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Lo que sigue es la primera parte de la traducción de ‘Three Laws of Qualia.

What
Neurology Tells Us about the Biological Functions of Consciousness, Qualia and the Self’
por V. S. Ramachandran y William Hirstein. El texto en inglés puede hallarse en
http://www.imprint.co.uk/rama/qualia.pdf

V. S. Ramachandran y William Hirstein

Las tres leyes de los Qualia


Qué nos dice la neurología sobre las funciones
biológicas de la Conciencia, los Qualia y el Self

Los síndromes neurológicos en los que la conciencia parece tener una disfunción, tal
como la epilepsia del lóbulo temporal, los escotomas visuales, el síndrome de Charles
Bonnet, y la sinestesia ofrecen pistas valiosas sobre las funciones normales de la
conciencia y los qualia. Una investigación acerca de estos síndromes revela, según
sostenemos, que los qualia son diferentes de otros estados cerebrales en el hecho de que
poseen tres características funcionales que formulamos en la forma de ‘las tres leyes de los
qualia’ basados en una cierta analogía con las tres leyes de la mecánica clásica de
Newton. Primero, son irrevocables: uno no puede simplemente decidir que va a empezar a
ver la puesta de sol como verde, o a sentir la pena como si fuera picazón; segundo, los
qualia no siempre producen la misma conducta: dado un conjunto de qualias, podemos
seleccionar de un virtualmente infinito conjunto de conductas posibles a ejecutar; y
tercero, los qualia se retienen en la memoria de corto plazo, a diferencia de los estados
cerebrales no conscientes implicados en la orientación en-línea de la conducta en tiempo
real. Sugerimos que los qualia han evolucionado estos y otros atributos (ej.: el hecho de ser
‘rellenados’) a causa de su función de facilitar una acción no automática basada en
decisiones.
También sugerimos que la aparente barrera epistemológica para conocer qué qualia
está experimentando otra persona puede ser superada simplemente utilizando un ‘puente’;
y ofrecemos una hipótesis sobre la relación entre los qualia y el sentido del sí-mismo (self).
Introducción

Nada más decepcionante para la vanidad humana que descubrir que la riqueza de
nuestra vida mental –todos nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, incluso lo que
consideramos nuestro ser más íntimo- surge exclusivamente de la actividad de pequeños
hilos de protoplasma en el cerebro. La distinción entre mente y cuerpo, ilusión y realidad,
substancia y espíritu ha sido una preocupación fundamental tanto para el pensamiento
occidental como oriental durante milenios (Aristóteles, 1961; Descartes, 1986; Fodor,
1975; Dennett, 1978; Searle, 1980). Y aunque estas distinciones han generado un
sinnúmero de debates entre los filósofos, poco de valor perdurable parece haber surgido.
Como ha dicho Sutherland (1989), ‘La conciencia es un tema del que mucho se ha escrito
pero poco se sabe’.
Nuestro objetivo principal en este paper es forjar una aproximación renovada al
problema, tratándolo no como un tema filosófico, lógico ni conceptual, sino más bien
como un problema empírico.
Nos abocamos a mostrar la forma que debería adoptar una teoría de la conciencia, lo
cual es independiente de la veracidad de cada una de las muy detalladas afirmaciones y
sugerencias que haremos. Nuestro ensayo constará de dos secciones. En la primer parte,
que los filósofos por su propio bien podrían saltear, describimos algunos experimentos
mentales para ilustrar el problema de los qualia, ya que según nuestra experiencia, la
mayoría de los neurocientíficos e incluso la mayoría de los psicólogos se cuestionan la
misma existencia del problema. En la segunda parte ofrecemos numerosos ejemplos de la
neurología y la psicología de la percepción que, junto a un nuevo marco teórico que
brindamos, contribuirá eventualmente a resolver el problema de la conciencia.
Nuestra teoría debería ser vista como complementando más que reemplazando un
conjunto de otras recientes aproximaciones biológicas al problema como las de Crick y
Kock (1992), Pat Churchland (1986), Baars (1988), Edelman (1989), Llinás (Llinás &Paré,
(1991), Plum (Plum & Posner, 1980), Bogen (1995a,b), Gazzaniga (1993), Humphrey
(1993), Damasio (1994) and Kinsbourne (1995).
Gran parte de nuestra discusión estará centrada en la noción de qualia. En nuestra
opinión, sin embargo, el problema del self y el problema de los qualia son en realidad sólo
dos caras de la misma moneda. En parte, nuestro argumento es que el self es efectivamente
algo que emerge de la actividad cerebral de un cierto tipo y en ciertas áreas cerebrales, y
que esta actividad está también estrechamente vinculada a funciones relacionadas a los
qualia. En contraste con la idea de que los qualia son privados, subjetivos, y propiedades
no comunicables que pertenecen exclusivamente a un self privado, sugerimos dos
experimentos mentales para mostrar que no hay tal barrera infranqueable para
compartirlos. Luego exploramos varios temas implicados en cómo los qualia son
generados y manipulados por los sistemas neurales, y a través de un examen de casos
experimentales y patológicos que clarifican estas funciones, proponemos al mismo tiempo
clarificar la naturaleza del self. Concluimos que el self, o la cosa que conduce a la ilusión
de un ser unitario y perdurable, no es ni un sujeto separable de la conciencia ni un
homúnculo, pero puede ser rastreado anatómicamente a las estructuras límbicas y otras
relacionadas que ‘dirigen’ los procesos ejecutivos frontales. Esta visión contrasta
claramente con la opinión generalizada de que la conciencia está basada en los mismos
procesos frontales.

Parte I: Prolegómenos Epistemológicos

El problema de los qualia


Ilustraremos el problema de dar cuenta de la experiencia consciente, referido por los
filósofos como el problema de los qualia1, con dos simples experimentos mentales.
Primero, imagine que usted es un súper científico del futuro con un conocimiento
completo2 de los funcionamientos cerebrales. Sin embargo, desafortunadamente, usted sólo
ve un color: no tiene receptores en forma de cono en sus ojos para delinear los distintos
colores; es ciego al color. Por el bien del argumento, sin embargo, vamos a asumir que los
mecanismos centrales de procesamiento del color en su cerebro están intactos, no se han
atrofiado. Esta presunción no es ilógica; tal vez sea extravagante, pero no ilógica.

