Vous êtes sur la page 1sur 327

Puede visitarnos, contactar y seguir nuestro trabajo en:

www.corchea69.com
III JORNADAS DE ESTUDIO
REFLEXIÓN Y OPINIÓN
SOBRE VIOLENCIA
VIOLENCIA DESENFOCADA
TERCERA EDICIÓN DE LAS
JORNADAS DE ESTUDIO,
REFLEXIÓN Y OPINIÓN
SOBRE VIOLENCIA
Producidas en su totalidad por
A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES
y realizado bajo convenio con la
UNIVERSIDAD DE SEVILLA (U.S.).

Días 20, 21, 22 y 23 de noviembre de 2007


Edificio Expo
(Isla de la Cartuja, Sevilla)

Padilla Libros Editores & Libreros


Sevilla
© De los autores
© De la presente edición: A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES

D.LEGAL SE-
ISBN: 978-84-8434-448-3

PADILLA LIBROS EDITORES & LIBREROS


C/ Feria no 4 –local uno–
41003 SEVILLA (ESPAÑA)

Impreso por

—4—
SALUDO A LOS CONGRESISTAS

D ESDE CORCHEA 69 PRODUCCIONES y en nombre de


todas aquellas personas que componen el equipo
de trabajo y la secretaría técnica de las Terceras
Jornadas Violencia Desenfocada, te damos la bienvenida y
te agradecemos habernos confiado un pequeño porcentaje
de tu formación académica. Esperamos sinceramente que
esta aportación te resulte gratificante y productiva, y que
contribuya, aunque sólo sea también en una pequeña por-
centualidad, a tu crecimiento y evolución como ciudadano
crítico e independiente.

—5—
AVISO AMISTOSO

D ESDE A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES queremos


pedirle perdón por adelantado. Experiencias pasa-
das nos dicen que estas jornadas son realtivamente
problemáticas y alterán, en gran medida, la tranquiliadad
espiritual y moral de los asistentes. Por todo, nuevamente
pedimos disculpas.
En este último año, y esperemos que por muchos otros, a
los miembros de A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES se nos está
poniendo cara de Morfeo (The Martrix, 1999) con una pas-
tillita roja y otra azul en cada mano, lastima el Sr. Fishbur-
ne no destaque precisamente por su belleza para desgracia
nuestra. La diferencia fundamental entre usted y el joven
Neo, es que usted ya se ha tragado la pastillita roja antes, in-
cluso, de haberles preguntado, ya que se encuentra sentado
haciendo tiempo para empezar a sufrir, o disfrutar, durante
30 horas lectivas. Esta pastilla con forma de jornadas de
libre configuración tiene una serie de indicaciones para su
correcta asimilación que más vale que aprenda puesto que
ya es tarde para echarse atrás (aunque siempre puede renun-
ciar a su plaza su certificado y su dinero).

1.– Muchas de las cosas que le hacían feliz y que le re-


confortaban pueden verse puestas en duda de aquí en
adelante.
2.– A partir de ahora, cada vez que le llegue una infor-
mación nueva, de esas que hasta hoy cuadraba con
su manera de pensar y con la de su entorno, auto-
máticamente se encenderá una alarma en su cabeza
iniciándose un proceso en el que cuestionará, quién
y porqué ha emitido esa información, qué medio, en
qué contexto, con qué antecedentes y antes de qué
acontecimientos ha ocurrido.

—7—
3.– Este ejercicio malévolo le generará estrés y ansiedad,
en distintos grados. La organización no se hará cargo
de su terapia ni de las costas judiciales o clínicas pro-
ducto de cualquier enagenación.
4.– Se dará cuenta de que tiene en su propiedad unas
acciones de la compañía Poder S.A. que fueron he-
redadas de sus padres, y que apenas tienen reparto de
beneficios, ya que las juntas de accionistas son cada
cuatro años y aunque en ellas tiene voto, no tiene
voz.
5.– Esta situación le generará nuevamente estrés y ansie-
dad, por lo que le remitimos al punto 3.
6.– Si desea dejar de experimetnar estas sensaciones le
recomendamos la visualización intesiva de futbol,
programas del corazón y/o realities, quemar los libros
que tenga a su alrededor, la no lectura ni visualización
de periódicos e informativos, y por supuesto limitar el
uso de internet al Meseenger, y algún que otro juego
on line.

El desarrollo del pensamiento crítico no es más que cre-


cer y descubrirse como mosca cojonera de todo aquel que le
necesite para su lucro personal. En cierta forma es retomar
la actitud del infante que pregunta todo y lo cuestiona todo,
ansioso de consumir información, aprender y crecer. Si la
naturaleza nos ha dado esa herramienta para sobrevivir es
deseable conservarla el máximo tiempo posible. Desarrollar
un pensamiento crítico hace que a un político no le baste
con un par de inauguraciones oportunistas para defender su
gestión, ni a su opositor llenarse las barbas de esputos para
derrocarlo. Sirve para que no se use la mentira como herra-
mienta de poder que se asienta en la incultura, la indolencia
y la pasividad del pueblo. Sirve para ser menos vulnerables
ante la manipulación a la que estamos sometidos con total
impunidad.
La Violencia Desenfocada, concepto que vamos a tratar
estos días, deja de ser violencia en el momento que somos
conscientes de ella.

—8—
Es por eso que os pedimos perdón, porque si todo sale
bien habremos conseguido regalaros (a buen precio) unas
décimas de libertad en forma de actitud crítica ante lo que
os rodea y eso, amigo, es un fastidio, ya lo veréis.

FRANCISCO ANAYA BENÍTEZ


A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES

—9—
NORMAS GENERALES

L A Organización de este evento se sitúa dentro de la


línea de trabajo que, A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES
como productora de actividades culturales, tiene
programada para esta temporada.
Las características de este evento, como todo acto que
sume más de 500 personas, nos hacen exponer, para su
obligado y riguroso cumplimiento, una serie de normas que
habrán de ser observadas y respetadas por todos los asis-
tentes:

•La Organización se reserva el derecho de alterar o cam-


biar el programa. No se admiten devoluciones o cam-
bios en la inscripción.
•La Organización podrá denegar el acceso o expulsar del
recinto a aquellas personas de las que pueda racional-
mente presumirse, que van a crear una situación de
riesgo o peligro para él mismo u otros congresistas,
de alboroto, o aparenten estados de intoxicación o
conmoción, o que incumpla esta relación de normas.
• Cualquier daño o desperfecto ocasionado por un asis-
tente en el Edifico Expo conllevará la denuncia del
mismo por La Organización a la Dirección del Edifi-
cio Expo para que esta inicie los trámites pertinentes,
no haciéndose La Organización responsable del mis-
mo ni del daño cometido.
• El uso de la placa acreditativa es obligatorio. Por moti-
vos de seguridad no se permitirá el acceso al auditorio
a quien no la presente o le sea requerida y no estu-
viese en posesión de ella. Si se olvidara, o perdiera,
acudan a La Organización para solventar el problema
lo antes posible.

—11—
• Está terminantemente prohibido fumar, beber o comer
dentro de las instalaciones del Edificio Expo salvo en
los sitios debidamente especificados para ello. Les re-
cordamos que el Edificio Expo es una edificación en
régimen de propiedad privada estatal, esto incluye es-
caleras y jardines exteriores como zonas propias del
inmueble de carácter privado.
• Queda prohibida cualquier filmación, grabación o
reproducción en el interior del recinto salvo auto-
rización expresa de La Organización (esto incluye
cualquier soporte de reproducción de música, radio,
videojuego o similar).
• Rogamos desconecten sus teléfonos móviles durante
las conferencias, comunicaciones, mesas redondas u
otras actividades.
• Se ruega silencio durante las exposiciones.
• Se ruega máxima puntualidad a los asistentes para no
interrumpir el desarrollo de la actividad congresual.
• Toda conferencia, debate, charla o mesa redonda no
termina hasta que concluya el turno de preguntas y
respuestas.
• Todo asistente tiene la obligación de respetar estas nor-
mas para el buen funcionamiento del evento.

Control de asistencia
La asistencia a las jornadas no es obligatoria salvo, lógi-
camente, para aquellas personas que deseen recibir un cer-
tificado de asistencia.
Aquellos que deseen recibir el certificado de asistencia y
así beneficiarse de la convalidación del mismo por 3 crédi-
tos de libre configuración reconocidos por la Universidad de
Sevilla, tendrán que demostrar su asistencia a un mínimo,
del 80% de las jornadas tal y como exigen dicha entidad (7
medias jornadas de las 8 medias jornadas totales).
El sistema de control de asistencia redunda en el propio
interés del asistente por demostrarla. Cada asistente se res-
ponsabiliza de demostrar su asistencia a las jornadas.
A cada asistente se le ha entregado una placa acreditativa
con un código de barras personalizado que tendrá que lle-
var siempre consigo y en lugar visible, durante los 4 días de

—12—
actividad. En la entrada de la sala se dispondrán lectores de
códigos de barras. El registro de su código de barras por un
ordenador hará las veces de firma. Siga las indicaciones de
la Organización para agilizar esta operación. Al termino del
congreso, previo a la entrega de certificados un programa
informático hará el recuento de la asistencia de cada cual y
dispondrá quienes de ellos son aptos para recibir el certifi-
cado de asistencia y cuales no. La organización tendrá pre-
parado además el clásico sistema de firmas que será usado
si aparece algún problema técnico.
Todo asistente que habiendo sido declarado no apto de-
see inspeccionar su computo de asistencia deberá dirigirse a
La Organización durante la entrega de certificados.
Para retirar el certificado de asistencia debe entregarse
a la Organización la placa acreditativa y la respuesta a una
pregunta que se hará pública mediante carteles en la tarde
del jueves y en la página web www.corchea69.com. Esta
pregunta forma parte de un sistema de evaluación que nos
solicita la Universidad de Sevilla y que acredita el apro-
vechamiento de la asistencia. Esta entrega se hará el día
y hora fijado en el programa, no pudiéndose solicitar con
anterioridad o posterioridad a esta fecha (salvo por causa
“muy justificada”). Ante cualquier duda consulte al perso-
nal autorizado.

—13—
PRESENTACIÓN

III EDICIÓN DE LAS JORNADAS DE ESTUDIO,


REFLEXIÓN Y OPINIÓN SOBRE VIOLENCIA

Q UÉ pasaría si desde los medios o desde una platafor-


ma mucho más poderosa se intentara ensombrecer
la realidad? ¿Qué tácticas usarían? ¿Qué noticias
esgrimirían, y qué argumentos, para desviar la atención de
la población hacia asuntos aparentemente mucho más im-
portantes y relevantes pero en el fondo conocidos, tratados
y estudiados? ¿Podríamos definir a esta acción como vio-
lencia? Creemos que sí, y a esto lo vamos a dar a llamar en
estas jornadas Violencia Desenfocada.

Introducción
Las víctimas de la violencia desenfocada somos noso-
tros, los ciudadanos, los consumidores conscientes e incons-
cientes de información. Nosotros somos, a fin de cuenta los
engañados. Y tristemente engañados por nuestra pasividad.
Los flujos de información y desinformación que pululan en
los medios son el cebo que nos atrae. El fin de engañarnos
aún está por descubrir. Pero debemos estar despiertos, listos
y ágiles. Los grandes temas de actualidad son el caldo de
cultivo de la desinformación, la rumorología y la superche-
ría barata. Modas que nos obligan a actuar de una forma u
otra, supuestos estilos de vida que han de ser nuestra única
meta y bienes de mercado sin los cuales estamos perdidos.
El bombardeo es constante y nosotros somos, muy a nuestro
pesar, agentes, sin saberlo, de estrategias que nos superan.

—15—
Si apoyamos lo defendido en las Segunda edición de las
Jornadas Violencia; Violencia Desenfocada, debemos in-
vestigar de forma seria y rigurosa cuáles son los ámbitos
más cotidianos desde los cuales se ejerce esa distorsión, ese
ensombrecimiento. La violencia es una acción puramente
humana y, por ende, también la violencia desenfocada es
una forma de manipulación, una acción direccionada y pre-
cisa. Cruel como solo el ser humano es capaz de concebir,
sutil y cegadora.
Quizá la verdad esté al alcance de nuestros dedos, pero
quizá los árboles que se levantan ante nuestro ojos nos im-
piden ver el bosque.

Violencia desenfocada
Años cuarenta, a una hora imprecisa de la tarde una mu-
jer cae por la fachada del hotel Genesse. Una persona uni-
formada habla con un par de personas en la puerta abierta
del hotel. En otro plano un hombre cómodamente sentado
está ensimismado en sus pensamientos en la cafetería del
hotel mientras otro, posiblemente un camarero, se le acerca
por detrás. En no más de un segundo la mujer llegará al
suelo y, de una forma u otra, afectará a todas las personas
que en el preciso momento de la foto no tiene conciencia
de lo que está sucediendo. Estos son los hechos planteados
de forma objetiva. Pero qué podría estar sucediendo aquí:
podría ser una suicida, o una empleada de la limpieza que
en un exceso de celo se resbaló y cayó por la ventana, po-
dría ser la víctima de un asesinato. No nos son suficientes
los datos que aporta la fotografía para saber qué ha ocu-
rrido. El hombre uniformado puede ser un policía alertado
por una llamada de auxilio, o por los empleados del hotel
que han visto a la suicida. El hombre sentado en el café
podría ser el marido que tras una pelea acalorada bajó a la
cafetería a pensar mientras su mujer optó por tirarse por
la ventana desesperada, podría ser el cómplice del asesino
que acaba de arrojarla por la ventana... o podría no tener
relación ninguna con la mujer que cae. Pero sea cual sea la
versión que se plantee el espectador la va a aceptar casi sin
plantearse la veracidad del discurso. ¿Por qué de este exce-

—16—
so de credulidad? ¿No nos damos cuenta de que podemos
ser engañados deliberadamente para posicionarnos en una
u otra dirección?
Ante la violencia desenfocada todos somos víctimas, no
sólo la mujer que cae es la víctima en esta foto, nosotros,
al no ser informados verazmente, también somos victimas.
Nuestro reto en las Jornadas Violencia Desenfocada es pre-
cisamente el desenmascaramiento de estas mentiras, o men-
tiras a medias.

Objetivos del proyecto


Intentemos aportar ejemplos y argumentaciones bajo los
que estudiar, reflexionar y opinar sobre las diferentes mani-
festaciones de la VIOLENCIA y, sobre todo, las formas en
las que estas manifestaciones nos son presentadas o simple-
mente llegan a nosotros o nosotros llegamos a ellas. En esta
ocasión, y por que la actualidad lo demanda, prestaremos
especial atención al uso que de las ciencias se hace. El cam-
bio climático, el calentamiento global, las especulaciones
pseudo-científicas sobre temas esotéricos, curanderismos y
demás. Son el bombardeo diario de los noticieros, ¿es esta
otra forma de violencia desenfocada?
Ser meros espectadores pasivos no deja de ser un diver-
timento fútil para mentes poco propicias a pensar, al igual
que las vacas ven pasar el tren junto a su pastizal sin ca-
pacidad ninguna de especular o decir nada más sofisticado
que un mugido, se nos invita a ser meros espectadores de la
locomotora de los hechos. Invitemos a pensar, invitemos a
criticar y a ser capaces de juzgar, ante nosotros mismos pri-
mero qué papel queremos adoptar para luego, con plenitud
de capacidades, decidir en conciencia.
Los objetivos, pues, de las jornadas VIOLENCIA no son
otros que los de ayudar de alguna forma a proporcionar par-
te de esas herramientas y útiles necesarias a un auditorio
que, presumiblemente, ha se ser hábil en el manejo de estas
para considerarse ciudadanos integrados, pero críticos, del
siglo XXI.
A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES

—17—
PARTICIPANTES EN EL PROYECTO

Organización
La preproducción, producción y postproducción de las
jornadas corre a cargo de A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES.
Así como la elección del tema, la disposición de los bloques
temáticos y la elección de los conferenciantes.
Las Jornadas VIOLENCIA DESENFOCADA es una acti-
vidad que se acoge a convenio con la UNIVERSIDAD DE SEVI-
LLA, reconociendo esta a los asistentes que así lo demanden
y acrediten su asistencia a las Jornadas con tres créditos de
libre configuración curricular.

Patrocinio
El principal patrocinador de las Jornadas VIOLENCIA
DESENFOCADA es la empresa estatal AGESA. Debemos
destacar también las enormes facilidades que desde la UNI-
VERSIDAD DE SEVILLA se nos brindan y la generosa ayuda que
siempre nos dan a la hora de publicitar nuestros eventos.
Siendo los alumnos de la misma los que en su casi total ma-
yoría copan el aforo del congreso nos sentimos en la obli-
gación de reconocer a la UNIVERSIDAD DE SEVILLA, si no bien
patrocinador directo del evento, sí copatrocinador y agente
propiciador del mismo.

Colaboración
A.C. CORCHEA 69 PRODUCCIONES, en su esfuerzo por man-
tener los máximos de calidad que en otras actividades pasa-
das se marcaron, ha puesto todo su interés, y mejor hacer, en
la producción de las Jornadas VIOLENCIA DESENFOCA-
DA consiguiendo nuevamente dar a los asistentes una he-
rramienta única de estudio y trabajo y de memoria de todo
lo que pase. El libro que tienes entre tus manos es el trabajo
de meses de antelación a la inauguración de las jornadas

—19—
para poder ofrecer un testimonio de primerísima mano so-
bre lo que durante estos días sucederá, sobré qué se dirá y
cómo. Pero esta labor habría sido nuevamente imposible sin
la inestimable colaboración de la editorial PADILLA LIBROS
EDITORES Y LIBREROS, y su principal responsable el maestro
editor MANUEL PADILLA BERDEJO. Esperamos que siempre
podamos seguir contando con sus inestimables artes en el
mundo del libro y la cultura y con su desinteresada amistad,
y que Sevilla siempre pueda beneficiarse de la existencia de
personas como él y su familia.

—20—
COMITÉ CIENTÍFICO

Director
DAVID PASTOR VICO

Secretario
FRANCISCO ANAYA BENÍTEZ

Vocales
JESÚS GARCÍA CALDERÓN
CLARA GÓMEZ MORA
EVA GONZÁLEZ LEZCANO
SUSANA MARTÍNEZ RESÉNDIz

—21—
PROGRAMA

Martes 20/XI/2007
9.30-11.00h. Acreditaciones.

11.30-13.30h. Acto inaugural


Inauguración a cargo de:
JUAN JOSÉ IGLESIAS RODRÍGUEZ, Vicerrector de Ordena-
ción Académica de la US;
CARMEN RODRÍGUEZ ARES, Presidenta Ejecutiva de
AGESA y
DAVID PASTOR VICO, Director de las Jornadas
Conferencia inaugural: FEDERICO GARCÍA MOLINER
Tema: “El riesgo del progreso”.

16.30-18.15h.Conferencia: MANUEL BARRERO RODRÍGUEZ


Tema: “La desenfoque mediático o la mentira sos-
tenida”.

18.30-20.15h.Conferencia: JUAN PÉREZ MERCADER


Tema: “¿Qué debemos saber del universo y qué debemos
olvidar?”.

Miércoles 21/XI/2007
10.00-11.45h. Conferencia: RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA
Tema: “La realidad del consumo diario”.

12:00-13.45h. Conferencia: ANTONIO MONTERO


Tema: “Publicidad y Poder”.

16.30-18.15h. Conferencia: JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS


Tema: “Violencia, poder y comunicación”.

18.30-20.15h. Conferencia: LUIS ALFONSO GÁMEZ


Tema: “¡No permitas que te engañen!”.

—23—
Jueves 22/XI/2007
10.00-11.45h. Ponencias.
JOSÉ A. CANO DEL RÍO
Tema: “Realidad contra ficción”
VICENTE RAMÍREZ JURADO
Tema: “Violencia. Manga y anime”
MANUEL JOSÉ SIERRA HERNÁNDEZ
Tema: “No es compatible ser cínico en el siglo XXI”

12.00-13.45h. Conferencia: JESÚS GARCÍA CALDERÓN


Tema: “La automarginalidad de la violencia”

16.30-18.15h. Proyección académica de la película:


Una verdad incómoda (EE.UU., 2006).

18.30-20.15h. Proyección académica del documental:


The Great Global Warning Swindle (UK., 2007).

16.00-17.45h. Reflexión: DAVID PASTOR VICO

Viernes 23/XI/2007
10.00-11.45h. Proyección académica de la película:
Ciudadano Kane (EEUU, 1941)

12.00-13.45h. Conferencia: JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ


Tema: “Ciudadano ¿quién? (la mística del materialis-
mo capitalista)”.

16.00-17.45h.Conferencia de clausura: JAVIER ARMENTIA


Tema: “El retorno a la cordura, la razón Crítica”

18.00-19.30h. Entrega de certificados de asistencia.

—24—
CONFERENCIAS
EL RETORNO DE LA CORDURA,
LA RAZÓN CRÍTICA.
APUNTES PARA UNA REFLEXIÓN
por
JAVIER ARMENTIA
JAVIER ARMENTIA FRUCTUOSO, nacido en Vitoria-Gasteiz en 1962. Astrofísico
(licenciado en Ciencias Físicas) por la Universidad Complutense de Madrid
(1985).
Entre 1985 y 1990 desarrolla labores de docencia e investigación en el
Departamento de Astrofísica de la UCM, realizando publicaciones y presen-
taciones a congresos. Paralelamente comienza una carrera en la divulgación
científica con colaboraciones en prensa y radio.
A partir de noviembre de 1990 dirige el proyecto del Planetario de Pamplo-
na, que se inaugura en 1993. Su labor al cargo del Planetario se convierte en la
gestión de un centro cultural en un sentido muy amplio, con especial dedicación
a la ciencia y específicamente a la astronomía: cada año pasan por el “pam-
plonetario” más de 200.000 visitantes, realizándose numerosas proyecciones
de planetario, exposiciones, ciclos de conferencias y congresos. Ha dirigido,
escrito o colaborado en más de treinta diferentes producciones audiovisuales de
planetario, que han sido proyectadas en Pamplona, en el Planetario de Madrid,
el Planetario de la Casa de las Ciencias de La Coruña, el Planetario del Parque
de las Ciencias de Granada, el Planetario del Museo de las Ciencias de Castilla-
La Mancha de Cuenca, el Hayden Planetarium de Nueva York, el McAuliffe
Planetarium de Pittsburgh o el Europlanetarium de Gante. Es representante de
la Asociación Española de Planetarios en la International Planetarium Society
desde 2001. Actualmente es miembro del consejo científico de la Fundación
Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).
Colabora asiduamente en medios de comunicación como periodista cien-
tífico y columnista. Actualmente realiza una columna semanal de opinión en
Diario de Noticias, un espacio de ciencia en el programa “Vive la noche” de
Radio 1 RNE, y en Onda Cero Euskadi. Es colaborador de las revistas El Escép-
tico y QUO y colaborador del programa de TV “Pásalo” de ETB-2. En medios
digitales, mantiene secciones en quo.es y elmundo.es, además de una bitácora
probia titulada “Por La Boca Muere El Pez”. Ha publicado varios libros de
divulgación científica.
Es director ejecutivo de ARP (Sociedad para el Avance del Pensamiento Críti-
co), una asociación que defiende una visión racional y científica de muchos temas
en los que, habitualmente, sólo nos cuentan misterios insondables. Buscando las
respuestas, si es posible, y denunciando las manipulaciones y los fraudes. Dirige la
colección de libros “¡Vaya Timo!” editada por esta asociación y la Editorial Laetoli.

—28—
La nueva Edad Media

A LGUNOS autores (por ejemplo, Umberto Eco en


el libro que compila, titulado, precisamente, La
nueva Edad Media, Ed. Alianza) han avisado de
que muchos aspectos de la civilización actual reproducen
mecanismos que corresponden más a la sociedad medieval
europea. En los esquemas de poder, un nuevo feudalismo
adquiere dimensiones mundiales en lo económico y en lo
político: privatización del poder, conflictos entre grupos
competidores. En lo social, la ruptura de los consensos, la
multiplicación de identidades culturales, la vuelta al prin-
cipio de autoridad, son movimientos que se dan además en
un entorno altamente tecnificado, en eso que llamamos “so-
ciedad de la información”, en donde el mismo fenómeno
se amplifica. La ciencia y la tecnología, en general, están
pasando, de un papel que se veía como liberador y de pro-
greso, a ser parte del armamento de control social. Los ciu-
dadanos, sometidos a vivir en una “sociedad del riesgo” en
la que difícilmente podemos percibir qué es realmente peli-
groso, aunque nos estancamos en la inseguridad permanen-
te, valoramos la ciencia, pero no llegamos a comprenderla
ni a sentirla como parte de nuestro quehacer diario.
Así nos enfrentamos a una situación paradójica: por un
lado podemos recoger numerosos indicadores de la crecien-
te importancia (y necesidad) de la ciencia y sus tecnologías
en la sociedad actual, de la cada vez mayor relevancia de
la llamada comunicación social de la ciencia (periodismo,
divulgación, museos o centros de ciencia, mundo educati-
vo... que constituyen los enlaces actuales entre la investi-
gación científica y los ciudadanos); por otro, la valoración
o apreciación social de esta misma ciencia no se ajusta con
el papel que tiene en la sociedad. Pero además, podemos
percibir un creciente irracionalismo, asociado normalmente
con lo que podemos llamar pseudociencias.

—29—
La paradoja estriba en que si ahora mismo se obviaran
los productos de la tecnociencia la civilización humana co-
lapsaría. A pesar de que se desconozca o se minusvalore,
la ciencia (que también es cómplice de los sistemas econó-
micos y de poder) es el sustrato base de nuestro presente y
la única vía factible de futuro. El problema deriva en una
percepción de la ciencia como una especie de iglesia con
sus rituales y sus oficiantes: los ciudadanos llegamos, por lo
general, a disfrutar de los dones de la ciencia pero sin llegar
a comprenderlos ni a analizarlos. El que esto sea erróneo
y equívoco no quita para que algo así suceda. Cuando por
una razón u otra se hurta o evita el debate, la libre crítica
que está en el fondo del método científico, queda la liturgia.
Y las pseudociencias aprovechan este abismo entre ciencia
y sociedad para aparecer como ciencias cuando realmente
no lo son.
Como comentaba Ignacio Ramonet en su libro Un mun-
do sin rumbo, crisis de fin de siglo (Ed. Debate, 1997):
«En sociedades presididas en principio por la racionalidad, cuan-
do ésta se diluye o se disloca, los ciudadanos se ven tentados a re-
currir a formas de pensamiento prerracionalistas. Se vuelven hacia
la superstición, lo esotérico, lo ilógico, y están dispuestos a creer en
varitas mágicas capaces de transformar el plomo en oro y los sapos
en príncipes. Cada vez son más los ciudadanos que se sienten ame-
nazados por una modernidad tecnológica brutal y se ven impelidos
a adoptar posturas recelosas antimodernistas».

Pensamiento Crítico
En una entrevista realizada por el periódico La Voz de
Galicia en septiembre de 2005 a Eudald Carbonell, arquéo-
logo, geólogo y codirector de las excavaciones de Atapuer-
ca, éste comentaba: “la humanización no es sinónimo de
hominización. La primera aún está por conseguir y sólo se
alcanzará con el pensamiento crítico”. Una gran frase de
un gran científico humanista, que cuando le preguntan si es
creyente contesta que no, que él es “pensante”.
A este respecto comenté en una columna el 17 de no-
viembre de 2005 en el periódico Diario de Noticias:

—30—
«Nos creemos humanizados, reyes y reinas de la Creación, pero
convivimos tan tranquilos en nuestra ficción con las realidades de
los cuatro jinetes: la muerte, el hambre, la peste y la guerra campan
a sus anchas con impunidad. Realmente pasamos por la vida sin
preguntarnos apenas los porqués, ni los cómos, y menos los para-
qués. Tragamos con lo que nos venden, sobre todo si lo presentan
en la televisión, ese objeto de culto que llena nuestras vacías vidas
(salvo cuando vamos a disfrutar del ocio a los centros comerciales
a que nos vendan otras cosas, más bien las mismas). Somos corde-
ritos sumisos y complacientes, monos hominizados, pero no verda-
deramente humanizados. Para eso hay que trabajar y no basta con
la fe, por más que nos dijeran que movía montañas. Para levantar
edificios, el edificio de una civilización realmente humanizada, hay
que apostar por el pensamiento crítico. Lo demás, son creencias,
ideologías y adoctrinamientos varios con que nos someten. Así que
¡a pensar!, que no produce enfermedades, salvo el dolor de saber
cuánto nos queda por mejorar antes de podernos sentir orgullosa-
mente humanos».

Defender la razón y la racionalidad, reivindicar un pen-


samiento crítico que permita la discusión y el análisis de
las realidades, frente al pensamiento único y los dogmas
de la autoridad, la corrección o la moda, no resulta tarea
sencilla. El filósofo Peter Facione, en su ensayo Critical
Thinking: What It Is and Why It Counts (originalmente es-
crito en 1992, pero con actualizaciones posteriores. La úl-
tima, de 2007, se puede encontrar en: http://ctac.gmu.edu/
documents/facione%20what&why2007.pdf) presenta una
definición casi canónica de lo que se entiende por “pensa-
miento crítico”:
«Entendemos el Pensamiento Crítico como un juicio autorregula-
do y con propósito que conduce a interpretación, análisis, evaluación
e inferencia; así como a la explicación de la evidencia, concepto,
metodología, criterio o contexto sobre el que se basa ese juicio».

El Pensador Crítico ideal es habitualmente inquisitivo,


bien informado, de raciocinio confiable, de mente abierta,
flexible, evalúa con justicia, honesto en reconocer sus prejui-
cios, prudente para emitir juicios, dispuesto a reconsiderar,
claro con respecto a los problemas, ordenado en materias
complejas, diligente en la búsqueda de información rele-
vante, razonable en la selección de criterios, enfocado en
investigar y persistente en la búsqueda de resultados que

—31—
sean tan precisos como lo permitan el tema, la materia y las
circunstancias de la investigación”.
En nuestro país, desde hace más de 20 años, ARP-Sociedad
para el Avance del Pensamiento Crítico (www.escepticos.
org), una asociación sin ánimo de lucro que proviene de
lo que se llamó originalmente Alternativa Racional a las
Pseudociencias, intenta, precisamente, defender esta forma
de analizar la realidad. Gran parte de nuestro trabajo se
ha venido realizando en la crítica a la proliferación de
pseudociencias, pero también de otros fenómenos sociales
y mediáticos. La revista El Escéptico recoge contribuciones
en este sentido, y en los dos últimos años hemos lanzado una
colección de libros con la Editorial Laetoli (www.laetoli.net)
bajo el título de “¡Vaya Timo!”, en la que muchos de estos
temas son presentados, específicamente para un público
juvenil, como un alegato en contra de que nos vendan
fraudes y nos quieran hacer comulgar con ruedas de molino.
Paralelamente, intentamos ir produciendo materiales (una
publicación denominada escolARP) que faciliten en la
escuela la reflexión crítica sobre temas controvertidos (algo
que ha sido precisamente el meollo) de estas III Jornadas
de Reflexión.
Nadie duda de que las necesidades educativas que tie-
ne una sociedad tan tecnológicamente desarrollada como
la nuestra requieren dar un aporte de conocimiento y di-
vulgación de la ciencia cada vez mayor, específicamente
pensando en el mundo de la educación. A la vez que se
realizan importantes inversiones públicas y privadas para
investigación, y aunque siga pareciendo que debe ser mayor
el esfuerzo en este sentido, es cierto que cada día hay más
medios para hacerla más fácil a los estudiantes; por otro
lado, gente que apenas ha tenido acceso a una educación
puede hoy día disfrutar de los numerosos experimentos que
ofertan los museos de la ciencia, y de un creciente sector de
la divulgación e información sobre ciencia y tecnología en
los medios de comunicación. Tanto dentro de la enseñanza
formal como de la no reglada, comienza a haber una oferta
amplia de posibilidades con las que acercar los mundos, de-
masiado separados, de la ciencia y la sociedad en general.

—32—
Sin embargo, de forma paralela, sigue existiendo una
amplia comunicación sobre cuestiones que tienen una muy
dudosa fiabilidad desde el punto de vista de la ciencia. Po-
dríamos catalogar estos temas como pseudocientíficos, irra-
cionales o “paranormales” incluso, en un sector temático
que abarca en cualquier caso muchos más ámbitos de los
que solemos asociar a esas palabras. Pero no sólo estamos
hablando de chifladuras como las visitas de extraterrestres
en platillos volantes o apariciones fantasmales en edificios
abandonados, sino que también vemos una amplia acogida
anticientífica en temas de mayor relevancia, como los rela-
cionados con la salud o el medio ambiente. Estamos con-
vencidos de que no hay que olvidar que la enseñanza de las
ciencias está unida al fomento del pensamiento crítico, tan-
to para conocer cómo funciona el método científico como
para llegar a entender cuándo se está infringiendo el mismo
hasta el punto de llegar a un fraude.
Así, se da la paradoja de que enseñamos el número de
átomos que debe haber en una disolución mientras se le da
pábulo a una homeopatía cuyos números no cuadran. En el
aula se habla de amplitud, periodo, y longitud de onda mien-
tras en la calle cunde el pánico a las antenas de telefonía
móvil; y aún se nos pide respeto por las teorías creacionistas
cuando aparece en los libros la teoría de la evolución. Es-
tamos dando una formación científica que debería aplicarse
en los colegios de médicos, o en las reuniones de vecinos;
y cuyo desconocimiento deja a enfermos en las peligrosas
manos de un curandero o impide la correcta aplicación de
un bien necesario como es la red de telefonía móvil.
Y no sólo en el mundo educativo. El principal elemento
que impide un análisis crítico, esa discusión honesta que
defendía Facione, es la propia avalancha de información
que nos llega dirigida desde los medios de comunicación.

La cultura veraz
Hace ahora dos años, en noviembre de 2005, ARP-So-
ciedad para el Avance del Pensamiento Crítico promovió
un MANIFIESTO POR LA CULTURA VERAZ en el que los
más de quinientos firmantes de nuestro país hacían una re-
flexión desde el pensamiento crítico a lo que nos venden

—33—
los medios de comunicación, a veces bajo el marchamo de
“entretenimiento”. Reproduzco unos cuantos párrafos del
mismo porque estimo que es conveniente este apunte para
una reflexión que aspira el retorno a la cordura.
La evolución de la sociedad depende de su cultura y, en
nuestros tiempos, buena parte de esta depende de los me-
dios de comunicación, que deben, por tanto, presentar la
realidad de forma correcta, utilizando los hechos y razo-
nando a partir de ellos. Evidentemente, los razonamientos
relativos a la política, a las actuaciones de los gobiernos y,
en general, los hechos relativos a la sociedad, son incom-
pletos y su análisis suele llevar incorporado un cariz sub-
jetivo que depende de la persona que hace el análisis. Sin
embargo, cuando se seleccionan los hechos y se mezclan
con la finalidad de obtener una conclusión, el resultado es
manipulación.
Cuando hablamos de otro tipo de conocimientos, como
los históricos, los técnicos o los científicos, la actitud ante
los hechos cambia: la ciencia, la tecnología, la historia o
la lingüística se basan en el análisis sin prejuicios de los
hechos. Pero, de igual forma que el análisis debe realizarse
sin prejuicios tampoco debe hacerse desde la especulación:
los métodos planteados por las distintas ramas del conoci-
miento han permitido, permiten y permitirán que nuestro
conocimiento crezca.
En los últimos años hemos ido descubriendo cómo mu-
chos medios se desviaban hacia la manipulación política,
hacia programas pseudocientíficos que no sólo no aportan
cultura a la población sino que la proveen de datos o análisis
manifiestamente erróneos o contrarios a los hechos cono-
cidos, de los que se deducen teorías evidentemente falsas.
Estas falsas especulaciones basadas en datos seleccionados
y manipulados son una de las fuentes de la incultura.
La mayoría de los medios de comunicación han caído
en la creación de programas o secciones pseudoculturales
o pesudocientíficas: secciones de ocultismo o astrología,
programas o documentales pseudocientíficos, en los que no
se salva ninguna de las ramas del conocimiento. Así, asisti-
mos a programas que manipulan la historia, periódicos que
dan pábulo a las predicciones de los astrólogos –no sólo en

—34—
secciones sino en artículos– pseudohistoriadores que fal-
sean o se inventan datos para obtener beneficios, programas
televisivos que con el fin de crear un misterio son capaces
de obviar la realidad.

[...]

En este país tan carente de formación científica, con una


clara pérdida de cultura media en la población y con una
carencia crónica de programas de divulgación del conoci-
miento entretenidos, la existencia de este tipo de programas
no sólo no incrementa la cultura media de la población sino
que la disminuye a través de datos erróneos o de especula-
ciones absurdas. La finalidad de este mundillo de lo miste-
rioso, lo paranormal, la ciencia o la medicina «alternativas»
necesita de una población desinformada para obtener de
ella lo que pretende: beneficios económicos.
En estos programas habría que recordar el principio de
economía que enunció Hume hace mucho tiempo y que
puede resumirse como: «las afirmaciones extraordinarias
necesitan pruebas extraordinarias». ¿Qué significa esto?
Pues que si en uno de estos programas se afirma haber visto
una vaca, no hace falta aportar prueba ninguna pues es un
hecho cotidiano; si se afirma haber visto una vaca corriendo
a 60 km/h, es necesario aportar pruebas porque probable-
mente esa vaca tenga el récord de velocidad vacuno; y si lo
que se afirma es haber visto una vaca volando por sus pro-
pios medios, hay que aportar pruebas extraordinarias que
respalden tal afirmación. Así se ha comportado siempre el
avance del conocimiento.
Una frase para la reflexión sería: “el conocimiento os
hará libres”.
En esta conferencia de clausura de las III Jornadas de
Estudio, Reflexión y Opinión sobre Violencia, quiero, pre-
cisamente, defender esos criterios de racionalidad –y razo-
nabilidad–, hacer apología de una cultura veraz, crítica, que
nos permita, como ciudadanos de este nuevo siglo, defen-
dernos de esa violencia desenfocada de la que somos víc-
timas. No podemos permitirnos el aborregamiento y caer,

—35—
como se dice en la Introducción a estas jornadas, en “la
desinformación, la rumorología y la superchería barata”.
Ahora bien, ¿estás dispuesto a trabajar por recuperar esa
cordura ciudadada, democrática y de progreso? El trabajo
que tenemos por delante es arduo, pero estoy convencido
de que merece la pena intentarlo. Las alternativas son de-
masiado odiosas...

—36—
CAMBIO CLIMÁTICO EN LOS MEDIOS.
VERSIONES EN LA CULTURA POPULAR.
por
MANUEL BARRERO RODRÍGUEZ
MANUEL BARRERO, nació en Zamora en 1967. Licenciado en Ciencias Bio-
lógicas y doctorando de Ciencias de la Comunicación, por la Universidad de
Sevilla en ambos casos. Actualmente desarrolla una tesis sobre Prensa satírica,
humor gráfico e historieta en Andalucía. Es funcionario público, labor que ha
compaginado con la de redactor y asesor editorial –y eventual editor– en el
departamento de cómics de Planeta DeAgostini (1989-2002).
Ha sido coordinador de la publicación El Tebeo Veloz (2000-2001, Madrid)
y dirige y gestiona la revista electrónica www.tebeosfera.com desde 2001, úni-
ca publicación especializada en textos académicos sobre historieta y humor en
español en la actualidad y referente internacional para estudiosos e investiga-
dores. También coordina el weblog de noticias Tebeosblog (http://tebeosfera.
blogspot.com) desde 2005.
Viene pronunciando conferencias y escribiendo textos de crítica y estudio
de la historieta y el humor gráfico desde 1988 en diferentes medios nacionales e
internacionales: International Journal of Comic Book Art, Revista Latinoame-
ricana de Estudios sobre la Historieta, Mundaiz, Quevedos, Criminoticias, Ere-
bus, Yellow Kid, Trama, etc. Entre los libros en los que ha colaborado o escrito
destacan: El señor del tiempo por Alan Moore (Global, Valencia, 1996), La
mirada infinita por Barry Windsor-Smith (Planeta, Barcelona, 2000), Homenaje
por Víctor de la Fuente (Recerca, Mallorca, 2003), El terror en el cómic (Pedro
J. Crespo: Comunicación Social, Sevilla, 2003), Gran enciclopedia andaluza
(Universidad de Sevilla, 2004), Tebeosfera (Astiberri, Bilbao, 2005) y Reinos
Heroicos: El cómic de fantasía heroica (en prensa).

—38—
Resumen

E L debate sobre el cambio climático que tiene lugar


hoy en los medios de comunicación responde a una
evolución de un paradigma no resuelto, en el cual
los propios agentes autorizados para emitir dictados (los
científicos) no han llegado a un consenso. Precisamente por
esta razón la cuestión ha generado corrientes ideológicas
de presión que han adoptado posturas encontradas, los que
defienden una visión cerrada y pesimista sobre las condi-
ciones climáticas en nuestra atmósfera y los que abren una
puerta a la esperanza refutando los datos de los anteriores.
En los medios, también se opera esta dicotomía, pero multi-
plicada por los voceros alarmistas y las ficciones o dramati-
zaciones exageradas, que en la novelística y el cine alcanza
cotas de elevado pesimismo y, en los cómics, de ingenuo
optimismo.

La hipótesis del cambio climático


En los últimos años el clima y sus transformaciones a
escalas regional y global han despertado gran interés entre
la comunidad científica y, también, entre la población, lo
que se denomina opinión pública. Tal es así que cualquier
episodio meteorológico no ajustado a la normalidad admi-
tida en un contexto de población, urbano o social, viene
siendo adjudicado al llamado “cambio climático”, un cons-
tructo semántico que tiene un significado sencillo pero que
se acompaña de un nutrido y complejo paquete de connota-
ciones. Entre estos elididos tenemos los referidos a escala
global, como el “efecto invernadero”, el “manto contami-
nante”, el “agujero de ozono”, el “fenómeno El Niño, el
huracán Paulina y otros”, la llamada “desertización”, inun-
daciones, desprendimientos de iceberg en la Antártica, la
retirada de las morrenas glaciares, el acusado calor veranie-
go, el “invierno templado”, las heladas tardías, los aguace-
ros y granizadas recientes, etc., etc.

—39—
El debate social se ha agudizado tanto que se han sepa-
rado dos ramales de opinión finalmente situados en polos
opuestos: están los que conciben la presencia del hombre
en la tierra como un cáncer que está convirtiendo el plane-
ta en un infierno inhabitable, algunos de los cuales militan
en asociaciones ecologistas, y están los que adoptan una
postura de pasividad convencidos de que el futuro no será
en absoluto desastroso. La responsabilidad de arrojar luz
sobre la dicotomía ha recaído en los científicos, que incapa-
ces de aportar, en ocasiones, conclusiones rotundas sobre la
relación causa-efecto tras analizar un enorme volumen de
datos, simplifican sus mensajes de modo que los medios de
comunicación y, luego, el público los entiendan, pero eso ha
generado la convicción de que existe una estrecha relación
entre los gases emitidos por el hombre a la atmósfera y el
calentamiento incrementado de la misma, por citar el caso
más conocido. De otro lado, el ecologismo mal entendido,
el politizado y mediatizado, bordea la consideración de fun-
damentalismo, pues defiende contra viento y marea unos
asertos, casi dogmas, no demostrados científicamente.
Finalmente, los medios de información y comunicación
social, sobre todo la televisión, han alzaprimado el alar-
mismo y las manifestaciones meteorológicas espectacula-
res poniéndolos en relación con el supuesto cambio global
del clima. Las razones que impulsan a los informadores a
establecer estas comparativas parten generalmente de un
desconocimiento general de los mecanismos que gobiernan
el clima, la geomorfología, las transformaciones de la ecos-
fera y las implicaciones reales, medidas, de las emisiones
humanas a la atmósfera. De un análisis de la evolución del
conocimiento científico sobre lo que llamamos cambio cli-
mático se alcanza a comprender la postura de los comuni-
cantes de los medios sobre este tema particular, tanto en su
vertiente informativa como en su aprovechamiento para el
divertimento y la dramatización.

El hecho científico y los informes oficiales.


La definición de “cambio climático” adoptada en Nueva
York, en la ONU, en 1992, es la de cambio en los climas de
la Tierra atribuido exclusivamente a la actividad humana.

—40—
Es una expresión redundante, porque el clima en sí mismo
es un proceso complejo que implica cambio y gracias a ese
cambio existen los climas; de hecho, la climatología es la
ciencia que estudia los variados cambios climáticos zonales
en el seno del sistema atmosférico. Para ser más concretos
habría que hablar de cambio en el balance energético del
planeta, pues climas hay muchos y diferentes en nuestra
atmósfera, y los cambios no se producen de modo globali-
zado sino por sectores y de forma fluctuante. Los cambios
climáticos en el seno de nuestra atmósfera son muy varia-
dos y de muy diferentes entre los ámbitos local y global. No
es correcto, entonces, hablar de “cambio climático” como
una posibilidad singular, sino como un sumatorio de trans-
formaciones climáticas cuyo origen puede deberse a razo-
nes naturales o a la intervención de los seres vivos.
El cambio climático más sorprendente y radical del que
tenemos conocimiento fue ocasionado por unos pequeños
organismos, los cianofitos o algas verdeazuladas, que du-
rante el período precámbrico (eón proterozoico), hace más
de 3.000 millones de años, contribuyeron al desarrollo de la
vida al transformar la atmósfera primitiva terrestre. Aquella
atmósfera se hallaba muy cargada de dióxido de carbono
y las constantes emisiones de oxígeno resultante de la fo-
tosíntesis operada por estas cianofíceas aumentó la tasa de
concentración de oxígeno atmosférico, lo cual permitió la
creación de una capa superior de ozono, más densa, que
posibilitó un calentamiento de la atmósfera. No olvidemos,
también, que casi todo el oxígeno que en la actualidad se
encuentra libre en el aire procede de la combinación fo-
tosintética de dióxido de carbono y agua. Hace unos 570
millones de años, el contenido en oxígeno de la atmósfera
y los océanos aumentó lo suficiente como para permitir la
existencia de la vida marina y, 150 millones de años des-
pués, la vida terrestre de animales y plantas –que a su vez
produjeron más oxígeno-, pues la tasa de oxígeno respirable
era saludable y la temperatura media se había estabilizado
gracias a una suerte de efecto invernadero generado por la
combinación de la presencia de vapor de agua en la atmós-
fera junto a los gases emanados de las cianofíceas y otros
seres fotosintéticos. Es decir, que la atmósfera comenzó a

—41—
comportarse como un espacio cerrado, que permitía la en-
trada de parte de la radiación solar y acumulaba radiación
de onda larga en forma de calor. Gracias a ello, disfrutamos
de una temperatura media de entre 15 y 17ºC en la superfi-
cie terrestre; de no ser por todo este proceso descrito, sería
de -18ºC.
Con la evolución de la biosfera y debido al reparto de
masas de tierra y agua sobre la superficie del planeta, fue
generándose un sistema estabilizado en el que interactua-
ban un ciclo del carbono (las plantas lo toman del CO2 y
expelen oxígeno, los animales captan C de las plantas y
consumen oxígeno, y gran parte acaba sumido por absor-
ción en suelos y fosas oceánicas), un ciclo del oxígeno (los
animales y plantas lo intercambian por CO2), un ciclo del
vapor de agua (que por evaporación y condensación forma
nubes y se precipita como nieve o agua de nuevo), también
ciclos asociados al metano, el nitrógeno y otros gases, y ci-
clos en los que intervienen el movimiento de masas gaseo-
sas debido a su diferente densidad y temperatura (vientos)
y al desplazamiento de volúmenes de agua (por diferente
densidad, salinidad y temperatura).
Los cambios climáticos más acusados provienen de las
perturbaciones que este sistema sufre por razones globales,
a escalas planetaria y extraplanetaria: los ocasionados por
la posición del planeta con respecto al sol, en su excentri-
cidad orbital (en la eclíptica en torno al astro rey), en su
albedo (la inclinación del eje de rotación) y en su precesión
(o giro en torno a su propio eje). Estos fenómenos astronó-
micos han afectado y afectan enormemente al clima sobre
la tierra, y aparte de ser los responsables de los períodos y
eras glaciares, también lo son de las franjas temporales de
estío o de enfriamiento a lo largo de los siglos, de la for-
mación localizada de zonas desérticas, tropicales o polares
y, lo más importante para nosotros, del surgimiento de la
especie homo sapiens (las migraciones de los póngidos del
género homo o próximos a este género que hallaron ecoto-
pos más benignos para la evolución de nuestra especie con
posterioridad fueron posibilitadas por cambios climáticos
ocurridos en la zona ecuatorial). Hace 8.000 años concluyó
el último máximo glaciar, y en aquel entonces la estirpe

—42—
humana se localizaba en la zona tropical debido a que las
temperaturas medias del planeta eran del orden de siete gra-
dos centígrados inferiores a la actualidad (casi toda Europa
se hallaba cubierta de hielo). Durante el llamado Período
Atlántico (años 6.000 a 4.000 a.d.C.) se produjo un calenta-
miento global y un aumento de la humedad. Los paleólogos
y antropólogos han estimado que por entonces, al implan-
tarse el anticiclón de las Azores, el Sahara se desertizó pero
al mismo tiempo se reorganizó la circulación atmosférica
de modo que los primitivos agricultores adoptaron técnicas
de regadío y mejoraron la explotación, todo lo cual permitió
el florecimiento de las civilizaciones del valle del Nilo.
Desde entonces hemos experimentado un incremento
de la temperatura global constante sólo interrumpido por
algunas pulsaciones frías. Por ejemplo, entre los años 900
y 350 a.d.C., cuando se revitalizaron los glaciares alpinos.
Por ejemplo durante la llamada Pequeña Edad de Hielo (de
1550 a 1850, aproximadamente), período durante el cual la
temperatura descendió hasta 2ºC, experimentándose vera-
nos cortos y húmedos y sequías e inundaciones de carácter
extremo. Desde que en 1880 comenzara la etapa instrumen-
tal (llamada así por disponer datos analíticos sobre el clima)
se ha estimado que hemos sufrido un calentamiento global
de hasta 0,6ºC hasta 1950, un enfriamiento entre ese año y
1970, y un calentamiento desde 1970 hasta la actualidad.
Pero a escala geológica y según los registros paleoclimáti-
cos nos corresponde, a continuación, vivir un nuevo perío-
do glacial de 100.000 años, que no sabemos exactamente
cuándo va a comenzar.
Otros factores a tener en cuenta a escala global son los
del incremento de la fuerza magnética que está implicada
en el desarrollo de la cobertura nubosa de la Tierra, la varia-
ción de la actividad solar en los periodos en los que apare-
cen manchas solares y la actividad volcánica y la asociada a
la dinámica de placas tectónicas. Por lo que se refiere a los
océanos, más susceptibles de sufrir una intervención no li-
gada a los procesos naturales, en ellos se operan un conjun-
to de corrientes dependientes de la salinidad de las aguas,
su temperatura y su contenido en dióxido de carbono, lo
cual genera “oscilaciones” climáticas como el fenómeno
tristemente conocido como El Niño.

—43—
La intervención del hombre en los cambios climáticos se
refiere fundamentalmente a sus aportes de gases a la atmós-
fera, sobre todo dióxido de carbono, que han contribuido
al llamado efecto invernadero, contando a partir de 1975
aproximadamente. Las mediciones de la concentración de
CO2 en la atmósfera arrojan unos datos de 280 partes por
millón en un volumen de aire para el período justamente
anterior al inicio de la revolución industrial en Europa. Esta
cantidad se incrementó hasta 315 ppmv en 1958, y hasta
355 ppmv en 1998; hoy se toman como referencia las 379
ppmv medidas en 2005. Aunque el CO2 sólo constituye el
0,0355% del volumen total de aire en nuestra atmósfera (o
sea, que el 97’5% de ese volumen no recibe agresiones por
nuestra parte), la aportación de CO2 que el hombre realiza
anualmente es de un billón de kilogramos, y aumentando.
Veamos cómo hemos ha evolucionado nuestra preocupa-
ción por estos registros:
Svante Agust Arrhenius publicó en 1896 un trabajo cien-
tífico en la revista Philosophical Magazine que ya advertía
de la quema masiva de combustibles fósiles, que había co-
menzado a usarse de manera sistemática desde 1870, fecha
tomada como arranque de la Revolución Industrial y que
marca el inicio de la era moderna de nuestra civilización.
En aquel trabajo, “On the Influence of Carbonic Acid in the
Air upon the Temperature of the Ground”, Arrhenius ad-
vertía sobre un hipotético “efecto invernadero” que podría
alterar el equilibrio radiactivo de nuestra atmósfera, donde
se mantiene una temperatura media en función de que una
capa de gases alojados en la troposfera permiten la entrada
de cierta cantidad de radiación solar pero sólo permiten la
salida de un 30% con posterioridad. Pero su estimación pre-
cedía un aumento de la temperatura a escala global a 3.000
años vista y no trascendió a la opinión pública.
En 1957, la Organización Meteorológica Mundial, en
el marco del Año Geofísico Internacional, tras el descubri-
miento de una menor densidad de ozono estratosférico (por
GORDON DOBSON, en 1956), estableció un programa de vi-
gilancia atmosférica de las medidas de ozono estratosférico
y del porcentaje de dióxido de carbono en el aire, todo ello
desde el observatorio de Mauna Loa y durante la década si-

—44—
guiente. Sus datos recogidos durante un decenio generaron
cierta alarma entre un grupo de científicos y consejeros de
la seguridad nacional americana.
En 1964, el gobierno estadounidense creó la Task Force,
una comisión especial para estudiar el ciclo de carbono a
escala global y su incidencia sobre la biosfera.
1974, la UNESCO editó un libro en el que Hubert H.
Lamb recordaba que la tendencia de las temperaturas tota-
les en nuestro planeta derivaban hacia un enfriamiento, no
hacia un calentamiento. Incluso la Asociación Americana
para el Avance de la Ciencia alertó a los poderes públicos
sobre un posible tránsito rápido a una nueva glaciación.
El mismo año, los científicos Sherwood Rowland y Ma-
rio Molina alertaron sobre la destrucción del ozono estra-
tosférico e impulsaron a la Organización Meteorológica
Mundial a publicar una declaración sobre aquel trastorno
de la denominada “capa de ozono”. En 1975, el satélite
Nimbus 7 detectó el mal llamado “agujero de ozono” y, tras
algunos experimentos dirigidos a detectar la razón de este
bajo porcentaje de ozono atmosférico, la OMM emitió un
informe en 1978 culpando a algunos productos tales como
los hidrocarburos policlorados o polifluorados (freones o
TFC), que liberados en la atmósfera reaccionan con el ozo-
no destruyéndolo.
En 1978 se creó el Programa Mundial del Clima para
conocer mejor el comportamiento y evolución de la clima-
tología del planeta.
En mediciones tomadas a partir de 1982, el investiga-
dor japonés Sigeru Chubachi detectó una disminución de
70 unidades Dobson en la capa de ozono, de 300 a 230 uni-
dades.
1985 fue el año en que se firmó el Convenio para la Pro-
tección de la Capa de Ozono. También, se alertó en la Con-
ferencia de Villach sobre la duplicación de la concentración
de CO2 en la atmósfera para el año 2030, de lo cual se de-
rivaría un aumento de temperaturas entre 1,5 y 4,5 grados
centígrados y una elevación del nivel del mar entre 20 y 140
centímetros.
En el Protocolo de Montreal, celebrado en 1987, los asis-
tentes se comprometieron a reducir a la mitad la emisión de

—45—
CFCs y halones a la atmósfera, lo cual se reforzaría en 1990
con el compromiso a dejar de fabricar estos productos hasta
2005 (para los países del Tercer Mundo hasta 2015).
En 1987 los medios de comunicación comenzaron a
mostrar mayor interés por el cambio climático como algo
“noticiable”. Time puso al calentamiento global (global
warming) en portada, convirtiendo lo que era una hipóte-
sis de trabajo científica en un aserto incuestionable para los
ciudadanos y en eslogan para grupos ecologistas.
En 1988 tuvo lugar un punto de inflexión en Ginebra,
en noviembre, en el marco del Programa de Naciones Uni-
das para el Medio Ambiente, PNUMA. Si hasta entonces
los que habían investigado sobre las transformaciones del
clima habían sido científicos no ligados a los gobiernos,
desde la ONU se impulsó la creación de un organismo cien-
tífico de evaluación de todo lo publicado sobre el cambio
climático con participación activa de los gobiernos, el In-
tergovernmental Panel on Climate Change (Simposio Inter-
gubernamental sobre el Cambio Climático podría ser una
traducción ajustada; en adelante, IPCC). Se marcaron como
objetivo elaborar un informe consensuado por científicos
para 1990-1991, y en este Primer Informe de Evaluación se
advertía un incremento de las temperaturas globales entre
0,2 y 0,5 grados centígrados por decenio (IPCC, 2000).
En 1992, se celebró la una segunda conferencia de la
ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo en Río de Janei-
ro, la Cumbre de la Tierra, que emitió una declaración de
intenciones sobre la necesidad de estabilizar las concentra-
ciones de gases de efecto invernadero (GGEI) en la atmós-
fera. Se quedó en declaración de intenciones como pasó con
otra conferencia similar celebrada en Berlín en 1995, donde
quedó en evidencia la posición encontrada de los países in-
dustrializados (sobre todo EE.UU, Alemania y Reino Uni-
do), que no admitían una reducción mayor del 10% en sus
plantas industriales. También chocó con los intereses de los
grupos ecologistas, que exigían una reducción mínima del
20% de las emisiones para el año 2005.
En 1995, el IPCC emitió un segundo informe sobre el
cambio climático desde Suiza en el cual reforzaba la hipó-
tesis del origen antropogénico. No obstante, revisaban las

—46—
cifras de su informe anterior y ahora estimaban la tasa de
calentamiento en 2 grados para el año 2100, en vez de los
3,5-4 antes predichos, y el aumento del nivel del mar en
50 centímetros para esa fecha (de mantenerse el ritmo de
emisiones de GGEI entonces vigente). Al año siguiente, en
un avance del que sería su próximo informe, el IPCC alertó
sobre la desaparición de playas e islas en todo el globo y
sobre el deshielo de los casquetes polares, lo cual tuvo gran
repercusión en los medios de comunicación social.
La III Conferencia de las partes de la Convención del
Clima en Kyoto, Japón, celebrada en 1997, se planeó para
adoptar una decisión final sobre las emisiones de GGEI.
Pero los países más industrializados se mostraron reticentes
a firmar un acuerdo de no emisión, sobre todo EE.UU, por
considerar inaceptables las condiciones y los porcentajes
de reducción (de un 5% a un 15% para 2010, dependiendo
del país). Un documento que ayuda a comprender de forma
elemental lo adoptado por la ONU y en Kyoto es el emitido
por el PNUMA (1999), que evidencia la falta de certezas
sobre la peligrosidad de las previsiones y muestra que su
apoyo por el llamado “desarrollo sostenible”, o desarrollo
económico posible de mantener a largo plazo, no establecía
modos para atajarlo.
Con el informe de evaluación emitido por el IPCC en
2001 la consideración general cambió, fundamentalmente
porque implicaba en su valoración aspectos socio económi-
cos políticamente relevantes. Si antes no se admitía como
rotunda la elevación global de la temperatura y tampoco
se aceptaba al pie de la letra la relación entre el aumento
de GGEI y el aumento térmico del planeta, ahora existía
más unanimidad sobre ciertas variaciones ocurridas hasta
hoy: 1, aumento de la temperatura global durante el siglo
XX en 0,6ºC, siendo 1998 el año más cálido del siglo; 2, dis-
minución de la extensión de nieve, un 10%, y ascenso del
nivel del mar entre 0,1 y 0,2 metros, a la par que se observa
un incremento calorífico del mar; 3, las precipitaciones han
aumentado entre un 0,5 y un 1% en latitudes meridionales.
Hasta un 0,3% en los trópicos. Fenómenos como El Niño
se han intensificado; 4, siguen aumentando las concentra-
ciones de GGEI. Las de CO2 en torno a un 0,4% anual, si

—47—
bien han descendido las de los CFC y han aumentado las de
ozono en la troposfera; 5, poca influencia del volcanismo y
marcada influencia antropogénica (IPCC, 2001a y 2001b).
El mismo grupo de trabajo del IPCC elaboró un Cuar-
to Informe de Evaluación con correcciones que abarcaban
hasta febrero de 2007, en el cual estas cifras adquirieron
un carácter más marcado y se expusieron unas tendencias
futuras siempre dentro de un marco probabilístico:
A, calentamiento medio global de más de 1ºC previsto
para 2100
B, intensificación de la retracción de los glaciares, del
deshielo polar, de las precipitaciones en general y de los
ciclones tropicales
C, ralentización de la circulación termosalina en el At-
lántico Norte.
D, en caso de que se adoptaran las medidas propuestas
en Kyoto, en 2100 podría estabilizarse el aumento de tem-
peratura en 0,5ºC y la elevación del nivel del mar entre 0,3
y 0,8 metros.
Este último informe del IPCC ha presidido el debate pú-
blico y político sobre el cambio climático, quedando todos
emplazados hasta la emisión de un nuevo informe previsto
para noviembre de 2007.

Interpretación y posturas científicas encontradas


Durante los primeros años del siglo XXI e incluso hasta
recientes fechas se ha insistido en que es necesario redefi-
nir el cambio climático desde su conceptualización como
paradigma científico (THIELEN, D.R. y LAIRET CENTENO, R.,
2007: 173). Es decir, de los informes del Nacional Research
Council de 1980 a 1999 y los más vinculantes de el IPCC
de 1990 a 2007, se obtiene la conclusión general de que el
clima está cambiando y continuará haciéndolo, con o sin
influencia del hombre. Lo que nos interesa valorar, eviden-
temente, es si ese cambio será lo suficientemente gradual
como para reajustar nuestro modelo de vida a él.
Gran parte de las alarmas despertadas entre la comuni-
dad científica en lo relativo al cambio de la vida en la tierra
como consecuencia de un desbarajuste climático proceden
del informe de Schwartz y Randall presentado en octubre

—48—
del año 2003 ante el Departamento de Estado de los EE.
UU, en el que se advertía sobre las gravísimas implicacio-
nes de los cambios en los climas del todo el mundo para
la seguridad nacional de ese país en concreto; definieron,
en realidad, un escenario de guerra. Esta visión era, y es,
consecuencia de analizar los impactos climáticos o meteo-
rológicos como cambios drásticos, cuando en realidad los
patrones climáticos de antaño se observan delimitados por
nuestra experiencia y por nuestra historia ecológica, con lo
que adquieren un nuevo rango o relevancia. Así, un fenó-
meno como El Niño puede parecernos más violento que an-
tes no solamente por la ocurrencia de un desfase del clima,
también por la percepción que sobre su actuación tenemos
y en función de los diferentes asentamientos humanos que
hoy hay donde antes no existían. Existe una correlación
muy clara entre la cuantía y efectos de los desastres y el nú-
mero de pobladores o poblaciones nuevas en lugares antes
no habitados; la vulnerabilidad aumenta en tanto el territo-
rio está más ocupado y más alejado se halla de los núcleos
de población mejor urbanizados (VIÑAS, 2005: 80).
Algo similar pasa en lo relacionado con la extinción de
especies. La alarma entre los ecologistas salta cuando una
especie de mamífero o ave muere a causa de la actividad
humana. Se ha estimado que en los últimos dos milenios
han desaparecido una cuarta parte de todas las especies aví-
colas. Mas en este recuento no se tienen en cuenta las bajas
en otros órdenes animales, desde hongos y bacterias hasta
insectos, pues parece no preocupar tanto la desaparición de
medusas y otros celentéreos, anélidos o platelmintos, los
octópodos, y no digamos ya los protozoarios, tan importan-
tes o más que los demás del ecosistema global. No obstante,
Swartz y Randall (2003) afirmaban en su informe que la
especie más vulnerable del planeta era la homo sapiens de-
bido a la superpoblación, que resentía la capacidad de carga
del sistema.
La resistencia a cambiar de opinión en el seno de la comu-
nidad científica es más fuerte que el habitual inmovilismo
del humano en general. Los académicos que han construi-
do sus reputaciones sobre estudios y afirmaciones que han
alcanzado cierto reconocimiento se resisten fuertemente

—49—
a cambiar de opinión; más si ven los trabajos de los que
opinan de manera contraria a ellos como un repudio de sus
propias investigaciones. Esto, que es lo que ha generado la
gran disensión sobre el cambio climático, nos afecta nega-
tivamente en el sentido de que no se lucha por llegar a un
objetivo común sino por afianzarse en posturas radicales.
Merece la pena recordar también el factor asociado a
otro paradigma, el de la exención del ser humano, estudiado
por disciplinas nuevas como la sociología ambiental. Tra-
dicionalmente se ha entendido que nuestra especie, por sus
excepcionales características, ha estado “exenta” de cons-
tricciones ecológicas, cuyos procesos sociales han quedado
“aparte” o “por encima de” la biosfera. El nuevo paradigma
ambiental o ecológico surgió tras los estudios de Dunlapp y
Catton a finales de los años setenta (AYESTARÁN ÚRIZ, 2004:
113), francamente tarde, y coincide con las primeras alar-
mas importantes sobre el cambio climático. He aquí una de
las razones por las que se impulsa la investigación en este
sentido y se potencia la presencia de la ecología en los me-
dios de comunicación.
Uno de los pronósticos más graves hace referencia a la
desertización (que no desertificación, un barbarismo) de
ciertas zonas antes templadas, lo cual se contempla como
una hipotética secuela del cambio climático. Además, me-
dios y algunos científicos han asociado a este proceso, ya de
por sí complejo, otros que no necesariamente le acompañan,
como la erosión eólica, la degradación por arroyamiento, la
salinización, incluso la contaminación de aguas residuales.
Así las cosas, las conclusiones de las conferencias de los
primeros años noventa, como la de Naibori, apuntaban ha-
cia un futuro aterrador que prevenía que para el año 2200
no quedaría suelo agrícola utilizable sobre la superficie de
la tierra (GARCÍA FERNÁNDEZ, 1995, citado en TOHARIA COR-
TÉS et al., 1998: 83). Los modelos matemáticos que se han
propuesto para estudiar el imparable proceso de desertiza-
ción de la franja templada de nuestro planeta exige estu-
dios más centrados en las dinámicas de poblaciones de los
territorios localizados. De hecho, la superficie forestal de
ciertas zonas que se consideran desertizadas no sólo no ha
disminuido sino que ha aumentado (en Alicante, Almería,

—50—
Granada o Murcia si nos ceñimos al territorio español, por
poner un ejemplo llamativo) bien que colonizado por otro
tipo de ecotopo, el matorral mediterráneo (MARCO MOLINA
et al., 1996).
Otro paradigma a tener en cuenta es el del incremento
de las evidencias en función del incremento de datos. El
número de ciclones computado hasta la fecha ha ido en in-
cremento, pero ha sido así porque los sistemas de medición
también han sido más numerosos. Si comparamos una ci-
fra de magnitudes con una escala no existente de medidas
previas siempre se obtendrá una predicción al alza. En tér-
minos matemáticos, mediciones que no pueden compararse
con otras tomadas en períodos similares, o mediciones rea-
lizadas en periodos cortos de tiempo sólo arrojan “ruido es-
tadístico” cuando se extrapolan a fenómenos desarrollados
a escalas más dilatadas; los datos parecen ser ciertos pero
están soportados por escaso o nulo rigor matemático.
Los datos obtenidos hasta finales del siglo XX no apor-
tan suficientes evidencias como para afirmar que estábamos
implicados en un proceso de cambio climático, o al menos
no para sostener los argumentos catastrofistas que ciertos
científicos enarbolaban, si bien eran suficientes como para
adoptar medidas preventivas. Las reservas sobre los conte-
nidos de los informes del IPCC se fundamentan sobre todo
en que se trata de predicciones basadas en modelos mate-
máticos, en los cuales se tienen en cuenta muchas variables
pero que no por ello son adaptables a cualesquiera de las
situaciones o regiones del planeta; y más por cuanto esos
modelos trabajan con patrones extraídos solamente del he-
misferio norte del planeta, con lo que desestiman el efecto
de realimentación que la gran masa oceánica de la mitad sur
del globo tiene sobre el clima del globo terrestre.
Uno de los factores que han impulsado a los detractores
del cambio climático a rechazar las estimaciones de otros
científicos es el de los datos sesgados por el llamado efecto
“urban isle”, o efecto urbano, que previene que los registros
de temperaturas con los que se valora el incremento global
de la temperatura no han tenido en cuenta el principio de
incertidumbre de Heisemberg, dado que se tomaron en ob-
servatorios sitos en núcleos urbanos, donde el crecimiento

—51—
inmobiliario y el tráfico rodado, así como la actividad hu-
mana e industrial, genera un incremento de la temperatura
sensiblemente distinto del de zonas no urbanizadas. De ahí
que no admitan que desde estos registros puedan extrapo-
larse datos para establecer conclusiones generales. De igual
modo, los datos obtenidos por encuestas en núcleos urba-
nos no deben compararse alegremente con otros obtenidos
en el ámbito rural. Diferentes científicos que trabajaron con
este tipo de muestreos han concluido que las percepciones
acerca de cómo se han modificado las distintas variables
climatológicas coinciden en gran medida con las evidencias
científicas, pero siempre tamizadas por la propia experien-
cia y, lo que es más importante, por la información que les
llega a través de los medios de comunicación, preferente-
mente de la televisión (vid. BERK, 1994 y BENITO et alii,
2004).
Por lo que respecta a la disminución de los hielos y la
consecuente elevación del nivel del mar, el tema sigue en
discusión. Hay científicos que admiten el retroceso de los
glaciares alpinos, pues puede explicarse por causa natura-
les, pero no la reducción de los casquetes polares al ritmo
descrito. Además, existen evidencias de que determinados
movimientos orogénicos que se producen bajo la masa oceá-
nica pueden elevar el nivel medio del mar a las cotas que
supuestamente alcanzarían los deshielos masivos, un caso
en el que no hay intervención humana. Acaso el científico
más obstinados por demostrar que las series de mediciones
de temperaturas y su correlación con los deshielos y otras
presumibles consecuencias del discutible calentamiento de
la tierra ha sido John Daly, cuyos comentarios y gráficas,
tan convincentes como las de el IPCC, pueden consultarse
en www.john-daly.com y demuestran lo contrario, el enfria-
miento de la Tierra.
Sobre el CO2, que es el gas más polémico de todo este
asunto, es cierto que la humanidad arroja a la atmósfera una
cantidad de 6 petagramos de CO2 al año, que se suman a
los 700 petagramos que aproximadamente contiene toda la
capa atmosférica. Pero éstos 700 petagramos sólo contribu-
yen al incremento del calor global con un 21%, con lo cual
el aumento de temperatura debida a la presencia de CO2

—52—
arrojado por el hombre sería de un 0,5%, o sea de 0,036ºC
anuales, cifra lejana de los escenarios dantescos que nos
relatan algunos voceros del calentamiento global. Claro que
esto es tomar un dato aislado y aplicarlo a una generalidad.
La deforestación también se tiene como un factor de primer
orden en este proceso dado que reduce la actividad fotosin-
tética, pero no hay cálculos precisos sobre si esta merma en
la fotosíntesis queda compensada por la que aporta la ex-
tensa propagación de cultivos de regadío y la proliferación
de rutáceas en ecotopos anteriormente boscosos. Y tampo-
co se ha calculado que incidencia sobre los GGEI tendría
el incremento del aporte de oxígeno en el caso de forzar la
presencia de agentes fotosintéticos. Todo este balance in-
cierto contribuye al panorama de incertidumbre que sigue
flotando sobre el conjunto de agentes implicados en el cam-
bio climático.
Sea como fuere, los trabajos desarrollados por investi-
gadores en ámbitos locales o regionales y que contemplan
la aplicación de las exigencias del protocolo de Kyoto es-
timan como inviable la estrategia pactada para Europa so-
bre la emisión de GGEI, independientemente de cuestiones
geopolíticas, en función del cómputo meramente aditivo
entre la reducción extraterritorial de las emisiones (un 7%)
y la previsión de emisiones brutas interiores (24%), que no
está en consonancia con los datos del escenario básico de
referencia para el caso de España, por ejemplo (Yábar Ster-
ling, 2004: 247). Es decir, que incluso unas pautas a escala
europea, ya no global, son de muy difícil aplicación por las
características zonales concretas de cada país emisor. Para
el caso de España, el objetivo de tributación y comerciali-
zación de emisiones marcado por Kyoto es poco factible y
supondría una “ecotasa” de entre 1.800 y 3.600 millones de
euros anuales en el año 2010 (BONELL COLMENERO, 2007:
92).
Otro campo de trabajo en el que se han esforzado los
científicos desde finales del siglo XX ha sido el de las co-
rrientes termosalinas (mejor que el anglicismo termoha-
linas) de los océanos, en parte responsables de templar el
continente europeo, y que podrían verse interrumpidas por
un descomunal vertido de agua dulce en el mar en cotas

—53—
del Atlántico Norte (si se “funde” Groenlandia). Desde la
Universidad de Princeton se ha advertido que de duplicarse
la concentración actual de CO2 atmosférico podría frenarse
este ramal de la circulación oceánica tal y como lo conoce-
mos. Pero los trabajos desarrollados sobre este proceso se
circunscriben a un modelo matemático reconstruido sobre
contextos virtuales cuyo comportamiento, en la realidad,
depende de la evolución de muchos factores en las zonas
vecinas. Así, no puede afirmarse tajantemente si un trastor-
no en las circulaciones termosalinas en el hemisferio nor-
te quedarían mitigadas o aplacadas por procesos físicos de
retroalimentación que se dan en la atmósfera y responden
ante cambios de gran magnitud como éste. Por ejemplo, las
células de Hadley implicadas en la transmisión y reparto de
calor mediante circuitos de aire y vientos podrían redistri-
buir la temperatura resultante.
Sobre los informes de carácter alarmante del IPCC hay
que precisar que los científicos integrantes del equipo que
valora las mediciones de variaciones en la temperatura,
concentraciones de gases, salinidad y nivel del mar, etc.,
comenzaron considerando conjuntamente en sus registros
tanto la aportación del hombre al llamado efecto inverna-
dero como la variabilidad natural del clima, disponiéndolo
todo en el mismo saco (LEGGET, 1996: 19-52). Pese a las ad-
vertencias de que esto podría sesgar los cálculos probabilís-
ticos con los que se trabajaba para establecer predicciones
de futuro, el IPCC ha seguido utilizando este criterio, con-
trariamente a lo que se hace en la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (IPCC, 2007:
2). Esto confunde a los propios científicos, que entrelazan
los datos emitidos desde diferentes fuentes dependiendo de
su mayor o menor interés por destacar una cota o un riesgo
concretos; como ejemplo pongamos el caso de Nieto Sainz
cuando cita incrementos de medias de temperatura para Eu-
ropa de 6,3ºC a 5,8ºC globales manejando los informes del
IPCC (NIETO SAINZ, 2005: 28).
Algunos Entomólogos, paleoclimatólogos, oceanó-
grafos, físicos y otros científicos han ido sumándose con
el tiempo al bando de los descreídos del cambio climáti-
co global, considerados hoy los “rebeldes de la ciencia”,

—54—
paradójicamente. Estos autores piden mayor mesura en
la interpretación de los datos y la extracción de conclu-
siones, a sabiendas de que hay otro ciclo de realimenta-
ción que contribuye al incremento de posturas a favor del
cambio climático: el interés de los estados por reactivar la
energía nuclear y el de los laboratorios por lograr subven-
ciones. Algunos de estos científicos avalan los informes
del IPCC, pero ya no forman parte del simposio ginebrino
por desacuerdos de fondo con sus colegas, y les acusan, a
ellos y a los “periodistas medioambientales” de contribuir
a una alarma global que puede ocasionar mayores catás-
trofes de la pronosticadas para el hipotético calentamiento
del globo.

