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IX.

CONCLUSION
Lo que parece sobresalir siempre ms, por tanto, es una progresiva eliminacin por parte de las subculturas de aquella relacin con el territorio en que principalmente se fundaba su identidad antes del punk. Es a travs de estrategias de este tipo que las subculturas intentan hoy ser ms libres de actuar para garantizarse un margen de supervivencia, para salvaguardar aquel valor para ellos fundamental que est constituido por la autenticidad, pero la situacin no es fcil para las subculturas individuales los confines de los cuales son siempre ms indefinidos y confusos. Aquella que parece abrirse paso es, en efecto, una nica subcultura difundida en todo el planeta y unificada en el plano del estilo por compartir los cdigos propios del skateboard, el snowboard, del surf y de otros tantos deportes extremos. Una subcultura parcialmente derivada del universo hip hop y que ha desarrollado un lenguaje tecnolgico estrechamente funcional que a menudo consigue tambin entrar en las propuestas de las industrias y de los estilos. Tiende por tanto a crearse un nico mundo indistinto donde no hay ms confines entre formalidad e informalidad, entre la calle y la industria: el mundo que alguien, no por casualidad, ha llamado street wear. Se trata no tanto de un estilo, sino de un concepto: vestirse como se quiere, trayendo inspiracin de la realidad urbana y metropolitana. Se desarrolla as un territorio pegajoso donde los lenguajes de las subculturas y las de las marcas se mezclan continuamente.

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