/ septiembre de 2007
inmigración
Aplicarían camisas de fuerza
y cascos a inmigrantes expulsados
Varios colectivos de derechos humanos, entre
ellos Conáfrica, se pronuncian en contra de
esta medida que califica de “denigrante”.
“N o se emplearán lazos o
prendas inmovilizado-
ras de seguridad salvo que el jefe
del dispositivo, previa consulta
con el jefe operativo, determine
motivadamente en algún mo-
mento su utilización”, dice un
borrador que tiene en su poder
la policía.
¿Pero qué es una “prenda
inmovilizadora”? A pesar de
tratarse de un eufemismo, la
definición de ‘camisa de fuerza’
es más que evidente. “Bárbaro,
cruel, inhumano, ‘corto’… y
otros tantos adjetivos más po-
drían acompañar lo que parece
va a ser este protocolo de ac-
tuación que prepara el Minis-
terio de Interior para aplicar en
los traslados y repatriaciones
de migrantes a sus países de
origen”, dice un comunicado
de la ONG Conáfrica.
Según el organismo, estas
prendas que los policías nunca
han visto y que ni a los terro-
ristas aplican, también están en
desuso dentro de la psiquiatría.
“Pocos parecen estar de acuerdo
con esta medida, que no cumple
con las directivas y recomenda-
ciones básicas en materia de
Derechos Humanos y es a todas
luces degradante, y hasta peli-
grosa, pues obligaría al inmi-
grante a permanecer inmovili-
zado durante largo tiempo con
el subsiguiente riesgo cardio-
vascular”, añade Conáfrica.
Voces unánimes
Al parecer, el Ministerio del In-
terior no está teniendo en cuen-
ta el llamado ‘síndrome de la
clase turista’ y las recomenda-
ciones que hablan de mover las
articulaciones en los vuelos de
larga duración. Tanto Amnistía
Internacional, IU, Andalucía
Acoge y otras ONG ya se han
pronunciado en contra de esta
medida que lesiona gravemen-
te la situación de los Derechos
Humanos en Europa, “donde
los extranjeros pobres, los afri-
canos, y sobre todo los negros,
apenas alcanzan ya el rango de
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Con una persona deportada se apagan sus sueños y los de sus seres queridos.
personas”, rezan los comunica-
dos de estas instituciones.
“¿Qué ocurre cuando un
ciudadano inglés, alemán, es-
pañol o ruso empieza a alboro-
tar en una avión de pasajeros?
Muy sencillo: si están volando,
el avión bajará a tierra en el
aeropuerto más próximo. Una
vez ahí, se llamará a las fuerzas
de seguridad correspondientes,
tras lo cual si el susodicho no se
calma y persiste en su actitud,
será evacuado del avión y tras-
ladado al puesto de la Guardia
Civil del aeropuerto en cues-
tión”, explica Conáfrica.
La otra cara de la moneda,
en cambio, es el inmigrante:
“Lo único que importa es sa-
carlos de aquí, echarlos fuera,
si es posible sin que molesten al
policía de turno en el vuelo. A
los perros peligrosos se les pone
un bozal y se los amarra, y a los
africanos se les pone un casco
y una camisa de fuerza”. Dig-
nidad, es lo que reclaman los
organismos correspondientes
para con los seres humanos que
se resisten a un vuelo.
“Pobrecitos…, si se golpean,
muerden, dan patadas y se au-
tolesionan ellos mismos; con
el casco y la camisa de fuerza
se protege su integridad física.
¿Qué más quieren que haga-
mos?”, es lo que dirían algunos.
¿Pero saben estas personas que
las camisas de fuerza apenas si
se usan ya y cuando eran reque-
ridas iban precedidas de nume-
rosos informes psiquiátricos
precedentes? “Aquí parece que
el jefe del operativo decidirá so-
bre personas que no están locas
y en la mayoría de los casos sólo
han cometido una falta admi-
nistrativa”, afirma Conáfrica.
¿Sabe la opinión pública lo
traumático que es un proceso de
repatriación? ¿Sabe acaso que se
les extrae sangre sin su consen-
timiento a los expulsados entre
otras cosas? No se les escucha,
no tienen derecho a una defen-
sa debida ni pueden realizar
llamadas… ¿Así quieren que un
ser humano no se enfade? ¿Sabe
España qué le sucede a los afri-
canos cuando son repatriados?
Se trata de absurdos que debe
soportar un ser humano que es
plenamente consciente de que
sólo quiere trabajar en un país
en el que, curiosamente, necesita
de su mano de obra y de gente
joven que rejuvenezca una po-
blación envejecida –sólo Japón
le gana–. Finalmente, Conáfrica
se pregunta algo que difícilmen-
te podría pasar por la mente los
funcionarios ‘expulsadores’: ¿Y
si ese dinero desperdiciado en
repatriaciones se invirtiera en
ayuda real al desarrollo?
!
Tenga en cuenta
Los sin papeles que sean expulsados en aviones podrán
ser vestidos con camisas de fuerza y chichoneras para evitar que
se autolesionen para impedir su repatriación. El Ministerio del
Interior ha elaborado un protocolo de normas de seguridad para
las repatriaciones, que regula qué pueden hacer o no los policías
que custodian a los expulsados. No podrán, por ejemplo, dro-
garles ni hacer uso de medidas coercitivas que puedan compro-
meter `las funciones vitales del repatriado´. El objetivo es evitar
casos como el de Osamuyia Aikpitanhi, que en junio falleció
maniatado y amordazado en un vuelo de repatriación (...).
Según el protocolo, al que ha tenido acceso EL PAÍS, los
extranjeros deberán embarcar con un informe médico, de for-
ma que se conozca `cualquier circunstancia médica que pueda
afectar a la expulsión´. Si el jefe del dispositivo policial cree que
el estado de salud de un inmigrante no garantiza `un traslado
digno y seguro´, podrá suspender la expulsión.
Los inmigrantes serán subidos al avión esposados con lazos,
que se les podrán cortar a criterio de la policía. Eso sí, `los cin-
turones de seguridad de los repatriados se mantendrán atados
durante toda la duración del vuelo´, pero se les podrán desabro-
char si quiere ir al baño, donde tendrá que ir escoltado. Antes de
que se inicie el vuelo, se advertirá a los expulsados que el resis-
tirse no va a suponer en ningún caso la cancelación del viaje.
Pero si deciden ponerse bravos, “podrán ser inmovilizados
por medios que no pongan en peligro su integridad física ni
comprometa sus funciones vitales”...
¿Cómo? Pues con “cascos de autoprotección para los repatria-
dos violentos, que impidan que se autolesionen” y con “cinturones
y prendas inmovilizadoras autorizadas”. El primer utensilio servirá
a modo de chichonera, para evitar que el expulsado se dé cabeza-
zos contra el avión (como hizo Aikpitanhi) y el segundo es una
especie de camisa de fuerza que mantiene los brazos y las manos
diario El País, 3 de septiembre de 2007
pegadas al cuerpo… (diario 2007).