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Els avis materns Frederic i Victoriana van ser ambdós mestres. Frederic Godàs va fundar el
Liceu Escolar de Lleida, i va morir molt jove.
El pare de Frederic, José, i la seva mare Elvira van fer la carrera de magisteri. José va
militar en Esquerra Republicana.
Frederic va néixer un mes i mig abans de començar la guerra. Ells treballaven de mestres a
Figueres i quan va caure Catalunya van sortir per la Jonquera, els van separar i més tard es
van trobar en Perpignan. Quan es van embarcar en el Sinaia rumb a Mèxic, Frederic va
complir els tres anys.
Quan van arribar a Mèxic van decidir anar-se a viure a Mèrida per la greu malaltia del pare
de Frederic i on va néixer la seva germana Teresa. Quan va morir el seu pare, la mare de
Frederic es va traslladar amb els fills a la ciutat de Mèxic.
Su padre fue José Cervera Piñol -catalán- y su madre es Elvira Godàs Vila -catalana-, sus
abuelos maternos fueron Frederic Godàs y Victorina Vila - catalanes-.
Los abuelos paternos eran gente muy humilde, la abuela murió muy joven. El abuelo fue
un hombre muy liberal.
Los abuelos maternos Frederic y Victoriana fueron ambos maestros. Frederic Godàs fundó
el Liceo Escolar de Lleida, y murió muy joven.
El padre de Frederic, José, y su madre Elvira hicieron la carrera de magisterio. José militó
en Esquerra Republicana.
Frederic nació un mes y medio antes de empezar la guerra. Ellos trabajaban de maestros
en Figueres y cuando cayó Cataluña salieron por la Junquera, los separaron y más tarde
se encontraron en Perpignan. Cuando se embarcaron en El Sinaia rumbo a México,
Frederic cumplió los tres años.
Cuando llegaron a México decidieron irse a vivir a Mérida por la grave enfermedad del
padre de Frederic y ahí nació su hermana Teresa. Cuando murió su padre, la madre de
Frederic se trasladó con los hijos a la Ciudad de México.
Entrevista
¿Cuál es tu nombre, el de tus padres y tu edad?
Yo me llamo Federico Cervera Godás y soy hijo de José Cervera Piñol y de Elvira Godás
Vila nací el 23 de mayo de 1936, o sea mes y medio antes de la Guerra Civil y por lo que
me ha dicho mi madre, yo pasé toda la guerra en sus brazos yendo de un sitio para otro
porque la situación estaba muy inestable.
Después cuando cayó Cataluña en manos del franquismo tuvieron que huir a Francia,
pasaron por en medio de la montaña porque los franceses retenían la entrada de gente
refugiada. Mi madre estuvo en un campo de concentración conmigo, porque a medida que
entrabas a Francia separaban a los hombres, de las mujeres con los niños y mis padres antes
de separarse se pusieron de acuerdo para encontrarse en casa de unos familiares lejanos.
Mi madre se escapó al día siguiente de llegar, aprovechando que los guardias daban la
espalda frente a la puerta, salió corriendo conmigo en brazos hasta un bosquecillo que había
cerca, de ahí pasó a un pueblo y se encontró con un señor que le dio dinero y así poder ir en
autobús al pueblo en donde había quedado con mi padre.
Mi padre, en el otro campo, subió al techo de las barracas y saltó al otro lado de la barda, se
escapó y se encontraron donde habían dicho que se verían.
El padre, Josep y la madre Elvira
Fueron a México en barco porque parece ser que Lázaro Cárdenas, el presidente de México,
abrió las puertas a todas las personas que tuviesen una titulación o un oficio, y entonces
hubo una selección en Francia de estos refugiados y ellos se incorporaron a estas
expediciones.
En el Sinaia y embarcó toda nuestra familia porque uno de los organizadores era parte de la
familia.
Tú tienes 3 años cuando llegas a México ¿no? ¿En tu casa se hablaba de la guerra?
Sí, sí, mucho, los domingos íbamos a comer a casa de amigos exiliados, eran tertulias
políticas, y en casa también, porque mi madre siempre tuvo relación con personas
vinculadas a la política.
