Vous êtes sur la page 1sur 10

LA DOCTRINA DEL PECADO Página 1 de 10

LADOCTRINA DEL PECADO


Parte 19: EL TRIUNFO FINAL SOBRE EL PECADO

1 Corintios 15:20-28
20
Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es
hecho.
21
Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la
resurrección de los muertos.
22
Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
23
Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo,
en su venida.
24
Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo
dominio, toda autoridad y potencia.
25
Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de
sus pies.
26
Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.
27
Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas
han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas.
28
Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se
sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos

La lectura de hoy es tomada de Lewis Sperry Chafer, para examinar el tema de:

EL TRIUNFO FINAL SOBRE EL PECADO

La revelación y la razón se unen para dar testimonio de que el mal es algo temporal en
el universo de Dios.

La razón nos dice que, puesto que Dios es infinitamente santo y es el Diseñador y
Creador del Universo, el mal tuvo que haber comenzado sus manifestaciones después de
la creación y mediante permiso de Dios, y que tiene que servir para el cumplimiento de
algún propósito compatible con la justicia divina.

La razón también espera que cuando ese propósito se haya cumplido, el mal será
separado de la creación de Dios, y Dios, que ha tomado a su cargo la responsabilidad de
juzgar el mal, cumplirá esa obra hasta el grado de perfección que caracteriza a todas sus
obras.

Por otro lado, la revelación predice una victoria venidera sobre el mal, la cual es de tal
naturaleza que ninguna mente humana puede comprenderla. El creyente haría bien en
detenerse y reflexionar sobre el maravilloso carácter del libro que con absoluta exactitud
nos revela lo que ha de acontecer en la eternidad que tenemos delante, del mismo modo
como nos revela los hechos de la eternidad que hubo antes de nosotros. Este libro
incomparable fue dado mediante inspiración divina, con el propósito de que el hombre
de Dios (es muy poco lo que le puede servir al que no sea hombre de Dios) pueda llegar
a ser perfecto tanto en conocimiento como en carácter, mediante su poder santificador, y
"enteramente preparado para toda buena obra" como dice (2 Ti 3:16-17).

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 2 de 10

16
Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para
corregir, para instruir en justicia, 17a fin de que el hombre de Dios sea perfecto,
enteramente preparado para toda buena obra

Al estudiar el triunfo final de Dios, citaremos ciertos pasajes fundamentales de las


Escrituras que veremos a continuación:

1 Corintios 15:25-28.
25
Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos
debajo de sus pies. 26Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte.
27
Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas
las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él
todas las cosas. 28Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces
también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que
Dios sea todo en todos

Esta porción de la Biblia, que tiene carácter de paréntesis en medio de una amplia
revelación con respecto a la resurrección, presenta el programa divino para la
purificación del universo en preparación para la gloria eterna. Habiendo declarado que
la resurrección será un hecho común para todos los hombres, y que habrá un orden de
sucesión en la resurrección: (l) Cristo las Primicias; (2) los que son de Cristo en su
venida; y (3) la resurrección final de los muertos impíos

El Apóstol indica que la segunda de estas resurrecciones, que es la que ha de ocurrir


cuando Cristo venga por su Iglesia, le corresponde a un grupo que él designa con el
nombre "los que son de Cristo". Esta declaración se corresponde con la declaración de 1
Tesalonicenses 4:16, donde se nos indica que los muertos en Cristo resucitarán primero;
y con la declaración de Apocalipsis 20:4-6, donde se nos indica que aquellos sobre los
cuales reposa el sello de la bendición divina resucitarán antes del comienzo del período
de mil años; mientras que "los otros muertos" no volverán a vivir hasta que se hayan
cumplido los mil años. Estos son los textos completos:
1 Tesalonicenses 4:16 “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo
resucitarán primero”
Apocalipsis 20:4-6 “4Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron
facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de
Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su
imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron
y reinaron con Cristo mil años. 5Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta
que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. 6Bienaventurado y
santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene
potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán
con él mil años”

En Juan 5:27-29 “27y también le dio autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del
Hombre. 28No os maravilléis de esto; porque vendrá hora cuando todos los que están en
los sepulcros oirán su voz; 29y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida;
mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” En estos versículos se
registran las propias palabras de Cristo, en las cuales declara que habrá dos grupos en la
resurrección, pero El no hace ninguna referencia al tiempo que ha de transcurrir entre

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 3 de 10

los dos eventos de resurrección. Según Cristo, estos dos grupos resucitarán durante esta
"hora" profética que ya ha durado casi dos mil años y que, según la profecía bíblica,
continuará durante mil años después del retorno de Cristo.

