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Y termina uniendo nuestra accin de gracias y alabanza con las de los ngeles y santos al cantar: Santo, Santo, Santo es el Seor, Dios del Universo. Llenos estn el cielo y la tierra de tu gloria. Hosanna en el cielo. Entonamos esta alabanza domingo tras domingo. Cantamos esta alabanza cuando nuestros hijos se marchan de casa, cuando nos falta la salud, cuando pende un juicio hipotecario sobre nuestra casa. Cantamos esta alabanza en matrimonios y funerales, en los buenos tiempos y en los malos. Y cuando nuestro llanto no permite que se formen las palabras, la comunidad canta la alabanza a Dios por nosotros y con nosotros, elevndonos con su alabanza. Lo que aprendemos al alabar a Dios es lo primero que aprendimos en nuestra infancia: dar gracias a Dios por los alimentos no depende del men. Damos gracias a Dios tanto por la sopa de lentejas como por el lomito de res y el pastel de chocolate. Y alabamos a Dios no debido a nuestras circunstancias, sino porque Dios es. Dios es: eterno, poderoso para salvar, misericordioso y nos ama. Porque incontables huestes de ngeles contemplan el esplendor de Dios aun cuando no las podemos ver.
La alabanza da forma a nuestras vidas. Como el agua que corre sobre una roca, la alabanza a Dios nos
talla, nos moldea y nos cambia de gente que se mira al espejo en gente que mira a Dios y al mundo [creado por] de Dios y a las criaturas de Dios. Nos transforma en gente cuya vida misma es un diario reconocimiento de la gloria de Dios. Nuestra tradicin llama a esto doxologa, del griego que significa una palabra (logos) sobre la gloria (doxa).
Ver esta gloria, alabar esta gloria, vivir, movernos y existir en esta gloria es la meta de toda nuestra
oracin, de hecho, de nuestras propias vidas. Es por eso que nuestra forma de oracin ms excelsa, la Plegaria Eucarstica, siempre termina con la doxologa. Por Cristo, con l y en l, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espritu Santo, todo honor y toda gloria, por los siglos de los siglos. Amn.
FDLC #44681, 1a Parte de 5 Autores: Andrew Ciferni y Melissa Musick Nussbaum. Traduccin: Marina A. Herrera. Arte grfico: Jane Pitz FDLC, Federation of Diocesan Liturgical Commissions, 415 Michigan Avenue, N.E., Washington DC 20017. Pgina digital: www.fdlc.org; email: publications@fdlc.org; voice: 202-635-6990; fax 202-529-2452.