi familia, se convirtió en un tema obligado. Ahora sí, con
el apoyo de Paty ya estaba preparada para abordarlo. De joven por ignorancia
había cerrado la puerta, y en la actualidad, a mis cuarenta y tantos, aquello
fue como la apertura de un gran portón. Por primera vez con todas sus letras
le dije a mi familia: soy lesbiana y no me avergüenzo de ello. Lo dije de frente
y sin bajar la cara, pedí respeto y apertura para el joven y puse a sus órdenes
toda la información que teníamos en nuestra organización. Hablarlo me hizo

164 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

libre ante mi familia, algo que ya sabían, solamente el hecho de verbalizarlo


hizo que me sintiera finalmente con una sensación de libertad pocas veces
experimentada.

Paty, un grupo de amigas y yo tenemos una asociación civil que se llama


LESMTY, A.C. y en ella buscamos por medio de talleres, pláticas, eventos
y convivencias, empoderar a la mujer LES, desmitificarla, crear grupos de
pertenencia e incidir en políticas públicas para mejorar la calidad de vida
de quienes, sin saber porqué, nos tocó ser así y compartimos este estilo de
vida. Hoy, después de más de 30 años de lucha por nuestro derecho a ser,
en Coahuila, existe el pacto de solidaridad, figura legal que nos da certeza
jurídica a quienes nos queremos unir ante la ley. Jamás en todos estos años de
activismo pensé llegar a vivir para ver lo que hoy hay en el vecino estado. Ni
en mis sueños más guajiros lo imaginé, así que por este hecho estoy contenta,
muy contenta, tan contenta que mi pareja y yo ya fijamos fecha para firmar
el pacto. Tal vez para cuando salga publicado este libro nosotras ya seamos
pareja solidaria. Ya lo hablamos con nuestros respectivos hijos y nos apoyan.

También en la Iglesia de la Comunidad Metropolitana vamos a celebrar


nuestra santa unión. Esta iglesia que es ecuménica tiene cabida para quien,
por una razón u otra, se sienta excluida o rechazada por otras religiones. Por
mucho tiempo yo me sentí así, pero nunca mi fe en un ser supremo disminuyó,
si en la iglesia católica no me valoran como persona, como ser humano y sólo
se fijan en que al ser que yo amo es mujer sin tomar en cuenta todo lo demás,
¿qué significa ser un buen cristiano?, ¡ni modo! Hay una frase que desde hace
mucho me impactó y es: “Solamente tenemos dos obligaciones en este mundo
y son el ser justo y ser feliz”. También recuerdo cuando un sacerdote me
preguntó “¿Cómo ves a Jesús?, ¿sufriendo?, ¿sonriendo?”. Yo respondí lo
segundo.

No lo puedo negar, la vida me sonríe y yo le sonrío a ella, tengo una pareja con
la que comparto sueños y luchas, y eso nos hace mayoría. Ambas hemos elegido
no dejar que otras personas decidan por nosotras cómo debemos vivir, a quién

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 165


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

debemos amar y con quién tenemos qué compartir. Hemos decidido hablar en
voz alta para que nos escuchen y nunca más nos quieran invisibilizar. Luchar
para que la homofobia sea erradicada y más entre nuestros representantes
en el Gobierno y en el Congreso, y por sobre todas las cosas pedir para que
personas como María Elena Chapa y Patricia Basave nunca nos falten en
nuestro camino. Gracias.

166 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Hoy tengo una nueva historia que contar


por Gaviota

Para empezar contaré que una parte de mi niñez fue muy feliz. Nací en un
ranchito muy humilde de Zacatecas, ahí viví con mis padres, hermanos y
primos. Nos íbamos nosotros y mis primos a cruzar el cerro, que para mí era
muy alto; hacíamos columpios en las ramas de los árboles y también nuestros
propios juguetes, tales como muñecas de trapo, cazuelas, metates, en fin, todo
lo que se nos ocurriera. Mientras, mi mamá hacía las labores del hogar.

Mi papá seguido se iba de bracero a Estados Unidos. Cuando regresaba venía


cargado de regalos, entre ellos telas, con las que mamá nos hacía vestidos a
mis hermanas y a mí. Así como había juegos, también ayudábamos a mi mamá
para que terminara más pronto y se pusiera a hacernos los vestidos. A veces
no tenía qué darnos de comer y nos daba piloncillo con queso o nos decía:
“Pésquenme esa gallina”. Eso nos divertía mucho, correr tras la gallina con la
que nos hacía un buen caldo.

A mí me gustaba mucho montar, así que un día me subí a una marrana


embarazada ¡y ahí voy sobre la pobre marrana! Por más que me gritaba mi
mamá, no la escuchaba, pues yo andaba feliz corre y corre encima de la marrana.
Cuando me bajé, ¡qué tunda me puso mi mamá!; después me explicó por qué no
debía de subirme. Mi mamá era muy alegre, cuando no estaba mi papá se ponía
a bailar con mis primas las mayores. Lo malo era cuando me mandaba a traer
la leche a casa de una hermana de mi papá. Siempre me recibían mis primos,
que ya eran mayores y muchas veces trataron de violarme pero gracias a Dios,
nunca lo lograron, yo siempre le gritaba a mi tía con todas mis fuerzas, ella
llegaba y me los quitaba a puros garrotazos.

En ese tiempo no se les podía hablar de esos temas a los papás y así comenzó
el calvario: uno de esos primos mató a un hermano de mi mamá. Ese mismo
día nació mi hermano y mi mamá, de la impresión de lo sucedido, se quedó

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 167


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

paralítica. Mi papá, en lugar de apoyarla, huyó con su hermana y los primos.


Nos llevó con él, en carretas. Cruzamos montes y ríos muy profundos,
recuerdo que forzaban las carretas para cruzar y se desbarataban, y hasta que
las arreglaban podíamos seguir. En el camino pasamos hambres, frío, sed y
piquetes de mosquitos. Por fin, llegamos a la casa de un hermano de mi papá,
que nos dio alojamiento.

Del tiempo que estuvimos sin mi mamá no tengo recuerdos. Pensando en


nosotros, mi mamá se recuperó y fue a encontrarnos. La esposa de mi tío
estaba feliz, pues la tomó como sirvienta y la ponía a hacer de comer para
ellos. Cuando mi mamá terminaba, mi tía se llevaba todo a su cuarto para
que nosotros no comiéramos nada, ponía una mesa y sobre la mesa un banco
y colgaba la canasta; mi mamá a veces hacía gorditas, les ponía frijoles y
las escondía en su delantal. Por la noche y bajo las cobijas nos repartía de a
pedacito para que mi tía no se diera cuenta. Una vez me encontró llorando mi
papá y me preguntó: “¿Por qué lloras?”. Yo le contesté muy enojada: “¡Tengo
hambre!”. Él bajó la cabeza y le dijo a mi mamá: “¿Por qué no habías dicho,
mujer, que no les daban de comer?”. Fue a la tienda y me compró unas galletas
saladas. Todo lo que ganaba mi papá se lo daba a mi tía. Llegamos a pedir
limosna por hambre... pero nos daban dulces cuando lo que deseábamos era un
plato de comida. Por fin, papá nos llevó al ranchito donde él trabajaba.

La vida nos cambió por un tiempo. Yo le llevaba su comida todos los días a la
parcela. Me gustaba ir aventándole piedras a cuanta lagartija me encontraba,
hasta que un día se juntaron todas y me dieron una santa correteada. Creo que
corrí más veloz que un conejo. Llegué y me subí a la cama, me envolví toda en
la colcha, mientras entre todos las corrían con agua, piedras y palos. ¡Desde
ese día les tengo pavor!

Mi papá nos llevaba a asar elotes recién cortados, a comer tunas, igual, recién
cortadas. Íbamos a visitar a una familia de ciegos que vivían en un cerro, era
un lugar muy bonito. Mientras mi mamá lavaba en un río nos poníamos a
nadar mis hermanas y yo. Hasta que un día el sueño terminó: mi papá nos

168 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

mandó a ver a mi abuelo materno, pero ¡oh, sorpresa!, cuando llegamos, mi


abuelo tenía una carta de mi papá diciéndole que ahí le mandaba a su hija por
caprichuda. Y mi mamá tuvo que venirse a Monterrey a trabajar. Nos dejó con
un hermano de ella y su esposa; ahí empezamos otra vez a sufrir, ya que mi tía
nos regañaba mucho y nos daba de comer hasta que ella quería, a pesar de que
mamá mandaba todo su sueldo. Un día mi mamá vino de visita, vio el trato que
nos daban y nos llevó con ella y llegamos a casa de una hermana de papá, ahí
fue peor: los primos, que ya eran mayores, nos golpeaban.

Al cumplir 10 años mi hermana y yo nueve, mi mamá nos lleva a trabajar a


una casa, que era donde nos podían ocupar, ya que por andar de un lado a
otro no terminamos la escuela. Cuando empezamos a ganar dinero, rentamos
un cuartito y se vino a vivir mi abuela materna con nosotros. Creo que la
ignorancia la hacía cometer errores como que a mi hermano, que era un
bebé, le daba café negro en el biberón y a nosotros nos llevaba a comer de los
basureros, aunque nos duró muy poco, pues mi abuela se enfermó de cáncer
y murió.

Esta fue mi niñez. A los 16 años conocí a mi ahora esposo, duramos dos años
de novios y nos casamos. Las cosas no fueron fáciles pues él se convirtió en
una persona autoritaria, no me dejaba ir a ver a mi mamá y eso que ella vivía
a dos casas de ahí. Cuando murió su mamá, empezó a tomar, llegaba y me
aventaba el plato de la comida, hasta que una vez me armé de valor, azoté
la soda que yo le llevaba y le dije: “¡Esto no me lo vuelves a hacer, de hoy en
adelante así como yo te respeto, me vas a respetar tú!”. Quiso irse sobre mí y
le dije: “¡Tú que me tocas y le hablo a la policía!”, desde entonces poco a poco
ha ido cambiando, he ido haciéndole ver que todos somos seres humanos y
merecemos respeto mutuo. Gracias a Dios, él ha sabido escuchar y entender
que con amor y comunicación todo se puede lograr.

Tuvimos cinco hijos: tres niñas y dos niños, la más pequeña se fue con Dios
y ha sido la pérdida más grande que he tenido. Creo que me estaba volviendo
loca, pues la escuchaba llorar, dejaba lo que estaba haciendo para ir a atenderla

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 169


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

y su cuna estaba vacía. Regalé todo lo que le tenía preparado y aún así la
soñaba; según los años que iba cumpliendo yo la iba viendo crecer, hasta que
un día la soñé que me agarraba mi cara con sus manitas y me decía: “Ya no
llores, mamita, yo estoy bien”. Desde entonces, cuando la recuerdo, siento
el contacto de sus manos en mi cara. Jamás la volví a soñar. Hasta el día de
hoy tengo una familia maravillosa: cuando me enfermo, mi esposo me cuida
con mucha dedicación, poniendo en la balanza la cosas buenas y malas de él,
por eso he tenido la paciencia de sobrellevarlo, ya que sus atenciones son de
mucho valor para mí.

Le doy gracias a Dios porque, a pesar de todo lo que pasé de niña, no fui ni
pandillera, ni drogadicta, ni prostituta, gracias nuevamente a Dios y a mis
padres. Gracias a papá que me enseñó a rezar, con su enseñanza y la fe que
inculcó en mí, me fui por el buen camino. Gracias a mi madre por su conducta
intachable y por inculcarnos valores aunque no fuera con palabras, ya que ella
se volvió muy callada, pero con su ejemplo nos dio todo. Gracias a mi esposo,
Antonio Salas, por el apoyo que me ha dado en todo momento. Gracias a mis
hijos, que me han dado unos nietos maravillosos. Gracias a los cursos que he
tomado he podido salir adelante en la Asociación Nacional Cívica Femenina
(ANCIFEM) me enseñaron a valorar la familia, a ser mejor esposa y madre, y
descubrí que yo también existo.

He tomado diplomados en la Universidad de Monterrey (UDEM) sobre


familia, valores y liderazgo. Ahora que estoy tomando este diplomado sobre
crecimiento personal he salido del hoyo negro donde aún me sentía, por eso
hoy puedo decir que me siento como gaviota con plena libertad de extender
las alas para poder volar. “Hoy tengo una nueva historia que contar” y doy
infinitamente las gracias a Dios que me ha acompañado en cada instante de mi
vida, y a la licenciada María Elena Chapa por esta oportunidad.

A Paty Basave, por la enseñanza tan valiosa. A Lety, por sus atenciones. Y a
mis compañeras por su sincera amistad. Gracias.

170 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Queridos lectores:

La vida está llena de etapas buenas y malas pero que nos sirven para valorar
lo que tenemos. Siempre que nos pasa algo malo nos preguntamos: ¿Y por
qué a mí?, ¿y por qué no nos puede pasar a nosotros si somos iguales a los
demás? Pero tenemos que ser guerreras para vencer todas las adversidades
que se nos presentan. No hay que darnos por vencidas, mientras tengamos
vida vamos a encontrar soluciones, sólo hay que buscarlas. No te hundas en la
depresión, sal y admira las cosas que Dios nos da todos los días, disfruta tanto
del frío como del calor, del sol, del amanecer de cada día, de los árboles, de las
flores y el canto de las aves, en fin, ¡hay tantas cosas que podemos admirar y
asombrarnos con su belleza!

A veces pensamos que ya no podemos más y nos dejamos guiar por los demás
ciegamente, tenemos que salir y aprender que el mundo también nos pertenece.
Relájate y si tienes ganas de llorar, llora; si tienes ganas de reír, ríe; si tienes
ganas de cantar, pues canta ¿qué es lo que te detiene? En tus manos está el
cambio, en nosotras las mujeres esta la solución de muchos de los problemas,
no te dejes pisotear por nada ni por nadie. Por eso, debemos de prepararnos
leyendo libros de superación personal y tomar cursos. Así podremos dirigir
mejor nuestra vida y nuestro hogar.

El mundo necesita de dos alas para volar, una del hombre, la otra de la mujer.
Mientras no vuelen al parejo nada marchará bien. Necesitamos una nueva
humanidad basada en la equidad de género. Hoy en día cada vez hay más parejas
divorciadas porque quieren ganarle uno al otro; no busquemos ganar, sino
tomar acuerdos juntos y así encontraremos la paz que andábamos buscando.
Aprendí en el diplomado que tenemos que ser protagonistas de nuestro propio
destino, llegar a nuestra autodeterminación, a través de un triple carácter
unitario: autora, actriz y agente de nuestras vidas. También que todos y todas
pasamos por la misma lucha: crisis, sufrimiento y muerte. Reflexiona sobre
el tiempo, pues es un recurso no renovable, cuando nos damos cuenta ya se
nos pasaron los años; retoma tu vida, disfruta de tus seres queridos. Cuando

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 171


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

somos niños dependemos de los demás, pero ya adultos somos responsables de


nuestro propio destino. Cuando sientas que ya no puedes más, cierra tus ojos
y respira hondo, siente cómo Dios te toma en sus brazos. Dios es como el aire,
que no lo puedes ver pero sí lo puedes sentir. Ahora que te conté una historia,
espero te pueda servir.

172 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

La felicidad: una decisión propia


por Magnolia

Otro septiembre y no pude asistir a Expo Tu Ayuda. Pero, Magnolia, ya es


tiempo que hagas algo con tu tiempo libre, no es posible que desperdicies
así un tiempo que podrías dárselo a los demás... bueno, ya llegará tu hora.
Empieza un nuevo año y por fin tuviste en tus manos el folleto de todas las
asociaciones de ayuda, pero ahora, ¿qué hacer con él?, ¿a dónde hablar?, con
niños abandonados, con ancianos, con discapacitados, al DIF, ¿a dónde?, casi al
azar tomé el teléfono y hablé al Instituto Estatal de las Mujeres, me presento y
digo que quiero hacer un voluntariado, que soy ama de casa y que tengo tiempo
para mi prójimo, me responden que con mucho gusto, pero que primero debo
hacer un curso, un diplomado en Desarrollo Humano, así que me presente el
martes siguiente, pues aunque ya había empezado todavía podía integrarme al
grupo. Así llegué, a ver de qué se trataba todo aquello.

El primer día fue extraño, no conocía a nadie y nadie me conocía, ¿qué debíamos
hacer?, pues todavía no lo sabía. Puntualmente, clase con clase, asistí todos los
martes, y por fin supe que tendríamos que escribir nuestra propia historia,
¿qué? ¿escribir mi historia?, ¿para qué?, ¿a razón de qué?, ¿para quién? Ya
después lo pensaría y aceptaría, aunque la verdad se me hizo tan difícil, pues
mi historia ya ni la recordaba, tendría que desempolvar mis recuerdos, y como
otras compañeras, debía empezar con ver fotos antiguas o preguntarles a
nuestros padres o abuelos o tíos o parientes, ¡qué horror!, pero si yo tenía todo
eso borrado de mi mente, mi memoria no es buena, eso quedará para después,
me decía a mí misma, y la verdad me tardé varias semanas en ver mi álbum de
fotografías acomodadas cronológicamente... y ¡vaya que las tengo!

Sin embargo, ya no podía esperar más, las actividades del diplomado lo


requerían, y de un tiempo a la fecha me he propuesto cumplir con lo que
empiezo y ésta no iba ha ser la excepción. Así pues, tomé mi álbum y lo hojée,
por primera vez desde hacía mucho tiempo, pero lo vi tan rápido que no lo

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 173


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

observé, me grabé en la mente imágenes erróneas pues me vi siempre sola.


Pasaron algunos días y después de comentar con mi mamá esas fotografías,
me corrigió y las volví a ver con conciencia y a observar si, en efecto estaba
sola; y no, siempre estaban mis hermanos y cuando no estaban, era porque
ellos tomaban esas fotos, de modo que así pude empezar a hilar mi historia, la
cual les contaré de la mejor manera que encuentre.

Empezaré diciendo que provengo de dos familias numerosas: mi abuelo


paterno con sus dos matrimonios tuvo muchos hijos, y mi papá era el mayor de
esa nueva familia; mi mamá, la tercera de siete hermanos. Cuando se casaron
mis papás no tenían los recursos suficientes, pues no les dieron dotes ni nada
de eso, además a mi papá la verdad no le gustaba mucho trabajar, pues su
familia vivía más de herencias que de trabajo. A él le gustaban las ferias y las
jugadas; mi mamá, sin embargo, sí venía de una familia muy trabajadora. Un
día, casi recién casados, mi mamá le dio todo lo que había podido ahorrar del
dinero diario del gasto que le daba mi papá, para que pudiera él pagar una
deuda de juego. Ahí mi papá se dio cuenta de su error, le prometió no volver
a jugar y lo cumplió. Luego como mi mamá era súper trabajadora le insistía a
mi papá instalar una carnicería, pues por ese barrio no había ninguna y podía
ser un buen negocio. Gracias a que mi papá le hizo caso fue que empezaron
a salir adelante, mi mamá siempre al frente del negocio y luchando a brazo
partido junto con mi papá.

Yo soy la menor de tres hermanos, mi hermano mayor me lleva ocho años y mi


hermana, siete; como verán soy el pilón y conmigo se “cerró la fábrica”, pues lo
que cuenta mamá es que sus partos eran cesáreas y sufría mucho en cada una,
por lo que mi papá dijo que no más, que no podía verla sufrir tanto. Fui una niña
muy querida, ya en ese tiempo mis papás habían crecido económicamente y el
futuro se vislumbraba mejor: se acabaron las carencias y podíamos disfrutar
más de la vida. Yo nací en 1959 y después de un año, nos cambiamos de casa;
nos fuimos a una mejor colonia y ahí crecí y viví hasta que me casé.

174 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Junto con el negocio y la casa nueva, mi papá empezó a comprar tierras y a


edificar un rancho, con casa, alberca, bodegas, corrales, tractores, casas de
rancheros, etcétera, que yo disfruté más que mis hermanos, por la diferencia de
edades. Dentro de las anécdotas que me cuenta mi mamá me dice que cuando
tenía como tres añitos, fuimos de vacaciones a Acapulco y ahí nos revolcó una
ola; a mi mamá casi se le acaba el mundo pues ella creía que me soltaba y que
el mar me tragaría. La verdad es que mi mamá siempre ha sido muy miedosa
y creo que para ella fue algo que la asustó muchísimo.

Cuenta que yo era sonámbula y cuando contaba con cinco años me levantaba
al baño pero no iba al sanitario sino que en cualquier lugar me hacía pipí: en
el cuarto de mi hermano o en el bote de la ropa sucia, por lo cual mi mamá
nunca me quería dejar sola pues a ella se le figuraba que abría la puerta de la
casa y me escapaba de noche, como en la caricatura de Oliva la de Popeye; la
verdad, nunca supe cómo me curé o cómo lo superé, pero el tiempo corría y
así fui creciendo. Cuando nevó en Monterrey yo tendría unos nueve años e
hicimos con mis vecinitas un gran mono de nieve; después de unos días fuimos
al rancho y resulta que la alberca estaba a mitad de agua de nieve, hacía mucho
frío y aún así mi mamá me permitió que entrara a la alberca, claro que fue
sólo a la mitad del cuerpo pues nunca me sumergí... pero con eso tuve para
enfermarme de frialdad en la vejiga y después me orinaba por las noches. Creo
que por ser yo la chiquita me dejaban hacer lo que quería, seguramente ésa es
la causa de haber sido tan intolerante e intransigente, cosa que espero que este
diplomado me ayude a cambiar.

Siempre estuve al margen de todo pues, al ser la chiquita, no me enteraba de


mucho. Mi hermano es la luz de los ojos de mi mamá y mi hermana, de mi papá,
así que yo sólo existía; a mi papá le gustaba llevarnos a los circos que visitaban
la ciudad y en cada función nos tomaban fotografías, así que mi álbum está
lleno de ese tipo de fotos. Casi siempre asistíamos acompañados de mis tíos o
nuestros vecinos, porque mis hermanos no jugaron tanto conmigo a pesar de
lo que yo disfrutaba el juego. Recuerdo que mi mamá ponía a la sirvienta a
jugar conmigo; otras veces una amiga de mi hermana jugaba conmigo más que

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 175


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

mi propia hermana, luego llegaron mis tres vecinitas que suplieron ese vacío;
nos entreteníamos con lo que se hacía entonces: jugar a las comadritas, a las
enfermeras, a las maestras, a las escondidas; nada de televisión ni de videos, ni
mucho menos de videojuegos, ¡ni existían!

No cursé el jardín de niños, pues no era la usanza; entré a la primaria de cinco


años, próxima a los seis, que cumpliría en el siguiente marzo. Recuerdo que
mi maestra se llamaba Lupita y que asistíamos de mañana y tarde, y una de
esas tardes calurosas me quedé dormida en clase y peor aún, en examen. Los
siguientes tres años seguí en ese colegio llamado “Justo Sierra”. Mi mamá no
sabía manejar, pero como mis hermanos ya tenían carro y les daba la flojera
llevarme al colegio, mi mamá se subía al coche de mi hermana y a puros
arrancones me llevaba. El carro era de cambios, no existían los de trasmisión
automática, pero yo llegaba al colegio en coche. Cuando ya cursaba el tercero
o cuarto año de primaria, caminaba para ir al colegio, en frente el él estaba un
parque y en éste, unos resbaladeros de concreto muy grandes y altos, donde
nos deslizábamos con gran alegría.

Recuerdo mi primera comunión que fue en la iglesia de un municipio cercano a


Monterrey, en una mañana del mes de mayo, y después de la misa, tuvimos el
desayuno afuera de la iglesia, en un terreno y debajo de la sombra de un gran
árbol. Compartimos chocolate y pan de dulce. Recuerdo que aquí en la ciudad,
íbamos a casa de mi abuelita paterna, ella vivía con mis dos tías solteras y ahí
nos tomamos unas fotografías, que todavía conservo. La primera comunión la
realicé junto con mi prima Blanca, quien es mi contemporánea. Me acuerdo
que ella y yo nos quedábamos a dormir con mis tías y yo, que era muy calurosa,
sufría por las noches pues, aunque dormíamos junto a la ventana, sólo corría el
aire cuando pasaban los coches. Por la mañana acompañaba a mi tía al molino
para moler el nixtamal pues las tortillas se hacían en casa; tenían un traspatio
y una gran perra pastor alemán que se llamaba Lassie; pasé unos días lindos
en esa casona.

176 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Cuando pasé a quinto grado y a petición de la mamá de mis vecinitas, me


cambiaron de colegio, esta vez sería el Instituto Excélsior, y de esa institución
egresé de secundaria. Cuando estaba en sexto grado tuve una experiencia
que tardé muchos años en superar: la maestra que teníamos era monja, se
llamaba Sor Irma y era muy estricta y atemorizante. Un buen día, del huerto
del colegio tomamos (robamos) unos duraznos, ya ni me acuerdo de las
compañeras de travesura, de lo que sí me acuerdo fue que Sor Irma nos paró
al frente y nos acusó delante del salón. Fue tal la vergüenza que me marcó
y siempre temía que las compañeras lo recordaran, pues yo saldría al tema y
eso me dolía profundamente. Poco después, una vez que fui a la dirección del
colegio, no había recepcionista y yo tenía un recado para la directora, me pasé
al siguiente salón y ¡oh, sorpresa! vi a una monja que se estaba pintando el
pelo. Era Sor Irma acompañada de otra, al verme se enojaron muchísimo pues
pensaron que yo lo divulgaría, y pues también creo que me regañaron, ya ni
me acuerdo del motivo.

Cerca de mi casa inauguraron un cine, estaba enorme y asistíamos regularmente,


siempre acompañada de mis vecinitas. Vimos muchas películas pero un buen
día cambiaron la función, anunciaron una película de Viruta y Capulina y en
su lugar pasaron una de Drácula. Quiero decirles que aquello fue para mí fatal,
porque desde ese día dormía con la luz encendida y con una bufanda al cuello,
¡imagínense con lo calurosa que soy y sin clima!, en aquellos años los aires
acondicionados no eran populares, así que sólo había abanico. Sin duda, la pasé
muy mal y ya ni me acuerdo cuántos años tardé en superarlo, siempre creía
que por la ventana se aparecería ese personaje. Fue horrible esa experiencia,
la verdad es que hasta la fecha no puedo ver ese tipo de películas pues todavía
soy muy susceptible y para qué le busco.

Pasé a la secundaria, todavía muy gordita pero feliz, ya que nunca me deprimió
estar así; y no podía estar de otra manera pues enfrente de mi casa pusieron
una tiendita y mi mamá le dijo al tendero que me diera lo que yo quisiera, así
que ¡a comer se ha dicho!: papitas, dulces, paletas, pastelitos, etcétera, pues
ella le pagaría los sábados todo lo que yo consumiera... y como decía Pilón,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 177


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

el personaje de la caricatura de Popeye: “Con gusto pagaré el martes por una


hamburguesa de hoy”, así que cuál dieta. Mi mamá siempre sostuvo: ”Dame
gordura y te daré hermosura”, ¡vaya refrán, qué daño me hizo!, pues es fecha
que soy muy comedora, pero bueno, eso lo superé después.

De mi época en la secundaria recuerdo que mi maestra titular era una aspirante


a monja, se llama María Luisa, le llamábamos “señorita”; cuando sembramos
el clásico frijol en el bote de Nescafé, resulta que el mejor era el mío, en eso
que lo presumía me caí con todo y bote y me corté un dedo. Me llevaron a
la Cruz Verde, me cosieron pero no me rehabilitaron el nervio, así que no
puedo doblar ese dedo. Fue toda una experiencia pues me trasladaron en la
camioneta de las monjas hasta mi casa con todo y dedo vendado. En la entrega
de calificaciones al terminar el año, yo lloraba muchísimo en el evento, pues
había olvidado unos comprobantes, hasta que Sor Carmen, la coordinadora y
hermana de la señorita María Luisa, me dijo que no me preocupara, que yo
había obtenido el tercer lugar en aprovechamiento y que ya dejara de llorar. Y
en efecto, recibí mi diploma y mi medalla.

Nunca pertenecí a la escolta y nunca tuve buena voz para pertenecer al coro,
al cual llamaban orfeón; cada vez que el profesor Gamma nos hacía la prueba,
siempre era rechazada. Además, era gordita, pero nunca decayó mi autoestima;
y el hecho de que mis papás jamás fueran a las juntas escolares, tampoco me
hacía sentir mal, pues vivíamos muy lejos del colegio. Por ese mismo motivo
no asistía a las meriendas de cumpleaños de mis compañeras, pues mi mamá no
manejaba y mi papá no era tan paciente para llevarme y luego recogerme. La
colegiatura se pagaba en el colegio, en la dirección y mi papá siempre me daba
dólares para pagar y a mí me molestaba muchísimo; él que los quería desechar
y a mí que me fastidiaba que me los diera para hacer ese pago. Durante esos
años se hacían muchas fiestas en el rancho, la de “cajón” era el día 12 de
diciembre, día de la Virgen de Guadalupe, pues mi papá era guadalupano.
Disfrutábamos de barbacoa, había un pozo para hacer dicho manjar, mi mamá
cocinaba frijoles a la charra y comprábamos muchos kilos de tortillas y gran
cantidad de cerveza y refrescos, todo por cuenta de mi papá; había también

178 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

bastante música y no faltaban los matachines, cohetes y mucha fiesta. Mis


papás no le hicieron fiesta de 15 años a mi hermana, sino una merienda en el
Gran Hotel Ancira, sólo para mujeres, pero cuando cumplió sus 18 años se
festejó en el rancho con un gran día de campo.

Me acuerdo que mi papá pedía prestado un camión ganadero y ahí nos


transportaba a todas las mujeres, los hombres no supe cómo llegaban. Fueron
muchas fiestas ahí en ese lugar. Mi papá sembraba trigo y era un día muy
especial cuando llegaba la trilladora y empezaba a segar el trigo. Cuando era
época de siembra, la semilla venía en costales de manta y mi mamá de esos
costales hacía sábanas y fundas, pues decía que eran muy frescas. Tengo muy
hermosos recuerdos de ese rancho, ya que asistíamos todos los domingos y
regresábamos de noche, y era tan lindo ver las estrellas... mi mamá me decía
los nombres de ellas a la usanza de su hacienda: que si las Tres Marías, que si
las Siete Cabrillas, etcétera. A veces para la hora de la cena se iban los señores
a cazar conejos y luego mi mamá los guisaba y cenábamos conejo en salsa.

Mi hermana, que era la consentida de mi papá, gastaba mucho dinero, a mí


se me hacía una lástima sus excesos, pero a ella le gustaba ir a McAllen y le
decía a mi papá que si no le daba cinco mil pesos pues no iba, así que mi papá
se los daba. Siempre iba con nosotros mi tía Licha y para que mi papá no se
impacientara, mi mamá lo acompañaba a ver maquinaria agrícola mientras
mi hermana compraba. Yo me conformaba con cinco dólares que me gastaba
en las máquinas tragamonedas; siempre salíamos a las cinco de la mañana y
teníamos que regresar a las cuatro de la tarde, pues a mi papá no le gustaba
viajar de noche; desayunábamos en el restaurante La Ceja o en el restaurante
de la tienda del Río, comíamos en Klincks y compraban pan, jamón, mayonesa
y mostaza y en el camino de regreso nos preparaban lonches.

Hubo una ocasión que no sé qué me pasó pero sentía que mi cuerpo se
cocinaba, era tal mi calor que lloré todo el camino y todos se impacientaron
conmigo, fue algo muy horrible, se abrieron las ventanas y aún así, yo sentía
que mi cuerpo estaba ardiendo. Siempre me gustaba esculcar en las cosas de

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 179


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

mi mamá y un buen día me encontré un libro de chistes colorados, con dibujos,


lo tomé junto con mis vecinas y después de verlo lo tiramos al techo de mi
casa y nunca supe si mi mamá se enteró o no. Por esos años, la hermana de
mi mamá vivía en los Estados Unidos, venía cada año con su esposo y mis
primos, manejando en una camioneta Wagon; ellos se hospedaban siempre en
mi casa y mi tío era tan paciente y amoroso, que siempre cargaba con todos los
sobrinos: nos sentábamos en la parte posterior de la Wagon y nos dedicábamos
a decir adiós a todos los automovilistas. Paseábamos mucho, mi tía no dejaba
de visitar el mercado Juárez y compraba invariablemente molcajetes, joyas de
oro, vestiditos típicos para mis primas, cazuelitas de barro, etcétera. Claro que
a su regreso a los Estados Unidos, todo aquello iba a parar al garage, olvidado.
A mí me traía siempre muchas cosas americanas, así que me encantaba que
llegaran cada año para ver todos mis regalos.

En las vacaciones del segundo año de secundaria por fin pude ir a ver a mi
tía, fue mi primer viaje sola, sin mis papás, en avión y directo a California.
Me pasearon muchísimo por tantos parques, fui a Disney, Universal Studios,
San Francisco, fueron tres semanas inolvidables. Mi primo y sus hermanas
menores éramos todos unos gorditos, merendábamos pan con mantequilla y
jelly de uva, caminábamos al súper y pedíamos un helado de tres bolas, tomé
muchas películas y la verdad fue un viaje extraordinario. Cuando cursaba el
tercer año de secundaria, se casó mi hermana en el mes de septiembre, fui
parte de sus damas, ya ni me acuerdo cómo fue su boda, aunque todos decían
que había sido la boda del año. Ella se fue a vivir a Guadalajara y no recuerdo
cómo se quedó la situación en mi casa, pues ella era la luz de los ojos de mi
papá, así que debe de haber sufrido mucho su ausencia. A los dos meses llegó
mi hermana a visitar a mis padres, a ver sus regalos de boda y a celebrar el
cumpleaños de mi mamá, que sería el día 3 de noviembre (esto fue en 1972),
mi papá la recogió en la central de autobuses, todo era algarabía en la casa.
Estaba de gran moda la novela de Angélica María, aquella de “Muchacha
italiana viene a casarse”, yo la veía en casa de mi mejor amiga, pues en mi casa
se preparaba una merienda de festejo para mi mamá y para que saludaran a mi
hermana recién casada. Durante el tiempo que duró el capítulo de la telenovela

180 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

yo estuve muy inquieta, ya quería que se acabara para irme a mi casa, mi


intuición estaba alborotada y no se equivocó: justo ese día se accidentó mi
papá a la hora de la merienda de mi mamá, se cayó de un corral (era ganadero)
y quedó muy grave, se quebró la quinta vértebra, así que quedó cuadrapléjico
inmediatamente.

Mi hermano que trabajaba con él lo llevó rápidamente al hospital, pero después


de 24 días sufrió un infarto pulmonar y murió. Ese día también estaba en
casa de mi amiga y también estaba viendo la misma telenovela, y mi corazón
nuevamente dio vuelcos, como el día del accidente. Llegué a mi casa y la mamá
de mis vecinitas me dio la noticia del deceso de mi papá, me acuerdo que lloré
y grité pero fue más actuado que sentido, pues una niña de 13 años no sabe
nada de la muerte y mucho menos lo que conlleva. Asistí al velorio con mi
uniforme azul turquesa y vi llorar mucho a mi mamá, observé que la vecina
le dio una pastilla para dormir y mi mamá se enojó muchísimo, pues ella no
quería ausentarse, tenía que estar al pendiente de todo. Pero mi mamá no
asistió al entierro, y yo me quedé con ella en la iglesia después de la misa de
cuerpo presente. Enseguida vinieron los nueve rosarios, fueron en la iglesia
de la colonia. Después de eso no recuerdo más, no sé cómo fue la situación en
mi casa con la ausencia de mi papá.

El siguiente recuerdo es el día de mi graduación de tercero de secundaría;


mi vestido era corte imperio, blanco arriba y negro en la parte de abajo, mi
mamá iba vestida de negro, pues seguíamos de luto, la misa fue en la capilla
del colegio y la cena en el patio del mismo. El papá de una compañera era
dirigente de los boy scouts y recuerdo que fue vestido con su uniforme de
boy scout mientras que los otros papás iban con su traje, yo creo que mi papá
no se hubiera puesto traje, él iría con camisa y pantalón, pues no le gustaba
para nada el protocolo. Terminé la secundaria muy chica, de 14 años. En
el verano de 1973 yo tuve que hacer todos los trámites para mi ingreso en
la preparatoria, primero hice mi examen de admisión en la Universidad de
Monterrey (UDEM), pero no lo pasé, yo no lo quería hacer en el Tec pues ahí
era muy difícil y seguramente no podría con los estudios, pero al no haber otra

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 181


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

opción, hice el dichoso examen y lo pasé, así que entré en el mes de agosto
al Tec de Monterrey a la preparatoria. Como mi hermano estaba al frente
de los negocios que había dejado mi papá y no podría llevarme y traerme
a la escuela, me compró mi primer carro, un “vocho” blanco nuevecito y así
fue que empecé mi preparatoria. Mi mamá me compró ropa nueva en una
boutique de una conocida, en la colonia Vista Hermosa. No me lucía mucho
pues seguía gordita, pero como les he dicho, no me acomplejaba, aún así tenía
pretendientes. Hubo un muchacho que me pretendía, pero a mí me gustaba
otro, así pasé los dos primeros semestres y en el verano siguiente me propuse
y adelgacé 15 kilos.

Entré a tercer semestre delgada, era otra, me parecía fabuloso poder ponerme
ropa bonita y gustarle a los muchachos. Desde esos años he aprendido mucho
de nutrición, aunque en mis genes está la historia de obesidad y hasta la fecha
he batallado con el peso. Corría el año de 1974 en septiembre, yo cursaba la
materia de Filosofía con la maestra Consuelo Botello de Flores que luego
sería diputada varias ocasiones. Eran las dos y media de la tarde, conmigo
compartía clase el nieto de don Eugenio, se llama Fernando, cuando de pronto
aquello era toda confusión pues habían herido al gran señor Don Eugenio
Garza Lagüera, y desgraciadamente se confirmó poco después su muerte.
“Descanse en paz”. Aquello me impactó.

En muchas ocasiones me robaron los espejos y las calaveras de mi “vocho”,


cuando me estacionaba al lado de la cafetería El Borrego, ahí se cometían los
robos, porque era donde se juntaban los niños ricos de aquel entonces, yo
siempre creí que ellos eran los responsables. A mi hermano no le quedaba de
otra más que comprar las refacciones para reponerlos. Así el segundo año de
prepa lo pasé de lo más feliz, compartiendo y disfrutando de amigos y amigas,
de las compañeras que veníamos del Instituto Excélsior, yo era la más abierta,
las demás eran todas unas monjas. Durante ese tiempo ya sin mi papá, no
asistíamos al rancho los domingos, para mí era el tiempo de echar novio. En
cierta ocasión fui invitada a una reunión cerca de la casa, dicha reunión era
para que una vecina de la misma edad que yo conociera a un muchacho amigo

182 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

de su primo, yo llegué de cara lavada y sencilla, pero desde que llegué ese
muchacho se fijó en mí y no dejó de platicar conmigo toda la noche, al final
me pidió que saliera con él y yo acepté. Yo no sabía del plan de mi vecina y
nos hicimos novios.

Él era muy atento y cada vez que salíamos me hacía regalos, además me
llevaba muchas serenatas, y como era de una familia acomodada, los domingos
lo veía desde el mediodía: comíamos, luego tomábamos cafecito y después a
cenar, siempre en restaurantes finos. En aquel entonces las “muchachas bien”
no nos subíamos a los coches de los novios, así que nos íbamos él en su carro
y yo en el mío. En una ocasión que estábamos enojados, me llevó una serenata
de adoloridos, pero como esa noche dormí en casa de mis vecinas, todo el
vecindario creyó que el mensaje era para ellas. La verdad ya en ese entonces
la relación con mis amigas era tirante pues yo era muy extrovertida y tenía
mucho pegue, me vestía con muchos accesorios de la más diversa índole,
como conchas de mar, naturaleza muerta, plumas, etcétera. No obstante, ese
noviazgo duró solo 11 meses, y después de mi rompimiento, mi vecina le hizo
toda la lucha a él, pero resultó en vano, pues no le hizo nunca caso. Ahí se
rompió la amistad, la razón fue un día de campo al que no me invitaron pues
iría ese chico y mi vecina temía que no le hiciera caso por hacérmelo a mí y de
ahí en adelante no hubo más amistad.

Quiero decirles que mi prototipo de hombre es el vaquero, de botas, sombrero


y cinto pitiado, y por supuesto, con rancho. Cuando conocí a un chico con esas
características por supuesto que me gustó, además era grandote el condenado,
y riquísimo, pero con muchos problemas emocionales pues su papá y su mamá
no tenían buena relación y él lo había resentido. Tenía huertas de nogales y
ellos le vendían toda la nuez a una gran empresa de pan y galletas. Trabajaba
muchísimo, un día llegó a clases a bordo de un camión cargado de reses y
lo estacionó dentro de las instalaciones del Tec, imagínense el balar de los
animales, todo un show. También un día llegó en su auto preparado para
arrrancones, era un Chevrolet antiguo con el motor saliéndosele por el cofre,
él fascinado, pero a mí no me gustó. Le llevaba muchas nueces y piñones ya

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

pelados a mi mamá, pero a fin de cuentas esa relación también duró poco, pues
él era muy inestable.

Llegó la hora de entrar a la carrera, nosotros fuimos la última generación


que salió del plantel Aula Tres pues la prepa se cambiaba al nuevo edificio:
la preparatoria Eugenio Garza Lagüera, por el hospital San José. A
mover papeles y escoger la carrera a cursar, me incliné por una carrera de
Administración. Varias de mis compañeras del Excélsior se fueron para la
carrera de Agronomía y por ellas conocí al que sería mi novio “el vaquero”
por cuatro años, más o menos. Era muy bueno y me quería mucho, yo me
gradué un semestre antes que él y empecé a trabajar; él al graduarse y buscar
trabajo lo encontró fuera de la ciudad y pues tuvo que irse; cuando venía a la
ciudad quería que estuviéramos todo el tiempo en su casa, un día yo le dije:
“El tiempo y la distancia son los mejores amigos del olvido”. Y así fue, un
domingo no me quiso acompañar a la boda de mi primo porque su mamá le
prepararía paella, ahí reflexioné y decidí ponerle fin; al regresar de la boda
por la noche terminamos, pero él no dijo nada en su casa y todos creyeron que
seguíamos.

La siguiente semana conocí a quien sería mi esposo, por medio de una


compañera de trabajo. Él venía de un puerto, ya estaba más grande y al
conocerme le gusté y se enamoró de mí, justo en esos días a la mamá de mi
ex novio le detectaron cáncer de seno y la operaron, a mí me avisó la novia
de su hermano y me advirtió que no le llamara al vaquero, que eran cosas de
mujeres y que no valía la pena, pero no le hice caso y le llamé y se dejó venir.
Ya no éramos novios y todavía nadie sabía en su casa, yo ya estaba saliendo
con el porteño y eso se complicaba. Fui al hospital a hablar con su mamá,
pero justo en ese momento llegó la visita del doctor y me tuve que salir; ellos
eran una familia muy bonita y alegre, eran muy carismáticos, así que su casa
siempre estaba llena de los amigos de sus hijos, su mamá cocinaba delicioso,
yo muchas veces comí con ellos; les gustaba mucho la pachanga, el alcohol, la
guitarra, los amigos, con decirles que hasta al hospital metían de contrabando
las botellas de brandy que tanto les fascinaba.

184 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

En fin, en ese momento no pude aclarar nada con la señora ni con nadie, así
que cuando se enteraron de mi boda, aquello fue una bomba, ya que había
preparado mi boda sólo en cinco meses. Conocí a mi esposo en el mes de
agosto y nos casamos en el mes de enero. Ésa fue la mayor de mis crisis en esta
vida que me ha tocado vivir. Después de la visita al hospital en la cual no pude
aclarar mi rompimiento con el vaquero no volví a verlos, sé que despertaron
hacia mí sentimientos de enojo y de furia, deben haber visto sufrir al vaquero
y por ende, odiarme, sin embargo, para el porteño fue encontrar en mí la
mujer que había estado buscando y no la dejaría ir por ningún motivo. En mi
casa también fue difícil, pues yo era la única que quedaba soltera y saber que
me casaba con alguien de fuera en tan poco tiempo, más grande que yo, sin
antecedentes de conocerlo, ha de haber sido muy difícil para mi mamá, aunque
nunca me compartió sus miedos, pero siendo yo tan voluntariosa e intransigente
pues haría mi voluntad de todas maneras. Siguieron los preparativos de la
boda, pidieron mi mano sólo a los 15 días de haberlo conocido, entonces su
mamá, que también era viuda, vino a conocerme y a pedirme el mismo fin de
semana, ella no puso objeción en mí pues creo que cumplí con sus expectativas
de nuera, además también le interesaba que su hijo se casara pues no quería
un solterón en casa.

El día de la pedida de mano mi hermano no estuvo presente, no estaba muy de


acuerdo con esa boda tan precipitada, sólo estuvimos mi mamá, mi tía Licha,
su esposo y yo, además de mi novio el porteño y su mamá, después vino la
presentación y todo lo demás. Por un lado me emocionaba, pero por el otro no
dejaba de pensar en el vaquero, a medida que pasaban los días y se acercaba
el día de la boda, más pensaba en el otro, lloraba por las noches y le daba
vueltas a la situación, sentía frío en el alma, y una soledad que llegaba hasta
los huesos. Un día me armé de valor y le dije a mi novio que no lo quería, que
no me quería casar con él, pero no accedió, me dijo que él sí se quería casar
conmigo y que confiara en él, que haría todo para hacerme feliz. No tuve el
carácter suficiente y me dejé convencer, aún cuando en mi alma el frío era cada
vez mayor y en mis pensamientos y sentimientos estaba el vaquero.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 185


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

No dejaba de pensar en cómo zafarme de esa boda, pensé mil veces en irme
lejos y dejar una nota de despedida, como en las novelas, al fin y al cabo soy
una romántica empedernida. Un compañero de prepa, al que estimé mucho,
me decía que porqué no escribía guiones de telenovelas, que tenía mucho
talento pues fantaseaba mucho con el amor, pero no, esto era la realidad y no
podía hacerle eso a mi mamá. Mi arrogancia, intransigencia y voluntarismo
me habían llevado a esa circunstancia y ahora debía cumplir con esa palabra
que había empeñado. Mi hermana que vivía lejos tuvo conmigo conversaciones
por teléfono, aunque como no éramos ni amigas, no tenía caso su esfuerzo,
pues ella sólo me preguntaba que si estaba segura del paso que iba a dar, y yo
seguía con mis indecisiones... al fin y al cabo estaba y la sentía lejos.

Por fin hablé con mi mamá de mis dudas y ella, tan recia que es, me mandó por
un tubo y me dijo que ya no se cancelaba la boda, que me casaba o me casaba...
¡y yo con mi frío en el alma, sufriendo y amando al vaquero! Pensé que una
amiga que vivía en Veracruz podría ser mi tabla de salvación: yo tomaría un
autobús y me iría con ella, pues como era amiga en común del vaquero y mía,
me alojaría en su casa y asunto arreglado. Claro, sólo en mi imaginación, pues
no era capaz de hacer eso y aquí seguía, con la boda enfrente. Después se me
ocurrió que mi tía que vivía en los Estados Unidos sería la mejor opción, me
iría con ella y dejaría plantado al novio, pero tampoco lo llevé a cabo. Luego
se me ocurrió que podría decir que no cuando el sacerdote me preguntara si
había ido por mi libre y plena voluntad al altar; me saldría corriendo de la
iglesia y me encontraría por fin con mi adorado vaquero... pero no, tampoco
eso hice. Cumplí cabalmente con mi palabra y me presenté en la iglesia, y se
efectuó la boda, con su fotografía y todo, con el civil, el ramo en la capilla del
colegio de las monjas, la fiesta, que como no había presupuesto, sólo fue una
cena en un conocido restaurante, aunque mi hermano dobló las manos y de
consolación llevó un trío para que hubiera algo de música. El pastel no se
partió, pues al capitán de meseros se le olvidó, así que hubo pastel en casa
para rato. Me dejé llevar por la fiesta, aunque en mi corazón, ya saben lo que
pasaba; sin embargo, del vaquero nada supe.

186 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Al día siguiente nos fuimos de luna de miel, sólo tres días pues no había
presupuesto, ya que justo antes de conocerme y a insistencia de su mamá, mi
ahora esposo compró una casa, de modo que su presupuesto era muy frágil.
Mi boda fue en invierno y el frío no sólo estaba en mi alma sino también en
mi cuerpo, ese día el clima estuvo helado y lluvioso. Regresamos del viaje y
nos fuimos a vivir al puerto, de donde era mi esposo y para mala suerte, la
carretera pasaba por uno de los ranchos del vaquero, así que cada vez que
veníamos a Monterrey, era pasar por ahí y recordar y morderme los labios
y reprimir lo que verdaderamente sentía. Cumplí como esposa en todos los
sentidos y pues me embaracé pronto, sufrí también físicamente, pues allá el
invierno no es como aquí en Monterrey, allá se manifiesta con aires del norte,
como pequeños huracanes. El primero que yo pasé fue bastante fuerte, derribó
avionetas, palmeras y demás; fue por la madrugada y yo estaba realmente
asustada, desperté a mi marido para que me dijera qué pasaba, y él con toda la
parsimonia del mundo me explicó que era normal, que era un norte, que dan
en invierno, que duran de 8 a 10 horas y que después viene la calma, dejando
una secuela de bajas temperaturas por dos o tres días. Para él era normal, para
mí era casi catastrófico, pero él me aseguraba que después me acostumbraría
y yo también lo vería normal. Lo malo fue que después llegó el calor, húmedo
—es costa—, con todos los zancudos del mundo, y me dieron una picoteada
que mis piernas parecían atacadas por un sarampión grave, llenas de ronchas
y rasquiñas.

Como les sucede a la mayoría de los recién casados, nuestro presupuesto


era limitado, pues hacían falta muchas cosas en la casa, y encima yo con mi
primer embarazo y con todos los gastos que conlleva eso, tuve que pasar
ese primer verano húmedo y cruel sólo con un pequeño abanico que era mi
fiel compañero, pues a donde me transportaba dentro de casa iba conmigo y
funcionaba a toda velocidad, siempre sin fallar y con la frente en alto como
yo, aunque en mi mente y corazón todavía existía el recuerdo de aquel amor
y el pensar qué hubiera sido de mí si no me hubiera casado. Me invadía un
sentimiento de culpa, pues yo había herido a un muchacho de noble corazón
y además a su familia que me había aceptado como novia de su hijo, pensando

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 187


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

que esa relación estaba destinada al altar y yo rompí con ese sueño; era tal
ese sentimiento de culpa que tenía sueños recurrentes: soñaba a sus papás
señalándome con el dedo índice, el acusador. Eran pesadillas, luego lo soñaba
a él también acusándome, fue horrible; luego mis sueños eran con tiburones
en el mar y ya casi para que me devoraran, mi esposo se lanzaba al mar y se
lo comían a él.

No sé ni cuándo ni cómo se fue llenando mi corazón de amor hacia mi esposo,


él siempre fue tan amoroso, tan tierno, tan paciente, nunca me dejó sola, nunca
se fue con sus amigos, siempre conmigo y luego con nuestro primer hijo. El
tiempo pasó y mi corazón seguía llenándose de amor, aquella crisis de mi boda
se reemplazó con cariño y respeto para mi esposo. Cuando mi primer hijo tenía
dos años y medio nació una niña hermosa, seguro que como todo matrimonio
teníamos algunas diferencias mi esposo y yo, pero nada que no pudiéramos
resolver. Recuerdo que una vez que estábamos enojados, mi vecina me sugirió
la idea del divorcio, pero para nada; ni en mi mente ni en mi corazón cabía esa
idea, yo nunca me visualicé divorciada y espero nunca estarlo, pues amo a mi
esposo y lo amaré hasta la muerte, por eso cuando me dicen que ya no hay
amor en las parejas, me río, pues no es amor lo que se necesita, es compromiso,
es decisión, es convicción y claro que luego el amor resurge y llena de nuevo
la vida de las parejas.

Cuando mi hija casi completaba su primer añito, cambiamos nuestra residencia


aquí a Monterrey, pues uno de mis dolores más grandes era residir fuera de mi
ciudad, así que lloraba mucho y anhelaba regresar. Se lo pedí tanto a Dios que,
un buen día, un compañero de generación de mi esposo que trabajaba aquí en
la ciudad, quería regresarse a su ciudad natal y ésa fue la solución, mi marido
preparó una permuta de trabajo, se resolvió positivamente, pudimos venir a
vivir aquí a la ciudad, y ya de aquí no nos hemos movido. Hemos luchado
juntos y espero que juntos sigamos. Del vaquero ya no supe casi nada, sólo
que se casó con una muchacha de Torreón, y que como no pudieron tener hijos
adoptaron a una niña, también me enteré de que vivían en Tamaulipas, que sus
papás murieron y hasta ahí supe de él.

188 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

A mi alma se le quitó el frío, se llenó de calor que solo el amor verdadero


provee, así criamos a nuestros dos hijos. Con el tiempo, mi esposo siempre
esperó que le otorgaran una casa en la colonia de la empresa, en un municipio
cercano, y por fin le llegó la asignación y junto con ella llegaron noticias del
cielo, pues después de 11 años, resulta que me volví a embarazar. Llegó un niño,
fue muy reconfortante, aunque también muy difícil pues mis hijos mayores,
por decisión nuestra, se quedaron en sus colegios de aquí de Monterrey, así
que el ir y venir diario con un bebecito no era una tarea nada fácil, pero lo
sobrellevaba con todo el apoyo y amor de mi esposo. Hoy mi niño chiquito
ya es casi adolescente, y aquí y ahora me siento plena y enamorada, con una
bonita familia, unos hijos a los que hemos llenado de amor y respeto, con una
gran fe en Dios y en la vida y agradeciendo siempre todo aquello que la vida
me ha brindado, con la convicción y la decisión de ser feliz, pero ante todo con
el amor de mi esposo, que agradezco profundamente.

Sólo me queda dar gracias al Instituto Estatal de las Mujeres en la persona


de la licenciada María Elena Chapa; a la licenciada Lety; a nuestra facilitadora
la licenciada Patricia Basave, por su guía, su tiempo y su amistad; a mis
compañeras tejedoras por su paciencia y tolerancia y sobre todo, gracias a
Dios y a la vida.

“Gracias a la vida que me ha dado tanto, me dio dos luceros que cuando
los abro, perfecto distingo lo negro del blanco, y en el alto cielo, su fondo
estrellado y en las multitudes al hombre que yo amo...”

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 189


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

La vida misma
por Flor de loto

Voy a contar mi historia desde que tengo uso de razón, tal vez no recuerde
cuando era bebé porque no alcanzaría a descifrar o a explicar todo lo que
pasaba en mi vida. Esta abarca para todos nacer, crecer y morir, aunque la
verdad no quisiera mencionar esa última palabra, pues aún no está en mis
planes o en mis pensamientos, aunque claro, eso será cuando Dios diga y
mande. Siempre he pensado que me tengo que morir algún día, pero le pido
que me dé permiso un ratito más para que mi hija menor esté más grande o
casada, ahora apenas tiene 13 años. Mis otros hijos ya tienen a alguien que
vea y se preocupe por ellos: mi hijo Ricardo tiene a su esposa y a sus hijos; y
mi hija Minerva del Carmen tiene a su esposo y a su hijo.

Bueno, pero voy a contar mi vida desde que tengo uso de razón: A los cuatro
años recuerdo que vivíamos por la colonia Pío X, iba con mi mamá a dejar
lonche a mi hermanos y me acuerdo perfectamente, cuando uno de ellos se
machucó el dedo por sacar la mano para que mi mamá le diera el lonche; me
dolió tanto como si me hubiera pasado a mí, porque yo sufría cada vez que les
pasaba algo. De niña siempre me preguntaba por qué mi papá no estaba con
nosotros, y la razón era porque siempre estaba trabajando para mantenernos
a todos sus hijos. Cuando llegaba a estar con nosotros, él siempre me ponía a
ver la televisión en sus rodillas, me abrazaba y decía: “Hija, estás muy bonita,
tus ojos son grandes y café oscuro. Tu cabello es negro y rizado y se te hacen
bien bonitos churritos. Eres una niña hermosa, muy alegre y bromista, y creo
que te va a gustar mucho bailar, ¡ojalá nunca cambies en tu carácter de buena
gente, sencilla y carismática!”.

Siempre me daba consejos mi papá, me decía que debía darme a respetar


porque así me ganaría el respeto de la gente; también que no debía permitir
que nadie me humillara o me hiciera daño y que jamás permitiera que nadie
me faltara al respeto, fuera hombre o mujer. Yo no alcanzaba a comprender

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 191


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

por qué me decía todo eso, era muy inocente entonces y no veía todo lo que
después se vendría, no veía todo lo que me deparaba el destino.

Recuerdo que mi mamá me advirtió que perdería un año de primaria porque


nos cambiaría de escuela. Lo único que hice fue soltar el llanto, no paraba de
llorar porque yo ya quería ir a la escuela, así que empecé a sentir miedo, había
vacío en mi corazón, soledad, temor, tristeza. Por un momento pensé que no
me quería meter a la escuela, pero yo nunca reclamaba ni preguntaba nada. Un
día, mi papá dijo que nos cambiaríamos de casa para que estuviéramos cerca
de su trabajo y así fue. Me inscribió en la escuela “Joel Rocha”, que estaba
ubicada en un sitio que antes era un panteón. La primera vez que fui ahí me
dio miedo porque era muy grande: tenía un corredor muy largo, con 15 baños,
las puertas eran de madera y no sabías si había alguien en el baño o no, para
mí parecía como un laberinto sin salida toda la escuela pues había muchas
puertas, tantas, que no encontraba la salida.

Cuando terminé el tercer año de primaria, nos cambiamos a la colonia Valle


Verde y ahí me inscribieron en la escuela “Juan Garza Fernández”, donde
terminé la primaria con muy buenas calificaciones, aunque yo todavía me
sentía sola y triste y no sabía porqué. Cada vez que me dormía soñaba que
íbamos a pasear y de pronto, me soltaba de la mano de mi papá, él se iba y me
dejaba sola, yo lloraba mucho y me preguntaba qué iba a hacer, porque estaba
segura en el sueño que él ya no me quería porque se iba y me dejaba, eso
significaba que nunca me quiso, porque me dejó; el sueño era muy real y muy
repetitivo, volvía a soñarlo una y otra vez. Cada vez que salía a trabajar, su
trabajo estaba a tres cuadras de distancia de la casa, yo sentía que se iba para
siempre, que me dejaba sola y que nunca regresaría.

Yo veía que mi papá y mi mamá discutían constantemente, nada más me asustaba


y me quedaba callada; y llegó un momento en que mi papá me preguntaba con
quién quería irme, si con mamá o con él; yo le decía que por qué preguntaba
eso, pues yo quería estar con los dos; eso me preguntaba a solas sin que mamá
escuchara y luego, cuando él no estaba en casa, mi mamá me cuestionaba que

192 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

a cuál de ellos quería más, pero yo siempre les dije que los amaba a los dos
porque formábamos una familia unida, aunque los viera discutir. Sin embargo,
sucedió un día que mi papá se fue, se separaron y entonces mi sueño se volvió
realidad; yo veía que mamá lloraba mucho por mi papá, si cuando se casaron se
querían mucho, entonces, ¿qué pasó? —pensaba— y el amor, ¿dónde quedó?
La boda de mi mamá fue en La Purísima.

Yo alcanzaba a escuchar que mi mamá peleaba por dinero, porque de soltera


era muy rica. Mi abuelo tenía muchos negocios y a mamá le había dado lo
mejor. Me daba cuenta de que con frecuencia ella andaba muy alterada, pues
siempre me regañaba por cualquier motivo, aunque le ayudara en todo. Así
pasaban los días y se acercaba la Navidad... Santa nunca me traía nada, ni
juguetes ni muñecas, siempre le pedía muñecas que hablaran y caminaran, en
ese entonces eran las muñecas Lilí Ledy pero ni de esa marca ni de ninguna
otra recibía, yo me conformaba con algún otro juguete, pero ni eso. Lo que
sí recuerdo es que mi mamá nos tomaba fotos a mi prima, a mi hermano y a
mí abrazando a una muñeca, pero la realidad es que mi prima me prestaba la
muñeca para que mi mamá me retratara con ella.

Siempre me pregunté por qué Santa nunca me traía una muñeca si siempre
me porté bien con mi mamá y con mis hermanos; a ella le decía: “Nunca me he
portado mal contigo, mami, no soy grosera, no te falto al respeto”, y siempre
me regañaba, me insultaba, me humillaba y yo le preguntaba por qué era así,
pues parecía que no me quería. Ella me contestaba: “Porque te pareces toda
a tu pinche padre” y también me decía que quería a su otra hija, que ojalá
me muriera porque quería más a mi hermana. Yo no paraba de llorar, no
comprendía en ese instante por qué odiaba a mi papá, me decía que porque
la había dejado, y a mí nunca me había querido y ojalá me muriera. En ese
instante yo le decía: “Mami, sí te quiero mucho, aunque tú no me quieras, me
tuviste en tu vientre y soy tu hija”.

Pero pasaba el tiempo y más me maltrataba. Me dolía tanto que parecía que
traía un cuchillo atravesado en el corazón; cuando me decía alguna palabra

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 193


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

hiriente, sentía que se me encajaba más ese cuchillo y la herida sangraba más y
más. Con el tiempo ese cuchillo se convirtió en machete que se enterraba más
profundo. Yo no alcanzaba a comprender la causa tanto odio hacia mi persona,
aun así no le tenía coraje ni resentimiento; yo me preguntaba si así eran todos
los adultos, siempre peleando y discutiendo. Cuando me tocaba verlos discutir
siempre les decía que los quería a los dos, pero mi mamá es primero y luego
mi papá y siempre, cuando hablaba para meter paz, mi mamá me obligaba a
callarme, insultándome e insultando a mi padre.

Me daba cuenta de que estaba sola aunque estuviera mi madre presente, pero
notaba que ella sí cuidaba a mis hermanos, a mí me daba mucha tristeza y,
cuando podía, me encerraba a llorar en un cuarto, sola. Cuando llegaba mi
mamá de trabajar siempre me regañaba porque quería que cuidara a mis
hermanos, que hiciera el quehacer, que lavara la ropa, y además tenía que ir
a la escuela y hacer mi tarea. Si acaso no tenía todo listo cuando ella llegaba
o me faltaba hacer algo, me regañaba e insultaba y hasta golpes recibía. Una
ocasión me metí a bañar y andaba muy enojada, pensé: “Ya no me va a decir
nada”, pero me preguntó por algo y le dije que no lo había visto, y se me fue
encima con el cinto en la mano y me golpeó en todo el cuerpo, yo me tapaba
la cara pero me dejaba el cuerpo marcado y nunca se cansaba de golpearme,
lo hacía con coraje, para desquitarse conmigo y me daba miedo porque traía
mucha rabia y llegué a pensar que quería acabar conmigo; le suplicaba, le
gritaba: “¡Ya no!”, hasta que me caía al suelo desmayada y en una de ésas logré
levantarme como pude. Yo nada más le pedía a Dios que no me fuera a morir
porque mis hermanos se iban a quedar solos sin que nadie se preocupara por
ellos y los protegiera de mi mamá. Recuerdo que, entre otras cosas que me
decía era: “Ojalá te murieras, perra desgraciada, tú vas a pagar por lo que me
hizo tu papá”. Yo me quedaba callada porque ella nunca paraba de hablar, en
esos momentos yo me preguntaba ¿por qué se tuvo que ir mi papá?, ¿por qué
se separaron?, ¿por qué tengo que pagar yo por sus actos? Yo la llevaba en
todo la mayor parte de las veces y mis hermanitos también a veces, así que
hacía lo posible por no llorar delante de ellos, lo hacía a solas pensando que mi
mamá nunca me querría.

