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Ricardo Cayuela Gally

Ricardo Cayuela Gally va néixer a Mèxic Districte Federal, fill


de pare cordovès i mare mexicana.

Els seus pares són Jacinto Cayuela Muñoz -cordovès- i María


Luisa Gally Companys -mexicana-.

Els avis paterns van ser exiliats tardans, van sortir després de
la Segona Guerra Mundial. L'àvia era apolítica però els seus
dos germans eren del PSOE i ja estaven exiliats a Mèxic des
del 1939. L'avi era d'Esquerra Republicana el partit de Azaña i van sortir l'any 1946 amb
vaixell a New York i desprès a Mèxic.

La mare de Ricardo, María Luisa és la néta de Lluís Companys, líder de Esquerra


Republicana de Catalunya i President de la Generalitat. Arrestat per la Gestapo a França
i extraditat a Espanya, va morir afusellat en 1940 en el Castell de Montjuïc de
Barcelona.

Del seu primer matrimoni, Lluís Companys va tenir un fill que va morir i una filla que
es va dir Maria que és l'àvia de Ricardo i ella va tenir tres fills que van anar la mare de
Ricardo, María Luisa i els seus oncles.

Ricardo sempre va anar a l'Instituto Luis Vives de la ciutat de Mèxic i va decidir residir
a Barcelona el 2001.

Ricardo Cayuela Gally nació en México Distrito Federal, hijo de padre cordobés y
madre mexicana.

Sus padres son Jacinto Cayuela Muñoz -cordobés- y María Luisa Gally Companys
-mexicana-.

Los abuelos paternos fueron exiliados tardíos, salieron después de la Segunda Guerra
Mundial. La abuela era apolítica pero sus dos hermanos eran del PSOE y ya estaban
exiliados en México desde el 1939. El abuelo era de Izquierda Republicana el partido
de Azaña y salieron en el año 1946 por barco a New York y después a México.

La madre de Ricardo, María Luisa es la nieta de Lluís Companys, líder de Esquerra


Republicana de Cataluña y Presidente de la Generalitat. Arrestado por la Gestapo en
Francia y extraditado a España, murió fusilado en 1940 en el Castillo de Montjuic de
Barcelona.

De su primer matrimonio, Lluís Companys tuvo un hijo que falleció y una hija que se
llamó Maria que es la abuela de Ricardo y ella tuvo tres hijos que fueron la madre de
Ricardo, María Luisa y sus tíos.

Ricardo siempre fue al Instituto Luis Vives y decidió residir en Barcelona en 2001.
Entrevista
¿Nos puedes decir el nombre de tus padres y de tus hermanos y si en tu casa se
hablaba de la Guerra Civil y del exilio?

Mi padre se llama Jacinto Cayuela Muñoz y mi madre María Luisa Gally Companys,
tengo cuatro hermanos y la verdad es que sí, en mi familia estaba muy presente el tema
del exilio, casi diría que obsesivamente porque mis dos padres son hijos de exiliados,
los dos son exalumnos del Luis Vives y por lo tanto había una atmósfera de discusión
permanente.

Yo desde muy chico sabía que era nieto del exilio, además también estudié en el
Colegio Vives y esto formaba parte de mi infancia y por lo tanto de mi naturaleza y de
mi constitución como persona.

¿Sabes cómo llegaron tus padres a México?

Mi madre nació en México, ella es exiliada de segunda


generación, mis abuelos estaban exiliados en Francia y
llegaron en los primeros barcos fletados por el gobierno de
Cárdenas al puerto de Veracruz en un recorrido bastante
convencional.

