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LOS MICROPROCESOS DEL FOCUSING

Mia Leijssen, Ph.D.

“Focusing Microprocesses”, en “Experiential Psychotherapy”. Guildford Press (1998).


Editado por Leslie S. Greenberg, Jeanne C. Watson, y Germain Lietaer.

http://www.focusing.org/micro.html

Traducción: Luis Robles Campos. (*)

1.INTRODUCCIÓN: LA ESENCIA DEL FOCUSING.

Focusing es una forma especial de prestar atención a la experiencia sentida en


el cuerpo. Al detenerse cuidadosamente en aquello que al principio es bastante vago,
uno puede conseguir contactarse con la sensación sentida holística de un asunto,
problema o situación. A través de la interacción con los símbolos, la experiencia
sentida puede volverse más precisa, puede moverse, cambiar, y puede lograrse un
cambio sentido: la experiencia de cambio real o la resolución corporal del problema.

El Focusing es un proceso del cliente, descubierto y desarrollado por Gendlin


(1964, 1968, 1981, 1984, 1990, 1996), en parte, desde su Teoría del Cambio de la
Personalidad; y en parte también, desde su investigación sobre el proceso de
psicoterapia. Comparando las terapias exitosas con las no-exitosas, se hizo claro que
los clientes exitosos estaban usando una forma específica de auto-exploración
(Gendlin, Beebe, Cassens, Klein & Oberlander, 1968). Este proceso fue
subsecuentemente estudiado a fondo por Gendlin, con la esperanza de descubrir
principios que podrían ser usados en la enseñanza de estas habilidades cruciales a los
clientes menos exitosos.

El Focusing se caracteriza por, y puede distinguirse de otras actividades en dos


aspectos: el objeto específico de atención es la sensación sentida y la actitud adoptada
por cliente y terapeuta es la actitud de Focusing (Iberg, 1981). Antes de describir estos
aspectos esenciales más extensamente, daremos un ejemplo de esta práctica
psicoterapéutica.

Una mujer de 32 años de edad ha estado deprimida desde el nacimiento de su


tercera hija, hace tres años atrás. Ella había estado leyendo un gran texto sobre la
depresión post-parto pero las explicaciones no la ‘tocaban’. Ella piensa: "Esto es
probablemente lo que yo tengo", pero no siente que eso encaje. El terapeuta la invita a
dejar de buscar explicaciones, a dirigir su atención hacia el centro de su cuerpo y a
permanecer con la pregunta: "¿Qué pasa realmente conmigo?" Las lágrimas vienen a
sus ojos. Ella quiere dar una explicación para eso, pero el terapeuta la anima a esperar
y permanecer silenciosamente atenta a su cuerpo. Ella espontáneamente cruza sus
brazos encima de la región de su abdomen y corazón. El terapeuta le permite sentir
totalmente este gesto. De repente, aparece una imagen de su hija pequeña siendo
llevada lejos, inmediatamente después del nacimiento, y grita: "Yo no quiero que ellos
se lleven a mi hija". Esta expresión verbal es evidentemente correcta; su cuerpo
reconoce que ésta lo es, y la lleva a repetirla varias veces. Pero eso no es todo,
todavía; ya que la tensión aún permanece en su cuerpo. El terapeuta le pide mantener
su atención sobre su cuerpo y ver qué más hay allí. Entonces ella se ve a si misma
parada detrás de una ventana, y en la distancia, su pequeña hija en la incubadora. Ella

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pierde totalmente la capacidad de alcanzar a la pequeña desvalida que está fuera de su
alcance; ella llora con dolor y rabia hacia el ginecólogo (mientras en la realidad se
había comportado 'razonablemente'). Ahora, ella descubre que le obligaron a aceptar la
situación de dejar a la bebé en la guardería de la maternidad. Cuando dos semanas
después le permitieron llevarse a la bebé a casa, 'ya no era suya'. Aunque estas eran
experiencias dolorosas, ella se siente muy aliviada cuando las habla abiertamente.
Durante tres años su cuerpo había llevado esto sin encontrar una expresión apropiada
para ello. Ella misma había “olvidado” los eventos, pero su cuerpo permanecía
llevándolos en la forma de una depresión. Ahora que este conocimiento corporal se ha
abierto, los sentimientos de la mujer se liberaron. Su energía vuelve y, por primera
vez, siente amor por su hija.

1.1. El Objeto de Atención: La sensación sentida.

Rogers (1961) a veces se refiere a este objeto específico de atención, por


ejemplo, en las siguientes declaraciones: “La terapia parece implicar una vuelta a la
sensitividad básica y a la experiencia visceral” (pág. 103) - "El cliente es tocado por un
sentimiento, no algo con nombre o denominación, sino por la experiencia de un algo
desconocido que tiene que ser explorado cautelosamente antes que pueda nombrarse
del todo" (pág. 129) - "El referente de estas vagas cogniciones yacen dentro de la
persona, en un evento organísmico contra el cual ella puede chequear su simbolización
y sus formulaciones cognoscitivas” (pág. 140).

Este punto interior de referencia es ampliamente descrito por Gendlin, al


principio como "experiencing": "El proceso concreto, corporalmente sentido, el cual
constituye la cuestión básica del fenómeno psicológico y de la personalidad” (Gendlin
1964, pág. 111); después como "sensación sentida : "El límite de la conciencia; un
sensación acerca de más de lo que uno dice y sabe; una sensación incierta y difusa
acerca de una situación entera que viene en medio del cuerpo: garganta, pecho,
estómago, abdomen" (Gendlin 1984, pág. 79). "El cuerpo referido aquí no es la
máquina fisiológica del pensamiento reductivista usual. Aquí es el cuerpo como sentido
desde adentro". (Gendlin 1996, pág. 2).

Así, la terapia está restaurando el contacto con el cuerpo significante-sensible


en que la existencia se manifiesta a si misma, un proceso en que la experiencia
reprimida es conectada nuevamente, de modo que una vez más puede empezar a
moverse, revelarse y desplegarse más allá para completar su significado. La
experiencia organísmica implícita, que el cliente siente pero que no puede expresar
todavía, tendrá que volverse el objeto de atención en un momento u otro en la terapia.
Es este conocimiento interno el cual se abrirá a si mismo en la interacción terapéutica,
y desde donde los nuevos significados surgirán.

1.2. La Actitud de Focusing.

Lo vago, lo no-formado, lo que aún no está en palabras, sólo puede darse a


conocer cuando se le aproxima de una manera específica. Tratar con este objeto
interno de atención requiere una actitud de espera, de una silenciosa y amistosa
presencia hacia lo que todavía no se ha dicho, siendo receptivo hacia lo que aún no se
ha formado. Para lograr esto será necesario suspender temporalmente todo lo que la
persona ya sabe acerca de eso, y estar cognitivamente inactivo. Este tipo de atención
también puede encontrarse en la meditación Zen y el Taoísmo, pero en terapia, es
dirigida hacia un objeto específico, es decir, la sensación sentida. Sin embargo, muchos

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clientes ofrecen resistencia porque ellos experimentan este proceso interno como
amenazante. Esta actitud presupone tolerancia hacia la incertidumbre, una habilidad
de dejar el control y ser vulnerable, ya que ni el terapeuta ni el cliente pueden
anticiparse a lo que surgirá desde lo implícito. No saber exactamente qué está
surgiendo es muy alarmante para las personas que han estado acostumbradas a
mantener sus emociones bajo estricto control. Es obvio que una persona sólo se
atreverá a adoptar tal actitud si está disponible un considerable monto de seguridad
interpersonal. La actitud de Focusing surge espontáneamente en algunas personas en
un entorno seguro. En otras, esta manera de prestar atención interiormente, no
emerge espontáneamente, pero es algo que ellas pueden descubrir, no obstante, en el
contacto con el terapeuta. (Para el desarrollo de la actitud de Focusing, vea: Leijssen
1997).

El terapeuta interactúa con el cliente en una actitud de aceptación y empatía;


gradualmente, en este entorno terapéutico correctivo, el cliente aprende a adoptar una
actitud de Focusing, interactuando con su experiencia corporalmente sentida (el cliente
interior) en la misma forma amistosa y oyente.

Antes de diferenciar los tipos de procesos del Focusing, me gustaría enfatizar


que el Focusing puede ocurrir solamente si las condiciones interpersonales son
correctas. "Uno puede hacer Focusing a solas, pero si uno lo hace con otra persona
presente, es más profundo y mejor, si tal relación hace más profundo y mejor el
incesante proceso corporal. Si no, entonces el Focusing está limitado por el contexto de
esa relación" (Gendlin 1996, pág. 297). "El espacio relacional entre cliente y terapeuta
es el espacio viviente en que el proceso de desarrollo del cliente puede ocurrir. De
hecho, los procesos internos e interpersonales no están separados, más bien ellos son
dos aspectos de un solo proceso... Si las condiciones relacionales no son buenas, el
Focusing es casi inútil porque el proceso interno es más bien una función del incesante
proceso interaccional” (Wiltschko 1995, p.5 y 1). "El Focusing no es un proceso
intrapsíquico para ser contrastado con el relato interpersonal. Tal distinción pierde el
hecho que nosotros estamos vivos en nuestras situaciones y relaciones con otros, y
que vivimos corporalmente nuestras relaciones" (Gendlin 1996, pág. 297). La
naturaleza esencialmente interactiva de la formación de una sensación corporalmente
sentida en el cliente, es lo que Rogers enfatizó cuando dijo que el cliente debe percibir
de cierta manera la empatía, la autenticidad y la consideración positiva del terapeuta.
El proceso interno es siempre una función del proceso interpersonal.

1.3. Los Microprocesos.

Focusing es un proceso de encontrar sensaciones sentidas y luego interactuar


con ellas de una manera amistosa de modo de experienciar movimiento (Friedman,
1995, p.8). Los clientes exitosos saben como hacer contacto con una vaga pero
concreta sensación sentida. En orden a enseñar Focusing, Gendlin (1981, 1984, 1996)
describió un modelo que involucra seis pasos de proceso, con muchos detalles
agrupados bajo cada uno: 1) Despejando un espacio; 2) formar una sensación sentida;
3) encontrar un asidero; 4) resonar el asidero contra la sensación sentida; 5)
Preguntar; 6) Recibir. El guía de Focusing presta atención a cada paso separadamente,
para mostrar a las personas como proceder a través del proceso de Focusing.

Yo cubriré los diferentes pasos, no con el propósito de enseñar Focusing, sino


para describirlos como microprocesos o procesos-tarea-relevantes que aparecen en
ciertos momentos en la psicoterapia. "Ellos ayudan establecer las condiciones de
trabajo que son óptimas para facilitar tipos particulares de auto-exploraciones" (Rice

3
1984, pág. 182). Es importante para un terapeuta aprender cuándo y cómo los
microprocesos específicos pueden ser usados en varios momentos en la terapia. Esto
requiere un proceso de diagnóstico en que el terapeuta reconoce las señales que
anuncian la emergencia de un microproceso que necesita ser asistido. Mi descripción
de los microprocesos está inspirada por los Manuales de Gendlin (1981, 1996) y el
Manual de Guía de A. Weiser Cornell (1993). También las escrituras de M. Armstrong
(1993), K. McGuire (1993) y D. Müller (1995) fueron útiles para desarrollar una visión
diferenciada de varios microprocesos.