194 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Y así fueron pasando los años: golpes, insultos, amenazas de una madre, si
se le pudiera llamar madre a una mujer que trata así a sus hijos como ella lo
hacía; había momentos en que quería decirle tantas cosas, que comprendiera
que tenía hijos muy buenos, todos, que estudiaban, trabajaban y le ayudaban
en todo lo posible, pero nunca lo dije, porque se me hacía un nudo en la
garganta. ¿Por qué tiene una que pagar por problemas de los mayores? Así
fueron pasando los años y cumplí mis 15 años, me acuerdo que mi hermano me
arregló todo para mi fiesta y sí tengo muy presente que él le dijo a mi mamá:
“Quiero que mi papá entregue a mi hermana en la iglesia” y sentí un miedo
horrible cuando le habló de mi papá, porque ella reaccionaba muy mal y se
alteraba con mucha facilidad, yo empezaba a temblar de miedo porque temía
que me golpeara otra vez como era su costumbre porque en mí veía a mi papá
y le recordaba lo que le había hecho. Alcancé a oír que dijo que sí, pero con
condiciones; la verdad nunca pensé que fuera a ceder por su egoísmo, su duro
corazón, con su altanería, su despotismo y falta de sentimientos y su corazón
hueco. Nunca pensé que dijera que sí.

Se llegó el gran día de mi fiesta, mi papá me llevó a la iglesia y ahí le pedí a Dios
que mi papá nunca se fuera, para que mi mamá ya no me pegara más, pero no se
me concedió, tal vez porque no se lo pedí con el corazón. Después nos fuimos
al salón de fiestas y no vi a mi papá, ¡otra vez me había dejado!, pensé, pero
al menos fui feliz con mi papá por un momento, porque él sí me quería y vino
aunque fuera por un rato, él sí quería estar conmigo y me lo demostró porque
no puso ningún pretexto ni condiciones: “Te amo, papi, gracias por estar un
momento conmigo, me hiciste la hija más feliz del mundo”. Por un momento
me olvidé de los problemas y disfruté de mi fiesta, fue algo inolvidable: bailé
primero con mi hermano, después con mi chambelán, después bailé con muchos
amigos, conocidos y amigos de mis hermanos: Heriberto y Juan.

Pero pasaron los días, se agrandaron los problemas y se hicieron más graves:
me empezaba a regañar por todo, yo no sabía por qué lo hacía si yo le pedía
permiso para ir a los bailes, que en ese entonces los hacían en las canchas
del Deportivo de Valle Verde; eran bailes “gruperos” y allí conocí a un

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 195


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

representante de la música grupera, me hice muy amiga de él y me dio una


de sus tarjetas para que entrara a todos los bailes gratis. Un día mi mamá
me acompañó, le presenté a mi amigo y después me arrepentí de habérselo
presentado porque no me dejaba ir sola, ella me llevaba a los bailes. Yo
deseaba ir también a las discotecas pero decía que esos bailes eran de puros
mariguanos y drogadictos.

Un día le pedí permiso para ir con mis hermanos a un baile, yo todavía no


estaba lista, se fueron ellos primero y luego me fui yo y allá nos vimos. Yo no
le había dicho a mi mamá que iríamos a La Cueva, en el Club de Leones de San
Nicolás y ahí concursamos mi hermano y yo, y ganamos; después del concurso
seguimos baile y baile pero se me perdieron mis hermanos, cuando acordé ya
era muy tarde y yo temblaba: “¿Ahora qué voy hacer?, mis hermanos ya se
fueron”. Ni modo, me voy sola a la casa. Por supuesto que al llegar me estaba
esperando mi mamá afuera, me regañó, me golpeó, me dijo puras maldiciones,
me rompió la falda, la blusa y todavía me dijo: “Una señorita no viene tan
tarde a su casa, nada más las prostitutas andan en la calle tan noche y para
que se te quite, te vas a acostar con los perros al patio, toda desnuda y con
tanto frío”.

Así amaneció y ella me habló nada más para que le sirviera, como si fuera su
sirvienta y como si no hubiera pasado nada. Otro día mi mamá me llevó a
un lugar y allí conocí a mi futuro esposo, yo estudiaba computación y él me
citó en su casa, pero primero en el mismo lugar nos vimos, yo nunca había
tenido novio, aunque sí tenía muchos pretendientes. En fin, nos seguimos
viendo hasta que un día me dijo: “¡Vamos a casarnos!” y yo le dije que sí, pero
casarnos bien, porque sabía cómo era mi mamá, así que tomé esa decisión para
poder salirme de la casa y que ya no me estuviera maltratando, pero creo que
tomé la decisión más equivocada, la peor de toda mi vida. Total, me casé bien,
no tuve familia luego luego, sino tres años después “encargué” a mi primer
hijo de nombre Ricardo; después, a los cinco años llegó Minerva del Carmen
y por último nació Kassandra Yumico.

196 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Mi esposo empezó a cambiar pronto, me dijo que no le hablara a ningún


hombre de tú, ni a sus hermanos, porque ya me estaban proponiendo algo;
era muy exigente con todo y en todo, pero yo nunca me imaginé que él fuera
a reaccionar tan impulsivo, tan prepotente, tan manipulador. Tan impulsivo
porque llegaba de trabajar de noche y me levantaba de los cabellos para que
le diera de cenar, yo con tanto sueño y así tenía que trabajar. Al menos, tenía
dinero por mí y por mi suegra que es una bellísima persona; pero pasaron
los días y mi hijo oía los pleitos de nosotros, a mí me daba mucha tristeza
por mi hijo, porque estaba en mi misma situación, como yo con mi mamá. No
alcanzaba a comprender por qué había tomado la decisión de casarme con él,
otro monstruo igual a mi mamá, que al otro día no se acordaba de nada de lo
que decía y andaba como si nada, pero ¡qué tonta! siempre creí que algún día
iba a cambiar aunque me seguía golpeando.

Trabajé en un periódico como secretaria de Avisos de Ocasión y luego como


correctora y entré después como demostradora para poder estar con mis hijos.
Un día mi esposo llegó todo ebrio, casi cayéndose y me golpeó porque no quise
tener relaciones sexuales, en ese momento empecé a tener pánico porque me
violaba de forma anal y me acuerdo que sangré mucho. Desde esa vez fue un
martirio mi vida, había cavado mi propia tumba con él; iba toda golpeada a los
trabajos, hasta me ponía lentes para disfrazar los golpes. Llegó un momento
en que me embaracé de mi hija y en ese estado me golpeó y me hizo una herida
en la pierna y yo lo que hacía nada más era llorar. Él repetía que lo disculpara
por lo que me hizo y yo volvía a creer en sus palabras, como siempre: volvía
a caer en su juego y le pedía dinero pues dejé de trabajar para cuidar a mis
hijos, vendía productos, me puse a estudiar cursos de belleza, de dibujo, de
secretaria para no perder la práctica, iba a las clases de aeróbicos, a las clases
de Biblia; cuando no tenía ni un cinco, me iba a vender al mercado mis cosas
que ya no utilizaba y productos de belleza. También estudié mi secundaria, la
prepa, aunque él no quería que hiciera nada, me rompía todo lo que llevaba a
la casa.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 197


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Siempre le dije: “Respétame como tu esposa que soy, es lo único que te pido”,
y así le aguanté todo por temor a que les hiciera algo a mis hijos, porque un
día me dijo: “Si no te acuestas conmigo, los golpeo a ellos”, y seguía haciendo
y deshaciendo conmigo, todo lo que se puede esperar de un hombre sin
escrúpulos, sin sentimientos, sin amor a él mismo, no sé cómo se le puede
llamar “hombre” o “padre”. Sin embargo, llegó el momento que me armé de
valor para denunciarlo, porque ya no podía soportar todo lo que me hacía, no
podía permitir que me violara delante de mis hijos y me siguiera golpeando
y que me dijera que no valía nada como mujer porque no me quería acostar
con él, ¿dónde estaba mi dignidad de mujer?, ¿dónde el respeto hacia mis
hijos? Así que lo denuncié en muchas partes, obteniendo dictámenes médicos
en varias instituciones, pero en varias partes le creyeron a él y no a mí.

Yo no comprendía qué pasaba y así él me seguía golpeando, violando, abusando


de mí y sin darme ni un cinco. ¿Qué me sucedía?, no lograba comprender por
qué me había casado con una persona demente que me golpeaba así. Por fin un
día logré que una licenciada lo sacara de la casa, pero él se llevó a mi hijo nada
más para que perdiera la beca que le había conseguido yo en Ciencias Políticas,
y se lo llevaba a tomar, pues nunca quiso que mi hijo estudiara. Eso, ¿se puede
llamar padre?, yo sufría mucho por mi hijo; pasó el tiempo y la licenciada le
creyó a él y no a mí, porque él le aseguró que me iba a dar dinero para la casa,
para mis hijos. Un día me fui al mercado a vender mis cosas y a mi regreso, él
ya estaba de regreso en la casa y me dijo que por haberlo sacado de ahí no me
iba a dar dinero, ni un peso.

Después conocí a un senador y me invitó para ayudarle en un partido como


representante y me sentí muy importante. Un día fue a buscarme el senador
a mi casa y resulta que mi esposo estaba, como siempre, echándome a perder
todo lo mío, mis cosas de trabajo. Después me citó la licenciada, hablé con
ella, le dije que él no me daba el dinero como había quedado; que él me había
seguido golpeando, que traía mucho coraje conmigo y que temía que me haría
algo más; después platiqué con mi hermano y me dijo: “¿Hasta cuándo vas
a reaccionar?, ¿hasta que te mate?, ¿qué estás esperando, que te mande al

198 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

panteón?”. Un día mi esposo salió a hablar por teléfono, mi hijo se fue detrás
de él y lo escuchó hablando por teléfono con una mujer, mi hijo le reclamó
que por qué a mí no me daba dinero y a la otra persona sí; pero lo agredió
y regresó llorando, pues me lo andaba ahorcando. Lo primero que hice fue
llevarlo a la policía a denunciarlo, pero no me tomaron la denuncia ahí, al
regresar ya no estaba en la casa pues huyó como un cobarde.

Enseguida fui con la licenciada y le volví a decir lo que había pasado; él se


escondió por un tiempo, pero volvió poco después y me golpeó, me abrió la
cabeza, me aventó vidrios, palos, zapatos, caí desmayada en el piso, y tirada me
pateó en la cabeza y en el cuello y no sé cuántos golpes más. Dios me hizo que
despertara y cuando reaccioné, no sé cómo me pude parar porque mis hijos no
me pudieron defender; en ese momento no sabía qué hacer cuando él les decía
a mis hijos: “Se está haciendo pendeja, la arrabalera. No le pasó nada”. Cuando
me pude levantar me dolía la cabeza y traía mucha sangre, pero lo bueno era
que siempre tenía esa fuerza, esa fe, así que fui a la policía, me aseguraron que
ya traían al agresor y me regresé a la casa, pero resulta que se habían llevado
a mi hijo detenido, por lo que volví a la policía para decir que mi hijo no me
había hecho eso.

Él llorando me decía:“Mami, sácame de aquí”, pero yo no traía dinero para


sacarlo. Me dijo el juez “Pague la multa y se lo puede llevar” pero yo le
respondí que porqué lo detenían si él no era el agresor. Después me mandaron
a la zona norte, fui allí y me explicaron que no me podían atender porque no
me correspondía; después fui a la Cruz Verde y me dijeron que ya había pasado
mucho tiempo para el dictamen médico. Fui al penal y me dijo un licenciado de
donde trabajaba que él me iba a ayudar, pero no fue así.

A mí me gusta mucho bailar, un día escuché del concurso “Bailando por un


sueño” y fui porque yo quería divorciarme y ése era mi sueño y luego me
inscribí en “Transfórmate” y fue lo mismo, les expliqué que quería seguir
cambiando y necesitaba transformarme por dentro y por fuera, ése era mi
verdadero sueño, en mi vida quería ser feliz y quedar libre de ese hombre, esa

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 199


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

bestia humana que me seguía haciendo mucho daño; luego fui a inscribirme
a “Transfórmate” para cambiar en todo, quería ser otra persona para que no
me reconociera y no me golpeara. Me preguntó en la entrevista un cirujano
plástico para qué me quería operar, y le dije que para verme bien y para
divorciarme de esa persona pues yo tenía mi autoestima por los suelos.

Un día fui a tomar las conferencias al Instituto Estatal de las Mujeres, también
fui a tomar clases de Biblia en la iglesia y ya no estaba en la casa, estaba con
mi mamá, me sentía bien conmigo misma y así logré salir adelante trabajando,
ganando buen dinero. No obstante, un día regresé a la casa porque me sentía
muy triste, muy sola, la soledad es la muerte del alma, y yo quería estar con mi
chiquita, pues me sentía sola, vacía. Por desgracia, no sé desde qué momento
estaba ya pasando otra vez por lo mismo: golpes, traiciones, abusos; aunque
entonces yo ya no le tenía miedo a él, me enfrentaba para verlo a los ojos y le
dije: “Regresé por mi hija y no por ti, porque sentía que se me quedaba una
parte de mi vida”, pero él me contestó: “Si regresaste aquí, tienes que pagar
todo” y mi esperanza era poder estar con mis hijos.

Un día paré para pensar y reflexionar y me dije: “Detente un poco en el camino


a reflexionar, piensa en lo que ha sido tu vida, debes seguir luchando por tu
libertad, por tu dignidad, el hambre te tumba y el orgullo te levanta”; gracias
a Dios no tengo que pedirle dinero a un hombre ni a nadie ni al que, entre
comillas, es mi esposo porque yo lo he ganado honradamente. Él es de los
hombres que cree que una, como mujer, no puede sola; que tiene que depender
siempre de un marido. Aún no acabo de resolver mi situación, pero espero
que mi historia las haya hecho reflexionar para que nunca permitan que un
hombre las pisotee y las golpee, como yo lo permití. Hasta un día llegó en que
me quise matar, pero Dios es muy grande, la oración es para sanar el alma. No
vale la pena un hombre que te golpea, que te humilla, que te menosprecia.

Espero que me hagan caso y crean en mí, porque como le respondí a un


abogado que alegaba una vez que yo no tenía las pruebas contundentes en
contra de mi esposo: “Las pruebas las tengo en mí y el día que me divorcie voy

200 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

a ser la mujer más feliz del mundo”. De pronto me siento como una paloma
a la que le cortaron las alas para impedirle volar y ser libre, pues él me sigue
tratando muy mal. Pero sé que algún día mis hijos y yo vamos a volver a estar
juntos, que finalmente me voy a divorciar y voy a comprar una casa grande
para estar unidos todos, con mis nietos; que mis hijos van a poder estudiar, van
a hacer una carrera, y que yo estudiaré psicología, filosofía, letras y leyes, pues
me gusta mucho estudiar. Todo esto lo lograré si Dios me da vida y salud. A
Él le agradezco mucho por todo lo bueno y también por lo malo, porque de lo
malo aprende una y madura, y lo bueno es para ser feliz, por eso ahorita estoy
estudiando en el Instituto Estatal de las Mujeres.

Le doy las gracias a su Presidenta, la licenciada María Elena Chapa, pero


muy en especial a la licenciada Leticia Hernández, porque ella fue la que me
invitó y me impulsó desde un principio a las conferencias del Instituto de las
Mujeres.

Por último le doy las gracias a la doctora Patricia Basave, y también a Dios
por ponerme a las personas adecuadas en mi camino, a todas ellas. Doy gracias
por tener a mis compañeras y amigas tejedoras, que Dios las bendiga a cada
una de ellas y a mí.

“Mujer tejedora de la vida, mujer que tejes con tus principios, con tus valores,
con tus enseñanzas morales y con tus vivencias, busca en tu corazón para que
vayas resolviendo los problemas de tu vida; escucha a tu corazón, y así siempre
encontrarás una respuesta a todo, porque eres una tejedora de la vida”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 201


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Mi historia
por Águila

Había una vez una doncella que entregó a un príncipe su corazón; él era
encantador y la doncella no captó que no sólo su corazón le entregaba, sino
las riendas de su vida también. Llegaron al matrimonio en una ceremonia
especial, acompañados de sus seres amados y amigos queridos, todo con gran
armonía y felicidad, como en su sueño.

Al terminar la gran fiesta, el príncipe encantador fue perdiendo el encanto


por sus malos tratos hacia la doncella, y así pasaron muchos años; tuvieron
tres hijos y cuando el mayorcito de ellos entró en la adolescencia, la doncella
con tristeza vio que no sólo ella sentía la infelicidad junto al príncipe, sino
también sus vástagos estaban llenos de temor e inseguridad por los malos
tratos que recibían.

Un día, sin saber exactamente cuándo, la doncella decidió terminar con


aquella infelicidad; entró en una lucha tremenda pero con la firme decisión de
tomar las riendas de su vida y enseñar a sus hijos a ser libres. Sabía que con
la ayuda y la fe en Dios se podrían alcanzar los sueños más maravillosos y con
ello, vivir en armonía y amor. Y así, con madurez y responsabilidad volvió la
armonía al hogar y aprendieron que no importan los problemas, pues sabe que
enfrentándolos siempre hay una luz para resolverlos.

Me es tan difícil algo de lo que tengo que decir, porque sé que no soy la
única que ha vivido una situación así, creyendo que es normal lo anormal:
entre, gritos, insultos, mentiras, mentadas de madre y miedo, mucho miedo.
Me encantaría compartir con más personas mi experiencia y ojalá a alguna
le sirva para tomar la decisión de caminar en busca de un mejor estilo de
vida y no seguir ahí, llena de vergüenza, de frustración y enojo; enojo con
una misma, por no tener el valor para romper con esa mierda de vida, que en

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 203


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

esos momentos no sabe una exactamente qué es, pero que no me agrada vivir
porque va consumiendo mis fuerzas y desgastando mis ánimos, mis ilusiones,
mi alegría y hasta las ganas de tener un nuevo día.

Y pensar que yo fui quien lo escogió, ¡guau!, eso sí que fue un descubrimiento;
¡¿cómo pude ser tan bruta para meterme allí?! (no me digo otra palabra más
fuerte, porque he aprendido a quererme y respetarme). Ha sido un largo
camino el que he vivido para reconocer esto, y más, darme cuenta de lo que
les estaba enseñando a mis hijos: por lo general, cuando alguno no tiene un
comportamiento adecuado, decimos que está chiflado; que si habla mal, está
chípil; que si llora de la nada, es un chillón; que si no estudia, es un burro
bueno para nada; que si se droga es un vago vicioso, o si tiene una pareja que
le maltrata, “ni modo, así lo quiso, que lo aguante”...

Desgraciadamente no vemos el sinnúmero de consecuencias que puede tener


vivir en una relación de maltrato, cómo daña a los hijos/as y que ellos, de
alguna forma y muchas veces no de la mejor manera, nos hacen sentir su
inconformidad con lo que está pasando en casa. Por desgracia, no tenemos
la capacidad para estar alerta a estos avisos, o bien, preferimos aparentar que
no pasa nada por estar muy ocupadas y preocupadas, por ver la forma de
agradar a la pareja, haciendo todo lo que él quiere para que no se enoje y así
evitar las peleas (cada vez más frecuentes), sin lograr nuestro cometido, sólo
justificando su comportamiento para aparentar que todo está bien y dejando
de lado nuestras necesidades.

Empezaré a contar mi historia desde que me casé, ya que he aprendido que


es importantísimo tener la madurez necesaria para tomar semejante decisión
y creo que muy pocas personas la tenemos al casarnos, sobre todo cuando
tratamos de huir de alguna situación.Tal vez para mí sea tarde, pero no para
las futuras esposas.

Cuando tenía 19 años era tímida con los hombres, de hecho, nunca había tenido
novio. En casa, mi papá estaba muy enfermo de cáncer en el pulmón; tal vez

204 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

por no querer enfrentar su enfermedad y el dolor que me causaba, me alejé


de él. En ese tiempo, un día por la tarde cuando iba al parque a caminar, me
abordó un muchacho del barrio invitándome a ir a comer, no le di importancia,
me negué y seguí mi camino.

En junio del 85 festejé mi cumpleaños 20 en casa de una prima y allí se me


apersonó, al parecer se encontró a mi hermano y le preguntó a dónde iba y
éste le contestó que a mi fiesta ¡y pa’ pronto que se apunta! Ya estando en la
fiesta me invitó nuevamente a comer y acepté, después de eso salimos varias
veces y cuando me pidió que fuera su novia, ya no quise volver a salir con
él. Me empezó a mandar ramos de flores grandes y bonitos al trabajo. Mis
compañeras se alborotaban, la verdad yo no me entusiasmaba mucho, pero me
decían que era muy buen partido y me hacían comentarios como: “Hay que
querer a quien te quiera porque, a lo mejor, a quien tú quieres, no te quiere”.

Así que decidí intentarlo y me hice su novia. La enfermedad de mi papá


avanzaba más y yo casi no estaba en casa: en el día, el trabajo y en la noche
a echar novio, por lo que no lo acompañé en sus últimos días, hasta me llegó
a reclamar que quería más a mi novio que a él; hoy me arrepiento y siento
que no quería enfrentar su enfermedad por el dolor que me causaba ya su
inminente partida, porque realmente lo amaba, era alguien muy grande para
mí y hasta la fecha lo sigue siendo, lo sigo amando y admirando. Falleció en
enero del 86. Después de la muerte de mi padre me sentía acosada por mi
madre, una persona de carácter fuerte y autoritario; eso me ahogaba y más me
apegaba a mi novio por hacer cosas sin límites y sin reglas, las cuales para mí
estaban muy marcadas en casa; más que reglas, eran imposiciones.

De mi novio me impresionaba su forma de manejarse, decía que no pasaba nada


y se salía siempre con la suya. Aparentaba autoridad, desafío y autonomía, pero
hoy sé que nada de eso existía, sino todo lo contrario: era por su inseguridad
e inmadurez que se convirtió en una persona celosa y violenta. Se trataba de
una autoridad que fabricaba haciendo sentir miedo; una seguridad que no era
tal, porque le valía lo que pudiera pasar, pues no se hacía responsable de sus

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 205


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

actos, y una autonomía falsa, porque no le importaba lo que dijera la gente, no


escuchaba razones.

Cuando papá falleció me sentí presionada por el control de mi mamá y en


ese momento me propusieron matrimonio, entonces dije: “Patas pa’ qué son”,
acepté y me casé en octubre del 86, no con completo convencimiento, pero sí
con la ilusión de que mi vida sería mejor, siendo “la señora de la casa”... ¡Ajá!

Desde entonces empezaron los detalles que jamás vi como señales de alarma.
Cuando me pidieron en matrimonio, el papá de mi novio no fue a hacer su
papel. ¿Por qué?, porque no le dio la gana. Hoy lo sé porque después me
tocaron otros eventos con mis cuñados y yo fui en su lugar. Ese día me pidió
mi suegra y dijo que era muy buen hijo, muy responsable y respetuoso, después
comprobé que no era cierto. Son pocas las personas a las que he oído hablarle
de una forma tan grosera a sus madres, sobre todo siendo adultos.

En los preparativos de mi boda fui egoísta y no tomé en cuenta a mi familia.


Tuvimos una boda muy bonita, pero cuando terminó, pensé que nos iríamos
juntos a nuestra casa, y no: me mandó a casa de mi familia, él se fue con la
suya y nos vimos por la mañana. Él tenía un negocio, un taller que me decía
había levantado solo y que gracias a su esfuerzo y trabajo iba creciendo, pero
su mamá decía que por ellos tenía lo que tenía, su papá le prestó el dinero
del finiquito en su último trabajo y por eso mi esposo tenía la obligación de
ayudarles a ellos y a sus hermanos.

Yo en ese entonces tenía un buen trabajo con el cual me había comprado un


carro, no nuevo pero sí de reciente modelo, me vestía lo mejorcito que podía
y pues ahí iba, pero para la familia de mi esposo no era posible que tuviera las
cosas por mí misma; pensaban que lo que yo lograba, él me lo daba y esto era
quitándoles lo que a ellos les tocaba. Una vez, recién casados, mi suegra nos
visitó y me reclamó ¿por qué tenía yo cocineta y no cocinaba en leña?, o en
otra ocasión mi suegro llamó por teléfono, ya estando nosotros dormidos, y
le reclamó que mientras me daba dinero a mí, su mamá andaba sin calzones,

206 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

pero que Dios lo iba a castigar y que el bebé que esperábamos iba a nacer loco.
Nació mi niña, gracias a Dios sana, y hasta la fecha es una persona de 20 años
maravillosa, al igual que mis otros dos hijos.

Desde el inicio del matrimonio hubo situaciones de maltrato, que si no le


gustaba la comida porque siempre sabía a jabón y me aventaba el plato. Lo
raro era que cuando teníamos visita se acababan todo lo que preparaba y nadie
se quejaba, al contrario, recibía buenos comentarios. Que yo no podía llegar
tarde porque tenía que estar en la casa para cuando él llegara; solo él tenía
derecho a reclamar cosas y si yo le reclamaba, justificaba sus llegadas tarde
por exceso de trabajo. Yo trabajaba en una institución bancaria y tenía muy
buenas prestaciones, entre ellas el servicio médico privado, así que cuando me
alivié de mis hijos fue en hospital particular.

Cuando nace mi segundo hijo, él me empieza a presionar porque ya no quiere


que deje a mis hijos encargados para que los cuidaran en casa de mi hermana,
porque estaba muy lejos y no quería que anduviéramos a vuelta y vuelta.
Siento que fue aquí donde empezó la crisis de mi matrimonio. Empecé a sentir
que las cosas no andaban bien, comencé a descuidar mi trabajo, después de ser
una persona responsable yo hacía lo contrario, llegaba tarde o faltaba, mi jefe
me decía que parecía otra persona, que en cinco años que llevaba trabajando
no me había comportado así, mejor renuncié.

Al estar de tiempo completo en mi casa, yo creo que él se sentía seguro. Yo


empecé a sospechar de infidelidades y a reclamarle sus llegadas tarde, pero
para él siempre fui una loca y sus llegadas tarde eran por exceso de trabajo,
decía que yo lo tenía harto y hasta se cuestionaba cómo pudo casarse conmigo,
si con lo que me daba podía mantener a otras tres o cuatro mujeres mejores
que yo, según él, pero nunca hizo por irse de la casa.

Pongo mi primera demanda de separación, la cual sólo duró un día. Lo sacaron


de la casa y al no permitirle la entrada, rompió los vidrios de la puerta de
la casa y ponchó las llantas del carro que en ese entonces yo tenía; al día

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 207


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

siguiente hablamos y por supuesto que me convenció y cedí. Justifiqué la


agresión tan fuerte de romper los vidrios de la puerta y ponchar las llantas del
carro, pensé que era una época de crisis; hoy sé muy bien que tuve depresiones
muy fuertes y no pude darle la protección necesaria a mi bebé, que después, en
su adolescencia, cayó en las drogas.

No niego que hubo momentos agradables, pero al poner las cosas en la balanza
pesan mucho más los daños causados. Hubo ocasiones en que quería hablar
al respecto mas como fui siempre una ignorante que no decía más que puras
estupideces, según él, no podíamos entablar alguna conversación sobre los
problemas, porque para mi marido todo estaba bien y yo era la exagerada.

Trabajé mucho con él en los negocios, pero cuando yo tomaba alguna decisión
no le parecía y me corría delante de clientes o de quien estuviera, ya que la
decisión era siempre suya, sin importar que estuviera bien o mal, pues sólo él
tenía el poder para ello. No obstante, cuando había algún problema me pedía
que regresara porque realmente valoraba mi ayuda, entonces, como yo me
sentía importante al ser tomada en cuenta, regresaba. Los años pasaban, los
hijos crecían y lo que también crecía era el miedo y la vergüenza, pero esto en
su momento no lo tenía yo consciente.

En un tiempo tuvimos serios problemas económicos por sus malos manejos,


pusimos un puesto de tacos y como al año y medio tuve un accidente, me eché
un sartén de aceite hirviendo en una pierna y no pude caminar por 15 días.
Como siempre, recibí apoyo de otra gente menos de él, al grado que un día le
pedí ayuda para ir al baño y me dijo que, si sabía que no podía caminar, para
qué comía. Después de esto quité el puesto de tacos y él puso un bar; en su
inauguración yo le preparé la comida que iba a dar y ese día por la tarde me
habló una amiga del colegio invitándome a una reunión que cada mes hacían
y que se acordaron de mí, por eso me llamaba y que me esperaban ese día en
la noche. Como yo estaba enojada porque sabía que en la inauguración del bar
iba a haber mujeres de entretenimiento, me fui a la reunión, estuve con mucho
miedo, realmente ni la disfruté y regresé a casa como a las dos de la mañana,

208 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

sintiendo como si hubiera hecho algo malo. Él llegó como a las seis y ni cuenta
se dio a qué hora llegué yo.

Siguió con el bar y continuaron sus llegadas tarde, al siguiente mes me llega
nuevamente la invitación a la reunión de mis amigas del colegio y decidí ir,
lo cual no le parece a mi esposo y me pide de cenar antes de irme. Ese día
realmente disfruté la plática que por lo general es de los hijos y los colegios,
nos quitamos los zapatos y todas estábamos muy relajadas, llegó el esposo de
la anfitriona y yo me puse nerviosa, pensé que se molestaría porque estábamos
allí, como me hubiera pasado a mí, pero todo lo contrario, nos preparó unas
bebidas, estuvo un momento con nosotras y se fue a dormir diciéndonos que
nos quedábamos en nuestra casa y que si alguien quería quedarse a dormir
lo podía hacer. Me dio tanto gusto y envidia ver que hay hombres así, que
respetan a sus esposas dándoles su espacio y respetando sus amistades, lo cual
por supuesto no era mi caso; cuando yo tenía una visita, si mi esposo estaba
de buen humor podía ser muy amable pero, si no, muy grosero, por lo que mi
visita de inmediato se iba. Ya después que lo conocían, nomás lo veían llegar
y se retiraban.

Ese día de la fiesta, llegué a mi casa a las dos y media de la mañana y no pude
abrir la puerta, tenía puesto el seguro, llamé por teléfono y no me contestaron,
me tuve que quedar a dormir en el carro hasta las siete de la mañana, hora
en que abrían el negocio que está en mi casa, para poder entrar y desde ese
entonces, fui una “puta”. Hizo reunión familiar con mi mamá y mis hermanos
para decirles que no había llegado en la noche a casa y que él sabía con quién
la había yo pasado; luego fue a casa de mi amiga donde fue la reunión y le dijo
que eran todas una bola de “güilas” y no sé cuántas cosas más. Obviamente
no me volvieron a invitar a la reunión y se me acabaron las salidas; de hecho,
ya tenía que pedir permiso cuando salía, aunque llevara a mis hijos. Recuerdo
un cumpleaños de una sobrina cuando llegamos como a las diez y media
de la noche y no nos dejó subir a la segunda planta donde están nuestras
habitaciones; tuvimos que dormir en el piso en la planta baja mis hijos y yo,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 209


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

como una noche anterior él y yo habíamos discutido y llegado a los golpes, no


quise tener más problemas y así dormimos.

La tensión en casa era más fuerte cada vez, así que decidí hacer mi segunda
separación, la cual sólo duró un mes; en esta ocasión no me retiró la ayuda
económica pero yo bebía a diario, gracias a Dios no me convertí en una
alcohólica, pues tenía mucho dolor. No quería esa situación pero era el papá
de mis hijos y me sentía mal al pensar en quitárselos. Como al mes llegó a
casa en la noche, con una botella de vino, hablamos y regresó prometiendo
que las cosas estarían mejor. Pero realmente fue como una poda, porque las
cosas siguieron peor. Como al año y medio me di cuenta de que él tenía una
amante, me sentía muy mal y esto ya lo había sentido años atrás, pero no había
tenido el valor de enfrentarlo, aunque ahora era distinto: ya mis hijos estaban
grandecitos y mi hija, que es muy inteligente, también lo notó pues la mujer
vivía a la vuelta de mi casa.

Eso se me hizo mucho descaro y no lo aguanté, así que puse la tercera separación,
la cual duró dos meses. En esta ocasión sí me quitó la ayuda económica, me
tenía muy restringida y me quitó la camioneta que yo usaba, por eso le pedí
que para poder regresar, acudiéramos a solicitar ayuda psicológica. Busqué
una psicóloga, pero él sólo fue a una sesión ya que dijo que yo me había puesto
de acuerdo con ella y que estaba en contra de él, de modo que decidió ya no
ir; yo seguí yendo algunas sesiones más, hasta que me convenció de dejarla
diciéndome que estaba muy lejos y que era muy caro. Entonces desistí, pero él
ya estaba instalado nuevamente en la casa.

Las cosas siguieron empeorando al grado de que a mi hijo el de en medio, que


iba a entrar a la secundaria, se le hicieron una ruedas de calva en su cabecita,
se le caía el cabello. Recuerdo que mi hijo me decía que le pusiera un parche
para poder decir que se había caído o descalabrado. Lo llevé al médico y me
dijeron que era por tensión nerviosa. Lo llevé con un psicólogo cerca de casa
pero al poco tiempo mi esposo comenzó a decir que éste era mi amante y
hasta llamó a la casa del psicólogo para decirle a su esposa que teníamos una

210 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

relación. ¿Cómo consiguió su teléfono particular? no lo sé, pero debido a eso


le retiré la atención a mi hijo.

En otra ocasión, cuando salí del trabajo en el taller me llevé a mis hijos
a cortarles el pelo y luego a comprar material para hacer la tarea escolar,
cuando llegó mi esposo por la noche yo estaba sentada en el piso con mis
hijos haciendo su trabajo de la escuela y no había cena, no tuve tiempo de
prepararla, y empezó a gritar, se sirvió un cereal y cuando verificó que no
había leche, se enojó aún más. Aventó la puerta del refrigerador diciendo que
era una vieja huevona y que no servía para nada, que nunca había nada en la
casa, le respondí que estaba ocupada y tenía que atender a los niños y que
porqué, en vez de quedarse tomando, no regresaba temprano a la casa para
ver qué hacía falta y comprarlo. Enfurecido, me lanzó el plato con cereal a la
cabeza.

Mi hija se enojó mucho, me cuestionó hasta cuándo aguantaría esa situación


y entonces comprendí que todo eso no sólo me afectaba a mí sino también
a mis hijos, y como Dios pone los medios, vi una nota en la televisión sobre
maltrato familiar, de Alternativas Pacificas, anoté el teléfono y allí empezó
mi búsqueda. Asistí a algunas sesiones y fue entonces que aprendí que lo que
tenía en casa era violencia familiar; me ofrecieron ayuda legal y metí mi cuarta
y última demanda de separación. Al poner la demanda y tener una audiencia
con la juez Sarita, una de las pocas personas comprometidas con su puesto y
muy al pendiente de sus colaboradores de trabajo, nos invitó que fuéramos al
CIFAC (Centro de Atención Familiar) para que nos ayudaran, allí acudimos
toda la familia pero mi esposo fue sólo a cinco sesiones y se sintió agredido, al
punto de arremeter en contra de las psicólogas que nos atendían.

Yo seguí yendo al grupo de mujeres maltratadas por un año, donde me encontré


con otras mujeres de distintas edades que vivían situaciones similares a la mía.
Aprendí mucho de ellas, sobre todo que siempre está una esperando que el
esposo cambie, pero pueden pasar muchos años y es casi seguro que las cosas
seguirán igual o peor. Comprendí que inconscientemente, esto se enseña y se

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 211


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

hereda a los hijos y pueden llegar a tener relaciones donde los maltraten o a
ser personas maltratadoras con sus parejas y hasta con sus padres o la gente
que los rodea.

Al estar separados, mi esposo nos retiró toda ayuda económica, nos daba
cuando quería, a veces mandaba a mis hijos a pedirle para leche y les decía que
no tenía dinero. Una vez mi hijo el de en medio vendió sus películas y trajo
el dinero para ayudarme, realmente me sentí mal por la situación tan difícil
que estábamos pasando. Mi esposo se fue a vivir al taller que estaba a una
cuadra de la casa y nos tenía constantemente vigilados, hasta intervino los
teléfonos y estaba muy al pendiente de quién entraba y salía de la casa. Hubo
ocasiones que tuvimos que ir caminando a las escuelas, que estaban bastante
retiradas de la casa, por no tener ni para el camión. Nos cortaban los servicios
y hubo ocasiones que no teníamos ni qué comer y a él nunca le importó lo
que pasaban sus hijos. En una ocasión le ofreció a una muchachita, clienta del
negocio, el local para que festejara su cumpleaños; mi hija lo escuchó cuando
él lo hacía y además le ofrecía ayuda económica o lo que necesitara, mientras
nosotros no teníamos ni para comer. Eso me dio mucho coraje. El día de la
fiesta, mi esposo y sus empleados tenían mucho escándalo y ya era muy tarde,
así que puse una denuncia telefónica porque había menores de edad tomando
y estaba en riesgo el negocio, que está a mi nombre, y si había algún problema,
la responsabilidad iba a ser mía. La policía dijo que no podían entrar y yo les
tenía que abrir la puerta. Salí a esperarlos y a decirles a los empleados del
taller que se fueran, pero no hicieron caso. Cuando la policía llegó, mi esposo
no permitía que les abriera y quiso golpearme, pero un policía le advirtió y
tuvo que calmarse y pude abrir y los detuvieron a todos. Empezó la guerra
y como en todas, los inocentes son los que llevan las consecuencias. Me puso
varias denuncias en el DIF, de que no era buena madre y que no cuidaba a mis
hijos y los tuve que llevar a declarar. No sé si sea buena madre, pero mis hijos
siempre han sido lo más importante para mí.

Después de esto ya no aguanté la situación tan precaria en la que nos tenía,


consciente de que mis hijos no se merecían eso, así que me armé de valor y me

212 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

quedé con el negocio que está en la casa y a mi nombre. Me puso una demanda
penal de despojo de inmueble, en la que se vieron involucrados mi mamá y mi
hermano, ya que venían a mi casa a ver cómo estábamos. Como no tenía dinero
para defenderme, acudí a la Defensoría de Oficio. La abogada que llevaba mi
caso se “vendió”, pues ella misma me dijo que mi esposo le había llamado a su
casa para ofrecerle dinero y que no sabía cómo había conseguido su teléfono,
pero que no me preocupara. Con mi inexperiencia en asuntos legales confié en
ella, pero no presentó ni mis pruebas ni el nombre de mis testigos y después
desapareció porque había pedido su cambio. Un sábado, cuando yo estaba
barriendo la calle se detuvo un coche y me subieron, esto lo presenció el más
chico de mis hijos quien no entendió lo que pasaba, por su corta edad, y fue
hasta que me consignaron que pude llamarle a mi hija para decirle que le
hablara a mi hermana y le avisara que yo estaba en el penal, para que fuera por
ellos y se los llevara a su casa. Mi pendiente era que se quedaran solos, a su
papá eso no le pasó por la cabeza.

Salí de ahí pagando una fianza y cuando estuve en casa recibí amenazas de los
abogados de mi esposo, de que también mi mamá y mi hermano iban a ir a la
cárcel si no entregaba el negocio. A raíz de esto, mamá enfermó de los nervios,
le temblaban sus labios y sus manos sin poder controlarlos; hoy, bendito Dios,
se encuentra ya bien. El proceso penal duró tres años, en los cuales tuve que
ir semanalmente a firmar como si fuera una delincuente y al fin, me dieron mi
libertad dictada por un Tribunal Colegiado, que es otro nivel, allí sí hay gente
muy capacitada, ojalá la hubiera en todas las dependencias.

Después de que me quedé con el negocio que está en mi casa, mi hijo el de


en medio empezó a rebelarse y no aceptaba las reglas que le ponía, entonces
decidió irse con su papá, lo cual es fecha que todavía me duele y lamento no
haber tenido la sabiduría y la capacidad para retenerlo o habérselo quitado a mi
esposo, ya que lo utilizó para dañarme. Estuvo muy descuidado y envenenado
contra mí por su padre, haciéndole creer que yo no lo quería y me tomó mucho
coraje, quizá hasta odio, por lo que perdí toda autoridad sobre él. A los dos
años regresó pero con muy mal comportamiento, hasta llegó a lanzarse sobre

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 213


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

mí. Como ya lo estaba llevando a tratamiento, me habían dicho que no se


lo permitiera, que si eso pasaba, sobre todo si estaba drogado, llamara a la
policía. Así lo hice porque tenía que aprender a respetarme, pero su papá le
decía: “¿Qué clase de madre mete a su hijo a la cárcel?”, esto, aunado a que yo
lo obligaba a ir a sus terapias, lo enojaba mucho.

Por otro lado, su papá le decía que yo estaba loca y que los mal aconsejaba,
mis otros dos hijos también fueron utilizados para seguir haciéndome daño,
ya que siempre trató de devaluarme ante ellos y se dedicaba a asustarlos
diciéndoles —cuando estaba en el proceso penal—, que yo era una ratera y
que no sabía qué harían cuando su mamá se quedara en la cárcel. Esto para mí
fue muy tremendo, por la impotencia que sentía. Traté de poner una demanda
de maltrato familiar, presenté mucha papelería y nos hicieron exámenes
psicológicos y reflejaron que estábamos dañados. En ese entonces la verdad no
me importaba que lo metieran a la cárcel pero sí que lo obligaran a tomar un
tratamiento psicológico, porque era mucho el daño que nos estaba causando
pero nunca lo hicieron.

Fue un proceso difícil y siento que hubo dinero de por medio, ya que de tantas
instancias legales a las que acudí no procedió ninguna. De hecho, allí me sentí
más maltratada, porque se habla con muchas groserías. Los funcionarios me
tomaban las declaraciones casi acostados en la silla de escritorio, se la pasan
comiendo mientras te atienden y lo peor es que, cuando crees que ya terminó,
aún no habían comenzado con la investigación. Fue muy desgastante y no
logré nada.

Hoy tengo una buena relación con mi hijo, ha entendido que sobre todas las
cosas lo amo y sigo apoyándolo después de que volvió a irse de la casa, porque
en ese entonces quise apoyarme en mi esposo para internarlo en una clínica de
rehabilitación y se lo dijo a mi hijo, lo que hizo que huyera a Estados Unidos.
Hoy, a sus 18 años tiene una bebé sana y hermosa, con una niña también
preciosa de 16 años, pero muy dañada por tener a su vez una mamá alcohólica
que les hace la vida de cuadritos, pero tengo mucha fe en Dios y en que, así

214 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

como yo salí adelante, él también lo hará, si trabaja en ello, obviamente.

He hablado poco del menor de mis hijos, porque creí que había librado los
estragos que sufrimos, pero no es así. Quedó muy lastimado hace tres años,
cuando vio a su papá cuidando a los niños de la pareja que tenía en ese
entonces. Vino y me platicó y lo sentí muy dolido, después de esto vinieron los
reportes escolares y las bajas calificaciones; sólo espero que salga adelante con
su terapia, ya que cada miembro de mi familia acudimos a nuestro psicólogo
para superar los daños que sufrimos.

A la fecha ya estoy divorciada, después de todo el esfuerzo por lograr la


separación legal pues batallé mucho en los juzgados, donde pareciera que en
vez de ayudar ponen trabas. Sigo en cuestiones legales por la separación de
bienes ya que mi ex-marido insiste en que soy una abusiva, que le ha robado
y que es mucho lo que nos ha dado, después de que no ha cumplido con sus
pensiones alimenticias porque dice que me quedé con un negocio y lo estoy
trabajando, por lo que se desliga de toda responsabilidad. En el fondo creo que
tiene una deuda muy grande e impagable por todo el daño que nos ha hecho,
principalmente a sus hijos.

Esto es, a grandes rasgos, la historia de 15 años de mi vida matrimonial y


de siete años de vivir separada, de los cuales tengo seis en terapia con una
maravillosa psicoanalista, de gran calidad humana, quien me ha ayudado a
reconstruir mi vida; recuerdo que al principio le preguntaba si no había una
pastilla para que las cosas fueran de otra manera y poder salir adelante, porque
sentía que estaba en un hoyo. No sabía quién era, mi seguridad y mi autoestima
no existían, estaba permanentemente asustada y no podía enfrentar tantas
cosas que sucedían una detrás de la otra.

Hoy soy feliz, con los ires y venires de la vida me siento fuerte y aunque he
narrado mi historia en este breve espacio, salir adelante ha sido todo un largo
desafío. Lo he conseguido gracias a mucha gente buena que se ha cruzado en mi
camino. Le doy gracias a Dios por haber tenido la fuerza y la perseverancia de

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 215


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

seguir adelante. Alguna vez mi ex marido dijo que quería verme arrastrándome
como una lagartija ante él, afortunadamente no fue así. Reconozco que me caí
y derrumbé varias veces por sentir el peso de las situaciones difíciles, pero
gracias a Dios me levanté no una, sino muchas veces.

Al mismo tiempo doy gracias a tantas instituciones que sirven de apoyo para
ayudar a las personas en situación de crisis, que nos acercamos a ellas sin tener
los medios económicos. Agradezco al Instituto Estatal de las Mujeres por este
curso maravilloso e invaluable que nos regala, en el que tenemos la oportunidad
de compartir nuestras experiencias y de armar el rompecabezas de nuestras
vidas. En este curso aprendimos sobre nuestros derechos, aprendimos a ser
respetadas y que tenemos los mismos derechos mujeres y hombres, eso es la
equidad de género. En el Instituto aprendimos a creer en las relaciones sanas
donde exista el respeto, la comunicación y la armonía familiar.

Quiero agradecerle a Paty Basave, nuestra maestra, por su entrega y dedicación.


De ella nunca olvidaré una frase que me encanta que dice: “Trabajar con una
mujer es trabajar con una comunidad ya que somos empresarias, empleadas,
hijas, madres, abuelas; sobre todo, porque criamos tanto a hombres como a
mujeres y muchas veces los padres somos quienes marcamos la vida de nuestros
hijos”. Y un reconocimiento muy especial a mi familia por ser también parte
importante en mi recuperación.

Por todo esto me atrevo a invitar a más mujeres que viven alguna situación
de maltrato a caminar en busca de una mejor vida, tanto para ellas como
para sus hijos. Que no las detenga el miedo, como sucede muchas veces,
pues cuando tomen una decisión y empiecen a tocar puertas, podrán ver los
cambios; la misma vida nos va dando la manera de obtener lo que necesitamos
y aunque parezca imposible, existe la esperanza de un mejor mañana, sólo hay
que desearlo, buscarlo y defenderlo. Una vez que se logra, la satisfacción es
inmensa, con nada se compara la dicha de tener nuevamente nuestra vida en las
manos, ser capaces de tomar nuestras propias decisiones con responsabilidad
y expresar nuestros sentimientos, valorándonos y amándonos plenamente.

216 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Tomando en cuenta que una situación de maltrato puede llegar a matar, me


despido mencionando el ejemplo de un águila, que tiene que tomar una difícil
y dolorosa decisión (arrancarse el pico y las uñas ya inútiles y esperar hasta
que le vuelvan a crecer, para ser capaz de retomar el vuelo y vivir muchos
años más). Al igual que esta valiente águila, yo ya tomé esa decisión y tuve
que pasar por ese proceso de cambio. Y tú, ¿estás dispuesta a tomarla? ¡No
permitas que te arrebaten tu vida, no se necesita morir para dejar de vivir!
Dios las bendiga.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 217


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Mi historia
por Lirio

Quiero decir en estos momentos que, con los años que poseo, he aprendido
algo de la vida y no esperaba llegar a la edad que ahora me encuentro y sentir
que aún me falta mucho por aprender. Dicen que de los errores se aprende a
vivir, yo pienso que a nadie nos enseñaron cómo sobresalir en el futuro, hasta
que llegamos a cierta edad. Es triste y esperamos que los seres humanos sean
más conscientes de lo que les puede llegar a pasar si no se preparan como es
debido. Tal vez esto no tenga sentido, pero la vida es así, nos da golpes duros
pero también satisfacciones gratas. Al respecto, hay una experiencia personal
que les puedo compartir.

Platicaba mi madre que en el hospital donde nací fui la única mujer y los demás
eran varones, como yo estaba tan pequeña que ni bulto hacía, las enfermeras
bromeaban con mi madre diciendo que todos los niños eran unos aprovechados
con la niña. Y así empieza la batalla con la vida, cuando mi madre me llevó a
casa, a cuidarme mientras crecía.

Mis padres tuvieron 12 hijos, pero desgraciadamente fallecieron cuatro de ellos


cuando estaban pequeños; no tuve la dicha de conocerlos, ya que fui la última
hija, la más pequeña. Había gran diferencia de edades entre mis hermanos y
yo, por lo tanto, no formé muchos recuerdos a su lado ya que siempre estaba
yo con mis papás, mientras que los mayores ya veían por sí mismos.

Mis padres nacieron en Parral, Chihuahua. Un día decidieron probar suerte


en esta ciudad, Monterrey, que fue como un sueño para ellos, ya que mi
madre me contaba que veía pasar el tren con el nombre en el tablero que
decía: “Ciudad de Monterrey” y nunca se imaginó que vendría a vivir aquí. Mi
padre se desempeñó como minero, se fue abriendo camino, logrando objetivos,
cumpliendo sueños, metas, todo iba muy bien y al menos era un hombre
dedicado en sus cosas, pero surgió una tragedia en la familia: la muerte de uno

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 219


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

de mis hermanos a consecuencia del descuido de un chofer, quien conducía un


camión repartidor y lo atropelló.

Eso marcó mucho a mi padre, tanto, que se fue perdiendo en el alcohol. Se


desaparecía de casa dos o tres meses, y aunque siempre regresaba dejó a mi
madre con la responsabilidad de todos sus hijos. Entonces, los hermanos más
grandes comenzaban a ser muy responsables, a colaborar un poco en la casa, y
mi madre no tuvo más remedio que buscar un trabajo para sacarnos adelante
y darnos el pan de cada día.

Recuerdo que cuando tenía siete u ocho años, aproximadamente, escuchaba


llegar a mi padre en la madrugada y eso me llenaba de felicidad, al verlo de
nuevo en casa y pedía a Dios por él, porque ya no se fuera nunca más, pues
sabía que con su ausencia las cosas no marchaban del todo bien en casa; se
necesitaba la fuerza, la voluntad y la decisión de un hombre, hacía falta la
cabeza de la casa. Realmente él era un hombre muy responsable, astuto e
inteligente para los negocios, sin embargo, el vicio lo fue consumiendo poco
a poco.

Y así, con el paso del tiempo, conforme crecía y me daba cuenta de las cosas
que trae la vida, que no todo era color de rosa como imaginaba, fui valorando
cada detalle, fui aprendiendo de cada tropiezo y me fui levantando con cada
obstáculo presente, porque no tenemos de otra, siempre nos quedaba la opción
de tomar impulso y salir a la superficie.

Tenía una gran ventaja de niña pues sabía hacer amistades con facilidad, le
caía bien a la gente, incluso mis vecinas me consentían mucho, nos apoyaban
en lo que podían y jugaban conmigo. Unas chicas que vivían cerca de casa
trabajaban como aeromozas y yo les ayudaba en algunas cosas, como hacerles
mandados, lo cual me recompensaban dándome de comer en la boca unas ricas
gelatinas.

Haciendo un esfuerzo por transportarme unos años atrás, se me viene a la

220 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

mente que cuando cursé el cuarto grado de primaria, mi maestra Alma me


compartía de su lonche, lo cual me inyectaba de alegría, era como sentir un
cariño externo al núcleo familiar y me hacia sentir bien.

Entre otros recuerdos están mis viajes a la ciudad de México para visitar a
la Virgen de Guadalupe. Pasábamos por muchos pueblitos, en cada uno de
ellos nos deteníamos a comprar comida o un souvenir, conocíamos un poco la
región y sus costumbres; la verdad lo disfrutaba mucho, ver gente, caminar
por todas partes, conocer un poco de otra cultura, incluso aún guardo en mi
mente la imagen de una niña que llevaba consigo un morral amarillo muy
lindo, me agradó demasiado y se lo hice saber, me agradeció y al terminar el
viaje me lo obsequió, fue un detalle muy bonito.

Después llegué a una de las etapas de mayores ilusiones de una señorita, que
fue cumplir mis 15 años. Siempre soñaba con una gran fiesta, con muchos
invitados, un lindo vestido como las princesas, pero ese sueño se truncó ya
que la cuestión económica no era tan buena en esos momentos y festejamos
con una cena sencilla.

Tengo presente a Rosy, ella fue mi mejor amiga, incondicional, pasábamos


mucho tiempo juntas, compartíamos secretos y jugábamos. La relación era
buena también con su familia, me trataban muy bien, incluso me invitaron a
tomar unas vacaciones en la playa de Puerto Vallarta y fue ahí cuando conocí
el mar. Por supuesto que me encantó, estaba fascinada jugando con la arena,
juntando conchas y demás. Ese tipo de recuerdos son los que jamás podría
olvidar, son aquellos que me hacen revivir los momentos más felices de mi
juventud y ver que no todo ha sido tan negativo.

A esa edad las cosas no estaban bien y no quería darles preocupaciones a mis
papás, apenas podían pagar la colegiatura y cuando no podían hacerlo a tiempo
no se me permitía la entrada a la escuela pero, reitero, por no mortificarlos lo
que yo hacía en lugar de irme a casa, era tomar un camión y me iba a dar la

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 221


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

vuelta hasta que se llegaba la hora de salida y así ellos no se daban cuenta de
la situación, que se repetía constantemente.

Y llegó la hora de buscar trabajo lo que, por cierto, no fue nada fácil, ya que en
la mayoría de ellos pedían personal con experiencia y encima me veían muy
chica. Estuve llenando solicitudes y las repartía como volantes, pero no tuve
mucho éxito hasta que, un día, tuve el gusto de conocer a una conductora de
Televisa que trabajaba en el canal 2, su nombre es Lupita Martínez. Ella me
recomendó a una agencia de modelos, estuve haciendo dos o tres comerciales
y hasta salí en la televisión, pero mi madre me quitó esas intenciones, decía
que no era nada honesto a su parecer, y pues no logré hacerla cambiar de
opinión. Creo que nunca logras comprender a los padres, hasta que llegas a
esa etapa de tu vida y pones ciertas limitaciones con tus hijos, ¡qué irónico!, el
sentir que no eran justas ciertas cosas que me limitaban; ahora me toca a mí
desempeñar el rol de madre y aquellas cosas que no me parecían, las aplico
también. Es como si en la vida todo girara, primero nos toca vivir un ciclo tal
vez inocente, no entendemos muchas cosas, luego ya vivimos las cosas desde
otra perspectiva y es así como logramos captar infinidad de situaciones que
hemos pasado y que nos han formado hasta ahora.

Al poco tiempo me hablaron de una línea de transportes y comencé a trabajar


como secretaria. No me iba nada mal, ahí fui adquiriendo experiencia, duré
varios años pero al sentirme capaz y con ganas de seguir adelante, me fui a
otra empresa, donde hacían volantes para coches. Realmente era todo un reto
estar ahí y siento que lo logré, en el departamento que me asignaron trabajaba
con puros hombres y me tenían muy consentida. ¡Ay, qué tiempos!

Poco después, mi padre realizó uno de sus sueños ya que comenzó su propia
empresa que se llamaba “Molinos de Minerales de Encarnación”. Al inicio
le fue tan bien, que hasta se le presentó la oportunidad de viajar a Europa,
viaje al que lo acompañamos mi madre y yo. Claro que en ese entonces yo
me encontraba trabajando, por lo tanto, hice el intento para conseguir el
permiso y las palabras de mi jefe fueron: “¡Claro!, esas oportunidades no se

222 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

dan fácilmente”, y bien, nos fuimos todo un mes. El viaje estuvo lleno de
experiencias, desde que me subí a un Jumbo que contaba con sala y pantallas
grandes, el viaje fue largo y estaba muy emocionada y ansiosa por llegar a
nuestro destino comenzando por España, Italia, (Roma, Venecia, Florencia),
Inglaterra, Francia (París), Suiza... en fin, conocí muchos paisajes, viajé en
tren, simplemente lo más bello que pude imaginar. A mi regreso me esperaba
la realidad, volver al trabajo, tan agradecida con mis padres por ese viaje
inolvidable y a la vez con mis jefes, por el permiso.

Pasan los años, comienzo a salir con mis amigas a divertirme y, como era de
esperarse, conocí al que ahora es mi esposo. Decidimos casarnos, fue una boda
muy bonita, llena de ilusiones y sueños, todo lo que espera tener una persona
enamorada. Al principio, con algunas diferencias mientras nos acoplábamos.
Al poco tiempo nacieron mis tres hijos, entonces supe que tenía que luchar
para sacarlos adelante, y con la ayuda de mi madre pude hacer la carrera de
cultura de belleza, ya que ella me cuidaba a los niños. Mientras ellos iban
creciendo yo seguía luchando por mantener una familia, asistiendo a clases
de superación personal y grupos de oración, la verdad me hacía mucho bien
acudir a ese tipo de cursos.

Ahora tengo mi propio negocio; traté de educar a mis hijos lo mejor posible
estando cerca de ellos y la verdad es que son unas personas muy responsables.
El mayor ya es todo un profesionista, terminó la carrera de Contaduría; mi
segundo hijo está cursando una segunda carrera, a la cual le ha echado muchas
ganas y espero que pronto se reciba, ha sido muy bueno conmigo, he llorado
en su hombro y ha sido mi mejor amigo, ya que ha sabido escucharme. Y por
último, mi hija, la más pequeña, la adoro porque también es muy guapa, desde
el kínder la eligieron para ser la reina de la primavera, siempre obtuvo buenas
calificaciones, en la primaria fue una excelente estudiante, y aún ahora en su
carrera profesional está poniendo lo mejor de sí para concluir esa etapa.

Siempre soñé con tener una familia unida, porque creo mucho en eso, y estoy
muy agradecida con Dios porque me dio unos hijos buenos y un esposo con

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 223


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

el que he vencido muchos obstáculos y lo podría comparar con el vino, entre


más viejo, mayor es la comprensión. Ahora ya de adulta he comprendido el
sentido de vivir: con altas y bajas va una logrando su objetivo porque también
me equivoco y trato de levantarme y de nuevo vuelvo a caer; a veces me he
quejado de mi suerte, pero he llegado a comprender que son los golpes de la
vida los que nos ayudan a ser más fuertes. Tú decides lo que quieres y lo que
buscas; en ocasiones he renegado de mí, pero siempre están las amigas de
verdad que te echan porras y te recuerdan lo que has logrado y es ahí dónde
vuelves a levantarte. Aprendes a vivir con lo que está a tu alrededor.

A lo largo de mi recorrido en esta vida me he encontrado con diferentes


obstáculos, con amistades negativas que siempre tratan de opacarte, te hacen
sentir menos, te marcan tus errores, en pocas palabras te hacen sentir que
no sirves para nada. Me han hecho daño y yo lo he permitido; ha sido difícil
tener que apechugar, pero a la larga esas barreras son las que me han hecho
más grande de corazón y claro, también me di cuenta de que las amistades se
cuentan con los dedos de las manos. Tal vez es malo juzgar y darse cuenta que
es mejor retirarse a tiempo de algunas personas, pero a fin de cuentas, cada
quien debe seguir el camino que mejor le convenga.

He pensado que durante un tiempo había traído cosas negativas arrastrando,


sin lograr quitarlas de mi pensamiento y por eso en ocasiones me siento
rechazada e ignorada, pero nadie sabe el costal que cada quien carga, y pienso
que no está mal ponerse en los zapatos de los demás.

Recuerdo en mi infancia, cuando tenía a mis padres, me sentía muy protegida


y amada, es una época en la que vives entre algodones por la seguridad que
te brindan. Los extraño y me hacen falta, pero la vida tiene que continuar.
Ahora tengo mi propia familia, mi esposo e hijos, quienes quiero conservar,
luchando por el bienestar de todos. Por ello he decidido prepararme para ser
mejor ser humano, con responsabilidad y comprometiéndome ante mí y ante
Dios a cumplir con metas que están a mi alcance, con sabiduría y amor, ya que
el amor lo puede todo.

224 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Agradezco a este taller, a mi familia y a Dios. Asimismo a las personas


que estuvieron conmigo en este proyecto y a quienes lo hicieron posible: la
licenciada María Elena Chapa y la licenciada Patricia Basave.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 225


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Mi más bella historia


por Kuk (Quetzal)

Hace 41 veranos intenté escribir diarios; cada vez que se podía me compraba
uno y hasta los llegué a tener con candado incrustado. Nunca los llené,
“cursilerías”, pensaba, y los arrumbaba en mi cajón, pero hace tres años
comencé éste. Afortunadamente no me sucedió lo que con mis viejos diarios
que se quedaron en blanco, porque creo que si llego a más años de vida, no
me perdonaría el no haber plasmado “Mi más bella historia”. Lo primero que
cavilé fue en darle un nombre a mi diario amigo, así que tras horas tratando de
encontrar uno que no sólo lo distinguiera de los demás sino que fuera armónico
a mi experiencia, terminé llamándolo “Bonito”. Porque —pensé también- eso
de “querido diario” me parece, no una cursilería sino una pendejada.

Noviembre 17/2004.
Hola, Bonito:
Llegué a este mundo con un pedacito de Dios un 15 de noviembre (acabo de
festejar hace dos días mis “primeros” ¿? 56 maravillosos años). Debo anticiparte
que por mi manera de ser, de vestir, de hablar, algunos me califican de “rara” y
tal vez después de leer esta historia, más. Rara, sinónimos: Inaudita, anormal,
paradójica, increíble, caprichosa, grotesca, estrafalaria, excéntrica, ridícula...
Yo no soy nada de esto, sólo soy diferente. Sinónimos de diferente: opuesta,
distinta, diversa (sí, discordante), inexplicable, difícil, misteriosa, enigmática...
sé que no les importa mi aclaración, pero a mí sí me importa que, si no les
importa, entonces no me adjudiquen adjetivos que no me van. Mejor cuando
vayan a hablar de mí, hablen de otra cosa (yo me entiendo). Pues hoy comienzas
a ser parte de mi historia, te doy la bienvenida, Bonito, vamos a volar juntos y
cada vez que yo sueñe, ría, llore, baile o cante, hazlo tú conmigo; déjate llevar
como una hojita que se encanta con el viento. Quiero dejar aflorar en cada
una de tus páginas algunas de mis experiencias, entre ellas mi maravillosa e
infinita capacidad de AMAR apasionadamente la VIDA y el AMOR, y no a
pesar de mi edad, a pesar de los que creen que a mi edad esto también es una

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

pendejada...(primera hoja llenada, espero tener mucho qué contarte).

Noviembre /27. Encuentro:


Hoy tuve el enorme placer de conocer a alguien maravilloso, te anticipo que no
entraré en detalles de las circunstancias que me llevaron al encuentro con él.
No creo en la casualidad, con el tiempo descubriré si fue más bien Causalidad.
Me deslumbró con su sonrisa, ¿sabes?

Hacía tiempo que no me topaba con alguien que me trasmitiera su energía a


primera vista; al cruzarse mi mirada con sus ojos y al contacto de su mano
con la mía (cuando me saludó) me invadió un delicado y sublime temblor...
nunca me había pasado eso con nadie. Le había abierto la puerta de mi vida a
la desilusión, a la desesperanza, a la costumbre y a la soledad, pero esta noche
cuando percibí esa sensación, de pronto me vino a la memoria la imagen de
aquella mujer que yo era, ésa que hoy a pesar del tiempo aún siente y vibra con
una energía diferente y que extravié no supe dónde ni cuándo.