Mis abuelos paternos son exiliados tardíos de después de la


Segunda Guerra Mundial, mi abuela era apolítica y más bien
católica, pero sus dos hermanos eran del PSOE y ellos sí
llegan a México en el 39.
El bisabuelo de Ricardo, Lluis Companys

Mi abuela se sentía muy incómoda en España, tenía dos hijos pequeños y mi abuelo era
del partido de Azaña pero tampoco tuvo una gran vinculación, era simpatizante pero sin
gran implicación política. No pudieron salir de España hasta el 46 o el 47, salieron en
barco a Nueva York y de ahí fueron a México en avión. En cuanto llegaron se
integraron, por la propia lógica de sus creencias y por la relación de mi abuela con sus
hermanos, en el mundo del exilio.

¿No tiene nada que ver tu mamá con Companys?

Es nieta, es una cosa curiosa y bastante significativa porque Companys es una de las
principales figuras de la República Española y además es un mártir en Cataluña y sí, ha
sido una figura muy presente en la vida de la familia, una relación rara.

Además somos, mis hermanos, mis primos y yo, los únicos descendientes de
Companys. Companys tuvo un hijo que tuvo un brote sicótico en la carrera, un ataque
esquizofrénico, no tuvo descendencia y murió en Francia exiliado en un hospital
psiquiátrico, y una hija María, que era mi abuela, que a su vez tuvo tres hijos que son mi
madre y mis tíos.
¿Tus padres en el exilio tuvieron alguna relación de partido, estuvieron
relacionados con la política española?

No, yo creo que mis padres son cultural y esencialmente mexicanos, es una generación
que se siente incómoda con España porque crecieron con la España de Franco a la que
no podían volver. Había dos reacciones, los que querían y permanecían en la lógica de
España, y los que al contrario. Ante la imposibilidad de volver, mi madre ya nacida en
México, mi padre que llegó de seis años, pues simplemente se volvieron mexicanos.
Los dos son profesionistas mexicanos, trabajan en México, viven en México, hablan y
piensan como mexicanos. Con la peculiaridad de que son o hija de españoles, como es
mi madre, o español educado y criado en México, como mi padre, sin embargo ahora
están poco vinculados.

Los últimos años, mi madre se ha acercado al Orfeó Català, con el que siempre tuvo una
cierta relación y ha estado en la junta directiva, pero nunca
vinculada a ningún partido, su actividad política es más en
México que en los partidos del exilio o con la política
española.

¿Cómo era el ambiente en tu casa, muy catalán o muy


español?

Era rara la sensación porque vivíamos en una burbuja, en una


especie de gueto endogámico, aunque mis padres se sentían
mexicanos, todas sus amistades y todo su mundo íntimo estaba
formado por hijos del exilio y eso era sorprendente.

El presidente de la Generalitat

Yo además estudié en el Colegio Luís Vives y en esa época había muchos profesores
españoles de primerísima ¿no?, que llegaron en las primeras oleadas del exilio, con
muchos compañeros hijos o nietos de exiliados.

A nosotros, mi madre nos llevó al Orfeó a formar parte del esbart dansaire y no sé qué
tantas actividades. Y sí, vivíamos en México, nos sentíamos mexicanos, pero dentro de
una extraña burbuja española exiliada.

Eso se rompe en mi caso cuando entro en la UNAM, a estudiar Lengua y Literatura


Hispánicas, en donde descubro el verdadero rostro de México, fascinante, entrañable y
muy distinto a lo que yo me imaginaba. El hecho de convivir en la UNAM con gente
que tenía historias tan distintas, hijos de campesinos, de obreros, gente venida de
cualquier otra parte, hijos de españoles no exiliados, etc. La enorme diversidad
mexicana representada en el aula de la UNAM y yo decía, ya eres grandecito, ¿no?, a
los 18 años y es mi primer contacto con el México real.

¿Ustedes en el Vives también cantaban el himno de riego?

Se cantaba los lunes el de riego y el mexicano, pero esto se suspendió cuando España y
México tienen relaciones diplomáticas con José López Portillo, cuando la República
deja de ser una instancia legal para México y se convierte simplemente en la evocación
emocionada de los abuelos y entonces el Vives decidió suspender esta ceremonia. Yo de
niño lo canté todos los lunes y con la ceremonia se hacía el homenaje a la bandera
tricolor mexicana y tricolor española.

