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NCeHu 788/07

EL ESPACIO COMO “REPRESENTACIÓN CULTURAL”


Marta Isabel Kollmann
Marcela Indiana Fernández
Instituto de Geografía, Universidad de Buenos Aires, Argentina

Introducción
El tema de esta convocatoria “Aspectos Culturales de las Geografías Económicas, Sociales y Políticas”
genera múltiples reflexiones y origina innumerables preguntas acerca del tradicional estado de confusión
sobre el campo de la Geografía. 1
En sus trabajos sobre regionalizaciones, Paasi (1991, 1999) hace un reclamo para consolidar la comprensión
de los aspectos culturales que no acompañan a tales estudios, en los que se sigue dando supremacía a
los aspectos económicos y políticos. A partir de los años 90 comienzan a proliferar encuentros académicos
y publicaciones sobre Geografía Cultural “y” Social y la novedad del denominado “giro cultural” o de
una “nueva Geografía Cultural”. 2
Las preguntas que nos formulamos en relación con la temática que nos convoca se refieren a: ¿en
las investigaciones académicas que se generan en el marco de la disciplina no están incluidos los
aspectos culturales que aparecen en el tratamiento del mundo físico y de la realidad social como un todo?;
¿se puede separar lo social de lo económico, de lo político, del mundo material y de la cultura?. ¿Está
lo cultural separado de los social o debemos hablar de un todo social?. ¿Es lo cultural resultado y medio de
las relaciones sociales?.
Nos preguntamos también ¿no es el espacio todo ello junto, a la vez?, ¿no podemos considerar el espacio
como una representación cultural de la sociedad que sintetiza la práctica social ejercida sobre el mismo
desde distintos enfoques para la “totalidad” de lo que llamamos “Geografía”? (Duncan, 2004), ¿acaso la
noción de cultura no enfoca objetos materiales creados y significados por los hombres y también los
numerosos rasgos que sostienen en común los miembros de una sociedad como los símbolos,
conductas, rituales, sentimientos de pertenencia, lenguajes -exclamaciones, gestos, expresiones faciales,
dibujos, emblemas, sistemas de creencias- que están presentes en las construcciones y deconstrucciones de
la realidad espacial llevadas a cabo por actores y agentes sociales?. Debe destacarse que el lenguaje es el
medio esencial de la comunicación humana y es obviamente un componente crítico de cualquier cultura y
en consecuencia, de las relaciones sociales.
Paul Claval elabora un concepto complejo de cultura, la misma “…resulta de un proceso de
construcción inacabado llevado a cabo por los individuos” (Claval, 1999, pp. 28) quienes, durante la
vida, acumulan conocimientos, preferencias y creencias, en el seno familiar primero y en diversas
instituciones luego; estos “bagajes” culturales les permiten integrarse en la sociedad de pertenencia.
Señala además que “… la cultura sirve para dar sentido a la existencia de los individuos y de los grupos en
que se insertan. Las informaciones que circulan a través del cuerpo social comportan narraciones que
explican el origen del mundo, el primer miembro de la humanidad y la constitución de la sociedad;
estos insertan la existencia de cada uno en un destino colectivo y le dan un significado” (Claval, 1999, pp.
28). La cultura también presupone valores que sirven, entre otros propósitos, para guiar las acciones
humanas inscribiéndolas en cuadros normativos y para darle sentido a la vida individual y colectiva y es
el “fundamento de las identidades” que “permite a la vez unir y dividir a las personas”. Por último, para
este autor, la cultura es “… una realidad de escala local”, considerando lo local como el ámbito en el que
se producen las interacciones que permitirían “… comprender como los grupos construyen el mundo,
la sociedad y la naturaleza” (Claval, 1999, pp. 32).
Para Lipietz (2000) quien realiza una crítica profunda a la “nueva geografía cultural”, la cultura es
el contenido de todas las prácticas corrientes y normales en el seno de una sociedad dada, como
resultado normal y condición de su reproducción. Es el contenido de las prácticas sociales
consideradas normales y corrientes, “es un conjunto de prácticas en la medida en que están incorporadas en
el espíritu como modelos legítimos de comportamiento y resolución de problemas”. La cultura es resultado
y condición previa para la reproducción social, la entiende como “el vínculo entre el pasado y el futuro,
la continuidad inconciente de la sociedad … el resultado de los esfuerzos anteriores para mejorar
las capacidades futuras”. Para el autor no es sorprendente la familiaridad entre cultura y geografía

