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Hay también profecías que están por venir y que han sido reservadas para darlas a
conocer en este tiempo, para sorpresa de unos y asombro e incredulidad de otros,
pero tarde o temprano todo tiene que cumplirse.
Es por eso que se aproxima a toda la humanidad una prueba muy grande, tanto que
en toda la historia de sus siglos y edades, no ha tenido semejanza, es un tiempo de
gran tribulación.
La Tierra se estremecerá y el sol hará caer sobre este mundo, rayos candentes que
quemarán su superficie. El dolor será tan grande entre la humanidad, que el pan no
será suficiente para alimentar a los hombres, y la tierra, hoy fecunda, por un tiempo se
volverá estéril.
Todo el dolor causado por los hombres, se reunirá en un solo cáliz que será bebido por
los que lo originaron y los que nunca se conmovieron ante el dolor de la humanidad,
sentirán que su espíritu se estremece.
Pero esos sufrimientos serán para bien de la Humanidad, tanto en lo material como en
lo espiritual; porqué serán como un "hasta aquí" a la carrera desenfrenada de tanta
maldad.
Habrá lucha entre diferentes religiones y doctrinas y esto ocasionará una guerra de
ideas, de filosofías y de credos donde todos defenderán su verdad.
Surgirán falsos profetas manifestando prodigios exteriores que solo servirán para
confundir y sorprender a las multitudes
Las puertas del más allá se abrirán y legiones de espíritus turbados confundirán a los
hombres en su espíritu, corazón y mente, con manifestaciones sorprendentes.
Hoy os parecen muy lejanas todas estas profecías, sin embargo su cumplimiento está
próximo.
Todo ello traerá como consecuencia que los hombres, habiendo llegado al máximo de
su dolor y de su desesperación, se dirijan suplicantes al Dios verdadero, al que no
quisieron llegar por el camino del verdadero amor, para pedirle su divina paz.
Del oriente al occidente se levantarán las naciones desconociéndose y del norte hacia
el sur también se levantarán para encontrarse todas en la encrucijada, con cuyo
choque se producirá una inmensa hoguera en la que arderá el odio y el orgullo.
Todavía veréis a un poderoso lanzarse sobre otro poderoso para destruirle y quedarse
como señor de la Tierra.
Cuando al fin de la lucha quede uno de pie y quiera lanzar el grito de victoria,
contemplará que su reino es sobre ruinas y cadáveres y que su imperio es de miseria
y de muerte.
Porque un momento será su ira (justicia) pero su favor dura toda la vida.
Por la noche durará el lloro Y a la mañana vendrá la alegría (Libro de los Salmos 30:5)
Cierto es que a este mundo le esperan pruebas muy grandes, porque el cumplimiento
de algunas profecías son como vendaval que azota, pero también hay buenas
profecías que son brisa que acaricia, porque los días de dolor de esta humanidad, le
serán acortados, porque será tan grande su amargura, que ello hará que los hombres
despierten de esa noche de tempestad, entonces volverán las naciones a recobrar la
calma y los elementos naturales se aquietarán, y aparecerá el iris de la paz y todo
volverá a sus leyes, a su orden y armonía.
Entonces veremos de nuevo el cielo limpio y los campos fecundos, las aguas volverán
a ser puras y el mar será clemente; habrá buenos frutos en los árboles y bellas flores
en los prados y las cosechas serán abundantes.
La Madre Tierra, que ha sido profanada por sus hijos, volverá a ataviarse con sus
galas más hermosas y los hombres no la volverán a llamar valle de lágrimas, ni la
convertirán en campo de sangre y de muerte.
Los ríos serán abundantes, las tierras estériles serán fértiles, porque habrá armonía
entre el hombre y las Leyes dictadas por el Autor de la Vida.
Las fronteras serán borradas, las coronas y los cetros caerán, el poderío
desaparecerá, la riqueza y la pobreza también, porque ya es tiempo que dejen de
existir esas diferencias. Llegará el día en que todos poseerán por igual la tierra.
