Vous êtes sur la page 1sur 123
¥. unidad, al enfrentar un universo vasto parecer, heterogenco, de temas posibles; y muestra. * al mismo tiempo, su capacidad de recogimiento, al saber sorprenderse a sf misma en los gestos mds {ntimos y aparentemente inesenciales a la seriedad desuscontenidos; yal hacer deestos gestos un ema serio y fundamental sto to puede hacer la filosoffa, més bien, el fil6sofo, que'no a perdido en el camino su capacidad, ‘de preguniar y poner en jaque los fundamentas, inclu so del preguntar mismo, Cecilia Sénchez pertenece a ‘sin suerte de indagadores sin piedad ni sosicgo. Este libro suyo aborda el tema de Ia “institucfonalidad de la fitosoffe’, tema al parecer ‘oxtorno a fo que los fildsofos hacen coneretamente, Pues. {qué importaria “el lugar’ donde hacen Io propio? Pero, fijémonos en el titulo, con ese dejo de {ronfa que tiene: ‘Una disciplina de la distancia’ ‘de Ta distancia’ porque esta filosofia instituida ha dis- tanciado de sf el pensamiento pensante; porque hia considerado de partida no poseer las virtudes his- {6ricas, “clésicas’, que hacen posible que un europeo, hoy, “haga filosoffa' de verdad, y no asi un amexi- ano, un chileno, a quienes les quedarias6l0 Ia expo- siciGn, tal vez, e# comentario, del pensar ajo. Este ¢5 cl tema delicado que trata Cecilia ‘Sanchez en el preseate libro. Y es un hecho que lo trata filos6ficamente, es decir, apropidndose real- ‘mente del problema, hablando desde él, 0 en las cercanfas de él. Huygerto Giannint Centro de Estudios de la Realidad Contemporanea COC wnwvess0n0 ACADEMA DE HAUANSHD CRSTINO q Ediciones ChileAmérica CESOC + Saulys V’piiewo Una disciplina de la distancia Institucionalizaci6n universitaria de los estudios filos6ficos en Chile CECILIA SANCHEZ Una dscpling de In distancia Institucionalizacin universitaria de ls estedos Mosbices en Cle © Ceciia Since ‘cere ©cesoc Inccripci N° BARS, agosto 1992. Disco portade: Maria LoisaJaraitlo ‘Fotografia portada: Instituto Pedagéico dela Universided de Chile en tos anos 50, Arthivesftogréficos de fa Universidad de Chile. Impreso en: LOM Ealeiones Lide. (Gorman del Sol 2097, Santiago Iimpresoen Chil / Printed in Chile INDICE AGRADECIMIENTOS.. PRESENTACION... PRIMERA PARTE EL USO DE LA FILOSOFIA EN CHILE DURANTE EL SIGLO XIX ¥ PRINCIPIOS DEL XX Saber, Politica y Educacior 2. Los primeros rasgos intitucionales de la nueva Universidad. 3. Creacién del Instituto Pedagogico: la ensefianza profesionalizada nn “4, Laasignatura de filosofia como complemento de la pedagogia: la formaci6n del ciudadano 5, La bistoria panorémica de la filosoffa narrada por cl manual: el profesor oral 6. Pedagogia, filosoffa y moral de Estado... B SEGUNDA PARTE CONSTITUCION DISCIPLINARIA DELOS ESTUDIOS FILOSOFICOS L 1 & 10 u. 14, Saber e Institucién .. Insercién ¢ identidad de la filosofia en Chile... ‘Modernizacién y filosofia.. ‘Marginalidad y sublimacién profesional de la filosofia.. ‘Redes de comunicacién intrauniversitarias ‘internacionales. El Congreso de Filosofia del ao-5 sun modelo, un s{ntoma, Lectura del texto filosbfico: el profesor lector Serialidad hist6rica: unidad de la flosofia.. Cada pensador, una etapa del pensamiento wn ‘La filosofia en su condicion de divulgadora yen tanto nécleo interior . La filosofia como oficio privado. ‘Tradici6n o experiencia. Latinoamérica yla posibitidad de filosofar.. Elestatuto politico del saber yla Reforma Universitaria La biisqueda de un nuevo lugar tebrico para la filosoffa en Chile. Tntegraciém de la filosoffa en una polis conceptual La filosofiaintra-académica 8eag 142 155, 161 m TERCERA PARTE LA FILOSOFIA, UN EJERCICIO TOLERADO 1 2 Blidcal vacio de la enseiianza filos6fica La pedagogia al cuidado de la moral nacional La filosofia escindida.mm La tradigi6n filos6fica concebida como alte ata AGRADECIMIENTOS Quicro agradecer