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humana, por la manera en que esta aprehende las implantaciones humanas, por ejemplo las ciudades. 3
Péguy (1966) distingue cultura de espacio cultural, la primera corresponde “… al conjunto de rasgos
mentales heredados y transmisibles característicos de los grupos sociales entendidos” mientras que el
segundo corresponde a “… una representación mental de espacios geográficos fundada sobre la conciencia
de una cultura común, combina la sensibilidad de todos con una aspiración a símbolos comunes. De ahí, que
se pueda abrir un debate teórico interesante entre aquellos involucrados en nuestra tan controvertida disciplina.
¿El “giro cultural” en Geografía es nuevo?, ¿“lo cultural” ha tenido cambios como categoría conceptual?,
¿qué relaciones tiene “lo cultural” con los procesos y maneras de concebir el espacio, de explicarlo
y comprenderlo ya que es la actividad intelectual que desarrollamos como geógrafos y a través de la cual
nos individualiazamos como tales? (Escolar, 1998)
Se debe reconocer que la Geografía no ha tenido un campo teórico conceptual con autonomía propia dentro
de las denominadas ciencias sociales y aún entre las ciencias denominadas duras y que para explicar la
realidad espacial ha hecho uso de elementos teóricos que han sido considerados, frecuentemente, ajenos
a nuestra
disciplina. A nuestro entender esta situación ha estado asociada, entre los geógrafos, con problemas
de formación teórica, de actualización en diversos campos científicos, de ausencia de información sobre
el avance de ciencias como la Física y la Biología , la Ecología y sobre todo, ha sido descuidada
la incorporación de la Filosofía , hoy inaceptable desde una concepción interdisciplinaria y multidisciplinaria.

Antecedentes
El “enfoque cultural” no es un tema nuevo en Geografía. Podríamos remontarnos a los trabajos de Herodoto
y Estrabón, el mismo está presente en sus preocupaciones por las distribuciones y costumbres, como
rasgos curiosos, de diferentes sociedades o pueblos. En los “Cuadros de la Naturaleza ” Humboldt
construye verdaderos cuadros artísticos de los paisajes que ve, compara y expresa a través de sus
emociones. Estos autores como viajeros, analistas y científicos están condicionados por su cultura, de
ella depende la forma y los criterios que crean para la construcción y descripción de lugares. Sus
trabajos transmiten esa diferenciación de culturas que involucra además dimensiones emocionales profundas.
Posteriormente los aspectos materiales de la cultura aparecen en la obra de Vidal de la Blache y la
escuela regional francesa, particularmente en el concepto de “géneros de vida”. Brunhes organiza su
Geografía Humana por “formas productivas e improductivas del espacio” y propone la posibilidad de utilizar
un enfoque psicológico en la explicación de las formas del espacio. Sin embargo, Carl Sauer es considerado
el investigador que, en la década de 1930, dio el puntapié formal al desarrollo de la denominada
Geografía Cultural, al punto de generar una “escuela cultural”, que denominó Escuela de Berkeley;
introdujo la información arqueológica y antropológica para el estudio de la evolución de los paisajes. En
su “Morfología del paisaje” Sauer (1925) considera que la Geografía se ocupa del estudio científico del
paisaje o sea el estudio de áreas construidas por una distintiva asociación de formas físicas y culturales.
En realidad, como resultado de su enfoque se acentuó la importancia de la metodología histórica “genética”
en la comprensión de los espacios para llegar a una representación corográfica de “áreas culturales”, tal
como lo demuestran muchos de sus trabajos, entre ellos, destacamos el de las particularidades culturales del
SE de Arizona a través del rastreo arqueológico de los indios Pueblo. Esta perspectiva generó a la
Geografía cierta dependencia de la Antropología y Arqueología, implicó en los trabajos académicos,
la acentuación de los rasgos materiales de la cultura y el descuido de los inmateriales; completando
el panorama, la preocupación por el sujeto aparecía marginada; este enfoque intentaba crear una alternativa
al determinismo.
Sauer proporcionó una metodología de reconstrucción histórica del paisaje que siguieron geógrafos de todo
el mundo: R. S. Platt (1952) en Estados Unidos; Max Sorre (1953) en Francia; Aldo Sestini (1947) en Italia,
R. Weiss (1941) en Alemania; Hans Bobek (1948) en Austria; Torsten Hägerstrand (1953) en Suecia, con
sus trabajos sobre difusión de rasgos y materiales culturales; Delgado de Carvalho en Brasil y
Romualdo Ardissone y sus discípulos en Argentina; Horacio Difrieri, entre muchos otros. 4
En la Introducción de “Readings in Cultural Geography”, Wagner y Mikesell (1962), investigadores
formados en Berkeley, no sólo definen “cultura” sino que introducen los conceptos de “áreas
culturales”, “paisajes culturales”, “historia cultural” y hasta “ecología cultural. 5 Estos autores ponen
el acento en la cultura como resultado de acciones humanas pasadas y presentes e intentan dentro de
la corriente posibilista escapar al determinismo; el resultado es un discurso ambiguo con referencia al papel
del medio físico y sus connotaciones culturales. A partir de estas posturas, paulatinamente, se fue acentuando
la dicotomía físico-cultural -Geografía Física por un lado y Geografía cultural/social por otro-. Esto