Interpretación y difusión en los medios de información


El contraste de datos y opiniones en el seno de la comu-
nidad científica confunde a los medios de comunicación,
que por no ser científicos y por considerar el universo de
sucesos climatológicos y meteorológicos en una misma
sección de sus informativos o periódicos, han terminando
asociando cualquier episodio atmosférico excepcional (un
temporal, una helada, una inundación) con el cambio climá-
tico y como consecuencia de él, sin necesidad de argumen-
tarlo. De otra parte, obligado es recordar que el informe del
IPCC trabaja constantemente con aproximaciones y verbos
condicionales. Las expresiones “es muy probable”, “eleva-
do grado de incertidumbre”, “son estimaciones de”, “hay
una certeza grande”, etc., son traducidas por los medios in-
formativos como certezas absolutas ya que provienen del
consenso de un gran grupo de científicos. La “probabilidad
de tendencia futura” se convierte en la prensa y en los bole-
tines emitidos en “amenaza indudable”.
Para la prensa y las televisiones, la hipótesis del cam-
bio climático se ha convertido en un producto del mercado
científico que encierra intereses económicos (TOHARIA COR-
TÉS: 1998, 76). Igualmente para el cine y otros medios para
el entretenimiento. Hay científicos que han convertido en
axioma la relación efecto invernadero-cambio climático o
la de cambio climático-desertización, y debido a su posi-
ción entre los gremios universitarios, o por corporativismo,

—55—
no cambiarán de idea incluso ante datos y análisis correctos
que demuestren lo contrario.
Todo lo concerniente al especto medioambiental es, hoy,
un generador de iconos de fuerte inserción social. Lo “ver-
de”, que antaño se asociaba a lo picante o lo erótico, desde
mediados de siglo ha pasado a tener connotaciones ecoló-
gicas, que por un lado actuaba en detrimento de la produc-
ción industrial de bienes para el consumo pero que por otro
ha adquirido el carácter de etiqueta distintiva de productos
de calidad y del agrado de los consumidores. Estos nuevos
productos “respetuosos con el medio ambiente” se siguen
fabricando usando sistemas contaminantes y en mayores
cantidades, así que su presunto efecto munífico queda eclip-
sado por la imparable producción en cadena.
Se han puesto de manifiesto numerosos problemas ha-
llados en el análisis económico convencional aplicado en
la evaluación de las políticas de mitigación del cambio cli-
mático causado antropogénicamente, denunciando que las
recomendaciones de una menor agresividad en las políti-
cas de mitigación se han exagerado (PADILLA ROSA, 2002:
28-30). El análisis económico convencional se ha utilizado
para legitimar y justificar de modo seudocientífico la no re-
gulación del sector energético. Para el manoseado concepto
de “desarrollo sostenible” no se puede dar una respuesta, ni
aproximada, usando solamente una ciencia aislada, hay que
implementar un conjunto de factores y herramientas. De
otro lado, las políticas económicas de aplicación para cada
zona o Estado difieren. Esto es así porque un calentamiento
a pequeña escala no tendría un impacto económico relevan-
te en los países ricos, pero en un país pobre las pérdidas son
mayores debido a sus periclitados sistemas de producción
de alimentos, mucho más dependientes del clima. Así, los
análisis económicos emitidos desde las universidades de los
países ricos concluyen que no es necesaria una intervención
inmediata ante el cambio climático (op. cit., 9). No obstan-
te, los modelos empleados en estos estudios suponen que
los individuos del futuro serán más ricos, colocándolos a
todos en un plano de equidad, cuando los países que están
provocando el efecto invernadero son los ricos y los que lo
sufrirán más directamente serán los pobres. Aquí podrían

—56—
aplicarse criterios de compensación (los que ganan com-
pensan a los que pierden) pero esto no puede ponerse en
práctica en un sistema que implica a varias generaciones de
poblaciones o para individuos que no tienen claro el valor
de los ecosistemas. Así, para un africano del tercer mundo,
su horizonte es el desarrollo basado en la explotación de los
recursos más inmediatos; su percepción de lo ecológico se
difumina ante el hambre y le será incomprensible cualquier
mecanismo de autorregulación destinado a “proteger”a sus
generaciones futuras puesto que él debe preocuparse por
las presentes. Siempre ha sido injusto que los países po-
bres tengan que sufrir los efectos contaminantes de los ri-
cos, pero ahora se impone la gabela de que además deben
estos preocuparse por contribuir a la preservación mundial
que incumbe a aquellos, ya que según distintos estudios,
para alcanzar la “eficiencia” global, la mayor reducción en
las emisiones de GGEI debe operarse en los países pobres
(ibídem, 22). La aplicación del descuento por descompen-
sación en problemas intergeneracionales sobre estas pobla-
ciones carece por completo de sentido. Los programas de
control para el sostenimiento económico del planeta no de-
ben, pues, ceñirse únicamente a las emisiones de CO2, sino
tener en cuenta muchos otros factores y, sobre todo, impli-
car como responsables a los países que han ido acumulando
la “deuda” del desarrollo sostenible desde 1870: los países
industrializados. Los países ricos tienen la obligación moral
de satisfacer la deuda ecológica contraída al haber expro-
piado y destruido el derecho de los países pobres, y desde
luego no tienen fuerza moral para reprimir a otros países
en vías de desarrollo (China, India) en sus emisiones a la
atmósfera.
Un aspecto llamativo de la evolución de la idea de “tri-
butación ambiental” a lo largo del tiempo es que el cambio
climático y sus secuelas han ido desplazando en importan-
cia y urgencia a los objetivos trazados desde la ONU. Si
para el programa de acción de 1993-2000, los fines eran,
por este orden: la protección del medio ambiente, la protec-
ción de la salud, el uso racional de los recursos naturales,
y la solución de problemas regionales relacionados con el
medio ambiente, para el programa de acción de 2001-2010

—57—
eran: el cambio climático, la biodiversidad, la salud, y la
gestión de los residuos (BONELL COLMENERO, 2007: 86).
Obsérvese cómo la escala global suplanta la problemática
zonal, pasando la salud de la humanidad a tercer lugar de
importancia por añadidura. Para no pocos teóricos de la fi-
losofía de la ciencia, estas tomas de posición por parte de
los grupos políticos avalados por científicos y la emisión de
impuestos de alcance internacional con carácter jurídico de
“tratado internacional” (que es el que tiene el Protocolo de
Kyoto) tienen como finalidad la coacción social.
Lo preocupante de los informes es subrayado por los
medios y comienza a ser utilizado por los políticos, sobre
todo por los aspirantes al poder, como moneda de cambio
para elaborar sus mítines, practicar populismo, atacar al
oponente en el gobierno (todos los defectos eran entonces
susceptibles de denuncia) y, finalmente, incorporarlo a sus
programas políticos con no disimuladas dosis de entusias-
mo. La lucha ecologista no sólo se ha vivido entre los co-
lectivos de izquierdas radicales, también se ha incorporado
al discurso de los aspirantes a gobernantes, primero de la iz-
quierda y, luego, también los conservadores en cuanto que
observan que la opinión pública ha sido mayoritariamen-
te conveniencia de la “bondad” de transformar los hábitos
contaminantes. De hecho existe cierta controversia por las
empresas y lobbys que respaldan posturas a favor y en con-
tra el cambio climático. No está de más meditar de dónde
proceden las campañas más fieras en defensa de las tesis
catastrofistas, generalmente de sectores de las ideologías de
centro-izquierda estadounidenses que pretenden un pedazo
de la tarta de poder en el territorio. No está de más plantear-
se porqué la ONU establece una definición de cambio cli-
mático muy concretada en la intervención humana y porqué
el IPCC amplía los márgenes del concepto y, además, se
instala en un país como Suiza, precisamente para no emitir
la imagen de que se halla influido por los holdings o los po-
líticos norteamericanos, que son los que más CO2 expelen
a la atmósfera.
Uno de los mayores impulsos para el uso propagandista
del cambio climático es el éxito obtenido en la gestión de
las emisiones de CFC. El logro de los acuerdos tomados en

—58—
relación con el Sistema Mundial de Observación del Ozono
se fundamenta en dos casos. Uno, que no hay una evidencia
directa y concluyente de que la disminución de la concen-
tración de ozono estratosférico sea debida a la intervención
humana, porque aunque es cierto que las moléculas de fluo-
rocarbonos reaccionan con el ozono de esa capa desinte-
grándolo, también lo es que ese decremento en ppm de las
moléculas de ozono no era tan importante como fue des-
crita por muchos medios de comunicación. Dos, no hubo
mediciones elaboradas con anterioridad a 1987 para poder
comparar si en el pasado ocurrieron otros episodios en los
que ciertas regiones de la atmósfera sufrieron una dismi-
nución de la concentración de este gas. De hecho, hubo
científicos que calificaron de “episódica” la reducción de
la capa de ozono, atribuyendo su origen a una disminución
de la actividad solar y su fin a la autorregulación natural del
sistema atmosférico; otros recordaron que no conocemos
con exactitud los procesos de activación del cloro y de des-
nitrificación que se producen en las nubes estratosféricas
polares, los cuales explicarían la disminución local de la
proporción de ozono en la atmósfera de las latitudes pola-
res el mar aporta 600 millones de toneladas de cloro al año
mientras que los CFC sólo 0,7 millones (TAPIA y TOHARIA,
1995: 203).
Es conveniente subrayar que estos acuerdos fueron to-
mados con la suficiente celeridad porque la fabricación de
CFC se concentraba en un puñado de países y de fabrican-
tes, y los avances tecnológicos que sustituyeron las aplica-
ciones de este tipo de gases favorecían positivamente a las
industrias implicadas en la fabricación de CFCs, tanto en
inversión como en estrategias de promoción y difusión de
sus productos. De hecho, los medios de comunicación no
han reafirmado la evidencia de que “ya no hay agujero de
ozono” y el temor, o un ligero temor, sigue existiendo entre
la población, lo que beneficia a una industria de aerosoles
que aún venden sus productos como “ecológicos”, “no da-
ñinos para el medio ambiente”, haciendo hincapié en que
son “respetuosos con la atmósfera y la capa de ozono”.
Esta simplificación semántica que se opera en los me-
dios de información se debe a que las características del

—59—
medio en sí son muy distintas a las de los canales de difu-
sión de noticias científicas o los de decretos gubernamenta-
les. Si el emisor científico lanza un mensaje complejo que
llega a un receptor capacitado para comprenderlo, el pe-
riodista no emite ciencia sino divulgación. La finalidad es
que su mensaje disponga que una arquitectura explicativa
antes que rigurosamente descriptiva, que lo haga inteligible
para el receptor, quien ya no recibe un análisis científico
sino una “noticia” o un “reportaje”. Además, este tipo de
informaciones son recogidas en contextos de crispación, en
condiciones extremas, por profesionales de la información
que para emitir con rapidez un suceso suplen el contraste
de datos (que no tienen) con la emisión de impresiones que
permiten compartir la incertidumbre con los receptores de
su reportaje. Este acto, el de compartir la incertidumbre no
garantiza gran cosa ni ayuda a solventar las crisis producto
de impactos meteorológicos, pero los medios de comuni-
cación directa, radio y televisión, han logrado convertir en
noticia la percepción social de la incertidumbre (LOZANO
ASENCIO, 2004: 2).
La ignorancia es uno de los factores que no deja de es-
tar presente en la comunicación sobre estos eventos. Suele
citarse como ejemplo para ilustrar eso la catástrofe de Con-
suegra sucedida en 1891, en Castilla-La Mancha y parte del
litoral mediterráneo. Por entonces, el único telégrafo cerca-
no a un lugar bruscamente anegado por las aguas torrencia-
les se estropeó y, como al día siguiente no se tenía perfecto
conocimiento de lo ocurrido, algunos periódicos asociaron
la tormenta a un terremoto que había hecho brotar agua a
borbotones del suelo.
La tendencia de los medios, aunque ya no como en el
ejemplo anterior, es a simplificar las razones y polarizar los
significados debido a la necesidad de comprimir e ilustrar
la información. Los periodistas que acuden a un lugar don-
de se ha producido algún tipo de siniestro medioambiental
suelen, en primer lugar, describir lo superficial, lo llamati-
vo, utilizando para ello expresiones reiterativas y de semán-
tica hiperbólica. Tienden a agrupar los acontecimientos en
categorías como “bueno”, “malo”, “catastrófico”, “idílico”,
antes de detenerse a considerar los múltiples factores de

—60—
orden racional que pueden haber influido en los procesos,
que por lo general son abundantes, muy variados y actuan-
do con una compleja mecánica sinérgica. Es por esta razón
que existen tantas reticencias a aceptar como “buena” la
energía de origen nuclear (fusión o fisión) por cuanto se
tiene asociada desde 1945 a la destrucción masiva (el hon-
go atómico como imagen de cataclismo es un icono que
permanece en nuestras retinas a raíz de la multiplicación
del mensaje y su asociación constante con el holocausto), o
aceptar como adecuada la tala de árboles o la roturación en
un determinado nicho con el fin de favorecer a otras espe-
cies o practicar cultivos.
Por desconocimiento, los periodistas y los publicistas
han generado un conjunto de imágenes asociadas a lo eco-
lógico que carecen de verdadera entidad y sentido. Una de
las más extendidas es la de la idealización de los ecotopos.
Es muy habitual, todavía hoy, asociar el paisaje idílico con
la montaña de pico nevado y el bosque de coníferas en su
falda. En realidad la variabilidad ecológica del bosque de
matorral de nuestras latitudes es mucho mayor, en número
de especies y en aportación de oxígeno neto a la atmósfera,
que la del mitificado bosque frío, cuya imagen nos llega
multiplicada y amplificada por los medios de comunica-
ción estadounidenses y anglosajones. El bosque de pinos, o
peor aún, de especies caducifolias, no son precisamente los
mejor capacitados para reconquistar el equilibrio térmico
atmosférico, pero se siguen teniendo como el símbolo de
“lo verde”. Un árbol cuyas hojas caen en otoño es un gran
esqueleto de madera muerta que apenas fotosintetiza; un
bosque de pinos cuyas acículas se amontonan en torno a
su tronco no permite que crezca ninguna otra especie a su
alrededor, ni siquiera las hierbas.
También cabe detenerse en otra cuestión que no es ba-
ladí: la del uso continuado de conceptos que los científicos
usan como metáforas para hacerse comprender y que luego
adquieren connotaciones propias. El caso más evidente es
el del “agujero” de ozono. Es impropio denominar así a lo
que en realidad es un adelgazamiento estacional y localiza-
do de una capa gaseosa, lo cual implica una menor densidad
de moléculas, pero en ningún caso un agujero bruscamente

—61—
practicado sobre una estructura más o menos densa, que es
la imagen que reciben los sujetos de la comunicación. La
asociación de estos fenómenos a palabras con connotacio-
nes de ruptura, disolución o quiebra es constante, poniendo
la semántica al servicio de intereses más sensacionalistas
que científicos: “agujero”, “brecha”, “derrumbe”, “arras-
tre”, “desolación”, cuando no se utilizan figuras literarias
que constituyen enmiendas a la totalidad: “dantesco”, “tra-
gedia”, “caos”, “holocausto” “Apocalipsis”.
Cualquier periodista, sea cual sea la circunstancia me-
teorológica, escogerá los aspectos más llamativos del hecho
para noticiarlo, preferirá las imágenes impactantes antes
que las equilibradas, lo más llamativo como lo más esté-
tico, llegándose a dar el caso incluso de modificar el esce-
nario para así emitir un reportaje más impactante. Recurrir
constantemente a informar sobre récords meteorológicos es
otra costumbre ampliamente descrita (VIÑAS, 2005: 29-32).
El periodista no aporta, pues, conocimientos, sino infraes-
tructura para facilitar el acceso sensorial al hecho, es decir,
llega más lejos que el científico. Podemos postular pues que
si la ciencia traza un puente entre “lo que es” y “lo que se
sabe”, practicando un análisis para el que usa el lenguaje
matemático, el periodista añade a lo anterior “lo que se dice
o divulga de lo que se sabe” y “lo que se comprende de lo
que es”, todo ello mediante un lenguaje periodístico con
una retórica propia que habitualmente está desprovista de
rigor analítico. Y si tenemos en cuenta que el registro de la
información cada vez obedece más a criterios comerciales
se comprende que los medios de comunicación prefieran
la descripción antes que la explicación y, sobre todo, la re-
construcción social de un hecho en el que reina la incerti-
dumbre y cuya dimensión como noticia se define en función
del miedo que puede desatar. Si una catástrofe, tenga la
importancia que tenga, admite una rápida racionalización
causal y una consiguiente solución, se apaga como noticia
rápidamente. Si la información se aporta con fragmentos
narrativos deshilvanados, ribeteada de incertidumbres, apo-
yada en el miedo a lo desconocido, entonces se mantiene el
interés por la noticia (GIL CALVO, 2003: 145 y ss.)

—62—
La retórica periodística recurre al fomento del interés para
difundir sus noticias y cuando la difusión de informaciones
comienza a ser repetitiva o del mismo tono, el receptor ter-
mina por saturarse. El valor de lo noticiable se refuerza me-
diante el llamado “síndrome del desastre” (PARRATT, 2006:
21). Como lo gradual termina por cansar a los lectores, sólo
cabe reactivar la atención confiriéndole importancia a lo re-
pentino, a lo inesperado. Y si este tipo de acontecimientos
se muestran reiteradamente hay que acudir a lo catastrófico.
En este punto es donde entran en confluencia lo dramático
con lo real, pues el periodista buscará, además de los datos
objetivos, la dimensión “humana” de la noticia, lógicamen-
te manifiesta en un drama humano ya que el contexto es un
infortunio. De esta guisa, la información eficiente es la que
solventa los tres problemas que surgen en el consumidor de
noticias ante un hecho catastrófico:
La no comprensión de lo ocurrido,
El escaso interés por algo a lo que se ha acostumbrado
La no implicación personal con el suceso.
Las soluciones que aporta el periodista serán, respecti-
vamente:
1) la especialización de los redactores,
2) la recurrencia al catastrofismo, y
3) la intensificación del dramatismo de la noticia.
Si representáramos gráficamente el interés por el tema
del cambio climático en función del tiempo en las socie-
dades occidentales del primer mundo, se observaría un
crecimiento continuo que alcanza una estabilización en los
años noventa, por saturación. A partir de ese momento y
hasta hoy, la prensa y sobre todo la televisión incrementa el
interés del público por este tema apoyándose en episodios
catastróficos; episodios que han connotado cada vez mayor
dosis de alarma con el fin de no saturar a los espectadores.
En ayuda de esta estrategia han intervenido las técnicas pu-
blicitarias, que idealizan el mundo natural y polarizan las
posiciones frente a los trastornos.
Desde una perspectiva de índole semiótica, los medios
de información actúan sobre la base de textos que son utili-
zados como artefactos dialógicos y polémicos (LOZANO, PE-
ÑA-MARÍN y ABRIL, 1989: 46). Así, pese a la coherencia que

—63—
un texto presente de acuerdo con el rigor científico del que
pretendidamente emana, se impone la coherencia de tipo
lógico / semántico (la preconizada por semiólogos como
Eco o Greimas) que contiene un alto grado de coherencia
interna. A este nivel es el lector es el que adjudica sentido
(coherencia) al texto tras haber asimilado el mensaje. Este
puente semántico entre texto y contexto, y entre mensajes
y realidad termina generando un intercambio social de sen-
tido y una realidad social modelada constantemente por los
medios de comunicación. Se ve claramente esta propuesta
con ejemplos, como la inflación informativa que se generó
con el luctuoso accidente del petrolero Prestige en las costas
gallegas en 2002, marcadamente desenfocada dependiendo
del medio de comunicación que emitía informaciones sobre
el siniestro y las respuestas políticas y sociales al mismo
(vid. LOZANO ASENCIO, 2003 o RUANO GÓMEZ, 2004). Con la
intervención de los medios sobre aquella u otras catástro-
fes, naturales o accidentales, se ha venido configurando una
creciente posibilidad de catástrofes y accidentes en el ima-
ginario general. Como pronosticaba Beck (2001: 62), no
está ya claro si ha crecido la intensidad de los riesgos o si lo
que ha medrado es nuestra percepción de la posibilidad de
padecer riesgos. Tanto es así que a la contemporaneidad se
le ha denominado “sociedad del riesgo”, sobre todo a raíz
de los accidentes en el ramo industrial ocurridos en el canal
californiano de Santa Bárbara en 1969, la localidad italiana
de Seveso en 1976, en la estadounidense Three Mile Island
en 1979, en la soviética Chernóbil en 1986, en Alaska cuan-
do se derramó la carga del Exxon Valdez en 1989 y un largo
etcétera.
Las coberturas de informaciones de este tipo prima la
inmediatez frente a la necesaria valoración de los hechos,
pero por lo común se reconstruye la catástrofe por acu-
mulación de información antes que por una organización
jerárquica de los hechos y posibles causas. Las prácticas
con las que se mediatiza a los receptores intentan no sólo
informar sobre los riesgos, también implican a los espec-
tadores en los mismos. De ahí que, en la búsqueda de una
retórica comunicacional más efectiva, los medios de in-
formación intenten asociar rápidamente “culpables” a la

—64—
incertidumbre canalizada a través del miedo. Mientras que
la respuesta racional a un desastre pasa por la búsqueda
de información, soluciones y formación para el futuro, la
respuesta periodística pasa por la incertidumbre y la cul-
pabilización en primera instancia. De hecho, algunos es-
tudios culturales estiman que la humanidad evolucionó en
función de la búsqueda de culpables de los fenómenos no
comprendidos, precisamente a través del atavismo, la im-
personación de fuerzas naturales o la culpabilización de
contrarios o enemigos de “su” cultura. Podría pensarse que
en los entornos sociales contemporáneos eso ha cambiado.
Por el contrario, el progreso tecnológico ha generado nue-
vos estados de incertidumbre intensificados por nuevas per-
cepciones sociales de peligro, como la invasión alienígena
(desestimada hoy tras la superación del estado de crispa-
ción de la Guerra Fría), la guerra atómica (aún presente en
el subconsciente colectivo), la degradación ambiental (por
agentes contaminantes), el terrorismo internacional (como
causante de aparatosos atentados), las nuevas plagas (SIDA
y otras producto de manipulaciones genéticas) o, por fin, el
cambio climático. Para todos los males anteriores se busca
un culpable personificado (los “rojos”, Ahmadinejad, Ben
Laden, etc.) y también a víctimas representativas (niños con
mutaciones, la sepultada Omayra Sánchez, tullidos tras los
atentados terroristas). Y, en función de las hipótesis sobre la
proliferación de “pornografía letal” en los medios, cada vez
es más habitual contemplar escenas de gran crudeza a las
que el público se aficiona y acostumbra de modo que exigen
aún mayor dosis de dolor, destrucción y dramatismo en las
informaciones recibidas. La sangre y la carnaza, está com-
probado, contribuye tanto a los niveles de audiencia como
el sexo y se mercadea con ello en un panorama en el que
hay que competir por los índices de audiencia.
Y no sólo se seleccionan las estampas más dramática-
mente llamativas para la prensa o la televisión, también los
informadores hacen uso de recursos técnicos para acentuar
el dramatismo de lo expuesto: la aplicación de teleobjetivos,
la cámara lenta, la utilización de bandas sonoras acuciantes,
etc. Con todo ello, los periodistas, en vez de colaborar a pa-
liar los efectos de las catástrofes, en ocasiones contribuyen

—65—
a dificultarlas. El efecto multiplicador de los medios logra
conceder importancia a un hecho cotidiano o hasta circuns-
tancial y elevarlo por encima de su umbral de importancia.
Esto se ha inflado inconmensurablemente a partir de la
implantación de internet a escala global, que no sólo ha
contribuido a extender cualquier noticia en miles de foros y
bitácoras, también a la proliferación de ciertos tratamientos
de la información a través de canales que los periodistas uti-
lizan como fuentes, tenga mayor o menor credibilidad. No
son pocos los que afirman que los medios de comunicación,
desde que se financian con publicidad, tienen delegada su
autonomía y soberanía a las corporaciones económicas, to-
das ellas implicadas en las decisiones que competen al cam-
bio climático. Si a eso añadimos que los medios de masas
ya no practican una verdadera “comunicación”, o sea una
puesta en común o intercambio, sino que contribuyen a una
Sociedad del Espectáculo (Guy Debord dixit) en la que los
mensajes son unidireccionales, llegamos a la constatación
de que, en efecto, como pronosticó Marshall McLuhan, cul-
tura y negocio se funden en un medio cuyos mensajes con-
forman el propio medio.
Se puede decir que, por lo común, los periódicos, radios,
televisiones y sitios web han optado por practicar la vulgari-
zación del conocimiento científico y tienden a dar por cier-
tas las previsiones más extremas. En este orden de cosas,
fomentan los miedos de la población para incrementar sus
índices de audiencia que se traducen en ingresos, con lo que
las teorías de la Conspiración defendidas por autores como
Taguieff, Cooper o Coston adquieren cierta credibilidad. La
cuestión radica en que hoy el periodista es el garante de la
existencia de los hechos para la mayoría de los ciudada-
nos, hasta el punto de que la representación mediática de
la realidad es más atrayente que la realidad misma. Esto no
sería grave si no conociéramos la tendencia al tremendismo
informativo que reina en los medios de comunicación, que
prefieren escoger la peor parte de la realidad como ilustrati-
va del conjunto de toda la realidad.
La solución a todo esto pasa por la especialización de
los informadores en cuestiones científicas, la exigencia
de claridad por parte de los divulgadores en espacios más

—66—
amplios, la sensibilización de los medios a la hora de emitir
contingencias catastróficas, y la evitación de la tendenciosi-
dad y la búsqueda de culpables.
Es algo harto difícil. A ningún periodista se le ocurre cul-
pabilizar al albedo terrestre de un presumible calentamiento
o enfriamiento, pero lo verá claro si se trata de un fabri-
cante de celuloso o de una masa obrera que procesiona en
automóvil a su lugar de trabajo. Si establecemos la certeza
científica de que el cambio climático obedece mayormente
a nuestra posición con respecto al sol y a su comportamien-
to en una escala temporal muy amplia, entonces no habría
negocio.
Porque el Sol no es noticia.

Del cine de catástrofes a Una verdad incómoda


En los medios de comunicación de carácter narrativo y
destinados al entretenimiento sí es lícito ejercitar la drama-
tización de contenidos y hacer protagonista al individuo de
fenómenos globales o de escala planetaria. En cualquier
ficción narrativa todo gira en torno a un personaje, y es el
desarrollo del drama que ese personaje u otros ligados a él
sufren el que da crédito y dimensiona la magnitud del desas-
tre que ha acontecido. Por lo general, en la ficción dirigida
al consumo, los desastres vividos son “superados” por los
personajes, que adquieren rango de héroes. Tras contemplar
una producción de este tipo, el espectador resulta aliviado
y con optimista por no haber sufrido o no estar expuesto a
los terribles peligros que acecharon a los protagonistas de
un relato o guión cinematográfico.
Cualquier producción de ficción suele basarse en circuns-
tancias reales exageradas o prediciones basadas en sospechas
fundadas en un aspecto de la actualidad. Ya había periodistas
que informaban sobre el medio ambiente en los años cincuen-
ta, como el New York Times, y algunas obras que llamaban
la atención sobre la importancia de preservar la naturaleza
durante los años sesenta (por ejemplo el libro de Rachel Car-
son Silent Spring), pero es sobre todo en la década de los
setenta cuando comienzan las manifestaciones ecologistas y

—67—
la organización de estos grupos en pro del medio ambiente y
en contra del sistema capitalista e industrializado.
También el cine sobre catástrofes data de antiguo, del
período mudo, y es un esqueje genérico del cine de aventu-
ras o de acción, que se caracteriza por conjugar dramatismo
con espectacularidad. La marca de fábrica es, pues: gran-
des presupuestos, decorados fastuosos, varios actores de
renombre rescatados para protagonizar muertes dramáticas
y/o heroicas, y finales aleccionadores, dejando un regusto a
esperanza donde reina la devastación por lo general. Quizá
la producción que mejor representa el comienzo del subgé-
nero la sublimación de de la crisis personal a través de la
contemplación del sufrimiento colectivo sea Deluge (1933,
Felix E. Feist), que narraba la inundación de New York
por una ola gigante y su práctica destrucción. Esta imagen
impregnará el subconsciente popular y permanecerá en va-
riados medios de comunicación durante mucho tiempo. A
mediados de los años 1970 la tendencia en Hollywood a
apostar por nuevas fórmulas de lenguaje y argumentos den-
sos se vio trastornada por el gran éxito de taquilla que supu-
so Airport (George Seaton, 1970) y que siguió produciendo
beneficios durante toda la década de los setenta. Tanto es así
que la industria recuperó en 1979 el título Hurricane, un re-
make que no estuvo a la altura de su predecesor, Hurricane
(John Ford, 1937), y a continuación se reprodujeron otros
filmes de este tipo de cine como San Francisco (W.S Van
Dyke, 1936), sobre el terremoto que asoló la ciudad califor-
niana, o Jet over the Atlantic (Byron Haskin, 1959), que de
hecho fue el antecedente de Aeropuerto.
El análisis de contenido de estas producciones y subsi-
guientes revela que el interés de estos filmes no radica en la
ciencia que explica los fenómenos sino en la misma estética
de la destrucción, importada de la industria japonesa que la
estaba explotando con gran éxito durante los años cincuenta
y sesenta (otra gran ola destructora apareció en la cinta de
Shiro Moritani Nippon Chimbotsu, de 1973). Lo interesante
de estas producciones radica en que: revelan un colapso de
la tecnología mediante protagonistas corales pertenecientes
a la sociedad civil. Según algunos críticos, la lectura subya-
cente de estos guiones revela cierto temor a la descomposi-

—68—
ción social por causa de la amenaza del holocausto nuclear
y la incertidumbre generada por la gran crisis del petróleo
de 1973. Así, durante esa década se sucedieron abundantes
títulos del subgénero: Earthquake (Mark Robson, 1974),
que inauguró el efecto sensurround en las salas de cine, la
menos pretenciosa The day the Earth Moved (Robert M.
Lewis, 1974), las de 1979 Flood! (Eral Bellamy), Meteor
(Ronald Neame), o la de 1980 When Time Ran Out... (Ja-
mes Goldstone). En todas estas películas el mensaje que se
transmite es el de que hay que agruparse y rearmarse para
repeler una amenaza de carácter internacional.
Los desastres nucleares, con alguna ramificación cli-
mática, fueron los que acapararon la atención del público
en los ochenta. Son dignos de recuerdo algunos de estos
filmes: producciones como The Day Alter (1983, Nicholas
Meyer), Testament (1983, Lynne Littman) o Threads (1984,
Mick Jackson). Pero como el pesimismo es peor recibido
por los espectadores que la esperanza, durante esta década,
muy probablemente debido al gran éxito de Star Wars y a
que los escenarios caóticos del gusto del público pasaron
a ser los bélicos, el subgénero de catástrofes se trasladó al
espacio sideral y no regresaría a nuestro tiempo y a nuestra
Tierra hasta la década siguiente, cuando se reavivó ante la
masiva difusión de fenómenos como el adelgazamiento de
la capa de ozono, los ciclones tropicales recalcitrantes o las
advertencias sobre el calentamiento global mismo. Otros
han apuntado que la popularidad mundial de Titanic (James
Cameron, 1997) aceleró el interés por historias en las que
uno de los pilares argumentales era de corte catastrófico. Es
innegable que a la sombra del inconmensurable éxito titanic
se estrenó Tidal Wave: No Escape (George Millar, 1997),
una cinta sobre una ola gigante devastadora.
Debido a la política de competencia que reina ahora en
Hollywood, las nuevas películas del subgénero catastrófico
nos han llegado por pares: Dante’s Peak (de Roger Donald-
son) y Volcano (de Mick Jackson) son de 1997 y ambas
tratan de erupciones, Asteroid (1997, Bradford May) ha-
lló su reflejo en Doomsday Rock (1997, Brian Trenchard-
Smith) y ambas versan sobre un meteorito que se precipita
sobre nuestro planeta. El mismo tema es el que da pie a

—69—
Armageddon (1998, Michael Bay), que tuvo su clon en
Deep Impact (1998, Mimi Leder). Earthquake in New York
(1998, Terry Ingram) y Aftershock (1999, Mikael Salomon)
son ficciones sobre sendos movimientos de tierra con Nue-
va York como zona catastrófica, y al año siguiente roda-
ron Epicenter (2000, Richard Pepin), sobre un argumento
parecido. The Core (2003) nos presenta una improbable
amenaza procedente del núcleo de la Tierra y se adhiere a
la tendencia renovada de este cine que responde a plantea-
mientos muy distintos a los de los setenta: si entonces se
pone en evidencia la disgregación del tejido social ahora lo
que se patentiza es la rebelión de la naturaleza.1
Ciñéndonos a los problemas atmosféricos o climáticos
que han intervenido el en debate internacional sobre los pe-
ligros de las modificaciones antrópicas de la atmósfera los
ejemplos cinematográficos son más escasos. El temprano
conocimiento de la amenaza que podía suponer el adelgaza-
miento de la capa de ozono se filtró en algunas producciones
cinematográficas, en las que el tema se introdujo más bien
como aderezo y no caló entre el público como advertencia
ecológica. En la inverosímil cinta de aventuras Day of the
Animals (William Girdler, 1977), el problema con el ozono
pone en fuga a ciertos animales salvajes con el consiguiente
peligro para los humanos de la zona. En The Billion Dollar
Threat (Barry Shear, 1979), una película para la televisión,
se nos cuenta cómo un científico loco planea destruir la
capa de ozono pero es rápidamente detenido. En la desafor-
tunada Highlander II: The Quickening (Russell Muncahy,
1991) se sitúa al espectador en el año 2025, en un plantea
Tierra que carece por completo de capa de ozono y hay que
construir un escudo protector para proteger a la población.
En la producción televisiva Thirst (1998), una bacteria se
desarrolla en el agua debido a la incidencia de los rayos
que deja pasar la “agujereada” capa de ozono y se pone en
peligro la seguridad de una población. Como se puede ver,
todos estos argumentos pecan de escasa o nula verosimili-
tud y los juegos argumentales con el ozono se detuvieron
1 Para más información sobre el subgénero del cine de catástrofes, consúltense: KEANE,
S. (2001): Disaster Movies: The Cinema of Catastrophe, Wallflower Press o Battle
CAMINAL, J. (1998): Catrastorama, Glènat: Biblioteca Dr. Vértigo, Barcelona.

—70—
ahí, sobre todo tras el conocimiento de que el “agujero” se
estaba recuperando.
Si nos centramos en el cambio climático como germen
de una verdadera amenaza solamente hallamos un antece-
dente temprano y oscuro, un filme italiano titulado Il pia-
neta degli uomini spenti (Antonio Margheriti, 1961) que es
francamente olvidable. En lo que respecta a otro tipo de
amenazas globales podríamos citar como producciones
seminales: la recordada Voyage to the Bottom of the Sea
(Irwin Allen, 1961), donde se inventaban un problema con
el cinturón Van Halen que obligaba a buscar refugio bajo
las aguas oceánicas, y Our Man Flint (Daniel Mann, 1966),
una parodia del ciclo de James Bond en la que el villano
amenazaba con producir terremotos indiscriminadamente.
La utilización del paradigma del calentamiento global
en el cine pertenece ya a nuestro tiempo, sin duda debido
a la escasa información que sobre sus causas e implicacio-
nes tenía la población en general y los guionistas cinema-
tográficos en particular. Las primeras filmaciones de este
tipo fueron en su mayor parte documentales o producciones
televisivas: Tras el avance que supusieron la oscura Året
2048 (Torbjørn Morvik, 1987) y el episodio After the War-
ming (Mike Slee, 1989), llegó The Fateful Balance (Philip
Jackson, 1990), The March (David Wheatley), del mismo
año (donde atendemos a una gran migración de africanos
hacia Europa cruzando los mares secos debido al calor glo-
balizado), y al poco Greenhouse Gamble (Leslie Reinherz,
1992). Pero todas estas producciones pasaron desaperci-
bidas en su advertencia sobre los peligros de potenciar el
efecto invernadero de la Tierra. Luego la temática paso a
formar parte del arsenal de argumentos que manejaban los
guionistas de cintas de ciencia ficción de serie B o Z (como
la productora Troma), para el consumo fácil de un público
crédulo, y cuyos planteamientos científicos o seudo cien-
tíficos se deslizaban a un segundo plano tras plantearse la
excusa argumental y comenzar la acción. Tenemos varios
ejemplos de esto: la historia en la que Londres está ane-
gada como consecuencia de un calentamiento global que
ha elevado el nivel del mar, que es lo que nos cuentan en
la introducción de la cinta de acción futurista Split Second

—71—
(Tony Maylam, 1992); el relato sobre un mundo comple-
tamente cubierto por el mar en el que los humanos siguen
sobreviviendo a duras penas (Waterworld, Kevin Reynolds,
1995), o la historia de una invasión extraterrestre en la que
el efecto invernadero tiene un papel importante, The Arrival
(David Twohy, 1996).
En un cine dominado por la espectacularidad, la debili-
dad del tejido social y el temor a los ataques terroristas, que
es el que ha primado en los cines desde que se inauguró el
siglo XXI, el clima como núcleo del guión de las produc-
ciones cinematográficas ha escaseado, con la salvedad de
producciones como Twister (Jan de Bont, 1996), en la que
se exageraban hasta el límite las capacidades destructivas
de los tornados habituales en el centro del bloque conti-
nental norteamericano. El problema del cambio climático
no aparece claramente como trasfondo de las películas de
Hollywood hasta que no llegan obras como la de ciencia
ficción Artificial Intelligence: AI (Steven Spielberg, 2001) o
la infantil Ice Age: The Meltdown (Carlos Saldanha, 2006),
por ejemplo, y luego más claramente en los guiones de Oil
on Ice (Bo Boudart y Dale Djerassi, 2004) y Crude Impact
(James Jandak Word, 2006), dos documentales que apenas
si tuvieron repercusión fuera de los Estados Unidos.
El gran éxito comercial de The Day After Tomorrow (Ro-
land Emmerich, 2004) abrió las puertas a producciones ins-
piradas en la amenaza del cambio climático global, lo cual
halló respaldo en el inesperado éxito de la producción dis-
frazada de documental An Inconvenient Truth (Davis Gu-
ggenheim, 2006), que además se llevó dos premios Oscar.
Una verdad incómoda, que es como se tradujo aquí, obtuvo
rápida respuesta con la oscura producción americana titu-
lada The Great Warming (Michael Taylor, 2006), una es-
curridiza española titulada 2050 (Javier Silva y Ruth Chao,
también de 2006) y un documental para la televisión produ-
cido este mismo año como reacción a los postulados de Una
verdad incómoda bajo el título The Great Global Warming
Swindle (Martin Durkin, 2007) y que aún no ha conocido
traducción al español. Naturalmente el tema está en boca
de todos y, por lo tanto, sobre la mesa de los productores
de Hollywood. Por lo que sabemos hoy, ya se han gestado

—72—
algunas cintas más que explotan este asunto, ninguna de
ellas estrenadas en el momento de la redacción del presen-
te ensayo: You Never Bike Alone (2007), Weather Movie,
Belyaev, The Happening, Shelter y Seed Hunter, todas pre-
vistas para 2008. De nuestra cantera es necesario citar Mor-
tadelo y Filemón: Misión salvar la Tierra, anunciada para
el año que viene también, y que es una secuela de la más
taquillera de nuestras películas en la que los agente de la
TIA deben combatir nada menos que a la sequía provocada
por el malvado Botijola y sus esbirros, que pretenden dejar
a la población sin agua potable para obligarles a comprar la
bebida que ellos fabrican.
Es innegable que el gran debate público sobre el cam-
bio climático se intensificó desde 2004 a raíz del éxito co-
mercial de la producción The Day after Tomorrow, cuyo
argumento coincidía en parte con los postulados catastro-
fistas del informe de Schwartz y Randall pues predecía un
cambio climático abrupto que transformaría la geopolítica
internacional pero con fuerte protagonismo en la zona nor-
te del continente americano. El guión de la película utiliza
una glaciación que ocurre a velocidad de vértigo y otros
cataclismos (no falta la ola gigante sobre Nueva York) que
se usan con fines exclusivamente dramáticos y con escaso
sostén científico. Irónicamente, los productores vieron “re-
forzada” su producción por una serie de acontecimientos
catastróficos que tuvieron lugar durante el rodaje en 2002:
el desmoronamiento de la barrera helada Larsen B en la An-
tártida en marzo, la tremenda granizada ocurrida en China
en julio, las inundaciones centroeuropeas de agosto, y los
75 tornados desatados en los EE.UU a lo largo de aquel año.
Todo ello lo aprovechó la productora para ejercitar una pro-
moción en la que atribuía al calentamiento global el origen
de estos sucesos.
La fuerte impregnación del cine en general sobre el in-
consciente colectivo se materializó en un efecto multiplica-
dor del mensaje de la película, el cual fue meticulosamente
planificado para influir sobre la acción política en esta ma-
teria en los EE.UU, según reconoció el mismo productor,
Mark Gordon (vid. www.elcato.org). Sus postulados argu-
mentales pueden ser refutados con la física elemental y un

—73—
puñado de conceptos básicos de meteorología, según de-
mostró el profesor del MIT Carl Wunsch en la prestigiosa
revista Nature;2 y además hay una lectura política de la
producción que relaciona al grupo activista MoveOn.org,
al millonario George Soros, al que fuera vicepresidente Al
Gore, y a los senadores John McCain y Joe Lieberman, obs-
tinados por relacionar la sequía que sufrió la zona Oeste
de EE.UU entre 2001 y 2003 con el cambio climático (las
sequías de 1934-1936 y 1952-1954 fueron igualmente terri-
bles pero no se han relacionado con el cambio climático).
Por más que se trate de una ficción, si una producción de
este tipo goza de popularidad y se crea un vínculo en la opi-
nión pública con una circunstancia real, entonces trasciende
lo ficticio para convertirse en probable. Esto ocurrió en el
pasado con la producción alarmista sobre la energía nuclear
The China Sindrome (James Bridge, 1979), que tras su es-
treno obtuvo imprevisto refrendo con el accidente ocurrido
en la central de Three Mile Island, en Pennsylvania. La can-
tidad de radicación liberada fue mínima y controlada, pero
la histeria colectiva cundió y eso bastó para detener el pro-
grama nuclear estadounidense durante más de veinte años.
A lo cual contribuyó otra ficción catastrofista inspirada en
la energía nuclear, The Day After (1983). El accidente de
Chernóbil en 1986 acabó por convencer a la opinión públi-
ca de que la energía nuclear no era aconsejable.
El día de mañana, en un análisis del discurso narrativo,
lo que nos propone es un desarrollo dramático ligado a un
grupo humano nuclear, una familia, aspecto éste que no es
casual, como no lo es la elección de una zona concreta de
los EE.UU. Guionista y director quisieron reflejar en el fil-
me el tema universal de toda narrativa: el triunfo del espíri-
tu humano, que en la película se observa en cada uno de los
miembros de una misma familia, reunida finalmente pese
a las inclemencias. La película era más admonitoria que
aleccionadora, pues muestra como reales una serie de datos
manejados por todos como lejanamente posibles y se exa-
geran algunos postulados hasta el límite de lo físicamente
probable (el enfriamiento del norte del globo tiene lugar
en un lapso de semanas). Pero todo quedaba diluido con el
2 WUNSCH, C.: “Gulf Stream Safe if Wind Blows and Earth Turns,” en Nature, abril del
2004.

—74—
tratamiento dramático de la acción, es decir, no la respuesta
del planeta a la crisis sino la de las personas sometidas a
los rigores del frío. Esto conlleva el subrayado de actitudes
heroicas para que el espectador sublime los miedos propios
observando como los resuelven otros. Por supuesto, al final
de la película se adivina un futuro esperanzador para una
humanidad conducida por héroes americanos.
Y hablando de héroes norteamericanos: uno de los gol-
pes de efecto más logrados en la carrera de un político fue el
que dio el vicepresidente demócrata Al Gore en 2006 prota-
gonizando el docudrama An Inconvenient Truth, una suerte
de estremecedor documental que se apoya en los datos más
extremos de las tablas manejadas por el IPCC, dejando de
lado la varianza probabilística. El economista Xavier Sala
Martín desmontó con ocho argumentos la visión catastro-
fista de Gore en su día (en el diario La Vanguardia)3: 1,
no existe unanimidad entre los científicos del mundo; 2, es
falso que la Antártida se esté deshelando; 3, el nivel del
mar no subirá tantos metros como se afirma; 4, el frenado
de la corriente termosalina atlántica es casi imposible; 5,
la ola de calor de 2003 no se puede extrapolar al futuro
ni relacionar con el incremento de los niveles de CO2; 6,
ninguna de las plagas actuales están relacionadas con el ca-
lentamiento global; 7, las compañías aseguradoras se están
enriqueciendo, no arruinando; 8, ni Katrina ni otros ciclo-
nes son consecuencia directa del calentamiento global, de
lo cual se lamenta Al Gore. Uno de los responsables de los
diques no reparados de Nueva Orleáns, los que no evitaron
la inundación, fue precisamente el gabinete de Gore, pero
eso no fue óbice para que su circense puesta en escena no
calara entre una población muy receptiva y sensibilizada
ante el paradigma climatológico.
Tan exagerada fue para algunos Una verdad incómoda
que en los EE.UU se produjo rápidamente un documental
orientado a refutar todo lo expuesto por Al Gore: The Great
Global Warming Swindle, traducible como El gran timo del
calentamiento global. Esta producción no trascendió tanto
como la de Gore, y desde luego no recibió un Oscar de la
academia hollywoodense; además podría se calificada de
3 Artículo disponible en Internet en: http://www.columbia.edu/~xs23/catala/arti-
cles/2007/canvi_climatic/gore_LV.pdf

—75—
heterodoxa porque se oponía a la nueva ortodoxia encami-
nada a considerar como dogma el origen antropogénico del
calentamiento global. También se teoriza en esta última so-
bre el carácter propagandístico de las campañas en defensa
de la hipótesis del calentamiento como encubridoras de una
maniobra para evitar el desarrollo de los países del tercer
mundo con el fin de que sigan siendo el sumidero de mano
de obra barata que son actualmente. Los teóricos de la co-
municación han observado que, en efecto, toda oposición
al “consenso” general sobre la hipótesis del calentamiento
global se considera disidente. Y es que abrazar la teoría eco-
logista significa para la población más progresista y joven
adoptar una postura antisistema, y por lo tanto viene a susti-
tuir al referente ideológico que era la filosofía marxista y el
comunismo teórico, e incluso sirve de asidero para los que
ven debilitados los ideales de paz o los religiosos. Sin duda
la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Rusia
soviética significó mucho para las izquierdas políticas, pero
también supuso la incorporación a la “causa” ecologista de
muchos militantes de izquierda que jamás habían oído ha-
blar de climatología.
Esta vinculación con la propaganda o la religión que se
sirve en el antedicho documental no es desatinada del todo.
Al Gore, ya en su libro Earth in the Balance (Houghton
Mifflin, 1992) emitía un mensaje en el que responsabilizaba
a toda la Humanidad del estado de la Tierra y nos concitaba
a todos a adoptar una conciencia de corte panteísta: «We
must make rescue of the environment the central organi-
zing principle for civilization. (... ) [we need] a worldwide
education program (and a) panreligious perspectiva [based
on] the wisdom distilled by all faiths.»4 (GORE, 1992: 355
y 258-9).
En Una verdad incómoda un mínimo análisis retórico
de a cinta revela que está construida, en principio, en torno
al culto a la personalidad de Gore, que sobreactúa en una
serie de insertos en los que relata un accidente de su hijo,
la muerte de su hermana, su “lucha” en el campo políti-
co, su pena por la devastación del Katrina o el 11-S y su
4 «Debemos hacer del rescate del medio el principal objetivo organizado de la civili-
zación (necesitamos) un programa de educación a escala global (y una) perspectiva
panreligiosa (basada en) la sabiduría que destilan todas las creencias».

—76—
felicidad ante un paisaje bucólico de su niñez. En el resto
del documental, Gore, el político, actúa como valedor de
los datos expuestos y, también, como carismático conductor
de un circo divulgativo que consigue amedrentar al espec-
tador con cifras que se dan por ciertas y cuya veracidad se
refuerza con efectos dramáticos diversos: la utilización de
planos silentes, el uso de la banda sonora, la vinculación
con esquemas afectivos, la dramatización documental, las
secuencias animadas adecuadamente intercaladas, la puesta
en escena espectacular de gráficos y para ciertas cifras, y un
montaje muy planificado.
Hasta los detractores de esta meticulosa puesta en esce-
na documental han contribuido a promocionar el filme y la
presencia de Al Gore en los medios. Así ha ocurrido en oc-
tubre de 2007 con la pequeña polémica suscitada en el Rei-
no Unido a raíz de la sentencia emitida por el juez Michael
Burton, por la que se oponía a la difusión de este video en
los colegios públicos británicos. Este veredicto surgió a raíz
de una demanda interpuesta por el director de una escuela
de Kent ante la decisión del Ministerio de Educación britá-
nico de incluir el documental dentro de un paquete de filma-
ciones a proyectar en las escuelas de Inglaterra y Gales con
las que mostrar a los alumnos la importancia del problema
del cambio climático. Burton falló a favor del denunciante,
identificando nueve puntos conflictivos en el filme coinci-
dentes por los descritos por Sala en La Vanguardia: 1, el
deshielo no ocasionará una subida del nivel del mar de 9
metros en un futuro inmediato; 2, no hay pruebas de que
los atolones del Pacífico evacuados se inundaran debido al
calentamiento global; 3, la correlación entre temperatura y
CO2 no está totalmente probada; 4, no se sabe si la des-
aparición de nieves en el Kilimanjaro obedece a causas an-
trópicas exclusivamente; 5, el lago Chad mermó debido al
excesivo pastoreo y la variabilidad climática regional, pero
no por una influencia del clima global; 6, nada indica que
el Katrina u otros ciclones o tifones hayan sido alimentados
por el cambio climático; 7, es falso que los osos polares
estén muriendo ahogados a causa del deshielo polar; 8, es
más bien la pesca o la contaminación lo que está acabando

—77—
con los arrecifes de coral; y 9, es muy improbable que la
Corriente del Golfo desaparezca.5
El mensaje de Gore ya ha cundido entre la población y
los medios, y más tras haber recibido el premio Nobel de
la Paz junto al IPCC el día 13 de octubre de 2007, precisa-
mente por sus contribuciones a divulgar los peligros que la
intensa actividad industrial y humana tiene sobre la clima-
tología global y el medio ambiente, siempre siguiendo al
dictado los informes emitidos desde Ginebra por esa pe-
culiar congregación de expertos. Todo lo cual redundaría
beneficiosamente sin duda sobre el proyecto de reelección
para Gore que ha planeado un grupo de inversores en los
EE.UU, los integrantes del colectivo Draft Gore, si bien
hasta la fecha Gore ha manifestado que no desea ser can-
didato a la presidencia de los EE.UU. De no presentarse,
el globo promocional revertirá en un mayor éxito para el
plan The Climate Project que el mismo Gore tiene previsto
presentar en Sevilla a finales de octubre de 2007 y con el
que planea implicar a instituciones, representantes y otras
personas en una campaña “verde” con tintes proselitistas
que sigue asentada sobre un conjunto de datos sujetos a dis-
cusión.
La ficción narrativa ecológica. De la utopía a la hecatombe
Un género literario que se ha mantenido atento a la
evolución y posibles consecuencias de todos los aspectos
implicados en los procesos de trastorno meteorológico a es-
cala global es el de la ciencia ficción, ramal de la literatura
adscrito durante la primera mitad del siglo XX a la llamada
“cultura popular” por entenderla como literatura de perfil
bajo. La ciencia ficción no es narrativa popular que se apo-
ye en la ciencia pretende hacer predicciones, en realidad es
un tipo de literatura que trata de las respuestas humanas a
los avances de la ciencia. El tiempo ha puesto en su justo
lugar este género de lo fantástico, en el que han brillado
plumas de calidad literaria muy superior a la media. Pero,
debido a sus características como género, la ciencia ficción
tiende a proponer buenos desarrollos de argumentos y per-
sonajes, bien descritos, pero aferrados a postulados exage-
rados o llevados al extremo.
5 Esta noticia fue publicada en diarios de todo el mundo el 12 de octubre de 2007.

—78—
El género ha evolucionado en paralelo a los avances
científicos y se ha adaptado a ellos proponiendo nuevas fic-
ciones en función de los conocimientos presentes. Es cierto
que en sus inicios, sobre todo en los productos servidos en
pulps y otras publicaciones de carácter efímero, jugaban
con ideas ingenuas, a veces disparatadas, pero en su ma-
durez a partir de los años 1950 devino género con propues-
tas menos caducas y con un conglomerado de ideas que se
refrescaban constantemente. Como es lógico, este tipo de
ficción se ha beneficiado de las transformaciones sociales y
de las implicaciones que el calado de la actualidad tiene so-
bre el ser humano. Así, las problemáticas globales como el
peligro nuclear o los cambios perniciosos climáticos se han
alimentado con ideas extraídas de la propia cultura popu-
lar y de las llamadas “leyendas urbanas”, o apoyándose en
estructuras virtuales de gran calado, como las teorías de la
conspiración o las consecuencias del milenarismo. De este
modo, la explosión de las primeras bombas atómicas que-
daron asociadas durante mucho tiempo a transformaciones
radicales del futuro de la humanidad, independientemen-
te de las medidas de paz adoptadas a posteriori. Catástro-
fes como la de Chernóbil o Three Mile Island fortificaron
más argumentos del estilo, que se nutrieron también de las
constantes cifras de tasas de contaminación en las grandes
ciudades, que es donde viven por lo general los escritores
de ciencia ficción. Y no olvidemos la implicación de las
alarmas disparadas por las plagas de escala global: el SIDA
desde el primer caso clínico de 1981, la hepatitis y la tu-
berculosis renacidas en 1988 y otras que se han publicado
recientemente. La ciencia ficción ha caminado de la mano
de todos estos miedos y turbaciones.
A esta altura es conveniente insistir en que en la litera-
tura y otros medios narrativos de difusión masiva, como
el cine o los cómics, se ha sobrevalorado la importancia
del hombre en el ecosistema de la biosfera, donde es sólo
un elemento más. Esta tendencia responde a la tendencia al
antropocentrismo de los creadores de ficciones y a sus co-
nocimientos. Es decir, pocos científicos han escrito ciencia
ficción pero lo que es seguro es que la mayoría de los escri-
tores de ficción no han sido científicos. Aquí cabe hacer el

—79—
mismo paralelismo con los conceptos ecólogo y ecologis-
ta. Es fácil que un ecólogo desarrolle intereses ecologistas
pero, por el contrario, es difícil hallar ecologistas que hayan
tenido una sólida formación científica ecológica.
Han sido muy abundantes los escritores de ciencia fic-
ción que han desarrollado complejas ecologías alternativas
a la nuestra de la Tierra usando para ello escenarios plane-
tarios lejanos en el tiempo o en el espacio. El problema del
reparto de los recursos en el futuro ya interesaba a escri-
tores pioneros del género como H.G. Wells (The Food of
the Gods), y la preocupación por buscar un equilibrio en la
naturaleza también produjo algunas obras relevantes en los
años cincuenta, como las de John Wyndham (The Day of
the Triffids, 1951), Marion Zimmer Bradley (The Climbing
Wave, 1955), o Robert Sheckley (The Deaths of Ben Baxter,
1957). Mas, fue al terminar la década de los años cincuenta
cuando los autores comenzaron a imbricar cuestiones ecoló-
gicas en sus argumentos fantásticos, justo después de que la
épica y la aventura siderales se difuminar tras ver ascender
el Sputnik en los receptores de televisión. Un referente de
esta época es la obra Hot House (Brian W. Aldiss, 1961), en
la que una gran planta recubre toda la tierra y los humanos
se ven obligados a adaptarse al nuevo orden ecológico. The
Wind from Nowhere (J.G. Ballard) fue una novela ofrecida
por entregas desde 1961 y describe un mundo en el que se
producen catástrofes naturales en serie provocadas por un
fuerte viento. The Drowned World (1962), del mismo autor,
aun propone un futuro más terrible: el acercamiento del sol
a la tierra genera una serie de cataclismos que terminan con
casi toda la superficie sumergida bajo el mar, con lo que la
vida sobre la tierra cambia radicalmente.
Esto son algunos apuntes sobre los peligros que acechan
a nuestro mundo, sin apenas mensajes relacionados con los
ecosistemas. En esto que llegó Frank Herbert, autor con for-
mación en ecología que aportó una obra basal para la histo-
ria de la ciencia ficción, Dune, la cual comenzó a narrar por
entregas en la revista Analog desde diciembre de 1963. En
el planeta donde tiene lugar la acción, Arrakis, se ha produ-
cido una desertización a escala global que obliga a los seres
que viven sobre y bajo la tierra a economizar las reservas de

—80—
agua. Pese a que la obra era magnífica y presenta una enor-
me complejidad dramática, Dune mostraba un desarrollo
simplista de la cuestión ecológica, olvidando por completo
la directrices básicas de la ecología de poblaciones y acu-
diendo a un surtido de paralelismos con nuestro presente
que estaban fuera de lugar. Igualmente simple, pero fresca y
entretenida, fue su obra The Green Brain, iniciada en 1965
en la revista Amazing, en la que unas entidades como plan-
tas se adueñan del mundo.
Durante los finales años sesenta surgieron otros argu-
mentos vinculados a un futuro de la humanidad dependien-
te de los recursos agotados en un planeta estéril debido a la
polución. Harry Harrison solventaba el problema de la ali-
mentación en Make Room, Make Room! (1967) recurriendo
al canibalismo institucionalizado. Harlan Ellison visionaba
en I see a man sitting on a chair... (1968) una humanidad
hacinada que se alimentaba de un micro plancton mutado.
Las autoras Joanna Russ, con su relato Initiation, Ursula
K. Leguin con su espléndida novela The Left Hand of the
Darkness, obras ambas de 1970, o Memories of a Space
Woman, de Naomi Mitchison (1980), inauguraron una co-
rriente en la que demostraron mayor sensibilidad por los
problemas ecológicos y, lo que es más importante, insistían
en los conceptos de diversidad y de variabilidad climática
en un ambiente concreto, algo en lo que hasta la fecha no se
había reparado lo suficiente.
Otras obras de este tipo de literatura en las que los au-
tores han mostrado preocupación por el medio ambiente
han sido: Mundo tenebroso, de Daniel F. Galouye, donde la
quimiosíntesis predomina sobre la fotosíntesis; En un vacío
insondable, de Javier Redal y Aguilera, donde la pirámide
ecológica supone la base de una religión extraterrestre; Más
verde de los que creéis, de Ward Moore y La muerte de la
hierba, de John Cristopher, que profundizaban en la idea de
la necesidad de establecer un equilibrio con el reino vegetal
porque puede “reaccionar” si se siente agredido; o Ecotopia,
de Ernest Callenbach, una utopía ecológica. Más reciente-
mente, acumulados más conocimientos sobre los peligros
que entraña la contaminación y la emisión de GGEI, han sur-
gido obras en las que se profundiza en el tema climatológico,

—81—
trazando paralelismos con ecosistemas alienígenas o re-
flexionando sobre nuestro futuro: Invernáculo, de B.W. Al-
diss, Ciclo de fuego, de Hal Clement, Tiempo de fuego, de
Poul Anderson, Los árboles integrales y El anillo de humo,
de Larry Niven, Hijos de la eternidad, de J.M. Aguilera y
Javier Redal, o Semilla estelar, de James Blish, que insiste
en que es preferible la adaptación al medio que doblegar el
ambiente a nuestros intereses.
Entre las últimas aportaciones importantes, ahora ya ins-
piradas por ideas o datos científicos que hacen referencia a
los problemas implicados en el calentamiento global desta-
camos: Tierra, de David Brin, donde el autor predice para
2038 graves desastres ecológicos, ecoterrorismo, especies
extinguidas y un calentamiento global que transforma la
vida sobre el planeta, y Las torres del olvido, de George
Turner. El título de esta última obra hace referencia a unos
gigantescos y ruinosos restos urbanos que son el último tes-
tigo en pie de una civilización que se autodestruyó a me-
diados del siglo XXI. En sus inmediaciones, un actor intenta
reconstruir lo que fue nuestra vida y el proceso que nos lle-
vó al cataclismo.
En otro orden genérico se sitúan libros de la corriente
llamada política ficción, de los que citaremos sólo un ejem-
plo, pero muy representativo: State of Fear de Michael Cri-
chton (en España, Estado de miedo). Esta novela, publicada
en 2004, trata sobre una amenaza ecoterrorista y se apoya
en una abundante bibliografía para repudiar la feroz politi-
zación de la ciencia en lo concerniente al cambio climático.
Evidentemente se trata de una ficción y así debe entenderse,
pero por sus implicaciones con temas de actualidad State
of Fear ha causado una gran conmoción y polémica en va-
riados foros de opinión, sobre todo por apoyarse en la obra
de científicos contrarios a la creencia ciega en el cambio
climático, como el afamado Björn Lomborg, cuya obra El
ecologista escéptico (Madrid, Espasa Calpe, 2005) ha reci-
bido gran acogida. Sus detractores esgrimen la idea de que
el autor es un habitual confeccionador de thrillers catastró-
ficos sobre la base de temas de actualidad que rápidamente
se convierten en best sellers o incluso en películas.

—82—
Lo interesante del libro de Crichton es que exagera el
“consenso mediático-científico” hasta el punto de definir
una “tiranía ecológica” e identificar el ecologismo actual
con una “nueva religión” para poner en evidencia la falta
de rigor de los medios y el ansia de alarmismo de algunos
políticos y agrupaciones.
Está claro que a través de la literatura es difícil sostener
un discurso convincente sobre el alcance real y las amena-
zas más probables del cambio climático. La tendencia a la
exageración en los argumentos utilizados se debe a la nece-
sitad de originalidad que buscan los autores, por lo tanto lo
establecido en estas obras no debe tomarse como punto de
partida para hacer estimaciones ni siquiera probables, aun-
que sin duda son un buen vehículo para reflexionar sobre
los problemas que nos acechan.

Catástrofes globales en los cómics.


El PNUMA hacía hincapié en la necesidad de informar
al público acerca del cambio climático, con interés por fo-
mentar este conocimiento desde parámetros pedagógicos
y educativos orientados a la prevención (PNUMA, 1999:
18). Es probable que uno de los medios más eficaces para
lograr estos objetivos sean los tebeos, productos asequibles,
fácilmente digeribles por la población juvenil e infantil de
cualquier país alfabetizado y, durante mucho tiempo, lectu-
ra habitual de los niños hasta que fue suplantada por otros
medios para el ocio, sobre todo los videojuegos.
Entre los millones de tebeos existentes hemos escogido
una alícuota de obras representativas de diferentes décadas
para observar su peculiar modo de acercarse a la ciencia
en general y a las catástrofes meteorológicas, en particu-
lar. Se ha practicado este repaso sobre cómics publicados
en EE.UU, en el eje Bélgica-Francia y en España. Existen
otras “tebeografías” muy amplias en las industrias japonesa,
coreana, argentina, brasileña, italiana, alemana y británica,
pero bastará con estos tres grandes grupos para observar las
pautas de evolución del tratamiento de estos temas.
Ya en una de las primeras colecciones de tebeos estado-
unidenses, el comic book pionero More Fun Comics, se mos-
traban el interés de los guionistas y editores por las amenazas

—83—
de carácter global que podría sufrir nuestro planeta. Esta
colección de DC nacida en 1936 mostró en su número 71
la historieta “The Great Drought”, escrita por Gardner Fox,
a la sazón también escritor de ciencia ficción, en la que el
héroe de turno, el Dr. Fate, investiga las razones que hay
detrás de una implacable sequía. Descubre que un villano
científico ruso pretende detener la órbita de la tierra y de
ahí surgen los problemas. Las amenazas de este tipo eran
habituales en las historietas de entonces. Estos guiones de
corte extremadamente ingenuo no estaban exentos de men-
sajes ideológicos, como se puede comprobar, pero también
hay que reconocer que en paralelo se ofrecían secciones di-
dácticas dirigidos a los muchachos para que comprendiesen
mejor el mundo que les rodeaba. Así ocurría en Real Fact
Comics, serie del mismo sello que la anterior donde se in-
corporaban páginas con breves lecciones ilustradas sobre,
por ejemplo, la mecánica celeste o la vuelta de la Edad de
Hielo. Este propósito alcanzó su pleno apogeo en coleccio-
nes como Strange Adventures, donde guionistas como G.
Fox, E. Hamilton y H. Reed insistieron en representar las
maravillas de la astronáutica y la pasión por la ciencia a la
vez que la plasmación de los temores al avance de la tec-
nología. Ya en el número uno de esta serie, de 1950, se nos
narraba un segundo diluvio universal que genera grandes
olas que engullen ciudades, una imagen muy característica
del imaginario de horrores del público. En el núm. 20 se
emitían lecciones sobre una nueva edad de hielo a la que,
sorprendentemente, contribuía el dióxido de carbono, al
contrario de lo que ahora creemos. En el 79, un cometa que
pasa al lado de la tierra perturba su atmósfera de manera
radical.
Tras el estallido de las bombas en Hiroshima y Nagasaki
y las pruebas de Alamogorco, el hongo atómico se instaló
en el subconsciente colectivo y el miedo al holocausto ra-
diactivo será un tema constante en los tebeos. Con todo,
en Strange Adventures todavía se publicaban historietas
en los 1960 sobre un diluvio originado desde otro planeta.
Durante los años sesenta la carrera espacial (en el mundo
real) alcanzó su apogeo, y varias naves circundaron el pla-
neta o llegaron a posarse en la luna, hasta con un vuelo

—84—
tripulado en 1969. En los cómics los viajes interplanetarios
adquirieron otro sesgo a partir de entonces, ciñéndose a los
conocimientos científicos más acordes con la modernidad.
De hecho, en la misma colección Strange Adventures des-
cubrimos con alborozo cómo las nuevas amenazas ya no
proceden del espacio exterior, sino del interior de nuestro
planeta: en el número 120, fechado en el año 1960, unos
“demonios de crudo” atacan a la humanidad surgiendo de
los pozos petrolíferos. Y las lecciones que se insertaban en
los tebeos dirigidas a los chavales miraban también hacia
nuestro ombligo: en los números de 1961 de la misma serie
se instruía a los jóvenes lectores sobre la variedad faunísti-
ca y botánica y lo aconsejable que resultaba crear reservas
naturales.
La editorial Charlton, así como DC, mostró también cri-
terios similares en su colección Space Adventures. Pero con
los años sesenta surgió un nuevo sello editor de comic bo-
oks, Marvel Comics, que cambió las tendencias narrativas
en el género de superhéroes al convertirlos en mártires y
seres con taras. En los primeros números de Fantastic Four,
por ejemplo, se especulaba sobre la acción de los rayos cós-
micos sobre los seres humanos y se proponen graves cata-
clismos en todo el orbe procedentes del fondo de la tierra
o de lo más lejano de los espacios. En el arranque de The
Incredible Hulk, otro de los títulos punteros de la casa en
1962, se especula sobre unos extraterrestres que pretenden
distorsionar el sistema de campos magnéticos terrestre. Po-
cos años más tarde, en el núm. 109 de esta misma colección,
un supervillano denominado Umbu pretende desestabilizar
la rotación de la tierra con un ingenio atómico con el fin
de sembrar el caos a escala global. Otra colección emble-
mática de esta editorial fue la de Avengers, que a la altura
de 1969, en su núm. 61, publicaba la historieta “Some Say
the World Will End in Fire, Some Say in Ice”, en la cual los
héroes peleaban con dos impersonaciones de la destrucción
por fuego o por hielo, como en un regreso al atavismo que
aunque funcionaba muy bien sobre el papel, poco advertía
sobre el peligro real del calentamiento o del enfriamiento
global.