a quienes me ayudaron con su consejo & informaci6n a componer un material ya de por si dificil y pro- blematico dada su dispersin y en ocasiones Je falta siquiera de registro escrito. Tal constatacién de la ausencia de memo- ria de la actividad filos6fica desarrollada en Chile, me lev6 a ensayar una modalidad como la entrevista cuya realizaci6n se atuvo especialmente a la indagacién del perfodo comprendi- do entre los afios 60 y 70. Las preguntas las dirigi a quienes han vivido, ya sea en situacién de profesor o bien de alumno, la experiencia de la reflexi6n filosGfica. En esa fase del traba- jo conté con la ayuda de Humberto Giannini, Roberto Muni- zaga, Gonzalo Catalén, Carlos Ruiz, Miguel Vicuiia Navarro, Pablo Oyarztin, Olga Grau, Patricio Marchant, Patricia Bon- 2, Pedro Miras, José Miguel Arteaga, Roberto Torretti, Cris- tina Hurtado y Marcos Garcia de la Huerta. Agradezco ‘también muy especialmente la lectura critica del primer esbo- zo de este trabajo efectuada por Enrique D’Btigny, Sol Se- rrano, Jorge Mera, Rodrigo ‘“Alvayay y por Jos recién nombrados Miguel Vicufia Navarro, Pablo Oyarztin y Carlos Ruiz, De igual modo, debo mencionar el apoyo institucional otorgado a este proyecto por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (pLacso), con cuyo patrocinio pude conti- nuar su realizaci6n a través de la beca de formacién de inves- tigadores j6venes brindada por World University Setvice (wus. Chile). Quiero destacar la acogida dada a este trabajo por En- rique D'Btigny y Rodrigo Alvayay, quicnes Jo incluyeron en el Area de Filosofia del Centro de Estudios de la Realidad ‘Contemporénea (cexc) de la Universidad Academia de Hu- manismo’ Cristiano. Dicho Centro ha otorgado asimismo el auspicio que ha permitido su publicacién. Extiendo mis agradecimientos al Colegio Internacional de Filosofia (Paris), gracias al cual tuve la posibilidad de ex- poner una versi6n preliminar del mismo trabajo en su progra- ma “Précticas de la enscéianza filds6fica y Politicas de la edu- caci6n en Francia”, cuya direcci6n estuvo a cargo de Patrice Vermeren y Sthéphane Douailler. En esa ocasiGn recibf va- fiosos comentarios de Laurence Cornu, Jean-Claude Pom- ugnae y Bernard Baas. También tuve la oportunidad de dis- cutirlo en el seminario dirigido por Jacques Derrida sobre “Filosofia y Nacionalidad”. Por iiltimo, no puedo dejar de agradecer la ayuda reci- bida de parte de Isabel Margarita Rojas, su paciencia y huena disposiciGn, al igual que las lecturas finales a este texto efco- tuadas por Ximena Diaz. Y, en fin, a tantos otros a quienes de una u otra manera he debido solicitar ayuda. PRESENTACION 1. filosofia, tal cual ha existido en Chile en lo que va corrido cl presente siglo, supone a la ‘Universidad’ como su punta, | Esta ligaz6n, « nuestro juicio, de ningiin modo tiene un ca, Ffetet normative. De hecho, una purcién importante & bs ico_no hha pasado por ella en i desde el punta de vista de su organizaciGn ‘institucional en ta tniversidad y po «como es costumbre abordarlo-a partir del trabajo individual de quienes to ejercen, Por lo pronto, no Greemos posible pueda ignorarse la dimension ‘personal que Wi Mucve a toda empresa intelectual, pero sélo a condicién de fomar cn consideracién os mecanismos y operaciones de ‘al Produccisn que de uno u otro modo la gobiernan, De acuerdo a tal perspectiva, en el examen que nos proponemos realizar aquf acerca de la légica existente en el transcurso institucional de los estudios filoséficos en la Uni- versidad de Chile, nos parecié indispensable atender al grado de ‘autonomia’ logrado por éstos en los diferentes periodos de su residencia en ella, en especial en aquéllo que dice rela- cién con el poder politico del Estado; pues dicha categorfa nas pone en presencia de un cierto némero de modelos, re- glas y concepciones