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no significa que geógrafos, incluso anteriores a los que hemos citado, -Reclus y Kropotkin-, no reconocieran
los aspectos culturales del medio físico y trabajaran articulando y no separando el mundo cultural material
e inmaterial dentro de lo social, vislumbrando al espacio como un sistema de relaciones complejas.
Para Claval (1995) las preocupaciones actuales de la Geografía Cultural se vinculan con el análisis de los
roles, las representaciones, la identidad, la cultura entendida como discurso y las preocupaciones
humanistas pero la considera tan antigua como la geografía humana, ubicando su surgimiento a fines del
siglo XIX y por entonces “…abordando la realidad a través de artefactos, construcciones y
encuadres paisajísticos” (Claval, 1999).
La aplicación y predominio del método histórico y sobre todo la importancia dada a la historia,
desconociendo al espacio en la construcción de los actores sociales como transformadores del medio, según
Soja (1996), fagocitó la reflexión geográfica y contribuyó a la confusión sobre la manera de comprender
los espacios entorpeciendo la posibilidad de crear una teoría espacial propia.

Espacialidad, acción y cultura


Las contribuciones de teóricos sociales como Giddens, Léfèbvre, Soja, Harvey, Foucault, Gregory,
Bourdieu, Pred, Thrift, Paasi, Di Méo, Tuan, Péguy, etc. han permitido superar posturas tradicionales sobre
la categoría conceptual “espacio”. Tal categoría conceptual ha sufrido distintas interpretaciones teóricas
que han condicionado las maneras de enfocar e interpretar correctamente la realidad social y ha generado
una improvisada tipología espacial: espacios naturales, espacios culturales, espacios económicos,
sociales, espacios políticos, ideológicos, espacios estratégicos, espacios utópicos o heterotópicos, espacios
vacíos y vaciados, espacios multisignificados, espacios de pobreza, de bienestar, representaciones del
espacio, espacios vividos, sufridos, ideados. La lista no se agota. ¿La división subdisciplinaria que ha servido
de título a esta convocatoria podría incorporarse a la teoría relacionada con dimensiones fractales?. 6
Este concepto se aplica en Física, Biología, Medicina, Arquitectura en Geografía se esta intentado
aplicar, principalmente, aunque con resultados escasos, en planeamiento urbano, en el análisis de la
pobreza, etc. De cualquier manera se debe llamar la atención sobre los peligros a los que puede conducir
la aplicación de las fórmulas matemáticas desarrolladas por esta teoría que pueden complementar
otras mediciones que se realizan con los GIS para realizar delimitaciones geométricas de áreas
heterogéneas, por ejemplo las urbanas. Podrían suscitar las mismas críticas y acarrear riesgos similares a
los de las posturas neopositivistas que intentaban matematizar la realidad social.
Un fractal es un objeto geométrico cuya estructura básica se repite en diferentes escalas, se generarían
por procesos recursivos o iteractivos, capaz de producir estructuras auto-similares independientemente
de la escala específica; son estructuras geométricas que combinan irregularidad y estructura.
Algunos autores intentan, a través de esta concepción medir los grados de complejidad de los
“sistemas geográficos”. Para Badariotti (2005) dicha complejidad tiene un triple carácter: estructural,
por la multiplicidad de actores en interacción; de nivel, corresponde a la articulación de escalas y niveles
de organización variados y dinámica, involucra procesos de evolución no lineal y por lo tanto impredecibles
a futuro.
Nosotros utilizamos este concepto, tan discutido, en el sentido que los fenómenos espacializados son
elementos constituyentes y resultado de procesos de interacción que generan complejidades obteniéndose
así productos cualitativamente diferentes de las partes que los componen, lo que correspondería también a
una dimensión fractal. De ahí la interrogación formulada.
Desde otras perspectivas, la complejidad también está presente en otros autores, como señalarían Léfèbvre
y Soja existe una “espacialidad” de rasgos físicos/materiales, conceptuales o concebidos y vividos; el mío,
el tuyo y el de los otros o la alteridad. La especialidad es todo a la vez y es producto de actores
entendidos, racionales, seres construidos no sólo por su historia sino también por su espacialidad.
Hoy el mundo afronta graves problemas que requieren un mejor entendimiento del conocimiento humano,
de cómo se adquiere y de cómo y porqué los seres humanos actúan como lo hacen construyendo
y deconstruyendo espacios. Los puntos de vista tradicionales han demostrado ser insuficientes e
inadecuados para enfocar a la socidedad global y las especificidades que se dan en niveles locales
como consecuencia de diferencias que no son puramente económicas, ni políticas, ni físicas sino
también culturales y que deben considerarse, desde nuestra postura, dentro de una concepción de “lo
social” como un todo que naturalmente incluye a la cultura. El reconocimiento de fuerzas globalizadoras
no excluye la consideración de las particularidades culturales en especial si se pretende lograr un
ordenamiento territorial democrático, indispensable para un adecuado desarrollo local sustentable y
público que garantice el reconocimiento de las particularidades culturales y la participación ciudadana.
El énfasis puesto en las diferenciaciones económicas y políticas para explicar las particularidades de

