Vous êtes sur la page 1sur 10

1

Argentina: El significado del golpe de estado de 1976

El golpe militar del 24 de marzo de 1976 constituye una coyuntura crítica


histórica en la historia argentina, en diferentes pero interrelacionados aspectos.

En primer lugar, el golpe militar destruyó el tejido social de la sociedad


argentina, desarticulando las fuerzas populares de la sociedad civil. A diferencia
de golpes anteriores, que se centraron en el asesinato selectivo de líderes y
cuadros, en el golpe de 1976 fueron asesinados decenas de miles de activistas
y líderes populares de opinión, que unían a millones de trabajadores a las
grandes luchas y debates públicos. El golpe de 1976 representó una derrota
histórica, un cambio a gran escala y a largo plazo en la correlación de fuerzas.
Es tan sólo ahora, veinticinco años después, que nuevas y revitalizadas fuerzas
populares están emergiendo y reconstruyendo el tejido social de la sociedad
Argentina. Fuerzas organizadas, como los "piqueteros", que cortan las rutas;
los H.I.J.O.S., que organizan "escraches"; o sectores de la CTA, que organizan
huelgas masivas.

El golpe representa la primera gran intervención político-militar de Washington


después de la derrota de Indochina y tras la victoria de Chile.

La lección que Washington aprendió de Indochina y Chile, fue que la única


manera d restaurar la hegemonía estadounidense era a través de un régimen
de terror masivo. El camino recorrido desde 1976 a la dolarización de facto de
la economía argentina (vía Plan Cavallo) es directo y lógico: del terror a la
recolonización.

El tercer aspecto del significado histórico del golpe fue el cambio estructural en
la burguesía argentina, que pasó de producir para el "mercado nacional" a
llegar a ser parte de las redes productivas y financieras internacionales. La
burguesía argentina se convirtió en "transnacional". Los trabajadores fueron
vistos como un "costo", no como un mercado, como enemigos y no como
socios populares. La idea de la colaboración interclasista y de las alianzas
"populistas nacionales" fue declarada como muerta: la burguesía se unió a los
Estados Unidos en la destrucción de las bases del poder de los trabajadores,
para construir un nuevo edificio: la economía neoliberal.

El cuarto aspecto del golpe fue la transformación del peronismo de un partido


populista a un partido neoliberal.
Tras la derechización de la burguesía después de 1976, el peronismo tenía dos
"direcciones" posibles: o bien construir un partido socialdemócrata de los
trabajadores, o bien unirse a la burguesía en la construcción del proyecto
neoliberal. La presidencia de Menem constituyó una confirmación absoluta de
la segunda hipótesis.

El quinto aspecto del golpe fue la "domesticación· general de la clase política e


intelectual. La dictadura impuso nuevos y rígidos parámetros en los procesos
electorales: cuestiones como la propiedad privada, mercados, salud,
desigualdades, y la permanencia de las instituciones estatales, fueron
2

expulsadas de los límites del debate y la acción política. La transición política


fue así estrictamente controlada, y los procesos electorales y el debate
intelectual se limitaron a cuestiones secundarias. Los intelectuales aceptaron
las nuevas reglas del juego y, siguiendo el liderazgo de los Estados Unidos y
las fundaciones europeas, se aplicaron a enmascarar el continuo legado de
autoritarismo y dominación imperial. Es tan sólo ahora, 25 años después, en el
contexto de una severa crisis, que una nueva generación de intelectuales ha
emergido para desafiar el dogma neoliberal.

El sexto aspecto del significado histórico del golpe es el fin de los partidos
tradicionales de izquierda (comunista, trotskysta, socialista, etc) como
referencias políticas importantes en el período post-militar. El Partido
Comunista perdió para siempre cualquier credibilidad tras su apoyo a Videla en
1976. La incapacidad de otros grupos de izquierda para ofrecer una resistencia
creíble durante la dictadura o en la transición, los ha reducido al status marginal
de "sectas". Los nuevos movimientos populares de masas están emergiendo
independientes de la "izquierda tradicional". Sus líderes y luchas están
directamente confrontadas contra el neoliberalismo en general y la
desintegración de sus condiciones de vida. El proceso de transformación de
estos nuevos movimientos sectoriales en un movimiento revolucionario
nacional, es el desafío más grande para la izquierda argentina.