1
Los qualia son las sensaciones subjetivas de la experiencia conciente, como la “rojez” del rojo. Los qualia le
dan a la experiencia humana consciente el carácter particular que ésta tiene. Por ejemplo, imagina un
cuadrado rojo; esa experiencia consciente tiene al menos dos qualia, el qualia del color, responsable de su
sensación de rojo, y el qualia de la forma, responsable de la apariencia cuadrada del objeto imaginado.
2
La presunción de que alguien podrá alguna vez tener un conocimiento completo del cerebro es cuestionable,
dependiendo por supuesto de a qué nos referimos con ‘completo’. Lo que queremos decir con esto es que la
teoría del súper científico no tiene ninguna laguna explicativa, y que le permite predecir la conducta con un
extremado alto nivel de exactitud. Este ejemplo fue tomado libremente del escenario de la ingeniosa ‘Mary’
de Jackson. (Jackson, 1986).
Usted, el súper científico, estudia el cerebro de X, un percibidor de colores normal,
mientras él identifica los colores que se le van mostrando. Usted se ha interesado mucho en
este curioso fenómeno que la gente llama color; ellos miran los objetos y los describen
como rojos o verdes o azules, pero los objetos generalmente se ven todos como sombras de
gris para usted. Usted apunta con un espectrómetro a la superficie de uno de los objetos y
éste indica que una luz con una longitud de onda de 600nm está emanando de su objeto,
pero no tiene la menor idea de a qué color podría corresponder, o a qué se refiere la gente
realmente cuando dicen ‘color’.
Intrigado, estudia los pigmentos del ojo y todo lo demás y eventualmente logra una
completa descripción de las leyes del procesamiento de la longitud de onda. Su teoría le
permite hacer un seguimiento de la secuencia completa de eventos neurales que van desde
los receptores hasta dentro del cerebro hasta que usted monitorea la actividad neural que
genera la palabra ‘rojo’.
Ahora, una vez que ha comprendido completamente las leyes de la visión del color (o
más estrictamente, las leyes del procesamiento de la longitud de onda), y está capacitado
para predecir correctamente qué color pronunciará X cuando usted le presente un
determinado estímulo lumínico, no tiene razón alguna para dudar de la completitud de su
afirmación.
Un día usted logra un diagrama completo. Se lo muestra a X y dice, ‘Esto es lo que
está pasando en tu cerebro.’ A lo que él responde, ‘Seguro, eso es lo que está pasando, pero
yo veo rojo, ¿dónde está el rojo en este diagrama?’ ‘¿Qué es eso?’ Pregunta usted. ‘Eso es
parte de la experiencia real del color que parece que nunca puedo lograr transmitirle a
usted’ dice él.
Ésta es la barrera epistemológica alegada que usted confronta al tratar de comprender
la experiencia de X. Nuestro experimento mental es también útil en que nos permite poner
delante una clara definición de los qualia: ellos son ese aspecto del estado del cerebro de X
que hace ver como incompleta su descripción científica desde el punto de vista de X.
Segundo, imagine que hay un espécimen de pez eléctrico en el Amazonas que es muy
inteligente, de hecho tan inteligente y sofisticado como nosotros. Pero él tiene algo que
nosotros no tenemos: la habilidad de censar campos eléctricos, usando órganos especiales
en su piel. Usted podría estudiar la neurofisiología de este pez y dilucidar cómo los
órganos eléctricos a los costados de su cuerpo transmiten la corriente eléctrica, cómo es
transmitida ésta hasta el cerebro, qué parte del cerebro analiza esta información, cómo él
utiliza esta información para esquivar a los depredadores, hallar alimento, etc. Pero si el
pez eléctrico pudiera hablar, le diría, ‘Bárbaro, pero usted nunca sabrá qué se siente al
censar la electricidad.’
Estos dos experimentos mentales ejemplifican el problema de los qualia. Son
vagamente similares al problema ‘qué se siente ser un murciélago’ de Nagel (‘You’ll never
know what it’s like to be a bat’, Nagel, 1974), excepto que nuestros ejemplos son mejores,
por las siguientes razones. En la versión de Nagel, es la experiencia completa de ser un
murciélago, el qualia producido por el sistema de radar del murciélago junto con todo lo
demás en su vida consciente mental, lo que Nagel afirma que nunca podremos saber. Pero
la mayoría de la gente podría argüir que uno no puede saber cómo sería ser un murciélago
a menos que usted sea un murciélago, porque después de todo, la vida mental de un
murciélago es totalmente diferente. En nuestro ejemplo del pez, sin embargo, nosotros
deliberadamente introducimos una criatura que es similar a nosotros en todos los aspectos
excepto que tiene un tipo de qualia que nosotros no tenemos. Y el punto es, aunque su
descripción del pez sea completa científicamente, siempre carecerá de algo, en este caso la
experiencia real del qualia eléctrico.
Esto parece sugerir que existe una barrera epistemológica entre nosotros y el pez.
Lo que hemos dicho no es nuevo, excepto que hemos logrado un experimento mental
que establece muy claramente el problema de porqué los qualia son vistos como
esencialmente privados. Y también deja en claro que el problema de los qualia no es
necesariamente un problema científico, porque su descripción científica es incompleta.
Simplemente la descripción es incompleta epistemológicamente porque la experiencia de
la corriente eléctrica es algo que usted nunca conocerá.
Esto es lo que los filósofos han asumido por centurias, que hay una barrera que usted
simplemente no puede cruzar. Pero ¿es realmente así? Nosotros pensamos que no es así; no
es cierto que haya una gran división vertical en la naturaleza entre mente y materia,
substancia y espíritu. Nosotros vamos a argumentar que esta barrera es solamente
aparente3, y que proviene del lenguaje.
De hecho, esta barrera es la misma barrera que emerge cuando hay una traducción.
El lenguaje de los impulsos nerviosos (que las neuronas utilizan para comunicarse
entre ellas mismas) es un lenguaje; un lenguaje hablado como podría ser el español es otro
tipo de lenguaje. El problema es que X puede contarle a usted sobre su qualia solo

3
utilizando un lenguaje como intermediario, un lenguaje hablado (cuando dice, ‘Si pero
todavía está la experiencia del rojo que usted no entiende’), y la experiencia misma se
pierde en la traducción.
Usted simplemente esta mirando un racimo de neuronas y como ellas disparan y
como responden cuando X dice ‘rojo’, pero lo que X llama la sensación subjetiva de su
rojo se supone que es privativa para siempre de él. Sin embargo, nosotros diremos, que es
privada siempre y cuando él utilice el lenguaje hablado como intermediario.
Si usted, el súper científico ciego al color esquiva esto y toma un cable hecho de
neuronas del área V4 de X (Zeki, 1993) y las conecta directamente en la misma área en su
cerebro, quizás usted verá color (recordando que esas áreas de procesamiento en su cerebro
estaban intactas). La conexión tiene que esquivar sus ojos, ya que usted no tiene las células
cónicas correctas, y va directo a las neuronas en su cerebro sin una traducción
intermediaria. Cuando X dice ‘rojo’, para usted no tiene ningún sentido, porque ‘rojo’ es
una traducción, y usted no entiende el lenguaje de los colores, porque usted nunca tuvo la
fisiología correspondiente y el entrenamiento que le habrían permitido comprenderlo. Pero
si usted esquiva la traducción y utiliza un cable de neuronas, tal que los mismos impulsos
nerviosos vayan directamente a ésa área, entonces tal vez usted dirá ‘¡Oh! Ahora entiendo
lo que usted quería decir.’ Esta posibilidad demolería el argumento de los filósofos
(Kripke, 1980; Searle, 1980; 1992) de que hay una barrera epistemológica que es
infranqueable. Nótese que el mismo punto se aplica a cada instrumento que yo pudiera usar
para detectar la actividad en su cerebro- los datos de salida del instrumento es una especie
de traducción de los eventos que realmente está viendo.
En principio, entonces, usted puede experimentar el qualia de otra criatura, incluso el
qualia del pez eléctrico, por ejemplo. No es inconcebible que usted pueda descubrir qué es
lo que esa parte del cerebro está produciendo en el pez y que usted pueda de alguna manera
injertarla en las partes correspondientes de su cerebro con las conexiones asociadas, y que
luego usted comenzará a experimentar el qualia eléctrico del pez4. Ahora podríamos entrar
en un debate filosófico acerca de si se necesita ser un pez para experimentarlo, o si como
un ser humano también podría usted experimentar ser un pez, pero ya hemos hecho la
distinción entre la experiencia completa de ser un pez, y los qualia, que son sólo partes de
esa experiencia.