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los espacios y la poca atención prestada a “lo cultural”, en donde se ensambla lo “espacio-temporal”,
ha provocado enfoques unilaterales de la realidad social enfrentado lo cultural con lo social y provocando
la confusión de que son dimensiones excluyentes.
Es más, algunos autores como Baudrillard (1978), olvidándose a nuestro entender de la vida cotidiana
del hombre colectivo e individual en el mundo, anuncia el simulacro de la realidad y el “fin de lo
social”, poniendo el acento en el surgimiento de masas inertes que son producto de un mundo cuya cultura
está intensamente transformada por las tecnologías de la globalización.
La teoría subyacente en los trabajos sobre la Geografía y también sus contenidos y métodos han sido siempre
un tema de debate y una empresa problemática. Irónicamente el desarrollo pos-positivista reafirmó la
necesidad e importancia de la teorización, más allá que “teorizar” se entiende ahora de una
manera radicalmente diferente a las formulaciones objetivistas de la ciencia espacial. El mismo
materialismo histórico contenido en las posturas marxistas y postmarxistas como “materialismo
histórico geográfico” trajo consigo, en las discusiones académicas, la conciencia de la importancia de
las relaciones sociales, que son inmateriales, no dadas inmediatamente por los sentidos más allá de sus
efectos materiales en la vida cotidiana de los actores (Philo, 1999). Sus críticas concitaron en gran parte
el movimiento sobre el valor de lo inmaterial, la revalorización de lo subjetivo y la persistencia de los
rasgos culturales, señalados por la corriente humanística del comportamiento.
Una inadecuada interpretación de lo espacial es lo que lleva a esta “confusión”, a separar lo económico, de
lo político-jurídico; las relaciones de poder, el medio físico con sus limitaciones y habilitaciones para actuar,
de las formaciones sociales, de lo ético, de lo cultural en la Geografía.
La pregunta en relación con la temática de esta convocatoria es si lo cultural y el denominado “giro
cultural” desarrollado in extenso por especialistas es nuevo o es una dimensión presente consciente o no en
la interpretación de los espacios. Es más, ¿acaso no está presente en todas las aproximaciones, desde
Humboldt en adelante ya que, todos eran científicos constituidos por los aspectos culturales de sus
diferentes épocas que condicionaban, parcialmente, su manera de “ver” y comprender los espacios?.
Quizá este llamado de atención sobre la “cultura” responde a la necesidad de acentuar la búsqueda de
los rasgos culturales implícitos en las acciones de aquellos que construyen espacios e incluso en los
ya construidos. ¿Puede acaso dividirse a los “seres” como actores y agentes sociales?, ¿pueden
ser desestructurados o se comportan como unidades económicas, culturales, políticas (aún por sus
capacidades para actuar) éticas etc.?. ¿No son acaso como seres sociales todo ello junto a la vez?.
En un trabajo de hace años, (Kollmann, 1996) señalamos por qué en los planes de estudio habíamos sugerido
el cambio de la denominación de Geografía Humana por Social ya que, para nosotros, lo social involucra
todas las otras dimensiones: económicas, políticas, físicas, culturales.
Los geógrafos de países anglosajones hace muchos años que hablan de Geografía Cultural como sinónimo
de Humana o Social. ¿Es esto casual?. Nuestra elección por el nombre Geografía Social a cambio de
Humana respondía a un intento por diferenciar a los hombres como seres sociales, la cultura diferencia a
los hombres en el contexto de las relaciones ecológicas. Pretendíamos mostrar al hombre como algo
muy diferente, ya no en su condición de simple receptor de los condicionamientos del medio
natural (concepción determinista) sino como transformador y creador, por ser social, pero constreñido
o habilitado en sus acciones no sólo por su historia sino también por su espacialidad vivida (biografía).
Enfatizando que los actores como agentes sociales son unidades indivisibles cuando actúan, aún con
objetivos precisos como los económicos, político-jurídicos, etc. Estos actores incorporan y transportan en
sus experiencias, representaciones y en sus acciones su mundo material conocido, vivido, ideológico y
cultural pero, a través de la acción, no sólo transforman su espacialidad sino que son afectados por ella
y reconstruidos como seres.
Así las lógicas de comportamiento de los actores/agentes sociales deben ser consideradas como racionales
tanto sean económicas, medioambientales, políticas etc. (Giddens, 1996) y, aún cuando desde lo
externo pareciera que no lo son, como aparecen en las posturas de estructuralistas como Merton o
Radcliffe Brown, debemos verlas como el resultado del trabajo del sujeto sobre sí mismo que construye
y reconstruye su identidad (Berdoulay, 2002). 7
Coincidimos con Philo (1999) en que un enfoque exclusivamente cultural se convierte en una amenaza para
la Geografía entendida como un sistema social espacializado. De cualquier manera destacar y reconocer
el papel de lo cultural es beneficioso por los cambios que se han producido en sus contenidos, en este
mundo globalizado y con profundos cambios en la tecnología de la comunicación; siempre y cuando
estos cambios no sean abordados sólo en su materialidad -tangible y cartografiable-, aisladamente y se
enfoquen como parte de los procesos de socialización y

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transformación espacial material e inmaterial, ideológica, simbólica, representativa, significativa, individual