Yo he agrupado los distintos microprocesos en tres procesos detallados, los


cuales requieren varias habilidades por parte del cliente: 1) encontrar la distancia
adecuada de una sensación sentida; 2) desarrollar una sensación sentida con todos sus
componentes (sensaciones corporales, emociones, símbolos, situaciones de vida); 3)
recibir plenamente la sensación sentida. A veces, los clientes pueden situarse en
diferentes fases y ser incapaces de permitir que una auto-exploración fructífera tenga
lugar. Las dificultades con que los clientes pueden encontrarse en cada fase pueden
describirse como sigue: 1) El cliente es incapaz de desarrollar una relación apropiada
con la sensación sentida: el cliente, o coincide con lo que está sintiendo (está
demasiado cerca, se siente abrumado), o no puede contactar sus sentimientos (está
demasiado lejos, o fuera de contacto); 2) El cliente permanece estancado en uno de
los componentes de la sensación sentida en lugar de permitir que ésta se complete con
sus cuatro componentes; 3) El cliente se distrae debido a formas interfirientes de
reaccionar (crítica interna, superyó), las cuales impiden que el cliente reciba la
sensación sentida. El terapeuta tendrá que intervenir diferenciadamente en función de
las dificultades específicas en el proceso del cliente. Yo examinaré completamente cada
fase en sucesión e indicaré cómo el terapeuta puede proceder para mantener al cliente
en el camino correcto (cuando surgen las dificultades), o cómo puede introducir las
habilidades necesarias de una manera más directiva. Ilustraré cómo cada principio
puede ser aplicado en la práctica de la terapia experiencial.

Las tres fases a veces aparecen en orden jerárquico: el cliente primero


encuentra la manera apropiada de relatar el problema antes que una sensación
sentida, con todos sus componentes, se despliegue y sea totalmente recibida. Sin
embargo, ellas pueden aparecer en un orden diferente: así, trabajar con una forma
interfiriente de reaccionar, puede ser necesario si el cliente inicialmente es incapaz de
hacer cualquier clase de contacto con ciertos sentimientos; o encontrar una distancia
adecuada puede aparecer al final, cuando se asigna un lugar más apropiado a un
patrón conductual interfiriente. O, cada proceso por si mismo puede tomar una sesión
completa o un proceso específico puede usarse como parte de otros acercamientos
terapéuticos. Nosotros estamos así tratando con diferentes habilidades que sólo deben
usarse en momentos determinados y que pueden surgir con énfasis variable.

2.ENCONTRANDO LA DISTANCIA ADECUADA.

Distancia adecuada significa: hacer contacto con la experiencia sin coincidir con
ella. En una primera fase no trabajamos con el contenido de un problema sino que
relacionándonos con él: el cliente aprende a crear un espacio entre sí mismo y el
problema para relacionarse con él como un Yo observador, en lugar de coincidir con él.
A menudo, las dificultades del cliente tienen que ver con una forma inadecuada de
relato, una distancia inadecuada entre sí mismo y la experiencia. O la distancia es
demasiado grande y el cliente permanece demasiado lejos de la experiencia, 'sintiendo
nada', o bien, la distancia es demasiado pequeña y el cliente está demasiado cerca e
inundado por los problemas, así que ningún 'Yo' permanece para relatar lo que se

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siente. “Podemos describir un continuo del proceso del cliente desde un Proceso
Cerrado (abrumador) hasta un Proceso con Distancia (fuera de contacto), pasando por
el Proceso Medio, la distancia ideal en Focusing, entremedio. (Weiser Cornell 1996b,
p.6). El terapeuta intervendrá diferenciadamente de acuerdo a si el cliente está
demasiado lejos o demasiado cerca en relación a sus problemas.

Encontrar y mantener una manera apropiada de relatar es un proceso


terapéutico importante el cual puede ser aplicado en diferentes contextos, por
ejemplo: al comienzo de una sesión de terapia, durante el proceso terapéutico, en
situaciones de crisis o como un momento de contemplación.

2.1. El Cliente Está Demasiado Lejos.

El cliente está en este proceso cuando no sabe sobre qué hablar, sintiendo pero
muy poco, o siempre dudando de los sentimientos, necesitando un tiempo largo para
contactar una emoción, perdiendo ese contacto fácilmente, concentrándose en
procesos intelectuales y hablando desde allí; explicando un montón de cosas al
terapeuta, racionalizando el problema, predominantemente citando la autoridad
externa, comprometiéndose en discusiones muertas. En tales casos, el terapeuta
debería ayudar activamente a que el cliente descubra nuevas formas de relacionarse
consigo mismo. Una pregunta tal como: "¿Cómo se siente eso?", la mayoría de las
veces no es suficiente para tales clientes porque ellos no saben cómo sentir en sus
cuerpos para encontrar sentido. Ellos buscan significando 'fuera de si mismos”: en
otras autoridades, en teorías o en los libros. Introducir un acercamiento dirigido al
cuerpo es a menudo un paso necesario para poner a tales clientes en contacto con una
nueva fuente de conocimiento: su propia autoridad interna.

Ejemplo: Oscar, 48 años, tiende a hablar sobre los eventos de la última semana
de una manera muy racional. A menudo consulta libros, buscando una explicación de lo
que le pasa. Empieza la sesión Nº 22 con una larga charla sobre un amigo y relata con
mucho detalle que 'piensa' que debería sentirse furioso.

T: Usted piensa que debería sentirse furioso... pero no siente ningún contacto con
eso... Ahora, podría apartar por un momento todo lo que ha pensado… empezaremos
con su cuerpo y veremos lo que viene desde allí... Dirigiré su atención hacia su
cuerpo... Tómese su tiempo para cerrar sus ojos y tomar unas cuantas respiraciones
profundas... (El terapeuta permite al cliente sentir su cuerpo totalmente, de los pies
hacia arriba, y le pregunta cada vez: "¿De qué se está dando cuenta en esa parte de
su cuerpo?", permitiéndole simplemente ser el observador de lo que emerge)... Sólo
note lo que está sintiendo... (Cuando el cuerpo entero ha sido cubierto, el terapeuta le
pide al cliente llevar su atención al centro de su cuerpo)... ¿Qué es lo que siente más
después de haber atendido completamente su cuerpo?

C: Ese sentimiento en la región de mi estómago... esa tensión allí... eso es lo más


intenso.

Una valiosa manera de ayudar al cliente a lograr una relación interna, puede ser
dirigir su atención primero dentro de su cuerpo. Gendlin (1996, pág. 71) describe
varias 'instrucciones preliminares” para aprender a darse cuenta del cuerpo desde
adentro. Normalmente, esto es suficiente para invitar a la persona a hacer eso al
principio de la sesión, usando unas cuantas instrucciones simples, como: "Tómate un
tiempo para sentir cómo estás dentro de tu cuerpo... ", "Sigue tu respiración por un
momento, simplemente respirando, adentro y afuera, sin querer cambiar nada en

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ella... ", “¿Qué te viene cuando tu atención examina tu cuerpo?" El terapeuta también
puede pedirle al cliente, al principio de la sesión, cerrar sus ojos por un momento y ver
cómo se sienten las diferentes áreas de su cuerpo. La respiración y las sensaciones en
la garganta, pecho, estómago y abdomen reciben plena atención. El terapeuta debería
escoger permitir al cliente empezar con alguna forma de relajación, uno debería ver
que ella no se vuelva demasiado profunda; de hecho, el Focusing demanda una
atención plena y una profunda receptividad. Al trabajar con un grupo, a veces empiezo
con música y movimiento, algo que lleva a los participantes inmediatamente a un
mayor nivel de conciencia corporal.

A veces, a un cliente que no sabe de qué hablar se le invita a comprobar si


podría decir: "Yo me siento totalmente bien..." Tal provocativa declaración usualmente
provoca protesta, ya que de forma implícita puede haber algún problema que le impide
al cliente sentirse totalmente bien. Una experiencia contrastante similar a ésta puede
ser provocada también pidiéndole al cliente decir lo siguiente: "Todos mis problemas
están resueltos...", con lo cual los problemas que aún están pendientes empiezan a
surgir y pueden usarse como temas de exploración. También puede ser de gran ayuda
repasar con el cliente lo que está pasando actualmente en su vida y preguntar lo que
cada tema evoca en su cuerpo. Entre aquellos, el tema que provoca la sensación más
fuerte es el que se elige. El terapeuta busca por este medio pequeñas reacciones
corporales en el cliente. De hecho, movimientos oculares, expresiones faciales,
respiración, pequeños gestos, cambios de postura, todos pueden ser señales de carga
emocional subyacente que el cliente puede dejar de notar, a menos que el terapeuta
atraiga su atención hacia ellos.

El cliente no sólo puede estar demasiado apartado de sus sentimientos al


comienzo de la sesión, sino que también puede perder este contacto durante ésta. El
terapeuta puede manejar esto sugiriendo: "Tómate un tiempo para sentir como vive
esto en tu cuerpo... ¿Qué sientes allí?", ¿Puedes decir si el problema está totalmente
resuelto?", "¿Cómo está tu respiración mientras hablas de eso?", "Tu dices: 'no me
afecta' pero al mismo tiempo mueves nerviosamente tu pierna... ¿Qué sentimiento
corporal encuentras allí?", etc. Es por medio de tales preguntas que el terapeuta
redirige la atención del cliente interiormente y más específicamente a esas sensaciones
que están a punto de surgir desde su cuerpo. A veces, les pido a los clientes que
pongan su mano en el lugar donde ellos pueden sentirlas en su cuerpo. De esta
manera, les pido literalmente 'sostener' la experiencia. Y agrego una invitación para
dirigir la respiración hacia ese lugar.

Debido a las directivas del proceso descritas anteriormente, la atención cambia


de 'afuera' a 'adentro' y se inicia una relación interna, con la cual el cliente aprende a
moverse hacia una posición de observador, un Yo-no-enjuiciativo que es capaz de
darse cuenta de ciertos eventos dentro de sí mismo. Gradualmente la transición pasa
de observar fenómenos simples, como respirar, a otros complejos tales como los
conflictos.

2.2. El Cliente Está Demasiado Cerca.

La posición opuesta puede verse cuando un cliente muestra, verbalmente o no,


que demasiado está viniendo a su sentir o que su experiencia está siendo demasiado
intensa. En todo caso, no es inusual ver a un cliente cambiar desde 'demasiado lejos' a
'demasiado cerca'. Es probable que el cliente muestre aversión hacia lo que surge, o
sienta ansiedad o tensión, o se sienta inundado por algo en lo cual se ahoga o se
pierde a sí mismo, o bien que éste se identifique totalmente con la experiencia; todos

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estos son indicadores de que se necesita la ayuda del terapeuta para crear más
distancia. En efecto, es necesario algo de distancia entre uno mismo y el problema
para hacer que una relación interna sea posible.

Cuando se trabaja con una forma de relato “demasiado cercana”, el terapeuta


invoca a la capacidad natural del hombre de 'disociarse' y al enorme poder que puede
contenerse en la propia imaginación. El terapeuta anima al cliente a distinguir 'partes’
de sí mismo sobre las cuales puede desarrollar un cierto monto de control o sobre las
cuales puede tener un cuidado especial. El uso de metáforas para hacer estos procesos
más concretamente presentes es esencial aquí. (Hablando de eso: 'crear distancia',
estar 'demasiado lejos' o 'demasiado cerca' es ya estar usando metáforas para
describir estos procesos).

Según la naturaleza del problema con el cual el cliente coincide, o el cual lo


sobrepasa; la manera del terapeuta de facilitar la disidentificación o crear distancia
variará. Las metáforas usadas deben ajustarse al mundo del cliente. Hay varias
maneras de ayudar a un cliente a encontrar la distancia correcta.

Primero damos un ejemplo de una sesión de terapia completa (abreviada) en


que el cliente, que está 'demasiado cerca", es ayudado a lograr una mejor forma de
relatar su problema.

Sonia, 39 años, llega extremadamente tensa para su sesión 24; está


tropezando con todo y es incapaz de pensar. Ella no entiende porqué está tan tensa,
porque, de hecho, es el primer día de sus vacaciones.

