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Muhammad Yunus

(☼Chittagong, Bangladesh, 28 de junio 1940 – )

Este economista bengalí, conocido universalmente como el


“Banquero de los pobres”, constituye en sí mismo un
paradigma del altruismo, y un ejemplo de cómo utilizar la
capacidad profesional para intentar construir un mundo
mejor.
Es el desarrollador del concepto de microcrédito, que son pequeños préstamos
solidarios sin garantía concedidos a personas humildes para que puedan realizar
una actividad independiente y creativa. Esta idea que comenzó a impulsar a
mediados de los 70’s, hoy prácticamente es aplicada de alguna manera en todos los
países del mundo.
En 2006 obtuvo el Premio Nobel de la Paz "por sus esfuerzos para incentivar el
desarrollo social y económico desde abajo".
Reproducimos aquí una nota que realizó Bernardo Kliksberg, donde describe con
claridad la obra de Yunus, y agregamos algunos fragmentos de cómo se relaciona
estrechamente la misma con la situación de América Latina y de Argentina.

Las lecciones de Yunus

El destino de Muhammad Yunus, premio Nobel de la Paz 2006, era, probablemente,


el de otros economistas de elite egresados de buenas universidades americanas:
ser un reputado académico o un muy bien pagado consultor. Sin embargo, explica
que, cuando en 1974 vio morir de hambre a cientos de miles de personas en
Bangladesh, su país natal, por una hambruna, reaccionó de otra manera. "Mientras
la gente moría de hambre en las calles -dijo- yo enseñaba teorías económicas
elegantes. Me empecé a odiar a mí mismo, a la arrogancia de pretender que tenía
todas las respuestas. Nosotros los profesores éramos todos tan inteligentes, pero
no sabíamos absolutamente nada acerca de la pobreza que nos rodeaba".

Salió de su universidad de elite y fue a la aldea cercana a conocer lo que sucedía


con los campesinos. Una mujer con muchos hijos le mostró las sillas de bambú que
producía. Trabajaba muy duramente, pero seguía en la miseria total. Le contó que
para producir tenía que pedir prestado a los prestamistas y revenderles las sillas. Le
cobraban 10% de interés diario. Después de pagar el préstamo y los intereses sólo
le quedaban dos centavos de dólar por día de trabajo. Hizo los cálculos y llegó
rápidamente a la conclusión: "Me sentía avergonzado de pertenecer a una sociedad
incapaz de dar 27 dólares a 42 personas para ayudarlas a subsistir por sí mismas".
¿Por qué esta señora apelaba a los prestamistas? Porque nadie, ni la banca privada
ni la pública, quería prestar a los muy pobres. No tenían garantías.

Yunus había descubierto un gigantesco "mercado cautivo" de la usura y, al mismo


tiempo, la idea del microcrédito. Con muy poco se podía salvar la vida de millones.

Después de fracasar en sus gestiones ante el Gobierno y la empresa privada para


que se interesaran en este tipo de préstamos, fundó, en 1976, el Grameen Bank, el
Banco de la Aldea. Después de dialogar y dialogar con los pobres -algo que sus
colegas economistas no habían hecho nunca-, le dio un diseño único en la historia
bancaria.
El banco de los pobres

Ante todo, sería un banco de los propios pobres. Sus más de 6 millones de
prestatarios tienen hoy el 92% de las acciones. Por otra parte, cero burocracia, los
funcionarios del banco no debían esperar en oficinas a que llegaran los pobres.
Debían ir allí donde estaban, vivir entre ellos, y captar sus necesidades. Como no
había garantías, cero papeles. Todo ello reducía los costos de operación. Concibió
dos ideas maestras.

La primera, privilegiar en los préstamos a las mujeres. Son más del 97% de los que
reciben los préstamos. Porque mujer significa madre y significa familia, ellas
sabrían aplicar muy bien el dinero. En esto tuvo que enfrentar tabúes fuertemente
arraigados. A las mujeres campesinas de su país raramente se les permitía tocar
dinero o trabajar fuera de la casa. Las empoderó por medio de la experiencia.

Segundo, para pedir un préstamo tenía que haber un grupo de cinco, el préstamo
era individual pero el grupo se hacía responsable de que cada uno pagara. Allí
movilizó la cooperación, el capital social, la responsabilidad. Todo ello funcionó
perfectamente, la tasa de repago es del 98 por ciento.

El Grameen Bank ha entregado, en Bangladesh, préstamos por 5720 millones de


dólares. Los préstamos son de 200 dólares promedio. A los veinte años de
funcionamiento, ya había llegado a 12 millones de personas, y, actualmente con
otros emprendimientos similares, está apoyando en Bangladesh a 38 millones. El
Grameen tiene 2226 filiales y da apoyo a 71.371 aldeas. Más de cien países, desde
Uganda y Malasia hasta el sur de Chicago, han reproducido la experiencia. En la
Argentina, un grupo de pioneros encabezados por Pablo Broder y Norberto
Kleinman estableció, en 2000, la organización Grameen.

Cuando se le dio el Nobel de la Paz, el comité del premio explicó que había
movilizado fuerzas poderosas para enfrentar la pobreza, lo que era decisivo para
lograr la paz. También señaló: "El microcrédito ha probado ser una importante
fuerza liberadora en sociedades donde las mujeres tienen que enfrentar
condiciones económicas y sociales represivas".