y colectiva de sistemas políticos, actitudes de resistencia, prejuicios raciales, de sexo etc.
Las nuevas evaluaciones de los fundamentos epistemológicos y teóricos desde la crítica y/o evolución de
las posturas marxistas, de la fenomenología –existencialista, la noción de estructuración, la teoría crítica,
el constructivismo -superando y articulando el empirismo y el idealismo-, los aportes de las teorías
del conocimiento, la acción y la conducta, nos llevan a señalar cuatro aspectos importantes que hacen al
cambio de las posturas teóricas y metodológicas en Geografía:
1- La descosificación del espacio.
2- La reintroducción del sujeto como agente social, colectivo e individual en el centro de la metodología
de cualquier investigación que intente comprender la “espacialidad” y la “territorialidad” como producto
y medio, construida por actores tempo-espaciales y culturales. El territorio es el resultado de un haz
de interrelaciones complejas, materializadas a lo largo del tiempo entre la sociedad y los espacios.
3- La articulación Sujeto-Objeto, superando la externalidad de uno respecto del otro.
4- Los espacios son sistemas dinámicos de interrelaciones complejas, que involucran las culturales.
La sociedad elabora una cultura, un ensamblaje de rasgos heredados y transmisibles que contribuye
a consolidar el territorio, aunque debemos reconocer algunas situaciones como las de ciertas etnias reducidas
a las diásporas o las de ciertas comunidades religiosas que suplen la ausencia de territorio material con
la cultura que, en estos casos se convierte en un territorio inmaterial. Es el caso, por ejemplo de muchos
pueblos originarios -tobas, mapuches- y de hebreos y armenios entre otros. Esto significaría superar
la explicación “culturalista” de carácter determinista que desconoce la identidad del sujeto y sus
cambios culturales como consecuencia de las diferentes escalas de las realidades contextuales y alteridades
con las que está relacionado de manera más o menos consciente. (Entrinkin, 1999, 2000; Tuan, 1996).8

Reflexiones finales
Si bien muchos autores han señalado los peligros de caer en un culturalismo “cerrado”, en donde predomina
lo inmaterial sobre lo material, llegando a las que se denominan “geografías des-materializadas y
“geografías des-socializadas, el “giro cultural” y las polémicas desarrolladas en torno a el han servido como
un toque de atención para no descuidar los aspectos de la cultura tanto material cuanto inmaterial en
los estudios geográficos.
Consideramos que la cultura es otra dimensión de articulación para la comprensión de la “espacialidad”
como producto físico, conceptual y vivido; en palabras de Soja, la espacialidad es una totalidad
trialéctica, material e ideal, concreta y abstracta y su comprensión está condicionada al análisis de las