T: Atendamos eso juntas, calladamente... Tomate un tiempo y sigue respirando por un


momento - puedes cerrar tus ojos si lo deseas - y simplemente sigue el ritmo de tu
respiración, adentro y afuera... (silencio) Decías que estabas muy tensa... pregúntale a
tu cuerpo qué es eso que te pone tan tensa...
C: Bien, estoy de vacaciones, pero ¡tengo que hacer un horrible montón de cosas! Si
no las hago pronto, el mes se va a terminar y no podré ir a ninguna parte.
T: OK, vamos a ver qué es eso que demanda tu atención... Aquí tienes un cuaderno de
notas… A cada problema que te pone tensa le vas a dar un nombre que vas a anotar
en una hoja del cuaderno, y luego, dejarás la hoja - y así el problema – en un lugar de
este cuarto, a una distancia cómoda para ti. Bien, ¿Qué es lo que te viene primero?
C: Hay un montón de trabajo que hacer en casa, y varias cosas necesitan reparación...
el carpintero debería venir; hay un problema con el sistema de calefacción; el sistema
eléctrico necesita chequearse; tengo que comprar lámparas; las cortinas necesitan
lavado...
T: Sí, son un montón de cosas a la vez. Toma una pequeña hoja para cada uno de
estos asuntos, una para el carpintero, una para la calefacción, una para la electricidad,
una para las lámparas, una para las cortinas... y escribe en ella esa palabra clave...
(-silencio- la cliente escribe en el papel de notas)... Ahora asigna a cada asunto un
lugar en el suelo o en alguna otra parte de este cuarto, pero mientras haces eso,
intenta sentir cómo es realmente apartar durante algún tiempo cada uno de estos
asuntos. No los olvides, pero permíteles descansar… (la cliente deposita las notas en el
suelo, dentro de su alcance, y suspira profundamente.) OK, allí están. Ahora pone
atención a qué más te está poniendo tensa (silencio).
T: Tengo que concertar una cita con el dentista; un diente está doliéndome mucho y
siempre lo postergo.
T: Así que, tienes que contactar al dentista para arreglarte el diente... escribe eso en
una hoja de papel... (C. escribe) y dale también un lugar... (C. deposita la nota cerca
de sí, en la mesa)... ¿Qué Más? (silencio) .

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C: Tengo que hablar urgentemente con la señora del aseo (C. da una larga explicación
del problema con la señora de la limpieza, mientras el terapeuta le ayuda a clarificar
qué exactamente necesita ser aclarado acerca de la señora de la limpieza)... Quiero
decirle claramente que ella tiene que apegarse a lo que yo le pido…
T: Haz otra nota sobre tu conversación con la señora de la limpieza... y ponla abajo
también. (C. deposita la nota en el suelo, al otro lado; seguido de un profundo
suspiro)... ¿Hay allí algo más? (Vienen varios problemas cotidianos, a todos los cuales
se les da, de forma similar, un lugar en el cuarto).
C: Ahora siento la carga de mi soledad pesadamente sobre mí... extraño los abrazos...
T: Dile a tu cuerpo que oíste que extrañas los abrazos... e intenta respirar de una
manera amistosa cerca del lugar donde se siente la falta... Dale una suave y amistosa
respiración a eso... (silencio).
C: …Se siente bien... yo raramente reconozco eso y tiendo a mostrarme dura... Esto se
siente mejor... (silencio).
T: ¿Algo más?
C: ¡Me estoy asustando porque repentinamente me vi cara a cara con mi papá! Él está
viejo y necesitado. Se supone que me haga cargo de él, pero no puedo después de
todo lo que él me ha hecho (hubo incesto con el padre)... Ni siquiera siento que quiera
visitarlo... Ahora que estoy de vacaciones, no tengo una excusa para postergarlo... es
como una montaña a la que le temo... No es accidente que salga con esto después de
todo lo demás... Yo siempre evito esto manteniéndome muy ocupada.
T: No tienes que empezar a 'subir' esa montaña en seguida... Ahora no tenemos el
tiempo para lidiar con eso... Si deseas, podríamos dedicarle más tiempo al problema
con tu papá en la próxima sesión... Ahora mira y ve si puedes volver atrás un poco y
deja que esta montaña esté en frente de ti durante algún tiempo, sin tener que
empezar tus vacaciones con esta ‘pendiente tan pesada’...
C: Es bueno pensar que lo he tocado brevemente, pero siento de hecho que tengo que
darme un tiempo para respirar, primero... Noto que me relaja dar un paso atrás y dejar
esta montaña donde está, por el momento...
T: Nuestro tiempo casi termina... Depositaste estas varias notas aquí... Mira y ve lo
que quieres hacer con ellas, ¿qué sientes que sería bueno hacer con ellas?
C: Me las llevaré a casa y las pondré en mi pizarra de notas en el orden en el cual
quiero realizarlas. (C. cuidadosamente recoge las notas, una después de otra,
expresando claramente lo que ella quiere hacer con ellas y las guarda en su cartera).
T: Por qué no te tomas ahora, brevemente, un tiempo para sentir cómo estás y si eso
necesita algo más. (silencio)
C: ¡Siento que perdí 20 kilos! Tengo este sentimiento maravilloso de tener también
espacio para disfrutar de mi misma... Primero iré y me sentaré en una terraza y
tomaré un trago para celebrar mis vacaciones...

La manera más usual de crear distancia cuando la manera de relatar del cliente
es ‘con demasiada cercanía’, es pedirle a éste que asigne al problema un lugar fuera de
sí mismo. A veces, la simple solicitud de dejar que 'eso' se aleje un poco puede ser
suficiente. En la mayoría de los casos, sin embargo, el terapeuta puede tener que
asistir el proceso mientras éste se concreta, dando, por ejemplo, instrucciones tales
como: "Podrías darle a ese problema un lugar en alguna parte de esta habitación...
Mira y ve donde te gustaría ponerlo".

Puede ser de mucha ayuda llevar a cabo este ‘sacar de uno mismo’ de una
manera concreta, por ejemplo, haciendo que el cliente anote en un pedazo de papel el
nombre del problema o dibujándolo y luego depositando el papel en alguna parte del
cuarto. Incluso, con clientes sofisticados, esto puede tener un efecto muy liberador y a
menudo puede ser más eficaz que simplemente indicar al nivel de la fantasía dónde
algo debería ir. De esta manera, varios de los problemas del cliente pueden ser

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asignados a un lugar en el cuarto de terapia. Este proceso de crear distancia puede
asistirse muy bien, incluso, al nivel de la fantasía, usando distintas metáforas. Cuando
un cliente siente una carga excesiva, especialmente en los hombros y en la espalda,
uno puede trabajar con la siguiente imagen: "Imagínate a ti mismo llevando una
mochila pesada llena de problemas y echando una mirada a lo que contiene; e imagina
que sacas los problemas fuera de ella, de a uno a la vez, y los depositas aquí... Nota
como te sientes cada vez que descargas un problema específico y lo pones afuera”.
Otra metáfora, para cuando cliente siente el centro de su cuerpo lleno de asuntos o
siente que algo le toma completamente: "Intenta imaginar que tienes un espacio
dentro de ti, una clase de habitación que está llena, en la cual no te puedes mover...
permítenos hacer algún espacio allí... Echa una mirada para ver que cosa allí ocupa
demasiado espacio… imagina que lo pones fuera de ese cuarto por un momento y le
das un lugar en otra parte, donde aún lo puedas ver pero dónde no se sienta agobiante
nunca más... ¿Cómo se siente dentro ti cuando este espacio se despeja?" Si el
problema es muy amenazante o perturbador, puede no ser suficiente ponerlo a cierta
distancia, sino que uno tiene que poner un cerco entre él y el cliente. Así, el cliente que
está agobiado por la ansiedad cuando intenta hablar sobre su padre agresivo, puede
imaginar no sólo que su padre es puesto lejos en la esquina más remota del cuarto de
terapia, sino que también que “una jaula” ha sido construida alrededor de él, como a
veces se hace en la corte con los criminales peligrosos. O bien, el cliente puede dibujar
algo que él encuentra muy amenazante y pegar el dibujo por fuera de la ventana del
cuarto de terapia. Sin embargo, cuando el cliente está agobiado por algo con cualidad
'infantil', o por algo que es muy preciado, entonces otras metáforas tendrán que ser
utilizadas para crear la distancia apropiada. Podría ser difícil ser compasivo hacia el
cliente que está sumido en las heridas que ha recibido en su niñez, al simplemente
poner éstas en alguna parte del cuarto de terapia. De hecho, el lugar asignado debería
estar 'afuera', mientras también se debe ser cuidadoso con esa parte del cliente. Así,
uno puede preguntar: "¿Puedes tomar ese niño herido en tus rodillas?”, introduciendo
así la distancia mientras se respeta todavía la sensibilidad del problema.

En síntesis, el pedido de poner a alguna distancia lo que está demasiado cerca


nunca debe ser estereotipado. Siempre implicará una búsqueda, en interacción con la
reacción del cliente, de una forma adaptada a las necesidades de éste, mientras con
firmeza y creatividad se promueve la distancia entre él y el problema.

Otra manera de hacer distancia es hacer que el cliente, en un hecho real o con
la imaginación, 'de un paso atrás'. Por ejemplo: "Deje todo donde está por el momento
y de un paso atrás para conseguir un poco de distancia". O, cuando un cliente habla
predominantemente sobre estar ‘inundado’, la siguiente metáfora puede ayudar:
“¿Puedes imaginarte saliendo del agua por un momento y que te sientas en la playa
mirando las olas en lugar de ahogarte en ellas?" Para ilustrar esto, aquí hay un breve
fragmento de una sesión de terapia en que la sugerencia de 'poner el problema a un
poco de distancia' no funciona, pero dónde 'hacer que el cliente de un paso atrás” sí lo
hace.

Isabel tiene 40 años y está trabajando en su miedo a morir, es su tercera sesión


de terapia. A mitad de la sesión siente un punzante dolor alrededor del corazón.

C: ¡Hay una presión terrible aquí (indicando su pecho); No la puedo tolerar más... es
como una gran contrafuerza que me impide vivir... apenas puedo seguir respirando!
T: ¿Podría intentar empujar esta contrafuerza a un poco a distancia?
C: No sabría como hacer eso.
T: ¿Podría darme una idea de cómo estás experimentando esto? ¿Aparte de impedirte
vivir, cómo estás llevando eso o qué clase de sentimiento te provoca eso?

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C: Es un bloque de hormigón enorme, pesado, que está sobre mí; ¡no consigo respirar
bajo él!
T: OK. ¡Ahora entiendo que no puedes apartar algo como eso! Bien, dejaremos ese
pesado bloque donde está e intentarás imaginar que das un paso atrás de él... trata de
imaginar apartándote desde debajo de ese bloque.
C. (asiente con la cabeza mientras el terapeuta sugiere; tales pequeñas señales
corporales son una indicación que vamos por buen camino).
C: ¡Sí, eso se siente bien (suspiro profundo)... puedo respirar de nuevo (silencio)...!
De repente también vi que el bloque de hormigón es mi madre ¡que siempre me ha
impedido vivir!

En caso de una fuerte (dolorosa) sensación corporal, una tercera manera de


crear distancia puede indicarse invitando a 'respirar alrededor del lugar en cuestión'.
Crear un espacio respiratorio en el cuerpo a menudo provoca un cambio tangible en la
manera en que el problema es experienciado. Con un cliente padeciendo un serio dolor
de estómago que le impide concentrarse en cualquier cosa, el terapeuta podría sugerir:
"Hazle saber a tu estómago que cuidarás de él... Acércate a ese dolor con tu
respiración, como si estuvieras poniendo una venda suave alrededor de él... Ahora
intenta averiguar si este dolor necesita algo más antes que le permitas descansar
durante algún rato..."

La misma forma de crear espacio también puede ser más indicada que
simplemente 'apartar', en caso de algo que es valioso o tierno para el cliente. El cliente
intenta encontrar un buen lugar en el cuerpo para el problema mientras deja de
coincidir con él. Por ejemplo, la cliente que siente un enorme vacío en su abdomen
después de la muerte de su bebé, poco después del nacimiento, es consultada por el
terapeuta: “¿Podría respirar hacia ese dolido lugar de una manera amistosa...? ¿Podría
hacer un espacio con su respiración donde este vacío tiene su lugar...?" A veces este
‘espacio' creado con la respiración incluso puede imaginarse concretamente por medio
de una metáfora como: una ‘cuna' en la que eso puede ‘depositarse’.