—85—
La autocensura que se practicaba en los cómics estado-
unidenses por entonces, heredera de la época de la “Caza
de brujas”, seguía imponiendo los criterios de lo políti-
camente correcto en la mayoría de las historietas que se
publicaban. Únicamente se escapaban de este ánimo censor
los tebeos desprovistos del sello “Comics Code Authority”,
los dirigidos a un público más maduro por contener más
violencia, desnudos o argumentos terroríficos, y los cómics
underground, que estaban desprovistos en principio de es-
píritu comercial y por lo tanto gozaban de completa liber-
tad. Ejemplos de cómics para el mercado adulto fueron las
publicaciones de sellos como Warren o Skywald, en cuyas
revistas se servían cortas historietas de horror. En los finales
sesenta, por ejemplo, en Eerie 41, la historieta “Heir Pollu-
tion!” narraba cómo un industrial acababa con la vida de un
inspector que denunció los vertidos que su empresa hacía a
un río vecino; cometió el error de tirar el cadáver al mismo
río porque regresó como un zombi redivivo por los produc-
tos tóxicos. La serie de Skywald Nightmare, de mimbres
similares a las revistas de Warren, arrancó con la historieta
“The Polution Monsters”, también una venganza contra los
que contaminan.
Los cómics de tipo marginal o underground proliferaron
lo bastante como para mantener varias colecciones en pie
durante gran parte de la década de los setenta. Hubo varios
títulos en los que los jóvenes autores underground, muchos
de ellos procedentes o comulgantes con movimientos pa-
cifistas o del hyppismo, trataron el tema del ecologismo,
como Tales from the Ozone, de 1970, o Teenage Trash, de
1972. Empero, fue Slow Death el título más implicado con
la militancia ecologista, desde su primer número, de 1970,
y hasta los que publicó a finales de los setenta, en los que
el nombre de Greenpeace figuraba en la cubierta del tebeo.
Slow Death, que gozaba de total libertad de contenidos,
mostró algunas de las historietas más crudas de entonces y
posiblemente las críticas más acerbas que pudieran hacerse
al sistema desde un medio de comunicación, precisamente
por la ausencia de autocensura. En el primer número se hizo
un brutal alegato contra los manejos de las industrias y el
futuro contaminado de la tierra, con Nixon emitiendo una

—86—
declaración de “guerra contra el pueblo” por considerarlos
los causantes de la contaminación. En otra historieta, de
Irons, la basura y la contaminación devoran el planeta. Otro
de los autores que descollaron en este título fue el luego
afamado Richard Corben, que publicó aquí algunas de sus
obras más trágicas, como “How Howie made It in the Real
World”, para el núm. 2, donde se propone un mundo roí-
do por la basura donde los humanos viven recubiertos con
caparazones, o como “The Awakening”, donde la superpo-
blación es tal que los ciudadanos deben “vivir” por turnos e
hibernar el resto del tiempo, para así poder repartirse sobre
la superficie de un mundo estéril. Lo más interesante es que
Slow Death dejó sitio para la autocrítica, y resulta gozo-
so contemplar una historieta de Rick Veitch y Irons para el
núm. 4 en la que se propone un mundo futuro semidestruido
por la polución en el que los hippies controlan el poder y se
manifiestan con el mismo ímpetu represor que los policías
y políticos de los setenta.
En España la preocupación por los desastres ocasionados
por los humanos afloró también en las viñetas. Esto ocurrió
a lo largo de los años sesenta, primero tímidamente en co-
lecciones como El Capitán Trueno o en los semanarios de
humor de Bruguera y luego, ya adoptando una clara postura
de denuncia, en las historietas de Dani Futuro para Gace-
ta Junior. Hay dos historietas largas de esta serie, escritas
por Víctor Mora, que resultan interesantes: en “El planeta
de las catastrofes” una compañía explotadora de madera en
otro planeta tala tanto que modifica el clima global hasta
entrar en un período glacial; una vez sometidos los explo-
tadores, la solución pasa por dejar proliferar cierta planta
autóctona que recicla el oxígeno de la atmósfera. En “El fin
de un mundo”, Dani Futuro viaja a otro planeta en el que
dos facciones compiten por explotar más y más recursos.
En ambos casos se trata con inteligencia el problema de las
causas antrópicas de la transformación climática, pero el
guionista se condujo entonces con más conciencia política
y de denuncia del imperialismo yanqui que con ánimo eco-
logista. Evidentemente España vivía un clima político que
marcaba los pasos a seguir.

—87—
La historieta tomó rumbos similares en el ámbito de la
historieta infantil francobelga, que comenzó a manifestar
sus sensibilidad por las cuestiones medioambientales en los
tempranos años setenta. Una de las series pioneras en enar-
bolar esta bandera fue Yakari, de Derib y Job, publicada por
ediciones de Lombard en Bélgica. Las aventuras de Yakari,
un pequeño indio, están impregnadas de un profundo respe-
to por la naturaleza y desde 1973 mezclaba en sus guiones
ideas para la conservación del entorno y la defensa de las
especies animales. De hecho este espíritu fue intensificán-
dose con el tiempo y en los últimos álbumes publicados
el personaje hace frente a inundaciones inesperadas, torna-
dos y deshielos que aluden, desde su siglo XIX ficticio, a la
problemática del cambio climático planteada en el presente
siglo XXI.
La crisis del petróleo de 1973 reavivó las ideas catastro-
fistas de los guionistas de cómics, que en EE.UU acudieron
constantemente al argumento del futuro postapocalíptico,
sobre todo si atendemos a que al bloque comunista se había
sumado, como enemigo, el mundo árabe, que controlaba
la mayor parte de la producción de petróleo en el mundo.
Visto que la carrera especial había sido un fracaso y que
los movimientos pacifistas eran acallados por el sistema, no
quedaban muchas opciones para plantearse guiones.
En 1976, la editorial Marvel renovó un grupo de super-
héroes mutantes llamado X-Men. Una de sus integrantes
era la africana Ororo, capaz de modificar el clima a su an-
tojo. Su principal poder consistía en alterar las variaciones
de la temperatura en diferentes volúmenes atmosféricos.
Con esto generab gradientes de densidad que le permitían
la ascensión o descenso de masas de aire y la generación de
tormentas con gran aparato eléctrico. Lo que nunca ha acla-
rado Marvel era porqué se mostraba incapaz de modificar la
evolución de la climatología en un volumen atmosférico a
escala global (KAKALIOS, 2006: 180-181), aunque intuimos
que por razón de los fenómenos de realimentación, que de-
jarían las intentonas de la mutante de pelo cano a la altura
de los esfuerzos de un insecto. Acaso sus guionistas no se
molestaron en extenderse sobre esto precisamente porque la
contaminación ambiental y el calentamiento de la atmósfera

—88—
dejó de ser un tema noticiable y de interés durante las dé-
cadas siguientes para el público americano, más interesado
por conciliar expansión imperialista con mercado global
que preocupado por las consecuencia de la gigantesca pro-
ducción de desechos asociada.
En Europa siguió siendo de interés para autores y públi-
co de cómics, sobre todo en la historieta gala y la españo-
la. Franquin, un genio del humor francés, insertó algunos
gags ecologistas en su afamada creación Gaston la Gaffe,
y en 1977 comenzó a publicar sus Idées noires, historietas
de corte muy pesimista en las que ironizaba sarcásticamen-
te sobre los vertidos de crudo, el progreso aniquilador, el
urbanismo incontrolado y sobre la constante extinción de
especies animales. En España, el autor Alfonso Font inició
dos series de historietas de tipo similar, Historias negras
(1979) y Cuentos de un futuro imperfecto (1980), cargadas
de un terrible pesimismo. En una de las entregas de la se-
gunda obra mencionada, los humanos reconocen que des-
pués de hacer inhabitable el planeta en el que viven deben
abandonarlo... como ya habían hecho antes con la enferma
y vieja Tierra. La obra Basura, de dos argentinos, Carlos
Trillo y Juan Giménez, pero elaborada para el mercado es-
pañol y francés en los primeros ochenta, describía un futuro
en el que las corporaciones y los estados utilizan el tercer
mundo como basurero y eso transforma radicalmente las
sociedades humanas.
Durante los años ochenta, la historieta norteamericana
ya no pudo desasirse de la conciencia ecologista, que co-
menzaron a manifestar algunos personajes especialmente.
Para el caso del sello Comico, los Elementals, para Dark
Horse, Wacky Squirrel, para Eclipse, Xanadu, y para DC,
Superman y Swamp Thing, no en vano este último perso-
naje era una suerte de planta consciente cuyo espíritu se
hallaba en comunión con el resto de vida vegetal mundial.
Desde Marvel se mostraron contrarios a las transformacio-
nes del planeta los Fantastic Four, que combatieron amena-
zas de este tipo (como Terminus en 1984), Daredevil, que
peleaba contra quienes contaminaban su ciudad, o Namor,
el príncipe submarino, que comenzó a protagonizar bastan-
tes historias en las que su pueblo se sentía agredido por los
desechos vertidos en el mar por los humanos.

—89—
En los años noventa, cuando el tema del calentamiento
global no estaba aún en boca de todos, los tebeos siguie-
ron alimentándose de los miedos a la contaminación o a
los desastres meteorológicos, surgiendo obras como “La
cochinadita nuclear” (1988), una historieta de Mortadelo y
Filemón, “Los ladrones de ozono”, una aventura del paródi-
co Súper López, y otros. Del mercado francobelga destacó
por entonces La Broussaille, una obra intimista y extraña en
la que un muchacho pasea y contempla un entorno idílico
plagado especies animales y paisajes en equilibrio.
Fue en los finales noventa, sobre todo a partir del calu-
roso 1998, cuando el asunto del cambio climático comenzó
a copar los titulares de prensa e informativos televisados.
Entonces, de nuevo, la historieta retomó el tema para sus
argumentos, tanto burlescos (Ibáñez lanzó dos aventuras de
Mortadelo y Filemón sobre el particular: “Desastre” en 1997
y “Los Verdes” en 1998), como aventureros (en EE.UU uno
de los ramales de Marvel, el descrito en la serie X Universe,
la Tierra ve reducida su masa y eso cambia la órbita y prece-
sión del planeta, lo que ocasiona un cataclismo climático),
como dramáticos (las obras en francés Le Transperceneige,
de Legrand y Rochette, y Période glaciaire, de Nicolas de
Crécy, se ambientan en un planeta Tierra en el que el hom-
bre ha acelerado el enfriamiento global).
Por fortuna, toda la alarma reinante ha contribuido a que
algunas instituciones insistan en propagar consejos de con-
servación y uso racional de la energía dirigidos a los más
jóvenes, usando para ello los cómics. Ha habido muchos
y variados ejemplos en propuestas lanzadas desde ayunta-
mientos o gobiernos autonómicos, pero citaremos un caso
reciente, Palmira e Marcial. Odisea medioambiental, de F.
Sóñora y Fran Bueno, como ejemplo de un tebeo de gran
calidad, interesante y divertido, que al tiempo tiene una ele-
vada carga didáctica. Con todo, sus pronósticos de futuro
son muy exagerados, contagiado su guionista sin duda por
las últimas previsiones y visiones catastrofistas.
En la historieta, el problema de la contaminación y los
trastornos meteorológicos de carácter antropogénico han
sido tratados con cierta ingenuidad durante los cincuenta y
los sesenta. En los setenta, el cómic underground emitió las

—90—
críticas más certeras y duras contra el ritmo impuesto por el
progreso, pero sus voces fueron acalladas por una industria,
la de los tebeos, que pertenecía en parte a los accionarios
de la mismas empresas contaminantes. Sólo en Francia y
España, por razones políticas fundamentalmente, se desa-
rrolló una crítica constante a los abusos de las industrias
y de los capitalistas que las impulsaban. Tras el paréntesis
de los años noventa, actualmente se están produciendo de
nuevo tebeos con mensajes admonitorios y argumentos de-
sarrollados sobre los conocimientos difundidos por la IPCC
y otros, emitiendo mensajes pesimistas pero también de es-
peranza, aunque muchos de ellos pecan de arquetípicos.

Conclusiones
En el cambio climático se dan muchas interacciones en-
tre complejos sistemas naturales acerca de los cuales no lo
sabemos todo y tampoco su desarrollo y magnitud futuros.
De ahí que se tenga por un paradigma a este fenómeno de
fenómenos, cuya base científica sigue siendo una hipótesis
de trabajo, pero que se ha manejado como tesis admitida
y “probada” desde mediados de los años noventa por gran
parte de los medios de comunicación, incluso los destina-
dos al entretenimiento de la población.
No reconocer los niveles de incertidumbre en los mo-
delos que juegan un papel en el cambio climático lleva a
resultados erróneos, a posturas catastrofistas por un lado y,
por el otro, a prospecciones demasiado optimistas tanto en
la protección de la salud como en el mantenimiento y de-
sarrollo de la riqueza, que no puede ser igual en los países
ricos que en los pobres. La inserción del miedo a una catás-
trofe de grandes dimensiones en el subconsciente colectivo
ha generado nuevos intereses políticos, nuevos modelos de
propaganda que se han valido de los medios de comunica-
ción, sobre todo el cine, para perpetuar ese temor y validar
tesis que en ningún caso están demostradas fehacientemen-
te.
A la hora de emitir informaciones, los medios de comu-
nicación social, fundamentalmente la televisión, han ma-
nejado esta incertidumbre aún con menos tacto, utilizando
para sus informaciones y reportajes muy habitualmente la

—91—
semántica simbólica que tiene como ejes el terror, la catás-
trofe y la antiutopía, con postulados basados en posturas
simplistas y en asociaciones dicotómicas. En torno al mie-
do del espectador / consumidor gravita toda la promoción
industrial y publicitaria asociada a la conservación del cli-
ma y es el eje sobre el que se mueven todos los argumen-
tos de las producciones cinematográficas y novelísticas que
usan este fenómeno a escala planetaria como escenario de
sus ficciones.
Por lo que hemos observado, en los tebeos y en los me-
dios de comunicación dirigidos a la infancia y a la juventud,
el tono varía sensiblemente para adoptar posturas pedagó-
gicas, didácticas o de una ingenuidad rayana con cierto
optimismo que persigue, posiblemente, la mitigación de
mensajes de alarma y amedrentadores con el fin de patro-
cinar la prevención. Ejemplo que podrían seguir en otros
medios para el entretenimiento y, sobre todo, en los de in-
formación, destacando los televisivos.

BIBLIOGRAFÍA
AYESTARÁN ÚRIZ, I.: “De la historia y la sociología ambientales a
la ecología política”, en Norba. Revista de Historia, vol. 17,
2004.
BECK, U.: La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad.
Madrid, Paidós, 2001.
BENITO, A. et alii: “Percepción pública de las variaciones climá-
ticas recientes”, en XXVIII Jornadas Científicas : la meteo-
rología y el clima atlánticos, Universidad de Extremadura,
Badajoz. Disponible en Internet en: http://www.ame-web.org/
JORNADAS/benito.pdf (2004).
BERK, R.: “Public Perceptions of Global Warming”, en Elements
of Change, AGCI Science Program. Disponible en Internet en
www.gcrio.org/ASPEN/science/eoc94/EOC2/EOC2-2.html.
(1994).
BONELL COLMENERO, R.: “El protocolo de Kioto y la tributación
ambiental”, en Anuario Jurídico y Económico Escurialense,
XL. 2007.
GARCÍA FERNÁNDEZ, J. (dir.): Medio ambiente y desarrollo rural,
Universidad de Valladolid. Valladolid, 1995.
GIL CALVO, E.: El miedo es el mensaje. Riesgo, incertidumbre y

—92—
medios de comunicación. Alianza. Madrid, 2002.
GORE, A.: Earth in the Balance: Ecology and the Human Spirit,
Houghton Mifflin, Boston, 1992.
IPCC: Escenarios de Emisiones. Resumen para responsables de
política. Informe especial del Grupo de Trabajo III del IPCC.
En http://www.ipcc.ch. 2000.
— Climate Change 2001: The Scientific Basis: Contribution
of Working Group. http://www.ipcc.ch
— Climate Change 2001: Impacts, Adaptation and Vulne-
rability Contribution of Working Group II to the Third
Assessment Report. Sumary for Policymakers. En http://
www.ipcc.ch
— Cambio climático 2007: La base física de las ciencias,
consultable en línea en: http://www.mct.gov.br/upd_
blob/0012/12595.pdf
KAKALIOS, J.: La física de los superhéroes, Robinbook: Ma non
troppo, Barcelona, 2006.
LEGGET, J.: “Índole de la amenaza de invernadero”, en Legget, J.
(dir.): El calentamiento del planeta: informe de Greenpeace,
Fondo de Cultura Económica, México D.F., 1996.
LOZANO ASENCIO, C.: comunicación social y catástrofe del Pres-
tige. Reflexiones en torno a la imagen de un petrolero partido
en dos, actas del V Congreso Nacional de Periodismo Am-
biental, Universidad Rey Juan Carlos, Madrid, 2003.
LOZANO, J., Peña-Marín, C. Y Abril, G.: Análisis del discurso.
Hacia una semiótica de la interacción textual, Cátedra, Ma-
drid, 1989.
— Análisis del discurso. Hacia una semiótica de la interac-
ción textual, Cátedra, Madrid, 1989.
MARCO MOLINA, J.A. et alii: “Abandono de terrazas de cultivo:
recolonización vegetal y erosión en el sureste peninsular”, en
las actas de GRANDAL D’ANGLADE, A. y PAGÉS VAL-
CARLOS, J. (eds.): IV Reunión de Geomorfología, Sociedad
Española de Geomorfología. 1996.
NIETO SAINZ, J.: “Cambio climático y protocolo de Kyoto: efectos
sobre el empleo, la salud y el medio ambiente”, en ICE, 822
(monográfico Protocolo de Kioto). 2006.
PADILLA ROSA, E.: “Revisión crítica de las limitaciones y sesgos
del análisis económico convencional de las políticas de cam-
bio climático. Hacia un análisis coherente con el desarrollo
sostenible”, en Working papers, Universitat Autònoma de
Barcelona. Departament d’Economia Aplicada, 6. 2002.
PARRATT, S.F.: Medios de comunicación y medio ambiente, Fra-
gua: Comunicación, 33, Madrid, 2006.

—93—
PNUM: Para comprender el Cambio Climático: Guía elemental
de la Convención Marco de las Naciones Unidas y el Proto-
colo de Kyoto, Châtelaine, Internacional Environment House.
Disponible en Internet en http://www.oei.es/decada/portadas/
guia_protocolo_Kioto.pdf 1999.
RUANO GÓMEZ, J.: El Efecto Prestige: La producción mediática de
una realidad interesada, en VARA MIGUEL, A. : XIX Congreso
Internacional de Comunicación, Facultad de Comunicación,
Universidad de Navarra. 2006.
SCHWARTZ, P. Y RANDALL, D.: “An Abrupt Climate Change Scena-
rio and its Implications for United Status Nacional Security:
Imagining the Unthinkable”, en www.ems.org/climate/penta-
gon_climate_change.pdf 2003.
TAPIA, F. Y TOHARIA, M.: Medio ambiente ¿alerta verde?, Acento
Editorial, Madrid, 1995.
THIELEN, D.R. Y LAIRET CENTENO, R.: “Gradual vs. Abrupto: Ne-
cesidad de definir mejor el paradigma del cambio climático y
los de los procesos naturales y sociales”, en Interciencia, vol,
32, 3. 2007.
TOHARIA CORTÉS, M. et alii: “Certezas e incertidumbres sobre la
hipótesis del cambio climático por efecto invernadero y sus
posibles consecuencias en la península ibérica”, en Investiga-
ciones geográficas, 20, pags. 63-98. 1998.
VIÑAS, J.M.: ¿Estamos cambiando el clima?, Equipo Sirius: Mi-
llenium, Madrid, 2005.
YÁBAR STERLING, A.– “La extraterritorialidad en el control de emi-
siones de CO2, y el Plan Nacional de asignaciones de España
(2005-2007)”, en Observatorio Medioambiental, 7, 2007.
VV.AA. Los libros, filmes y tebeos citados.

—94—
¡NO PERMITAS QUE TE ENGAÑEN!
SÉ ALGO QUE USTEDES NO SABEN

por
LUIS ALFONSO GÁMEZ
LUIS ALFONSO GÁMEZ, (Bilbao, España; 1962) es periodista del diario El
Correo, donde cubre la información científica. Es profesor de Redacción en el
Máster de Periodismo de El Correo y la Universidad del País Vasco. Licenciado
en Historia y máster en Periodismo, es consultor del Comité para la Investiga-
ción Escéptica (CSI) y de la revista hispanoamericana Pensar. Es vicepresiden-
te del Círculo Escéptico (circuloesceptico.org) y representante en España del
Center for Inquiry Transnational. Tiene una bitácora dedicada exclusivamente
al análisis crítico de los presuntos misterios, Magonia (blogs.elcorreodigital.
com/magonia), la única web escéptica que forma parte de la oferta informativa
de un medio de comunicación, coordina desde hace un año un proyecto de la
Universidad del País Vasco, el Círculo Escéptico y El Correo para la difusión
del pensamiento crítico.

—96—
S É algo que ustedes no saben. Tengo información de
una conspiración de alcance mundial y algunos de
sus protagonistas están en esta sala.6 Me ha costado
casi veinte años darme cuenta. Dos décadas en las que he
interpretado el papel de tonto útil, de colaboracionista, por
ignorancia. Ahora, sólo espero que lo que les voy a contar
sirva para que la gente conozca la verdad y para que otros
como yo –que creen de buena fe en lo que hacen, a pe-
sar de encontrarse en el bando equivocado– se den cuenta
del engaño. Muchos de ustedes se encuentran en la mis-
ma situación que yo hasta hace poco; otros, los menos, son
conscientes de lo que hacen, son algunos de los ideólogos y
estrategas de la conspiración que voy a denunciar.
Todos conocen la historia oficial del moderno movi-
miento escéptico. Nació en la primavera de 1976 en Buffa-
lo (Estados Unidos), a instancias de Paul Kurtz, profesor
de Filosofía de la Universidad del Estado de Nueva York y
organizador de un encuentro sobre Los nuevos irracionalis-
mos: la anticiencia y la pseudociencia. En aquella conferen-
cia, se presentó el Comité para la Investigación Científica de
las Afirmaciones de lo Paranormal (CSICOP), entre cuyos
fundadores estaban Isaac Asimov, Martin Gardner, Philip J.
Klass, James Randi y Carl Sagan. Tres décadas después de
aquel encuentro, el CSICOP –considerado por algunos la
Policía de la Ciencia– es el más poderoso de una red mun-
dial de grupos creadores de opinión que se extiende desde
Japón hasta el Reino Unido, desde Canadá hasta Argentina,
desde Egipto hasta Sudáfrica... ¿Cómo se ha llegado a esta
situación? ¿Acaso es creíble que algo surgido de la nada y
por iniciativa de un simple profesor universitario extien-
da sus tentáculos por el mundo de esa manera y atraiga a
destacados científicos y pensadores que colaboran en sus
proyectos por amor al arte?
6 Intervención del autor en la Primera Conferencia Iberoamericana sobre Pensamiento
Crítico, celebrada en Buenos Aires (Argentina) en septiembre.

—97—
Se entiende mejor todo si uno se para a pensar sobre los
orígenes del CSICOP. ¿Creen que es accidental que esta or-
ganización naciera en Estados Unidos y que participaran
en su creación personajes como Klass y Sagan? ¡Abran los
ojos! ¡Piensen un poco! Klass fue durante décadas un des-
tacado periodista de Aviation Week & Space Technology
que estaba al tanto de los principales avances aeronáuticos
de Estados Unidos y al que, desde mucho antes de su impli-
cación en las actividades del CSICOP, se relacionaba con la
CIA por su tendencia a explicar prosaicamente las observa-
ciones de ovnis. ¿Y Sagan? ¿Qué les voy a contar a ustedes
de este influyente astrofísico que no sepan? No sólo tuvo la
sospechosa fortuna de que la televisión pública estadouni-
dense, la PBS, emitiera en 1980 su serie Cosmos, con la que
saltó a la fama en todo el mundo, sino que además mantuvo
siempre –incluidas las épocas de mayor tensión entre Esta-
dos Unidos y la Unión Soviética– fluidas relaciones con sus
colegas del otro lado del Telón de Acero.
Señoras y caballeros, el CSICOP es una tapadera, un ins-
trumento creado para abortar cualquier progreso del conoci-
miento científico que pueda cuestionar el orden establecido.
Lo venía sospechando desde hace tiempo y me lo confirmó
hace poco una fuente que no puedo identificar. Esa persona
me llamó la atención sobre lo que les estoy diciendo y lue-
go me pidió que escribiera el nombre del CSICOP al revés,
POCISC, porque ahí se escondía su auténtica denomina-
ción: Plan of Censorship and Infiltration in the Scientific
Community (Plan de Censura e Infiltración en la Comuni-
dad Científica). Uno lo ve claro si echa una ojeada a la lista
de miembros del CSICOP: hay destacados representantes
de todos los campos de la ciencia, que actúan como caba-
llos de Troya en sus respectivas disciplinas para desacredi-
tar cualquier idea innovadora que vaya contra el dogma. Y
lo mismo sucede con el resto de las llamadas organizacio-
nes escépticas. Todas ellas forman parte de una estructura
que tiene como objetivo mantener el statu quo y evitar que
la opinión pública sea consciente del enorme potencial de
lo paranormal, una trama que me acabo de inventar y que
no aguantaría el mínimo análisis crítico, tal como sucede
con todas las conspiraciones en las que están de por medio

—98—
los platillos volantes y lo que en general etiquetamos como
enigmas, así como con algunas ideadas extravagantes for-
muladas a partir de hechos reales.
Toda teoría de la conspiración descansa en la idea de
que una o varias personas o entidades maquinan en secre-
to, y generalmente al margen de la ley, para alcanzar unos
fines. En la historia reciente, hay numerosos ejemplos de
conspiraciones demostradas, como el intento de asesinato
de Adolf Hitler del 20 de julio de 1944, la manipulación del
tabaco por parte de la industria para hacer los cigarrillos
más adictivos, el caso Watergate, la implicación de la CIA
en el golpe de Estado de Augusto Pinochet en Chile, la gue-
rra sucia contra el terrorismo vasco alentada por el Gobier-
no español entre 1984 y 1986, el hundimiento del Rainbow
Warrior por los servicios secretos franceses... Seguro que
cada uno de ustedes puede hacer una lista de hechos recien-
tes relacionados con una conspiración. Hasta los Gobier-
nos democráticos sujetos a un más ferreo control popular
recurren al secreto para actuar fuera de ley y a espaldas de
sus ciudadanos, escudándose en la denominada seguridad
nacional. Y, en ocasiones, alimentan la idea de una cons-
piración ficticia, como cuando la CIA aprovechó la fiebre
por los platillos volantes para camuflar como naves extrate-
rrestres aviones espía como el U-2 y el SR-71, aparatos que
–según los expertos de la agencia de inteligencia– llegaron
a suponer en su época cerca de la mitad de los ovnis vistos
en el país.
Las conspiraciones reales son la base de otras, indignas
de crédito, en las que están implicados los extraterrestres,
los templarios, el Opus Dei, la NASA, la trilateral, los je-
suitas, los judíos y un largo etcétera de colectivos reales e
imaginarios. Hay quien cree que todas las conspiraciones
demostradas y por demostrar tienen el mismo fundamen-
to, que –como los Gobiernos, las multinacionales y algunos
colectivos han hecho a veces cosas ilegales para lograr sus
objetivos– prácticamente todo lo que sucede en el mundo
–desde la elección de papa hasta el tsunami del Índico de
diciembre de 2004– responde a intereses ocultos. Como hay
quien quiere creer, hay quien fabrica el producto a la me-
dida de ese consumidor. Así, entre las cenizas de las Torres

—99—
Gemelas, surgieron todo tipo de tramas que apuntaban a
que la planificación de los atentados había corrido a cargo
no del terrorismo islámico, sino del presidente de Estados
Unidos, que habría implicado en los ataques al Pentágono.
Se han publicado en esa línea varios libros en los que no se
aporta ni una prueba de tan extraordinaria afirmación y se
nos quiere hacer creer, por ejemplo, que ningún avión se
estrelló aquel día contra el cuartel general del Ejército de
Estados Unidos; pero no se nos explica qué pasó entonces
con los 64 pasajeros y tripulantes del Vuelo 77 de American
Airlines.
El escritor que asumió en España como propias las dis-
paratadas ideas del francés Thierry Meyssan, autor de La
gran impostura (2002), es Bruno Cardeñosa, un ufólogo
metido desde entonces en el negocio conspiranoico. Un
mes después de los atentados del 11-M, Cardeñosa firmó
un libro de “investigación periodística” en el que sostiene
“que los atentados de Madrid están enmarcados dentro de
un plan internacional que apunta directamente a Estados
Unidos, cuyos gobernantes han resultado beneficiados por
lo ocurrido en Madrid”. No sé para qué pierden el tiempo
los servicios secretos, la Policía y los jueces de medio mun-
do investigando el entramado del terrorismo internacional
cuando un perseguidor de platillos volantes da él solito con
la verdad en unos días.
Cuando se une a fenómenos traumáticos y en ella se
implica a gobernantes o grupos de poder, la conspiración
es un buen negocio para el periodismo basura y, además,
puede llegar a tener un efecto tranquilizador sobre la po-
blación. Hay asesinos de masas que viven camuflados entre
nosotros, pueden haberse educado en nuestras escuelas y
ser seguidores del mismo club de fútbol que nosotros; en
nada se diferencian exteriormente de quienes estamos aquí
hasta que actúan. Ante esa amenaza oculta –cuyos hechos
resultan difícilmente comprensibles para una mente sana–,
el periodismo basura identifica a los culpables –poco im-
porta que no lo sean– de desgracias como la de las Torres
Gemelas con personajes, colectivos y países con mala ima-
gen entre los destinatarios del mensaje. Es más fácil –y,
por supuesto, más rentable– achacar en el mundo árabe las

—100—
270.000 muertes del maremoto del Índico a pruebas secre-
tas de armas hechas por Israel, Estados Unidos e India que
admitir que la Tierra es un planeta vivo y que, ante lo im-
previsible de algunos fenómenos, lo que falló hace un año
fueron los sistemas de alarma y de protección civil de los
países afectados.
Según la teoría de la conspiración, el mundo está dividi-
do en tres clases de personas: los que manejan los hilos, la
masa ignorante y los valientes que lo revelan todo. En esta
sala, los conspiradores son Joe Nickell, Benjamin Radford,
Alejandro J. Borgo –director de la revista Pensar–y las otras
figuras destacadas del movimiento escéptico. La mayor par-
te de ustedes ignoraban lo que los primeros persiguen hasta
que yo –el arrepentido de turno que ha visto la luz cual Pa-
blo de Tarso– se lo he contado hace unos minutos. Lo que
pasa es que tampoco les he dado muchas pruebas, ¿verdad?
Digamos que difícilmente convencería de la verosimilitud
de mi teoría a un jurado, porque lo que he hecho es reunir un
conjunto de pruebas circunstanciales basadas en interpreta-
ciones mías y he dejado de lado todo aquello que no casaba
con mi historia. Siguiendo ese principio, puede demostrarse
cualquier cosa. Así, podía haber dicho que las siglas de Al-
ternativa Racional a las Pseudociencias (ARP) –asociación
cuyos estatutos redacté en 1986– ocultaban en realidad a
la Asociación para la Represión del Pensamiento, pero hu-
biera sido tirar piedras contra mi propio tejado porque me
hubiera situado en el mismo corazón de la conspiración, y
–que quede claro– yo soy el bueno en esta historia. Como
contrapartida a su fácil elaboración, este tipo de montajes
no aguanta la mínima reflexión. Veamos un ejemplo.
Prácticamente un tercio de la población estadounidense
duda de que Neil Armstrong, Buzz Aldrin y otros diez hom-
bres pisaran la Luna entre 1969 y 1972. Para esas personas,
los seis alunizajes del proyecto Apollo fueron rodados en
un estudio cinematográfico porque las imágenes son dema-
siado nítidas, en ellas no se ven las estrellas y, si hubie-
ra sido realidad, se habría vuelto al satélite hace tiempo.
Sin embargo, casi cuarenta años después, lo que tenemos
es problemas para que unos astronautas vuelvan sanos y
salvos de la Estación Espacial Internacional (ISS), que se

—101—
encuentra a 400 kilómetros de altura, una milésima parte
de la distancia que separa la Tierra de la Luna. ¿Cómo se
explica en 2005 que el transbordador espacial pueda desin-
tegrarse durante la maniobra de reentrada en la atmósfera
terrestre y que con ninguna de las cápsulas del proyecto
Apollo pasara algo parecido hace más de treinta años? Muy
sencillamente: el proyecto Apollo fue un montaje de princi-
pio a fin y las naves se dejaban caer desde un avión a gran
altura sobre el Pacífico como parte de una escenografía
ideada nada menos que por Stanley Kubrick.
La conspiración lunar es, por desgracia para sus promo-
tores, fácil de desmontar. Para empezar, hay un argumento,
que nada tiene que ver con la ciencia, que resulta demole-
dor: ¿cómo es que los soviéticos no denunciaron el enga-
ño?, ¿es posible que el departamento de efectos especiales
de la Casa Blanca engañara al Kremlin? Existen numerosas
incongruencias en el discurso conspiranoico sobre las mi-
siones Apollo y pruebas –en forma de rocas, de espejos de-
jados en la Luna, de grabaciones y de partes de naves que se
quedaron allí– que demuestran la realidad de los alunizajes.
Sin embargo, una exposición mediocre y sesgada –como
la de Bill Kaysing en We never went to the Moon (1974) o
la mía del comienzo de esta charla– puede llevar a la gente
a olvidarse de la realidad y dar crédito a la ficción. Como
ocurre habitualmente cuando hablamos de fenómenos para-
normales, en las conspiraciones, el infiltrado arrepentido no
suele haber trabajado en donde dice que lo ha hecho. Así,
Kaysing no sólo nunca fue empleado de la NASA, sino que
no tuvo nada que ver con el proyecto Apollo. Es cierto que
trabajó en la compañía Rocketdine, la firma que desarrolló
los motores del Saturno 5, pero como bibliotecario y, ade-
más, abandonó la empresa en 1963, antes de que se impli-
cara en la conquista de la Luna. Un caso aún más descarado
es el del periodista español Santiago Camacho, quien sos-
tiene, en su libro 20 grandes conspiraciones de la Historia
(2003), que Maria Blyzinsky, astrónoma del Observatorio
de Greenwich, no se explica por qué no se ven las estrellas
en ninguna foto lunar. Cuando leí la primera vez las decla-
raciones de la astrónoma, pensé que se trataba un personaje
inventado. No es así. Maria Blyzinsky existe, es astrónoma

—102—
y trabaja en el Observatorio de Greenwich. Ahora bien, ja-
más ha dicho lo que afirma Camacho y considera un dispa-
rate la teoría de la conspiración.
¿Qué podemos concluir de todo esto? Que hay cons-
piraciones y conspiradores, sin duda, y que los ha habido
siempre; pero que no hay ninguna prueba –más bien todo
lo contrario– de que tramas del estilo de la de El código
Da Vinci –una novela que pretende hacer pasar por his-
tóricos hechos de nunca han ocurrido–, We never went to
the Moon, La gran impostura y El incidente (1980) tengan
la mínima base real. Lo razonable no es ni negar que hay
conspiraciones ni afirmar que vivimos en un mundo regido
por ellas. Nos guste o no, las hay; pero eso no significa que
tengamos que creer que todo lo que nos cuentan y lo que
nos pasa es producto de contubernios. Claro que es más
fácil y psicológicamente tranquilizador culpar, por ejemplo,
de nuestro estancamiento profesional a un malvado colega
que a nuestra incapacidad o falta de entrega. Con las gran-
des conspiraciones –ésas que ocultan secretos impensables
y en las que participan decenas de miles y hasta centenares
de miles de personas sin que ninguna sea capaz de filtrar la
menor prueba–, basta en la mayoría de los casos con aplicar
el sentido común para derribar el castillo de naipes. Quizá
sea eso en lo que tengamos que centrarnos los escépticos de
cara al gran público porque, simplemente, puede ser lo más
efectivo.

—103—
ALGUNOS EJEMPLOS DE
VIOLENCIA DIFERIDA
por
JESÚS GARCÍA CALDERÓN
JESÚS GARCÍA CALDERÓN, Nacido en Badajoz, en 1959, curso estudios de
Derecho en la Universidad Hispalense de Sevilla, especializándose en Derecho
Público en 1981. Ingresó en la Carrera Fiscal en 1985, cubriendo su primer
destino en la Audiencia Provincial de Huelva y, en 1986, fue nombrado Fiscal
de la Audiencia Territorial de Sevilla.
En 1995 fue nombrado Fiscal Jefe de la Audiencia Provincial de Lugo y
en 2001, Fiscal Superior de Andalucía, siendo renovado para el cargo el pasado
mes de septiembre, por unanimidad de todos los miembros del Consejo Fiscal.
Consejero Consultivo de Andalucía, ha promovido desde el año 2003 la
creación de las primeras redes especializadas de Fiscales en materia medioam-
biental, de lucha contra los siniestros laborales y para combatir la violencia de
género.
Ha publicado mas de más de una veintena de trabajos jurídicos y ha de-
sarrollado actividades docentes en varias universidades españolas y extranje-
ras. Desde 2001 ha desarrollado trabajos como Consultor Internacional para
la protección legal del Patrimonio Histórico en Colombia, Bolivia, Ecuador,
Argentina, Méjico y Uruguay. También ha desarrollado funciones de apoyo ins-
titucional al Ministerio Fiscal en las repúblicas de Honduras y Panamá, donde
recientemente ha elaborado un informe sobre la situación de la justicia juvenil.
Es autor, además, de nueve libros de poesía y prosa, diversos textos sobre
literatura española contemporánea y de otras publicaciones.

—106—
«Esto es lo primero
que he comprendido:
el tiempo es el eco de un hacha
dentro de la madera».

PHILIP LARKIN
El Barco del Norte
(T. de Jesús Llorente Sanjuán)

La indiferencia oficial para el examen de las fuentes de

L
la violencia
AS reflexiones que desarrollan anualmente las insti-
tuciones policiales y judiciales en España no suelen
incidir en el análisis y examen acerca de cuales sean
las causas generadoras de la violencia. Se alude –en todo
caso– al incremento o descenso puramente numérico de los
actos delictivos de mayor gravedad y, con una cierta timi-
dez y reserva, a las causas genéricas que pueda presentar
la evolución de la criminalidad, así como a las dificultades
que comporta su adecuado tratamiento jurisdiccional, pro-
poniendo algunas reformas legislativas o algunas nuevas
formas de organización y coordinación institucional. Lo
cierto, como acabamos de señalar, es que no hay alusión
alguna para el examen científico de sus fuentes por parte de
quienes tienen en sus manos, precisamente, el grueso del
material empírico almacenado oficialmente sobre los actos
relevantes de violencia social.
La materia que pretendo abordar en esta ponencia es
la que se refiere a distintas formas masivas de la que po-
dríamos llamar violencia social sobrevenida, una forma de
violencia que según se desarrolla en nuestro tiempo, a mi
juicio, se encuentra relacionada con algunos fenómenos cri-
minales recientemente tratados por la doctrina penal.

—107—
Por violencia social, aunque todas las violencias cuen-
tan con esa elemental condición, podemos entender, entre
otras, aquella que, de una forma injustificada, se dirige al
entorno próximo y urbano del agresor, no a las personas,
con la finalidad de exponer una protesta difusa y relaciona-
da con las dificultades que sufre el agente para el ejercicio
cotidiano de sus derechos fundamentales. La falta de vi-
vienda, el trabajo precario, la elevación abusiva de precios,
la asistencia social como remedio ingrato a la continuidad
de una vida familiar, son algunas de las razones que se es-
grimen por estos grupos para justificar sus excesos. No se
trata de una forma de violencia política
Esta forma de violencia social no suele encontrar arraigo
en las zonas rurales y cuenta con un habitual ingrediente ju-
venil, aunque el límite de juventud en todas las sociedades
occidentales y, muy especialmente, en la sociedad españo-
la, se encuentra con magnitudes cada vez más generosas y
preocupantes, porque preocupante es tener jóvenes de cua-
renta años que no quieren serlo o, mejor dicho, que quieren
serlo desde una perspectiva biológica pero no desde una
perspectiva social y profesional.
En principio, la tradición judicial española ha sido la de
considerar que este examen ha pertenecido de forma exclu-
siva al ámbito académico, olvidando que la atenta observa-
ción de la realidad y su análisis nos permitiría entablar un
diálogo enriquecedor con la comunidad científica y encon-
trar un cúmulo de razones para avanzar en la persecución
legal de los actos violentos y en su erradicación.
Una de las razones que podrían explicar esta falta de
atención es que el estudio de la realidad criminal requeriría,
cuando menos, una aproximación real hacia el número de
actos violentos con los que convivimos, un material bien
sistematizado para el análisis por el estudioso y comple-
tado con las anotaciones pertinentes. Esa información, sin
embargo, tampoco existe. Las estadísticas policiales o ju-
diciales son muy defectuosas y los son por varias razones
difíciles de erradicar y, aunque nos resulte paradójico, de
comprender.
La presente ponencia pretende reflejar la relación inte-
rior que puede existir entre algunas formas muy graves de
criminalidad y algunos brotes generalizados de violencia

—108—
diferida que aparecen en el curso del tiempo y ante la insa-
tisfacción de las expectativas jurídicas de algunos nuevos
colectivos sociales. No nos referimos a la responsabilidad
personal derivada de estos brotes de violencia social, sino
al hecho de que esta violencia social derive de aplicar la ló-
gica de comportamientos delictivos, en especial de la lógica
del maltratador, a algunas de nuestras habituales relaciones
sociales.

Sociedad occidental y violencia


Uno de los fenómenos recientes que contempla el ju-
rista comprometido y con una mayor preocupación por la
defensa de los derechos fundamentales, es la explosión
frecuente de lo que podríamos llamar formas de violencia
social injustificada y sorprendente; sorprendente por impre-
visible, por generarse sin un concierto previo pero de forma
organizada, por estar protagonizada por jóvenes que no han
tenido serios problemas legales con anterioridad y que nos
envían un mensaje contradictorio y, en algunas ocasiones,
mal definido. Por todo eso hablamos de formas de violencia
social sobrevenida, tanto por las circunstancias de su apari-
ción como por un cierto carácter remoto en sus causas.
Tienen lugar estas manifestaciones violentas, además,
en zonas de una relativa marginalidad7 pero que no pueden
considerarse, en modo alguno, como lugares sin derecho.
Se podría indicar –incluso, sin temor a incurrir en ninguna
exageración– que son lugares con ciudadanos integrados.
Estas nuevas formas de violencia injustificada, aún muy in-
cipientes en la sociedad española, en definitiva, sobrevienen
de forma periódica sin que exista razón concreta para ello,
como una forma de militancia o protesta que se extiende de
manera muy preocupante pero sin que nuestra sociedad, al
margen del foro puramente académico, promueva un debate
profundo para encontrar sus raíces y afrontar sus posibles
soluciones.
7 El profesor Juan Valencia ya se pronunció, en cierta medida, sobre el particular al
analizar en su conferencia Violencia y Terrorismo la violencia en barrios marginales
y la situación de desesperación de poblaciones condenadas a no tener presente ni
futuro. Resumen de la conferencia en el libro Violencia editada con motivo de las I
Jornadas de Estudio, reflexión y opinión sobre violencia por Padilla Libros y Corchea
69 Producciones, Sevilla, 2005.

—109—
En apariencia, las sociedades occidentales presentan un
equilibrio sostenido que permite inferir una sociedad de
bienestar económico y de justicia social, pero esta aparien-
cia (más bien creencia) choca con la dificultad de llevar a
cabo un ejercicio suficiente y responsable de los derechos
que son esenciales para el desarrollo personal y para la in-
tegración laboral de nuestros jóvenes. La falta de alternati-
vas reales es un axioma en la sociedad de nuestro tiempo y
se agudiza, como ejemplo paradigmático, en la crisis per-
manente y artificial de la vivienda, una crisis que impide,
quizá por primera vez en la historia reciente, el desarrollo
de nuevas unidades familiares entre las clases medias con
ingresos estables. No se impide pero se dificulta el acceso
de los jóvenes al trabajo bien remunerado, a la cultura inde-
pendiente y crítica, al crédito en condiciones ventajosas, se
dificulta –en definitiva– un desarrollo primario y aceptable
de las condiciones de igualdad de los ciudadanos.
La idea de igualdad de los ciudadanos ante la ley plas-
mada en los textos jurídicos clásicos ya no es un atributo
que permita, por sí mismo, proclamar la existencia del Es-
tado de Derecho. La igualdad ante la ley no basta porque
la igualdad tiene que enfrentarse más tarde al mercado, al
consumo y al orden socioeconómico. Hoy en día, por tanto,
lo relevante no es la consagración de una igualdad formal
ante la ley, sino de una igualdad desarrollada sobre la ley, es
decir, de una igualdad que comienza a ejercerse, realmente,
a la hora de fijar en la realidad social y no en la realidad
jurídica el ejercicio práctico de nuestros derechos.
Nos encontramos, por tanto, ante un sistema jurídico que
no ofrece una calidad suficiente en este ejercicio cotidia-
no de nuestros derechos fundamentales y ello teniendo en
cuenta que es el nuestro, el de las sociedades nacidas del
viejo modelo liberal, el territorio de libertad más perfec-
cionado que se ofrece (y que probablemente se ofrecerá en
mucho tiempo) en nuestro planeta8. Modelo liberal, dicho
sea de paso que en modo alguno debe confundirse con las
fauces del creciente neoliberalismo.
8 Siendo un reconocido ignorante en materia filosófica, no me resisto a recordar la afor-
tunada frase de Ortega en La rebelión de las masas cuando nos recuerda que el libe-
ralismo es la suprema generosidad: es el derecho que la mayoría otorga a las minorías
y es, por tanto, el más noble grito que ha sonado en el planeta. Proclama la decisión
de convivir con el enemigo; más aún, con el enemigo débil.

—110—
Cabría pensar que estas formas de violencia enfrentan
a una parte de la sociedad con el Estado pero no es así: Se
trata de una violencia ejercida por algunos ciudadanos con-
tra otros que, en general, destruyen sus bienes y no atacan
a las personas. En la mayor parte de las ocasiones, con la
quema de vehículos utilitarios o del mobiliario urbano, lo
que resulta agredido es un sistema socio económico que es
considerado injusto, que se fortalece porque es aceptado por
la mayoría y al que no se ofrece ninguna alternativa viable.
Se ataca la integración, la convivencia, la prestación nor-
malizada de los servicios públicos, se ataca una normalidad
aparente porque su mera existencia promueve una aplica-
ción del derecho desde la discriminación y ello tiene lugar
porque el orden socioeconómico que regula, inspirado en la
doctrina fracasada de la globalización, no es un orden dis-
tributivo sino un desorden acumulativo de la riqueza.

Un nuevo territorio virtual para el ejercicio de nuestros


derechos
Decíamos que otra importante seña de identidad en la
aparición de estas nuevas formas de protesta que, en oca-
siones, conllevan distintas modalidades de violencia social,
es la utilización masiva de las nuevas tecnologías de la co-
municación en su organización: Por eso hablamos de una
violencia imprevisible pero organizada.
Todo ello es consecuencia, en buena medida, de una
nueva sociedad que se viene construyendo en estas últimas
décadas mediante el desarrollo creciente de la informática
y que requiere, para ser adecuadamente comprendida, va-
lorar el cambio sustancial que se opera, de una parte, en la
idea de territorialidad y, de otra, en el desarrollo enorme del
anonimato como forma aceptada de relación y de protesta
social.
Parece adecuado que, para entender estos nuevos valo-
res jurídicos asociados a una idea de territorialidad, utilice-

—111—
mos el ejemplo del derecho penal9. Hablamos de una nueva
territorialidad virtual que, lejos de configurarse como una
mera hipótesis de trabajo, permite que cualquier actividad
delictiva realizada a través de la red produce su efecto en
múltiples lugares y a un mismo tiempo y ello genera serias
dudas, por ejemplo, acerca de cual sea el órgano jurisdic-
cional competente para su investigación y para su posterior
enjuiciamiento.
Esta y otras decisiones jurisdiccionales no sólo deben
ser consideradas como simples fórmulas para la solución
de un problema práctico de investigación criminal ya que
la delincuencia informática, por su enorme complejidad, se
podrá desarrollar con mayor o menor facilidad y eficacia
según cual sea el órgano jurisdiccional finalmente elegido
para su investigación. Esta decisión o juicio de territoria-
lidad se debe relacionar, por lo tanto, con algunos aspec-
tos sustanciales de la ciencia jurídica, como ocurre con las
reglas de proporcionalidad que inspiran el proceso penal,
porque tiene que valorar distintas situaciones que son tras-
cendentales para el curso de la investigación criminal y que
merecen ser adecuadamente motivadas, ya que pueden inci-
dir de una manera directa en el derecho sustantivo aplicable
y en el legítimo ejercicio del derecho de defensa.
9 Ha sido, como en otras ocasiones, el Consejo de Europa la institución que primero
ha procurado la creación de un instrumento jurídico internacional y uniforme que sea
propio del ciberdelito y que lo afronte como un creciente fenómeno criminal que es
preciso conocer y controlar, aunque –insistimos– siempre con las debidas garantías,
diseñando un marco jurídico homogéneo por los Estados firmantes y con una voca-
ción de universalidad. Con fecha 23 de noviembre de 2001 se afronta por primera
vez el problema de una manera global, al margen de algunas Directivas y Decisiones
Marco adoptadas con anterioridad y que afectaban a diversas cuestiones jurídicas
particulares vinculadas con la Informática, tiene lugar en Budapest la firma del Con-
venio ETS 185 sobre Cibercriminalidad, elaborado por los países de la Unión Euro-
pea con la colaboración de los Estados Unidos de América, Japón y Canadá y África
del Sur. En su Preámbulo se pone de manifiesto que tiene lugar ante la necesidad de
prevenir, de un lado, los actos atentatorios de la confidencialidad, la integridad y la
disponibilidad de los sistemas informáticos, de las redes y de los datos y, de otro lado,
el posible uso fraudulento de tales sistemas y de los datos allí almacenados. Para ello
se propone la atribución de poderes suficientes para permitir una lucha eficaz contra
estas infracciones penales facilitando la detección, la investigación y la persecución
tanto a nivel nacional como internacional, y previendo algunas disposiciones mate-
riales al objeto de una cooperación internacional rápida y fiable. Con la firma de esta
Convenio se pretende, por tanto, tras establecer un catálogo cerrado de infracciones
delictivas especialmente vinculadas a la informática, la formulación de un procedi-
miento eficaz al que debieran adaptarse las legislaciones nacionales reguladoras del
proceso penal de manera respetuosa con las garantías procesales. Sobre el particular,
se puede consultar mi trabajo, Algunas notas sobre la investigación del ciberdelito y
proporcionalidad, Centro de Estudios Jurídicos, Madrid, 2006 (en imprenta).

—112—
Se ha generado en nuestro tiempo la necesidad de esta-
blecer unos nuevos postulados metodológicos y una serie de
nuevos criterios político-criminales que tengan en cuenta,
integrados en los códigos procesales nacionales, los nuevos
riesgos inherentes a la llamada Sociedad de la Información
y, en particular, la consumación frecuente y masiva de deli-
tos invisibles o delitos a distancia que comportan una nue-
va dimensión jurídica espacio temporal del derecho penal
y que favorecen enormemente la impunidad del infractor,
principalmente en los países de menor riqueza. Estos nue-
vos territorios son territorios virtuales en los que se libra, en
buena medida, la batalla de la libertad.
Debemos considerar –por tanto– que comienza a gestar-
se, en cierta medida, un nuevo paradigma de derecho penal,
afirmación que también puede ser socorrida, como ahora
veremos, con la delimitación de un nuevo concepto de inti-
midad que debe ser valorado y ordenado por el derecho.

Una nueva frontera para la intimidad


El temor a ver nuestra privacidad quebrantada es un te-
mor masivo y extra procesal, de naturaleza más sociológica
que jurídica por cuanto la ciudadanía comprende (sin ex-
cluir en este temor a las propias víctimas del ciberdelito10)
que las peculiaridades criminológicas de estas infracciones
exigen actuaciones oficiales de naturaleza invasora de la in-
timidad.
Por regla general, este temor se refiere a que las intro-
misiones públicas sean estandarizadas y debiliten excesi-
vamente la posición del ciudadano frente al Estado y en su
relación con los demás convirtiéndolo, como ya expuso el
Tribunal Constitucional de la extinta República Federal de
Alemania en su día, en un hombre de cristal, en un espíritu
que puede ser diseccionado mediante el cruce selectivo de
datos e informaciones que el mismo sujeto ha generado al
desarrollar su libertad y construir una identidad informática.
Hay que recordar que este temor de la ciudadanía tiene
un reconocimiento legal11 por cuanto, en términos análogos
10 Es frecuente que algunas víctimas de delitos informáticos, principalmente pequeños
fraudes económicos, no colaboren con los investigadores al descubrirse actividades
privadas que son perfectamente lícitas pero que pueden tener, en su opinión, algún
carácter vergonzante.
11 Sobre el particular, puede consultarse la reciente ponencia del Fiscal David Calvo

—113—
a las legislaciones de nuestro entorno, el artículo 12 de la
Ley 34/2002, de 11 de julio de Servicios de la Sociedad de
la Información y del Comercio Electrónico establece una
importante limitación al deber de retención de los datos de
tráfico relativos a estas comunicaciones electrónicas, al se-
ñalar que los operadores de redes y servicios de comunica-
ciones electrónicas, los proveedores de acceso a redes de
telecomunicaciones y los prestadores de servicios de alo-
jamiento de datos deberán retener los datos de conexión y
tráfico generados por las comunicaciones establecidas du-
rante la prestación de un servicio de la sociedad de la infor-
mación por un periodo máximo de doce meses. Por servicio
de la sociedad de la información nunca podemos entender,
conforme a lo establecido en la Disposición Adicional 1ª de
la propia Ley 34/2002, el intercambio de información por
medio de correo electrónico u otro medio de comunicación
electrónica equivalente para fines ajenos a la actividad eco-
nómica de quienes lo utilizan.
Al margen de esta significativa limitación temporal, el
mismo precepto señala, siendo consciente el legislador de
que cualquier almacenamiento masivo de datos personales
comporta siempre un riesgo para la intimidad, que los datos
almacenados serán únicamente los necesarios para facilitar
la localización del equipo terminal empleado por el usuario
para la transmisión de la información.
En el caso de los prestadores de servicios de alojamiento
de datos deberán retenerse los que resulten imprescindibles
para identificar el origen de los datos alojados y el momento
en que se inició la prestación del servicio.
Cabría añadir una tercera, quizá la más importante, li-
mitación legal por cuanto los datos retenidos sólo pueden
serlo con una finalidad previamente establecida y en deter-
minadas condiciones de custodia y almacenamiento, para
su utilización en el marco de una investigación criminal o
para la salvaguardia de la seguridad pública y la defensa na-
cional, poniéndose a disposición de los Jueces o Tribunales
o del Ministerio Fiscal que así los requieran.
López presentada en el Curso sobre Protección penal de Consumidores y Usuarios,
celebrado en Granada en octubre de 2006, con el título Defraudaciones a través de
Internet. El delito informático: Cuestiones penales y procesales y pendiente de publi-
cación por el Centro de Estudios Jurídicos.

—114—
Ya en 1999, antes de la promulgación del Código Pe-
nal español de 1995, el profesor José Cuervo Álvarez12, en
su trabajo Delitos Informáticos: protección penal de la in-
timidad, establecía un contenido mínimo del derecho a la
intimidad, con marcado carácter reivindicativo o filosófi-
co, que se concretaba en la adopción de distintas decisiones
negativas sobre la vida personal que inciden sobre nuestra
relación con un entorno social, un entorno cada día más difu-
so y menos territorializado que presenta algunos caracteres
que parecen hostiles si tenemos en cuenta la enumeración
de esas decisiones.
En concreto, textualmente, según el autor citado, se inte-
graba o construía este nuevo modelo de intimidad por siete
manifestaciones de un derecho personal para diseñar nues-
tra intimidad y que se concretaba en el derecho a:

No participar en la vida colectiva


Aislarse de la comunidad
Establecer una llamada relación-cero
Disfrutar de un espacio para respirar
Ejercer un derecho al anonimato
Un circulo de vida exclusivo
No ser conocidos, en ciertos aspectos, por los demás.

El ejemplo anterior ilustra una nueva tendencia en la


manera de entender la privacidad y nos obliga a formular
un nuevo concepto de intimidad virtual o de ciberintimidad
que está caracterizado, de una parte, por su carácter siem-
pre relativo o cambiante y, de otro, por la imposibilidad de
referirlo a un espacio físico concreto que pueda ser mate-
rialmente protegido por el derecho.
En realidad el cambio del concepto de intimidad viene
determinado por un hallazgo tecnológico como es la capa-
cidad, prácticamente infinita, para el almacenamiento de
información personal y su capacidad de relación. La propia
Exposición de Motivos de la Ley Orgánica 15/99, de 13
de diciembre, de protección de datos de carácter personal
se refiere al concepto de privacidad, que englobaría al más
estricto de intimidad, y que se integraría por el conjunto
12 Alfa Redi. Revista Electrónica de Derecho Informático, número 6, 1999. Puede con-
sultarse en http://www.informaticajuridica.com

—115—
más amplio, más global de facetas de la personalidad que,
aisladamente consideradas, pueden carecer de significación
intrínseca pero que, coherentemente enlazadas entre sí,
arrojan como precipitado un retrato de la personalidad del
individuo que este tiene derecho a mantener reservado.
Este nuevo concepto de intimidad viene determinado
por una especie de libertad personal, la de ejercer libre-
mente nuestra voluntad para la construcción de una iden-
tidad informática propia que permita al sujeto decidir qué
informaciones o contenidos que posee pueden ser compar-
tidos por terceras personas en otros terminales o sistemas,
otorgándoles un carácter de datos públicos y accesibles y
aquellos otros, sin embargo, respecto a los cuales decide
mantenerlos al margen de cualquier injerencia externa de
manera total o limitada y estableciendo, en definitiva, un
acceso restringido que depende, en mayor o menor medida,
de su propia voluntad.
No hay una coincidencia necesaria, por tanto, con los
datos sensibles de cada individuo, aunque será lo más fre-
cuente, ya que basta que sean datos personales que superen
el concepto de lo inocuo y respecto de los cuales exprese el
sujeto, incluso de una forma tácita, su deseo de preservarlos
u ocultarlos, con independencia de cual sea su contenido,
al conocimiento de los demás, para que así merezcan una
protección diferenciada por el derecho.
Decimos que es un concepto cambiante porque puede
operar en distintos lugares o situaciones o modificarse con
el paso del tiempo utilizando como medida de protección
unas simples claves de acceso o acudiendo a centros co-
lectivos de conexión para trazar este derecho fundamental.
No puede, por tanto, limitarse a un espacio físico concreto
y decimos que es relativo porque requiere lo que podríamos
llamar una legitimación cibernética inicial para que pueda
operar su eficacia y desplegarse desde este nuevo derecho
su protección de tal manera que si, por ejemplo, la intimi-
dad informática se despliega en un centro de trabajo y sobre
contenidos no autorizados en la relación laboral existente,
no existe un derecho absoluto a la incolumidad de esa in-
formación.
Una preocupación fundamental entre los ciudadanos

—116—
de nuestro tiempo, como decíamos anteriormente, es la de
ver invadida su intimidad virtual porque se da una extensa
situación paradójica que sirve para delimitarla conceptual-
mente. Y es que, efectivamente, siendo fortalecida por el
desarrollo de las nuevas tecnologías de la comunicación,
también resulta más debilitada y más difícil de proteger;
siendo consecuencia de nuestra relación con los demás, es
una relación muchas veces anónima y realizada desde una
soledad justamente por ello acentuada; siendo propia es una
intimidad compartida con desconocidos.
Por todo eso, la relación de las reglas de proporcionali-
dad que deben ser respetadas en cualquier proceso de in-
vestigación por la comisión de hechos delictivos con este
derecho a una intimidad informática, es más que evidente.
Las autorizaciones judiciales que permitan cualquier acce-
so oficial a estos datos deben contar una motivación sufi-
ciente y siempre respetuosa con la finalidad perseguida en
la investigación, debiendo tratarse de delitos graves y con
suficiente trascendencia social13.
Todo ello determina que este espacio virtual se confi-
gure como un nuevo espacio de reivindicación social y, en
muchas ocasiones, como un lugar de encuentro, como la
antesala misma de la violencia.

El anonimato como forma de relación social.


Las nuevas tecnologías de la comunicación nos permiten
el desarrollo intenso de una militancia social ejercida desde
el anonimato, permiten una organización de nuestras acti-
vidades de protesta desde la mera transmisión de mensajes
más o menos elementales, sin que sea precisa para ello nin-
guna forma de identificación previa.
Esta utilización del mensaje anónimo no tiene, como en
otras épocas históricas, ningún carácter vergonzante sino
que, muy al contrario, se configura como una de las reglas
básicas de la nueva comunicación. La expresión de opinio-
13 El Tribunal Supremo ha utilizado como criterio orientativo para estas autorizaciones
el que se trate uno de los delitos que permiten, conforme a lo señalado en el artícu-
lo 282 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, la actuación de los llamados agentes
encubiertos (STS 588/02, de 4 de abril). Se trata de aquellas formas delictivas que
presentan mayores dificultades para su investigación y que se vinculan. Como regla
general, a las formas más complejas de criminalidad organizada.

—117—
nes anónimas se ha convertido en la forma más habitual de
participación política y en una magnitud valorada a diario
para establecer el contenido de la opinión pública. Nunca se
ha ejercido tanto y con tanta intensidad como en estos días
el anonimato, hasta el punto de señalar que habitualmente
ejercemos un anonimato trivializado en contra del devenir
histórico que asociaba el mensaje anónimo, por regla gene-
ral, con la gravedad o con el ocio, pero nunca con la rela-
ción social.
La idea de conseguir el desarrollo de una democracia
verdaderamente participativa como superación natural de
la democracia representativa parece encontrar un cauce
adecuado y, de hecho, esta participación impersonal se pro-
mueve a diario en la red por toda clase de organizaciones
y empresas. Los ciudadanos, sin embargo, no valoran tan
positivamente una participación canalizada y manejada al
antojo de entidades y corporaciones porque lo importante
no es tanto la transmisión de opiniones sin limites espacia-
les ni temporales sino la transmisión masiva de esa infor-
mación sin el sometimiento a los criterios de oportunidad
que favorezcan los intereses de cualquier intermediario: Lo
importante radica en el dominio mismo del mensaje y en su
envío anónimo a la colectividad, no en su interpretación.
La incidencia, aunque indirecta, de esta nueva Sociedad
de la Información en la generación de algunas formas de
violencia social es patente. La posibilidad de comunicar y
compartir una experiencia crítica de manera tan rápida y
efectiva permite una acentuación de los resortes o mecanis-
mos generadores de la protesta pública masiva, permite, en
definitiva, la posibilidad de una movilización casi inmedia-
ta y más proclive, justamente, entre quienes encuentran mas
dificultades para el ejercicio de sus derechos en la realidad
cotidiana.
Varias concepciones del ciberespacio debaten sobre la
naturaleza de este lugar reclamando en ocasiones el respeto
a una comunicación que no comporte, prácticamente, a nin-
guna limitación o injerencia por parte del Estado.
Como ha señalado expresivamente el profesor Miguel
Castells14, entre las razones oficiales para desencadenar una
14 Así, en La experiencia española de la regulación en Internet, lección inaugural de la
UOC, curso académico 2001-2002 que puede consultarse en http://www.uoc.edu

—118—
normativa propia que regule de manera suficiente el cibe-
respacio la encontraríamos en el considerable nerviosismo
de las administraciones, alentado desde las burocráticas
instituciones europeas, sobre su posible pérdida de control
de las actividades en la red, nerviosismo favorecido por el
desconocimiento y la falta de familiaridad con el medio In-
ternet. Posteriormente, recuerda algunos comentarios del
conocido abogado Carlos Sánchez Almeida15 que, por su
contundencia, parece oportuno reproducir cuando nos re-
cuerda, al comentar la posible existencia de una normativa
propia sobre Internet, que ya existen suficientes normativas
para proteger los derechos de los ciudadanos y penalizar
las conductas delictivas, dentro y fuera de la red. Basta con
aplicarlas. El mismo autor nos señala que el problema pue-
de tener una naturaleza técnica originada por la dificultad de
aplicar esas sanciones por actividades ilícitas realizadas en
la red y ello requiere una modernización de las instituciones
judiciales y policiales. Pero ante la dificultad de esa moder-
nización –añade– se intenta resolver el problema descentra-
lizando la censura previa a la estructura de prestadores de
servicios y haciéndolos responsables de las excepcionales
infracciones que puedan representar algunos contenidos. Es
como hacer responsables a los propietarios de las imprentas
por las consecuencias que pudieran resultar de la publica-
ción de ciertos artículos en la prensa. O a los operadores
de telecomunicaciones por las conversaciones telefónicas
entre mafiosos que planean un robo.
Cualquier intento legislativo, por tanto, sobre el particu-
lar se configura para un extenso sector de la comunidad de
internautas que mantiene una firme posición de militancia
reivindicativa, como un serio ataque a sus derechos más
fundamentales y, especialmente, a la libertad de expresión
y al reconocimiento y respeto a su intimidad más estricta.
La comunidad virtual se configura, en definitiva, como
un enorme territorio de libertad que debe ser preservado
15 En su libro República de Internet con un tono de intensa militancia para la defensa
de los derechos de los internautas, nos manifiesta este autor que a lo largo de la cam-
paña que protagonizaron los internautas españoles, desde cientos de organizaciones,
en contra de la Ley de Servicios de la Sociedad de la Información (LSSI), me harté
de repetir un mensaje: no debía legislarse Internet como si se tratase de un gueto,
no a las leyes especiales para Internet. Internet debía legislarse como el mundo real,
modificando las leyes existentes en aquello que fuese necesario, para adaptarlas a la
nueva realidad. Se puede consultar el texto en http://www.sanchezalmeida.com

—119—
por las reglas imperantes en el proceso y por una efecti-
va persecución de las actividades delictivas pero nunca
limitado por un nuevo derecho penal y procesal marcado
por una intensa dosis de injerencia estatal en las relacio-
nes personales, injerencia que no siempre encontraría una
justificación suficiente y que se convertiría, en definitiva,
en una consolidación de la censura estatal o en un régimen
legal de autoritarismo virtual.
Contrariamente a las expresiones anteriormente ex-
puestas, el desarrollo desmesurado del cibercrimen y del
ciberterrorismo viene determinando una movilización in-
ternacional para llevar a cabo una regulación procesal sufi-
ciente en la red.
Ya he tenido oportunidad de indicarlo con anterioridad16
en algún trabajo reciente y en los siguientes términos:
Algunos autores, como el profesor Enrique Anarte Bo-
rrallo, nos recuerdan17 la estrecha vinculación del ciberde-
lito con la llamada Sociedad de la Información o Sociedad
del Conocimiento que ha sido equiparada en el conocido
Informe Bangemann a una nueva revolución industrial ba-
sada en la posibilidad casi infinita de procesar y conjugar
toda clase de informaciones, de manera que pueda ser utili-
zada por cualquier usuario sin ninguna limitación espacial
o temporal y que pueda, a su vez y como consecuencia de
ello, generar toda clase de servicios de comunicación, co-
merciales o intelectuales, así como toda clase de beneficios
de contenido material, moral, social o económico.
Lo importante es saber si, como manifiesta acertadamen-
te el profesor Enrique Anarte Borrallo, podemos considerar
que la irrupción de la informática en nuestras relaciones
sociales genera una nueva sociedad caracterizada por ser
una sociedad de riesgo incrementado o de riesgo global y si
ello requiere una respuesta jurídico penal propia y que esté
caracterizada por una fuerte demanda de seguridad ante el
incremento evidente de una serie de riesgos, que son ad-
vertidos –justamente y en buena medida– por la ciudadanía
16 Algunas notes sobre ciberdelito y proporcionalidad pendiente de publicación por el
Centro de Estudios Jurídicos, Madrid, 2006.
17 Merece destacarse su extenso y certero trabajo Incidencia de las nuevas tecnologías
en el sistema penal. Aproximación al derecho Penal en la Sociedad de la Informa-
ción, en Derecho y Conocimiento, volumen 1, Facultad de Derecho, Universidad de
Huelva, 2002.