4
.
Así, los qualia no son la propiedad privada de un ser determinado; otros seres pueden
experimentar el qualia de una criatura.

¿Para que sirven los qualia?


Hasta aquí hemos hablado de la epistemología de los qualia y hemos sugerido que no
hay ninguna barrera, y que usted en principio, puede experimentar el qualia de algún otro
ser mediante la utilización de un puente de neuronas –este problema podría ser
simplemente un problema de traducción. Ahora queremos tratar la cuestión de porqué los
qualia han evolucionado. Muchos otros han planteado esta cuestión antes y han elaborado
un amplio rango de respuestas diversas. Uno también podría ponerse el sombrero del
escéptico y decir, ‘Si ya ha mostrado que la descripción científica es completa sin el qualia,
no tiene sentido preguntar porqué éste evolucionó o cuál es su función. Hacer esto
implicaría convertir un sistema cerrado –el universo físico- en un sistema abierto, y eso
sería una falacia lógica’. Podríamos, sin embargo, dejar el escepticismo5 de lado
temporalmente y en su lugar indagar una respuesta para las cuestiones ‘ Porqué los qualia

5
El epifenomenalismo no puede ser refutado sobre estrictos fundamentos lógicos y puede ser defendido
sobre la base de la parsimonia; puede ser que no necesitemos los qualia para una descripción completa de
cómo trabaja el cerebro. Sin embargo ¿desde cuándo ha sido útil la navaja de Occam para un descubrimiento
científico? De hecho, todo en la ciencia comienza con una conjetura atrevida de qué podría ser verdadero. El
descubrimiento de la relatividad, por ejemplo, no fue el producto de aplicar la navaja de Occam a nuestro
conocimiento del universo hasta ese momento. El descubrimiento provino de rechazar la navaja de Occam y
preguntarse qué tal si una generalización más amplia fuera verdadera, lo cual no era requerido por los datos
disponibles, pero produjo predicciones inesperadas (que más tarde terminaron siendo parsimoniosas después
de todo). Es irónico que la mayoría de los descubrimientos científicos no vengan de blandir o (afilar) la
navaja de Occam –a pesar de que la visión sostenida por la mayoría de los científicos y filósofos dice lo
contrario – sino de la generación de conjeturas en apariencia ad hoc y ontológicamente prematuras que no se
desprenden de los datos vigentes.
Por la misma razón, simpatizamos con la visión de Pernrose (1994) de que algunos principios físicos no
descubiertos hasta ahora podrían ser requeridos para explicar la experiencia de la conciencia. Aunque su
teoría en particular podría estar equivocada (ver, ej. Grush y Churchland, 1995), sostendríamos que su idea
no debería ser rechazada únicamente sobre la base de la parsimonia. El hecho de que nada que conozcamos
sobre la conciencia demande el postulado de nuevos principios físicos no es un argumento sensato para no
buscar dichos principios.
En general entonces, aunque el escepticismo filosófico podría ser lógicamente justificado (así como no
podemos probar con certeza lógica absoluta que no estamos soñando, o que tu ‘rojo’ no es mi ‘verde’), está
extraviado en el reino científico, donde uno se preocupa sobre todo por qué cosa es probable que sea cierta
‘más allá de una duda razonable’ –más que con la certeza absoluta. A menos que dejemos de lado tales
prejuicios uno está atrapado en un punto muerto. A este respecto coincidimos plenamente con Crick y Koch
(1992). Otro desafío escéptico famoso (también conocido como la pregunta de Molyneux) es ¿‘Puede una
persona ciega de nacimiento experimentar alguna vez el qualia visual?’ Como esto es formulado
generalmente como un dilema conceptual, creemos que puede ser resuelto empíricamente simplemente
enviando estimulación magnética transcraneal localizada a visuotópico V1 en voluntarios humanos ciegos,
para ver si éste evoca en forma completamente original, incluso los qualia visuales organizados
visuotópicamente (Hay un paper de Ramachandran, Cobb & Hirstein, sobre este tema en preparación.)
emergieron en la evolución; o ¿Porqué algunos eventos cerebrales tienen qualia?’ Se trata
de un estilo particular de procesamiento de la información el que produce qualia, o es un
locus neural particular, o tal vez sólo ciertos tipos de neuronas se están asociadas a los
qualia?
Crick (1996; Crick & Koch, 1992) ha hecho la ingeniosa sugerencia de que el locus
neural de los qualia es un grupo de neuronas en las capas más bajas de las áreas sensoriales
primarias, porque éstas son las que se proyectan a los lóbulos frontales. Su enfoque ha
impulsado a la comunidad científica en su totalidad (cf. Horgan, 1994) y ha servido de
catalizador para aquellos que buscaban explicaciones biológicas para los qualia. De manera
análoga, se ha sugerido que lo que conduce hacia la percatación de la conciencia es la
sincronización de las oscilaciones (Paré & Llinás, 1995; Purpura & Schiff, 1997). Esto
parece un poco ad hoc, sin embargo – porqué ésto y no otra cosa? Estos enfoques son
atractivos, excepto por una razón. Ese reduccionismo ha sido la estrategia más exitosa en la
ciencia. Desafortunadamente sin embargo, no es siempre fácil conocer a priori cuál es el
nivel apropiado de reduccionismo para un problema científico dado (Churchland, 1996). El
esclarecimiento del rol de la doble hélice en la herencia se convirtió en el descubrimiento
científico más importante en la centuria (Medawar, 1969), a causa de que Crick y Watson
tuvieron la previsión y el genio para vislumbrar que el nivel apropiado era el molecular. Si
hubieran seleccionado el nivel cuántico, habrían fallado! En la misma línea, no se espera
una descripción exhaustiva de la estructura molecular de una ratonera para revelar su
función. Ni un científico marciano parthenogenético (asexual) comprendería como trabajan
los testículos por estudiar simplemente su estructura, excepto que supiera sobre sexo!
Y aún así esta es precisamente la estrategia adoptada por la vasta mayoría de los
neurocientíficos al tratar de comprender las funciones cerebrales.