Una cuarta posibilidad de ayudar al proceso de crear distancia de un problema


abrumador consiste en que el terapeuta le pida al cliente que haga contacto con un
'lugar bueno'. Este lugar bueno puede recuperarse mediante la imaginación desde el
pasado del cliente y ser conectado con una experiencia con la cual el cliente puede
recordar el sentirse feliz. Por ejemplo: "En el jardín de mis abuelos había un árbol
grande en el que me sentía seguro". También podría ser algo que el cliente
simplemente imagina, como estar en una playa o estar ocupado en su actividad
favorita, como montar una motocicleta (McGuire 1982-83, 1984,; McDonald 1987). De
este lugar o actividad favorita en la que el cliente encuentra la relajación suficiente, se
le pide observar los problemas previamente abrumadores. Similarmente, un buen lugar
puede buscarse en el propio cuerpo, por ejemplo, a una paciente con reumatismo que
estaba totalmente agobiada por la dolencia, se le pide encontrar un lugar en su cuerpo
donde no haya dolor. Ella descubre que su cara se siente bien. Mientras mantiene su
atención en su cara es capaz de continuar trabajando en sus problemas sin sentirse
abrumada por el malestar. Este método de concentrarse en un lugar bueno y mantener
las sensaciones positivas al estar conectado con a él, en primer plano, es muy útil en
casos de dolor físico real. Incluso se puede decir que experienciar el buen lugar no sólo
trae un apaciguador del dolor, sino también un efecto curativo, por ejemplo, con los
pacientes con cáncer (Kanter 1982/1983; Grindler 1985).

Cualquiera sea la manera que uno escoja para generar distancia, en ninguna de
ellas se trata de simplemente 'poner el problema aparte', 'olvidarse de él' o 'reprimirlo'.
Es más bien una búsqueda amistosa de un buen lugar para él, con la guía de los

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sentimientos e imágenes del cliente. Es un esfuerzo para establecer una mejor
relación, con la cual el cliente consigue espacio para atender los problemas en lugar de
coincidir con ellos, y por el cual la energía y el poder curativo del Yo-observador se
liberan para enfrentar los problemas y conseguir una contención de la situación. Al
sustraerse a si mismo del problema, el cliente consigue una mejor vista de la
naturaleza exacta del problema (vemos mejor cuando no estamos demasiado cerca
de…) y se torna capaz de cuidar bien de él cuando se necesita. Así, ya no estar
identificado con 'el niño herido' crea la oportunidad para que 'la parte adulta' de uno
mismo pueda cuidar a la 'parte infantil'. "Aquello relacionado con el niño interno se
verá similarmente. La diferencia es que no hay ninguna necesidad de personificar la
sensación sentida como un niño. Si eso se siente como un niño para el cliente, es
bienvenido, pero si no, aún puede tratársele con gentileza, aceptación y escucha".
(Weiser Cornell 1996a, p.100). "De hecho, el progreso real parece involucrar mantener
una parte de uno mismo separada de la intensidad, y apoyar a esa parte mientras se
explora la emoción abrumadora" (Iberg 1996, p.24). Sólo cuando se logra un estado
de 'tener-contacto-sin-coincidir' se hace posible trabajar en el contenido del problema.

El terapeuta ayuda al cliente a estar con los sentimientos, no en ellos. El


Focusing funciona mejor cuando el cliente puede 'estar cerca de' sus sentimientos en
lugar de estar zambullido en ellos. Ann Weiser Cornell (1996a, p.17) da varias puntas
para facilitar este estar con, en lugar de dejar al cliente sentirse abrumado por, y
propone el uso de técnicas de Relación Interna en lugar de técnicas de
Distanciamiento. (1996b). "La disidentificación a menudo es el primer paso para
establecer la relación Interna. La esencia de la Desidentificación es ayudar al cliente a
moverse desde ‘Yo soy (este sentimiento) hasta ‘Yo tengo (este sentimiento)’. En la
mayoría de los casos, la Desidentificación puede ser facilitada simplemente con una
escucha empática o con reflejos, en la cual el terapeuta agrega frases como ‘Una parte
de ti…' o 'Un lugar en ti' o 'algo en usted'… "(Weiser Cornell 1996b, pág. 4). Cuando,
por ejemplo, el cliente dice: "Estoy triste"; el terapeuta puede cambiar ligeramente la
expresión verbal a: "Te das cuenta de algo en ti que se siente triste". Con este especial
modo de formulación el cliente es invitado a atender y conseguir contacto con el
contenido, a establecer una relación entre el 'Yo' y éste. El contenido tiene una parte
explícita, la parte que ya es conocida, ya comunicada ('triste'), y una parte implícita,
un aspecto que todavía está indefinido, aún no desplegado, el cual es mencionado por
la palabra 'algo'. Al decir ‘en ti…’, el terapeuta indica que además del contenido, hay un
'Yo' que contiene a éste, y es distinto de él; este 'Yo' es más grande que el contenido.
(También vea: Wiltschko 1996, el pp. 61-62). Otra clase de respuesta de escucha para
ayudar al cliente a permanecer separado de y en la relación con su experiencia, en
lugar de identificado con ella, incluye en el reflejo lo que el cliente está haciendo o está
experienciado ahora mismo, agregando con un verbo algo como: 'sintiendo',
'comprendiendo', 'notando', 'dándose cuenta de', para describir su experiencia actual.
Cuando, por ejemplo, el cliente expresa: "Es pesado", el terapeuta le da un lugar al
cliente para estar con eso, reflejando: "Estás notando que es pesado". La
desidentificación es un paso hacia la acogida, trae la posibilidad de la empatía y la
compasión, ayuda al cliente a desarrollar una relación con una parte interna de sí
mismo.

2.3. Despejando Un Espacio.

Incluso cuando el cliente no está ni 'demasiado cerca' ni 'demasiado lejos' de los


problemas, puede tener sentido empezar con el proceso de 'Despejar un espacio' para
conceder abiertamente al cuerpo el tiempo para revelar lo que le preocupa. La atención
se da, primero, sentándose cómodamente y, luego, tornándola hacia el cuerpo,

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siguiendo la propia respiración. Entonces el cliente se pregunta interiormente: "¿Cómo
estoy ahora mismo?, ¿qué estoy trayendo conmigo en este momento?, ¿qué viene a mi
mente?". Cada percepción, tema o sentimiento que aparece es reconocido. Es
brevemente tocado y se le da un lugar, sin que su contenido sea tratado aún. Esto
puede ser hecho, por ejemplo, nombrándolo en voz alta, o escribiendo algún aspecto
de él, como uno lo haría con una lista de compras, sin hacer la compra real todavía. El
cliente puede así poner en palabras aquellos asuntos que le preocupan y el terapeuta
los refleja brevemente. Aquí también, un efecto más fuerte puede tenerse escribiendo
cada tema y dando un lugar real al papel en el cuarto de terapia. Uno puede seguir con
esto hasta sentirse seguro que todas las preocupaciones han sido reconocidas y
temporalmente puestas aparte. Después que a todos los problemas se le ha dado un
lugar adecuado de esta manera, los clientes pueden experienciar un gran sentimiento
de paz, descanso, energía de vida y de estar centrado... el cual puede acercarse a una
experiencia espiritual/religiosa/trascendental. "Trascendente significa moverse más allá
del propio marco de referencia en una dirección de mayor amplitud. La dimensión
trascendente se encuentra en todos los seres humanos, involucra moverse más allá de
la propia egocentricidad no sana, de la dualidad y la exclusión, hacia una
egocentricidad más saludable, una mayor inclusividad, unidad y capacidad de amar"
(Hinterkopf 1996, p.10). Y por lo tanto, hacia la satisfacción obtenida por haber,
sencillamente, practicado este paso separadamente, incluso si ningún problema es
atendido después.

El paso de Focusing de 'Despejar un espacio' es comparable a ciertas técnicas


de meditación. La atención se cambia de afuera a adentro, de hablar a hacer silencio,
de pensar a experienciar, y se le da la oportunidad al cuerpo de traer a la superficie
eso que él (a menudo inconscientemente) lleva consigo. Cada cosa que viene es
brevemente atendida pero nada es tratado en relación a ello. Luego cada asunto es
puesto a cierta distancia, la persona se sustrae a si misma de los problemas, creando
así espacio para un influjo de energía positiva y luminosidad. Este proceso es en sí
mismo sanador, crea la experiencia de un 'Nuevo Yo', intacto de las dificultades pero
capaz de hallar una mejor manera de relacionarse con los problemas propios, desde su
posición de Yo-observador.

Como terapeuta, encuentro muy útil realizar brevemente (en 10 minutos


aprox.) este paso de Focusing antes de recibir a mis clientes. Esto me pone en
contacto con varias experiencias que viven en mi, al comenzar mi trabajo. Por lo tanto,
la posibilidad de mezclar mis propios temas con los de los clientes, debido a esto,
disminuyen. También me ayuda poner mis preocupaciones aparte para no estar
pendiente de ellas cuando debería estar dando mi total atención a mis clientes. Hago la
misma cosa al final de mi jornada de trabajo. Me ayuda poner aparte los problemas de
mis clientes en lugar de llevarlos a casa como una gran carga. El paso de 'Despejar un
espacio' puede ser así una forma de 'higiene mental' para el terapeuta también.

Cuando la fase de ‘Despejar un espacio’ es completada, uno puede escoger un


problema de la lista para trabajar con él, si uno desea hacer eso. Esto introduce el
próximo proceso en el movimiento del Focusing.

3.DESPLEGANDO LA SENSACIÓN SENTIDA.

La manera usual de conseguir acceso a la sensación sentida es a través de una


vaga sensación corporal, como un sentimiento de tensión, pesadez, sacudimiento,
presión... en un área específica del cuerpo: garganta, pecho, estómago, abdomen... o
un sentimiento vago de incomodidad que es difícil localizar pero que no desaparece.

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En el ejemplo de Oscar, el cliente que estaba, inicialmente, 'demasiado lejos' de
su experiencia; después de llevar su atención hacia todas las partes de su cuerpo, se
pone en contacto con un sentimiento de tensión en la región de su estómago. Nosotros
mostraremos aquí cómo el terapeuta le ayuda a entrar en contacto con la sensación
sentida de esa tensión.

C: Ese sentimiento en mi estómago... esa tensión allí... eso es lo más intenso.


T: Sientes algo intenso allí... Por qué no permaneces allí para ver que más viene con
eso.
C: Quiere saltar fuera, como un diablo saliendo de una caja...
T: Algo quiere saltar fuera... (silencio)
C: Odio... pero eso sería muy inusual para mí.
T: Dudas si usar la palabra 'odio', pero eso es lo que sale de ti ahora…
C: Sí, odio... eso es lo que se siente intenso... Eso es.
T: Odio... esa palabra encaja mejor con tu sentimiento...
C: ¡También me da poder!
T: Te das cuenta que tu odio se acompaña por un sentimiento de poder.
C: Yo siempre me aparto de mi amigo porque él me ha herido tantas veces… (habla
sobre un incidente en el que se sintió profundamente humillado).
T: No quieres que eso vuelva a pasar... ¿Algo en ti quiere enfrentarlo con poder?
C: Sí, eso se siente bien... Eso es... (suspiros, se sienta más relajado, silencio)... Esta
es la última vez que le doy tanto poder sobre mí... Lo veré mañana y le dejaré muy
claro que no permitiré que me deje de lado, nunca más... (se sienta más erguidamente
y considera extensamente lo que quiere decirle a su amigo).