Noviembre /12/2005. Propósito:


Han pasado los días y los meses, espero no dejar a medias lo que me propuse
el año pasado cuando ideé comenzar a escribirte, Bonito, pero estoy viviendo
una soledad que no termino de comprender y me resisto a plasmar tristes
memorias, pues sería como volver la vista atrás y no quiero hacerlo (lo haré
en otro cuaderno para destruirlo posteriormente y así deshacerme de los
malos recuerdos). Sólo deseo saber en qué rayos me equivoqué para tratar
de enderezar todo lo que se torció en mi matrimonio, pero tengo miedo de
hablar y crear un conflicto peor. Pronto cumpliré 57 años, qué largo se me
hace el tiempo que he vivido y de pronto veo tan breve el que me queda. A lo
largo de este año, gracias a que esa persona maravillosa que conocí (a quien
por cierto nombraré “tu ídem”) no me ha dejado sin su amistad sincera, eso
me lleva a sentirme ocupando un espacio; hecha por alguien en el mundo, y no
quiero cambiarlo por los pinches recuerdos del pasado. Estuve tanto tiempo
encerrada como en un cajón y en blanco, como aquellos viejos diarios que
nunca llené...Él (tu ídem) me ha ido impulsando a salir... tengo que continuar

228 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

hacia adelante.

Diciembre /6. Vislumbrando mi identidad:


Hoy me levanté muy desalentada. Son las 11:00 a.m. y aquí estoy todavía
en pijamas; desde hace varios días, mi oído se niega a abrirse para dejarme
escuchar el canto de mis pájaros en el jardín y me siento triste. Por un lado,
pensaba que ya pronto se termina el año, las fiestas decembrinas nunca me han
convencido del todo, me traen viejos recuerdos tan desagradables que quisiera
ya depositarlos en el panteón oscuro del olvido, y por otro, no sé lo que me
depara el año que viene; es que con tantas cosas acumuladas, indiferencias,
costumbres, dolencias y demás y ahora con esto de mi oído, me asaltan los
pinches conceptos de la gente: “Ya estás en la edad del yo nunca”.

¡Bonito, estoy de vuelta! Te cuento: Justamente minutos después de que cerré


tus pastas, 11:21 para ser exacta, me vestí de falda, ¡y de alas!; sin importarme
el horario me serví un vino suave, y ¿sabes por qué? porque exactamente a
esa hora me habló tu ídem por teléfono. Al comentarle lo de mi oído, me dijo
con esa ecuanimidad tan admirable y con una paciencia de santo (diría mi
marido: “Que viva contigo, verás que se le acaba la paciencia”): “¿Cuántos
oídos tienes?”. A mi respuesta lógica me señaló: “Entonces agudiza el que
te permite escuchar, pronto el otro sentirá envidia y verás que se compone”.
Me dejó sin palabras, se me fue la tristeza. Entre otras cosas más que me
motivaron, me recalcó: “Recuerda siempre que tú eres una mujer importante
y muy especial...” aprecié, a plena luz del día, una lluvia de estrellas ¡hasta se
me quitó lo de mi oído! ¿Te das cuenta? ¡Me dieron ganas de bailar!

Enero/6/2006. Pronóstico:
Bonito, ¡hoy estoy feliz como una lombriz! Recibí un mensaje hermoso de tu
ídem que le dio mucha esperanza a mis sueños: “Pon mucha atención a tus
sueños, porque los sueños suelen convertirse en realidad”.

Enero/ 9. Partida:
¡Ay, Bonito!, nueve días apenas que comenzó este año y por más que pongo

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 229


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

de mi parte, no cambia nada en mi matrimonio, y mira lo que son las cosas,


tengo achaques y cambios drásticos de ánimo como cualquier mortal, pero me
hacen creer que son por la edad y por la menopausia (chingaderas inventadas
que no forman parte de mi credo), si supieran todo lo que realmente traigo
dentro. ¿Sabes? estaba hablando con Dios y recibí su respuesta inmediata,
y me voy (estoy tan cansada de pan con lo mismo). Sentí de pronto una
urgente necesidad de tomar distancia y ausencia de mi casa, así que me voy
de Monterrey; sé que a donde vaya mis miedos y dudas irán conmigo, pero no
es aquí encerrada donde puedo enfrentarlos. Sé también que no podré encajar
en días o meses, 57 años, pero creo que estoy a punto de tener una transición
y tengo que ser fuerte...DESEO TANTO DEJAR DE SOÑAR, NECESITO
COMENZAR A VIVIR MIS SUEÑOS YA.

Enero 10. Despedida:


Ya casi tengo todo arreglado para irme. Fíjate que hoy hablé con tu ídem, me
sentí tan importante al escuchar todo lo que me dijo y me infundió más valor y
seguridad en mí misma. Me duele tanto irme, Bonito, pero tengo qué hacerlo,
yo le dije: “Déjame aferrarme a estos momentos para hacer un nuevo libro
con una historia diferente, sé que eres un caballero, yo te aseguro que soy una
dama, es sólo que contigo me siento halagada con tanto respeto que no estoy
acostumbrada, y no adulada y nulificada a la vez como señora sólo porque
lava, barre y cocina muy bien. Tu alegría y tus palabras son como gotitas
de rocío que calman la sed de una pequeña flor a la que se le ocurrió salir en
medio del desierto, pero necesito pensar fuera de todo lo que me rodea aquí.
Te quiero mucho y con todo respeto, espero que nunca me olvides, como yo
nunca me olvidaré de ti. Piensa que me voy llena de alegría, con tus consejos,
tu imagen y un cachito de tu alma”.

Febrero 1°. Pensando en volver:


Ya casi cumplo un mes fuera de mi casa. Hoy caminé bajo los árboles de la
Alameda de Tepic y pude darme cuenta de lo bella que es la vida. Me senté en
una banca de la placita central y comprendí tantas cosas. A pesar de estar todo
color invierno, al fijar mis ojos en los árboles, pude darme cuenta de cómo se

230 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

les caían las hojas dejando desnudas algunas de sus ramas, y sin embargo,
ellos seguían firmes, erguidos, majestuosos y entonces pensé: “Yo soy como
esos árboles, mi raíz continúa viva, ¿por qué no sacudirme de todas mis hojas
secas y esperar con confianza mis nuevos retoños, sin dejar de ir hacia arriba
y agradecer el rocío de cada amanecer a esta mi hermosa existencia?”. ¿Sabes,
Bonito? Ya no creo que estoy volviendo...VUELVO, y con mi mejor historia.
VUELVO y no sola, sino conmigo, pero con la que yo soy realmente. Ésa que
por fin cree en lo que sueña, la que al despedirse iba perdida, pero que hoy
piensa que la vida le tiene reservada ¡la mejor de las bienvenidas!

Febrero 15. Sí, ¡la mejor bienvenida!


Pues qué te cuento, Bonito: Resulta que me encontré a tu ídem y ¿qué crees?
al verlo no supe contenerme, y me abracé a él con mucha fuerza, siendo como
soy, una señora. Claro que de inmediato comencé a pensar muchas cosas y a
llenarme de culpas. Tengo demasiados años jugando a ser feliz; de hecho, te
puedo decir que comencé a hacerlo desde que tenía un año y días de casada
y no es fácil no poder ser uno mismo y sentir que todas tus ilusiones te las
secuestraron sin volver a verlas jamás. Me da coraje haberme dejado llevar por
esa corriente de prejuicios y esquemas que me inculcaron por los que no supe
darme mi lugar y mi valor, y por otra parte reprocharme hasta “morderme”,
el hecho de haberme refugiado de esa manera en los brazos de tu ídem, (¡qué
vergüenza! ¿lo que habrá pensado?). Creo que lo saqué de onda y es que toda
esta mi vida de frustraciones no me da derecho a involucrarlo a él y eso me
mortifica tanto. Ignoro qué fuerza o qué entidad, mala o buena, me llevó a
encontrarme con él, pero fue tan grato sentir su abrazo, claro, él es todo un
caballero. Más tarde me llovieron de nuevo los remordimientos y los pinches
complejos, cuando hablé con él se lo hice saber y me contestó: “No pienses,
cuando pensamos nos volvemos más humanos y es cuando nos asaltan los
temores, o las dudas...”. Sus palabras me hicieron entrar en la paz deseada
cuando te llegan y anidan en la cabeza los pájaros negros del temor.

Agosto/ 2. De fiesta:
Hola, Bonito, ¿sabes?, hoy, es un día muy especial para mí...y para alguien a

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 231


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

quien amo con toda mi ternura y es importante para los dos. Desde la mañana,
tres ramitos de gardenias y tres velas blancas perfuman y alumbran mi casa
desde la sala. Hoy, hace 32 años que mi panza fue elegida para que se formara
en ella un ser maravilloso, mi hijo adorado. Él no vino para quedarse aquí,
¿sabes? pues sus ideales iban más allá de lo terreno, pero fuimos muy felices el
tiempo que estuvimos juntos, hicimos locura y media y los dos construíamos
sueños. Le presté mis ojos para que viera todo lo bello de esta vida, le ponía
música y bailábamos los dos, le cantaba canciones de cuna, le enseñé lo que
era el amor y aunque conoció muy temprano el dolor, yo le decía que más
grande que el dolor es la alegría. Él, como yo, sabe que el lazo que un día nos
unió no se rompió jamás y que, aunque no está conmigo físicamente, lo llevo
en mi corazón como el primer día en que me enteré que estaba en mi barriga;
por eso hoy, como todos los años, deseo festejarle su cumpleaños, sé que él
es feliz como yo y quiero imaginar que bailo con él como en aquellos días
maravillosos. Ya sería todo un hombre, lo imagino tan apuesto, seguramente
hubiera sido igual de desquiciado que su orgullosa má, que lo sigue amando
con toda el alma y desde aquí le mando sus jazmines y sus gardenias, que
fueron las primeras flores que conoció a través de mí.

Enero/18/2007. Diplomado Tejedoras de historias:


Hola de nuevo, Bonito, pues te quiero contar que hoy entré a un diplomado
en el Instituto Estatal de las Mujeres. La presentación fue muy emotiva para
mí, nunca había estado frente a tantos ojos y oídos atentos a lo que se iba
exponiendo. Todo empezó tras lanzarnos al azar una pelotita de estaño que al
caer en mis manos automáticamente me abrió las puertas a otra dimensión.

Enero /20. Días de llanto:


Hola, Bonito, ¿sabes? no he dejado de estar enferma, el puto y maldito invierno
me agarró por sorpresa y me resisto a aceptar eso de que hace buen rato que
entré a la edad del “yo nunca”. No quiero, no lo acepto, aunque en tan sólo
tres meses superé ya la producción de mocos de toda mi vida. Es la una con
casi 48 minutos; no puedo dormir, es la gripa, que me limita de muchas cosas,
entre ellas oler, saborear, oír, fumar, me pone triste. Mi cuerpo, mi garganta,

232 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

no tienen un espacio libre de un ardor como de cortadas en carne viva. Mi piel,


tan sensible que no soporta el más leve roce, mi nariz que está más grande que
mi boca (y eso ya es bastante grave), todo eso le provocan a mis ojos soltar
el llanto y me siento más fea que siempre. En medio de todo ese tsunami me
remonté de nuevo a mi pasado, a pesar de los cambios que estoy viviendo
no he podido desprenderme de él y dejarlo atrás para siempre. Me río, me
lamento, lloro, me enojo, me muerdo y me obsequio con toda propiedad, la
más atinada blasfemia por el maldito momento en que no supe dónde rayos me
dejé, ¿de casualidad tú no me has visto?

Febrero/1°. Collage:
Nos encargaron en el diplomado que elaboráramos un collage con recortes de
revistas. Me quedé muy impresionada con los relatos de algunas compañeras
al ir mostrando su trabajo, es conmovedor y frustrante ver y percibir tanto
dolor en un ser humano y me pregunto: ¿Es aprendizaje o patrón de vida el
dolor en nuestra existencia? Bueno, dejando de lado mis dudas, te platico que
presenté mi collage, nunca me imaginé que en las revistas, entre artículos,
imágenes y comerciales, habría tanto de mi personalidad, tanto que me fueron
llevando a realizar un pequeño compendio de mi forma de ser, de pensar y de
sentir, una manera por demás diferente de expresión, creo que lo enmarcaré
para dejarlo para la historia.

Febrero/23. Nostalgia de mí:


Ayer fue un día por demás maravilloso y diferente, y no puedo dejar de
compartirlo contigo. Me levanté temprano para comenzar con el arreglo
personal —al fin mujer— no tenía tiempo para ponerme a caminar, así que
me bañé, desayuné un cereal y un jugo, me cepillé los dientes, me rocié mi
Shalimar, me puse mis lentes para el sol (que por fin ya salió) prendí mi primer
cigarro y me dispuse a salir.

Cuando llegué al Instituto Estatal de las Mujeres a mi sexto día del diplomado
Tejedoras de historias, ni siquiera me imaginaba la experiencia que iba a vivir.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 233


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Nos llevó Paty a una dinámica que me encantó: teníamos que tomar el lugar
de guía para la otra compañera que iba con los ojos cubiertos y salimos a la
calle, nunca me había sentido una guía ¿sabes? y menos había sentido que
alguien al apoyarse en mí, ¡en mí!, ¿te das cuenta?, se sintiera seguro. Me
alimentó bastante, mi hija es muy independiente y ni de niña me permitió
protegerla; la verdad, creo que nadie me había hecho sentirme tan útil y tan
chingona, y cuando me tocó ser la invidente, no sé pero tuve una sensación tal
de seguridad que no hubo cabida a mis miedos, fue como una especie de estar
única y exclusivamente con mi yo (sin pretender hacer menos a mi excelente
guía, claro) no vi oscuridad, dentro de mí había mucha luz, me encantó la
experiencia.

Me motiva estar ahí, ¿sabes? de 10 a 12 me olvido de todos, menos de mí


misma, aunque te confieso que de pronto me entran mis ansias de fumar,
pero ahora ya tengo otro día de dos horas para mí. Esto va siendo una bella
experiencia desde el 18 de enero hasta ayer y lo mejor de todo es que me
quedo con mucho cuando regreso a mi casa. Ahora que he ido recuperando
mi identidad, me doy mis propios espacios y en mis noches con mi yo, se
clausura la cocina, se apagan las luces del escenario de mis rutinas, se cierran
para todos las puertas de mi espacio y se abren las de mi intimidad, mi única
compañía son la poesía y la música, me introduzco en mi mundo mágico y al
menos por unas horas, me rescato: la que se afana se vuelve una con la que
sueña, efectivamente soy demasiado especial pero si de algo estoy segura, es
de que soy auténtica y también, ¡demasiado cursi!

Junio /6.Y el sueño se hizo realidad:


Estoy muy emocionada, mi Bonito, hoy ¡es la presentación de mi libro de
poemas!, ¿te das cuenta?, ¡el sueño se hizo realidad! (te digo que no creo en
la casualidad, un día 6 él —tu ídem— me enseñó a creer de nuevo en mis
sueños, y un día 6 lo veo realizado). Te puedo asegurar que me siento tan
feliz y orgullosa de mí misma por haber luchado contra los fantasmas que
me torturaban, pues me siento tan segura como hacía mucho tiempo no lo
experimentaba. Cuando hablé con tu ídem me dijo: “Siéntete orgullosa de ti,

234 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

el concepto de los demás vendrá solo, poeta, yo sabía que tú no eras esa clase
de mujer que se da por vencida; tú puedes hacer muchas más cosas porque así
has sido siempre pero te disfrazabas de ‘otra mujer’ que no existe en ti, por eso
te insistía en que yo quería conocer a la verdadera. Comienza a reconsiderar
lo que tú vales”.

Febrero/10/2008. Última etapa de una experiencia maravillosa:


Ay, Bonito, ya pronto terminaré el diplomado, ¿sabes? conforme los meses
fueron pasando, me fui dando cuenta de que asistir a “mis jueves” era como
visitar una nueva casa con una joven mamá y con un número considerable de
hermanas que en cantidad no tuve en la vida. Desde el principio nos fueron
preparando para que al final escribiéramos nuestra propia historia, yo comencé
y terminé una, pero al repasarla y repasarla me llenaba de tanto dolor que
decidí dejarla por la paz y mejor opté por llevar todo esto que dejé plasmado
en tus páginas, y antes de darle vuelta a la última hoja de esta etapa, quiero
agregar lo siguiente:

Se dice que una es la constructora de su propio destino, yo llegué a considerarme


una arquitecta mediocre. Había abierto tantos senderos en mi caminar tratando
de encontrar las respuestas a todas las preguntas que se amotinaban en mi
cabeza, e ingenuamente me dejé llevar por las reglas impuestas, dejando mi
vida sin rumbo. Viví tan enredada, hasta quedar atrapada en una maraña de
confusiones, de culpas, de resentimientos, los que confieso aún no he superado
del todo, pero con lo que he aprendido ahora, gracias a todas las personas
que creyeron en mí (muy especialmente él), que me apoyaron, a la dicha tan
grande de tener a la mejor amiga, mi hija adorada, y a través del diplomado,
sé perfectamente que pronto esos ciclos quedarán totalmente cerrados. Que
aquel muro que construí con los ladrillos del silencio, de soledad y de la falta
de valor está a punto de caer. He descubierto que para entender el significado
del respeto debo primero pensar en otorgármelo a mí misma; que con mi
propia voluntad y valentía obtendré todo aquello que realmente me va a hacer
más fuerte para enfrentarme al dolor, más templada ante mis miedos, más
optimista ante la derrota, más feliz ante todo lo que pudiera ir logrando,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 235


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

menos dependiente, pero sobre todo, menos inflexible conmigo misma. Pero
no cabe duda de que a veces lo más fácil (como callar) se torna a la larga en
lo más difícil.

A pesar de toda mi dolorosa y triste experiencia que viví con mi marido, hoy,
que continúo a su lado, lucho con coraje por el derecho a mi privacidad, a mi
espacio, a mi libertad de expresión, por el respeto que me merezco como ser
humano y como la mujer que él mismo escogió por compañera, cosas que él
ha ido comprendiendo, aunque no he de negar que aquella soledad que me
secuestró por tantos años, se quedó con gran parte de la ilusión que debimos
alimentar día a día como pareja, pero no me desgasto por lo que ya no puedo
cambiar, ahora me propongo a iniciar cada día un cambio en mí para que lo
que vivo en mi presente me resulte en gratos recuerdos si el futuro me depara
más años de vida.

Hoy le pido a Dios me ayude a cerrar todos mis senderos equivocados y me


enseñe a construir en este último que he elegido y por el que camino que hoy
recorro, los peldaños que me lleven a vivir lo que me resta, con fortaleza y
alegría. Sólo espero que, pronto, yo misma me pueda perdonar. Por muchos
años fui mi propio verdugo, no quiero convertirme ahora en un implacable
juez. Fui una mujer que valoró tanto la libertad en todos los sentidos, pero
que cobardemente nunca luchó por ella, que quiso contribuir con su granito
de azúcar para combatir tantas injusticias, los miedos impartidos por las
religiones, la mentira, esa corriente interminable y desmedida para mantener
oculta la verdad a la que todos tenemos derecho y que por auto compadecerse
tanto tiempo se atrapó en sí misma, dejando que se marchitaran poco a poco
sus ideales.

Fui una mujer que se rebelaba ante tantos absurdos, pero se tragó su posible
lucha, digiriéndola para echarla por el caño; ahora sé que soy una mujer íntegra,
que descubrió su sensualidad a pesar de sus años, apasionada, soñadora. Que
nunca caminó de la mano de la venganza ni de la hipocresía, ni de la infidelidad;
una mujer con defectos pero también con virtudes; que cumplió devotamente

236 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

con sus obligaciones, que a pesar de sus ilusiones y sueños sabe a ciencia
cierta el terreno que pisa; que ve claramente la raya que separa la realidad y la
fantasía; que puede retomar su lucha para no permitirle a nadie, bajo ningún
motivo, justificación, excusas, prejuicios pendejos o costumbres impuestas, el
ser minimizada y derribada del digno lugar que como ser humano, al igual que
a todo hombre, le otorgó la vida. Soy la mujer que puede cultivar sus parcelas
con nuevas semillas y que espera con fe los días grises no para llorar sino
para ver caer la lluvia que hará reverdecer esos campos que por mucho tiempo
estuvieron áridos.

Quiero manifestar mi agradecimiento a Dios por todo lo que me fue llevando,


desde conocer a un hombre maravilloso que me ayudara a rescatar parte de
mi verdadera vida, hasta el pasar por este diplomado por el que aprendí tanto,
así como mi admiración a todas las mujeres que luchan por otras mujeres
que no tienen al alcance los recursos para rescatarse del infierno en el que
viven: a mi maestra, Patricia Basave; a la presidenta del Instituto Estatal de las
Mujeres, María Elena Chapa; a Leticia Hernández por todas sus atenciones;
a Guadalupe Elósegui, por quien entré en esta experiencia de vida, y a todas
las que prestan su servicio a esta muy bella y grande causa: la defensa por
los derechos de las mujeres. A todas mis compañeras que han sabido salir
adelante con la bandera de la dignidad, defendiendo con aplomo sus derechos
y los de sus hijas e hijos, y luchado por mantener el lugar que por derecho les
ha dado Dios. Mi admiración por mí misma, al haber aprendido a amarme y
respetarme. ¡Mujeres, cuesta el mismo trabajo enamorarse de un buen hombre
que de un patán! No se enamoren de un hombre mentiroso, vicioso, violento,
ególatra o machista (y recuerden que la violencia emocional también causa
mucho daño a largo plazo) porque los vacíos terminan saturándose solamente
de desolación y confusión creando un mal cuento de siempre empezar. Para
ser felices en el amor hay que estar primero enamoradas de nosotras mismas.

Una bella historia, ¿casualidad o causalidad?

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 237


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Y para terminar mi relato, no quiero ni puedo dejar pasar por alto eso tan
maravilloso que me sucedió en mi caminar por este sendero. Considero
necesario hacer este comentario porque es importante tomar en cuenta de
que sí existen hombres buenos. En este mi camino (como ya lo expresé en
mi diario) salió a mi encuentro un héroe de gentil vestidura, ésa que sólo con
los ojos del alma se puede apreciar. Por él comprobé que todavía, por fortuna,
existen caballeros; me aferré con demasiada fuerza y no menos desesperación
a él, lo sé, pero no lo hice con el afán de atraparlo o atropellar su vida, no
—considero que somos demasiado valiosos y aprecio tanto su amistad, como
para devaluar esto en una aventura— él no lo merece; fue más bien para honrar
la mía, porque con sus palabras de apoyo fui dándome cuenta de que dentro
de mí existen más recursos, que mis manos no están tan desocupadas como yo
pensaba, que aún puedo llevar a cabo la realización de algunas de mis tantas
luchas que se quedaron pendientes en la sala de espera de mi vida. Él me hizo
reaccionar y aprendí a volar y a aterrizar sin estrellarme, aunque todas mis
actitudes manifiesten más locura, esta experiencia fue mi más bella locura, el
creerlo así dentro de mí me llevó a llenarme de fe en mí misma y me aventuré
sola a tocar la puerta precisa que me llevaría por fin a “Vivir un sueño”.

Ese héroe maravilloso del que hablo me enseñó a recordar de una manera, por
demás respetuosa, que soy una mujer valiosa, especial y ¡hermosa! Un valiente
que con sus palabras de apoyo me rescató de la soledad que me tenía secuestrada
y me llevó a descubrir nuevos horizontes y a redescubrir mi picardía y mi buen
sentido del humor con los cuales, cada día le pongo sabor a mi alegría: “Eres la
más bella locura de Dios”, me dijo una vez. También por él me escudriñé hacia
dentro y me encontré con “esa escritora que llevas atrapada y no has dejado
salir” —como me dijo un día—; entonces supe esperar la noche sin miedos y
despertar visualizando la realización de mis planes, y logré convencerme de
que los sueños sí se realizan y decidirme a no desaprovechar más las hojas en
blanco que todavía me quedan.

Él me enseñó, al abrirme su corazón, su espacio y su amistad desinteresada,


que la vida no era oscura y tenebrosa como yo la veía desde el abismo donde me

238 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

encontraba; que la soledad es buena si se aprende a disfrutarla y no a sufrirla;


que el dolor va y viene, pero que lo importante es no quedarnos viviendo
en él, porque la alegría también existe. Que cuando llueve no llora el cielo,
reverdece la tierra; que cuando se va la luz no hay que echarse a la tragedia,
sino aprovechar el momento y transformarlo. Me hizo creer de nuevo que la
ilusión muere con una, no con la edad; que aún en invierno el sol no deja de
salir...y también el amor llega.

Con el corazón y de alma a alma... donde quiera que estés, quiero que sepas:
Te quiero con el respeto que me mereces, te quiero con admiración, te quiero
porque eres, te quiero y eso nada ni nadie me lo va a quitar... ¡Te quiero! ¡Le
agradezco tanto a la vida! Aunque estando no estás, créeme que lo entiendo
y duele, sí, ¡duele y mucho! pero tú me enseñaste a ser fuerte, también saldré
de ésta. Un día te dije que pronto sabrías la clase de mujer que soy y con la
frente en alto, con la mirada transparente hacia Dios, aquí te lo demuestro
(un poco loca pero no olvides que fuiste tú quien me dijo:”Eres la más bella
locura de Dios”)... sólo espero que mis palabras no te causen inquietud, porque
para nada es esa mi intención. Por ti, edifiqué un arco de alianza con la vida y
conmigo misma...tejí Mi más bella historia con hilos del alma, voy llenando de
sueños y esperanzas las hojas blancas de mi libro y pase lo que pase, tú eres y
serás siempre muy importante para mí.

No vislumbro un adiós porque nunca me han agradado las despedidas, no


pongo fin a mi historia, fui como un barco que se ancló en la playa de tu vida
y ese barco preparó siempre su salida. Cuando esto suceda, tal vez pronto,
el mar del tiempo lo traiga de nuevo a tu puerto (CM). ¡Gracias, Bonito, por
recordarme cómo sonreírle de nuevo a la vida, por enseñarme ¡qué es existir!...
me enseñaste también que yo ¡soy la heroína de mi propia historia! pero aprendí
también que ¡no hay un héroe como tú! Por esto y más, mi corazón que fue tan
lastimado, tan ignorado, tan olvidado hoy, como un Quetzal que ha tejido un
nuevo nido te grita feliz... ¡gracias por los recuerdos! Y para que ya no te sigas
preguntando porqué, aquí te dejo todas mis respuestas ¡y una más!... también
porque: ¡Soy una gran mujer!

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 239


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Marzo/10/ 2008. Táctica:


“Todo lo tú quieras lo puedes tener, sólo necesitas convencerte a ti misma”,
me dijiste hoy, y estoy tan convencida de esto que así será hasta que Dios lo
quiera. Estaré siempre atenta a tu “señal”, pues así mi barco nunca perderá
el rumbo; fuiste su puerto, ahora serás continuamente su faro. Toda historia
tiene un final. La mía no, porque mi vida aún no termina...

Mis alas están sanadas... nunca dejaré de volar.

240 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Mi renacimiento
por Rosa

Nací en Monterrey, N.L., a las seis de la mañana. Fui recibida con gozo ya
que siempre he escuchado decir a mi padre que si hubiese tenido solo niñas, él
estaría encantado. Fui criada en un hogar con algo de carencias económicas,
pero no conocí la violencia; allí siempre se luchó para que no faltara lo
indispensable y así fue, nunca faltó. Mi madre siempre fue muy cuidadosa del
dinero que ganó mi padre.

Mi mamá siempre estaba criando gallinas, vendiendo su producto y ahorrando


ese dinero, ya que mi padre nunca le pedía cuentas. Recuerdo algo lamentable
que llenó de temor y tristeza a mi padre: resulta que una ocasión, familiares por
parte de mi padre le levantaron un falso a mi madre, en el cual hablaban de que
yo no era hija de mi papá. Mamá sufrió mucho con esto y papá se mortificaba
tanto, que platicaba luego que al regreso de su trabajo a la casa, siempre venía
con el temor de no encontrar a mi madre en casa, por el sufrimiento que le
veía. En este asunto mi padre siempre la apoyó, le decía que ese chisme no
tenía por qué separarlos, que él confiaba en ella y afortunadamente lograron
superarlo.

Yo fui una niña muy enfermiza, no sé si por ser la primera. Cuando tenía
apenas dos años, mi madre bajó de la estufa un balde de jabón hirviendo y
yo metí allí todo mi brazo izquierdo y me quemé. Todo el brazo se me hizo
ámpula, platican mis padres que cuando me llevaron al médico, sólo veía como
me levantaban la piel y me sangraban para curarme, yo observaba muy atenta
y decía “ía chane”, pero no lloraba. Después padecí anemia mucho tiempo, me
llevaban a inyectarme hierro que dizque es muy doloroso, pero no lloraba.

Entré a estudiar primer año de primaria a los cinco años ya que la escuela
me quedaba a una cuadra y media de distancia, era una escuela católica y

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 241


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

me aceptaron. Al siguiente año me llevaron a la escuela que pertenecía a la


Fundidora ya que allí trabajaba mi padre y como yo tenía seis años, mi papá
sugirió a los maestros dejarme en primer año, me hicieron una pequeña prueba
de admisión y decidieron pasarme a segundo año. Ahí sin ningún contratiempo
terminé felizmente mi primaria en la cual además de lo académico aprendí
muy bien a tejer zapatitos de bebé, a elaborar carpetas y morrales para libros,
un poco a remendar ropa, también me hice un fondo y un calzón tejido en la
orilla de las piernas, aprendí sobre flores, cocina, gimnasia y canto; en las
fiestas de fin de año me elegían para cantar zarzuela, mi maestro de canto fue
don Armando Villarreal, autor de la canción “Morenita mía”.

Lo que más me gustó hacer de todo lo que aprendí, fueron zapatitos de bebé.
Con el permiso de mi mamá, desbarataba sweaters viejitos que ya no usaba y
hacía zapatitos, sólo compraba el listón para el adorno y también el hilo brilloso
para resaltar la orilla. Cuando había bebé en la colonia, llevaba a ofrecer mis
zapatitos y me los compraban. Siempre guardé ese dinero, nunca lo gastaba,
seguí guardando. En una ocasión mis padres decidieron hacer una compra
importante (un terreno), y yo veía que se angustiaban porque les faltaba un
poquito, para esto yo tendría unos l2 años y les ofrecí que les prestaba lo
que tenía guardado y pues claro que lo aceptaron. Sentí muy bonito poder
contribuir en algo, pero finalmente, la verdad me enojé porque nunca me lo
devolvieron, claro que no lo expresé porque no me sentía con derecho, pero
nunca les volví a ofrecer, pues yo seguí con ese hábito ahorrador hasta la
fecha.

A los 14 años empecé a tener novio, me gustaba salir mucho a los bailes; me
daban permiso porque nos acompañaba la mamá de una de mis amigas y allí era
donde me veía con mi novio, bailábamos hasta la una de la mañana casi todos los
sábados y entre semana nos veíamos cuando salía yo a algún mandado, ya que
vivíamos en la misma cuadra. A mí me interesaba tener novio sólo para tener
con quién bailar o salir a pasear a algún lado, nunca pensaba en matrimonio.
Comencé a trabajar chica porque a los 11 años empecé a estudiar mi escuela
Comercial y la terminé a los 14; ya para entonces, tenía nuevas rutinas entre

242 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

el trabajo y el novio. Y así fue mi adolescencia, cambiando seguido de novios


pero como antes dije, sin pensar nunca en serio o en matrimonio.

Cuando me empecé a sentir grandecita, a los 22 años ya pensé en la necesidad


de una relación seria y pues decidí que así fuera. Entonces duré tres años de
novia, ahora sí pensando en matrimonio; me enamoré de mi novio y él de
mí y nos casamos. Conocí a mi último novio casualmente en la calle, cuando
salía yo del cine Juárez, que en ese entonces era el mejor cine que había en
Monterrey; andaba con mi hermana y él con un amigo, ellos se dispusieron a
acompañarnos y no nos opusimos, ya que caminábamos como 15 cuadras hasta
tomar el camión. Ellos decidieron acompañarnos hasta la casa, así seguimos
viéndonos durante unos dos meses más o menos, cuando ya que empezaron los
aguaceros muy fuertes. Él no tenía carro y al parecer eso dificultó que siguiera
cumpliendo conmigo. En ese entonces no había forma de comunicarnos pues
no había distribución de teléfonos y yo cambiaba muy seguido de horario en
mi trabajo.

Pasó un tiempo corto, algunos meses, yo tenía turnos en mi trabajo, una ocasión
tomé mi camión a la una treinta de la tarde, mismo que tomaba a la altura de
la Fundidora, por la calle Tapia, que en ese entonces tenía doble circulación.
Mi camión se detuvo a recoger o a bajar pasaje y justamente cuando el camión
arrancaba, mi novio iba saliendo de una de esas calles y vio que yo iba en ese
camión, del lado de la ventanilla y levantó la mano como saludando o diciendo
adiós, no lo sé. Acto seguido se fue corriendo a la calle de Félix U. Gómez a
tomar un camión que pasara por las mismas calles que el mío y cuál sería mi
sorpresa que una cuadra antes de llegar a mi trabajo, escuché que alguien
chistaba insistentemente, yo no volteaba porque no oía mi nombre y la verdad
no me podía imaginar que fuera él.

De repente escuché mi nombre, entonces me di la vuelta para ver quién me


llamaba y era él, enseguida nos pusimos de acuerdo y continuamos viéndonos;
nunca me dijo si quería ser su novia, sin embargo, me presentaba como tal con
sus amistades y así seguimos tres años. El último año de noviazgo discutíamos

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 243


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

mucho, cada domingo por intimidades, como la mayoría de los hombres, yo


pienso, luchan por la dichosa prueba de amor y pues la verdad yo nunca se lo
permití y de ahí las discusiones. Yo siempre le decía que después, esperando que
entendiera que después de casarnos, ya que no estaba segura si su intención
era casarse conmigo o no.

Al fin me pidió ser su esposa y acepté, pues sí estaba enamorada de él y pienso


que él de mí, porque me lo demostró de muchas maneras. Un 15 de mayo
pasaron sus papás a pedirme, él tenía buen trabajo, para entonces ya tenía
su carro y pusimos fecha para octubre 21 del mismo año, pero se presentó el
noviciado. Al mes de que me pidiera lo despidieron en su trabajo y se tuvo que
cambiar la fecha de la boda y algunas otras cosas.

Cuando él empezó a trabajar de nuevo, tendría que irse a residir a San Luis
Potosí, pidió mi opinión y estuve de acuerdo, no había ningún problema. Él
venía a verme cada ocho o 15 días, según su ruta de viajes, ya que visitaba
Aguascalientes y Zacatecas, o sea, 15 días estaba en San Luis y 15 días viajando.
Recibía una o dos cartas por semana, cuando salía de convención a México, era
enviarme tarjetas hasta que llegaba.

Nos casamos el 21 de diciembre de ese mismo año. Para entonces él ya tenía


la casa amueblada, pues habían pasado seis meses de trabajar por allá. Empecé
a viajar con él durante mucho tiempo, no le gustaba dejarme, no obstante que
ya estaba embarazada de mi primer hijo. Al principio él quería cuidarme para
no embarazarme, decía que quería disfrutarme mucho, pero la verdad yo sí
deseaba tener mi bebé y él no se opuso.

En San Luis Potosí traté mi embarazo porque él por su trabajo visitaba casi
todos los médicos y de alguna manera se formaba la amistad con ellos y tenía
confianza. Mi niño nació el primer día de las Olimpiadas en México, el 5 de
octubre de 1968 y gracias a eso fue un show, que si llegaba el médico, que si
no llegaba, que si llegaba el suplente, que si no llegaba, en fin pura fiesta. Por
fin nació mi niño por eso de la 1una y media o dos de la tarde, me lo enseñaron

244 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

y empecé llore y llore de emoción porque ¡era niño!, la mayoría de las parejas
siempre deseamos que el primer hijo sea hombre, no sé si para desgracia o
para fortuna, pero así es y en ese entonces no se usaba todavía hacerse “ecos”
ni nada por el estilo que te advirtiera el sexo, por eso mi gran emoción.

Se lo lleva la enfermera al cunero y cuando se abre el elevador para salir al


piso, en eso entra mi esposo al elevador y le pregunta a la enfermera: “Perdone,
¿de quién es el bebé?” Y le contesta: “Es hijo de la señora Rosa Villarreal” y
se cierra el elevador. Me platicaba el amigo que lo acompañó que mi esposo
empezó grite y grite que tenía un hijo, que era hombre, y me enseñaba los
moretones que traía en su brazo (su amigo) de que lo apretaba muy fuerte
para descargar su emoción. Nos quisimos mucho, seguimos viajando igual
y vivíamos bien, claro que había algunas desavenencias, sobre todo en lo
sexual.

Pasó el tiempo, aproximadamente dos años y nos cambiamos de casa. Cuando


yo era soltera, siempre me gustó ahorrar aún sin tener novio, pensando en que
si el que fuera mi esposo no tenía para comprar casa, por lo menos yo tendría
el enganche que me parece es lo principal para tener un crédito hipotecario
y pues así fue, con ese dinero y con el crédito compramos nuestra casita, ya
luego él siguió pagando mensualidades, igual como pagaba renta. Pasaron
unos meses después del cambio de casa y ya mi niño estaba por cumplir tres
años, por tanto empecé a pensar en otro bebé.

En una ocasión que salimos a cenar con una pareja amiga, nos sirvieron vino
tinto y nos pusimos muy alegres, cuando ya regresamos a la casa le seguimos
con el vino tinto hasta quedar bien embriagados. Ahí le anuncié mi deseo de
tener otro bebé, batalló pensándolo como 15 minutos y aceptó, luego luego se
empezó a elaborar el pedido y pues se dio el encargo.

A unos meses de mi embarazo, mi esposo empezó a tener mucha amistad


con un señor americano ya mayor, a quien le gustaba mucho ir de cacería,
alborotaba a mi esposo y se iban. Algunas veces yo también los acompañaba

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 245


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

con mi niño, pero avanzó mi embarazo y la verdad ya no quise acompañarlos,


pero creció tanto la amistad entre ellos, que mi esposo pasaba más tiempo con
él, que con nosotros, su familia.

Empecé a sentir mucha soledad, le reclamaba su compañía pero no cambiaba


nada, inclusive había una que otra noche que no llegaba sino hasta en la
mañana. A mis padres nunca les platicaba de mis problemas, pero en esta
ocasión sentí la necesidad de hacerlo. Les escribí una carta comentándoles mi
sentir sobre la situación que estaba viviendo y les pedí que me fueran a visitar,
pero que primero checaran bien las cosas, no fuera a ser que yo exagerara por
mi estado de embarazo. Sí se dieron cuenta que no exageraba mucho y notaron
el cambio, ya que siempre se había portado muy atento con ellos cuando nos
visitaban.

Y pues a raíz de eso y de algunos otros detallitos, empecé a planear el cambio


para Monterrey y así estar con mi familia. Claro que primero tuve que hacer
mi labor de convencimiento, pero la verdad no batallé mucho, al contrario,
le gustó bastante la idea. Enseguida platicó con sus jefes inmediatos, lo
consideraron y al año y tres meses nos estábamos cambiando para acá. Para
esto, la amistad que tenía con el dichoso americano ya estaba disuelta, pues
resulta que en el curso de todo este tiempo, mi esposo sufrió un pequeño
accidente (un esguince), estuvo en el hospital, lo enyesaron e incapacitaron
por dos meses y el gringo nunca hizo acto de presencia para saludarlo, ni para
desearle que se aliviara ni para nada. Claro que yo aproveché la oportunidad
para recordarle qué buenos amigos tenía y que en situaciones de enfermedad
o de adversidad es donde se reconocen. Se quedaba callado, seguramente me
otorgaba la razón.

Ya estando aquí bien instalados en Monterrey, todo marchaba bien. De repente


se presentó otra turbulencia al grado de que vino a hablar con mis papás;
lo escucharon y le contestaron que no había problema, que si decidíamos
separarnos, no seríamos los primeros ni los últimos y dos niños no serían
ninguna carga. Como que él vio la cosa muy en serio y en ese momento dijo

246 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

a mi mamá: “Señora, quiero mucho a su hija, olvide todo, no pasa nada”. Me


abrazó, me apretó y salimos de allí como si nada.

En ese tiempo pagábamos renta, de lo cual yo era enemiga, él ganaba muy


buenos premios mensuales por ventas, pero era gastador y quería comprar
chucherías para la casa que era ¡rentada! Yo me oponía, prefería guardar el
dinero para comprar algo como un terreno o una casa pequeña, pero propia.
Rebusqué palabras para convencerlo y logré que se comprometiera con un
terreno, hubo varias discusiones fuertes por lo de la compra, pero la verdad
no me afectaban, al contrario, yo disfrutaba sus enojos porque me salía con
la mía. Lo apresuré a que se pagara antes de lo establecido ya que, según yo,
porque nunca me informé, era como el banco nos podría prestar y construir (a
mí para nada me interesaba eso de pedir préstamo ¡para nada! pero tenía que
inventar argumentos).

Ya pagado el terreno, me propuse vender la casa que compramos en San


Luis, que la teníamos rentada a un compañero de su trabajo, digo me propuse
porque para nada él tenía iniciativa; en varias ocasiones viajó a San Luis por
diferentes asuntos, yo le hacía el encargo de que tramitara la venta en alguna
agencia pero regresaba argumentando que este amigo y que el otro, y que la
invitación que no se podía zafar, etcétera. Entonces pensé: “Si no le mueves
tú, le muevo yo”. Escribí una carta a las personas que estaban habitando la
casa para enterarles de la necesidad de vender y que por allí los visitaría.
Me dispuse a irme sola, pero lo pensó mi esposo y decidió acompañarme. Se
empezó a mover todo lo que se tenía que hacer y pues unos meses después, se
vendió la casa. Construimos en nuestro terreno y desde entonces ahí vivo, a
la fecha.

Ya instalados en nuestra casa propia, sentía que ya no nos hacía falta nada,
pues ya teníamos techo, comida y vestido. La pasábamos muy bien salvo alguna
que otra desavenencia que hacía que nos enojáramos algunas horas. Otras
ocasiones él, de buenas a primeras se molestaba no sé por qué, y se ponía a
tomar algún vino en el comedor, podía ser en la mañana, en horario de trabajo

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 247


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

y como yo no entendía nada y mis hijos todavía estaban pequeños, pues rápido
los arreglaba y me los llevaba a la calle a las tiendas, nos tardábamos unas dos
horas, regresábamos y él ya no estaba, por lo que seguía todo tranquilo. Igual
a veces se iba enojado a su trabajo por algún detallito, por ejemplo podía ser
porque al servirle su almuerzo, se me pasó ponerle el tenedor en la mesa, el
vaso o la servilleta. Así sucedieron muchas ocasiones, sin que a mí me afectara,
hasta que un día, estando yo de espaldas, calentando sus tortillas a que
quedaran quemaditas como a él le gustaban, de repente me dice: “¡Qué fregado
servicio es éste!”. Me molesté bastante y que volteo bien enojada y le digo:
“No soy tu mesera y además estás en tu casa, puedes levantarte y tomarlo”,
se lo dije en tono muy fuerte y como que le sorprendió mucho mi reacción
e inmediatamente se retractó y me dijo: “No te creas, vieja”, sonriéndose un
poco pero yo ya no le hablé, ni lo despedí, ni nada, sólo se fue.

Entre todas estas cosas también había momentos muy gratos. Cuando salía de
viaje por cuestiones de trabajo, nos invitaba y yo pedía permiso en la escuela
de mis niños y lo acompañábamos, o si ellos no podían, lo acompañaba nada
más yo. Él era detallista, algunas ocasiones me sorprendía mucho con sus
atenciones, además debo confesar que yo no era una persona muy cariñosa,
pero aprendí a serlo por él y su hermana, porque en sus momentos buenos,
que también eran muchos, era muy cariñoso con nosotros, nos apapachaba de
muchas maneras. Cuando de plano no había dinero para salir a comer o a cenar
o al cine nos salíamos a algún parque y era jugar con mis hijos toda la tarde, a
veces yo también. Cuando mis hijos ya eran adolescentes, empezaron a tener
sus compromisos; yo siempre les sugería que se unieran algún grupo de la
iglesia, que allí también había muchachas muy bonitas, batallaron pero así lo
hicieron. Pero si ellos escuchaban algún plan de su padre de que íbamos al cine,
o alguna variedad, o al teatro, inmediatamente cancelaban sus compromisos
y sin decirnos nada se arreglaban y se subían al carro con nosotros, con el
asombro de su padre desde luego pues nadie los había invitado, la verdad nos
daba risa.

Algunas ocasiones íbamos a bailar, otras a ver la variedad y si eso era de

248 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

adultos, pues había chistes de colores fuertes, con la pena, pero el comediante
tenía que cambiar su vocabulario por estar presentes mis hijos. Claro que eso
fue un buen tiempo pero nada más, ya que sus compromisos crecían junto con
su edad. Y así siguió la vida de mi matrimonio, educando a nuestros dos hijos
según nuestras posibilidades.

Un buen día, recibo la llamada de una dama preguntando por mi esposo:“¿De


parte de quién?”, le respondo, y me dice: “De una amiga”. Le pasé el aparato a
mi esposo y no se me ocurrió quedarme en la extensión sino que me paré frente
a él, escuchando lo que contestaba. Cuando terminó, sonreía y le pregunté qué
con eso, a lo que respondió que era una compañera de su trabajo que le pedía
consejos. ¿Consejos de qué?, le decía yo y él nomás decía: “¡Ay, vieja! pues de
todo”. Yo seguí muy seria, me fui enterando de esa amistad entre ellos y por
supuesto que no me gustó, y muy seguido le reclamaba, hasta que un día me
dijo muy enojado: “¡Estás bien loca, no tengo nada que ver con ella”. Entonces
yo muy serena le digo: “Hazme una cita con el psiquiatra para que me quite lo
loco y me ponga en mi lugar”. Se fue a su trabajo, ya que eso sucedió después
de la comida.

Al día siguiente le dije que había hecho cita con el psicólogo, que me diera
dinero para pagarle, vio el asunto de mi parte muy en serio, claro que yo no
tenía ninguna cita, sólo quería ver su reacción. Resulta que muy serenamente
y condescendiente me contesta: “No vieja, no te preocupes, yo soy el que
está mal, ya no va a suceder, esto lo voy arreglar”. No muy convencida seguí
preguntando por el asunto. Una tarde recibí una llamada telefónica de otra
de sus compañeras, yo nunca la conocí y me dijo, no sé por qué: “Señora, su
esposo la quiere mucho, aquí en la oficina siempre está hablando de usted
y sus hijos, no se crea de esa mujer, no vale la pena”. Claro que le pregunté
quién era y cómo se llamaba, y me respondió que era compañera de mi esposo
y me cortó. Traté de averiguar quién era pero no lo logré. Eso me tranquilizó
mucho y volví a platicar con mi esposo sin decirle lo anterior de la llamada,
vagamente recuerdo que me pidió perdón o algo parecido, el caso es que yo
le dije: “Ok, todo está bien, sólo que no quiero saber nada de raids a nadie,
porque ésta te la paso, la siguiente, ¡no!”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 249


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

En 1989 por el mes de marzo, íbamos a recibir a un grupo de amigos y nos


dispusimos a darle una buena arreglada a la casa, hacían falta varias cosas
para cuando había visitas o invitados. Sólo el área social, en la planta baja,
la pintamos, le compramos cortinas y un lavabo nuevo. Cuando yo andaba
haciendo la compra del lavabo, por cuestiones de arreglo de la calle que
debíamos tomar, nos desviaron por otra, mi hijo mayor andaba conmigo y
nos tocó pasar por una calle donde había una casa que le encomendó vender
un hijo de mi esposo (un “resbalón” que tuvo antes de casarnos y que siempre
ignoré durante diez años). De eso luego les platicaré porque la verdad, eso
también es muy interesante.

Ese hijo nunca fue atendido por mi esposo que yo sepa, cuando este niño
creció, su mamá se lo llevó a Tijuana a vivir allá no sé por qué. Aquí dejaron
varias propiedades pues económicamente vivían muy bien. Resulta de que la
mamá muere y ese hijo decide vender sus propiedades, una de ellas se encargó
mi esposo de venderla, arregló lo de los inquilinos, quedó muy maltratada la
dichosa casa y él se dispuso a arreglarla, por lo que seguido me llevaba ahí
para ver como quedaba, yo la verdad a eso no le daba nada de importancia, no
me interesaba para nada, era asunto exclusivo de él. Nunca supe si la vendió
o no. El caso es que cuando yo pasaba casualmente por esa calle, vi la casa
encortinada y me asombré, no lo comenté con mi hijo, ni dije nunca nada.

En agosto de ese mismo año, se presentó aquí en mi casa una reacción muy
sorpresiva de mi esposo, cuando me dejaron a cuidar un sobrinito de unos
tres años aproximadamente, quien andaba correteando por ahí y este señor
se puso tan enojado que le dio un cintarazo. Yo andaba en el patio y no me di
cuenta de eso ni el niño me dijo nada, sí escuché que le gritó que se estuviera
quieto pero nada más, y se fue muy enojado. Al día siguiente por la mañana
el niño se quedó en casa de mi madre y le platicó lo del cintarazo, me llama
mi madre y me pregunta muy extrañada qué sucedió, le digo: “Nada, mamá,
¿por qué?”, “Pues que tu marido le dio un cintarazo a Raulito”, “Pero ¿cómo,
mamá?”. De inmediato me enojé mucho, pero ese día él no vino a comer. En
la noche que llegó yo estaba en otra recámara pues no aceptaba estar en la

250 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

nuestra. Él sólo llegó y se acostó. A la mañana siguiente fue a donde yo estaba


e inmediatamente le reclamé, empezó a dar de gritos y a decir que no quería
volver a ver niños en esta casa, le dije: “Qué bueno, porque así ya nunca van a
entrar aquí tus sobrinos”, se retiró muy enojado, se bañó, empezó a empacar
su maleta y se fue, ¿a dónde?, no sé.

Era fin de mes, como un 28 ó 29, ya en otras ocasiones por diferentes motivos
había hecho lo mismo, se iba a casa de su mamá y a los tres días regresaba
como si nada, e igual yo lo recibía como si nada; sin embargo, esta vez no había
quién lo atendiera en su casa, pues su madre se encontraba muy enferma.
Pasaron dos o tres días y siendo quincena, le llamé a su hermana y le platiqué lo
sucedido, ella lo veía seguido porque le rentó una parte de su casa para oficina
e iniciar un negocio de productos químicos, de los mismos que distribuían
en la compañía donde laboraba. Tenía de ayudante a la misma secretaria de
su trabajo y trataban con los mismos clientes de la empresa, o sea que se
aprovechaban. Por todo esto mi cuñada lo veía, y le dije, “Dile que necesito
el dinero”, al día siguiente recibo la llamada de mi esposo muy ablandadito,
me dice, “¿Cómo están, Rosy?, ya te deposité”. “Ok, gracias”, y me dice: “Nos
vemos”. “Sí, que te vaya bien”, y colgamos.

Pasaron los días, yo bien despreocupada, pero pensaba y lo comentaba con mi


cuñada, ya que siempre nos llevamos bien. “Oye, no creo que esté mandando
la ropa sucia a la tintorería y que esté comiendo todos los días en restaurante,
¿no crees? ¿dónde estará?” A la siguiente quincena, vuelve a suceder lo mismo,
me deposita y sigo pensando igual. Un buen día, poco después de la siguiente
quincena, ¡me asalta un pensamiento! ¡La casa encortinada de aquella calle! Y
pues inmediatamente me di a la investigación. Mis padres me prestaban su
carrito Volkswagen siempre que necesitaba, sabían que me gustaba trabajar
en ventas cuando mi esposo salía fuera y en mis ratos libres, así que en el
carrito me trasladé a la casa encortinada de aquella calle y empecé a encuestar
a los vecinos, dizque venía de Sears ofreciendo crédito y si me proporcionaban
referencias de sus vecinos, que vivían enseguida. Poco logré, ya que no
hablaban con nadie. En la noche regresé de nuevo y me acompañó mi hermana,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 251


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

se notaba que no había nadie porque no había carro afuera, mi hermana tocó la
puerta, salió un niño muy pequeño, estaban solos y le pregunta mi hermana,
“¿Dónde está tu mamá?”. Le dice que en el súper, que ahorita viene, y “¿Cómo
se llama tu mamá?”, y le dicen el nombre de la dichosa secretaria. Y allí se
descubrió el pastel, como dicen, sin batallar tanto. Era su ayudante de oficina y
su secretaria en la empresa. Ya todo descubierto, nos regresamos a la casa, mi
hermana diciéndole de cosas hasta por los codos muy enojada, yo solamente
callada y piense y piense en cómo le tumbaba su teatrito.

Lo primero que pensé fue cómo enterar a mis hijos, pues su padre ya tenía
un mes de no estar en casa y seguramente ellos pensaban en dónde podría
estar. Primero hablé con mi hijo mayor, le dije: “Ya sé dónde está tu papá y
quiero que me acompañen tú y tu hermano a esa casa, inclusive invitaré a tu
tía (hermana de mi esposo) con nosotros”, y le encantó la idea; luego hablé lo
mismo con mi hijo menor, le pregunté si quería acompañarme, inmediatamente
aceptó. Hablé con mi cuñada y le dije: “Tú siempre dices que soy la cuñada que
más quieres, ahora necesito que me lo demuestres”, me dice, “Sí, cuñada”, sin
explicarle todavía nada. “Ya sé dónde está tu hermano y te vas a ir para atrás.
Es la secre que está en tu casa, ¿cómo la ves?”. Muy asombrada me dice: “¡No
puede ser, Rosy!, ¿estás segura?”. “Sí, estoy bien segura, allí están sus niños
y los vi llegar juntos del súper, así que nos acompañas, o no”. Dijo “Sí, Rosy,
¿cómo le hacemos?”, nos pusimos de acuerdo para pasar por ella.

Exactamente a la hora que salíamos por ella, va entrando mi esposo, pues


de repente se daba vueltecitas y como todavía no entregaba llaves, nada más
entraba. Nos vio arreglados para salir y preguntó “¿Ya se van?”. Le dijimos
que sí, nos fuimos y él se quedó, ¿para qué?, no lo sé. Recogimos a mi cuñada
y regresamos a la casa de nuevo para comprobar que se hubiera ido, resulta
que allí seguía, nos esperamos ahí cerca, a esperar que partiera; tardó un
buen rato y se retiró, ya luego nos fuimos nosotros a la casa encortinada.
Llegamos, mi hijo mayor toca la reja con toda su fuerza, imagínense cómo
salió el hombre: blanco de asombro o de temor o de alguna poquita de pena,
no sé. “¡Qué pasó padre!, ¿qué haces?”, le dice mi hijo, y él le contesta: “Nada,

252 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

m’ijo, vamos hablar a la casa”. “Ok, vamos”. Nos vinimos a casa, estuvieron
discutiendo mi hijo y él sin alterarse (yo callada), mi hijo le decía que estaba
en adulterio y qué pensaba de Dios, y que si los chiles le dieron resultado. Lo
de los chiles era porque en alguna ocasión, por cuestiones laborales, siendo
él gerente divisional y al encargarse del personal, se vio en la necesidad de
obligar a un empleado a renunciar y éste lo amenazó con afectar a su familia.
Un día, al llegar mi esposo a la casa, se encuentra en la puerta varios chiles
colorados y se asusta, llama a mi hijo, hacen una oración, ponen agua bendita
y los tiran lejos. De esto yo me enteré después que me lo platicaron, pues yo
no estaba en casa.

Mi esposo sólo se concretó a aceptar todo lo descubierto y a decir que nosotros


nunca lo respetamos y cosillas así, para darle salida a la situación. Yo siempre
me mantuve callada, no tenía nada qué decir pues todo estaba a la vista. Al irse
de la casa, mi hijo menor (17 años) se puso muy triste, le pedía que no se fuera,
pero tenía que irse. Platicando con mis hijos, les pregunté si lo dejaba por allá
o me lo traía, me dijeron: “Tráetelo”.

Inicié la conquista, aprovechando cada ocasión que él venía, hablándole de la


necesidad que tenían sus hijos de que él estuviera acá y haciéndose un poco
del rogar, al mes estaba de nuevo con nosotros. Así empezó para mí una
nueva vida, ahora tenía que competir con una persona más joven que yo, más
dispuesta a ser su secretaria incondicional, etcétera. Él me hablaba de ella
como la mujer maravilla, entonces yo tenía que ser una mujer maravilla y
me dispuse a ayudarle arduamente en su trabajo, allí fue donde empezó mi
viacrucis o mi calvario.

Él no venía a comer con nosotros. Pasaba la noche conmigo y el día con ella.
Me propuse una meta: soportar esta situación durante un año durante el cual
me daría tiempo de saber qué sucedería siendo yo otra persona que no era
ni quería ser, haciendo totalmente todos sus gustos, como me decía que lo
complacían allá, hasta llegar a bañarlo. Él notaba mi cambio y me decía: “Eres
muy buena, Rosy, has cambiado mucho, pero si dejo todo y regreso, vuelve a

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 253


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

ser lo mismo”, yo me quedaba callada porque la verdad, pudiera tener razón,


me estaba siendo sumamente difícil ser otra persona. Cada día disminuía
mi peso, tenía el temor de enfermarme y no poder servir a mis hijos en sus
necesidades y problemas propios de ellos que se presentaran, además de los
familiares.

Pasaba el tiempo y el ambiente que aquí se respiraba era demasiado tenso.


Yo insistía en andar con él para todas partes, algunas veces aceptaba,
otras me rechazaba. Un viernes santo quise acompañarlo a su negocio, mis
hijos no estaban y pues era prácticamente día de asueto y él todos los días,
invariablemente, pasaba a hacer corte en su negocio, pero no quiso que lo
acompañara, me rechazó rotundamente diciéndome que me era infiel cien por
ciento, así que me quedó muy claro todo y así siguió esta difícil situación.
Otro momento que me quedó muy grabado fue un 9 de mayo, víspera del
día de las madres, precisamente andaba él con un proveedor y desgraciada o
afortunadamente, siempre se presentaba algo para discutir sobre lo mismo y
levantando la voz me dice: “¡Es que ella es la mujer de mi vida!”, otra vez me
quedó muy clarito todo. Fue pasando el tiempo, yo continuaba iba bajando de
peso y también acercándose el plazo previsto. Se llegaron las fechas de fin de
año y siempre era pasar Navidad en casa de mis padres y año nuevo en casa
de los de él, pero pensé que si se hacía igual, nadie notaría nada de parte de su
familia, así que decidí que fuera al contrario. Él quería pasar Navidad con la
mujer y Año Nuevo como de costumbre. Él le preguntó a mi hijo menor qué
fecha le gustaría que pasara con nosotros, mi hijo le contestó: “Las dos”.

Mi esposo le dijo que no podía pues tenía que cumplir con la mujer, quien estaba
sola y trabajaba mucho. Yo ya estaba muy bien preparada para, en cualquier
momento, despedirlo, ya que a medida que pasó el tiempo detectaba que él de
plano no tenía vergüenza y le era muy cómodo vivir con las dos, pues allá lo
trataban muy bien para que no se viniera, y acá igual, para que no se fuera. Eso
me llevó a tomar la decisión definitiva. Logré que pasáramos Navidad aquí en
casa, preparé cabrito y cenamos muy a gusto, vacilando y todo. Se llega fin de
año, el 31 de diciembre me pide que le dé traje, corbata, camisa blanca y demás,

254 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

le digo:”¿Ah, sí? Y eso ¿por qué?”. Me dice: “Porque tengo que pasar allá esta
fecha”. “¿Sí?, ¿con tu amante?, si es así, te vas con todo y tu ropa”. Me replica,
“No, Rosy, no es mi amante, es cuestión de trabajo”. “Entonces, llévame” y se
queda callado, o bien, le digo: “Puedes traerla aquí a la casa a cenar, no sería
la primera vez que traes una compañera de trabajo a cenar con nosotros”. Me
dice: “Lo voy a pensar, así como tú piensas todo”. “No, es ahorita”. “Mañana
vengo a comer aquí contigo”. “¿Ah, sí? y yo te voy a recibir con una sonrisa
de oreja a oreja porque vienes de acostarte con tu amante, ¡qué felicidad!,
¿no?”. En eso baja mi hijo mayor y le dice: “¿Qué pasó, padre?”. Le contesta:
“Tu madre quiere que me vaya, hijo, ¿me voy?”, y le dice mi hijo “No, padre,
¿por qué te vas a ir?”, y eso fue como decirle sí, vete, porque inmediatamente
subió mi esposo, recogió su veliz con la ropa que le puse y bajó. Al llegar a la
puerta se sintió muy mal y se dejó caer en el sillón, se checó la presión, la traía
muy baja, pero se recuperó y se levantó. Al salir en la puerta, le dice a mi hijo
mayor: “Me tengo que ir, tengo un compromiso, yo sé que ustedes van a sufrir
mucho pero ¡ni modo!”, y se fue.

Me sentí muy triste pero a la vez empecé a disfrutar mis primeras horas de no
estar lidiando tanto contra mi adoptiva y extraña personalidad. Terminó mi
año infernal y aún triste, levanté las manos al cielo. De esto no se dio cuenta
mi hijo menor, pues todavía se encontraba dormido y encerradito en su cuarto.
No le dije nada. Un día buscaba una camisa de su papá para ponérsela y anda
vete, no había nada, me pregunta por él, sólo le digo: “Se fue”. A los 15 días
vino a decirme que estaba arrepentido, que una cosa era lo que decía y otra
cosa, la realidad. Nada más le dije: “Está bien”. Después, en otra ocasión me
dijo que estaba muy sentido conmigo porque esperaba que yo le ofreciera la
casa. La verdad ya no entendía nada, ni me interesaba entender.

Mi hijo mayor me ayudó y me apoyó muchísimo en esta etapa de transición,


que yo tenía que vivir y como en alguna parte lo he leído, el tiempo es el mejor
amigo que todo lo cura... y así fue. Ha sido hermoso irme redescubriendo poco
a poco. Con mi esposo, se puede decir que corté de tajo. Nunca lo he molestado
para nuestras necesidades, al principio estuvo trayendo algo de dinero por

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 255


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

quincena y algo de despensa, cosa que yo acepté sin cuestionamientos. Esto


duró aproximadamente dos años, luego me llegó a casa con la novedad de que
le prestara el acta de matrimonio, pues según esto, requería de un préstamo
bancario para su negocio, cosa que le negué rotundamente. En alguna ocasión
me dijo: “Tú y yo no somos nada, no tenemos la misma sangre, sólo tenemos
un contrato, un papel que no sirve para nada”, por eso pensé: “¿Ahora sí te
sirve?, pues no hay papel”. Se enojó muchísimo, empezó a dar de gritos que
él nos traía todo y ahora que se le ofrecía le negaba todo, me amenazó con
ya no traerme ese dinero y lo cumplió. Me hacía falta ese dinero no lo puedo
negar, pero a la vez, estaba encantada de no verlo ni hablar con él, yo no
deseaba ninguna clase de relación, pues no era fácil desprender ese apego de
mi corazón más que no saber nada de él. De esta manera empecé a manejar el
timón de mi barco, el control de mi vida. Recuperé mi alegría.