Parte II: Las funciones biológicas y las bases neurales de los qualia

En este ensayo nos gustaría intentar algo diferente. Comenzaremos deliberadamente a


un nivel más elevado de análisis, y utilizaremos la simple introspección como una
estrategia para elucidar las funciones biológicas de la conciencia. Hacia el final
presentaremos primero algunas demostraciones simples del ‘rellenado’ del punto ciego
natural del ojo (Ramachandran, 1992) y argumentaremos que esto podría aportar pistas
sólidas sobre las funciones de los qualia. Siguiendo estas demostraciones examinaremos un
número de síndromes neurológicos en los que los qualia parecen funcionar mal, lo cual
arroja la posibilidad de que lejos de ser una propiedad holística del cerebro íntegro, los
qualia son realmente asociados con la actividad de un pequeño subconjunto de estructuras
neurales, como sugirió Crick (1994; 1996). No afirmamos haber resuelto el problema de
los qualia, pero por lo menos los ejemplos y experimentos mentales nos brindarán algo en
qué pensar.
Primero, considere el bien conocido ejemplo del punto ciego correspondiente al disco
óptico- el lugar donde el nervio óptico excita la parte trasera del ojo. Para demostrarse
usted mismo el punto ciego, cierre su ojo derecho y mantenga la Figura 1 a
aproximadamente 10 pulgadas (25,4 cm.) de distancia de su cara mientras mira la estrella
de fijación a la derecha. Ahora mueva la página más cerca o más lejos de su ojo muy
lentamente, y verá que hay una distancia crítica a la cual el punto a la izquierda desaparece
completamente. Note, sin embargo, que cuando el punto desaparece, no deja un hueco o un
agujero oscuro detrás del campo visual. Efectivamente, el campo entero se ve homogéneo,
y la región correspondiente al punto ciego es ‘rellenada’ con la misma textura que el fondo.
Sir David Brewster, quien descubrió el rellenado, creía que era evidencia de una deidad
benevolente (1832):
‘El Artesano Divino no ha dejado así su trabajo imperfecto… el punto, en lugar de
ser negro tiene siempre el mismo color que el fondo.’ Curiosamente, Sir David no estaba
preocupado por la cuestión de porqué el Artífice Divino habría creado un ojo imperfecto
para empezar!
Ahora cierre su ojo derecho y enfoque el punto ciego de su ojo izquierdo al medio de
su dedo extendido. El medio de su dedo debería desaparecer, y sin embargo se ve como
algo continuo. En otras palabras, los qualia son de tal modo que usted no está meramente
deduciendo intelectualmente que el dedo es continuo —’por lo tanto, mi punto ciego está
allí’— usted está literalmente viendo la pieza perdida de su dedo. Una demostración
contundente de este fenómeno es la siguiente: si usted le muestra a alguien una figura con
forma de rosquilla (donut) tal que la rosquilla esté alrededor’ del punto ciego, digamos que
es una rosquilla de color amarillo, y si el diámetro interno de la rosquilla es ligeramente
más pequeño que el punto ciego, la rosquilla se verá como un disco homogéneo completo.
De hecho, el tamaño de la rosquilla puede ser tal que usted vea en realidad tres veces más
Figura 1. El punto ciego natural del ojo
Cierre su ojo derecho y fije la estrella con su ojo izquierdo. Lentamente mueva la pagina hacia delante y hacia
atrás aproximadamente 25,4 cm. desde su ojo hasta que el circulo oscuro a la izquierda desaparece.

Figura 2a. Rellenado


Cubra su ojo derecho y fije su ojo izquierdo en la pequeña cruz blanca. Mueva la figura hacia delante y hacia
atrás hasta que su punto ciego abarque el centro del anillo a la izquierda. Los procesos visuales rellenan el centro del
anillo y por eso se ve como un disco sólido.