—120—
más comprometida con la defensa de los derechos funda-
mentales.
De manera muy resumida podríamos establecer que esta
nueva Sociedad de la Información produce, siempre desde una
perspectiva jurídico penal, una serie de nuevas condiciones
para el ejercicio básico de nuestros derechos y que podrían
cifrarse, sin ningún ánimo exhaustivo y en lo que aquí con-
cierne, en los siguientes:
Un notable incremento del riesgo potencial de agresión
a los derechos fundamentales y una demanda creciente de
seguridad jurídica para evitar las actuaciones públicas arbi-
trarias o injustificadas, siempre desarrolladas con la excusa
de llevar acabo una mejor gestión pública de la información
o de formalizar actuaciones de prevención y eficaz persecu-
ción del ciberdelito18 y, más recientemente, del ciberterro-
rismo internacional.
La necesidad de establecer unos nuevos postulados meto-
dológicos y una serie de nuevos criterios político criminales
que tengan en cuenta, integrados en los códigos procesales
nacionales, estos nuevos riesgos inherentes a la Sociedad de
la Información y, en particular, la consumación frecuente y
masiva de delitos invisibles o delitos a distancia que com-
portan una nueva dimensión jurídica espacio temporal del
derecho penal y que favorecen enormemente la impunidad
del infractor.
La aparición de nuevos territorios de aplicación de la ley
penal que exigen una nueva formulación de las normas de
competencia territorial y una mayor y más intensa coope-
ración internacional, al margen de la posible aplicación de
criterio de persecución universal de algunos de estos deli-
tos.
La uniformidad legislativa internacional, cuando me-
nos de aquellas sociedades articuladas como verdaderas
sociedades democráticas, se configura como un postulado
axiomático e infranqueable, como un horizonte de legali-
dad internacional directamente aplicable en cada uno de los
18 Sobre el particular, sirva como ejemplo, puede consultarse el análisis que realiza Ma-
ría Encarnación Iglesias Frías en su artículo previamente citado, acerca del impacto
de las nuevas tecnologías en la publicación de datos oficiales electrónicos, incluidos
los contenidos en sentencias judiciales firmes que se contienen en los nuevos reper-
torios de jurisprudencia, que se vienen limitando para adaptarlos a fórmulas respe-
tuosas con la privacidad mediante la protección de algunos datos personales.

—121—
Estados, conforme a los postulados que han sido ya desa-
rrollados por el Consejo de Europa.
La actuación del derecho penal, por último, debe tener
en cuenta antes de cualquier decisión limitadora de dere-
chos fundamentales, todos los llamados riesgos colaterales
(Enrique Anarte) que comporta la utilización de los ins-
trumentos informáticos para la persecución del delito y no
debe verificarse en ningún caso como una actividad indis-
criminada y sometida a controles posteriores, siempre limi-
tados, de la actuación oficial.
Esta posible adaptación de una realidad criminal parti-
cularizada al ámbito del proceso penal cuenta con algunos
precedentes (aunque ciertamente muy limitados) y no sería
extraño, teniendo en cuenta el formidable incremento de la
actividad delictiva desarrollada a través de la red informá-
tica, que esta tendencia se incrementará en el futuro, como
ha ocurrido recientemente –aunque por razones bien dife-
rentes–19 con la violencia de género.
En tales casos la discriminación legislativa se legitima
por la especial facilidad comisiva del hecho delictivo y con
un argumento puramente cuantitativo ante el sostenimiento
de unos niveles inaceptables de impunidad.
Ha sido, como en otras ocasiones, el Consejo de Europa
la institución que primero ha procurado la creación de un
instrumento jurídico internacional y uniforme que sea pro-
pio del ciberdelito y que lo afronte como un creciente fenó-
meno criminal que es preciso conocer y controlar, aunque
–insistimos– siempre con las debidas garantías, diseñando
un marco jurídico homogéneo por los Estados firmantes y
con una vocación de universalidad.
Con fecha 23 de noviembre de 2001 se afronta por pri-
mera vez este problema de una manera global, al margen
de algunas Directivas y Decisiones Marco adoptadas con
anterioridad y que afectaban a diversas cuestiones jurídicas
19 Conforme a lo señalado en el artículo 68 de la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de Diciem-
bre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, bajo la rúbrica
de Garantías para la adopción de las medidas se indica que las medidas restrictivas de
derechos contenidos en este capítulo deberán adoptarse mediante auto motivado en el
que se aprecie su proporcionalidad y necesidad, y en todo caso, con intervención del
Ministerio Fiscal y respeto de los principios de contradicción, audiencia y defensa.
Conforme al precepto anterior, cabe hablar, por tanto, de una necesidad de adapta-
ción de la proporcionalidad en la adopción de medidas de protección a las víctimas a
los nuevos postulados establecidos para los casos de violencia de género.

—122—
particulares vinculadas con la Informática, tiene lugar en
Budapest la firma del Convenio ETS 185 sobre Cibercrimi-
nalidad, elaborado por los países de la Unión Europea con
la colaboración de los Estados Unidos de América, Japón y
Canadá y África del Sur y que inicia una.
Un ejemplo paradigmático de violencia desenfocada: La
inmigración como camino hacia la ciudadanía
Al margen de las anteriores afirmaciones, la inmigra-
ción irregular puede promover un ejemplo paradigmático
de violencia desenfocada. Lo hace en numerosos sentidos,
mostrando –por ejemplo– de una forma engañosa toda la
intensidad y complejidad de este intenso problema. Los
ciudadanos europeos sienten de alguna forma un ligero te-
mor, cuando miran el televisor desde sus confortables cuar-
tos de estar, ante la contemplación de algunas imágenes de
inmigrantes que alcanzan nuestra costa en condiciones de
peligro extremo. Estas imágenes debieran promover, sin
embargo, un sentimiento de piedad, aunque ya no sea la
piedad el motor que deba guiar el impulso institucional para
el respeto de los derechos fundamentales sino el sentimien-
to de igualdad.
No nos preocupan en la misma medida otros riesgos más
sutiles y menos visibles pero de mucha mayor importancia
para el respeto de nuestros derechos fundamentales, como
ocurre con el dictado de leyes específicas y extraterritoria-
les que pueden suponer graves intromisiones en nuestra in-
timidad e incluso en nuestra seguridad personal.
Pero no es este el único ejemplo de violencia desenfoca-
da vinculado con la inmigración irregular. Muchas activida-
des criminales que se desarrollan durante un largo período
de tiempo y que son especialmente crueles y peligrosas, no
presentan a los colectivos de inmigrantes irregulares como
víctimas, que es lo que realmente son, sino como contuma-
ces infractores. Ello ocurre porque tiene lugar una distor-
sión deliberada en la transmisión del mensaje y porque se
enfatiza solamente el momento de llegada hasta la sociedad
de destino, esto es, el momento del cruce clandestino de la
frontera. La sensación que se obtiene es que queda refleja-
do sólo aquello que le conviene a quien procura mostrar el
fenómeno migratorio como un conflicto esencial y cierta-

—123—
mente lo es pero por otras razones muy diferentes a las que
se nos exponen con tanta frecuencia.
El tráfico de seres humanos constituye un claro ejem-
plo de una actividad delictiva focalizada o, dicho de otra
forma, de una actividad desenfocada. No solía explicarse
hasta hace muy poco tiempo que ha sido una forma de cri-
minalidad organizada en la participan quienes desarrollan
su actividad a uno y a otro lado, que se inicia mucho antes,
a veces incluso años, del cruce clandestino de un frontera
y que, normalmente, tampoco termina una vez que esta ha
sido cruzada, sino que persiste con el sometimiento del tra-
bajador a distintos abusos y a condiciones ilegales de traba-
jo para mejorar su explotación.
La focalización del largo proceso migratorio nos ha
mostrado durante mucho tiempo el aspecto infractor del
inmigrante y, en ocasiones, hasta nos oculta su condición
de víctima, una víctima sostenida en el tiempo a través de
una situación de anticiudadanía que se conjuga, queramos
o no, con el desarrollo precario del trabajo en condiciones
inadmisibles.
Sólo la crudeza del fenómeno y la denuncia constante de
los medios de comunicación, nos han permitido que poda-
mos advertir las dimensiones de este abismo social.
No reparamos habitualmente en el carácter provisional
de la inmigración que, en definitiva, no tratándose de un
fenómeno estático, debe conducir naturalmente a la adqui-
sición de una nueva ciudadanía.
Este acceso a la ciudadanía, tan necesario como inevita-
ble, es trascendental para la sociedad que albergará nuestro
futuro y puede tener lugar en la primera o en la segunda
generación asentada en la sociedad de destino.
Es un error de dimensiones imprevisibles, por tanto y des-
de una perspectiva eminentemente práctica, permitir que un
defectuoso tratamiento legal del problema migratorio permi-
ta un ámbito social de impunidad tan extenso para fenóme-
nos criminales tan importantes como la violencia de género,
el tráfico de seres humanos o la siniestralidad laboral, situa-
ciones que pueden incidir de manera muy significativa entre
colectivos de inmigrantes que aparecen como víctimas fre-
cuentes de estas y de otras actividades delictivas.

—124—
La violencia diferida y su tratamiento institucional.
Conforme a todo lo que hemos señalado con anteriori-
dad, entendemos que la violencia diferida es aquella que
se genera de forma diacrónica y ante el incumplimiento
consentido y sostenido en el tiempo de los derechos fun-
damentales de algún colectivo social, apareciendo el brote
violento cuando, por distintas razones socioeconómicas, los
integrantes de ese colectivo reclaman el cumplimiento efec-
tivo de sus derechos fundamentales.
Es posible que uno de los problemas más graves a la
hora de enfrentar estas formas de violencia tenga que ver
con la excesiva focalización de los comportamientos delic-
tivos que las originan y a la que acabamos de aludir.
La violencia desenfocada nos otorga, ciertamente, una
visión limitada de las cosas que nos impide afrontarlas con
rigor, que nos conduce al error sistemático y nos condu-
ce a la búsqueda de soluciones tan egoístas como inapro-
piadas. Como se ha puesto de manifiesto, esta verdad se
contiene en la afirmación de que perseguimos la esclavitud
de la inmigración castigando precisamente a los esclavos y
omitimos el castigo o incluso –en ocasiones– omitimos la
simple reprobación moral de quienes aprovechan la extre-
ma situación de necesidad que padecen aquellos a los que
sometemos.
La inmigración recibe desde la sociedad occidental un
mensaje francamente contradictorio. El manido efecto lla-
mada no es consecuencia del reconocimiento puntual de
algunos derechos fundamentales o, más bien elementales,
que puede generar una reforma legislativa. El efecto llama-
da no es más que ese brillo constante que emana de ese filón
de un empleo precario, irregular e injusto, que sigue abaste-
ciéndose del tráfico ilícito de mano de obra con voracidad.
El problema de la violencia diferida es consecuencia de
aplicar a esa relación laboral degradada lo que podríamos
llamar la lógica del maltratador.
El estudio reciente de la violencia de género y, más es-
pecialmente, de la violencia psíquica o psicológica ejercida
sobre la mujer, nos revela que aquello que distingue el mal-
trato del simple comportamiento inmoral es el deseo cons-

—125—
ciente del agresor de crear con la víctima o con el círculo
de víctimas una relación estable de subordinación. En un
principio, la doctrina penal estimó muy difícil la prueba de
esta intencionalidad, pero la aplicación práctica del derecho
penal ha demostrado que la realidad es tan cruel que des-
borda la estrategia de cualquier defensa legal. Los avances
de la medicina forense, la tutela integral de las víctimas de
violencia doméstica y el estudio de las relaciones de convi-
vencia, nos revelan que la crueldad cotidiana y sistemática
cuenta con una finalidad muy clara que es la de producir
una voluntad desmoronada. La persistencia en el maltrato
no es una finalidad en sí misma, tiene lugar para determinar
la voluntad, para apoderarse del futuro de la víctima, para
decidir por ella, para sentenciarla a convivir con la arbitra-
riedad y con la privación más enérgica de sus derechos. Hay
que tener en cuenta que hablamos, además, de una víctima
selectiva y que es perfectamente conocida por el maltrata-
dor que sabe cuales son sus debilidades y temores, de qué
manera puede dañarla con mayor vigor y como puede obte-
ner, con mayor facilidad, su propósito criminal.20
Lo que hace el empleador ilegal, salvando las distancias,
es reiterar de forma cotidiana una privación de derechos y
lo hace para crear, como hace el maltratador doméstico, una
relación estable de subordinación. Exigimos al inmigrante,
al que no paramos de dar buenos consejos, que desarrolle
su integración social entre el temor a la expulsión y el sos-
20 Convendría recordar la compleja situación de la mujer inmigrante irregular y víctima
de maltrato que se encuentra sometida a una serie de hechos discriminatorios. Efec-
tivamente, tienen lugar hasta cuatro, y no tres como suele indicarse por la doctrina,
hechos discriminatorios que afloran en muchas situaciones y que impiden el normal
desarrollo de los derechos fundamentales de estos colectivos. En primer término hay
que reiterar el hecho discriminatorio básico de ser mujer. En segundo lugar el de ser
una mujer inmigrante, con incremento de su debilidad cuanto mayor es la distancia
cultural que la separa de la sociedad de destino. En tercer lugar, el hecho de ser una
mujer inmigrante en una situación administrativa de irregularidad que le provoca
una situación generalizada de ocultación social y que puede comportar, sin haber
cometido infracción penal alguna, su privación de libertad y su expulsión de nuestro
territorio y, por último, en cuarto lugar, el hecho de sufrir en muchas ocasiones la per-
secución e incomprensión más feroz justamente en su país de origen y en el círculo
familiar más estricto por cuanto a veces, en amplias zonas geográficas de origen y
en estados confesionales, tienen lugar situaciones de una total desigualdad que están
institucionalizadas. Tiene lugar en estos casos, en definitiva, una forma superlativa
de desarraigo o, lo que podríamos llamar de desarraigo por insolidaridad ya que la
falta de generosidad institucional de la sociedad de destino, es la que materialmente
imposibilita a la víctima la huida del delito hasta límites totalmente inadmisibles y
contrarios al derecho.

—126—
tenimiento de unas condiciones laborales que nos son res-
petuosas con la ley. Ciertamente, es un infractor pero su
infracción está moralmente justificada y es, en definitiva,
una simple infracción administrativa; vive –sin embargo–
en un estado de permanente cuestionamiento y tensión y, lo
que es mucho más importante, es víctima de delitos graves
que debieran ser perseguidos con una mayor eficacia.
He tenido oportunidad de señalar que el origen de la mo-
vilización institucional en la lucha contra la violencia do-
méstica y de género, se encuentra en la actualización de los
derechos fundamentales que tiene lugar a consecuencia del
movimiento de liberación femenino que se desarrolla en las
sociedades occidentales en el último cuarto del siglo XX.
Esta relación de la violencia de género con el desarrollo
de los derechos fundamentales es evidente si consideramos
que aquellos estallidos de violencia que producen agre-
siones más graves o incluso el asesinato de las víctimas,
tiene lugar, justamente, cuando estas procuran o pretenden
ejercer algún derecho básico como una simple separación
o plantear el divorcio o se atreven a pedir ayuda a la red
asistencial pública.
En el caso de la inmigración irregular que está someti-
da a condiciones de explotación ocurre algo parecido: Es
cuando este colectivo de ciudadanos reclama sus derechos
cuando descubre un déficit inaceptable para ejercer la igual-
dad y cuando afloran estas formas de violencia diferida que
se dirigen indiscriminadamente contra el entorno urbano
más próximo. La diferencia esencial que encontramos es
que, en estos casos, la violencia primaria se ejerce desde
el colectivo maltratado y ello ocurre porque, así como la
víctima de género encuentra una manera clara de canalizar
su liberación a través de una legislación que la protege y
que lo hace, además, desde una perspectiva integral, este
colectivo social sin futuro, sin alternativas y sin oportuni-
dades reales para resolver sus carencias, no encuentra ese
mismo apoyo legal o incluso se encuentra por lo contrario,
con una legislación poco permisiva y hostil a sus intereses
que se preocupa de recordarle continuamente el riesgo de
la expulsión.
Este complejo proceso acontece, en muchas ocasiones,
durante la segunda o tercera generación en la sociedad de

—127—
destino. Tiene lugar, por lo tanto, entre ciudadanos teórica-
mente integrados que rechazan el sistema que los acoge y
que han venido forjando durante años lo que hemos llama-
do una sociedad multicultural.
Mucho se ha escrito, en un sentido u otro, acerca de los
riesgos de la llamada multiculturalidad pero este concepto,
en mi opinión, aún reconociendo que se trata de una idea
positiva, también es un concepto –en buena medida– inope-
rante. El respeto a los valores culturales de cualquier colec-
tivo inmigrante en la sociedad de destino debe partir de una
premisa elemental: Debe tratarse de una conducta, ya sea
individual o colectiva, plenamente compatible con nuestros
valores constitucionales. Una vez aclarado este extremo, la
salvaguarda de la cultura propia no comporta ningún ries-
go y no cuenta con mucha dificultad. Cualquier sociedad
democrática procura la salvaguarda del llamado Patrimo-
nio Inmaterial y es totalmente respetuosa con la costum-
bre. Realmente, el problema de la multiculturalidad es que
le otorguemos un valor fundamental cuando, en realidad y
pese a toda su importancia, tiene un valor puramente acce-
sorio.
El problema de la multiculturalidad es, en definitiva, que
se convierta en un aliado de la discriminación porque lo
importante es reconocer el libre ejercicio de los derechos
en condiciones de igualdad y esto sí supone un sacrificio
importante para nuestro sistema jurídico, económico y asis-
tencial.

La actuación institucional como fórmula elemental de


respuesta: La globalización invertida.
No incurrimos en ninguna falsedad si comentamos que
la respuesta ordinaria de muestras autoridades (entre las
que me incluyo) ante estos estallidos puntuales de violencia
diferida puede ser una respuesta insuficiente por elemental.
Al margen de la intervención policial para reponer el orden y
de la identificación y detención de los responsables, poco se
desarrolla desde las instituciones para el análisis de las raíces
profundas de estas y otras formas de violencia social.

—128—
Con ello no formulamos una crítica indiscriminada a
las instancias oficiales: El problema es que la estructura de
nuestro sistema, tanto policial como judicial o incluso peni-
tenciario, en la persecución de estos delitos no cuenta con
muchas alternativas legales diferentes al señalamiento de
una sanción proporcionada e impuesta después de un pro-
ceso tramitado con garantías. En todo caso y en algunas
situaciones muy concretas, el sistema legal adopta algunos
ajustes de carácter meramente individual teniendo en cuen-
ta la personalidad del autor y las circunstancias que rodea-
ron la infracción.
No se relacionan, las correcciones que debe imponer el
derecho penal con la intervención social en los territorios
de marginación en los que germina el problema y se consi-
dera que ello es una situación inevitable que no puede ser
corregida con facilidad. Quizá podamos establecer, por el
contrario, un foro conjunto de reflexión y comprender la
relación de estas formas de violencia social, en mi opinión,
con algunas carencias asistenciales o en la persecución efi-
caz y suficiente de algunas formas graves de delincuencia.
No cabe señalar que asistimos, de otra parte, a la contem-
plación de ninguna especie de rencor social ante el ejercicio
de la violencia. Muchas veces, el ciudadano agredido acep-
ta la gravedad de la situación que genera el comportamiento
agresor y reclama una reacción moderada desde el poder.
No quiere vengarse, quiere obtener una completa satisfac-
ción moral y una incompleta satisfacción económica. Le
basta con saber que la razón asiste a sus intereses y que la
norma y el derecho siguen imperando con cierta comodidad
en la sociedad en la que convive. Lo que realmente teme no
es el estallido puntual de la violencia sobre las cosas, sino
la certeza de un caos, la convicción de estar definitivamente
indefenso, lo que realmente teme es un salto cualitativo de
la violencia social hacia el daño personal.
El ciudadano, por tanto, cuando es respetuoso con la ley
o cuando menos con la ley penal, comprende que el proble-
ma de su entorno –quizá– no pueda resolverse de una forma
definitiva pero sí mitigarse con un razonable ejercicio de
la autoridad que no se limite a sancionar y que busque una
solución estructural al comportamiento agresor.
El problema, sin embargo, se aborda reconduciendo los

—129—
síntomas hasta límites razonables pero no es objeto de una
profunda investigación que aborde sus causas, hay por ello
un cierto fatalismo institucional que parece considerar que
existe una solución imposible para la erradicación de estas
formas de violencia.
Es preciso relacionar las fuentes de la violencia social
con la actividad delictiva y, más extensamente, con las si-
tuaciones limitativas de los derechos fundamentales que
son, directa o indirectamente, consentidas por el colectivo
social y por una oficialidad abrumada ante otras inseguri-
dades más próximas. Para hacerlo, para concienciarnos de
esta necesidad, hemos de incrementar la argumentación a
favor de una igualdad no retórica sino real, aunque sea con
esta visión un tanto egoísta del derecho pero, al fin y al
cabo, imprescindible para enfrentar el futuro con un míni-
mo de garantías.
Mucho se escribe actualmente acerca de los riesgos de
la famosa globalización. El proceso –sin embargo– sigue
creciendo y se instala entre nosotros una permanente sensa-
ción de fracaso. El mundo globalizado, dicho en términos
ciertamente elementales, produce con bajos costes en los
países pobres para vender su producción en los países más
ricos conforme a las reglas del mercado.
Hay, sin embargo, una ingente actividad laboral, caracte-
rizada por su penosidad y por su precariedad, que no puede
ser exportada y que se nutre, en su mayor parte, a través
del colectivo de inmigrantes irregulares. La razón es tan
elemental como injusta: Es preciso crea un tejido social de
infraderecho para abastecer esta engorrosa nómina del tra-
bajo denostado.
Por eso tiene lugar una forma de lo que quiero llamar
globalización invertida, porque atraemos trabajadores que
son explotados y sometidos, además, a estrictas reglas de
control administrativo y hasta policial. Hay que reconside-
rar esta situación y combatirla con la mayor firmeza porque
si es discutible que podamos producir en los países pobres
sólo para obtener mayores beneficios, mucho más discuti-
ble o, mejor dicho, inaceptable sería que trasladáramos a
nuestro entorno situaciones generalizadas de discrimina-
ción y pobreza.

—130—
Colofón
He recordado al comienzo de esta humilde exposición un
viejo poema de mi admirado Philip Larkin (1922–1985), fe-
chado en los años cuarenta del pasado siglo, que nos mues-
tra una especie de verdad revelada al gran poeta inglés, en
mitad del camino de aquel tiempo agitado.
El autor de Un engaño menor nos decía en el que fuera
su primer libro21 y con su sencilla lucidez que el tiempo es
el eco de un hacha \ dentro de la madera.
Al trasladarnos estos dos versos memorables, quizá el
poeta vaticina un futuro para el hombre de occidente de
creciente aislamiento emocional. Con su misteriosa afirma-
ción, nos abre una sensación de ceguera, una forma de tor-
peza inevitable, una incapacidad para comprender aquello
que nos afecta, que nos parece algo excesivamente remoto
pero que –sin embargo– está tan cerca de nosotros que pue-
de destruirnos con bastante facilidad.
Cuando analizamos la violencia social no parece que nos
preocupe su origen y aquellas razones verdaderas que la
motivan. El problema de la sociedad de nuestro tiempo es
que, bajo su aparente fortaleza tecnológica, se esconde su
fragilidad. De la misma manera, bajo estas nuevas formas
de violencia social se esconde la fuerza de una injusticia
generalizada y que debemos procurar corregir.
Son los más jóvenes quienes tienen el derecho y el de-
ber de hacerlo o, cuando menos, de intentarlo, reclamando
el respeto para sus más nobles inquietudes y el respeto de
aquellas otras inquietudes legítimas para la actualización de
los derechos de los colectivos sociales menos favorecidos.
Esta lucha por comprender las causas verdaderas de
algunas formas de violencia social, es la que puede re-
dimir nuestros errores anteriores y ayudarnos a construir
una sociedad que cuente en el futuro con una razonable
esperanza.

21 Poema sin título publicado por primera vez en el libro The North Ship en 1945. En
España, publicado con el título de El barco del norte, publicado por Acuarela Libros,
Madrid, 1999 con traducción de Jesús Llorente Sanjuán.

—131—
LOS RIESGOS DEL PROGRESO
por
FEDERICO GARCÍA MOLINER
FEDERICO GARCÍA MOLINER, nació en Burriana (Castellón) en 1930. Licen-
ciado en Ciencias Físicas. Universidad Complutense, Madrid, Doctor en Física
(Ph.D.).Universidad de Cambridge, Inglaterra y Doctor en Ciencias Físicas.
Universidad. Complutense, Madrid. Ha sido Profesor de Investigación en el
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, profesor en la Universidad de
Illinois (EE.UU), en la Universidad Autónoma de Madrid y en la Universitat
Jaume I de Castellón de La Plana (Cátedra de Ciencia Contemporánea, de la
Fundación Caja de Ahorros de Castellón. Bancaja). Ha trabajado en proble-
mas de superficies e intercaras sólidas y fluidas y en distintos campos de la
física del estado sólido (teoría de transporte en metales y en semiconductores;
fricción interna, metales y semiconductores; estadística de quimisorción; teoría
de pseudopotenciales; física de superficies y heterouniones, metálicas y semi-
conductoras: teoría física y formalismos matemáticos para empalme). En los
últimos años trabaja en heteroestructuras semiconductoras cuánticas (estruc-
tura electrónica, modos vibracionales y respuesta dieléctrica) y heteroestructu-
ras cuasiregulares. En la actualidad se dedica al estudio de aspectos sociales,
culturales y éticos de la ciencia, es profesor invitado y conferenciante invitado
en numerosos centros científicos, universidades y reuniones internacionales,
realiza numerosas publicaciones en forma de artículos en revistas científicas
internacionales, monografías didácticas, artículos invitados, capítulos invita-
dos de libros, monografías científicas y libros así como publicaciones sobre
aspectos sociales de la ciencia. Es asesor, como evaluador, o como miembro del
consejo editorial, de diversas revistas científicas internacionales y miembro de
comisiones internacionales diversas.
Premio “González Martí” al mejor estudiante de Física y Accesit al Premio
Nacional de Ciencias.
Premio Extraordinario de Doctorado, Universidad Complutense, Madrid.
Miembro Fundador del Comité de Materia Condensada, Centro Internacio-
nal de Física Teórica, de las Naciones Unidas.
Miembro Fundador del Patronato del “Cambridge European Trust”.
Editor General, Real Sociedad Española de Física (1993-1997 ).
Vicepresidente, Unión Internacional de Física Pura y Aplicada.
(1991-1999)
Diploma “Sursum Verus”, Universidad Autónoma de Sinaloa (México)
Diploma de Honor por Servicios Distinguidos, Universidad S. Antonio
Abad, El Cuzco (Perú).
Medalla de la Universidad de La Habana, Cuba.
Medalla de la Universidad de Oriente (Santiago de Cuba).
“Visitante Distinguido” de la Ciudad de Santiago de Cuba.
Socio Emérito, Asociación Española de Vacío.
Medalla de la Real Sociedad Española de Física.
Socio de Honor de la Real Sociedad Española de Física.
XVI Simposio Latinoamericano de Física del Estado Sólido dedicado a su
homenaje y actas publicadas en un número especial de la revista inter-
nacional Microelectronics Journal.
Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de La Habana.
Doctor “Honoris Causa” por la Universidad de Lille I. Francia.
Académico de Honor. Real Academia Sevillana de Ciencias.
Honorary Fellow, Fitzwilliam College, Universidad de Cambridge.
Distinción de la Generalitat Valenciana al Mérito Cultural.
Premio “Príncipe de Asturias”, de Investigación Científica y Técnica.

—134—
L OS avances de la ciencia en nuestros tiempos son
absolutamente fantásticos. La íntima fusión entre
ciencia y técnica (que llamaremos tecnociencia) ha
resultado en un desarrollo acelerado de nuevas tecnologías
de vanguardia que se han convertido en el primer factor
de cambio del mundo y nuestras vidas. Aquí nos referimos
exclusivamente al progreso científico-técnico, que por su-
puesto no garantiza el progreso humano y social.
Este tipo de progreso abre nuevas posibilidades con las
que se puede hacer mucho bien o mucho daño. En una re-
flexión realista tenemos que partir de la base de que no hay
progreso sin riesgo y no podemos optar selectivamente sólo
por las buenas consecuencias del progreso tecnocientífico.
Conviene aclarar la diferencia entre peligro (que suele ser
debido a causas naturales) y riesgo, que se debe a decisio-
nes tomadas por alguien. Es un problema sobre el que es
necesario reflexionar, porque el proceso en si es acelerado e
imparable, pero sus consecuencias dependen de la relación
de la sociedad con la tecnociencia y de cómo ésta sea usa-
da. En último término dependen de opciones y decisiones;
algunas de éstas son estrictamente personales, pero en las
cuestiones más importantes de carácter general son de los
que tienen el poder de decidir y en ello entran sus preferen-
cias, objetivos y valores. Estas opciones no son inocentes,
pero sus consecuencias nos alcanzan a todos. Limitarnos a
admirar este asombroso progreso tecnocientífico ignorando
los riesgos que ello conlleva es una ingenuidad y limitarnos
a esperar sus bienes (que podrían ser muchos) sin entrar
como ciudadanos conscientes en una reflexión sobre estos
riesgos sería una inhibición imperdonable.
Lo primero es entrar en contacto con la realidad. Hemos
dicho que no hay progreso sin riesgo. ¿Es realmente tan
arriesgado el rumbo intensamente tecnificado que ha toma-
do el mundo? La verdad es que sí que puede serlo y a veces

—135—
mucho. Dejando claro que no se trata en absoluto de una
incitación a alarmismo ni al pesimismo, conviene constatar
algunos datos y hechos sobre los que la ciudadanía suele
tener escasa y a menudo contradictoria información. Co-
mentaremos algunos riesgos reales de diversa índole que
resultan de los avances científico-técnicos.
Empezaremos por discutir el caso de las ciencias de la
vida, campo importantísimo de progreso científico del que
en principio puede derivarse mucho bien para la propia vida
humana. Pero tampoco se deben ignorar los riesgos que
puede entrañar la posibilidad de manipular genes. Están las
armas biológicas. Veremos con un caso real cómo a veces
los riesgos de su manipulación pueden llegar a ser mayo-
res para el que las produce que para las futuras víctimas,
porque el riesgo de un accidente imprevisto descontrolado
existe siempre. Al tratar de riesgos es ineludible hablar del
armamento nuclear, caso que también discutiremos. Que
nadie se asombre si incluimos los desarrollos armamentís-
ticos en una reflexión sobre consecuencias del progreso: las
nuevas y terribles armas (de muchos tipos) son un ejemplo
de progreso científico-técnico, su desarrollo es un ejemplo
máximo de consecuencia directa de decisiones que, toma-
das por unos pocos, someten a todos a enormes riesgos.
Una de las grandes revoluciones tecnológicas de nues-
tra época proviene de la nanotecnología. Con sólo que se
realice una fracción de lo que ya es técnicamente posible,
la humanidad entera sufrirá unos cambios sin precedentes
en toda su historia previa. Esto hace albergar fundadas es-
peranzas de grandes avances beneficiosos en campos como
salud, agua potable y energía por citar solamente unos po-
cos ejemplos. Pero no hay que ignorar los riesgos ya pre-
visibles y en algunos casos documentados; son tan grandes
que a estas horas el tema debería estar a la luz pública y ser
objeto de intenso debate social. En realidad sobre esto hay
abundante información, pero el público general suele estar
muy poco informado. Los posibles riesgos de los avances
en nanotecnología pueden llegar parecer fantasías a la ma-
yoría de la gente, pero no a muchos expertos.
Discutiremos también los posibles riesgos de algunas
nuevas tecnologías energéticas.

—136—
En algunos campos los riesgos del progreso son muy
sutiles, lo que los constituye en ejemplos contundentes de
temas ignorados por el gran público. Un caso más impor-
tante de lo que parece es el de las nuevas tecnologías de
la información y comunicación, que también discutiremos.
Es un ejemplo muy adecuado para ver cómo la percepción
pública puede estar a veces muy equivocada.
En todas estas cuestiones es fundamental el papel de
la información. En general ésta existe, como hay también
muchos debates sobre estos problemas, pero suelen estar
restringidos al ámbito de los expertos. ¿Qué información
le llega o se oculta al público? ¿Quién se la da? ¿Cuál es
la percepción de la gente? Por supuesto, la opinión pública
a menudo está desinformada y equivocada. Por otra parte,
aun cuando se pone genuino interés en informar, es muy
difícil acertar en la comunicación de riesgos al público ge-
neral. Es prácticamente imposible conseguir el equilibrio
justo de modo que se informe debidamente sin crear pánico
e histerismo y eso es ya un problema de cultura social. Los
estados de ánimo son siempre más influidos por las malas
expectaciones que por las buenas. Además, sería demasiado
ingenuo pensar que siempre se procura informar adecuada-
mente. Dedicaremos bastante atención a estos problemas.
Se discutirá otro problema general relacionado con todo
lo anterior. La sociedad no puede asimilar el progreso tec-
nocientífico a un ritmo parejo con su avance. El resultado
es un progreso mal asimilado. Por citar sólo un ejemplo, las
nuevas situaciones creadas por éste tardan mucho en ser in-
corporadas en las normas de convivencia y funcionamiento
de la sociedad. Esto es una forma de atraso.
En esta reflexión no puede faltar una referencia, aunque
sea muy breve, al tema de la educación.
Para terminar, hay una consideración muy importante en
relación con las opciones tecnológicas. Se tiende a pensar
que sólo hay que escuchar a los expertos; idealmente las
decisiones las toman quienes tienen el poder después de es-
cuchar a los que tienen los conocimientos. Aún ignorando
que ni este esquema funciona siempre idealmente, entra-
ña un principio inaceptable: la ciudadanía es contemplada
como un mero sujeto pasivo. Sería hora de que España se

—137—
incorporase a lo que se hace en muchos países en los que
esta idea ya está rebasada.
En resumen, todo lo anterior no es una incitación al
pesimismo, sino a la reflexión. La humanidad ha vencido
muchos peligros y dificultades. No somos menos capaces
ni tenemos menos medios que nuestros antepasados. Nos
hemos creado un mundo mucho más rico en posibilidades,
pero también más complejo, con nuevas dificultades, pro-
blemas y riesgos. El bien o el daño que nos hagamos de-
pende, en última instancia, de todos nosotros pues al final el
mundo lo hacemos entre todos.
A continuación se relacionan algunos recursos con los que
los que lo deseen pueden informarse sobre estos temas.
Algunos portales de interés en internet:

General:

●http://w3.cnice.mec.es/enlaces/cientecsoc.htm
Portal del Ministerio de Educación y Ciencia, en el que se
pueden encontrar enlaces de interés general.
●http://www.oei.es/salactsi/index.html Portal de la Or-
ganización de Estados Iberoamericanos en el que se en-
cuentran abundantes trabajos sobre temas muy variados de
ciencia y sociedad. Algunos tienen relación directa con las
cuestiones debatidas en esta charla
●http://www.royalsoc.ac.uk/ Un ejemplo de fuente de la
máxima autoridad: Información sobre novedades científicas
y sus posibles aplicaciones o consecuencias. Varias Acade-
mias de Ciencias de los países más avanzados tienen porta-
les semejantes. Se encuentran con facilidad en Internet.
●http://www.publications.parliament.uk/pa/ld199900/
ldselect/ldsctech/38/3803.htm#a2
House of Lords Session 1999-2000 Publications on the
internet. Science and Technology Committee Publications.
Science and Technology - Third Report

Un documento público muy interesante sobre el pro-


blema general de la percepción pública de la ciencia y la
relación entre la ciencia y la sociedad. Nótese el índice de
materias:

—138—
REPORT. SUMMARY
CHAPTER 1: INTRODUCTION
A crisis of trust
Science and uncertainty
Trust and ambivalence
Does it matter?
The approach of this report

CHAPTER 2: PUBLIC ATTITUDES AND VALUES


Much interest, little trust
Durant/Bauer study 1996
Sir Robert May’s evidence
Better Regulation Task Force/MORI study on risk
Public Consultation on the Biosciences
New Scientist/MORI study on animal experiments
Royal Society of Chemistry: the Huddersfield experiment
More data from MORI
Value of survey evidence
A crisis of trust
Attitudes to life sciences
Attitudes to engineering
Purpose of the science
Questioning authority
Source of the science
A culture of secrecy
Framing the problem
Ignorance or understanding?
Values
Conclusion

CHAPTER 3: PUBLIC UNDERSTANDING OF SCIENCE


A new mood for dialogue
COPUS
Research Councils
Research Assessment Exercise
Science museums and science centres
Internet
Special initiatives for women

● Conclusion

CHAPTER 4: COMMUNICATING UNCERTAINTY AND RISK


Openness: the May guidelines
Communicating risk
Independence
Conclusion

CHAPTER 5: ENGAGING THE PUBLIC

—139—
A new mood for dialogue
Consultations at national level
Consultations at local level
Deliberative polling
Standing consultative panels
Focus groups
Citizens’ juries
Consensus conferences
Stakeholder dialogues
Internet dialogues
Foresight
Engaging the public: towards democratic science
Lay involvement in scientific advisory groups
Research Councils
Early warning, or no publication before review?
A new institution?

CHAPTER 6: SCIENCE EDUCATION IN SCHOOLS


Quality
Curriculum

CHAPTER 7: SCIENCE AND THE MEDIA


What is science journalism?
Science journalism in the United Kingdom today
GM food on the front page
Conclusion
Guidelines for the media in dealing with science
Recommendations for scientists dealing with the media
Conclusion

APPENDIX 1—MEMBERSHIP OF SUB-COMMITTEE II


APPENDIX 2—WITNESSES
APPENDIX 3—VISIT TO THE USA—17-22 OCTOBER 1999
APPENDIX 4—VISIT TO DENMARK—2-5 NOVEMBER 1999
APPENDIX 5—GM FOODS AND THE MEDIA
APPENDIX 6—SURVEY DATA ON PUBLIC ATTITUDES TO
SCIENCE

●http://www.isis-online.org/ De la página de inicio: “ISIS (Institu-


te for Science and International Security) is a non-profit, non-partisan
institution dedicated to informing the public about science and policy
issues affecting international security...Throughout its history, ISIS has
maintained a commitment to the wide dissemination of its major fin-
dings”
●http://www.genevasecurityforum.org/ Iniciado en junio de 2007,
reúne a un nutrido grupo de expertos distinguidos en estudios de ries-
gos.
●http://www.rcn.no/servlet/Satellite?blobcol=urldata&blobheader

—140—
=application%2Fpdf&blobkey=id&blobtable=MungoBlobs&blobwh
ere=1175177866298&ssbinary=true“ Explaining risk perception. An
evaluation of the psychometric paradigm in risk perception research.
Lennart Sjöberg, Bjørg-Elin Moen, Torbjørn Rundmo” Para los que es-
tén interesados en las metodologías empleadas en los estudios de eva-
luación de riesgo.
●http://www.campus-oei.org/salactsi/cerezolujan.htm El título del
trabajo (La convivencia cotidiana con la incertidumbre) habla por si
mismo.
●http://www.qualitative-research.net/fqs-texte/1-06/06-1-19-e.htm
Discute un ejemplo paradigmático (la energía obtenida del hidróge-
no como combustible) que ilustra el alto grado de complejidad objetiva
y riesgos posibles sobre los que hoy por hoy se tiene muy escaso control
y hay una ingenuidad general muy extendida en la percepción pública
del asunto.
Nanotecnología:
Foros:
Euroresidentes:

●Uno de nanotecnología :
http://80.34.125.99/phpBB2/viewforum.php?f=5

Centre for responsible nanotechnology. Información:


● http://www.crnano.org/
●http://www.euroresidentes.com/futuro/nanotecnologia/nanotecno-
logia_responsable/nanotecnologia_responsable.htm

Concretamente para riesgos:

●http://www.euroresidentes.com/futuro/nanotecnologia/nanotecno-
logia_responsable/riesgos_nanotecnologia.htm

Polémica del determinismo tecnológico:

●http://www.uoc.edu/web/esp/art/uoc/0107026/aibar_imp.html Re-
bate la tesis del determinismo tecnológico apoyándose en argumentos
basados en recientes estudios de la dinámicas sociales de los cambios
tecnológicos.

Carrera armamentística, especialmente nuclear (pero también quí-


mico, biológico y diversas formas de terrorismo) Riesgos varios:

●http://www.thebulletin.org/

●http://www.fas.org/main/home.jsp

●http://www.pugwash.org/

—141—
Hay varias ONG de científicos que se ocupan de informar pública-
mente sobre cuestiones de interés público relativas a la seguridad del
mundo y sus habitantes y a veces de denunciarlas vigorosamente. En
general éstas son fuentes de información fiables. La organización PU-
GWASH, obtuvo el Premio Nobel de la Paz, está entre las que cubren
un espectro más amplio de temas. Existe un Grupo Pugwash España. La
información se encuentra con facilidad entrando en este portal.

●http://www.johnstonsarchive.net/nuclear/wrjp159u.html

Nuevas Tecnologías de la Información y Comunicación. Riesgos


asociados:

●http://www.lunchoverip.com/2006/11/mikko_hypponen_.html

● http://www.lunchoverip.com/2007/06/gsf07-small-lin.html

Algunos libros:

●JONES, RICHARD A. L. Soft Machines: Nanotechnology and Life.


Oxford University Press, 2004.
●LOVELOCK, JAMES. The revenge of Gaia. Allen Lane, London,
2006
● LUJÁN, JOSÉ LUIS Y ECHEVERRÍA, JAVIER (Eds.). Gobernar los ries-
gos. Ciencia y valores en la sociedad del riesgo. Organización de Esta-
dos Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI).
Biblioteca Nueva. 2004.
● MARTÍN GORDILLO, MARIANO (coord.) Controversias tecnocientí-
ficas. Diez casos simulados sobre ciencia, tecnología, sociedad y va-
lores. Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (OEI), Octaedro. Colección: Educación en Valores,
2006.
Un libro de propósito didáctico cuyo objetivo (enseñar a participar)
está directamente relacionado con el tema de la participación ciuda-
dana en las opciones tecnológicas. Ver también: http://www.rieoei.org/
rie32a08.htm, donde se exponen unas ideas generales muy interesantes
sobre la educación en tecnociencia y lo que se ha dado en llamar alfa-
betización tecnocientífica general.
● MULHALL, DOUGLAS (Edit.) Our Molecular Future: How Nanote-
chnology, Robotics, Genetics, and Artificial Intelligence Will Transform
Our World. Prometheus Books, Amherst, New York, 2002.
● POLLACK, HENRY N. Uncertain Science... Uncertain World. Uni-
versity of Michigan, Ann Arbor, 2003.

—142—
PUBLICIDAD Y PODER
por
ANTONIO MONTERO
ANTONIO MONTERO, Licenciado en Publicidad por la Universidad Complu-
tense de Madrid. 47 años, 23 de ellos trabajando en Publicidad. En 1984 em-
pieza en McCann Erickson, y después de pasar por varias agencias, llega a
Contrapunto en1995 donde desde hace 7 años es Director Creativo General.
Ha trabajado y trabaja, entre otros, para clientes como: Mercedes Benz, Smart,
Chrysler Jeep, Grupo Guinness, Amnistia Internacional, Digital +, WWF/
Adena, Metro de Madrid, Green Peace, Diario El País, Vodafone, Renfe y Bar-
clays Bank. Ha ganado 29 Leones en Cannes y otros numerosos premios en
festivales como New York Festivals, Clio, Fiap, Epica, Eurobest, One Show,
Communication Arts, El Sol (San Sebastián), etc.

—144—
L A publicidad no es un acontecimiento aislado y es
muy importante ser consciente de su conexión con
otros fenómenos de gran relevancia como el mundo
cultural, económico, social, político, etc., por lo que resul-
taría equivocado señalar únicamente a un mensaje publici-
tario sin tener en cuenta el contexto en el que se enmarca
dicho mensaje.
La Publicidad, como sabemos no se sitúa sólo en un ám-
bito restringido, sino que al ser multidisciplinar la podemos
encontrar en cualquier lugar por lo que no sería lo mismo
juzgar publicidad para un partido político que para un re-
fresco o publicidad de una ONG, por esto nunca se puede
generalizar. Por ello cuando decidamos quién transgrede
más o quién manipula más o quién tiene más o menos poder
tendremos que decir “quién” con nombre y apellidos y no
echar la culpa a la publicidad en general.
Todo lo anteriormente expuesto no es sino para que fije-
mos la idea de que la publicidad es un instrumento,
un arma, pero no es, al menos en la mayoría de las oca-
siones, el origen ya sea público o privado que la contrata y
utiliza para conseguir unos fines determinados.
Digo esto porque, las responsabilidades de la comuni-
cación publicitaria siempre compartidas por Anunciante y
Agencia, una vez que esta comunicación está en el aire, re-
caerían únicamente sobre el emisor, ya sea el Estado, un
Ayuntamiento, un coche, una crema antiarrugas o un hela-
do de limón, etc. Es decir que el abuso de poder si lo hay,
la manipulación si existe, o la desinformación si se llega a

—145—
producir, pertenecería al emisor y no al mensaje. Otra cosa
es que los medios quieran saber quién hizo tal o cual cam-
paña, como así sucedió por ejemplo con una de las últimas
campañas para el Metro de Madrid, desde Internet, don-
de un hincha del Atlético de Madrid salía muy mal parado
frente a un hincha del Real Madrid que se le veía como un
ciudadano irreprochable e ideal. Lo anecdótico era que el
creativo era hincha del Atlético de Madrid y lo menos ane-
cdótico y por tanto la responsabilidad de que se maltratara
a una parte importante de ciudadanos de Madrid y del resto
de España, recayó en otras personas que no estaban preci-
samente en la Agencia de Publicidad.
Por eso creo que el poder no está en mí ni en nosotros,
publicitarios, está en otros lugares, concentrado en sitios
muy concretos y sin embargo y al mismo tiempo todos par-
ticipamos y asumimos partes de ese poder. Porque hoy
existe más información que nunca, pero hay menos co-
nocimiento que en cualquier otra época de la Historia. O
por decirlo de otra manera, el conocimiento se utiliza en la
mayoría de las ocasiones para desinformar aún más.
Por supuesto que este exceso de información se puede
contrastar, pero sería imposible que aún estando de acuerdo
todas las fuentes en que la noticia es una y solamente una,
todo el mundo diera por válido la objetividad del dato y
¿por qué?, pues porque hoy el hecho en sí, es decir, la ver-
dad verdadera no importa, lo fundamental es la forma y el
tratamiento que se le da.
Los medios, lejos de buscar la objetividad, quieren adep-
tos a su causa, a su ideología, y a su capital para aumentar
aún más su poder social y político.
Como ejemplo, imaginemos a un señor de derechas que
lea la misma noticia con diferentes tratamientos en La Ra-
zón, en El Mundo, en el ABC, en El País y en El Público,
¿alguien piensa que lo que a este hombre le interesa es la
verdad de lo que ha sucedido? ¿o que va a ser lo suficiente-
mente juicioso o equilibrado para pensar que los políticos a
los que él vota, en caso de que hubieran metido la pata, van
a cambiar su manera de pensar? Nunca.
Este hombre buscará las excusas que sean para relati-
vizar la noticia si es, como decimos, algo que no ha hecho

—146—
bien la derecha y además pondrá a parir a la izquierda e
incluso la culpabilizará por ello, por lo que como vemos,
este hombre no hará sino reafirmarse aún más en su pensa-
miento e ideología. De la misma forma, pero al contrario,
actuaría un hombre de izquierdas.
En esto se ha quedado el famoso “Power to the People”
que ahora sería más “Dime cómo eres y yo te daré lo que
deseas”. Por eso ¿quién tiene el poder? ¿el demandante?
¿el ofertante?... no lo tengo nada claro. Antes de declararse
la Guerra de Irak y mucho antes de que Bush comenzara
a introducir informaciones en la prensa estadounidense y
mundial de posibles ataques preventivos, muchos ciudada-
nos norteamericanos sentían ganas de aniquilar al pueblo
árabe.

—147—
REFLEXIONES SOBRE
VIOLENCIA DESENFOCADA
por
DAVID PASTOR VICO
FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA

Título: Una verdad incómoda (An Inconvenient Truth,


USA, 2006)
Dirigida por: Davis Guggenheim
Guión: Davis Guggenheim
Fotografía: Davis Guggenheim
Música: Michael Brook
Intérpretes: Al Gore

Sinopsis argumental
El realizador Davis Guggenheim dirige este filme, que
cuenta la historia de la apasionada entrega de un hombre
decidido a exponer los mitos e ideas equivocadas acerca
del calentamiento global y de su prevención. Este hombre
es el ex vicepresidente Al Gore, que después de perder las
elecciones de 2000 decidió cambiar de rumbo y dedicarse
a ayudar a salvar el planeta. Este conmovedor retrato de Al
Gore y de su “espectáculo itinerante de calentamiento glo-
bal” muestra a un hombre divertido, abierto y dispuesto a
todo para hacer llegar a la mayor cantidad de gente posible
la sorprendente verdad acerca de lo que él llama “la emer-
gencia planetaria” antes de que sea demasiado tarde.
Las peores tormentas conocidas en Norteamérica tuvie-
ron lugar en 2005 y Al Gore no se muerde la lengua a la
hora de explicar lo que está pasando. El documental, ade-
más de exponer claramente los hechos y de hacer algunas
predicciones, cuenta la historia personal de Al Gore, desde
el universitario idealista que empezó a preocuparse por la
crisis medioambiental a escala mundial, pasando por el jo-
ven senador que debió enfrentarse a una terrible tragedia fa-
miliar, hasta el hombre que casi llegó a presidente pero que

—151—
regresó a su primera pasión, el medioambiente, convencido
de que aún se podía hacer algo.
El documental explora la información y las predicciones
relativas al cambio climático entrelazados con experiencias
del propio Al Gore. Por medio de las notas y exposicio-
nes que ha presentado por todo el mundo, Al Gore revisa
la evidencia científica del calentamiento global, discute sus
aspectos políticos y económicos y describe las consecuen-
cias que cree que el cambio climático global provocará si
los gases de efecto invernadero producidos por el hombre
no son drásticamente reducidos en un periodo de tiempo
muy corto. También se intenta concientizar a la humanidad
de los peligros que esto causa mediante la exposición de
impactantes vídeos que muestran lo que sucederá. Por la
autoría de este documental Al Gore ha ganado el premio
Nobel de la Paz en octubre del 2007, premio que comparte
con el Grupo Intergubernamental de expertos sobre Cambio
Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de Naciones Uni-
das. Al Gore ya había ganado en 2007 el Premio Príncipe
de Asturias de Cooperación Internacional, así como el Os-
car en 2006 a Mejor Documental y Mejor Canción Original
para “I Need to Wake Up”.

—152—
FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA

Título: El gran timo del calentamiento global (The Great


Global Warmng Swindle, UK, 2007)
Dirigida por: Martin Durkin
Guión: Martin Durkin
Producido por: Chanel 4 TV

Sinopsis argumental
Tras el posicionamiento del ex vicepresidente del gobier-
no norteamericano Al Gore sobre “la realidad e inminente
catástrofe” del cambio climático y, lo que es más alarmante,
de la absoluta culpa que el ser humano tiene en este cambio
climático, otras voces se plantean qué hay de cierto en esto,
y qué hay de propagandístico.
Las emisiones de CO2, que desde la revolución indus-
trial está exhalando la industria, y el desmesurado despil-
farro de energía del hombre occidental son los culpables
de la catástrofe que se avecina. A quedado una y mil veces
claro que la subida global de la temperatura está ligada al
aumento del CO2 en la atmósfera y cualquiera que niegue
lo contrario blasfema por que más de dos mil científicos de
todo el mundo así lo ha afirmado y rubricado. Luego ¿qué
nos queda? Quizá regresar a una economía de subsistencia
y renunciar a nuestro modo de vida. Quizá impedir que los
países subdesarrollados mejoren su calidad de vida a cos-
ta de sus recursos naturales, y así evitar nuevas potencias
contaminadoras. Debemos también invertir el máximo para
fomentar el estudio de todas las particularidades del cambio
climático... o quizá...
¿Pero y si la teoría antropogénica del cambio climático
es una falacia, una mentira, un engaño consensuado? ¿Y si
los niveles de CO2 aumentan al aumentar la temperatura
del planeta y no al contrario como divulga Al Gore? ¿Y si
tras todo este movimiento se esconden intereses particula-
res y maniqueos?

—153—
El gran timo del calentamiento global (The Great Global
Warmng Swindle) es una producción del Chanel 4 británico
y que nada más salir a luz se convirtió en un molesto alega-
to contracultural políticamente incorrecto. Actualmente es
imposible encontrarlo en los canales comerciales españoles
y aún menos conseguir una versión doblada al español, pero
sí es posible conseguirlo en ingles en portales de venta on-
line, curiosamente Amazon ofrece este documental en un
paquete promocional junto a Una verdad incómoda. Real-
mente la maquinaria comercial es un monstruo implacable
e omnívoro.

—154—
N O es por capricho que tengamos que ahondar en
el término violencia desenfocada y sus ramifica-
ciones. Pasado un año desde la gestación de este
neologismo, o lo que es igual, de esta forma de denuncia
de la realidad, es cada día más importante que etiquetemos
y llamemos a las cosas por su nombre. Sabemos que no es
fácil imponer un nuevo término o una nueva concepción,
pero en el fondo muchos somos los que antes de marcar el
epígrafe nos hemos quejado de cómo somos manipulados y
nos hemos preguntado qué podemos hacer.

¿Qué es verdad y qué es mentira?


Desde época inmemorial la filosofía ha estado buscando
denodadamente la clave que le permitiera tener acceso a
la verdad en sí de las cosas, a sus principios motores, a su
esencia, a su arjé. Algunos plantearon esta búsqueda desde
enseñanzas míticas y relatos heredados más o menos fan-
tasiosos. Otros encontraron en la razón más sesuda una he-
rramienta a priori óptima, que después, con los siglos y el
advenimiento de la ciencia como panacea epistemológica
del conocimiento, se vio necesitada de la experimentación
sensible. La duda metódica, la razón especulativa, los jui-
cios sintéticos a priori, todos ellos son herramientas que no
buscan otro principio que el de la verdad y el qué puedo
saber. Pero el mundo que intentaba comprender la filosofía,
sus límites, se expandió exponencialmente de tal modo que
allí donde ahora tenía que ser infinito el conocimiento ne-
cesario para la comprensión del nuevo mundo, se tornó, en
un ejercicio perverso, hosco, extremadamente complejo, y
poco útil para aquellos que viven rápido, como con miedo
a que todo se acabe.

—155—
Algunos pueblos antiguos, como los egipcios o los ma-
yas, eran concientes de la mínima huella que un individuo
podía provocar en el paso de los siglos. Trabajaban en
proyectos comunes y elaboraron sus mundos alrededor de
lugares para los demás. Creo que esto hoy es impensable.
Hoy todos reivindicamos nuestra individualidad y nuestra
unicidad en el cosmos del mercado global. Es curioso, pero
reivindicamos una individualidad falsa e inexistente. Nunca
hubo tantos patrones comunes en la historia de la humanidad
que en el siglo XXI. Podemos comer la misma hamburguesa
en China y en Ecuador. Podemos vestirnos con las mismas
marcas de ropa, usar las mismas gafas, ver las mismas pe-
lículas, navegar en el mismo mundo virtual, y consumir la
misma información. Y he aquí un grave problema.
La información es poder, pero ya no es poder para el que
la consume, como podría pasar en la edad media con los
libros. Es poder para el que la fabrica y para sus colabora-
dores-patrocinadores-promotores. Es totalmente cierto que
los canales de información se han multiplicado al mil por
mil con la llegada de la era digital, pero no es menos cierto
que también nuestra comodidad, nuestra falta de curiosidad
y nuestra indolencia, reduce nuestro ámbito de información
a lo meramente anecdótico, al pantallazo rápido, al teledia-
rio de la sobremesa y al mal llamado periódico gratuito que
nos regalan en la calle esos chicos y chicas tan simpáti-
cos vestidos con chubasqueros de colores por las mañanas
cuando nos movemos por la ciudad.
Así pues es esta información cómoda, barata, poco con-
trastada y completamente sesgada, nuestro único nexo de
unión con la “realidad”. No será difícil inferir entonces que
nuestra situación es de total exposición. ¿Es posible que nos
estén engañando deliberadamente en algunas cuestiones?
¿Es posible esto sin ser descubiertos? ¿Qué medidas existen
para vigilar que yo no sea engañado, que yo no sea una víc-
tima de la violencia desenfocada? ¿A quién le interesa en-
gañarme o violentarme? ¿No será esto una mera paranoia,
una idea descabellada y fruto de alguna especulación fruto
del aburrimiento? Merece la pena que pensemos un rato.

—156—
¿Qué es la violencia desenfocada?
Yo no creo, o por lo menos creo no creer en la existencia
de complots mundiales de hombres grises, o en superes-
tructuras de poder con base en el espacio, o archi-enemigos
que se dedican a acariciar el lomo de gatos persas mientras
sueñan con el fin del mundo. Pero si sé de la existencia de
lobbies de poder. De organizaciones más o menos conoci-
das que dominan, con artes que se nos escapan de nuestros
limitados recursos, las economías de imperios. Empresas
internacionales que son capaces de poner y quitar presi-
dentes de gobierno y dictar leyes que sólo favorezcan su
enriquecimiento pasando por encima del bienestar de la
mayoría. En definitiva, no es un secreto que la democracia
occidental es en muchos casos un espejismo para ilusos...
¿o alguien creía que me refería a países tercermundistas y
sometidos a regímenes dictatoriales?
Día a día, si uno está un poco atento a las noticias, se
puede ir trazando en una estadística virtual las fluctuaciones
y las oleadas de información sesgada que, tristemente, con-
sumimos como positiva y cierta. No hay que irse a ejemplos
de libro como las imágenes de las aves llenas de petróleo
que emitieron durante la guerra del golfo haciéndonos creer
que sufrían por causa de los vertidos de crudo del satanisi-
mo Sadán en el golfo Pérsico cuando en realidad los pobres
pájaros morían en las costas de Canadá (si no me engaña la
memoria). No, no hace falta, los ejemplos son mucho más
comunes y sutiles. Los telediarios, que debieran ser ejem-
plo de rectitud y de rigurosidad (Urdaci lo sabe bien) son, si
no estamos atentos, un asalto a nuestra paciencia y nuestra
cartera. Pareciera que el año no pudiera empezar sin que
las rebajas no se anuncien en todos los noticieros, pero cla-
ro nunca nos percatamos que siempre emiten estas noticias
desde el mismo negocio de banderita verde triangular. Esta
marca es quien está detrás de la noticia, pero sólo salen sus
tiendas en épocas de festejo y para cosas buenas y diverti-
das, porque si nos anuncian que sube el pan, la leche o el
aceite de oliva siempre saldrá en pantalla otras tiendas de la
competencia, o lo que aún es más injusto, los pequeños ne-
gocios de barrio. Así que no hay que ser Aristóteles para in-
ferir el resultado del silogismo, ¿verdad? Este es un ejemplo

—157—
un poco simple, pero, en contra de lo que las telenovelas
nos intentan vender, nuestra vida, la del ciudadano de a pie,
suele ser mucho más simple de lo que deseamos ¿Pero a
qué vienen esas ganas de complicarnos la vida?
Parece que no somos felices, y no nos encontramos a
gusto, si no nos complicamos la vida. Así que nos encanta
mortificarnos. Los telediarios ya descubrieron esta extraña
adicción nuestra así que la primera tanda de información
siempre será una buena dosis de miserias, guerras y catás-
trofes naturales, y cuanto más lejos mejor. En estas noticias
las cifras de muertos bailan como ristras de chorizos y nun-
ca existe ni la menor inflexión en la voz del presentador que
denote emoción. Después las noticias nacionales, que por
supuesto deben ser sobre cómo el político de turno despe-
lleja a su contrario y cómo esto ya nos suele aburrir nos va-
mos directos a los sucesos nacionales donde encontraremos
la carnaza que necesitamos. Aquí un anciano muerto aho-
gado por un corte de digestión en una piscina en Benidorm
es mucho más importante que los diez mil de una inunda-
ción en China, y no faltarán los testimonios suculentos de
la esposa, las hijas, las vecinas y si el perro hablara pues
ya sabemos quien cerraría el espacio. Pero si el noticiario
acabara aquí no habría espacio para que metieran anuncios
antes de las noticias de deportes, así que hay que sacarse de
la manga algunas noticias medio simpáticas como la feria
de corbatas hechas con queso de Moscú, o el nuevo macro-
parque acuático de Pekín, y aunque inauguraran este en mi-
tad de las inundaciones del primer bloque de noticias eso ya
no importa por que nadie se acuerda.
Y después los deportes, o el fútbol que es lo mismo. Y
aquí ancha es Castilla.
Al final y resumiendo, de todo lo que nos han contado,
poco o nada nos sirve. Tan sólo nos queda la sensación de
que cada día hay más catástrofes naturales por culpa del
famoso “cambio climático” y que la inseguridad ciudadana
es el pan de cada día, así que como no podemos viajar a la
feria de corbatas lo único placentero y que podemos “con-
trolar” por su futilidad que nos queda por ver es el fútbol.
¡Todos somos unos expertos en fútbol gracias a lo bien in-
formados que nos tienen!

—158—
Me parece que más o menos se deja entrever en este
planteamiento tragicómico a qué nos referimos, en parte,
con violencia desenfocada. Si queremos hacer un símil es
como si cada vez que viéramos un noticiario (o un docu-
mental a pie de calle, o una película con miras críticas, o
una revista de actualidad, o un programa de madrugada en
radio) nos patearan el cráneo haciéndonos papilla las neuro-
nas. Creemos que el mundo es lo que vemos, pero en verdad
no vemos más que lo que quieren que veamos, y ¿quiénes
son ellos, los malos?. Esto es lo mejor de todo, porque los
malos somos nosotros mismos porque queremos y creemos
que nuestra vida y el mundo es tan complicado que al final
nuestro refugio es nuestra casita y nuestra televisión y de-
mandamos que nos engañen sin darnos cuenta de que real-
mente es eso lo que está pasando.
Yo soy de la generación que nació en plena transición
democrática. Durante los años ochenta me crié en la calle
como todos mis amigos hijos de padres de clase obrera (por
que antes existía eso de la clase obrera, a la que ahora la
llaman clase media y que no deja de ser el mismo perro pero
con distinto collar). Durante los ochenta el consumo de he-
roína inyectada y fumada era tal que en los bajos de nuestras
barriadas los yonkis se inyectaban en pleno día y sin ningún
pudor. Las jeringuillas salían por de bajo de las piedras y
los tirones de bolso eran el pan nuestro de cada día. Durante
mi infancia jugábamos en grupo al “bote”, al “cielo cielito
voy”, a la lima, al tropo, a las canicas y cuando queríamos
marcha nos juntábamos en pandilla y en mitad de un des-
campado de obras, entre las jeringuillas y las revistas porno
de nuestros hermanos mayores nos partíamos la cabeza a
golpe de lluvia de piedras... y aún así conseguí llegar a ser
un adulto y no morir en el intento. ¿Qué harán mis hijos?,
lo mismo sufrirán vouling en la escuela, quizá salgan a la
calle y lo rapten, tendré que conocer a sus amigos no sea
que alguno sea un abusador o sus padres unos pervertidos
pedófilos. Por supuesto lo mejor que puedo hacer es com-
prarle la playstation y que se quede en casita jugando y así
me evitaré problemas. Y si veo que está deprimido o estre-
sado le apuntaré a equitación, judo y piano... que triste se
me está haciendo hacerme mayor, por que creo que, o me

—159—
estoy haciendo un viejo cascarrabias, y por eso se me está
agriando el carácter y veo como la sociedad se entumece e
idiotiza o es que, que creo es lo más trágico, realmente nos
estamos idiotizando.
Aceptamos sin rechistar todo lo que nos dicen y no nos
preocupamos en lo más mínimo en contrastarlo. Que la tie-
rra se calienta por nuestra culpa... será verdad. Que la delin-
cuencia aumenta de forma alarmante y ni en casa estamos
seguros... será verdad. Que los productos con la palabra bio
son mejores... será verdad. Que es más importante conocer
la vida de la famosa de turno que saber quién fue Newton...
será verdad. Que las fajas con imanes son lo mejor para per-
der peso... será verdad. Que el Amazonas es el pulmón del
planeta, que el hombre nunca llegó a la Luna, que la Virgen
de Punta Gorda llora sangre... Y al final todos idiotizados
y encerrados en nuestras casas no sea que al cruzar la calle
nos caiga un meteorito o nos abduzca un ovni.
Hemos conseguido invertir el eje del consumo, ya no nos
venden lo que necesitamos si no que hemos aceptado sin
tapujos que necesitamos lo que nos venden. ¿Para qué quie-
re mi abuelo de noventa años un móvil con 3G si de toda
la vida usa el mismo viejo papel para apuntar los números
de teléfono, nunca sale de casa, y cuando le llamamos grita
desde lejos “ya va, ya va” antes de descolgar la manija del
teléfono? Cualquier día volverán a decirnos que la tierra es
plana y seguro que más de uno se lo creerá y no dejará a su
hijo motar en avión al viaje de fin de carrera a Cancún. ¿Esto
parece una broma verdad? También parecía una broma que
quisieran sustituir dos mil quinientos años de estudios de
biología y el desarrollo de la teoría de la evolución de las
especies por la simplista teoría creacionista en algunos es-
tado norteamericanos, pero hoy ya ha surgido la polémica
en Polonia y algunas universidades y escuelas francesas e
inglesas, por que ¡oh, sorpresa! Se niega a aceptar la teoría
darwiniana por que es más lógico pensar que Dios nos hizo
tal cuales que ahora... o sea idiotas.

¿Qué podemos hacer?


Fundamentalmente creo que podemos hacer dos cosas.
Una, la primera y más cómoda, quedarnos como estamos.

—160—
Podemos seguir así, tal cuales y emitir discursos y juicios
manidos, repetidos y manufacturados. Al fin y al cabo todo
el mundo actúa así y no nos van tan mal las cosas. Y es cier-
to, no soy yo nadie para sembrar la semilla de la sospecha
y hacer despertar al durmiente y además, quien nos asegura
que nuestro planteamiento no es más que otro fruto de la
contracultura subvencionada por los que todo lo mueven...
puede ser.
Pero por si las moscas yo prefiero la opción dos. Aunque
menos cómoda, más sacrificada y condenada al ostracismo
familiar y de los amigos, es para algunos la mas reconfor-
tante. Y es que en aquellas cuestiones que uno crea que pue-
den ser determinantes para nuestra vida diaria, en aquellos
anuncios alarmistas que nos asaltan de forma repetitiva y
machacona desde las administraciones públicas, en todos
aquellos mensajes que, aparentemente inocuos, nos gene-
ren sospecha y recelo, pongamos un par de signos de inte-
rrogación. Nunca está de más darse una vueltecita por la red
y hacer algunas búsquedas, preguntar a un amigo, charlar y
debatir sobre los temas. Buscar una fuente que nos sea más
creíble que un simple hombrecillo gris en la pantalla de la
televisión. Ojear algún libro o revisar un artículo. En defi-
nitiva, pensar en otras posibilidades, especular sobre qué
repercusiones tiene eso que están intentando hacerme creer
que es verdad. Es cierto que al principio cuesta, y que pue-
de que te señalen con el dedo como el raro. Pero hay cierta
erótica en eso de darle vueltas a la cabeza, de saber que
quizá manteniendo una postura crítica sí se sea uno total-
mente único, y no una copia tonta y hueca que repite como
un papagayo un eslogan viciado que no favorece más que
a unos pocos.
Pensar es, sin lugar a dudas, la única herramienta que
nos puede ayudar a denunciar que somos victimas, todos
nosotros, de la violencia desenfocada, y que aunque tris-
temente nosotros hemos sido quienes la hemos alentado,
también somos nosotros los que podemos reírnos y decir
“¡te pillé!”.

