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En este texto quiero contarles las vivencias que he tenido desde que empecé hace seis
años a practicar el Cultivo Natural.
La verdad es que ha sido una progresiva transformación en la forma de pensar y de
trabajar la tierra, que aun lo continua siendo y que se ha visto reflejada en el suelo, los
cultivos y yo mismo.
Creo que todo agricultor o todo aquel que está por serlo debería tomar contacto con
las palabras de este personaje japonés llamado Fukuoka, para así comprender mejor lo
que les quiero transmitir.
Trabajar junto a la naturaleza como lo plantea él, va mas allá de simplemente
cultivar la tierra para obtener un producto, o una renta por ello. Se opone radicalmente
a todos los conceptos y valores existentes en la sociedad hoy imperante, y nos reclama
un cambio en la forma de ver y valorar las cosas.
Creo que me bastaría decirles que se sentaran a observar la naturaleza libre de toda
intervención nuestra, y que en vez de tener en sus manos una azada o una pala,
simplemente un puñado de semillas para sembrar.
Si bien lo que les voy a contar a continuación les pueda resultar demasiado técnico,
no es mas que mi experiencia y lo que a diario veo. Creo que debo aclarar algunos
conceptos erróneos de la agricultura actual en todos sus “sistemas imperantes”, porque
los da vuelta patas para arriba. Prácticamente hay que olvidarse de todos los
conocimientos sobre agricultura y muchos se vuelven simplemente mitos y dejan de
ser realidades.
Para empezar a cultivar conviene probar en un lugar pequeño para así estar sujetos
a posible fallas que pudieran ocurrir.
Si se hacen bancales, conviene que sean lo más ancho posible, así será mas fácil el
manejo en general. Lo que hago son pequeños bloques de siembra, estos son lugares
que voy viendo que son buenos para sembrar algo en especial. Como no hay mucha
necesidad de sacar malezas, el ancho del bancal casi no existe y solo hay un caminito
entre los diferentes cultivos. Es decir que el terreno me va dando los espacios que son
ideales para cierto cultivo.
Puede que les parezca algo desordenado, pero si lo vemos desde un punto de vista
amplío, cada planta crece en un lugar y momento preciso. Por eso no podemos
enmarcar al cultivo natural dentro de cualquier sistema porque la naturaleza no es
algo sistematizado ni tiene método.
La mayoría de las explicaciones que doy están orientadas a practicarlas en una
huerta, pero éstas pueden trasladarse a otros cultivos y escalas tranquilamente.

Algunos conceptos importantes de entender:

-No labranzas:
Creo que de todo lo que más cuesta que el hombre de campo se desarraigue es del
arado, la pala y el hacha. Son herramientas que durante miles de años han
acompañado al hombre quien las utiliza para labrar y hacer sus siembras.
Labramos para aflojar el suelo, dicen, para que se airee o para incorporar la materia
orgánica entre tantas. Y para lograr esto se han fabricado aparatos de todo tipo: palas,
arados, bieldos, cinceles, rastras, rotovators...... etc. Herramientas utilizadas por
infinidad de métodos agrícolas. Pero poco, muy poco nos hemos parado a pensar y a
observar como es que la naturaleza se las ha arreglado sin un arado, para crear desde
una diminuta semillita inmensos árboles como los cohuies o cipreses.
Las labranzas, por mínimas que sean “NO” son necesarias y “Sí” aunque no lo
creamos no hace falta clavar una pala o un arado para realizar una siembra. Como lo
dice Fukuoka, el suelo se cultiva solo a través de la penetración de las raíces, la
actividad de las lombrices pequeños animales y micro organismos que en él
habitan.

