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Antecedente inmediato, que permite contextualizar mejor el alcance de las palabras del
Papa, ha sido la oposición oficial del Vaticano contra la propuesta discutida el pasado
17 de diciembre en las Naciones Unidas, en la cual se hace un llamado a la
despenalización de la homosexualidad en el mundo. Los gobiernos de Francia y
Argentina aparecen como los principales promotores de este manifiesto, el cual
finalmente recibió el apoyo declarado de 66 países: Albania, Alemania, Andorra,
Argentina, Armenia, Australia, Austria, Bélgica, Bolivia, Bosnia Herzegovina, Brasil,
Bulgaria, Canadá, Cabo Verde, Republica Central de África, Chile, Colombia, Croacia,
Cuba, Chipre, República Checa, Dinamarca, Ecuador, España, Estonia, Finlandia,
Francia, Gabón, Georgia, Grecia, Guinea, Holanda, Hungría, Islandia, Irlanda, Israel,
Italia, Japón, Latvia, Liechtenstein, Lituania, Luxemburgo, Malta, Mauritania, México,
Montenegro, Nepal, Nueva Zelanda, Nicaragua, Noruega , Paraguay, Polonia, Portugal,
Reino Unido, Rumania, San Marino, San Tome y Príncipe, Serbia, Eslovaquia,
Eslovenia, Suiza, Yugoslavia, Timor, Uruguay y Venezuela.
El caso es que Benedicto XVI afirmó, en la alocución a que hice mención al inicio, que
la homosexualidad, la transexualidad y la reivindicación transgenérica, constituyen una
amenaza contra la humanidad tan grave y mortal como el calentamiento global. Esta es
una afirmación prejuiciada e ignorante, pero, sobre todo, terrible desde el punto de vista
de las consecuencias que podría tener.
Sucede, pues, que, al decir del papa, estas personas causan un daño tan brutal y de la
misma magnitud que el provocado por el calentamiento global.
Dicho la anterior, de aquí en más cualquier cosa queda legitimada: meter en la cárcel,
perseguir, maltratar. Matar a gais, lesbianas o travestis no solo deja de ser un crimen
sino, más aún, constituye un servicio a la humanidad. Se entiende, pues, que el Vaticano
adverse la despenalización de la homosexualidad en el mundo.
Este es un típico discurso de odio. Como lo han sido los discursos racistas o fascistas.
Como lo fue también el de la Inquisición católica medioeval. No muy distinto era lo que
Hitler decía del pueblo judío a fin de justificar la persecución y el asesinato en masa.
2008-12-28