En el ejemplo anterior, el cliente empieza con una tensión en la región de su


estómago y usa la palabra 'intenso' para referirse a ella. El terapeuta valora esta
sensación corporal reflejándola y permitiendo al cliente permanecer con ella,
introduciendo de esta forma la Actitud de Focusing. Entonces, mucho más aparece; el
significado se despliega a través de símbolos/imágenes, como: “…saltar fuera”, “como
un diablo saliendo de una caja...”. Nuevamente el terapeuta toma estas expresiones tal
cual como ellas son y hace silencio para dar el tiempo y el espacio interior necesario
para desplegar eso más allá. Entonces aparece 'el odio', una emoción contenida en
esta experiencia. El terapeuta deja al cliente el tiempo para darse cuenta si las
palabras que él usa realmente corresponden al sentimiento. El terapeuta repite éstos
'asideros’ literalmente. Esto es importante ya que el cambio más ligero en las palabras
puede introducir un matiz que no corresponde a lo que el cliente experiencia. Cuando
el cliente ve sus expresiones reflejadas, él puede resonarlas contra su experiencia para
ver si ellas se ajustan exactamente. Él puede no estar de acuerdo con la expresión,
corregirla o completarla. Luego, el cliente establece la conexión con la situación que
evoca los sentimientos. Él reconoce que su amigo lo ha herido y humillado muchas
veces. El terapeuta deja al cliente un espacio para hablar sobre esa situación y reúne
algunos elementos mencionados previamente por el cliente. A partir de este paso de
crecimiento, lo 'nuevo' emerge, con lo cual el cliente claramente experiencia que algo
en él está cambiando (suspiro, relajación en el cuerpo). Este cambio sentido es una
señal de que el significado se ha expresado totalmente y esa simbolización de lo
implícitamente sentido ha producido un paso esencial de cambio corporalmente
sentido.

Una sensación sentida completa normalmente se despliega a través diferentes


componentes: a) sensaciones corporales; b) emociones; c) situación externa; d)
símbolos o imágenes. Su orden de manifestación no es lo importante. Los clientes
tienen su propia preferencia para empezar con un componente específico y por

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enfatizar ciertos elementos. Una sensación sentida se completa permitiendo que tenga
lugar la conexión entre las sensaciones corporales, las emociones, las situaciones
externas y los símbolos. Este proceso de despliegue termina en un sentimiento de
alivio, una experiencia corporalmente sentida de algo que se ha liberado, con la cual un
nuevo surgimiento de energía es sentido. El cambio terapéutico real siempre lleva
consigo las características de este proceso.

Cuando los diversos elementos no se despliegan espontáneamente, entonces el


terapeuta tiene que evocar los componentes ausentes para que la sensación sentida se
haga totalmente presente. A menudo la conversación se detiene porque el cliente y el
terapeuta permanecen estancados en el mismo componente(s) después que él o ellos
han dejado de ser productivos. Un terapeuta que está alerta a un componente ausente
es capaz de llevar el proceso detenido hacia un movimiento renovado.

Cuando la sensación corporal está ausente, el cliente puede ser ayudado, por
ejemplo, dándole una sugerencia como: “¿Podrías tratar de sentir cómo todo esto se
siente en tu cuerpo?" o: "¿Cómo reacciona tu cuerpo a eso?" o, "¿Hay ahí una
sensación acerca de…?"

Un cliente que tiene las sensaciones corporales pero nada más, puede ser
consultado: "¿Qué cualidades emocionales están presentes en esta sensación?” “¿Se
siente como algo amenazante, apretando, agradable, o qué tono emocional tiene?”

La conexión con la situación en la vida del cliente podría ser establecida


siempre, si uno no quiere quedarse pegado en una serie de sensaciones vagas que no
llevan a ninguna parte. La situación puede conseguirse con preguntas como: "¿Qué
asunto en tu vida se siente así?” o “¿Tienes una percepción de cómo se relaciona esto
con tu vida?"

Los símbolos a menudo surgen por sí solos. Cuando un cliente no encuentra


ninguna expresión, el terapeuta puede preguntar si ciertas palabras, imágenes,
colores, formas o movimientos... vienen a su mente... (trabajar en esta fase con
dibujos, arcilla, expresión corporal, puede ser una alternativa a un acercamiento
estrictamente verbal, sobre todo con clientes que tienen dificultad para encontrar
símbolos, o que caen rápidamente en racionalizaciones. Vea: Leijssen 1990 y 1992).

El terapeuta da al cliente la oportunidad de chequear si sus propias expresiones


o las del terapeuta nombran “aquello” con precisión. "Muchas personas no están tan
claras sobre la autoridad que sus sentimientos deben tener sobre las palabras con que
hablan acerca de ellos. Algunas personas tienen una actitud de 'Si usted dice eso, debe
tener razón'. Esto es especialmente cierto para algunas personas que, cuando fueron
niños, se les dijo sistemáticamente cómo era que ellas ‘realmente’ se sentían... Usted
puede descubrir este problema observando atentamente las reacciones del cliente a
sus respuestas ‘menos efectivas’... Tome la iniciativa para decir algo hacia tal efecto:
“No creo haber dicho eso de forma correcta. Parece no encajar. ¿Mis palabras parecían
incorrectas de algún modo?” De esta manera, usted puede invitar al cliente a buscar
más precisión en su expresión, y modelar así una actitud de respeto por la autoridad
de su propio experienciar" (Iberg 1996, p.25). En el proceso de Focusing de verificar
con el cuerpo, una y otra vez, a través de toda la sesión, es un camino valioso buscar
confirmación a las palabras de la sensación sentida del cliente. En este 'paso de
resonar', nosotros preguntamos al cuerpo: '¿Encaja esta palabra?, ¿Es esto así?' o
simplemente reflejamos la expresión del cliente con la invitación implícita de ofrecerla
de vuelta a la experiencia sentida. Durante la expresión, el sentimiento puede cambiar
y nuevas palabras pueden surgir, las cuales ayudan a la sensación sentida a

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desplegarse más allá. El criterio de exactitud siempre queda en las reacciones
corporales del cliente. El poder del símbolo no sólo yace en el hecho que, a través de
él, la sensación sentida implícita es externalizada. Los símbolos son también 'asideros’:
ellos contienen el sentimiento holístico que puede entonces evocarse de nuevo por
medio de esa expresión. A menudo los clientes recuerdan la imagen que acompañó un
cambio importante en su experiencia y la usan después para contactar ese sentimiento
de nuevo.

Cuando se encuentran los símbolos que encajan correctamente con la


experiencia, el cliente siente una satisfactoria sensación de bienestar. Esto es un
'cambio sentido': una sensación física de algo moviéndose en la dirección en que el
problema es experienciado. Hay muchos tipos de cambios. (Vea: Friedman 1996,
pp.24-25; Weiser Cornell 1996a, pp.30-32, p.90). En el continuo de intensidades,
partiendo desde un 'final suave' hay ‘cambios pequeños’ que pueden ser mínimos, muy
sutiles; uno podría fácilmente no percatarse de ellos, si uno no los conoce. En un 'final
fuerte' el cambio es intenso, dramático, obvio, se trata de un 'cambio grande', que
nadie podría pasar por alto. Hay también otros tipos diferentes de cambios: a veces el
cliente siente una descarga o un alivio en el cuerpo (por ejemplo, suspiros, lágrimas);
a veces es una sutil o vaga experiencia, o bien, la sensación se hace más fuerte (por
ejemplo, un sentimiento general de confusión se vuelve un claro sentimiento de
enojo); a veces el cliente siente algo moviéndose desde un lugar en el cuerpo a otro
(por ejemplo, una ahogante sensación en la garganta se vuelve un caluroso
sentimiento alrededor del corazón); a veces es una experiencia de más energía,
excitación, entusiasmo, poder personal o de nueva vida despertando y moviéndose en
algunas partes del cuerpo o en el cuerpo entero; en otros momentos se siente como
mayor paz, claridad, seguridad, un cálido y espontáneo bienestar. El cliente podría
también tener un nuevo insight sobre un problema, pero nosotros consideramos éste
sólo si es un cambio sentido o un nuevo paso, si el insight no sólo ocurre mentalmente,
sino que también es, de alguna manera, una resolución corporalmente sentida.
Mientras más tiempo permanezca un sentimiento de tensión, estrechez, confusión...
(visible en la expresión facial, respiración, postura), los elementos están aún ausentes
o la expresión apropiada no se ha encontrado todavía. En ese caso, una espera
amistosa para lo que todavía es incierto o quiere ir adelante, es lo apropiado.

El terapeuta puede facilitar el desarrollo de la exploración haciendo otras


preguntas.

La opción de usar o no preguntas, se hace sobre la base que un sentimiento


‘más novedoso’ o una profunda descarga pueden venir desde lo sentido
implícitamente. Las preguntas apuntan a llevar más allá, o a encontrar plenamente, el
alivio corporalmente sentido, el cual puede estar ya parcialmente presente. Estas son
las preguntas abiertas, dirigidas a la sensación sentida y seguidas por un tiempo de
espera para ver qué más puede surgir de allí, a menudo, mientras significados
inesperados aún pueden emerger.

Uno tiene la opción entre varios tipos de preguntas:

1. Preguntas Generales, tales como: "¿Qué hay en todo esto que me hace sentir de
esta forma?", “Si ‘eso’ pudiera hablar, ¿qué diría?”, "¿Hay algo más en ese sentimiento
que demande atención?”, “¿Quiere eso decir más?”, “¿Qué me impide sentir eso más
plenamente?”.

2. Preguntas Específicas, tales como: "¿Qué es lo peor en eso?”, “¿Cuál es la parte


más de difícil de esto para mi?”, ¿Qué es lo mejor para mi en esto?”, “¿Cuál es el

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centro de ese problema? ", “¿Qué es lo más valioso para mi allí?”.

3. Preguntas de Movimiento, tales como: "¿Qué es lo que eso necesita?", “¿Qué


podría traer alivio?”, "¿Qué más estoy extrañando allí?", "¿Cómo sería esto si estuviera
resuelto?”, "Si no estuviera estancado con este asunto, ¿cómo podría entonces ser?”,
"¿Qué acciones necesitan ser tomadas?”, "Si yo contacto mi 'sabiduría interna' qué tipo
de consejo me daría?”

Todas estas preguntas deben hacerse de una manera amistosa y deben


introducirse con algo como: "Podría preguntarle a ese sentimiento...", "Podrías intentar
y ver si quiere contestar esto... ". Preguntar puede ser un paso próximo muy natural si
el cliente parece no saber qué hacer. El propósito de estas preguntas es adoptar una
actitud de interés amistoso y curiosidad respetuosa, y dirigir la atención hacia
cualquier otra cosa que esté allí. Preguntar implica que el cliente es quien conoce
mejor cómo el siguiente paso puede ser. La 'respuesta' desde la sensación sentida
toma algún tiempo; puede tomar un minuto antes de abrirse y dar un nuevo paso. 'La
vieja información' aparecerá inmediatamente, pero lo que la sensación sentida puede
crear es infinitamente mejor, más creativo y más rico que cualquier cosa que la mente
consciente del cliente (o del terapeuta) puede pensar. Las preguntas crean una
bienvenida para nuevas maneras de ser, un nuevo significado, los nuevos pasos de
acción. La sensación corporalmente sentida no 'tiene' que dar una respuesta; las
preguntas sólo proveen la oportunidad para que la sabiduría interna se despliegue
totalmente. Los clientes pueden no necesitar tales preguntas. Puede entonces ser
suficiente con sugerir: "Podrías permanecer con eso de una manera amistosa y ver si
algo más surge”.

Las siguientes cuatro ilustraciones, en las cuales cada cliente empieza desde un
componente diferente, harán más claro cómo la sensación sentida completa puede ser
desplegada en psicoterapia verbal.

3.1. Empezando Desde la Sensación Corporal.

Ejemplo: Erna, 44 años, sesión 18:

C: ¡Siento mi corazón que golpea terriblemente!