politico-epistemolégicas mediante los cuales este saber ha sido administrado. En tal sentido, parece. necesario mencionar desde la partida que el poder de auto- determinacién del quehacer intelectual fue suprimido en 1973 por el régimen militar. Dicha toma de poder produjo, como muy bien se sabe, el quiebre del Estado democratico y, en consecuencia con ello, e! fin del acuerdo de validacién del principio de autonomfa del trabajo universitario. Precisimen- te, la naturaleza violenta, censuradora y represiva de aquella intervenci6n hizo patente el carécter imprescindible de tal principio, sin cuya concurrencia précticamente no cabe la existencia del pensamiento en su sentido mas activo, critico y creador. Asi, aquella intervencién puso de relieve cudn estre- cho y deticado es el vinculo entre Ia universidad y el poder politico del Estado, ya que el grado de privacién de accién de este diltimo es proporcional al grado de legitimidad aut6noma de la universidad. Pues bien, este planteamiento es uno de Ios ejes sobre cuya base se articula el trabajo que sigue. Quisiera sedialar, por otra parte, que la remisi6n tinica ala Universidad de Chile no pretende desconocer que la flo- sofia también se encuentra presente en universidades tales “ como la Catélica de Chile y de Valparaiso, la Universidad de Concepcién, Austral y cltimamente en la Universidad de Santiago, sin mencionar a las universidades e institutos priva- dos recientemente creados. Mas, en lo esencial, y esto consti- tuye yna toma de posicién por nuestra parte, la matriz de la forma de orginizacién docente de dichos estudios en varias de aquellas instituciones, venfa dada por el Departamenta'de Filosofia constituido en la primera de éstas. De ahi el valor de ‘paradigma’ conferido a tal centro universitario en nuestro trabajo. El caso de la Universidad Catélica es, sin duda, dife- rente, Esta se funda en 1888 con el fin de preservar la juven- tud catélica y en clara reaccién contra el espititu cientifico y liberal existente en Ia Universidad estatal. En 1922 se inaugu- ra el Curso Superior de Filosofia con las asignaturas de Légi- ca, Cosmologia, Criteriologia, Psicologia, Historia de la Filo- sofia, Teodicea, Etica y Derecho Natural. El tomismo es aqut la filosofia inspiradora para quienes investigan y ejercen la docencia en este campo, aun cuando, con posterioridad, tras la Reforma Universitaria, la hegemonfa de dicho pensa- miento cede un cierto lugar a nuevas corrientes tedricas. Ast y todo, la tradicién de saber propiciada por aquella Universi- dad es el reverso de la tradiciGn laica y modernista que presi- i6 la fundaci6n de Ia Universidad de Chile, razdn por la que ‘nos parecié inadecuado considerar de un modo indiferencia- do las universidades en las cuales se crearon departamentos de filosofia. EI riesgo es maximo: se confunden sus figuras, sus légicas, en suma, sus poltticas. Asimismo, nos parece preciso advertir desde ya que por el hecho de privilegiar aquella dimensién de la filosofia que permite interrogarla bajo el concepto de su ‘forma do- cente’, debimos prescindir, en cierto modo, de! examen acu- cioso de su produccién escrita, pese a que la realizaci6n de dicho estudio se hizo sobre la base de Ia lectura claborada de un conjunto representativo de aquellos libros y revistas cuyas lineas de trabajo demostraron ser las imds ilustrativas de las tendencias que aquf nos ocupan. En tal sentido, més que abarcar la globalidad de este quehacer, el cometido de este trabajo tiene un limite determinado: investigar su itincrario hist6rico ante todo en el espacio de la cétedra. Nuestra inda- gaci6n se ofrece as{ como una suerte de ‘memoria’ de la figu- ra que ha ido adoptando la filosoffa en el dominio docente. En favor de la parcelacién anunciada nos alrevemos a afir- ‘mar que su forma de ensefianza ha sido la ‘voz. primera’ des- de Ia cual ha atrancado su producci6n escrita. Habré que es- tablecer, sin duda, més adelante, las correspondencias, ruptu- ras y desplazamientos presentes en estas dos formas de traba- jo filoséfico. Ala pary en virtud de Ia reconstitucién del ‘sentido’ de, dicha memoria, es decir, para hacerlo surgir con la complej dad y variabilidad que le es propia; fue necesario remitirse a su registro politico pues, sin aquella doble aproximacién, ésta no serfa més que una historia sublimada, truncada de la expe- riencia y de los fantasmas que la habitan, de las condiciones hist6ricas a través de cuya mediacién se ha ido modelando su figura singular bajo el rétulo genérico de ‘filosofia’. 16 Como se vers, estos estudios fundan su primer espacio como ‘asignatura’ en la Universidad de Chile subordinadas al proyecto educacional que dio origen al Instituto Pedagégico. Las condiciones de la ‘unidad’ de aquel espacio como campo de saber, asf como su ‘autonomfa’ relativa, comparecen s6lo cuando empieza a disefiarse topogrifica e intelectualmente el Departamento de Filosofia. La ensefianza de aquel saber a partir de nuevos programas de estudio y de nuevos referentes* filos6ficos, en suma, el relevo del patrén que en un primer ‘momento hizo de la filosoffa un ‘complemento’ de la pedago- gfa, progresivamente da lugar 4 nuevas dimensiones institu- cionales y filos6ficas, entre las que se cuenta la ereaci6n de la primera revista de filosoffa, 1a fundacién de la Sociedad Chi- Jena de Filosofia, Ja llegada de una seric de profesores ex- tranjeros, Ja participaci6n y organizacién de congresos de losoffa a escala nacional e internacional, etc. Tales aconteci- mientos, entre otros, empiezan a componer una nueva fiso- noma para este estudio. 2Cudl es esa fisonomfa? Trataremos de responder aguf al siguiente problema: el nacimiento de una nueva mentalidad, inducida por la busqueda de un prin- cipio de dentidad’ para la filosofia. ‘El trabajo, por consiguiente, se organiza en tres partes. La primera (El uso de la filosofta durante el siglo XIX y princi ios del XX) esboza a grandes rasgos la inspiracién filos6fica ‘que presidié la fundacién de la Universidad de Chile y la del Instituto Pedagégico, asi como la introducci6n en ella de cur- sos de filpsoffa, hasta la instalaci6n del curso especial para la formacién del Profesor de Estado y la modalidad de ensedian- za instaurada en ese momento. 7 1La segunda (Constitucién disciplinaria de los estudios {filosdficos) examina el proceso de organizaci6n de dichos es- tudios como ‘espacio intelectual auténomo’, para lo cual prestaremos atencién a dos politicas universitatias cuyo pel fue destacado: la Modernizacién y la Reforma Universi- taria. Nos pareci6 posible aproximarnos a la légica seguida por esta disciplina en los términos de una suerte de ‘corres pondencia’, por cierto no causal ni mecénica, entre aquellos proyectos propiamente universitarios y ciertas tomas de posi- ci6n filoséficas. Como se dijo més arriba, dada Ja falta de re- gistro que en especial afecta a tal perfodo, en este tramo del trabajo utilizamos como fuente de informacién, entre otras, Ja entrevista a aquellos profesores y alumnos més repre- sentativos” La virtud de ésta fue la de ponernos enfrente de una suerte de mapa institucional de aquel momento de la en- sefianza filos6fica. La tercera (La filosofa, un oficio tolerado) se ocupa Uc] momento en que ia filosoffa pierde s1 autonomia a rave de la intervencién militar en las universidades. Dicha inter- venci6n es examinada en sus efectos institucionales, pedago- sicos y filos6ficos, atendiendo en particular ala transforma- cin del Instituto Pedagégico -sede del Departamento de Fi- losofia del cual hablamos- en Academia de Ciencias Pedags- gicas una vez dictada la nueva Ley de Universidades; ello sin perjuicio de