acciones de sus actores que producen espacio y son reconstruidos constantemente por él como seres. Pero, en
tal enfoque de las múltiples acciones colectivas e individuales, que son sociales como un todo, de los
hombres con otros hombres y de los hombres con las cosas, no debemos perder el foco que la espacialidad
se comporta como un sistema abierto, en consecuencia dinámico y sujeto a incertidumbre. La Geografía
ni describe ni explica a través de causalidades lógicas lineales entre efectos naturales y sociales sino a través
de interacciones sistémicas como visiones abstractas, creadas por el espíritu en donde hay caos y azar
no predecible, sin equilibrios estáticos de la realidad (Péguy, 1996).
Retomando a Badariotti (2005:135) coincidimos en que debemos tener en cuenta tres tipos principales
de complejidad en Geografía:
1- la complejidad estructural emergente de una multitud de agentes individuales en interacción –
agentes individuales, entidades colectivas, instituciones de gobierno, etc.-;
2- una complejidad de niveles que involucra escalas múltiples articuladas, territoriales y de procesos, -
inmueble, manzana, barrio, ciudad, conurbación-; también señalada por Soja (2003) cuando hace referencia
a los niveles micro, mezzo y macro de la organización espacial del territorio urbano (Barcelona, Los Angeles);
3- una complejidad dinámica ligada a la existencia de evoluciones no lineales de los procesos, introduciendo
la impredecibilidad de los efectos en los sistemas en el futuro, inclusive de aquellos rasgos que son
simples, bastantes comunes y cuyos comportamientos son conocidos. Coincidiendo con la autora, para
nosotros, la espacialidad geográfica es compleja y puede responder simultáneamente a uno o varios tipos
de complejidad, especialmente en el caso de los sistemas urbanos. Las ciudades deben ser consideradas
como sistemas socio–espaciales complejos.
Por fin, mantenemos nuestra postura que “lo cultural” forma parte de las relaciones sociales y que se
crea dentro de la sociedad, en consecuencia la Geografía es social y sus temas deben encararse desde la
teoría de los sistemas complejos de los cuales forma parte la cultura. 9
En resumen, el enfoque cultural debe actualizarse introduciendo los cambios epistemológicos de fines del

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siglo XX y lo que va de este siglo, relacionados con las interpretaciones marxistas, los
enfoques fenomenológicos-existencialistas, de la estructuración y del constructivismo y la teoría de los
sistemas complejos dinámicos relacionados con la teoría del Caos. 10
De cualquier manera podemos hablar de “espacios culturales” como representaciones mentales
espaciales fundadas en la conciencia de una cultura y producto de la combinatoria de sensibilidad
y aspiraciones por una simbología común para los grupos sociales.