En el período que trascurre entre la resurrección de Cristo y la resurrección de la


compañía de "los que son de Cristo", tiene que lograrse completar el número de todos
los que componen este grupo.

Cuando Cristo venga por los suyos, no sólo llevará esta compañía para que esté con El,
mediante resurrección y traslado, sino que en ese momento terminará esta específica
empresa divina.

Del mismo modo, el período que trascurrirá entre la resurrección de los que son de
Cristo y la resurrección final, se caracterizará por el hecho de que Cristo estará
ejerciendo personalmente el poder y la autoridad.

Este período, según Apocalipsis 20:4-6 será de mil años. Al fin de este período, y en
virtud de haberse cumplido el reinado de Cristo, la Biblia enseña que El entregará "el
reino al Dios y Padre" como vimos en (1 Co 15:24).
Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido
todo dominio, toda autoridad y potencia

El reino al cual se refiere este pasaje es una esfera más amplia de autoridad divina, pues
mediante su autoridad y poder, El pondrá a "todos sus enemigos debajo de sus pies",
sean éstos angélicos o humanos. El último enemigo que ha de ser destruido será la
muerte. Por permiso de Dios, esta administración de gobierno divino ha entrado en
rebelión contra Dios.

Una gran compañía de ángeles no permaneció en su estado original, y la mayor parte de


la familia humana ha estado o está en rebeldía contra Dios. La muerte, que era extraña
al primitivo estado del hombre, ha traído la maldición sobre la tierra en todas las
generaciones. La Biblia nos enseña que en aquel período milenario Cristo destruirá a
todos sus enemigos, y entregará el reino restaurado al Dios y Padre.

La palabra "entregue", no sugiere que el Hijo abandonará su propia autoridad para


reinar. Esto no lo podría hacer El, puesto que El debe ocupar eternamente el trono de
David como indican los siguientes textos:
Lc 1:32-33 “32Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor
Dios le dará el trono de David su padre; 33y reinará sobre la casa de Jacob para
siempre, y su reino no tendrá fin”
Is 9:6-7 “6Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre
su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre
Eterno, Príncipe de Paz. 7Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite,
sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en
juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos
hará esto”
Dn 7:14 “Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos,
naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará,
y su reino uno que no será destruido”

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 4 de 10

No se debiera esperar que aquellos que no ven nada sobre el porvenir de Israel en la
profecía, y que no reconocen el reino terrenal eterno de Cristo, observen la importancia
de este pasaje.

Para que éste sea el preciso significado que debe entenderse en este pasaje de 1 Co
15:23-28, el Apóstol continúa diciendo que Dios el Padre le sujetó todas las cosas al
Hijo, con la única excepción, que es de suma importancia y muy razonable, de que el
Padre, que fue el que le dio la autoridad al Hijo, no está sujeto al gobierno de su Hijo, el
cual por lo demás es universal. Así, cuando el Hijo haya puesto a todos sus enemigos
debajo de sus pies, cuando haya destruido la muerte, y cuando haya presentado el
universo absolutamente conquistado al Padre, El continuará entonces, como ahora, con
su reino eterno.

Nunca más volverá a levantarse una voz opositora en el reino universal de Dios; sino
que Dios - Padre, Hijo y Espíritu Santo - tal como fue en el principio, será "todo en
todos".