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El labrar el suelo lo único que logra es romper su estructura original, destruir el


hábitat de toda la vida que en él existe y dejarlo expuesto a la erosión.
Pueblos enteros han desaparecido a causa de malas practicas agrícolas y como
ejemplo tenemos gran parte del continente europeo (Grecia, España) que se ha
transformado en desierto gracias a la inteligencia humana. ¿Entonces por que seguir su
ejemplo?
Al trabajar un suelo el cultivo rendirá de acuerdo a la intensidad con que se lo labre,
cuanto más se remueva el suelo, más nutrientes se liberarán para las plantas. Hay que
arar bien profundo dicen los viejos. Pero los rendimientos decaerán con el tiempo si
año tras año no recibe aportes “externos” de materiales orgánicos. Esto es así porque
las labranzas producen una aeración anormal del suelo, descomponiendo la materia
orgánica original y ningún abono verde ni rastrojo de cultivos incorporados, lograran
restituir o aumentar los niveles de materia orgánica perdidos. Es sabido que esa
materia orgánica que se descompone se transforma en dióxido de carbono y al ser un
gas se dirige a la atmósfera causando el famoso efecto invernadero o sobre
calentamiento del planeta.
Si dejamos de labrar y cubrimos permanentemente con vegetación y residuos de las
cosecha (rastrojos) al suelo, éste estará firme pero no compacto y tendrá un techo que
lo protegerá del viento y del agua, y al descomponerse en superficie lo enriquecerá.
Creo que es algo lógico y nuestros bosques lo demuestran a diario.

-Importancia de los rastrojos de cosecha:


Una cosa que parece muy sencilla y que se le da poca importancia son los
rastrojos o restos de cultivo, y a veces hasta los llamamos residuos. Debemos
aprender a mirar con otros ojos, ya que lejos de ser un estorbo son el eje principal del
sistema.
Muchos lo retiran del lugar y lo amontonan para olvidarlos, otros lo hacen compost,
y hasta algunos se atreven a quemarlos.
Si dejamos la paja de los cultivos en la superficie, proporcionarán al suelo protección
contra la erosión, la vida retornara nuevamente; lombrices gusanos, hongos, bacterias
y todos esos bichos serán el ejercito que labrara la tierra de la forma mas perfecta.
El rastrojo, mantiene refrenada a las malezas y además protege a la semilla que esta
en germinación, al suelo de las heladas de invierno evitando que se levante y en el
verano de estar expuesto al sol, conservando muy bien la humedad.
Las plantas entierran las raíces en profundidad, extraen los nutrientes de la roca
madre y el sub suelo, y los fijan en su cuerpo. Este al morir deja la paja en superficie y
los micro organismos lo descomponen formando un nuevo mantillo fértil.
Vemos entonces que muchas cosas se tornan innecesarias: no necesitamos labrar o
aflojar el suelo por que lo hacen perfecta y gratuitamente las raíces de las plantas las
lombrices y sus aliados. Estos se alimentan de la paja que queda en superficie, sus
deyecciones son el nuevo humus que al trasladarlo por sus galerías enriquecen a todo
el perfil del terreno. A su ves estos canales sirven de circulación al agua y al aire, y
nosotros deberíamos quedarnos atónitos ante tanta perfección, he irnos a dormir
tranquilos sabiendo que el agua no se llevara nuestro preciado suelo al mar.
Ciclo biológico de algunas plantas que crecen en la zona:

Fukuoka recomendaba hacer las siembras justo cuando terminaban su ciclo las
malezas de una estación y antes de que brotaran las de la siguiente. Entonces el
cultivo que sembraba se adelantaba al crecimiento de los yuyos y evitaba su problema.
La verdad es que tiene mucha razón en esto y me ha sido de gran ayuda observar el
ciclo biológico de algunas plantas silvestres y cultivadas que existen en la zona.

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Por lo general a la mayoría de las plantas que están en flor y fructificando si se las
corta y tapa con su mismo rastrojo no vuelven a brotar o si lo hacen es muy débil y
fácil de controlar con una azada.
Especies de un terreno baldío, pastura o césped de jardín: si observamos y dejamos
que crezcan libremente. Las plantas que están en estos sitios, en su mayoría son de la
familia de las gramíneas: rey grass, pasto ovillo, pasto miel, Festuca y Leguminosas
como el trébol blanco y colorado, alfalfas silvestres etc. y también especies de la
familia de las compuestas como diente de león o achicoria. En terrenos más pobres o
castigados, puede haber presencia de gramilla, gramon o chapique, que son especies
que por su forma de propagación a veces se tornan difíciles de controlar.
Todas estas plantas inician, despues del letargo invernal, su crecimiento. En
primavera hay un gran desarrollo vegetativo hasta que llegan a floración y
fructificación a principios de verano. Luego en pleno verano viene por debajo del pasto
ya seco, un nuevo rebrote que no fructificará, pero que permanecerá verde hasta el
invierno cuando retorne al letargo invernal.
Este ciclo se asemeja al de sus parientes cercanos que acostumbramos a sembrar,
como lo es el trigo, avena, centeno, cebada solo que su madures la alcanzan a fines
del verano y no vuelven a rebrotar por ser anuales. Similar es el ciclo de las habas y
arvejas, o sea todas plantas que son sembradas en otoño y primavera y cosechado su
fruto en verano.
Luego en otra parte les cuento como hago para sembrar en estos lugares, donde la
mayoría son siembras de otoño, primavera y abonos verdes de verano / invierno.

