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Ef 2:1-5
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Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados,
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en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo,
conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de
desobediencia,
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entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de
nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por
naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.
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Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó,
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aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos)
INTRODUCCION
Como todo efecto tiene su causa, hay una causa o razón que explica el hecho de que el
pecado personal es universal. Esa causa es la naturaleza, que algunas veces se la
denomina naturaleza adámica, o pecado innato, o pecado original, o el viejo hombre.
Cualquiera que sea el término, se refiere a la realidad que se originó en Adán y que ha
sido trasmitida desde Adán a toda la posteridad.
El efecto del primer pecado sobre el Adán que no había caído fue una degradación: una
conversión a la inversa. Como resultado inmediato de ese primer pecado, Adán llegó a
ser completamente diferente del hombre que Dios había creado, para el cual Dios había
establecido la ley de la generación, según la cual la reproducción de todo ser viviente
debía ser "según su especie".
Sobre la naturaleza adámica, que fue la que Adán obtuvo por la desobediencia, escribe
Juan Calvino, en sus Instituciones, lo siguiente: "Si el Autor de la naturaleza es Dios,
¿cómo puede librarse Dios de la culpa de que nosotros seamos perdidos por naturaleza?
Contesto: hay una naturaleza biforme. La una es la que Dios produce; la otra es una
corrupción de la primera. Nosotros no nacemos con la naturaleza con que Adán fue
creado al principio".
La experiencia de Adán, antes del primer pecado, fue única y distinta de la de todos los
demás miembros de la raza, con excepción de Uno. Adán llegó a ser pecador por el
mismo hecho de cometer el pecado. Todos los demás miembros de la raza, con
excepción de Uno, son pecadores por cuanto nacieron pecadores.
El hecho de que los pecadores pequen no debe causar ninguna sorpresa y, aunque esta
verdad no mitiga la perversidad del pecado personal, queda claro que Dios tenía
previsto que cuando la raíz es mala, el fruto es también malo. Cuando la fuente es
amarga, el agua será también amarga.
Puesto que el pecado de Adán mereció la sentencia de muerte, tenemos que concentrar
de nuevo nuestra atención en dicha sentencia en sus tres formas. Fuera de la revelación,
el hombre sólo obtiene vagas nociones con respecto a la experiencia que se llama
muerte. Sólo la revelación nos explica su origen, su presente dominio universal y su
ocaso futuro. La muerte es un intruso que se metió en la creación de Dios. Como ser
creado, el hombre era tan inmortal como los ángeles. La historia está escrita en términos
sencillos.
Dios le dijo a Adán con respecto al fruto prohibido: " ... el día que de él comieras,
ciertamente morirás." La muerte que así se le prometió al hombre y que después cayó
como sentencia sobre él, abarcaba la muerte espiritual, que es la separación del alma y
el espíritu de Dios; la muerte segunda, que es la forma permanente de muerte espiritual
o separación entre Dios y el alma y el espíritu, y la muerte física, que es la separación de
alma y espíritu del cuerpo.
Así como la muerte física tiene relación con el pecado que se imputa, la muerte
espiritual tiene relación con la naturaleza de pecado que se trasmite.
La muerte espiritual se evidencia en estos dos aspectos, aunque, por el hecho de que la
muerte está universalmente muy relacionada con la cesación de la vida, es más fácil
relacionar la muerte espiritual con la incapacidad para hacer el bien que con la
inclinación al mal.
La verdad en la cual debemos insistir es aquella que nos indica que la muerte espiritual
no es la cesación de ninguna forma de vida. Es, más bien, la separación entre Dios y la
vida en toda su plenitud.
El estado de muerte espiritual está bien descrito, con todas sus actividades en
Efesios 2:1-3: "Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros
delitos y pecados·, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la
corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos
nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la
voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira,
lo mismo que los demás."