Son pocos los pasajes que tratan sobre el tema escatológico que sean de mayor
importancia que el de 1 Corintios 15:24-28. En este pasaje aparecen tres factores
determinantes:
PRIMER FACTOR. Durante el período que transcurre entre la resurrección de los que
son de Cristo y la resurrección final, el Hijo ejercerá amplia autoridad, con el propósito
de destruir a todo gobierno y a toda autoridad que se le oponga a Dios. Cristo pondrá a
todos sus enemigos debajo de sus pies. Aun el "postrer enemigo", que es la muerte, será
destruido (el verbo griego cuya traducción en este versículo es "será destruido" es el
mismo que en el versículo 24 se tradujo "haya suprimido": compárese el uso en 2 Ti
1:10 “pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador
Jesucristo, el cual quitó la muerte y sacó a luz la vida y la inmortalidad por el
evangelio”, aquí, mediante el empleo del mismo verbo, se afirma que Cristo ya abolió la
muerte para el creyente cristiano; y en He 2:14 “Así que, por cuanto los hijos
participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por
medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo”, en este texto
se nos revela que Cristo, por medio de la muerte destruirá al que tiene el imperio de la
muerte.

Por otra parte en 2 Co 3:13 “y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para
que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido”
Y en Ro 7:4 “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el
cuerpo de Cristo, para que seáis de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que
llevemos fruto para Dios”. En estas dos porciones se nos dice que el antiguo orden fue
abolido por la muerte de Cristo; y finalmente, Ro 6:6 “sabiendo esto, que nuestro viejo
hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido,
a fin de que no sirvamos más al pecado”, se nos enseña que, por la muerte de Cristo, el
cuerpo del pecado es destruido.

SEGUNDO FACTOR. El Padre le ha dado al Hijo toda autoridad:


1. Primero, como Creador, Col 1:16 “Porque en él fueron creadas todas las cosas,
las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos,
sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y
para él”

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 5 de 10

2. Segundo, como Preservador, He 1:3 “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y


la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de
su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí
mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”; Col 1:17 “Y él es antes
de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”
3. Tercero, como Gobernante, mediante específico decreto divino: Mt 28:18 “Y
Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la
tierra”

Aunque el Padre se reserva ciertos poderes para El de acuerdo a Hch 1:7 “Y les dijo:
No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola
potestad”, el Padre mismo se exceptúa, para no estar en ningún tiempo sujeto a la
autoridad que El mismo le ha dado al Hijo (compárese con He 2:8 “Todo lo sujetaste
bajo sus pies. Porque en cuanto le sujetó todas las cosas, nada dejó que no sea sujeto a
él; pero todavía no vemos que todas las cosas le sean sujetas”).

TERCER FACTOR. El Hijo, cuando haya ejercido su poder de tal modo que todos los
enemigos de la autoridad de Dios hayan sido puestos debajo de sus pies, continuará su
reino, entonces como ahora, mediante la irrevocable autoridad del Padre. La
construcción gramatical en griego, según los exégetas más dignos de crédito, no exige la
conclusión de que, al presentar el reino restaurado al Padre (como dice el verso 1 Co
15:24 “Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido
todo dominio, toda autoridad y potencia”), o que al continuar el reino en las edades
venideras por autoridad del Padre, como lo ejerce ahora según (1 Co 15:28 “Pero luego
que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le
sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos”), no indica que el Hijo tiene
que renunciar al reino.

Esto no pudiera suceder, en vista de muchas predicciones que indican que El reinará
eternamente. El, cuya relación con Israel y con esta tierra es la de Rey, y cuyo reino es
eterno, en realidad reinará hasta que los reinos de este mundo hayan llegado a ser los
reinos de nuestro Señor y de su Cristo; pero ése no será el fin, pues también se dice de
El que "reinará ... para siempre, y su reino no tendrá fin" como afirman los siguientes
textos
Is 9:7 “Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y
sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para
siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”
Lc 1:33 “y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”
Ap 11:15 “El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que
decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él
reinará por los siglos de los siglos”

Se nos revela, pues, mediante este importante pasaje, el triunfo final de Dios sobre todo
el mal.

Examinemos ahora Apocalipsis 20:11-22:7. De los varios pasajes de la Escritura que


tratan sobre el triunfo final de Dios, no hay ninguno que sea más vital y exhaustivo que
el que vamos a considerar ahora. Este pasaje amerita hacer una exégesis, palabra por
palabra, pero en este capítulo sólo podremos hacer una leve referencia a dicho pasaje.