Malezas de primavera que crecen en campos de cultivo: por lo general, cuando


dejamos que crezcan los yuyos de un campo que ha sido trabajado, aparecen especies
de la familia de las crucíferas: el yuyo o flor amarilla y el nabo silvestre. También
aparecen plantas como la quinguilla y algunas compuestas(parientes de la lechuga).
Las semillas de estas malezas pueden germinar en otoño y permanecer latentes en
invierno o germinar en primavera. Alcanzan su maximo desarrollo a fines de
primavera, allá por octubre, noviembre comienza su floración y fructificación, fecha la
cual es idónea para sembrar especies de verano(maíz, zapallo, poroto, papas).

Primeras siembras:
Cuando empecé a sembrar de esta manera, lo hice desde un suelo que ya estaba
labrado, donde apliqué una gruesa capa de paja que me permitió sembrar sin tener
problema de malezas. Pero mi gran preocupación, además del trabajo que daba, era
que siguiendo de esta manera lo único que estaba haciendo era trasladar fertilidad de
un lado a otro en detrimento del lugar donde lo obtenía, por lo que debía generar esa
paja en el mismo lugar donde la necesitaba. Tambien me intrigaba como evitar las
labranzas al inicio del sistema, sí sé tenia un terreno baldío, una pastura o un césped
de jardín. Así es que empecé aprobar.

Partiendo de un terreno baldío o césped de jardín: para empezar de aquí creo que se
debe partir con una temporada de anticipación. Si vemos la breve descripción que hice
arriba, el pasto entra en floración como para el mes de diciembre, y hace un pequeño
letargo hasta mediados de enero donde se produce otro rebrote. Lo que hago es cortar
el pasto cuando entra en floración y esa paja la desparramo en el mismo lugar donde
se formó. Antes hacía algunas siembras de lechuga de verano inmediatamente
despues de haber cortado el pasto, funcionaban bien, pero este volvía a brotar, así es
que ahora prefiero que crezca el pasto de nuevo entre la paja y para fines de enero
con una azada filosa levanto el colchón de paja y las matas de pasto, que son muy
pocas, las corto bien a ras, dejando las raíces en el suelo, así me aseguro de que no
haya otro rebrote. ¡¡No se me queden atrás!!