En tu casa el ambiente de comida ¿era más de tipo español, catalán o más


mexicano?

Sincrético, la comida era española, las recetas de mi madre muchas catalanas,


curiosamente nosotros teníamos además una persona de servicio que había estado con
mis abuelos maternos y que a casa de mi abuela llegó muy joven, por lo tanto, era
curioso, porque incluso la comida que hacía esta muchacha tenía un toque catalán o
español.

La madre de Ricardo, María Luisa con Elvira Godás

Recuerdo en particular con especial nostalgia la comida en casa de mis abuelos


paternos, mi abuelo paterno era de Soria y mi abuela de Córdoba, de Andalucía y era
una cocinera extraordinaria, era un verdadero festín de cocina española, un banquete
real, no sólo por las cantidades sino por la calidad de la cocina, por el gusto.

¿Cómo era tu relación con los mexicanos, te sentías diferente?

No, yo siempre me sentí mexicano, no tuve problemas de adaptación en ese sentido.


Tenía pocos espacios de convivencia porque iba al Vives, al Orfeó, luego éramos socios
del club Mundet y los fines de semana nos la pasábamos en Tepoztlán con un
matrimonio de amigos de mis padres que eran republicanos también.

En la niñez y en la adolescencia, la vida estaba más acotada de lo que uno se imagina,


en la medida en que el colegio, los amigos, las actividades, todo esto estaba permeado
por el mundo español, exiliado, pero yo nunca me sentí incómodo, ni distinto, ni nada.

Maria Luisa Gally, la madre de Ricardo

¿Tus trabajos tuvieron relación con gente del exilio?

No, indirectamente quizá sí, es una cosa rara, sobre todo en el mundo editorial, yo hice
muchas revistas, algunas entre amigos universitarios con poca vinculación con el exilio,
otras sí con amigos exiliados, pero en general yo diría que indirectamente.

En el mundo editorial y de las letras, el magma del exilio lo permeaba todo, entonces mi
trabajo no es que tuviera que ver con las instituciones del exilio, pero había puntos de
contacto. Por ejemplo yo trabajé en el suplemento cultural del periódico La Jornada,
que lo dirigió Juan Villoro, yo era su jefe de redacción y él era a su vez hijo de un
español, no exiliado pero cercano a las posturas de la República. La Jornada la diseñó
Vicente Rojo y en el suplemento colaboraban muchos hijos o nietos de republicanos.

¿Te contaban cosas tus papás de Cataluña?

Mucho, mi madre es muy apegada a los valores de la cultura catalana, aunque no nos
habló en catalán, por un pacto con mi padre, en el sentido de que no podía haber una
separación familiar de lenguas.

Entonces yo, el catalán lo aprendí con mis abuelos, que tenían una verdadera necesidad
de que lo habláramos. Es curioso porque en mi casa lo habla muy bien mi hermano
mayor, luego sigo yo y se va degradando el conocimiento del catalán hasta mi hermana
pequeña, que apenas lo habla, en función de los años de convivencia con mis abuelos.

Mi madre nos hablaba mucho de lo que ella había escuchado de Cataluña, porque ella
nació y se crió en México, pero es catalana de lengua materna y muy vinculada a la
cultura catalana, yo creo que ella tenía idealizada Cataluña y eso fue algo importante
para mí.

¿Tú conociste a tus abuelos?

