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ANÁLISIS TÉCNICO Y JURÍDICO DE LAS

RESOLUCIONES DE LAS CAPITANÍAS


MARÍTIMAS DE BARCELONA Y PALAMÓS
SOBRE TRIPULACIONES MÍNIMAS DE LAS
EMBARCACIONES DE PESCA

1. La Resolución comunicada (sic) de la Capitanía Marítima


de Palamós y la Resolución de la Capitanía Marítima de
Barcelona determinan las tripulaciones mínimas de las
embarcaciones de pesca con base en los puertos de las
provincias de Gerona y Barcelona, respectivamente, “a los
efectos de posibilitar el despacho de dichas
embarcaciones”.

En las resoluciones citadas, la tripulación mínima de las


embarcaciones de pesca queda fijada exclusivamente en
función de la eslora “que consta en el certificado de
arqueo”. La resolución de la Capitanía de Barcelona precisa
que el certificado de arqueo habrá de ser el “GT”.

Ambas resoluciones invocan como fundamento legal la


orden de 14 de julio de 1964, cuadro indicador de
tripulaciones mínimas para buques mercantes y de pesca,
en concreto artículo 3; y el real decreto 638/2007, de 18 de
mayo, por el que se regulan las capitanías marítimas y los
distritos marítimos, en concreto el artículo 10 apartado k.

2. La orden de 14 de julio de 1964 (BOE n. 170, de 16 de


julio), tenia el propósito de fijar para cada caso las
tripulaciones mínimas que han de llevar los barcos “para
que la navegación se realice en las debidas condiciones de
seguridad”. La norma establece los titulados y no titulados
que han de embarcar en los barcos mercantes y de pesca
de acuerdo con su tonelaje y su potencia efectiva. Para el
primer criterio, el tonelaje, la orden se refiere al “registro
bajo cubierta, RBC”, una medida hoy inexistente. En cuanto
a la potencia efectiva, CVE, a que se refiere la norma, cabe
suponer que se refiere a la potencia al freno en caballos de
vapor.

Las disposiciones de la orden aplicables a los barcos de


pesca más pequeños son las siguientes:

1
• Punto 5.5 Personal titulado mínimo para los
barcos de pesca “de más de 10 a 50 toneladas
RBC dedicados a la pesca costera o litoral dentro
de las regiones pesqueras fijadas en el punto 4
del artículo tercero del Decreto 629/1963”1 : un
patrón de pesca litoral de segunda clase. Nada
prevé la orden sobre los barcos de pesca menores
de 10 toneladas RBC.
• Punto 6.6 Personal titulado de máquinas para
barcos de pesca de potencia de máquinas “de
más de 50 a 150 CVE”: un mecánico naval de
segunda clase.
• Punto 8 Personal mínimo de cubierta con que han
de contar los barcos de pesca de “hasta 150
toneladas RBC”: 2 marineros.

Es decir: una embarcación de pesca mayor de 10 y menor


de 150 toneladas de “Registro Bajo Cubierta” y más de 50
caballos de vapor de potencia efectiva ha de llevar un
patrón de segunda, un mecánico de segunda y dos
marineros, de acuerdo con la orden de 1964 sobre
tripulaciones mínimas. Es evidente que esta norma no se ha
aplicado nunca a los barcos de pesca dedicados a faenar
con las llamadas artes menores, barcos que salvo
excepciones no superan las 10 toneladas de arqueo y los 10
metros de eslora. El objetivo de la orden era regular el
personal titulado mínimo de puente y máquinas que habían
de embarcar en los buques mercantes para evitar las
guardias de seis horas, un problema común en aquella
época.

El punto 3 de la orden de 1964, concretamente invocado


por las resoluciones de los capitanes marítimos de Palamós
y Barcelona, establece una mera regla procedimental.
Dispone que “las Comandancias de Marina harán constar en
el rol de cada buque el número y categorías profesionales
de los tripulantes que le corresponden de acuerdo con la
presente Orden ministerial”.

En conclusión, la orden de 14 de julio de 1964 prevé


inequívocamente que las tripulaciones mínimas se fijarán
en función del tonelaje de la embarcación (“registro bajo
cubierta”) y del caballaje efectivo del motor, no de la
eslora. Y no habilita al órgano administrativo encargado de
1
Las mencionadas regiones son: Cantábrica, Atlántica y Mediterránea.

2
su aplicación a hacer otra cosa que cumplir estrictamente lo
que la orden dispone.

3. Por su parte, el real decreto 638/2007, de 18 mayo, que


regula las capitanías marítimas i los distritos marítimos,
atribuye a los capitanes marítimos la función de organizar
las tareas que tienen encomendadas “con sujeción a las
órdenes y directrices de la Dirección General de la Marina
Mercante” (artículo 9). El artículo 10, apartado k, del real
decreto citado en las resoluciones de las capitanías,
autoriza a los capitanes marítimos a “la resolución de los
expedientes en materia de tripulaciones mínimas de
seguridad para embarcaciones de eslora (L) inferior a 24
metros”. La eslora L citada en el real decreto se refiere sin
duda a la eslora definida en el reglamento de inspección y
certificación de buques civiles (real decreto 1837/2000, de
10 de noviembre), artículo 2.22, que establece que la
eslora L “se considerará igual al 96 por 100 de la eslora
total en la flotación correspondiente al 85 por ciento del
puntal mínimo de trazado... En los buques menores de 15
metros de eslora, se podrá tomar como eslora L el 80 por
ciento de dicha eslora total”. Disponer que la eslora L “es la
que consta en el certificado de arqueo” constituye una
interpretación que va en contra de lo prescrito en el real
decreto 638/2007 y en el reglamento de inspección y
certificación de buques civiles.