T: ¿Algo hace que tu corazón golpee?… (silencio)... ¿Cómo es sentir tu corazón así?
C: (suspiro) Se siente como ansiedad pero no es ansiedad.
T: Ansiedad no es la palabra correcta... intenta permanecer con la sensación de eso…
C: Es más bien alguna clase de nerviosismo...
T: Algo te hace poner nerviosa... (silencio)... Mira y ve si esa palabra es la que encaja
mejor... o si otras palabras pueden emerger aún.
C: ¡Tensa expectación... eso es! ¡Mi corazón golpea como tambores que anuncian algo!
T: Sientes una tensa expectación... ¿alguna idea de lo que está siendo anunciado?
(silencio)
C: Ya sé lo que es... la fiesta a la que tengo que ir a mañana...
T: Esa fiesta evoca la tensión...
C: Ahora siento mi corazón que golpea aún más fuerte... yo, uf... apenas me atrevo a
admitirlo, pero yo voy esperando encontrar al hombre ideal...
T: ¡Eso lo hace excitante! Pero ¿no es una excitación agradable…?
C: No... (silencio)... la excitación es también miedo a que nuevamente todo saldrá mal.
T: No sería la primera vez que tus expectativas no se cumplen...
C: Eso lo hace incluso más doloroso…
T: Podrías quizás preguntarle a tu cuerpo que se necesitaría aquí para conseguir relajo.

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C: (silencio, suspiro) Que simplemente vaya a la fiesta y disfrute la compañía sin
preguntarme si hay un hombre disponible alrededor...
T: Mira a tu interior y ve si está de acuerdo: simplemente ir a la fiesta sin esperar
encontrar al hombre de tu vida...
C: (risas) Ahora incluso parece que podría ser divertido... conozco a unas cuantas
personas que estarán allí y eso puedo hacer simplemente... (se sienta visiblemente
más relajada).

3.2. Empezando Desde las Emociones.

Ejemplo: Ivo, 32 años, sesión 6:

C: Siempre me siento culpable, avergonzado e inquieto.


T: ¿Cómo sientes esos sentimientos en tu cuerpo?
C: Aprietan en mi pecho...
T: Un sentimiento de presión... ¿como una presión buscando una salida?
C: Sí... (silencio, ruborizándose tímidamente)... incluso tengo una imagen de eso, el
adorable pecho de una madre con mucha leche...
T: ¿Como si necesitarás sentirte saciado para estar bien?
C: ¡Sí, eso es! Me acomoda muy bien... (suspiro, silencio)... cuando yo no comparto
con los demás me siento intranquilo sobre lo que tengo.
T: Necesitas compartir con los demás... ¿Hay más adentro que pida ser tomado en
cuenta? (silencio)
C: Sí... hay más... noto que estoy poniéndome triste pero no sé lo que es.
T: Simplemente dale algún tiempo para se clarifique...
C: De repente pensé que nunca llegaré a tener hijos (el cliente es gay). Nunca antes
comprendí cuánto me afecta esto. ¡Eso es! (suspiro profundo).

3.3 Empezando Desde la Situación.

Ejemplo: María, 56 años, habitualmente padece de autoestima baja. En la sesión 23


habla sobre una situación durante un viaje, dónde otra mujer en el grupo buscó su
compañía. Ella había adelantado varias hipótesis acerca de por qué esta mujer debe de
haber estado interesada en ella.

T: Tómese un tiempo para apartar todo lo que usted ha pensado acerca del asunto,
para que pueda hablar con un sentimiento renovado acerca de cómo es esto para
usted, ¿qué siente en su cuerpo cuando se acuerda de la situación con está mujer en
su viaje?
C: (silencio) es una especie de tibieza (riéndose).
T: Se pone tibio dentro de usted…
C: Sí, y también... hay un tipo de ternura confortante, pero... muy tranquila, muy
suave...
T: Algo calido, confortable, tierno, tranquilo...
C: Sí...incluso conmovedor (silencio)... es una clase de suavidad, como si estuviera
sentada en un césped... sobre una duna de arena...
T: Es conmovedor encontrarse a usted misma relajada, hay algo de suavidad en eso…
C: Sí, y me conmueve que esté permitido aquí… (suspiro)... Fue como eso también con
esta mujer en mi viaje... Nosotras teníamos raíces comunes, lo cual no es lo que
normalmente encuentro en mi entorno. (silencio).
T: Quizás haya más acerca de eso que quiera salir... ¿Podría preguntar a su
sentimiento si le gustaría decir más o cómo quiere que sigamos? (silencio).

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C: Si yo me atreviera, le haría saber a esta mujer cuan bien me sentí con ella... pero
no estoy segura si eso sería muy adecuado...
T: Podrías primero dejar algún espacio para esa idea... ¿Cómo se siente cuando se
imagina a usted misma diciéndole a ella que se sintió bien?.. (silencio).
C: Excitante... de hecho, maravilloso... se siente maravilloso decirle eso a ella.
T: Parece como una idea excitante y maravillosa...
C: Mientras más me detengo en el pensamiento... mejor se siente... ¡Oh!... ¿No me
encuentra entupida, verdad?
T: ¿Está pensando eso?
C: No realmente... ¡Es más bien que no me he sentido tan joven en años!...

3.4. Empezando con los Símbolos.

Ejemplo: Rudy, 28 años, a menudo usa metáforas al hablar. El terapeuta usualmente


tiene dificultad para ayudarle a alcanzar una experiencia corporalmente sentida. Esta
es la sesión 29:

C: Vivo con una sombra que no puedo extirpar.


T: ¿Podrías decir un poco más sobre lo que sientes acerca de eso?
C: Simplemente que eso siempre está allí.
T: ¿Es algo como un sentimiento desagradable del que no puedes librarte?
C: …Siempre algo oscuro que me acompaña.
T: ¿Qué es eso en tu vida que sientes siempre contigo como algo oscuro? (silencio)
C: Yo no sé si eso es así... pero la primera cosa que viene a mi mente... es el suicidio
de mi padre.
T: El suicidio de tu padre... eso se siente como una sombra que cubre tu vida...
¿Podrías tomarte un tiempo y chequear si tu cuerpo está de acuerdo con eso?...
(silencio)
C: Sí... eso me ha influido mucho, me puso tan mal… no puedo remediarlo...
T: ¿Cómo sientes en tu cuerpo esta influencia, esta marca?..
C: Sólo siento la falta... como si yo no tuviera columna... ninguna dirección en mi vida.
T: En tu cuerpo te das cuenta que tu padre se echa de menos… ‘sin columna’, ‘sin
dirección’...
C: Sí y su suicidio permanece presente como algo oscuro, como algo que está
suspendido sobre mi cabeza... como si yo… también… pudiera terminar cometiendo
suicidio...
T: Está siempre sobre tu cabeza - dices - y parece como que está susurrando en tu
oído que el suicidio es también tu destino final. Nosotros podemos ir más allá en esto,
pero me gustaría primero preguntarte: ¿Cómo se siente allí, dentro de ti? (silencio).
C: …Es un gran espacio vacío.
T: Un gran espacio vacío... ¿dónde esta ese sentimiento principalmente?
C: Hm (silencio)... Aquí en mi abdomen principalmente (muestra el lugar con su
mano).
T: Sí, ¿por qué no pones tu mano en el lugar donde lo sientes? (silencio). ¿Hay otras
características en este vacío que llamen tu atención? (silencio)
C: Frío...
T: ¿Puedo sugerir algo? ¿Puedes intentar entrar en ese espacio con tu respiración,
como si lo entibiaras con tu respiración... lo intentarías?
C: Hm... (silencio, suspiro profundo)... eso se siente bien... como si yo estuviera
haciendo un poco de fuego en este vacío... sí (sonrisas), incluso podría ser un lugar
como un hogar…

El fragmento anterior pone al terapeuta en un dilema acerca de si seguir al

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cliente en la imagen de lo que está rondando en su cabeza, al principio, o profundizar
en las sensaciones interiores corporalmente sentidas. En este ejemplo, el terapeuta da
la prioridad a 'arraigar' al cliente en su propio cuerpo y promover allí el desarrollo de
un buen lugar.

Las palabras que vienen desde 'la profunda voz interna' se identifican
fácilmente. No sólo por el hecho que ellas vienen desde el centro del cuerpo, sino que
también llegan mucho más despacio, unas cuantas a la vez, suenan sorpresivas,
nuevas y a veces irracionales, y la mayoría causan un sentimiento de alivio y de nueva
energía. La diferencia con 'las voces que vienen desde afuera' está extensamente
elaborada en la siguiente fase de Focusing.

4. RECIBIENDO Y LIDIANDO CON LAS FORMAS INTERFIRIENTES DE


REACCIONAR.

Este microproceso consiste en recibir todo lo que surge en el proceso de


experienciar. En orden a dar a un nuevo elemento experienciado una oportunidad
decente, el cliente tiene que mantener una actitud de amistosa bienvenida.
Permanecer presente de una manera interesada y amistosa no significa aprobar o
gustar de todo. El cliente puede, por ejemplo, detestar algo doloroso pero no obstante,
permanecer amistoso hacia la parte de él o ella que sufre el dolor; o el cliente puede
no aprobar una solución que involucra agresividad hacia alguien más y aún continuar
escuchando con interés. Terapeuta y cliente permanecen atentamente presentes
(actitud de Focusing) para lo que esté por ser expresado. Si un cliente tiene una
tendencia a encubrir algo o no lo toma, entonces el terapeuta puede facilitar una
mayor receptividad por medio de sugerencias, como: "Tómese un poco más de tiempo
para permanecer con eso y vea cómo se siente, sin juzgarlo inmediatamente o limitarlo
dentro de lo que usted ya sabe".

Sin embargo, los cambios emergentes y los nuevos desarrollos pueden


encontrar fuertes resistencias en el cliente. Los obstáculos mayormente encontrados
son llamados (en una terminología de Focusing) crítica interna o caracteres
interfirientes. Gendlin (1996, pág. 247-258) describe la parte que ataca desde adentro
e interrumpe cada movimiento esperanzador de una persona, como 'el superyó'. "El
superyó absorbe la agresión y la violencia que el inconsciente de la persona rechaza.
Mucha gente encantadora y sensitiva está interiormente brutalizada y oprimida por su
superyó. Ellos nunca tratarían a los otros como su superyó les trata" (Gendlin 1996,
p.249). "Cuando se le ve como la forma de experienciar que es, el superyó es
inherentemente un 'No Yo'. Lo que nosotros llamamos 'Yo' se echa atrás, se defiende,
se esconde, y se encoje bajo su ataque" (Gendlin 1996, pág. 250).

Estas 'perturbadoras' formas de reaccionar demandan atención y guía especial


cuando ellas ponen al cliente fuera de camino y, cuando se vuelven dominantes, ya
que llevan a un proceso improductivo. Ellas son formas de reaccionar que alguna vez
han resultado de ayuda al cliente pero que ahora se han vuelto “una estructura
limitante”, lo cual significa que: ellas se presentan todo el tiempo, sin importar si es
apropiadamente o no, sin tener en cuenta la situación; ellas perpetúan los viejos
patrones de conductas que ya no se adaptan a la situación actual. El terapeuta no
debería intentar poner estas reacciones aparte, ya que el cliente puede permanecer
estancado, siempre de la misma manera. Reconocer, explorar y hacer inefectivas tales
formas no-útiles de reaccionar es un complejo y a menudo recurrente proceso, en el
cual pueden tomarse diferentes pasos con el mayor cuidado. El terapeuta tiene que
intervenir activamente para ayudar al cliente en: a) identificar las formas interfirientes

19
de reaccionar; b) disidentificarse de ellos; c) visualizarlas o darles una forma concreta
o ponerles una 'cara'; d) explorar qué función tenían o todavía tienen; e) asignar un
nuevo lugar para ellas; f) retornar a esa parte de la persona que estaba o está bajo el
dominio del caracter interfiriente.

a) Identificando los caracteres interfirientes.