Sí, con mi abuelo materno, mi abuelo Gally, conviví


mucho, fue una persona muy curiosa, muy extravagante,
tenía una editorial, una imprenta y una librería, o sea que
estaba muy vinculado al mundo editorial, a la cultura del
exilio. Él me enseño a hablar catalán y tengo un recuerdo
muy especial de él, disfrutábamos mucho, sobre todo en
su librería en el centro, en la calle de Guatemala, que ya
no existe porque las obras del templo mayor la tiraron.
Me gustaba mucho estar con él, me enseñó a leer y esto
ha determinado mi vida, la vocación lectora la aprendí
con él, por eso lo tengo en un lugar importante en mi
recuerdo.

Tu mamá y tus abuelos maternos te hablaban de


Cataluña y ¿los otros abuelos por la parte paterna te
hablaban del resto de España?
El Instituto Luis Vives

Sí claro, hay una anécdota bonita que me contó mi abuelo paterno, él era del partido de
Azaña, que se llamaba Izquierda Republicana, no confundir con Ezquerra Republicana
de Cataluña, pero ni siquiera era militante, era simplemente votante y en el 36 hubo un
mitin de bienvenida a Companys en Córdoba, donde él vivía, porque acababa de salir de
la cárcel, habían pasado precisamente las elecciones del frente popular, los presos del
alzamiento del 34 habían sido liberados y estaban desde el puerto de Cádiz haciendo un
recorrido hasta Barcelona, en coche, parando en las distintas capitales de España para
recibir el homenaje de los republicanos españoles antes de regresar a la Generalitat. Y a
mí me hace gracia pensar en mi abuelo en Córdoba, ya casado, a punto de tener a mi
padre, que va a aplaudir como un ciudadano de a pie, a una figura de la República
recién liberada como es Companys y pensar que para él tuvo que haber sido muy
curioso saber que luego su hijo se casaría con la nieta de ese señor ¿no?

¿Cuánto tiempo hace que vives aquí?

Unos 4 años.

¿Viniste directo a Madrid?

Vine directo a Madrid, vine como mexicano a poner una empresa mexicana cultural,
pero con todos los fantasmas y familiares del exilio detrás, y en esta parte, España en
general y Cataluña en particular, ha sido un poco decepcionante para mí.
¿Qué piensas de Cataluña y de los catalanes?

Tengo nuevamente sentimientos encontrados porque me parece que una cosa era la
reivindicación nacionalista en la dictadura de Primo de Rivera, por ejemplo, porque el
catalán estaba prohibido y se perseguía activamente esa cultura, es decir una cosa era
ser nacionalista antes de la Segunda Guerra Mundial, (porque si hay un nacionalista en
la historia de la humanidad es Hitler o Mussolini en Italia). Y además el nacionalismo
siempre lleva en su germen la exclusión, yo soy distinto a los otros, yo soy diferente, yo
me defino en función de lo que no soy, no de lo que soy.

Pero creo que hay nacionalismos reactivos a otros más grandes que podían tener algún
sentido y digamos la España nacionalista españolista, por decirlo de alguna forma,
existía y era una gota de presión sobre las culturas periféricas o laterales.

Entonces yo creo que el nacionalismo de los años 20 o de los 30 tenía algún sentido,
aunque en su germen ideológico estaba la exclusión, pero al menos había una razón de
ser y eso es muy distinto a la España actual.

Yo creo que España es un país plenamente próspero, democrático, que encontró un buen
acomodo con la España de las autonomías y en donde si uno quiere ser catalán en
Cataluña lo puede ser plenamente y si uno quiere educar en catalán a sus hijos pues lo
puede hacer y vivir dentro de coordenadas e instituciones catalanas.

Lo que es más difícil es ser español en Cataluña porque acaba uno en ámbitos
marginales o fuera de las instituciones o con problemas para educar a sus hijos. Y en
este sentido para mí es muy fuerte y muy doloroso ver que la figura de mi bisabuelo es
el fetiche de los nacionalistas actuales, un poco el ídolo, el mártir, cuando se ha perdido
un poco la correlación entre lo que él hizo en su época y lo que es nuestra época.