La dicción del artículo 10.k del real decreto de capitanías es


claro en su literalidad. Faculta a los capitanes marítimos a
resolver los expedientes individuales y concretos sobre
tripulaciones mínimas con estricto respeto al ordenamiento
jurídico vigente. En ningún caso resulta admisible en
derecho que un funcionario, cualquiera sea su rango en la
Administración, dicte a su arbitrio, sin seguir procedimiento
legal alguno, una disposición general que afecte los
derechos de los ciudadanos. La orden de 14 de julio de
1964 sobre tripulaciones mínimas, la única norma vigente
sobre la materia, establece las tripulaciones mínimas de los
barcos de pesca en función del tonelaje y la potencia, no de
la eslora L.

4. Las resoluciones a examen han afectado derechos


económicos y laborales de las personas, pues su aplicación
ha paralizado o distorsionado gravemente la actividad de

3
las embarcaciones de determinada eslora, medida según el
peculiar criterio del capitán marítimo (7,5 metros para las
embarcaciones sujetas al ámbito territorial de la capitanía
marítima de Palamós; y 9,4 metros para las embarcaciones
sujetas al ámbito territorial de la capitanía marítima de
Barcelona), obligadas a enrolar nuevos tripulantes a bordo o
cesar en la actividad por inviabilidad económica.

Ambas capitanías marítimas fundan la necesidad de sus


resoluciones en razones de “seguridad para la navegación”,
concepto que en nuestro ordenamiento jurídico hace
referencia a las normas de navegación (el código para
evitar los abordajes en la mar, por ejemplo) y a las ayudas
y señales marítimas que facilitan el tráfico seguro de los
buques y embarcaciones. La seguridad del buque y de las
personas embarcadas se ampara bajo los conceptos de
“seguridad de la vida humana en el mar”, en clara
referencia al título del convenio internacional que regula la
construcción, instalaciones y medios de seguridad de los
buques mayores de 500 GT (el conocido como Convenio
SOLAS), y de “seguridad marítima”, concepto éste que
actúa a modo de cajón de sastre del que sale justificación
para cualquier medida relacionada con los buques y la
navegación. La tripulación mínima de un buque tiene
escasa conexión con la seguridad de la navegación. Está
mucho más cerca de la materia “prevención de riesgos
laborales”, pues en realidad lo que pretenden proteger las
resoluciones de las capitanías marítimas por razones de
“seguridad de la navegación” es en realidad la seguridad
del trabajador embarcado en el barco de pesca.

La regulación de la tripulación mínima de una embarcación


por razones de seguridad de la persona o personas
embarcadas está técnicamente más vinculada a la zona y la
distancia a la costa a que faena la embarcación que a las
dimensiones del barco. Utilizar el criterio del GT para fijar el
número mínimo de trabajadores a bordo, aún siendo
bastante más claro que la eslora, puede dar lugar a un gran
número de casos absurdos.

La tripulación mínima a que se refieren las resoluciones de


las capitanías marítimas bajo el amparo de la seguridad en
la navegación se refieren en realidad a la seguridad de las
personas embarcadas, es decir a la seguridad en el trabajo.
De ningún modo se explicaría sino que con el exclusivo
criterio de la eslora de la embarcación se decida si la

4
embarcación necesita un mecánico. Una embarcación con
un pequeño motor de 30 caballos, ¿necesita un mecánico si
la eslora L es superior a 7,5 metros (9,4 en Barcelona)?

La fijación de tripulaciones mínimas es materia que forma


parte de la prevención de riesgos laborales, no de la
seguridad de la navegación. Así lo corroboran las
manifestaciones públicas del capitán marítimo de Palamós:
la disposición pretende evitar consecuencias irreparables
por caída al agua del pescador si éste se encuentra solo a
bordo. Dado que la prevención de riesgos laborales es
materia transferida, competencia en Catalunya del Govern
de la Generalitat, estaríamos frente a un caso de extensión
abusiva de las competencias del Estado utilizando como
argumento un concepto jurídico (la “seguridad marítima” o
la “seguridad de la navegación”) cuya competencia tiene
atribuida el Gobierno del Estado. Todo cuanto concierne a
los barcos civiles, mercantes y de pesca, y a sus
tripulantes, es susceptible de ser regulado por razones de
seguridad marítima, o de la navegación, de acuerdo con la
interpretación que aplica sistemáticamente la dirección
general de marina mercante y el ministerio de fomento.

5. Además de todo lo hasta aquí expuesto, conviene


reparar en las distintas esloras máximas para las que se
autoriza a faenar con un sólo tripulante, 7,5 metros en
Gerona y 9,4 metros en Barcelona. Esa incoherencia pone
de manifiesto la arbitrariedad de la medida y la nula
motivación de lo dispuesto en la resolución. Ninguna razón
puede invocarse para justificar esa diferencia de esloras.

6. CONCLUSIONES.
La norma vigente sobre tripulaciones mínimas de lo buques
civiles españoles (orden de 14 de julio de 1964) establece
que éstas se fijarán en función del “registro bajo cubierta” y
de la potencia efectiva del motor. La eslora del barco no
constituye criterio alguno contemplado en la ley a efectos
de regular los trabajadores mínimos de un barco de pesca.

Las capitanías marítimas son órganos delegados de la


dirección general de la marina mercante sin ninguna
competencia para innovar el ordenamiento jurídico ni

5
efectuar una interpretación extensiva de las normas
vigentes.

Las resoluciones de las capitanías marítimas de Palamós y


Barcelona que determinan las tripulaciones mínimas de los
barcos de pesca son ilegales por proceder de un órgano
manifiestamente incompetente para dictar normas ex novo,
no haber sido publicadas en debida forma y haberse
emitido sin atenerse a procedimiento legal alguno.

Juan Zamora Terrés


Barcelona, mayo 2009

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