El significado histórico final del golpe fue la demolición del mito de la


"excepcionalidad" argentina, la idea -particularmente sustentada por los
porteños- de que Argentina era parte de Europa, no de América Latina. El golpe
militar demostró que Argentina era todavía una neocolonia oligárquica, con
diferencias en las condiciones de vida más cercanas a Paraguay y Bolivia, que
a Suecia o Dinamarca. Desde el golpe, la desnacionalización de la economía,
los porcentajes del 35% de la población urbana en la pobreza, la tasa del
desempleo del 25%, el crecimiento geométrico del sub-empleo (también
denominado economía informal), la proletarización de la clase medias, y la
tutela directa de Washington, definen claramente a Argentina como parte de
América Latina, del Tercer Mundo.

Conclusión

El legado del golpe del 24 de marzo de 1976 permanece presente en la


Argentina contemporánea, en el mismo momento en que nuevas y dinámicas
fuerzas populares estén emergiendo para desafiarlo. Las fuerzas políticas y
judiciales que están luchando para derogar las leyes de impunidad constituyen
un claro punto de referencia. Los viejos políticos del PJ y la UCR defienden los
privilegios y prerrogativas de los militares, mientras que una nueva mayoría de
argentinos demanda nuevos juicios y justicia. El legado socieconómico de
Martínez de la Hoz pervive en el super- neoliberal ministro de economía López
Murphy, quien ya está teniendo que enfrentar a una revitalizada oposición
sindical, y al malestar de las masas en el interior del país y en los suburbios
escuálidos del Gran Buenos Aires.

El golpe de 1976 no fue únicamente un golpe militar, sino un golpe de clase,


3

una brutal guerra de clases desencadenada desde arriba. Veinticinco años


después, la guerra continua. Aunque los militares y las clases dirigentes
ganaron las primeras batallas, imponiendo su programa reaccionario, no han
ganado la guerra. El creciente aislamiento, el descrédito y la corrupción de la
élite, está generando una nueva y gran resistencia. La lucha continúa.
4

Reforma financiera de Martínez de Hoz. / 1977


A principios de 1977, en el contexto de un notable crecimiento de las
operaciones bursátiles, el ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz,
logra que se pongan en marcha medidas que impulsan una reforma financiera.
En su elaboración y aplicación tiene un rol preponderante Adolfo Diz,
presidente del Banco Central. El objetivo perseguido por el equipo económico
es, por un lado, brindar al Banco Central las herramientas para controlar la
oferta y la demanda de dinero y, por otro, otorgar el poder a las entidades
financieras para captar depósitos, dar créditos y fijar las tasas de interés. La
modificación del sistema financiero se resuelve mediante tres leyes
sancionadas entre enero y junio de este año por la Comisión de Asesoramiento
Legislativo (CAL), organismo que reemplaza al destituído Congreso Nacional.
La primera trata sobre la descentralización de los depósitos bancarios. La
segunda, sobre el funcionamiento de las entidades financieras y la tercera
diseña específicamente la reforma financiera. En términos generales, se
permite la existencia de un mercado libre de dinero, mediante el cual las tasas
de interés están sujetas a la oferta y la demanda. Una serie de disposiciones
determina igual tratamiento para las cuentas corrientes y los depósitos a
interés. Estos últimos son privilegiados y se crean numerosas instituciones
financieras que estimulan el otorgamiento de créditos. El grueso del ahorro va a
parar a plazos fijos colocados a 30 días. Hacia mediados de año, a
consecuencia de la incidencia de los costos financieros sobre el sector
productivo y, a su vez, sobre los índices de precios, la inflación comienza a
subir: alcanzará el 176 por ciento anual. Para detener este proceso que ya se
vislumbra en marzo de este año, Martinez de Hoz decreta un congelamiento de
precios por 120 días. La garantía estatal de los depósitos, dispuesta por la
reforma, resultará finalmente un boomberang: los bancos ofrecen cada vez
mayor tasa; la gente no desconfía por la garantía oficial y varios bancos caen
por maniobras fraudulentas o mal momento, lo cual le genera al estado la
necesidad de emitir dinero sin respaldo, creando así las condiciones
inflacionarias contra las que se pretende luchar.
5