Dicho de otra forma yo creo que Companys, (o aspiro a pensar), no sería un nacionalista
furibundo en la España actual, porque además él tenía una enorme vocación digamos de
izquierda, sindicalista, campesina, viene de la huerta de Lérida, de una gran
preocupación social como abogado laborista y era un gran republicanista.

En mi familia no nos enseñaron el mito de la Cataluña independiente, los tres nietos de


Companys se casaron con mexicanos, o con españoles de cualquier otra parte. Mi madre
decidió no enseñarnos el catalán para en algún momento vincularnos e integrarnos con
una cultura más amplia como es la mexicana.

Entonces es muy doloroso ver, para mí al menos, aquí en Cataluña, a mi bisabuelo


convertido en fetiche, en camiseta, en pósters, en slogan. Lo único que se hace, además,
es empobrecer su figura frente al resto de los españoles que cada día lo odian más y es
lógico, porque si es la bandera de Carod Rovira y compañía, por lo tanto no hay forma
de explicar al resto de España que fue un republicano leal y que murió honestamente.

Y que además lo fusilaron.

Sí, esta parte es muy complicada, porque para mí sería muy fácil hacerme un furibundo
defensor y meterme en esa lógica, pero se me hace que es traicionar incluso su propio
espíritu.

¿Qué piensas tú en general de que los catalanes, de las personas que has conocido?

Es raro porque yo siento una afinidad por muchas cosas, culinarias, vivénciales etc. pero
por otra, no me gusta una parte del catalán de mirar por arriba a España, como si España
fuera la barbarie, cuando yo creo que para nada, es decir, basta viajar un poco por
España para ver la enorme riqueza monumental y artística de todo el conjunto y no sólo
de Cataluña, la sabiduría vital de los andaluces por ejemplo, o muchas otras cosas.

Y otra parte que no me gusta es que la mitad de los catalanes son de origen no catalán,
son de origen andaluz la inmensa mayoría de ellos, pero también hay muchos gallegos,
aragoneses, de distintas oleadas de inmigración, y la cultura catalana los obliga a
traicionar u olvidar su cultura heredada y eso no me gusta porque yo creo que Cataluña
sería más rica si aceptara su propia pluralidad interna.

Cataluña pide pluralidad a España y no acepta su realidad interna y eso es muy triste,
cuando además es una pluralidad real porque en la sociedad está, por ejemplo el
flamenco catalán que es extraordinario, o la rumba, la cultura andaluza de Cataluña
musicalmente es imbatible y sin embargo institucionalmente eso no se reconoce, no se
apoya y casi diría que se combate, esto es una cosa que me produce mucho dolor en
Cataluña. Y sobre todo los conversos, los hijos y nietos de andaluces que traicionan a
sus abuelos, su sangre y su lengua, para convertirse en unos furibundos catalanistas.

Además, la cultura catalana es interesante, pero es más interesante la cultura de la


lengua española, es decir una cosa son 6 millones y otra cosa son 300, es una cosa
numérica ¿no? Se me hace absurdo que renuncien al español, a la lengua del bolero, del
tango, de las rancheras, a la lengua de Cortázar, de Borges, de Octavio Paz, Carpentier,
es un suicidio cultural que no tiene explicación.

Por ejemplo, es una cosa inverosímil el daño psicológico que están haciendo a esas
nuevas generaciones, entiendo el respetar, apoyar y conservar el catalán, pero no a costa
del español porque entonces te suicidas culturalmente.

El español es la segunda lengua de occidente, es lengua oficial en 22 países, es la cuarta


lengua en Internet, es la segunda lengua en Estados Unidos, por favor, y además tiene
un legado cultural imbatible. El catalán es una interesante, curiosa, lengua mediterránea,
que qué bueno que existe, pero si me dan a escoger me quedo con el castellano, como
una cosa de sentido común.

¿Estás integrado aquí en España?