Yo siempre he escuchado –y esta es una de las cosa que se tiene que decir-, algo que
hicieron mal muchas personas, como mi madre, es que hablaban muy bien de España, de la
España que ellos dejaron y todo lo que era de México era una porquería. Entonces resulta
que cuando después vuelven, aquello que era tan maravilloso, es una engañifa, pura
nostalgia.
Mi madre tuvo que luchar por sobrevivir y bueno, pues, no participaba en la vida política,
participaba en las tertulias, pero yo nunca la vi discutiendo en primer término, ella siempre
escuchaba, pero en fin, siempre hubo un ambiente de refugiados catalanes.
Al Colegio Madrid, este colegio estaba subvencionado por el gobierno en el exilio, estuve
la primaria. Luego pasé a una secundaria pública y ahí hice la secundaria, que no la terminé
porque era mal estudiante y entonces en seguida mi tío Enrique me consiguió un trabajo en
un taller mecánico, tenía 14 años. Luego me enteré que mi tío les pagaba a los del taller
para que yo trabajara, para que me dieran un oficio.
¿Era una vida diferente en tu casa y en el colegio? ¿Todo estaba muy cerrado en un
solo ambiente de refugiados?
No, yo tenía amigos del barrio, mexicanos y me crié en un ambiente de chicos mexicanos,
hacia travesuras con ellos, tenía un amigo español, también hijo de refugiados y con él
hacia todas las travesuras de chicos, era también un chico de barrio, nos peleábamos con
chicos del barrio, yo hablaba muy mexicano y estaba en un ambiente muy mexicano.
También tenía contacto con el Orfeó Català, cantaba en el coro, alguna vez jugué billar e
intenté hacer danza, sardanas y todo esto, pero lo dejé, era demasiado femenino aquello.
¿Cuándo eras pequeño te sentías diferente a los mexicanos? ¿Por tu físico, por tus
orígenes, etc? ¿O ellos te veían diferente?
No, en lo absoluto, yo hablaba como mexicano, lo que tuve fue problemas con el físico, por
ser alto, rubio y con los ojos azules, tuve problemas con los homosexuales, me perseguían
mucho, era un problema, ¡me tenía que estar sacudiendo gente de encima!
No, pero cuando trabajé en el taller me metí en el sindicato y participé en una huelga, aún
me acuerdo.
¿Tú crees que eres más participativo políticamente por la influencia de la vida de tus
padres en España?
En el año 54, cuando estaba a punto de cumplir los 18 años se presentó el dilema de que yo
tenía que hacer el servicio militar y renunciar a la nacionalidad española y si quería
continuar con la nacionalidad española tenía que hacer el servicio militar aquí en España.
En aquella época el
gobierno franquista estaba
intentando la apertura,
entonces pagaba el billete
a cualquier español que
quisiera regresar a
España, y a mí, el
gobierno franquista me
pagó el billete de retorno
para hacer el servicio
militar.
Yo al menos, cuando tenía esa edad, no tenía conciencia política, pasaba de Francos y
demás... lo que sí me impactó es la diferencia de la España que me habían pintado con la
España que encontré.
No era la España republicana, ni tenía la riqueza que me habían dicho, ni las cosas eran tan
buenas, ni la gente era tan honrada, ni todo aquello que me vendieron. Vi una España
oscura, supersticiosa, triste, traidora, sucia, todos los calificativos negativos que te puedas
imaginar, eso es lo que me encontré aquí. Y me costó muchísimo, muchísimo adaptarme,
adaptarme era una cuestión de sobrevivencia, me pasé 3 años que casi lloraba cada día.
¿En Barcelona?
Una de las cosas que me impulsó a dejarlo fue que me hacían firmar una nómina de que me
daban una cierta cantidad y al pagarme me daban más y yo decía, “no entiendo esto, ¿por
qué me hacéis firmar por 150 y luego me dais 200?, yo quiero firmar por 200 que es lo que
me estáis dando”… “no, que aquí en España las cosas son así”,… yo no entendía, y yo les
decía “me estáis perjudicando, porque mi seguridad social y mi pensión y todas esas cosas
están en función de lo que yo firmo, no de lo que ustedes me están dando”. Luego fui
cambiando de trabajos.
¿Seguiste de mecánico?