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 6 de 10

Cuando Cristo dijo: "En la casa de mi Padre muchas moradas hay" en (Jn.14: 2); parece
que se estaba refiriendo al universo entero, en el cual hay varias moradas.

El pasaje de Apocalipsis 20:11-22:7 dice que tales moradas son las siguientes:
(l) El cielo nuevo, que es la morada de Dios Ap 21:1 “Vi un cielo nuevo y una tierra
nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más”
(2) la ciudad celestial, que se distingue del nuevo cielo en que desciende del cielo (Ap
2l:2, 10 “2Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios,
dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 10Y me llevó en el Espíritu a un
monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del
cielo, de Dios”);
(3) La tierra nueva, que será habitada por el Israel glorificado, pueblo éste que siempre
ha estado relacionado con la esfera terrenal, y cuya existencia es, según el pacto que
Jehová hizo con él, eterna. Con el pueblo de Israel estarán en la tierra "las naciones que
hubieren sido salvas", las cuales le llevarán la gloria y el honor a ella; y
(4) la morada de los que "estarán fuera", cuyos caracteres y estados serán
incambiables, y estarán separados de Dios para siempre.

La Iglesia mencionada por Jesús en (Jn 14:3 “Y si me fuere y os preparare lugar, vendré
otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”) y
así mismo los santos ángeles compartirán con el Dios Trino la primera morada, que es
el cielo nuevo. Comparativamente es poco lo que se nos revela con respecto al carácter
del cielo nuevo; probablemente eso se debe a que la mente finita no es capaz de
comprenderlo. Sin embargo, es mucho lo que está escrito con respecto a la ciudad
celestial, la cual se nos dice que desciende del cielo, de Dios: se nos informa sobre su
carácter, sus dimensiones, sus habitantes, o sea, los que frecuentan sus portales, el
material del cual estará constituida su estructura y su gloria. Los patriarcas esperaban
esa ciudad. Abraham, que moraba en tiendas, buscaba "la ciudad que tiene
fundamentos" como afirma (He 11:10,16 “10porque esperaba la ciudad que tiene
fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 16Pero anhelaban una mejor, esto
es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha
preparado una ciudad”).

La ciudad será cosmopolita: la frecuentarán y disfrutarán de ella los que estarán en las
otras moradas. En efecto, la esposa, cuyo hogar evidentemente será el cielo nuevo,
donde estará Cristo, estará tan completamente identificada con la ciudad que ésta llevará
también el nombre de "la esposa del Cordero".

También se nos indica que en aquella ciudad tendrá el privilegio de hacer acto de
presencia la Iglesia, por el hecho de que sus doce fundamentos llevarán los nombres de
los doce apóstoles del Cordero. También entrarán en dicha ciudad los ángeles, el pueblo
de Israel y las demás naciones, puesto que en sus puertas habrá doce ángeles, y éstas
llevan los nombres de las doce tribus de Israel. Del mismo modo se nos dice que las
naciones que hubieren sido salvas llevarán la gloria y el honor a ella. Esta ciudad estará
construida de oro puro como cristal, incluso sus calles. La longitud de la ciudad será de
doce mil estadios, lo que equivale a dos mil cuatrocientos kilómetros. Se nos dice que
su longitud, su anchura y su altura son dimensiones iguales. La ciudad estará fulgurante
mente iluminada con la gloria (Shekinah) de Dios.

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 7 de 10

La tierra nueva (3) será la morada de los pueblos terrenales con los cuales Dios ha
hecho pacto eterno. Y la morada de los que estarán fuera (4) es la última morada es
aquella en que tendrán que permanecer los que no quisieron aceptar la redención de
Cristo.

