0 évaluation0% ont trouvé ce document utile (0 vote)
23 vues0 page
El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
Titre original
art1-eca-701-702. Reparacion de Memoria Historica. El Salvador
El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
Droits d'auteur :
Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Formats disponibles
Téléchargez comme PDF, TXT ou lisez en ligne sur Scribd
El cristianismo (del griego Χριστός, Christós, Cristo, literalmente 'ungido') es una religión abrahámica monoteísta basada en la vida y enseñanzas atribuidas a Jesús de Nazaret, presentadas en el canon bíblico y otras escrituras del Nuevo Testamento. Los cristianos creen que Jesús es el hijo de Dios, así como el Mesías (o Cristo) profetizado en el Antiguo Testamento, que murió para la redención de los pecados del género humano, y que resucitó tres días después de su muerte.
Algunos de los escritos sagrados cristianos son compartidos con el judaísmo. El Tanaj constituye, junto con la Biblia Septuaginta (más antigua que el Tanaj en su forma actual), la base y la fuente para el Antiguo Testamento de las diferentes Biblias cristianas. Por este motivo el cristianismo es considerado una religión abrahámica, junto con el judaísmo y con el islam.
Droits d'auteur :
Attribution Non-Commercial (BY-NC)
Formats disponibles
Téléchargez comme PDF, TXT ou lisez en ligne sur Scribd
eca Estudios Centroamericanos capital social, crmenes de guerra, dignidad, historia, identidad, imaginario social, memoria histrica, psicologa social, vctimas, violencia poltica. Palabras clave: Recordar para vivir El papel de la memoria histrica en la reparacin del tejido social Mauricio Gaborit* Resumen Los actos ociales con los que se celebraron los 15 aos de la rma de los A cuerdos de Paz estuvi eron enmarcados dentro de un discurso ocial que enalteci los supuestos logros de sucesivos gobiernos de la derecha en fundamentar la paz. En contraposicin, encontramos el recuerdo de las vctimas, que ofrece una ruta alternativa para entender la violencia que afect sus vidas y la reconstruc- cin del tejido social rasgado por la misma violencia y la mentira. La memoria histrica asegura la pervivencia del relato de las vc- timas en el imaginario social, su derecho a saber, a la justicia y a obtener reparaciones sucientes. La identidad social de las vctimas y sobrevivientes incorpora la mirada propia y la de los otros. * Jefe del Departamento de Psicologa y Director de la Maestra en Psicologa Comunitaria, UCA. Correo electrnico: gaboritm@buho.uca.edu.sv Hay quienes imaginan el olvido como un depsito desierto / una cosecha de la nada y sin embargo el olvido est lleno de memoria M ario Benedetti Artculos Volumen 62 Nmero 701-702 eca Estudios Centroamericanos 2 0 4 Recordar para vivir 1 . Dos rutas para la memoria En El Salvador, el 16 de enero de 2007 marc quince aos de la rma de los A cuer- dos de Paz. En esa ocasin, instancias ocia- les organizaron una conmemoracin distinta a los ani versari os anteri ores. En ella fue central un discurso que pretenda enaltecer los esfuerzos gubernamentales en el logro de la tan fugaz paz , y la presencia de guras internacionales que acreditaban y legitimaban el ocialismo; un discurso, adems, altamente descalicativo de los sealamientos de incum- plimiento que haca la oposicin poltica y algunos grupos organizados de la sociedad civil. O cialmente se conrmaba el cumpli- miento de los A cuerdos de Paz, la democrati- za cin, el respeto a los derechos humanos y la reunicacin de la sociedad salvadorea. En contraposicin a ese discurso ocial, otras voces sealaban inatenciones, deterioros y re- gresiones en estructuras de la Polica Nacional Civil, la Procuradura para la Defensa de los Derechos H umanos, la Fiscala G eneral de la Repblica, el rgano judicial, la Corte de Cuentas, el Tribunal Supremo Electoral y la A samblea Legislativa. M ientras las esferas o- ciales rearmaban una nueva institucionalidad democrtica, otros cuestionaban la esperada transformacin democrtica del Estado salva- doreo. Los poderes del Estado armaban el cumplimiento de lasobligacionesde losA cuer- dos de Paz, mientras que el mayor partido poltico de oposicin y no pocos crculos de la sociedad civil organizada ponan en tela de juicio ese cumplimiento y sealaban estan- camiento e incluso retroceso de importantes logros de los A cuerdos. A nte esto caben dos preguntas. Primero, por qu a los quince aos se monta un despliegue publicitario tan grande y se le imputa a esos aniversarios una importancia que aparentemente no tenan los anteriores? Segundo, qu pretende la historia ocial al rearmar putativos logros y descali- car las consecuencias del pluralismo poltico? La respuesta a ambas interrogantes pasa por considerar la psicologa social de la memoria colectiva de eventos polticos traumticos. A ntes, sin embargo, conviene sealar que cuando el pasado se hace presente en el re- cuerdo, esto puede proceder por dos rutas. La primera de ellas es la del recuerdo no pretendido que irrumpe en la conciencia de manera no intencionada y que con frecuencia adquiere el carcter de