Sí, estoy al frente de una revista cultural mexicana, que se llama Letras Libres, que
dirige Enrique Krause y yo soy el encargado de la oficina española y por lo tanto en
algún lugar soy el encargado de una revista cultural española y esto te abre todas las
puertas y me siento muy integrado, tengo muchos amigos españoles, muchos
colaboradores de la revista.

¿Catalanes?
Catalanes claro, muchos colaboradores son de Barcelona, donde además hay una
importante comunidad de intelectuales latinoamericanos, pero confieso que muchos de
nuestros colaboradores catalanes son críticos del nacionalismo porque es una línea
editorial que está llevando la revista con la que yo comulgo plenamente.

¿Tú qué te sientes?

Yo me siento mexicano plenamente, y al mismo tiempo creo que soy un mexicano


atípico, pero tampoco es tan extraño ser mexicano hijo de extranjeros o nieto de
extranjeros, porque es una forma más o menos normal de ser mexicano.

Es curioso, porque me doy cuenta hasta qué punto mi cultura es mexicana en muchas
cosas, y qué cosas de España no tolero, por ejemplo la descortesía o los malos modos
cotidianos, o muchas cosas que en México son muy suaves y muy dulces y muy cultas y
que aquí es la barbarie.

Otra cosa curiosa que extraño es la comida mexicana contra todo pronóstico, extraño
muchas cosas de mi país y me siento plenamente mexicano.

¿Has ido a buscar un poco los lugares donde vivieron tus padres, tus abuelos?

Sí, yo soy muy nostálgico en estas cosas, me gusta ver por ejemplo la calle en Córdoba
donde vivieron mis abuelos o el pueblo en Lérida donde nació y se crió Companys, este
tipo digamos de recorridos de la nostalgia me gusta hacerlos, ahora tampoco les doy un
peso extraordinario, ni modifican mi vida, pero me enternece y me gusta contrastar
físicamente esos lugares.

Cartel de esquerra republicana

¿Qué crees que han hecho los españoles por los refugiados?
Poco, porque la transición se fundó en España en un pacto de silencio y entonces la idea
era no volver al pasado y los republicanos era una forma de volver al pasado y entonces
les han dado más bien la espalda, y luego cuando los han aprovechado, ha sido para
cimientos políticos o personales.

Por ejemplo, los grandes escritores del exilio no forman parte de los planes de estudio, o
del canon español. En el centenario de Cernuda arman mucho ruido pero luego no está
ni él ni Alberti, Pedro Salinas, Américo Castro, etc. metidos como parte de la cultura
española de la que forman parte. Yo creo que hay mucha demagogia en el tema y poco
apoyo, pocas ganas efectivas de que formen parte del entramado español.

Ahora creo que lentamente se va recuperando la imagen de la República y del exilio y


eso me gusta mucho. No hay que olvidar que tenían una razón histórica y que tenían una
democracia, y que fueron expulsados de este país, borrados, perseguidos, etc. Aunque la
Guerra Civil haya sido un cúmulo de barbaridades por ambas partes, una vez que se
desata el demonio de la guerra es imposible parar, pero la razón histórica está del lado
de la República, traicionada por unos y por otros ¿no?.

Además España perdió su elite intelectual y científica, merma de la que yo creo que aún
no se recupera, en muchos campos, al menos, España era un país a la altura de Europa y
de pronto quedó sesgada, todo el mundo se fue a América, fundamentalmente a México
y creo que hace falta mucha labor de pedagogía todavía en la sociedad española para
que entiendan esto.

En este sentido el homenaje a Lázaro Cárdenas de estos días me parece muy


emocionante y muy necesario, porque era una figura casi desconocida en España y es
imperdonable porque es el extranjero que más ha hecho por los españoles.

¿Estas de acuerdo en que se vaya ahora juntos de la mano y que se perdonen los
unos a los otros?