observar también algunos de los cambios de ma- yor significacién ocasionados en la ensefianza secundaria en vittud de! nuevo tipo de control estatal existente. Por timo, y a modo de conclusién, hacia el final del trabajo nos detenemos en ciertos aspectos de la concepcién de ‘tradicién’ derivada de los antecedentes analizados. Vehi- culizado por una peculiar comprensién de la ‘historia de la fi- Josoffa’, tal concepto se comporta como una suerte de ‘lente de aumento’ de Ia escisién del quehacer filos6fico cuya figura fs doble: yn aspecto de esta figura es de cardcter ‘académico” yeel otro es de carécter ‘mundano’. La comprensi6n de dicha escisi6n es de summa importancia, pues ésta se encuentra en el, origen de aquel ‘orden’ o ‘buen sentido’ bajo cuyo principio ‘se ha desenvuelto el trabajo filoséfico universitario en Chile. De alli que, en lo bissico, el propésito fundamental de este estudio sea el intentar identificar los mods institucionales de la instalacién de tal escisiGn. ‘Ahora bien, cabe la necesidad de sefialar el tipo de at- smésfera reflexiva y animica -por asf llamarla~ en la cual se ha desenvuelto este estudio. Aquélla ha sido configurada espe- ‘ialmente por tres iniciativas de debate en tomno a la cuestiGn ‘de la situacién de la filosoffa en Chile. Tal ha sido el caso del proyecto de repluntcamiento del trabajo flos6fico, eancebi- ddo en 1984 sobre la base de la fundaci6n del Colegio Auts- \- nomo de Filosoffa. Aquel proyecto no llegé a materializarse pot Tazones de diversa indole. El segundo de dichos debates fue organizado en 1986 por un grupo de alumnos y ayudantes del Instituto de Filosofia de la Universidad Catdlica bajo el titulo “Producci6n-reproduceiin.de la filosoffa en Chile”. La 2 tercera iniciativa de discusién acerca de dicho tema tuvo lu- {gar en 1987 coin ocasi6n del Primer Coloquio Chileno. Eran- és de Filosofia. Este fue organizado por el Centro de Estu- dios de Ia Realidad Contempordnea de la Universidad Aca- ‘demia de Humanismo Cristiano en combinacién con el Cole- gio Internacional de Filosofia de Francia, y conté con el pa- trocinio y la participacién de diversas instituciones chilenas de filosofta. Del mismo modo y también como uno de los aspectos asumidos por la emergencia de revisiGn y cuestionamiento a Ja que se ha visto enfrentada [a filosofia en los siltimos aiios, cabria destacar, entre otros, el trabajo inédito de Pablo Oyar- zim sobre los antecedentes de la situacién de la filosoffa en Chile, del cual tuve ocasi6n de conocer una parte; el articulo de Osvaldo Feméndez, “iQué ensefianza filaséfica?” (1980); Ia tesis de Ivan Jaksic, “The Philosophy of Juan Rivano: The intellectual Background Movement of 1968 in Chili” (1981); el libro de Patricio Marchant, Sobre drboles y madres, en par- ticular el capitulo “Cuestiones de estilo” (1984); y el articulo de William Thayer Morel, “Humanismo Cristiano y Naciona- lismo: motes filos6ficos para la educacién media y la identifi- cacién nacional” (1989). En general, la mayoria de los debates y esctitos recién mencionados no guardan entre sf mas relaci6n que la del nombre ‘filosofia en Chile’; sus tomas de posicién, por el con- trario, son divergentes y en algunos casos antag6nicas. Con todo, lo comiin en ellos es su voluntad de ‘critica a ciertos mo- dos dominantes de hacer filosofia, pero su principio de uni- dad, por asf decir, reside én fa referencia directa o indirecta a [a ‘universidad’. A nuestro modo de ver, en tal menci6n estri- ba cl principal rasgo distintivo de dichos escritos y discusio- nes respecto de aquéllos, relativos al tema, producidos en €pocas anteriores. Ast, pues, dado que toda ausencia presupone un cuer- po presente, un posible original, la ‘universidad! se hizo pre- sente ante nosotros como objeto de reflexién s6lo cuando se convirtié en un problema. Del mismo