obsesin, deviniendo, como apunta Etxeberra (2006), en memoria- pasin. Esta ruta aporta no poco sufrimiento por la falta de control y porque desestructura los equilibrios cognitivos y emocionales que se han logrado para convivir con un pasado irresuelto. La segunda ruta y la que nos interesa en este ensayo por su pertinencia a la conmemoracin de los quince aos de la rma de los A cuerdos de Paz es la de ha- cer presente de forma voluntaria un recuerdo con la nalidad de que ste brinde elementos explicativos y marcos conceptuales para com- prender los cambios que se han producido en instituciones, creencias y valores (Pez y Basa- be, 1993; Ibez, 1992; Cabrera, et al, 2006). Cuando relacionamos esta doble dinmica a las vctimas podemos armar que la vctima tendr que afrontar el reto de administrar adecuadamente lo voluntari o llamada a la delidad del recuerdo y lo involuntario superacin de la deriva obsesiva ante el sufrimiento que no nos olvida, ante el pasado que no pasa para nosotros ; mientras que quienes no son vctimas tendrn que luchar contra la tentaci n del olvi do contra la tentacin de olvidar lo que no debe ser olvi- dado (Etxeberra, 2006, p. 226. ). 2 . Los ciclos de la memoria D i ferentes estudi osos de los procesos soci o-psi colgi cos que acompaan eventos conmemorativos (Frijda, 1997; Lira, 1997; Pez, Basabe y Gonzlez, 1997) observan que stos tienen la caracterstica de ciclicidad; es decir, la memoria vuelve reiterativamente a aquellos acontecimientos que marcan hitos im portantes en la vida personal y colectiva, de tal manera que se invierten importantes recursos cognitivos y emocionales para reen- tenderlos. Las personas y los grupos que le conceden esa base identitaria a las personas 2 0 5 Recordar para vivir Volumen 62 Nmero 701-702 eca Estudios Centroamericanos valoracin y reconstruccin de su pasado in- dividual o colectivo cada 20-30 aos. Esta re- construccin cclica tiene la cualidad de iden- ticar hechos signicativos que encaminaron el curso de acontecimientos en una direccin determinada y que necesitan ser revistados para encontrar en ellos un trasfondo discursi- vo que slo el correr del tiempo va otorgando y claricando. A s, la funcin del tiempo en esta recuperaci n de la memori a hi stri ca tiene la caracterstica de ir eliminando las se- dimentaciones irreejas de signicado que los interesados en mantener una versin ocial de los acontecimientos pasados han ido cal- culada e intencionadamente depositando para calcicar las imgenes evocativas, emociona- les y motivacionales que esos hechos puedan tener al ser revi vi dos. Estos ciclos de memoria estaran impulsados por ci ertas condi ci ones que las posibilitan. En primer lugar est la di stanci a psi colgi ca que provee cierto distan- ciamiento al dolor ms i nmedi ato que el he- cho colectivo o personal traumti co ha causado. Para muchos colectivos y personas, el paso del tiempo otorga la posibilidad de sanear, y el recuerdo de la experiencia traumtica puede disminuir su intensidad negativa. A la vez, el paso del tiempo brinda la oportunidad para que aquello que en primera instancia se re- cuerda como experiencia traumtica personal encuentre aquellos vasos comunicantes que devienen ese recuerdo en memoria colectiva. No hay que olvidar que frente a un acon- tecimiento traumtico (como la tortura, los desplazamientos forzados, las operaciones de tierra arrasada, y las desapariciones), las ver- daderas intenciones de aquellas personas que brindan ayudan pueden estar mezcladas con otras motivaciones y, en algunas ocasiones, pueden velar propsitos no necesariamente altruistas. Por otro lado, el tiempo reduce el dolor producido por el recuerdo traumtico y tienen necesidad de estructurar y re-ordenar el ujo del tiempo, que con demasiada fre- cuencia se presenta de manera amorfa y se mueve de manera irreexiva. De esta forma marcan su posicin en ese devenir, se ubican socialmente, se entienden enraizados en un contexto hi stri co y se saben llamados a ser actores de su propio destino. En cuanto surge el sentido del tiempo relacionado con el espacio, aparece entonces la necesidad de producir puntos demarcantes en el ujo y la continuidad temporal. Es de gran importancia emocional para las personas y las colectivida- des ubicarse en el escenario que producen los actos conmemorativos, reconocer y sealar los distintos ac tores y objetos que le rodean, vislumbrar el tipo de relaciones que se pueden y deben tener con ellos, atisbar las implicaciones ti cas que ori enten su acci onar, y apropi arse as de su futuro (Frijda, 1997; Jodelet, 1993). L a i nclusi n de este imperativo tico o mo- ral en la remembranza concede a las personas un sentido de identidad grupal, y la plataforma para ejercitar esa deli- dad que acompaa a la memoria toda vez que sta se reconoce como colectiva. En este sen- tido, las conmemoraciones alrededor de los quince aos de la rma de los A cuerdos de Paz han tenido la intencionalidad de reasentar fronteras ideolgicas, demarcar los grupos y, en el caso de las acciones gubernamentales, reclamar para s la autora nica del signica- do de lo acaecido. Para ello buscan