La experiencia de Yunus tiene varias lecciones para una América latina con 228
millones de pobres (41% de la población), 94 millones de ellos en pobreza extrema
(19% de la población), y una pobreza persistente (las cifras totales son mayores
que en 1980: 168 y 60 millones respectivamente). Estos ejemplos pueden ser
puntualizados así:
1. Los economistas y las elites deben salir de la oficina, hablar, y conocer a los
pobres y planear soluciones junto con ellos.
2. Deben ser sensibles, comprender la indignación que llevo a Yunus a hacer lo que
hizo.
3. Yunus ha prevenido respecto de América latina (a la que conoce bastante):
"Mucha gente tomó la idea de llevar el microcrédito a los pobres sólo como una
forma de hacer dinero, en lugar de hacerlo para ayudarlos".
4. El papel de la mujer debe ser central.
5. La preocupación debe ser colectiva. Como muy bien definió: "La calidad de una
sociedad no debe medirse por el nivel de vida de los que mucho tienen, sino por el
de sus capas más pobres".

Yunus explicó con claridad sus ideas sobre el mundo actual, muy vigentes para
América latina, la región más desigual de todas (una distancia entre el 10% más
rico y el 10% más pobre que sextuplica la de España, cuadruplica la de Italia y
triplica la de los Estados Unidos, el país más desigual de los desarrollados): "No
podemos seguir con el absurdo de que unos tengan enormes riquezas mientras
otros tienen problemas para sobrevivir. Si podemos terminar con la pobreza, por lo
menos desde el punto de vista económico, tendremos una situación más vivible
entre los muy ricos y los muy pobres, entre los países ricos y las naciones muy
pobres. Este es el ingrediente principal para la paz".

Hay una lección adicional. Cuando se le comunicó sobre el premio, el Comité Nobel
le preguntó qué mensaje quería transmitir. Señaló: "El único es que la pobreza en
el mundo es una creación artificial. No es parte de la civilización humana, y
podemos cambiar la situación. Lo único que debemos hacer es rediseñar nuestras
instituciones y políticas, y no habrá personas que sufrirán de pobreza".

En América latina, tierra de un enorme potencial económico, es hora no sólo de


elogiarlo, sino de aplicar, en profundidad, las lecciones magistrales de Yunus.

Nota realizada por Bernardo Kliksberg y publicada por Diario La Nación


El autor es economista, y es reconocido por sus trabajos sobre la pobreza y
estudios de la ética en la gestión pública y privada,

Yunus, América Latina y Argentina

Muhammad Yunus explica: “¿Cómo creamos el Banco? Vimos cómo trabajaba un


banco tradicional e hicimos exactamente todo lo contrario. Ellos no le prestan a los
pobres, nosotros sí. Ellos exigen garantías y avales, nosotros no. Ellos buscan
hombres, nosotros mujeres. Ellos cobran altos intereses y se quedan con bienes del
deudor, nosotros no. Lo que hacemos es simple: prestamos dinero casi sin interés
y sin un plazo de tiempo determinado. Si el prestatario lo devuelve en su totalidad,
le volvemos a prestar el monto que ellos elijan porque nuestra relación está basada
en la confianza mutua y la responsabilidad. Y funciona. Desde hace 30 años, de
esta forma, logramos tener muy pocos deudores que no pagan”

Yunus dice que los pobres no son la causa de la pobreza, sino sus víctimas. “Este
sistema y sus fallas creo la pobreza y la miseria. Los pobres son tan buenos,
emprendedores e inteligentes como cualquier otra persona. Solo necesitan
oportunidades”.

Analiza la crisis financiera actual, “como una oportunidad fantástica para delinear
este mecanismo financiero, que debe hacernos replantear el sistema para volver a
las raíces, a los conceptos básicos de la economía y los negocios”. Se quejó de que
el sistema financiero no asume su fracaso y necesita del salvataje estatal para
poder seguir funcionando. “Pero las ganancias siempre se la quedaron solo ellos.
Ahora, que los problemas los solucione otro (el estado). Lo más sorprendente de
todo es que los pobres son los que más van a sufrir todo este impacto”.
Sin embargo, de cara al futuro, Yunus reivindica los principios del capitalismo puro
y aconseja: “La solución no es regulación más estricta como ahora piden los
medios, sino una regulación más eficiente y focalizada para detectar cualquier
señal de alerta”.

Yunus define a la Argentina como “un país maravilloso", pero donde, como en
Bangladesh, "la política es caótica". "Me sorprendió encontrar mucha gente muy
pobre, pero también bastante gente muy rica, así que allí no es una cuestión de
recursos, es un país que combate mal la pobreza. El tema de la pobreza nunca
fue encarado de la debida manera".

"El microcrédito sería muy útil para permitir el ingreso en la economía formal de
esa masa de gente pobre, es una forma de conectarlos", añade.

“En América latina el mayor problema es de tamaño. Hay distintas iniciativas, en


general de ONG, pero que empiezan pequeñas y permanecen pequeñas. No tienen
la ambición de hacerlo a nivel nacional como lo hicimos en Bangladesh. Otro
problema es que mucha gente tomó la idea de llevar el microcrédito a los pobres
sólo como una forma de hacer dinero, en vez de para ayudarlos. Nosotros
empezamos el Grameen Bank como una forma de ayudar que se maneja como una
empresa y orientada al mercado, pero que se nunca olvida de su razón de ser. Y
finalmente, en el otro extremo, también veo muchos programas en América latina
dirigidos a ayudar a los pobres que no tienen un modelo competitivo el mundo de
los negocios, son básicamente pequeñas actividades comunitarias”.

Fuentes: eBlog.com.ar y Diario La Nación

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