Figura 2b. Relieve de


objetos rellenados: Cubra su ojo
derecho y fije su ojo izquierdo en el
pequeño cuadrado blanco. Mueva la
figura hacia delante y hacia atrás
hasta que su punto ciego abarque el
centro del anillo a la izquierda del
cuadrado. El disco sólido rellenado
se verá notablemente hacia fuera
respecto de los otros anillos.
amarillo ahora que lo que vio antes (ver Figura 2a), que eventualmente significa que
su cerebro en realidad ‘rellenó’ su punto ciego con qualia.
La razón por la que enfatizamos esto es que hubo quienes objetaron que uno
simplemente ignora el punto ciego y no advierte que está ocurriendo (Dennett, 1991), por
tanto no hay en realidad ningún rellenado. Pero esto no puede ser correcto, porque si uno le
muestra a alguien varios anillos, donde sólo uno de los cuales es concéntrico con el punto
ciego, ese anillo particular se verá como un disco y se verá en realidad como salido hacia
fuera (ver Figura 2b). ¿Cómo puede algo que usted ignora ‘salirse hacia fuera’ para usted?
Esto significa no sólo que el punto ciego tiene qualia asociado con él, sino que el qualia
puede proporcionar un ‘soporte sensorial’ y por lo tanto están siendo rellenados
preatencionalmente, por así decirlo.
Como hemos enfatizado en papers anteriores (Ramachandran, 1993; 1995a,b;
Churchland and Ramachandran, 1993) utilizamos el término ‘rellenado’ (‘filling in’) en un
sentido un tanto metafórico. De ninguna manera deseamos implicar que haya una
reconstrucción pixel-a-pixel de la imagen visual de alguna pantalla neural interna, lo cual
echaría por tierra el propósito mismo de la visión (e implicaría un ‘Teatro Cartesiano’, una
idea que Dennett ha refutado brillantemente). No coincidimos, sin embargo, con la
afirmación específica de Dennett de que no hay una ‘maquinaria neural’ que se
corresponda con el punto ciego. (Hay, de hecho, un parche (patch) de cortex
correspondiente al punto ciego de cada ojo que recibe entrada (input) desde el otro ojo así
como de la región que rodea el punto ciego en el mismo ojo; Fiorini et al., 1992.) Lo que
queremos decir con ‘rellenar’ es simplemente esto: que uno ve bastante literalmente
estímulos visuales (ej.: patrones y colores) como emergiendo desde una región del campo
visual donde en realidad no hay una entrada de datos (input) visual. Esto es una definición
del rellenado puramente descriptiva y neutral desde el punto de vista teórico y uno no tiene
que invocar –o desacreditar- a pequeños hombrecitos mirando pantallas para aceptarla.
Nosotros argumentaríamos que el sistema visual rellena no por el beneficio del hombrecito
sino con el objeto de que ciertos aspectos de la información se hagan explícitos para el
siguiente nivel de procesamiento (Ramachandran, 1993). En la última sección discutiremos
que rellenar es tan sólo un ejemplo de una coherencia general de la conciencia, que asumen
los sistemas perceptuales con el objeto de preparar las representaciones para interactuar
con estructuras ejecutivas límbicas, una interacción de la cual emergen tanto la experiencia
de los qualia como la intencionalidad.
Ahora considere un ejemplo relacionado. Suponga que yo pongo un dedo enfrente de
otro dedo y miro los dos dedos. Por supuesto yo veo el dedo tapado como si fuera
continuo. Yo sé que es continuo. Yo casi lo veo como si fuera continuo. Pero si usted me
pregunta, ¿Usted literalmente ve el trozo tapado de dedo? Yo debería diría ‘no’ —en lo
que a mí respecta, alguien pudo haberme cortado realmente dos pedazos de dedo y
haberlos puesto a cada lado del otro dedo para engañarme. Porque yo literalmente no veo la
parte oculta.
Compare estos dos casos, el punto ciego y el dedo tapado, que son de hecho bastante
similares en que ambos son casos en los que hay información ausente que el cerebro
sustituye.
¿Cuál es la diferencia, no obstante? Qué diferencia ve usted, la persona consciente,
en que la representación de la rosquilla amarilla ahora tiene un qualia en el centro y que la
representación del dedo tapado no lo tiene?
La diferencia, proponemos, es que usted no puede cambiar de opinión acerca del
amarillo en el medio de la rosquilla. En otras palabras, usted no puede pensar ‘Quizás sea
amarillo, oh bueno, tal vez es rosa, o tal vez azul. No, ella está gritándole ‘Soy amarilla’,
con una representación explícita de la amarillez en su centro. En otras palabras, el amarillo
del relleno no es revocable, no puede ser cambiado por usted. En el caso del dedo tapado,
sin embargo, usted podría pensar ‘hay una alta probabilidad de que haya un dedo allí, pero
algún científico malicioso pudo haber pegado dos medios-dedos a cada lado de él’, o, ‘por
lo que a mi respecta podría haber un marcianito sentado allí’.
Estos escenarios son altamente improbables, pero no inconcebibles.
Otra forma, entonces, de captar la diferencia entre los dos tipos de casos es que yo
podría elegir asumir que hay algo detrás del dedo oculto, pero que yo no puedo hacer eso
con la región rellenada del punto ciego.
Así la diferencia crucial entre una percepción cargada de qualia (porta-qualia) y una
que no tiene qualia es que la porta-qualia es irrevocable, mientras que la que carece de
qualia es flexible; usted puede elegir cualquiera de una lista de diferentes ‘supuestas’
entradas usando imágenes descendentes (top-down). Una vez que la percepción porta-
qualia ha sido creada, usted está atrapado en ella.
Un buen ejemplo de esto es una foto con alto contraste de un perro dálmata (Figura
3). Inicialmente, cuando usted lo mira, son todos fragmentos, luego de repente cada cosa
encaja y usted ve un perro, usted tiene el qualia del perro. La próxima vez que lo ve, no
hay manera de que pueda evitarlo y dejar de ver el perro. Ciertamente, hemos mostrado
recientemente que las neuronas en el cerebro tienen alteradas sus conexiones
permanentemente una vez que usted ha visto el perro (Tovee et al., 1996).

Tres leyes de los qualia


Describimos ahora las tres leyes de los qualia (con perdón de Sir Isaac Newton) que
esperamos sirvan de guía para futuras investigaciones. Los ejemplos que hemos descrito
recién demuestran una característica importante de los qualia: si algo es revocable, no es
un qualia (o tiene sólo un qualia débil asociado). Para ser menos imperativos, existe un
vínculo entre la fuerza o nitidez de un qualia y el grado de su irrevocabilidad, esto es,
puede ser una distinción cuantitativa más que cualitativa. Sin embargo, aunque el hecho de
que algo sea irrevocable es necesario, de ninguna manera es suficiente para la presencia de
qualia. ¿Por qué? Bueno, imagine que alumbro con una luz dentro del ojo de alguien que
está en coma. Si el coma no es muy profundo, la pupila del paciente se contraerá, aunque
no tenga una percatación subjetiva de ningún qualia producido por la luz. El arco completo
del reflejo es irrevocable, y aún así no hay un qualia asociado con él. Usted no puede
cambiar de opinión sobre él, no puede hacer nada al respecto, igual que no puede hacer
nada acerca del relleno amarillo en su punto ciego en el ejemplo de la rosquilla.

Figura 3
La irrevocabilidad del qualia figura. Una
vez que usted ve el perro dálmata en la imagen de
la izquierda, es imposible volver atrás al estado de
no verlo.