Nos falta observar que tanto la muerte espiritual como la naturaleza de pecado se
trasmiten directamente de padres a hijos de generación en generación y en todas las
generaciones. Aparentemente no hay disminución en la fuerza de este carácter en la vida
pervertida. El último niño que le haya nacido a esta raza está tan afectado por la muerte
espiritual y tan saturado de la naturaleza de pecado como lo estuvo Caín, quien recibió
su tendencia pecaminosa directamente de su padre Adán. Examinemos ahora:
El Dr. W. G. T. Shedd escribe ampliamente sobre el daño que el pecado original le causó
al hombre y sobre las características peculiares de la naturaleza de pecado. Suyas son las
siguientes palabras:
"El pecado original, visto como una corrupción natural, puede considerarse con
respecto al entendimiento de la siguiente manera:
1. El pecado original es ceguera:
a. “... para que abras los ojos de los ciegos” dice Is. 42:7
b. “A pregonar ... vista a los ciegos" dice Lc. 4: 18
c. " ... y no sabes que eres un ... ciego" dice Ap. 3:17
d. “el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos" dice 2 Co.
4:4.
2. Todos los pasajes de la Biblia que se refieren a la regeneración como si fuera
una iluminación califican el pecado original como ceguera
a. 2 Co. 4:6 “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la
luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo”
b. Ef. 5:14 “Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los
muertos, Y te alumbrará Cristo”
c. 1 Ts. 5:5 “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos
de la noche ni de las tinieblas”
d. Sal. 97:11 “Luz está sembrada para el justo, Y alegría para los rectos de
corazón”
3. Y también todos los pasajes Bíblicos que califican al pecado de tinieblas
a. Pr. 4:19 “El camino de los impíos es como la oscuridad; No saben en qué
tropiezan”
b. Is. 60:2 “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las
naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria”
c. Ef. 5:11 “Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino
más bien reprendedlas”
d. Col. 1:13 “el cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado
al reino de su amado Hijo”
e. 1 Jn. 2:11 “Pero el que aborrece a su hermano está en tinieblas, y anda en
tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos”
f. 1 Ts. 5:4 “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel
día os sorprenda como ladrón”
g. Ef. 4:18 " ... teniendo el entendimiento entenebrecido"
h. Ro. 1:28: "una mente depravada"
Por supuesto, Dios, que es el objeto de estos afectos, por la misma razón Él es
desconocido a tal alma. El discernimiento espiritual del cual se nos habla en:
1 Corintios 2:6 cuando dice: “Sin embargo, hablamos sabiduría entre los que han
alcanzado madurez; y sabiduría, no de este siglo, ni de los príncipes de este siglo, que
perecen”,
Cristo le dijo a los judíos: "Si yo no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no
tendrían pecado" en Jn. 15:22. Este pecado era el de no conocer "al que me ha
enviado" les dijo Jesús en Jn. 15:21. Pero la ignorancia en este caso era voluntaria.
Ellos querían ser ignorantes.
1) Enemistad
a) “Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios” dice Ro. 8:6
b) “... la amistad del mundo es enemistad contra Dios ..." dice Stg 4:4
c) " ... fuisteis rebeldes al mandato de Jehová vuestro Dios" en Dt 1:26
d) (Job 34:27; Is. 1:1; Is 30: 9; Is 45:2, Ez. 12: 2)
2) También el pecado original en relación con la voluntad es odio
a) Ro. 1:29 “estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad,
avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades”
b) (Sal 89:23; Sal 139:21; Pr 1:25; Pr 5:12).
3) Y el pecado original en relación con la voluntad es dureza de corazón o
insensibilidad
a) He 3:8, 15; 4:7 “No endurezcáis vuestros corazones”
b) (Ex. 7: 14, 22; 2 R. 17: 14; Job 9:4; Is. 63:17; Dn. 5:20; Jn. 12:20; Hch. 19:9;).
4) El pecado original en relación con la voluntad es también aversión:
a) “.... y no queréis venir a mí . . .', es decir, no tenéis esa inclinación (Jn. 5:40;
Ap. 2: 21).
5) El pecado original en relación con la voluntad es, además, rebeldía:
a) “Porque yo conozco tu rebelión, y tu dura cerviz" en Dt 31:27
b) (Ex. 32:9; Sal. 75:5; Is. 26: 10; 43:4; Hch. 7:51; Ro. 10:21).
6) Y el pecado original en relación con la voluntad es esclavitud
a) Jn 8:34 “Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que
hace pecado, esclavo es del pecado”
b) (Jer. 13:23; Jn. 6:43 - 44; Ro. 5:6; 6:20; 7:9,14,18,23; 8:7,8; 9:16; 2 P. 2:14)
últimas serían menos dignas de inculpación, si el carácter que hace que se produzcan
y que hace más difícil la posibilidad de evitarlas no tiene determinación propia ni es
culpable.