Las formas interfirientes de reaccionar pueden aparecer como autocrítica, duda


de sí mismo, desconfianza, racionalizaciones, negaciones, ridiculizaciones... Ellas se
caracterizan - y pueden así distinguirse de una sensación sentida - por su previsibilidad
y su expresión estereotipada. Por ejemplo, como una recurrente voz diciendo: “No
seas tonto", "Se razonable", "Fallará de todos modos", "Esto no está permitido",
"Tienes que ser independiente", "No eres bueno en nada", "No te deprimas", "Eso es
entupido", "Esa no es una solución"..; o pensamientos negativos repetitivos y
sentimientos como: "Yo no valgo nada", "Nací bajo una estrella de mala suerte”,
"Nadie me quiere"... etc. El patrón se caracteriza por la culpa, la vergüenza, la
humillación, el reproche, el miedo, la imposibilidad para actuar libremente, la evitación
de la competencia, el deseo de renunciar al poder personal, la convicción de que no se
puede conseguir lo que se necesita, el hábito de detenerse a uno mismo de actuar y
obtener lo que se quiere, y muchas otras variantes. Estas evitaciones de la vida y del
vivir se relacionan a los "ataques del superyó” (Gendlin 1996, pág. 256). "El superyó...
tiene actitudes. Normalmente es negativo, irritado, hostil, hiriente, rencoroso; disfruta
oprimiendo a la persona" (Gendlin 1996, pág. 255). Las reacciones interfirientes se
caracterizan por su tono de voz hostil, demandante, humillante, deprimente, regañón,
punzante, rápido y fuerte... sofocando o suprimiendo así la voz más suave, y más
tierna del conocimiento interno. Ellas se aseguran que el cliente se sentirá peor; ellas
mantiene bajo sí el potencial personal, inhiben, impiden vivir plenamente, o bien lo
dejan a uno sentirse bien sólo después de haber satisfecho sus demandas. Ellas no
cuidan del interés superior del ‘niño interior’ o de sus aspectos vulnerables o vitales,
como el conocimiento interno a menudo hace. La diferencia en la manera de hablar
entre los dos se vuelve obvia cuando un cliente duda, por ejemplo, al realizar una
tarea y oír la voz interfiriente decir: "¡Eres flojo, no eres bueno para nada!",
considerando que la voz del conocimiento interno podría reaccionar de una manera
mucho más amistosa: "Parece que tienes una dificultad con esta tarea”. El terapeuta
debería primero, y por sobre todo, ser capaz de reconocer el caracter interfiriente
cuando éste surge. Habiéndose hecho esto, el terapeuta puede elegir dejar la
interferencia de lado por un momento y dirigir la atención a la experiencia más central
de la, aún en desarrollo, sensación sentida; intentando volver a lo que el cliente estaba
sintiendo justo antes del ataque. "A veces basta con sólo ignorar el ataque del
superyó... El procedimiento principal es apartar al superyó del proceso" (Gendlin 1996,
p.257-258). Pero a menudo esta estrategia simple no funciona y son necesarias
maneras de mayor alcance para procesar la crítica interna. El terapeuta puede seguir al
cliente en la atención del caracter interfiriente mientras le ayuda a desarrollar una
estrategia de resguardo alternativa, como se describirá en los pasos siguientes.

b) Desidentificarse o distanciarse.

Un cliente que está confrontado con la voz de un caracter interfiriente tiene que
ser ayudado por medio de un mensaje o instrucción que debe permitirle diferenciarse
de la voz ‘que le habla' o ver estos pensamientos y sentimientos negativos como 'una
parte' de a sí mismo con los cuales no coincide totalmente. Reflejos simples hechos por
el terapeuta pueden cambiar el énfasis e invitar al cliente no coincidir por más tiempo

20
con la reacción interfiriente. El cliente que dice: "Yo odio ser tan débil", puede oír al
terapeuta reflejar: “Hay una parte de ti que no tolera la idea que sientas debilidad...
Podrías dar una mirada y ver qué hay allí que quiere tu atención".

Aparte de nombrarlo como 'una parte' de la persona, el terapeuta puede hacer


la desidentificación más concreta pidiéndole al cliente que imagine poniendo “eso”
enfrente de si. De esta manera, la mayoría de los clientes alcanza una insight muy
rápidamente. Ellos gradualmente ven surgir algo significativo. El descubrimiento de
significado es fuertemente estimulado por el siguiente paso que usualmente sigue casi
inmediatamente después de la disidentificación o del distanciamiento de uno mismo.

c) Poniéndole una 'cara' a eso, o dándole una forma concreta.

Se invita al cliente a describir que 've delante de sí' cuando la voz o los
pensamientos han sido puestos a cierta distancia; si allí hay una cara, figura, persona
o forma que encaje con eso. Se le puede pedir al cliente dibujarlo o moldearlo en
arcilla o levantarse y representar el caracter, usando su propio cuerpo. O, en un grupo
de terapia, un miembro del grupo puede instruir a otro para tomar el ‘rol' o para
mantener el caracter seguramente apartado. Usualmente los clientes están
notablemente preparados para dar una descripción concreta de 'la figura' qué surge.
Tales figuras pueden ser los padres de la vida real. A menudo ellas son figuras que
simbolizan lo severo, lo duro y lo demandante, pero también lo sólido, lo protector, lo
seguro, tales como profesores de escuela, la policía, soldados, tías... A veces el cliente
ve un animal o una forma más abstracta como un loro, una serpiente, un perro
guardián, un bloque de granito, una pared alta o una cascada.

d) Explorando la función pasada y presente del caracter interfiriente.

Los caracteres interfirientes son partes poderosas de una persona que, o bien
fueron tomados de un padre o de una figura de autoridad importante (partes
introyectadas), o bien, fueron creados para protección o supervivencia en
circunstancias difíciles o dolorosas (partes de auto-protección). Muchas veces los
caracteres interfirientes son partes no sanadas del cliente que han estado sin amor y
aceptación. Ellos a menudo sirvieron la importante función de ayudar y proteger 'al
niño vulnerable' o impedían que sentimientos insufribles emergieran, pero han
continuado haciendo lo mismo aún cuando ya no se requiere. Ellos no diferencian
nada, tampoco ven las cosas en perspectiva, sino que actúan en una forma de 'todo o
nada'. Con la ayuda del terapeuta, el cliente descubre cómo el caracter interfiriente
llegó a su ser y cómo éste ha 'cumplido su función'. Al explorar el caracter interfiriente,
primero se le permite a éste saber que uno 'ha oído' lo que tiene que decir. Esto a
menudo le permite al cliente tomar una actitud más relajada hacia 'la parte
perturbante'. Se busca las 'buenas intenciones’ de esta voz o de estos pensamientos.
Éstas proporcionarán conocimiento adicional sobre cómo asir el próximo paso.

e) Asignando un nuevo lugar para eso.

En el caso de introyección de lo que se ha visto en el hogar, los clientes


usualmente se sienten rápidamente aliviados cuando ellos ven esto y pueden dejar ir
unos cuantos problemas o ponerlos aparte. Una instrucción simple del terapeuta para
poner 'eso' aparte o una sugerencia de dejar ‘eso’ fuera, generalmente es respondida
positivamente. Sin embargo, cuando eso se refiere a una parte que fue creada para

21
proteger al niño vulnerable, el terapeuta tendrá que ejercer más cautela. Podría ser
poco respetuoso poner aparte algo que ha sido un aliado del cliente. En tales casos, el
reconocimiento de cómo el caracter interfiriente ha ayudado al cliente, es necesario
primero, lo cual tiene el sentido de expresar gratitud hacia él. Subsecuentemente, el
cliente tendrá que decidir hasta qué punto ese caracter aún es necesitado; aprender a
diferenciar entre las circunstancias donde la protección o ayuda del caracter todavía se
requiere y aquellas en las cuales esa misma manera de reaccionar puede volverse
problemática. Este proceso consiste principalmente en un cambio de poder, el cliente
tiene la palabra final por sobre el caracter, en lugar de permanecer 'bajo su dominio'.
El cliente decide nuevamente en que circunstancias la reacción de un caracter
específico es apropiada.

f) Volviendo a esa parte de la persona que estaba o está bajo el dominio del
caracter interfiriente.

Aquí la transición se hace hacia la parte del cliente que estaba dominada por el
caracter interfiriente y a cómo se siente estar bajo el dominio de tan severa,
demandante y crítica parte. Aquí la cuestión también es consultar lo que la parte
dominada realmente necesita. A menudo, surge mucho enojo o tristeza y el
descubrimiento que se hace es que a uno le gustaría, en cambio, una parte
comprensiva, cariñosa, y contenedora. Puede ayudar a algunos clientes encontrar una
metáfora para este 'sustituto', como: una madre confortante y cálida, un padre
apoyador, un elefante amistoso que prepara el camino, alas protectoras alrededor de
uno, etc.

En la práctica clínica puede no ser posible separar estos diversos aspectos de


funcionamiento de los caracteres interferentes tan pulcramente como nosotros hemos
hecho aquí. Puede incluso no ser necesario pasar por todos estos pasos. Es importante
que el terapeuta ofrezca maneras alternativas de reaccionar al caracter interfiriente, en
lugar de permitir al cliente reaccionar de su estructurada y limitada manera. Ciertos
aspectos pueden recibir más atención que otros, según la naturaleza y origen del
caracter interfiriente. Por una otra parte, el terapeuta puede tener que dirigir un poco y
asegurarse que el cliente desarrolle un nuevo tipo de interacción; por otra, el terapeuta
debería seguir siempre los nuevos significados emergentes y sentar la autoridad de lo
que 'se siente correcto' para el cliente.

Unos cuantos ejemplos de cómo los caracteres interfirientes aparecen durante


las sesiones de terapia y cómo el terapeuta puede responder dando énfasis a diversos
aspectos, puede ilustrar cómo lo anterior luce en la práctica clínica. Los fragmentos
fueron reducidos a los pasos esenciales de trabajo con una perturbación particular,
para así dar un cuadro simplificado de lo que, a veces, resulta ser un difícil esfuerzo de
poner un caracter interfiriente a un poco de distancia y conseguir conocerlo bien,
mientras se lo mantiene alejado de la profunda sensación sentida subyacente que el
cliente lleva con él.

Brigit, 28 años, fue sexualmente abusada por su padre entre los 6 y 16 años.
En una sesión de terapia consigue contactarse con 'un profundo sentimiento de daño
interior'. Mientras habla acerca de eso, una voz amenazante y burlona surge desde
ella, diciendo: “¡No exageres! ¿Estás segura que es verdad todo lo que estás diciendo
aquí?” (Paso a). Ella conoce muy bien esta voz porque esa es la reacción con la que
usualmente anula sus sentimientos. El terapeuta le pide poner la voz en frente de ella
por un momento (Paso b) y ver si puede ponerle una cara (Paso c). Casi
inmediatamente, la cliente ve el retrato de su madre, quien reaccionó así, cada vez

22
que la joven muchacha intentó informarla sobre lo que su padre hizo. El terapeuta
ahora le pide a la cliente que ponga la imagen de su madre diciendo tales cosas,
aparte (Paso e) y provee un mensaje alternativo: "Te sientes profundamente herida
por dentro; trata de darle a eso más espacio; escuchemos a eso un poco más..." (Paso
f). El cliente tiene éxito, subsecuentemente, expresando su enojo y su dolor.

Hans, 38 años, cuenta cuan fastidiado está con su compañera. Él empieza a


sentir, pero inmediatamente corta el sentimiento con: "Eso no es justo para ella, no
está bien que me enoje con ella" (Paso a). Cuando el terapeuta le pide poner delante
de él esa parte de sí mismo que no está permitiéndole ser irrazonable (Paso b), él
contesta: "¡Pero soy todo yo! ¡No puedo ponerlo delante de mí porque eso es
precisamente lo que yo soy, ese hombre razonable!"