Martínez de Hoz anuncia la Economía del proceso. / 1976

El gobierno de facto del general Jorge Rafael Videla, que asume el poder tras
el golpe del 24 de marzo de 1976, pone al frente del Ministerio de Economía a
José Alfredo Martínez de Hoz. El nuevo ministro posee fluidos contactos con el
poder económico local e internacional. Esta circunstancia, sumada al hecho de
la eliminación del disenso interno en el Gobierno, le brinda al funcionario una
enorme cuota de poder y capacidad de maniobra para imponer sus medidas
económicas. Apenas asume, el Fondo Monetario Internacional le otorga un
crédito por 400 millones de dólares que le había sido negado al gobierno
anterior. Con este espaldarazo el gobierno militar logra superar la falta de
disponibilidad monetaria y evita caer en cesación de pagos. También consigue
nuevos préstamos y renovar los créditos concedidos por los acreedores. Uno
de los objetivos prioritarios del plan económico es la disminución del déficit del
sector público. Así se congelan los sueldos de los empleados públicos y se
indexan los ingresos impositivos para disminuir el desequilibrio presupuestario.
Por otro lado, se liberaliza el mercado financiero y se crean dos tipos de
cambio, uno dirigido a regular las operaciones financieras y otro para las
transacciones comerciales. También, la cosecha de este año que alcanza la
cifra récord de 11 millones de toneladas y un beneficioso acuerdo de
exportación de esta producción a la U.R.S.S. (que no fue del agrado de los
EE.UU) ayuda a afianzar las primeras medidas del ministro.
6

Plan ortodoxo de Roberto Alemann. / 1982


En 1982, el nuevo ministro de Economía nombrado por el general Leopoldo
Fortunato Galtieri, Roberto Alemann, pone en marcha un plan de estabilización
que comienza con una fuerte recesión. Los sectores empresarios al borde de la
bancarrota por los niveles de endeudamiento al que han llegado, se resisten a
la política del ministro que continúa liberando el mercado al ingreso de
productos extranjeros como lo hizo en su momento Martínez de Hoz. Desde el
Gobierno se tiende un puente hacia el sector empresarial. A cargo de la
presidencia del Banco Central, asume a mediados de año Domingo Cavallo, un
especialista en economía internacional. Uno de los primeros objetivos de
Cavallo es solucionar el problema de las empresas cuya deuda es muy alta.
Impulsa para ello una refinanciación de la misma a tasas de interés más bajas
y permite que la inflación acelere su curso. Con este mecanismo conocido con
el nombre técnico de licuación de pasivos, las empresas superan su colapso
financiero, mientras el conjunto de la sociedad paga el costo a causa del
aumento de precios y la disminución del salario real. Otro de los efectos que
genera el plan de estabilización es el aumento de la desocupación.
7

Apuesta de Sigaut contra el dólar. / 1981

En marzo de 1981 se produce el traspaso del gobierno de manos de Jorge


Rafael Videla al general Roberto Viola. El nuevo ministro de Economía es
Lorenzo Sigaut, quien se propone un cambio en la política económica llevada
adelante por su antecesor, Alfredo Martínez de Hoz. Promete no devaluar
sentenciando que "quienes apuesten al dólar pierden". Sin embargo la
devaluación del 10 por ciento aplicada por el propio Martínez de Hoz en
febrero, antes de dejar el cargo, produce una corrida hacia la moneda
estadounidense que resulta imparable. Los capitales extranjeros se retiran
apresuradamente. En pocas semanas, el Estado pierde 6.000 millones de
dólares en reservas. En mayo, Sigaut debe devaluar, situación que se repite en
junio y dos veces más en julio. De esta manera, son muy perjudicados todos
los que tomaron créditos en dólares. Los pocos que se salvan del desastre
financiero son aquellos que, apostando a la suba de la moneda
estadounidense, usaron capital para comprar divisas. Entre estos se cuentan
mayoritariamente las empresas multinacionales y los bancos. La deuda del
Estado suma a esta altura 20.000 millones de dólares y la deuda privada
asciende a 15.000 millones de la misma moneda. La cartera de Economía toma
la decisión de nacionalizar esta última, con lo cual el país se pone a la cabeza
en el ránking de naciones más endeudadas del mundo. Hacia fin de año, Viola
deja el poder. La Junta Militar nombra presidente al general Leopoldo Fortunato
Galtieri. En la cartera de economía del nuevo presidente de facto, jura Roberto
Alemann, quien incluye en su equipo a algunos colaboradores del ex ministro
Martínez de Hoz.
8