Desde ese día, el hombre odiará la guerra, arrojará de su corazón el rencor, dará
muerte al pecado y comenzará una vida de restauración y de reconstrucción. Muchos
se sentirán inspirados por una luz que antes no contemplaron y se levantarán a crear
un mundo de paz.
El mundo será un pequeño santuario en medio del Universo, desde el cual los
hombres eleven su espíritu al Creador de la vida.
Entonces volverá la moral al seno del hogar, porque habrá perdón y comprensión en
las familias y espiritualidad en las costumbres. Los hijos respetarán a sus padres, los
padres comprenderán mejor a sus hijos, habrá fidelidad en los matrimonios,
entendimiento entre hermanos, en una palabra: habrá verdadero amor y respeto de
unos a otros.
La misma Tierra sentirá que sus nuevos moradores vienen a sembrar la vida
verdadera con obras nobles, que vienen a restaurar y reconstruir, lo que los
destructores y profanos destruyeron.
¿Es esto una fantasía? ¿Nos parece inalcanzable tanta paz y tanto bienestar material
y espiritual? Es que no nos hemos dado cuenta de que estamos en el final de una
etapa material y en el principio de una era espiritual.
El temido fin del mundo no llegará según lo esperan muchos hombres, el fin si vendrá,
pero será el fin de la maldad y de todos los errores de la humanidad.
El mundo que desaparecerá será el mundo de maldad que hemos creado, en el cual
los fuertes oprimen a los débiles; del que ha huído la inocencia hasta de los niños, en
el que los padres desconocen a los hijos y los hijos a los padres. Este mundo en el
que los principios e instituciones más sagradas han sido profanadas por los hombres y
en el cual unos a otros, en vez de amarse como hermanos, se matan.
Un mundo nuevo será delante de los hombres, un mundo, que siendo el mismo,
aparecerá más hermoso, porque entonces los hombres sabrán tomarlo para su
bienestar y progreso, dando a todas sus obras un ideal de espiritualidad.
Entonces podremos ver las primeras luces del Gran Día anunciado por profetas y
enviados tiempo ha:
Porque he aquí que Yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá
memoria, ni más vendrá al pensamiento. (Libro de Isaías 65:17),
Regenerando nuestra vida en todos sus órdenes, es decir: Limpiar cuanto haya que
limpiar y corregir, cuanto haya que corregir, mirando dentro y fuera de nosotros, algo
más allá de nuestro hogar y de nuestros afectos, apartándonos del egoísmo, del odio,
del rencor, de la falta de verdadero amor, perdonando, comprendiendo a los demás,
orando y estando bien con nuestras familias y sobre todo con nosotros mismos.
Si así lo hacemos, seguro que este mundo se levantará limpio de su lepra, también
surgirá vida de la muerte; lograremos que del odio broten frutos de reconciliación y que
de la locura surja la razón.
Las banderas de las naciones, destrozadas por el combate, se unirán todas hasta
formar un estandarte de paz, porque estaremos orando al Dios de la paz, al Padre que
solo quiere la alegría y el bienestar en el corazón de sus hijos.
Esa, sí será vida para los hombres, porque dentro de ella respirarán paz, gozarán de
libertad y se sustentarán solamente con aquello que encierre verdad.
Pero eso depende de nosotros, cierto es que existen quienes no han hecho mal a
nadie, pero el que no es causante de la guerra, es responsable de la paz.
Cuando todas estas profecías se cumplan y los hombres busquen en las Escrituras
alguna señal de ellas, se sorprenderán al encontrar a cada paso el indicio claro de
todo cuanto han contemplado en este tiempo y en los que están por venir. Entonces la
humanidad dirá: En verdad ésta es la Tercera Era, El Tercer tiempo, El cumplimiento
del Tercer Testamento.
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