—161—
¿QUÉ DEBEMOS SABER DEL UNIVERSO
Y QUÉ DEBEMOS OLVIDAR?
por
JUAN PÉREZ MERCADER
Nacido en Alcalá de Guadaira (Sevilla) en 1947, creció en Huel-
va, en donde vivió hasta los dieciocho años. Es Licenciado en Ciencias Fí-
sicas por la Universidad de Sevilla, Master of Science in Mathematics
and Theoretical Physics por el Trinity College of Dublín, así como Mas-
ter of Philosophy por el City University of New York. Su título de Doc-
tor of Philosophy in Physics es por el City College of New York, y está
convalidado por el de Doctor en Física por la Universidad Complutense.
Tras sus estudios de licenciatura, pasó un año como Ayudante en la Univer-
sidad de Barcelona, marchándose a Irlanda en 1973. En 1975 ganó una Beca
Fulbright y se trasladó a EE.UU donde permaneció hasta finales de 1983, fecha
en la que regresó a España para incorporarse al CSIC, donde presta sus servi-
cios como Profesor de Investigación. Desde 1989 es Laboratory Consultant del
Los Alamos National Laboratory, en New Mexico, USA. En 1990 comenzó a
colaborar con INTA, iniciando el Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física
Fundamental (LAEFF), en el cuál prestó servicio hasta 1999. En 1994 inició
el Departamento de Ciencias Básicas e Instrumentación de INTA, del cual fue
su Director hasta 1999. Desde Abril del 2000 es Director del Centro de Astro-
biología (Centro Mixto INTA-CSIC) que se ha puesto en marcha en España en
Asociación con el NASA Astrobiology Institute, y del cual es su fundador y
principal impulsor. En la actualidad trabajan en él unos 100 ingenieros y cien-
tíficos.
Su investigación se centra en la Física y su interés fundamental está en la
aplicación de la Física Teórica al conocimiento del universo, desde las escalas
más grandes a las más pequeñas y, especialmente, la Vida. Ha trabajado en
la desintegración del protón, el grupo de renormalización, supercuerdas, en el
problema de la constante cosmológica, el problema de la materia oscura, los
orígenes físicos de la irreversibililad del tiempo, en aspectos teóricos y experi-
mentales de la teoría general de la gravitación, en el origen de las leyes de esca-
la en astrofísica, geología y biología, y un largo etc. que incluyen la evolución
de virus de RNA y procesos estocásticos no lineales. También ha participado
como teórico principal en el Proyecto EURD (Espectrómetro Ultravioleta de
Radiación Difusa), un instrumento embarcado en el primer minisatélite espa-
ñol lanzado en 1997. Participa como Adjunct Scientist del Beagle-2, una nave
que fue lanzada (¿infructosamente?) hacia la superficie de Marte en el 2003,
y también como miembro del equipo del ESS (Environmental Sensor Suite),
un grupo de instrumentos a bordo del Beagle-2. Es miembro del equipo de

—164—
SOLID (Signs Of LIfe Detector), un instrumento que aplica técnicas avanzadas
de biotecnología y Chips de ADN a la búsqueda y estudio dinámico de vida en
cualquier contexto.
Ha predicho la desintegración del protón. Ha explicado la distribución frac-
tal de galaxias, extendiendo la física de los fenómenos críticos al Universo.
Es co-descubridor del Gravito-Magnetismo, una propiedad del espacio-tiempo
predicha por Einstein y otros en 1918 y que ha detectado y medido en 1998.
Recientemente ha explicado, a partir de primeros principios, la estructura jerár-
quica del Universo usando ideas que también son útiles para describir el Origen
de la Vida en la Tierra y su posible existencia en otros lugares como Marte o
Europa. Cuenta con más de un centenar de trabajos originales publicados en las
más prestigiosas revistas científicas internacionales: Science, Physical Review
Letters, Proceedings of the Nacional Academy of Sciences of the USA, etc. y
una patente en Biotecnología.
Actualmente investiga intensamente en la búsqueda de las bases teórico-
experimentales necesarias para establecer un Puente entre el Big-bang y la Vida
que nos permitan comprender los eventos que han tenido lugar en la evolución
del Universo y que han desembocado en la aparición de la Vida en el planeta
Tierra. Sus estudios sobre estos temas están sirviendo para ayudar a entender
algunos de los problemas más recalcitrantes de la astrobiología, y van dirigidos
a comprobar si la Vida es una consecuencia de la evolución del Universo. Tam-
bién está profundamente involucrado en el desarrollo de nueva instrumentación
para la detección de Vida en otros lugares del Universo y en generar oportuni-
dades para la Ciencia y Tecnologías españolas que permitan volar instrumentos
españoles con NASA y con ESA en un futuro próximo; esto ya se ha visto en la
aceptación por parte de NASA de un instrumento español a bordo de su misión
a Marte de 2009.
Ha enseñado Física, dirigido tesis doctorales y/o realizado investigación
en Trinity College (Dublin), en el City College of New York (New York), en la
Louisiana State University (Baton Rouge), en el Los Alamos National Labora-
tory (New Mexico), en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en
el Instituto Nacional de Técnica Aerospacial (Madrid) y en el Santa Fe Institute,
de New Mexico.
Es Secretario del Comité que representa a España en la International Union
for Pure and Applied Physics, Fellow (electo) de la Dublin Mathematical So-
ciety. En 1996 recibió un premio de investigación otorgado por la prestigiosa
Gravity Research Foundation (EE.UU) por su explicación de la estructura frac-
tal del Universo en la escala de las galaxias. Ha sido designado Miembro de la
Joint Astrophysics Division de las European Astronomical Society y European
Physical Society. Es Miembro designado del prestigioso International Mars Ex-
ploration Working Group (Enero 1999). Es Miembro Fundador y Vicepresidente
del European Astrobiology Network Association (1999). En 1997 fue galardo-
nado con la Cruz al Mérito Aeronáutico. En 1998 le fue otorgada la Medalla de
Andalucía en su calidad de Oro. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad
de Huelva (el primero en la historia de esta Universidad) (1998). Es Medalla de
la Ciudad de Huelva (2000). También hay un centro en La Rinconada (Sevilla)
que lleva el nombre de Centro de Formación Municipal “Juan Pérez Merca-
der”, inaugurado en Noviembre de 1998, así como un Instituto de Enseñanza
Secundaria “Juan Pérez Mercader” en Corrales (Huelva) que fue inaugurado
en Mayo del 2000. En su pueblo natal, existe una Escuela-Taller “Juan Pérez
Mercader”. Es Presidente de la Junta Rectora del Parque Natural de Doñana
(1998). Es Miembro del Consejo de Ciencia y Tecnología de la Comunidad
Autónoma de Madrid (Enero de 1999) y del Consejo Consultivo del Círculo

—165—
de Bellas Artes de Madrid (Febrero del 2000). Es Miembro del Fundamental
Physics Advisory Group de la ESA (Junio 2000). Ha sido nombrado Miembro
fundador de la ESA Planetary Exploration Initiative (Enero 2001) y elegido Vi-
ce-Presidente del European Exo/Astrobiology Network (Mayo 2001). En el año
2002 ha sido nombrado por NASA Miembro del MEPAG (Mars Exploration
Payload Assesment Group), el grupo consultivo sobre Marte de más alto nivel
en NASA. También desde 2002 es Miembro de la Comisión de Investigación de
Accidentes e Incidentes en Aviación Civil. En 2002 ha sido elegido Científico
del Año por los oyentes de Canal Sur Radio. En 2003 ha sido condecorado por
el Gobierno de España con la Gran Cruz al Mérito Aeronáutico con Distinti-
vo Blanco. En 2003 los aficionados a la astronomía de Almonte (Huelva) han
creado la Asociación Astronómica “Juan Pérez Mercader”. En 2004 ha sido
nombrado “Hijo Adoptivo” de La Rinconada por toda su Corporación Munici-
pal; también ha sido elegido Miembro del Comité Consultivo Académico de la
Universida “Pablo de Olavide”. En 2005 la Asamblea de Madrid, por acuerdo
unánime de todos los Partidos, ha renovado su pertenencia al Consejo Asesor
en Ciencia y Tecnología de la Comunidad de Madrid. El diario “El Mundo” le
ha identificado como una de las personas que más podrán contribuir en 2005 a
la Ciencia y Tecnología en España.
En 2002 ha sido propuesto y elegido Vice-Presidente de la Acción COST
D-27 de la Unión Europea dedicada a “Prebiotic Chemistry and the Origin of
Life” En 2004 ha sido propuesto y elegido Miembro de la International Com-
mission on Planetary Atmospheres and their Evolution (ICPAE) de la Inter-
national Union of Geodesy and Geophysics (IUGG). Ha sido seleccionado en
2005 por la European Physical Society y por la Academia de Ciencias de Suiza
para dar una de las dos charlas magistrales en Berna como celebración del Año
de la Física y del Centenario de los trabajos de Einstein en 1905 en Berna.
También en 2003, y como reconocimiento a sus contribuciones científicas,
a la Astrobiología y a su implantación tanto dentro como fuera de los EEUU,
NASA le ha concedido la Public Service Medal, la distinción más alta que con-
fiere NASA a una persona que no es un empleado suyo. En 2003 ha sido Ele-
gido por la Académie Internationale de Médecine Aéronautique como “Allard
Lecturer” de la misma. En noviembre de 2003 ha sido elegido Académico de
Número de la European Academy of Sciences and Arts.
Es miembro del Consejo Editorial de las revistas “Astrobiology” (Mary
Ann Liebert, EEUU) e “International Journal of Astrobiology” (Cambridge
University Press, Reino Unido).
Es ornitólogo aficionado y ha realizado co-producción y co-dirección ar-
tísticas de música de canta-autor, contando con un CD en el mercado. Practica
la divulgación científica, habiendo publicado ¿Que sabemos del Universo? De
antes del Big-bang al Origen de la Vida, que ha necesitado siete re-ediciones en
cuatro años, y colabora en Radio Nacional de España (Radio 1) con espacios se-
manales (de madrugada) dedicados a la Ciencia. Además se ha involucrado en
tareas de traducción que incluyen, como servicio público a la Ciudad de Santa
Fe y al Estado de New Mexico, la traducción al castellano local, desde el tewa,
de cuentos de los personajes del mundo infantil de los indios Hopi y Anasazi.

Algunas de sus publicaciones:

— “New Renormalization Program for Broken Gauge Theories” (with N. P.


Chang and A. Das) Phys. Rev. D22, 1414 (1980).
— “Proton Decay” (with N. P. Chang and A. Das) Phys. Rev. D23, 132
(1981).

—166—
— “Is Spontaneous Breaking of R-Parity Feasible in Minimal - Low - Energy
Supergravity?” (with B. Gato, J. León and M. Quirós), Nucl. Phys. B260,
203 (1985).
— “The Cosmological Constant and Asymmetric Orbifolds” (with N. P. Chang
and D. X. Li) Phys. Rev. Lett. 60, 882 (1988).
— “Wormholes and Scalar Masses” Phys. Lett. B223, 300 (1989).
— “Composite Higgs and the Reduction of Couplings” (with M. Bastero) Phys.
Lett. B247, 346 (1990).
— “Quantum Gravity and the Dark--Matter Problem” (with F. Cooper,
T. Goldman and M. M. Nieto), Phys. Lett. B281, 219 (1992).
— “Gravitational Critical Phenomena in the Realm of the Galaxies and Ising
Magnets” (with David Hochberg), Gen. Rel. and Grav. 28, 1427 (1996).
— “¿Que sabemos del Universo? De antes del Big-bang al origen de la Vida”,
Editorial Debate (1996).
— “Test of General Relativity and Measurement of the Lense-Thirring Effect
with Two Earth Satellites” (with I. Ciuffolini, E. Pavlis, F. Chieppa and E.
Fernándes-Vieira), Science, 279 (1998) 2100.
— “Scaling Phenomena and the Emergence of Complexity in Astrobiology”, in
“Astrobiology: the Quest for the Conditions of Life”, edited by G. Horneck
and C. Baumstark-Khan, Springer-Verlag, 2002.
— “The renormalization group and fractional Brownian motion”, (with D. Ho-
chberg), Phys. Lett. A296 (2002) 272.
— “Resistance of virus to extinction on bottleneck passages: study of a deca-
ying and fluctuating pattern of fitness loss” (with E. Domingo, C. Escar-
mis, E. Lázaro and S. Manrubia), Proceedings of the National Academy of
Sciences (USA) 100 (2003) 10830-10835.
— “Fitness Distribution in Exponentially Growing Asexual Populations” (with
E. Domingo, C. Escarmis, E. Lázaro and S. Manrubia), Phys. Rev. Lett. 90
(2003) 188102
— “Noise-controlled self-replicating patterns”, (with D. Hochberg, F. Lesmes
and F. Morán), Phys. Rev. Lett. 91 (2003) 238301.
— “Coarse-graining, Scaling and Hierarchies”, in “Non-extensive Entropy. In-
terdiscipli-nary Applications”, M. Gell-Mann and C. Tsallis editors, Oxford
University Press, 2004.
— “Physical Phenomena underlying the Origin of Life”, Opening Lecture in
“Life in the Universe: From the Miller experiment to the search for life on
other worlds. A Conference Honoring Stanley Miller on the 50th Anniver-
sary of his experiment”, J. Seckbach and J. Chela-Flores editors, Kluwer
Academic Publishers, (2004).

—167—
CIUDADANO ¿QUIÉN?
(LA MÍSTICA DEL
MATERIALISMO CAPITALISTA)
por
JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ
JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ llegó a esta, en ocasiones triste, realidad ontológica,
una tarde de abril de 1970, en la más que dudosa, volteriana y maniquea ciudad
mariana de Sevilla, hecho el cual le sirvió de condición de revulsiva posibilidad
existencial para moldear un carácter contestatario que lo impulsó al estudio de
la filosofía y la antropología.
Admite que se destetó intelectualmente con el taoísmo de Lao Tsé y el
metarrelato de Milán Kundera durante una adolescencia más que reprobable.
Se licenció licenciosamente en la Facultad de Filosofía de la Universidad de
Sevilla, evitando, como peatón atónito, la lluvia constante de prejuicios germa-
nófilos, metafísicos y camineros que pudiera haberlos habido, aprovechando
aquello que menstrualmente le daba alas para volar con el maltrecho pensa-
miento. Amplió sus estudios con la licenciatura de Antropología Social e ini-
ció un sisífico estudio de doctorado sobre la estimulante figura de Carl Gustav
Jüng. Participó con la comunicación La emergencia de los nuevos mitos en la
sociedad eléctrica en el XL Congreso de jóvenes filósofos celebrado en Sevilla
y en las Jornadas de reflexión sobre la violencia, también en esta ciudad y repi-
tió estrado con la comunicación La filosofía como profesión poco recomenda-
ble en las Jornadas sobre Morfología del humor.
Trabajó durante una exhausta década en diversos medios de comunica-
ción radiados e irradiantes a nivel local y nacional, ganándose casi el ostracis-
mo con los espacios de reflexión crítica El hombre silencioso y El bombero del
atardecer en la utópicas y desaparecidas Radio América, Radio España, y como
asesor musical del programa El lobo estepario de Jesús Quintero para Onda
Cero Radio.
Ha publicado asiduamente en las revistas Engranajes y Bóreas, evocando
estudios sobre M. Foucault, W. Reich y E. Swedenborg. Es miembro fundador
y forma parte del consejo editorial de la revista para la quimérica difusión de
la cultura Al-marchar donde publica habitualmente crónicas sobre el pasado
clásico del pueblo y el Aljarafe en general, en un arrebato histórico-museístico-
monumental (¡Si Nietzsche levantara la cabeza!). Colabora con la emergente
publicación Lepe urbana, con un espacio sobre filosofía aplicada a la vida co-
tidiana, de ímprobo e ingrato nombre, Filosofía para todos. En la actualidad, y
mientras se cuestiona su condición de ser-arrojado-en-el-mundo ejerce como
profesor de filosofía, ética e historia para las bases, en el agitado y alienante
mundo de la educación secundaria, además dirige como puede, en su inexis-
tente tiempo libre, un taller de creación literaria y de técnicas de estudio en
Umbrete, la ciudad del mosto.

—170—
FICHA TÉCNICA DE LA PELÍCULA

Título: Ciudadano Kane (Citizen Kane, USA, 1941)


Dirigida por: Orson Welles
Guión: Orson Welles, Herman J. Makiewicz
Fotografía: Gregg Toland
Música: Bernard Herrmann
Interpretes: Orson Welles, Joseph Cotten, Everett Sloane,
George Coulouris, Dorothy Comingore, Ray Collins,
Agnes Moorehead, Paul Stewart, Ruth Warrick, Erskine
Sanford, William Alland, Alan Ladd

Sinopsis argumental
El magnate de la prensa Charles Foster Kane fallece solo
en su gran mansión de Xanadú pronunciando una única pa-
labra: Rosebud. Con la intención de averiguar su significado
un periodista comienza una investigación con las personas
que vivieron y trabajaron con Kane. Las entrevistas se su-
ceden y con cada persona afloran vivencias y recuerdos que
ayudan a modelar la compleja imagen del fallecido millo-
nario, pero, que no aportan datos sobre la misteriosa pala-
bra. Solo el espectador conocerá su origen y significado que
engloba temas como el anhelo de las cosas perdidas y los
valores realmente importantes.
Ciudadano Kane ha sido catalogada como la mejor pe-
lícula de la historia, esto hace que la información sobre la
misma abunde de forma tan variada que, para no viciar al
alumno, hemos preferido tan solo dar unas pinceladas del
argumento. Hoy, más de sesenta años después de su estre-
no, podrá no parecernos tan novedosa ni tan excepcional,
pero eso se debe, en gran medida, a que precisamente esta

—171—
película fue la inspiradora del resto de producciones cine-
matográficas a las que hoy consideramos como el cine mo-
derno y, que sin esta obra maestra, no existiría.

—172—
A mi hijo Luís, que ojalá disfrute del cine y la filosofía.

U N cartel anuncia el acceso restringido a Xanadú, la


brumosa mansión donde reposa en silencio un uni-
verso de descontextualizados objetos. No se trata
del mítico reino del KuBlaKhan, sino la desmesurada crea-
ción entregada a la “hybris”, endemoniada por la mística de
los objetos. La descontextualización de esta colección de
formas y materias, que incluye desde un zoológico priva-
do, pasando por, en otro tiempo, dorados puentes levadizos,
abandonados campos de golf y críquet, casuales glorietas
para ensimismados paseantes solitarios, hasta embarcade-
ros con varadas góndolas venecianas, posee un contexto
concreto, un contexto humano que ha originado ese apila-
miento caótico de cosas, de entes aparentemente inconexos.
Un hombre agoniza en el escondido lecho del sancta sanc-
torum colosalista de la casa señorial que es el egocéntrico
cosmos de un tirano, un hombre que deja caer, junto con
el último aliento de su maltrecho cuerpo, un objeto infan-
til fruto de una personalidad antojadiza y caprichosa, una
bola de cristal que contiene encerrada el paisaje nevado que
sufre la eterna condena de una falsa ventisca y una ráfaga
preñada de falsos copos de nieve. “F” de fraude. El mori-
bundo, agarrado materialmente a esta vida material por este
ingenuo e infantil clavo ardiendo que es el juguete, pronun-
cia un enigmático nombre: Rosebud. Al final sólo quedan
los objetos, las cosas, la materialidad de un cuerpo muerto
abandonado a una cáscara inanimada que nos hace herede-
ros del sempiterno enigma de la existencia de un alma que
no sabemos si residió alguna vez en ese despojo, detenidas
en el silencio de un devenir que se torna perpetuo como la
condena de Sísifo.
Ha fallecido Charles Foster Kane, paradigma del sueño
americano decimonónico, místico de la materialidad, mago

—173—
de los “trust” y sumo sacerdote de la ética protestante y
del espíritu del capitalismo. Pero también ha fallecido Wi-
lliam Randolph Hearst, el personaje real que se esconde tras
la máscara de la recreación de Orson Wells, el controver-
tido cineasta, para el film Ciudadano Kane, obra maestra
de la violencia desenfocada. Aunque las licencias artísticas
tomadas por Welles son abundantes, la identificación del
hombre-Kane de la pantalla con el hombre-Kane real son
copiosas e incómodas, tal es así que Welles sufrió un tor-
tuoso proceso creativo y fílmico, provocando que la mal-
dición de un decadente Hearts y los coletazos de su poder
omnípodo desestabilizase para siempre su carrera como ar-
tista, pero viéndose impotente para perturbar o perjudicar
su coherencia. Hearts, como veremos más adelante, atacó
a Welles y se vengó de sus proyectos creativos, más por la
desidia de convertirse en “carne de prensa amarilla” que por
la deformante y distorsionada imagen proporcionada por la
épica cinematográfica.
La misteriosa referencia a Rosebud, aunque ficticia, se-
ñala un objeto, el primero de una lista de objetos que definen
la vida de un hombre, no importa si real o no. Sin ningún
tipo de duda racional. Muchos piensan que somos lo que
acumulamos. Muy posiblemente se equivoquen. Si parece
cierto que todo objeto tiene significado, ya sea literal o sim-
bólico. Sin embargo, los objetos tienen una dimensión que
va más allá de lo simbólico y que roza lo místico para aquel
que los adquiere y los posee, una mística material que tiene
su origen en la impronta cultural del individuo, formándolo
y complementándolo. Y aunque el joven-Kane rechaza en
principio la abstracción material de las riquezas bursátiles,
terminará por transformar la realidad material de las cosas
a través del ejercicio periodístico de violentar la realidad
proporcionándole una falsa racionalidad, sin permitir que
la realidad le estropee una buena noticia. La realidad es
racional y lo racional es real, si la realidad no es racional
¡peor para la realidad!, profetizaba G. W. F. Hegel. Aunque
su intención coquetea descaradamente con el idealismo he-
geliano, desde el devenir de su propio protagonismo como
Némesis de la transformación materialista-dialéctica prego-
nada en la revolución rusa hasta su personalista construcción

—174—
del mundo de las cosas a golpe de rotativa y presunto idea-
lismo periodístico, el anciano-Kane hará de la religiosidad
pietista inculcada por su madre, la causa inconsciente de la
acumulación de trofeos y el coleccionismo desmedido de
cosas como signo del éxito laboral propiciado por el Todo-
poderoso. In God we “trust”.
Charles Foster Kane, el padre del Cuarto Poder, cuyo
cuerpo inanimado ha quedado arrinconado y que comienza
a acumular polvo como los objetos que le rodearon en vida,
terminará fagocitado por ese poder pseudópodo y violento
que ha creado. El Cronos de ojos desorbitados que devoró
a sus hijos desde las imprentas de los periódicos, la pri-
mitiva producción radiofónica y la impredecible industria
cinematográfica, es ahora castrado por el Zeus de la nueva
prensa, propiciando una nueva cosecha de malsano amari-
llismo periodístico. Las mismas hienas que se reparten los
trozos desmembrados de ese cadáver exquisito, aparecen
en la penumbra claroscura de las redacciones y las salas de
edición de noticias, creando una realidad racional a la me-
dida de sus mandatos racionales. Welles-Kane se adelanta a
la cultura de los papparazzis que hoy nos tortura, iniciando
la vana investigación del sentido de su “famosas últimas
palabras”, Rosebud, el místico mensaje por descifrar de una
Pitia cuyo templo de Delfos es la Bolsa de Wall Street.
Su vida muy bien podría haber sido uno de aquellos ex-
perimentos positivistas decimonónicos que planteara Comte
o Malthus, un niño tutelado por un banco ante la impasible,
no sabemos si impotente, mirada de una madre que hace del
casual éxito laboral, el motor metafísico de la vida de un
hombre, el niño-Kane que será movido en una ascendente
cadena de causas y efectos por un primer motor inmóvil,
determinando su destino y arrebatando lo que más quiere.
Su libertad, enterrada en la nieve de la nostalgia junto con
Rosebud.
En rebeldía al universo protestante capitalista que lo ha
arrebatado de un femenino mundo de natural mediocridad,
el joven-Kane muerde la mano que le da de comer como
un joven e inconsciente Edipo odia el principio masculino
que lo ha modelado a la imagen y semejanza de las oscila-
ciones de los mercados y las acciones, y lejos de la rebeldía

—175—
romántica que inspiraría las luchas de clases, abraza el único
camino posible para el american way of life y su impronta
moral de sacrificio y reconocimiento, el materialismo-dia-
léctico a través de la violencia periodística, transformar la
realidad que no se muestra lo suficientemente razonable
con las necesidades, los resultados y las previsiones de la
venta de periódicos. “No hay guerra en Cuba”, “usted pro-
porcione poemas, yo proporcionaré guerra” dice sonriendo
Hearts-Kane, dictando un telegrama al requerimiento de un
corresponsal del periódico. Los ecos del hundimiento de
acorazado Maine y del inicio del desastre de la guerra entre
España y Estados Unidos gracias a la manipulación perio-
dística del dueño y señor de monopolio periodista sólo se
denuncian taimada y circunstancialmente al principio y al
más puro estilo festivo y de vodevil que caracterizaría a la
cultura hollywoodiense, haciendo de la política puro espec-
táculo para la masa alienada que se deja manipular hasta la
sangre que terminará por ser vertida, no se sabe en nombre
de qué presuntos ideales. Tras tanta teatralidad se ocultará
uno de los más flagrantes casos de violencia desenfocada de
la historia de las estrategias geopolíticas.
El joven-Kane procesa un idealismo aparente, apasio-
nado ejemplo de un modelo de periodismo interesado que
sólo se justifica a sí mismo en lo teleológico de su carácter,
su propio fin material justifica sus medios. Ni siquiera el
crack del 29 detiene este falso altruismo del “pueblo quie-
re saber” cuando ese objeto de conocimiento obedece los
intereses de los magnates del “New Deal”. La falsa lucha
idealista del periodista norteamericano por los oprimidos de
América que han bebido el amargo zumo de las uvas de la
ira durante las primeras décadas del siglo XX, sólo puede de-
venir en la ironía manipulativa de los intereses materialistas
y capitalistas del monopolio de la prensa de Kane-Hearst.
Y la búsqueda incesante de Rosebud continua como ese
fin absurdo marcado por la jauría de sabuesos de la prensa
que autoriza cualquier medio a su alcance, lejos de cualquier
código deontológico que reste grasa y lubricante al, cada
vez más veloz, proceso de la presunta inmediatez informa-
tiva. Cambien Rosebud por cualquier de los nombres de la
“prensa rosa” que invaden los medios de comunicación,

—176—
busquen a Rosebud entre la fotogénica e inservible nobleza,
la inútil y estival aristocracia, la parasitaria burguesía que
succiona sus beneficios de la falsa fama. En el film de We-
lles, Rosebud tomará el rostro de las ilusiones de juventud
emprendedora y falsificada, una esposa formalista y ausen-
tes, de amantes fugaces de difícil rastreo. Pero por encima
de todo, Rosebud es el rostro cambiante de miles de objetos
distintos, una procesión interminable de cosas que van sus-
tituyendo ese impulso hegeliano idealista para declarar la
comunión mística con la materialidad. “Siempre utilicé el
dinero para comprar cosas”, reconoce melancólicamente el
anciano-Kane, como si en el reconocimiento de esta verdad
oculta se desatase un bálsamo que suavice toda la irritación
social, política y económica que ha provocado su continua
violencia desenfocada ejercida desde sus periódicos.
Cuando Hearts-Kane presenta su declaración de princi-
pios como periodista, su figura, en plano americano, que
estaba perfectamente iluminada, queda sumida en una in-
quietante penumbra fotográfica, un juego de luces que
denuncia que el journalist se encuentra en una zona cre-
puscular de la realidad; su capacidad para modificar y edi-
tar las noticias escritas emerge como su capacidad para dar
una realidad incuestionable para un público que cree real la
racionalidad impresa que aparece en los rotativos. Hearts-
Kane es una imagen especular e inquietantemente real del
Winston Smith de 1984 de George Orwell, que desde su
siniestro puesto funcionarial borra la realidad escrita de los
noticiarios o los adapta a la “neolengua”, borrando de la
racionalidad desplegada a disidentes y enemigos del siste-
ma, los fantasmas del Gran Hermano que lo vigila cons-
tante e impune. No acaban aquí, en la manipulación de la
realidad editorial, los puntos en común entre Ciudadano
Kane y la antiutopía orweliana. Hearst-Kane también es un
mago violentador de la “neolengua”, al igual que los dicta-
dos seguidos por Winston Smith para pasar a los hombres
y los hechos por el lecho de Procustros del totalitarismo. El
fascismo periodístico del Inquirer o el Chronicle se autori-
za a sí mismo en la libertad de prensa fundamentada en la
propiedad privada que alimenta la impronta estadouniden-
se, erigiéndose como defensor de los lectores y ampliando

—177—
esta prensa apologética y belicista hasta la misma esfera
de los derechos humanos, nutriendo la mascarada de una
falsa democracia occidental. El personaje encarnado por
Joseph Cotten guarda celosamente esta esperpéntica decla-
ración periodística que jocosamente iguala a las ilustradas
declaraciones de los derechos universales del hombre. Los
periodistas y los inversores del “Trust” retratado por We-
lles hacen gala de la misma inercia que conduce la actual
política norteamericana que propició la lamentable foto de
la Azores, “si no estáis conmigo, estáis contra mí”, si la rea-
lidad no se deja transformar, está plagada de inútiles anar-
quistas sin proyección política y económica.
“Hearts-Kane” se convierte a sí mismo en hombre-es-
pectáculo, retroalimentando la corriente informativa que él
mismo ha creado, inaugurando uno de los santos manda-
mientos de todo medio de comunicación: “todo es noticia”.
El demiurgo de las crónicas pasa a ser crónica y se violenta
a sí mismo con intención, premeditación y delicadeza, ocul-
tando su auténtica faz tras un simulacro de sí mismo, con
un primer matrimonio igualmente falso, punto arquimédico
de los universos paralelos de los rumores y la doxa y un
segundo matrimonio que rozaba la ilegalidad por la edad de
la jovencísima consorte.
Su fracaso político, que parte de la estética electoral de
los fascismo europeos con un descaro retórico que se apoya
en las promesas a los hambrientos y los desheredados de la
tierra. Pero Estados Unidos es un pueblo donde la grandilo-
cuencia de los discursos electoralistas de Hearts-Kane, ins-
pirados por la cartelería inspirada en los megalomaniacos
discursos del Reichstag hitleriano (que tienen una primera
expresión artística de Welles en la compañía Mercury Thea-
tre con la representación de Julio Cesar de William Shakes-
peare, con una escenografía que imitaba los discursos de
Benito Mussolini) se escandaliza ante la doble moral de los
poderosos, condenando en las urnas ya sean las amantes
cantantes de ópera, las esposas despechadas o el sexo oral
en despachos ovales. Nada puede en ocasiones el Cuarto
Poder contra el Poder Político en estado puro, combatiendo
la manipulación con la misma manipulación que no sólo
sufren los ciudadanos sino los políticos profesionales; un

—178—
poder político igualmente violentado en silencio por el cur-
so de los acontecimientos. “Victoria o Fraude”, las rotati-
vas del Kane-político caen ante la falta de peso ontológico
de una realidad que se adelanta a la impostura desenfocada
de la prensa que dice a los ciudadanos en qué consiste la
realidad cuando siempre ha sido la realidad la que acudía
a la lectura de la prensa para autodeterminarse. El cesaris-
mo decimonónico amparado en las masas ciudadanas que
ignoraban cómo Kane-Hearst provocaba la guerra hispano-
estadounidense se veía perjudicado por el giro copernicano
de una sociedad que se detenía a contrastar aquello que se
ofrece, sabedora del fraude que anida en la misma Teoría
de la Acción Comunicativa. Una suerte de “Fear to Fake” o
miedo al fraude del que Kane-Hearst sale con más vueltas
de tuerca en su universo creado a base de rotativas. Al igual
que la locura, inconsciente o no, del rey Jorge inducida por
la pérdida de las colonias americanas, que reducía a la mo-
narquía a una fotogénica institución testimonial, Charles
Foster Kane sabe reconocer que su vida se transforma en
prensa, su existencia en papel impreso, su peripecia moral
en doxa. Y la doxa no entiende de justicia ni de declaracio-
nes de principios.
El Kane-anciano perecerá como un antiguo faraón, ro-
deado de un sin fin de esculturas lujosas pero escéptico en
la creencia de la supervivencia de una alma materialista.
El misterio de Rosebud se esconde enterrado en la imagen
fragmentada de un puzzle inacabado, ¿tal vez el nombre del
autor de la imagen del puzzle, la desengañada acompañante
que realiza el puzzle y custodia al también frustrado Kane-
anciano que busca su supervivencia en la torpeza material
que le rodea? ¿sigue la convicción protestante y capitalista
del utilitarismo que explica la identidad de un hombre según
su lista de propiedades? Si es así, el malestar de la cultura
del Ciudadano Kane lo muestra como un ser incompleto,
abierto, prisionero de un miedo a la soledad que lo convier-
te paradójicamente a su vez en un ser aislado, necesitado
de una “cura” en el sentido heideggeriano, arrojado en el
mundo de la materialidad ontológica más reaccionaria y
conservadora. Ahí está sepultado el secreto de Rosebud, el
Hocus-Pocus faraónico del Kane-cadáver. Sabedor de su fin,

—179—
el acumulador de objetos, entregado a la existencia caída y
la autodestrucción del mundo que le rodea (en una secuen-
cia donde Welles-Kane se mueve como un torpe monstruo
de Frankenstein que derriba y rompe todo lo que tiene a
su alrededor) evoca el primer objeto que poseyó. Tras su
muerte, Thompson, el periodista que busca el misterio del
hombre buceando en un pasado en forma de acertijo hecho
pedazos, no acierta a descubrir la hermenéutica oculta en
el nombre y en el hombre, pero el Welles-director es claro,
Rosebud es el inicio de una nada precipitada en forma de
traición material, el primer motor inmóvil de un universo
de entes actualizados en el desasosiego de su propia deca-
dencia y pena. Rosebud es la nostalgia de un camino mal
tomado, del “dolor de hogar” más inservible, del peso de
una ciclópea esfera del mundo representada en la forma de
un juguete infantil sobre unos hombros envejecidos y has-
tiados. Sólo un trineo y nada menos que un trineo, el sím-
bolo de una niñez nunca recuperada en el afán museístico
de un Kane-Hearst que violentó la realidad material como
ajuste de cuentas con la misma realidad donde residía en su
propia tiranía.
El ritmo de los tambores de la jungla se acompasa con el
latido, cada vez más intenso, del corazón de Charles Mar-
lowe, un marino contratado por la compañía del comercio
del marfil para buscar en la profundidad del río Congo a
uno de sus más importantes agentes productores, de nom-
bre Kurtz. Río arriba, Marlowe, siente el desasosiego del
hombre civilizado que deja atrás la cordura, adentrándose
en el atractivo y absorbente misterio del salvajismo más ab-
soluto, el corazón de las tinieblas. Inicialmente adaptada
para la radio, la obra de Joseph Conrad inspiró la trayecto-
ria profesional de Welles, siendo uno de sus famosos pro-
yectos inconclusos. Muy bien tanto su vida personal como
el guión y el enfoque de Ciudadano Kane podrían corres-
ponder con las peripecias de los héroes conradianos. Orson
Welles nació en Wisconsin en 1915, huérfano temprano, es
el prototipo de hombre hecho a sí mismo, uno de los cli-
chés morales y éticos más genuinamente americanos. Su
formación teatral tiene lugar sin embargo en Irlanda, a la
sombra de la genialidad literaria del genio shakesperiano,

—180—
regresando a Estados Unidos para “importar” una nueva
visión del teatro y el arte. Testigo de la crisis del 29 y del
hundimiento social del hombre desubicado de entreguerras
y consciente de un sentido del capitalismo salvaje que de-
rivará en los fascismos, siempre se vio a sí mismo como un
emigrante de los muchos que entraban en riadas humanas
por Ellis Island, un joven artista con nuevas ideas en el país
de las condiciones de posibilidad. Welles ha llevado a gala
jugar con el universo de la apariencia, inicialmente con las
tablas y las candilejas menos intelectuales y exquisitas has-
ta el mundo de la magia, cuya base principal es el engaño,
engaño al que rinde culto en todos sus trabajos más me-
diáticos, desde la radio, el cine dramático, el documental
y la televisión. Todo en la actividad de Welles tiene un aire
de experimentación, jamás se aburguesó e industrializó con
totalidad. La famosa emisión radiofónica en la cadena CBS
de la adaptación de la novela de H. G. Wells “La guerra de
los mundos” por la compañía de teatro Mercury Theatre,
fundada por él mismo, tuvo una conmoción mundial. Aun-
que se obligó a Welles, por parte de la dirección de la CBS,
a pedir públicamente disculpas por los tumultos y la histeria
colectiva desplegada la noche de la emisión, éste demostró
al mundo entero la dimensión del engaño y del mundo de
la apariencia que subyacía y subyace a los modernos me-
dios de comunicación. Innovador implacable comparable a
Dalí, Buñuel o Hichckoc, supo ver el cine el siguiente paso
lógico para su expresividad artística. Pero ¿hacia dónde o
hacia quién dirigir esta energía creativa? Welles conoció al
guionista hollywoodiense Herman J. Mankiewicz, que pro-
puso un guión inicial sobre la vida de Howard Hughes, para
acabar decidiéndose sobre otro de los grandes personajes
americanos venidos a menos, William Randolph Hearts, se
titularía “Ciudadano Kane”. Hearts, explícitamente repre-
sentado en la pantalla, recurrió a todo tipo de artimañas para
impedir el rodaje, el estreno de la película y su distribución,
desde el chantaje, el sabotaje, hasta volcar todo el peso de
la maquinaria mediática de la prensa y la radio que, ya en
decadente influencia, consiguió tocar de muerte al proyecto
y a la carrera de Welles que siempre fue considerado como
un director controvertido y problemático. Candidata a los

—181—
premios Oscar, Ciudadano Kane sólo fue premiada con el
oscar al mejor guión original compartido entre Mankiewicz
y Welles, aunque fue declara en 1986 la mejor película de la
historia del cine por la Asociación Cinematográfica Ameri-
cana. The magnificent Ambersons, El extraño, La dama de
Shanghai, Sed de Mal o El proceso fueron los más desta-
cados ejemplos de este arte que entró directamente en las
listas del cine de culto pero no del éxito. Una de sus últimas
propuestas fue F de fraude, extravagancia cinematográfica
de corte posmoderno que juega con la figura de un conocido
falsificador de cuadros y de su propia imagen de prestidi-
gitador de las imágenes cinematográficas. Con una carrera
tan personal y revulsiva, quedó condenado en varias ocasio-
nes al exilio cinematográfico negándosele el privilegio de
la dirección y obligado a participar como actor secundario
en películas y producciones de serie B, dando la réplica en
ocasiones a hieráticos actores como el mismo Víctor Matu-
re, haciendo una consciente o tal vez inevitable parodia de
sí mismo. Orson Welles solía aparecer como un orondo y
carismático individuo que daba cierto aire pintoresco, bo-
hemio y misterioso a producciones hollywoodienses como
The Tartars, La Isla del tesoro, o Casino Royal.
Un film de la profundidad y perfección no se fabrica sino
que “deviene”. Si aplicamos un método de análisis dialé-
ctico y epistemológico a la historia de la cinematografía
norteamericana, y por extensión a la soviética y alemana,
nos damos cuenta que ciertas películas han acontecido en
el despliegue racional del Séptimo Arte. Mientras que Ei-
senstein inauguraba el montaje cinematográfico auspiciado
por los dirigentes rusos movidos por el motor del emergente
estalinismo en sincrónica competencia con directores Fritz
Lang, que huiría finalmente del nazismo, y D. W. Griffith,
jóvenes valores como Welles gestaban un nuevo aprovecha-
miento de los recursos artísticos y una innovación narrativa
y fotográfica de un medio que ya parecía rozaba los lími-
tes del agotamiento industrial en una pérdida del “aura”,
en palabras de Walter Benjamin, fruto de la reproductibili-
dad técnica en la que había derivado. Si la industria mata el
arte, como parece que ocurre, la propuesta de Welles, que
innova en cada medio que es contratado industrialmente,

—182—
es un uso formal de los medios de rodaje que se habían
acomodado a la velocidad productiva de un Hollywood que
reclamaba beneficios y dejaba de lado la creatividad. Pero
Ciudadano Kane no sólo era atrevida en lo técnico, sino
también en su temática y en su semántica. Hasta el fin de la
Segunda Guerra Mundial, ciertas figuras públicas, dueñas y
señoras de los recursos petrolíferos, la industria y la prensa
continuaban siendo intocables para la mayoría del aliena-
do pueblo americano y Welles, demócrata revulsivo para el
patriotismo y el conservadurismo del “New Deal” roosve-
liano de la foto de Yalta, origen del fascismo y el machismo
intrínsecos del American way of life, hacía un llamamiento
a la “democratización” de la historia, mostrando la galería
de personajes que manejan los hilos del destino violentado
según sus intereses. La apuesta de Welles lo marcaría para
siempre como el enemigo de los poderosos. Inicialmen-
te pensada para retratar la misteriosa y obsesiva vida del
multimillonario dueño de la TWA, Howard Hughes, We-
lles y Mankiewicz, planearon una primera película con casi
desconocido Joseph Cotten como réplica carnal del mun-
dialmente estrafalario héroe de la aviación, al que se rela-
cionaba sentimentalmente con actrices como la intelectual
Katherine Herburph o la voluptuosa Jane Russell. Pero el
magnate, superviviente económico de dos guerras mundia-
les y amigo personal de Edgar Hoover, fundador del FBI y
el hombre más poderoso del país, y Allan Dulles, fundador
de la institución que más tarde sería la CIA, consiguió dete-
ner el proyecto en seco, retrasando su historia más de medio
siglo, hasta que el ítaloamericano más poderoso del cine,
Martin Scorcese retomase la revisión del proyecto para el
film El aviador. Welles sabría reconocerse como un Qui-
jote luchando contra unos molinos de viento insuperables,
así que propuso al decadente William Randolph Hearst, el
poco conocido demiurgo del Cuarto Poder que malvivía el
aislamiento decimonónico de una vejez con la que apenas
comprendía el curso de los acontecimientos que estaban por
venir. Marlowe encontraba por fin a su Kurtz en el corazón
de la selva industrial de la meca del cine. ¿Verdad o frau-
de? Hearst no supo superar la dicotomía fílmica, al ser un
hombre anclado en el abismo del pasado, y sucumbió al

—183—
reconocimiento con el Ciudadano Kane, iniciando una cru-
zada contra el arte y la industria que terminaría por seña-
larle y perjudicarle. Como si del mismo Hoover se tratara,
contrató detectives para seguir y registrar la vida sexual de
los directivos de Warner Bros. y la RKO Pictures, con la
intención de extorsionarlos para detener el rodaje, cambiar
el montaje final y provocar que la película no llegase a las
salas comercias, incluso recurrió a agentes ocultos en el
equipo de rodaje para sabotear los decorados, provocando
accidentes mortales. Nada detuvo a Welles y al devenir que
suponía su película. La violencia desenfocada iniciada por
Randolph Hearst tuvo su reacción por parte de Welles, sólo
cambia su intencionalidad moral y política.
El Ciudadano Kane de Orson Welles, como producto
semántico y fílmico terminado ha impulsado proyectos de
denuncia sobre la violencia desenfocada como Bowling for
Columbine, Supersize Me, Fahrenheit 9/11, Gracias por fu-
mar o Una verdad incómoda. Ciudadano Kane aunque po-
see una estructura narrativa sólida y clásica, arranca como
un falso documental, conceptos ambos que fascinan a We-
lles. Por una parte la ironía infantil de la falsedad repre-
sentacional o su condición de “simulacra”, asumida en sus
propios mecanismos teatrales exportados a lo cinematográ-
ficos, se asienta en una tradición demócrata que, mal enten-
dida desde la idiosincrasia republicana, se contempla como
un ejercicio de izquierdismo desmedido. Más de una voz
acusó al Welles-director de pertenecer al Partido Comunis-
ta, siendo observado muy de cerca por el Comité de Activi-
dades Americanas fomentado por el senador Macarthy, bajo
la recomendación de un Howard Hughes entregado a los
delirios conspiranoicos. Hoy vivimos en la técnica y en la
temática y hemos cambiado la genialidad de los Welles que
puedan caminar anónimamente entre nosotros, para desper-
tarnos del sueño dogmático de la violencia desenfocada que
nos envuelve, por la normalización del arte fílmico. Sólo
experimentamos revulsivos políticamente correctos para
un pensamiento, más que único y laxo, laxante. Un uni-
verso donde la materialidad de ha reivindicado a sí misma
en silencio, venciendo y convenciendo, donde los nuevos
Charles Foster Kane o William Randolph Hearst nos han

—184—
inclinado a afirmar en el vacío su inexistencia y se ocultan
en los pliegues de nuestra falsa historia, una historia que les
pertenece más a ellos que a nosotros ¿Dónde estará escon-
dido el Rosebud de nuestros días?

—185—
LAS AGRESIONES
CONTRA
LOS CONSUMIDORES
por
RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA
RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA es responsable de Comunicación de FACUA.

—188—
E L mercado, el sistema capitalista y lo que en los
países de nuestro entorno se ha venido a llamar la
sociedad de la opulencia se perpetúan gracias a la
invitación al despilfarro irracional, la manipulación de los
consumidores para que conciban la felicidad y el éxito como
sinónimos de consumo, compra, acumulación de bienes y
ostentación de los mismos.
En nuestro momento histórico y entorno socioeconómi-
co, el mercado ya no se limita a fabricar productos para
satisfacer las necesidades de los consumidores. Más bien,
su objetivo es “fabricar” consumidores que adquieran los
productos. Cuando (y donde) las necesidades básicas están
colmadas, el mercado crece y se enriquece haciendo creer
a los consumidores que necesitan más productos, más ser-
vicios, para alcanzar una felicidad utópica a la que nunca
llegarán porque siempre seguirán “necesitando” comprar,
acaparar y ostentar más bienes.
Pero para lograr esa manipulación en la conciencia y por
ende en el comportamiento de los ciudadanos, es necesario
montar una estructura comunicacional en la que, a todos los
niveles, el Dios Consumo sea venerado sin que se surja la
más mínima noción de pérdida de libertad. Se trata de hacer
creer a los consumidores que sus decisiones son suyas y que
nada ni nadie les ha teledirigido hacia ellas.
Un sistema que se nutre de los grandes medios de comu-
nicación de masas, que difunden no sólo la publicidad de los
productos y servicios, sino también un discurso claramente
socializador en el que la felicidad siempre está aparejada al
consumo y ostentación de productos y servicios.

—189—
Este modelo de sociedad basado en la invitación al con-
sumo irracional resulta de por sí una agresión, un acto de
violencia, contra el individuo, ya que su discurso tiene tanta
fuerza que logra privarlo de libertad real y le aporta una
falsa noción de libertad. El ciudadano, el consumidor, cree
que es él quien toma las decisiones libremente, sin percibir
que éstas son fruto de una manipulación tanto puntual (la
que le lleva al acto concreto de compra, con una publicidad
que ensalza virtudes, algunas falsas, del producto, mientras
que oculta ciertos defectos), como global (la que le hace
creer que los bienes le aportan felicidad sin advertirle que
el gasto excesivo conlleva falta de ahorro, endeudamiento
y, finalmente, angustia e infelicidad).
Pero junto a la manipulación global que sufren los con-
sumidores en esta sociedad de la opulencia, están los actos
concretos, cotidianos, en los que padecen abusos y fraudes
de empresas y la desprotección por parte de los poderes pú-
blicos ante éstos. Ésta otra agresión es, quizás, más percep-
tible por el consumidor de a pie, más frustante, sobre todo
si no se decide a responder a la violencia del mercado, del
sistema, entrando en acción, rebelándose y luchando por
que sus derechos sean respetados.
La tipología de agresiones del mercado contra los consu-
midores es muy amplia y variada. Pongamos algunos ejem-
plos:

Junto a las cometidas por las empresas (o administracio-


nes públicas que también prestan servicios), están las agre-
siones de los poderes públicos en el ámbito del Consumo:
Agresiones mediante la falta de un control suficiente del
mercado, para evitar o actuar contra los abusos y frau-
des garantizando la protección de los consumidores.
Agresiones fruto de la lentitud y ausencia de respuesta a
las denuncias que plantean los consumidores contra
las empresas que cometen irregularidades.
Agresiones basadas en negar a la sociedad civil y sus
organizaciones representativas niveles importantes
de participación en la vida política, en las decisiones
sobre la elaboración y aprobación de normas que re-
gulen el mercado, así como en el control del mismo.

—190—
Agresiones mediante la promulgación de normas (leyes,
reales decretos..) en las que la protección de los con-
sumidores resulta insuficiente.
Agresiones a través de la falta de medidas que garanti-
cen el control del cumplimiento de las normas que
regulan el mercado.
Agresiones a través de la discriminación y la negativa
a potenciar a organizaciones ciudadanas combativas,
críticas e independientes del poder y del mercado, en
paralelo al apoyo a otras que son complacientes con
los gobernantes y que se pliegan a sus intereses.

La respuesta necesaria a los abusos, las agresiones, del


sistema, es la toma de conciencia del ciudadano de que
debe ser un consumidor crítico, reflexivo, que debe intentar
evitar la manipulación y, sobre todo, que ha de actuar contra
esas prácticas autoorganizándose.
Si la respuesta de los trabajadores a los abusos de las em-
presas son los sindicatos de clase, la de los consumidores
son, o deben ser, las asociaciones de consumidores. Se trata
del mismo ciudadano que se autoorganiza en dos modelos
de organizaciones, una para proteger sus intereses como
trabajador, otra para protegerlos como consumidor.
En los próximos capítulos expondremos la historia de
ese movimiento de consumidores en el mundo y en Espa-
ña, el caso concreto de FACUA-Consumidores en Acción
y su modelo e ideario, así como algunas nociones sobre lo
que para esta organización debe ser un consumidor crítico
y reflexivo.

ORÍGENES E HISTORIA DE FACUA Y


SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO DE CONSUMIDORES

Para hablar de los orígenes y la historia de FACUA es


necesario hacer una aproximación a los propios orígenes y
al desarrollo del movimiento consumerista en el mundo y
en España, todo ello para situar el marco en el que se pro-
duce el nacimiento de nuestro proyecto consumerista y las

—191—
condiciones que han podido influir en su propio origen y
desarrollo.

Orígenes del movimiento consumerista en el mundo y en


España
Las organizaciones de consumidores nacen como un
movimiento social natural de autodefensa de los propios
ciudadanos para intentar hacer valer sus derechos de for-
ma colectiva frente a productores y comerciantes. La teoría
económica ha ido denominando como consumerismo a todo
movimiento social que lucha por incrementar los derechos
y el poder de los consumidores en relación con los medios
de producción y distribución, es decir, el mercado en cual-
quier sistema económico.
El origen o el punto de comienzo de estos movimientos
hay que situarlo en el siglo XIX y nace ligado a las distintas
teorías que cuestionaban o planteaban la reforma del siste-
ma capitalista vigente en Europa en dichas fechas. Se puede
decir que las primeras formas de organización de los consu-
midores como tales toman cuerpo en torno a cooperativas
y se cita como la primera conocida a la formada en 1844
en la ciudad de Rochdal, ciudad situada a 20 kilómetros de
Manchester, en Inglaterra.
Al final del siglo diecinueve comienzan a aparecer en
Estados Unidos las primeras Ligas de Consumidores, que
reivindicaban la protección de los consumidores por medio
de reglamentaciones apropiadas para los distintos produc-
tos o servicios que se ofertaban en el mercado.
Sin embargo, no es hasta el siglo pasado y acompañando
el proceso de industrialización y la aparición de la sociedad
de consumo de masas que se desarrolla en Estados Unidos
y en algunos países de Europa (consumismo, despilfarro,
multinacionales, producción en masa y sofisticación) cuan-
do aparecen las organizaciones de consumidores como hoy
las conocemos y que tuvieron su origen en la defensa del
poder adquisitivo o de compra de los consumidores y en el
deseo de obtener más bienes. Aunque dichas organizacio-
nes, surgidas tras la segunda guerra mundial, no adquieren
un papel importante hasta la década de los sesenta.

—192—
Es por tanto a partir de esa década, y una vez cubiertas
las necesidades cuantitativas generales por los trabajadores,
cuando surgen las nuevas aspiraciones o reivindicaciones
de tipo cualitativo. Es el surgir del movimiento específico
de los consumidores de una forma separada del movimiento
sindical. Aparece el movimiento denominado consumerista
y las organizaciones surgen y se desarrollan en todos los
países industrializados, alcanzando un poder importante en
cada país e incidiendo ante sus gobiernos para mejorar las
leyes de protección de los consumidores, utilizando diver-
sas formas de presión a través de las revistas que publican
y organizando boicot a productos o servicios, a la vez que
comienzan a coordinarse internacionalmente.
Para atender las aspiraciones cada vez más sentidas de
la sociedad europea y norteamericana, el Presidente de los
EE.UU, J. F. Kennedy se ve obligado a promulgar los De-
rechos del Consumidor en la década de los sesenta, el Con-
sejo de Europa proclama la “Carta Magna del Consumidor”
en el año 1973 y la Comunidad Económica Europea (hoy
Unión Europea) elabora un “Programa Preliminar” en el
año 1975.
En España, si bien el movimiento de defensa de los
consumidores no comienza a desarrollarse y a cobrar cier-
to protagonismo hasta la década de los ochenta, se pueden
citar como antecedentes del mismo al surgimiento de las
Asociaciones de Amas de Casa a finales de la décadas de
los sesenta (que luego adoptarían también el nombre de
consumidores y usuarios), a las Asociaciones de Vecinos
surgidas masivamente en la década de los setenta, a la vez
que en 1973 se comienza a publicar una revista especializa-
da en temas de consumo con el nombre de “Ciudadano” y
en 1975 surge la Organización de Consumidores y Usuarios
(OCU). También se crea en dicho año el Instituto Nacional
del Consumo dependiente del Ministerio de Sanidad y Con-
sumo.
El marco legal de protección a los consumidores se de-
sarrolla en Europa a partir de los años 60, en un intento
de dar un marco jurídico a los derechos e intereses de los
consumidores y de sus organizaciones, en consonancia con
el desarrollo económico de los países europeos de la zona

—193—
capitalista. En España este nuevo marco legal se retrasa
hasta la década de los ochenta, con la promulgación de la
Ley General para la Defensa de los Consumidores y Usua-
rios de 1984.
En América Latina y en Asia el movimiento de protec-
ción y defensa de los consumidores surge y se desarrolla
generalizadamente en una etapa más tardía y en consonan-
cia con el desarrollo político y económico de dichos países,
aunque como en el caso de México los primeros movimien-
tos de defensa de los consumidores surgieron con bastante
antelación al resto de los países de la zona. Sus leyes de
protección a los consumidores se promulgan en la década
de los 90 y a principios de este siglo.

Condiciones y elementos precipitantes


Observando el proceso de desarrollo de las organiza-
ciones de consumidores a partir de la década de los 60 en
Estados Unidos y en Europa occidental, es decir, las llama-
das sociedades industrializadas se puede afirmar que dicho
fenómeno se había producido en un caldo de cultivo favo-
rable o condiciones determinadas por las siguientes carac-
terísticas:

Desarrollo económico del país y un nivel de renta deter-


minado que permiten hablar de Sociedad de Consu-
mo.
Nivel cultural ampliamente extendido en las distintas ca-
pas que componen la sociedad.
Oferta masificada en cantidad y variedad de productos
y precios. Avalancha de la publicidad en apoyo a la
oferta.
Sistema político en el que sea posible ejercer la libertad
de reunión y expresión a cualquier persona y grupo
que lo desee.

Sin embargo, además de estas condiciones objetivas ge-


nerales existen otras condiciones objetivas-subjetivas con-
cretas que son las que provocan el “parto” en un momento
determinado o las que permiten el desarrollo acelerado.

—194—
Podríamos llamarlas condiciones-provocadoras o detona-
dores sociales o elementos precipitadores y entre estas se
podrían señalar las siguientes:

Las crisis económicas inciden de tal forma de los intere-


ses económicos del consumidor que provocan la ne-
cesidad de aglutinarse y autodefenderse.
El fenómeno del fraude tanto en el precio como en la ca-
lidad de los productos o servicios originan la reacción
de tipo consumerista.
Los medios de comunicación de masas al alcance de los
consumidores pueden sensibilizar a amplios secto-
res.
La desprotección tanto legal como administrativa pro-
voca los resortes de autodefensa entre los consumi-
dores.
El posicionamiento de gobiernos, gobernantes o partidos
políticos sensibilizados en favor de los intereses de
los consumidores.

Probablemente existan otras condiciones y caracterís-


ticas propias en otros países. Hay que señalar también que
no todas las condiciones descritas tienen la misma fuerza
de influencia, ni que se hayan dado todas las condiciones en
todos los países o en un solo país.

Tipología del movimiento de consumidores


Para clasificar los movimientos de consumidores y di-
ferenciarlos se han tenido en cuenta dos criterios básicos y
esquemáticos utilizados por buena parte de los analistas y
estudiosos, es decir, sus objetivos y sus actividades.
Según los objetivos que pretendan alcanzar las distintas
organizaciones de defensa de los consumidores nos encon-
tramos con dos modelos claramente diferenciados:
Hay asociaciones cuyos objetivos son solamente el colo-
car al consumidor en mejor situación dentro del seno de las
estructuras del mercado. En este caso, se trataría de organi-
zaciones enclavadas en el actual sistema de mercado y que
sólo persiguen corregir los desmanes o abusos de éste. En

—195—
este bloque se encontrarían la mayoría de las organizacio-
nes de consumidores de Europa, Estados Unidos y demás
países desarrollados.

Otro modelo lo representarían las asociaciones cuyo ob-


jetivo sea el cambio social, la transformación de las actua-
les estructuras económicas. En este otro caso se trataría por
tanto de organizaciones que sin renunciar a defender una
mejor posición de los consumidores en el mercado y com-
batir los desmanes y abusos de éste, también se proponen
contribuir a cambiar el actual modelo de producción, distri-
bución y consumo. En este segundo bloque se encontrarían
algunas organizaciones de Europa y buena parte de las or-
ganizaciones de América Latina y otros países del denomi-
nado Tercer Mundo.
Según las actividades que desarrollen las organizaciones
de consumidores nos encontramos también con dos mode-
los diferentes:
En un primer modelo se incluirían las organizaciones
que se encuadran en el campo exclusivo de la defensa del
consumidor y las llamaremos específicas. En este caso se
encontrarían la mayoría de las asociaciones de consumido-
res y usuarios.
En un segundo modelo se encuadrarían aquellas organi-
zaciones cuyas actividades y campos de actuación son más
amplias y que en un momento determinado también asu-
men la defensa del consumidor y a éstas las llamaremos no
específicas. En este caso se encontrarían los movimientos
vecinales, de mujeres, cooperativas, etc.

ORÍGENES DEL PROYECTO FACUA

Para conocer los orígenes de FACUA – Consumidores


en Acción hay que remontarse a finales de los 70, unos años
antes de la aparición de decenas de organizaciones de con-
sumidores por todo el país a raíz del escándalo del síndro-
me tóxico provocado por la comercialización fraudulenta
de aceite de colza desnaturalizado que causó centenares de

—196—
muertes y secuelas que aún son padecidas por miles de es-
pañoles.
En los años previos a la democracia el movimiento de
defensa de los consumidores en España se reducía a una
cierta actividad que en el ámbito del consumo desarrollaban
las asociaciones de vecinos con un carácter abiertamente
progresista, junto a la recién nacida Organización de Con-
sumidores y Usuarios (OCU) y la incipiente labor también
consumerista que desarrollaban las asociaciones de amas
de casa.
En el momento álgido del envenenamiento por el aceite
de colza, en 1980, la Federación de Asociaciones de Veci-
nos de Madrid creó una Asociación de Consumidores de
ámbito estatal que se denominó “La Defensa” y propuso en
la Asamblea Estatal de AA.VV. celebrada en Madrid en los
días 6 y 7 de diciembre de dicho año, donde participaron
la inmensa mayoría de las Federaciones y Coordinadoras
vecinales del conjunto de las provincias o comunidades del
Estado, la creación de delegaciones de dicha Asociación de
Consumidores en todas las provincias españolas.
Sin embargo, el proyecto propuesto por la Federación
vecinal madrileña, si bien fue aprobado en la Asamblea
Estatal, sólo fraguó en la capital andaluza, en Baleares y
Murcia, aunque pocos meses después y ante la paraliza-
ción del proyecto inicial por imposibilidad de los propios
promotores la delegación sevillana de “La Defensa” pasó
a convertirse en el mes de noviembre de 1981, con el apo-
yo de la Federación Provincial de Asociaciones de Vecinos
de Sevilla, en la Asociación de Consumidores y Usuarios
de dicha provincia, con el nombre de ACUS “La Defensa”,
adoptando personalidad jurídica propia y carácter indepen-
diente de la Asociación de ámbito estatal.
Tras la constitución de la Asociación de Consumidores
de Sevilla este proyecto se fue extendiendo al resto de las
provincias andaluzas, dando lugar al nacimiento de la Fe-
deración de Asociaciones de Consumidores y Usuarios de
Andalucía (FACUA).

—197—
HISTORIA DE FACUA
CONSUMIDORES EN ACCIÓN: 1980-2007

La historia de FACUA ha estado llena de momentos de


dificultades y de avances a lo largo de los más de 26 años de
andadura de un proyecto consumerista que sin lugar a du-
das es en la actualidad uno de los más activos y dinámicos
de los que funcionan en España.
Cinco periodos conforman estos primeros 26 años de la
historia de FACUA – Consumidores en Acción.

La primera asociación y su extensión por Andalucía:


1980-1983
Una vez constituida la Asociación de Consumidores y
Usuarios de Sevilla (ACUS “La Defensa”) en 1981 se pro-
dujo un acuerdo en el seno del movimiento vecinal andaluz
para extender dicho modelo al resto de las provincias anda-
luzas.
La denominada Coordinadora de Asociaciones de Ve-
cinos de Andalucía (embrión de lo que fue a convertirse en
la hoy Confederación de Asociaciones de Vecinos de An-
dalucía - CAVA) valora que tras el rechazo de la Junta de
Andalucía a reconocerle su carácter de organización repre-
sentativa de los intereses de los consumidores y usuarios
andaluces, sólo le queda el camino de apoyar la iniciativa
puesta ya en marcha por el movimiento vecinal sevillano
y acuerda en el V Encuentro Andaluz de Asociaciones de
Vecinos, celebrado en Sevilla el día 3 de octubre de 1982,
el fomentar la creación de Asociaciones de Consumidores,
en las otras siete provincias andaluzas y articular poste-
riormente una Federación con todas ellas y así fomentar la
aparición de un movimiento específico de defensa de los
consumidores y usuarios, en base al espíritu democrático,
progresista e independiente que inspiraba al propio movi-
miento vecinal, que pudiera aspirar a ser un interlocutor
legal y aceptado por la Administración Autónoma y con el
que pudiera mantener vínculos de estrecha colaboración.
De este forma y durante los años 1982 y 1983 se fueron
creando asociaciones de consumidores en las provincias de

—198—
Cádiz, Granada, Huelva, Málaga y Jaén, todas ellas con el
patronímico de “La Defensa”.

Se constituye FACUA Andalucía, nace la revista Con-


sumerismo y comienzan los contactos con el movimiento
de consumidores en España: 1984-1985
Estas nuevas Asociaciones de Consumidores, junto a la
que ya funcionaba en Sevilla desde 1981, acordaron cons-
tituir en una reunión celebrada en Sevilla el día 31 julio
de 1983 la Federación de Asociaciones de Consumidores
y Usuarios de Andalucía (FACUA), con una implantación
territorial en seis de las ocho provincias andaluzas y con el
apoyo del movimiento vecinal andaluz.
Con el fin de completar la estructura de FACUA en las
provincias de Almería y Córdoba y ante la falta de decisión
del movimiento vecinal de dichas provincias a crear aso-
ciaciones de consumidores se tomó contacto con dos orga-
nizaciones que estaban relacionadas con la defensa de los
consumidores y se establecieron acuerdos de colaboración
con las mismas, aunque no se pudo lograr que se integraran
en el seno de FACUA Andalucía y posteriormente desapa-
recieron.
Para resolver la falta de afianzamientos de estos dos
procesos unitarios FACUA inició nuevas gestiones para lle-
nar este vacío existente en las dos provincias citadas y así,
en 1986, logramos fomentar la creación de una Asociación
de Consumidores y Usuarios en Almería y posteriormente
en el año 1989 en Córdoba con lo que se pudo completar la
implantación en las ocho provincias andaluzas.
En esta primera fase del camino se produjo una peque-
ña crisis como consecuencia del acuerdo adoptado por el
Partido Socialista Obrero Español en Andalucía de crear en
1984 una organización de consumidores cercana a sus tesis
políticas: la Unión de Consumidores de Andalucía (UCA),
siguiendo así los acuerdos adoptados a nivel estatal y que
propiciaron la creación, en el mismo año, de la Unión Fede-
ral de Consumidores (UFC), que posteriormente adoptó el
nombre de Unión de Consumidores de España (UCE).
Esta crisis se produjo en la provincia de Huelva, donde
la Asociación integrada en FACUA adoptó el acuerdo de

—199—
integrarse en la nueva organización de consumidores aus-
piciada por el PSOE, provocando así la pérdida de la pre-
sencia de FACUA en dicha provincia, lo que motivó nuevas
actuaciones para constituir en dicha provincia una Asocia-
ción de Consumidores y Usuarios que con el nombre de
“La Unidad”, pues no pudo adoptar el patronímico de “La
Defensa”, se integró en FACUA en 1985.
Tras la constitución de la Federación de Asociaciones
de Consumidores y Usuarios de Andalucía (FACUA) este
movimiento mantiene unos vínculos de colaboración muy
estrechos con el propio movimiento vecinal hasta que pro-
gresivamente y a medida que FACUA y sus Asociaciones
provinciales comienzan a cobrar protagonismo propio se va
produciendo una separación lógica, aunque manteniendo en
diversas provincias lazos estrechos de colaboración entre
ambos movimientos sociales.
Una característica constante que ha marcado la activi-
dad de FACUA durante todos estos años ha sido sin lugar a
dudas su carácter independiente y su deseo de actuar unita-
riamente con otras organizaciones del conjunto del Estado,
con el fin de articular una gran confederación de consumi-
dores y usuarios de ámbito estatal.
Para avanzar en este objetivo, FACUA se suma al pro-
ceso iniciado en 1982 de vertebración y de unidad entre un
importante número de organizaciones progresistas de con-
sumidores que funcionaban en distintas provincias o comu-
nidades del conjunto del Estado y que se estaban nucleando
en torno a la Asociación de Consumidores de Cantabria
(ACC) y a la Organización de Consumidores de Cataluña
(OCUC), con el fin de coordinar esfuerzos para organizar
una alternativa a las opciones que representaban la Organi-
zación de Consumidores y Usuarios (OCU) y la Confede-
ración Española de Amas de Casas, organizaciones éstas de
corte más conservadora y que contaban con todo el apoyo y
reconocimiento del gobierno de UCD para “hegemonizar”
la representación institucional del emergente movimiento
de consumidores español.
Fruto de estas actuaciones se constituye en marzo
de 1984 a una Coordinadora Estatal de Asociaciones de
Consumidores en la que se integraron la Asociación de

—200—
Consumidores de Cantabria, la Organización de Consu-
midores y Usuarios de Cataluña, la Federación de Consu-
midores del País Vasco, la Federación de Asociaciones de
Consumidores y Usuarios de Andalucía, la Asociación de
Consumidores de Navarra, la Asociación de Consumidores
de Valladolid y la Asociación de Consumidores del País Va-
lenciano. Se procedió a nombrar unos representantes con
carácter rotatorio para comenzar su interlocución con el go-
bierno central, una vez alcanzado unos ciertos niveles de
reconocimiento de nuestra representatividad por parte de
éste, que era uno de los principales objetivos de la citada
coordinadora estatal.
Sin embargo, la irrupción en la escena consumerista
española por parte de la Unión Federal de Consumidores,
organización auspiciada por UGT y el PSOE, provocó la
ruptura de este bloque progresista al integrarse o ser gana-
dos para el mismo a una buena parte de las organizaciones
participantes en el mismo. Como consecuencia de ello se
produce una grave crisis en la recientemente creada Coor-
dinadora Estatal de Consumidores y Usuarios.
Junto con este fuerte deseo de participar en proyectos
progresistas de ámbito estatal, por entender que los pro-
blemas de los consumidores no podían defenderse exclu-
sivamente desde el marco de la comunidad autónoma de
Andalucía, FACUA apostó decididamente por fomentar en
las ocho provincias andaluzas un movimiento consumeris-
ta fuerte y representativo en torno a las Asociaciones de
Consumidores que la integraban. Con estas dos premisas
fundamentales, fomentar organizaciones fuertes y activas
y ampliar sus objetivos más allá de Andalucía, FACUA ha
venido a lo largo de estos años desarrollando su propio pro-
yecto consumerista y dotándolo de contenidos y capacitad
de actuación.
Una de las primeras metas a lograr fue sin lugar a du-
das el dotarse de unas oficinas donde poder desarrollar
su creciente actividad y poder coordinar el trabajo de sus
Asociaciones federadas. Esta necesidad fue resuelta des-
de el mismo momento de su constitución en 1983 gracias
al acuerdo unánime de su Junta Directiva de ubicar a FA-
CUA en el local de la Asociación provincial que ostentara la

—201—
presidencia de la Federación. Por ello, la Federación com-
parte sede con la Asociación sevillana.
Otra de las metas importantes que era necesario alcanzar
para lograr los objetivos de FACUA era el dotarse de una
publicación propia que le permitiera mantener un contacto
permanente con sus asociados y que a la vez pudiera ser el
vehículo y portavoz de la Federación hacia el conjunto de la
sociedad. Este nuevo reto se logra alcanzar en el año 1984
tras la publicación de Consumerismo, una modesta revista
de sólo ocho páginas impresa a dos colores, que en 23 años
de edición se ha convertido en la revista de consumo de
mayor calidad, por su presentación y contenidos, de las que
se publican en España.
Junto a estas dos primeras metas FACUA siempre enten-
dió que era necesario dotarse de un amplio equipo de per-
sonas con capacidad y experiencia en distintas disciplinas
profesionales, con el fin de poder atender eficazmente el
conjunto de las actividades que una Federación de consu-
midores tiene que abordar para cumplir bien sus objetivos.
De esta forma se fue produciendo un reforzamiento de la
Junta Directiva con nuevos compañeros y compañeras de
las distintas Asociaciones provinciales, que progresivamen-
te fueron asumiendo distintas responsabilidades, a la vez
que se inició un proceso de incorporación de jóvenes profe-
sionales del derecho, del periodismo, de la educación y de
otras disciplinas para asumir tareas de responsabilidad en
los distintos departamentos o gabinetes de la organización,
los cuales permitieron articular una estructura amplia y per-
manente capaz de asumir los distintos retos que se nos han
ido presentando hasta hoy.

Se constituye el proyecto CECU bajo la dirección de FA-


CUA Andalucía y se sigue avanzando en la consolidación
del proyecto FACUA: 1986-1998
Guiados por el deseo de romper el aislamiento en el que
había quedado FACUA tras el rompimiento de la coordi-
nadora estatal que durante un tiempo habían liderado las
organizaciones de Cantabria y Cataluña y con la pretensión
de apostar nuevamente por articular un proceso unitario en-
tre las asociaciones de consumidores progresistas que no

—202—
habían sido fagocitadas por la Unión de Consumidores de
España, el día 3 de octubre de 1986 se celebró una reunión
en Sevilla, donde acudieron junto a FACUA, cinco organi-
zaciones de consumidores de otras tantas comunidades au-
tónomas: la Organización de Consumidores y Usuarios de
Cataluña (OCUC), la Federación de Consumidores del País
Vasco (EKE), la Asociación de Consumidores de Navarra
(IRACHE), la Asociación de Consumidores y Usuarios de
Murcia (ACU) y la Asociación de Consumidores y Usua-
rios de Baleares (La Defensa), estas dos últimas creadas
también al calor del movimiento vecinal de sus respectivas
comunidades.
En esta reunión se puso en evidencia la necesidad de se-
guir manteniendo el espíritu unitario y progresista que ins-
piró a la coordinadora estatal que funcionó hasta 1984 y se
adoptó el compromiso de trasladar a las respectivas organi-
zaciones la propuesta de poner en marcha una nueva orga-
nización estatal bajo el nombre de Coordinadora Estatal de
Consumidores y Usuarios (CECU), esta vez bajo el lideraz-
go de la Federación anfitriona y promotora de la idea, a la
cual se le encargó la toma de las iniciativas necesarias para
legalizar la nueva organización y tratar de ampliarla a otras
comunidades del Estado.
De esta forma y como una respuesta a los intentos hege-
monistas de UCE y ante la falta de referentes progresistas
entre las organizaciones de ámbito estatal que funcionaban
en el país, surgió el proyecto que luego se transformaría en
febrero de 1988 en la Confederación de Consumidores y
Usuarios – CECU, organización a la que FACUA dedicó
una gran parte de sus esfuerzos hasta que tuvo que aban-
donarla en 1998 a causa de los estilos poco democráticos
en su funcionamiento interno que se habían impuesto en
su último periodo y en los nuevos objetivos que se estaban
persiguiendo por dicha organización estatal, lejos de la in-
dependencia frente a los poderes políticos y económicos.
Al margen de estas circunstancias la Federación de Aso-
ciaciones de Consumidores y Usuarios de Andalucía (FA-
CUA) siguió trabajando en la comunidad andaluza para
seguir fortaleciendo un proyecto consumerista indepen-
diente de los poderes económicos y políticos, progresista

—203—
en sus alternativas y democrático y participativo en su fun-
cionamiento interno.
Una organización con una estructura organizativa que
cuenta con una red de locales abiertos en el conjunto de la
comunidad en los que trabajan en su conjunto cerca de 200
personas entre directivos, técnicos y socios colaboradores
con carácter remunerado y voluntarios y que cuenta con ac-
tivos departamentos y gabinetes de trabajo que hacen posi-
ble que FACUA desarrolle una activa y eficaz labor en las
actividades de denuncias de los abusos y fraudes que sufren
los consumidores, que fomenta la concertación con sectores
empresariales para abrir vías de diálogo y mediación y que
participa en numerosos órganos consultivos de la Adminis-
tración andaluza.
Una organización que se ha situado dentro de la corrien-
te progresista y alternativa al actual modelo de producción
y consumo, aunque desde una opción claramente indepen-
diente del resto de las organizaciones políticas o sociales
situadas en dicho frente ideológico.