No piensen que esto fue fácil, en ese dichoso año fatídico, yo sabía que lo iba
a despedir pero ¿cuándo?, ¿en qué momento?, pues en uno de esos descaros
que él tenía con nosotros, alcé la vista al cielo y dije: “Señor, no lo soporto
más, él debe irse, indícame el momento porque esto no es fácil”. Y así fue que
se dio el día y la hora. Al día siguiente que se fue, moví todos los muebles de
mi casa: donde estaba la sala puse el comedor y viceversa, al siguiente mes
se iba el comedor a la estancia de televisión, etcétera. Igual mi recámara le
puse su mejor atuendo y de un lado a otro, eso me hacía sentirme diferente,
algo motivada, como en otra casa; también acepté invitaciones a grupos de la
iglesia, me ayudó mucho eso, te encuentras amistades buenas y no tan buenas,
pero fui viendo luz donde había sombra, además disfruté a mi hijo mayor en
muchísimas formas. A mi hijo menor yo lo sentía muy confundido, pues él
siguió frecuentando mucho a su papá y yo únicamente le pedía a Dios que no
lo soltara de su mano, pues no estaba segura si por allá tenía una mano amiga o
no. Teníamos muy poca comunicación, siempre tuve el temor de ser controlada
por mi esposo a través de mi hijo menor. Viví mi tiempo de duelo, me gustaba
estar mucho en mi casa, sintiendo lo que en ese tiempo me correspondía vivir,
leía libros de motivación, de auto-conocimiento y poco a poco fui recobrando
mi energía, me fijé metas que debía cumplir y eso me mantuvo en constante

256 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

lucha para lograrlo, desde luego tenía que cuidar mucho el poquito ingreso
que percibía y todo esto hacía que se disipara mi pena. Igual, cada vez que se
me presentó la oportunidad de viajar, lo hice, endrogándome con el dinero,
pero lo solucioné.

Dios me ha regalado a muchas personas que han motivado mi existencia, desde


mi familia, hasta personas totalmente desconocidas. Una de ellas, tan humana
e incondicional, es la señora Paty Basave, pues sin saber yo misma cómo, fui
creciendo y reconociéndome más; les confieso que al principio me sentí muy
reacia a todo esto, sin embargo Paty logró que yo esté aquí. Nunca olvidaré
este año de 2007 que como dicen por allí: “Año non, es de don”. Gracias Paty,
deseo seguir colaborando contigo, en tu esfuerzo por la equidad de género y
por liberar a la mujer de sus ataduras que como en muchas ocasiones lo has
dicho, a ti ¡te apasiona!... nuevamente muchas gracias.

A mis maravillosos hijos que en momentos verdaderamente difíciles, me


han apoyado. El mayor, al principio y en el transcurso de mi conflicto, mi
separación y demás, estuvo conmigo en todo momento. El menor ya siendo
todo un adulto muy responsable, cuando la vida me vuelve a dar una buena
sacudida pues estuve a un mes de perder mi casa y sacar mis muebles a la
banqueta, ahora le tocó el turno de apoyarme a él en toda mi movilización,
viajando a México, tratando con abogados y más abogados. Con este gran
apoyo se solucionó la situación y todo volvió a la normalidad. Gracias, mis
hijos.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 257


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

¡No necesito guajes pa´nadar!


por La Patita

A veces me pregunto ¿por qué soy tan aprensiva?

En 1951, a los cuatro años de edad, casi me quedo huérfana de padre porque
a papá, que en ese entonces tenía 35 años, le dio un infarto masivo que lo dejó
muerto por más de cinco minutos. Gracias a Dios, lograron revivirlo. En
esa época en que no había marcapasos, ni bypass y mucho menos trasplantes,
milagrosamente la libró y se recuperó con muchos cuidados, mucha fe, mucha
paciencia, pero sobre todo, mucho optimismo.

Tres años atrás nos habíamos ido a vivir a Puebla pues un laboratorio de
Monterrey le había ofrecido la representación de medicamentos en aquella
zona. A los dos años lo desocuparon y tuvo que buscar algo más. Emprendedor
y aventado como siempre fue, puso una distribuidora de aceites y lubricantes;
desgraciadamente no funcionó y al poco tiempo la cerró. Debe haber sido muy
difícil para él, que era tan responsable, encontrarse sin trabajo en una ciudad
donde no conocía a nadie, haber perdido todos sus ahorros, y con esposa y
tres hijos que dependían de él completamente. Mamá platicaba que estaban en
una situación tan crítica que hasta los veinticinco pesos que cobró el doctor
por la visita a domicilio tuvo que pedírselos prestados a uno de los vecinos.
Me inclino a pensar que el estrés (palabra que en ese tiempo ni se conocía) le
causó el infarto.

Superada la gravedad del momento, tuvimos que regresarnos a Monterrey.


Mi hermano y yo nos vinimos en tren con abuelita Concha, “hirviendo” (así
decía mamá) en calentura y totalmente llenos de sarampión. Recuerdo el
temor que sentía y la emoción del viaje, mas no la enfermedad. Betty, que
tenía dos años, se quedó con mamá quien, junto con tía Chela, la hermana de
mi abuelita, empacaron las cosas de la casa y después de mandada la mudanza,
se regresaron en automóvil. Tío Paco y tía Nelly tuvieron que interrumpir

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 259


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

su luna de miel en Acapulco para pasar por ellos y venirse en dos carros, ya
que papá tenía que viajar acostado en una camilla improvisada en el asiento
de atrás. Fue necesario hacer el trayecto en varias escalas para que él se fuera
adaptando a las diferentes alturas, pues según el doctor, en un solo día, un
cambio tan brusco de más de dos mil metros de altura en Puebla y México, y
a menos de 500 en Monterrey, podía haber sido fatal.

Cuando llegamos nos instalamos en casa de abuelita Concha que aún tenía
cuatro hijos solteros. Allí vivimos casi un año, amontonados y de la caridad de
todos porque papá estuvo en cama por meses y no podía trabajar. Cuando se
mejoró, consiguió trabajo y nos cambiamos a una casita cerca de la Alameda.
A los dos o tres meses le repitió el infarto pero en esta ocasión más leve y
estuvo convaleciente algunos meses más, así que nuevamente dependimos de
la familia para subsistir. Se acercaba la Navidad y ya mamá nos había dicho
que no íbamos a tener regalos y que ni siquiera íbamos a tener pino porque no
podíamos comprar uno, pero unos días antes del día 24, llegaron tío Paco y una
amiga de la familia con un arbolito y los adornos necesarios; mis hermanos y
yo estábamos felices. Recuerdo a papá llorando de la emoción, ellos también
se encargaron de dejarnos regalitos para el día 25, cosas chiquitas y algunos
dulces, pero en esos tiempos los niños no éramos muy exigentes y pasamos
una muy feliz Navidad. Papá siempre les estuvo agradecido por ese detallazo.

A pesar de todos los pronósticos, mi papá se recuperó y logró vivir con un


corazón cicatrizado en 3/4 partes por 27 años más; con un cuarto de corazón
que le quedó, llevó una vida casi normal y logró alcanzar éxito personal y una
gran abundancia económica. Por muchos años lo atendió el doctor Enrique
Livas, a quien acudió recomendado por tío Pedro, su primo, quien era médico
pero no cardiólogo. Cuando lo vio por primera vez le dijo: “Doctor, no estoy
trabajando así que no tengo para pagar las consultas” y él le contestó —y
muchas veces lo repitió un poco en broma— “No te mortifiques, Lázaro, yo te
quiero atender porque tú eres un misterio de la ciencia, clínicamente deberías
estar muerto, porque no hay explicación científica para que estés vivo”. Siguió

260 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

viéndolo por mucho tiempo y no sólo no le cobraba, sino que, además, le daba
los medicamentos, gracias a esto pudo seguir su tratamiento.

Creo sinceramente que uno no se muere hasta que Dios lo decida, porque, claro
fue que a papá no le tocaba; a menos que por los ruegos de mi madre, quien
era muy nerviosa y tenía pavor de quedarse sola, Dios se haya arrepentido de
llevárselo.

Fui una niña muy feliz, pero sobre todo protegida, a veces hasta de más y
mi único temor era perder esa seguridad. Mamá siempre nos decía que no
mortificáramos a papá porque si hacía corajes se podía morir. Su frase típica
era: “¿Qué hacemos si tu papá nos falta?”. Ella nos transmitió su temor y
yo compré con obsesión ese boleto. Siempre me porté bien, fui excelente
estudiante, respeté y obedecí las reglas de la casa y traté de no dar problemas.
Cuando alguna fiesta o diversión no estaba dentro de lo permitido, ni me
alborotaba y ni siquiera intentaba el permiso.

Durante mi infancia, mi adolescencia y parte de mi vida adulta, miles de veces


me desperté horrorizada por el sueño recurrente de que papá se moría; el miedo
de que eso pasara me angustiaba demasiado. En todos los acontecimientos
trágicos como la muerte de mi abuelo, su suegro, a quien él quería mucho;
cuando mamá perdió a su última beba; cuando repentinamente murió mi
abuelita, su mamá, que fue su adoración; cuando murieron cada uno de sus
hermanos, etcétera, lloré mucho por el dolor que todos esos acontecimientos
me causaron en su momento, pero más lloré de pensar que estas penas podrían
causar la muerte de mi querido papá. Me acuerdo que desde muy chiquita
cuando lo veía dormido, me acercaba sin hacer ruido para ver si respiraba, a
veces me escondía donde él no me viera y lo observaba con temor para ver si
le notaba algo que pudiera indicarme su próxima muerte. ¿Sería este miedo a
no tenerlo y a perder la seguridad que él representaba para mí lo que me hizo
ser gorda?

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 261


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Mi infancia no se vio muy afectada

Éramos parte de una familia muy unida, todos los tíos y los abuelos nos
consentían; no teníamos dinero pero lo que sí no nos faltaba era amor, armonía
y sobre todo, mucha alegría. Cuando invoco imágenes de entonces siempre los
veo a todos riéndose. Nos juntábamos en casa de mi abuelita (quien había
quedado viuda a los 33 años) ella, sus nueve hijos, casi todos casados; tía
Chela y su hijo Pedro; amigos que nunca faltaban y veintitantos primos. Los
adultos se ponían a cantar, a tocar la guitarra o jugar a la baraja. Los tíos se
turnaban para entretenernos; nos ponían concursos, nos contaban cuentos,
nos cantaban canciones de Cri-Cri, nos decían adivinanzas, etcétera. Allí
comíamos o cenábamos, según el caso, todo ese “bonche” y así pasábamos sin
variar todos los domingos, las navidades, fines de año y demás. La felicidad
de ese tiempo no creo haberla vuelto a vivir, a excepción de cuando nacieron
mis hijos.

Cuando salí de secundaria yo quería hacer la prepa para estudiar arquitectura,


pero papá me argumentó que la posición económica de la familia en ese tiempo
no podía sostener dos carreras, una en el Tec y otra en la Universidad. Además,
era la época de los sesentas, había muchas broncas por lo que no le parecía
recomendable para su “hijita”, además yo me iba a casar (eso era seguro) e
iba a tener quien me mantuviera, y como decía mamá: “¿Para qué quieres una
carrera, para ir a lavar pañales?”. Claro, que al que no podían dejar sin estudios
era a mi hermano porque él era hombre y además iba a ser cabeza de familia.
Mi única opción fue estudiar lo que era común: una carrera comercial. Papá
no era machista y era enemigo de la falta de preparación, yo creo que le costó
mucho verse obligado a negarse a mis deseos y estoy segura que se sintió en
deuda conmigo, porque cuando la situación económica mejoró, a pesar de que
yo ya estaba trabajando, me dijo que entonces sí podía estudiar. A mí se me
hizo complicado a esas alturas estudiar la preparatoria, así que busqué una
carrera donde no la exigieran y opté por llevar una licenciatura en Diseño de
Interiores. Como dije antes, siempre fui buena estudiante, así que obtuve uno
de los promedios más altos de la carrera lo que me hizo merecedora de poder

262 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

hacer una maestría en Alemania. Pero yo era mujer, ¿cómo me iba a ir a un


lugar tan lejos, con un idioma que no sabía, sin conocer a nadie y además
vivir sola?, para mis padres era algo muy difícil y no me dejaron ir. No
me gusta dolerme de los hubieras, pero no puedo evitar pensar que quizá mi
vida fuera diferente si hubiera aprovechado esa oportunidad.

Como que no se me dio el amor

El cambio de edad me llegó muy tarde, me faltaban unos meses para cumplir
15 años cuando reglé por primera vez. Mis amigas, que ya eran “señoritas”
desde varios años antes, se arreglaban y se vestían más juveniles pero a mí me
vestían con banditas, no me dejaban sacarme las cejas ni rasurarme las piernas
ni las axilas porque todavía era “niña”, todo esto midiendo ya 1.65 y teniendo
“cuerpo de bóiler”, por supuesto que mi aspecto no era nada agradable que
digamos. Recuerdo haberme sentido fea, pero aún así, en esa edad, tuve mi
primer novio, un amor totalmente platónico.

Yo estaba en secundaria y un chavo de prepa del cual yo me sentía locamente


enamorada me pidió ser su novia, nos veíamos a la salida del colegio en una
plaza que estaba cerca, nos sentábamos en una banca y nuestras pláticas no
pasaban de: “Hola, ¿cómo estás?”, “Bien, ¿y tú?”. “Igual”. Me tomaba de la
mano y no volvíamos a cruzar palabra hasta que después de cómo una hora
me decía “¿Nos vamos?”, yo le decía: “Ok”. Yo me iba a mi casa y él al colegio,
porque estaba interno ya que no era de aquí. Al otro día lo mismo y así siempre.
Nunca salí con él a ningún lado, por supuesto que nunca me dio un beso. No
recuerdo cuánto duró nuestro “noviazgo” ni cómo se terminó, pero, a pesar de
lo payo, fue una bonita experiencia, fue mi primera ilusión.

Cuando por fin me desarrollé, mi cuerpo cambió y se formó mejor, aunque


siempre he tenido problemas con el peso y esto me ha hecho sentirme
acomplejada. Me favorecía que no tenía nada de panza, era muy blanca, con
abundante cabello muy negro, acinturada y de cadera ancha... pero era tan
pendeja y tan ingenua que no me daba cuenta de que era el tipo de mujer

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 263


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

que le gusta a los hombres. Me molestaba que en la calle voltearan a verme


y hasta me decían piropos. ¡Tan bruta!, en lugar de sentirme halagada, me
enojaba.

Después anduve con otro chico que era un niño bien, muy mimado y por
consiguiente egoísta; decidí terminar esa relación que no fue agradable y que
tampoco duró mucho. Cuando tenía 17 años entré a trabajar a una conocida
empresa de la ciudad, allí hice muchos amigos, fue la mejor época de mi vida.
Me divertía mucho en reuniones, fiestas, bailes, etcétera. Me daba cuenta de
que los muchachos mostraban interés en mí, pero como que se quedaban en
el intento, mis amigas me decían que era porque me tenían miedo ya que yo
llamaba mucho la atención, no sé si sería verdad, pero a mí siempre se me hizo
muy estúpido y absurdo. Desde entonces no entiendo a los hombres.

Salí con varios muchachos, uno de ellos que a mí me encantaba y después de


unos meses me dijo que no podía seguir conmigo porque él se sentía muy poca
cosa para mí, que yo me merecía algo mejor. Creo que es la excusa más pendeja
del mundo. Yo más bien pienso que no le gustaba que yo fuera autosuficiente
y decidida; en fin, vuelvo a decirlo, no entiendo a los hombres.

Como no tenía mucha suerte en el amor, por mucho tiempo fui a la Iglesia
de San José a rezarle su novena (¡de verdad que era ingenua!) porque según
decían, a él debía de pedirle que me enviara un buen marido, como él, que
había sido el esposo perfecto (todavía se ha de estar riendo de mí). Mi sueño
en esa época era convertirme en una excelente mujer: estudié formación
familiar, aprendí a cocinar, me interesé por cultivarme y superarme en todos
aspectos y sobre todo (aquí viene lo mejor) me conservé virgen para ofrecerle
mi “pureza” como un regalo especial al hombre que me “hiciera el favor” de
fijarse en mí y casarse conmigo.

Ese pendejo llegó cuando yo tenía 19 años, ¿cómo lo conocí?, no es importante,


pero chingue su madre el que nos presentó. Al principio todo fue maravilloso,
la verdad fue que yo creí que él en realidad me amaba, tenía los más bellos

264 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

detalles, no había semana en que no recibiera flores, ni se pasaba un mes sin


que me trajera serenata, todos los días me encontraba recaditos de amor en
el parabrisas de mi carro, que me había dejado durante la noche. Cuando yo
cumplía años, enviaba un ramote de rosas rojas para mí y a mi mamá otro de
rosas blancas dándole las gracias porque, por ella, él me tenía. Cuando por el
trabajo salía fuera, además de llamarme, recibía hasta dos y tres cartas todos
los días y no importaba dónde estuviera, cada fin de semana venía a verme.
Detalles como estos y muchos otros me fueron conquistando, además, ¿qué
me preocupaba?, San José me había enviado al “mejor”.

Obviamente después de mis romances fallidos, de hombres “que no me


merecían” y de muchos otros que me tenían miedo, tantas muestras de amor
y tantas atenciones me encandilaron y caí de la única manera que podía caer:
redondita.

No todo lo que brilla es oro

Duramos cinco años de novios y me casé con mi “partidazo”. Desde la luna de


miel las cosas no fueron prometedoras. Romántica e ingenua como yo era y
detallista como él fingía ser, pensé que todo iba a estar planeado y debidamente
resuelto, pero, ¡oh decepción! Para empezar, si no hubiéramos recibido regalos
en efectivo, no se qué hubiéramos hecho, porque el “señorito” no tenía ni un
cinco ni había arreglado nada. Ni siquiera había checado los horarios, así que
perdimos el vuelo de regreso y tuvimos que quedarnos dos días más a que
saliera el siguiente, con el problema de que ya no teníamos dinero. Él no
sabía qué hacer, ¡ah!, pero allí voy yo de “nalgas prontas”, a sugerir hablarle a
mi papá para que nos prestara lo que necesitábamos, inmediatamente aceptó
y se solucionó el problema. Sería injusto no reconocer que disfrutamos mucho
y no puedo negar que a él le debo el saber cómo sacar el máximo provecho al
viajar, ya que siempre encontraba los principales puntos de interés y además
tenía la habilidad de hacer de los contratiempos parte de la diversión. A los
dos meses de casados, se quedó sin trabajo. Desde ese momento fue como si
hubieran quitado a uno y hubieran puesto a otro.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 265


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Empezó a mostrarse egoísta, irresponsable, siempre estaba de mal humor y


empezó a tomar mucho y a ser grosero, en una palabra ¡cabrón! Esto fue en
los setentas, de allí las cosas se pusieron más difíciles en el país y tardó casi
un año en volver a trabajar. ¿Qué pasó?, ha sido una de las incógnitas de mi
vida. Un psiquiatra a quien consulté me dijo que si él hubiera seguido en su
trabajo y mejorando cada vez, nunca hubiera cambiado, porque según esto, él
se sentía mal de no poder darme lo que pensaba que yo merecía. O sea, él me
quería mucho y quería darme el sol, la luna y las estrellas, pero como no podía,
entonces empezó a darme en la madre. Insisto, no entiendo a los hombres. Él
me quería tanto, tanto, que me hacía sufrir mucho, mucho, y era tan méndigo
que después de todos los sanquintines, cuando a mí en la impotencia no me
quedaba más que llorar, me decía: “Más te vale que no hagas papelitos, ni modo
que vayas con el chisme a tu casa, porque si tu papá se entera de que su hijita
sufre, del coraje se puede morir”, entonces se manifestaba el temor de toda
mi vida y me quedaba callada. Nadie ha sabido jamás todos los sufrimientos,
ofensas y humillaciones que pasé.

Mis papás siempre nos decían: “En alguien tiene que caber la prudencia”
y obviamente en mí cabía bastante. Como era “prudente”, lo justificaba
diciendo: “Pobre, es que tiene muchos problemas, no tiene trabajo, tengo que
tenerle paciencia. Llegó tomado porque tiene muchas presiones” y así. No, si
justificaciones pendejas no me faltaban y no sólo eso, sino que además, por no
pelear y llevar “la fiesta en paz”, solucionaba las broncas. No sé cómo le hacía,
pero ayudaba a cubrir lo que se necesitaba.

A Miguel no le interesaba el bienestar de la familia, nunca fue previsor. Era el


clásico baquetón que si había un sillón al que se le caía una pata, le ponía dos
ladrillos. Lo único que le importaba era tener qué comer, pero así podía ser
filete o galletas saladas, le daba lo mismo. Claro que cuando había filete él se lo
comía todo; y mis hijos y yo, las galletas saladas. No solamente no proveía, sino
que además se enfurecía si llegaba y no había qué comer, azotaba la puerta del
refrigerador vociferando: “En esta pinche casa nunca hay nada qué comer”.
¿Por qué razón?, no lo sé, pero yo me sentía culpable de esto. Como mis hijos

266 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

estaban chiquitos y no quería dejarlos, trabajaba en la casa en lo que podía:


vendía cosméticos, hacía arreglos de flores, mil cosas. Gracias a Dios siempre
he sido buena vendedora, así que vendía todo lo que se me ocurría. En una
ocasión me puse a hacer sobrecamas con unas telas americanas que le habían
regalado, me pasaba el día y buena parte de la noche cosiendo y él viendo
la televisión pero, eso sí, muy satisfecho, porque me conseguía “la materia
prima”, que claro que yo se la pagaba. Le tiraba a todo, en la empresa donde él
trabajaba hacían concursos de seguridad del trabajo en carteles, con premios
en efectivo, dos años consecutivos me gané el primer lugar. La primera vez,
llegó muy contento: “Gorda, te sacaste el primer lugar, el premio son ocho mil
pesos” y entonces me dio cuatro mil. Yo le dije: “¿Y los otros cuatro mil?”,
muy orondo me contestó: “Es que como yo te traje la convocatoria, a mí me
toca la mitad”. Cuando me lo hizo por segunda vez, dejé de participar. Era
tan incongruente e irresponsable que, aunque no tuviéramos dinero para lo
más necesario, compraba series enteras de cada sorteo de la lotería; es de no
creerse, pero llegó a comprar varias veces 10 talonarios de la rifa del Tec.
El señor con 100 boletos y los gastos sin pagarse. ¡Ah!, y aparte de cabrón
el hombre, ¡salado!, nunca se sacó nada. Siempre fue desordenado y cuanta
tarjeta de crédito le daban, en un momento la ponía hasta el tope y luego no
pagaba nada. Yo tenía pavor de contestar el teléfono porque toda la vida le
estaban llamando por cuentas pendientes.

Era el colmo de la irresponsabilidad y el valemadrismo. En una ocasión que


tenía que ir a Laredo por trabajo, se llevó a mis hijas de cinco y tres años y
medio. Antes de llegar a Sabinas se quedó sin gasolina y tuvo la feliz ocurrencia
de pedir aventón para ir a traerla y lo terrible fue que las dejó solas, muertas
de miedo y encerradas en la cabina de una “estaquitas” en medio de la nada.
Mis pobres niñas estuvieron llorando por más de hora y media que se tardó
en ir y regresar. Cuando llegaron a la casa Liza me dijo: “Mami, papi no quiere
que te platiquemos, pero yo te quiero decir porque tuvimos mucho miedo”.
No hay palabras para describir mi enojo, cuando le reclamé me dijo: “¿Qué
querías que hiciera?, ni modo que me las llevara, me hubiera tardado más”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 267


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Por supuesto que los niños nunca querían salir con él y luego me decía que yo
los ponía en su contra.

Dicen que cuando una se casa, inconscientemente escoge un marido parecido


al papá, en mi caso no fue así, mi padre era responsable, enemigo de las deudas,
protector, honesto a más no poder, educado e incapaz de abusar de nadie; era
una persona con mucha bondad en su alma y amaba a mamá con todo su
corazón y se lo demostró hasta el último día de su vida. Era un hombre justo
que siempre pensaba en los demás. Cuando mis hijos estaban chiquitos me
dijo: “Acuérdate, hija, que tu presente es tu pasado y es lo que los va a formar,
así que ten cuidado con tus actitudes, cuando los regañes, procura no hacerlo
enojada, porque van a creer que lo haces por descargar tu enojo y no por lo
que hicieron, espérate a que te calmes y entonces los corriges”; y así lo hizo
siempre con nosotros. En cambio, Miguel, cuando había algún problema, si
estaba de buenas le daba risa y hasta lo festejaba y si estaba de malas, la misma
cosa lo enfurecía y hacía todo un tango.

Mi padre era un hombre intachable que respetaba exageradamente a la mujer,


decía que la mujer sólo por el hecho de poder ser madre, merecía todo el
respeto, no importaba quien fuera, ni su conducta ni sus cualidades o defectos.
Mi maridito decía que todas las mujeres éramos putas pero las que estábamos
casadas, como habíamos firmado el papelito, teníamos permiso de ejercer... sin
cobrar, claro.

¡Qué difícil para mí vivir en el polo opuesto de como fui criada! En mi casa
mi papá adoraba a sus hijos, pero a mi hermana y a mí, por ser mujeres, nos
consentía de más. Si nos peleábamos con mi hermano, el pobre siempre perdía,
no podía decirnos ni mensas, porque le iba como en feria, y Miguelito que no
me bajaba de puta.

268 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

La felicidad llegó a mi vida

Sufrir nunca ha sido mi prioridad, así que traté de sobrellevarlo. Además tenía
muchas cosas para compensarlo: estaba joven, tenía a mis padres, una salud y
una vitalidad excelentes y lo más maravilloso de todo, me convertí en madre.

En septiembre de 1972 nació mi prietita, la esperé con tanto amor y no


escatimé oportunidad para que todo estuviera bien. Me cuidaba mucho,
alimentaba mi cuerpo, mi mente y mi espíritu lo mejor que podía, la arrullaba
y le decía cuánto la quería desde que estaba en mi vientre, y cuando nació, fue
una de las alegrías más grandes de mi vida. Al año cinco meses, en febrero de
1974, nació mi “güera”, aunque fue una sorpresa porque no estaba planeada la
esperé igual, con el mismo gusto, la recibí con mucho amor y a pesar de que
me hacía ver mi suerte porque fue una niña muy inquieta y voluntariosa, le
tuve toda la paciencia del mundo. Después de Karen juré, y lo cumplí, que no
tendría otro hasta que ella tuviera cinco años, así que en mayo de 1979 nació
Mauricio; no pude disfrutar mucho la espera porque cuando tenía tres meses
de embarazo murió papá. Su llegada nos ayudó a mamá y a mí a consolarnos
de nuestro dolor. Fue un niño hermoso y ha sido tan bueno que nunca ha dado
problemas.

Por fin se había realizado uno de mis deseos más grandes desde que estaba
muy chiquita, cuando mamá me llevaba al Santuario en diciembre; recuerdo
que le pedía a la Virgen de Guadalupe que me concediera un día tener mis hijos.
Me encantaba cargar a mis primos y me imaginaba que eran mis bebés. Me
derretía de envidia cuando veía a un niño llorar por su mamá, ¡qué emoción!,
pensaba, ser lo más importante en la vida de alguien. Me gustaba soñar cómo
serían, miles de veces los imaginé y juraba que me iba a esforzar porque su
vida fuera muy feliz. Estaba segura (pobre de mí), que iban a tener al mejor
papá y la mejor mamá del mundo. Cuando me di cuenta de que esto no iba a
ser posible, tuve la soberbia de creer que mi amor sería suficiente para que
se formaran bien y que no necesitarían más. Me ha costado muchas lágrimas
darme cuenta de este error. Liza y Mauri no han podido relacionarse y han

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 269


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

batallado para encontrar una pareja adecuada, pero Gracias a Dios, Karen sí
encontró a su media naranja y me hizo primero suegra de Jesús, a quien quiero
muchísimo y sé que él también me quiere, y luego, abuela de mis dos más
grandes tesoros, que son mi adoración y mi alegría de vivir: Héctor y Sofía.

Mi pesadilla se convirtió en realidad

Como dije antes, cuando estaba embarazada de Mauri, en 1978, pasó lo que
tanto temí toda mi vida: papá murió. Su cuerpo por fin se rindió a la deficiencia
de su corazón y empezó a tener muchos problemas que me hicieron, con mucho
dolor, pedirle a Dios su descanso y aceptar su partida. Jamás he superado su
ausencia. Lo extraño cada día, pues él era mi apoyo, mi refugio, mi seguridad,
mi paz. Ha sido una de las penas más grandes en mi vida y no tuve quién
me ayudara a superarla. Mis niñas estaban muy chiquitas y sufrieron mucho
pues lo adoraban, así que tuve que hacerme fuerte para ellas. Si Miguel me
veía triste o llorando se enojaba y me decía que ya había sido mucho teatro.
Él estaba trabajando en una fábrica que papá había fundado unos años atrás,
yo no sé si creía que papá se la iba a heredar y se enojó porque no fue así o
si le perdió el interés porque él ya no estaba (la verdad a mi padre sí lo quiso
mucho), el caso fue que de un día para otro dejó la chamba y los problemas se
agudizaron entre nosotros.

Papá me siguió protegiendo

Como a mamá le quedaba muy grande la casa, remodelamos lo que eran


cuartos de juegos y bodega de pesca y carpintería para hacerle una casa más
chica. Ella me dijo: “Si tu papá viviera, habría dicho que como tú eres la
única de tus hermanos que no tienes casa (y por lo visto, ni la iba a tener)
que te vengas para acá” y llegué con mi prole a la casa grande, acordando
verbalmente pagar una renta significativa para ayudarle a mamá. Cuando
Miguel se fue, habíamos vivido en la casa ocho años y ni una sola vez pagó

270 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

nada. Para entonces yo ya había levantado un poco los cuernos y al menos no


le permitía que me gritara o me insultara, pero para lograrlo tenía que estar
siempre a la defensiva, muchas veces le pedí que se fuera porque para vivir en
“paz”, yo tenía que atacar primero, así él se detenía, pero mi naturaleza no es
agresiva y esa posición me enfermaba, además yo ya tenía mejores ingresos y
él se desentendía completamente de la responsabilidad.

Para él era muy padre tener donde vivir cómodamente: aire acondicionado,
calefacción, ropa limpia, comida, tele, etcétera y sin apoquinarle ni un cinco,
por supuesto que no se quería ir. Todos estos años fueron para mí un infierno,
tanto, que quisiera ni acordarme de ellos. Gracias a Dios que, aunque batallé
mucho, ya lo superé. Ahora, cuando me acuerdo hasta me río de tantas
pendejadas.

Rolex me liberó

Como no hay mal que dure cien años, en enero del 87 mi vida cambió. Un
fin de semana se llevó a los niños a McAllen; le habían dado otra tarjeta
de crédito, esta vez de un banco americano (aquí todos lo tenían en la lista
negra). En ese tiempo estábamos en una situación muy tirante porque mi
hermano, que se quedó trabajando en la fábrica que teníamos, se enfermó
de una obstrucción cerebral que según el neurólogo, ya tenía tiempo y no
le permitía hacer juicios razonables ni tomar decisiones acertadas, así que la
empresa estaba en el peor caos que pudiera existir, por lo que mi hermana
y yo tuvimos que entrarle a tratar de solucionarlo. Era tal el problema que
lo que nosotros pensábamos más viable, que era cerrar, no se podía hacer
porque había broncas con varios bancos y con Hacienda, así que no quedó más
remedio que continuar laborando. Durante más de un año trabajamos a veces
más de 10 horas diarias, para tratar de enderezar la situación y sin ganar un
peso porque no se le podían meter más gastos al negocio. Esto, al ocupar todo
mi tiempo, no me permitió generar más ingresos para la casa. La situación
era que los colegios de los niños no se habían pagado desde septiembre, Liza
y Karen tenían 14 y 13 años y se habían dado una estirada tremenda, así que

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 271


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

no tenían ropa, entonces me pareció maravilloso que se los llevara, pensando,


ilusa de mí, que les compraría algo.

Cuando llegaron sin nada, les pregunté qué había pasado y Liza me dijo: “Es
que mi papá se compró un Rolex y ya no pudo cargar nada en la tarjeta”. Casi
me da un infarto. “A ver, Miguel, ¿cómo está eso de que compraste un Rolex?”.
“Sí, es que siempre he querido tener uno”. Le dije que no le iba a permitir que
hiciera eso, que si se empeñaba en ese capricho se fuera de la casa. “Pues me
voy”, dijo, “porque para que sepas, no compré uno, compré dos: uno de mil 500
y otro de mil 800 dólares”. No podía creer tal desvergüenza, pero era verdad.
En ese momento me salió la ira reprimida durante 15 años y le exigí que se
fuera (él dice que hasta le troné los dedos), muy digno empezó a sacar su ropa.
Era lo único que era suyo, porque lo que teníamos, o yo lo había comprado o
me lo habían dado mis papás. Le dije: “La puerta tiene llave de afuera hacia
adentro, saliendo ya no puedes entrar”, él dijo que no le importaba y se fue.

Si cuando estaba en la casa no se responsabilizaba, con mayor razón estando


fuera. Me las vi negras para salir adelante pero aún en los momentos más
difíciles, como cuando batallé tanto con Liza en la adolescencia, o en ocasiones
que no tenía ni para comprar un litro de leche, nunca me pesó que se fuera.
Cómo estaría la perra de brava que a Mauri, que tenía ocho años, en una
ocasión lo encontré llorando y le pregunté qué le pasaba, que si era porque
extrañaba a su papá, y me dijo que sí. “¿Quieres que regrese?”, le pregunté y
me contestó: “No, mami, lo extraño mucho, pero estamos mejor así”.

No creí extrañar tanto a mamá

Mamá nos contaba lo feliz que había sido desde que conoció a papá, y ella le
correspondía velándole el pensamiento, se desvivía por él. Siempre se llevaron
bien, jamás se pelearon ni se ofendían; me encantaba verlos cuando se sentaban
en el jardín, se tomaban de la mano con mucha ternura, literalmente eran el
uno para el otro. Pero a diferencia de papá, ella era muy negativa, siempre

272 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

estaba buscando el prietito en el arroz y eso me molestaba mucho. Como la


casa era de ella, conservaba un juego de llaves, así que cuando yo me iba a
trabajar, invariablemente entraba en mi casa y de allí me llamaba para pasarme
la reseña del día (negativa por supuesto): “Oye, se acaba de ir Miguel y dejó los
pantalones tirados en el piso, la ropa interior regada, un chorro de loza sucia,
yo te lo digo para que sepas cuando vengas lo que te espera”, o si no, “¿Qué le
dijiste a la muchacha que te hiciera de comer?, la sopa le quedó masuda y la
carne como que no se ve muy rica; cuando venía le metí el dedo a las macetas,
está la tierra dura, seca, seca, no las regó”. Yo le decía: “¡Ay, madre!, si fueras
mi suegra no serías tan metiche”.

Cuando Liza no regresaba a la hora que había prometido (que era un día sí y otro
también) me decía: “¿Cómo que mi mjita no ha llegado?, con tantos peligros
que hay, esa niña es muy ingenua y les hace confianza a todos los pelados, ¡qué
bárbara!, no sé para qué la dejas ir, bla bla bla”. De por sí yo era aprensiva y
ella le echaba más leña al fuego. Nunca tenía comentarios agradables al menos
para mí, porque con mis hermanos, sin dejar su negativismo, era diferente.
Juan Mario era “la niña de sus ojos” y Betty como era la “chiquita” siempre la
consintió mucho. A veces sentía como que me tenía coraje, quizá porque yo era
muy independiente y no le hacía mucho caso. Siempre se descargó en mí para
resolver sus cosas y después de la muerte de papá con más razón. Él la había
dejado bien asegurada para que no batallara, pero ella le dio a mi hermano
todo el dinero que tenía, con la promesa de que él le iba a pagar los intereses
que le daba el banco. Esto no sucedió, además ese dinero se perdió, y desde ese
momento yo me hice cargo de todas sus necesidades. Mi marido me endosó
a mis hijos y se me hizo poco el paquete, así que yo me endosé a mi madre.
Nunca me ha pesado, en primer lugar porque era mi madre y aparte yo vivía
en su casa y lo consideraba como un pago de renta, claro que ella nunca lo
reconocía, siempre fue muy orgullosa y no le agradaba depender de mí, no se
cansaba de decir recio y quedito que qué hubiera hecho yo si ella no me hubiera
dejado vivir en su casa. A pesar de todo, viví muy feliz con ella porque era
genial, disfrutamos muchos años de las cosas en las que éramos afines, como
andar de pata de perro para todos lados, ir de compras, platicar y reírnos era

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 273


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

lo cotidiano. Desgraciadamente el tiempo cobra su factura y conforme se hizo


vieja se le recrudecieron sus detalles negativos, se volvió muy posesiva y de
verdad llegó a hacerme la vida imposible. Empecé a darme cuenta de que era
peligroso que viviera sola, a veces llegaba a su casa y estaba alguna hornilla
de la estufa abierta y escapando gas o si la encendía ponía una sartén y se iba a
hablar por teléfono y cuando regresaba a la cocina estaba achicharrada, cosas
por el estilo; así que en el 98 cuando se casó Karen, me la traje a vivir conmigo.
Para entonces ya tenía algo de demencia senil y se volvió más enojona y más
agresiva. Esto, aunado a que yo estaba en plena menopausia, hizo de mi casa
un caos y esa época fue un verdadero sufrimiento.

Un día, en octubre del 99, me gritó desde su baño a las seis de la mañana y
me dijo que no se podía levantar del inodoro, cuando fui inmediatamente me
di cuenta de que tenía su lado izquierdo suelto. Desperté a mis hijos para
que me ayudaran a llevarla a la cama y pedí una ambulancia para llevarla a la
clínica. Yo sabía el temor que le tenía a los hospitales, así que me quedé con
ella tratando de tranquilizarla, recuerdo que le dije, “No tengas miedo, madre,
todo va a salir bien”. Nos quedamos en silencio un buen rato y fue entonces
que sucedió una de las cosas más bellas y emocionantes de mi vida, yo la tenía
tomada de la mano, tratando de infundirle valor y repentinamente me dijo con
una mirada llena de amor que nunca le había visto: “Hija, tú eres una estrella”.
“¿Por qué me dices eso?”, le pregunté. “Porque siempre has sido la estrella que
ha iluminado mi vida, gracias, mi gorda”.

En unas horas más perdió la conciencia y de esto ya no se pudo recuperar.


Permaneció en cama sin poder moverse hasta que murió, en diciembre del
2000. Yo creía que iba a ser más fácil para mí que la muerte de papá, pero no
fue así. De verdad que perder a la madre es un dolor diferente y muy fuerte,
creo que de alguna forma continuamos conectados con ella. Cuando se me fue,
realmente me sentí huérfana, el vacío y la soledad fueron terribles, fue como si
me hubieran arrancado algo dentro de mí. Mi viejita linda, ¡cómo te extraño!

274 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Dios no deja a las mujeres solas

En una ocasión leí que Dios no nos deja a las mujeres que estamos solas al
frente de una familia y a través de los años he comprobado que es verdad.
En primer lugar, no sé de qué forma pero como que se nos multiplican los
ingresos, nunca falta alguien dispuesto a darnos la mano. No niego que
durante este tiempo he pasado por situaciones muy difíciles y que en ocasiones
he tenido mucho miedo, como con los estudios de mis hijos o cuando ha sido
necesario cambiar el carro (a veces me suda el copete para cubrir los pagos)
o cuando tuve que arreglar la casa para la boda civil de Karen, los gastos
propios de la boda, y lo más difícil, la enfermedad de mamá. Aunque me
ayudó rentar su casa, un enfermo implica un montón de gastos extras, doctor
y laboratorio a domicilio, enfermera, pañales, cama de hospital, aparatos
ortopédicos especiales para moverla y mil cosas más; después, su muerte y los
gastos funerarios, de todo esto salí adelante, ¿cómo?, no lo sé, lo que sí sé es
que siempre tuve la protección de Dios y gracias a él, la ayuda de mucha gente
a la que estoy eternamente agradecida.

Para subsistir he hecho mil cosas: he tenido al mismo tiempo varios trabajos,
he sido vendedora, decoradora, maquillista, costurera, administradora,
diseñadora, publicista, etcétera. Actualmente soy pintora y doy clases de
pintura desde hace 23 años. Quiero mucho a mis alumnas, he recibido de ellas
cariño y apoyo y algunas se han convertido en mis mejores amigas. Por mi
trabajo he viajado dentro y fuera de México, he ganado premios, he participado
en muchas exposiciones en lugares remotos que nunca imaginé ir; he conocido
gente maravillosa que me quiere y a la que quiero, he vendido muchísimos
cuadros que me permiten estar presente en las casas o en las oficinas de mucha
gente. A pesar de las contrariedades, mi vida ha sido muy feliz y me siento
muy orgullosa de mis logros.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 275


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Nadie me conoce

Analizando mi vida me doy cuenta de que en los problemas siempre he agarrado


al toro por los cuernos, cuando ha sido necesario ni siquiera lo he pensado.
Apoyé a mis papás en sus enfermedades, sus citas al médico, sus vueltas.
Todos los días me veía ayudándoles en lo que fuera necesario o simplemente
dándoles atención y compañía. Apoyé a mi marido en las buenas y en las malas
y le ayudé incondicionalmente. Mis hijos son lo más importante en mi vida
y he sido soporte para ellos, de niños, de adolescentes (y vaya que fue difícil)
y ahora que son adultos; cuando mis hermanos me necesitaron, allí estuve y
estaré, con mis primos, mis tíos, mi suegra (a quien quise verdaderamente),
amigos y demás. Me he entregado incondicionalmente y con mucho amor y he
procurado no fallar. No niego que ha habido veces en que me he sentido sola,
quizá yo tengo la culpa porque, como mi madre, soy orgullosa o quizá me he
acostumbrado a no depender de nadie, creo que me he exigido mucho y jamás
he platicado a fondo todo lo que he sufrido.

Cuando murió papá, Miguel no pensó en mi grandísimo dolor y no recibí ni


un abrazo de consuelo; cuando murió mamá, sólo Mauri fue algunas veces
a mi recámara a preguntarme cómo me sentía y le agradezco sus abrazos y
besos. He llorado mucho a solas, he sufrido grandes decepciones de gente
en la que he confiado, creo que la vida en ocasiones ha sido injusta conmigo,
pero reconozco que también he recibido mucho. Dios ha sido muy generoso
poniéndome en un lugar privilegiado donde ha habido alegría y mucho amor.
Si de algo me arrepiento es de haber disimulado mis sentimientos, porque
todos se han acostumbrado a verme fuerte y creen que puedo soportarlo todo.
Pienso que nadie tiene la culpa de mis problemas; quizá por eso no los he
comentado; para mí, lamerse las heridas es perder el tiempo, por lo que trato
de buscar inmediatamente soluciones.

Yo digo que es que no me gusta sufrir, pero Liza hace unos meses me dijo que
esto no es cierto porque, por ejemplo, yo afirmo que ya superé el problema de
su papá pero que siempre lo tengo presente y me quejo cuando se complican

276 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

las cosas. Quizá no puede entender que mi ilusión era que tuviéramos una vida
como la que yo tuve, con alguien que nos quisiera, que nos protegiera, que
nos apoyara; una persona inteligente, ecuánime, que se interesara por nuestro
bienestar. Esto es una necesidad que todavía siento y que en los momentos
críticos siempre sentiré. Yo me casé a la antigüita, para toda la vida y me enoja
que el egoísmo y la inmadurez de un hombre no solamente me llevó a vivir una
vida que no quería, sino que además me ha hecho experimentar sentimientos
que no conocía y que nunca pensé sentir, como el odio y el rencor, entre otros.
Claro que no me he dejado vencer y me he propuesto a que mi vida no sea
desdichada, considero que he sabido ser feliz y gracias a Dios he logrado
cosas maravillosas, con su ayuda pude sacar a mis hijos y en su momento, a
mi madre adelante. Tenemos un excelente nivel de vida y no nos ha faltado
nada. Formé sola una familia de la que me siento muy orgullosa, mis hijos
son excelentes personas de bien, sin vicios, trabajadores, responsables. Liza
se convirtió en una exitosa pintora que goza de reconocimiento y prestigio;
Karen decidió casarse, tiene un magnífico marido que la quiere, la respeta y la
apoya y es mamá de tiempo completo de mis adorados nietos, quienes están
creciendo con buenas costumbres y buenos principios; y Mauricio, aunque
tiene pocos años de haberse recibido, estoy segura que está planeando bien su
desarrollo y sé que llegará lejos con integridad y honradez.

Somos fuertes en la contrariedad

Creo firmemente que las mujeres, como decía mi papá, sólo por el hecho de
poder ser madres, somos capaces de superar lo que sea. ¿Quién más puede
cargar un bebé nueve meses dentro del vientre, soportar todos los malestares
y traerlo al mundo en medio de un tremendo dolor, pero eso sí, con mucha
alegría? Jamás los hombres podrán compararse con nosotras. Dios nos ha dado
ese sexto sentido que nos hace saber cuando algo está mal y no tiene remedio;
no nos engañemos, no lo disfracemos, no perdamos tiempo justificando lo que
no está bien. Las mujeres tenemos fuerza para no rendirnos ante los problemas
y salir de las dificultades por imposibles que parezcan. Es muy probable que
también influya el destino; si tenemos que vivir algo, que sea con dignidad y

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 277


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

para sacarle provecho. Quizá yo tuve que vivir todo lo que me ha pasado para
estar aquí en este momento y decir con absoluta certeza que no hay razón para
aguantar algo que nos hace daño, nadie tiene derecho de hacernos sufrir, por
ningún motivo debemos permitir que nos maltraten, que nos falten al respeto
y que dañen nuestra autoestima. Yo sé que no es fácil, desde luego que no,
porque luchamos contra siglos de discriminación y de absurdas “categorías”
familiares y sociales que en ocasiones hasta nos hacen sentir culpables, pero
puedo asegurar que es más difícil continuar una relación que nos daña y lidiar
día con día con alguien que además de no amarnos, nos quiere dominar y
reprimir. Nosotras somos las únicas que podemos cambiar esto, defendamos
a nuestros hijos con uñas y dientes, para que salgan mejor librados y no
cometan los mismos errores; no hagamos hijas débiles y conformes y sobre
todo, no formemos hijos machistas. Tenemos la fuerza suficiente para salir de
cualquier contrariedad, solamente necesitamos valor y determinación.

Conste que no soy anti-hombres, sé que hay hombres maravillosos, yo tuve uno
de los mejores como padre. Defiendo el matrimonio como base de la familia,
creo firmemente que lo ideal es que sean papá y mamá juntos, sin jerarquías,
al mismo nivel, quienes lleven el hogar y críen a los hijos y se vale luchar para
lograrlo, pero cuando no es así, cuando las cosas no funcionan y hacen que se
acabe el amor, sobre todo cuando ya no hay respeto, es mejor continuar sola.
Nosotras tenemos brillo propio, nada ni nadie debe opacarnos. He vivido 21
años plenamente sin pareja.

¡Nunca he necesitado guajes pa’ nadar!

Gracias, Señor, por mi vida

Gracias por mis padres y mi familia, gracias por mis hijos, mi yerno y mis
nietos, gracias por mis amistades.

278 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Gracias por haberme facilitado el camino para poder tomar este diplomado.
Gracias al Instituto Estatal de las Mujeres y a la licenciada María Elena
Chapa por preocuparse por nosotras y proporcionarnos herramientas para
superarnos.

Gracias, Paty Basave, por todo lo que nos has dado y enseñado, te admiro y
te felicito por tu magnífica trayectoria. Gracias a Lety Hernández por sus
atenciones y su paciencia, pero sobre todo gracias a todas esas MUJERONAS
que fueron mis compañeras por año y medio; saber los pormenores de sus
vidas me confirman que la mujer es capaz de lograr absolutamente todo lo
que se proponga, me han hecho estremecer y llorar con sus historias, como
lo dije en una de las clases, yo creía que la corona del sufrimiento era mía,
pero después de conocerlas me apena mi soberbia y me doy cuenta de que no
alcanzo ni diadema. He aprendido mucho de ustedes, las respeto, las admiro y
las quiero mucho.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 279


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Peregrina
por Ave del paraíso

Todo ha transcurrido como un sueño y por las noches —en las que contemplo
el universo lleno de miles de astros y de una luna tan grande, bella y brillante
que me invita a la reflexión y a revivir los recuerdos que se presentan como una
lluvia de estrellas— pienso invariablemente en el inicio, el lugar donde nací,
San Lorenzo Ometepec, Puebla. Mi casa era muy grande, sencilla pero muy
cálida, habitada por una pareja maravillosa de quien incondicionalmente recibí
amor, cariño, comprensión y apoyo. Además, recuerdo que estaba rodeada de
flores de diferentes colores y una gran variedad de árboles. En esta primera
etapa de mi vida recibí una guía excelente por parte de mis padres, a quienes,
a pesar de ser personas humildes y no haber podido terminar ni siquiera la
primaria por no contar con esas posibilidades durante la época, la Universidad
de la vida les proporcionó un doctorado aplicado a su entorno, y me dieron
una invaluable filosofía vital.

La convivencia en el campo no fue obstáculo para vivir pasajes inolvidables


de mi niñez. Siempre estuve ahí, sintiéndome muy querida al lado de mi
pequeña familia conformada por mi hermana Eme, quien supo darme apoyo
incondicional, cuidados extremos, siempre brindando un consejo con esa
serenidad y fortaleza manifiesta desde su juventud, sin deteriorarse al paso de
los años. A mi hermano Felipe lo considero otro roble, fuerte, frondoso, con
un corazón inmenso. La casa fue lo suficientemente grande como para invitar
a los primos y vecinos de nuestra edad a jugar en el patio hasta obscurecer.
Al final del día, antes de dormir, papá o mamá siempre nos contaban cuentos,
con tanto cariño, que yo me sentía como la protagonista de la historieta en
cuestión.

Siempre apoyada, fui creciendo con los mejores consejos para impulsarme,
aun con las críticas de los paisanos que invariablemente le decían a mi padre:
“La mujer es para la casa y para los hijos”. Íbamos a estudiar, a pesar de todas

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 281


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

estas críticas porque mi papacito —como de cariño le decía— siempre pensó


que la mujer debería de prepararse y que no necesariamente era el campo o el
hogar su destino. Por consiguiente, a los cinco años de edad nos trasladamos
a Puebla, capital del estado, para iniciar la escuela. Aquí toca el turno a mi
mamacita —como gustosamente nombraba a mi querida madre— quien nos
ayudó a luchar en esta ciudad tan retadora.

La vida en dicha ciudad no era fácil, así que mis papás tuvieron que buscar
diferentes opciones para abrirse camino en ella. Al arribar, mis papás abrieron
una tienda pequeña de abarrotes; después se iniciaron en el ramo inmobiliario,
comprando y vendiendo propiedades. Más tarde, mi papá tuvo la oportunidad
de participar en un programa temporal de trabajadores para el gobierno de
Winsconsin, al cual acudió en tres ocasiones y de donde regresaba siempre
con regalos y ropa. Aunque lo mejor fue una condecoración que le otorgaron
por buen trabajador en los campos de algodón.

Fue en esta etapa de formación cuando mi madre nos conducía e impulsaba para
que nos superáramos a través del estudio. Al ingresar a secundaria me dio una
gran lección de vida: La perseverancia. Yo asistí a una escuela pública durante
la primaria, pero la modalidad cambiaba a privada en la secundaria. Debido a
que mi familia no contaba con suficientes recursos para pagar dichas cuotas,
decidieron cambiarme a un Centro Escolar recién inaugurado. Mi mamá se
enfrentó a una situación poco usual, ya que el ciclo escolar había iniciado y, por
otra parte, los trámites de admisión eran tardados y con muchos obstáculos.
Esto verdaderamente puso a prueba la voluntad de mi madre y su ahínco para
que yo pudiera ingresar a la escuela. Fueron vueltas frecuentes, había que
despertarse muy temprano para llegar a la escuela e insistir; tiempo perdido
esperando fuera de la oficina del director —que sólo se abría cuando salía de
una junta e iniciaba otra—, días de espera y preocupación, pero mi madre no
cesó de insistir, hasta que logró que el director de la secundaria la recibiera y
yo fuera admitida en esta escuela tan renombrada por ser de reciente creación.
Una vez dentro, el panorama fue muy diferente, convivir con compañeros de
ambos sexos me brindó la confianza de tener amigos, participar en deportes,

282 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

fiestas, como el Día del Estudiante y verbenas populares. Las complicaciones


del estudio no fueron menos difíciles, el sistema era muy estricto, las clases
eran por la mañana y tarde, lo que nos permitía en ocasiones irnos de pinta al
cine, a sabiendas de que faltar a clases era el peor de los pecados cometidos y
lo hacíamos de vez en cuando para salir de la rutina. Todo transcurrió así, en
un abrir y cerrar de ojos, hasta que un buen día llegó el momento de ingresar
a la preparatoria.

En los años 60, ir a la Universidad era un privilegio, debido a que pocas


mujeres teníamos la oportunidad de asistir, y yo fui una de ellas al cursar la
preparatoria que dependía de esta institución. El compromiso fue mayor, y
era necesario estudiar con gran empeño pues el grado de dificultad con que
se presentaban los estudios era considerable. Los maestros siempre fueron
muy estrictos. Sin embargo, a pesar de los obstáculos encontrados, siempre
existió la oportunidad de cultivar amistades y convivir con mis compañeras.
Algunas vivían muy cerca y frecuentemente nos invitaban a desayunar a
quienes estábamos alejadas del centro de la ciudad, mientras que cuando las
visitas eran a las casas apartadas del centro, como la mía, las invitaciones eran
para llevar a cabo un día de campo completo. No obstante, las preocupaciones
se presentaban en los periodos de exámenes, en esta situación nuestra amistad
se fortaleció siempre con el éxito obtenido.

Al concluir la preparatoria, la desintegración de mi grupo de amigas fue total:


no supimos tener la fuerza de voluntad para seguir ninguna licenciatura.
Mi padre habló muy seriamente conmigo y me dijo: “Piensa bien lo que
quieres, pues deberías de irte a la Escuela Militar de Enfermeras, de donde tu
hermana ya es egresada. Estarás muy bien, sales con un buen trabajo, tienes
oportunidad de seguir creciendo intelectualmente”. Yo que aún no tomaba
firmes decisiones, me convencí de que era lo mejor y fui a presentar el examen
de admisión pensando que era difícil pasarlo. Cuando dieron los resultados,
mi papá se encontraba a mi lado al escuchar mi nombre entre las aceptadas.
¿Mi reacción? Fue de coraje y emoción ya que en esos días había pensado
mucho y quería regresar a casa, pero ya era demasiado tarde. En lugar de ello,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 283


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

me preparé para el ingreso a la Escuela Militar de Enfermeras.El instalarme


en esta institución fue motivador; además, tuve la fortuna de inaugurar la
escuela. Todo era bello, impecable, ordenado. Compartía cuarto con sólo dos
compañeras y la comodidad era única, contábamos con sala de televisión en
cada piso donde se llevaban a cabo conferencias pero también convivios de
bienvenidas y cumpleaños. La escuela contaba con dos edificios de tres pisos,
uno para alumnas y otro para personal (instructoras), laboratorios, dirección,
administración, aulas de estudio, un comedor precioso, lavandería, canchas
deportivas y una reja que rodeaba la escuela, ésta servía para marcar nuestro
territorio. El cambio de vida para adaptarse a la instrucción militar incluía
levantarse muy temprano y al poco tiempo de posar la cabeza en la almohada;
planchar un mandil completamente húmedo hasta quedar muy seco para
darle la forma “de campanita”; aprender a conocer reglamentos, ceremoniales,
organización del Ejército, así como adecuarse a la disciplina.

Nos llevó un largo año, siempre guiadas por nuestras inseparables


compañeras, quienes nos llevaron de la mano para desempeñar nuestras tareas
satisfactoriamente. Además, nos enseñaron el significado del honor, del amor
a la Patria, lealtad, obediencia, perseverancia y respeto a nuestros superiores
tanto como a nosotras mismas, así como el amor al prójimo. Se respiraba una
atmósfera cálida y humana a pesar de estar en un internado, tan lejos de casa
y de la familia. Este ambiente nos ayudó a fortalecernos emocionalmente, a
conocer el apoyo incondicional siempre presente, eso fue nuestro consuelo
cuando la desesperación nos agobiaba. Actualmente, a pesar de los años
transcurridos, seguimos unidas por el cariño, amistad y ejemplo que siempre
supieron sembrar en cada una de nosotras, en especial la Teniente Coronel
Oliva Galicia Gijón.

Durante el primer año todo es preparación: adaptarse a la disciplina no es


nada fácil, las prácticas tan enriquecedoras del hospital y hasta la condición
física para participar en un desfile, nos daba oportunidad de fortificar nuestra
voluntad. Por supuesto, no todo era trabajo y las alegrías surgían cuando
al regreso de los desfiles teníamos el fin de semana libre —a lo que le

284 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

llamábamos salir francas—, teniendo la oportunidad de visitar a familiares. Yo


salía comúnmente con dos amigas, quienes radicaban en la ciudad de México.
Aún no teníamos novio ni amigos, por ello salíamos siempre juntas al cine.
En ese tiempo, el parque de Chapultepec era la atracción principal, así que
lo recorríamos, nos subíamos a las lanchitas, a la montaña rusa, íbamos al
zoológico y terminábamos con el típico algodón de azúcar rosa.

Así transcurrió el tiempo y llegaron los exámenes finales; si se reprobaba


alguna materia, se tenía otra oportunida, pero si a la segunda no se aprobaba,
una tenía que abandonar la escuela, después de un encierro forzoso durante
las vacaciones de invierno. Al concluir la carrera, para obtener el título
presenté mi examen profesional teórico y práctico ante tres jurados que me
interrogaron sin descanso. No recuerdo qué tan buenas o malas fueron mis
respuestas, sólo sé que el dictamen final fue Aprobada por Unanimidad, lo cual
fue un sueño hecho realidad. Me sentí como caminando en las nubes, pues al
salir del salón se oyeron gritos y porras de mis amigas y compañeras, aunque
lo más preciado era haber obtenido mi título profesional.

Posteriormente, se llevó a cabo la Ceremonia de Graduación, llamada El paso


de la luz. Fue en el Auditorio más suntuoso del Hospital Central Militar, que
era utilizado generalmente para realizar los juramentos de la profesión de
Enfermería. Entramos al auditorio, todo en penumbras con una lámpara tipo
Aladino encendida, subimos al estrado y formamos un medio círculo donde
sentimos que la sangre nos recorría todo el cuerpo a máxima velocidad. A
la postre de hacer el juramento, me entregaron mi diploma y al concluir
la ceremonia me encontré con mis papás, mi hermana y unas amigas que
llevaban un elegante arreglo floral con rosas, lilis y aves del paraíso. Al verlo,
no pude evitar las lágrimas y agradecí infinitamente la compañía de todos.

A los pocos días se realizó mi graduación como enfermera militar; ésta se


llevó a cabo conjuntamente con las Escuelas Militares en el Campo Marte,
presenciándola el Presidente de la República, el Secretario de la Defensa
Nacional y todas las autoridades civiles y militares en función. En el evento

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 285


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

me transporté a otro mundo al oír los disparos de los 21 cañones para hacer los
honores correspondientes al Presidente. Las bandas de guerra y las de música,
tocando el Himno Nacional con tambores y cornetas al unísono; al fondo
aparecía la bandera monumental, con 12 cadetes portándola gallardamente, y a
medida que se iba elevando me daba la impresión de que tocaba el firmamento.
Al concluir la ceremonia se nos otorgó el grado de Subteniente y se efectuó un
desfile con la nostalgia de tratarse del último como cadetes.

Para finalizar los festejos, se organizó el tan esperado Baile de Graduación en


un salón precioso, enorme, con grandes espejos y candiles; tocaban la Orquesta
de Pablo Beltrán Ruiz y los Violines de Pedro Gómez, muy renombrados en
esa época. En el baile, toda mi generación, 34 graduadas, muy bellas todas
con nuestros vestidos largos blancos; los acompañantes, si eran militares, se
presentaban con uniforme de gala (saco blanco y pantalón negro) y si eran
civiles, de riguroso traje negro. Este acontecimiento para mí fue muy relevante
pues me sentía la protagonista de los cuentos de hadas, el nombre del baile de
graduación era Blanco y Negro.

Vida laboral

Realmente soy una persona muy afortunada, así me considero. Empecé


a trabajar en mi ciudad natal, pues llegué al Hospital Militar Regional de
Puebla. Fui muy bien recibida, ya que el ambiente era muy cálido, así que
el compañerismo se manifestó durante el ambiente laboral y conforme
transcurría el tiempo, mi grupo de amigas se hacía más grande. Desde la
llegada al trabajo todo era una odisea pues teníamos que subir una rampa
de un kilómetro, pasar por los cuarteles despertando la admiración de quien
encontrábamos a nuestro paso, siempre con el debido respeto; en realidad, la
travesía era paradisíaca, a nuestro paso encontrábamos árboles frutales y un
pequeño castillo muy pintoresco. Todo este panorama hacía la subida mucho
más ligera.

286 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

En nuestras labores estaban incluidos los deportes, lo que era muy relajante
y energético ya que a veces corríamos y subíamos un cerro tan bonito,
llamado Tepozúchitl; además nos servía de preparación para los exámenes de
promoción, para seguir ascendiendo a grados superiores, ya que la condición
física era imprescindible. Los días transcurrían, las experiencias siempre eran
fructíferas, mis ascensos fueron muy importantes pues cada uno representaba
un escalafón crucial, los puestos eran mejores y la responsabilidad mayor; aún
así, los desafíos se cumplían.

Al paso del tiempo y durante el trabajo, recibí una llamada telefónica de


un compañero para preguntarme por unas llaves que había olvidado en el
Hospital, por supuesto para mí fue una gran sorpresa pues nuestra relación
era sólo laboral y yo le contesté que no sabía nada al respecto, pero que con
gusto preguntaría al personal que laboraba en este servicio. A los pocos días,
recibí otra llamada de él para darme las gracias e invitarme a tomar un café y
así empezaron las salidas al cine, a visitar a los amigos en común, hasta llegar
al noviazgo. Algo muy importante fue asistir a su graduación como médico,
ahí fue cuando me presentó con su mamá y más adelante a su familia. Como
consecuencia, al año y medio nos casamos en una ceremonia muy sencilla, la
recepción fue en su casa junto con la boda por lo civil, mientras que la luna
de miel fue paradisíaca. El destino: Cabo San Lucas, hacia donde llegamos
después de un trayecto por aire, tierra y mar, aunque el regreso fue en riguroso
autobús, sólo con lo indispensable.

A los dos años nació nuestra primera bebita, quien fue recibida con todo
el amor que se le puede brindar a una niña, adorada por sus abuelitos, tíos
y amigos. Transcurrió año y medio durante el cual nació mi segundo hijo,
ahora niño, al que igualmente recibimos con júbilo. A ambos se les brindó
un inmenso cariño, sobre todo por su abuelita Marcelinita, quien asumió la
responsabilidad de su cuidado; siempre corría cuando lloraban, cuando había
que darles la alimentación, cuando se enfermaban. Así fue como llegó a vivir
a la casa, formando parte de la nueva familia, hasta que el abuelito Vidalito
se cansó de estar solo, pues se había quedado en el pueblo y dijo: “¡Se acabó!

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 287


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Vean cómo cuidan a sus niños pues tu mamá se regresa para la casa!”, y mis
hijos se fueron a vivir con sus abuelitos por un año, tiempo en que fueron
extremadamente cuidados por sus tíos, al grado de considerarlos como hijos
propios. Nosotros, sus papás, los veíamos cada semana, por el trabajo de cada
uno. Como es de suponer pasamos a ser casi desconocidos para ellos, así que
tuvimos que regresarlos con nosotros a la casa; entonces necesitamos una
persona para cuidar a los niños, y afortunadamente como coincidencia, la tía
Lupita estudiaba arquitectura y la casa le quedaba a unas cuantas cuadras
de la Universidad, por lo cual nos brindó la oportunidad de contar con su
apoyo en este cuidado, estrechándose un cariño tan intenso con mis hijos,
que continuamente está presente en nuestros recuerdos. Así nos mantuvimos
unos años más, hasta que tuve que abandonar mi trabajo para dedicarme al
cuidado de mis hijos.