Hebreos 12:22-24 “22sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios
vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles, 23a la
congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de
todos, a los espíritus de los justos hechos perfectos, 24a Jesús el Mediador del nuevo
pacto, y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel”

En este pasaje se nos describe también la ciudad celestial, pero sólo en lo relativo a sus
habitantes, o sea a aquellos que entran por sus puertas. Se observará que, como hay
varias moradas en la casa del Padre, habrá por lo menos seis clasificaciones de las
criaturas de Dios: los santos ángeles, la Iglesia, Israel, las naciones que hubieren sido
salvas, los ángeles caídos que, junto con Satanás, serán lanzados al fuego eterno de
acuerdo a (Mt 25:41; y Ap 20:10), y los no regenerados los cuales, por no estar sus
nombres escritos en el libro de la vida del Cordero, serán lanzados de igual modo al
lago de fuego de acuerdo a (Ap 21:8 “Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y
homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su
parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda”).

Al comparar la morada de los no regenerados con la morada de los que han de disfrutar
de la eterna bendición de Dios, se nos dice que la de aquellos es la morada de "fuera"
(Ap 22:15 “Mas los perros estarán fuera, y los hechiceros, los fornicarios, los
homicidas, los idólatras, y todo aquel que ama y hace mentira”).

Según Apocalipsis 20:11-22:7, los que han de estar en la ciudad celestial serán: Dios el
Padre, Dios el Hijo (el cual tendrá allí el sugestivo título de el Cordero), los ángeles, la
Iglesia, y los moradores de la tierra - tanto Israel como las naciones.

En Hebreos 12:22-24, que es el pasaje que estamos considerando, aparece la misma


clasificación de habitantes para la ciudad celestial: "Dios el juez de todos", "Jesús el
Mediador del nuevo pacto", "la compañía de muchos millares de ángeles", "la
congregación (la Iglesia) de los primogénitos que están inscritos en los cielos", y "los
espíritus de los justos hechos perfectos". Este último título evidentemente se refiere a
Israel y a las naciones que para ese tiempo habrán sido purificadas mediante la gracia
divina y de acuerdo con la redención de Cristo, las cuales morarán en la tierra nueva. En
todo este plan está presente la sangre redentora de Cristo. En la enumeración de los
habitantes que se nos da en Apocalipsis, Cristo aparece como el Cordero; y en la
enumeración que se nos da en Hebreos, El aparece como Mediador del nuevo pacto,
cuya sangre habla mejor que la de Abel. Según el hincapié que evidentemente se hace
sobre la sangre de Cristo, podemos concluir que todo lo que Dios haya realizado para
ese tiempo habrá tenido su base en el valor de la sangre de Cristo.

2 Pedro 3:7-13. “7pero los cielos y la tierra que existen ahora, están reservados por la
misma palabra, guardados para el fuego en el día del juicio y de la perdición de los
hombres impíos. 8Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es
como mil años, y mil años como un día. 9El Señor no retarda su promesa, según algunos
la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 8 de 10

ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 10Pero el día del Señor
vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y
los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán
quemadas. 11Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis
vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, 12esperando y apresurándoos para la
venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los
elementos, siendo quemados, se fundirán! 13Pero nosotros esperamos, según sus
promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia”

Dos hechos esenciales se nos presentan en este pasaje: (l) Habrá un cielo nuevo y una
nueva tierra. Los cielos de hoy arderán y serán deshechos; y los elementos se fundirán
por el intenso calor. El mismo evento se nos describe en Hebreos 1:10-12, donde está
escrito que los cielos y la tierra perecerán. Que se envejecerán como una vestidura, y
serán mudados. Con respecto al hecho de que lo viejo ha de pasar, se nos declara en
Apocalipsis 20:11 que el cielo y la tierra huirán de la presencia de Aquel que estará
sentado en el trono, y no se hallará ningún lugar para ellos. El apóstol Pedro da
testimonio: "Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva,
en los cuales mora la justicia (v.13). Esta esperanza se basa también en el Antiguo
Testamento: "Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero
no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento" dice (Is 65:17). Tan sorprendente
será esta nueva creación que no volverá a haber memoria del sistema presente. De igual
manera leemos: "Porque como los cielos nuevos y la nueva tierra que yo hago
permanecerán delante de mí, dice Jehová, así permanecerá vuestra descendencia y
vuestro nombre" en (Is 66:22). Según esta profecía, no sólo habrá nuevos cielos y nueva
tierra, sino que Israel permanecerá para participar de esa gloria mientras dure la nueva
creación.