modo, la filosofia acus6 sefiales claras de su crisis, incubada, por lo demés, desde lar- go tiempo, cuando parecia destinada a desaparecer 0, en el mejor de los casos, a sobrevivir bajo las coordenadas de una discreta tolerancia. Pues bien, vayamos al encuentro de los’ signos ‘genealdgicos’ de aquella crisis. | i PRIMERA PARTE | ELUSODE LA FILOSOFIA EN CHILE DURANTE i UU SIGLO XIX ¥ PRINCIPIOS DEL XX Hey deni vided ia aclon,arvastradn icresistibiemente por la wrgen ‘cia de crear formas o mecanismos sociales en un Continente poblado por la pura naturale”. Luis Oyarzin, “La necesidad de una filosofta”. 1, Saber, Politica y Edueacién ‘Un tema de gean envergadura para nuestra historia nacional ‘cuyy eatuilio atin no ha sido agotado en toda eu dimensién es, sin duda, aquet de lalFecepei6n| durante el siglo XIX, de una serie de doctrinas agtupadas bajo el nombre genérico de lo que se ha dado en lamar la Iustracién, La forma en que fuc constituyéndose en Chile uit orden republicano, tanto en el plano politico como en el legislativo y educacional, resulta in- comprensible si no se considera el advenimiento, de algunas de estas ideas y las adaptaciones de que fueron siendo objeto. Sin pretender internarnos en el fondo de esta cuestiGn, en tanto ello compromete un complejo anélisis de la vida po- Iitica e intelectual de Chile durante el siglo XIX, nos intere- sarfa enfocarlo-a moda de preambulo del trabajo que sigue- % gi Sbservando algunos aspectos generales de la forma en que a ¢ fue'convocada la filosoffa para reglar aquel orden, nos intere- ‘sa preguntar en particular por el modo de su presencia en la politica educacional que presidié la fundaci6n de la Universi- dad de Chile y, luego, la del Instituto Pedagégico. _ Si bien los t6picos de la filosofia racionalista ya no pe- san en nuestra cultura con la fuerza de la idea verdadera 0 con la conviccién de lo inrefutable, tal como se decretd en Europa cn el siglo XIX, debe buscarse en ellos el nexo que valid6 aquella apropiacién. éCudl fue, en definitiva, la condi- cin social vacante que autorizé a una serie de intelectuales chilenos de! siglo XIX y principios del XX ‘a valerse de"cicr- tas ideas roménticas, ilustradas y positivistas como de un ar- senal discursivo que los facultaba moral ¢ intelectualmente. para fundar una nueva legalidad hist6rica? 7 De la filosofia de la Tustraci6n, tomada en su conjunto, se extrac ante todo un optimismo fundado en el poder de la razén, vale decir, la fe. en Ta capacidad de jizar a fondo las fund: en ese poder, y uid idea de li- bertad que concede a fa voluntad humana la potencia de pro- dacir su historia de acuerdo a leyes inscritas en su propia na- turaleza. Se esperaba, como Montesquicu y los pensadores de la Ilustracin, que el conocimiento progresivo de la natu- raleza humana provocaria una transformacién en el mundo de la voluntad, un nuevo sentido para la historia del hombre. De ahi la enorme fe en Ia educacién y la necesidad de pro- mover la fundacién de una serie de institucioncs escolares que se ordenasen a esos propésitos. En tal postura, la filoso- fia se ofrecia como un medio omnicomprensivo en el que se formabap y desplegaban una serie de principios cientificos, jurfdicos y politicos. ‘Si Europa llamé al siglo XVII el ‘siglo de la. raz6n’ y de la “ilpsofia’, {d6nde reside lo especifico o lo distintivo de aquella designacién? El concepto ‘razén’ no es ya, a estas al- turas de la historia, un término simple y de significaci6n unt- ‘voca, motivo que obliga a preguntar por su cardcter especifi- co. El modelo al que va a acudir la Tlustraci6n para fundar su ejercicio racional es el que ofreve Ja ciencia natural de su tiempo. En el camino trazado por Newton, los fenémenos son lo dado y ios principios lo buscado. El punto de partida es la experiencia y la observaci6n. No