Esta convivencia fue muy satisfactoria, durante esa etapa aprendí el manejo de
la casa, llevar y traer niños a la escuela, a los talleres extra-clase que tomaban;
por las tardes nos salíamos al parque en bicicleta, a correr, a jugar básquetbol
y ocasionalmente hasta box con mi hijo. Los fines de semana llegábamos a
las ferias, a los caballitos, a los carros chocones, al trenecito, y casi siempre
regresábamos con algún juguetito de premio.

A este ritmo el tiempo pasó y cuando mis hijos llegaron a la adolescencia,


nos llegó la desgracia. Un 24 de diciembre su papá nos dijo que abandonaba
la casa porque se iba a vivir con su mamá, debido a que la casa le ahogaba,
pues en sus planes ya no figuraba su familia. Esta temporada tan especial
del año fue la más amarga para nosotros tres, pues fue tan impactante que
yo sólo alcanzaba a dar vueltas en círculos sin pensar ni saber qué hacer; mi
hija salía huyendo a diario a la escuela y mi hijo se encerraba a piedra y lodo
en su recámara sin querer ver ni hablar con nadie. Por las noches, cuando
nos reuníamos a cenar, a diario eran lágrimas de dolor y de impotencia, sin
alcanzar a comprender lo sucedido. Inmersos en esta etapa nos llegó otra
desgracia —no menos dolorosa—, ya que mi papá tuvo una caída y se fracturó
la cadera. Fue el caos pues, tras operarse en la ciudad de México, quedó al

288 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

cuidado de mi hermana y mío, auxiliada por su hijo mayor, asimismo mis hijos
también participaban en esta labor. Con turnos de una semana cada quien,
sin importar si mis hijos se quedaban solos en casa, si había qué comer o si
contábamos con lo indispensable, pues ellos asistían a la escuela y sólo los
fines de semana me acompañaban, debido a que tenía que transportarme cada
semana durante dos horas de camino.

La mayoría del tiempo sin comer ni dormir más que a ratos, pues la inquietud
de mi papá era tal que casi no nos dejaba descansar durante el día. Una vez
que fue dado de alta lo llevamos a su casa y de la misma manera continuamos
con este ritmo, aunque para mí ya no eran dos horas de camino sino solamente
una. Ocurrió que al llegar el año 2000, el 17 de mayo falleció mi papacito y
a los seis meses, el 5 de noviembre, fallece mi mamacita. Este dolorosísimo
acontecimiento me hundió en la más profunda desesperación y tristeza, sólo
recuerdo las manitas de mis dos hijos abrazándome y dándonos apoyo mutuo,
así como para reafirmar nuestra unión pues ahora, como siempre, seguíamos
siendo la pequeña familia.

El vacío fue tal que para llenarlo empecé una búsqueda exhaustiva espiritual
y física. Ocasionalmente platicando con algunas compañeras de generación,
me invitaron a un Congreso Internacional de Enfermería y, sin pensarlo
mucho, me inscribí. Durante los tres días del evento, en las conversaciones
ellas comentaban estar efectuando la licenciatura, les pregunté si yo podía
acceder a ello, me indicaron que fuera a la Universidad. Faltando un día para
cerrarse las inscripciones logré que me permitieran hacer el examen. Con
el gran temor de no ser admitida, me llevé una grata sorpresa cuando me
hicieron la entrevista, me recibieron tan bien, me dieron muchos ánimos y
finalmente, cuando apareció la lista de ingreso recuperé la confianza en mí
misma al ser aceptada. Di gracias al cielo por abrirse este camino, pues aun
cuando ya no ejercía la profesión fue otra gran oportunidad para actualizarme.
Aquí también encontré una gran amiga, Geno, con quien compartí tristezas,
alegrías, carreras para la entrega de tareas, y el florecimiento de una hermosa
amistad. Traté de sobresalir, con mucha dificultad debido a que todas teníamos

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 289


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

el compromiso de trabajar, no obstante el resultado fue muy bueno, pues aquí


ya no tuvimos que hacer tesis y la graduación fue por promedio. Esta forma
de ocupar mi mente fue aminorando la tristeza, el vacío, la soledad. Mis hijos,
al mismo tiempo, se iban recuperando; ya estaban en la Universidad, siempre
corriendo, ya que sus clases empezaban a las siete de la mañana, y terminaban
por la tarde o noche.

Para ese entonces yo me dedicaba a atender una óptica situada en el primer


piso de mi casa. A medida que me fui dando cuenta de la extensión de
conocimientos que se debían tener para su óptimo funcionamiento, tuve que
aprovechar un nuevo reto: estudiar la carrera de optometrista. Esta decisión
ameritaba pensarlo mucho, pero una oportunidad como ésta no se presentaba
dos veces y ahí fui nuevamente. El Conalep Chipilo me abrió sus puertas otros
tres años; en esta ocasión compartí con dueños de ópticas muy renombradas;
con maestros mucho más jóvenes, con quienes siempre reinó una amistad
de un gran respeto mutuo. Reviví los años dorados de estudiante, siempre
había que llegar de prisa pues la reja se cerraba si no llegábamos puntuales,
las faltas eran acumulativas y los exámenes eran mensuales, ¡qué remedio!
El grupo se consolidó de tal manera que siempre compartíamos todos los
problemas. Nuevamente el resultado fue muy satisfactorio, mi trabajo logró
los resultados buscados, y ahora la óptica ya no estaba tan vacía, pues fui
obteniendo la confianza de los clientes, y llegué a ser muy importante en mi
comunidad.

Toma de decisiones

Cuando sientes que tus acciones, tu sufrimientos y ¿por qué no?, tu felicidad
está llegando a la culminación, la vida te coloca nuevamente en otra encrucijada.
Para esta etapa ya mi hija había obtenido su titulo de licenciada en Relaciones
Internacionales, con una mención honorífica muy bien ganada, a pesar de lo
cual el trabajo era muy difícil de conseguir; ella decide entonces hacer una
maestría, iniciándola en Puebla pero no tan convencida con el plan de estudios,
de un momento a otro decide cambiar de ciudad... ¿A dónde?, a Monterrey y

290 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

¡es de ya, pues las inscripciones se cierran la próxima semana! Y a correr


para arreglar papeles de cambio de Universidad, preparar lo indispensable de
equipaje. Y, nuevamente ahí venimos, con la mamá como dama de compañía.
Así quedó instalada en la capital regia. Posteriormente, nos cuenta que no
estuvo muy insegura, hasta que al fin encontró un departamento a su entera
satisfacción, con lo que inició su vida en esta nueva entidad. Mi hijo, por
este mismo tiempo, terminó la carrera de arquitecto, asimismo con una muy
merecida mención honorífica, por lo que decidió a su vez continuar con la
carrera de ingeniería civil. Al año siguiente llegó también a la ciudad norteña
donde se hallaba su hermana.

La casa de Puebla se quedó nuevamente muy vacía y con tanto ir y venir,


no me di cuenta en qué momento presenté síntomas de hipertensión. Al
efectuarme mi chequeo médico, después de realizarme todos los estudios, los
diagnósticos fueron increíbles ¿cómo? ¿yo? Tan fuerte, sin molestias graves
podía presentar osteoartritis en cadera y manos, además de estar al filo de la
tan temida diabetes. Hasta ese momento me di cuenta cuán vulnerable era mi
organismo y yo, sin querer aceptarlo, pues mis síntomas no eran dolorosos al
grado de no poder resistirlos. Con esta aparente tranquilidad, decidí seguir
trabajando, pero no estaba la familia tranquila. Nos extrañábamos y al platicar,
decidimos que me uniera a ellos en el camino que les faltaba por recorrer, sólo
que la decisión era muy fuerte: dejar nuestra casita, el trabajo, los familiares,
los amigos y aún había algo más importante qué decidir: la salud. Por lo tanto,
las dudas se fueron disipando, cerré los ojos a mi alrededor y me dije: “Voy a
tomarme mi año sabático”, el cual se prolongó hasta no sé en qué momento
retomé mi vida anterior.

La ciudad de Monterrey

Nunca nos imaginamos las cosas bellas que viviríamos cuando de pronto nos
encontramos inmersos en esta tan globalizada ciudad. Aquí encontramos
personas amables y no fue muy difícil la integración; sólo nos resultó difícil el
tráfico, conocer las grandes avenidas, adaptarnos al clima un tanto extremoso,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 291


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

y a las distancias. Por supuesto, nada de esto fue obstáculo pues pensaba que
si estaba contenta y satisfecha con lo que tengo puedo vivir con simplicidad,
con libertad, con tranquilidad. Asimismo, aprovechar el tiempo ya que, si mi
trabajo de toda la vida me había enseñado a mantener esa base tan sólida
de familia, tendría que seguir manteniéndola en el lugar que fuera, porque
no debemos limitarnos solamente a tener cosas materiales sino a seguir
cultivando nuestra mente y nuestro espíritu, teniendo en cuenta lo que hay a
nuestro favor: la salud, tesoro invaluable. Entonces, ¿por qué no fortalecernos
para seguir enfrentándonos al mañana?

Tomando eso en cuenta cuando platicamos y leí la Biblia junto con mis hijos,
encontré un versículo muy adecuado a nuestra vida, una actitud que nos
fortalece, pues dice: “Iré a donde tú vayas, viviré donde tú vivas, tu pueblo será
mi pueblo y tu Dios será mi Dios...”

De acuerdo con estas enseñanzas, los temores a lo desconocido fueron


diluyéndose al paso de los días y mi inquietud me llevó a la búsqueda por
ocupar mi tiempo en algo provechoso. Con esa decisión llegué al diplomado
ofrecido por el Instituto Estatal de las Mujeres. Aquí la oportunidad fue
incorporarme a un grupo de mujeres con quienes, de alguna manera, a través
del recorrido que iniciábamos, en cada una de ellas había algún pasaje de vida
muy parecido al mío, por lo cual me sentí muy integrada al grupo.

Las dinámicas efectuadas durante la travesía fueron muy enriquecedoras,


de tal suerte que si pensé que mi vida ya estaba en el momento del relax,
pues no: se presenta otro renacimiento en mi aprendizaje; ahora se trata de
crecimiento, toda vez que mis heridas estaban en el proceso de cicatrización y
yo ya no podía permitir que mis problemas me rebasaran, que me enfermaran,
que mis pequeñas pérdidas de salud, de relación con mis familiares y de pareja
quedaran inconclusas.

Tomando en cuenta estas razones, propicié el acercamiento con la familia


cercana y política, visitando en las vacaciones de julio a mi hermana con toda

292 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

la familia que en esa ocasión se reunía para recibir a su nietecita Ana Isabel,
quien salía del hospital después de habérsele detectado un tumor canceroso
en el cerebro, diagnóstico tan fatal que me llevó a pensar si nosotros, con
una salud tan completa somos tan negativos, esta niñita de escasos siete años
luchaba con tanto ahínco por sobrellevar su enfermedad, ¿por qué yo no
podría recomponer una estabilidad familiar? Con este propósito, platicamos
mis hijos y yo de la necesidad de reencontrarnos con su papá y con su abuelita
Aurorita, así como con sus tías y tíos, con un resultado estupendo posterior a
los abrazos, lágrimas y promesas de seguir frecuentándonos, sin importar la
distancia.

Con el papá de mis hijos no hubo respuesta positiva, a pesar de algunos


intentos; sin embargo, esto no lo considero un obstáculo para continuar por
mi parte con las maravillosas experiencias aprendidas y los nuevos objetivos
trazados.

En el recorrido por esta globalizada e impredecible ciudad, llegó un evento


monumental: el Fórum Universal de las Culturas. Dicho evento llamó
poderosamente mi atención pues la transformación de la ciudad era notoria
ya que se construían y a la vez se destruían construcciones. Me di a la tarea
de conocer todo lo brindado, tomando en cuenta que nunca volvería a ver esos
espectáculos tan variados, tan enriquecedores y tan constructivos para toda la
población. Yo tuve la oportunidad de asistir al encuentro mundial SER, cuyo
objetivo principal fue la interacción entre la espiritualidad, la salud, la medicina,
además de ser un evento científico e interreligioso. Conocí la sabiduría de los
místicos en las tradiciones milenarias y los avances científicos en el estudio
de la conciencia. Ahí aprendí que la vida nos ofrece transformaciones, nos
brinda éxito, felicidad y la realización de nuestros sueños. Sin embargo, esto
no lo podemos realizar si no hacemos algún esfuerzo por pequeño que sea,
ya que el camino del éxito empieza y termina con uno mismo; es decir, si
abrimos nuestra mente a los conocimientos adquiridos en todo momento, ya
sea en la vida diaria, en la escuela, en los problemas, en las emociones, en los

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 293


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

sentimientos, en las preocupaciones y no logramos comprender que el pasado


es para aprender y no para seguir viviendo en él.

Otro punto impactante fue el tener cerca a científicos, médicos, especialistas


y líderes espirituales con reconocimiento mundial, quienes, además de darnos
una bendición muy reconfortante, nos permitieron estar muy cerca de cada
uno de ellos, compartiendo fotografías y autógrafos con una sencillez que me
lleva a concluir que la humildad es lo más bello que tenemos. El conocimiento
y aprendizaje obtenido durante este evento lo llevaré en mi memoria por el
resto de mis días, y por otro lado, la participación de mis hijos, al presentar una
ponencia cada uno sobre desarrollo sustentable, fue otro orgullo tan profundo
que me hizo reflexionar que todo ¡ha valido la pena! Todo esto no hubiese sido
tan completo si no lo hubiera compartido con mis compañeras del diplomado
y hasta alguna vacacionista que llegó por esos días de mi tan añorada ciudad.

Así sólo me queda disfrutar... digo DISFRUTAR, así con énfasis porque estoy
convencida de que la vida es bella a pesar de todos los tropiezos y fracasos que
son inherentes a nuestra condición humana. Dios en su infinita sabiduría nos
proveyó de fortaleza y coraje para superar hasta el más grande de nuestros
problemas. Que nunca, pero nunca, serán más grandes que nosotros mismos.

Como dijo Nelson Mandela: “Lo que tememos no es nuestra oscuridad, sino
nuestra luz”.

Al concluir este diplomado mis miedos ya no son tan poderosos, me liberé


de su dominio. Por lo tanto, durante este tiempo he encontrado la fuerza y
energía para cumplir con los objetivos trazados; sé que soy lo suficientemente
capaz de cumplirlos y con plena convicción haré hasta lo imposible porque así
sea, pues he aprendido que mi horizonte se abre a tal magnitud que casi no
veo el final.

Como dice Antonio Maura: “Educar es adiestrar al hombre para hacer buen
uso de su vida, para vivir bien, así como para alcanzar su felicidad”.

294 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Esto fue posible gracias a la maestra Paty Basave, a lo largo de este viaje tan
maravilloso que recorrimos juntas; asimismo la enorme sonrisa con la que
fui recibida y que siempre nos brindó durante el trayecto la licenciada Leticia
Hernández, todo auspiciado por la licenciada María Elena Chapa.

Mil gracias.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 295


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Recordar es vivir
por Colibrí

Llegué al Instituto cuando sentí que lo necesitaba y, gracias a Dios, he


permanecido. La oportunidad de conocer a la licenciada Paty y a todas
mis compañeras amigas ha sido hermoso, además de recibir parte de sus
conocimientos relacionados con el desarrollo humano y el tiempo valioso
que nos ofrecen, eso es muy apreciado por mí y por todas las compañeras
que asistimos al curso. Gracias también a todas las personas que conforman
este Instituto, que lleva la finalidad de una sana sociedad igualitaria entre las
personas.

En cumplimiento al propósito de este curso, me presento: nací en Monterrey,


N.L., mi padre fue originario de Santa Rosa, Apodaca y mi madre, de Zuazua,
ambos ya finados. Fui la segunda de siete hijos que procrearon mis padres.
Ambos formaron su familia en una época muy difícil, porque los efectos de
la gran depresión se hacían sentir con desempleo y carencias básicas en los
hogares. Mi casa no fue la excepción, aunque mi padre trabajó con gran
empeño para sacar adelante a su familia que crecía.

Él poseía un arraigado espíritu independiente, de ahí que abandonara su empleo


en Ferrocarriles, donde laboró en los talleres y en la Vidriera Monterrey, ya
casado con mi mamá, para dedicarse por su cuenta al comercio no establecido.
Fue un padre serio, sin vicios, muy responsable, que desmintió la creencia que
generó en la familia de mi madre, porque él, de 31 años, se casó con ella de
18. Mi abuelo, decía mi madre, le advertía que le iba a dar “atole con el dedo”,
situación que no se dio. Era, a no dudarlo, un prejuicio de aquella época.

Mi papá fue muy apreciado por mis abuelitos maternos, ya que fueron
trabajadores en los talleres de Ferrocarriles. En una ocasión que mi papá
acompañó a casa a mi abuelito (quien perdió su pierna derecha en un accidente
de trabajo, y así permaneció 40 años hasta su jubilación), conoció a mamá. Se

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 297


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

casaron en 1926. Establecieron su hogar, en el que vivimos siempre, por la


calle Julián Villarreal, el entorno fue Carlos Salazar y Treviño, muy cerca de
la escuela “Álvaro Obregón”. Papá nos llevaba a jugar a la banqueta de esa
escuela con los carritos de pedales. En ese barrio crecimos y tengo muchos
recuerdos de niña; sin embargo, algo doloroso fue el fallecimiento de nuestro
hermanito, que iba a cumplir seis años y entraría unos meses más adelante a
primer año de primaria.

Mi padre fue para mí una gran influencia y ejemplo en mi formación; mamá


también aunque en otros aspectos, ya que fue seria y algo retraída pero muy
generosa con todos nosotros y con la gente ajena.

Puedo recordar aún algunos eventos sucedidos en mi infancia, como la vez


que me fui atrás de papá, que no me vio, a las dos cuadras me perdí y estuve
llorando. Dios permitió que un joven vecino me viera y me llevara a casa con
mi mamá. Otra ocasión, en mi inocencia, porque no fue más que eso, tomé una
manzana roja de una frutería que se ubicaba a dos cuadras y, al verme, la dueña
me regañó y también lloré.

Recuerdo muchos otros sucesos, como este agradable cuando, al regresar papá
de la ciudad de México a donde fue enviado en ese tiempo por la Vidriera
Monterrey, me trajo una muñeca de celuloide, porque de ese material eran
antes, con su vestidito tejido y gorrita rosa, pero mi hermano menor le estiró
al elástico y se rompió. También me trajo calzoncitos de seda de varios colores,
y a mí me gustaba barrer la calle y recoger la basura para que se me vieran.
Además nos trajo a todos cereales Maizoro y galletitas Ritz.

Jugaba con las amiguitas de la cuadra y era traviesa, pues me subía a la barda
de sillares que era el fondo de la casa para arrancar mezquites, y a la retama a
poner cáscaras de tuna para que se pegaran los mayates, a los que mi hermano
mayor les ponía un hilo para que volaran. Además, en esa retama nos puso un
columpio con mecates.

298 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Me acuerdo que le ayudaba a mamá a llevar la tinita de nixtamal al molino que


estaba a la vuelta de la casa. A veces comprábamos las tortillas a una buena
señora que las hacía a mano. También le traía la mantequilla de la Cremería
Monterrey, que estuvo ubicada en Carlos Salazar y Arista, y además, el pan
blanco para el desayuno.

Nosotros tuvimos mucho apego con nuestros abuelitos maternos, en vista de


que mamá pasaba con ellos toda su recuperación cuando tenía sus bebitos. Yo
nada más recuerdo el tiempo en que nació nuestra hermanita pequeña, pues yo
contaba con 11 años. Fueron unos lindos abuelitos, muy sencillos. En cuanto
al lado paterno, fue una familia linda también, pero había otra disciplina.

Recuerdo un susto que tuve en casa de mi abuelita materna, donde mi mamá


estaba recuperándose de su alumbramiento. Me pidió mi abuelita que fuera
a comprar azúcar, que venía en cuadritos, en un comercio en la esquina de la
calle Reforma. En el camino me topé con un señor que se dedicaba a hacer
chicharrón y recorría las calles pregonando la compra de cochinitos para
su sacrificio. Yo me metí rápido debajo de un automóvil estacionado para
esconderme porque, en lugar de cochinitos, escuché que compraba “niñitos”.

En la escuela “Nuevo León” estuve en primero y segundo de primaria. Mi


maestra se llamaba Carlota y ocurrió que mi mamá me cambió a la “León
Guzmán” en vista de que ahí estaba de directora mi tía paterna, pero resultó
que al hacerme el examen de admisión para tercero se me olvidó todo y ¡para
atrás!, estuve de nuevo en segundo año. Tengo un recuerdo muy lindo, ya
que mi maestra Ninfa Berlanga me recibió con mucho cariño cuando volví al
salón de clase porque tuve una fiebre que causó mis faltas de unos días. En ese
tiempo, mi maestra Ninfa andaba de novia con el profesor Óscar, con quien se
casó. Yo tuve el enorme gusto de reconocerla y saludarla en la graduación de
una amiga en declamación y la profesora fungió, al igual que su esposo, como
sinodal. Se quedó admirada de que la recordara aún con su nombre completo.
En tercer año, mi maestra se llamaba Nereida.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 299


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

En cuarto año hice un trabajo manual de punto de cruz con estambre; fue una
canasta con frutas y un perico, que por cierto, tuve que ir con la profesora que
vivía cerca de la casa porque no me salía el pico del perico. De mi maestra
de quinto año, sólo recuerdo su apellido, Smith. En ese entonces, a la escuela
“León Guzmán” la iban a demoler, como sucedió luego y, por ese motivo, todo
el alumnado pasamos a la “Nuevo León”.

Estando en ese año de escuela fue cuando murió nuestro hermanito. Al entrar
al salón de clase teníamos que cantar el himno nacional y yo no pude, se
me hacía un nudo en la garganta. Terminé mi primaria en la “Nuevo León”,
habiendo sido mi maestra mi tía paterna, a quien yo le tuve mucho respeto.
Volviendo a la situación que se presentó por mi hermanito, mi papá anduvo
muy ocupado por gestionar todo lo que se requería y para colmo, había huelga
de teléfonos. Viendo yo a mi mamá muy sola y desconsolada, la abracé para
tranquilizarla.

Desde muy pequeños mi hermano mayor y yo ayudábamos a papá, porque


antes él tenía un camión de redilas Chevrolet 1932 en el que, con su ayudante
Andrés como chofer, recorría los distintos pueblos para comprar fierro viejo,
el cual vendía a una ferrería del señor Elizondo, ahí había una báscula de
tonelada y yo me pesaba cada vez. Propio de nuestra edad, un día se nos
ocurrió cuidarle a papá su chatarra; mi hermano mayor, que era un niño, y
yo pusimos una manta encima de todo el fierro y yo me metí en la cabina del
camión estacionado en la calle, según nosotros para cuidar.

Después, papá tuvo dos carretones de tracción animal. Uno de ellos lo manejaba
mi hermano y yo me iba con éste para visitar a los clientes al norponiente y me
compraba golosinas. En un comercio que se llamaba “El centavito”, un gatito
se subía al carretón porque yo le daba trocitos de chorizo seco. En cuanto al
otro carro lo traía papá de Juárez al poniente, partiendo de Aramberri. Yo
también me iba con él y el señor de la tienda me daba el dinero, porque decía
que yo era la tesorera.

300 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Me acuerdo que papá me pedía una bolsa de papel para llevar a la casa pan que
costaba cuatro centavos y decía: “Vamos a llevar pan de a cuatro”. Mi hermano
mayor, con apenas 12 años, manejaba uno de esos carros pues papá lo soltaba,
y yo iba con él, a los nueve años. Regresábamos en la noche y, gracias a Dios,
nunca tuvimos ningún accidente feo.

Fuimos muy unidos mi hermano mayor y yo. Íbamos al mercado San Carlos
a comprar frutas y semillas a “El navegante”, un negocio que estaba por
Juárez, enfrente del mercado Colón que ya no existe. También íbamos al cine
Escobedo, que olía a aceite de pino, a ver series y las películas de Tarzán
porque a mí me gustaba mucho ver la selva. Saliendo del cine, ya en la noche,
comprábamos taquitos de “La fama nacional”, con sus chilitos en escabeche
y nos los servíamos en la casa al llegar. Fue un tiempo muy bonito para mí,
porque me gustaba acompañarlo. Siempre fue muy atento y amable conmigo.
Actualmente, ya es bisabuelo, con más de 50 años de casado y ya jubilado de
varios años; esporádicamente sigue acudiendo a la empresa en la que inició
a trabajar hace muchos años. Ya casado estudió y se graduó de contador
público.

Otros eventos que ocurrieron mientras papá tuvo sus carretones, es que
algunas veces yo andaba con él porque me gustaba ver que saludaba a la gente
y era amable con sus clientes. Estas actitudes de papá las vine comprendiendo
con el tiempo, de ahí mi apego a él. En una de las ocasiones, lo esperaba yo en el
carretón mientras atendía un cliente en una esquina cuando unos chamaquitos
prendieron un cohete y el caballo, asustado, giró hacia la izquierda de tal forma
que el coche quedó inclinado, ¡y que llega papá a bajarme, al mismo tiempo que
enderezaba el carro! Cada vez que recuerdo este incidente, me doy cuenta de
que papá nos demostraba su cariño con este tipo de acciones, porque ni él ni
mamá exteriorizaban sus sentimientos con abrazos o besos.

Otro suceso en ese tiempo pasó cuando salimos mi hermano mayor, otro menor
que yo y el pequeño que yo llevaba en brazos -el niño del que ya he hablado,
que con el tiempo murió-, pues resulta que por la calle a un costado de la

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 301


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

empresa Malta, ya para llegar a Cuauhtémoc, se le rompió el eje al carretón


¡y vámonos todos al suelo!, mientras mi hermano, sujetando por las riendas al
caballo, logró detenerlo. Para pronto, los vecinos, a quienes les agradecimos
su ayuda, fueron muy solidarios con nosotros y ya más o menos reparado el
daño, regresamos a la casa.

Una vez que crecí y me he acordado de todas estas situaciones, pienso que
fuimos muy chiquillos y andábamos haciendo trabajo de grandes, no obstante,
mis padres se veían siempre tranquilos cuando llegábamos a la casa.

Debo recordar un susto aparte del de la frutería y de cuando me perdí. Fue


en otra ocasión, por la noche —al llegar papá, siempre colocaba en el pasillo
las cajas de mercancía— cuando de pronto, al salir yo, que iba a la tiendita
de la esquina a donde mamá me mandaba, vi a un señor con pata de palo que
entraba a robar, aunque luego se fue.

Una vez que terminé la primaria entré a estudiar comercio y, al haber concluido,
me puse a trabajar. En esa empresa éramos empleados de oficina dos hombres
y cuatro mujeres, más el gerente, el contador y el administrador, que era un
alemán. Yo tenía entre 15 y 16 años. Con mi primer sueldo me compré un
abrigo y empecé a procurarle a mamá accesorios para la cocina, además, yo ya
cubría mis propios gastos. Estuve por tres años trabajando, en ese transcurso
me hice novia de un compañero. Nuestra relación duró un año y medio y nos
casamos por el civil y por la iglesia (en la de La Luz).

Siempre recordaré que me ofreció todo lo que pudo para la boda y hasta su
papá le dio ayuda económica. No obstante lo bien consolidado del compromiso,
al año yo tuve un mal parto con aborto espontáneo, desatándose una mala
interpretación de su parte, por lo que yo quedé muy dolida. Sin embargo,
un año más permanecimos juntos, pero yo ya no me sentía como al principio
ni con la misma confianza hacia el futuro. Tomé la decisión de separarme
legalmente y aunque él se oponía, yo lo hice, a pesar de que pensaba en el
ejemplo que iba a darles a mis hermanas, pues soy la mayor.

302 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Un año duraron las gestiones, durante el cual, por medio del abogado me
estuvo pasando gastos. Yo ese tiempo me ocupaba en casa de mis padres
haciendo faenas y estudiando el diccionario, leyendo revistas como Romances y
Confidencias. Me gustaba leer los casos de vidas verdaderas, algunas personas
pedían consejo sobre sus problemas de vida. Yo contesté en dos diferentes
ocasiones y la revista Confidencias publicó mis escritos y me premió con
suscripciones por dos años. Mi seudónimo fue “Clarita”, el nombre de una
amiga a la que yo aprecié mucho, y más porque se le murió una hermanita
muy pequeñita.

Salía yo muy poco con mis amigas vecinas, porque no quería tener problemas
con mi esposo o con su familia, situación que no se presentó nunca. El abogado
me informó del término de la disolución y una de esas veces que no me había
levantado, papá me dijo: “Oye, hijita, ¿qué no te vas a levantar?”. De inmediato
le dije: “Sí, papá, ya voy”. Ya una vez liberada, me sentí confiada y empecé a
trabajar en una empresa de dulces. Estuve ahí por dos semanas porque busqué
un horario más amplio y lo conseguí, no sin antes haber avisado de mi salida.

En otra empresa trabajé por siete años, durante los cuales procuré también
complementar a mis padres con algunos muebles que les hacían falta, porque
ellos me recibieron muy bien. Esa ayuda que yo les daba fue espontánea
porque mamá nos decía que ellos eran felices como vivían, con mucha
sencillez. Estando yo en este trabajo entré a “Solidaridad Femenina” a estudiar
cuestiones culinarias y después a música, y me inscribí en la Universidad de
Nuevo León, en la que estuve sólo dos años.

Habían pasado tres años y, de pronto, en el despacho hubo una llamada


de larga distancia desde Chicago. Era mi ex esposo, que me preguntaba si
al escribirme yo le contestaría. Lo primero que le pregunté fue que si los
amigos que acostumbraban sacarlo de mi casa fueron los que le dijeron dónde
trabajaba yo. Nos escribimos por un año y, al venir aquí, él me pidió casarnos
de nuevo. Estuvimos viéndonos por algunos días y la última ocasión en que
quedó de ir por mí a mi trabajo, no llegó. Todos sus argumentos no me fueron

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 303


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

suficientes para disculparlo, pues a pesar de que todavía lo amaba, no quise


aceptar casarme de nuevo, porque aparte iba a arreglar mi documentación
para residir en aquella ciudad y no me sentí con la confianza de vivir tranquila
por los motivos que originaron mi separación y que realmente no di tiempo
de recapacitar, toda vez que él me buscó. Mis amigas me preguntaban que,
si lo quería, por qué lo había dejado; pienso ahora que tal vez fue mi orgullo
lastimado y nuestra inmadurez en este caso. Yo tenía 18 años y él 21.

Después de ocho años me casé de nuevo, de esa unión tuvimos seis hijos: tres
varones y tres mujeres. Nuestro hijo mayor murió hace 10 años, después de
una larga y angustiosa enfermedad que lo mantuvo en casa con nosotros por
14 años. Tengo un recuerdo hermoso de él cuando pequeño, porque me llega
a la cocina con un niño bolerito y me dice: “Mamá, ¿le das de comer?”, a lo
que yo asentí y él lo acompañó en la mesa. Hoy, de no haber aceptado, por
pretensión de mi parte, me estuviera doliendo en el alma, pues cómo podía
saber que mi hijo dejaría de existir con los años. Se graduó al igual que sus
hermanos y hermanas en escuelas públicas, sólo una hija hizo estudios en el
CEDIM. Este gesto de bondad de mi hijo y otros más, pero con más edad, a
los que nunca me opuse, me han hecho comprender mi afinidad con él.

Debo confesar que durante el transcurso de estos años hubo problemas por lo
económico, por enfermedades, nulos paseos, falta de comunicación, no por los
hijos. Hace muchos años, aproximadamente 30, padecí una neurosis agregada
a un estado menopáusico, de acuerdo al diagnóstico de la doctora Barragán,
que me atendió en su tiempo. Por esta última causa hubo ausencia con mis
hijos; aunque nos veíamos regularmente, de todas formas no estábamos
juntos. Fue un tiempo largo, con mucha soledad y angustias para todos, pues
estaban muy pequeños. Mi hijo mayor contaba con 12 años. Gracias a Dios,
esa etapa pasó y consciente soy de que haya quedado en ellos una herida moral
por esta situación muy ajena a mi voluntad y que también sufrí mucho. Casi
nunca se ha comentado este suceso de nuestras vidas; sin embargo, no todos
actualmente tienen pláticas con terapeuta, a fin de encontrar su bienestar e
irradiarlo a quienes más quieren.

304 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Durante mi vida de casada ha habido aversión por mucho tiempo, lo que ha


causado distanciamiento, no con los hijos sino en el hogar y muchas veces
por diversas razones, además se perdía el ánimo para darle continuidad a
la relación; yo he analizado siempre la importancia que tiene la familia, en
comparación a un férreo capricho u orgullo que no ha sido psicológicamente
atendido y que de no hacerlo alguna vez, ya se encontraría toda la familia
separada. Yo he querido dar tiempo a que se comprenda que la soberbia,
porque existe, no pueda ser capaz de destruir toda la familia.

Mientras llega o no esa ocasión, me mantengo en mi posición como siempre,


convencida del compromiso que adquirí hace muchos años, siguiendo con el
respeto que se le debe a la familia y esperando que eso siga siendo recíproco.

Tengo tres yernos y siete nietos: dos varones de nueve y cuatro años de edad,
y cinco mujercitas de 12, nueve y siete años. Me sorprende sentir una calma
interior, lo cual atribuyo en mucho al estudio del desarrollo humano muy
atinadamente expuesto por la linda persona que es la licenciada Basave, sin
más interés de su parte que el de nuestro aprendizaje en el curso.

Agradezco infinitamente esta oportunidad que tuve de conocer este tema y al


mismo tiempo a todas mis compañeras amigas y en particular a las personas
que forman este Instituto que bien hacía falta. Muchas gracias por sus finas
atenciones. Un abrazo muy cariñoso para la señora licenciada María Elena
Chapa, igualmente también para la licenciada Paty Basave y la licenciada
Lety Hernández, deseando que continúen con esta tan noble labor que se han
propuesto. Dios las llene de bendiciones.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 305


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Redescubriéndome mamá
por Cenzontle

¿Cómo empezar si tengo tantas cosas en mi mente? Quisiera que esto que
estoy plasmando no sea sólo un desahogo para mí, sino algo que cuando otra
mujer lo tenga entre sus manos pueda darse cuenta cuán valiosa es y que, a
pesar de todo lo que esté viviendo, por más terrible que sea lo que le pase, no
hay nada que ella no pueda cambiar. Que se dé cuenta de que la fuerza está
dentro de ella y que no hay imposibles, sólo tiene que decidirse.

Quiero empezar contando que hace dos años alguien llegó a mi vida a
despertarme, pues me encontraba en una especie de letargo en el que me había
quedado, ya que al divorciarme hace 15 años sólo me había dedicado a ser
madre, a sacar adelante a mis hijos, mi casa y a resolver la difícil situación
económica en la que me había quedado, pues había muchas deudas de por
medio.

Me dediqué a trabajar, a cuidar a mi madre y después a mis nietos, pero me


había olvidado de ser mujer, de preguntarme qué es lo que yo quiero o ver
lo que me gustaba hacer, hasta que Dios puso en mi camino a un muy buen
hombre que con sus atenciones y su cariño, me fue devolviendo el valor que
mi ex esposo se había encargado de quitarme. Me devolvió la ilusión que había
perdido por sentirme viva otra vez, viva como mujer, como un ser que tiene
derecho a sentirse querida, valorada y a saberse importante para alguien.

Para mí fue un nuevo despertar o un reencuentro con alguien que ahí estaba
pero que no se había tomado el tiempo de pensar en ella misma por estar
pensando en los demás, hasta que lo encontré. Siento que no sólo yo salí
ganando con esta amistad, sino que también él necesitaba darse cuenta de que
es una persona valiosa y muy especial, que no es sólo un proveedor como creo
que a veces él se sentía en su casa y creo que de alguna forma yo también lo
ayudé a revalorarse y a darse cuenta de cuán importante es.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 307


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

A veces me pongo a pensar por qué se acercó a mí, cuál fue realmente el
motivo. No lo sé. Puede ser que fuera vanidad o sentirse conquistador y quiso
tener solamente una aventura, pero quiero pensar que realmente fue otra cosa
lo que le llamó la atención de mí. Cuando yo le pregunté qué le había llamado
la atención, me respondió: “Tres cosas, la primera, tu plática; la segunda, tu
labor altruista, porque siempre piensas en los demás y la tercera, tu persona
me fascinó”. Fue algo muy hermoso pensar que alguien pudiera fijarse en mí
a pesar de mis años; él me hizo darme cuenta de que tengo derecho a ser feliz,
que ya dediqué mucho tiempo a mis hijos y que ahora me toca disfrutar un
poco la vida.

Soy la octava de una familia de siete hermanas y dos hermanos. Fui una niña
feliz, aunque no tuve la atención de mis padres, sobre todo me faltó la de mi
madre; quiero comprenderla y pensar que no fue falta de amor hacia mí lo
que hizo que ella no se preocupara, sino que estaba muy cansada de atender
a muchos hijos, uno tras otro, así que no tenía tiempo ni de respirar, y mis
hermanas más pequeñas y yo pasamos desapercibidas por su vida. Soy una
persona muy sensible y cariñosa, lo que más añoraba era que mi mamá me
besara y me abrazara, cosa que nunca hizo. Por el contrario, mi padre sí era
cariñoso conmigo, por él aprendí a amar tiernamente, aprendí a relacionarme
con la naturaleza, pues ellos vendían plantas de ornato, pájaros y peces. Fue en
ese tiempo en el que descubrí cuántas cosas hermosas existen en el mundo; mi
padre era muy tierno, siempre estaba en mi cabecera cuando estaba enferma
y me daba de comer cuando no quería alimentarme. A pesar de todo fui una
niña feliz, muy inquieta y marota, para mí no había obstáculos: me trepaba a
los árboles a los cuatro años de edad; me descalabré tres veces en mi vida, me
enterré infinidad de clavos en los pies y un pico de una reja en la axila, pero
nada de eso impedía que yo siguiera adelante para conseguir lo que quería.

Sé que fui una niña muy enfermiza de chiquita, dos veces me quedé ciega
aunque las causas no las recuerdo, sólo sé que mi papá siempre estaba ahí para
cuidarme. Cuando llegó la adolescencia, para mi madre no era importante el
que nosotras las mujeres estudiáramos y a las cuatro hijas más pequeñas sólo

308 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

nos dio la primaria. Lo único importante, decía ella era que supiéramos las
labores de la casa, pues si estábamos bien preparadas para eso, nos casaríamos
y no nos devolvería el marido.

Como no nos dejaban tener amigas ni salir de la casa, solamente a misa los
domingos, entonces los únicos candidatos posibles para nosotras eran los
amigos de mi hermano, los cuales eran iguales que él: presumidos, arrogantes
y creídos, pero no había otra opción. Uno de ellos, cuando yo tenía 15 años,
empezó a fijarse en mí. A mí también me “movió el tapete” con sus detalles y
así empezamos a ser novios. A los cinco meses de novios me dio el anillo de
compromiso y pidió mi mano, a lo cual mi padre dijo que no, pues él era un
junior que no trabajaba y no sabía de responsabilidades y yo estaba muy chica,
así seguimos de novios.

Después de un año seis meses sucedió un problema, pues mi madre se tenía


que ir a El Salvador con mi hermana que vivía allá y quería llevarme con ella,
claro que nos íbamos a estar allá cuatro o seis meses, a lo cual yo le dije que no
y comencé a llorar, pues mi papá no estaba muy de acuerdo con mi noviazgo y
no quería que yo siguiera saliendo con mi novio cuando mamá estuviera fuera.
Yo discutí con papá y lloraba como si el mundo se fuese a acabar, entonces mi
novio habló por teléfono y al oírme llorar se vino a mi casa, discutió con mi
papá y lo golpeó; me tomó de la mano, me subió a su camioneta y me robó.
Yo lloraba como loca, fuimos iglesia tras iglesia a que nos casaran y todos los
padres decían lo mismo: que necesitaba la autorización de mis padres, pues
sólo tenía 17 años. Después de todo aquello, mi madre se puso en contacto con
él y ella firmó para que nos casáramos por el civil.

Yo me fui a vivir entonces con su abuela y al mes nos casamos por la iglesia.
Su mamá nunca me quiso, y me quedó claro desde el principio, cuando fui a
escoger mi vestido de novia, que ella tenía que pagar, pues para mi sorpresa
cuando fui a recogerlo no era el que yo había elegido, sino por decisión de mi
suegra, me entregaron otro que habían devuelto y estaba en oferta. Luego, yo
hice mi ramo de flores de rosas blancas y lo guardé en el refrigerador de su

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 309


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

casa, pero al día siguiente cuanto me dieron mi ramo, era de flores elisas, pues
a mi suegra no le había gustado el que había yo hecho e hizo uno a su gusto.
Así que para mí, mi boda no fue tan hermosa como la había soñado pues había
demasiada tensión.

Me fui a mi gran luna de miel a Saltillo, al hotel Camino Real. Nos casamos
el 8 de mayo y al día siguiente en la mañana muy temprano ya estaban dos de
sus mejores amigos tocando para que nos fuéramos al rancho de uno de ellos,
que estaba en la sierra de Arteaga, así que ahí pasamos todo el día atrapados
en el cerro. Al día siguiente era 10 de mayo y él me dijo: “Mi mamá está sola,
vámonos a Monterrey”, y nos regresamos para estar con ella... ¡esa fue mi
grandiosa luna de miel!

Nos fuimos a vivir a la casa de su papá en Santa Catarina, que por ese entonces
estaba en despoblado; yo casi no iba a mi casa pues mi marido no quería que
fuéramos; y ahí empecé a ver una transformación en mi vida ya que él se
encargaba de devaluarme cada vez que podía delante de su familia, pues si yo
quería participar en alguna conversación, él se encargaba de hacerme sentir
mal, volteaba y me decía: “Tú cállate, tú no sabes nada”. De tanto repetírmelo,
me dije: ”Sí, él tiene razón, ellos tienen estudios, carrera, y yo no”, y entonces
yo ya no podía hablar en su casa.

Él era demasiado celoso, tanto, que siempre estaba haciendo bronca con
todo aquel que me volteaba a ver. Poco después me embaracé, pero a los dos
meses perdí a mi bebé; no obstante, al mes siguiente ya estaba nuevamente
embarazada.

Retomando el tema de sus celos: eran insoportables. Me acuerdo cuando una


vez me fui a confesar a una iglesia que estaba cerca de su casa y el padre me
dijo que me confesaba en la sacristía, entonces, él fue a buscarme, no me
encontró, y se puso como loco; cuando llegué a su casa me golpeó y me rasgó
el vestido, yo tenía siete meses de embarazo. Lo que es peor, a mí ya me había
devaluado tanto que, después de pegarme, me pedía perdón y me decía que

310 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

me quería mucho y yo me lo creía. En ese tiempo me sentía tan poca cosa que
pensaba no tener derecho a que alguien me quisiera, pues me había convencido
de que yo no valía nada, así me lo había hecho creer con tantas veces que me
había callado delante de toda su familia.

Desde el principio de nuestro matrimonio él me dominaba, yo no me podía


poner ciertos vestidos, pintarme las uñas, maquillarme; además, no podía salir
a ningún lado. Él empezó a trabajar con su padre; a los dos años se salió y
empezó a trabajar en otras partes pero la verdad es que nunca le enseñaron a
ser responsable y entonces cambiaba de trabajo continuamente. Cuando más
duraba en los trabajos, era cuando salía de viaje de agente viajero pues ahí
creaba su propio mundo y se inventaba una fantasía de lo que realmente no
era. Cuando venía el fin de semana le molestaban los niños, no los soportaba, y
cuando se iba nuevamente de viaje me daba 200 pesos y me decía que era todo
lo que tenía, él se iba con sus viáticos completos y yo me las arreglaba para
pagar todo. Nunca salí a trabajar fuera de mi casa, siempre trabajé haciendo
pasteles y galletas para un salón de belleza, en donde me permitían poner las
charolas para vender. Así es como resolvía la situación económica, y él muy
cómodo, pues sabía perfectamente que yo iba a sacar adelante todo.

Yo me sentía cada vez más devaluada pues él siempre me humillaba y pisoteaba


continuamente, hasta que un día Dios me hizo sentir de nuevo lo que yo
realmente valía y me devolvió el valor; esto lo sentí cuando leí la Bibilia, Isaías
43: “Para rescatarte entrego a Egipto, Etiopía y Sabbat en lugar tuyo porque
tú vales mucho a mis ojos, yo doy a cambio tuyo vidas humanas. Por ti entrego
pueblos enteros, porque te amo y eres importante para mí”.

Cuando yo leí esas palabras me di cuenta realmente de mi condición y


empecé a luchar para que nadie me volviera a pisotear; fue muy difícil pues
desgraciadamente la educación recibida, la religión y el miedo, a veces no te
dejan avanzar. Yo estaba muy enamorada de mi ex esposo en ese entonces,
pero él es una persona muy celosa que siempre estaba imaginando cosas que
no eran, por eso desde el principio empezaron los problemas.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 311


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Cuando tenía nueve años de casada ya no soportaba la situación y traté de


separarme. Fui con un sacerdote, el cual me dijo que mi esposo era una
persona enferma y me preguntó: “¿Tú abandonarías a un hijo enfermo?, no,
¿verdad?, pues tienes que quedarte a cuidar a tu marido”, y así seguí 11 años
más tratando de que las cosas mejoraran. En efecto, él está enfermo, pero
por más que yo quería ayudarlo no se dejaba. Traté de llevarlo con doctores,
psicólogos, padres, terapeutas y a nada quiso ir, siempre decía que yo era la
loca y no él. El problema es que estaba en un pozo del cual no quería salir y
me estaba arrastrando a mí y a mis hijos hacia dentro.

El colmo fue cuando hipotecó mi casa, me dejó deudas por todos lados, pues
ya no trabajaba, así que yo iba a perder mi casa, la cual era una herencia de
mi madre. Entonces fui a hacer una reestructuración al banco, triplicándose
mi deuda, pero puede convertirla en una casa de asistencia y me puse a hacer
comidas para oficinas. Con gran esfuerzo, hacía 40 comidas diarias que mis
hijos llevaban a las oficinas y él sólo se la pasaba sentado, comiendo y viendo
televisión.

Hasta que un día muy determinada le dije: “Si no me das, no me quites” y decidí
terminar mi matrimonio después de muchas dificultades porque él no quería
salirse de la casa, hasta que con fuerza pública lo desalojaron. Me divorcié y
después de un año tuve un problema de una hernia de disco que me tenían que
operar y entonces él nuevamente me convenció de que iba a necesitar ayuda
para atender el negocio y a los muchachos, y que él podía venir a ayudar,
yo le creí y nuevamente volvió. Después de una semana de operada, estuvo
haciendo todo perfectamente, pero después de eso nuevamente volvió a ser
el mismo: me agredía verbalmente, aunque sólo cuando no estaban mis hijos
presentes.

Al pedirle que se fuera de la casa, me dijo: “Pues a ver ahora cómo le haces,
porque yo ahora no me salgo”, y nuevamente tuve que recurrir a la autoridad.
A los dos años de haberme operado, nuevamente los dolores empezaron a ser
insoportables; estuve un año en tratamiento, después el médico me dijo que

312 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

iba a bloquearme y que esto no traería consecuencias. Al ponerme el bloqueo


me perforaron la médula, dejándome todo el lado izquierdo completamente
inmóvil por lo que tuve que permanecer en una silla de ruedas por año y
medio. Al año siguiente, mi casa se quemó y nos quedamos tan sólo con lo que
traíamos puesto.

De todas estas adversidades yo aprendí que todo ha sido para bien, pues con
todo esto que pasó pude darme cuenta cuán unidos están mis hijos conmigo,
cómo maduraron y de la gran cantidad de amistades que tengo, amigos
que estuvieron conmigo, apoyándome mejor que mis propios hermanos.
Mis amistades me ayudaron no sólo para la reconstrucción de mi casa sino
también emocionalmente. Más tarde se casaron mis hijos y me dediqué a
cuidar a mi madre. Al morir ella, yo ya había conocido a esta persona que
me hizo despertar como mujer. Él me hizo ver que tenía que dedicarme a
pensar en mí y entonces fue cuando entré en este diplomado de Tejedoras,
el cual agradezco a la licenciada María Elena Chapa y a la maestra Patricia
Basave Benítez, por haberlo realizado, pues he podido aprender a enfrentar las
situaciones y así a resolver problemas aunque sean dolorosos, asimismo tuve
la gran oportunidad de conocer y convivir con mis compañeras, de quienes he
aprendido muchas cosas.

Quiero añadir sólo este pensamiento: “Aunque no veas la luz, por más oscuro
que se encuentre, ten la certeza de que siempre habrá un nuevo amanecer”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 313


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Requiere tiempo
por Zorzal

Todo tiene su momento oportuno; hay un


tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo.
Eclesiastés 3:I

Cuando me vi ante el predicamento de narrar una historia sobre algunas


experiencias de mi vida, no tenía idea de cómo empezar; cuando era adolescente
solía escribir en cuadernos todo cuanto me acontecía, pero la frustración no
tardó en apoderarse de mí cuando mis escritos fueron descubiertos por mi
madre: “Analiza bien los caminos por donde vas, esto no te llevará a ninguna
parte” —me dijo—, y todos mis cuadernos con mi historia fueron a parar a
la basura.

Hoy, me detuve por unos minutos, los que se convirtieron en horas por las
cuales me introduje en una nave imaginaria para viajar en el tiempo; debo
confesar que no fue fácil, ya que muchos recuerdos estaban guardados en
el archivo muerto de mi memoria por mi propia decisión, y es así como se
quedarán pues ya no influyen en mi avance personal, menos intelectual. Pero
ante este predicamento, repito, voy a hacer referencia a algunas cosas acerca
de mi persona y a tratar de narrar algunos sucesos importantes.

Me gusta tener amigas, por fortuna las tengo y me agrada mucho que ellas me
tomen en cuenta para compartirme inquietudes o estados de ánimo, yo también
encuentro en ellas ese apoyo que necesito cuando de pronto me asaltan los
malos ratos o me invade la prisa por llevar a cabo mis planes a futuro. Soy
feminista de hueso colorado, y además me enfurecen las injusticias en contra
del desvalido. Practico el yoga como forma de mantenerme sana, éste me lleva
a estados de paz interior cuando mi mente, mi cuerpo y mi espíritu están en
comunión, tan necesaria en todo ser humano, entonces logro entrar en esa

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 315


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

armonía (que a veces suele ser invadida por energías negativas) con todo lo
que me rodea.

Transito por la mejor etapa de mi vida. Me considero una mujer alegre, que
ama la vida, que sueña. Siento que la vida me fue llevando a encontrarme
con mujeres similares (a las que también catalogo como almas gemelas), soy
muy franca, espontánea, tal vez eso incomode a más de uno, pero no a mí.
Físicamente soy de piel blanca, un poco (sólo un poco) arrugada, creo que es
porque gesticulo mucho cuando platico, además de las largas horas que me
gusta pasar tomando el sol. Soy bajita de estatura (hablo sólo del físico), tengo
ojos claros (me vienen de familia) y en general me considero una mujer plena
y feliz.

Soy la primera de cinco hermanos, hija de una madre enfermiza y un padre


que siempre estaba ausente aunque estuviera en casa; crecí cuidándome a mí
misma y a mis hermanos sin saber hacerlo (por eso no se llevan muy bien
conmigo, ahora espero que algún día entiendan que yo sólo cumplía con
lo que me encomendaron y que si en algún momento los hice sentir mal,
comprendan que yo era su hermana, no su mamá... y cómo me gustaría no
dejar ese pendiente en mi vida). Había en casa con pocas demostraciones de
amor, por lo tanto, llegué a ser una adolescente independiente (eso puede ser
bueno) pero con pocas herramientas para enfrentar la adultez.

También me divertía jugando con mis vecinos y vecinas, me gustaba patinar y


cada vez que tenia oportunidad (creo que a diario) lo hacía. Más tarde, en mi
adolescencia, ingresé al movimiento Scout de México, en el cual permanecí
como dirigente de los lobatos hasta que me casé. Fueron las grandes
satisfacciones que viví en ese periodo de mi vida y cuantiosas las amistades
que resultaron de esa etapa; a muchos de ellos no los he vuelto a ver, pero
permanecen en mí recuerdos agradables de esa época.

Tenía un buen trabajo, muchos amigos, juventud, ganas de vivir pero, a pesar
de eso, sentía que algo me faltaba. En mi interior, (como toda mujer) soñaba

316 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

con casarme y pensaba que al hacerlo tendría por fin una familia estable, un
lugar al que consideraría mío, que esto me iba a dar un sentido de pertenencia,
pero como siempre fui muy criticada por ser tan independiente, decidida,
franca y por la poca experiencia que tenía a esa edad, pensé que al casarme
sería conveniente cambiar...y así fue, me casé llena de ilusiones. Dejé de
trabajar y me dediqué sólo a mi hogar. Me convertí en una estupenda ama
de casa, aprendí a cocinar y a hornear, además me gustaba mucho y se me
facilitaba, aparte, como no tenía mucho qué hacer pues mi primer bebé llegó
hasta después de dos años de casada, me volví una obsesiva con la limpieza y
me la pasaba limpiando mi pequeño departamento, eso era todo lo que llenaba
mi día.

Al poco tiempo comenzaron mis problemas, los cuales, repito, no quiero


desglosar porque ya no influyen en mí, pero en ese entonces pensaba que todo
estaba en contra mía, que era una víctima del destino, una mujer desvalida. Me
la pasaba sufriendo, vivía con mucho miedo, nunca imaginé que todo eso podía
sucederme a mí, me sentía sola, huérfana de padres, hermanos y amigos...sólo
estaba yo, con mis problemas y mis miedos. Mi sentir y mi actuar eran de una
mujer diferente a la que siempre había sido; me encontraba lejos de recordar
que al casarme había tomado la decisión de cambiar para gustarle a la gente y
según yo, para tener un hogar perfecto.

Trabajé mucho buscando una solución, al principio hablaba de lo que me


pasaba a la primera persona que me prestaba atención, con la esperanza de que
alguien me diera una receta mágica para salir del hoyo en que me encontraba...
De hecho, puse en práctica algunos de esos métodos que me aconsejaron, los
cuales, en primera instancia, parecía que daban resultado, pero después de
un tiempo todo volvía a ser lo mismo. Recurrí a terapias, grupos religiosos,
etcétera, éstos me proporcionaron mucho aprendizaje, pues fue así que
después de muchos años de desilusiones y sufrimientos empecé a sentirme
fuerte, a conocerme a mí misma y a enfrentarme a mi realidad. Esto debía ser
un trabajo de dos, pero como no sentía el apoyo, comencé a formular un plan
de lo que quería realmente para mi vida y para mis hijos.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 317


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Con el tiempo, fui comprendiendo que vivir implica tomar riesgos y decisiones.
Una vez, alguien a quien quiero mucho, después de escuchar mis quejas de
víctima, me dijo: “Sólo en ti está la solución, tú decides; acepta la situación
por la que estás pasando y enfréntala, si no, te daña a ti misma y a los que te
rodean; cambia las condiciones si se pueden cambiar, o vete si es demasiado
el daño o el peligro para todos”. Increíblemente se me abrió un panorama así
que saqué del clóset mi lanza, mi armadura y mi escudo y me lancé a la lucha.
Fue ahí donde decidí que desde ese momento en adelante sería mujer y madre
guerrera, sentía que estaba en deuda con mis hijos y conmigo misma por mi
cobardía de tantos años, por mi pasividad, por haber perdido mi identidad
desde hacía tanto tiempo, por haberlos expuesto a ellos y por olvidarme de mí.
Así, poco a poco, con mucho esfuerzo y dedicación, trabajando primero en mí
misma, recuperándome, entendiéndome para poder entender lo que pasaba a
mi alrededor y poder llegar al punto del porqué actuamos como actuamos; fui
tomando decisiones importantes: elaboré un plan de ataque y decidí llevarlo a
cabo, pasara lo que pasara, y después de algún tiempo pasó algo positivo...todo
empezó a cambiar. Fui adquiriendo más seguridad en mí misma, pude ver con
más claridad las aldabas de esas puertas que yo creía estaban cerradas para mí;
se ampliaron mis horizontes y cambiaron algunas de mis expectativas.

Fui guerrera por mucho tiempo, sin embargo, en estos momentos me he dado
cuenta de que esa batalla ha terminado, que debo bajar mi escudo y mi lanza,
deshacerme de mi armadura y revestirme de una mujer nueva, una mujer que
es capaz de transformar su entorno con sueños al alcance de su mano... “Hay
tantas cosas por hacer todavía”, me dije, “has ganado una batalla, pero aún te
falta luchar por tus propósitos personales”.

Actualmente estoy casada y vivo al lado de mi marido. Soy la orgullosa mamá


de tres hijos maravillosos y la abuela más presumida de su nieto (bueno, ¿qué
abuela no lo es?, pero yo me considero única), al que adoro y que llegó en
un momento muy importante para mí, ya que él retroalimenta mi vida día
a día y me ha enseñado que un niño nos proporciona con sus sonrisas y sus
sentimientos más puros lo que los adultos, muchas de las veces, nos negamos

318 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

egoístamente. Mi hija y yo llevamos una relación hermosa, a ella la considero


mi alma gemela y es uno de los tres regalos que Dios me brindó, haciéndome
sentir grandes y satisfactorias experiencias. Mis dos hijos varones viven en el
hogar paterno, el más grande está por recibirse de su carrera profesional, es
inteligente, formal y muy responsable; el más chico, es un poco alocado aún,
pero muy cariñoso y respetuoso. En fin, que los tres, incluyendo a mi nieto,
son mi más grande tesoro y digo, con esa franqueza que me caracteriza, que
me siento muy orgullosa de ser la mamá de tres seres con tan bellos conceptos
de la vida, que han sabido salir adelante por sus propios méritos y sobre todo
que no olvidan lo que implica la responsabilidad de lo que es formar parte de
una familia. Mis hijos son maravillosos y quiero que sepan cuánto los amo y
los admiro.

Hoy por hoy, mi marido y yo llevamos una buena relación. Como en todas
las parejas, hemos tenido altas y bajas, pero continuamos juntos bajo las
normas del respeto mutuo, al derecho de cada uno como individuo; hemos
aprendido a divertirnos, a reír, a compartir, a luchar por sueños en común, a
disfrutar y amar cada día más a nuestros hijos, a gozar a nuestro nieto con
tranquilidad y a sobrellevar las adversidades que a todos como humanos se
nos van presentando.

Doy gracias a Dios por habernos permitido a mí, a mis hijos y a mi marido,
encontrar las herramientas necesarias con las que trabajamos día a día para
mejorar nuestra vida; para algunos de nosotros fue difícil pero no imposible,
fue más bien un gran logro. No somos una familia perfecta, somos una familia
normal, con el valor y el amor para trabajar cada día por ser mejores.

A pesar de todo lo que batallé para narrar mi historia, por supuesto que no
puedo dejar pasar por alto lo importante que fue para mí tomar el diplomado
Tejedoras de historias; aunque por razones de trabajo no pude ser tan
constante como me hubiera gustado en las sesiones semanales, quiero aclarar
que todas las experiencias que viví fueron muy productivas para continuar

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 319


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

desenvolviéndome sustentada en mi seguridad, en mi empoderamiento, en


mis propias capacidades, sin tomar tan a pecho mis limitaciones.

A través del diplomado me fui dando cuenta de todo lo que había logrado en
el transcurso de mi vida, aún con sus tropiezos no estuve tan errada en mis
determinaciones, ya que hoy siento que con todo lo que obtuve a mi favor,
vivo día a día en paz y en esa armonía que tanto esperé, que mi lucha no
fue en vano y que, por lo tanto —como nos enseñaron en Tejedoras— soy
autora, protagonista y agente de cambio. Por el diplomado, también aprendí
que la crisis crea una oportunidad cuando la sabemos visualizar como tal;
que no existe nadie más que una misma para llevar el liderazgo de esta gran
empresa que es vivir, y comprendí también que el cambio que quiero para el
mundo debe comenzar en mí misma. Reviví momentos difíciles que estaban
tan guardados y, al ir en retrospectiva, eso me ayudó a cerrar ciclos que se me
habían quedado pendientes. Afronté con más serenidad mi responsabilidad
al haber complacido a mi madre, que me anticipaba continuamente: “Juana
Gallo, algún día te van a romper la boca para que aprendas a callarte”...hoy
me causa gracia esa expresión, tanto, que un día me tomé una foto al lado de
la pintura de la verdadera Juana Gallo, no para olvidar, sino para recordarme
con orgullo la que verdaderamente soy.

Mi agradecimiento sincero y admiración a mi maestra Patricia Basave, y a


todas aquéllas que día a día luchan por darle a la mujer el lugar que se merece
como ser humano, la certeza de que también ocupan un lugar en este mundo,
porque su aportación y su existencia son parte importante e imprescindible
(digan lo que digan muchos machos) para la evolución correcta de la formación
familiar a futuro y de la sociedad misma.

También quiero agregar que, gracias al diplomado, encontré nuevas amigas


(más almas gemelas) con las que comparto momentos muy gratos y deseo
decirles a todas mis compañeras que las admiro por su valentía, dedicación y
empeño para llegar al final de este curso maravilloso, así como su entusiasmo
para querer llevar a cabo nuevos planes en sus vidas.

320 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Doy gracias también a mi familia por ser mi familia, sé que existe mucho amor
entre todos nosotros, no lo decimos muy seguido pero lo demostramos en
cada obra, en la solidaridad que demostramos cuando algún miembro está en
problemas, en el respeto que nos tenemos y en la aceptación.

En cuanto a mí, siento que aún me queda mucho por hacer, me considero muy
activa (dicen mis hijos que “preocupona”, yo digo que muy efusiva e intensa
para hablar y expresar lo que estoy sintiendo en ese momento). Me gusta
mucho aprender, también trabajar por la equidad, porque este mundo sea
mejor cada día; soy de la idea de que estar en este mundo no significa que
sea del todo mío y que puedo hacer lo que quiera con él, así que lucho día
a día por aportar lo que está a mi alcance para al menos dejarlo, en lo que
a mí concierne, un poco mejor...(qué bueno sería que todos los adultos en
la actualidad consideráramos que con nuestro granito de arena podríamos
formar nuevos y cristalinos océanos para dejarlos limpios a los que vienen
tras nosotros).

Hoy dirijo una asociación de beneficencia privada, en la cual deseo permanecer


por mucho tiempo más trabajando, para seguir brindando apoyo a nuestros
hermanos más desprotegidos. Estudio fotografía por el gusto de fotografiar
todo lo que sale a mi encuentro; además pienso que es muy importante la
reacción que provoca en los demás las imágenes que proyecto a través de una
foto. Tengo planes a futuro con este proyecto, el cual espero me llene aún más
de satisfacciones personales porque, como dice la fotógrafa Roser Villalonga:
“Si alguna de estas fotografías consigue que paréis el reloj, si logra sugerir
un recuerdo o un sentimiento o dar un salto en el tiempo, el mérito será de
quienes tuvieron el valor y la generosidad de aguantar ante sí a una persona
enganchada a un objetivo, con la intención de congelar instantes y perpetuar
situaciones a veces no siempre agradables”.

Espero ver crecer a la familia, ver a mis hijos casados, conocer a todos los
nietos y verlos crecer, amarlos, gozarlos y dejar en ellos el mucho o poco
conocimiento que he adquirido durante el tiempo que Dios me ha concedido

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 321


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

vivir. Por último, me gustaría citar un verso que leí en alguna ocasión y me
encantó:

“Cada día que vivo me convenzo más de que el desperdicio de la vida está en
el amor que no damos, en las fuerzas que no usamos, en la prudencia egoísta
que nada arriesga y que, esquivándose del sufrimiento, hace perder también
la felicidad”.