Nos asociamos al proyecto ASGECO y comienza un pe-


riodo de reflexión: 1999-2003
Tras nuestro abandono de CECU se produce un nuevo
aislamiento de nuestra Federación en el marco del movi-
miento de consumidores del conjunto del Estado y fue por
ello y siguiendo la línea unitaria y de participación en ámbi-
tos superiores al andaluz, que FACUA ha seguido desde sus
propio inicios, estableció nuevos acuerdos para unirse a una
organización de ámbito estatal y así, en su Asamblea Ge-
neral celebrada en 1999, adoptó el acuerdo de asociarse a
la Asociación General de Consumidores (ASGECO), junto
con la Asociación Regional de Consumidores y Usuarios de
Castilla y León y la Asociación de Consumidores y Usua-
rios de Castellón, ambas provenientes también de CECU.
Con este acuerdo estas tres organizaciones de consumi-
dores apostaron por transformar ASGECO en una Confe-
deración más amplia y activa en la que pudieran participar
junto con las organizaciones procedentes del cooperati-
vismo de consumidores (las cuales conforman la base de

—204—
ASGECO-UNCCUE) y organizaciones de consumidores
generalistas como FACUA.
Lamentablemente los dirigentes históricos de ASGECO
sintieron preocupación por el creciente papel de FACUA
(ya como organización de ámbito nacional desde junio de
2003 tras la unificación de las tres organizaciones genera-
listas) y su capacidad creciente de actuación y nos pidieron
que abandonáramos la organización por entender que nues-
tro proyecto y el tradicional de ASGECO no eran compa-
tibles.
FACUA no podía frenar su capacidad de actuación ni su
propio crecimiento en pro de mantener una unidad que se-
ría de dudoso beneficio para los consumidores españoles y
por ello, nos vimos obligados a abandonar la Confederación
ASGECO en 2004 y dejar que UNCCUE siguiera sola en
dicho proyecto.

Nace Consumidores en Acción y el proyecto FACUA se


extiende por toda España: 2004-2007
Superadas las dos décadas desde su nacimiento y con-
solidada como la federación de consumidores más fuer-
te, activa y representativa de Andalucía y una de las más
importantes del país, FACUA Andalucía decidió en su IV
Congreso celebrado en marzo de 2003 dar un nuevo e im-
portante paso en su proyecto consumerista y extender su
organización al conjunto del Estado español. Por ello en
junio de ese mismo año nace FACUA España - Consumido-
res en Acción como una organización de estructura federal
y con aspiración a estar presente en todas las comunidades
autónomas.
FACUA España surge fruto de la unión de la Federa-
ción andaluza con dos veteranas organizaciones de la Co-
munidad Valenciana y Castilla y León a las que le unen
históricos lazos de colaboración. Posteriormente nuevas
organizaciones de consumidores de Murcia, Extremadura,
Baleares, La Rioja y Castilla-La Mancha se fueron suman-
do al proyecto.
FACUA es una organización de carácter marcadamente
progresista, democrático, plural y participativo que se sitúa

—205—
en posiciones alternativas ante el actual modelo de produc-
ción y consumo. Sus organizaciones territoriales celebran
cada año asambleas de socios que periódicamente eligen
a sus juntas directivas. Asimismo, la Federación organiza
anualmente una Asamblea General y cada tres años el Con-
greso designa a su Junta Directiva.
El organigrama de FACUA está compuesto por un equi-
po amplio de hombres y mujeres que combinan veteranía y
juventud. Veteranos que, en muchos casos, sufrieron la re-
presión del franquismo al jugar un activo papel en la defen-
sa de las libertades y la democracia en las diferentes etapas
de la dictadura; hombres y mujeres provenientes del movi-
miento sindical, vecinal y de padres de alumnos y jóvenes
que han visto en el movimiento consumerista la forma de
contribuir a mejorar la sociedad desde posiciones democrá-
ticas y progresistas.
La independencia frente a gobiernos, poderes públicos,
partidos políticos, sindicatos y organizaciones empresaria-
les es otra de las señas de identidad que han marcado cla-
ramente la trayectoria de FACUA, que junto a su constante
actividad en defensa de los intereses de los consumidores la
han llevado a convertirse en una de las organizaciones más
activas y dinámicas de las que funcionan en España.
Frente al rancio clientelismo político y a la búsqueda
de sumisión que ejercen determinados gobiernos o admi-
nistraciones FACUA no sólo no se ha arrojado nunca en
los brazos del poder, sino que ha sufrido y sigue sufriendo
importantes obstáculos por parte de ciertos políticos e insti-
tuciones públicas que no consienten la crítica y la indepen-
dencia y tratan de marginar a nuestra Federación negándole
la participación en determinados foros o recortándole sub-
venciones públicas, en pro de otras organizaciones triste-
mente afines o dóciles.
En sus relaciones con los empresarios, aunque siempre
ha defendido la búsqueda de vías de diálogo para la solu-
ción de conflictos, nunca excluye la necesaria confrontación
con aquellos que vulneren las leyes o mantengan actitudes
opacas y de falta de diálogo.
FACUA siempre se destacó por trabajar por un con-
sumo responsable y por defender un desarrollo sostenible,

—206—
confrontando por ello con el actual modelo de sociedad
consumista.

EL MODELO DE ORGANIZACIÓN CONSUMERISTA


QUE DEFIENDE FACUA

Desde sus propios inicios FACUA ha ido articulando y


defendiendo un modelo de organización que sirviera para
los fines y objetivos perseguidos, un modelo que se fue ar-
ticulando de manera federal en el ámbito de la Comunidad
Autónoma de Andalucía y que tras dos intentos de articular-
se unitariamente con otras organizaciones de consumidores
de diferentes comunidades autónomas en confederaciones
estatales diferenciadas de nuestra organización se proce-
dió a poner en marcha un proceso de extensión del propio
proyecto FACUA al ámbito del conjunto de toda España, a
través de la puesta en marcha de un nuevo modelo de orga-
nización consumerista.

FACUA – Consumidores en Acción: un nuevo modelo de


organización consumerista
Los niveles alcanzados por el proyecto FACUA tras la
puesta en marcha de Consumidores en Acción en el ámbito
de toda España nos han indicado claramente la necesidad
de realizar un nuevo impulso que permita alcanzar nuevas
e importantes metas y entrar en lo que podríamos definir
como proceso de consolidación de un nuevo modelo de or-
ganización de los consumidores que afronte las nuevas ne-
cesidades de la sociedad española y europea.
Para responder a las nuevas necesidades de los consu-
midores y a las nuevas formas de organización de los ciu-
dadanos FACUA ha puesto en marcha un nuevo modelo de
organización de consumidores, dinámico y flexible, capaz
de integrar y articular la participación de decenas de miles
de consumidores y usuarios en defensa de sus intereses y
derechos.
Un modelo que se ha articulado en torno a tres pilares o
instrumentos básicos interconectados y funcionando como

—207—
una sola organización de consumidores: organizaciones te-
rritoriales, asociados individuales y la Red de Consumido-
res en Acción.

Primer instrumento: Organizaciones Territoriales


Las organizaciones territoriales integradas en FACUA
representan la columna vertebral y el primer instrumento
de la estructura federal y sobre ellas recae la mayor respon-
sabilidad para garantizar la estructura organizativa de los
órganos de gobierno y de los equipos de trabajo, así como
una parte de la financiación de los gastos corrientes de la
organización a través de cuotas anuales.
Consumidores en Acción está abierta a las posibles inte-
graciones de asociaciones de consumidores que funcionen
en las diferentes comunidades autónomas y que acepten el
código ético que FACUA tiene establecido con el fin de ga-
rantizar que las organizaciones no reciban ninguna ayuda
económica por parte de los sectores empresariales ni actúen
a favor de ninguna empresa o sector empresarial.
En la actualidad las organizaciones territoriales que es-
tán integradas en FACUA son las siguientes y agrupan a
cerca de 45.000 asociados individuales y a más de un cen-
tenar de colectivos, que a su vez agrupan a más de 20.000
ciudadanos.
Federación de Asociaciones de Consumidores y Usua-
rios en Acción - FACUA Andalucía.
Asociación Regional de Consumidores y Usuarios de
Castilla y León - FACUA Castilla y León.
Asociación de Consumidores y Usuarios de la Comuni-
dad Valenciana - FACUA Comunidad Valenciana.
Asociación de Consumidores y Usuarios de Murcia -
FACUA Murcia.
Asociación de Consumidores y Usuarios de Calviá - FA-
CUA Baleares.
Asociación de Vecinos, Consumidores y Usuarios “Nue-
va Ciudad” de Mérida - FACUA Extremadura.
Asociación Riojana de Defensa de los Consumidores y
Contribuyentes – FACUA La Rioja.
Asociación de Vecinos y Consumidores – Almonacid de
Castilla-La Mancha.

—208—
Este conjunto de organizaciones de consumidores tienen
en funcionamiento diecisiete oficinas en quince provincias,
donde se atienden miles de consultas y reclamaciones de los
consumidores y usuarios de toda España y desarrollan de
manera autónoma sus propios programas de actividades.

FACUA – Consumidores en Acción fomenta y quiere


integrar las Asociaciones de Consumidores fuertes y re-
presentativas que estén abiertas a todos los ciudadanos, sin
discriminación alguna por razones de condiciones econó-
micas, creencias ideológicas o religiosas, sexo, edad, raza o
nivel de compromiso en el seno de la Asociación.
Hacen falta Asociaciones en las que se afilien miles de
consumidores y que estén dotadas de mecanismos demo-
cráticos para que dichos asociados puedan participar en el
desarrollo del movimiento consumerista y en la toma de
decisiones de dichas asociaciones, desechando criterios eli-
tistas de que es mejor pocos socios, pero buenos y activos,
que muchos con bajo o nulo nivel de participación, pues
entendemos que sólo con organizaciones que aglutinen a
decenas de miles de consumidores se podrá lograr una in-
tervención eficaz en el mercado y lograr unos niveles de
autofinanciación que permita la total independencia de la
Asociación frente a las Administraciones públicas u otros
intereses políticos o económicos.
Por ello es necesario impulsar un modelo de Asociación
que sepa compaginar su carácter abierto y su alto nivel de
participación para los socios con la existencia de una Junta
Directiva estable y activa que sea capaz de ser el motor que
empuje al conjunto de la organización hacia adelante y de
tomar las decisiones necesarias para lograr dichos objeti-
vos.
Tenemos que apostar, por tanto, por un modelo de Aso-
ciación que sepa articular la defensa de los intereses indivi-
duales de los consumidores y usuarios afectados por abusos
o fraudes con la defensa de los intereses colectivos de la po-
blación y para ello se doten de los instrumentos necesarios
para el desarrollo de una actividad eficaz en los distintos
campos de actuación en los que deben intervenir las Asocia-
ciones de Consumidores. Para ello deben estar dotadas de

—209—
departamentos o equipos de trabajo bien delimitados en los
que participen personal voluntario y retribuido para poder
atender eficazmente las actividades relacionas con la tra-
mitación de las reclamaciones, actividades administrativas,
relación con los medios de comunicación, la participación
institucional, la contabilidad, la formación, etc.
Hay que impulsar un modelo de Asociación que, desde su
posición de independencia, sepa jugar su papel de represen-
tante de los consumidores en el ámbito de las instituciones
públicas y sepa asumir los compromisos y las posiciones de
colaboración con las Administraciones públicas, sectores
empresariales y sindicatos, junto con las necesarias posicio-
nes reivindicativas y de confrontación según las situaciones
y cuando ellas sean necesarias para defender más eficaz-
mente los intereses de los consumidores y usuarios.
Finalmente, es necesario impulsar un modelo de Asocia-
ción que sin renunciar a la defensa de su propio protagonis-
mo entienda como una necesidad el encontrar y propiciar
fórmulas de unidad de acción con otras organizaciones que
defiendan a los consumidores.

Segundo instrumento: Asociados individuales


FACUA tiene en funcionamiento una oficina virtual a
través de Internet para atender a todos los consumidores y
usuarios que desean recibir una información, tramitar una
reclamación o un asesoramiento sobre sus problemas de
consumo o quieran asociarse directamente a la organiza-
ción nacional.
Los asociados individuales que FACUA tiene en todas
las comunidades autonómicas son un segundo instrumento
de vertebración de los consumidores y usuarios y un com-
plemento de la estructura que conforman las organizaciones
territoriales, logrando también con el abono de las cuotas de
dichos asociados la financiación de una parte de nuestros
gastos corrientes.
FACUA mantiene asociados individuales en todas las
comunidades autónomas al margen de la existencia de or-
ganizaciones territoriales integradas. Dichos asociados son
la base para la constitución de Delegaciones Territoriales

—210—
en las comunidades donde no existan dichas organizacio-
nes, con la finalidad de ir articulando la participación de los
asociados.
Al inicio del ejercicio 2007 FACUA tiene constituidas
Delegaciones Territoriales en las comunidades autónomas
de Aragón, Asturias, Canarias, Comunidad Valenciana,
Castilla-La Mancha, Cataluña y Madrid.
En esta última comunidad, FACUA tiene en funciona-
miento un local social donde se atienden las consultas y
reclamaciones de los asociados y consumidores en general
y coordinamos las actividades de la Delegación Territorial.

Tercer instrumento: Red de Consumidores en Acción


La Red de Consumidores en Acción es el tercer instru-
mento que permite y facilita la colaboración de los con-
sumidores y usuarios, asociados y no asociados, en las
actuaciones de FACUA.
Este tercer instrumento para la acción consumerista que
FACUA ha puesto en marcha tendrá su base de funciona-
miento fundamentalmente a través de nuestro portal www.
facua.org en Internet, donde existe un espacio propio para el
fomento de la colaboración de los consumidores, sobre todo
jóvenes, en las actividades de denuncia, de reivindicación,
de estudios de mercado, de fomento de la afiliación, etc.
FACUA está impulsando fórmulas flexibles de colabo-
ración y de participación de los consumidores y por ello
creemos que la Red de Consumidores en Acción es un ins-
trumento de gran utilidad para lograr vías de información a
sus integrantes, así como para fomentar la colaboración de
éstos en la realización de actividades de control de mercado
y realización de campañas de denuncias, por citar algunas
de las actividades que se están realizando.
A través de esta vía todos los miembros de la Red reci-
ben información sistemática a través de sus direcciones de
correo electrónico, a la vez que son invitados a participar
en las actividades de la organización en calidad de volun-
tarios y sin necesidad de realizar aportaciones económicas
a FACUA.

—211—
V. FACUA y la cooperación internacional
En un mundo donde el mercado se encuentra cada vez
más globalizado se hace necesario establecer vínculos de
colaboración y solidaridad mutua entre la parte más débil
de dicho mercado, es decir, los consumidores. Para ello,
FACUA viene desarrollando desde hace unos diez años una
política de fomento de la cooperación internacional con las
organizaciones de consumidores de América Latina y el
Caribe, a la vez que tratamos de fomentar lazos de cola-
boración con organizaciones de consumidores de la Unión
Europea.
Como resultados prácticos de esta política de coopera-
ción nuestra organización mantiene desde 1996 un con-
venio de colaboración con la Fundación “Antonio Núñez
Jiménez” de la Naturaleza y el Hombre de Cuba mediante
el cual venimos desarrollando, desde 1998, proyectos de
cooperación en materia de protección al consumidor en
dicho país con el fin de impulsar actuaciones que ayuden
a avanzar en dicha dirección, a través de la realización de
actividades formativas y edición de publicaciones. Dichas
actuaciones de FACUA y la citada Fundación se vienen rea-
lizando en colaboración con la Universidad de La Habana
y con la Dirección de Protección al Consumidor del país,
así como con las corporaciones de comercio minorista, CI-
MEX, Cubalse y Habaguanex. También se ha contado con
la colaboración de la Oficina Regional de Consumers Inter-
national para América Latina y el Caribe para la realización
de las jornadas o encuentros internacionales celebrados en
La Habana.
Desde 2002 y gracias especialmente a nuestro proyec-
to de cooperación en Cuba, pudimos ampliar nuestras re-
laciones de amistad y colaboración con organizaciones de
consumidores de Chile, República Dominicana, Uruguay,
Nicaragua, Guatemala, Perú, Costa Rica, Argentina, El Sal-
vador, Bolivia, Panamá y Colombia, con cuyas organiza-
ciones de defensa de los consumidores tenemos firmados
convenios de colaboración.
Durante estos diez últimos años hemos colaborado en
la financiación de proyectos dirigidos a la protección de
los consumidores que se han realizado en Cuba, Chile,

—212—
República Dominicana, Guatemala, Perú, El Salvador, Ar-
gentina, Uruguay, Costa Rica y Panamá, que han sido patro-
cinados además de por FACUA, por la Junta de Andalucía,
los Ayuntamientos de Sevilla y Almería, las Universidades
de Sevilla y Almería, las Diputaciones Provinciales de Sevi-
lla, Cádiz y Almería, la Asociación de Abastecimiento y Sa-
neamiento de Aguas de Andalucía (ASA), las Fundaciones
El Monte y Caja Granada y las Obras Sociales de las Cajas
San Fernando y Unicaja, así como otras instituciones.

Nuestras líneas de actuación


Para el desarrollo de sus actuaciones en el terreno de la
cooperación internacional FACUA ha establecido tres lí-
neas de actuación:
Ayudar al fortalecimiento y consolidación de las orga-
nizaciones de consumidores en los países latinoamericanos
donde colaboramos a través de la aportación de ayudas eco-
nómicas o en especie gestionadas a través de las distintas
administraciones públicas o instituciones españolas que
destinan fondos para la cooperación internacional para el
desarrollo.
Ofrecer nuestro apoyo y colaboración en las acciones
que las organizaciones de consumidores latinoamericanas
desarrollan frente a los abusos de las empresas multinacio-
nales europeas que operan en dichos países, sirviendo de al-
tavoz a sus denuncias o reivindicaciones y lograr que éstas
sean conocidas en Europa por parte de la opinión pública y
las propias instituciones.
Intercambiar experiencias para el enriquecimiento mu-
tuo por parte de nuestra organización y de las organiza-
ciones hermanas de América Latina y trabajar así por el
fortalecimiento de organizaciones de consumidores más
fuertes y unidas, que puedan estar en mejores condiciones
para enfrentarse a un mercado cada vez más globalizado y
agresivo.

FACUA se integra en Consumers International


FACUA – Consumidores en Acción se integró en no-
viembre de 2004 como asociado en Consumers Interna-
tional, una federación de organizaciones de consumidores

—213—
de carácter independiente dedicada a la protección y a la
promoción de los intereses de los consumidores de todo el
mundo a través de la creación de instituciones, la educa-
ción, la investigación y la representación ante los organis-
mos internacionales, que cuenta en la actualidad con unos
250 miembros en más de 115 países.
Partiendo del compromiso de actuar colectivamente con
el resto de las organizaciones de consumidores del mundo,
FACUA ha querido formar parte de Consumers Internatio-
nal y con ello redoblar sus esfuerzos en la solidaridad in-
ternacional con los consumidores de los países pobres y en
desarrollo hoy víctimas de atropellos y abusos de todo tipo
por parte de muchas empresas multinacionales que operan
en dichos países, muchas de las cuales son europeas e in-
cluso españolas, a la vez que actuar unido con las organi-
zaciones de los países de la Unión Europea para reforzar la
defensa de los derechos de los consumidores europeos.
Frente a una globalización de los mercados que está
provocando nuevas desigualdades entre los consumidores
de los distintos países hay que globalizar la acción de las
organizaciones de consumidores para defender nuestros
intereses y derechos por encima de las fronteras y de los
intereses locales de los países poderosos y de las empresas
transnacionales, que son las que más se benefician del ac-
tual modelo de globalización.
Las organizaciones de consumidores debemos globalizar
la solidaridad y enarbolar la bandera de la justicia social y
del reparto equitativo de la riqueza de nuestro planeta. Los
consumidores de los países ricos y desarrollados debemos
entender que nuestro bienestar y el consumismo insosteni-
ble en el que estamos inmersos no puede ni debe mante-
nerse a costa de las desigualdades y de impedir el acceso
al mercado a millones de consumidores en buena parte del
mundo que carecen de los más elementales medios para vi-
vir con dignidad.
La internacional de los consumidores deberá apostar
con más fuerza que nunca por la necesidad de que todas
las empresas adopten conductas de responsabilidad social
y se acaben los dobles estándares y la doble moral que las
mismas aplican en los países europeos, Japón, Canadá o

—214—
Estados Unidos, donde sus marcos legales son bastante sa-
tisfactorios y muy diferentes a los que están aplicando en los
países de Asia, África o América Latina, donde se producen
gravísimos abusos contra los consumidores y usuarios, mu-
chas veces con la complicidad de los gobiernos locales.

LA SITUACIÓN DEL MOVIMIENTO CONSUMERISTA


EN EL MUNDO Y EN ESPAÑA

En la actualidad, el movimiento consumerista o de de-


fensa de los derechos de los consumidores se encuentra am-
pliamente extendido por casi todos los países del mundo y
agrupados en su mayoría en una organización internacional
denominada Consumer International (antes IOCU). Dicha
internacional está subdividida en oficinas territoriales en
Europa, América del Norte, América Latina y el Caribe,
Asia y África.
Si bien es cierto que las organizaciones más ampliamente
desarrolladas y con mayor número de afiliados se encuen-
tran en Europa y Estados Unidos, la realidad demuestra que
en el conjunto de los países del mundo las organizaciones
de consumidores se consolidan, se extienden y aumentan su
capacidad de intervención en el mercado en defensa de los
intereses de los consumidores, aunque cada una de ellas con
características diferenciadas y adaptadas a las realidades y
necesidades de los consumidores de sus respectivos países.
La mayoría de dichas organizaciones, sobre todo las más
desarrolladas, editan publicaciones especializadas en temas
de consumo con amplias tiradas de ejemplares y cuentan
con equipos de profesionales (abogados, economistas, pe-
riodistas, etc.) para desarrollar buena parte de los trabajos
que realizan las mismas, a la vez que han logrado ciertos
niveles de participación institucional en sus países.
En el caso de las organizaciones de América Latina y el
Caribe el movimiento de consumidores, si bien no cuen-
ta en general con ayudas institucionales ni económicas por
parte de los respectivos gobiernos, está en una fase de clara
expansión y desarrollo y cuenta con equipos de voluntarios
muy comprometidos y con gran capacidad de iniciativa.

—215—
En Europa funciona, junto a la Oficina de Consumers
International que está situada en Londres, una organización
que agrupa a un importante número de asociaciones de con-
sumidores, cuyo nombre es BEUC (Bureau Européan des
Unions de Consommateurs) y cuya sede está en Bruselas.

Atomización y mucho maquillaje en España


El desarrollo de nuestro movimiento de consumidores ha
ido parejo, en general, al propio progreso de nuestra demo-
cracia y hoy nos encontramos con un abanico muy amplio
de organizaciones que asumen entre sus fines la defensa y
representación de los intereses de los consumidores y usua-
rios, desde posiciones ideológicas o filosóficas diferentes y
que están reconocidas a través de su inscripción en el Regis-
tro de Asociaciones de Consumidores del Instituto Nacional
del Consumo -INC, organismo dependiente del Ministerio
de Sanidad y Consumo y en los propios registros existentes
también en las distintas comunidades autónomas.
Los varios centenares de asociaciones de consumidores,
que en la actualidad tienen el reconocimiento de tal, ma-
yoritariamente se encuentran integradas o aglutinadas en
torno a un grupo formado por una docena más o menos de
federaciones, confederaciones u organizaciones de ámbi-
to estatal o nacional que en su mayoría, aunque no todas,
forman parte del Consejo de Consumidores y Usuarios de
España, máximo órgano de representación y consulta de los
consumidores españoles, al menos formalmente según esta-
blece la Ley General para la Defensa de los Consumidores
y Usuarios.
En este conjunto de federaciones, confederaciones u or-
ganizaciones de consumidores, que están “reconocidas” por
el INC como organizaciones de ámbito nacional, podemos
señalar o destacar por el orden alfabético en el que aparecen
en la web de dicho organismo a las siguientes:

Asociación de Consumidores en Acción – FACUA.


Asociación de Impositores de Bancos y Cajas de Ahorro
de España – ADICAE.
Asociación de Usuarios de la Comunicación – AUC.

—216—
Asociación de Usuarios de Servicios Bancarios – AUS-
BANC Consumo.
Asociación de Usuarios y Consumidores de España –
Plaza Mayor.
Asociación General de Consumidores – ASGECO.
Confederación de Consumidores y Usuarios – CECU.
Confederación Española de Organizaciones de Amas de
Casa, Consumidores y Usuarios – CEACCU.
Federación de Usuarios y Consumidores Independien-
tes.
Federación Unión Cívica Nacional de Consumidores y
Amas de Hogar de España – UNAE.
Organizaciones de Consumidores y Usuarios – OCU.
Unión de Consumidores de España – UCE.
Unión de Consumidores Europeos – Euroconsumo.

A este listado hay que añadir diversas organizaciones de


cooperativas de consumo como la Confederación Española
de Cooperativas de Consumidores y Usuarios – HISPACO-
OP y la Unión Nacional de Cooperativas de Consumidores
y Usuarios de España – UNCCUE, que también cuentan
con el reconocimiento de ser asociaciones de consumidores,
aunque en una modalidad distinta a la de las anteriores.
La situación actual del movimiento de los consumidores
en España se destaca claramente por la gran atomización
existente y por la debilidad de la mayoría de las organiza-
ciones que lo integran.
Este conjunto de organizaciones están desarrollando, en
general, una actividad de gran importancia en la protección
de los derechos de los consumidores y, al margen de sus
debilidades, pueden representar un claro contrapoder en
el mercado frente a los intereses y abusos de la empresas,
todo ello gracias al esfuerzo de cientos de hombres y mu-
jeres, muchos de ellos/as con actividades voluntarias, que
con pocos medios y pocas ayudas públicas mantienen unas
estructuras organizativas capaces de atender consultas y re-
clamaciones de los consumidores, participar en cientos de
órganos consultivos, editar publicaciones, realizar cursos de
formación y otras muchas actuaciones en defensa de los in-
tereses de los consumidores. Todos estos méritos no deben

—217—
ocultar la necesidad de hacer los esfuerzos necesarios para
superar las debilidades actuales y con ello seguir avanzando
y acumulando fuerzas.
Asimismo, hay que señalar que al no existir una norma
clara, rigurosa y exigente que establezca los requisitos que
deben reunir las Asociaciones de Consumidores para ser re-
conocidas como tales y poder disfrutar de los derechos que
la Ley les otorga en materia de representación institucional
y en la recepción de subvenciones económicas, se ha ido
produciendo en los últimos años un proceso de “maquilla-
je” en los datos declarados por las distintas asociaciones en
relación a su número de asociados, a las sedes en funciona-
miento, al número de consultas y reclamaciones atendidas,
etc., que dificultan en gran medida el conocimiento objetivo
de la representatividad de cada organización, a la vez que
se ha facilitado que se hayan podido presentar como or-
ganizaciones de consumidores, entidades que en realidad
son empresas de servicios, como el caso más destacado de
AUSBANC.
FACUA ha defendido siempre la necesidad de que las
organizaciones de consumidores sean celosas defensoras de
su independencia en relación a todos los partidos políticos
y administraciones públicas, por entender que es necesario
superar la etapa en la que los partidos políticos promocio-
nan sus propias asociaciones de consumidores, impidiendo
así y distorsionando el normal desarrollo del movimiento
de defensa de los consumidores.

El proyecto actual y futuro de facua: nuestra intervención


en el mercado
El proyecto consumerista que FACUA representa ha
cumplido ya algo más de veinticinco años y llegados a este
punto es preciso que nos preguntemos para quÉ nos esta-
mos dotando de esta estructura. ¿Cuál es el objetivo que se
persigue con el modelo de organización consumerista que
defiende FACUA?, pues dicho modelo no es ni debe ser un
fin en sí mismo, no se agota con su formulación, sino que
tiene una finalidad concreta: intervenir eficazmente en el
mercado buscando conseguir el equilibrio entre fuerzas e

—218—
intereses contrapuestos, los derechos e intereses de los con-
sumidores y usuarios y los intereses del sector empresarial.
Pero para desarrollar el proyecto consumerista que FA-
CUA propugna es necesario contar con organizaciones de
consumidores fuertes y representativas, organizaciones de
consumidores del siglo XXI que sean capaces realmente de
intervenir y de actuar como contrapoder con capacidad de
influir en las relaciones de mercado.
Con este proyecto de presente, pero sobre todo con vo-
cación de futuro, FACUA asume el compromiso con la so-
ciedad de ser un instrumento para la acción, para la rebelión
frente a los abusos y fraudes que se producen en el mercado.
Durante estos más de veinticinco años se ha avanzado
bastante y hemos conseguido muchos éxitos a favor de los
derechos e intereses de los consumidores, pero a la vez he-
mos comprobado que es necesario que, junto con la acción
de FACUA como organización que aglutina ya a varias de-
cenas de miles de consumidores, es necesario que los pro-
pios ciudadanos se rebelen frente a las irregularidades del
mercado y adopten posiciones más activas en favor de la
justicia y del derecho.
Aspiramos no sólo a ser una organización de consumido-
res representativa y con influencia sino que queremos avan-
zar más y por ello apostamos por ser un movimiento social,
capaz de promover cambios, de remover conciencias, de
movilizar a la sociedad y de generar transformaciones en
la sociedad.
FACUA mira hacia el futuro apostando por una dinámi-
ca de crecimiento y avance, una dinámica que evite el es-
tancamiento y el atrincheramiento en posiciones cómodas
y poco exigentes con nosotros mismos, con nuestros obje-
tivos, pero también con la sociedad con la que nos hemos
comprometido y a la que queremos comprometer.

El modelo de Asociación que promueve FACUA


Para avanzar en el proceso de vertebración de la sociedad
civil y para el necesario equilibrio en el funcionamiento del
mercado es necesario que la sociedad apueste claramente
por el desarrollo de Asociaciones de Consumidores fuertes

—219—
y representativas, que estén abiertas a todos los ciudada-
nos, sin discriminación alguna por razones de condiciones
económicas, creencias ideológicas o religiosas, sexo, edad,
raza o nivel de compromiso en el seno de la Asociación.
Nuestra capacidad de intervención en el mercado pasa por
ser capaces de movilizar a miles de consumidores y usua-
rios, por ser capaces de influir en su toma de decisiones.
Hacen falta asociaciones en la que se afilien miles de
consumidores y que estén dotadas de mecanismos demo-
cráticos para que dichos asociados puedan participar en el
desarrollo del movimiento consumerista y en la toma de
decisiones de dichas asociaciones, desechando criterios eli-
tistas de que es mejor pocos socios, pero buenos y activos,
que muchos con poca o casi ninguna participación, pues
entendemos que sólo con organizaciones que aglutinen a
decenas de miles de consumidores se podrá lograr una in-
tervención eficaz en el mercado y lograr unos niveles de
autofinanciación que permita la total independencia de la
Asociación frente a las administraciones públicas u otros
intereses políticos o económicos.
Por ello es necesario impulsar un modelo de Asociación
que sepa compaginar su carácter abierto y su alto nivel de
participación para los socios con la existencia de una Junta
Directiva estable y activa que sea capaz de ser el motor que
empuje al conjunto de la organización hacia adelante y de
tomar las decisiones necesarias para lograr dichos objetivos.
Tenemos que apostar, por tanto, por un modelo de aso-
ciación que, alejada de concepciones benéfico-asistenciales,
promueva la autodefensa del consumidor y sepa articular la
defensa de los intereses individuales de los consumidores y
usuarios afectados por abusos o fraudes con la defensa de
los intereses colectivos de la población. Para ello, nuestras
Asociaciones tienen que dotarse de los instrumentos nece-
sarios para el desarrollo de una actividad eficaz en los dis-
tintos campos de actuación en los que deben intervenir y
deben estar dotadas de departamentos o equipos de trabajo
bien delimitados y profesionalizados en la medida necesaria
en los que participen personal voluntario y retribuido para
poder atender eficazmente las actividades relacionas con la
tramitación de las reclamaciones, actividades administrati-

—220—
vas, relación con los medios de comunicación, la participa-
ción institucional, la contabilidad, la formación, etc.
Hay que impulsar un modelo de asociación que desde su
posición de independencia sepa jugar su papel de represen-
tante de los consumidores en el ámbito de las instituciones
públicas y sepa asumir los compromisos y las posiciones
de colaboración con las administraciones públicas, sectores
empresariales y sindicatos, junto con las necesarias posicio-
nes reivindicativas y de confrontación según las situaciones
y cuando ellas sean necesarias para defender más eficaz-
mente los intereses de los consumidores y usuarios.
Es necesario impulsar un modelo de asociación que sin
renunciar a la defensa de su propio protagonismo entienda
como una necesidad el encontrar y propiciar fórmulas de
unidad de acción con otras organizaciones que defiendan a
los consumidores.

Legitimación social como base del proyecto


La legitimación social es una de las piezas claves en
el futuro del movimiento de consumidores al que aspira-
mos. Debemos conseguir el apoyo de los consumidores y
usuarios y un mayor grado de compromiso buscando fór-
mulas flexibles que faciliten la integración de los mismos.
Si FACUA aspira a ser un movimiento social, ello implica
compromiso con la sociedad y establecer las vías para que
los consumidores puedan acercarse e integrarse en nuestras
Asociaciones.
FACUA quiere ser un instrumento útil para que decenas
de miles de consumidores intervengan en el mercado. Tene-
mos que conseguir un mayor nivel de legitimación por par-
te de los consumidores y lograr que miles de ellos entiendan
y asuman que es necesario unirse al proyecto FACUA y lo
puedan hacer de diferentes maneras y avanzar con nosotros
en la lucha por una sociedad más justa, solidaria y sosteni-
ble y por un mercado menos agresivo.

Afiliación y autofinanciación
Las organizaciones de consumidores y usuarios debe-
mos plantearnos la necesidad de fomentar la afiliación y
con ello nuestros recursos propios no como un fin en sí

—221—
mismo, sino como instrumento imprescindible para la con-
secución de los objetivos de vertebración de la sociedad
civil, independencia, representatividad y sobre todo legiti-
mación de nuestra acción.
FACUA siempre ha entendido que para avanzar en el
proceso de vertebración de la sociedad civil y para el nece-
sario equilibrio en el funcionamiento del mercado es nece-
sario que la sociedad apueste claramente por el desarrollo
de organizaciones de consumidores fuertes y representati-
vas, que estén abiertas a los ciudadanos, pues el fomento de
la afiliación debe ser siempre nuestro primer reto.
Como ya se ha dicho, hacen falta asociaciones en las que
se afilien miles de consumidores y que estén dotadas de me-
canismos internos de participación que propicien un funcio-
namiento democrático y posibiliten la participación de sus
asociados en el desarrollo del movimiento consumerista, en
el marco de federaciones o confederaciones fuertes, pues
sólo con organizaciones que aglutinen a decenas de miles
de consumidores se podrá lograr la fuerza y representati-
vidad suficiente para lograr una intervención eficaz en el
mercado y alcanzar unos niveles de autofinanciación que
nos permitan la total independencia ante las administracio-
nes públicas y de otros intereses políticos y económicos.
Mientras que nuestros presupuestos estén sustentados bási-
camente por subvenciones y ayudas públicas, difícilmente
podremos ser y actuar como una organización realmente
independiente.
La apuesta clara por avanzar por la autofinanciación de
nuestros gastos corrientes no significa que FACUA renun-
cie a su derecho constitucional de recibir ayudas públicas
para seguir reforzando y ampliando nuestras actuaciones
en defensa de los consumidores y usuarios, al igual que la
reciben otros agentes económicos y sociales (sindicatos y
empresarios), pero ello no debe desvirtuar nuestro objetivo
de impulsar la afiliación y comprometer a los ciudadanos
en su autodefensa y por tanto esto debe ser prioritario y no
entendido como una vía subsidiaria y marginal de financia-
ción.
Desde cada asociación provincial o territorial integrada
en FACUA tenemos que encontrar las vías que nos permitan

—222—
acercar a nuestro proyecto a miles de consumidores y usua-
rios a través de todas las posibilidades existentes, inclu-
yendo también las que nos ofrece la nueva sociedad de la
comunicación. En la década de los ochenta y noventa el
acercamiento de los consumidores a nuestra organización
sólo era concebida de manera clásica a través de nuestros
locales sociales y a través de las reclamaciones; hoy en día,
si bien es preciso reforzar dichas vías tradicionales y me-
jorarlas, es necesario también aprovechar la sinergia que
crea la cada vez mayor presencia mediática de FACUA y
las nuevas tecnologías, desarrollando campañas de infor-
mación y mejorando la profesionalización de nuestros co-
laboradores para estar en cada vez mejores condiciones de
atender los retos que tenemos que afrontar y hacerlo desde
posiciones de total independencia ante las administraciones
públicas, partidos políticos y sectores empresariales.
Partimos de la creencia y el compromiso de que sólo
con organizaciones fuertes y suficientemente representati-
vas podremos asumir una eficaz defensa y protección de los
consumidores, rechazando las apuestas políticas paternalis-
tas que sólo consiguen debilitar al movimiento de consumi-
dores, imposibilitando su crecimiento.
Para FACUA, el futuro que queremos pasa, por tanto,
por desterrar definitivamente aquellas posiciones partidis-
tas que han tratado y tratan de impedir las apuestas serias
y coherentes por vertebrar a la sociedad, desde el error de
pensar que organizaciones débiles servirían en mejores
condiciones a sus intereses de partido y que tanto daño han
ocasionado al movimiento de los consumidores en España
al contribuir claramente a su debilitamiento y a su atomi-
zación.

Representatividad
Pero, además, tampoco podemos obviar que la afilia-
ción es un elemento objetivo que nos permite medir con
garantías el nivel de representatividad de cada organización
de consumidores y en este sentido también es preciso que
tengamos la valentía de construir un futuro partiendo del
reconocimiento de lo que somos, desde la transparencia y

—223—
la realidad de lo que representa el movimiento de consumi-
dores y cada una de las organizaciones que lo integran. Sin
hacernos trampas los unos a los otros, sino con lealtad y
transparencia, pero también con coherencia.
Si queremos ser la organización más representativa te-
nemos que ser la organización con mayor respaldo social.
No basta sólo con decir que lo somos, sino que tenemos
que trabajar diariamente en conseguirlo. Nuestra actividad
diaria tiene que dar fruto y ese fruto es la legitimación so-
cial que nos permite influir e intervenir en el mercado como
contrapoder. En este sentido, consideramos que hay que
avanzar en la articulación de normas legales que permitan
contabilizar con garantías suficientes el número de asocia-
dos que cada organización tiene. Conocer y reconocer la
realidad, medir y evaluar de forma rigurosa qué somos y
qué y a quién representamos son herramientas imprescindi-
bles para fijarnos objetivos y retos claros de futuro que nos
permitan progresar.
Por tanto, podemos afirmar que para nosotros el número
de asociados con el que cuente cada organización es una
manera de medir el grado de legitimación y de representa-
tividad que los propios consumidores le han dado, es una
manera de medir nuestra representatividad y nuestra utili-
dad y por ello tenemos que asumir el claro compromiso de
establecer como actividad prioritaria el avanzar en el nú-
mero de asociados buscando, para ello, nuevas fórmulas y
nuevas posibilidades de comunicación y de interrelación
con los ciudadanos.

Nuestra intervención en el mercado


Con el restablecimiento de la democracia en nuestro país
y con la aprobación de la Constitución de 1978 se comienza
un proceso para establecer un marco legal que garantice el
derecho que los consumidores deben tener en el mercado,
partiendo del principio de que éstos son la parte más dé-
bil del mismo y que por ello los poderes públicos tenían
que garantizar el respeto de sus derechos, la protección por
medios eficaces, de la seguridad y la salud de éstos y la
defensa de sus intereses económicos, así como a fomentar a

—224—
las Asociaciones de Consumidores como instrumentos que
contribuyan a equilibrar el funcionamiento del mercado.
Este principio constitucional se basa en el hecho de que
la promulgación de nuevas leyes y disposiciones para la
protección de los derechos, si bien contribuyen a frenar
abusos y fraudes, o al menos los tipifica, no puede ser nunca
suficientes, ya que para lograr un cierto equilibrio entre los
distintos sectores que conforman el mercado, es decir entre
fabricantes y productores, distribuidores o prestadores de
servicios por un lado y la gran masa de consumidores por
otro, se tiene que producir un hecho fundamental:
Que el consumidor entienda que de forma individual o
aislada no puede hacer frente al poder de fabricantes o dis-
tribuidores, ni pueden exigir con éxito la promulgación de
nuevas leyes que le protejan y que sólo con el agrupamiento
de los consumidores, a través de la creación y desarrollo de
Asociaciones de Consumidores fuertes y representativas, se
podrán crear las condiciones para que esa gran masa de ciu-
dadanos que compran productos o utilizan servicios puedan
intervenir como un agente económico activo e influyente en
el mercado.
Para FACUA el movimiento de consumidores debe evo-
lucionar hacia la conquista real de nuestro papel como equi-
librador del mercado, de un mercado claramente inclinado
hacia intereses económicos. Un mercado donde el beneficio
y los intereses económicos e incluso especulativos tienen
más peso que los derechos y garantías de los ciudadanos, de
los consumidores y usuarios.

Agentes económicos y sociales


Para la consecución de ese reto las organizaciones de con-
sumidores tenemos que conseguir realmente intervenir en el
mercado de forma eficaz, tenemos que conseguir el recono-
cimiento de lo que somos, auténticos agentes económicos y
sociales, pero para ello no basta sólo con reivindicarlo sino
que es preciso conquistarlo. Tenemos que ganarnos dicho re-
conocimiento rompiendo el actual estatus quo.
Somos conscientes de que en el camino de dicha conquis-
ta nos vamos a encontrar resistencias, obstáculos, muchos

—225—
de ellos ya anunciados. Así como toparnos con la oposición
del sector empresarial, de los sindicatos, de los propios po-
deres públicos. Oposición que se planteará desde distintas
posiciones de salida y que tendremos que ir venciendo so-
bre la base del apoyo y el respaldo social.
El éxito de esta “pelea” va a descansar en la legitima-
ción social, en el compromiso y apoyo social que debemos
también conquistar las organizaciones de consumidores y
para ello tenemos que actuar como un auténtico contrapo-
der que contribuya a equilibrar los intereses existentes en
el mercado.
Acentuar el carácter reivindicativo del movimiento de
consumidores
FACUA ha entendido que la acción consumerista debe
ser combativa y por tanto es preciso rebelarse ante los abu-
sos y ante los sistemas que sitúan las reglas del mercado
por encima de los derechos ciudadanos, pero otras orga-
nizaciones de consumidores representan a un movimiento
acomodado que ha entrado en una dinámica continuista y
poco exigente, que sólo persigue “corregir” ciertos desma-
nes del mercado pero que no se plantea realmente remover
estructuras y conciencias ni se cuestiona el actual modelo
de producción, distribución y consumo en el que se integra,
un movimiento de consumidores anclado en posiciones de
los años 80.
Partiendo de este presente, y de cara al futuro, este es-
tatismo y conformismo que mayoritariamente existe debe
romperse y por ello debe acentuarse nuestro perfil reivindi-
cativo y combativo. Tenemos que tener claro que la inten-
sificación de las reclamaciones y la denuncia sistemática
de los abusos y fraudes que genera el mercado en nuestra
sociedad nos permitirá intervenir en él y además hacer in-
tervenir a los propios consumidores afectados y a la vez
estaremos provocando una mayor intervención de las ad-
ministraciones públicas que deben reforzar sus labores de
inspección y sanción.
Por tanto, tenemos que asumir que un elemento esencial
de la actividad que deben jugar las Asociaciones de Con-
sumidores para ir equilibrando los intereses contrapues-
tos en el mercado es, sin lugar a dudas, la defensa de sus

—226—
reclamaciones o denuncias individuales frente a los produc-
tores o distribuidores. Es necesario suplir la debilidad del
consumidor individual frente al empresario y sus equipos
de asesores y de ejecutivos con el poder de los servicios
jurídicos y técnicos de las Asociaciones de Consumidores,
equipos formados con un alto grado de profesionalización
y especialización que nos permitan ejecutar con seriedad y
rigor las múltiples tareas que debemos desarrollar y funda-
mentalmente la defensa de los derechos e intereses de los
consumidores y usuarios, tramitando sus reclamaciones de
la forma más eficaz y con ello ganarnos el reconocimiento
como interlocutores frente al sector empresarial.
Completando esta actividad de atender y tramitar las de-
nuncias y reclamaciones de los consumidores frente a los
empresarios causantes del abuso o fraude, las Asociaciones
de Consumidores debemos asumir también la defensa de
los intereses colectivos de los consumidores frente a gran-
des empresas o la Administración. Para ello deberán reali-
zar una serie de actividades de información y de formación,
de control y análisis del mercado, que permitan avanzar en
dicha defensa.

La información y formación de los consumidores


Para poder avanzar en esta dirección es necesario asumir
que una de las principales causas que facilitan o contribu-
yen a la existencia del fraude y al abuso contra el consumi-
dor es, sin lugar a dudas, el bajo nivel de conocimiento que
éstos tienen acerca de sus derechos y obligaciones legales.
Por ello es fundamental que una Asociación de Consumi-
dores sitúe también entre sus actividades principales las de
información y formación de los consumidores en relación a
dichos derechos y deberes.
Esta actividad informativa debe desarrollarse desde cada
una de las asociaciones integradas en FACUA mediante un
buen aprovechamiento de nuestra revista Consumerismo,
de nuestro sitio en Internet www.facua.org y de otras publi-
caciones monográficas y garantizando también una presen-
cia activa en los medios de comunicación.
Asimismo, es necesario completar esta labor informati-
va hacia el conjunto de los consumidores con otra actividad

—227—
más selectiva de carácter formativo dirigida a cuadros di-
rectivos, líderes de opinión, etc. Esta labor sistemática de
formación a través de cursos, seminarios, conferencias, etc.
permitirá elevar el nivel de conocimiento y capacitación de
dichos cuadros o generadores de opinión, logrando con ello
que éstos sean elementos dinamizadores y organizadores de
la sociedad y contribuyan a facilitar una más rápida organi-
zación de los consumidores.
Junto con estas actuaciones indicadas las Asociaciones
de Consumidores deben articular otras fórmulas para refor-
zar la información de los consumidores acerca de los pro-
ductos o servicios que se ofertan en el mercado. Para ello
es necesario que intensifiquemos la realización de análisis o
estudios comparativos de aquellos productos o servicios de
mayor consumo o uso, o de aquellos que se puedan presu-
poner que representen riesgo, peligro o engaño a los consu-
midores, pues dicha actividad es una herramienta clave en
nuestra intervención en el mercado.
El control del mercado es otra de las tareas a desarrollar
en el marco de nuestra acción combativa y reivindicativa,
tanto a través de nuestra propia organización, realizando es-
tudios y analizando y comparando bienes y servicios, como
demandando a la Administración su intervención en estas
materias, pues es a ella a quien más directamente le co-
rresponde el control y la inspección del mercado. Las Aso-
ciaciones no sólo deben estar preparadas para atender las
reclamaciones o denuncias que les lleguen a sus locales u
oficinas, sino que además tienen que salir al mercado a la
búsqueda de las irregularidades o incumplimientos legales
que se produzcan y proceder a su denuncia.
Desde FACUA entendemos que sólo con una acción
sistemática en las distintas direcciones señaladas se podrá
garantizar el logro de los siguientes objetivos que permitan
fomentar consumidores racionales y críticos:

Promover la mayor libertad y racionalidad en el consu-


mo de bienes y en la utilización de servicios ofertados
en el mercado.
Facilitar la comprensión y utilización por parte de los
consumidores de la información obligatoria que tienen

—228—
que ofrecer todos los productos o servicios para su
correcto consumo o uso.
Difundir el conocimiento de los derechos y deberes del
consumidor o usuario y las formas más adecuadas
para ejercerlos.
Fomentar la prevención de riesgos que puedan derivarse
del consumo de productos o utilización de servicios.
Adecuar las pautas de consumo a una utilización racio-
nal de los recursos naturales para preservar el medio-
ambiente.
Potenciar la formación de educadores en el campo de la
protección de los derechos de los consumidores.

Concertación con el sector empresarial

Junto con la denuncia de los fraudes y abusos que se


producen en el mercado, FACUA y sus organizaciones pro-
vinciales o territoriales debemos asumir que la concerta-
ción con el sector empresarial es un instrumento clave en
la consecución de nuestros objetivos. La concertación debe
ser entendida como la vía complementaria a nuestro enfren-
tamiento diario en defensa de los intereses de los consumi-
dores, que permita resolver los conflictos de intereses que
se producen en el mercado. La denuncia, la reclamación, el
boicot si cabe deben seguir siendo la palanca, el motor que
nos lleve necesariamente a la concertación y por ello de-
bemos situarnos en la clave de que nuestra actividad diaria
de tramitación de reclamaciones potencialmente representa
la posibilidad de llegar a acuerdos de concertación con el
sector empresarial.
El nivel de concertación, nuestra capacidad de diálogo
con el sector empresarial tiene también una incidencia di-
recta en nuestro propio reconocimiento como agentes eco-
nómicos y sociales. Ello nos lleva a situarnos en mejores
posiciones frente al mismo y a ser reconocidos como los
interlocutores válidos que representamos a los consumido-
res, jugando así nuestro papel de contrapoder.
Avanzar por este necesario camino supone, por tanto, im-
pulsar la acción consumerista apostando por organizaciones

—229—
más dinámicas, con una presencia real e indiscutible en
la sociedad, organizaciones con las que los ciudadanos se
identifiquen y que den respuesta a sus necesidades y expec-
tativas.

REPRESENTACIÓN Y PARTICIPACIÓN INSTITUCIONAL

La Constitución Española establece como principio ge-


neral que los poderes públicos están obligados a escuchar a
las Asociaciones de Consumidores en todas las cuestiones
que afecten a los consumidores y usuarios. En dicho senti-
do se estableció en la Ley General para la Defensa de los
Consumidores y Usuarios y correspondientes normas auto-
nómicas un apartado concreto para regular la participación,
representación y audiencia en consulta.
En dicho sentido, y con carácter generalizado, la legisla-
ción vigente establece que las Asociaciones de Consumido-
res y Usuarios serán oídas, en consulta, en el procedimiento
de elaboración de las disposiciones de carácter general re-
lativas a materias que afecten directamente a los consumi-
dores o usuarios y por ello será preceptiva dicha audiencia
en los siguientes casos:

Reglamentos que desarrollen la Ley General.


Reglamentos sobre productos o servicios de uso y con-
sumo.
Ordenación del mercado interior y disciplina de merca-
do.
Precios y tarifas de servicios en cuanto afecten directa-
mente a los consumidores y usuarios y se encuentren
legalmente sujetos a control de las administraciones
Públicas.
Condiciones generales de los contratos de empresas que
prestan servicios públicos en régimen de monopolio.
En los casos en que una ley así lo establezca.

Complementando este derecho a la participación ya se-


ñalado se contempla también la creación de un Consejo
integrado por representantes de las Asociaciones de Con-
sumidores que actuará como órgano de representación y

—230—
consulta a nivel nacional, también existentes en distintas
autonomías. De esta forma y por imperativo legal se consti-
tuyó en el año 1992 en España el Consejo de Consumidores
y Usuarios en el que se integran las organizaciones denomi-
nadas como más representativas de los consumidores. En el
ámbito de la Comunidad andaluza se constituyó en 1997 el
Consejo de los Consumidores y Usuarios de Andalucía, que
durante dos mandatos fue presidido por FACUA.

Participación
Si queremos participar en el diseño de las políticas de
consumo, si queremos influir en las relaciones de consu-
mo actuando como auténtico grupo de presión frente a los
intereses económicos, es fundamental nuestra presencia en
órganos consultivos, asumiendo así el papel que la Ley nos
atribuye de representantes de los ciudadanos en dichos ór-
ganos y lograr con ello el reconocimiento institucional de
lo que somos.
Sin embargo, es preciso tener en consideración que
nuestras fortalezas y por tanto también nuestras debilidades
determinarán nuestro nivel de representatividad y nuestra
participación tanto en órganos consultivos como en el pro-
pio proceso de audiencia en consulta que la ley nos recono-
ce, donde no sólo tenemos que “estar”, sino que debemos
actuar de manera activa y eficaz.

Ayudas públicas
El nivel de representatividad de una organización de
consumidores sirve también para medir las ayudas públi-
cas a las que tenemos derecho. El principio constitucional
de apoyo y fomento a las organizaciones de consumidores
y usuarios, recogido en el artículo 51 de la Constitución
Española, debe ser asumido desde el compromiso y la co-
herencia de lo que significa el haberlo integrado en la de-
nominada constitución económica, ya que dicho artículo se
enmarca entre los principios rectores de la política social y
económica y representa la apuesta teórica de que una eco-
nomía de mercado como la nuestra sólo puede funcionar

—231—
adecuadamente si se protege a los consumidores y se apoya
y fomenta a sus organizaciones representativas, como ele-
mento equilibrador del mercado.
La administración debe entender y asumir la obligación
de contribuir a una financiación suficiente de las organiza-
ciones de consumidores, superando estadios como el actual
en el que los apoyos económicos institucionales que se nos
destinan son insuficientes, muy alejados de los que reciben
otros agentes económicos y sociales y no permiten desarro-
llar de manera efectiva las funciones que nos encomienda
la Ley y la propia Constitución para un correcto funciona-
miento del mercado y de la economía.
Sin embargo, en vez de asumir esta obligación sigue
manteniendo políticas de ayudas económicas a las orga-
nizaciones de consumidores con criterios paternalistas, a
la vez que legitima que dichas organizaciones puedan ver
financiadas algunas de sus actividades por parte del sec-
tor empresarial, tal como ha ocurrido con la aprobación en
2006 de la Ley de Mejora de la Protección de los Consu-
midores. Legitimación que abre una peligrosa puerta por
la que el sector empresarial podrá influir de manera clara y
legal en las actuaciones y decisiones de las organizaciones
de consumidores que entren por dicha puerta.
FACUA seguirá exigiendo su derecho a recibir las sub-
venciones necesarias para seguir trabajando con eficacia en
la defensa de los intereses individuales y colectivos de los
consumidores y usuarios, si bien ello nunca deberá signifi-
car que sustentemos nuestra propia financiación en dichas
subvenciones, pues como ya hemos señalado de manera rei-
terada, el fomento de la afiliación y con ello el fomento de
ingresos propios debe ser un primer reto para ganarnos la
necesaria legitimación de la sociedad y el reconocimiento
institucional.

El papel de la administración
Este apoyo de los poderes públicos pasa también nece-
sariamente por una revisión del papel que debe desempeñar
la Administración, con el fin de superar etapas paternalistas
en las que la protección al consumidor es entendida desde
concepciones benéfico-asistenciales y debe reorientarse ha-

—232—
cia políticas que propicien una mayor corresponsabilidad
del ciudadano en su autoprotección y que refuercen el papel
preventivo y de inspección y control que tiene reconocido
la Administración.
Es preciso hacer una verdadera revisión de sus funcio-
nes, cometidos y competencias y lograr que se asuma el
papel cada vez más determinante que le corresponde jugar a
la sociedad civil. Un ejemplo de la necesidad de esta actua-
lización de funciones lo tenemos en el papel que deben ju-
gar los ayuntamientos en la protección a los consumidores,
evitando actuaciones que entren en una cierta “competencia
desleal” con las organizaciones de consumidores, como si-
gue ocurriendo con el actual funcionamiento de las Oficinas
Municipales de Información al Consumidor (OMIC), que
representan un ejemplo claro de políticas paternalistas del
pasado reciente y un grave inconveniente para fomentar la
afiliación de los consumidores.

CONVERGENCIA CON OTROS MOVIMIENTOS SOCIALES

Por último, tenemos que decir que FACUA considera ne-


cesario que en la consecución del objetivo último de aspirar
a un mundo mejor nuestra organización no puede ni debe
estar sola, pues el desarrollo de nuestra acción consumerista
debe tener también vocación de convergencia con otras or-
ganizaciones de consumidores y movimiento sociales.
Es una realidad que el movimiento de consumidores se
encuentra en la actualidad atomizado, realidad que refuerza
su debilidad y es por ello por lo que es necesario la búsque-
da de alianzas sociales. Junto con la apuesta por nuestro
fortalecimiento y con ello superar situaciones de debilidad
debemos propiciar la búsqueda de alianzas estratégicas con
otros movimientos sociales (ecologistas, movimientos por
la paz, organizaciones de consumidores, asociaciones de
inmigrantes, sindicatos, etc.). Es preciso ampliar las rela-
ciones de colaboración con diferentes entidades de carácter
social ampliando no sólo con ello nuestra fortaleza como
movimiento social a través de dichas alianzas, con el fin de

—233—
seguir avanzando hacia nuestro objetivo último de conse-
guir una sociedad más justa y solidaria.
El futuro del movimiento de consumidores debería sus-
tentarse sobre un modelo que, sin renunciar al propio pro-
tagonismo de las organizaciones de consumidores que lo
integran, entienda como una necesidad el encontrar y propi-
ciar fórmulas de unidad de acción con otras organizaciones
que defienden también los intereses de los ciudadanos en
relación al mercado.
No obstante, esa unidad de acción debe ser el resultado
de un proceso, de una evolución paralela y convergente de
aquellas organizaciones que caminamos por sendas seme-
jantes y que compartimos objetivos y retos de futuro pero
también un mismo código ético de funcionamiento.

EL CONSUMO SOSTENIBLE Y EL CONSUMO SOLIDARIO

El desarrollo de las sociedades industriales propias del


sistema capitalista de producción y consumo conllevó, jun-
to a las mejoras de las condiciones de vida de una buena
parte de la población de una parte del planeta, a la aparición
de fenómenos nuevos que propiciaron la aparición de la so-
ciedad de consumo y sus efectos negativos para la conser-
vación del medio ambiente.

Consumo sostenible
Hablar de consumo sostenible o responsable en la vida
diaria de los consumidores es hablar también del modelo de
sociedad imperante en España, en la Unión Europea y una
parte del mundo y es hablar de nuestro modelo de produc-
ción y consumo y de su relación con el medio ambiente,
con nuestra forma de vida y con la salud de los propios
consumidores.
Frente al consumismo y al despilfarro que se ha impuesto
en la denominada “sociedad de consumo”, FACUA – Con-
sumidores en Acción propugna hábitos responsables en la
producción y en el consumo.

—234—
Problema del consumo y el medio ambiente
El problema global del medio ambiente puede conside-
rarse fundamentado en tres pilares: superpoblación, consu-
mo y tecnología. Somos muchos, consumimos en exceso
en los países desarrollados y disponemos de una tecnología
ineficiente e inadecuada para garantizar el equilibrio ecoló-
gico. La naturaleza no puede procesar los cambios que el
hombre ha introducido en estos dos últimos siglos.
La Cumbre de Río de Janeiro de 1992 señaló que la mo-
dificación de las actuales pautas de consumo en el mun-
do industrializado como una de las tareas principales de la
humanidad para el próximo siglo. Nuestro planeta no dis-
pone de los medios suficientes para garantizar que todos
sus habitantes puedan disponer de un nivel de consumo y
despilfarro como el existente en los países desarrollados.
Por tanto, tenemos que admitir que nuestra forma actual de
vida sólo se puede mantener si la mayoría de los habitantes
del planeta, es decir el 80%, siguen viviendo como hasta
ahora en la pobreza utilizando el 20% de los recursos dis-
ponibles.
La Ley General para la Defensa de los Consumidores
y Usuarios de España consagra y desarrolla el derecho del
consumidor a la educación y formación en materia de con-
sumo. Contempla entre sus objetivos el promover la liber-
tad y racionalidad en el consumo y adecuar las pautas del
consumo a un uso racional de los recursos naturales. Asi-
mismo, consagra el derecho de los consumidores a disponer
de una información veraz, eficaz y suficiente y establece los
principios generales para la adecuada protección de la salud
y la seguridad.
Por su parte, el Programa comunitario de política y ac-
ción en materia de medio ambiente y desarrollo sostenible,
elaborado por la Unión Europea, preconiza la reducción de
un consumo excesivo de recursos naturales y reconoce el
consumo como un fenómeno determinante de las políticas
de protección ambiental. Además, establece que la relación
entre industria y medio ambiente debe sustentarse, entre
otros aspectos, en la gestión de recursos encaminados a ra-
cionalizar su consumo y en la información que permita a los
consumidores elegir mejor.

—235—
Sin embargo, buena parte de los aspectos relacionados
con el consumo es a veces objeto de silencio, pues no pode-
mos olvidar que nuestro modelo de desarrollo económico y
el éxito de nuestros gobernantes se basa fundamentalmente
en incentivar el consumo. Este silencio no es sorprendente
pues para romperlo se requiere que la sociedad se pregunte
sobre su propio estilo de vida y ponga en entredicho y cues-
tione la idea imperante de que tener más y consumir más
conlleva ser más feliz y disfrutar de una mayor calidad de
vida.
Los consumidores de las economías industrializadas nos
afanamos por consumir más y mejores bienes de consumo.
Sufrimos una dependencia casi paranoica de todo tipo de
bienes (electrodomésticos, automóviles, ropa de vestir, ali-
mentos sofisticados, cuerpos modélicos, etc.), no sólo para
satisfacer nuestras necesidades reales, sino que también se
persiguen símbolos de posición social, alcanzar más felici-
dad, estar más sanos, mejorar nuestras relaciones con los
demás, es decir, los valores que nos “vende” la publicidad.
Consumimos para imitar a los sectores de la sociedad que
nos presentan como modelos, los ricos, los famosos, etc. y
al imitarlos perdemos nuestra capacidad de definir aquello
que es digno y necesario de verdad.
El consumo de bienes normales satisface necesidades
físico-objetivas y, en consecuencia, tiene un punto de satu-
ración. Por el contrario, el bienestar y la satisfacción de los
bienes de posición o relacionales se miden en comparación
con los de otros consumidores y otros momentos históricos,
lo que implica la ausencia de un límite, pues el afán de dife-
renciarse de los demás es interminable. Hablar de consumo
de bienes normales para satisfacer nuestras necesidades es
hablar de nuestra alimentación, es hablar de nuestro ves-
tir, es hablar en definitiva de nuestra forma de vivir. Sin
embargo, la publicidad no nos ofrece mensajes informati-
vos para darnos a conocer las calidades de los productos;
la publicidad nos vende sensaciones, valores, metas que se
pueden conseguir consumiendo dichos productos, que en la
mayoría de los casos son falsos.

—236—
La reducción del consumo, ¿es cosa de otros?
Sin embargo, siempre que pensamos en evitar o limitar
los daños al medio ambiente generados por la producción,
distribución y consumo de bienes adicionales estamos de
acuerdo en que habría que introducir técnicas y productos
menos perjudiciales, pero no pensamos en reducir la pro-
ducción y el consumo.
En este sentido, la promoción del consumismo a través
de la publicidad, la televisión comercial y los grandes cen-
tros comerciales debe tener una respuesta activa por parte
de los consumidores. Los modelos o patrones de felicidad
que nos están “vendiendo” no sólo están produciendo un
grave deterioro de nuestro medio ambiente como conse-
cuencia de la superproducción provocada por la puesta en
el mercado de cada vez más productos y del mayor consu-
mo de energía, sino que también estamos sufriendo un pro-
ceso de degradación de nuestra salud como consecuencia
de los nuevos patrones alimentarios o sociales y algunos
ejemplos los tenemos en el aumento del colesterol y de las
enfermedades cardiovasculares, el aumento de la obesidad
y en el otro polo, de la bulimia y de la anorexia, y multitud
de nuevas patologías.
El modelo anglosajón imperante en el mundo ha impues-
to a través de la publicidad, del cine, etc. sus propios patro-
nes alimentarios y está rompiendo nuestro propio modelo
de alimentación saludable, como es la dieta mediterránea
o dieta variada. El consumo de la llamada comida rápida
se está imponiendo de forma progresiva y ello está provo-
cando el aumento de la obesidad y de la aparición de diver-
sas patologías entre la población (estreñimiento, colesterol,
etc). Junto a ello están apareciendo cientos de productos de
todo tipo que son ofrecidos para ayudarnos a no engordar
o para mantener nuestra salud, es decir, para contrarrestar
los efectos de lo anterior. Todo un negocio que se acabaría
si adoptamos nuestro modelo tradicional de alimentación
variada.
Gobiernos, industria y consumidores somos responsa-
bles de la crisis ecológica y a todos involucrará la estrategia
para alcanzar un consumo y una producción sostenibles.
Los gobiernos tienen la responsabilidad de crear políticas

—237—
de protección ambiental que apunten hacia una producción
limpia y hacia la racionalización del consumo. La industria,
por su parte, como responsable directa de la mayor parte de
la degradación ambiental debe asumir esa responsabilidad
y transformar sus modos de producción y comercialización.
Y los consumidores también tenemos que asumir nuestra
cuota en la responsabilidad colectiva y adoptar pautas de
conductas más responsables y racionales en relación al con-
sumo y disfrute de bienes y servicios, a la vez que exigir
mayor nivel de información en relación a los mismos.

El papel que deben jugar los consumidores


En ambas direcciones, los consumidores podemos des-
empeñar un papel determinante. Por un lado, los consu-
midores debemos asumir, como ya se ha indicado, nuestra
parte de responsabilidad en la degradación ambiental y el
agotamiento de los recursos. Al fin y al cabo somos noso-
tros los que consumimos lo que produce la industria y sos-
tenemos con nuestros votos la política de los gobiernos. Por
ello, ser conscientes de nuestra responsabilidad y de nuestra
fuerza potencial es tan importante para evolucionar hacia
un mundo ecológicamente (ambiental y socialmente) sos-
tenible. Así, la disminución del consumo debe plantearse
como un objetivo clave.
Una prueba de la fuerza potencial del consumidor la te-
nemos en el hecho de que al estar lo ecológico y lo saluda-
ble de moda, numerosas empresas se disfrazan de verde o
de salud para vender más y nos ofrecen productos que se
presentan como ecológicos o saludables. Por ello es necesa-
rio que el consumidor esté bien informado y preparado para
desenmascarar la manipulación y el engaño que se esconde
detrás de la mayoría de tales prácticas y sepa elegir de for-
ma consecuente.
Por todo ello, es desde cada uno de nosotros como con-
sumidores y desde las Asociaciones de Consumidores don-
de la lucha por proteger el medio ambiente y nuestra salud
cobra un sentido más claro, apuntando a las causas y no
tratando de poner parches a las consecuencias. El objetivo
será alcanzar una modalidad de consumo sostenible que no
hipoteque la supervivencia de las generaciones venideras.

—238—
Los medios para alcanzarlo son, de una parte, la educación
y concienciación para un consumo responsable y por otra,
el trabajo de denuncia para conseguir producciones menos
dañinas para el medio ambiente y para los consumidores
y denunciar los mensajes publicitarios o los modelos que
limitan nuestra libertad de elección.
El consumo responsable y sostenible debe empezar por
un consumo consciente y responsable. Para ello el consu-
midor debe exigir una información clara, sencilla y actua-
lizada acerca de las connotaciones ecológicas y sociales de
los productos ofertados en el mercado y hoy, a pesar de que
el nivel de conciencia va aumentando, aún existe una con-
siderable carencia de información precisa y de fácil acceso
al público en general de estos temas. Por ello, la carencia de
información no permite una correcta compresión del pro-
blema, ni la participación pública activa en defensa del me-
dio ambiente y de la salud humana por parte de la mayoría
de los consumidores.
Sin embargo, el consumo sostenible supone mucho más
que cambiar un producto perjudicial para la tierra o para
los humanos por otro más respetuoso: implica ante todo,
cuestionar nuestro consumo y nuestro modo de vida; con-
lleva examinar nuestro papel ante las desigualdades de la
economía mundial; significa retar a los gobernantes para
que realicen políticas que favorezcan un cambio en el estilo
de vida de los ciudadanos.

EL CONSUMISMO: UNA NUEVA FORMA DE EXPLOTACIÓN

Las formas clásicas de explotación del hombre por el


hombre ya denunciadas por los pensadores del socialismo
desde hace varios cientos de años, si bien perduran de for-
ma general, unas veces maquilladas y otras en su expresión
natural y cruel, están siendo acompañadas con otras formas
de explotación y alienación que se vienen desarrollando e
imponiendo fundamentalmente en las llamadas sociedades
desarrolladas. Nos referimos a esa nueva forma de explota-
ción del individuo y de la sociedad que representa el con-
sumismo. Una forma nueva de explotación surgida en el

—239—
siglo XX y cuyas consecuencias van mas allá de los efectos
negativos y dolorosos que siempre tuvo y sigue teniendo la
explotación de los trabajadores bajo el sistema capitalista
de producción.