T: Sientes que coincides totalmente con esa parte razonable... Como si la parte
irrazonable estuviera totalmente apartada bajo ésta. ¿Es así cómo se siente?
C: Sí, así es.
T: ¿Cómo se siente ese pequeño niño irrazonable estando ahí? (Paso f)
C: De hecho, está muy enojado pero no se le permite mostrarlo. (el cliente empieza a
llorar).
T: Prosigue y permite al pequeño niño expresar su enojo.
C: Maldición, en casa nunca nadie mostraba enojo; sólo la tristeza estaba permitida...
(llora de nuevo)... me siento tan solo.
T: ¿Cuándo sientes algo como enojo, te sientes aislado en casa?
C: Nadie en la familia mostró enojo alguna vez… Mi madre lloró mucho, sobre todo
después de la muerte de papá (el cliente tenía 8 en ese momento)... y yo estaba
siendo como el muchacho inteligente, razonable... Sobre todo después que mi padre se
fue, me comporté muy razonablemente... todos encontraron grandioso que yo, como el
mayor, pudiera también apoyar a mi madre. (Paso d)
T: ¿Pero, este muchacho también se enojaba con su padre y con su madre? (Paso f).
C: Yo sabía que no se suponía que me sintiera así, porque mi padre no podría ayudar
estando muerto, pero sin embargo, sí, yo estaba muy enfadado porque él nos dejó a
nuestra propia suerte; y enfadado con mi madre porque ella lloró demasiado; ella
permaneció totalmente estancada en eso y siguió repitiendo cuan buen hombre él
había sido... (suspiro profundo, silencio)... ¡yo me conformé con ser el más razonable e
inteligente! ¡Esto ya ha durado suficiente! (Paso e) ¡Maldición, después de todo yo sólo
era un niño y quería un padre común, no un ideal muerto!

Gabriel, 42 años, habla entusiastamente acerca de un nuevo plan que está a punto de
realizar. De repente, su humor cambia y dice: "Bien, podría no resultar de todos
modos". (Paso a)

T: ¿De dónde vino eso tan de repente?


C: Yo siempre hago esto. Estoy acostumbrado. Yo pienso: 'No te hagas expectativas…
¡no resultaría bien de todos modos!'
T: ¿Podrías visualizar lo que viene con eso? (Paso b y c)
C: Antes, yo estaba totalmente sumido en eso, pero ahora empecé a notarlo porque
me lo preguntaste… siempre se siente como un loro que se coloca en mi hombro y me
picotea la oreja.
T: Así que ya no estás sumido en eso, pero te sigue molestando.
C: Sí, y no consigo callarlo.
T: ¿Podrías preguntarle por qué siempre quiere estar contigo? (Paso d)
C: Picotea justamente mis puntos débiles...
T: ¿Se alimenta con cualquier cosa que sea vulnerable en ti?
C: Me previene de resultar herido, desilusionado... siempre se anticipa a eso.

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T: Ahh... te protege contra las desilusiones... ¿Podrías hacerle saber que oíste
exactamente que intenta protegerte de que resultes herido o desilusionado?
C: (se relaja, silencio) Sí... pero también me impide ser entusiasta; arrastra todo.
T: Termina teniendo mucho poder.
C: Apenas tengo la fuerza para silenciarlo.
T: ¿Cómo te sentirías recreándolo en arcilla o en un dibujo? (Paso c)
C: Podría dibujarlo porque lo veo claramente delante de mí.
(El terapeuta le da una hoja de papel grande y lápices de colores y el cliente empieza a
dibujar el loro. Le da un obvio placer dibujarlo).
C: Ya con dibujarlo empiezo a sentirlo grotesco, no tan poderoso como yo había
esperado... también lo voy a rodear con una jaula... Y en el margen escribiré - como
en una historieta cómica - toda la basura que está diciendo. Lo encuentro cómico al
verlo así, como una figura de historieta... (Paso e)
T: ¿Ahora se siente como si tuvieras más poder sobre él?
C: Sí, ahora lo encuentro ridículo.
T: ¿Quieres guardarlo o deseas hacer alguna otra cosa con él?
C: En la jaula está bien. Puedo ponerlo aparte cuando exagera... no quiero quedar
totalmente librado de él todavía, porque a veces lo encuentro cómico. Tiene un sentido
del humor que me hace popular con los colegas.

De hecho, se requiere la gama entera de habilidades terapéuticas cuando se trabaja


con las formas interfirientes de reaccionar. El cliente tiene que sentirse sumamente
seguro en la relación con el terapeuta antes de desestructurar un carácter interfiriente.
De hecho, es una defensa importante contra la amenaza interpersonal. El terapeuta
debe comunicar fuertemente las actitudes rogerianas básicas cada vez que un caracter
interfiriente aparezca; aquí, la empatía y el respeto por el caracter interfiriente y la
parte subyacente del cliente son necesarios. Los caracteres interfirientes, a menudo,
han servido la función de mantener las emociones abrumadoras bajo control; así, éstas
surgirán nuevamente una vez que nosotros descubramos lo que está oculto bajo el
caracter interfiriente. El principio de encontrar la distancia correcta del caracter
interfiriente es un elemento esencial para permitir al cliente trabajar sin estar sumido
en éste, mientras tiene, no obstante, suficiente contacto con él, para hacer la
exploración posible. Los diferentes elementos con los cuales una sensación sentida
puede completarse también se aplican para explorar un carácter interfiriente: una
imagen evoca emociones y las sensaciones corporales surgen y esto normalmente es
seguido por el recuerdo de la situación en que el carácter interfiriente se originó. El
retorno a la parte subyacente del cliente también es destacado por la situación en que
esa parte se suprimió; en el proceso, ciertas emociones y sensaciones corporales
surgen y a menudo una nueva imagen o símbolo aparece y encaja mejor con la parte
subyacente. Durante el completo proceso de trabajar con un carácter interfiriente, la
presencia auténtica del terapeuta es muy importante: la solidaridad del terapeuta se
necesita para sostener tanto al poderoso carácter interfiriente como al profundamente
herido 'niño pequeño'; también el terapeuta tiene a menudo que dar un auténtico y
vivaz contra-argumento que provee espacio para el proceso de sanación del cliente.

Notoriamente, las sesiones consagradas a trabajar con un carácter interfiriente


siempre son experimentadas por el cliente como un importante punto de cambio.
Inmediatamente después de éstas, mencionan notables cambios en sus vida y, hacia el
final de la terapia, ese proceso a menudo se recuerda vivamente como el 'evento clave'
del proceso terapéutico.

5. OBSERVACIONES SOBRE EL CIERRE.

24
Al concluir una sesión de terapia, la actitud de Focusing de cuidar de aquello
que está presente, puede ser enfatizada una vez más. Por ejemplo, el terapeuta podría
sugerir: “¿Podría hacerle saber al sentimiento que acabaremos pronto y ver si necesita
algo más antes que terminemos?" Cuando el proceso no está completamente
terminado todavía y el tiempo de la sesión se está acabando, la experiencia final de la
sesión puede ser especialmente destacada, o bien, una expresión que parecía ser muy
significante durante la sesión puede llevarse a primer plano. Por ejemplo: “La
expresión: 'enfrentándolo con poder' parecía emocionarte particularmente... Si deseas,
podrías tomarla e intentar averiguar cómo sigue estando allí, o, podríamos volver a eso
la próxima vez". A menudo, una imagen usada durante la sesión parece sobresalir y
puede trabajarse con ella durante varias sesiones.

A veces se le pide al cliente concluir la sesión atendiendo lo que necesita ser


recordado de ésta, o qué cosa en particular quiere que se le atienda en casa. En este
proceso de validación, a veces es revisado, brevemente, el camino cubierto durante la
sesión, para ayudar al cliente a internalizar los eventos terapéuticos y a usar las
herramientas terapéuticas para si mismo. La atención también podría darse para
ayudar al cliente a conservar una actitud amistosa hacia el proceso, una vez que la
sesión ha terminado. Para ese propósito, puede usarse una metáfora. Así, cuando algo
vulnerable permanece presente en el cliente, al final de la sesión, el terapeuta puede
sugerir llevarlo como 'un niño en un coche'; o algo precioso puede ser puesto en una
'caja de joyas'. El nuevo material que surge al final de la sesión ya no es tratado, pero
el cliente puede ser asistido en proveerle un buen lugar aquello, donde puede esperar
hasta después. Finalmente, puede tener sentido decir una palabra de apreciación
sencillamente para el proceso que tuvo lugar, incluso aunque sólo haya ocurrido un
paso pequeño.

En el entretanto, el lector se habrá dado cuenta cabalmente del hecho que el


Focusing consiste en una multitud de procesos complejos. Sin embargo, el terapeuta
no debe intentar repasar todos los pasos con el cliente, porque esto, generalmente,
produce que no se atienda al cliente como éste necesita. Sin embargo, es importante
para el terapeuta estar en 'completo manejo' de los microprocesos para referirse a
ellos como el proceso del cliente requiere que se haga. El espíritu de trabajar en la
terapia-orientada-al-focusing puede describirse así: "Nosotros no abandonamos el
axioma centrado-en-el-cliente, ya que es justamente éste la autoridad máxima sobre
lo que está 'realmente' pasando... Yo espero guiar al cliente hacia una introspección
más eficaz. Idealmente, la interacción debería ser no-directiva: el cliente señala las
direcciones, en lugar de ser dirigido por el terapeuta. El método específico que yo uso
para minimizar la directividad es una aproximación de dos pasos. El primer paso es
una simple respuesta empática del evento... El segundo, puede no necesitarse, ya que
cuando un evento del proceso es bien reflejado, el problema puede resolverse… Si el
cliente no encuentra su propia dirección en el proceso, entonces hago sugerencias de
guía... El tipo de dirección del proceso en cuestión es evaluado por el cliente... Yo
recomiendo alcanzar una comprensión confirmatoria de un evento del proceso para dar
a la dirección la oportunidad de surgir espontáneamente desde dentro del cliente, pero
si no lo hace, yo hago una sugerencia, en lugar de permitir al cliente proceder
obviando un pequeño paso el cual podría constituir un avance" (Iberg 1996, pp.22-23).
Agregar sugerencias de Focusing puede ser totalmente consistente con la manera en
que muchos terapeutas ya están siendo efectivos, o pueden representar algún tipo de
cambio en la actitud y el lenguaje. Aunque: "La combinación de cualquier método
terapéutico con Focusing no es tan fácil como parece a primera vista, porque la gracia
del Focusing no es la técnica sino más bien las actitudes de Focusing específicas, y
ellas no pueden lograrse tan fácilmente... Un terapeuta de Focusing está en contacto

25
con su cuerpo, con su resonancia corporal, su sensación sentida acerca de la total
persona del cliente, y sobre la incesante experiencia y autoexpresión de éste. Esto es
porque todas las ‘técnicas’ terapéuticas surgen de esta resonancia implícita. La
sensación sentida del terapeuta es la fuente de las técnicas del Focusing (con tal que el
terapeuta esté percibiendo exactamente la expresión verbal y no-verbal del cliente).
Estas 'técnicas’ no son sólo métodos de escucha y guía, sino también respuestas
auténticas hacia la persona del cliente” (Wiltschko 1995, p.2 y p.6). "La terapia
orientada al Focusing no es terapia que incluye breves pasos de instrucciones de
Focusing. Más bien, significa permitir que lo que surja desde las profundidades de una
persona defina la actividad del terapeuta, la relación, y el proceso en el cliente"
(Gendlin 1996, pág. 304). En un proceso de Focusing, el terapeuta modela y
repetidamente anima al cliente para escucharse con una atención amistosa, y cuidar
de lo que surge desde su sensación sentida. De esta manera, el cliente gradualmente
aprende a tomar la tarea del terapeuta y adquirir las actitudes por las cuales puede
volverse su propio terapeuta.

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(*) Luis Robles Campos (2006).
Psicólogo - Universidad de Tarapacá. Arica – Chile.
Focusing Trainer - Acreditado por Focusing Institute, New York.
luisrobles1977@gmail.com

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