Entonces ¿por qué sólo este último tiene qualia? La diferencia clave, sostenemos,
es que no hay qualia en el caso de la contracción de la pupila porque hay sólo una
salida disponible. Pero en el caso del amarillo, aunque la representación que fue
creada es irrevocable, lo que usted puede hacer con la representación tiene final-
abierto; usted se da el lujo de elegir.
Esta es la segunda característica importante de los qualia: las sensaciones que son
portadoras de qualia le permiten darse el lujo de elegir. Así que ya hemos identificado
dos características funcionales de los qualia: irrevocabilidad del lado de la entrada de
datos, y flexibilidad del lado de la salida. Hay una tercera característica importante de
los qualia. A fin de tomar decisiones sobre la base de una representación porta-qualia,
la representación necesita existir el tiempo suficiente para que los procesos ejecutivos
trabajen con ella. Su cerebro necesita mantener la representación en un depósito
(buffer) intermedio, en otras palabras, en una ‘memoria de trabajo’. Nuevamente esta
condición no es suficiente por sí misma, porque podría haber otras razones por las
cuales un sistema neural necesite mantener cierta información en un buffer en las que
los qualia no estén implicados (ej.: la ‘memoria’ de la médula espinal). No obstante,
típicamente en estos casos hay sólo una salida posible, en cuyo caso la segunda
característica importante de los qualia se perdería, según nuestro esquema. Hay cierta
evidencia fisiológica de tal conexión entre qualia y memoria.
Goodale ha reportado un cierto tipo de paciente con ‘vista ciega’ que puede rotar
correctamente un sobre para introducirlo en una ranura horizontal o vertical, a pesar de
que no percibe conscientemente la orientación de la ranura y no puede expresar si la
ranura es vertical u horizontal (Milner & Goodale, 1995). Pero si las luces de la
habitación están apagadas antes de que el introduzca la carta, ‘él’ olvida la orientación
de la ranura casi inmediatamente y es incapaz de colocar la carta dentro. Esto sugiere
el sistema visual inconsciente de la ‘espina dorsal’ que distingue orientación y de
acuerdo a ésta, afecta a los movimientos del brazo, no sólo carece de qualia sino que
además no tiene memoria; es el sistema visual del ‘circuito ventral’ el que es
consciente y tiene memoria. Seguiríamos sosteniendo que la razón de que el sistema
ventral porta-qualia tiene memoria porque está implicado en tomar decisiones basado
en las representaciones perceptuales. En contraste, el sistema sin qualia se ajusta en un
procesamiento continuo en tiempo real corriendo en un loop estrechamente cerrado y
consecuentemente no necesita memoria –no está involucrado en la toma de decisiones.
Esto sugiere una predicción sujeta a prueba: en pacientes con vista ciega, y en el
zombi visual de Goodale’s, si le dan al paciente alternativas, el sistema se descontrola.
No solo no debería tener memoria a corto plazo como mostró Goodale, sino que
tampoco debería ser capaz de tomar decisiones. Por ejemplo si a la persona se le pide
que envie una carta y se le muestran dos ranuras ortogonales simultáneamente, él
debería fallar, ser incapaz de elegir entre las dos (o alternativamente, el sistema podría
tomar siempre la primera que ve). Esto es compatible con la visión de Crick-Koch de
que las neuronas que se proyectan a los lóbulos frontales son las neuronas qualia
porque, obviamente, los lóbulos frontales son importantes para la ejecución de
elecciones. Objetaremos, sin embargo, que lo que consideramos la alternativa por sí
misma es realmente el trabajo de un sistema límbico ejecutivo que consiste en la
amígdala, la corteza cingulada anterior y otras áreas, y que los lóbulos frontales sólo
son necesarios para resolver completamente las implicaciones de largo alcance y
posibles alternativas que conlleve la decisión, y para lidiar con complicaciones que
surjan una vez que la decisión sea ejecutada (más sobre este tema al final de la
sección).
Extendamos la explicación al qualia asociado con el dolor. Digamos que usted
pincha a alguien con un alfiler. Es bien sabido que hay dos componentes: hay una
retirada inmediata, que no implica qualia, seguida un par de segundos más tarde por la
experiencia del qualia del dolor. Esta disociación es en sí misma una evidencia
incompatible para nuestra visión porque la trayectoria sin carga de qualia es
irrevocable, pero tiene una salida fija (la retirada) y por eso no tiene qualia en nuestro
esquema. El dolor que experimenta, por otro lado, es irrevocable y lo que usted hace al
respecto es flexible. Puede poner algún medicamento sobre ella, o puede escapar de lo
que la haya causado. Este es un buen ejemplo porque es un caso donde un mismo
estímulo produce dos caminos diferentes de procesamiento, uno con qualia y otro no.

Percepciones biestables
Tomemos figuras biestables (con dos estados o interpretaciones posibles); ¿cómo
se aplicaría a ellas nuestra explicación? Aquí, el estímulo sensorial puede especificar
dos qualia con igual certeza, así que el sistema de salida sólo puede elegir entre esos
dos al crear una representación de nivel intermedio (Figura 4).
Sin embargo, una vez que usted estableció una interpretación, se produce un
‘click’ y si es revocable sólo lo es a favor de otra percepción única. Usted sólo puede
ver esa famosa figura ambigua como un pato o un conejo, por ejemplo. Pero cuando
finalmente usted la ve, las implicaciones son infinitas – esto cumple con nuestro
criterio sobre flexibilidad en la salida. En la médula espinal, por otro lado, hay
circuitos neurales que manifiestan un tipo de biestabilidad, pero las implicaciones son
finitas. Para que exista el qualia se necesitan virtualmente infinitas implicaciones, pero
una representación estable, finita e irrevocable como punto de partida. Si el punto de
partida es revocable, luego la representación no tendrá un qualia fuerte y nítido.
Buenos ejemplos de esto son algo visto detrás de un oclusor ocular, o imaginar que
hay un mono sentado en esa silla. Éstos no tienen un qualia fuerte, por una buena
razón, porque si lo tuvieran usted no sería capaz de sobrevivir mucho tiempo, dada la
forma en que está estructurado su sistema cognitivo. Como dijo Shakespeare: ‘No
puedes saciar el voraz filo del hambre con la simple ilusión de un gran festín’. Es una
suerte, porque de lo contrario no iríamos a comer, simplemente generaríamos el qualia
asociado con la saciedad en nuestras cabezas. En una línea similar, uno podría alegar
que si una criatura mutante pudiera imaginarse teniendo orgasmos sería poco probable
que pasara sus genes a la generación

Figura 4
Gráficos biestables
‘Figuras ambiguas’
como ésta son diseñadas para admitir
dos interpretaciones posibles. Tales
figuras ofrecen una especie de
revocabilidad limitada: una
configuración de qualia forma es
revocable sólo a favor de la otra.

próxima. Por lo tanto los qualia (reales y perceptivos) están protegidos; están
parcialmente aislados de influencias descendentes (top-down).
Al mismo tiempo, no obstante, sucede de vez en cuando que uno necesita
procesar una simulación de realidad virtual usando qualias menos intensos generados
desde las representaciones en la memoria a fin tomar decisiones apropiadas en
ausencia de los objetos que normalmente provocan esos qualia. Las memorias que uno
normalmente evoca en este caso no están plenamente cargadas con qualia; ellas tienen
qualia que son lo suficientemente nítidos como para permitir correr la simulación. Si
poseyeran qualias con plena nitidez, de nuevo, eso sería peligroso; realmente eso se
llama alucinación. Supuestamente eso es lo que pasa en las fisuras del lóbulo temporal;
un cierto mecanismo ha desaparecido, y la simulación de realidad virtual se transforma
entonces en una entrada sensorial real. La simulación pierde su revocabilidad y genera
qualias patológicos.
Porque estas imágenes generadas internamente, o creencias sobre ese tema,
tienen qualia fuerte? Podemos explicarlo. Las percepciones necesitan tener qualia
porque ellas están dirigiendo la conducta en curso basada en decisiones. Pero no
podemos darnos el lujo de dudar sobre la percepción misma. El conjunto de estímulos
la determina, y uno no tiene tiempo de decir ‘Tal vez esté determinando alguna otra
cosa’. Uno necesita ‘plantar bandera’ y decir ‘es esto’.
Las creencias e imágenes internas por otra parte no deberían ser porta-qualia,
porque no deberían ser confundidas con percepción real; necesitamos estar
constantemente conscientes de su naturaleza indecisa. Y en virtud de su estatus
indeciso las creencias carecen de qualia fuerte –son indefinidamente revocables.
Entonces usted cree –y puede imaginar – que debajo de la mesa hay un gato porque ve
una cola asomándose, pero podría haber un cerdo bajo la mesa con una cola de gato
trasplantada. Usted tiene que estar dispuesto a variar esa hipótesis, aunque sea
inverosímil, porque en ocasiones podría ser sorprendido.
Cuál es la ventaja computacional de hacer los qualias irrevocables? Una
respuesta es la estabilidad. Si uno cambia constantemente de opinión respecto del
qualia, entonces el número de salidas potenciales será literalmente infinito; no habría
nada restringiendo su conducta. En algún punto uno necesita decir ‘es esto’ y plantar
bandera en eso, y es ese plantar bandera lo que llamamos qualia. El sistema
perceptual sigue una lógica tal como esta: dada la información disponible, estoy un
90% seguro de que el objeto percibido es rojo. Por lo tanto por el bien del argumento,
asumiré que es rojo y que actuaré en consecuencia, porque si continúo diciendo ‘tal
vez no sea rojo’, no estaré en condiciones de dar el siguiente paso. En otras palabras, si
yo tratara las percepciones como creencias, sería ciego. Los qualia son irrevocables a
fin de eliminar titubeos y conferir certeza a las decisiones.