Consumismo igual a destrucción del planeta


La Cumbre de Río de Janeiro de 1992, como ya se ha
indicado, señaló que la modificación de las actuales pautas
de consumo en el mundo industrializado, es decir, la elimi-
nación del consumismo debería ser una de las tareas princi-
pales de la humanidad para el próximo siglo, pues sólo así
se podría salvar al planeta de la catástrofe que se avecina.
Han pasado ya quince años desde la celebración de la famo-
sa cumbre convocada por Naciones Unidas y quitando los
cientos de discursos, los compromisos incumplidos y las
miles de promesas de los gobernantes de los países ricos e
industrializados, muy poco se ha hecho. Mientras tanto, la
conciencia del peligro mortal crece y los efectos del dete-
rioro medioambiental se multiplican. Sin embargo, a nadie
se le escapa que los primeros en sufrir las consecuencias
del grave deterioro en el medio ambiente son los habitantes
pobres de los países menos desarrollados y esto lo vemos
todos los días. Ellos no poseen masivamente automóviles,
ni aparatos de aires acondicionado, posiblemente ni siquie-
ra frigoríficos; ellos no son los que contaminan y, sin em-
bargo, sobre ellos caen más directamente los efectos de las
grandes emanaciones de dióxido de carbono causantes del
calentamiento de la atmósfera y del efecto invernadero y
cuando se enferman, bien sabemos todos que no existen
para ellos y sus familiares, hospitales, médicos ni medica-
mentos suficientes, como los que existen en la otra parte del
planeta causante del grave y alarmante proceso de contami-
nación.
Tampoco podemos olvidar que la población mundial tar-
dó decenas de miles de años en llegar a la cifra de 1.000
millones de habitantes, cantidad que se alcanzó en torno al
año 1800. Sin embargo, tan sólo en los últimos dos siglos
la población mundial ha alcanzado una cifra superior a los
6.000 millones de habitantes, sin olvidar que los datos de los
expertos establecen que para el año 2050, esta cifra podría

—240—
llegar a los 9.000 millones. Esta gran explosión demográfi-
ca, unida a la acelerada degradación de las condiciones na-
turales elementales para la supervivencia de la humanidad,
está provocando una gran preocupación en muchos países,
sobre todo en lo menos desarrollados, ya que casi el total
del crecimiento de la población indicada se está dando y se
dará en los países pobres del denominado Tercer Mundo.
Habrá que preguntarle a los dirigentes políticos de los
países más ricos e industrializados si van a seguir mintién-
donos a todos los habitantes del planeta. Habrá que pregun-
tarles si van a seguir diciéndonos que es necesario consumir
más para garantizar nuestro desarrollo y bienestar y con
ello ayudar al desarrollo de los países pobres, cuando todos
los estudios rigurosos que se están realizando por institu-
ciones prestigiosas demuestran que no es posible que todos
los habitantes de nuestro planeta puedan alcanzar algún día
el mismo nivel del llamado desarrollo y bienestar que te-
nemos los habitantes de los países desarrollados; y no es
posible porque el planeta llamado Tierra no tiene suficien-
tes recursos como para que 6.000 millones de habitantes,
y no digamos 9.000, puedan consumir y despilfarrar de la
misma manera que lo hacemos los que vivimos en la parte
privilegiada de este mundo. Harían falta tres planetas como
La Tierra para poder disponer de los recursos necesarios
para que los 6.000 millones de habitantes vivieran con este
mismo nivel de consumismo insostenible.

Globalizar la solidaridad y la justicia social


Hay que decir la verdad, aunque sea muy cruda. Por
ello, los ciudadanos, los consumidores de los países ricos
e industrializados no podemos cerrar los ojos ante esta te-
rrible realidad, pues la verdad es que para que el 20% de
la población mundial pueda seguir viviendo con este nivel
de consumismo y despilfarro de los recursos naturales será
necesario que el otro 80% siga viviendo en las condiciones
de pobreza actual. El funcionamiento de la economía de los
países ricos se apoya en el consumismo y en la existencia
de esas grandes desigualdades.
Se ha globalizado la desigualdad y por ello cada vez hay
mayores diferencias entre los países ricos y pobres. Pero

—241—
esto no es inevitable y hay que decir que esta situación se
puede cambiar, pues otro mundo es posible, otros sistemas
son viables y es posible globalizar la cultura, la sanidad,
el respeto al medio ambiente y, sobre todo, que es posible
globalizar una alimentación justa para todos los habitantes
del planeta, porque para ello sí hay recursos en este planeta
llamado Tierra. Pero ello sólo se podrá llevar a cabo si se
pone freno a la carrera armamentística, al dominio de unos
países sobre otros y a la destrucción de los recursos natu-
rales. Hay que optar por un consumo racional y sostenible
en una sociedad justa y sostenible y el logro de esos dos
objetivos debe ir unido.
Hay que decir no a este nuevo sistema de explotación de
la humanidad que representa el consumismo actual y hay
que defender frente a esa explotación un consumo sosteni-
ble, entendiendo que dicho nuevo modelo supone mucho
más que cambiar un producto perjudicial para el medio am-
biente o para los humanos por otro más respetuoso o se-
leccionar los residuos urbanos en nuestro hogares; implica,
ante todo, cuestionar nuestro sistema de sociedad, conlleva
examinar nuestro papel ante las desigualdades de la eco-
nomía mundial y significa retar a los gobernantes para que
realicen políticas que favorezcan un cambio en el actual sis-
tema de producción y consumo. Y sobre todo, conlleva el
asumir que el mantenimiento del modo de vida actual de las
sociedades consumistas sólo se podrá hacer a costa de man-
tener también el actual modo de vida de las poblaciones de
los países pobres, llegando incluso a justificar guerras e in-
vasiones para seguir apropiándose de los recursos naturales
que aún les queda a los países pobres.
En este sentido hay que destacar los pronunciamientos
que se están haciendo públicos desde países como Cuba,
Venezuela y otros en los que se está señalando un cuestio-
namiento claro de la reconversión de inmensas extensiones
de tierras de cultivo para ser dedicadas a la producción de
biocombustible, una energía que bajo el pretexto de ser lim-
pia y menos contaminante que el petróleo y con el fin de
satisfacer las necesidades consumistas del mundo desarro-
llado, supondrá la destrucción de la superficie agrícola que
garantiza hoy la alimentación de buena parte de los habitan-
tes de una parte del planeta.

—242—
El consumismo representa explotación
Podemos afirmar, por tanto, que el consumismo afecta
de manera negativa a todos los ciudadanos del mundo, in-
dependientemente del lugar donde habiten. A unos, los que
habitamos en las llamadas sociedades desarrolladas, nos
afecta a través de una doble explotación, la que sufrimos
como trabajadores y la que sufrimos como consumidores,
provocando conductas generalizadas de consumo irracio-
nal y casi compulsivo con el señuelo de que cuanto más
tengamos y más consumamos, seremos más felices y nos
acercaremos más a los patrones y conceptos de vida que
nos imponen los poderosos que gobiernan la Tierra. Y por
otro lado, la que sufren los ciudadanos de los países pobres
que como consecuencia del consumismo y de la sobreex-
plotación de los recursos del planeta. Ellos no podrán salir
de la pobreza y del subdesarrollo para así poder mantener
el consumismo y despilfarro de recursos existentes en el
mundo rico.
Junto con los efectos que el consumismo está teniendo
para la destrucción del medio ambiente y por ello para la
propia supervivencia del planeta tenemos que señalar los
efectos que dicho modelo de comportamiento de los con-
sumidores están teniendo para su propia calidad de vida y
para su propia situación económica. Este aspecto relacio-
nado con el consumo es objeto de silencio y este silencio
no es sorprendente, pues para romperlo se requiere que la
sociedad se pregunte sobre su propio estilo de vida y ponga
en entredicho la noción de que tener más conlleva ser más
feliz y disfrutar de una mayor calidad de vida.
Denunciar los efectos negativos del consumismo debe-
ría ser una de las actividades fundamentales de las distintas
organizaciones de consumidores, pero en la actualidad la
mayoría de ellas se dedican a tratar de resolver los abusos
que provoca el sistema actual de producción y consumo y
no cuestionan el propio sistema. Consumidores en Acción –
FACUA es una organización que sí mantiene unas posicio-
nes claramente contrarias al actual modelo neoliberal y por
ello desarrolla una actividad en la que confluye la labor de
defensa de los intereses individuales y colectivos de los con-
sumidores frente a los abusos cometidos por las empresas

—243—
y administraciones públicas y, a la vez, la de cuestionar y
denunciar el consumismo y el modelo de sociedad que lo
genera.
La sociedad de consumo, y como consecuencia de ello
el consumismo, es una etapa de la historia que desapare-
cerá. Lo que no se puede prever es si será por un cambio
de mentalidad inspirado en la necesidad de supervivencia o
por un apocalipsis de la sociedad capitalista industrializada
que lo sustenta como consecuencia del agotamiento de los
recursos y la destrucción del medio ambiente.

EL COMERCIO JUSTO Y SOLIDARIO

En los últimos años se viene observando que una par-


te importante de la sociedad civil está asumiendo un papel
cada vez más activo en la vida pública de sus países res-
pecto a problemas relacionados con el medio ambiente y
con las discriminaciones sociales o económicas, que se está
expresando a través de protestas públicas contra la globali-
zación, de grandes campañas para defender aspectos funda-
mentales sobre el medio ambiente o por medio de la puesta
en marcha de redes mundiales de lucha contra la pobreza.

Movimiento por un comercio justo y solidario


En este último contexto de apoyo a la población de me-
nos recursos del planeta está destacando también una forma
de compromiso social y solidario bajo la denominación de
movimiento por un comercio justo y solidario, que progresi-
vamente viene incrementando constantemente su presencia
en numerosos mercados de países de Europa, Japón o Cana-
dá y también, aunque en menor nivel, en España, donde los
primeros establecimientos comerciales que promocionaron
el comercio justo se abrieron en 1986. En la actualidad fun-
cionan más de 3.000 tiendas de comercio justo en 15 países
de Europa.
El denominado “comercio justo”, tal como lo definen sus
promotores, es un tipo de comercio que surge de una nue-
va relación, libre, directa y honesta –no fraudulenta– entre
tres nuevos sujetos económicos: los productores en vías de

—244—
empobrecimiento, los consumidores solidarios y los inter-
mediarios sin ánimo de lucro.
Unos nuevos sujetos que han aprendido las lecciones
de la historia y quieren introducir unas nuevas relaciones de
mercado más justas y distributivas que las actuales.
El actual mercado mundial no es neutral, ya que es un
instrumento económico que está sirviendo para generar
cada vez más diferencias entre los países pobres y los ricos.
El mercado puede servir para construir o destruir y aunque
es un medio generador de grandes diferencias puede llegar
a ser también un medio para el reparto de la riqueza, según
afirman los promotores del “comercio justo”, de la misma
manera que la ciencia y la tecnología puede ser dirigida
para la paz o para la guerra. Todo dependerá de la voluntad
de los que controlen el mercado y de la acción de los consu-
midores solidarios y conscientes.

Las tiendas de comercio justo


Repitiendo los argumentos de los defensores de este tipo
de nuevo mercado, el comercio justo implica a esos tres
nuevos sujetos económicos y la misión de las organizacio-
nes que lo promueven debe limitarse a ser facilitadora. En
el movimiento de comercio justo hay que distinguir entre
tiendas e importadoras, que desarrollan dos funciones im-
prescindibles. La tienda o el grupo de distribución se pone
en contacto con el consumidor y actúa como agente de los
productores y de los consumidores: es un facilitador de pri-
mer orden que emplea la sensibilización como un podero-
so medio de conciencia. La tienda compra el producto a la
organización de comercio justo importadora lo procesa, lo
transforma y lo comercializa, ayudando a que dichos pro-
ductos puedan llegar al consumidor de los países más ricos
y desarrollados.
Para que este comercio pueda recibir el calificativo de
“justo y solidario” tiene que existir una condición también
imprescindible: el sobreprecio, es decir, la compra del pro-
ducto en origen con un porcentaje por encima del precio
fijado por el mercado. Desde el principio de su nacimiento
el sobreprecio acompaña al comercio justo y ello no podría
ser de otra manera, pues no constituiría novedad alguna si

—245—
un supuesto mediador-facilitador comprara a los producto-
res de los países pobres determinados productos al mismo
precio que impone el mercado mundial, precios que están
arruinando cada vez más a los pequeños productores de los
países del Tercer Mundo.
En este contexto es fundamental la existencia de con-
sumidores solidarios que estén dispuestos a pagar dicho
sobreprecio y consumir los productos que nos llegan de di-
chos países a través de las tiendas de comercio justo y así
contribuir de una forma consciente para poder ayudar a sa-
lir de la extrema pobreza a dichos productores. Sólo con la
existencia de este sujeto, es decir, el consumidor solidario,
puede funcionar con éxito este nuevo sistema de comercio
más justo y distributivo. Por ello FACUA debe apostar por
el fomento de estas nuevas formas de comercio y de distri-
bución de la riqueza.

—246—
VIOLENCIA, PODER Y COMUNICACIÓN
por
JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS
JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS Profesor titular del Área de Filosofía Moral
y Política de la Universidad de Sevilla. Comenzó su trayectoria investigadora
con temas relacionados como la Filosofía del Derecho y aspectos relacionados
con la cultura política, siendo su primera publicación: ¿Hay obligación moral
de obedecer al Derecho? (Tecnos, 2001). Por su posterior dedicación docente
en la Facultad de Comunicación, se ha especializado en temas relacionados
con la ética de los medios de comunicación y aspectos de interés social que
permiten valorar la importante función y distorsión social de los medios de
comunicación. En este ámbito cuenta con publicaciones como Análisis ético de
la publicidad o la publicidad al desnudo (con Ángeles Pérez Chica). Destaca
también su obra de ética práctica centrada en una justificación filosófica de la
ética profesional: Principios de ética profesional, Tecnos, 2001.
Ha dirigido cursos monográficos sobre la responsabilidad de los medios de
comunicación, ha cursado estudio en La Sorbona de París y ha pasado estancia
breve de investigación en Oxford, Bolonía y Padua. Ha sido también profesor
invitado en la Universidad Internacional del Ecuador. Es responsable en Anda-
lucía de la Asociación de Usuarios de la Comunicación y ha elaborado distintos
documentos sobre deontología de los medios de comunicación, como el decálo-
go para tratar mejor a los jóvenes en los medios de comunicación.

—248—
Anotaciones para la conferencia

—249—
PONENCIAS
REALIDAD CONTRA FICCIÓN
LOS MECANISMOS DE LA DIVULGACIÓN
AL SERVICIO DEL BULO
Y LA PSEUDOCIENCIA.
por
JOSÉ A. CANO DEL RÍO
JOSÉ A. CANO DEL RÍO, estudiante de 5º curso de Periodismo.

—254—
O CULTISTAS, ufólogos, parapsicólogos, autoprocla-
mados periodistas de investigación, fundamentalis-
tas religiosas... tratan de ampararse bajo el manto
de la ciencia y apropiarse de sus lenguajes para que sus dis-
cursos reciban una legitimidad ante el público que, de por
sí, son incapaces de sostener. La apropiación sistemática
por su parte de los modos y canales reservados tradicio-
nalmente a la divulgación científica está consiguiendo des-
virtuar dicha labor de servicio para convertirla en un circo
de monstruos donde el criterio brilla por su ausencia. Será
labor de los ciudadanos, tantos expertos como no, combatir
estas prácticas, que, en apariencia inofensivas, pueden aca-
bar viciando el discurso público de la ciencia.
En el año 2002 el canal de televisión francés Arte produjo
un documental dirigido por William Karel y titulado Opé-
ration Lune. The dark side of the Moon. La película desvela
como las históricas imágenes del alunizaje del Apolo XI
no pertenecen realmente a la misión tripulada que pisó por
primera vez nuestro satélite, sino que fueron rodadas en un
estudio por parte del mismísimo Stanley Kubrick, seleccio-
nado para la tarea a causa de lo realistas que parecieron a la
NASA los efectos especiales de 2001: A Space Odissey. Los
astronautas de la expedición –que sí pisaron la Luna, pero
no llegaron a poder grabar nada que sirviese a los propósitos
propagandísticos de la administración Nixon– colaboraron
en el rodaje y Amstrong leyó de un guión su célebre frase,
para nada improvisada: “un pequeño paso para un hombre,
pero un gran paso para la humanidad”. Nixon decidió, al
poco tiempo, eliminar o inhabilitar a todo el que tuviese
conocimiento de la falsedad de las cintas, y ello fue una de
las razones por las que Kubrick acabó mudándose a Gran

—255—
Bretaña y viviendo recluido los últimos años de su vida, sin
conceder entrevistas o hacer apariciones públicas. El do-
cumental cuenta con los testimonios de Donald Rumsfeld,
Henry Kissinger, el astronauta Buzz Aldrin o Christianne
Kubrick, viuda del director, aportando numerosa documen-
tación desclasificada acerca de los hechos. Los cuales, por
supuesto, son una sarta de mentiras.
Opération Lune. The Dark Side of the Moon, avisa ya
desde el título de su carácter humorístico. Con la colabora-
ción de las figuras antes mencionadas, que aparecen inca-
paces de aguantar la risa en tomas falsas tras los títulos de
crédito, la cadena francesa diseñó una broma muy elaborada
buscando señalar lo fácil que es engañar a la gente si se da
a una mentira el formato adecuado. El documental se apoya
en la conocida leyenda acerca de la falsedad de las imáge-
nes del alunizaje y utiliza para desautorizar éstas los argu-
mentos ya conocidos: las sombras de extrañas perspectivas,
la bandera que ondea cuando en la Luna no hay viento, etc.
Al mismo tiempo parte de algunos datos conocidos, como
la colaboración de Kubrick con la NASA para documentar-
se en varias de sus películas y la reclusión a la que se en-
tregó en los últimos años de su vida. Por último, aprovecha
algunos prejuicios más o menos fundados, como la mala
imagen de Nixon o el aura “conspiratoria” que siempre ha
rodeado a su vicepresidente, Henry Kissinger, que además
se prestó a colaborar en el rodaje. Es necesario destacar que
la película se encuentra llena de chistes y guiños que in-
tentan avisar al espectador. Se afirma que Reagan llegó a
presidente como favor a Hollywood por los servicios pres-
tados, que la primera palabra real de Amstrong en la Luna
fue un taco, o que Nixon no tomaba decisiones importantes
si no había ingerido previamente un par de vasos de whisky
bien cargados. Al mismo tiempo, la mayoría de los “con-
fidentes” inventados poseen nombres de personajes apare-
cidos en películas de Kubrick. Con todo, lo relevante del
documental es la demostración consciente y humorística de
que los formatos informativos que consideramos “serios” y
“fiables”, si se ayudan convenientemente de los prejuicios y
la ignorancia de los espectadores, pueden servir para vender
las mayores estafas.

—256—
Un precedente directo es una de las últimas películas di-
rigidas por Orson Welles, F for Fake, de 1974, otro falso
documental, lleno de ironía y algo de autoparodia, acerca
del fraude en el mundo del Arte. En el trailer comercial
el director afirmaba que su célebre versión radiofónica de
La guerra de los mundos formaba parte de un pacto con
los extraterrestres para hacer creer a la población mundial
que eran una ficción y así facilitar la conquista del planeta.
Welles miraba a cámara con una sonrisa malévola que se
alternaba con planos de ovnis de carón piedra y afirmaba:
“¿Piensan que es un broma? Bien. Eso es lo que queremos
que crean... Por ahora”.
Un ejemplo más cercano en su formato al de Opération
Lune, y que tuvo cierta repercusión en España, fue Alterna-
tive 3, emitido en junio de 1977 por el canal de televisión
británico Anglia TV en el programa científico Science Re-
port. Se supone que estaba prevista su aparición en el día
de los inocentes británico, en abril, cuando la broma se hu-
biese aceptado más fácilmente, pero hubo varios cambios
en la programación y se retrasó. El reportaje trataba sobre
una supuesta conspiración de los gobiernos de EE.UU y la
U.R.S.S. para establecer colonias en Marte –que no sería
el desierto inhóspito que siempre se había creído, sino un
planeta habitable muy parecido al nuestro– porque habían
descubierto que a los recursos naturales de la Tierra les
quedaban menos de 20 años para agotarse definitivamente.
Ocultaban todo a la opinión pública para evitar que cundie-
se el pánico y al mismo tiempo seleccionar ellos mismos
a los pocos que se salvarían de la inminente catástrofe. El
proyecto, que contaba con los científicos más brillantes del
planeta, se desarrollaba desde una base situada en la cara
oculta de la Luna. Aunque los autores del documental lle-
garon incluso a sacar un libro sobre el tema, la cadena avisó
desde el principio que era un montaje surgido de la imagi-
nación de los guionistas y en el reparto se incluían varios
actores británicos del momento más o menos conocidos.
Pues bien, éste reportaje fue emitido, doblado al castellano,
por TVE1 en febrero de 1983, en el programa La puerta del
misterio, presentado por el difunto Fernando Jiménez del
Oso. Sin decir que era mentira.

—257—
Parecido es el caso de la desaparición del cosmonauta
ruso Ivan Istochnikov. Éste, un supuesto oficial del Ejército
Rojo en tiempos de la Guerra Fría, fue inventado por el
fotógrafo Joan Fontcuberta en 1997 para un proyecto de
la Fundación Telefónica. El montaje, en forma de exposi-
ción titulada Sputnik: La odisea de la Soyuz 2, narraba la
desaparición del ruso –junto a su perro– en una misión en
el espacio en 1968 y la posterior operación del gobierno
U.R.S.S. para borrar todo rastro de dicho fracaso. Se depor-
tó a su familia y silenció a sus amigos, se lo eliminó de los
registros e incluso de las fotografías, al más puro estilo del
estalinismo. La exposición pretendía hablar de la manipu-
lación de la información, y efectivamente así era, ya que al
finalizar el recorrido los visitantes descubrían que todo era
una gran mentira. Las fotos supuestamente manipuladas,
llenas de personalidades de la carrera espacial rusa pero sin
Istonchnikov, eran las auténticas, y las supuestamente origi-
nales estaban manipuladas añadiendo al “cosmonauta”, en
realidad imágenes del propio Fontcuberta disfrazado para
la ocasión. En el programa de televisión Cuarto Milenio,
presentado por Iker Jiménez, se emitió en junio de 2006
un reportaje sobre éste caso, presentándolo como si fuese
cierto y provocando al poco tiempo las comprensibles e in-
evitables burlas desde los círculos escépticos, sobre todo en
Internet. Una vuelta de tuerca al montaje de Fontcuberta,
que más allá de lo que el autor había previsto, continuó de-
nunciando la manipulación informativa.

Pragmática, lector modelo y pacto de lectura


La Pragmática, atendiendo a la definición Victoria Es-
candell Vidal,22 es la disciplina dentro de los estudios lin-
güísticos y comunicativos que estudia el comportamiento
de los mensajes en un contexto y condiciones determinados
que influyen tanto en la forma en la que el emisor codifica
éste como en la manera en que el receptarlo lo interpre-
ta y asimila. Por tanto, atiende y analiza, sobre todo, las
desviaciones del lenguaje que podríamos considerar “nor-
mal”, como la ironía o los dobles sentidos, los factores
extralingüísticos que en cada situación concreta ayudan a
22 ESCANDELL VIDAL, M.V. (1993): Introducción a la Pragmática, Barcelona, Anthro-
pos, 1993.

—258—
que un texto –escrito o audiovisual– determinado reciba
una interpretación determinada, supuestamente prevista por
el autor. Así, la Pragmática se dedicaría a la identificación
y clasificación de las “marcas textuales” que en diversas
situaciones pueden dar a enunciados de significado literal
idéntico muy distintas interpretaciones.
En los casos antes presentados nos encontramos con una
suerte de juego de muñecas rusas de la interpretación. Si
nos centramos en el primer ejemplo, Opération Lune, po-
demos inferir que para su correcta “descodificación” son
necesarios una serie de conocimientos previos sobre el con-
texto en que se produce, como las leyendas acerca de la
falsedad de las imágenes del Apolo XI. Estos “anclan” el
mensaje para indicar al espectador cual es el entorno inter-
pretativo en el cual debe enmarcarlo. Pero, como obra de
doble sentido, también presenta “pistas” que indican que
el significado literal de lo que allí se presenta no se corres-
ponde con la lectura “correcta” prevista por los autores. El
mismo título sería una de ellas, ya que cruza dos referencias
pop que buscan claramente un fin humorístico. Opération
Lune remite a las aventuras de Tintín, el reportero de cómic
creado por el dibujante belga Hergé, y más en concreto al
álbum traducido al castellano como Objetivo: La Luna. El
subtítulo, The dark side of the Moon, es el nombre de una
de las más célebres canciones del mítico conjunto británico
Pink Floyd.
Con estos elementos, el documental ya presupone un
determinado perfil de receptor que posee los conocimien-
tos previos necesarios para desentrañar su significado.
Es el concepto que Umberto Eco bautizó como “el lector
modelo”,23 aquel que cada texto tiene previsto como intér-
prete ideal de sus contenidos. Sin embargo el semiólogo
italiano también advertía que cada texto no sólo adelanta a
este lector preparado, sino que además lo instituye. Es de-
cir, va proporcionando por sí mismo los datos necesarios de
tal forma que, aunque ciertos conocimientos previos facili-
ten la comprensión, la simple lectura atenta del texto baste
para su correcta comprensión. Un ejemplo funcional serían
las digresiones explicativas de una novela histórica.
23 ECO, U. (1992): Los límites de la interpretación, Barcelona, Lumen, 1992.
— (1979): Lector in fabula, Barcelona, Lumen, 1993.

—259—
Retomando el documental lunar y prescindiendo del po-
sible bagaje cultural del espectador, el mismo tono de la
película avisa de que hay algo que “no funciona”, como la
afirmación de un ex-agente de la CIA de que la llegada de
Reagan a la Casa Blanca se produjo como resultado de un
pacto con Hollywood para acallar el montaje, lo excesiva-
mente teatral de las reuniones con los confidentes secretos
o las declaraciones de implicados directos como Rumsfeld
o Kissinger. ¿De verdad estas personalidades –sobre todo el
primero, aún activo en política cuando se estrenó la pelícu-
la– desvelarían su participación en una estafa de tal calibre?
¿Qué hay de las consecuencias que se derivarían de ello?
Además, no se negaba la mayor, es decir, el aterrizaje en la
Luna, no haciendo la historia tan inverosímil que resultase
del todo increíble. Para curarse en salud, el documental in-
cluía un aviso junto a los créditos finales y las tomas falsas
de los entrevistados, pero la intención parece ser que al me-
nos un buen puñado de espectadores ya sospechen a esas
alturas de la falsedad del documento.
Las mismas reglas se aplicarían a Alternative 3, que
adoptaba un tono irónico de película de ciencia-ficción de
“serie B”, o para la exposición de Joan Fontcuberta. Sin
embargo, la descontextualización de ambos mensajes, in-
troducidos en entornos de emisión que en el caso de Al-
ternative 3 contradijeron las “marcas textuales” y en el de
cosmonauta ruso las hicieron desaparecer, desvirtuó las in-
tenciones originales de sus autores –quizás no tanto en el
segundo caso– al sugerir una interpretación contraria a la
propuesta por estos. De esta forma, al presentar como ve-
races unos hechos completamente falsos, –quizás, aunque
tampoco se puede afirmar, intencionadamente-, se rompió
lo que podríamos llamar el “pacto de lectura” preestableci-
do entre dichos programas de televisión –que, al menos en
la retórica de sus respectivas presentaciones, presumían de
rigor informativo– y sus potenciales “lectores modelo”. Se
produce una distorsión en la interpretación última de las in-
tenciones del emisor original, lo que Eco llamaba una abe-
rrancia en la lectura, no tanto debido a la falta de pericia del
lector como a la intromisión de un intermediario –nuestros

—260—
egregios ocultistas patrios– que introduce una “interferen-
cia” en la comunicación por motivos difíciles de clarificar.
El “pacto de lectura”24 antes mencionado se entiende
como un acuerdo tácito entre autor y lector por el cual se
establecen unos mínimos referentes comunes que permitan
la comunicación, una hoja de ruta para la interpretación del
texto. El análisis del discurso lo define como el mecanis-
mo por el cual el criterio individual de lectura se somete al
social, es decir, el modo en el que al reconocer unos deter-
minados indicios en el texto el lector opta por la interpre-
tación socialmente admitida, la “discursiva”. El discurso se
entendería como un conjunto de proposiciones relacionadas
entre sí que proporcionan una determinada visión del mun-
do. Adaptarse a los criterios de éste permite una lectura más
cómoda, más fácilmente reconocible socialmente. Al mis-
mo tiempo el “pacto de lectura” también puede entenderse
en una tercera dimensión, pragmática, paralela a las dos an-
teriores, que consiste en el acuerdo entre emisor y receptor
sobre el contexto en el que se produce la comunicación y el
carácter que esta recibe, y que depende de diversos factores.
En el caso de la historia del cosmonauta, el contexto de la
exposición presuponía un “pacto de credibilidad”.
En las obras de ficción se podría decir que el “pacto”
funciona en sentido inverso. Se trataría de la llamada “sus-
pensión de la credibilidad”: los espectadores o lectores
aceptamos que Superman pueda volar, que el doctor House
sea capaz de curar enfermedades desconocidas sin ni si-
quiera ver a sus pacientes o que los personajes de un cule-
brón se acuesten con su propia abuela sin saberlo porque, al
sentarnos frente al televisor, en la sala de cine o al abrir un
libro o un tebeo, sabemos que lo que vamos a recibir ni es
ni pretende ser real, aunque a veces se disfrace. Nuestro co-
nocimiento previo del funcionamiento del mundo real nos
indica que no existe ningún planeta llamado Krypton y que
los seres humanos no pueden volar, que un médico necesi-
ta, cuando menos, examinar personalmente a un paciente si
quiere diagnosticar de manera fiable una enfermedad, más
si esta es muy rara y de difícil curación, o que las relaciones
interpersonales y familiares no son –o al menos, no siempre–
24 CHILLÓN, A. (1999): Literatura y periodismo, Barcelona, UAB, 1999.

—261—
tan complicadas como en los seriales televisivos. Pero ig-
noramos estos “fallos de lógica” porque sabemos que aque-
llo que aparece en la obra de ficción es precisamente eso,
ficción.
El “pacto” varía cuando a lo que nos enfrentamos no
es una película o un libro, sino un telediario o un perió-
dico25. Ahí se podría afirmar que existe un “pacto de cre-
dibilidad”, un voto de confianza hacia los periodistas. En
realidad, aunque por razones ideológicas a veces la misma
información al ser recogida por dos diarios o cadenas de
televisión distintas pueda parecer completamente diferen-
te, los receptores sabemos que es precisamente por eso no
se pueden “inventar”. El hecho en sí, por ejemplo que un
político determinado hizo unas declaraciones determina-
das, no se puede cambiar. Es interpretable lo que el hecho
pueda significar –que se va a destituir a un ministro, que el
Gobierno está más unido que nunca, que piensa pactar con
la oposición, etc.-, y eso ya dependerá del “pacto particu-
lar” de, por ejemplo, cada periódico con su audiencia, que
lo que compra realmente al entregar su euro diario es una
determinada “catalogación” de la realidad en base a unas
referencias ideológicas, no necesariamente políticas, com-
partidas. Al enfrentarnos a un medio de comunicación, sa-
bemos que, si mienten o faltan a la verdad, ya sea de mala fe
o por equivocación, los periodistas profesionales se arries-
gan a pagar multas relativamente cuantiosas o incluso ir a la
cárcel, perjudicar la empresa para la que trabajan, ser des-
pedidos y perder todo su crédito profesional de manera que
difícilmente podrían volver a ejercer. Así que otorgamos la
categoría de “verdadero” a lo que se nos ofrece. Si esto no
fuese así, no existirían ni la prensa ni los telediarios ni las
radios... ni siquiera los programas del corazón o los deporti-
vos, o los dedicados al ocultismo antes mencionados.

Divulgación y legitimidad
Philippe Roqueplo, ostiene que la divulgación científica
funciona como una suerte de institucionalización del “saber
objetivo” y de legitimación e interpretación de la realidad
en torno a unos parámetros establecidos. Sin entrar en las
25 URRUTIA, J. (1997): La verdad convenida, Madrid, Ed. Biblioteca Nueva, 1997.

—262—
polémicas políticas del ensayo, podemos afirmar que enlaza
con los conceptos discursivos anteriormente expuestos. El
“relato” de la divulgación científico construye un pacto de
lectura según lo cual el saber producido en torno a unas de-
terminadas vías es científico, “verdadero” y por ello dotado
de autoridad. Roqueplo habla del “terrorismo” cultural de
las ciencias:
Nos hallamos aquí ante una asombrosa paradoja cultural: la cien-
cia nace oponiéndose al dogmatismo de la metafísica y de las creen-
cias religiosas; su discurso es vivido por los científicos, aún hoy
en día, como necesariamente aproximativo, provisorio, sin cesar
cuestionado. Sin embargo, ello no obsta para que sea recibido en
nuestra sociedad como un magisterio apodíctico e incontrovertible:
el magisterio de la exactitud y la eficacia, que cierra la boca a los ig-
norantes, trazando la frontera entre lo normal y lo patológico, entre
lo real lo ilusorio... 26

Es decir, la institucionalización del discurso científico


acaba imponiéndose de tal manera que se vuelve contra su
propia función, y en lugar de alentar el pensamiento críti-
co, lo maniata. Esto se visualiza a través de la aparición de
unas determinadas normas de adecuación a los cauces de la
comunicación científica divulgativa. El lector o espectador
asume de tal forma que aquello que recibe es un texto “vali-
do” y verdadero que no se plantea la posible manipulación a
la que esta aceptación, este “pacto de fiabilidad”, lo expone.
Sobre este punto volveremos más adelante.
El documental de divulgación científica es el género ci-
nematográfico y televisivo que quizás mejor se adapte a la
doble dimensión de la previsión del “lector modelo” de la
que hablaba Eco. Por una parte el documental va a prever
un receptor con ciertas competencias, para empezar la capa-
cidad de distinguir un documental, institucionalizado como
forma de transmisión del conocimiento científico al común
de los mortales, de otros géneros. También admite cierto
grado de ignorancia; el documental restringe su público
intencionadamente, sabe que aburrirá al experto, o al me-
nos, que no le aportará nueva información. Por otra parte,
la misma naturaleza de su construcción didáctica hace que
26 ROQUEPLO, P. (1974): El reparto del saber. Ciencia, cultura, divulgación, Buenos Ai-
res, Gedisa, 1983.

—263—
conforme el documental avance “instituya” al lector mode-
lo, al proporcionarle escalonadamente la información que
irá necesitando para interpretar los datos nuevos.
Cercano al documental se encuentra el reportaje de divul-
gación. Sin entrar en las discusiones terminológicas sobre
los límites de ambos géneros, podemos identificar al docu-
mental como un formato más cinematográfico, de mayor
duración –entre una hora y media y dos horas, como cual-
quier película comercial-, que se permite mayores licencias
artísticas y estéticas, con cierta voluntad de permanencia
–es decir, de poder ser visionado varias veces a lo largo del
tiempo sin que se resienta su contenido– y desligado de la
actualidad en la medida en que esto es posible. Su realiza-
ción es llevada a cabo preferentemente por científicos y ci-
neastas. El reportaje, por contraste, sería más periodístico y
televisivo, de menor duración y envergadura, siempre a raíz
de sucesos de actualidad, como descubrimientos o polémi-
cas –y que por ello mismo queda mucho más fácilmente
anticuado-, y llevado a cabo por profesionales de la infor-
mación que se apoyan en la opinión de expertos pero rara
vez lo son ellos mismos. En lo que se refiere a sus carac-
terísticas divulgativas, y a efectos tanto pragmáticos como
de aplicación del “lector modelo”, podemos considerar que
operan a un nivel muy parecido.
Bienvenido León,27 en su trabajo sobre las característi-
cas de los documentales de divulgación científica, clasifica
en varios tipos las técnicas de acercamiento al espectador
para provocar su interés. Dos muy usuales, contrapuestas y
también propias de cualquier tipo de ficción o informativa
–por ejemplo, de los telediarios– son la cercanía, por una
parte, y lo inusual o exótico, por otra. La cercanía puede
ser física o también psicológica. León recoge las considera-
ciones del teórico del periodismo científico Manuel Calvo
Hernando y el cineasta David Attenborough, quienes ha-
blan de la metáfora como puente típico de los productos de
la divulgación científica, al relacionar un elemento lejano
al espectador con otro más cotidiano y reconocible. Tam-
bién puede ocurrir que, aunque un documental se desarrolle
en selva del Amazonas, si el tema que trata es el cambio
27 LEÓN, B. (1999): El documental de divulgación científica, Barcelona, Paidós, 1999.

—264—
climático, sea percibido como cercano al tratarse de un pro-
blema que el espectador considera como propio. En cuanto
a lo exótico y lo inusual, no necesita más explicación la
célebre máxima periodística: “no es noticia que un perro
muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un pe-
rro”.
León también desarrolla y analiza las técnicas narrativas
y dramáticas empleadas por los divulgadores. La narrativi-
zación de los hechos o datos que quieren presentarse es una
técnica muy común, sobre todo en la divulgación histórica,
que busca hacer más amena la información al espectador
y al mismo tiempo ayudar a una presentación más sencilla
para su mejor comprensión. Entre las técnicas narrativas
que León selecciona destaca la simplificación de los con-
tenidos, método más que polémico que el teórico relaciona
con, en ocasiones, el empobrecimiento de conceptos alta-
mente complejos y la eliminación de controversias –pues
las cuestiones de actualidad en ciencia rara vez lo son por
estar completamente resueltas–. La reducción de dimensio-
nes, sobre todo temporales, en producciones sobre Geolo-
gía o Historia Natural, está muy extendida, principalmente
por motivos funcionales, ya que es imposible desarrollar
el movimiento de, por ejemplo, las placas tectónicas, en el
espacio de una película de apenas una hora y media. En
cuanto a los recursos dramáticos, estos inciden en la “fic-
cionalización” de los modos de acercamiento al espectador,
como la construcción de relatos, la consideración de seres
reales como personajes –el ejemplo que León utiliza es una
de las obras fundacionales del género, Nanook el esquimal,
de Robert Flaherty, que escogía a un solo individuo para
mostrar el modo de vida de toda una etnia– o la introduc-
ción de elementos de conflicto y suspense.

Historia virtual
Uno de los campos más sensiblemente afectados por este
proceso de difuminación consciente de las fronteras entre
ficción y realidad en aras del negocio es la Historia. Acer-
carse a cualquier quiosco basta para comprobar la prolife-
ración relativamente reciente de publicaciones dedicadas a
la divulgación histórica. En las listas de los más vendidos,

—265—
ya es costumbre encontrar novelas históricas y ensayos de
diverso pelaje. La lógica de las ventas impulsa a buscar el
tema polémico y el titular impactante, la reseña que empuja
la curiosidad del comprador. El público de las revistas, en
un examen somero y superficial, parece estar compuesto por
unos lectores habituales que, poseyendo cierta formación,
no son ni mucho menos expertos. Escritas por periodistas
especializados e historiadores, siguiendo un criterio que
tiende a recurrir a “ganchos” de actualidad como efeméri-
des o apariciones de libros o películas –muchos reportajes
vienen motivados por la aparición de polémicas concretas
en torno a una adaptación-, el rigor divulgativo, si bien con-
venientemente recubierto de cierta espectacularidad que
ayude a las ventas, suele estar lo suficientemente sujeto al
menos a algún ala de la ortodoxia académica para evitar el
descrédito.
En la misma línea caminan los libros de divulgación
histórica, que en tiempos recientes, a propósito de temas
polémicos como la Guerra Civil o el Imperio español, se
han visto convertidos en campo abonado a la discusión. Ex-
cepto afirmaciones muy puntuales, ha sido un debate cen-
trado más en la interpretación de ciertos hechos innegables
que en la invención de datos o la negación de situaciones
probadas. Esto quiere decir que, estemos o no de acuerdo
con las afirmaciones de César Vidal, Santos Juliá, Pío Moa,
Justo Serna, Paul Preston, Henry Kamen o Ian Gibson, sa-
bemos que siempre argumentan aquello que sostienen, y
que lo hacen utilizando una base documental y un trabajo
riguroso como respaldo. Aunque determinados trabajos se
realicen más de cara al gran público que al mundo académi-
co, el “pacto de lectura” o el sentido común nos indican que
“mentir” equivale a una suerte de suicidio profesional para
un historiador. El éxito de la divulgación histórica, aunque
centrada en épocas muy concretas y apuntando a un lector
de cierta formación, comienza a constituir, en un momen-
to de precariedad en la enseñanza de las Humanidades en
las escuelas, el discurso establecido de la “Historia oficial”.
Aunque el ruido de fondo del mismo siempre se asentará
sobre la ficción histórica.

—266—
Aunque en la oscarizada Gladiator (2000) de Ridley Sco-
tt, cualquier historiador o incluso aficionado podría encon-
trar una serie de errores desde anecdóticos a directamente
graves, su virtud divulgativa –más allá de sus logros co-
merciales o propagandísticos– responderá a poner en cono-
cimiento de público la existencia de un emperador romano
llamado Marco Aurelio que fue sucedido por su hijo Có-
modo, el cual dilapidó su herencia espiritual y dio comien-
zo a la decadencia del Imperio al olvidarse de la política y
centrarse en los espectáculos circenses que mantenían dis-
traído al pueblo. Es, por supuesto, un resumen simplista y
que obedece en determinados aspectos a una interpretación
muy concreta con la que no todos los historiadores están de
acuerdo, pero constituye una base sobre la que construir.
No se puede exigir a todos los productos, literarios o audio-
visuales, la habilidad y certeza de, por ejemplo, El Gatopar-
do, ni tampoco, probablemente, sería bueno que así fuese.
Según György Lukács28 la novela histórica ha de res-
ponder a la voluntad de una reproducción verosímil de la
época retratada, que pese a usar personajes o situaciones de
ficción parte siempre de hecho verídicos que se presentan
con fidelidad. Sus dos extremos, siempre según el crítico
húngaro, son la novela de aventuras, en la que el trasfondo
histórico es una simple excusa para que al héroe le ocurran
cosas, y la historia novelada, que roza el ensayo y presen-
ta con la retórica de la ficción hechos históricos. Isabel de
Castro29 recoge como en las últimas décadas del siglo XX, la
tendencia del exemplum –la ortodoxa de Lukács– comienza
a compartir espacio con visiones más transgresoras del gé-
nero, que buscan la parodia, la fabulación o la transgresión
de la verdad histórica manejada. La autora cita como ejem-
plos, entre otros, dos novelas de Manuel Vázquez Montal-
bán, Galíndez y Autobiografía del general Franco, y una de
Antonio Gala, El manuscrito carmesí. El propósito de todas
ellas, según recoge, resulta aportar la visión contrapuesta a
la de la versión oficialista de la Historia, en una suerte de
propuesta de revisión. El caso de las dos primeras responde
28 LUKÁCS, G. (1937): La novela histórica, Barcelona, Grijalbo, 1976,
29 DE CASTRO, M.I. (1996): “El cuestionamiento de la verdad histórica. Trasgresión
y fabulación”. en ROMERA, J.; GUTIÉRREZ, F., Y GARCÍA-PAGE, M. (eds) (1996): La
novela histórica a finales del siglo XX, Madrid, Visor Libros, 1996, págs. 167-175.

—267—
a un determinado revisionismo, digamos, necesario, pero
que se sitúa en el contexto de una revisión mayor, la del
franquismo por parte de los historiadores de la democracia,
dentro del marco de un referente compartido en la historia
de España. Por su parte, la biografía ficticia de Boabdil en
El manuscrito carmesí introduce, por así decirlo, la mirada
de “el otro” en un relato nacional. El contrapunto real en
ese contexto sería, por ejemplo, A la sombra del granado,
de Tariq Alí: la verdadera visión ficcionalizada de “el otro
bando”. De este modo vemos como en ocasiones la “histo-
ria novelada” sobre la que advertía Lukács se cuela entre las
rendijas del exemplum, buscando el debate, incluso en las
obras de escritores de cierto prestigio.
En cualquier caso, la novela histórica no pretende –o no
debe pretender– sentar cátedra acerca de los hechos o la
época que retrata, como si lo hace, en parte, la divulgación.
Aunque podría defenderse la ficción como una forma de
divulgación, nunca resulta un sustituto pleno. Además, el
“pacto de lectura” ayuda a que la ficción permanezca en su
adecuado contexto. El problema propósito de este ensayo
surge en el momento en que autores y editores deciden tras-
pasar las fronteras que consideran necesarias y transgredir
los “pactos de lectura” correspondientes. La pseudohisto-
ria se apropia de las marcas textuales de la historia: for-
matos, presentación, prólogos... Un dato inquietante es el
movimiento es la localización de estos tomos dentro de las
librerías. La inevitable –y, ¿por qué no?, necesaria– estan-
tería dedicada al “ocultismo” esta siendo abandonada por
la historia virtual, que ha dado un rodeo por el espacio de
la novela para empezar a instalarse entre las publicaciones
a las que se les supone criterio y credibilidad. No es tam-
poco raro encontrar una pila de estos best-sellers coronada
por la correspondiente fotografía del autor componiendo un
gesto de perspicacia y mundo. La estrategia comercial va
perdiendo escrúpulos en la medida en que no se resiste a
anunciar “sorprendentes revelaciones”.
El caso paradigmático, al que será injusto proclamar cul-
pable de todo el fenómeno, pero que sirve muy bien para
ilustrarlo, es de El Código da Vinci, novela de Dan Brown.
Aquello que podría considerarse más grave del asunto no

—268—
son las afirmaciones polémicas en la novela vertidas, nin-
guna excesivamente original, sino el empeño, implícito en
el texto, más tarde sostenido en entrevistas y promociones
y prolongado a través de documentales y adaptaciones ci-
nematográficas –aunque la productora Sony se desvinculó
en su momento de ello-, en que dichas afirmaciones están
basadas en una documentación rigurosa que pretende plan-
tear un debate académico serio y una revisión historiográ-
fica profunda. La documentación de Dan Brown algunas
malas lenguas la atribuyen al buscador Google, y las le-
yendas que recoge –el código oculto en la obra del pintor
italiano, la dinastía merovingia, la existencia del Priorato
de Sión30– no son precisamente originales ni desconocidas,
sobre todo para los lectores aficionados a las novelas de
misterio o ficción histórica –que suelen ser, por ello mismo,
los menos crédulos-, y funcionan, dentro de la propia nove-
la de aventuras, como un recurso, un macguffin: una excusa
para tener acción y que el chico conozca a la chica.
Si se tratase de valorar el perjuicio que en ese “ruido de
fondo” del discurso establecido ha podido provocar la au-
reola de legitimidad que se ha intentado crear a la popular
novela, habría que situarlo, quizás, no tanto en los bulos que
difunda como en el confusionismo creado en torno a ciertos
debates que quedan, más allá de ciertos círculos inmunes
a su influencia, irremediablemente viciados. Utilizando un
ejemplo especialmente sangrante, el uso desinformado del
Opus Dei para encarnar al villano de su thriller por parte de
Dan Brown no hace sino conseguir lo contrario a aquello
que supuestamente se proponía. Si el autor, tanto en las no-
tas como en el propio discurrir de la novela –y, por supues-
to, en entrevistas de promoción-, parece arrogarse un cierto
papel de desfacedor de entuertos que denuncia el sectaris-
mo de la Prelatura, al encarnar su crítica en un monje albino
homicida que lleva permanentemente en atado el muslo un
cilicio de clavos se deslegitima por sí solo. Es más, su en-
trada en cualquier tipo de debate que pretenda abordar en
virtud del éxito de la novela –y quizás para prolongar este lo
más posible– es el equivalente al del proverbial elefante en
una cacharrería, arramblando él y los voceros interesados
30 BROWN, D. (2003): El código da Vinci, Madrid, Umbriel, 2004,

—269—
con todo y, finalmente, siendo ignorados por la comunidad
científica, probablemente indignada y hastiada con que sus
investigaciones cobren relevancia pública en medio de se-
mejante espectáculo.

Llegaron del espacio exterior


Aunque Dan Brown sea el ejemplo más llamativo a nivel
internacional, en España tenemos nuestro propio best-seller
mesiánico nacional, que lleva ya varios años sacando entre-
ga tras entrega de su serie y que además antes de empezar
a escribir novelas era más conocido como ufólogo. Se trata
de Juan José Benítez y su obra es la saga Caballo de Troya,
que alcanza ya la octava entrega –novena en preparación-,
y presenta, nada más y nada menos, que la narración, por
parte de un astronauta estadounidense viajero en el tiempo,
de la vida y hechos de Jesús de Nazaret y sus discípulos.
Caballo de Troya en la actualidad no resulta tan polémico
como El Código da Vinci, quizás porque en lugar de insi-
nuar que Jesús mantenía relaciones sexuales simplemente
afirma que era un extraterrestre llegado del espacio exte-
rior.31 En la primera entrega, que narra la semana de la pa-
sión en sí –Caballo de Troya, al igual que La Guerra de las
Galaxias, empieza por el final y luego efectúa, literalmente,
varios saltos hacia atrás en el tiempo-, durante la escena
de la oración en el huerto aparece un ovni. El evangelio
de San Marcos recoge que mientras Jesús oraba, un ángel
descendió de los cielos y lo reconfortó. Según la novela,
el ángel era un astronauta que bajó de un platillo volante.
El narrador, un antiguo astronauta conocido simplemente
como “el mayor” o “Jason”, supuestamente filtró sus escri-
tos al ufólogo español, que simplemente se dedica a tradu-
cirlos a nuestro idioma. Aunque en las primeras ediciones
de la novela original incluían agradecimientos y notas del
autor que admitían claramente que se trataba de una ficción
que nació de los estudios del autor sobre los efectos mé-
dicos de la crucifixión, Caballo de Troya se ha convertido
en un monstruo que ha ido creciendo hasta, aparentemente,
devorar al propio J.J. Benítez, que se ha ido arrogando de
un aura espiritual y casi new age mientras añadía nuevos
31 BENÍTEZ, J.J. (1984): Caballo de Troya, Barcelona, Círculo de Lectores, 1987.

—270—
títulos a su haber como El Testamento de San Juan o Mi
dios favorito, que le han valido sus rifirafes con la justicia
por acusaciones de plagio, además.
Producida por DeAPlaneta en 2002, comprada por
RTVE, emitida por TVE1 y respuesta poco después por
TVE2 entre 2003 y 2004, se pudo ver la serie de documen-
tales dirigidos y protagonizados por el conocido ufólogo y
novelista Planeta encantado. Constó de 13 programas, de
temática variada pero con un hilo conductor común que le
daba cierta coherencia estructural: los extraterrestres. El au-
tor de Caballo de Troya, visita, ataviado con el chaleco de
corresponsal indianajonesco de rigor, las principales “rutas
del misterio”: las piedras de Ica, los dibujos de Nazca, las
pirámides de Keops, los avistamientos de Los Villares, las
pinturas de Tassili en el Sahara, la cara oculta de la Luna...
ofreciendo toda suerte de nuevas perspectivas y datos des-
conocidos acerca de los mismos de tal forma que acaba
llegando a la única solución lógica posible para todos: los
extraterrestres.
El episodio que más polvareda consiguió levantar fue el
dedicado, precisamente, a Jesús de Nazaret. Básicamente
repetía gran parte de las grandes revelaciones de Caballo
de Troya, pero existe una que llamó particularmente la aten-
ción de los espectadores. Al revelar los novedosos datos de
fuentes desconocidas sobre la vida oculta de Jesús, Benítez
narraba los viajes de éste por todo el Mediterráneo antes de
comenzar su predicación en Palestina. En la parada de Jesús
en Roma, este asistía a los espectáculos del Coliseo. Bení-
tez aparecía paseándose por las ruinas del monumento, evo-
cando las sensaciones que debió experimentar “el maestro
de Galilea”. Al día siguiente de la emisión saltaba el clamo-
roso fallo, tan sencillo de detectar como como consultar una
enciclopedia. El Coliseo de Roma se comenzó a construir
en el año 70, cerca de cuatro décadas más tarde de la fecha
aproximada que calculaba Benítez en base a documentos
desconocidos. El problema es que ya no se trataba de una
novela de ciencia-ficción, donde las licencias históricas se
disculpan, sino de un documental, en una cadena pública
y un horario privilegiado, donde se estaba dando un hecho
como verídico sin citar la fuente documental y verificable

—271—
de la que provenía. Al parecer, la cita fue eliminada del
tomo correspondiente en la colección de libros aparecida
posteriormente sobre Planeta encantado.

Aparta de mí este cáliz


La vida y hechos de Jesús de Nazaret se presentan como
un filón a la especulación. Leonardo Sciascia ponía en la
boca del sacerdote protagonista de Todo modo la admisión
de que los años oscuros de su biografía constituían un miste-
rio más atractivo que el de su más que conocida vida públi-
ca. Además, los historiadores señalan que los documentos
que nos informan sobre esta, entre ellos los evangelios ca-
nónicos, son poco fiables, tanto por su carácter teológico o
propagandístico como por las fechas lejanas en que fueron
escritos. Así, la literatura ha intentado rellenar esos huecos.
La Última Tentación de Cristo, de Niklos Kazantzakis, cau-
só polémica con su adaptación cinematográfica, pero admi-
tía su carácter especulativo. El Evangelio según Jesucristo,
de Saramago, presenta la visión del ateo sobre la epopeya
teológica cristiana, y también recibió numerosos ataques
desde círculos eclesiásticos. La Teología y la Historia se
dedican igualmente a la búsqueda de respuesta cada una en
atención a su propio idiosincrasia, y siempre surgen unos
manuscritos del Mar Muerto o un Evangelio de Judas, man-
teniendo vivo un debate fácilmente actualizable y que, al
atender a las más firmes convicciones de parte del público
–y a la más firme oposición a estas de otra parte– siempre
recibirá atención mediática.
La ficción y el arte –de fronteras difusas entre sí– se ali-
mentan de los puntos muertos y crean sus historias a partir
de ahí. Al igual que en los cuentos y las fábulas –funcio-
nando como uno con todo lo que ello implica-, la narración
iterativa de un relato ya conocido busca la novedad, en los
tiempos de la cultura-espectáculo, en el impacto de nuevos
datos o en nuevas formas de narración. La verdadera polé-
mica aparece con la llega de documentales como el antes
citado o los ensayos que defienden desvelar las grandes ver-
dades ocultas. Durante una época estuvieron de moda los
manuscritos del Mar Muerto, pero esos documentos ayudan
a comprender el contexto religioso en que se movió Jesús

—272—
de Nazaret, sin aclarar si estaba casado o era gay, ni si real-
mente resucitó o emigró a Cachemira. Que los autores afir-
men o desmientan la resurrección en sus novelas, de poco
sirve, dado que, a efectos prácticos, es indemostrable.
O puede que no. The Lost Tomb of Jesus, de Simcha Ja-
cobovici, es un documental producido por James Cameron,
el afamado director de películas de ciencia-ficción como
Alien, Terminator, o Abyss y multipremiado con Titanic. El
film afirma que la verdadera tumba donde descansa el cuer-
po de Jesús de Nazaret ha sido localizada en Jerusalén, y
que en la misma descansan no sólo sus restos, sino los de
su esposa María Magdalena, su madre María, su hermano
José, su hijo Judas y el apóstol Mateo. Pese a que recuerde
al argumento de The Body, película que protagonizó en su
momento Antonio Banderas, este film fue emitido por Dis-
covery Channel en 2007 y, en su presentación, Cameron
sostuvo que el propósito del mismo era lanzar el debate a
más que demostrar lo que se afirmaba. Amos Kloner, el ar-
queólogo israelí que descubrió la tumba a principios de los
80, el primero en analizarla y que no participó en el docu-
mental, ha aparecido en diversos medios de comunicación
lamentando las teorías expuestas por el dúo de cineastas,
que no acometía su primera aventura de éste tipo. Ya en
2006 Cameron y Jacobovici colaboraron en otro documen-
tal, The Exodus Decoded, que intentaba demostrar la his-
toria del Éxodo y la huida de Egipto de los israelíes como
una realidad histórica comprobable. Lo curioso es que, al
atribuir la separación de las aguas del Mar Muerto a la erup-
ción del volcán de Thera en lugar de a la intervención divi-
na, provocó casi tantas iras en los círculos fundamentalistas
cristianos como el anterior.
A un periodo menos sensible a despertar las iras de los
religiosos responden las afirmaciones de 1421: el año en
que China descubrió el mundo, del marino británico jubi-
lado Gavin Menzies. Usando como base hechos históricos
como las expediciones chinas al Índico del siglo XV y docu-
mentos como el mapa de Piri Reis,32 Menzies sostiene que
una gran flota procedente de China recorrió prácticamen-
te todos los océanos de la Tierra arribando a América 70
32 MENZIES, G. (2002): 1421: El año en que China descubrió el mundo, B a r c e l o n a ,
DeBolsillo, 2005.

—273—
años antes que Colón y estableciendo colonias en Australia,
Nueva Zelanda o África. No puede negarse al autor inglés
la dedicación, la documentación y los conocimientos sobre
el imperio chino, pero sus conclusiones han sido refutadas
por numerosos historiadores y prácticamente ningún círculo
académico, europeo o chino, las apoya. Las observaciones
de Menzies sobre los mapas de la época, sosteniendo que la
mayoría de los utilizados por los descubridores tenían como
base los que realizaron los navegantes chinos, se basan en
su propia experiencia como marino, carencia que atribuye
a los historiadores ortodoxos para ser capaz de descifrarlos,
pero a cambio incurre en errores comunes como suponer la
existencia de perezosos gigantes en América del Sur miles
de años después de su extinción o situar el primer contacto
de los chinos con la religión Sij de la India casi un siglo
antes de la fundación de esta por el Gurú Nanak.

Realidad contra ficción


Los ejemplos presentados intentan ilustrar un problema
de dimensiones más amplias de las que este breve ensayo
o la capacidad de su autor pueden abarcar, el de la indefen-
sión en que nuestra ignorancia puede sumirnos ante la ma-
nipulación, la torpeza o la falta de escrúpulos. La amplitud
de la ciencia impide “saber de todo” y siempre hará nece-
saria la mediación de los expertos o los comunicadores. Sin
embargo, es necesario el espíritu crítico para permanecer
atento a los intereses que se cuelan por las rendijas de nues-
tro desconocimiento.
Ya se ha señalado como esta clase de propuestas consi-
guen viciar y anular debates legítimos que muchas veces
ven complicado llegar a soluciones satisfactorias. Uno de
los documentales mencionados, el referido al Éxodo, al
igual que otros experimentos pasados y presentes –y proba-
blemente futuros– para tratar de demostrar la veracidad de
milagros aparecidos en la Biblia u otros textos sagrados no
aportan realmente nada a una posible discusión entre ateos
y creyentes. La tendencia reciente de los fundamentalistas
religiosos –y los no tan fundamentalistas– por dotar de va-
lidez científica a sus creencias revela, más que adaptación a
los tiempos, la necesidad imperiosa de encontrar la mane-

—274—
ra de imponerlos como la verdad absoluta. El Museo de la
Creación situado en Petersburg, Kentucky, responde al mis-
mo sistema de vampirización de las marcas de legitimidad
de la ciencia señalado anteriormente. Igualmente será poco
útil a los escépticos o los laicos basarse en afirmaciones tan
ligeras y banales como las de Dan Brown o el propio Ca-
meron en su documental sobre la tumba de Jesús, que son
fácilmente desacreditables.
Pero los expertos, historiadores y científicos, que rápi-
damente son conscientes de esta clase de engaños, deberían
intentar disputarles quizás el terreno del discurso público,
pues es la formación de los ciudadanos, en una época en que
la educación pública parece decidida a retroceder a unos
mínimos escandalosos, la que está en juego. Aunque es evi-
dente que las bibliotecas están abiertas y la ignorancia, en
ocasiones, parece cuestión de voluntariedad, aquellos que
poseen las armas para desmantelar estos entramados de in-
tereses cruzados y falta de escrúpulos son los más capaci-
tados para recuperar su función divulgativa e impedir que
proliferén las engañifas.
No se puede descartar, claro, que ha determinado nivel el
consumidor fiel de “esoterismo” y naves del misterio sepa
perfectamente que está viendo ficción y disfrute de su pro-
pio pacto de lectura, pero quizás al final de cada programa
de ocultismo debería incluirse la célebre frase con la que el
ilusionista Anthony Blake despide todas sus actuaciones:
“y recuerden que todo cuanto han visto ha sido producto de
su imaginación”.

—275—
VIOLENCIA. MANGA Y ANIME
por
VICENTE RAMÍREZ JURADO
VICENTE RAMÍREZ Jurado ha realizado la carrera de magisterio con la espe-
cialidad en lengua extranjera en la universidad de Sevilla, es redactor desde
hace más de 7 años de la revista de tirada nacional especializada en manga y
anime Minami, también distribuida en México y Argentina. Es además autor
del libro La Biblia de Dragon Ball, editado por Dolmen Editorial, que también
edita obras manga, convirtiéndose en el libro que mayor éxito ha obtenido de
la mencionada empresa.
Por otra parte lleva toda su vida dedicándose a la composición y produc-
ción musical, colaborando con algunos de los más importantes productores de
nuestro país y viajando para ampliar sus estudios a capitales mundiales como
Nueva York y Londres.
También ha producido adaptaciones musicales para la empresa Jonu Me-
dia, especializada en editar anime en dvd, y colaborado en la banda sonora de
la película La Máquina de Bailar, producida y co-protagonizada por Santiago
Segura.
Puedes conocer su música en;
www.vitekmusic.net

—278—
INTRODUCCIÓN

V IVIMOS en un mundo lleno de violencia. A lo largo


de toda la historia de la Humanidad, la violencia no
sólo ha sido un medio de defensa y una herramien-
ta de autoridad sino también un objeto de comunicación y
expresión muy comúnmente utilizado por el arte, y es pre-
cisamente en esta línea en la que intentaremos aportar algo
de luz, limitando el contexto al campo del manga y el anime
o, lo que es lo mismo, el comic y la animación japoneses;
nuestro objetivo es despejar dentro de nuestras posibilida-
des cuánto hay de mito y cuánto de verdad en todo lo que,
hasta ahora, se ha dicho y escrito sobre la violencia dentro
de estos fenómenos artísticos tan presentes hoy en día en el
mundo occidental a pesar de su génesis tan lejana, tanto en
lo geográfico como en lo cultural.
En nuestro país, como en muchos otros, existe la creen-
cia popular de que el manga y el anime están íntimamen-
te relacionados tanto con perturbadas historias de carácter
violento y/o sexual, como con un tipo de público bastante
inmaduro y “raro” que encajaría a la perfección dentro del
moderno concepto de “friki”.
Hoy en día llamamos “friki” a distintas y variadas formas
y estilos de vida en las que muchos ciudadanos de todas las
edades desarrollan su actividad cotidiana. En esencia, la pa-
labra “friki” o “raro” describe, por lo general, a una persona
de aspecto extraño y tendencia a la soledad, que desarrolla
una serie de aficiones y actividades de ocio que general-
mente están mal vistas y son objeto de burla por parte del
gran público. Esta sencilla descripción es la que podría ha-
cer, en principio, cualquier persona de forma superficial.

—279—
Estamos hablando de “frikis” porque es uno de los tér-
minos más comunes con los que la sociedad denomina al
aficionado al manga y al anime. Éste se encuentra tremen-
damente marginado por el carácter que los medios de co-
municación atribuyen a la naturaleza de sus aficiones y que,
de muchas formas, perjudica a este tipo de público y/o con-
sumidor, encasillándolo como un individuo de característi-
cas grotescas de cara a gran parte de la ciudadanía.
Hoy en día la sociología sigue estudiando y preguntán-
dose los distintos comportamientos que tienen lugar dentro
de la sociedad y, entre ellos, los derivados de las “tribus
urbanas”. El impacto que el arte, y en definitiva, cualquier
mensaje al que se expone a la gran masa tendrá consecuen-
cias que acabarán determinando el curso de nuestra historia
diaria, la cual, a gran escala, se convierte en la historia de
nuestra sociedad. Esto lo conocen perfectamente no sólo
los sociólogos sino también los políticos y, en definitiva, el
resto de ciudadanos a los que les importa y preocupa que el
flujo de información que recibimos a diario lo haga dentro
de una normalidad controlable y de un baremo sano para el
conjunto de individuos con los que compartimos entorno y
costumbres.

Somos lo que vemos..


En el arte todo vale, exceptuando, claro está, todo aque-
llo que comprometa la seguridad o el bienestar de nuestros
similares. Por ello, es injusto limitar y poner restricciones
al artista sin ningún tipo de fundamento; ello supone, al fin
y al cabo, la extensión de esas limitaciones y restricciones
al resto de los individuos que componen nuestra sociedad.
Pero hacerlo, además, bajo la excusa de la influencia que
dicho arte pueda tener sobre ésta es doblemente injusto. En
ese sentido, la afirmación de que “somos lo que vemos”
tiene unas connotaciones francamente terribles y posee un
carácter restrictivo impropio de las sociedades que viven en
democracia.
Si vemos películas de acción, ¿tendremos por ello ten-
dencia a realizar una vida llena de riesgos? ¿Hasta qué pun-
to ver escenas violentas puede forjar en nosotros un carácter
violento? Estas sencillas preguntas han sido planteadas de

—280—
mil formas distintas por psicólogos y sociólogos y si algo
surge con evidencia de todas ellas son las continuas con-
tradicciones entre las respuestas y teorías de unos y otros,
resultando francamente difícil sacar alguna conclusión ab-
soluta en el tema.
Es entonces cuando debemos pararnos a pensar si es o no
el propio individuo quien debe ser el responsable de decidir
su consumo de ocio, tanto en la cantidad como en la natu-
raleza de éste, y también sus consecuencias, debiendo ser
capaz de distinguir entre la realidad y la ficción, lo posible
y lo imposible, lo bueno y lo malo, etc. De ninguna de las
maneras podemos consentir que estudios de ninguna índole
atenten contra la propia libertad de expresión de los artis-
tas y el derecho del consumidor usando la moralidad como
arma de fuego, máxime cuando la constante en la mayoría
de estos estudios es la confusión y la arbitrariedad.

GÉNEROS Y SUBGÉNEROS EN EL MANGA Y EL ANIME

Aventuras, violencia y sexo. Algunos de los aspectos


más populares y polémicos.

El shonen
Shonen significa en japonés “joven” (en masculino) y es
un término utilizado en Japón para las revistas que publi-
can series manga dirigidas a adolescentes masculinos y, por
extensión, también para los anime derivados de dichos co-
mics y a aquéllos con características similares. En general,
se puede considerar un género en el que las historias suelen
tener una gran dosis de acción, aunque también son comu-
nes las comedias y los romances, pero siempre vistos desde
el punto de vista del hombre. Algunos ejemplos de series
shonen muy populares en nuestro país serían: Dragon Ball,
Saint Seiya (Los caballeros del Zodiaco), Pokemon, One
Piece, Mazinger Z, Digimon, Meteoro o Naruto.
Existe tal multitud de series de este género que es difícil
encontrar originalidad en el mismo. Suele repetirse cons-
tantemente el patrón del chico protagonista que, con un
desmesurado afán de superación, lucha constantemente por

—281—
ser más y más fuerte. Aunque esto, en principio, se puede
interpretar como una meta de naturaleza violenta, también
se puede considerar como un símbolo de la importancia de
los objetivos en la vida de un joven. Es absurdo pensar que
el público infantil lo interpretará literalmente, ciñéndose
únicamente al aspecto de la violenta y no a los valores que
representan el tesón y la constancia para conseguir nuestros
propósitos, como pueden ser la lucha por la justicia y la
lealtad a nuestros amigos, unos valores constantes en todas
las historias shonen.
Entre los aspectos más criticados de este género destaca
el de machista, considerándose que fomenta la competencia
masculina y el uso de la fuerza como herramienta para con-
seguir los objetivos planteados a lo largo de la trama.
Dentro de los subgéneros, por así llamarlos, que ha ge-
nerado el shonen, tenemos el llamado “seinen”, una subca-
tegoría cuyo objetivo es atraer a una audiencia masculina
de 18 o más años de edad. O sea, estaría dirigido a una
franja de público cuya edad está sensiblemente por encima
del consumidor medio de shonen. Es común clasificar obras
de este estilo también como shonen, aunque el seinen posee
una variedad más amplia en cuanto a estilos artísticos, con
tramas más adultas que van desde lo vanguardista hasta lo
pornográfico. Los ingredientes más frecuentes en sus tra-
mas son el sexo, la violencia y la política. Existe un equiva-
lente femenino al seinen, denominado “josei”.
Una forma común de identificar a un manga como sei-
nen es observando si éste contiene furigana (uso del japo-
nés simplificado) sobre el texto original kanji (los caracteres
utilizados en la escritura de la lengua japonesa). La carencia
de furigana puede indicar que el texto está dirigido a una
audiencia adulta. Otro indicador importante, es el nombre
de la revista donde se publica el manga o la audiencia a
la que va dirigida dicha revista. Usualmente las revistas
antológicas de manga seinen en Japón, incluyen las pala-
bras, “young”, “seinen” o cualquier otro término que hace
referencia al público al que va dirigida. Algunas publicacio-
nes seinen importantes son Ultra Jump, Afternoon, Young
Jump, Young Animal y Big Comic. En occidente se suele
vender junto con el shonen como si fueran una misma cosa;

—282—
sin embargo, aunque en esencia son muy similares, no lo
son.
El “shonen-ai” (del japonés: -/shōnen/, chico y -/ai/-,
amor) y el “bishonen-ai” son géneros de manga y anime
cuyas historias versan sobre relaciones homosexuales entre
hombres adultos o adolescentes, aunque mayormente se da
entre jóvenes adolescentes. Suele ser considerado un subgé-
nero del shojo (género de manga para chicas, explicado más
adelante). Ambos géneros se diferencian del “yaoi” (man-
ganime de temática homosexual, explicado más extensa-
mente más adelante) por mostrar las relaciones sexuales de
forma menos explícita, es decir, sin la dimensión pornográ-
fica. Pero, mientras que la historia del shonen-ai se centra
en la relación entre los personajes principales, el bishonen-
ai pone la temática homosexual en segundo plano. Al igual
que el Shōjo-ai, el shonen ai se centra principalmente en las
emociones de los personajes, generándose comúnmente re-
laciones dramáticas (aunque no siempre es el caso). Como
comentábamos, el shonen-ai, al igual que el shojo-ai, son
subgéneros del manga shojo, dirigido a chicas. En Japón,
el shonen-ai también es conocido como Boy’s Love (del
inglés: amor de muchacho) y abreviado “BL”.