Yo creo que hoy en día, en términos de cuentas de la guerra, sí, porque la guerra no
puede tener una sola lectura. Una de las cosas que a mí más me ha dolido fue descubrir
todas las barbaridades del lado republicano.

Yo me eduqué en una escuela, en unos sistemas familiares donde había unos malos,
malísimos, que eran los franquistas y unos buenos, buenísimos, que eran el bando
republicano. Creo obviamente que en el peso histórico tenía razón la República, pero
eso no nos puede hacer olvidar las enormes atrocidades, casi cotidianas que se
cometieron en el bando republicano, los paseos, las checas, los fusilamientos sin juicio,
la censura y tantas y tantas cosas que obscurecen en la guerra, no antes de la guerra, el
legado de la República.

Y en este sentido sí me parece que una sociedad que viene de la Guerra Civil y de la que
han pasado 60 o 70 años, pues es lógico que no quiera meterse en una disputa legal o
pagar. ¿A quién pagarían? Todos están muertos. ¿Pagar a los hijos o a los nietos? ¿A
quién vas a culpar? ¿A quién vas a juzgar? La parte de rendir cuentas me parece
innecesaria, violenta y que sólo produce dolor e incomprensión, ahora, saber la verdad
me parece utilísimo, me parece que son dos cosas distintas.
Es importante que se estudie a fondo, que se haga por ejemplo un libro blanco de la
Guerra Civil, con expertos de uno y otro lado, que se sepa cómo murió cada una de las
víctimas españolas durante la Guerra Civil, cosa que se ha hecho en países mucho más
atrasados, como Perú, que acaba de publicar un informe o Guatemala o incluso
Argentina en los años de la represión.

Es decir, España está en posibilidades de hacer esto porque si no es muy contradictoria,


por ejemplo con su postura con la dictadura de Pinochet y que aquí no haya sido capaz
de decir, bueno ¿a quién se reprimió?, ¿por qué? y ¿cómo?, de la “a” a la “z”, antes,
durante y después de la Guerra Civil.

Esto es un trabajo importantísimo para la sociedad española, saber exactamente qué


pasó y que sea la verdad irrefutable, hechos contrastados, no opiniones y no
sentimientos, no cantos de un lado y de otro, sino hechos y que se sepa cuántos
murieron, cómo murieron y por qué murieron y ese trabajo de recuperación de la
memoria histórica me parece indispensable. Ahora, pedir cuentas a estas alturas,
simplemente incita nuevamente al odio, al enfrentamiento.

Yo no decía incitar ni pedir cuentas sino que no hay que olvidar.

Desde el gobierno se hace poco y mal, y si gobiernan unos se inclina la balanza hacia un
lado y si gobiernan otros pues hacia el otro lado, pero en general hay cada vez más un
trabajo de revisión histórica por los historiadores extraordinario y ya la bibliografía
sobre la Guerra Civil y la represión de Franco es muy clara, empiezan a quedar
establecidos los hechos y eso me parece que es muy emocionante.

¿Tú crees que los hijos de exiliados han hecho cosas por España?

Yo creo que todavía pocas, pero sí algunas, por ejemplo, recordarles a los españoles la
verdad histórica, que eso no es poco, y hay mucha gente valiosa que va haciendo esa
labor cotidiana. Quiero destacar la de Tomás Segovia, que con su labor contribuyen a
que se sepa, se conozca, y se entienda la labor del exilio y al mismo tiempo se
convierten en actores activos reales de la cultura española.

¿La gente te reconoce tu origen de hijo de exiliados?

Bueno depende, a veces sí, a veces no, según el entorno, a algunos les importa, a otros
no, es como muy ambiguo, a algunos amigos les parece muy significativo, algunos
incluso se emocionan digamos en ver en mi formación la formación que pudieron tener
las generaciones españolas que no tuvieron acceso a la educación de la libre enseñanza,
otros me preguntan si de la primera o la segunda República porque no tienen ni idea, o
sea que es muy variado.

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