El síndrome de Charles Bonnet


Sin embargo, este sistema puede colapsar. Por ejemplo, consideremos el curioso
desorden neurológico conocido como el síndrome de Charles Bonnet. Los pacientes
con este desorden normalmente tienen daño en la retina, el nervio óptico, radiaciones
ópticas, o algunas veces hasta en el área 17, produciendo ceguera o bien en una
porción amplia o bien en todo el campo visual. Pero notablemente, en vez de no ver
nada, experimentan alucinaciones visuales muy vívidas.
Típicamente son alucinaciones con ‘forma’ más que patrones abstractos; por
ejemplo los pacientes afirman ver animalitos de circo, o enanos caminando alrededor.
No se ha dado una explicación adecuada del síndrome hasta la fecha, aunque las
alucinaciones son a veces referidas como ‘alucinaciones libres’ en la antigua literatura
clínica.
Hemos tenido recientemente la oportunidad de examinar dos pacientes con este
síndrome, presentando ambos ciertas características novedosas, que pueden ayudar a
elucidar los mecanismos neurales subyacentes al desorden. Estos pacientes tienen una
región en el campo visual netamente circunscripta donde ellos serían completamente
ciegos; ej. Tienen un punto ciego, o escotoma. Lo más notable es que sus
alucinaciones están confinadas por completo a la región ciega. Por ejemplo, el paciente
MB tenía un escotoma paracentral izquierdo, del tamaño de la palma de su mano
(extendido al largo del brazo), probablemente causado por daño al área 17 y
radiaciones ópticas, como resultado de cirugía láser para destruir una malformación
arteriovenosa.
Ella fue por supuesto completamente ciega en esa región, y aún así cerca de
veinte o treinta veces al día experimentaba las más vívidas alucinaciones confinadas
por completo al punto ciego. Sorprendentemente, éstas eran estáticas, dibujos
contorneados, como los dibujos animados, rellenados con color, pero sin profundidad
ni movimiento.
Sugerimos que las alucinaciones asociadas con el síndrome de Charles Bonnet
emergen a causa de las proyecciones masivas de feedback (Ramachandran, 1993) que
se sabe que existen desde áreas corticales superiores hasta las áreas visuales que las
preceden en jerarquía; por ejemplo desde el área 17 a la LGN, o desde IT y MT a las
áreas 17 y 18 (Zeki,1978; van Essen, 1979; Churchland et al., 1994). Cuando una
persona normal imagina algo, como una rosa, generalmente asumimos que se invoca
algún tipo de actividad en los centros superiores tal como los lóbulos temporales,
donde la memoria de esta rosa es almacenada en la forma de pesos sinápticos alterados
(y quizás nuevas conexiones sinápticas). Así que cuando uno imagina una rosa, se
espera actividad en los lóbulos temporales. Pero hay una gran cantidad de evidencia
ahora que sugiere que además de la actividad esperada en IT, hay también actividad en
el área 17, como si de alguna forma esta información estuviera siendo proyectada de
regreso a su ‘pantalla neural’ correspondiente con el área 17 (Cohen et al., 1996;
Farah, 1989). Es como si, para permitirle hacer ciertas discriminaciones espaciales
finas, su cerebro necesitara correr una especie de simulación de realidad virtual, y por
alguna razón esto requiere participación del área 17. (En particular, la discriminación
de las características topológicas de la imagen, por ejemplo, podría requerir que esta
sea representada nuevamente en el área 17).
No obstante, cuando una persona normal imagina una rosa, no alucina la rosa
literalmente; lo que experimenta comúnmente es una impresión débil como un
fantasma de la misma. ¿Por qué? Una posibilidad es que la persona normal, a
diferencia del paciente Charles Bonnet, tiene input visual6 real ingresando desde la
retina y nervio óptico. Esto es verdad, por cierto, aún cuando los ojos están cerrados,
porque siempre hay actividad espontánea en la retina, lo que puede funcionar para
proveer una señal nula que informe a los centros superiores que no hay ninguna rosa
allí, y esto evita que alucine la rosa literalmente. (Realmente, esta podría ser una razón
por la cual la actividad espontánea en los nervios y receptores periféricos evoluciono
en primer lugar). Nuevamente, esto es una suerte, porque de no ser así su mente estaría
constantemente inundada con alucinaciones generadas internamente, y si usted
comenzara a confundir las imágenes internas con la realidad, estaría perdido.
En el paciente Charles Bonnet el input visual falta por completo, por eso las
imágenes generadas internamente que son reenviadas a V1, o tal vez a V2 (áreas 17 y
18), alcanzan un grado de nitidez y claridad no visto en la gente normal. Esto explica
porqué las imágenes son confinadas por completo al escotoma, porqué son tan
extremadamente vívidas (un paciente nos dijo que los colores ‘se ven más reales que
los colores reales’), y porqué tienen la cualidad de ser irrevocables como los qualia
genuinos inducidos por estímulo. En otras palabras, normalmente su imaginario
descendente (top-down) producirá únicamente imágenes débiles porque compite con
input visual real (o actividad espontánea), pero cuando ese input desaparece, entonces
usted comienza a confundir sus imágenes internas con la realidad externa.
No queda claro porqué en el caso de MB las imágenes carecían de profundidad y
movimiento. Una posibilidad es que por alguna razón la información de feedback (de
retorno) emerge solo desde el circuito ventral (el trayecto IT-V4), que concierne
principalmente al color y la forma y no había feedback desde el circuito dorsal y MT
lo cual habría conferido los atributos espaciales apropiados, tales como profundidad y
movimiento, a la imagen.
Tal vez una implicación general más importante de este síndrome que ha sido
dejada a de lado en el pasado es que constituye una fuerte evidencia a la idea de que la