existiré, en modo algu- no, opasicién entre ‘experiencia’ y ‘pensamiento’ porque lo pbuscado es of orden y la legalidad de lo ‘real’; esta legalidad significa que lo factico, en cuanto tal, no es mero material ni una masa inconexa de singularidades, pues manifiesta en él tuna firma que lo penetra y lo domina, Dicha forma se oftece en su determinabilidad matemética, en su articulacién segiin niimero y medida, Esta nueva jerarquia metédica es la que presta su sello a todo el pensar del siglo XVIIL. La raz6n se despliega poco a poco en el conocimiento progresivo de los hechos merced a que éstos se entienden regulados por su 16- La ciencia es 1a demostracién mas convincente de que aquella alianza entre lo positivo y lo racional es un ideal que puede cumplirse con todo rigor. Pues, si bien este modelo obliga a renunciar al anhelo de arrebatar a las cosas su dltimo secreto, de penetrarlas en su ser absoluto, no veda el interior a de la naturaleza, si por tal se entiende su orden y legalidad empirica. La raz6n en estos términos es una energia que se comprende en su ejercicio y en su accién. Més que en sus re- sultados, ella va a ser apreciada en su fun In, en su practi- a La nueva relaci6n establecida por el racionalismo en- tte sensibilidad y entendimiento, entre experiencia y pensa- miento, significs el relevo del patron con el cual el hombre ‘medieval habja medido hasta entonees el orden de lo real. Ea aquel sistema, cada realidad tenfa su lugar fijo e inconfund; ble, jerdrquico de acuerdo a la distancia mayor 0 menor- a que se hallaba de la causa suptema. Dios, el alma y el mundo constitufan Ias realidades que articulaban cl sistema del sa- ber, permitiendo en cl orden tedrico como en el prictico conjugar junto a la ley divina una ley natural que, accesible a Ja raz6n, no era més que la antesala de la ley divina, énica ca- paz de restablecer el conocimiento original. De acuerdo a es- te modelo Ia raz6n era tan slo una servidora de la revela- cién. Los i ispanoamérica, por su parte, le- janos discipulos de ia filos« ia del siglo XVII, entendic iscurso positivo como una nueva ‘revelacidn’, esta vez! da por la vor ‘aut6noma de Ta raz6n’, cuya habla cixculaba en las obras de los filésofos franceses, alemanes c ingleses. Ar mados con este nuevo verbo se condené a Espafia de haber poblado nuestro ‘scurantismo religioso y el absolutismo politico.” La sentencia es expresada por José Victorino Lastarria en metéforas nocturnas para denotar la ignorancia y la incivilizacién que nos condenaba a errar sin destino sociat ni cultural: “Durante la Colonia no ray6 jamés la luz de la civilizacién en nurstro suelo. iY c6mo habfa de rayar! La misma naci6n que ‘nos encadenaba a su pesado carro triunfal permanecfa domi- xada por la ignoranciay sufriendo el poderoso yugo de lo ab- soljto en politica y religién”® s Asimismo, de los legados ofrecidos por la Madre Patria _ a sus colonias s6lo se apre como un bien el habla caste- ana. De elia se alaba su potencia para anunciar los progre- ‘80s de la razén, en tanto es “..rica y sonora en sus termina Giones, sencilla y filoséfica en sus mecanismos...".’ Sin embar- g0, nuestra lengua va a ser el aparato expresivo que registre con mayor nitidez, en sus contorsiones, giros y tics, los présta- ‘mos y deudas contraides con los sistemas de saber imperantes en los centros internacionales de la cultura. Por lo pronto, el cardcter deudor de nuestras institu- siones culturalcs, a ienudo comprendido en los términos de una relacin de dependencia entre el ‘centro’ y la ‘periferia’, debe ser asumido de un modo ‘contextual’ y ‘topogratico’ pa. ta no volver invisibics los rasgos propios de nuestras précticas intelectuales. Conscientes de esta dificultad y sin pretender, por lo dems, dedicarnos explicativamente a ella, la sefialare- mos en lq dimensién de las ‘repercusiones’ generadas en Buestro pais por determinados autores, teorias y corrientes ficas. Para tal efecto tendremos en cuenta las eventuali dades sociales y culturales que nos mueven a favorecer cier- tos esquemas conceptuales. Asi, por ejemplo, las consecuen- ias politicns y culturales suscitadas por las ideas flustradas y positivistas en Europa (su gestadora) y en Latinoamérica (su receptora), de ningin modo son comparables en el marco de una igualdad, aunque ¢l paradigma haya sido el mismo. Co- mo bien se sabe, en él caso de los pucblos europeos, tales teorfas fueron el resultado de un lento proceso de desarrollo intelectual cuyo ascenso a Ja superficie se produce con el sur- gimiento de nuevos grupos sociales. La situacién es diferente en Latinoamérica, pues dicha recepcién acontece cuando los Estados nacionales se encontraban en plena construccién. En tal sentido, no parece posible examinar las ideas en au- sencia del ‘territorio’ que las engendra 0 de aguél que las \w- acoge. De aquél que, como en nuestro caso, las‘ ymoda a 77 sus peculiarisimas exigencias. Es asi como el valor de(uso’) por asi denominarlo, atri- buido en Chile a ciertas ideas modernas por los hombres de letras tildados de “progresistas” durante el siglo XIX, dio ori- gen a un ideario reformista cuya formulacién se hizo sobre la base de ln que: podria denominarse una raz6n préctica: crear instituciones coherentes con ef orden republicano deseado para el Continente. A Ta par, tal cometide determind un mo- do diferente al tradicional de relacién con Ia filosoffa cuya 16- gica nos parece posible comprender en Jos términos de una actividad ‘civil’. Un signo de aquel comportamiento ‘civico” de la filosofia se aprecia en el modo en que el titulo de ‘polf- tico’ se fusion6 o alterné en aquel periodo con el de ‘intelec- tual’, Cabe sefialar, sin embargo, que la actuacin general- ‘mente ‘simultane’ del hombre de letras en esos dos dmbitos en el Chile de Ia época oligérquica se explica ante todo por la indiferenciacién entre el campo politico y el cultural.* Dicha indistincign hizo posible el surgimiento de figuras como Be- lo, Lastarvia y, més tarde, Letelier, cuyos modas de obrar tu- vvieron el signo de la diversificacién. Pero de igual modo, la participacj6n del intelectual chileno de esa época en la vida piblica del pats, también fue cémplice de la concepei6n de fi- losoffa consolidada en Europa durante el siglo XVII. Al situar el siglo XVIM en fa historia de la cultura, Ro, and Desne lo determina como el siglo de los fildsofos y el de. las luces. El empleo del adjetivo ‘filoséfico’ es una sefial de reconocimiento de una actitud comtin, actitud caracterizada por un texto atribuido a Dumarsais titulado precisamente El Filésofo. Dicho texto define el tipo ideal de una época, co- mo antes lo fuera el ‘humanista’, el ‘discreto’ o el ‘gentle- man’. En el sentido moderno, el filésofo no se define como un autor de tratados tedricos ni como maestro que adoctrina a sus discipulos, sino como un ejemplo vivo de la libertad, de Ia independencia y de la audacia en el ejercicio del juicio. El fil6sofo es asi lo contrario de un pensador solitario; “quiere agradar y hacerse wil” pues “siente gran amor a la sociedad”, En [a versi6n original de Dumarsais podfa leerse que “la so- ciedad civil es su tinico Dios”. En suma, lo que distingue al fi- sof morlerno es que éste ¢s, a la vez, un “ciudadano que actiia y un hombre reflexivo”,”” Pese a que el intelectual nacional intentaba ajustarse a este mismo patron de conducta, las condiciones de la socie- dad chilena de ese momento tenfan por horizonte un desam- parado sistema politico-cultural cuyo signo contradecfa tal actuaci6n, Aquel sistema reclamaba ser poblado de an modo radical: ‘poblarlo’ en el sentido de producir un pucblo nuevo, aL

Vous aimerez peut-être aussi