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Luego de haber sacado las matas de pasto, donde podemos esperar a que el calor del
verano las seque y no broten de nuevo, hago una siembra de avena o centeno al voleo
sobre la superficie y la cubro con la paja. Como en esta época prácticamente no hay
humedad en el suelo, se puede regar para que la semilla pueda germinar.
Si se siembra antes de los primeros dias de febrero funcionará como un abono verde
o cultivo de cobertura, pasado esta fecha se deberá dejar para cosechar su grano. Lo
que sucede es que la avena, trigo, o centeno sembrados desde mediados enero hasta
principios de febrero tiende a florecer en otoño, pasado esta fecha recién fructificara en
primavera(fotoperiodismo de las plantas). Al florecer en otoño la planta termina su
ciclo, con las lluvias y el frió del invierno solas se tienden en el piso y no vuelven a
brotar,
dejando el terreno listo para iniciar cualquier siembra de primavera. Este abono verde
ayuda a descomponer la paja, activa toda la vida del suelo y prepara el terreno para la
temporada siguiente.
Lo que se puede hacer también es a partir de marzo-abril, una siembra de otoño de
centeno u otro cereal para cosechar su grano, o también ajos que son muy rústicos. Se
corta el pasto maduro y el rebrote que ya ha entrado en latencia, se siembra y cubre
con la paja cortada.
El centeno al ser una planta anual crece muy rápido y le toma ventaja al pasto, por
lo que este queda reprimido y solo vuelve a crecer cuando se seca el cereal. De todas
maneras se tiene mas éxito de la otra forma.
Siembras de verano: para este tipo de cultivos (maíz, papa, poroto, zapallo) se
pueden hacer en terrenos que tengan malezas de primavera, es decir que haya
especies como el nabo silvestre, o yuyo mezclado con vicia(arvejilla) y otras de ciclo
similar, donde además se pueden incluir semillas de verdura. Nabo, lechuga, rabanito,
rucula, berro. Aunque no lo crean, propongo que siembren “malezas” mezcladas con
especies cultivadas. Pensando en una rotación y en el ciclo de cada planta, podemos
sembrarlas al voleo despues de un cultivo que se coseche a fines de verano. Con las
primeras lluvias del otoño germinaran y llegando a fines de primavera terminaran su
ciclo, es ahí donde se pueden cortar y sembrar el maíz, poroto, etc. El rastrojo de estas
malezas no interfiere con el cultivo y hasta los favorece. Si hay rebrote de las malezas
es muy poco y no llega a interferir y si lo hiciera no son difíciles de controlar.
Debo decir que el tipo y comportamiento de las malezas en un suelo que no se labra
es muy distinto al de uno que si; donde al estar el terreno al descubierto las semillas
germinan rápidamente para recubrirlo de vegetación y protegerlo. Además, al
removerlo, las semillas que estaban enterradas salen a la superficie y tienen la
posibilidad de prosperar.
El colchón de paja que se forma las refrena y prácticamente no hace falta
controlarlas.
Creo que hay que pensar también en la propuesta de Rapoport, donde en vez de
matar a las malezas hay que comérselas. La mayoría de ellas son comestibles,
creciendo junto a los cultivos equilibran el medio ambiente y ayudan a mejorar la
fertilidad del suelo.
Si me toca sacar alguna, la corto en la base de la raíz con una azada filosa o un
cuchillo, de esta forma no vuelve a brotar. La raíz queda en el suelo y el tallo en la
superficie, no lo retiro del lugar, de esta manera lo recubre y enriquece al mismo
tiempo.
Para sembrar semillas de grano grueso, practicó un agujero en el suelo con un palo o
cuchillo y dejo caer una o dos semillas dependiendo del cultivo. En superficies mas
grandes utilizo una sembradora manual que fabrique (matraca), ésta hace mas rápido
el trabajo.

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Las únicas herramientas que utilizo además de un ejercito de lombrices y otros


bichos raros son: una guadaña, la sembradora manual o un palo, una azada, un
cuchillo y una bolsa llena de semillas.

Rotación de cultivos:
En la naturaleza nunca vemos un solo tipo de planta creciendo en el mismo lugar año
tras año, sino que en cada espacio hay un sin número de especies conviviendo juntas
sin competir y en mutuo beneficio.
Por eso es que los agricultores deberíamos prestar mas atención a la rotación de
cultivos, que además se hace fundamental si se pretende cultivar de esta manera.

Prestando atención a los ciclos vegetales de las plantas que cultivamos y el de las
malezas más comunes que les he comentado, he ideado algunas rotaciones que
pueden ser útiles. Asimismo debo admitir que aún sigo indagando en este tema y más
que seguro, de aquí en adelante algunas cosas que propongo evolucionen y hasta se
simplifique más en la medida que pueda acercarme mas ceñidamente al cultivo
natural.
Por ejemplo si sembramos habas o arvejas temprano en la primavera, estas
fructifican en verano y se secan a fines de enero. Entre las hileras podemos sembrar al
voleo un centeno o avena siempre que sea antes de mediados de febrero. Como por lo
general en esta época no hay humedad en el suelo, podemos darle una regada para
que germinen los granos entre la paja cortada de las habas o arvejas. La semilla tiene
que estar en contacto con el suelo para que germine y no suspendida entre el rastrojo.
Este centeno crecerá y florecerá entrando en otoño formando una densa vegetación.
Luego el invierno lo aplastará con la lluvia y el frió dejando de crecer. En primavera
podremos sembrar verduras en líneas practicando un corte del rastrojo con un cuchillo
o similar, haciendo una especie de surco pequeño. Podría ser primero rabanito seguido
de lechuga, despues espinaca o nabo en otoño para continuar con ajos, al que entre
medio se le siembra trébol blanco que recubre el perfil hace de abono vegetal y no
interfiere para nada en el cultivo. Cuando se cosechan los ajos se siembra trigo u otro
(recubierto en arcilla) entre el trébol que se corta y deja ahí, si este es muy espeso
primero se lo puede cortar, retirar, sembrar el trigo y tapar con la paja del trébol.

