/ diciembre de 2007
Por Céline Gesret.
agitador sobre la realidad de los trabajadores del campo de El Ejido (Almería)
“Un agricultor dijo que sus empleados eran
como cerdos y que no sabían ni leer ni escribir”
J awad Rhalib es persona non
grata en El Ejido. El docu-
mentalista visitó por primera
vez la ciudad en el año 2000. Le
tocó cubrir las violencias racistas
como consecuencia del asesina-
to de una mujer española por un
marroquí. Se quedó impactado
descubriendo las condiciones de
vida de un hombre entre los 80
000 inmigrantes que trabajan en
los invernaderos. Decidió em-
prender la labor de un “Michael
Moore” europeo. Investigar
donde duele, pero a diferencia
del norteamericano premiado
en Cannes, sin puesta en esce-
na. Tardó tres años entre 2003 y
2006 para elaborar un documen-
tal de 82 minutos. El resultado
convenció en el último FESPA-
CO, festival de cine africano de
Ouagadougou, donde fue pre-
miado y el documental protago-
nizó la muestra de cine africano
de Barcelona a principios de no-
viembre. Su mera asistencia de-
sató una polémica en el mundo
económico andaluz y español.
“El Ejido o como aprovecharse”
pudo verse en ARTE en horario
de máxima audiencia.
¿Por qué el documental tardó
en estrenarse en España y por
qué no se verá en Holanda?
Holanda está muy implicada en
la economía de la región, están
metidos en las cooperativas, en
los complejos turísticos... El do-
cumental enfrenta a los países
europeos con sus contradiccio-
nes. Por ejemplo, la comisión
europea exige de Malí lo si-
guiente: “si quieres exportar tu
algodón debes respetar el dere-
cho al trabajo. Prohibir el traba-
jo de los menores y respetar el
medioambiente. Pero a escasos
kilómetros de Bruselas ocurre lo
contrario. La razón es sencilla,
se puede deslocalizar a indus-
El director de cine belga Jawad Rhalib firma un documental
trias pero no a la agricultura. Se
puede conseguir mano de obra
barata para producir verduras y
exportarlas en el mundo entero.
Es el caso de El Ejido.
En el documental se ve a tra-
bajadores inmigrantes que co-
bran 2,5 euros la hora y algunos
viviendo en chabolas al lado de
los invernaderos. ¿Esperabas
encontrar esa realidad?
No para nada. Un asistente de
producción español de la región
almeriense no lo sabía. Y des-
cubrir eso fue un choque, más
aún en esa ciudad. El alcalde es
una especie de “Le Pen” con la
diferencia que Le Pen no tiene
el poder. El alcalde sí. Y lo peor
es que creó su propio partido,
no se llama PP sino el Partido
de Almería. El Ejido tiene au-
tonomía económica y política.
Todos son propietarios allí, des-
de el pequeño policía al aboga-
do pasando por el alcalde. Ha-
blamos de una región de 35000
habitantes. Y 17000 en El Ejido.
Es la mayor concentración de
invernaderos y de bancos en el
mundo. A lo largo de los dos ki-
lómetros de la avenida principal
de la ciudad, hay 52 sucursales.
Es una pequeña ciudad donde
han actuado los Rolling Stones.
¿Cuál fue la gran dificultad de
realización?
El problema fue convencer. Con
los marroquíes fue un poco com-
plicado en el sentido de que se
quedaron escépticos en cuanto
al resultado. Les costaba pensar
que les vería su familia y los ami-
gos en Marruecos y los mismos
españoles. Son gente sin papeles.
Y cuando uno no tiene papeles
no tiene derecho. Al final confia-
ron. Ellos no tenían conciencia
del espacio en el cual vivían. Fue
impactante para ellos ver la pe-
lícula y sentir las reacciones de
los españoles. Un agricultor dijo
delante de la cámara que sus em-
pleados eran como cerdos y que
no sabían ni leer ni escribir.
¿Qué tipo de problemas
tuviste a posteriori con los
agricultores?
Soy persona non grata allí. En
cuanto a las demandas de los
agricultores, no pueden hacer
nada porque todo está grabado.
Nunca usamos cámara ocul-
ta. Lo que pasa es que eran in-
conscientes de lo que decían. La
entrevista con dos agricultores
que representan a la mayoría de
la región la hizo una colega. Te
puedo asegurar que la primera
pregunta que hice fue de orden
general, sobre el milagro eco-
nómico de El Ejido. El dueño se
hundió hablando de los marro-
quíes, que son cerdos, que si les
ves vivir en tales condiciones es
normal. Hubiera podido hacer
una película sólo sobre eso. Muy
exagerado. Les pillé por sorpre-
sa. Esperaba una reacción más
viva después de haber termina-
do el documental pero tardó por
desgracia. La difusión en horario
estelar en Arte les hizo reaccio-
nar. Los clientes, los supermer-
cados han empezado a contactar
con El Ejido. Hay un gran distri-
buidor del sur de Francia que a
la mañana siguiente de la difu-
sión nos contactó para tener un
DVD, explicándonos que no sa-
bía que existía. Y le dijimos que
no era creíble porque para tener
precios así a la venta es que no se
paga bien a los empleados.
¿Apuntas también a una
especie de feudalismo por
parte de los propietarios de
cortijos?
Hay dos tipos de alojamiento,
las chabolas y los cortijos. La
mayoría vive en cortijos, son
antiguas masías que los espa-
ñoles alquilan o han vendido a
otros marroquíes. Se hace mu-
cho dinero. Alquilan una cama
40 euros. Han comprado la
masía a precio bajo y les aporta
unos 6000eur al mes.
¿Cómo llegan los inmigrantes
a El Ejido?
Son etapas. Llegan al sur de Es-
paña por pateras, y la primera
etapa es El Ejido, a vivir de la
agricultura porque están segu-
ros de tener un trabajo. Luego
hay tanta gente y tanta compe-
tencia que los agricultores apro-
vechan para bajar los precios.
¿Desde dónde llega la mano
de obra?
Vienen desde los países del Este.
Pero se crean como castas. Los
entrevista
intocables son los marroquíes.
Es algo histórico. Hay una re-
lación de amor y odio entre Es-
paña y Marruecos. De hecho, El
Ejido es una ciudad creada por
Franco. Hay una mayoría de
marroquíes, africanos, latinoa-
mericanos. En las cooperativas,
el 1% son africanos, el resto pro-
viene del Este. Existe competen-
cia. Para los que no consiguen
trabajo, sólo les queda el robo.
Entonces automáticamente se
habla de delincuencia por parte
de los marroquíes, de los afri-
canos. Pero la mayoría es gente
con estudios. El problema de
España es que hay una riqueza
que viene y no se aprovecha. Lo
más curioso es que España par-
ticipó en la guerra en Iraq, en
el exterior, cuando tienen una
bomba de relojería en su propio
país que no ven.
¿Espera una reacción a nivel
político?
Está pasando algo. Muchos su-
permercados reaccionan. Hubo
un debate en el Parlamento
Andaluz con esa película, jun-
to con otro documental que se
llama “We feet the world”. Pen-
saron incluso en que podían ha-
cer para cambiar la imagen de
El Ejido y de Almería. El con-
sumidor, por suerte, reacciona,
gracias a la difusión.
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