8) Si no hay culpabilidad en la corrupción de la naturaleza, entonces se torna imposible
explicar por qué el niño que muere necesita Redención mediante la expiación con
sangre. “Jesucristo ... vino mediante agua y sangre "; es decir, tanto con el poder
expiatorio como con el poder santificador (l Jn. 5:6). Pero, si no hubiera culpa en la
depravación natural, entonces Cristo hubiera venido para el niño por agua solamente
y no por sangre; para su santificación, y no para justificación. La redención del niño
implica que este es tanto culpable como contaminado. El niño tiene un alma
racional; esta alma tiene una voluntad; esta voluntad tiene sus inclinaciones; estas
inclinaciones, como las del adulto, se centran en la criatura, y no en el Creador. Esta
es la culpabilidad, y necesita el perdón. También es contaminación, y necesita
limpieza.
9) Dios perdona el pecado original así como la transgresión real, pues él nos otorga la
"remisión de pecados”. “La mente carnal”, o sea la enemistad del corazón contra
Dios, es una ofensa tan grande contra su excelencia y honor, como cualquier acto
particular que proceda de ella.
Además de los pasajes que se han citado anteriormente como prueba de la universalidad
del pecado personal, la mayor parte de los cuales se aplican en forma semejante a la
naturaleza de pecado, hay incontables pasajes bíblicos que se refieren al mal moral
como una característica, como una señal distintiva, no de individuos ni de clases de
hombres en ciertas localidades, sino de la naturaleza humana, tal como es en todas las
circunstancias, con la única excepción de aquellos que son regenerados, sobre los cuales
se nos revelan hechos específicos que se relacionan con esa naturaleza.
Génesis 8:21. "Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré
más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre
es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho."
Es extraño, pero cierto, que esta estimación directa y conclusiva con respecto al hombre
caído la pronunció Jehová en medio de su promesa de eterna misericordia. Este estado
de mal al cual se refiere Jehová no lo origina cada individuo por cuenta propia; sino que
es así desde el principio.
Salmo 14:2,3. "Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si
había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han
corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno." Este pasaje revelador
lo cita el apóstol Pablo, en su extensa denuncia contra toda la raza, en Romanos 3:9-
19. La declaración del Apóstol es tan importante que debemos citarla también en forma
completa:
" ¿ Qué, pues? ¿Somos nosotros mejores que ellos? En ninguna manera; pues ya hemos
acusado a judíos y a gentiles, que todos están bajo pecado. Como está escrito:
No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios.
Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga 10 bueno, no hay ni
siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de
áspides hay debajo de sus labios; Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus
pies se apresuran para derramar sangre; Quebranto y desventura hay en sus caminos; y
no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos.
Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para
que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios."
Jeremías 17:5,9. "Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y
pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová ... Engañoso es el corazón
más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? " Difícilmente podría
expresarse en forma más clara la estimación divina con respecto al hombre caído y
degenerado. En este pasaje se declara que el hombre es, en carácter, opuesto a Jehová.
No se puede depositar confianza en el hombre, en ningún sentido. El segundo de estos
versículos declara que el hombre no es malo en forma moderada. Según lo ve Jehová se
nos declara que el corazón es "engañoso. .. más que todas las cosas, y perverso." y
también se nos dice que, a pesar de su vanidad y de su concepto para el cual no tiene
ninguna base, el hombre no conoce la verdad con respecto a sí mismo.
Juan 3:6. "Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu,
espíritu es." Vale la pena citar lo que escribe el Dr Julius al comentar este pasaje:
"En cuanto al Nuevo Testamento, Juan 3:6 ha sido la norma de autoridad para la
doctrina del pecado innato en el hombre: “Lo que es nacido de la carne, carne es: y lo
que es nacido del Espíritu, espíritu es”
Si se toma en relación con lo que precede, esta declaración de Cristo prueba claramente
el hecho de que la corrupción es inherente en la naturaleza humana, pues se ve que El
hace que la participación en su reino dependa de una completa renovación, que es la que
opera el Espíritu Santo.