Volvamos al pasaje del apóstol Pedro. Observemos que Pedro nos dice que el tiempo en
que ha de ocurrir esta gran trasformación será "en el día del juicio y de la perdición de
los hombres impíos" en (2 P 3:7). Esto coincide precisamente con el informe que se nos
ofrece en Apocalipsis 20:11-15, donde se nos dice que, cuando los muertos impíos se
congreguen ante Dios para someterse al juicio final, es cuando todo el actual sistema
huye de la presencia del que está sentado en el trono. Los habitantes del cielo y de la
tierra que hayan sido escogidos por Dios para que habiten en la nueva creación tendrán
que permanecer en el espacio y ser testigos de los más estupendos actos creadores de
Dios: "Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las
cosas" (Ap 2l:5).

Aunque es poco lo que se nos dice en la Biblia con respecto al carácter del cielo nuevo,
como ya queda indicado, se nos revela mucho con respecto al carácter de la ciudad que
desciende del cielo. Del mismo modo, hay importantes revelaciones, aunque más
limitadas, con respecto a la tierra nueva. El siguiente es el pasaje más extenso de los que
tratan sobre las condiciones que habrá en la tierra nueva:

"Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres,
y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su
Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá
más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron" (Ap 2l:3-4).

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 9 de 10

Aquí se nos presentan dos clases de evidencias que prueban que este pasaje describe
sólo las condiciones de la tierra nueva: (a) Las lágrimas, el llanto, el clamor y el dolor se
describen como "cosas (que) pasaron". (b) El pasaje afirma que "Dios mismo estará con
ellos como su Dios". El hará allí su tabernáculo y ellos serán su pueblo. El morará allí
como mora ahora con los santos ángeles. El morará con los santos en luz (Col 1:12 “con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los
santos en luz”).

Pero la revelación más grande es la de que Dios mantendrá una comunión


ininterrumpida con los moradores de la tierra. La nueva tierra será tan santa como el
nuevo cielo. Pedro declara que habrá "cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora
la justicia" (2 P 3:13). Así se nos declara que las tres esferas de gloria eterna - el cielo
nuevo, la ciudad celestial y la tierra nueva - han de ser tan puras como el mismo Dios, y
El morará en cada una de ellas para siempre. Del mismo modo, los tres órdenes de seres
creados - los ángeles no caídos, la Iglesia de los primogénitos y los moradores de la
tierra, entre los cuales estarán Israel y las naciones que hubieren sido salvas - disfrutarán
de completa y eterna comunión con Dios. Puesto que ninguna palabra de Dios puede
faltar, todas las profecías han de cumplirse y el triunfo final de Dios sobre el mal ha de
ser tan perfecto como lo son todas sus obras.

De ese modo predicen las Escrituras el triunfo divino glorioso y universal, que todavía
está en el porvenir. Este triunfo será a nivel infinito e incluye la disposición divina con
respecto al principio del pecado. Aun un análisis somero como el que puede hacer la
mente humana nos puede revelar el hecho de que la explicación más importante que la
mente humana haya descubierto jamás sobre la razón por la cual se permitió que el
pecado entrara en el universo, con su inmensurable ultraje para la creación y la horrible
imposición del sacrificio para el Hijo de Dios, se halla escondida en este aspecto del
asunto del pecado. Es verdad que la gracia de Dios no pudiera manifestarse, si no
existieran criaturas caídas que, por causa de la corrupción del pecado, puedan ser
objetos de la gracia de Dios; y también es cierto que la demostración de la divina gracia,
cuya gloria inestimable no ha de observarse en este tiempo sino en la eternidad (Ef. 2:
7), constituyen razones obvias que nos explican la razón por la cual Dios permitió la
entrada del pecado en el universo.