1
Es este sentido es interesante el artículo de Vicente Di Cione “Los giros culturales de la geografía. Con-fusiones, tradiciones
y renovaciones”, publicado en GeoBAires. Cuaderno de Geografía, 2007, http://www.geobaires.geoamerica.org/
apuntes/ap_giroculturalgeografia_confusiones.htm
2 Por ejemplo, en 1991 el Grupo de Estudio de Geografía Cultural y Social Británica organizó un encuentro denominado
“New Words, New worlds” y en 1997, la Social and Cultural Geography Research Group del Institute of British
Geographers organizó el “Cultural Turns/Geographical Turns”.
3 Resulta interesante explorar el campo semántico de la palabra cultura y su relación con el territorio. El sentido original
de cultura también está presente en la palabra latina pagus (pango, v. puede significar plantar un vegetal, establecer un
límite, concluir un pacto) esta palabra puede indicar producción material de la sociedad, delimitación de fronteras
e institucionalización de derechos. En las lenguas latinas pagus es la raíz de paisaje, paisano, etc. Lipietz (2000) establece
una relación directa entre los términos cultura y pagus.
4 En los trabajos argentinos tradicionales bajo el subtítulo de morfología se hacía historia de la evolución del paisaje
(geografía histórica).
5 Las delimitaciones son un tanto oscuras así, “área cultural” se define por la presencia de rasgos culturales, en general,
en territorios pequeños con una relativa uniformidad; “paisaje cultural” es un área cultural en términos geográficos que
puede constituirse en una región caracterizada por una relativa homogeneidad interna y en relación con ciertos
criterios; “historia cultural” es el estudio de la reconstrucción de la sucesión local o regional de culturas, la historia de
sus orígenes, difusión y sucesión; “ecología cultural” se refiere a “procesos” implicados en la secuencia de eventos.
6 La “dimensión fractal” está relacionada con la teoría del Caos y de los Sistemas Complejos, fractal (sustantivo o adjetivo)
es un término acuñado por el matemático Mandelbrot (1975, 1982) fusionando las palabras fractus (romper) +
fracture (fractura). Admite múltiples definiciones aunque todas ellas
constituyen generalizaciones del concepto clásico de dimensión entera, a la cual engloban. Describe la relación entre segmentos y la totalidad y
se aplica a estructuras muy irregulares, condicionadas a las escalas geométricas de los enfoques. La dimensión fraccionaria/fractal mide el grado
de escabrosidad y/o discontinuidad de un objeto presentando un grado de irregularidad constante a diferentes escalas.
7 Debemos señalar que existe una diferencia importante entre medio y ambiente. El primero se refiere a la materialidad
natural y el segundo es aquel que es producto de las transformaciones que introducen los actores sociales. Debemos captar
la cultura en términos de tensión entre lo colectivo y lo individual en donde el “ambiente” es físico y social.
8 Para el enfoque culturalista la cultura es concreta (materialidad) y estática, desconoce los aspectos dinámicos.
9 Debemos diferenciar “complejo” de “complicado” (Ciurana, 2001), la diferencia estriba que lo complicado se puede
desbrozar pues supone un orden previo existente mientras que lo complejo se aparta de la idea de un orden previo, fijo sino
que está condicionado por un sistema viviente impredecible y como ya dijimos sujeto a situaciones inciertas.
10 Los sistemas dinámicos y la teoría del Caos son una rama de las matemáticas desarrollada a mitad del siglo XX que estudia
lo complicado, lo impredecible, lo que no es lineal. Caos no debe entenderse como ausencia de orden, sino como cierto tipo
de características impredecibles, es decir un tipo de orden de movimiento impredecible. No como teoría matemática sino
como gran campo de investigación aplicable conceptualmente al estudio de la especialidad social es que utilizamos
estos conceptos.

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Ponencia presentada en la Conferencia Internacional “Aspectos Culturales en las Geografías Económicas, Sociales y
Políticas”. Unión Geográfica Internacional. Buenos Aires, 9 al 11 de octubre de 2007.
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