Colapso del BIR (Banco de Intercambio Regional). / 1980


La "burbuja financiera", alentada por las medidas implementadas desde el área
de la cartera económica, entra en estado crítico en 1980. El Banco Central
dispone la liquidación del Banco de Intercambio Regional (BIR). Esta medida
afecta a 350.000 ahorristas que tienen depósitos por un valor de 1.000 millones
de dólares. Los depósitos en moneda nacional son devueltos lentamente
gracias a la garantía del Banco Central. Pero los ahorros en moneda extranjera
se pierden en su totalidad. La medida produce un verdadero pánico financiero
con la caída en cadena de otras entidades financieras y una fuga de capitales
al extranjero, que para mediados del año ya ronda los 2.000 millones de
dólares. En los meses siguientes se intervienen los bancos Los Andes,
Internacional y Oddone. También las empresas de los grupos Greco y Sasetru.
Además, se produce una corrida hacia el dólar a la que el ministro Martínez de
Hoz intenta frenar afirmando la vigencia de "la tablita" que prevé los valores de
la cotización de la moneda estadounidense mes a mes. La inflación durante
este año ronda el 90 por ciento y aumenta el endeudamiento externo de las
empresas y el Estado. El dólar barato y la ausencia de barreras proteccionistas
produce un aumento de las importaciones y una crisis de la industria local. El
mercado argentino se llena, en general, de productos de baja calidad que
reemplazan a los productos de origen nacional, más caros. El equipo
económico intenta resolver algunas de las consecuencias del retraso cambiario
para los sectores industriales modificando la tasa del IVA y generalizando su
aplicación. Se deroga, además, el aporte jubilatorio a cargo de los empleadores
y del FONAVI (Fondo Nacional de la Vivienda), sobre los salarios.
9

Devaluaciones con "la tablita". / 1978


Los primeros meses de 1978, los indicadores económicos son promisorios. La
cosecha en 1977 creció un 33 por ciento comparada con las cifras récord
obtenidas en 1976. Con los precios internacionales en aumento la balanza
comercial alcanza una mejora del 78 por ciento. Entre setiembre de 1977 y
marzo de 1978, alentados por la ley de inversiones extranjeras que dota a los
capitales foráneos de una herramienta jurídico-legal fundamental para su
operatoria en el país, ingresan al país 2.300 millones de dólares. La suma de
estos dos factores, el superávit de la balanza comercial y el masivo ingreso de
divisas, generan una notable expansión de la base monetaria. Sin embargo,
tras esta aparente efectividad de la política aplicada por el ministro de
Economía José Alfredo Martínez de Hoz, se ocultan variados conflictos que
lesionaran su poder. Uno de ellos involucra al sector rural que, debido a la
sobrevaluación del peso, ve restringidas las ganancias de sus exportaciones.
Del otro lado, el sector financiero se ve altamente favorecido por el retraso
cambiario. En el seno del ejército los generales Acdel Vilas y Genaro Díaz
Bessone critican la gestión del ministro. El almirante Emilio Eduardo Massera,
miembro de la Junta Militar, se pliega a ellos. El presidente Jorge Rafael Videla
y el ministro del Interior, Albano Harguindeguy, apoyan al titular de la cartera de
Economía, quien redobla su apuesta. Bajan los aranceles aduaneros y se
establece un cronograma de devaluaciones mensuales decrecientes del peso,
al que popularmente se nombra como "la tablita". Llegan capitales
especulativos, que aprovechan sin riesgo la diferencia entre la inflación interna
y la tasa de devaluación porque (ver Reforma financiera) el Banco Central
garantiza los depósitos a plazo fijo.
10

Auge de la "plata dulce". / 1979

En 1979, alentados por las medidas tomadas por el ministro de Economía,


José Alfredo Martínez de Hoz, durante el año anterior, ingresan al país 5.000
millones de dólares en créditos privados. La deuda externa, sumando la parte
pública y la privada, supera los 19.000 millones de dólares. El aumento de las
tasas de interés vuelve atractiva la alternativa de colocar el dinero en el circuito
bancario en lugar de destinarlo al proceso productivo. De esta manera,
aumenta la fiebre de la especulación financiera. Crece en forma desmesurada
el turismo al exterior, donde se realizan grandes compras favorecidas por una
moneda sobrevaluada. El cambio de dirección del capital, agregado a las
regulaciones del mercado produce una expansión particularmente importante
del sector bancario. Se contabilizan en 1979, 98 bancos más que los que había
en 1975, casi todos surgidos de la conversión de entidades financieras no
bancarias. La oferta de algunos puntos más de interés hace que la gente
arriesgue sus ahorros colocándolos en algunas de estas nuevas instituciones.
Hacia los últimos meses del año se hacen notar los inconfundibles signos de
una recesión en aumento. La inflación no se detiene y alcanza el 160 por
ciento.

Vous aimerez peut-être aussi