El shojo
Shojo significa en japonés “joven”(en femenino) y se
denomina así a un género de manga y anime dirigido prin-
cipalmente a chicas, aunque también goza de un amplio
público masculino. Junto al shonen (manga y anime para
chicos) es uno de los géneros más conocidos y extendidos.
Algunos ejemplos de series shojo muy populares en España
son Sailor Moon, Sakura, cazadora de cartas o Kare Kano.
Este género contiene en su estilo todos los parámetros
estéticos que se asocian tanto a manga como a anime en
general, principalmente en la temática y en el aspecto de los
personajes. Las visiones de flores, destellos, ojos grandes y
figuras estilizadas son muy frecuentes. Los temas giran en
torno a conflictos, desavenencias, aventuras y desventuras
referentes a la vida de pareja, el enamoramiento, la amis-
tad y el amor, generalmente en el ambiente de la escuela

—283—
secundaria (lo cual ha contribuido a difundir la imagen en la
cultura otaku de que en todas las escuelas de Japón se lleva
uniforme).
Los personajes principales son mujeres de cualquier
edad, aunque por lo general son chicas jóvenes cursando
secundaria. Exponen completamente sus emociones y sen-
timientos con una búsqueda de lo más profundo de su inte-
rior, visión y pensamiento. No obstante, con el tiempo los
temas se han ido actualizando, orientándose incluso a la ex-
posición de relaciones entre personas del mismo sexo.
Entre los aspectos más criticados de este género, también
se le atribuye un desarrollo sexista de sus tramas, aparte de
que las historias personales se centran en superficiales as-
pectos sentimentales basados en problemas de inmadurez.
Mientras el shojo puro se centra en historias de amor
y tiene un fuerte protagonismo femenino, algunas de sus
tramas desarrollan más la acción, pretendiendo así atraer a
grupos lectores y telespectadores más variados; el ejemplo
más típico es el subgénero llamado “maho shojo” (literal-
mente, chica mágica).
Otro género comúnmente asociado al shojo es el llama-
do “simulador de citas”, aunque éste se da más en los vi-
deojuegos. También el subgénero denominado “harén” es
una adaptación del anterior donde gran cantidad de chicas
compiten por el mismo chico, la mayoría de las veces ajeno
a los conflictos que crea entre ellas.
El hentai
La palabra japonesa hentai quiere decir “pervertido/per-
versión” o “transformación”, pero no tiene exactamente el
significado que se le ha dado en occidente, el de manga
y anime pornográfico. Dicho significado proviene del uso
japonés de la letra etchi (la letra H japonesa), utilizada nor-
malmente para referirse a cualquier contenido o actividad
sexual, equivalente en cierto modo a la clasificación X oc-
cidental. Así, “H manga” es manga con contenido sexual.
Aunque el origen de este uso de la letra H no está del todo
claro, ni siquiera en Japón, existe la creencia extendida de
que es la inicial de “hentai”, utilizada a modo de eufemis-
mo en los años sesenta. No obstante, “H” y “hentai” no son
sinónimos.

—284—
En el hentai, es común encontrar imágenes de chicas
teniendo relaciones sexuales de manera salvaje con seres
monstruosos de grandes tentáculos que habitualmente sus-
tituyen a los genitales. La cantidad de viñetas o escenas que
ilustran tal actividad sexual puede variar enormemente de
un título a otro, pero también varía la naturaleza de dicha
actividad y de los personajes implicados; esta variedad en
cantidad y calidad rara vez se somete a restricciones ya
que se trata de personajes de animación. Ejemplos famosos
de hentai son Akiba Girls, Angelium, New Angel, Angel of
Darkness, Can Can Bunny Extra o Urutsukidoji.
Conviene detenerse un momento en la legislación japo-
nesa sobre el hentai y en las extravagantes paradojas que
ha desencadenado su aplicación. El artículo 175 del códi-
go penal japonés prohíbe la publicación de material “mo-
ralmente perjudicial”; tal como se interpreta actualmente,
dicho material incluye la exposición de genitales, así que
es frecuente ver un parche cubriéndolos, o bien éstos apa-
recen en la imagen borrosos. Hasta aquí, una consecuencia
esperable. Sin embargo, antes de 1994 esta ley incluía la
prohibición de exponer vello púbico. Pues bien, para eludir
dicha norma, se dibujaba a los personajes desnudos sin ve-
llo púbico, lo que originaba un problema inesperado cuando
los vídeos hentai se distribuían a Europa y Estados Unidos:
dado que los personajes del anime suelen parecer mucho
más jóvenes que los de los dibujos animados occidentales,
la ausencia añadida de vello púbico otorgaba a los occiden-
tales un sorprendente espectáculo de pornografía infantil.
Es interesante saber que para el sentido estético del japonés
medio, los personajes femeninos de los dibujos animados
aparentan entre cinco y diez años más de edad de lo que és-
tos aparentan para el occidental medio. Al menos eso dicen
ellos en las encuestas...
Otra extravagante consecuencia de la aplicación estricta
de la censura japonesa se da en lo referente a la zoofilia, es
decir, la actividad sexual entre humanos y animales, pues
se considera como algo a perseguir el sexo con animales...
al menos, animales existentes en el mundo real. Como con-
secuencia, se permite la libre circulación (y su consiguien-
te proliferación) de dibujos y escenas donde tienen lugar

—285—
monstruosos actos sexuales entre chicas humanas y seres
imaginarios entre cuyas características fisiológicas están
los consabidos tentáculos fálicos diseñados a fin de evitar
la ley relativa a los genitales.
Estas disparatadas consecuencias de la censura dentro de
la expresión artística nos pueden recordar a los españoles la
anécdota sobre la distribución en nuestro país de la película
Mogambo y la aplicación de la censura franquista al realizar
el doblaje: a fin de evitar que el adulterio que se daba en el
matrimonio protagonista fuera tan evidente, se cambiaron
los diálogos para que él y ella figurasen como hermanos...
convirtiendo así una simple historia de triángulo amoroso
en una morbosísima trama con incesto de por medio, todo
ello en los años cincuenta.
No obstante, existen también producciones con historias
y secuencias más convencionales, incluso tiernas, que no
hacen gala de argumentos y escenas tan “escandalosos” que
hacen que mucho se lleven las manos a la cabeza. Al mar-
gen de todo esto, en la actualidad, son muchas las obras
hentai o de otro género sexual en el que la representación
de las escenas es del todo explícita. Una táctica común para
que este tipo de producciones pueda eludir la ley es reali-
zarlas fuera de Japón.
En nuestro país parece existir un gran interés por este
género de manga y anime. Prueba de ellos es la existencia
de veteranas revistas especializadas en hentai que incluyen,
además de información y noticias sobre las nuevas produc-
ciones japonesas, un CD o DVD con videos, audios y vide-
ojuegos de temática parecida.
El canal español Buzz, emitido dentro de la parrilla de
varias televisiones digitales, se dedica principalmente a la
emisión de anime y, desde hace algún tiempo, sus madruga-
das suelen estar programadas con películas y series hentai
dobladas a nuestro idioma.
Entre los aspectos criticados de este género destacan
las extremas situaciones que suelen tener lugar, basadas en
sexo salvaje que mezcla placer, sangre, violencia y seres
monstruosos en muchos casos. Pero, sobre todo, lo más
criticado es el aspecto tremendamente infantil que suelen
tener muchos de los protagonistas.

—286—
El yaoi
La palabra japonesa yaoi, que procede de las siglas de
yama-nashi ochinashi imi-nashi, (literalmente, “sin clímax,
sin resolución, sin sentido”), designa un género de manga y
anime muy popular en Japón y otros países del mundo. La
característica principal de un manga o serie yaoi es el amor
entre personajes masculinos. El género suele estar engloba-
do dentro del shojo o manga orientado a chicas, puesto que
su público es principalmente femenino.
Existe una gran cultura en la creación de doujinshis
(historias no oficiales creadas por fans aficionados a de-
terminadas series que crean estos fan-arts dejando volar su
imaginación) de género yaoi. Muchas provienen de animes
que no son yaoi, como Naruto, Fullmetal Alchemist o Blea-
ch, por citar algunos ejemplos. Pero el número de publica-
ciones profesionales de yaoi editado oficialmente también
es bastante alto en Japón. Algunos conocidos títulos yaoi
son Ai no Kusabi, Zetsuai 1989, Bronze (continuación de
Zetsuai 1989), Gravitation, Level-C o Reverse.
En el yaoi suele haber dos personajes principales, cada
miembro de la pareja en este caso. Cada uno lleva un rol
(variable, pero casi siempre estable) en la consumación de
su amor. Éstos son los seme y los uke. Los sukes son per-
sonajes que pueden adoptar el rol de seme o de uke según
la situación.
Seme proviene de la palabra semeru (“atacar” en japo-
nés) y designa al personaje que desempeña el papel domi-
nante. El seme suele ser un hombre muy sensual y atractivo
de mayor edad que el uke, que va detrás de su amado y está
obsesionado con él, hasta tal punto que a veces lo acosa o
llega a agredirle. Esto puede llegar a ocasionar que el uke
se enoje y viva molesto con él, aunque en realidad lo ama.
El seme representa el papel activo y lleva las riendas de la
relación. Siempre está pendiente de lo que hace el uke y lo
protege aunque éste no lo note.
Por su parte, el uke lleva el papel tradicionalmente fe-
menino. Suele ser una persona activa y feliz de menor edad
que el seme, sumamente tierno. Los ukes tienden a sonro-
jarse con facilidad. El personaje que lleva el papel del uke
cambia de humor muy fácilmente, lo que lo hace atractivo

—287—
hacia el seme. En cualquier manga yaoi, siempre intervie-
nen otros personajes que encuentran atractivo al uke, e in-
tentan tener sexo con él siempre que el seme no esté. Pero
finalmente, como siempre, el seme se enfurece y lo salva.
Aquí es importante resaltar la diferencia entre el yaoi y
el shonen-ai arriba descrito. No son lo mismo. La diferen-
cia estriba en que el shonen-ai, aunque también retrata el
amor entre personajes masculinos, nunca muestra relacio-
nes sexuales entre ellos, cosa que sí hace el yaoi. El shonen-
ai sólo muestra expresiones de amor o afecto tanto verbales
como abrazos o caricias. Lo más explícito que suele mos-
trar el shonen-ai son besos entre ambos personajes. De ahí
que el shonen-ai se considere un género netamente dentro
del manga shojo.
En Japón se publican cada año varias series (de manga
y/o anime) con esta temática. El yaoi es uno de los géneros
más populares entre las chicas jóvenes y se han publicado
obras desde los años sesenta. Existen revistas especializa-
das, tomos recopilatorios, OVAs... En la mayoría de quios-
cos y centros comerciales se vende yaoi. Durante mucho
tiempo, la editorial Biblos capitalizó allí las ediciones de
obras yaoi, pero su reciente bancarrota (debido al fracaso
de sus publicaciones no yaoi) ha dejado paso a un espacio
comercial más compartido.
Sólo un pequeño porcentaje de estas historias publicadas
es importado, traducido y publicado en otros países. Pero
en España el yaoi parece despertar cada vez más el inte-
rés del aficionado al manga y el anime; tanto es así que ya
son varias las obras disponibles, como es el caso de la obra
Zetsuai 1989, todo un clásico en Japón y con mucho éxito
también en España.
El aspecto más criticado en este género es la visión de la
homosexualidad tan completamente estereotipada y mani-
pulada donde el uso de la masculinidad y la fuerza física es
un distintivo clave en las parejas. Sin embargo, para muchos
otros, la dedicación al tema ya supone un insulto en sí dado
el rechazo moral y la consiguiente repulsión intelectual que
en ellos despiertan los homosexuales.

—288—
MITO O REALIDAD

Lo objetivo y los subjetivo dentro de las interpretaciones.


Para despejar un poco la reflexión en la que sociólogos
y analistas de medios de comunicación se afanan por llegar
a alguna conclusión sobre lo que nos conviene y lo que no,
nos centraremos en el análisis de varias obras clásicas den-
tro del arte del manga y el anime que, por su contenido, han
sido fuente de controversias y polémicas en todo el mundo.
Todos ellos son referentes clásicos para el aficionado medio
español.
Akira, uno de los mayores clásicos de la historia de la
animación japonesa.
Akira es un manga que también dispone de versión ani-
me en forma de largometraje. Ambos formatos tuvieron un
reconocimiento instantáneo como clásicos. El monumental
manga, de más de dos mil páginas, fue escrito y dibuja-
do por Katsuhiro Otomo entre 1982 y 1993 obteniendo un
éxito significativo en Japón y en el resto del mundo. Fue
premiado con el prestigioso Kodansha al mejor manga en
1984, en la categoría general.
La historia está ambientada en 2019: el mundo está al
borde de la destrucción absoluta. La tecnología avanzada
fue la causa de una terrible explosión que desencadenó una
guerra nuclear y devastó las grandes ciudades del planeta.
Treinta años después, sobre las ruinas de Tokio, se alza la
megalópolis de Neo-Tokio, una ciudad opresiva e inhumana
cargada de problemas como el paro, la violencia, la droga
y el terrorismo. (La ciudad está representada con profundo
detalle en el anime, destinándose cerca de seis millones de
euros sólo para la realización de sus decorados). Las sectas
religiosas y los grupos extremistas, aprovechándose de la
insatisfacción de los ciudadanos, cultivan el mito de AKI-
RA, un “niño cobaya” depositario de la “energía absoluta”
cuya resurrección significaría para Japón el amanecer de
una nueva era.
Respecto a la trama, (el largometraje se separa de la lí-
nea argumental del manga debido a que se estrenó cinco
años antes de la conclusión de éste) la ciudad es recons-
truida tras sufrir los devastadores efectos de la explosión,

—289—
causante de la tercera guerra mundial. Kaneda y Tetsuo son
miembros de una banda que tiene entre otras aficiones par-
ticipar en peleas callejeras contra otras bandas montados
sobre potentes motos. En una de estas peleas, Tetsuo sufre
un accidente causado por un extraño niño. A partir de ese
accidente, Tetsuo no vuelve a ser el mismo. Por otro lado,
se encuentran Key y Ryu, miembros de la resistencia, y diri-
gidos por su jefe Nezu, intentan averiguar qué ocurre en las
instalaciones del ejército situadas en la ciudad antigua, en
el cráter donde explotó la bomba, donde parece que se están
realizando experimentos con niños de extraño aspecto bajo
la dirección del Coronel. A su vez, el Coronel comienza a
interesarse por los cambios experimentados en Tetsuo.
En 1989 se estrenó la película animada, como decía, an-
tes de finalizar el manga; supuso un salto cualitativo en la
animación japonesa al dotarse de un gran presupuesto gra-
cias al Comité Akira que se formó a propósito para producir
el filme. Fué dirigida por Katsuhiro Otomo.
Esta película marcó el inicio de la difusión del manga
y el anime fuera de Japón, gracias al impacto que provocó
en los espectadores de todo el mundo, generando un interés
mundial a gran escala como nunca antes se había apreciado.
Es considerada por muchos como la mejor película de ani-
mación japonesa, junto a las dirigidas por Hayao Miyazaki.
Los más prestigiosos críticos del mundo sucumbieron a sus
pies.

Ghost in The Shell, un clásico del Ciber Punk.


Ghost in the Shell (1989) es originalmente un manga de
ciencia ficción cuyo autor es Masamune Shirow. En 1995,
se estrenó la película animada basada en la obra original y
dirigida por Mamoru Oshii, y en 2004 se estrenó la secuela
a la primera película: Ghost In The Shell: Innocence. En la
actualidad continúa en realización una serie de televisión
basada en el universo desarrollado en esta saga.
La ambientación de Ghost in the Shell es innegablemen-
te cyberpunk y nos recuerda a la famosa Trilogía del Sprawl
de William Gibson. Sin embargo, a diferencia de Gibson,
Shirow se interesa más en las consecuencias éticas y fi-
losóficas de la popularización de la unión entre hombre y

—290—
máquina, el desarrollo de la inteligencia artificial y una red
de computadoras omnipresente, temas enfocados en espe-
cial a la identidad del ser humano y lo particular de su exis-
tencia. El manga trata más extensamente estos temas, pues
Kusanagi, la agente protagonista, y sus colegas se enfrentan
tanto a peligros y acertijos externos como a conflictos inter-
nos acerca de su propia naturaleza, debido a que son más
máquinas que seres humanos.
El tema principal del manga (y la única historia presen-
te en la película) es la persecución de un criminal de los
medios electrónicos, conocido como el “Puppet Master”
(el Maestro de Marionetas, en la traducción oficial), y cuya
identidad se desconoce. El Puppet Master ha cometido va-
rios crímenes con un único modus operandi: el ghost hac-
king, que consiste en irrumpir y tomar control de la mente
de un ser humano. Al desvelar el misterio del Puppet Mas-
ter, los agentes de la Sección 9 comprenden que no se trata
de un criminal común y corriente, sino de un proyecto de
inteligencia artificial autónoma que pertenece al gobierno,
el mismo gobierno al que la Sección 9 presta servicios, y se
ha fugado a la espera de un cuerpo de verdad y una iden-
tidad humana. Si bien en principio Kusanagi se muestra
escéptica, finalmente cede para que el “Puppet Master” se
una a su conciencia y comparta su cuerpo, lo que hace con
la intención de sacar a relucir aún más dudas acerca de la
naturaleza de la identidad humana, en un mundo donde la
conciencia humana ya no es algo tan particular.
El manga es conocido por la gran cantidad de notas al
pie de página y comentarios del propio Shirow referentes
tanto al contexto socio-tecnológico como al político de la
obra.
A diferencia de la novela grafica, la cinta animada de
1995 dirigida por Mamoru Oshii se convirtió en una refe-
rencia obligada del genero cyberpunk en los medios audio-
visuales bien sea por la calidad de su animación o por el
enfoque que tomó la trama de Shirow (no muy centrada en
los problemas culturales y éticos que creó en su obra) cosa
que en manos de Oshii se diferenció notablemente; seria,
trascendental, y con estilo narrativo propio, casi poético,
y es que no hay ningún diálogo o imagen dejado al azar

—291—
o que desmerezca atención por parte del espectador, que
busque en él un asomo de conciencia. Pues si bien Ghost
in the Shell deja en un primer visionado un sinnúmero de
ideas sueltas, es en la recolección de las mismas donde se
encuentra su originalidad y belleza acompañada por una
banda sonora sobria e inquietante que acompaña un sentido
de la fotografía oscuro, pesumbroso pero acongojador. Si
bien su ambiente puede asemejarse a Blade Runner es inne-
gable que Ghost in the Shell se aleja demasiado de toda idea
sentimental y nos introduce a ese mundo de carácter virtual
que pone en peligro no solo nuestra identidad como simples
humanos, sino como absolutos individuos.
La originalidad e inteligencia de su guión está acom-
pañada por un look completamente rompedor. El punto de
vista adulto en el que toda la trama está enmarcada va de la
mano de sus escenas de desnudo y violencia explícita, que
no dejan de ser completamente artísticas.
La obra está considerada como una obra maestra del es-
tilo Cyberpunk, que es un subgénero de la ciencia ficción,
conocido por su enfoque de “alta tecnología y bajo nivel de
vida” (High Tech, Low Life) y toma su nombre de la com-
binación de cibernética y punk. Mezcla ciencia avanzada,
como las tecnologías de la información y la cibernética, con
algún grado de desintegración o cambio radical en el orden
social.

Rainma ½, artes marciales y dos sexos.


Ranma ½ es un manga y anime humorístico de Rumiko
Takahashi que nos cuenta la historia de un chico llamado
Ranma Saotome que sufre una peculiar maldición al caer
en unos estanques malditos durante un entrenamiento de
artes marciales. Desde aquel día, cada vez que se moja con
agua fría se convierte en chica y al tener contacto con agua
caliente vuelve a su estado original de chico. Esto causó
gran controversia en occidente pero, ya sea por esta razón
o no, la serie gozó de un gran éxito en su emisión inter-
nacional. Takahashi ha afirmado en entrevistas que quería
producir una historia que fuera popular entre los niños, y
que su objetivo no era crear interrogantes en ellos o dilemas
paradójicos.

—292—
El manga se publicó en la revista Shonen Sunday en Ja-
pón entre 1987 y 1996. Ha sido publicada íntegramente en
España por Glénat. El personaje principal y protagonista es
Ranma Saotome, hijo único de Genma y Nodoka Saotome.
Su padre se fue de su casa junto con Ranma cuando éste
sólo era un bebé para convertirlo en un maestro de las artes
marciales y es por esto que es un estudiante consumado de
artes marciales bastante hábil, ya que en muchas ocasio-
nes vence a rivales mucho más expertos que él. Su fuerza,
velocidad y resistencia en el combate son excelentes, sien-
do sólo claramente vencido por Happosai, antiguo maestro
de artes marciales de su padre y de Soun Tendo. Además,
aprende muy rápido y es capaz de improvisar con facilidad.
Es tenaz, terco, cabezota y no se rinde con facilidad, ade-
más de ser algo prepotente. Su vida siempre ha sido un sin-
fín de viajes y anécdotas con su padre, entre las que destaca
su viaje a los lagos encantados de Jusenkyo, donde, al no
escuchar las indicaciones del guía, su padre y el caen en los
lagos durante un entrenamiento, forjándose así una maldi-
ción para ellos. Ranma cae a la “Fosa de la chica ahogada”,
por lo que, al mojarse con agua fría se convierte en una
jovencita muy atractiva de pelo rojo como el fuego, aunque
su personalidad y mente sean los mismos, y al mojarse con
agua caliente vuelve a la normalidad.
Curiosamente Ranma Saotome no fue el primer perso-
naje manga en poder cambiar de sexo. En 1980 aparece
Ranma Hinamatsuri del manga Cinderella Boy de Monkey
Punch, siete años antes de que Rumiko Takahashi publicara
su manga.
La serie debutó por primera vez en 1989 por el canal Fuji
Television, cerrando su ciclo tras 161 episodios, aunque la
serie como tal termina realmente en el manga. Animax la
presentó en Japón y varias regiones asiáticas en sus primeros
años de vida. Su emisión en España por primera vez, tuvo
lugar en 1993 en la cadena de televisión Antena 3. También
tuvo emisión en varios canales como América TV (Perú),
Chilevisión (Chile), Canal 10 (Nicaragua), Locomotion
(España y Portugal), XHGC Canal 5 (México),”Telemetro”
Panamá, Cartoon Network (en toda Latinoamérica), canal 4
en Costa Rica, y otras.

—293—
Este anime causó polémica en varios países del mundo
por la incorporación del concepto de que un chico como
Ranma se transforme en chica al caerle agua fría y vuelve a
su normalidad al caerle agua caliente. En algunas partes de
Estados Unidos fué prohibida su emisión. No fueron pocos
los países en los que padres y madres de familia no querían
que sus hijos vieran la serie, por lo que muchos de los fans
tuvieron que verla a escondidas.
Otras controversias fueron las escenas de desnudos, sobre
todo de los personajes de Ranma en forma de chica, Akane
y Shampoo cuando aparecían escenas en el baño, las cuales
fueron censuradas en muchos países. En la versión presen-
tada por el poderoso canal Cartoon Network, la mayoría
de las escenas nudistas tuvieron ajustes menores, como los
consabidos parches borrosos en las zonas erógenas de las
chicas; otras escenas fueron íntegramente eliminadas, como
la de Ranma al salir del agua del estanque tranformado en
mujer por primera vez, enseñando los senos.
Otra polémica sobre la serie es que algunos personajes
visten ropa del otro sexo, tal es el caso de Tsubasa que se
viste de mujer, o el caso de Ukyo que se hizo pasar por va-
rón y vistió ropas masculinas; y también se presenta el caso
de Genma y Soun que a veces también aparecen disfraza-
dos de mujer.
Una vez más la polémica estaba servida en una serie de
éxito de procedencia japonesa; ambigüedad sexual, en este
caso de aspecto, escenas de desnudo y casos de situaciones
y temas supuestamente inapropiados.
Saint Seiya
La serie Saint Seiya es conocida en España como Los
Caballeros del Zodiaco. Narra la historia de un grupo de
jóvenes guerreros denominados Santos que luchan por pro-
teger a la diosa Atenea de las fuerzas del mal. Para luchar,
los Santos sólo utilizan su cosmoenergía, sus puños y ar-
maduras que les sirven de protección y que además están
inspiradas en constelaciones o seres de la mitología griega.
El manga en Japón fue escrito y dibujado por Masami
Kurumada y fue publicado en la revista Shonen Jump de la
editorial Shueisha desde enero del 1986 hasta diciembre de
1990.

—294—
El anime se emitió en la cadena televisiva TV Asahi des-
de el 11 de octubre de 1986 hasta el 1 de abril de 1989
en tres temporadas de 114 episodios. Inicialmente, la serie
de televisión tenía planeados 52 capítulos que finalmente
se extendieron hasta los 73, convirtiéndose en la primera
temporada de la serie y que se corresponden con el primer
arco argumental del manga, denominado Santuario, aunque
con algunos añadidos en la historia y, por lo tanto, en per-
sonajes. Antes de que se venciera el contrato fue pactada
una segunda temporada, Asgard (episodios 74 a 99), que no
estaba basada directamente en el manga, sino que fue ins-
pirada en el episodio “Hyōga” en el país de los hielos que
se encuentra al final del tomo 13 del manga. Posteriormente
siguió una tercera temporada correspondiente a la segunda
saga del manga, la denominada Poseidón (episodios 100 a
114). Lamentablemente, la productora decidió no continuar
con el tercer arco argumental del manga, denominado Ha-
des, dejando de esta manera la historia inconclusa en esa
época. No obstante, ha sido retomada hace pocos años y
continúa en la actualidad.
En Saint Seiya, hay muchas referencias y menciones a
numerosos sucesos de la mitología griega en la cual está ba-
sada. También existen referencias mitológicas y religiosas
al budismo, al cristianismo y a la mitología nórdica. En este
sentido, la serie presenta un sincretismo religioso y mítico
sin cuyo conocimiento los diálogos pueden volverse un tan-
to incomprensibles previo conocimiento de estas cosas: las
conversaciones que Shaka mantiene con Buda o la comple-
ja estructura psicológica de Saga, el Caballero de Géminis,
le dan una riqueza y gran originalidad a la serie. No es la
clásica lucha eterna entre el bien y el mal, sino que es una
guerra por el futuro del planeta, una guerra por arrebatar
el ideal de justicia al competidor. La amistad, el amor, la
justicia y la vida humana son valores que se ponen a prueba
en esta historia.
Una vez más, nos encontramos con una serie japonesa
duramente criticada por la abundancia de luchas y comba-
tes en los que la sangre se hace absolutamente explícita e
incluso llegan a tener lugar amputaciones. También se ha
criticado mucho la forma en la que se mezclan la mitología

—295—
y la religión de distintas culturas, sin olvidar el aspecto psi-
cológico de algunos personajes, bastante trastornados por el
ansia de poder y satisfacción personal. Como era de espe-
rar, también muchas de las escenas y diálogos de la versión
distribuida en Europa fueron censurados y, aún así, no fue
bastante para algunas asociaciones que, en todo momento,
pidieran la cancelación de su emisión por la violencia de
sus escenas.

Dragon Ball
Dragon Ball (Bola de Dragón) fue creado por Akira
Toriyama. El manga fue publicado en la revista semanal
Shonen Jump entre el nº 51 de 1984 y el nº 25 de 1995,
editándose posteriormente en 42 tomos individuales. Ade-
más ha gozado de todo tipo de reediciones y formatos en
numerosos países.
Las artes marciales, la amistad y el afán de superación
son las bases del argumento de esta serie que incrementó
espectacularmente el interés por el manga en todo el mun-
do. Sin embargo, la violencia de muchos de sus episodios
ha provocado que, en occidente, se haya pedido muchas ve-
ces la retirada de las pantallas del anime e incluso su pro-
hibición. A pesar de esto, o tal vez precisamente por esas
polémicas, el éxito de la serie la ha llevado a alcanzar 508
capítulos animados (una de las series más largas de la his-
toria del manga y el anime), y una veintena de películas,
además de una extensa oferta comercial que, aparte de los
mangas y las películas, incluye decenas de videojuegos y
juguetes, entre otros elementos de merchandising.
En el anime la historia se divide en dos sagas: la Dragon
Ball propiamente dicha (con 153 capítulos) y Dragon Ball
Z (con 291 episodios); más tarde se realizó Dragon Ball GT
(con 64 episodios más) exclusivamente en formato anime.
Ya desde su salida de Japón, la serie se ha visto envuel-
ta en diversas polémicas. Para su difusión internacional, la
serie fue comprada inicialmente por una cadena de televi-
sión francesa (TF 1) que se encargó de su distribución en
toda Europa. Dicha cadena censuró muchas escenas debi-
do al carácter presuntamente violento o erótico de algunas
de ellas. Un ejemplo es el momento en el que el maestro

—296—
Mutenroshi le pide a Bulma que le enseñe las bragas y ésta
se levanta el vestido sin saber que no las llevaba puestas;
huelga decir que, en la escena, ella está de espaldas a la
cámara y únicamente se leve el trasero, teniendo al maestro
de frente. En otra ocasión, el mismo personaje le pide a
Oolong (que se hace pasar por Bulma) que le deje verle los
pechos y éste se ofrece a algo más. En la traducción sólo le
pide “un beso”. Otros momentos suprimidos de la versión
distribuida en Europa fueron los “pedos” de algún que otro
personaje.
La censura continuó en Dragon Ball Z. En España, la
única cadena que censuró los capítulos aún más de lo que
ya estaban para su versión europea fue Antena 3, llegando
a originar tal casos en el que un capítulo pasaba a durar
sólo 13 minutos (de los casi 20 que duran normalmente).
Un ejemplo de este caso es el que se dio durante la emisión
del capítulo 79, en el que el super-villano Freezer atraviesa
explícitamente con una de sus astas el cuerpo de Krilín.
El anime había llegado a España el año 1989, emitiéndo-
se inicialmente en la televisión autonómica gallega y en len-
gua gallega, con el título de As Bólas Máxicas, con bastante
éxito. La adquisición de los derechos se hizo conjuntamente
entre todos los canales autonómicos y pronto se extendió su
fama. Así fue como comenzó a emitirse en otras emisoras
autonómicas como Canal Sur o Telemadrid, con el título de
Bola de Dragón, en lengua castellana, lógicamente; tam-
bién en la Televisió de Catalunya con el título de Bola de
Drac, en catalán, y en el Canal 9 de la Comunidad Valen-
ciana, con el mismo título pero doblada en valenciano; en
las Islas Baleares vieron la serie en las versiones catalana y
valenciana, ya que no hubo ninguna cadena en esa comu-
nidad que quisiera hacer la versión en balear; finalmente se
emitió en euskera en Euskal Telebista, en el País Vasco, con
el título de Dragoi Bola. Tras el éxito que tuvo la serie en
Cataluña, comunidad autónoma donde tuvo más repercu-
sión, Canal Sur emitió en horario nocturno las películas de
la serie, Planeta DeAgostini editó el manga, tanto en caste-
llano (con varias reediciones) como en catalán, y años des-
pués, casi finalizada la serie en los canales autonómicos, se
emitió en el resto de España como Bola de Dragón a través

—297—
de Antena 3, con la censura añadida que hemos comentado
anteriormente. España fue el primer país de habla hispa-
na donde apareció el anime y el manga. Recientemente ha
salido a la venta una edición en DVD del anime y ha sido
repuesto por el canal Cuatro, siendo emitida las tres partes
de la serie varias veces. En Cartoon Network emiten la serie
por la noche, dentro de su sección Toonami, que se supone
que es un espacio para series más adultas.
Aunque durante su emisión en las cadenas autonómicas
españolas ya había levantado cierta polémica, fue tras su
llegada a Antena 3 cuando levantó muchas protestas por
parte de diversas asociaciones de espectadores, que consi-
deraban que esta serie exalta la violencia, la competitividad
y el sexismo, por lo que exigieron insistentemente su reti-
rada.
En 2005, la Universidad de Valladolid hizo un estudio
comparativo entre esta serie y David el Gnomo. Según la
investigación, “mientras los participantes no tuvieron nin-
guna dificultad para señalar las motivaciones de los perso-
najes de David el Gnomo, y dónde y en qué momento de la
historia se encontraban, eran incapaces de situar correcta-
mente a sus homólogos de Bola de Dragón y de explicar sus
acciones e intenciones”. Según dijo uno de los responsables
del estudio, Jesús Bermejo, esto puede contribuir a que el
niño entienda la vida como un collage. El estudio fue rea-
lizado con 500 niños, desconociéndose sus edades. Por su
parte, los seguidores de la serie, respondieron a este estudio
alegando que Dragon Ball es una serie juvenil, por lo que
su comparación con series infantiles como David el Gnomo
es incluso ridícula.

LA OTRA CARA DE LA PELÍCULA

Ternura, educación, fantasía...


A continuación tan sólo algunos ejemplos de la hetero-
geneidad que abarca el mundo del manganime y que, por su
buen hacer, igualmente gozan de gran éxito internacional,
tanto de crítica como de público. Es la otra cara de la pelícu-
la, que no se limita a los aspectos anteriormente tratados.

—298—
Doraemon: la educación
Doraemon es probablemente uno de los mangas y ani-
mes más exitosos de la historia; de tal magnitud es este éxi-
to que en Japón nunca se ha dejado de emitir por televisión
a la largo de la friolera de 38 años. Fue creado entre 1969 y
1970 por Fujimoto Hiroshi y Motoo Abiko bajo el pseudó-
nimo conjunto de Fujiko F. Fujio y su sencilla historia trata
sobre un gato robot cósmico llamado Doraemon que llega
del futuro para ayudar a un despistado y torpe niño llama-
do Nobita; Doraemon le proporciona una serie de inventos
futuristas que saca de su bolsillo mágico con el propósito
último de evitar que sus descendientes malvivan en el siglo
XXII por culpa de los problemas que éste ha provocado en la
línea de tiempo original.
La serie Doraemon no es sólo un clásico en Japón, su
país natal, sino también en España. Cerca de dos décadas
de transmisión ininterrumpida avalan su éxito en nuestras
televisiones y continúa siendo una de la series estrellas en la
programación infantil. Su estilo de dibujo es bastante senci-
llo, con formas muy ovaladas y colores llamativos, perfec-
tos para la recreación de un mundo atractivo para los niños
más pequeños.
Sus episodios son auto conclusivos y en todos ellos se
repite un esquema básico: Nobita se ve envuelto en algún
problema en el colegio o con sus amigos; Doraemon siem-
pre está ahí para ayudarle con sus inventos mágicos y, sobre
todo, aconsejarle; Nobita siempre termina saliendo airoso
de sus apuros siguiendo la mejor lección de valores univer-
sales como la amistad, el amor, la perseverancia.
Aunque algunos puedan no creerlo, estamos hablando
de un manga y un anime en los que en ningún modo caben
el sexo o la violencia y ninguno de ellos ha sido necesario
para el gran éxito de que ha disfrutado.

Estudio Ghibli: la ternura y la fantasía


Las producciones del Estudio Ghibli han alcanzado a lo
largo de los años un prestigio fuera de toda duda, tanto por
la sensibilidad de sus tramas y personajes como por la altí-
sima calidad de los dibujos, la música y todos los elementos
artísticos empleados en sus creaciones.

—299—
Fundado en 1985, está dirigido por el altamente galardo-
nado director Hayao Miyazaki junto a su colega y mentor
Isao Takahata. Sus orígenes datan de 1983, con la película
Nausicaä del Valle del Viento, que empezó como un man-
ga en una publicación de la revista Tokuma Shoten. Pre-
cisamente fue Tokuma la compañía “madre” del Estudio
Ghibli, y terminó cediendo a la compañía Walt Disney los
derechos de video y distribución de varias de sus pelícu-
las, entre ellas, La Princesa Mononoke (1997) y El Viaje de
Chihiro (2001).
La más famosa y alabada película del Estudio que no
fue dirigida por Miyazaki es La tumba de las luciérnagas
(1988), dirigida por Isao Takahata, una tristísima historia
acerca de dos huérfanos durante el final de la Segunda Gue-
rra Mundial en Japón.
Si algo nos enseñan en el estudio Ghibli eso es ternu-
ra, amor y fantasía. Sus películas siempre cuentan historias
muy originales desde un prisma fantástico en el que priman
tanto el afán de ayudar a los demás como el afán de supe-
ración personal.

ANÁLISIS FINAL

La pregunta que nos surge de toda esta polémica es si es


justo o no asumir como premisa que el espectador y con-
sumidor de manga y anime no puede distinguir lo que es
real y ficción ni controlar siquiera esas diferencias sin que
el disfrute de este arte tenga consecuencias negativas en su
personalidad. Determinados sucesos acaecidos en España
a mediados de los noventa y relacionados con muertes y
violencia infantil fueron objeto de gran polémica justo en
el momento en que Dragon Ball gozaba de una gran popu-
laridad y repercusión mediática en nuestro país; no faltaron
asociaciones que apuntaron a la serie como responsable de
aquellas desgracias. Esta especie de caza de brujas salpicó
despiadadamente al aficionado al manganime, iniciándose
un proceso de encasillamiento despectivo que, agravado por
otros sucesos no menos terribles protagonizados por perso-
nas desequilibradas como el famoso “asesino de la catana”,

—300—
ha terminado desembocando en la situación actual: la firme
convicción de un gran sector de la sociedad del carácter in-
moral del manga y el anime y la perversa influencia que és-
tos pueden ejercer sobre el público por su alto contenido en
sexo, violencia y perversión, obviando por completo cual-
quier otro tipo de elementos que también se dan en ellos.

Una opinión desde fuera.


Considerando de especial interés la opinión que puede
aportar sobre este tema una persona totalmente desvincu-
lada del mundo del manganime pero formada en alguno de
los campos que estudian el comportamiento humano, trans-
cribimos la opinión que nos brindó personalmente el doctor
Ignacio Díaz Carvajal, médico y psicoanalista sevillano,
durante una entrevista concedida a tal efecto. Preguntado
sobre lo que conocía y opinaba acerca del manga y el anime
y los efectos que éstos pueden provocar en la personalidad
de sus consumidores y seguidores, nos respondió:
«Conocí Dragon Ball cuando lo pasaron por televisión hace unos
diez o doce años y, sobre todo, por la repercusión que tuvo en los
niños que yo conocía, especialmente en mis pacientes pequeños. Es-
taban muchas veces absorbidos por esos personajes y les encantaba
dibujarlos y desarrollar escenas de la serie durante las sesiones. Me
traían a la consulta los cromos y cartas con las descripciones de di-
chos personajes para comentarlas, pues muchos de sus compañeros
en el colegio las tenían. Recuerdo por aquel entonces la gran polé-
mica que hubo acerca de su violencia, sobre todo porque la veían
muchísimos niños pequeños que se veían impactados por escenas
que no alcanzaban a comprender. Creo que el problema consistía en
que muchos padres consideraron erróneamente la serie como algo
estrictamente infantil, y no lo es. A los niños y a los adultos les gusta
identificarse con personajes que luchan, son poderosos y vencen al
mal, que encarnan ideales como la perseverancia, la astucia o la
verdad. Esta serie juega mucho con todo eso, por lo que entusiasma.
Lo malo es la persona que, no habiendo madurado lo suficiente, no
asimila adecuadamente las cosas que le gustan e impactan. A los
niños les gusta ver violencia, pues les ayuda a descargar sus propias
frustraciones y aun más cuando es evidente que ésta pertenece a
un mundo irreal e inexistente. La discriminación debe estar clara y
cuando no lo está es cuando produce daño. Referente al fenómeno

—301—
de masas que este tipo de entretenimiento es capaz de crear, opino
que serán sanas e incluso beneficiosas siempre que, como ya he di-
cho, lo que se viva de forma individual esté metabolizado con la
suficiente madurez por parte de cada uno de esos seguidores. Algo
que no siempre pasa».

—302—
NO ES COMPATIBLE SER CÍNICO
CON EL SIGLO XXI
por
MANUEL JOSÉ SIERRA HERNÁNDEZ
Manuel José Sierra Hernández, Arquitecto.

RESUMEN
En 1992, el filósofo norteamericano Francis Ford Fuku-
yama, ante el final de la Guerra Fría, predijo el fin de la
historia como una situación en la que gracias a la demo-
cracia todos los seres humanos verían sus necesidades re-
sueltas. La complejidad, la amplísima gama de servicios y
de productos que podemos contemplar si vamos al interior
de nuestras ciudades o en Internet puede ser un síntoma
de ello. Pero en estos lugares contemplamos algo más, el
público no sólo se dedica a consumir, sino que también pro-
duce. No es ya exclusivo de los gobiernos y de las grandes
corporaciones el delimitar los límites de la producción. La
complejidad, de este modo, aumenta hasta límites insospe-
chados, tanto que marea, tanto que nuestra mirada es inca-
paz de contemplar de una manera holística todo el universo
a su alrededor; tanto que los gobiernos y las grandes cor-
poraciones pierden su capacidad de control de la realidad.
La mayor violencia que se puede ejercer en la actualidad es
aquella destinada a reducir esta complejidad, y eso sólo se
consigue regresando al estado anterior al fin de la historia,
al enfrentamiento entre grandes bloques. Aunque en reali-
dad, la historia no finalizó con Fukuyama, quizás la gran
historia de los grandes acontecimientos, pero queda la his-
toria de lo pormenorizado, de la producción de la compleji-
dad. Por tanto, la complejidad no es un estado que tiene que
abatirse por la dificultad del control, sino una rebelión que
desde abajo, que desde los seres individuales, se acomete.

—304—
S UPE que había llegado a la metrópoli porque al bajar
del tren tenía seis dedos en la mano izquierda. Con el
paso de las horas, la calle, el metro, el trabajo,..., el
apéndice mutante fue disolviéndose; pero la impresión ya
estaba ahí. Intenté cavilar qué era lo que había ocurrido, y
pronto descubrí que la razón se debía a lo mismo por lo que
mi mirada de repente había perdido profundidad. En el tren
observaba a lo lejos y veía bosques, montañas, prados,...
un paisaje legible en definitiva. Ahora ya no era así; si me
atrevía, como un friki más paseando por el ancho bulevar, a
mirar a la avenida con profundidad, lo que contemplaba era
un sinfín de mundos distintos, de detalles tras cada esquina,
de colores, de texturas, de razas, de credos, de composi-
ciones, de productos comerciales, de marcas, de tiendas de
moda, de cines, de teatros, de museos, de expresiones, de
estatus divergentes, de revistas, de periódicos deportivos,
de turistas con cámara, de vagabundos, de pordioseros, de
estrellas porno y no tan porno, de deseos, de aspiraciones,
de novedades, de revivals, de pastas de libros, de carátulas
de discos y de DVDs, de zapatos, de estatuas vivientes y no
tan vivientes, de quioscos, de profesiones, de vidas parale-
las,... en conclusión, un sinfín de estímulos. Eran tantas las
vibraciones que recibía que conforme desviaba la vista de
lo inmediatamente adyacente el aire temblaba e incluso se
volvía turbio. Aún más puesto que a veces tenía la sensa-
ción de que incluso me mareaba. No tenía ni que moverme,
tan solo mirar hacia otro lado y era como si en un segundo
me hubiera desplazado por una montaña rusa cientos de ki-
lómetros. Cuanto esto sucedía echaba de menos la incorpo-
ración del sexto dedo mutante como ampliación del control
de la situación.
Pero éste no regresó y con ansias de ayuda cuando vi
en un escaparate el libro Las leyes de la simplicidad, de
John Maeda,33 el título inmediatamente me sedujo. Sobre
33 Maeda, John, 2006. Las leyes de la simplicidad. Editorial Gedisa, Barcelona, 2007.
Traducción de Iñaki Ogallar. 100 páginas.

—305—
todo cuando descubrí que la base de la teoría del tecnólogo
del MIT descansaba en el hecho de que en un mundo tan
complejo, con tanta información, mejor dicho, con tanto
exceso de información a veces innecesaria e inconveniente,
una rama del nuevo diseño había comenzado a especiali-
zarse en la cuestión de que el público había empezado a
pagar porque por favor le redujesen parte de esa informa-
ción. Un ejemplo se encontraba en el Ipod de Apple, que a
pesar de haber reducido funciones y posibilidades frente a
parte de sus competidores, su diseño sencillo e inmediata-
mente abarcable le había asegurado un éxito sin igual. Otro
ejemplo se hallaba en los equipos de visión y de sonido
de Bang & Olufsen, los cuales sin tener mayor calidad de
sonido ni más funciones que otros equipos más baratos, su
estilo y configuración exclusiva que invitaba a “olvidarse
de todo y limitarse a contemplar y a escuchar” permitía que
las sucursales de la marca se extendiesen a lo largo y ancho
del globo. Expresado con otras palabras, ¿cuántas veces no
habremos deseado ante el catálogo de móviles con tantas
funciones que si les azuzas un poco incluso hasta podrían
volar, un aparato que se limite a las llamadas y a los mensa-
jes y si acaso a hacer fotos?
No obstante, con el paso de los días y las semanas en
la metrópoli descubrí que de ningún modo estos diseños
que simplificaban la comprensión del aparato, reducían la
complejidad en el extenso viario de la ciudad. Si acaso res-
pondían a una pauta de comportamiento que el ser humano
había establecido, y era que frente a la inmensa compleji-
dad, a la inmensa diversidad de situaciones y de aspectos,
con el tiempo el individuo tiende a especializarse momen-
táneamente en una sola cosa. Si uno se mete en Internet,
tras horas navegando por extensísimos universos, por in-
gentes variedades de datos y de contenidos, al final termina
reivindicando lo simple: el sexo, para una vez satisfechos
sus instintos volver a enfrentarse a lo diverso. Los aparatos
que señala Maeda, su éxito, más que reducir la informa-
ción innecesaria, se basa en que encauzan el camino tras un
instante de embotamiento; pero no reducen la complejidad.
Como deja intuir el propio autor en otro apartado, la simpli-
cidad sólo implica un momento transitorio en la vida de la

—306—
persona. La simplicidad no tiene sentido si antes o después
el individuo no se enfrenta con lo diverso para poder elegir
entre sus muchas facetas. Dicho de otro modo, que en cuan-
to nos hartemos del minimalismo japonés sea posible que
incluso reivindiquemos lo rococó. Y que cuando nos cansá-
semos del rococó tengamos la opción de redecorar nuestro
piso con muebles de Ikea o con cuadros de Mondrian. Pero
que siempre tengamos la opción. Que nadie nos dispense
de la posibilidad del embotamiento. Que nadie nos elimine
la posibilidad del enfrentamiento con la complejidad. Sólo
desde ella podremos ejercer nuestra prerrogativa hacia lo
simple. Sólo desde ella podremos considerar tener capaci-
dad de elección. Y la única violencia posible hacia nuestras
personas en estas circunstancias es que alguien trate de sim-
plificarnos tanto la situación que de repente podamos vol-
ver a mirar con profundidad. En eso consiste ahora nuestra
historia, en lidiar con lo infinitamente diverso, y en proteger
dicha posibilidad.

BAJO LA SOMBRA ATENAZADORA DEL SIGLO XX


CUARENTA SIGLOS NOS CONTEMPLARÁN.

Caminando por las calles de la metrópoli y siendo ya


consciente de mi nuevo papel ante la historia, comencé a
cavilar en aquello que podría negarme mi capacidad de
elección. Así, cierto día encontré en una revista de divul-
gación un artículo que me llamó bastante la atención. Lo
leí de cabo a rabo detenidamente, varias veces, y la única
conclusión a la que llegue fue que no sabía si reírme o en
cambio echarme a llorar. El artículo era un recordatorio del
atentado de las torres gemelas, de aquel once de septiembre
donde el mundo cambió definitivamente dando paso al siglo
XXI de una manera dramática, al igual que el asesinato del
archiduque Francisco Fernando y de su esposa a manos del
estudiante serbio Gavrilo Princip en 1914 supuso el amane-
cer del siglo XX. Tengo mi propia opinión sobre el tema. En
1992, tras la caída del muro de Berlín y la guerra de Irak,
hubo un pensador americano, un tal Francis Ford Fukuya-
ma, que proclamó el fin de la historia como una situación

—307—
a la que podría llegar en breve y en la que todos, gracias al
triunfo de la democracia sobre el resto de los sistemas de
gobierno, verían pronto sus necesidades resueltas. Si esto
era así, entonces de ningún modo el atentado a las torres
gemelas había significado el paso al siglo XXI, más bien su-
puso un retroceso al estado anterior al fin de la historia, una
continuación del siglo XX. Si acaso, porque consideraba y
sigo considerando que no hemos entrado todavía en el siglo
XXI, como primer acto se podrían argumentar las manifesta-
ciones que en todo el mundo se sucedieron contra la guerra
de Irak, o si me apuran, en 1998 a favor de la liberación de
Miguel Ángel Blanco. La mayoría estuvimos allí. Y com-
probamos por nosotros mismos cómo por primera vez el
pueblo en su conjunto, sin divisiones, sin consideraciones
como nosotros somos los pacifistas, o los fascistas, o los
comunistas, o los socialistas, o los populares, o los hippies,
o los culturetas alternativos, se echó a la calle con el grito
“Basta ya”; no queremos bloques, lo que queremos es vivir
en paz, no más atentados, no más secuestros, no más miedo,
no más el pánico nuclear de los ochenta, no más guerras co-
lonialistas o por el aseguramiento del poder mundial como
la de Vietnam. El atentado de las torres gemelas supuso una
escalada del miedo y del terror en todo en el mundo. En
Estados Unidos incluso se plantearon ciudades camufladas
en medio de bosques para que los aviones no se estrella-
ran contra ellas. Como Wim Wenders mostró en su película
“Tierra de abundancia”, el estado de paranoia que se generó
recordaba francamente bien a la situación que se vivió cuan-
do la crisis de los misiles en Cuba. Pero en vez de bombas
nucleares, los refugios se protegían contra las armas quími-
cas y bacteriológicas; y el enemigo, en vez de tratarse de
una nación entera e identificable que como Estados Unidos
se extendía entre el Atlántico y el Pacífico, descansaba en
un ente sin límites definidos, englobado en un afán religioso
e ideológico, y cuyo poder radicaba en la dificultad de de-
tección de sus células. El siglo XX había vuelto con toda su
potencia. El enfrentamiento entre bloques se había retoma-
do: Francia e Inglaterra contra Alemania, el Eje contra los
Aliados, el capitalismo contra el comunismo, el capitalismo
contra Al Qaeda, la democracia contra el eje del mal. Sí, el

—308—
siglo XX había regresado en toda su plenitud, mejor dicho,
nunca había desaparecido del todo, la vieja idea occidental
de tú eres malo y yo soy bueno, tú debes desaparecer y yo
debo prosperar. Alguien, un iluso, un soñador que no tiene
los pies sobre la tierra, diría que una solución a todo esto se
encontraría en la “alianza de las civilizaciones”. Pero el pro-
blema sigue existiendo: yo soy yo y tú eres tú, yo tengo mi
espacio y tú tienes el tuyo. Hoy nos aliamos, momentánea-
mente, pero mañana podríamos enfrentarnos. La solución,
en cambio, es bastante clara: consiste en disolverse, como
desde hace décadas viene ocurriendo en las metrópolis, en
los escenarios polifacéticos y multiculturales de las grandes
urbes. Nada de caracteres contrapuestos, todos formando
parte de la misma complejidad. Nada de parapetarse tras
un muro de tópicos, sino lanzarse al mundo y fomentar lo
infinitamente diverso como respuesta a la simplicidad del
siglo XX, o como diremos más adelante, fomentar la posi-
bilidad de lo simple complejo frente a lo simple simple. La
nueva historia se halla ahí, el paso al siglo XXI se encuentra
en la disolución. Y aunque tengan que pasar cuarenta si-
glos, todos bajo la denominación de siglo xx, todos bajo
el signo de la lucha entre bloques, que al final se acabará
consiguiendo.

NO ES COMPATIBLE SER CÍNICO CON EL SIGLO XXI.


Cierto día, envuelto por el anonimato de mi blog perso-
nal, redacté el siguiente chiste/reflexión.
Un padre explicándole a su hijo las maravillas de “Go-
ogle Earth”:
— Puedes ver cualquier lugar del mundo, incluso tu casa,
desde el cielo. Puedes ver Nueva York, puedes irte a Dubai
y comprobar las barbaridades que los principes de los Emi-
ratos están montando en medio del mar. Puedes contemplar
la plaza Catalunya de Barcelona, la Sagrada Familia, la Gi-
ralda en Sevilla, la Alhambra en Granada, la torre Eiffel en
París,... En general, puedes ir a cualquier parte del mundo,
comprobar lo que allí existe, e incluso comprobar de qué
color son los coches y los camiones.

—309—
A lo que el hijo contesta:
— Y si enfoco hacia Bagdad, ¿podré ver el humo de los
atentados suicidas?
Los comentarios que siguieron a este chiste/reflexión di-
rectamente a mi correo personal fueron muy variados, desde
“muy bueno”, pasando por “una manera curiosa de reflejar
la tragedia de nuestros días”, hasta alguien que compaginó
la palabra “inmoral” con “cínico” en la misma frase. Pensé
sobre esto último y caí en la conclusión sobre lo fácil que
resulta ser cínico en estos días. El primer paso hacia la di-
solución consiste precisamente en lo fácil y rápido que uno
podría llegar a convertirse en un cínico en apenas un sus-
piro. A la paranoia global sobre el peligro terrorista sigue
la otra aún más grave acerca de la conciencia en la gran
conspiración que se cierne sobre la sociedad al completo,
acerca de la imagen que todos se han conformado de una
manera u otra sobre un capítulo de decenas de caracteres
del estilo Monty Burns que periódicamente se reúnen en
sus mansiones para elucubrar cómo podrán a continuación
manipularnos. Resulta demasiado fácil ser cínico, tan solo
hay que pensar que tras las supuestas buenas intenciones de
los gobiernos y de los medios de comunicación se encuen-
tra una razón maquiavélica. Si Bush dice blanco, nosotros
pensamos negro; si Bush dice que huele a flores nosotros
pensamos que se encuentra en un cementerio. Demasiado
fácil, tanto que sin duda el primer paso hacia la disolución
se encuentra en esta extrema facilidad con que podía mos-
trarse cínico.
Pero con ello nunca entraremos en el siglo XXI. El “Go-
ogle Earth” es una posible herramienta de disolución. Tanto
se puede ver desierto como selva, tanto se puede contemplar
una ciudad cosmopolita como el perfil de una aldea en un
valle perdido del Himalaya. Pero mientras se pueda formu-
lar una afirmación cínica, tanto más da; los bloques siguen
en conflicto, siguen en lucha, siguen considerando que una
broma, que un determinado comentario pueda resultar in-
moral y peligroso. Sigue existiendo el uno contrario al otro,
“¿cómo puedes decir esas barbaridades? ¿Acaso no eres
“uno de los nuestros”?” El programa “Google Earth” nos
muestra las maravillas del mundo mientras compatriotas de

—310—
quienes lo hicieron posible siguen haciendo de las suyas en
países tan alejados de su propio hogar como el sol o la luna.
Mientras puedan argumentarse este tipo de chascarrillos el
siglo XXI no podrá darse; mientras se siga pensando que uno
se encuentra en el interior de una conspiración, tal paso no
podrá realizarse; mientras los políticos en las Cortes, en el
Congreso, en el Senado, etc., no se dignen a ser capaces de
acoger los argumentos del otro como suyos propios, lamen-
tablemente el progreso de la historia se habrá detenido. Si
la solución para llegar al siglo XXI se halla en la disolución,
el cinismo no podrá darse porque formará parte de esa diso-
lución. No se considerará inmoral, se considerará un afecto
más. No será destrucción como algunos podrían querer ver,
no resultará necesariamente peyorativo. Con una afirma-
ción que hoy puede resultar exclusivamente cínica, con la
disolución en el futuro llegaríamos a crear algo ambiguo,
diverso, que se puede ver desde muchos puntos de vista.
Si desde la perspectiva del siglo XX, de los grandes bloques
que se enfrentan, el cinismo implica perversión, desesta-
bilización,... desde el siglo XXI este sentimiento de perver-
sión desaparecerá puesto que la misma perversión devendrá
contenida dentro de la complejidad.

AHORA BIEN ¿POR QUÉ EL SIGLO XXI?

Esa es una buena pregunta: ¿por qué insistir tanto en el


siglo XXI? Quizás me esté sobrepasando al suponer que el
siglo XXI debiera ser algo y no lo otro. Al fin y al cabo no es
más que una división arbitraria del tiempo. Pero llevo tan-
tos años soñando, la humanidad lleva tanto tiempo elucu-
brando cómo será, fabricando novelas, artilugios, aparatos,
suposiciones,... que defrauda que sea esto, una continuación
de la gran historia de los imperios y de los personajes se-
midivinos. Simplemente me niego a que sea esto, no puedo
admitir que el compendio de todos aquellos productos de
la fantasía y de la imaginación quedase en algo tan burdo
y tan simple. Es cierto, muchas novelas de ciencia ficción
consideran que la lucha entre bloques continúa en el siglo
XXI. Arthur C. Clarke en 2001, una odisea en el espacio,

—311—
representaba la realidad en la Tierra desde Saturno como
una continuación de la tensión entre el capitalismo y el co-
munismo. George Orwell, en 1984, quizás no más allá del
2001, pero sí con vistas hacia ese futuro, plasmó una rea-
lidad bastante pesimista donde las libertades de los seres
individuales estaban coartadas por motivo de la lucha entre
tres grandes bloques. Pero como a menudo se ha dicho, la
buena ciencia ficción es aquella que a pesar que habla del
futuro es capaz de explicar y de contener el presente. En
este sentido el siglo XXI representa para nosotros lo que el
mito del oeste para la cultura clásica: en el oeste más allá de
las columnas de Hércules se encontraba el fin del mundo,
así como el Hades, así como el jardín de las Hespérides,
así como el enemigo atlante, así como el país del oro y de
la plata de Tartessos. El oeste era un espejo donde se re-
flejaban todos los miedos y todas las aspiraciones de los
ancianos romanos, griegos y egipcios. E igual ocurre con
el siglo XXI, una proyección, un esperpento, una pesadilla
que sin embargo atrae mucho más que el reflejo de Narciso
en el agua. Como dijo Stanislaw Lem en su obra Solaris,
el ser humano no busca extraterrestes, se busca a sí mismo
deformado por el espejo de sus propios deseos. Y eso era lo
que suponía el inicio del tercer milenio, la proyección de
todos los miedos y todas las aspiraciones, la conformación
de un inconsciente colectivo tergiversado en el horizonte. Y
eso es lo que trataremos que sea. Y si no puede ser así, si los
bloques siguen luchando, tendremos que inventarlo.
¿Por qué el siglo XXI? Porque es la consecuencia lógica
y posterior a lo que buena parte de la humanidad aspiró
durante el XX ¿Y en qué se diferenciará una época de otra?
En que si en una se dedicó a soñar, en la otra sus esfuerzos
se encaminaron a materializar dichos sueños en su mundo
alrededor. El siglo XXI supone el amanecer de la nueva his-
toria. Si Fukuyama teorizó sobre el fin de ésta, en realidad
lo hacía sobre la “gran historia”, pero se olvidó de la peque-
ña, aquella conformada con pequeños gestos a raíz de las
aspiraciones de cada cual.
A menudo se ha criticado al tiempo en el que vivimos,
a la era que desde mediados de los noventa se ha continua-
do hasta la actualidad, por el agotamiento de ideas que se

—312—
está viviendo. Puede que las composiciones musicales sean
cada vez más perfectas, de combinaciones de sonidos más
elaboradas; pero no ha habido un grupo de música que haya
ofrecido algo medianamente original desde los ochenta. Es
cierto, no se puede comparar el alarde de ingeniería musical
de grupos como Chemical Brothers, Daft Punk, Air o Fat-
boy Slim con los primitivos sonidos electrónicos de Kraft-
werk, pero sin embargo fue el grupo alemán el que abrió el
camino. Lo mismo ocurre con la pintura, con la escultura,
con el cómic. No tanto a priori con la arquitectura de la que
se dice que es el único arte que todavía es capaz de ofrecer
una revolución ¿En serio? Rem Koolhaas, uno de los arqui-
tectos vivos más influyentes, no deja de argumentar que él
no hace otra cosa que recuperar los “restos olvidados sobre
el campo de batalla”, en otras palabras lo que ya hicieron
otros pero que quedó relegado al olvido porque en su mo-
mento las autoridades o la élite no supieron considerarlo ¿Y
qué decir del cine? ¿Del agotamiento de ideas de la indus-
tria? Ya extinto el verano del 2007, resulta que los mayores
éxitos han sido Transformers (una colección de juguetes de
los ochenta), La Jungla de Cristal 4.0 (enésima parte de un
clásico de los ochenta-noventa), y Los Simpsons (después
de diecinueve temporadas). “Menos mal”, y digo menos mal
entre comillas, que nos queda el cine de autor que nos llega
desde Asia, desde Oriente Medio, desde Europa del Este,...
Aquel sin aspavientos, de planos sencillos, minimalistas,
que recalca el intimismo y el paso del tiempo, tanto que casi
se pudiera decir que se es capaz de observar cómo crece la
hierba. Pero cineastas como Wim Wenders o Jim Jarmusch
ya desarrollaron este tipo de lenguaje fílmico hace déca-
das. En definitiva, la novedad radical brilla por su ausencia,
por la cada vez mayor dificultad de ser conformada. Lo que
surge hoy en día son recuperaciones, revitalizaciones, re-
interpretaciones, combinaciones y recombinaciones, pero
no novedad; en definitiva, producir sobre lo ya producido,
variar sobre lo ya existente.
Y sin embargo he aquí la clave de la disolución. Recu-
peramos, no dejamos de recuperar y de variar sobre lo ya
existente, pero variamos. No es alguien que desde su es-
tudio particular inventa una nueva concepción del arte, no

—313—
es otra persona quien indique qué es lo que tenemos que
hacer o que seguir, soy yo que en este momento recupero
algo del pasado, lo reinterpreto y lo convierto en un objeto
del presente para mi propio provecho y disfrute. Soy yo el
que adquiere cultura, el que hace cultura, el que publica en
un blog sus opiniones, el que como un periodista gonzo al
estilo Hunther S. Thompson observo algo, lo transcribo por
mi particular manera subjetiva de ver, y lo transformo en
cultura. Esta es la clave de la disolución, la apropiación de
la cultura y la multiplicación de la misma. Ésta es la llave
que permitirá el paso al siglo XXI, si las novelas de ciencia
ficción hablan del futuro para expandir la comprensión del
presente, entonces el siglo XXI como el verbo hecho carne,
se basa en esta amplificación de la cultura, en la prolife-
ración de la complejidad hasta límites inabarcables donde
lo cínico desaparezca porque en vez de destrucción, lo que
produzca sea un objeto más a tener en cuenta dentro de lo
infinitamente diverso.
Pero para ello hace falta un agente, un catalizador cultu-
ral. Y discúlpenme si parezco cínico cuando digo que dicho
catalizador se halla en la persona del friki porque éste es el
único momento en el que no lo soy.

ELOGIO DE LO EXTRAVAGANTE
O “NACIDOS EL VEINTICINCO DE MAYO”.

Normalmente se suele atender al término friki un sentido


peyorativo. Proveniente del inglés “freak” que viene a sig-
nificar raro, extravagante, grotesco,... este vocablo era uti-
lizado para designar aquellos fenómenos de feria que como
la mujer barbuda o el hombre elefante viajaban de pueblo
en pueblo para satisfacer la curiosidad y la pasión por lo ex-
traordinario de las gentes. Más tarde, con el advenimiento
de los medios de comunicación, el término freak, y así llegó
al castellano, servía para categorizar a aquellos personajes
inclasificables con una afición tan desmesurada por algo
que ésta llegaba a deformar su aspecto y su modus ope-
randi hasta incluso aparecer en algunas ocasiones estrafala-
rio. Con el paso del tiempo el término se amplió, cualquier

—314—
especialista en un tema, cualquier aficionado a algo que le
puede llevar desde ser un simple coleccionista hasta con-
formar un modo de vida, es un friki de ese tema. En cual-
quier caso, hay que distinguir al friki del mero consumidor,
hay que implementar una diferencia providencial entre am-
bos. La señalamos anteriormente, al friki su afición llega a
transformar su propio comportamiento, su acción no es so-
lamente consumir un producto, ya sea música, cine, comic,
arte,... al hacerlo ha subjetivizado previamente el entorno
que le rodea, ha denotado de él lo que más le interesaba, se
ha apropiado de ello, del hecho cultural que supone, lo ha
trascrito y lo ha convertido en algo tangible, en algo que ha
devuelto al mundo, aunque sea únicamente un aspecto de sí
mismo, un reconocimiento de cara al exterior, como que se
trata de un coleccionista, ¿no es esto acaso lo que se pro-
pone en la disolución? La creación de nueva información
que redunda en la complejidad. No son ya las circunstan-
cias del entorno las que conforman la cultura, sino que es
la cultura a través del friki lo que da de sí lo que va a ser
la realidad. En este momento en el que se ha llegado a una
situación en el es francamente difícil desarrollar una nove-
dad radical, en este momento en el que todas las circuns-
tancias posibles han sido absorbidas y han dado de sí una
plasmación estética en la sociedad, es el friki como digestor
cultural, que digiere cultura y la transforma en cuerpo, el
nuevo adalid del progreso. El progreso, una vez anunciada
la nueva historia como aquella de lo pormenorizado, no es
tanto inventar como variar sobre lo ya realizado y aumen-
tar el catálogo de piezas, de posibilidades, de diversidad de
datos sin conformar nuevos movimientos. De este modo, es
normal que uno comience a desear la conformación de un
sexto dedo mutante. Paseamos por la ciudad, o por el pro-
pio Internet, y es tal la cantidad de información en tan poco
espacio, la densidad que la actividad del friki, del nuevo
digestor cultural, comete, que resulta imposible de abarcar.
Ante esto, la conspiración como tal no puede darse, ¿quién
es capaz de acoger tanta información? ¿Quién es capaz de
tener en cuenta tantos propósitos, tantas aspiraciones? El
objetivo de las empresas ante el siglo XXI, siguiendo la ló-
gica de John Maeda, ya no es tanto producir objetos como

—315—
ofrecer una organización que nos permita gestionar eficaz-
mente y de una manera sencilla toda la información que
podamos desear. El Ipod de Apple es un modo de organizar
la información, los equipos de Bang & Olufsen son modos
de organizar la información, las páginas web son modos de
organizar la información. Curiosamente, el Hotmail cada
vez pierde más adeptos en contra del Gmail ¿Y cuál es la
diferencia? Que Gmail no cambia su formato de eficacia
contrastada, mientras que Hotmail no hace más que ofrecer
actualizaciones cada vez más complejas y absurdas.
Es por ello que si me hablan de la conspiración diría
que no existe tal conspiración ¿Quién podría querer retomar
tal? La creación de cultura, la ampliación de la información
existente, desvaría las estructuras del poder. Si los gran-
des señores, si las grandes firmas, quieren controlar esta
situación, adelante, que se compliquen la existencia. Ellos
mismos han acabado siendo esclavos de lo infinitamente
diverso en el presente. La sencillez de los diseños no sólo
responde a las necesidades de la gente, sino a elucubrar un
diseño que sea amoldable a la mayoría de los caracteres.
Tal es la diversidad que ni ellos mismos pueden controlarla.
Cada vez consumiremos menos y produciremos más. Cada
vez esta producción conllevará menor gasto de energía y
de recursos puesto que derivará de productos materiales a
ideas. Cada vez más esta producción redundará en la ca-
lidad de vida de los ciudadanos más desfavorecidos o del
tercer mundo puesto que la complejidad, como la selva o el
bosque que trata de invadir los prados alrededor, se expan-
de, tiende a esparramarse, incitándoles a tener una identi-
dad propia con la que defenderse, con la que constituir una
cultura, un modo de ser y de prosperar.
Ante esto, la conspiración, si es que existe tal puesto que
los hechos actuales pueden ser sencillamente un produc-
to de las circunstancias, cada vez se halla más enfocada,
cada vez es más clara. La única violencia que hoy en día se
puede denotar como producto de una conspiración, es aque-
lla que se empeña en afirmar y en recomponer la situación
como un enfrentamiento entre bloques. Esto es, una vuelta
al pasado, un alargamiento del siglo XX; la situación se les
va de las manos y por ello no pueden retrotraer otra cosa

—316—
que el terror como excusa. Regresemos a lo simple, pero no
a lo simple tras el embotamiento, sino a lo simple simple, lo
simple sin alternativa compleja: el miedo, el tú eres tú y yo
soy yo, hoy me alío a ti pero mañana podremos enfrentar-
nos. Lo negativo no es Estados Unidos ni es el islamismo
radical, o los comunistas, o los israelitas, o los palestinos, o
los rusos, o los chinos, o los hindúes, o los paquistaníes, o
los norcoreanos,... sino que todos estos grupos se dispongan
enfrentados, que simplifiquen del modo como lo hacen.
Por ello, concluyo reafirmándome en el orgullo de ser un
“nacido el 25 de mayo”, con el derecho y el deber de seguir
produciendo cultura e información, con el derecho y el de-
ber de seguir siendo cínico hasta que ya no se pueda seguir
siéndolo cuando el sarcasmo, en vez de destrucción, lo que
haga sea realmente construir cultura. Por ello, con la mirada
al frente y trasponiéndome a cualquier intento de tragedia
simplificadora, afirmo con total convencimiento que frente
al signo de la violencia que se pretende ejercer sobre noso-
tros, “hoy día ser friki resulta mucho más subversivo que
ser anarquista, comunista o revolucionario”.

—317—
149
ÍNDICE
Saludo a los congresistas 5
Aviso amistoso 7
Normas generales 11
Presentación 15
Participantes en el proyecto 19
Comité científico 21
Programa 23

CONFERENCIAS
El retorno de la cordura, la razón crítica. Apuntes para una reflexión
JAVIER ARMENTIA 27
Cambio climático en los medios. Versiones en la cultura popular.
MANUEL BARRERO RODRÍGUEZ 37
¡No permitas que te engañen! Sé algo que ustedes no saben
LUIS ALFONSO GÁMEZ 95
Algunos ejemplos de violencia diferida
JESÚS GARCÍA CALDERÓN 105
Los riesgos del progreso
FEDERICO GARCÍA MOLINER 133
Publicidad y poder
ANTONIO MONTERO 143
Reflexiones sobre violencia desenfocada
DAVID PASTOR VICO 149
¿Qué debemos saber del Universo y qué debemos olvidar?
JUAN PÉREZ MERCADER 163
Ciudadano ¿quién? (La mística del materialismo capitalista)
JORGE RODRÍGUEZ LÓPEZ 169
Las agresiones contra los consumidores
RUBÉN SÁNCHEZ GARCÍA 187
Violencia, poder y comunicación
JUAN CARLOS SUÁREZ VILLEGAS 247

—319—
PONENCIAS
Realidad contra ficción los mecanismos de la divulgación al servicio
del bulo y la pseudociencia.
JOSÉ A. CANO DEL RÍO 253
Violencia. Manga y anime
VICENTE RAMÍREZ JURADO 277
No es compatible ser cínico con el siglo XXI
MANUEL JOSÉ SIERRA HERNÁNDEZ 303

—320—
N O T A S

—321—
N O T A S

—322—
N O T A S

—323—
N O T A S

—324—

Vous aimerez peut-être aussi