322 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Rompiendo mis ataduras


por Margarita

Iniciar este diplomado de Tejedoras fue como ir a una cita a ciegas, me


invitaron a participar y sin saber de qué se trataba, acepté, pero debo decir
que desde el primer momento, al conocer a mis compañeras y escuchar una
breve semblanza de sus vidas, me sentí inmediatamente identificada con ellas
y dispuesta a seguir adelante y poco a poco fui perdiendo el temor al compartir
nuestras experiencias. Claro que no fue fácil sumergirse en el pasado, traer a
mi mente momentos dolorosos que creía olvidados, pero que estaban ahí a
sólo un paso, o recuerdos felices que alguna vez disfruté y no valoré, todo va
fluyendo ante mí como burbujas en el aire que quisiera atrapar para siempre,
fue hermoso y triste a la vez volver a vivir estos momentos.

Después de haber participado en este diplomado he experimentado un gran


cambio en mi manera de pensar y de actuar, el haber escuchado y compartido
temas tan profundos como el perdón, la reconciliación, la muerte, la
espiritualidad, etcétera. Y vivir dinámicas tan fuertes que te sacuden, que te
llevan a buscar en tu interior tu otro yo; sacarlo a flote, conocerlo y escucharlo
no es fácil, es un proceso largo y doloroso, pero estamos en el camino.

Comienzo la historia hablando de mi primera infancia, no tengo muy claros


recuerdos, soy la quinta de seis hermanos, cinco mujeres y un varón; pasé
esa etapa conviviendo con ellos entre juegos, estudios y pleitos normales sin
importancia. Vivíamos en el centro de Monterrey en una casa muy grande
y vieja, nada lujosa, pero cómoda con un patio y traspatio muy grandes con
muchos árboles frutales, por lo que era el punto de reunión de todos los niños
del barrio para nuestros juegos infantiles. Nos divertíamos mucho, siempre al
cuidado de mi madre y la estricta vigilancia de mi abuela paterna con la que
vivimos.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 323


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

No sé si fui una niña muy sensible, porque si alguien me levantaba la voz


yo ya estaba hecha un mar de lágrimas, y si me llegaba a caer o golpear en
mis juegos infantiles simplemente me desmayaba. Dice mi mamá que le daba
¡cada susto!, hasta que el doctor le dijo que me diera una nalgada cuando me
pasara eso, para que reaccionara y sí, ciertamente ésa fue la solución, pronto
se me quitó lo chiflada. Recuerdo que el primer conflicto que enfrenté fue al
poco tiempo de entrar al colegio, ya que comenzó la preparación para hacer la
primera comunión; la hacíamos a los seis años en el mes de mayo en la fiesta
de la Virgen de María Auxiliadora, patrona del colegio, y para esto, todos los
viernes nos llevaban a la capilla a escuchar la misa que ahí se celebraba.

Uno de esos días en mi inocencia, porque todavía no comprendía muchas cosas


sobre religión, me formé en la fila de las niñas que iban a recibir la comunión, y
cuando se dieron cuenta las monjitas se escandalizaron y me dijeron que había
cometido un sacrilegio porque yo todavía no me había confesado (¿qué graves
pecados podía haber tenido a esa edad?). Pero ese horrible “pecado” lo llevé
por muchos, muchos años dentro de mí, me hacía sentir indigna ante Dios y
ante mis compañeras, de veras fue un pesado lastre en los primeros años de
mi vida, y tardé muchísimo tiempo en superarlo. En esa época, a principios de
los años cincuenta, la educación era muy estricta, todo era pecado y vivía una
atemorizada, pero aún así, tengo buenos recuerdos de mi vida escolar, aunque
debo reconocer que no fui una niña muy aplicada como mis hermanas que
salían con todas las medallas y reconocimientos, yo me conformaba sólo con
pasar todas las materias, porque nunca reprobé ninguna, pero no me esforzaba
por sobresalir. Si al final del año yo recibía dos medallas ya era mucho y si mis
diplomas eran de los más pequeños, los rompía antes de llegar a la casa, así no
había comparaciones; no obstante, también reconozco que la enseñanza, los
valores y principios que me impartieron fueron muy importantes en mi vida.
Después, al ir creciendo y viendo la realidad de las cosas, vas comprendiendo
en dónde está el bien y el mal y que no todo es negro o blanco, pues la vida
está llena de matices.

324 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Mi papá era muy bueno pero muy estricto, jamás nos maltrató pero tampoco
era muy cariñoso, era serio, no le gustaban las demostraciones de amor, era
muy trabajador, no tenía vicios, en la casa nunca lo escuchamos decir una mala
palabra y todos lo teníamos prohibido. Mi abuela, que era maestra, lo educó de
una manera muy estricta también, al quedarse viuda muy joven, mi papá tenía
cinco años cuando mi abuelo se fue a la revolución y no regresó, mi abuela se
quedó sola con dos hijos, mi papá y una hermanita que también murió muy
joven de un tumor en la cabeza. Creo que estos dos hechos hicieron que su
carácter fuera muy duro y a pesar de que vivimos siempre con ella, nunca nos
demostró su cariño, era muy celosa y posesiva con mi papá y por lo mismo,
hizo sufrir a mi mamá por muchos años. Mi papá, como único hijo, nunca la
quiso dejar sola, hasta que a sus 85 años murió después de haber perdido sus
facultades mentales. De hecho, yo fui la encargada de atenderla y cuidarla
hasta sus últimos días, desgraciadamente nunca la disfrutamos, como abuela
no nos dio esa oportunidad, sólo con mi hermano fue diferente, a él sí le
demostraba su cariño.

Mi papá trabajó 42 años en Fundidora hasta que lo jubilaron, él entró muy


joven como intérprete, hablaba muy bien el inglés, estuvo como empleado de
confianza en diferentes áreas y también daba clases de inglés a los empleados
en la escuela nocturna que había adentro de la Fundidora. Mis hermanos y
yo tenemos muy gratos recuerdos de ese lugar porque mi papá acostumbraba
llevarnos algunas veces con él y mientras daba las clases, nosotros jugábamos
en los jardines y también alguna vez vimos el vaciado del acero, y al escuchar
todos los días el silbato que marcaba los diferentes turnos, ya sabíamos que
un momento después llegaría mi papá a la casa pues vivíamos muy cerca.
Recientemente fuimos a visitar el Museo del Acero y nos sentimos muy
emocionadas, casi hasta las lágrimas, y nos dio muchísimo gusto que se
hayan aprovechado esos espacios para crear ese hermoso parque y que tanta
gente pueda disfrutar del deporte, la cultura, el arte, la diversión; es una bella
obra y para nosotros que nacimos ahí, en la maternidad de la Fundidora, es
doblemente emotivo.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 325


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Mi papá era un hombre muy sencillo, y a pesar de que vivíamos bien, era muy
cuidadoso con su dinero, siempre estaba pensando en el futuro, en su vejez,
y gracias a eso se pudieron solventar los gastos de su larga enfermedad, el
Alzheimer que sufrió durante cinco años, de los cuales, fue la persona más
cuidada por mi mamá, dos enfermeras y nosotros sus hijos que nos turnábamos
para cuidarlo y aprovechando que era como un bebé, pudimos demostrarle
entonces todo nuestro cariño sin que nos rechazara; pero fue muy triste verlo
consumirse poco a poco, después de haber sido un hombre tan sano y fuerte
que jamás pisó un hospital.

A él lo que más le gustaba era viajar, recuerdo que desde niños una o dos veces
al año nos llevaba de viaje, nos subía a todos al carro y nos íbamos a recorrer
diferentes lugares de la República, en plan económico y entre pleitos y regaños,
todos amontonados, pero felices, conocimos muchos estados. Reconozco que a
pesar de que nos dio una buena educación en buenos colegios, era de la idea muy
conservadora de que las mujeres no necesitaban una carrera profesional para
defenderse, sólo estudiamos el secretariado para poder trabajar y si queríamos
estudiar una carrera, debíamos pagarla nosotras mismas. Sólo mi hermana la
menor estudió para maestra y después hizo la licenciatura estando ya casada;
mis otras hermanas comenzaron a trabajar muy jóvenes, saliendo del colegio,
a excepción de mi hermana mayor que se casó el día que cumplió los 15 años,
totalmente enamorada de un hombre 11 años mayor que ella, que vivía frente
a nuestra casa y la fue conquistando con cartitas y poemas, todo un romance
de telenovela, y después de 25 años de casados, siete hijos y nietos, un buen
día él se fue y no volvió y mi hermana tuvo que enfrentar sola sus problemas
y sacó adelante a sus hijos formando una bonita familia con muchos nietos y
bisnietos. No fue fácil para ella, sufrió mucho, yo la admiro por su fortaleza.
Mi hermano también está divorciado desde hace varios años y no siempre
fue un “angelito”, tiene una relación muy estrecha con sus hijos, los apoya en
todo y aún después de haber pasado por situaciones difíciles, han logrado salir
adelante. Mi reconocimiento para mi cuñada, una gran mujer que se empeñó
en hacer de ellos unos jóvenes muy preparados e independientes, pues para
nosotros, que la queremos mucho, sigue siendo parte de la familia. Igualmente

326 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

cada una de mis hermanas formaron su propia familia, la mayoría con hijos
profesionistas, muy responsables y que a su vez están creando una nueva
generación. Es increíble cómo va dando frutos nuestro árbol genealógico, con
una gran diversidad de caracteres, actualmente somos más de 80 y como decía
mi mamá: “Todo por decirle que sí a tu papá”.

En mi caso cuando salí del colegio, mi papá decidió que yo me quedaría en la casa
para ayudarle a él en sus negocios de compra-venta de terrenos, cosa que hacía
aparte de su trabajo, también ayudaría a mi mamá en el cuidado de la casa. Así
pasé varios años, pero yo estaba ansiosa de aprender tantas cosas, soñaba con
ser pianista, bailarina, deportista, todo lo que se me ocurría y estudié piano,
guitarra, danza, cocina, inglés, corte, y toda clase de manualidades, no todo al
mismo tiempo, claro. Lo malo es que nada lo terminaba y al rato me aburría e
inventaba otra cosa. Fui muy inconstante, muy inquieta hasta que uno de mis
cuñados, periodista, me ofreció trabajar en un periódico de la localidad como
cronista de sociales y yo acepté porque siempre me ha gustado escribir y ahí
me enseñaron redacción. Antes no exigían la carrera de comunicación, sólo
que supieras escribir a máquina, eso era suficiente.

Esto me sirvió mucho para cambiar mi carácter, porque tenía que tratar con
mucha gente al cubrir los diferentes eventos sociales, estuve ahí tres años y
medio y después varios meses en una radiodifusora redactando los noticieros.
En mi adolescencia yo no era muy sociable, sino más bien temerosa, me movía
en un círculo muy estrecho de amistades, sólo las amigas del barrio en donde
vivíamos, además a mí no me gustaba salir a la plaza o a otros paseos que
se acostumbraban entonces. Yo prefería irme al rancho, en donde pasábamos
largas temporadas, me gustaba montar a caballo, andar en bicicleta, nadar,
patinar, me gustaban todos los deportes y los disfrutaba, todavía conservo
cicatrices de mis caídas, tengo hermosos recuerdos de esos tiempos, y aunque
todos los primos vivían fuera, convivíamos mucho con mis primas que vivían
en McAllen, ahí me pasaba mucho tiempo con ellas y nos queremos mucho.
Así pasé mi infancia, mi adolescencia y parte de mi juventud con mis hermanos
que, aunque hayamos tenido desacuerdos pasajeros, como en toda familia

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 327


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

numerosa, al irnos casando unos y otros nos respetamos más y nos queremos
y llevamos muy bien, sólo una de mis hermanas creció llena de complejos
que la afectaron emocionalmente, se distanció de nosotros hace cuatro años y
desde que mi madre cayó en cama, se desligó completamente del compromiso
de cuidarla y apoyarla económicamente, como lo hicimos todos, con muchos
sacrificios, y ella que está en un nivel económico muy superior no quiso saber
nada, ni siquiera asistió al funeral, creo que su conciencia no se lo permitió.
Inconscientemente he estado postergando el momento de hablar de mi madre,
porque hoy que estoy comenzando a escribir esta historia, cumple 11 días de
haberse ido de nuestro lado y tengo grabado en mi mente el doloroso momento
de su partida, que aunque tuvo una muerte tranquila y rodeada de casi todos
sus hijos y nietos, fue una experiencia muy fuerte, muy triste para todos, a
pesar de que sabíamos que estaba sufriendo mucho por su larga enfermedad
y por sus 94 años de edad, dentro de nuestro egoísmo no queríamos que nos
dejara. De hecho, ya estábamos acostumbrados a cuidarla entre todos desde
que mi papá murió, hace más de 15 años. Yo tenía más de tres años de pasarme
todos los fines de semana con ella y ahora la extraño mucho; vi morir a mi
abuela, vi morir a mi padre, pero en esta ocasión fue mucho más doloroso,
y aunque la atendimos y cuidamos siempre, siento que podía haberle dado
más de mi tiempo, haberle demostrado más mi cariño, mi agradecimiento,
desgraciadamente siempre valoramos más a las personas cuando ya no las
tenemos.

Mi madre nació y creció en el barrio de La Purísima; mi abuelo era comerciante,


tenía un negocio de artículos de piel, lo recuerdo con su pelo completamente
blanco como un cepillito, muy pulcro, muy formal, serio pero muy educado
en su trato; mi abuelita era muy amable y cariñosa y aunque los visitábamos
seguido, no tengo recuerdos extraordinarios de nuestra convivencia, en esos
tiempos era de mucho respeto, no como ahora que yo disfruto y juego con mis
nietos como si fuera uno de ellos, los amo y se los demuestro. De mi madre,
ella y sus hermanas tocaban muy bonito el piano, nos encantaba escucharlas,
por eso heredamos de ella el gusto por la música clásica, la poesía y la lectura.
Nosotros desde niños nos pasábamos el tiempo declamando y hasta la fecha,

328 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

cuando nos reunimos todos, nos ponemos a recordar todos los poemas que
aprendimos y a la mayoría de la familia nos da por escribirlos, al igual que
algunos de los nietos y lo hacen muy bien, y como dice el refrán “de poetas y
locos, todos tenemos un poco”. Aquí sí es válido y muy divertido pues varias
de mis sobrinas también tocan el piano y lo hacían con mi mamá a cuatro
manos, hasta que ella comenzó a perder la vista y el pulso, pues tenía mal de
Parkinson.

Mi mamá y mi papá se conocieron en la Iglesia de La Purísima, más


adelante se hicieron novios, hasta que se casaron, y aunque ella tenía otras
costumbres y era orgullosa, se amoldó a una vida más sencilla con mi papá,
con comodidades pero sin lujos; aguantó desde un principio el mal carácter
de mi abuela y a nosotros nos atendió y educó con mucha dedicación. No fue
fácil para ella, yo recuerdo que terminaba el día completamente agotada y más
cuando estábamos todos estudiando y tenía que preparar uniformes, zapatos,
libros, por las noches antes de dormir, y cuando regresábamos del colegio, que
antes íbamos todo el día, ya nos estaba esperando con la cena preparada. Nos
recibían los ricos aromas desde la cocina en donde estaba haciendo las tortillas
de harina o cualquier otro alimento sencillo pero delicioso, esos momentos los
tengo muy grabados en mi mente, era muy pesada su tarea, con seis hijos que
atender, un marido y una suegra que no la aceptaba por celos, ¡mis respetos!,
yo sólo con dos hijos me doy cuenta de lo que cuesta criarlos y educarlos, pero
hasta que una lo vive, lo valora.

Recuerdo que yo fui de las más traviesas y mi mamá decía que así era ella,
pero cuando la hacíamos enojar de verdad y nos quería dar un pellizco o
nalgada o de plano agarraba el cinto, corríamos a subirnos a los árboles y así
nos escapábamos del castigo. Realmente nunca nos golpearon y a veces sí se
ameritaba, recuerdo que me gustaba hacer llorar a mi hermana menor, porque
estaba muy chiflada con mi mamá y yo por llamar la atención, por celos creo,
me desquitaba maltratando sus muñecas que ella cuidaba tanto. Acepto que
fui tremenda, lo bueno es que mi hermana me perdonaba, como somos las más
chicas, estamos muy unidas. Pero en algún tiempo en mi interior yo me sentía

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 329


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

menos, llegué a pensar si no sería adoptada (claro que no, porque todos nos
parecemos y después de cuatro hijos era imposible) pero yo le cuestionaba a mi
mamá que porque todas tenían fotos de estudio del año de vida y de la Primera
Comunión y yo no, todos estaban en el Seguro Social, menos yo, se olvidaron
de mí, eso me hacía pensar que no me querían, porque no me habían tomado
en cuenta, ¿está raro, no? y hasta la fecha no me gusta que me tomen fotos.
Muchas veces las he destruido, aparte que no soy fotogénica... claro, no puedo
salir mejor de lo que estoy, o no me acepto como soy; pero sí, en mi adolescencia
me sentía la más fea, la más gorda, con mis eternos complejos de inferioridad,
y creo que por eso me la pasaba dándole la contra a todo mundo, para sentirme
importante y llamar la atención. Y como en ese tiempo yo era la única que
no trabajaba y aunque mi papá me daba para mis gastos, no podía andar bien
vestida como mis hermanas que podían comprarse lo que querían y eso me
hacía sentirme menos, porque tenía que andar pidiéndoles cosas prestadas.
Una de mis hermanas cuando se enojaba conmigo me decía que yo era la
sirvienta, no podía ponerme nada de ella porque se hacía un escándalo y, claro,
mamá la defendía a ella y yo buscaba la manera de vengarme escondiéndole
sus cosas, así nos pasamos varios años hasta que ella se casó y todo cambió,
el resentimiento se volvió respeto. Ahora pienso que le di muchos dolores de
cabeza a mi mamá, por mi rebeldía en esa edad difícil.

Pero no escarmentaba, me gustaba meterme en problemas. Recuerdo otra


ocasión, años después, que por mi rebeldía perdí mi trabajo en el periódico
donde laboraba, cuando nos pusieron un uniforme que a la mayoría no nos
gustaba, las dos trabajadoras sociales, otras dos compañeras y yo nos pusimos
a levantar firmas entre las compañeras en contra de esa orden y claro que no
nos valió. Primero nos hicieron pagarlo completo, porque la empresa pagaba
sólo la mitad, y como no lo usamos nos despidieron a las cinco, ése fue el
precio que pagué; y todavía a mi cuñado le quedaron ganas de recomendarme
para trabajar en la radiodifusora. Pero claro tan pronto como se enteraron
en el periódico que yo estaba trabajando ahí, les hablaron para informarles
lo que había pasado y se repitió la historia, me despidieron. Ya tenía fama
de “contreras”, ése fue mi último trabajo en esa época de mi juventud, ya no

330 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

lo intenté de nuevo y como teníamos poco tiempo de habernos ido a vivir a


otro municipio en donde mi papá tenía algunas propiedades, ahí comenzó la
segunda parte de esta historia, en donde conocí la felicidad y el más profundo
desengaño.

Yo tenía 19 años cuando llegamos a este municipio en donde actualmente


vivo, conocíamos a mucha gente porque teníamos el rancho ahí cerca y como
a mí me gustaba más el campo que la ciudad, yo me sentía feliz de estar ahí.
Mi mamá fue la que nunca se acostumbró y eso que teníamos una casa más
grande y moderna que la anterior, pero para ella nunca dejó de ser un pueblo,
ella prefería la ciudad; sin embargo, mi papá estaba feliz, él tenía muchos
amigos ahí, todo mundo lo conocía y como ya estaba jubilado, se levantaba
muy temprano, se subía a su Jeep y se iba a recorrer el campo. Él nunca dejó
de ser un hombre muy sencillo que no le importaba dormir en el suelo, en una
cobija si era necesario, o comer con sus trabajadores en el monte y así era su
vida, ayudaba a la gente y la gente confiaba en él; en aquel tiempo muchos
tratos se hacían de palabra y para nosotros su palabra vale más que un papel.
Ahí en ese pueblo, que ahora es ciudad, comenzó a transcurrir la segunda
etapa de mi vida, integrándome a la sociedad, muy cerrada por cierto y
aunque ya conocíamos a algunas familias, no dejábamos de ser “las nuevas”.
Mis hermanas mayores ya estaban casadas, sólo mi hermano, mi hermana
menor y yo estábamos solteros y pronto nos acoplamos a nuestra nueva vida.
Yo me hice de varias amigas y con el tiempo formamos un grupo numeroso de
jóvenes que organizábamos las kermesses de las fiestas parroquiales, obras de
teatro en donde participábamos todos, bailes, diferentes eventos para recaudar
fondos y hacer obras sociales, desde entonces me gustó mucho la labor social
y hasta la fecha pertenezco a diferentes grupos de este tipo.

Así conocí a mi marido, que era hermano de una de mis amigas, además mi
papá conocía muy bien a su familia ya que eran contratistas y los apreciaba
mucho. Así pasó algún tiempo, sólo nos veíamos de lejos, se veía tan serio,
tan formal, tan pulcro, que me llamó la atención y poco a poco comenzamos a
tratarnos, nos encontrábamos en las fiestas del pueblo, me invitaba a bailar, y

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 331


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

con todo el temor que me inspiraba mi hermano que nunca me había dejado
tener novio a mis 20 años, todavía nos cuidaba como si tuviéramos 15. Él
siempre nos acompañaba a los bailes y se paraba atrás de nosotras, alto y
fornido como es, pues nadie se animaba a invitarnos o de plano tenían que
hablar con él primero, pero yo me aventé y acepté bailar la primera vez que
me invitó. Después nos hicimos novios a escondidas porque yo sabía que mi
hermano no lo iba a aceptar, ni daría el visto bueno para que lo aceptaran
también mis papás. Pero claro, en un pueblo tan pequeño y tan comunicativo
como era entonces, como a los tres meses me descubrió y ardió Troya, me
dijo que qué pensaba, que si estaba loca, qué futuro podía tener, etcétera, pero
mi papá me defendió y mi mamá y mi hermano tuvieron que aceptar nuestra
relación. Mi hermano dejó de hablarme, mi mamá nunca lo quiso conocer
hasta después que fue a pedirme para casarnos, tres años después, decía que
se le revolvía el estómago con sólo verlo, de coraje yo creo, porque tan feo
no era. Y así pasé mi noviazgo entre regaños y malas caras, pero a mí no
me importaba, yo estaba enamorada y era feliz y por más obstáculos que me
pusieron y cosas que me ofrecieron, como un viaje a Europa por casi un mes,
con la intención de que lo olvidara, yo seguía firme.

Me fui con ellos a Europa, lo disfruté y regresé a continuar con mi relación,


y poco tiempo después comenzamos a hacer planes para casarnos, a comprar
poco a poco todo lo necesario para nuestro hogar. Decidimos no hacer fiesta,
sólo el civil y la ceremonia religiosa, preferimos guardar ese dinero para
nuestra luna de miel, y así lo hicimos, y al final de cuentas tuvimos dos festejos,
no uno. Mi mamá preparó una comida para la familia de nosotros en la casa y
mi suegra otra en su casa para su familia; convivimos con las dos familias por
separado, ¿qué originales, no? Increíble, pero así se dieron las cosas, tuve que
enfrentar muchos problemas para realizar mi sueño, y al final no sé si valió la
pena, por eso me dolió tanto su traición.

Los primeros años de mi vida de casada fueron felices, si algo bueno tiene
mi marido es que es muy trabajador y nunca nos faltó nada y con el tiempo
cambió de trabajo y fue mejorando poco a poco. Yo me embaracé pronto,

332 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

antes del año nació nuestro primer hijo, las relaciones con mi familia fueron
cambiando y tengo que decir que mi marido se ganó el cariño de mi madre,
después era con nosotros con quien salía de viaje y se paseaba, convivíamos
mucho y lo trataba muy bien, y a pesar de nuestros problemas nunca dejó de
hacerlo, se apreciaban y se respetaban mutuamente. A los dos años mi papá
nos construyó una casa dentro del terreno de la suya que era muy grande,
nos comunicábamos por los patios, al igual que mi hermano construyó la
suya al casarse, así es que mis hijos y los de mi hermano nacieron y crecieron
ahí, conviviendo con sus abuelitos, y fueron años felices. Al año y medio nació
mi segundo hijo, y ya no pude tener más, pues sufrí tres abortos después por
diferentes problemas y ya no me pude volver a embarazar. Yo me dediqué a
mis hijos por completo, mi esposo nunca se involucró en su educación, sólo se
dedicaba a trabajar, aparentemente nunca tuvo tiempo de jugar con ellos, ni de
regañarlos al menos cuando se portaban mal, toda la tarea fue mía y muchas
veces le pedí que conviviera más con ellos, sobre todo porque son hombres y a
él le correspondía estar más cerca de ellos. Pero así es su carácter y nunca fue
cariñoso, él sólo pensaba en las mujeres, según me enteré muy pronto.

Así se acabó el encanto de mi matrimonio, mis hijos tendrían 10 ó 12 años,


cuando un alma ‘caritativa’ (siempre hay alguna en estos pueblos) me habla
por teléfono para decirme que mi marido tiene una mujer en tal parte, que la
visita casi todos los días; no obstante yo, inocente de mí, todavía lo dudaba,
nunca sospeché nada porque era muy raro que llegara tarde y los fines de
semana siempre salíamos juntos, o salíamos en parejas con mis hermanas y
mis cuñados; nunca fue aburrida ni rutinaria nuestra relación, él me enseñó
a ser mujer y disfrutábamos juntos, de hecho él fue mi primer y único novio,
por eso no me cabía en la mente que necesitara otra mujer en su vida, pero
desgraciadamente resultó cierto.

Por el momento no le dije nada de las llamadas, mi intención era pescarlo en la


movida, o mejor dicho, con la “movida”; esperé el momento oportuno fingiendo
ignorancia aunque por dentro me moría del coraje, pues me siguieron llamando
y ya no era una sino dos, las que hablaban, por lo visto se lo estaban peleando,

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 333


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

o era muy bueno en la cama o suelto en el bolsillo, yo creo que ambas cosas
porque al final lo dejaron en la calle. Así pasaron algunos días hasta que una
noche, triste noche que llevo grabada en mi memoria aún después de tantos
años, me llaman y me dicen: “Hola, si quieres ver a tu marido con la otra,
están ahorita en tal restaurante, cenando juntos”— eran como las 9 de la
noche, estaba lloviendo fuerte, pero no lo pensé mucho—, me dije: “Ahora es la
oportunidad que estaba esperando”, y aunque con la preocupación de dejar por
un rato solos a mis hijos, a pesar de que ya no eran unos bebés nunca lo hacía,
los dejé ya acostados viendo la televisión, sabiendo que puesto que llovía no
se podían salir; sólo les dije que iba a traer un mandado a la farmacia, que no
me tardaba. Me subí a la camioneta y temiendo encontrarme con la realidad y
con la esperanza de que fuera una mentira, me fui directamente al mencionado
restaurante, estuve pensando qué hacer, no me podía esperar mucho tiempo,
así es que me armé de valor, me bajé y me asomé primero por las ventanas a
ver si los veía (si alguien me vio pensó de seguro que estaba loca), y sí, justo
ahí estaban sentados, frente a una ventana, respiré profundo, entré y me les
planté enfrente (lógicamente que se quedaron pasmados). No levanté la voz,
no hice ningún escándalo, cualquiera pensaría que estaba saludando a unos
amigos, me dirigí a mi marido, a ella la ignoré, y le dije que me entregara las
llaves de la casa porque no quería volver a verlo y ahí no iba a volver a entrar,
me dijo que no, que teníamos que hablar, le dije que no había nada qué decir,
con lo que vi fue suficiente. Me di la vuelta y me salí, se salió atrás de mí y
ya afuera le repetí lo mismo, no había nada que hablar, no quise escuchar sus
mentiras, me entregó las llaves y me regresé a la casa.

No supe ni cómo llegué entre el llanto y la desesperación que sentía, me


preguntaba por qué, en qué había fallado, desde cuando me engañaba, tal vez
desde que nos casamos o desde antes, no sé, sólo sé que en ese momento me
sentí destruida, humillada, sin valor. Llegó atrás de mí, no lo dejé entrar, le dije
que al día siguiente le mandaría sus cosas a casa de sus papás, y sintiéndolo por
mis suegros porque yo los apreciaba mucho, pues siempre nos llevamos muy
bien y si a alguien querían era a mis hijos y a mí. Yo sabía que les iba a doler
esta separación tanto como a mí, pero por el momento no había otra solución.

334 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Así pasaron tres meses, él buscándome, pidiéndome perdón, jurándome que


no iba a volver a pasar, me mandaba flores, mensajes con los niños, ellos sí lo
veían casi a diario porque acostumbraban jugar siempre con los primos que
vivían junto a mis suegros, y yo no podía quitarles de pronto ese derecho, ya
tenían edad de comprender a medias el problema, nunca nos cuestionaron,
pero sé que desde entonces a ellos les afectó esta situación.

Pasado ese tiempo y pensando realmente que había cambiado y dejado a esa
persona, como me lo juró hasta el cansancio, lo acepté de nuevo en la casa, de
hecho, mucha gente ni se enteró de que estuvimos separados porque el muy
listo dejaba todas las noches el carro en el portón de atrás de la casa, para
que cualquiera pensara que ahí vivía, y se iba a dormir a casa de sus papás
que estaba a cuatro cuadras de la nuestra. Aparentemente todo volvió a la
normalidad, aunque yo ya le había perdido la confianza, así pasaron dos o tres
años, pero bien dicen que el que cae una vez vuelve a caer, y así fue, pero esta
vez con una jovencita de 17 años que ya tenía su historia, una fama de hacer
de todo menos perder su “virginidad”, pero con ésta sí que le pegó duro, pues
ya no le importó nada, al grado de tener problemas con la ley porque ella
era menor de edad. Luego algún arreglo tuvo con la mamá porque después
de denunciarlo, lo perdonó, y él siguió con ella como si nada. Como siempre,
tuvo que pasar mucho tiempo para que yo me enterara, hasta que ella misma
comenzó a llamarme por teléfono, a decirme que lo dejara, que se iba a casar
con ella, creo que en mi interior yo me lo esperaba, o tal vez ya no lo quería
como antes y eso me hizo enfrentar las cosas con más frialdad.

Le pedía que se fuera de la casa, nunca lo quiso hacer, me juraba que ya la había
dejado pero no era cierto, ella llamaba todos los días, y si no le contestaba venía
y se paraba enfrente de la casa para buscarlo, así pasó el tiempo, ella se casó
y tuvo una hija, se fue a vivir al extranjero, pero un mal día regresó, dejó al
marido y volvió a buscar al mío y otra vez a lo mismo, llamadas todos los días,
me decía que lo dejara, que si lo tenía embrujado, yo le contestaba que ojalá y
se fuera con ella, que yo lo corría todos los días y no se quería ir. Yo ya estaba
cansada de aguantar pues ya no se ocultaban, se paseaban juntos por todas

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 335


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

partes, éramos la comidilla del pueblo. Por fin me harté y hasta ahí aguantó la
poca dignidad que me quedaba, y como él nunca quiso irse de la casa por más
que lo corría, quería que yo aceptara esta situación tranquilamente, me decía
que él no pensaba dejarme nunca ni a sus hijos, o sea, quería tener esposa y
amante, quería todo, ¡qué cómodo!, ¿no? Y fue entonces que tomé la decisión
más importante de mi vida y que al final no fue la más acertada, porque mis
problemas en lugar de disminuir, aumentaron.

Anteriormente mencioné que la casa que teníamos me la regaló mi padre, así


es que tomé la decisión (mala decisión, después lo comprendí) de venderla e
irnos mis hijos y yo a vivir a Monterrey, hablé con ellos, ya eran unos jóvenes
y comprendían perfectamente el problema, ellos lo vivieron una y otra vez
y sin duda les afectó mucho, al grado de que abandonaron sus estudios
después de haber tenido primeros lugares. Yo que soñaba con tener dos hijos
profesionistas, pero desgraciadamente comenzaron a tener cambios en su
conducta, hubo un tiempo en que andaban en malas compañías y se metían
en problemas, yo tenía miedo de que si seguíamos viviendo en medio de esta
desintegración iba a ser peor para todos, así es que estuvieron de acuerdo y lo
hicimos, nos fuimos y lo dejamos sentado en la calle.

Él tenía la casita que le dejaron sus papás, que para entonces ya habían muerto,
y ahí se fue a vivir solo; en esa época teníamos una tienda de abarrotes que
atendía mi marido y uno de mis hijos, el otro tenía su trabajo ahí mismo, por
lo que tenían que seguir viniendo todos los días. No aguantaron mucho, no se
acostumbraron a vivir en otra parte, aquí nacieron, aquí tenían a sus amigos,
su trabajo y comenzaron a quedarse, a veces en casa de mi hermano o en casa
de su papá y como en ese tiempo murió mi papá y mi mamá no se podía quedar
sola, yo me fui a cuidarla y viví con ella más de dos años. Fue un tiempo muy
difícil para mí, los fines de semana tenía que ir a limpiar mi casa, después ir a
ver a mis hijos y arreglarles la casa, lavarles la ropa, me daba tanta tristeza
ver cómo vivían los tres hombres solos, porque mi marido cuando lo dejé, se
abandonó completamente, entonces ya había dejado sus romances, nunca
dejó de trabajar pero tomaba mucho y parecía un malviviente, era deprimente

336 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

verlo, si antes siempre le gustaba andar limpio y muy arreglado, ahora nada le
importaba, ahora sí valoraba lo que había perdido, pero era peor el ambiente en
el que ahora vivían, y así todos los domingos me regresaba llorando ante esta
situación, si mi intención era vivir tranquila, ésta no fue la mejor solución.
Con el tiempo mis hijos y mi marido me pidieron que me regresara a vivir
con ellos, que no querían seguir solos y al salir una oportunidad de comprar
a crédito una casita en una colonia nueva, vendí el departamento que había
comprado en Monterrey y me regresé otra vez, después de pensarlo mucho;
no escarmenté o me gustaba el papel de víctima, fue así que comenzamos otra
vez a vivir todos juntos. Ya no había otras mujeres en la vida de mi marido,
tenía problemas con la bebida aunque gracias a Dios nunca fue violento, ni
tomaba en la casa, llegaba y se quedaba dormido en cualquier parte, nunca
faltaba al trabajo, pero cuando regresaba ya venía tomado otra vez, así era
todos los días.

De ese modo pasaron varios años, yo tuve varios negocios diferentes,


trataba de mantenerme siempre ocupada, pero se vinieron tiempos malos
económicamente, ya no pudimos seguir pagando la casa y la perdimos; mi hijo
mayor se casó y cuando nació su primera hija fue que convencí a mi marido,
después de mucho batallar, de que dejara de tomar, que iba a ser muy feo que
su nieta lo fuera a ver en esas condiciones, que cuando creciera se iba a sentir
avergonzada de él. De esa manera dejó el vicio, pero el daño ya estaba hecho,
porque como él era diabético e hipertenso y nunca se cuidó, meses después
tuvo un infarto cerebral que le afectó en muchos aspectos y quedó incapacitado
para trabajar y aunque con el tiempo se recuperó a medias, le afectó la vista
y su mente no funciona igual. Ahora sí toda la responsabilidad de la casa era
mía porque al no estar asegurado no recibió ninguna pensión. Los problemas
seguían, salía de uno y empezaba otro, no había más que ponerme a trabajar
en serio y echarle ganas para salir adelante.

Tiempo después tuve la suerte de que algunas amistades, al ver mi situación,


me ofrecieron trabajo en una dependencia municipal, personas a las que les
estoy muy agradecida, porque a mi edad no iba a ser fácil conseguirlo, fueron

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 337


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

tres años de mucho trabajo y crecimiento, una labor de asistencia social muy
importante en donde tuve la oportunidad de hacer algo que siempre me ha
gustado, estos tres años los llevaré siempre en mi memoria. Poco después,
mi vida se estabilizó por un tiempo, vivíamos tranquilos; mi segundo hijo se
casó, actualmente tienen dos hijos cada uno, tengo cuatro nietos, tres mujeres
y un varoncito a quienes amo, los disfruto, siempre me están esperando para
que juegue con ellos, y yo estoy dispuesta a hacer lo que me pidan para
complacerlos, pues en su compañía se me olvidan las preocupaciones. Mi
marido le ayuda a uno de mis hijos en su negocio y van saliendo adelante, yo
continúo trabajando pero en otra área, especialmente ayudando a las mujeres
de nuestro municipio, con diferentes programas, otra labor enriquecedora,
sigo en lo que me gusta y también pertenezco a un patronato desde hace más
de 10 años en donde ayudamos a mucha gente tanto a personas enfermas,
como a muchos niños con becas escolares; además soy voluntaria de la Cruz
Roja, estoy en el grupo de la Acción Católica desde hace 30 años y gracias
a que me he involucrado en todas estas actividades he podido sobrellevar
mis problemas, esto y el haber entrado a este diplomado de Tejedoras, me ha
ayudado a seguir adelante.

El sentimiento de haber sido lastimada es el más difícil de enfrentar, nos hace


sentir vulnerables, pero ya me cansé de mi papel de víctima, sé que cometí
muchos errores y voy a hacerme responsable sólo por lo que yo haga, bien
o mal, y así lo aceptaré; sobre todo después de este diplomado en donde he
aprendido tantas cosas, principalmente a valorarme más, porque mi autoestima
andaba por los suelos, pues en algún momento de mi vida me sentí la persona
más insignificante del mundo. Ahora pienso más en mí misma, sé que todavía
puedo hacer muchas cosas a pesar de mi edad, ya cumplí los 60 años y estoy en
el otoño de mi vida, pero voy a aprovechar el tiempo, por eso acabo de tomar
un curso de computación para estar actualizada, retomé mis clases de inglés
y tengo el propósito de reanudar mis clases de música y de pintura. Sé que
todas esas actividades serán como una terapia que me ayudarán enormemente,
también hemos continuado con el grupo de Tejedoras, preparándonos más,
capacitándonos para ayudar a otras mujeres en situaciones similares. Estoy

338 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

tan agradecida con la licenciada Paty Basave, que más que una capacitadora, ha
sido una verdadera amiga para todas, nos ha apoyado incondicionalmente, mi
respeto y admiración para ella que con su trabajo ha ayudado a tantas mujeres;
igualmente a mis compañeras, hermosas y valientes mujeres, solidarias como
pocas, que dejan en segundo lugar sus propios problemas para ayudarnos a
las demás, creo que este lazo que nos ha unido está fuertemente tejido con
paciencia, con cariño y mucho respeto y durará para siempre.

Yo sé que la situación que viví desgraciadamente la viven miles de mujeres, la


infidelidad es la mayor causa de divorcio, a algunas nos afectará más y a otras
menos, cada quien tiene su manera de enfrentarla, yo no puedo decir si actué
correctamente, mi intención fue volver a unirnos como familia y en parte
lo logré, al final de nuestras vidas, pudimos perdonar los errores pasados y
tratamos de llevar una vida tranquila en compañía de nuestros hijos y nietos.
No sabemos qué nos depare el futuro, pero lo enfrentaremos juntos.

Un agradecimiento a mis padres con todo mi amor y respeto a su memoria,


porque me dieron la vida, por los valores y enseñanzas que me transmitieron
y quedaron como huellas imborrables en mi mente. A mis hijos y nietos que
son mi razón de vivir, que sepan que los amo desde lo más profundo de mi
corazón. A mis hermanos que siempre me han apoyado y estuvieron a mi lado
en los momentos difíciles, los quiero mucho.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 339


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Tejedoras de historias
por Pablonia

Hoy tengo una oportunidad muy especial que me gustaría que todo mundo
la aprovechara en algún momento que se le presente, no tanto por publicarla,
sino por los beneficios personales que se obtienen al cambiar la forma de ver
las cosas, ya que el escribir situaciones que nos pasan tal y como las sentimos
en ese momento, luego con el tiempo volver a leerlas y volver a escribirlas nos
ayuda a cambiar la perspectiva de las situaciones, hasta que encontramos la
forma de que ya no nos lastimen como en el momento en que nos pasaron, y
esto nos ayuda a superarlas y guardarlas en la memoria; o sea, no quiero decir
que se olvidan ¡no!, simplemente es posible recordarlas ya sin dolor y que
queden como eso, sólo un recuerdo.

Le doy gracias a Dios por haberme dado la fuerza y la capacidad para resistir
todas las veces que tropecé, la humildad para reconocer mis errores, el valor
para pedir perdón a las personas que he ofendido y el amor que está presente
en mi vida y que me ayuda a seguir adelante, todo esto para ayudar a quien me
lo pide, ya sea escuchando o dando mi punto de vista de las cosas, procurando
desechar sentimientos que no me llevan a nada.

Buscando el lado bueno de la vida

Empezaré por contar que corría el mes de agosto de 1962 cuando, por cosas
que Dios destina, nació una hermosa niña blanca, de pelo castaño rizado, que
según cuentan los que la conocieron, era muy buena niña, sólo que su papá
deseaba un hombre, claro que cuando supo que su deseo no fue cumplido, se
resignó con lo que había llegado. Esta familia ya contaba con cuatro hijos
anteriores, de los cuales, los dos primeros habían fallecido y quedaban una
mujer y un hombre y luego de dos años del nacimiento de esta niña, llegó otro
bebé: un varón.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 341


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Continuemos con la historia de esta niña, que en sus primeros tres años de
vida la pasó muy bien con su familia, hasta que un día empezó a darse cuenta
de la preferencia que tenían sus padres con su hermana mayor, poco a poco fue
descubriendo que con sus dos hermanos tampoco había esa preferencia. En esa
época su padre logró, con mucho sacrificio, comprar un terreno con un cuarto
grande de adobe, ¡al fin! una casa propia y con esto, también la llegada a vivir
con ellos del hermano mayor del papá, que según decían era con el que tenía
más trato, pues habían quedado huérfanos de madre desde muy chicos, así que
vivieron en una familia desintegrada y con un papá abusivo y agresivo.

La casa nueva estaba a la orilla de un arroyo en el que sólo corría agua cuando
llovía muy fuerte y servía como parque de diversiones para todos los niños del
rumbo, ya que sobraba espacio para jugar y, como eran de escasos recursos,
lo que tenían en gran cantidad era imaginación para divertirse. El papá y la
mamá de la niña eran alegres, cantadores y a ella le gustaba mucho bailar, así
que enseñó a sus cuatro hijos desde chicos a bailar y cantar, jugaban mucho
con ellos y les demostraban su cariño. Así fue pasando el tiempo y como lo
bueno no siempre es para toda la vida, empezaron los cambios: no sé qué fue
primero, si los celos de la mamá o el ojo alegre del papá, pero eso provocó la
fractura de la relación y de la familia. Esa situación fue dura para los hijos,
pues veían pelear a diario a sus padres.

A esta niña le gustaba aprender, así que desde los cuatro años aprendió a leer,
escribir, hacer sumas y restas, por lo que a los cinco años entró a primaria.
El primer año la dejaron a prueba por un mes, argumentando que no tenía la
edad propicia, pues la maestra dudaba de su capacidad, así quedó en el turno
vespertino; de segundo a sexto de primaria la pasaron al turno matutino para
que fuera al mismo que sus hermanos mayores.

Cuando tenía siete años de edad, pasó algo que marcó su vida para siempre:
como a su mamá no le gustaba llevarla cuando salía a algún mandado, porque
era muy inquieta, la dejaba en casa o a veces encargada con las vecinas. Sucedió
que alguien le hizo tocamientos en sus partes íntimas y como era muy chica,

342 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

no sabía lo que pasaba, lo único que sí sabía era que eso no le gustaba. Así
pasó un año y esta persona aprovechaba siempre que tenía oportunidad, hasta
que un día la niña se armó de valor y como era algo que no tenía confianza
para contárselo a sus padres, por temor a que no le creyeran, se le ocurrió,
en cuanto la dejó su mamá sola, buscar en la ropa sucia un pantalón de su
hermano (ya que en esa época las mujeres no usaban esa prenda) y ponérselo
con un cinto apretado en la cintura y enfrentar a esta persona para que no
la volviera a tocar, así fue algunas veces hasta que la persona ya no volvió a
molestarla, a partir de ahí la niña supo que ella se tenía que defender sola,
como Dios le diera a entender y que no contaba con sus padres o parientes y
menos si la persona que la lastimaba era apreciada por su familia, como fue
el caso.

La vida siguió su curso y en su casa la siguieron viendo como la rebelde de la


familia, pues aun cuando obedecía a sus padres, defendía sus ideales aunque
esto le costara golpes; por ello, les hacía ver a sus padres la preferencia que
existía hacia su hermana mayor, cosa que por supuesto ellos no aceptaban.
Siguieron las peleas por los celos de la madre y la infidelidad del padre y la
convivencia con el tío.

Así llegó la adolescencia y entró a estudiar a una de las mejores secundarias


del estado, por ser siempre una buena alumna. Ella nunca esperó lo que en su
primer festejo del Día del Estudiante iba a sucederle: Regresaba del festejo con
muchos compañeros de la escuela en el camión cuando subió su papá abrazado
de otra señora y se paró justo al lado de ella. Inquietos, sus compañeros le
preguntaron si ese señor era su papá, y ella con la cabeza agachada contestó
que sí. Luego le dijeron: “Pero esa señora no es tu mamá, ¿verdad?”. Para su
desgracia, fue el día en que le tocó darse cuenta de que las escenas de celos que
se vivían en su casa a diario tenían un motivo real. La invadió la decepción, ya
que ella a veces había tenido duda de que su papá fuera capaz de faltarle a su
mamá, ya que cuando no peleaban había alegría, convivencia y hasta felicidad
en casa.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 343


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

A partir de ahí hubo distanciamiento con el papá, se hablaban muy pocas veces
y como estas situaciones de verlo con esa señora se siguieron dando, menos
comunicación tenían y las veces que se hablaban era para pelear ya que él, a
pesar de su comportamiento, no permitía que sus hijas tuvieran amistades y
era muy estricto en eso. Así pasaron los años y llegó el día que la adolescente
debía tomar la decisión sobre la escuela a la que entraría a estudiar, ella
quería preparatoria para seguir la carrera de Leyes, pero su padre decidió que
estudiaría Comercio ya que no estaba dispuesto a pagarle una carrera para que
“otro” ganara con ello. Así la adolescente tuvo que conformarse con estudiar
para secretaria, cosa que nunca estuvo en sus planes.

Sin embargo, como ella estaba acostumbrada a encontrar el lado bueno de


las cosas, le puso ganas y empeño, y en segundo año de Comercio empezó
a practicar en el despacho de un licenciado. Cuando se graduó, se ganó una
de las plazas que se ofrecían a los mejores promedios y empezó a trabajar
en cuanto salió de la escuela, pero duró sólo 15 días ya que el ambiente era
tan pesado que, más que premio, parecía castigo y renunció. Así duró unos
meses sin trabajar y al poco tiempo la invitaron a una empresa a costear el
inventario, debía tener mucha rapidez con la calculadora, por lo que practicó
una semana y el gerente de Auditoría le ofreció un trabajo eventual de un mes
mientras empezaba el inventario y ella aceptó, luego de este tiempo renunció
la secretaria del departamento y le ofrecieron el puesto que con gusto aceptó.
Nunca se conformó con ser sólo secretaria, así que aprendió los trabajos de los
auditores a quienes ayudaba, tomó varios cursos en la empresa y colaboraba
en el Departamento de Capacitación.

Para ese entonces la mujer ya tenía novio formal, de esos que si ya lo conocieron
los papás ya no te puedes deshacer de ellos, por lo tanto se casaron en una boda
donde todo fue a gusto de todos, menos de ella. Su mamá estaba feliz con él,
decía que un mejor marido “ni mandado a hacer”, ya que él se llevaba muy bien
con ella y aparentaba ser un santo con todas sus bondades. Lo triste del caso es
que se comportaba así delante de la gente, pues cambiaba su comportamiento
al llegar a casa y cerrar la puerta; de ahí para adentro trataba a la mujer como

344 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

cosa, en todos los terrenos: había ofensas, humillaciones, celos y malos tratos.
La mujer trataba de entenderlo y de hacer que las cosas funcionaran bien, a
pesar de que él nunca puso un peso para la casa y era ella quien trabajaba y
se hacía cargo de los gastos. Trató por meses de que aquello funcionara y no
había respuesta, hasta que se cansó y desistió de la idea y se separaron ya que
no sólo tenía que batallar con él, sino también con su familia, que se la pasaba
atravesada en su relación a pesar de que vivían muy retirado de ellos. Sólo su
suegro se portaba bien con ella.

Ella continuó con su trabajo donde iba creciendo, pasó a ser auxiliar del
departamento de Control de Inventarios, donde al poco tiempo hubo una
vacante de Jefa de Costos de mercancías generales, la cual le dieron. A los
dos años de haberse separado tuvo una relación con alguien de la empresa de
la cual nació su único hijo, muy deseado y planeado, quizá con el egoísmo de
no darle un padre, pero con el amor y el compromiso total de una madre. Su
situación era complicada: seguía viviendo en la casa paterna y su ex marido
continuaba visitando a sus padres, principalmente a su mamá. Sus padres la
presionaron para que su ex marido registrara al niño como suyo, y haciéndole
creer al niño que ese hombre era su papá, lo manipularon para que él también
presionara a su mamá y aceptara volver a casarse con aquel hombre, cosa que
aceptó cuando el niño tenía cinco años de edad y ya iba al kínder, para que su
papelería saliera ya con el apellido del señor.

La mujer hizo nuevamente todo el trámite del matrimonio, no sin antes


advertir que no quería ningún tipo de intimidad con él y éste aceptó, cosa
que por supuesto no cumplió. Las cosas se complicaron a los dos meses y
volvieron los problemas fuertes, ahora con intento de golpes, y como ni con
esto lograba someter a la mujer (él nunca supo lo que en realidad quería),
empezó a hacerle escenas de violencia y mucho drama delante del niño. Lo
único que consiguió es que el niño viera la realidad y ya no interviniera por él,
al contrario se afianzara más la relación y el amor hacia su madre y ya juntos,
darle salida a este hombre de su casa, que dicho sea de paso, había construido
esta mujer con mucho sacrificio.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 345


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

La vida sigue y no se detiene, ya sin esa traba, la mujer siguió teniendo éxito
en su trabajo, pero le faltaba solucionar otro detalle muy importante: buscar la
independencia de su madre ya que, aunque vivía aparte, seguía interviniendo
en sus decisiones y presionando para que se hiciera sólo su voluntad. Por cosas
del destino, esta mujer tuvo la posibilidad de conseguir un crédito y compró
otra casa, retirada de la casa paterna, pero no tuvo suerte pues la robaron
y al verla sola con su hijo de siete años, la asustaban, le decían cosas por la
ventana y hasta se metieron a robar por segunda ocasión, así que se regresó
a vivir frente a sus padres. Aunque el trato que recibía de ellos no era bueno,
reconoce que siempre buscaron proteger a su nieto. Esta situación la usaban
para presionarla y que hiciera lo que ellos querían, pero salió adelante gracias
a la sinceridad y la buena relación que llevaban la mujer y su hijo, con el cual
siempre trató las cosas como eran, sin secretos y de forma que él a su corta
edad lo entendiera todo y no fuera lastimado por las malas intenciones o las
versiones distorsionadas de otras personas.

En cuestión laboral siguió subiendo peldaños, llegó a Jefa del Sistema Detallista,
justo entonces cambiaron al jefe inmediato, pusieron a un hombre con el cual
tuvo muchos problemas; a ella le reconocía su efectividad laboral, pero le
desagradaba el cariño y el apoyo que todos los compañeros le demostraban
por sus años de trabajar en la empresa, desde el dueño hasta los cargadores
del almacén, gracias a que ella siempre los trató con respeto y siempre se dio
a respetar, cosa que para esta mujer siempre ha sido muy importante y básico:
para tener buenas relaciones con todo el mundo el respeto es básico.

El problema con este señor era que siempre la veía alegre; un día se le ocurrió
que quería salir con ella o tener una relación sentimental, cosa que por
supuesto no se le hizo; entonces, en represalia, la hostigó y la hostigó por tres
años, llegó a prohibir a todos los compañeros que le hablaran, la sentó viendo
para la pared, en un rincón, la bajó de puesto, pero esta mujer, segura de sí
misma y con el apoyo de todos sus amigos, lo resistió, hasta que llegó el día en
que por orden del director administrativo, tuvo que dejarla salir de vacaciones
que por ley le correspondían.

346 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Esta mujer desde niña tuvo un sueño: hacer vestidos de novia, ya que le
encantaban y supo que en la familia había una pariente lejana que tenía una
casa de novias en Monterrey y programó para estas vacaciones viajar sola
con su hijo a este lugar, ya que siempre viajaba en compañía de su mamá, en
esta ocasión no sería así. Partieron ella y su hijo rumbo a Monterrey, fueron
recibidos por su prima de muy buen modo, les enseñó la casa de novias, esto
era un sueño, la mujer se sentía feliz de conocer este lugar. En la tarde llegó
la tía y los llevó a dormir a su casa, estuvieron dos semanas ahí, pasearon,
conocieron lugares y más familiares, se divirtieron y la pasaron muy bien.

A la mujer se le clavó una idea en la mente: quedarse a vivir ahí. Lo habló


con su hijo y lo decidieron, regresarían a su tierra para renunciar al trabajo
y así poder cambiar su estado de residencia. Primero iría ella sola un año
para que su hijo terminara su año escolar y para ver si se acomodaba ella en
algún trabajo, por lo pronto iba a vivir y a trabajar para su tía como chofer, ya
que la tía era vendedora ambulante, una mujer muy trabajadora. Así estuvo
mientras conoció a la modista de la casa de novias, con la que inició muy buena
amistad e hicieron un trato: trabajar con ella en los ratos libres a cambio de
que le perfeccionara su forma de coser, y la modista aceptó.

Un día le hablan a esta mujer de su tierra para decirle que el único abuelo
que tenía, el materno, había caído enfermo de gravedad y que no sabían de
qué, pero lo veían muy mal. Regresó rápidamente a su casa y acompañó a
su abuelo por dos meses, del cual siempre fue su consentida y en ese tiempo,
la enfermedad terminó con él. Se supo después que había sido cáncer; luego
enfermó su mamá, tenía problemas con la tiroides así que la hospitalizaron.
Cuando salió le dieron tratamiento de por vida, pero después se puso mal y
hubo que ponerle un marcapasos ya que el problema de la tiroides le afectó el
corazón.

Los problemas entre su madre y su padre seguían, aun y cuando ésta estuviera
enferma. Atravesaron por muchos dimes y diretes, que provocaron varios
chismes en los cuales, quedó en evidencia la conducta inmoral del padre. La

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 347


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

mujer tuvo fuertes discusiones con su padre y su madre, pero a fin de cuentas
ésta siempre tomó partido por el marido, a pesar de sus infidelidades.

A pesar de que fue un gran dolor para la mujer, lo aceptó, hizo sus maletas
y regresó a Monterrey, con el corazón deshecho y llorando todo el camino,
pero con una gran lección ya que ella había tratado de defender sus creencias
interviniendo en una situación que como hija no le correspondía, y como
siempre pasa, después de un buen golpe, hay que aprender y seguir adelante.

En Monterrey siguió la vida unos meses más, sola, mientras llegaba el día en
que su hijo se reuniera con ella al final del curso escolar. En ese entonces, su
hijo estaba en quinto año de primaria y, mientras pasaba el tiempo, ella trabajó
duro y consiguió su primer casa de renta: era una casita de tres cuartos con
patio compartido, muy segura porque arriba vivía la dueña con la que hizo
muy buena amistad y tenía la confianza de que podía dejar a su hijo solo para
salir a trabajar y ella podía ayudarlo en caso de alguna necesidad.

Cuando su hijo llegó, la mujer ya tenía establecida su casa muy modestamente,


pero con todo el amor para compartir con él, quien también tenía mucho amor
para su madre. Hicieron muy buen equipo ya que cuando su mamá se decidió
a trabajar cosiendo en casa, él la apoyaba con los quehaceres domésticos,
además la recompensaba siendo un buen estudiante. Sólo ellos sabían si tenían
o no para comer todos los días, pero como Dios estaba con ellos, los días que
no había nada en la despensa, llegaba la dueña de la casa con un buen plato de
comida y se solucionaba el problema. Eso sí, la mujer nunca dejó de trabajar
pero como apenas empezaba con el negocio de la costura, todavía no ganaba
lo suficiente, así es que conoció a una pareja de personas mayores a quienes
ayudó a cambiar de domicilio y la señora le pidió que le ayudara un día a la
semana en la limpieza de la casa.

La mujer aceptó, ya que trabajar no es vergüenza y de este modo arrimaba


unos pesos más a la casa. Así lo hizo hasta que creció la clientela de su pequeño
taller. Llegó el día en que tuvo tanto trabajo que ya no pudo seguir ayudando a

348 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

las personas mayores; de la casa de novias le mandaban bastante trabajo, más


las clientes de la colonia, con lo que pudo solventar todos los gastos: renta,
escuela, alimentos, servicios... al fin lo más indispensable estaba solucionado.

Después de algunos años, un día llegaron de visita la mamá de la mujer, quien


lo hacía con cierta frecuencia, y una tía hermana de ella. En cada visita le
pedían que regresara a su tierra, y en esta ocasión la mujer aceptó. Justo al
año de estar de regreso, la localizó un ex compañero de trabajo y le propuso
un negocio que consistía en regresar a Monterrey y establecer un taller
de costura grande para maquilar a fábricas. La mujer regresó, fue a vivir a
Guadalupe. Por un buen tiempo su mamá le pedía que perdonara a su papá, ya
que a partir del problema que tuvieron nunca se volvieron a hablar; insistió
tanto hasta que, un día, aparecieron en casa de la mujer sus padres. Ella los
recibió porque, como siempre, su mamá había impuesto su voluntad. Ahí
estuvieron una semana, mas para la mujer no hubo cambio en la relación con
su padre, era algo que ya había superado, había cicatrizado la herida, pero
no estaba dispuesta a seguir con una relación que siempre la había dañado.
Lo respetaba y agradecía haberle dado la vida, pero no podía permitir que la
siguiera humillando ni maltratando verbalmente.

Con el paso del tiempo el taller empezó a decaer y se cerró, luego la mujer fue
a trabajar unos días con la modista que le enseñó a hacer vestidos de novia y se
cambió a otra casa de renta, en la misma colonia donde había vivido antes. Ahí
volvió a trabajar cosiendo en su casa y todas las clientas que tenía regresaron
a llevarle trabajo. En ese tiempo su hijo ya tenía 15 años de edad y todo era
tan diferente entre ellos, pues él cambió de la noche a la mañana, discutían por
todo y el hijo ya no quiso ayudarla. Se volvió flojo, perdió el semestre en la
escuela, discutían y se lastimaban con las palabras. Un día su hijo decidió irse a
vivir con su abuela a su tierra, para cortar con esa relación tan fea que estaban
llevando con su madre y así, con el dolor de su corazón la mujer aceptó; era
su segundo gran dolor pero, como en el anterior, tuvo que sobrevivir a eso.
Lloró por 15 días de día y de noche, hasta que Dios la volvió a iluminar como
siempre que tenía problemas. En esta ocasión sintió una gran necesidad de

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 349


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

estar más cerca de él y la mujer empezó a ir a misa cada fin de semana y a tener
a Dios siempre en su mente y agradecerle por todo lo bueno y lo malo que le
pasaba por igual, y a seguir haciendo todo con amor, sin esperar nada a cambio
y sin quejarse por los tropiezos.

La mujer programó para sí misma un año sabático: del primero de enero al 31


de diciembre; ya no se mataría trabajando como desde su llegada a Monterrey.
Sólo trabajaría en la casa de novias en horario normal y tomaría clases de
yoga, de baile de salón, saldría de paseo, conviviría con la gente y haría todo lo
que no había podido hacer en muchísimo tiempo. Ahora que estaba sola tenía
la oportunidad de ser quien era, de juntar los pedazos en que había quedado
su corazón y pegarlos para hacerlo funcionar otra vez, con la diferencia de que
lo haría principalmente por ella y todos los demás serían complementos. Con
la compañía y el cariño de sus amigas siguió adelante, pasó el tiempo, cultivó
más amistades y un día una señora grande, amiga de esta mujer, llegó a vivir
con ella, ya que tenía serios problemas de salud y no tenía quién la cuidara, así
que juntaron soledades y cariños y se acompañaron.

La mujer por mucho tiempo esperó a que su hijo se ubicara, que pusiera en
orden sus ideas, que recordara que su madre lo amaba, pero que no le iba a
permitir que la manipulara, ya que eso era algo que la mujer no toleraba;
desde siempre, el respeto había estado presente entre ellos y no tenía por
qué cambiar. Un día de octubre que la mujer iba para su tierra, la mamá de
una amiga le dijo que había un señor que la quería conocer y casarse con ella.
Ella le dijo que cuando regresara de su tierra concertarían una cita y en eso
quedaron, pero cuando la mujer regresó el galán no apareció, así pasaron los
meses y un día fue la hermana de él quien quiso conocer a la mujer. Platicaron,
se cayeron bien y se fue sin que apareciera el galán.

Llegó diciembre, la mujer hacía su vida normal y el día 23 recibió una llamada
telefónica: era el hombre que quería conocerla, quedaron de verse el día 25. La
mujer tenía duda de que fuera a ser realidad porque no fijaron hora, así que
disfrutó de la reunión navideña acompañada de unas primas que la estaban

350 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

visitando de su tierra y al día siguiente se levantaron tarde. Como a las dos de


la tarde tocaron a la puerta y ¡oh, sorpresa! era el hombre que quería platicar,
pero como la mujer aún estaba en pijama le pidió una hora para bañarse y
arreglarse, misma que le fue concedida. El hombre se fue y a la hora regresó
muy puntual, salieron a hablar, cada quien expuso su situación, hablaron un
buen rato y quedaron en iniciar una relación, sólo que ella estaba en su año
sabático y se lo aclaró, le dijo que iría a su tierra al día siguiente y regresaba
en enero, mientras tendrían tiempo para pensar si realmente les interesaba
una relación y así lo hicieron.

Él la llevó a la central camionera y a los tres días de estar allá, él la llamó


por teléfono para preguntar por su regreso. Los dos esperaron a que pasara
el tiempo y llegó el día esperado, se vieron con mucho gusto; el señor fue
sincero con ella y le dijo que estaban muy grandes para andar de noviecitos,
que él quería que vivieran juntos. Lo hablaron y el señor platicó con la señora
grande que vivía con la mujer, avisándole que a partir de ese día, iban a vivir
juntos por lo pronto, en las dos casas, ya que la mujer tenía su taller ahí. Así
empezaron pero a la semana, el hombre ya no regresó por ella. Volvió a las
dos semanas y dijo que había tenido problemas con su pareja anterior y que
cabía la posibilidad de regresar con ella ya que, aún cuando era casada, le hizo
creer que él era el padre de su hijo más pequeño y él se ilusionaba con tener a
ese niño a su lado.

Con el tiempo, la mujer y el señor volvieron, ella aceptó seguir con la relación,
así estuvieron otro tiempo y el hombre volvió a retirarse por el mismo motivo,
pero ahora se tardó en regresar un mes y como la mujer se había encariñado
mucho, lo volvió a recibir pero él le dijo que si la señora regresaba con el niño,
él inmediatamente se iría con ella. La mujer sufría por esta situación pero se
propuso conquistarlo y quedárselo aun cuando le advirtió que le iba a dar un
año a la señora para que regresara y que si en ese tiempo no lo hacía, entonces
definitivamente se quedaría con ella. La mujer trabajó y trabajó en lo de la
conquista, pues sabía que siempre que alguien desea algo, hay que trabajar
por conseguirlo.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 351


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Un día tuvieron un disgusto muy fuerte por unas fotos del niño, al grado
que el hombre la llevó a su casa y no volvió por ella y, como ya era la tercera
vez, la mujer aceptó la separación. Le pidió a Dios resignación y que le diera
ánimo para seguir su vida sola. Le lloró unos días y hasta ahí; se puso a buscar
trabajo (ella sabía que para salir adelante se necesita no depender de nadie) y
se dejó de cosas. Habían pasado ya dos meses, la mujer estaba reconstruyendo
su vida y una noche recibió una llamada del hombre, pidiendo hablar con ella.
Aceptó ya que como él no se había llevado nada de lo que tenía en su casa, era
una buena oportunidad para regresarle todas sus cosas. El llegó, hablaron y
pidió perdón, le preguntó si volverían a vivir juntos; la mujer le dijo que no
estaba dispuesta a seguir jugando, que creía que como hombre mayor ya sabría
lo que quería y que nunca esperó tal falta de seriedad.