el con- curso de otras personas, no necesariamente actores en el conicto que se conmemora, pero que desde la ptica de personas aparen- temente desinteresadas conrman una versin de los hechos. Pennebaker (1993), un reconocido estu- dioso de la memoria de los hechos colectivos, arma que tanto los individuos como las so- ciedades suelen hacer espontneamente una [. . . ] las conmemoraciones alrededor de los quince aos de la rma de los Acuerdos de Paz han tenido la intencionalidad de reasentar fronteras ideolgicas, demarcar los grupos y, en el caso de las acciones gubernamentales, reclamar para s la autora nica del signicado de lo acaecido. Volumen 62 Nmero 701-702 eca Estudios Centroamericanos 2 0 6 Recordar para vivir le brinda al sobreviviente algunas herramientas emotivas y cognitivas para tratar de superar el efecto de la memoria dolorida en la vida cotidiana. A dems, el tiempo tiene el efecto de claricar esas motivaciones y de esclare- cer las identidades de aquellos que se vieron afectados y la de aquellos que ocasionaron el sufrimiento. Cuando son fructferas las inves- tigaciones sobre hechos traumticos, por lo general son ms diligentes en identicar los autores materiales del acontecimiento que los autores intelectuales. En el caso del asesinato de los jesuitas en la U CA , por ejemplo, a pesar del aparato de encubrimiento que se puso en marcha inmediatamente despus del crimen, las diligencias investigativas lograron individualizar los autores materiales del mis- mo, pero la justicia se ha mostrado perezosa, cuando no negligente, en querer llegar hasta los autores intelectuales. En segundo lugar, se precisa tener las acu- mulaciones de todos aquellos recursos necesa- rios para poder echar a andar de manera am- plia eventos conmemorativos que visibilicen la historia de las vctimas en medio de un clima que reclama el perdn y olvido, e impone la amnesia como requisito indispensable en la reconstruccin del tejido social. Estos recursos implican, entre otras cosas, una presencia articulada de la narrativa de las vctimas en el imaginario social; una organizacin social posconicto en la que las necesidades de los sobrevivientes sean atendidas o al menos re- clamadas de forma consistente y ecaz; y los apoyos solidarios de personas, instituciones y grupos que acompaan a los sobrevivientes en la herclea tarea de reconstruccin fsica y social, tan necesaria para dignicar la vida de aqullos. A esto habra que agregar otro recurso importante: una necesaria depuracin de nuestro sistema judicial, tan comprometido en avalar un estado de cosas que favoreci la impunidad y que brind el ropaje argumenta- tivo y legal para ignorar las denuncias de las vctimas, las arbitrariedades, y apuntalar las acusaciones amaadas de los verdugos. En otro lugar (G aborit, 2006) hemos sealado los efectos bencos de las conmemoraciones desde la perspectiva de las vctimas. Entre ellos identicamos el hecho de que las conme- moraciones revisten de dignidad el sufrimiento de los sobrevivientes, otorgan objetividad a sus sentimientos, y propician la solidaridad y la movilizacin social. El cmulo de estos recursos permite que el recuerdo no sea un pasado debilitado por la accin de la fantasa o el ejercicio del poder, ni tampoco sea un pasado memorizado que no tiene huella histrica. A l contrario, en vez de ser una memoria-hbito (Bergson, 1977, p. 224; Ricoeur, 2003), es decir, una actua- lizacin de lo pretrito, es una memoria-re- cuerdo preada de signicado y que conlleva un reconocimiento del pasado por medio del cual vemos de nuevo , entendemos lo que sucedi, comprendemos. Este conocimiento nuevo o fortalecido da una visin, una forma de ordenar los acontecimientos del pasado e identica procesos reivindicativos por medio de las imgenes que genera. En palabras de Etxeberra (2006, p. 225): Las imgenes producida por la memoria [. . . ] ponen a su modo en el presente una realidad anterior, que ha pasado. En este sentido, implican la pretensin cognitiva de responder a la verdad de ese pasado, de expresar un re-conocimien- to del mismo. Con mucha frecuencia, esta co- nexin con la verdad se vivencia adems con la tonalidad de la delidad [. . . ], resintiendo esa delidad cognitiva como delidad personal a los implicados en el recuerdo . En tercer lugar, en trminos generales, es difcil que el nivel de la represin socio- poltica dure tanto tiempo con la intensidad que le caracteriz al inicio, sobre todo si el evento colecti vo que se rememora es un conicto armado de cobertura amplia. Por lo que se lucha no tiene ya un carcter armado, sino que la pugna es sobre los signicados de eventos trascendentales en el coni cto que an persiste sin ser blico. Para ello los grupos se valen de recursos semiticos (por ejemplo, monumentos, das conmemorativos, pelculas, etc. ) que como productos culturales transmiten y evocan imgenes, y actan como referencia social. A qu conviene sealar que el discurso ocial ha insistido en deslegitimar la
Estrategia Didáctica para El Fortalecimiento Del P.E.A. en La Asignatura de Estadística Descriptiva (Mpe-122) de La Carrera de Economía de La "U.a.t.f."