6
N. del T.: Input no es cualquier entrada sino una entrada de datos, luego input visual se entiende como
entrada de datos visuales.
visión no es una cascada o flujo de información unidireccional como generalmente se
la piensa. Por ejemplo, una concepción ingenua de la vista (Marr, 1982) sostiene que
el procesamiento visual es secuencial, modular, y jerárquico: cada compartimiento
calcula algo y lo transmite al compartimiento siguiente, un modelo propuesto
usualmente por los investigadores de Inteligencia Artificial. Claramente la visión
humana no trabaja de esta manera (Edelman, 1989); en cambio, parece haber una
constante reverberación, a un lado y al otro como un eco, entre las diferentes áreas
sensoriales dentro de la jerarquía visual y en realidad (como veremos) incluso a través
de las modalidades sensoriales7. Para exagerar deliberadamente el caso, es como si
cuando uno mirara hasta la más simple escena visual, generara un sinnúmero de
alucinaciones y escogiera la alucinación que más precisamente coincide con el input
actual – esto es, el input parece seleccionar de un sinnúmero de alucinaciones.8 Deben
haber incluso varias iteraciones de esto en marcha, incluyendo las retroproyecciones9
masivas – una especie de interrogatorio constante, como en el juego de las veinte
preguntas10 hasta que uno eventualmente localiza la aproximación a la realidad más
cercana (una alucinación de este tipo parcialmente restringida es, por supuesto, la base
del conocido test de las manchas de tinta de Rorschach). Así lo que usted ve
finalmente es el resultado de un compromiso entre procesos descendentes11 y procesos
ascendentes12, una perspectiva muy distinta de la convencional en la que se entiende a
la visión como implicando una marcha de información ascendente jerárquica: una
brigada del cubo13-

Sinestesia

7
N. del T.: El término original es modalities, que yo traduje como modalidades sensoriales, es decir,
cada zona de procesamiento sensorial (vista, oído, tacto, etc.).
8
9
N. del T.: Término original: back-projections.
10
N. del T.: Ejemplo del “Juego de las veinte preguntas”:
- ¿Es Animal, Vegetal, Mineral, Otra cosa?
- Animal
- ¿Lo hay de varios colores?
- Si
- ¿Es herbívoro?
- No
- ¿Tiene bigotes?....
- (así hasta completar las 20 preguntas. En la última se arriesga una respuesta)…
- Es un perro?
- Si
11
N. del T.: Término original: Top-down.
12
N. del T.: Término original: Bottom-up.
13
N. del T.: Brigada del cubo (Bucket brigade): Se suele utilizar para indicar una serie de procesos que
se ejecutan en secuencia. En una brigada del cubo, las personas se van pasando un cubo de agua uno al
otro en forma secuencial, por ejemplo para apagar un incendio.
Una segunda ilustración de las fallas en las funciones de los qualia la
proporciona el extraordinario fenómeno de la sinestesia, donde las sensaciones
invocadas a través de una modalidad sensorial producen un qualia vívido normalmente
asociado con otra modalidad. Muchos de estos casos tienden a ser un poco dudosos –
las afirmaciones de ‘ver’ un sonido o ‘saborear’ un color terminan siendo meras
metáforas. Sin embargo, recientemente examinamos a un paciente que tuvo una visión
relativamente normal hasta la edad de siete años, luego sufrió un deterioro progresivo
en su vista debido a retinitis pigmentosa, hasta que finalmente a la edad de cuarenta
años se volvió completamente ciego. Luego de aproximadamente dos o tres años,
comenzó a experimentar alucinaciones visuales similares a las experimentadas por los
pacientes Charles Bonnet. Por ejemplo, él vería manchitas de luz roja que inicialmente
carecían de profundidad, pero que se iban fusionando con el paso del tiempo para
formar la clara impresión visual de un rostro, incluyendo profundidad y sombras. Más
interesante aún, éste paciente comenzó a notar que cada vez que palpaba objetos
mientras negociaba con el entorno visual, o sostenía un objeto en su mano, o incluso
cuando simplemente leía braille, esto hacía aparecer las más vívidas imágenes
visuales, a veces en la forma de flashes amorfos, a veces un movimiento o ‘latido’ de
alucinaciones preexistentes, o a veces la forma real de la figura del objeto que estaba
palpando (por ejemplo una esquina). Estas imágenes eran altamente intrusivas, y en
realidad interferían con su lectura braille o palpado de objetos. Sugerimos que en este
paciente, como de hecho en la gente normal, palpar un objeto evoca memorias visuales
de ese objeto, como resultado de una asociación Hebbiana establecida previamente14.
Por supuesto, cuando una persona normal cierra sus ojos y palpa una regla, no alucina
la regla, aunque normalmente la visualice. La razón, de nuevo, es la presencia de input
visual normal anulador en la forma de actividad espontánea desde la retina y trayectos
visuales. Pero cuando esta información es eliminada, como con el paciente Charles
Bonnet, nuestro paciente comienza a alucinar. Esto puede ser verificado grabando
directamente los potenciales evocados desde su cortex visual mientras el está palpando
objetos (Cobb et al., en preparación). Finalmente, esta línea de especulación es
también consistente con lo que hemos observado en amputados con los miembros
fantasma. Luego de la amputación, muchos de estos pacientes experimentan un brazo
fantasma muy vívido, y mientras la mayoría de ellos están habilitados para ‘mover’ su
miembro fantasma, un subgrupo de éstos siente que el miembro fantasma está en una
posición rígida, esto es, su fantasma está paralizado.
14
¿Pero qué pasaría si uno pudiera en cierto modo crear la ilusión visual de que el
fantasma ha regresado, y puede moverse? Para hacer esto, hemos colocado un espejo
vertical sobre la mesa enfrente del paciente en el plano sagital. El paciente luego pone
su mano normal (digamos) derecha en el lado derecho del espejo y ‘pone’ su mano
izquierda fantasma en el lado izquierdo del espejo. Luego el mira el reflejo en el
espejo de su mano derecha, y mueve su mano derecha alrededor hasta que su reflejo es
exactamente superpuesto sobre el lugar en el que se percibe el miembro fantasma. Si
ahora el comienza a hacer movimientos con su mano derecha, adquiere la ilusión
visual de que su mano fantasma está moviéndose. Notablemente, esto también parece
que produce sensaciones vívidas que parecen venir de articulaciones y músculos en el
miembro fantasma, esto es, el paciente experimenta una curiosa forma de sinestesia.
Tales efectos no ocurren en individuos normales, manteniendo nuestra conjetura
de que la presencia de input real (somato sensorial) de alguna manera previene tal
sinestesia. En una persona normal, aunque hay una impresión visual de que su mano
izquierda se está moviendo (cuando ellos están en realidad mirando la imagen en el
espejo de su mano derecha) esto es contradicho por las sensaciones somáticas que
informan al cerebro que la mano izquierda no está, de hecho, moviéndose. El hecho de
que esto no suceda en el paciente con miembro fantasma podría implicar que las
señales visuales están causando que la activación viaje de retorno todo el trayecto
hasta las áreas somato sensoriales primarias concernientes a la propiocepción.
Nuevamente, esto puede ser testeado usando técnicas de imagen.

Traducido por:
Verónica S. D’Angelo
Ing. en Sistemas Informáticos
Docente
catudan@arnet.com.ar

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