Él le prometió que todo cambiaría, que si ella aceptaba ya no volverían a


separarse. En esta ocasión hicieron un trato por escrito, firmado por los dos,
con tal de que ella aceptara y aceptó, pero le dijo que se fuera para su casa
esa noche para que meditara lo que había firmado y que si seguía en lo dicho,
regresara al día siguiente. Él regresó como quedaron y le pidió que entregara
su casa, ya que era de renta y la de él era propia. Así lo hicieron, el hombre
cumplió con su promesa, empezaron en el trámite de su divorcio, que fue muy
complicado pero que se obtuvo luego de dos años. Al poco tiempo compraron
otra casa cerca del trabajo de él. Le prometió que cuando saliera el divorcio
se casaría con ella, pero esto lo posponía cada vez que lo hablaban. Siguieron
viviendo juntos, en armonía y respeto, y con el tiempo compraron un terreno
a nombre de los dos, donde establecerían su casa cuando él se jubilara.

Poco a poco la mujer se fue ganando su confianza y cuando cumplieron cinco


años de vivir juntos, volvieron a tratar el tema del matrimonio, se pusieron
de acuerdo y lo llevaron a cabo, muy sencillo. Sólo estuvieron presentes las
testigos, una invitada, el juez y los contrayentes. Al salir, fueron a comer,
luego hicieron un brindis en casa y partieron un pastel. Para ellos fue un
gran día, la pasaron muy bien y se prometieron hacer lo necesario para vivir

352 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

felices, contentos y tranquilos, como hasta hoy lo han hecho: él procurando el


bienestar de la mujer y ella viendo por el bienestar del hombre.

Esta es una de las millones de historias que hay en este mundo, pero de algo
estoy muy segura: es única e irrepetible. Puedo asegurarles que ha valido
la pena vivirla y si volviera a nacer, la volvería a vivir como hasta hoy:
dedicándole a Dios todo lo que hago, buscando el lado bueno en todo, ya que
los tropezones son especiales para que una aprenda, y valorando todo lo que
tengo, dando gracias por lo que no tengo y viendo la forma de conseguir lo
que en realidad quiero tener.

Creo que para poder ser feliz en esta vida, hay que lograr primero la
independencia tanto emocional como económica; no es fácil, hay que echarle
muchas ganas para lograrlo, pero les aseguro que vale la pena porque, ¿cómo
se quiere disfrutar la libertad sin tener que trabajar?, yo no lo concibo, o
dependiendo de que alguien te quiera, si para poder querer hay que querernos
y valorarnos primero y creer en nosotras mismas y luego que lo logramos,
disfrutamos más el querer a los demás, porque éste ya es un amor que no
espera recibir nada a cambio y que se disfruta plenamente.

Por último, doy gracias a mis padres por haberme dado la vida; con la ayuda
de Dios, sé que hicieron lo que pudieron y lo que creyeron que era bueno para
mí, que regularmente es lo hacemos todos los padres; a mis tías maternas que
me acompañaron desde que nací; a mis hermanos, mis cuñadas, mis primas,
mis amigas y amigos; a mi hijo, que por mucho tiempo fue el motor de mi vida;
a toda la gente que por una u otra cosa me quiere y a los que no me quieren,
también, ya que todos han contribuido para que yo sea lo que soy, los amo a
todos y gracias de nuevo.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 353


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Tejiendo la historia de mi vida: El recuento de mis años


por Jazmín

Cuando decidí tomar este diplomado Tejedoras de historias y me mencionaron


que al final del curso terminaría escribiendo la historia de mi vida, fue lo más
difícil que me podían pedir, ya que consideraba que mi vida no tenía nada de
extraordinaria, que no había nada digno de contarse y lo peor es que no tenía
idea de cómo escribir mi historia, pues nunca siquiera imaginé o pensé en
hacerlo algún día y menos que saliera publicado y que alguien más, fuera de
mi familia, lo pudiera leer. Pero acepté el reto y gracias al Instituto Estatal de
las Mujeres dirigido tan acertadamente por la licenciada María Elena Chapa,
a quien admiro y respeto; a sus colaboradoras que nos atienden con mucho
esmero y amabilidad, y muy especialmente a mi querida maestra, la licenciada
Patricia Basave (cariñosamente le decimos Paty), a quien agradezco su tiempo,
dedicación, entrega y paciencia para transmitir sus conocimientos, guiar y dar
confianza a mi persona, supe que podía hacerlo.

Me propongo relatarles algo de mi historia, lo que recuerdo de mi infancia,


mi adolescencia y lo que es mi vida hasta hoy. Sólo tenemos unas páginas y
es imposible resumir toda una vida en ellas, pero trataré de hacer lo mejor
posible.

Los primeros años de mi vida tejí en mi corazón, y para siempre, los hilos
dorados de mis padres y mis hermanos

Nací en los años cincuentas en la ciudad de Monterrey, hermosa por sus


montañas, con su Cerro de la Silla que siempre me ha fascinado; y he de decir
que siento un especial orgullo por mi ciudad y por ser mexicana. Soy la cuarta
mujer de una familia compuesta por tres hermanas mayores y tres hermanos
menores, y hasta ahora al momento de escribir mi historia me doy cuenta
que soy la de en medio, o sea, la hija “sandwich” y por lo tanto, lo más rico y
sustancioso, y eso es algo que nunca había notado.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 355


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Vengo de una familia como tantas otras donde el amor, el trabajo, los problemas
o dificultades son el pan de cada día. Deseo platicarles un poco acerca de mis
padres, que aunque ya no están conmigo los llevo en mi corazón, pues ellos
fueron siempre lo más grande e importante para mí, son los que me dieron
la vida y siempre tuvieron todo mi amor y mi respeto. La verdad es que sus
historias son hermosas y fascinantes y creo que me llevaría la mitad de mi
relato para contarles sus vidas antes de que yo naciera.

Cuando ellos se casaron tenía mi madre apenas 15 años y mi padre 25, y duró
su matrimonio casi 50 años hasta que murió papá; creo que fue el carácter
y fuerza de esa mujer lo que hizo que perdurara su matrimonio por tantos
años, pese a atravesar por tantas dificultades lograron superar tanto. Ahora
sé que fue el gran amor que los unió siempre. De niña lo percibes como algo
natural, casi supones que nacieron juntos, lo das como un hecho. Mi padre
era hermoso, alto, delgado, musculoso, de unas manos grandes y muy fuertes,
recuerdo que de niña me colgaba en el “conejo” de su brazo y me balanceaba.
Mi mamá era muy guapa, alta, delgada, blanca, de cabellos negros, ojos
grandes y ceja poblada; los dos de gran corazón, eran bellos por dentro y por
fuera; bondadosos, trabajadores, cariñosos, honestos, humildes, tenían muchas
cualidades, ¿qué les puedo yo decir de mis padres? Mi adorada mamá, mujer de
gran carácter, muy decidida, no le tenía miedo a nada ni a nadie, supo cargar
con el peso de esta familia y salir siempre adelante, como la mayoría de las
mujeres mexicanas. Ahora trataré de contarles de mi vida, por etapas, ésas que
va una pasando y que se van tan rápido, unas que se viven tan intensamente,
otras ni siquiera piensas haberlas vivido, otras que deseas que no terminaran,
pero todas ya vividas, bien o mal, forman parte de mi vida.

Infancia: total inocencia y pureza

Los primeros años de mi vida los imagino como los primeros puntos de un
tejido, esa cadena con la que empiezas en una sola aguja, y después se va
formando el tejido; veo a mis padres dando vida a una nueva hija que resulté
ser yo. Recuerdo mi infancia viviendo en una casita en el barrio de la Catedral,

356 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

jugando en la calle con mis amiguitas; a mamá sentada por las noches en la
banqueta de la casa en una mecedora, platicando con las vecinas o jugando con
nosotros. Mi papá trabajaba todo el día y llegaba tarde por las noches. Tengo
muchos recuerdos de mi niñez, entre ellos llegan a mi mente las Posadas que
se personificaban en la calle con la Virgen María sobre un burrito, guiado
por San José, pidiendo posada con farolitos de papel de colores con una
velita encendida adentro; luego venía la piñata, con bolsas de papel llenas de
colaciones, cacahuates y naranjas, que se repartían. Era algo muy hermoso que
jamás he vuelto a vivir y me pongo a pensar en lo que a esos escasos cuatro
o cinco años debí sentir al ver aquello, tal vez de la mano de mi mamá o de
alguna de mis tres hermanas mayores. Es curioso cómo recuerda una ciertas
cosas o momentos de la niñez, como una noche que jugaba en la banqueta
de mi casa y vi venir a mis papás con un regalo para mí: era una hula-hula
color verde con el que aprendí a jugar en mi cintura y resulté ser muy buena,
debieron darme muchos regalos, pero ése es el que más recuerdo siempre,
algún significado muy especial tuvo en su momento pero ya lo olvidé.

Viví a los cinco años la fiesta de los 15 de mi hermana mayor: fue una gran
fiesta, salí en la foto del periódico delante de ella con mamá y papá que la
llevaban del brazo, me encantaba que me tomaran fotos, un día mi mamá me
llevó a acompañar a una amiga de ella que llevaba a su hija a tomarse una
foto porque cumplía años, y cuenta mi mamá que yo me empeñé en que me la
tomaran a mí también, y gracias a eso tengo una foto de estudio a los cinco
años en la que salí muy bonita.

Los primeros años de mi vida como hasta los siete fueron los mejores recuerdos
de mis tres hermanas mayores, yo los viví pero como una espectadora, con
mis ojos de niña que todo lo veían magnífico; he escuchado a mis hermanas
cómo hablan y recuerdan esos años, para ellas fueron muy hermosos, llenos de
travesuras, conocer gente, conquistas, primeros novios, bonanza, ir al colegio,
sus paseos en la plaza Zaragoza, el centro del Monterrey antiguo; el cine
Elizondo, la Catedral, tantas y tantas cosas que les tocó vivir. Y yo, al fin
una niña, entonces me imagino tratando de llamar su atención, me veo allí

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 357


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

chaparrita como era para mi edad, en ese remolino de sucesos de mis hermanas,
especialmente hermosas, que se convertían en mujeres, y recuerdo también a
mi pequeño hermano quien llegó después de cuatro mujeres y siendo muy
travieso, peleonero y juguetón, vino a llenar por completo el corazón de mi
madre adorada.

Pero como la vida tiene sus buenos tiempos y también los hay malos, vivimos una
crisis muy fuerte en mi familia: mi padre perdió una tienda de curiosidades que
tenía enfrente de la plaza Hidalgo, en ese tiempo venía mucho norteamericano
a Monterrey a vacacionar y a comprar, y decidieron irse con todos sus hijos a
la ciudad de México. Recuerdo de esa época que me enfermé, que vivíamos en
un departamento muy bonito cerca de Televicentro, lo que es hoy Televisa,
al que fuimos varias veces a ver artistas y de niña todo era novedad para mí.
Pero la experiencia duró unos meses, pues nos regresamos a Monterrey, a
vivir en una casa muy antigua y abandonada que mamá logró conseguir con
sus conocidos. Era en la misma cuadra donde vivimos antes, pues mi madre
siempre solucionaba todo y mi papá conseguía trabajo inmediatamente, ya que
era un gran vendedor que hablaba perfectamente el idioma inglés.

Etapa escolar, cuando la vida y tu niñez gira en torno a tus calificaciones y


juegos

Cuando regresamos a Monterrey comenzaron muchos cambios de casa en mi


familia; yo debía empezar mis estudios y mi mamá decide que me quede a vivir
con una tía, hermana suya, para que me mande a la escuela mientras ellos se
establecen y no pierda otro año escolar. Así llego a la gloriosa escuela primaria
“Francisco Rodríguez Pérez”, y digo gloriosa porque para una niña, su escuela
es la mejor siempre, no importa cómo esté. Ahí cursé toda la primaria, con
mi tía sólo viví el primer año de primaria, pues luego mi familia consiguió
casa por ese barrio, el de La Luz, llamado así por la Iglesia que estaba junto
a la escuela y la plaza. Recuerdo a mis maestras, a mis amiguitas, para mí fue
una época feliz; era muy veloz y cuando jugaba a los encantados se peleaban
porque estuviera en su equipo, también me gustaba mucho brincar a la cuerda

358 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

y correr, por eso siempre vivía raspada de mis rodillas y brazos.

Mis recuerdos de la época fueron de estudio, era una niña que para hacer mis
tareas no tenía que apurarme mi mamá, yo era muy dedicada y responsable,
no me gustaba faltar a clases ni llegar tarde, era obediente y tranquila.
Trato de verme en esa época y sólo veo a una niña de espectadora, nunca de
protagonista, con muchos de mis deseos reprimidos, guardados en el fondo de
mi corazón. No recuerdo decirle a mamá que quería salir en los bailables de
las asambleas, pues significaban gastos que no se podían hacer por la situación
económica de mis padres; así me acostumbré a no pedir. Me sentía orgullosa
cuando mamá decía que mi hermano y yo nunca nos poníamos necios en la
calle pidiendo cosas, o cuando hablaba de mí diciendo que era muy estudiosa,
que no batallaba conmigo, y así se fue formando mi carácter, o quizás mi falta
de carácter.

En esa etapa de mi vida viví acontecimientos importantes en mi familia, como


la llegada de mis hermanitos, unos cuatitos, cuando yo tenía 12 años. Ese
embarazo fue algo inesperado que causó muchos cambios en mi casa; para mí,
que me gustaban los bebés, fue la llegada de dos muñequitos para jugar, eran
hermosos y perfectos, muy buenos niños. En esas fechas tuve la oportunidad
de ir a pasar unas vacaciones de dos meses a San Antonio, Texas, con unos tíos
y fue una experiencia única y maravillosa que disfruté mucho. Mi hermano,
dos años más chico que yo, me decía siempre que por ese viaje crecí y no me
quedé chaparra como mi tía, y es que ese año que viví con la tía, para no perder
mi escuela, ahora me doy cuenta que marcó muchas cosas y para siempre en
mi vida, para empezar cualquier cosa que hacía o decía fuera de lo que mis
hermanos pensaban, me decían: “Sí, tía”. Ante algo que hacía diferente, decían:
“Lo aprendiste con la tía”; hasta parece mentira cómo un año causó un efecto
en mis hermanos, cómo una larga ausencia mía impactó en todos, pues en
ocasiones platican de sucesos en la familia como si yo no perteneciera a ella,
es algo que siempre me ha lastimado mucho pero hasta ahora lo comprendo,
y quisiera que ellos entendieran que a mí me tocó la soledad en esa casa, lejos
de todos ellos que estaban con papá y mamá, y que aún siendo una niña, lo

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 359


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

supe afrontar y aceptar; de hecho, ahora lo veo como un reto superado: ¡Bravo,
chaparrita!

Llegué a la secundaria con pérdidas y encuentros

Sí llegué a la secundaria, pero tarde para inscribirme en el turno matutino


y tuve que entrar al turno de la tarde. Todas mis amigas se quedaron en la
mañana e hice nuevas amigas; fue una época bonita, en mi familia seguían
los cambios de casa, mis hermanitos creciendo, mis papás trabajando mucho;
recuerdo que sufría mucho las salidas de mi mamá, ya sea a trabajar o con sus
amigas, a ella le gustaba dejarme a cargo y cuidado de la casa y de mi papá y
mis hermanos menores, me dejaba el dinero para los gastos de la casa, el cual
cuidaba como un tesoro, sabía cómo atender a mi papá, cómo hacer de comer
y el trabajo de la casa. Contábamos en esos años con una muchacha que nos
ayudaba y vivió muchos años con nosotros, era sólo un poco mayor que yo, así
que la veía como una amiga, y creo que tuve mucha suerte de que fuera una
buena muchacha pues platicaba mucho con ella.

En la secundaria también conté con buenas amigas, los grupos no eran mixtos,
en el recreo solamente veíamos a los muchachos de lejos, yo era muy tímida
y vergonzosa, algunas de las travesuras que recuerdo las hice yo un poco más
chica: me paré en la puerta de mi casa y puse a cantar a la muchacha que nos
ayudaba, pues tenía una voz como la de Rocío Durcal, y yo sólo movía los
labios, para que la gente que pasaba pensara que era yo la de la bella voz. Era
tan tímida que cuando veía un grupo de muchachos en una esquina, lo que era
muy común en esa época, rodeaba toda la manzana para evitarlos.

Disfrutaba mucho ir a la secundaria, trataba de sacar las mejores calificaciones,


era soñadora y fantasiosa, pues quería ser grande para trabajar y ayudar a
mis papás con dinero; mi vida era mi familia, me sentía muy orgullosa de
mis hermanas. Sus vidas eran tan intensas, mi hermana mayor ya estaba
casada y las dos que estaban solteras por su edad, jóvenes y hermosas, tenían
a toda la familia girando a su alrededor, mientras yo ahí con mis escasos 15

360 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

años me la pasaba, viendo todo aquello, tratando de ser yo y no la hermanita


chiquita como decían. Me identificaba mucho con mi hermano menor pues le
llevaba sólo dos años y era un niño independiente para su edad, aventurero,
amiguero, al cual no le gustaba mucho la escuela pero era muy inteligente,
muy consentido y amado por mamá.

A mis hermanitos menores yo los cuidaba, protegía y trataba de educarlos


según yo, muy estricta con ellos. Por fin terminé la secundaria, recuerdo que
mi gran sueño desde niña era ser maestra de escuela; también tengo imágenes
en las que jugaba con mi primito menor que yo y dice que se asustaba conmigo
porque lo ponía al frente y le gritaba —como si hubiera más niños formados
detrás suyo— que tomaran distancia y que con una regla en la mano les decía
que se formaran derechos. Obviamente él no veía a nadie más y creía que yo
estaba loca.

Terminando la secundaria presenté mi examen para entrar a la Normal y


no lo pasé; no podía creerlo pues unas compañeras más burras que yo sí lo
pasaron, pero yo no me desanimé y lo volví a presentar; esta vez lo pasé y así
entré a la Normal “Miguel F. Martínez”. Me tocó estrenar el nuevo local sobre
la avenida Constitución; en mi familia decían que para qué estudiaba eso, pues
los maestros eran muy mal pagados. A los meses de entrar ahí se pone difícil la
situación económica en mi casa y tuve que ponerme a trabajar y abandonar ese
sueño, lo cual fue una gran frustración en mi vida; me sentí de lo más triste e
inútil, pues qué podía yo hacer a los 16 años. Creo que mi mamá se arrepintió
después de haberme sacado de estudiar, pero no recibí apoyo de nadie para
seguir haciéndolo.

Se termina el sueño y siento que se pierde el rumbo

Ahora me doy cuenta de que por decirlo de alguna manera era la vida de mis
seres queridos, de mi familia, la que marcaba el rumbo de mi vida, y siendo tan
tímida como era y con tan poca preparación, ¿en qué podía trabajar? Recuerdo
que mi mamá me llevó a un estudio fotográfico de un pariente de ella, duré

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 361


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

unos meses trabajando ahí, después entré a una tienda de comestibles como
Soriana, que se encontraba dentro de cervecería Cuauhtémoc, donde se surtían
los empleados; trabajé un tiempo ahí y me tocó trabajar un 24 de diciembre
hasta tarde; cuando iba en el camión a mi casa pensaba que me había perdido
los preparativos de la cena y yo llevaba algo preparado de la tienda a mi casa;
casi todos los que trabajaban ahí eran mayores y yo sentía que hablaban sobre
cosas que no entendía y se reían. Es curioso cómo los recuerdos llegan a tu
mente, algunos confusos que no logras ubicar en su tiempo, otros tan claros
que los vuelves a vivir.

Al fin un trabajo más formal y mi preparatoria

Por recomendación del esposo de mi hermana mayor, entré a trabajar a la


Universidad de Nuevo León —antes de ser Autónoma— como auxiliar de
secretaria. Me dieron oportunidad de aprender a escribir a máquina, archivar
y todo lo que hace una secretaria; me trataban muy bien, me gustaba mucho
mi trabajo y me esmeraba en hacerlo lo mejor posible siendo muy responsable
y trabajadora; me daban unos uniformes muy bonitos. En lo que batallé un
poco fue en acostumbrarme a tratar con tantos hombres con lo tímida que
era, pues solamente había tres secretarias y como 20 hombres, desde el jefe
y muchos ingenieros y arquitectos, pero afortunadamente logré superar mi
timidez y trabajé muy feliz ese tiempo.

En aquella época decidí dejar mi sueño de ser maestra y estudiar la preparatoria,


tenía la oportunidad de obtener una beca por ser empleada universitaria y
entré a la Preparatoria 3 Nocturna. Trabajaba de ocho de la mañana a dos
de la tarde en la Torre de Rectoría, y asistía a la prepa de las seis a las 10
de la noche; era de tres años por ser de noche. En 1968 me tocó vivir toda
la efervescencia estudiantil, la tragedia del 2 de octubre en México ocasionó
aquí, en Monterrey, un caos: paros, quema de camiones, mítines, arresto de
estudiantes, la toma de la Torre de Rectoría y todo esto lo viví como estudiante
y empleada de la Universidad.

362 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Mi tiempo como estudiante de preparatoria fue muy especial, al principio


batallé un poco para acostumbrarme a un grupo mixto, con muy pocas mujeres,
pero pregúntenme qué tan rápido hice muchos amigos y amigas y la verdad
fueron los tres años más felices de mi vida como estudiante; mis compañeros
me protegían, me ayudaban y apapachaban mucho, me acompañaban al camión
pues salíamos a las 10 de la noche de las clases, aunque en esa época Monterrey
era muy tranquila y segura, podías caminar sola por la calle en la noche y
nadie te molestaba y menos te asaltaban. Nos juntábamos para estudiar en
los exámenes, siempre todos juntos amigas y amigos, yo era la más joven del
grupo pues todos trabajábamos y teníamos el deseo de superarnos. Era un
ambiente muy sano y respetuoso, organizábamos días de campo, reuniones
en las casas; tengo tantos recuerdos de esos años, también debo contarles
que tuve varios pretendientes y algún novio, como es lógico, pero no había
llegado el elegido, mi príncipe azul. Pero como todo en la vida tiene su tiempo,
la preparatoria terminó y cada uno siguió su camino, nos juntamos por algún
tiempo pero no sé en qué momento los perdí de vista. Los recuerdo con mucho
cariño a todos, y hasta la fecha puedo decirles que conservo a uno de ellos
como el gran amigo que es. Se graduó de dentista y atiende a mi familia, cada
vez que yo lo visito o van mi esposo o mis hijos, vienen a mi mente esos años
maravillosos.

Y ahora, ¿qué rumbo seguir?

Ahora el destino guiado por la mano de mi cuñado me llevaba a trabajar como


su secretaria, pues a él le dieron un puesto en la Dirección de Obras Públicas del
municipio de Monterrey. Era un nuevo reto pues tenía más responsabilidades,
él decide instalar su oficina directamente en las bodegas donde estaban los
trabajadores que daban mantenimiento al alumbrado, el bacheo y las zanjas
que abría Agua y Drenaje. Ahora era la única mujer y tenía que atender a mi
cuñado, quien era el jefe, a otros tres ingenieros y jefes de cuadrillas, que eran
como 100 trabajadores. Recuerdo que mi cuñado no me quiso llevar a trabajar
a las oficinas municipales porque decía que eran unas lagartonas y me iban a
“comer viva”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 363


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Pero y ahora ¿qué iba a hacer? Nunca consideré estudiar una carrera pues
siempre me vi de maestra, no tenía otra vocación, por otro lado no podía
dejar de trabajar, así que decidí estudiar arquitectura. Creo que lo hice porque
mi cuñado era ingeniero, pero fue un error. El segundo error fue entrar a la
Universidad Regiomontana, ¡pero cómo, si yo era universitaria!; logré media
beca, fui la primera generación de la UR de arquitectura. Estudié con ganas
pero la carrera no era para trabajar y estudiar, pues un semestre era de día
y otro de tarde; en el trabajo empecé a tener problemas por los turnos, me
encargaban muchos trabajos de tarea y hasta me enfermé pues me desvelaba
mucho para terminar dichas tareas, el ambiente era muy diferente al que viví
en la preparatoria y así sólo terminé dos semestres. No puedo decir que la pasé
mal pues tuve buenos compañeros y fui a un Congreso de Arquitectura en la
ciudad de México; ésta fue la primera vez y única que salí sola con amigas de
viaje; tengo bonitos recuerdos de esos años.

Continúa mi vida, sigo en el Municipio trabajando, termina el periodo, mi


cuñado se va y yo continúo; ahora viene otro jefe, me sentía rara pero a la
vez descansada pues quiero decirles que mi cuñado era muy estricto, y más
conmigo, en ocasiones me regañaba y hasta me hacía llorar, pero siempre he
sido muy aguantadora y lo quise mucho, era un hombre muy inteligente. En
mi familia la lucha diaria continúa: mis padres siempre trabajando mucho, mis
hermanitos creciendo, mi hermano convertido en un jovencito aventurero y
trabajador, mis hermanas haciendo su vida, los nietos llegando como en toda
familia.

Viene un nuevo cambio de casa; mis padres quieren poner un negocio, como
muchos otros que tuvieron a lo largo de su vida; yo continuaba trabajando y
ayudándolos como siempre, igual que mis hermanos. Les va muy bien en su
negocio y rentan una casa al lado, la casa era grande y mamá decide que puede
alquilar un cuarto para un estudiante y no sólo llega el estudiante, sino que se
convierte en mi “príncipe azul”. Si por eso dicen que matrimonio y mortaja del
cielo bajan. Llegó a estudiar su carrera en el Tecnológico de Monterrey y como
muchos, ya no se fue. Él dice que quedó prendado de mí desde la primera vez

364 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

que me vio y a mí me impresionó su personalidad, su sonrisa, su inteligencia,


su educación, su mirada y su voz tan especial y profunda. Me conquistó con
sus detalles, delicadeza, paciencia y amor y a mi familia la conquistó también,
pues era un buen muchacho, se llevó muy bien con todos, platicaba mucho con
papá y con mamá siempre llevó una relación muy especial, de cariño. Como
ven, esta nueva casa me trajo suerte.

Feliz matrimonio con el hombre de mi vida

Me pide en matrimonio y su familia viene a conocerme unos días antes de la


boda, aunque él no había terminado la carrera, le faltaba un año, tenía trabajo
que era lo principal y empezamos nuestra vida como muchos matrimonios en
esos tiempos: con casi nada. Yo ya no trabajaba, mi vida cambió completamente
pues ahora me dedicaba a mi casa, todo lo hacía yo: me gustaba la costura,
cocinar; mi mamá decía que esperaba que fuera por comida a su negocio
pues era lo más fácil, pero yo prefería cocinar para los dos; algunas veces mi
marido me sorprendía preparándome una rica cena, me decía: “No vengas a la
cocina hasta que yo te hable” y me preparaba una cena exquisita, con la mesa
bien puesta, con velas, muy romántica, aún lo hace. Mi suegra se sorprendió
cuando le dije que su hijo cocinaba pues jamás lo hizo en su casa. Como ven,
me saqué la lotería.

El acontecimiento más maravilloso

A los 11 meses de casados, nace mi primer hijo, un niño hermoso que vino
a llenar de amor nuestra vida. Es un niño único y especial, el día que nació
fue el único en el hospital, recuerdo que las enfermeras andaban locas con él,
todas lo cargaban y lo arreglaban y peinaban; era un niño grande y cachetón
que se portaba muy bien y mi vida empezó a girar alrededor de este pedacito
de mi corazón y de mi esposo. En ese tiempo mi esposo terminó la carrera
y recibió su título, su trabajo iba muy bien, fue una época tranquila y a los
cuatro años nace mi segundo hijo: otro pedacito de cielo que vino a completar
nuestra familia pues siempre pensamos en tener dos hijos; fue hombre, nació

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 365


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

más chiquito que su hermano, muy exquisito y hermoso, y el mayor lo recibió


con mucho cariño.

Con dos hijos los gastos en la casa crecieron y comencé a tener la inquietud
de hacer algo, y se presentó la oportunidad de un negocio de comida sólo para
llevar, y con la experiencia de mis papás en ese ramo, pues ellos tenían un
restaurante, no podía irme mal. Ya estaba en el trabajo de nuevo, a los ocho
años de casada más o menos, algo nuevo para mí, aunque vi a mis padres por
años en ese negocio y contaba con todo su apoyo, ahora tenía una nueva y
gran responsabilidad: atender a la clientela. Me resultaba al principio difícil
pues me daba vergüenza, después se complicó más mi situación cuando poco
después se me fue la cocinera y tomé yo su lugar. Mi mamá me enseñó a
cocinar en grandes cantidades, recuerdo que al principio anotaba todo paso
por paso de cada comida y por unos días lo traía en la bolsa del delantal y lo
consultaba todo, hasta que fui dejando de hacerlo, aún así, nunca recuerdo
haber echado a perder algo, y hasta yo me sorprendía cuando la gente me
comentaba lo sabroso de la comida.

Mi madre cocinaba riquísimo, creo que nunca cocinaré como ella, no tenía
recetas apuntadas con medidas exactas, su medida eran sus maravillosas
manos que tenían toda la sazón para hacer ricos desde unos frijolitos guisados
en bola hasta un pavo relleno de 12 kilos que nos preparaba en Navidad. Ella
sabía hacer todo, desde un taller de costura con mucho éxito a los pocos años
de casada hasta ese restaurante; en ese trayecto hizo tantos y tantos negocios
que no podría acordarme de todos y papá siempre compartiendo el trabajo, el
ejemplo de trabajo y tenacidad de ambos siempre están presentes en mí.

Recuerdo que cuando me preguntaban en el negocio quién te enseñó a cocinar,


yo les decía que mi mamá; ella se sentía muy orgullosa como yo siempre lo
estuve de ella. Puedo decirles que el negocio gustó y gustó mucho, gracias a
Dios y al poco tiempo mi esposo dejó su trabajo de empleado para convertirse,
al igual que yo, en propietario del negocio. Teníamos mucho trabajo, nuestras
jornadas eran largas y agotadoras. Al principio me dolía mucho la espalda y las

366 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

piernas, pero cuando me acostumbré ya no me cansaba igual, estuvimos varios


años sin cerrar un día, no contábamos con día de descanso, sólo vacaciones
una vez al año. Desde un principio contraté una muchacha para que cuidara a
mis hijos, pues nuestra vida había cambiado por completo y entramos en una
rutina... Así es la vida, constantes cambios, siempre deseando nuevas cosas,
planeando el futuro, soñando, pero siempre viendo hacia delante sin perder
el rumbo.

Fueron años difíciles pues mis hijos no tenían todo nuestro tiempo, vivían
algunas horas al cuidado de la muchacha, otras en el colegio y por la tarde
llegábamos ya a estar con ellos, a ayudarlos a hacer la tarea, a jugar un rato,
a cenar y dormir temprano. Creo que estoy describiendo la vida de muchas
familias en que los dos tenemos que trabajar para salir adelante; es difícil lo
sé, pero no imposible. Sólo deseábamos que nuestros hijos nos comprendieran
y salieran adelante, valorando la vida que tienen.

Los niños fueron creciendo; el mayor entra a primer año de primaria más
chico de la edad reglamentada, pasando un examen, pues ya quería estar en
el colegio, se aburría en el kínder. El director me recomendaba que era mejor
que fuera de los grandes y no de los chicos pero él se empeñó y entró; siempre
obtuvo buenas calificaciones, le gustaba participar en todo y lo escogían mucho
para maestro de ceremonias, desde muy chico fue muy formal y muy propio
para vestir, cuando íbamos a una fiesta tenía que ir de traje y corbata, su
lenguaje era casi como el de un adulto, era sin duda un niño muy inteligente.
Mi chiquito era un niño muy juguetón, cariñoso conmigo, siempre me estaba
abrazando y besando, no le gustaba el kínder y lloraba mucho, lo cambié como
a tres diferentes y era lo mismo, hasta que por fin se acostumbró y le gustó;
en el colegio él también siempre obtuvo buenas calificaciones y se portaba
muy bien.

Fueron 22 años los que trabajamos mi esposo y yo en este negocio, se dice


fácil pero son muchos; creo que pocos matrimonios pasan esta prueba de
perseverancia, esfuerzo, convivencia, tolerancia y sacrificio logrado con nuestro

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 367


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

amor y el amor a nuestros hijos. Fueron años difíciles pero productivos, en los
que padecí la muerte de mi padre, a quien amé muchísimo, fue un hombre
bueno y honesto; a los cuantos años la muerte de mi hermana, joven aún, una
mujer buena, sencilla y de noble corazón con la que siempre me sentí muy
unida y quise mucho. Fueron pérdidas enormes, pero la vida sigue, nada se
detiene.

Estando en este negocio me di tiempo para algunas otras actividades como


hacer ejercicios aeróbicos, que siempre me han gustado, aprovechar mi clientela
que acudía al negocio para vender por catálogo joyería de fantasía fina que me
resultó un buen negocio por varios años; también se presentó la oportunidad de
realizar ese sueño de niña, el de ser maestra, pues me ofrecí de voluntaria en un
programa de valores en donde, con la ayuda de libros y preparación, impartía
la clase a niños de escuelas públicas. Fue una experiencia maravillosa, empecé
dando clases a dos grupos de segundo año, me resultaba increíble el pararme
ante ellos y lograr que me pusieran atención, tan pequeños y juguetones.

Al principio fue difícil, como todo, pero después esperaban mi clase con gusto,
que era una hora en cada salón, una vez a la semana; me organizaba ese día
para adelantar la comida en el negocio pues siempre cociné yo, pero gracias al
apoyo de mi esposo que me ayudaba mucho, pude hacerlo, di las clases por cinco
años, el último ya le daba también a sexto grado. Realmente puedo decirles
que recibí más de lo que di, aún conservo las cartitas que mis alumnos me
daban con dibujitos y corazones, en donde me decían que me querían mucho
y me daban las gracias, la verdad, me hacían sentir tan especial. Siempre
tomé estas clases con mucha responsabilidad y respeto hacia los maestros a
quienes admiro y respeto y hacia esos niños que me dieron tanto amor y la
oportunidad de ser maestra.

La rutina sigue realmente con los años, cada vez es más pesada y se quiere
cambiar pero se pasa el tiempo tan rápido y siempre trabajando que mi esposo
y yo deseábamos hacer otra cosa, pero creo que tuvo que enfermarse mi esposo
para lograr un cambio en nuestras vidas: lo operaron casi de emergencia

368 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

y yo sentía que todo se derrumbaba, sufrí mucho al verlo enfermo, siendo


un hombre que nunca tomó una pastilla, con veintitantos años de casados,
siempre tan sano no podía creer esta pesadilla, fueron días muy difíciles de
mucha incertidumbre y dolor para todos, pero también de unión y de valorar
la vida. Fue casi un mes en el hospital en el que recibí todo el apoyo de mis
hijos, de mi mamá, mis hermanos, de la familia de mi esposo que vinieron de
lejos a verlo, de sus hermanas, pues todos ellos son un familia muy unida y
puedo decirles que tengo una suegra muy buena a la que quiero muchísimo,
y también amigos que siempre estuvieron conmigo y así, gracias a Dios, se
alivió y regresó a casa.

Había que tomar nuevos rumbos, la llamada de atención no era para menos, mi
esposo se dedicó a pensar qué nuevo negocio poner con los hijos ya mayores,
se podía contar con ellos; yo continué en el negocio con la ayuda de un hijo, el
chico y no pasó mucho tiempo cuando se presentó la oportunidad de un nuevo
negocio, era realmente ir a algo desconocido totalmente para él, pero con
sus estudios, inteligencia, dedicación y el apoyo total de sus hijos ha sacado
adelante este nuevo reto. Siendo tan trabajador, tenía que lograrlo.

Una gran pérdida, la de mi madre, viene a llenar de dolor mi corazón, no podía


creerlo: sólo dos semanas en el hospital y se me fue, pero ella siempre lo quiso
así, no quería dar molestias a sus hijos, como si sus hijos nunca le hubiéramos
dado molestias. Diosito la quiso mucho y no la dejó sufrir, yo la quise tanto
que aún la lloro y extraño mucho. Dado que mi madre siempre deseó escribir
el libro de su vida y creo que hubiera sido un éxito, pues ella era célebre ahora
me siento como haciendo algo por ella al escribir estas pocas páginas, pues soy
una pequeña parte de su vida que fue plena y llevada con orgullo.

Se ha adelantado en el camino parte de la familia, ya que he perdido a mi


padre, a mi madre y a dos hermanas mayores, y esto ha sido como perder una
parte de mí. Gracias a Dios, me quedan acompañándome una hermana mayor
y tres hermanos menores que son y serán también una parte muy importante
de mi vida, todos excelentes hermanos a los que he amado mucho.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 369


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Como ven ya no hay títulos en esta “mi historia” contada por hechos que
marcaron mi vida; puedo decirles que hace año y medio estoy retirada,
vendimos el negocio de comidas. Al principio me sentí extraña contestando el
teléfono de mi casa como si fuera el negocio, tardé en acostumbrarme a estar
en mi casa, a levantarme y no tener que ir a trabajar, a cambiar la rutina y
adaptarme a nuevos horarios, etcétera, etcétera, pero me siento bien teniendo
a mi esposo a mi lado, sentir que lo he ayudado y apoyado en la vida que nos
tocó compartir. Creo que tengo al mejor esposo, a veces pienso que no me lo
merezco y le doy las gracias por tanto amor y entrega total que me ha dado,
lo amo muchísimo.

Mis hijos, convertidos en dos hombres maravillosos, son mi orgullo y


adoración; son unos hijos buenos, nobles y cariñosos que llenan mi vida por
completo. El mayor se va a casar con una buena mujer que estoy segura lo
va a hacer muy feliz y habré ganado una hija, por eso estoy muy contenta.
Viéndolos, creo que algo debí de hacer bien en mi vida para tener estos hijos
tan buenos.

Pues bien, ésta es mi historia resumida en diez páginas, considero un logro el


escribirla pues no es fácil remontarse a los recuerdos de la infancia y recorrer
de nuevo el camino, pero sí ha sido bueno darme cuenta de que buena o mala,
bella o fea, grande o pequeña, es mi vida y lo más importante es que estoy aquí
con ganas de aprender y hacer algo nuevo.

Del salmo 15: “Enséñame el camino de la vida, sáciame de gozo en tu presencia


y de alegría perpetua junto a ti”.

370 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Vida plena
por Gorrión

Nací en la ciudad de Monterrey, aunque mis padres son originarios de la ciudad


de San Luis Potosí; soy la mayor de seis hermanos (tres mujeres, tres hombres,
lamentablemente murieron dos hermanos, siendo muy chicos). Siento que
mi familia fue feliz porque nuestros padres nos inculcaron amor y respeto a
nuestros semejantes, y también nos enseñaron a profesar la religión católica.
Cuando era niña, mis juguetes eran sencillos: tenía una muñeca de trapo, unos
juegos de té, tacitas y platitos con los que jugaba con mis hermanos. En la
juguetería había cosas mejores pero entendía que mis padres no me los podían
comprar.

En Navidad, en casa se ponía el nacimiento y el árbol; era todo un acontecimiento


para esta época, se hacía una cena muy sencilla, y el Niño Dios nos traía los
regalos a mis hermanos y a mí. Mi abuelito tenía un comercio, donde cada
año vendía las figuritas de barro que se le ponen al nacimiento. Esta época
la recuerdo como algo muy bonito. Al terminar de rezar el rosario y de
sentarnos todos para la cena, mis hermanos se entretenían con sus regalos,
que consistían en baleros, canicas y trompos; nosotras con las muñecas. Como
era un día especial, todos jugábamos a los encantados, a la roña y al bebe-
leche; cantábamos rondas como “Arroz con leche” y “Naranja dulce”.

En mis años de niña escuchábamos la radio, y nuestro programa favorito eran


los cuentos de Cachirulo; no había televisión, ésta llegó después de varios
años, pero sabíamos emplear bien nuestro tiempo, tanto para jugar como para
nuestras actividades de escuela y casa.

Fuimos luego a vivir a la ciudad de San Luis Potosí. Vivíamos en la casa de


mi abuelita, una casa grande que tenía un corral donde ella tenía marranos
y gallinas. En una ocasión que salimos a jugar a la calle nos encontramos un
cohete tirado y lo llevamos al corral, lo prendimos con cerillos y periódico y

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 371


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

salimos corriendo del corral; cuando estalló el cohete, las gallinas hicieron
mucho escándalo. Mi abuelita salió corriendo y fue al corral y no entendía
qué era lo que pasaba. Nos regañó cuando se dio cuenta del cohete; éramos
pequeños y ante esa inocencia no comprendíamos las consecuencias que se
podían originar.

No fuimos niños golpeados, cuando hacíamos travesuras hablaban con


nosotros. En la casa de mi abuelita vivían con nosotras otras primas; con ellas
jugábamos y nos divertíamos. Posteriormente mis primas se fueron a vivir a
México y mi abuelita también. Yo estudié la primaria en San Luis y disfrutaba
la escuela, aunque nos imponían mucha disciplina. Iba a clases en la mañana
y por la tarde nos daban manualidades, como costura, pintura, flores. Hice mi
primera comunión ahí. En el catecismo nos enseñaron a hacer galletas.

Tengo bonitos recuerdos de mis padres; se preocupaban por nosotras,


procuraban que hubiera lo necesario para la comida. Nuestra casa era sencilla,
pero había lo necesario para sobrevivir. Después de algunos años de vivir en
la ciudad de San Luis Potosí, mis padres decidieron que nos regresáramos
a Monterrey. Al venir aquí, la vida fue diferente pues había que apoyar
económicamente. Empecé a trabajar a los 14 años, pues había necesidad y la
situación era difícil. Mi madre había enfermado y con lo que ganaba mi padre
apenas se cubrían los gastos de la casa y la medicina de mi madre. Había que
aportar nuestro sueldo, y así transcurrió mi adolescencia, pero aprendimos
que trabajando ayudábamos al gasto de la casa y comprábamos nuestra ropa
y zapatos. Cuando cumplí 15 años, tuve una cena sencilla en casa, con mis
amigas. A pesar de que mi mamá se encontraba enferma me hizo mi vestido, un
hermoso vestido de color lila que tenía un ramillete de flores como adorno.

Por las tardes estudiaba corte y confección de ropa, primeros auxilios y


la secundaria. Había una escuela que se encontraba en la calle Garibaldi y
Matamoros, se llamaba “Centro de Capacitación para Obreras”. Tenían
maestras de corte y confección, cocina, decorado y primeros auxilios; nos
servía para prepararnos para nuestra casa. Posteriormente entré a estudiar

372 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

a la Cruz Roja un curso de primeros auxilios y de ahí pasé a ser voluntaria de


la Cruz Roja. No fui a la Universidad, en nuestra época pensaban mis padres
que no era necesario. Trabajé varios años en una empresa, pero tenía que
prepararme para ser ama de casa, ya que al casarme dejaría el trabajo para
dedicarme al hogar.

Mi esposo era vecino, vivíamos en la misma cuadra; nunca pensé que nos
fuéramos a casar. Cuando me pidió que fuera su novia se me hizo muy
gracioso, lo tomé como una broma y no le hice caso. Al año me volvió a hablar
y todavía lo pensé y le puse un plazo y volvió por la contestación. Le contesté
que sí, me hice su novia, y le expliqué que yo trabajaba y salía a las cinco de
la tarde, que era cuando lo podía ver. Mis padres no me daban mucha libertad
pero sí aceptó.

Íbamos a misa los domingos, era cuando lo podía ver. Era otra época, no
se daba mucha libertad. Nos teníamos que dar a respetar. A mí me gustaba
trabajar, disfrutaba mi empleo, y además aprendí que con trabajo y esfuerzo
una puede realizar muchas cosas. Quizás los sueños no se realizan, pero sabía
que los ideales a lo mejor sí se cumplían para salir adelante.

En mi época pocas mujeres iban a la universidad, pero no tenía que sentirme


mal, me tenía que realizar como mujer y persona con poco estudio: corte y
confección de ropa, primeros auxilios y la secundaria.

Me casé a los 28 años, mi esposo tenía la misma edad. Me casé por el civil y
por la iglesia. Tuvimos cuatro hijos: un hombre y tres mujeres. Mis hijas son
profesionistas y yo me dediqué al hogar. Mi esposo no quería que trabajara,
me decía que ya tenía bastante responsabilidad: ser esposa, ama de casa y
mamá; y así pasé a ser la fuerza laboral de la casa (la que cocina, lava, plancha,
administradora del gasto y también fui enfermera, doctora y psicóloga, entre
otras tantas profesiones que se van aprendiendo en casa).

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 373


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

El trabajo de la casa no se ve, no se valora, y eso me provocaba que me sintiera


inferior por no recibir un salario. Entendí que las mamás que se quedan en
casa deben ser buenas organizadoras del tiempo y no descuidar su apariencia
física; deben dar a cada miembro de la familia las funciones específicas de
acuerdo a su edad. Deben desterrar del hogar la costumbre del machismo;
machismo que tanto daño ha causado en el entorno familiar.

Cuando mis niños iban a la primaria estaba al pendiente de ellos, les hacía sus
uniformes, participaba en la sociedad de Padres de Familia. Aun cuando mis
hijos ya estudiaban en la Universidad, me permitieron seguir al pendiente
de ellos. Yo hasta hoy continúo como ama de casa y a través del DIF como
voluntaria en el Programa de la Tercera Edad.

Tomé un curso de Superación Personal a través de ANSPAC. Estoy en el


grupo de danza, soy presidenta en un Comité de Prevención del Delito de
la Secretaría de Seguridad Pública del Estado. También he tenido cursos de
capacitación en Seguridad Pública (apoyo a mis vecinos en su seguridad).

Cuando Monterrey cumplió años, había un concurso para encontrar a la vecina


ejemplar. Participé con varias vecinas y fui elegida como “Vecina Ejemplar”
en Monterrey 400, así pasé a ser una de las 12 familias de la “Fundación de
Monterrey 400”.

Volviendo a mi niñez, recuerdo que jugaba de niña con mis primos pero ya
no los volví a ver, murieron jóvenes. Tengo primos y otros familiares que no
conozco, ya que nuestros padres se distanciaron por motivo de trabajo, esta
familia se fue a vivir a otras ciudades y no nos volvimos a ver. Mi padre poco
nos hablaba de su familia, no sabemos mucho de nuestras raíces. Yo he tenido
el deseo de conocer a primas que no conozco, ya que se siente ese vacío por no
tener contacto con ellas.

Mi esposo trabajó 40 años en una empresa. Fue un excelente esposo y


padre de familia, muy cariñoso con sus hijos, se preocupaba por ellos, decía

374 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

que sus hijos tenían que ir a la Universidad, para que tuvieran estudio. Él
sólo había estudiado primaria, pero llegó a supervisor dentro de la empresa,
pues afortunadamente para su superación personal, él acudía a cursos de
capacitación.

Fui feliz en mi matrimonio. Para que el matrimonio sea feliz (fueron 34 años
juntos), se debe tener paciencia, saber comprender, disculpar, perdonar,
amarse. El matrimonio tiene sus pros y sus contra, tiene muchas alegrías,
pero también tiene decepciones y muchas obligaciones tanto para el hombre
como la mujer. Para consolidar el matrimonio debe haber armonía, paciencia,
tolerancia, siempre buscando el camino de la felicidad. Tanto la mujer como el
esposo tienen que convertir el hogar en un paraíso. La mujer es la que forma
el ambiente en el hogar.

A mis hijos de pequeños los llevábamos de vacaciones a conocer varios estados


de la República y ahora conocen todo México por sus actividades laborales,
ya que en sus trabajos frecuentemente tienen que salir a otras ciudades; ellos
dicen que les sirvió de mucho que de pequeños los hayamos llevado de paseo.

Cuando nos casamos mis hermanos y yo, nuestros padres no dependían de


nosotros, se valían por sí mismos hasta que murieron. Mi madre decía que
había que prepararse para la vejez porque la juventud es corta y la vejez
es más larga y eso fue lo que ellos nos dejaron de ejemplo y hasta la fecha
seguimos sus consejos.

Mi padre murió a los 90 años de edad y mi madre a los 87 años. Aprendí de


ellos los valores, pero ante todo, la responsabilidad; mi padre no tenía vicio
alguno y afortunadamente mi esposo tampoco tuvo vicios. Él en sus días de
pago procuraba traer pan y fruta extra, ya que decía que para él era más
importante traer algo para la casa que malgastar en alguna cerveza que no
le dejaría nada de provecho. No supe lo que era batallar con alguna persona
alcohólica. Gracias a estos ejemplos de mi padre y de mi esposo, a mi único
hijo varón tampoco le da por “parrandear”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 375


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Ya tengo seis años de viuda. Cumplí con mi matrimonio, no fue fácil pero
cumplí. Cuando mi esposo murió, me quedé sola; mis siguientes pasos en la
vida los he dado sola, ya que no tengo el apoyo de ese compañero, pero sé
perfectamente que tengo otras metas por cumplir y debo seguir adelante.

Tengo a mis hijos: tres hijos casados y una hija soltera; cuatro nietos a los
que quiero mucho y para ellos espero ser un ejemplo y testimonio de una
existencia vivida con amor para que cuando ya no esté, recuerden lo mejor
de mí.

Mi historia de vida quizás no ha sido de mucho interés, pero ésta es la que he


tejido al lado de mucha gente que ha caminado junto a mí y que ahora forman
parte de ella.

Mi agradecimiento a la licenciada Patricia Basave Benítez, a quien le reitero


mi cariño y respeto.

Mi reconocimiento al Instituto Estatal de las Mujeres en Nuevo León;


agradezco a la licenciada María Elena Chapa la oportunidad que nos ofrece con
este diplomado. A la licenciada Leticia Hernández Escamilla, por la dedicación
y esfuerzo que pusieron en este proyecto que promueve la autoestima de la
mujer.

A mis compañeras de este diplomado por su cariño, apoyo y cooperación hacia


mi persona; a todas y cada una de ellas les reitero que son unas personas muy
valiosas y fue un privilegio compartir este curso con ellas.

376 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Vuelo infinito
por Albatros

¿Por dónde empezar? no lo sé, comenzaré por la parte más noble: mi infancia,
cuando todavía no tenía uso de razón. Aunque en algunas ocasiones suene
doloroso, somos dependientes provisionales de nuestros padres, sí. Sucedió
un día cuando levanté la mirada, resulta que la vida me había arrebatado
a mi padre, tenía aproximadamente dos años y medio, era la octava de un
total de nueve hermanos. Mi madre, tras este golpe que le dio la vida, sufría
desconsoladamente la pena por tan irreparable pérdida. Cuenta que se sentía
enloquecer, quería correr, gritar. No fue para menos, pero de pronto, escuchó
una voz fuerte con enojo y coraje que le dijo: “Deje de llorar, mi padre ya
murió y ¿nosotros qué?”. Era mi hermano mayor, de escasos 17 años.

Mi madre, al escucharlo, cuenta que reaccionó y volvió a tomar las riendas


de su familia apoyándose en él y volvieron a empezar, pues habían perdido
muchos bienes que mi padre tenía (camiones y carnicerías) quedando nosotros
en la orfandad y en la miseria. Entonces mi hermano enfrentaba el papel de
padre sustituto ¡Dios mío, si todavía era un adolescente! Como Dios le dio a
entender, tomó el toro por los cuernos como luego dicen, rodeado de sus seis
hermanas y tres hermanos, y junto con mi madre no hubo más que seguir
trabajando en los coches de sitio, llevando carreras en mi lugar natal, y además
tenía algunos contratos en Petróleos Mexicanos. Mi madre, con el negocio
que aprendió de mi padre, trabajaba en casa un largo rato con mis hermanos
los más grandes; ella nunca salía del hogar por comentarios que en vida le
hacía mi padre: que las mujeres debían estar en la casa siempre, ya que tenían
un sexto sentido que les hacía pensar cosas malas.

Así transcurría el tiempo, ella elaboraba y los demás salían a vender los
subproductos de la carne de cerdo que seleccionaba e inspeccionaba.
Curiosamente, en el momento que redacto esta historia me sucedió algo muy
bonito: hoy, 19 de marzo (día de San José) y también cumpleaños de mi hermana

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 377


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Josefina y vacaciones de Semana Santa, a las 4.30 de la tarde sonó el teléfono


y cuál fue mi sorpresa al escuchar ¡la voz de mi madre!, quien se encontraba de
visita con una de mis hermanas. Le dije: “Mami (con voz viva, alegre, fuerte,
sentía una gran emoción), la escucho y siento que la estoy viendo, que la tengo
enfrente de mí, la quiero mucho”.

Quería en ese momento volar y estar con ella, verla y platicar tantas cosas
nuevas que estoy haciendo. La admiro, la amo, es una gran mujer que se plantó
con valentía. Me comenta: “Apenas estoy descansando, tengo ocho días de
haber llegado de Comalcalco, Tabasco; las piernas me tiemblan todavía de
venir sentada, ya me siento más cansada”. Le dije que tenía la esperanza de
ir a verla y nos despedimos con un “Dios te bendiga”. Seguí escribiendo con
más ánimo, recordando que mi padre falleció a los 45 años, y reconociendo
el trabajo que realizaba mi mamá en casa desde que enviudó cuando tenía
35 años aproximadamente. Ella conocía empíricamente de las enfermedades
más comunes de los cerdos, que podían afectar la salud de todos, y además
sabía que de ahí comíamos. Desde muy temprano trabajaba incansablemente,
cuidaba que la carne no tuviera parásitos como el cisticerco, que ella conocía
como tomatillo; hacía cortes en hígado, pulmón, corazón, lengua, etcétera.
Me decía: “Si ves puntos blancos y duros en hígado, esa carne se desecha,
esa carne no sirve; si al cortar el pulmón los conductos están repletos de
parásitos enrollados, también se tira”. Me enseñó que un hígado sano es aquel
que al corte está limpiecito, de color rojo, fresco y brillante. Esto empezó a
inquietarme y a darme curiosidad por conocer acerca de lo que era el alimento
de mucha gente, pues aún se tenía miedo de consumir carne con cisticerco, ya
que ese parásito se alojaba en el cerebro y ocasionaba convulsiones y hasta la
muerte en humanos que la consumían.

Tomando esa precaución y con estricta limpieza, preparaba el producto con el


que hacía la carne enchilada, la moronga o rellena, las carnitas, el chicharrón,
los tamales veracruzanos. No se le escapaba el pan recién hecho, calientito,
con olor a levadura, que se cocía en horno de lodo y zacate; criaba pollos
y también los vendía enteros o destazados; preparaba el zacahuil típico del

378 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

estado de Veracruz, hecho de masa martajada y carne de cerdo envuelto


en hoja de plátano. Mientras tanto, mi madre, involucrada en su trabajo,
todavía tenía momentos en que lloraba silenciosamente, sólo se veían sus
ojitos rojos e inflamados. Ella decía que no tenía nada, pero caía en tan dura
depresión que se olvidaba de mandarme a la escuela, o que ni siquiera estaba
yo registrada ni bautizada, ni mucho menos había hecho la primera comunión.
Apresuradamente mi hermana me inscribió, por órdenes de mi madre, con
una maestra grande y soltera que daba clases en su casa, pues era urgente que
aprendiera algo porque pronto entraría a la primaria.

Ahí había un grupo de niños, niñas, adultos hombres y mujeres. ¡Caray! Me


llevé el susto de mi vida pues a la hora de la salida sentí que alguien me
seguía. Se me acercó uno de los alumnos más grandes y me decía que si me
acompañaba. Yo sentía mucho miedo, quedé como témpano y no supe decir
nada; seguía caminando sin voltear para ningún lado, caminaba derechito
porque escuchaba que mi madre les decía a mis hermanas mayores que si las
molestaba alguien o les chiflababan en la calle no hicieran caso y que caminaran
de prisa y derechito sin voltear para ningún lado. ¡Uf ! por fin llegué a mi casa
y le dije a mi hermano Fidencio, que estaba de su talla. Sentí alivio cuando
me dijo: “Yo voy mañana cuando salgas y me dices quién es, para agarrarlo a
la salida”, aunque no sabía si era lo correcto, sólo me sentí protegida por mi
hermano. El joven era de pocas pulgas.

Este lapso pre-escolar fue muy corto, aprendí a deletrear y a escribir un poco,
pero seguía ansiosa porque ya quería estar en la escuela, donde aprendería
mejor la lectura y la escritura. Muy pronto, pasaditos mis ocho años, mi
hermana mayor, por órdenes de mi madre, me inscribió; sólo llevaba anotada
la fecha de nacimiento en un papelito. Más adelante y poco antes de terminar
la primaria, me llevaron a registrar. Fue un 12 de septiembre de 1967. Muy
feliz y contenta, al fin entré la escuela primaria, empecé con muchas ganas y
escribí mi primera lección “El nido”. Recuerdo algo que decía: “No lo rompas,
no lo hieras, sé bueno y deja a las fieras...”. Estaba sentada en un banquito
y una silla para apoyarme, a la intemperie, junto a mi madre que me dirigía

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 379


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

mientras ella lavaba la ropa. Tan emocionada asistía todos los días a las ocho
de la mañana, porque mi maestra decía: “Llueva, truene, o relampaguee tienen
que estar puntuales”. Mi grupo era de puras mujeres, participé en declamación
porque me gustaba y me sigue gustando la poesía que tenía por título “Mi
bandera”. Como no había micrófono, me indicaron que tenía que pararme al
centro de la cancha y hablar fuerte para que se escuchara, yo sentía mucha
emoción al decir fuertemente: “El verde, el blanco y el rojo se han unido para
escudar la tierra donde has nacido, donde libres y en paz somos felices...”. La
repetía varias veces y a cada rato, como un disco rayado.

La vida seguía su curso y con la magia de ver mis sueños que se iban cumpliendo,
llena de felicidad asistía los domingos por la tarde a clases de catecismo, con
un vestido de rayitas rojas que parecía más bien bata de dormir. En una de
las clases concursamos en dibujo, yo hice el arca de Noé, fue seleccionado en
primer lugar y me dieron de premio un libro que se llamaba La vida del Niño
Jesús. Más tarde hice la primera comunión, y me bautizaron al mismo tiempo.
Escogí a mi maestra como madrina para ambas cosas, me tomó medidas y me
hizo el vestido blanco, largo, de manga larga y cuello alto, con velo de tul y
orilla de encaje, zapatos, tobilleras blancas, libro y rosario. Escuchaba entre la
gente que se enteraban de mi bautizo: “Ahora sí, ya te quitaron los cuernos”.
Pues yo creo que no me los quitaron bien, quedaron vestigios porque ahora
me salieron tremendos cuernotes de buey.

Más adelante me inscribieron en la secundaria. Mi hermana me acompañaba,


nos dieron la lista de libros y uniformes, el de diario y el de educación física. Me
asombré porque pensé que me dirían que era mucho gasto; cuando le dieron
a mi hermano mayor la lista de lo que pedían, yo hacía “changuitos” para que
dijera que sí. Creo que estaba preparado e inmediatamente me dio el dinero
completo para todo, cosa que no me esperaba. A pesar de todo, se emocionaba
porque él también tenía deseos de estudiar contabilidad, me platicaba mi
madre. Hasta me hizo un pupitre que llevaba y traía todos los días cuando iba
a la primaria, además me hizo una mesa que hacía las veces de un escritorio, la
pintó de color azul marino. Claro que me entusiasmaba el apoyo incondicional

380 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

que recibía constantemente de todos mis hermanos de una forma u otra, pues
era la única que seguía estudiando. Aún cuando me parecía estar soñando,
toda mi familia se esforzaba por darme lo que necesitaba.

Asistía los primeros días a la secundaria, vestida con el jumper color de rosa
para primer año en la Secundaria Federal “General Heriberto Jara Corona”; el
edificio apenas se estaba construyendo, por lo que iba a una escuela prestada
que se llamaba Escuela Artículo 123 “María Enriqueta”, que era de Petróleos
Mexicanos, en Poza Rica. En esa temporada hizo su aparición un frente frío,
yo era un esqueleto rumbero y sentía que el aire me congelaba, me presenté
con pantalón naranja debajo del uniforme. La gente no era muy fijada en la
combinación, pero sí lo era sólo para diferenciar el sexo. Hice el ridículo de
mi vida, me dio mucha vergüenza ante el grupo, que para entonces ya era
mixto, no sabía que estaba prohibido ponerse pantalón cuando hiciera frío
y me mandaron al baño a quitármelo, aunque todavía no era Navidad, lucía
nariz de reno.

Pronto pasaba la angustia y volvía la alegría que invadía toda la región, con
la celebración de la Expropiación Petrolera, que se festeja en grande. El 18
de marzo de cada año, empezaban los preparativos y ensayos. Se llegaba el
día esperado para todos, había carros alegóricos, la reina del petróleo, el
rey del chapo y el tradicional desfile de escuelas, colegios, trabajadores de
Pemex, de las empresas y algunas tiendas comerciales. Por la tarde había
artesanías mexicanas en el centro de la ciudad, los voladores de Papantla,
antojitos mexicanos con el famoso zacahuil, molotes, garnachas, etcétera. Por
la noche, baile por dondequiera. En este período me sucedieron muchas cosas
emocionantes, con altas y bajas pero había que seguirle, no tenía permisos
para salir de paseo pues no había dinero, así que me distraía cuando iba a la
escuela únicamente.

Era muy sensible y reservada, por ende seleccionaba estrictamente a mis


compañeras. Me gustaba escucharlas y que me escucharan, pues atravesaba
por un momento de angustia y tristeza cuando mi madre cayó en cama: una

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 381


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

fiebre tifoidea se la andaba llevando, la pobre quedó hecha un esqueleto, muy


pálida y no se podía sostener sola. Tenía miedo de perder a mi madre, que
era lo único y más grandioso que tenía y sigo teniendo, gracias a Dios. Ella
fue y ha sido mi gran apoyo para realizar todas las ilusiones que la vida me
ofrecía. Diosito hizo su buena obra porque ella ponía mucho de su parte, no
se rajaba ni se raja fácilmente, tiene hasta la fecha un gran espíritu de lucha y
optimismo por la vida.

El tiempo pasó. Le dije que me gustaría estudiar la preparatoria y le pregunté


si se podía otro compromiso, aunque a la vez ella quería que siguiera, me
dijo: “Voy a hablar con tu hermano Eliseo”, el último de mis tres hermanos
varones, pues desconfiaban que terminara la carrera completa, pensaban que
iba a tirar la toalla y que fracasaría por ser mujer. Sin embargo, mi hermano
se comprometió a apoyarme, tuvo que cambiar de empleo y entró de soldado
raso para ganar un poco más y poderme sostener toda la carrera. Les prometí
presentarles el título. Me preocupaba que por ser mujer se me marginara,
pues así era la vida entonces; no había libertad de comunicación con las
personas, mucho menos con varones ni con mujeres casadas aunque fueran de
la familia, no podíamos darnos un beso en la mejilla, mucho menos un abrazo
fraternal; carecía de libertad para expresar mis ideas, dudas e inquietudes de
comportamiento de la etapa que estaba viviendo, de los cambios que tiene que
pasar todo ser humano. Teníamos que estar como soldaditos en casa y a la
orden cuando llegaran los hombres del trabajo.