Fui mecánico, después fui tractorista una temporada en los terrenos que ahora tiene Raimat,
estuve trabajando en una funeraria como mecánico, pero acabas vistiendo y afeitando
muertos y haciendo lo que se tenía que hacer, después tuve mi propio taller de motos.
Hice el servicio militar, me fui como voluntario, no quise esperar a mi reemplazo porque
tenía el peligro de que me enviasen a África, así que adelanté un año el servicio, firmé por
20 meses. Fue el primer reemplazo de voluntarios de 20 meses, antes se firmaba por 3 años
y como no se apuntaba nadie, entonces el gobierno bajó de 3 años a 20 meses y entonces yo
firmé, hice el servicio en Lérida. Cuando entras de voluntario puedes pedir el lugar donde
estar y estuve en artillería en Lérida.
Entonces conozco a Herminia, es cuñada de mi tutor, que es un primo hermano mío, o sea
que somos dos primos
hermanos y son dos
hermanas, Herminia es
joven, simpática, agradable
y pedí permiso de
cortejarla, dijo que sí y nos
casamos.
Y yo ya no aguantaba más,
eso de la supervivencia me
agotaba, entonces me fui a
Alemania de mecánico, que
era lo mío. Fui de los
últimos emigrantes que
marcharon a Alemania sin
papeles. Entré en una
fábrica, de ahí pasé a una
casa de automóviles y de
ahí a una casa de
calentadores de agua,
siempre de mecánico,
aproveché el tiempo, hice
clases de informática y
aprendí el idioma.
Al volver fuimos a vivir a Hospitalet, aquí en Barcelona, hice unos trabajos esporádicos
hasta que entré como informático en FECSA, por influencia de un amigo de la familia. De
FECSA me fui a trabajar a Glucosa y Derivados, a Martorell y ahí ya me volví comunista.
Contacté con un equipo que había de ingenieros y comunistas y entonces me afilié al PSUC
en la clandestinidad y me afilié a Comisiones Obreras. Entonces en la clandestinidad
trabajaba, capacitaba a la gente, hacia reuniones, charlas, participaba en este sentido.
¿Te quedaste trabajando ahí?
De Glucosa y Derivados me pasé al Banco Atlántico, era un banco del Opus Dei, entré a
trabajar allá como jefe de ordenadores y ahí me hice del comité de Comisiones Obreras,
llegué a ser presidente del comité de empresa, mantuve al banco a raya. Era una lucha
constante, pero bueno, me respetaban y yo los respetaba también a ellos, cada cosa en su
sito. Hasta que marché y marché porque no les interesaba que yo estuviera ahí, porque yo
tenía una categoría profesional más elevada.
Más adelante monté una escuela y una tienda de música, esto como negocio porque vi que
ahí hacía falta. Me rodeé de profesores, de gente que entendía de música y yo era el que
dirigía, hasta que me jubilé y me fui a Lérida.
Nada, nada.
La familia
Ni antes ni después.
No, porque mira el partido socialista, que es Felipe González, tuvo la oportunidad de poder
haber hecho un reconocimiento y de poder haber hecho algo, pero no hizo nada.
Ahora, porque hay una presión social que va empujando, pero aún les cuesta, el franquismo
aún está muy vigente, los 40 años que se pasaron aquí de terror, han dejado mella, de tal
manera que la gente hoy en día, aún tiene miedo del franquismo.
Mi mujer hizo un trabajo, escribió un libro sobre la quinta del biberón, que son aquellos
chicos de 17 años que los llevaron al frente, se llama “Amb el biberó a les trinxeres” y
entrevistó a gente que había nacido en 1920, que cuando la guerra tenían 18, 19 años. Y
durante las entrevistas esta gente hablaban en voz baja para que no escuchara el vecino, y le
decían a mi mujer, “esto te lo cuento a ti, pero no quiero que lo escribas”, entiendes, ¿no?
Piensas que esta idea de darnos todos la mano, sin reconocer a la gente de la
República, ¿está bien?
Tiene que haber un reconocimiento, la Guerra Civil aún no ha terminado, la prueba está en
los estatutos, y en las manifestaciones que hace la extrema derecha y que hay símbolos
franquistas que no pueden
quitar, que aún están ahí, aún
hay calles de gente que
participaron en le franquismo.
No se ha acabado porque no ha
habido el reconocimiento.
Colegio Madrid