Pensaran que hay bajos rendimientos con tantos cultivos y sin “barbechos”, pero entre
el trébol despues de un cultivo de arvejas he obtenido en proporción trece mil kilos de
ajo por hectárea, de habas y como antecesor maíz, he cosechado dos mil quinientos
kilos por hectárea de grano seco y en trigo cerca de tres mil kilogramos, creo que no
es nada despreciable y si además consideramos las malezas “comestibles” que crecen
entre medio la producción global del terreno seria mayor.
Fukuoka sugería que en las rotaciones se empezara con gramíneas (trigo, centeno,
etc) que aportaran materia orgánica, recomendaba las hortalizas para que sus raíces
trabajaran el suelo en profundidad y las leguminosas entreguen fertilidad. Entre medio
de estos cultivos sembraba el trébol blanco que suprima las malezas y enriquecía el
terreno.
Trabajar con el trébol no es fácil, pero de a poco me voy animando a más. En los
ajos anda muy bien y realmente sorprende. Con los demás cultivos debo seguir
probando.
Otra posibilidad de rotación o la continuación de la anterior es: luego de la cosecha
del cereal en otoño, sembrar entre la paja una mezcla de espinaca, nabo, rabanito,
rucula, lechuga junto con semillas de malezas como nabo silvestre y yuyo amarillo.
Algunas verduras se pueden ir cosechando en otoño invierno y luego se las deja crecer
en primavera para que terminen su ciclo en octubre, noviembre, donde se los corta y

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desparrama, para luego sembrar maíz, papas, poroto, zapallo y así en otoño continuar
con otros cultivos que se siembran entre las hileras de éstos.
En definitiva las posibilidades de rotación con la cantidad de cultivos con que
contamos son muchas.
Deberíamos dejar siempre algunas plantas que semillen y de esta manera se
regeneren solas logrando poco a poco el verdadero cultivo natural, donde ni siquiera
haría falta sembrar.
Para cultivo de cereales solamente, podríamos sembrar en otoño o primavera el
cereal de la forma tradicional si ya se cuenta con un suelo labrado y si es un baldío
como lo he explicado anteriormente. Al siguiente cultivo se puede sembrar al voleo en
superficie con las semillas recubiertas en arcilla y toda la paja de la trilla se la
desparrama en el campo. La rotación puede ser trigo seguido de avena asociada con
vicia y despues habas o arvejas y continuar nuevamente con trigo. Las habas y arvejas
se siembran en líneas cada 40-60 cm enterradas y a veces hasta en superficie si tienen
buena cobertura de paja.
La gran pregunta es si se puede hacer a mayor escala de lo que se puede con
herramientas manuales. En EEUU ya hay mas de mil hectáreas de arroz. Si se tiene la
convicción de que funciona todo es posible, pero creo que esto apunta a otra cosa que
no es mas que el reencuentro del hombre con la tierra y con el mismo, por lo que seria
mejor que cada familia tuviera su pedazo de tierra donde poder cultivar sus alimentos
y criar sus animales simplificando de sobremanera la vida diaria.
En fin, esto demanda prácticamente cambiar la forma tradicional de cultivar, donde
hay que mantener continuamente una mente de principiante. La mayoría de las cosas
que puse en practica y que creía que eran ciertas representaron mis mayores fracasos,
y las cosas que les he descrito y que me están funcionando me las ha mostrado la
naturaleza. Es ahí donde uno se da cuenta de lo pequeño que es ante la maravillosa
perfección de la naturaleza.
Ojalá que con estas burdas palabras no haya ofendido a la simple madre naturaleza
y a todo el que lea le sirva para que se entusiasmen a continuar con la revolución, La
Revolución de un Rastrojo.

Simón Van den heede

Las golondrinas invierno 2004.

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