Mi madre atendía a mi hermano con la mesa bien servida, con todos los
antojitos que le gustaban, le respetaba el lugar como el jefe de familia y no
le faltaba su coca cola. Ante tal situación me obligaba a tratar de mejorar, no
estaba de acuerdo con las ideas que prevalecían en casa, me enojaba conmigo
misma, y me decía: “Yo quiero salir de esto, conocer más, salir de dudas y
confusiones, conocer mi cuerpo, mi mente”, me preguntaba cómo debían ser
las personas correctas, etcétera. Seguía luchando para continuar mis estudios
y entenderme a mí misma, porque en el futuro pensaba formar una familia que
fuera ejemplar. No quité el dedo del renglón: con grandes deseos de obtener

382 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

un título de la Facultad de Medicina de la UNAM, pero por necesidad y para


no seguir preocupando a mi familia, quise estar internada en la escuela Médico
Militar de la ciudad de México. De todos los exámenes el que me asustó fue el
de clavados. En mi vida me había echado un clavado de un trampolín tan alto,
por lo que me tuvieron que dar un empujoncito y “al agua patos”. Durante
esos segundos, suspendida en el aire, sentía que el corazón se me salía. Caí al
agua fría, parecía que tenía hielos, dando manotazos y patadas de ahogado por
fin alcancé la cuerda que dividía la alberca y salí a la superficie.

Mi sueño no se cumplió, ante una multitud de concursantes a la que no se


le veía fin, solamente volteaba a ver a mi prima Pomposa (qepd) que me
acompañó, pues no conocía la ciudad. Se hizo la selección nombrando a
través del micrófono y la sorpresa no fue grata: no figuré en listas, escuchaba
rumores de que sólo se quedaban los hijos de militares y los recomendados, y
pues, ni hablar, como suele suceder, me fui cargando con la nostalgia de haber
dejado a mi familia. No quise regresar a mi estado como fracasada y volví
a insistir, presentando examen con una segunda oportunidad, pues la otra
alternativa era la medicina veterinaria que también me llamaba la atención y
donde afortunadamente fui aceptada.

Dentro de la carrera, en los primeros semestres nos llevaron de prácticas a


conocer los pastos de Veracruz, teníamos que aprendernos el nombre científico
y el nombre común, caminamos a todo lo largo del potrero arrancando pastos,
bajo los rayos del sol, terminábamos todos pegajosos y con ganas de darnos un
chapuzón. Como recompensa nos llevaron a la playa, muy a gusto al compás
de las olas del mar, del aire fresco que te hace sentir viva, con la brisa del mar
como un rocío que acariciaba mi rostro al descubierto, con el pelo peinado
por el viento y con aroma de pescado, dejando huellas sobre la arena. Poco a
poco me fui metiendo entre las olas y entre remolinos quedé atrapada al darle
la mano a mi compañera, la verdad no supe qué estaba pasando, por fin las
dos estuvimos mar adentro, después de permanecer varios minutos yo sólo
flotaba y levantaba las manos dando gritos de auxilio, pero sin recibir ayuda,
sin que nos escucharan, nadie nos veía. Cada vez más perdía la esperanza de

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 383


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

regresar con vida. Sentí que era lo último que estaba viviendo, y lo único que
pasaba por mi cabeza era preguntarme lo que sentiría mi madre al recibir esa
mala noticia. Pensé que moriría presa de los tiburones. Los salvavidas hicieron
su aparición, como sucede con la Cruz Roja, pero si no fuera por ellos ¡Dios
guarde la hora!, me hubieran cafeteado con el puritito café de Córdoba. Me
dejé llevar flojita y cooperando porque me acordé, cuando escuchaba a mis
hermanos, que ellos decían: “Cuando tratan de sacar a una persona que se
está ahogando, se desespera tanto que abraza al salvavidas y terminan los
dos ahogados”, y me dije: “Aunque me lleven los pingos”, me dejé llevar de
los cabellos, me tapé la nariz, al poco rato toqué tierra como Colón. Vi la luz
nuevamente, nos hicieron rueda todos los compañeros, hubo algo de bromas
para disipar un poco el miedo, seguramente me veía como limón amarillo.

Así transcurrieron los años, se llegaba la terminación de la carrera de Medicina


Veterinaria generación 77-81. Un poco antes entré al servicio social, empecé
haciendo “pininos” en una farmacia veterinaria de Huitzilac, Morelos. Ahí daba
servicio médico a domicilio, y me coordinaba con otras compañeras también
recién egresadas, una de ellas me brindó su casa, amabilidad que le agradezco
infinitamente porque no quería regresarme sin haber terminado la tesis que
ya había empezado, mientras seguía de practicante, acompañándola a trabajar
a un rancho que tenía a su cargo en Yautepec, Morelos.

Viajamos a Nueva Rosita, Coahuila, donde visitamos un rancho de cabras de


la raza Nubia, se compraron machos para mejoramiento genético. Era toda
una odisea y nos divertimos a pesar de todo; íbamos tres pasantes, a veces
comentábamos que nos sentíamos con espíritu trailero pues puro trailer nos
encontrábamos en carretera, segregando adrenalina a todo lo que da cuando
el viento nos sacudía, todo el trayecto fuimos cuidando de los chivos. Fue
largo y cansado el viaje, pero no lo sentimos hasta que llegamos a casa. Claro
que nos mandaron con viáticos y nos hospedamos en un hotelito donde nos
llevaron de cenar carne asada a la parrilla hasta el cuarto, fue la primera vez
que conocí el sabor de la comida norteña con sus tortillas de harina. Al otro
día muy temprano visitamos el rancho, los dueños, impresionados, nos dijeron

384 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

que éramos muy arrojadas pues era peligroso que viajáramos puras mujeres.
Era la innovación de aquellos tiempos, toda una vida llena de emociones y
sorpresas.

De regreso a casa todo seguía normal, vivíamos plenamente como solteras


ocupando los fines de semana y los días de fiesta para divertirnos. Se llegaba
la Semana Santa, me tocó asistir a la procesión que organizaba la iglesia del
pueblo, se caminaba por las calles acompañando la representación de las tres
caídas y continuaba con la fiesta de Chiconcuac, Morelos; el baile típico de
los chinelos; se disfrutaban los platillos regionales como el tamal de pescado,
y por la noche el pozole blanco con orégano, limón y cebolla acompañado con
tostadas bien preparadas o con chalupas. Había quesadillas de cazón, chiles
rellenos de queso, huauzontles en caldo rojo, ¡ah, y no se diga!, me atreví a
probar la copita de tequila con limón de Almolonga, Guerrero, un pueblito
muy cálido. También conocí algunas albercas y balnearios de ese bonito y
relajante pueblito de Chiconcuac: El Rollo, Las Estacas, El Iguazú, las albercas
de Temixco y Oaxtepec.

En otra ocasión me invitaron a una de esas albercas a jugar basquetbol con


unos amigos de mis compañeras que eran recién egresados del Politécnico;
me causaron mala impresión porque cada quien traía una cerveza en la mano
y uno de ellos llevaba un short con una pierna más corta que la otra. Hice
un gesto de desagrado y dije: “¡Ah, para amiguitos!”. Pasó la presentación,
el saludo y nos metimos a las albercas a divertirnos un rato. Con el tiempo,
Rubén, el joven que traía el short más corto de un lado que del otro me causaba
desagrado, se encontró a una de mis compañeras, me mandaba saludar y decía
que le hablara por teléfono, pero yo no le hablaba. No me importaba, hasta que
un día fuimos mi compañera y yo a consultar a su perrito que tenía tos, y por
fin nos fuimos conociendo poco a poco, fui a su casa y terminé de aplicar el
tratamiento. Al poco tiempo me invitó a comer y nos vimos en la terminal de
Zacatepec, pues ahí llegaba de la farmacia veterinaria donde yo trabajaba.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 385


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Pero era un maldito miedo que no me dejaba en paz, sentía que me vería
mi hermano mayor, que lo iba a tomar a mal, pues a mi hermanito lo veía
hasta en la sopa, se me venía a la mente cuando en una ocasión salía de la
preparatoria a las 10 de la noche, con varios compañeros y mi amiga María de
la Luz Herrera, en un ambiente agradable de estudiantes (mis respetos a esos
compañeros en quienes podía confiar), nos invitaban a cenar, enseguida nos
iban a dejar hasta la parada del camión a cada una, ya que era una escuela con
horario para trabajadores (Colegio Salvador Díaz Mirón). En ese entonces mi
hermano andaba trabajando en el sitio, me siguió y me echó las luces, escuché
a mi primo que también venía en la bola y decía: “Es Mencho”, porque así
le decían a mi hermano, yo seguía como que no había pasado nada, trataba
de controlarme pero tenía miedo de que llegando a casa me hablara muy
fuerte y me regañara como acostumbraba, aunque para tranquilizarme me
decía a mí misma: “Qué me importa, si no ando haciendo nada malo”. A veces
me quería esconder para no verlo, pero daba la vuelta y ya lo tenía enfrente
preguntándole a mi mamá dónde estaba, yo decía: “Ya me fregué”. Tardé un
poco con esa sombra que me impedía llevar una buena comunicación dentro y
fuera de la casa, me sentía muy reprimida, no era libre de expresar mis ideas,
sentía que todo lo que decía era malo. ¡qué difícil era comprenderlo!

El muchacho me seguía invitando a fiestas y poco a poco lo fui aceptando.


Comenzamos una vida en pareja, felices y contentos, claro que ya había pasado
por tragos amargos, muy amargos y fallidos. Seguimos adelante, vivíamos
en casa de mi suegra, no nos habíamos casado ya faltando un mes para que
naciera nuestro bebé, que esperábamos ansiosos. Fuimos al Registro Civil
y nos casamos un 17 de marzo de 1985. No quería firmar ningún papelito
porque temía que me sucediera lo mismo que a mis hermanas mayores, que ya
llevaban siete y ocho hijos y no descansaban. Les decían: “Una vez que sales de
tu casa, ya no puedes regresar, te tienes que aguantar como te salga el marido,
macho, borracho, mujeriego y celoso para variar”. Yo veía que mis hermanas
sufrían mucho... un parto y al año el siguiente el otro; se la vivían siempre en
el Seguro Social, estaban destinadas al servicio de la casa, de los hijos y del
esposo. ¡Qué injusticia! ¡Ya basta de tantos mitos y mitotes que le atribuyen

386 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

a las mujeres! Ellas no son hembras reproductoras de nadie, tampoco nadie


puede adueñarse de nosotras, ni somos objeto sexual de nadie, para eso ya
deben de estar a la venta vaginas artificiales como las que se utilizan para
tomar muestras de semen a los machos sementales.

¡Ah! pero yo creía que había escogido un buen partido y que me había sacado
la lotería cuando vivía con mi esposo en aquel entonces y que era el mejor
matrimonio en mi familia; mi suegra me trataba bien, ocasionalmente se
presentaban pequeños incidentes de celos y ella me decía: “No te preocupes, lo
que no fue en tu año que no te haga daño”, algunas veces no los consideraba de
importancia, decía: “Es porque nos queremos mucho”. ¡Cómo no! La mamá de
mi esposo decía: “Mis hijos no se parecen en nada a su padre, él si fue un hijo
de tal por cual... nada más venía cuando había nacido el hijo y me preguntaba
¿y ahora que te compraste?” Y como dicen: “candil de la calle y oscuridad en
su casa”, pues sus hijos sólo veían cómo llevaba alimentos a la otra familia.

La vida seguía y un mes antes de que cumpliera un año mi hijo bendito,


viene el segundo parto: fue una bebé preciosa. Mi suegra me decía que como
esos nietos, tuviéramos una docena. Yo le respondía que no quería tantos
hijos. Cuando nuestros hijos ya tenían uno y dos años aproximadamente, yo
intentaba trabajar, pero mi esposo no me dejaba, me daba un pretexto y otro,
pero la respuesta siempre era no. A veces me salía a ayudarle a mi colega con
alguna cirugía y mi madre me echaba la mano cuidando los niños, él llegaba
con una carota y no me hablaba un buen rato. Así seguían los disgustos que
día con día iban aumentando.

En mí había una capa de humo que me impedía ver con claridad lo que estaba
sucediendo. Seguía obedeciendo ciegamente, para llevar la fiesta en paz. Así
crecieron mis hijos, las necesidades aumentaban e insistía en trabajar; al fin
se decidió mi esposo e invertimos en unos negocios en Cuernavaca, Morelos.
Ahora sí había que trabajar en la Clínica Veterinaria y él en su refaccionaria,
aparte de su trabajo en la empresa Syntex. Una vez se acercó a la caja del
dinero y me dijo: “Pinche Dora, te vas a hacer millonaria y me vas a dejar”.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 387


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Le respondí: “Estás loco”. Cuando salió a trabajar con una plaza de maestro
a Tuxpan, Veracruz, fue porque hubo un recorte de personal en la empresa;
los problemas aumentaron, la desconfianza aumentó. Llegaba con mucha
ansiedad como si algo se le perdiera, me decía: “Te soñé que te bajabas de
un coche rojo, que andabas con mi mejor amigo”, etcétera. El ambiente se
tornaba tenso, sufrir este malestar además de la crisis económica fue terrible.
Los negocios se fueron abajo. Para mí fue difícil atender negocios, hijos, casa,
escuela y esposo en decadencia emocional.

De Cuernavaca a Veracruz y a Monterrey

Un día decidimos irnos a vivir a Tuxpan. Partimos de cero nuevamente:


llegamos muy temprano por la mañana, era un día lluvioso y con mucho aire.
La gente decía que azotaba una tromba y como yo soy de ese rumbo, no me
alarmé tanto. Nos hospedamos en un hotel del centro, descansamos un rato,
les llevamos el desayuno a los niños y salimos a buscar una casa en renta. Nos
discriminaban porque decían que éramos chilangos. No fue fácil conseguirla,
cansados y tristes, al final del maratón una señora que vivía sola nos rentó
una de sus casas. No revisamos y nos quedamos, hasta que llovió nos dimos
cuenta de que la casa parecía coladera y había mucho ruido porque el techo
era de lámina y de asbesto. Dormíamos en el piso, nos pasábamos cuidando a
nuestros hijos, que estaban dormidos, de que no se mojaran y los traíamos de
un lado para otro.

Al día siguiente muy temprano salimos a comprar una estufa de mesa, una
hielera, un molcajete y los alimentos para cocinar, tenía que empezar temprano
para llevarlos a la escuela porque entraban a la una de la tarde. Volvimos a
mudarnos y encontramos una casa un poco mejor, ahí duramos más tiempo,
teníamos agua de pozo y de llave, pocas veces. Los problemas seguían y mi
estado de salud se vio afectado, pues necesitaba una histerectomía, la cual en
Cuernavaca se suspendió porque traía infección en la garganta. Esta cirugía
se venía aplazando desde que nació mi último bebé, del cual, después de
cuatro años deseándolo se logró la gestación, pero se adelantó el parto porque

388 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

presenté preclampsia, tuve aumento de la presión arterial y un diagnóstico


grave: de perder la vida el bebé o yo. Durante la cesárea, en 1990, el doctor me
detectó un mioma pequeñito, me dijo que me atendiera y que con tratamiento
a veces desaparece —en otras ocasiones crecen—, siempre tenía presente que
seguiría con atención médica, pero depender de alguien económicamente no
me daba derecho a decidir por mí y menos aún, cuando no teníamos solvencia
económica.

Como siempre, todo lo demás era primero que yo, el mioma seguía creciendo
y yo vivía con ese pendiente dentro de mí. A principios de 1999 ya había
dolor e incomodidad. Preocupada, acudí al ISSSTE en Tuxpan para darle
seguimiento. Buscamos donadores de sangre porque nadie nos conocía y no
había quién donara; mi esposo le habló a un maestro, le hicieron pruebas de
sangre y estuvo presente por si se necesitaba, gracias a Dios no ocupé sangre.
Cuando me llevaban en la camilla a mi cuarto escuché que decían: “Se nos
andaba pasando”, después me subieron a la cama, mi esposo ya estaba presente
y escuché que preguntaba: “Oiga, doctor, ¿por qué no despierta?”. Todo eso
lo alcancé a escuchar levemente, y escuché cuando me preguntaron: “Señora
Dora Alicia, ¿cómo se siente?”, a lo que respondí, “Bien”.

Me sentía muy cansada y con los ojos pesados, dormí profundamente y me


ví flotando en el techo, vestida con camisón largo y blanco, me parecía a
Gasparín. De regreso a casa mi madre me esperaba ahí, siempre conté con su
apoyo incondicional para quedarse con los niños y me ayudaba a cuidarme, más
adelante me visitó mi hermana con su familia que vive en Comalcalco, Tabasco.
Mi sobrino, el mayor de todos, me hablaba frecuentemente, invitándome para
que fuera a Monterrey, donde él vivía con su familia. Yo le decía que una vez
que me recuperara de la operación despegaría con ganas, porque mi sueño
era volver a trabajar la Clínica Veterinaria y así fue, tan pronto mejoré. Nos
fuimos a pasar unas vacaciones de verano a Monterrey, contando con su ayuda
económica. Ya de regreso a Tuxpan, con los boletos comprados, mi sobrino
nos planteó que nos quedáramos, estuvimos de acuerdo y se cancelaron los
boletos. Nos fuimos a vivir en un municipio de Nuevo León que se llama

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 389


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Apodaca. A la fecha estoy aprendiendo de esta bonita ciudad que me recibió


con los brazos abiertos, sigo aprendiendo de su gente emprendedora y
entusiasta.

Los tiempos cambian

Llevamos ocho años de vivir aquí y hace un poco más de tres años las cosas
fueron de mal en peor, lo que parecía no tener importancia se fue tornando
enfermizo y no aguanté seguir ocultando mi desdicha de vivir encerrada en
mi casa sin poder salir sola, siempre tenía que andar acompañada. Una noche
que estábamos todos reunidos les dije que ya no podía seguir aguantando
lo mismo de siempre, ahora eran más evidentes los disgustos, les compartí
que me sentía muy mal por tantas acusaciones que cada vez se hacían más
fuertes. Mi esposo ya venía utilizando e involucrando a mi hija. Ella llegó,
corriendo y llorando se subió inmediatamente a su recámara, me preocupó
y subí. Desesperadamente le pregunté qué le había ocurrido y me respondió,
“No sé a quién creerle, mamá, porque mi papá acaba de decirme que andas con
otro hombre”.

Yo reventé en llanto y expresando qu no sabía qué le pasaba a su padre al


hacerme esas acusaciones, y me empezó un dolor de cabeza como nunca,
sentía que ya no podía moverla y mi corazón estaba destrozado al ver a mi
hija cómo sufría. Después me dieron náuseas y un vómito muy fuerte por
el dolor que sentía en el estómago. Por más esfuerzo que hacía no lograba
arrojar alimento, puros ácidos biliares amargos. Busqué inmediatamente una
pastilla para dolor y me tomé dos. Ese mismo día mi esposo se salió de la casa,
se fue a vivir a la casa que tenemos por Infonavit. Pasaron aproximadamente
dos años cuando mi hijo el mayor lo fue a visitar, lo descubrió con el celular
y le dijo: “¿Quieres saber la verdad? sí estoy saliendo con una mujer”. Mi
hijo muy enojado le contestó que eso era adulterio y muy molesto regresó a
casa, me dijo que su papá se quería deslindar de nosotros y me platicó todo
lo sucedido. Se inclinó sobre la mesa, estaba muy triste, le respondí que no se
preocupara, que lo bueno era que yo ya estaba trabajando y, aunque no ganaba

390 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

mucho dinero, poco a poco íbamos a salir adelante. Le pedí que continuara con
sus estudios pues ya pronto terminaría la carrera; mencioné que su padre se
perdería la alegría de estar con sus hijos. Hablamos del futuro, de que pronto
terminaría sus estudios y apoyaríamos a su hermano, quien estaba empezando
la Facultad. Pasaron pocos meses y en septiembre del 2007 le tocó a mi hija
ver a su padre, con la señora, comprándole la despensa. Se impresionó mucho
de verlo pagar mandado ajeno, despensa que no llevaba a nuestra casa, pues
decía que nunca le alcanzaba y siempre prefería ir de compras él, porque decía
que yo malgastaba el dinero.

Me preocupaba mi hijo el más chico porque era quien más sufría la ausencia de
su padre, no sabíamos cómo decirle, aunque en realidad ya lo sabía o lo intuía.
Le contamos poco a poco lo que veníamos viviendo: nuestro cansancio de
solicitarle ayuda y que nos la negara; la angustia de que mi sueldo alcanzara
sólo para las necesidades básicas de comida, pasajes, servicios; los adeudos de
predial que se iban acumulando; los problemas constantes como tener el servicio
de agua reducido, la lavadora descompuesta y los cobradores llamando a cada
rato, exigiendo el pago de las deudas de sus tarjetas vencidas... Si le hablábamos
mis hijos o yo, se molestaba, decía que no tenía dinero, que trabajaba para
mantenerse, que iba a ahorrar para su vejez, que no tenía tiempo, que estaba
cansado, que se iba a dormir, etcétera. Llegó el momento en que dejamos de
llamarle, no supimos más de él, y él tampoco se preocupó por llamar porque
ya no estaba solo, se fue a vivir a casa de la mujer clandestina. Se lo reporté a
su madre, quien se preocupó mucho y me dijo a manera de pregunta: “¿Qué,
está loco el cabrón?”, respondí que no sabía. Lo único que me preocupaba era
pensar que con sus actos afectaba a mis hijos. Le pedí que hablara con él para
que nos brindara ayuda, pues corríamos el riesgo de que nos embargaran la
casa. El fin de semana se apareció exaltado y acelerado, me dijo que su mamá
se había puesto mal, respondiéndole mi hijo, que estaba presente, que nosotros
no teníamos la culpa. Agregué que era el único responsable de lo que le pasara.
A los pocos minutos se retiró, despidiéndose de mis hijos.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 391


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Acudí a solicitar asesoría para un divorcio. Estamos en el proceso, asistiendo


a las sesiones y recopilando la documentación. Después de la última sesión,
a principios de marzo de 2008, empezó a llamarles a los muchachos, los
invitaba a comer, les llevaba la cena, les comenzó a dar para los pasajes y se
fue acercando cada vez más, y a fines del mismo mes habló con su hija. Estuvo
llorando, le decía que se sentía muy mal, reconocía que la había regado, que lo
ayudara para asistir con un psicólogo, quería ir a retiros, con el sacerdote, en
fin, muy desesperado. Su hija estuvo platicando con él, le dijo que recordara
que los había abandonado, que recordara su cruel comportamiento cuando
lo buscaban y no respondía a sus llamadas o les colgaba; de lo mal que se
comportó conmigo y de que me dejó muy lastimada y enojada.

Un día me hablaron mis hijos al trabajo diciéndome que su papá había ido a la
casa y quería quedarse con nosotros, que le hiciera ese favor, únicamente por
28 días; en eso se comunica él conmigo preguntando si le daba permiso, le dije
que por el momento dejara sus cosas afuera. Al regresar del trabajo vi algunas
bolsas, le pregunté qué había pasado y me respondió: “Tuve problemas”. Le
respondí que no podía quedarse tanto tiempo, que sólo ocho días; al siguiente
viernes se cumplió el plazo, por la noche partió a vivir solo en la otra casa
que tenemos. A principios de abril me anduvo buscando pues quería platicar
conmigo, me preguntó sobre las probabilidades de regresar conmigo y con mis
hijos, a lo que contesté que eran escasas y muy difíciles. “No puedo regresarme,
voy para adelante con mis hijos, he mejorado mucho, aunque por un momento
pensé que no podía, pero lo estoy logrando” y seguí mi escribiendo mi “tejido”,
en la computadora. Me comentó que está asistiendo a un grupo cristiano y le
pidió a los muchachos que lo acompañaran, que se siente muy mal estando
solo, pero que va asistir con el psicólogo que le recomendó su hija.

Le mencionamos otros lugares donde lo pueden ayudar, que lo apoyaremos


para que se atienda pero que cuando venga de visita, tendrá que hacerse
de comer, y que no se le lavará la ropa pues: “La que tenías como sirvienta,
ya no existe. La semana que te dimos permiso estuvimos muy incómodos,
lamentablemente, ya no es lo mismo estos años que has estado fuera de la

392 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

casa”. Con todo esta situación me he sentido con más confianza para salir a
buscar ayuda y más relajada, aprovechando que nadie me lo impedirá.

Este poema que a continuación presento lo encontré en uno de esos libros que
leía, buscando urgentemente algo que me hiciera sentir bien, para ir sacudiendo
esa “tierra” que me caía encima y me hundía. A Diosito le solicitaba que se
hiciera presente en mi camino, que me instruyera, que era preciso sentir su
guía. No creía lo que estaba viviendo. Le decía que tenía un compromiso con
esos hijos que me dio. Ahora le doy gracias por la crisis superada y por tantas
lágrimas que derramé, pues me han hecho ser como soy; descansé, gracias por
darme la oportunidad de seguir aprendiendo y por pertenecer a una familia
numerosa que tanto amo. Perdónenme, pero esta es mi historia.

“No soy sacrilegio ni privilegio, puede que no sea ni competente ni excelente,


pero estoy presente”.

Mi felicidad soy yo, no tú.


No solamente porque tú puedes ser temporal,
sino también porque tú quieres que sea lo que no soy.
No puedo ser feliz cuando cambio
meramente para satisfacer tu egoísmo; ni me puedo sentir contenta
cuando me criticas por no ver como tú.
Me llamas rebelde, pero por cada vez que he rechazado tus creencias,
te has revelado contra las mías.
Yo no trato de moldear tu mente, sé que tratas con firmeza de ser sólo
tú,
y no puedo permitir que me digas lo que debo ser porque me concentro
en ser yo.
Dices que soy fácilmente olvidada, pero entonces, ¿por qué trataste de
usar mi vida para probarte a ti mismo lo que eres?

Michele

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 393


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

Un paso más

El año pasado en el mes de enero, iba cruzando la Macroplaza para inscribirme


en el diplomado cuando de repente, di la media vuelta e intenté regresarme,
no sé por qué me dio un poco de miedo; al mismo tiempo me di ánimo, caminé
unos pasos más y me inscribí en el diplomado en el Instituto Estatal de las
Mujeres de Nuevo León. Acudí con Lety, quien me recibió con una sonrisa y
esa paciencia suya que me brindó confianza de seguir. Le comentaba que se
me hacía difícil con los pasajes, porque aún no tenía trabajo, me dijo: “Vas
a ver, de mí te vas acordar”. Esas palabras me dieron aliento, me retiré muy
entusiasmada. Hoy estoy a punto de terminar. Agradezco a Dios y a la vida
por permitirme dar un paso más. Agradezco a la licenciada María Elena
Chapa, Presidenta Ejecutiva de este Instituto, y a todo su equipo de trabajo,
por brindarme este espacio que cubrió en mí un vacío, una necesidad de ser
escuchada.

Agradezco a la licenciada Patricia Basave por impartirme tan valioso curso,


en cuyas dinámicas aprendí a revalorarme, a renovar mi propia identidad y
a volver a confiar en mí y en mis compañeras que, sin importar su estatus,
siempre nos vemos como una familia. Estoy hecha de un pedacito de cada
una de ellas. Todas somos el universo. Aprendí a quitarme esas telarañas del
pensamiento; estoy segura de que sí puedo cambiar mi futuro; que puedo
ver con otra perspectiva cuando pensaba que de los 50 años en adelante ya
no podía hacer más, aunque fuera profesionista. ¡Lo logré! después de cuatro
meses de haber ingresado al diplomado, conseguí lo que andaba buscando,
empleo en el ramo veterinario, ¡prueba superada! Claro que los problemas de
separación y trámites de divorcio me han venido afectado un poco, de repente
me desconcentro o tiendo a ser olvidadiza pero, a pesar de todo, vivo, existo
satisfecha, rodeada de mis hijos y disfrutando de sus proyectos; aunque a veces
no falta un pelo en la sopa, como dice mi madre, de cualquier manera disfruto
cada momento, cada oportunidad de vida.

Agradezco al Instituto Municipal de la Mujer de San Nicolás donde me

394 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

recibieron por primera vez, hecha toda “un mar de lágrimas”. Ahí me
apoyaron con el primer empleo, me ayudaron a recuperarme emocionalmente
y me invitaron a la presentación de libros en el Instituto Estatal, donde me
enteré de este diplomado Tejedoras de historias. Reitero que ha sido para mí
de mucha importancia para el mejoramiento y desarrollo de mi persona, y ha
alentado la esperanza de lograr una autorrealización plena. Hoy, sin importar
la edad, sin importar que algún día me desplome, golpeándome el pecho como
le sucede a los albatros aun siendo perfectos instrumentos de vuelo, seguiré
volando con toda confianza a donde yo quiera, primero Dios.

“El hombre se eleva sobre la tierra con dos alas; con la sencillez y con la pureza. La
sencillez debe estar en la intención y la pureza en el efecto”. Thomas de Kempis.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 395


Florecer, crecer, volar
Entrevistas a Patricia Basave,
Coordinadora del Diplomado Tejedoras de historias
y a las participantes/autoras de este volumen *

Por Reyna Ramírez Vázquez


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Florecer, crecer, volar


Entrevistas a Patricia Basave, Coordinadora del Diplomado Tejedoras de historias y a
las participantes/autoras de este volumen*

Por Reyna Ramírez Vázquez

Maestra Patricia Basave, este es el segundo diplomado de Tejedoras que usted


coordina, ¿qué experiencias le deja?

Estoy muy satisfecha, lo comentaba ahora con las señoras, de los resultados
obtenidos. En realidad trabajé más o menos las mismas cosas que con el
diplomado anterior, pero cada uno de los grupos tiene su propia dinámica,
sus propias experiencias y ambas fueron muy enriquecedoras. Hubo un
proceso muy interesante en el que pude ir acompañando a cada una en su
propia conformación y realmente cada una iba contando su experiencia, los
resultados son muy buenos.

¿Encuentra diferencias con el primer diplomado?

Yo creo que, como todo proyecto, va mejorando, se va enriqueciendo y aunque


mantuve el mismo programa, hay diferencias. Mi propio proceso va cambiando,
vamos mejorando técnicas, mejorando algunas cuestiones y eso también se va
notando y cada una de las participantes va aportando lo propio.

Del primer diplomado al segundo, se duplicó la cantidad de personas; es


interesante porque es un proceso bastante largo, de 15 meses (este diplomado
se realizó de enero de 2007 a mayo de 2008), que requiere compromiso
y continuidad; no es fácil que perseveren hasta el final por diferentes
circunstancias personales, por complicaciones, pero es un gusto que hayan
entrado más mujeres y hayan completado el proceso.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 399


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

¿Cuál es el contenido de este segundo diplomado?

En este segundo diplomado Tejedoras de historias prácticamente fue el


mismo programa, lo interesante es que cada grupo lleva su propio proceso
y yo respeto mucho la dinámica interna del grupo; de alguna manera las voy
acompañando a ellas en su proceso de auto descubrimiento y en este taller
algo importante es intentar llevarlas a hacerse responsables de sus propias
vidas, a tocar sus propios recursos personales. Muchas de ellas llegaban con la
autoestima muy baja, muy devaluada, algunas de ellas victimizadas, viviendo
procesos personales muy difíciles, algunas llegaron en etapas muy trabajosas,
sin embargo, se vivió el proceso de irse recuperando, de ir re-significando su
historia, aceptando las cosas... como les dije muchas veces en el taller: “No va
a cambiar tu pasado, tu pasado va a ser como fue, pero lo que va a cambiar,
y mucho, es como ahora lo miras, vas a verlo de otra manera, eso cambia las
cosas”, y eso fue lo que, poco a poco, fueron logrando.

Muchas fueron diciendo eso, como que se iban sintiendo más ligeras, más
tranquilas, más plenas, lo que iban reportando eran desatores... fue un proceso
muy interesante irlas siguiendo una a una.

¿El proceso que siguieron en este diplomado, fue primero oral y posteriormente
escrito?

Hicimos una serie de dinámicas individuales y grupales, el trabajo fue ir


escribiendo gradualmente y se guardaron todos los ejercicios para después
armar, como quien dice, un rompecabezas con todo lo recobrado durante la
estancia en el grupo, durante todo el trayecto. Cada quien armó al final su
historia. Las últimas etapas consistían en ir leyéndolas frente al grupo, para la
retroalimentación y para que ellas mismas fueran ajustando los toques finales
de su historia. Al final fue leer lo escrito, pero hubo muchas dinámicas grupales
e individuales, clases teóricas, muchas cosas que manejamos en el trayecto.

400 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Muchas de ellas no se dedican a la escritura, supongo que representó un doble


reto...

Sí, definitivamente para muchas de ellas la página en blanco fue un proceso


muy difícil de afrontar, decían que escribían y no les gustaba y rompían lo que
escribían, pero poco a poco se fueron soltando, de hecho, algunas se vieron
realmente muy fluidas para escribir, lo que hubo que hacer incluso fue cortar
después, podar todo lo que habían escrito. Algunas sí se vieron un poquito
con más dificultad, de hecho fue bonito ver que también se apoyaron unas a
otras; gente que tiene más capacidad para escribir le ayudó a otra a redactar
sus ideas. En general todo mundo fue logrando sacar su escrito, porque
además la metodología de este curso fue precisamente basada en la escritura,
que nos permite un nuevo registro, porque escribir abre un registro nuevo
en el inconsciente, se recuperan otras memorias, se abren otros procesos y
por eso era muy importante la escritura, porque nos permite releernos,
reinterpretarnos, cambiar el texto.

Y es enfrentarse a sus propios fantasmas. ¿Es como una especie de “exorcismo”?

Un poco es eso, ellas decían que las hacía “parir chayotes con espinas”, o sea,
hubo procesos dolorosos, hubo ratos de muchas lágrimas en el grupo, porque
en efecto, enfrentarnos a nuestros fantasmas y a cosas duras y muy difíciles
de nuestra historia no es sencillo. Fueron muy valientes, la verdad, estas
mujeres, pero al final de cuentas era para estar mejor, para desembarazarse
de cosas que han venido cargando en el inconsciente, que no manejaban. Y
en realidad eso se ve hasta físicamente, se ven más contentas, más ligeras...
mejores, definitivamente.

¿Se logra un documento homogéneo?

En realidad, cada historia se acepta tal y como la escribió cada mujer, lo


único que se hace, como parte del proceso de edición, son ligeros cambios de
puntuación, ortografía, sintaxis si acaso hay alguna confusión, pero es muy

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 401


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

respetuoso el trabajo de edición para dejar, a cada mujer, con su propio estilo
de escritura, con su propia forma de estructurar su historia. Algunas hicieron
un relato cronológico desde su infancia, muy rápido, porque había un límite de
páginas; otras se centraron en un episodio clave de su vida e hicieron menos
mención al pasado. Se dejó esa libertad para que cada quien contara su historia
como quisiera.

Gracias, maestra Basave. Ahora pasemos a las autoras de las historias. Iniciamos con
Candelaria Rodríguez Osoria, ama de casa y estilista. Candy, ¿quiere compartirnos
su opinión acerca del diplomado?

Para mí fue una oportunidad bien bonita la que nos dieron a personas como
yo y que hemos aprovechado al máximo. Ha sido para mí una experiencia muy
importante en mi vida.

¿Qué le deja este proceso?, ¿Cómo es la Candy que sale de este diplomado?

Pues me dejó muchas cosas buenas: el encontrarme conmigo misma, el ser yo


misma, el poder opinar como una mujer que soy, una mujer valiosa. Me da
mucho gusto que me hayan invitado a este diplomado, le doy gracias a Dios
por esta oportunidad.

Y usted, Emilia Berroterán Carlos, ¿qué encontró en este proceso?

Me parece que es una muy buena opción que tenemos las mujeres de aprender;
sabemos que todas tenemos problemas, no importa el nivel económico, ni el
cultural, ni el poblacional, o sea, todas las mujeres tenemos problemas, pero
tenemos la posibilidad de solucionarnos, sólo hay que atrevernos. Todo tiene
un costo en esta vida: tener algo, el estar bien, el tener una buena relación,
todo tiene un costo y hay que atrevernos a pagarlo. El ser libres —lo más
importante es tener libre el espíritu, el alma—, eso nadie nos lo quita; el ser

402 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

libre no es estar en la calle, no es dejar de cumplir nuestras responsabilidades


como familia, es estar bien con nosotras mismas.

¿Cómo sale Emilia después de compartir esta experiencia con el grupo?

Me dejó la experiencia de que una debe atreverse, decir lo que quiere, lo que
piensa, lo que necesita; si una no dice lo que necesita, ¿cómo lo van a saber o
a decir también las otras gentes? Hay que atrevernos a decir: “A mí me gusta
hacer esto, a mí me disgusta hacer lo otro”, no va a pasar nada por decirlo,
simplemente pues vamos a tener que negociar más para estar a gusto. Salgo
muy satisfecha del diplomado.

Es el turno de Estrella Romero Cárdenas, cuéntenos, ¿qué fue para usted este
diplomado?

Pues me dejó un cúmulo de experiencias vividas con todas mis compañeras.


La maestra fue excepcional con nosotras, a través de esta experiencia reviví
mi infancia, mi juventud y mi adultez de una manera muy especial, me parece
excelente la oportunidad que nos dio el Instituto de estar aquí, para mí fue
algo muy hermoso.

¿Cómo se va de este grupo, Estrella?

¡Huuyyy! Estrella sale siendo otra mujer, feliz, contenta, conociéndose a sí


misma, con muchas inquietudes —porque todavía traigo muchas inquietudes—
pero muy transformada, diferente, completamente diferente, me siento nueva y
con otra conciencia de ser mujer.

Y en su caso, Eva Villaverde Ramírez, ¿aprendió algo significativo para usted?

El diplomado fue una experiencia muy positiva, aprendí a conocerme más,


aprendí a quererme más, a elevar mucho mi autoestima, siento que fue una
experiencia muy productiva para mí.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 403


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

¿Cómo sale Evita de este diplomado, en qué la cambió?

Salgo con múltiples ganas de seguir adelante, con mucha fuerza de voluntad,
como le decía, con mi autoestima mucho muy elevada, siento que puedo iniciar
y seguir haciendo muchísimas cosas, Mi horizonte se abre tanto, pero de una
manera tan intensa y tan inmensa, que yo creo que puedo hacer lo que yo
quiera en este momento, gracias a este diplomado.

María Aurora Garza Reyna, ¿cómo ve esta actividad que compartió con sus
compañeras?

Es una gran oportunidad para todas, me gustaría que tuviera mucha difusión
para que muchas otras mujeres puedan aprovecharla.

¿Qué le dejó participar en este grupo de Tejedoras?

Aprendí muchas cosas, pero la más importante, que ya he mencionado en varias


ocasiones, es a no juzgar a mi prójimo. A veces nos concretamos a juzgar sin
conocer realmente las razones que tiene nuestro prójimo en su manera de
actuar, ése fue mi mayor aprendizaje que tuve en este diplomado.

¿Sale satisfecha?

Salgo muy satisfecha, muy segura, muy contenta, la verdad agradezco


muchísimo esta oportunidad.

María Cristina Girodengo, a usted, ¿qué es lo que le pareció más interesante?

Me pareció una experiencia muy especial, sobre todo porque fue algo nuevo
donde hubo cosas que me hicieron crecer como persona. Además de que me
sirvió mucho para mi crecimiento, agradezco la oportunidad de conocer a mis
compañeras, que son muy valiosas, de las que aprendí mucho y tuvimos una
convivencia muy bonita. Lo principal es que tuvimos un gran reto, escribir

404 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

una historia que me hizo recorrer mi vida y fue algo que considero nuevo para
mí.

¿Qué le gustaría añadir?

Salgo muy satisfecha y muy agradecida con la licenciada Paty Basave por su
tiempo y su dedicación, y con el instituto Estatal de las Mujeres por esta
oportunidad.

Martha Patricia González Valero, usted trabaja en el Instituto Municipal de las


Mujeres de Benito Juárez, N.L. ¿Le servirá para sus actividades este proceso por el
que pasó en Tejedoras?

Realmente me parece una oportunidad maravillosa, siento que aprendí muchas


cosas. La verdad, nunca había tomado un diplomado de este tipo y me gustó
muchísimo. Siento que crecí en lo personal; en lo interior crecí mucho, las
dinámicas que nos aplicaron te llevan hasta el interior y sacas muchas cosas
que creías olvidadas; realmente creo que vale la pena compartirlo.

¿Cómo se percibe ahora que termina el diplomado?

Me siento más fuerte, con más seguridad, perdí muchos miedos que tenía, siento
que entiendo mejor las relaciones interpersonales, hay más comunicación en
mi familia, mejor entendimiento y me siento muy bien, muy satisfecha.

María del Rosario Páez Charles, ¿cómo describiría este tiempo empleado en
Tejedoras?

Este diplomado para mí fue una experiencia increíble. Fue un proceso difícil, a
veces doloroso, otras veces divertido y alegre; experimenté varios sentimientos
al ir recordando las diferentes etapas de mi vida, pero son procesos que van
sanando, se van cerrando heridas, se van rompiendo ataduras con el pasado y
he aprendido mucho de este diplomado.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 405


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

¿Qué fortalezas siente que adquirió en todos estos meses de trabajo?

Bueno, para mí fue muy benéfico haber asistido a este diplomado porque
ahora me siento una mujer más fuerte, más emprendedora, más libre, capaz
de enfrentar retos, con ganas de seguir creciendo, de seguir capacitándome y
compartir estas vivencias y este cambio con mis seres queridos. Quiero dar un
especial agradecimiento a la licenciada María Elena Chapa, que preside este
Instituto, porque nos ha dado la oportunidad a muchas mujeres de participar
en este diplomado y mejorar nuestras vidas; a la licenciada Paty Basave,
porque es una excelente capacitadora, una guía y amiga que nos ha llevado de
la mano en este difícil proceso con mucha paciencia. Mi admiración y respeto
para ellas.

Ahora le toca a Marilú Lomas Villarreal expresar su opinión.

Para mí fue una oportunidad muy especial; cada semana que se impartió el
diplomado hubo cambios, notaba cambios pequeños en mi manera de ser, de
sentir, de pensar, de actuar, de convivir y de vivir, porque pienso que cada
momento de la vida hay que disfrutarlo: si estás triste debes de sentir esa
tristeza, si estás alegre debes disfrutar la alegría, si estás cansada debes
relajarte, leer un libro, oír música, etcétera.

¿Cómo sale Marilú de este diplomado, cuál es su ánimo?

Diferente, ya todo es distinto, sigo dándole gracias a Dios por la oportunidad


tan excelente que me brindó; a Paty Basave, que contribuyó bastante a este
proceso, a este suceso, gracias a María Elena Chapa y al Instituto Estatal de
las Mujeres, ¡gracias por hacerme diferente!

Minerva Torres Yamaguchi, las mismas preguntas: ¿cómo se sintió y qué cambió para
usted?

Bueno, el diplomado me pareció algo excelente, cambié yo como mujer, se me

406 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

abrió un camino para mis decisiones, para ser yo misma y elevar mi autoestima
en todo; a decir que no a las cosas que no quiero, que no me gustan. Pues a
amarme a mí misma, a dar más amor a mis hijos, a sentirme libre, sin miedo,
sin temor a ser yo misma en todas mis decisiones, porque yo antes no podía
tomar decisiones. Este diplomado me transformó por dentro y por fuera, en
todo: como persona, como mujer, como ser humano.

Le doy las gracias a la licenciada Leticia Hernández quien fue la que me invitó,
por supuesto a la licenciada María Elena Chapa quien dirige este Instituto, y
a la licenciada Patricia Basave que fue excelente. Yo quisiera que siguieran
dando este tipo de diplomados porque me superé, me transformé por dentro y
por fuera en todos los sentidos.

Sigue Sandra Edith Tirado Ventura, ¿le pareció que el diplomado cumplió con sus
expectativas?

Claro que sí, fue muy constructivo, me gustó mucho, hubo muchos cambios en
mi persona. No cambió nadie más: cambié yo y ahora veo diferente la vida.

¿Qué beneficio se lleva Sandra de este diplomado?

Me deja más potencial, creer más en mi potencial, saber que puedo lograr
muchas cosas y ser muy realista, ver lo que puedo hacer.

¿Satisfecha?

Muy satisfecha y muy agradecida con María Elena Chapa y Paty Basave por
esta oportunidad.

Ahora, Vicky Ponce Castañeda, activista, abuela y empresaria. Para ti, ¿qué ha sido
este diplomado?

El mejor que he tomado. Me deja muchas enseñanzas y muchas herramientas

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 407


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

para todo: para la vida, para el activismo, para mi familia. Me voy muy
fortalecida y con herramientas para enfrentar los cambios que necesito hacer
con respecto a mí y en mi persona, en todo lo que se pueda.

¿Te dejó satisfecha?

Muy satisfecha, me quedo con el hecho de que ahora, con lo aprendido, puedo
enfrentar mis miedos principalmente y de alguna manera, derrotarlos.

Gloria Diamantina Caballero Chávez, nos gustaría conocer tus reflexiones luego de
tantos meses de trabajo al lado de las otras Tejedoras.

Fue maravilloso. Es una oportunidad para la mujer, muy grande, de ver


que existen nuevas puertas, ¿cómo te puedo explicar?, es un estilo de vida
diferente al que estamos acostumbradas a llevar, al que la sociedad nos ha
acostumbrado a llevar y que nos ha limitado de alguna manera. La licenciada
Paty abrió una puerta muy amplia para las mujeres, para ver que existe otra
vida, que existen oportunidades.

¿Qué aportes se lleva Gloria?

Muchas cosas: enseñanzas como el aprendizaje de nuevos recursos, un estilo


de vida nuevo completamente. Ahora sí puedo decir que valió la pena vivir,
que valió la pena pasar por todo lo que pasé, que nunca es tarde, que siempre
hay alguien que te brinda la mano y te dice: “ ¡Órale, por aquí va!”, y que no
importa lo negra que haya sido tu vida, alguien te prende la luz.

¿Sale contenta?

Contenta y satisfecha, llena de energía y con ganas de abrirle la puerta a otras


mujeres.

¿Compartirá lo aprendido, con otras mujeres?

408 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

¡Claro, por supuesto que sí!

Amparo García Villarreal, díganos ¿qué representó para usted ser parte de este
grupo?

Algo fantástico, porque tuve la oportunidad de conocer a muchas amigas ¡que


ni idea tenía!, y vino a enriquecerme en muchos conceptos de mi vida, de la
vida en general. Soy mamá, soy esposa, soy suegra, soy abuela, tía abuela y ¡sí!,
ha sido algo para mí muy enriquecedor.

¿Cambió algo en usted, en su visión de la vida?

Un enorme aprendizaje de los conceptos que yo tengo de la vida; sobre todo,


amplié más mi concepto, en muchos aspectos, de la vida que llevo y desde
luego, el gusto enorme de haber conocido a la licenciada Basave, que es una
linda persona, mucho muy intelectual, y a todas las compañeras con las que
también tengo amistad.

¿Queda satisfecha con lo aprendido?

Claro que sí y muy agradecida con el Instituto porque lo único que nos han
pedido es la asistencia, y porque el cafecito nunca faltó.

Y a usted, Constancia Briones Salas, ¿qué le pareció el diplomado?

¡Fantástico, fantástico!, estuvo muy bueno, ha mejorado mucho mi vida desde


que lo tomé.

¿En qué sentido ha mejorado?

Pues en mi casa todo marcha mejor, ya no tengo los miedos que tenía, me
sentía como si estuviera en un pozo profundo y muy apenas alcanzara a ver
una luz, y ahora me siento completamente en la luz.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 409


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

¿Qué le dejó el diplomado?

Mucho aprendizaje para llevar mejor mi hogar, mi vida, mi familia. Estuve


muy contenta, esperaba cada jueves para estar aquí.

¿Ha compartido esto con algunas otras mujeres, de su familia o amistades?

Sí, de mi familia y fuera de mi familia, porque a mí todo esto me pareció


precioso, fantástico. Muchas gracias a la señora María Elena por permitirnos
estar aquí.

María Candelaria Rodríguez Hernández, usted es coordinadora de un grupo de


personas de la tercera edad, ¿le pareció útil el diplomado?

Para mí ha sido algo fabuloso porque me hizo volver a vivir, me hizo ser un
poco más positiva y agarrar nuevamente el camino y tener por qué vivir, pues
yo ya no me sentía con ánimos de nada. Les doy las gracias a María Elena
Chapa, a mi maestra Paty y a todo el equipo que nos han ayudado bastante.
Ahora ya ni recuerdo que me va a pasar algo malo, ahora me levanto de muy
buen modo; creo que cambiando nosotras podemos cambiar a la demás gente,
al mundo. Yo me siento más positiva, con ganas de seguir adelante, de seguir
viviendo, de seguir ayudando a la comunidad.

¿Comparte usted estos aprendizajes con otras mujeres?

Sí, en mi otro grupo tenemos pláticas que les doy, desde hace uno o dos meses,
a mamás que tienen chiquitos, para que no los traigan en la calle, para que
sepan hasta dónde pueden llegar si ellos no tienen buenos principios, porque
hay que tener unas buenas bases y pensar que si se les cayó la casa, así se les
caerán los hijos.

¿Algo más que desee agregar?

410 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Quiero agradecer a María Elena Chapa, que Dios la bendiga y siga adelante y
a nuestra maestra, para que siga ayudando a nuevas compañeras.

Enseguida le pedimos a Dora Alicia Pérez Enríquez que nos cuente: ¿Qué le pareció
este diplomado que recién concluyó?

Fue un éxito y un logro, de verdad. Yo andaba buscando precisamente algo


que me llenara porque venía con algunos problemas familiares; buscaba este
espacio, precisamente, ¡y lo encontré! sí, logré algunas, digamos, renovaciones
en mi vida personal y también un mejor manejo de la situación que voy
viviendo, mi relación con mis hijos ha mejorado mucho.

¿Cambió su forma de ver la vida y su entorno?

Sí, básicamente, cambió en mucho porque veo las cosas desde otro punto de
vista y me ha servido para continuar la vida, para que mis hijos también
vean que las cosas van cambiando y que obviamente tenemos que seguir
preparándonos para el presente y para el futuro. Me llevo una gran experiencia,
me llevo conocimientos actualizados, impartidos por la licenciada Paty Basave.
Además, este curso fue muy enriquecedor para mí, fue renovante, muchísimo.
Me llevo también las experiencias de mis compañeras, porque de cada una de
ellas, digamos en la parte que hemos convivido, yo he encajado en algunas
partecitas. Me llevo muchísimo de ellas y de aquí, del Instituto, realmente
nos ha servido demasiado, es de mucha importancia que contemos con un
Instituto como éste.

¿Algo que desee agregar?

Agradecer al Instituto, a María Elena Chapa, a nuestra maestra Paty Basave


y a todo el equipo que contribuyó, de una u otra forma, para que pudiéramos
llevar a cabo este diplomado que fue de mucha importancia y además, muy
reconfortante.

INSTITUTO ESTATAL DE LAS MUJERES 411


COLECCIÓN MUJERES Y PODER

¿Y sus impresiones, Elsa Guadalupe Ayala?

Me pareció maravilloso porque nos ayudó, a algunas, a liberar cosas


que teníamos reprimidas, y a otras, a pulir lo que nos faltaba para poder
complementarnos. A mí me ayudó a superar unos problemas que me limitaban
un poquito, creo que me sirvió bastante, me gustó mucho. Se me hace una
labor muy loable que se interesen por los problemas que tenemos las mujeres,
por ayudarnos a superarlos. En realidad se me hace un proyecto maravilloso
al que creo que todas, al menos las de mi grupo, le sacamos bastante provecho
y lo disfrutamos muchísimo.

¿Cómo se va, Elsa, al concluir estas actividades?

Me voy muy contenta, me llevo grandes amistades, grandes ejemplos de entre


todas las personas que estuvimos en el grupo; hay quienes han batallado y
han vivido situaciones más complejas y más difíciles, sin embargo, han salido
adelante y creo que son ejemplos dignos de seguir. Me llevo muy buenos
recuerdos, muy buenas enseñanzas en general. Se me hizo magnífico, no creí
que pudiera terminarlo porque fue año y medio, al principio pensé que no lo
terminaría y aquí estamos, al final, muy contentas.

¿Algo más que desee agregar?

Gracias al Instituto, me da gusto que haya gente como ustedes que se preocupen
por las mujeres, me dan gusto los proyectos del Instituto, a la licenciada María
Elena, verdaderamente la admiro por su labor y por pensar en ayudarnos,
porque como que no hay muchos lugares a dónde recurrir para hacer ciertas
cosas y ¡qué bueno que nos pongan este instrumento para lograrlo! Muy
satisfactoria la actitud y todo el desarrollo de Paty, la considero una ejemplar
mujer, la admiro mucho por su trayectoria y por su empeño de sacarnos
adelante y ayudarnos, ¡ojalá y siguiera este proyecto, porque en realidad hace
mucha falta!, nosotras somos una pequeñísima parte de las mujeres de Nuevo

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TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

León que necesitamos este apoyo. Ojalá se pudiera dar más cursos como éste
u otro tipo de apoyos.

Evangelina Zapata Narváez, pastora y ministra de culto, fundadora de la


Asociación Civil “Servicio Social Comunitario Casa Samuel”, ¿Le pareció bien este
diplomado?

Muy enriquecedor, sería la palabra para mí, muy enriquecedor. No voy a


volver a ser igual después de este tiempo. Quince meses reunidas cada jueves,
definitivamente es una gran enseñanza. Estuve por mucho tiempo envuelta
solamente en situaciones de fe, pero ahora al entrar en la parte humana de
las relaciones, ha sido un crecimiento para mí muy grande, que he podido
también transmitirlo a otras personas con las cuales trabajo.

¿Qué se lleva como representativo de este grupo de Tejedoras?

¿Qué me llevo?, como lo decía antes, un enriquecimiento dentro de mí, me


llevo el saber perdonar, me llevo la misión de ir hacia otras mujeres a decirles
que valemos, que somos realmente seres hechos con una gran sensibilidad y
con emociones que nos pueden llevar a un mayor esplendor en nuestras vidas.
Vamos a seguir adelante en esto y un saludo para todas ustedes.

María Hilaria Rocha Ortiz, en su labor en los voluntariados ¿compartirá lo


aprendido en este diplomado?

¡Cómo no! Me pareció muy bonito, nos deja mucha satisfacción y mucha
enseñanza a pesar de que yo ya tengo mi edad, pero si volteo atrás y veo todo,
esto me da satisfacción ver muchas cosas que todavía puede uno solucionarlas,
y las buenas, claro, compartirlas. Me llevo una satisfacción muy bonita y muy
grande que también puedo poner en mi vida y volcarla hacia los demás; ser
ejemplo de otras personas que vienen detrás de nosotras, sobre todo para las
mujeres. Me voy muy contenta y muy renovada, me siento otra, ¡me siento
libre!

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

¿Ha tenido la oportunidad de compartir esto con otras mujeres?

Sí, sí he tenido oportunidad. Dentro del DIF yo estoy con las de la tercera
edad, les damos pláticas y todavía nos sirven, a pesar de nuestros años, para
seguir adelante y ser una experiencia para los demás. Me voy muy contenta
y le doy las gracias al Instituto Estatal de las Mujeres por haberme invitado
a este diplomado, que para mí ha sido maravilloso. A la licenciada Patricia, a
Lety y a las demás compañeras que estuvieron conmigo quiero decirles que
son personas muy valiosas y que ha sido un gran privilegio haber estado con
ellas y haber participado en este diplomado.

María Ayala Treviño, ¿qué nos puede decir de su estancia en Tejedoras?

El diplomado para mí fue algo importante, muy interesante en mi vida, pues


yo pasaba por una situación bastante difícil. Creo que fue una puerta que se
abrió y el hecho de ir en retrospectiva, cuando vi mi vida en el pasado fue muy
duro, muy doloroso, pero creo que el diplomado cumplió con el objetivo de
haber hecho que yo limpiara todos esos senderos que estaban muy mal.

¿Se lleva una buena impresión de lo visto en el diplomado?

Me llevo muchos cariños, me llevo una experiencia hermosa, ¡maravillosa!,


me llevo una esperanza. El hecho de que yo escriba me brinda esa experiencia
para plasmarla, y que no se quede ahí, a mitad lo que yo pretendo llevar a
cabo. Más que todo, una experiencia hermosa, muy bonita, que sobre todo
agradezco a mis hermanas, como yo llamo a las del grupo de los jueves; en el
inter del diplomado hice la presentación de mi primer libro, para mí fue algo
maravilloso haber estado en el diplomado, pues me llevó a perder ese temor
que a veces nos envuelve y me dio mucha seguridad. Para mí fue hermoso, les
estaré eternamente agradecida por esto y ojalá siga el diplomado, porque es
muy importante para muchas mujeres, así como lo fue para nosotras.

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TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Magali Elizalde Villarreal, repostera y fundadora de un comedor de obra social, ¿qué


piensa de este diplomado?

Pues fue bastante completo, muy enriquecedor; para mí fue algo que me ayudó
muchísimo a interiorizarme más, a poder comprender mejor y a superar
muchas cosas que estaban ahí pero muy guardadas.

¿Descubrió cosas nuevas?

Muchas cosas, pero como le digo, estaban guardaditas ahí... pero ya empezando
a escarbarle, a ver más, empiezas a sacarlas. Necesitamos sacarlas para
superarlas, pero que si no lo hacemos, ahí permanecen y nos siguen haciendo
daño, nos siguen lastimando.

Magali, ¿qué le aportó este proceso de desarrollo personal?

Me llevo mucha riqueza, mucho crecimiento; siento que he crecido bastante,


siento que he aprendido a valorarme más, a ver un poquito más para mí, para
tratar de ayudar a más personas.

¿Le gustaría compartir estas experiencias con otras mujeres?

Sí, de hecho, las he compartido con muchísimas más, como te digo, tengo
un comedor de obra social y tenemos acceso a muchas personas. Esto me ha
permitido ayudarlas también a ellas y ésa es mi intención: superarme para
seguir ayudando a otras personas.

¿Algo que desee agregar?

Pues nada más agradecer por este diplomado porque, definitivamente, siento
que es algo que se necesita, hacer más centros y cursos así para las mujeres. Si
necesitamos un factor de cambio en la sociedad, pienso que debe ser desde las
mujeres, somos las que criamos a los hijos, las que educamos a los hombres y

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COLECCIÓN MUJERES Y PODER

si queremos que la sociedad cambie, que haya hombres más responsables que
valoren más a la mujer, pues tiene que ser desde nosotras mismas.

Micaela Rosales Flores, maestra y licenciada en Educación Primaria, ¿qué le ha


parecido esta herramienta de crecimiento personal?

Excelente, me dio actualización para poder ayudar a otras personas.

¿Le dio aprendizajes de otra índole?

Sí, me abrió el panorama.

¿Qué se lleva, además de amistades?

Recursos para ayudar a otras personas. De hecho, me ayudé primero yo y ahora


ya puedo ayudar a otras personas, como cuando llenas un vaso y se derrama
para que puedas compartirlo. Yo lo he hecho con señoras de San Gilberto, de
La Alianza, con otras personas que no tuvieron oportunidad de estudiar en
una escuela formal y yo trato de compartir con ellas lo único que sé.

¿Algo que desee agregar?

Pues un agradecimiento porque así como con este curso, a pesar de que tengas
determinada instrucción, siempre es muy importante estarse actualizando y este
diplomado nos dio los recursos necesarios para hacerlo. Mis agradecimientos
al Gobernador y a la licenciada Chapa, así como a la licenciada Basave, a
Lety Hernández, que fueron las que estuvieron al pendiente de nosotras; y
también porque el gobierno se esforzó, porque no sobran recursos y se esforzó
porque llegara a nosotros este tipo de ayuda, va a ser una ayuda mutua, ya que
nosotras podemos compartirla con otras personas.

Finalmente, queremos conocer lo que opina Sanjuana García Arellanes, ¿Nos quiere
comentar qué le motivó a culminar este diplomado?

416 GOBIERNO DEL ESTADO DE NUEVO LEÓN


TEJEDORAS DE HISTORIAS TOMO II

Pues que fue maravilloso por la oportunidad que se nos dio, estoy muy contenta
por haberlo terminado, ya que fuimos muchas las que iniciamos y muchas las
que estamos concluyéndolo, también. Nos da la oportunidad de conocernos,
de valorarnos sobre todo como personas, afianzarnos y querer seguir en este
camino del auto conocimiento y así brindarnos también a nuestras familias
pues, como dice Paty, trabajar con una mujer es trabajar con una comunidad,
ya que tenemos descendencia y todo lo que aprendimos lo podemos enseñar a
nuestros seres queridos y a quienes están alrededor.

¿Ya compartió esta experiencia con otras mujeres, con familiares, amigas?

Sí, aunque a veces no es algo que tengas que ir diciendo, sino que lo notan en
tu persona, en la seguridad que vas teniendo, entonces se acercan y preguntan
qué pasó. A qué se debe ese gran cambio. Más que nada es eso, el gusto de
tener el conocimiento y ver los problemas de otra manera: y a no asustarte, o
a lo mejor, enfrentar el miedo para poder sobrellevar tus problemas.

¿Cómo han sido esos cambios, se siente distinta?

Soy la misma Juany... te iba a decir que otra, y no, es la misma Juany, pero con
mucho crecimiento interior. Estoy muy agradecida porque, en lo personal, tuve
una situación de maltrato familiar en mi casa y ha sido mucho el daño tanto
para mí como para mis hijos, entonces, el reencontrarme, el reacomodarme
psicológicamente, mentalmente, emocionalmente, ha sido muy bueno.
Reconstruirme y reconstruir a mi familia no ha sido fácil, todavía no se logra
todo lo que quisiera, pero es un camino en el que he avanzado bastante. Quiero
agradecerles porque esta oportunidad somos pocas las que la aprovechamos,
pero es algo invaluable de verdad, entonces, el que haya estado a mi alcance es
para estar agradecida completamente.

*Entrevistas realizadas los días 6 y 8 de mayo de 2008.

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Coordinación editorial y edición
Guadalupe Elósegui M.
Coordinadora de Comunicación y Difusión

Realización de entrevistas, corrección y coedición


Reyna Ramírez Vázquez

Apoyo audiovisual
Luis Alberto Hernández

Diseño y formación
Margarita Flores

Agradecemos el apoyo de la Dirección de Publicaciones de la UANL y del Fondo Editorial


Nuevo León, por permitirnos el acceso a su material gráfico del Catálogo Sylvia Ordóñez,
Nuestro Arte, Colección 75 Aniversario. (Fotografía de la obra: Camilo Garza).

En portada:
Sylvia Ordóñez, Tápame con tu rebozo, 2006, óleo sobre lino, 140 x 170 cm

Sylvia Ordóñez
Destacada pintora regiomontana contemporánea, nacida en 1956 e hija del también pintor
Efrén Ordóñez. Inició su trayectoria en la pintura de manera autodidacta. Estudió en Arte,
A.C. la carrera de Diseño de Interiores y posteriormente grabado en la Escuela de Artes y
Oficios de Barcelona, España.

Ha participado en más de treinta exposiciones colectivas en México y en el extranjero en


Bogotá, Colombia, Washington, Nueva York, Miami y Santa Mónica, California, asimismo
en la Feria de Arte Contemporáneo (ARCO) de Madrid en 1996 y en la de Chicago de
1999 y 2001. Fue la primera pintora regiomontana en exponer individualmente una
importante retrospectiva, en 1992, en el Museo de Arte Contemporáneo (MARCO) de
Monterrey. Asimismo, su obra ha sido premiada en las principales Bienales y Salones de
Arte nacionales.
Tejedoras de historias Tomo II
Se terminó de imprimir en el mes de
diciembre de 2008, en los talleres de:
Impresos Tecnográficos, S.A de C.V.

El tiraje consta de 1,000 ejemplares


más sobrantes para reposición.

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