Pero hay un hecho que es mucho más profundo e inclusivo: que el mal, como principio
que se opone al bien fue ocasionado por aquella forma abstracta que existió antes de la
creación, y que sobre la base de sus resultados concretos en la creación y por medio de
ella, está sujeto al juicio divino y a ser destruido para siempre. El triunfo de Dios,
cuando por medio de la cruz de Cristo salva un alma, y por medio de su poder la
trasforma y la hace aparecer en el cielo conforme a la imagen de su Hijo, es en realidad
incomprensible; y toda victoria que se logre sobre el pecado en cualquiera de sus formas
tiene que redundar para la eterna gloria de Dios. Sin embargo, ¡cuán supremo en su
infinita gloria es el juicio contra el pecado y su destrucción! ¡Cuán trascendentalmente
bendita será la santa paz que reinará en el universo de Dios! Será más maravillosa aún
que la paz que reinó en la eternidad pasada, puesto que el saber que la experiencia y el
juicio del pecado han pasado produce más paz que el saber que esos eventos están por
delante.

La mente humana, puesto que está sumida en el fragor y en la tenebrosidad de la fase


inmediata del conflicto, no puede desembarazarse de los perjuicios y de las influencias

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado
LA DOCTRINA DEL PECADO Página 10 de 10

que la rodean, y por tanto, no puede comprender la seguridad del triunfo divino que
Dios tiene determinado, y que ejecutará con la perfección que caracteriza a todas sus
obras. De todas las maravillas de realización divina, ninguna puede sobrepasar en gloria
el universo venidero, libre de pecado, en el cual la justicia no contenderá ni sufrirá
como ahora, ni siquiera reinará la inmensidad de la creación de Dios, menos en la
morada de los ángeles caídos y de los hombres perdidos.

Como Dios es infinitamente santo, no puede mantener otra relación con el pecado que
no sea la de juzgarlo con la blanca llama de justicia que es El mismo. La muerte de
Cristo como Cordero provisto por Dios, no sólo nos revela el inconmensurable amor de
Dios hacia los pecadores, sino que abre el camino por el cual Dios, por causa del juicio
contra el pecado que efectuó contra su propio Hijo, marcha con libertad a actuar sin
restricciones de ninguna especie en el campo amplio del mismo universo.

Una clave para entender los caminos de Dios en todas las edades es el hecho de que El
se complace en poner a prueba todo desafío. Es razonable creer que el mal en su forma
abstracta y como principio que se opone al bien, sea cual haya sido el tiempo cuando se
manifestó, fue un desafío para Dios, y que, según la escala más amplia que pueda
concebirse, sus exigencias se han sometido a la demostración, lo cual no sólo ha
establecido el carácter del mal en toda su magnitud, sino que también hace manifiesto el
carácter de Dios - revelación que es de suprema importancia - y su excelente gracia.

Con esta finalidad, fue necesario permitir que el pecado tomara forma concreta, y que
siguiera su curso hasta el fin. Por haber manifestado Dios su voluntad permisiva, el
pecado cumplió su incalculable tragedia en las esferas angelicales; también obró la ruina
cabal de la raza humana, si no fuera por la redención de gracia. Pero ese precio
incalculable del daño que hizo el pecado lo pagó la sangre del Hijo de Dios, la cual
constituye la única base justa en la cual se afirma Dios para hacer juicio contra todos los
aspectos del mal, pues así se establece la santidad de su carácter eternamente, y asegura
una redención consumada para aquellos que El mismo escogió desde antes de la
fundación del mundo, por medio de los cuales El también puede demostrar las
inescrutables riquezas de su gracia.

Fue muy poco en realidad lo que comprendían los testigos oculares de la muerte de
Cristo sobre la estupenda realización que Cristo estaba consumando, la cual se hallaba
muy lejos de su inmediata visión. La cruz fue la sentencia absoluta de Dios contra el
pecado, en el caso de cada creyente cristiano como individuo; y esto abarca a Israel, a
los gentiles, a la creación, a las cosas del cielo, a las esferas angélicas y a todas las
raíces del mismo mal, que es la desemejanza de Dios. El triunfo de Dios será perfecto y
eterno. Ante lo cual solo podemos exclamar como dijera el apóstol Pablo:
Ro 11:33"Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios!
¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién
entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él
primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son
todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén."

Escuela Bíblica de la Iglesia Evangélica Central


La Doctrina del Pecado. Parte 19: El triunfo final sobre el pecado

Vous aimerez peut-être aussi