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Gran parte del libro enfoca la vida de Leonardo da Vinci, su carrera de ingeniero,
su lado técnico, y su "método", el cual, según Bertrand Gille, no existe. Como lo
señala el autor, es inexistente porque Leonardo es dotado de una curiosidad
inmensa que desgraciadamente lo lleva a dispersarse, lo cual le impide
especializarse en ciertos sectores, y por ende, a erigir los pilares de una
investigación metódica. Además, Bertrand Gille indica que, aun si Leonardo Da
Vinci lega un número amplio de dibujos a la posteridad, su aporte a nivel de
innovaciones técnicas fue mínimo, dado que no brindaba soluciones prácticas
viables, pero quedaba de una manera u otra fijado en el espíritu de su tiempo
orientado hacia el análisis y la reproducción literal de los dibujos anteriores.
El autor ha estimado necesario colocar a Da Vinci en su justo contexto, es decir,
sin alabarlo demasiado como era costumbre hasta la mitad del siglo XX. Porque,
aunque se puede detectar en Da Vinci un cierto esfuerzo de reflexión sobre los
mecanismos que rigen el funcionamiento de varias máquinas de la época, su estudio
del armamento, por ejemplo, es inexistente, y como sus compañeros de la época
entonces escultores, pintores, constructores, Leonardo se interesaba más en la
fortificación militar y prefería dedicar un número importante de sus trabajos al
sistema hidráulico de las obras públicas. Pero, en estas áreas, tampoco resultó
ser un descubridor. Sin embargo, no se puede denigrar al florentino, puesto que su
deseo de observación y el de usar ciertas nociones de cálculo en la elaboración de
máquinas que dibujó, pone a este último entre los precursores de los ingenieros
modernos.
En conclusión se puede afirmar que, pese a esta tradición que dominaba las
compilaciones de la época y el hecho que los mecanismos de comprensión eran mal
canalizados debido a que estaban basados en la visión física aristoteliana colmada
de errores, el cuerpo naciente de "ingenieros", como Francisco di Giorgio Martini
o Leonardo Da Vinci, evidenció una verdadera voluntad de reflexión para entender
la tradición, a fin de integrarla mejor a las realidades técnicas vigentes de ese
entonces. Esta tentativa de razonamiento posibilitó a los ingenieros ulteriores
asimilar y superar esta tradición, fenómeno que desembocará en el establecimiento
de un método de investigación más sólido sustentado en una mayor sistematización.
Dotados de conocimientos científicos que iban acrecentándose, esos nuevos
especialistas de la técnica racionalizada iban a poder enfrentar mejor los
requisitos del mundo técnico de los siglos siguientes.