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ABEL SINNING CASTAÑEDASEGURIDAD INTEGRALabensica@yahoo.comQUE QUIEREN LAS FARC?
Ante la gravedad de los hechos, el desarrollo del proceso de diálogo del Gobierno y las Farc son temasobligados. Cómo no reconocer que el proceso fue mal planteado desde el principio, y que el presidente JuanManuel Santos debe dar el timonazo necesario para impedir el juego malevo que le han planteado susinterlocutores.El secuestro de los dos policías en el Valle desnudó ese juego. Es que el problema no es gastarse una vidahablando de la tierra, y recibiendo propuestas imposibles como la “formalización de la guerra” o laconvocatoria de una Constituyente. El verdadero problema es definir si las Farc continuarán cometiendocrímenes de lesa humanidad y destrucciones absurdas mientras hablan de paz.Después de eso, hay que preguntarles si están dispuestas a reconocer su responsabilidad en los miles deatentados cometidos contra la dignidad humana y a responder por las incontables víctimas que han dejadodurante 50 años de violencia. Y si están en condiciones de asegurar que todos sus integrantes se retirarán delnarcotráfico, negocio que al parecer está causando su división. Eso es lo que están esperando los colombianos.Ya no es posible seguir con el juego en el cual los delegados de las Farc se explayan en las discusiones,exigen foros que se toman sus simpatizantes y usan cada posibilidad de acceder a un micrófono para promulgar sus arengas, mientras los delegados del Gobierno guardan silencio. Como no es posible aceptar quese justifique su violencia desde los cargos oficiales.El secuestro de los policías llevó a que el presidente de la comisión, Humberto de La Calle, saliera a contestar con advertencias enérgicas, mientras las Farc secuestraban y liberaban a tres ingenieros en el Cauca. Quiereello decir que el Gobierno quemó uno de los recursos más importantes en su posición negociadora, en tantolas Farc se presentaban como víctimas y decían que el Gobierno estaba llenándose de razones para levantarsede la mesa de negociación. Creo en la buena fe del presidente Santos y en su buena voluntad al plantear losdiálogos con la guerrilla. Y aunque estoy seguro que en algún momento debe haber una negociación con lasFarc, discrepo sobre si ese momento es éste y si el temario era la reconstrucción del Estado que aparece en los puntos acordados en agosto. También pienso que la paz se convirtió en bandera partidista, ya sea para afianzar la reelección de Santos o para promover el regreso del uribismo al poder. Pero mucho me temo que, comoocurrió con el expresidente Pastrana, la guerrilla le está jugando con cartas marcadas al presidente Santos.Ellos no quieren la paz: quieren el protagonismo y necesitan un respiro. Y no están dispuestos a dejar lasarmas: como hace 40 años, el objetivo de algunos de sus jefes es tomarse el poder mediante el terror; y deotros, seguir disfrutando su riqueza mal habida y explotando el narcotráfico.Como puede verse, lo de menos es la confidencialidad de lo que se discute en La Habana, porque allí seavanza poco, y los temas planteados parecen ya disculpas para prolongar la estadía en Cuba. Lo que estáocurriendo, el verdadero pulso, está en los medios de comunicación y en el terreno donde se siguencometiendo atentados contra los Derechos Humanos. Es el escenario que las Farc querían.
Celular 314-3702962Colombia
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