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Marverde

Erika Mergruen
poesía
Marverde
Erika Mergruen
© Erika Mergruen

1a edición. 1998. Impresa.


Enkidu Editores
Ediciones del Lirio
ISBN: 968-6545-02-6

2a edición. 2009. Internet.

Ilustración de la portada: Carmina Hernández


1
Marverde

En el asfalto aúlla la estampilla de un perro.


Luces neón resbalan en vitrinas
rechinando sus ruidos de cemento.

Llueve en la ciudad ceniza


llueve ceniza adentro.

El río cromado encuentra su orilla.


Ojos sin voces
adentro sin salida.

Apoyado en el poste
el cansancio respira.
Ciudades calientes, quemen la cruz
ante la estrella de seis picos,
doblen los picos, hagan un círculo,
adentro
la espiral del laberinto.

Ciudad
será Marverde
verde de estancamiento musgo estío.

4
Beso mudo

Aquí las formas se han vuelto espejismos


que reptan tras la puerta.

Debe ser la voz de una mala broma


haciendo sentadillas,
el velo de la novia
mortaja del vientre sin niño
o del niño su beso mudo
que escurre en el vidrio de la ventana.

A ratos es mejor quedarse adentro


y cuando todo se está quieto
llega el tiempo de llorarse a sí mismo.

5
Meretriz

Hilvana ahuja por el centro


tus hilos de húmedos secretos;
hilvana entre sus piernas
penetra en el vientre sin niño.

Húndete en acero jadeante


en sudorosos pechos secos,
hilvana los jirones del suspiro sin dueño.

Penetra, pincha la ventana,


(un gemido choca contra el viento).
Flotan en la hemorragia sus escuálidos sexos.

6
Anochecida

Pronto queda la noche


y nuestras voces y aquellas
el espacio llenan
entre ladrillo y ladrillo.

Sólo entonces, crees descifrar


de la lluvia el chasquido en la cornisa
mientras
la araña que flota en el techo
teje el recuerdo de su día.

Empinado en ti mismo
saludas al miedo, le haces un guiño
y juntos
pintan el aire con cigarros
de pulmón a pulmón
hastío con hastío.

7
Liras de la pérdida

Incoloro se esconde
escurre por la acera gris hastío
y sin saber de dónde
o a dónde irá, ha ido,
se pierde en el recuerdo de un camino.

En la relojería
alguien quiere atrapar el tiempo;
el pasado en la esquina
se ha robado el espejo.
Sólo quedan las huellas del reflejo.

La tristeza de nubes,
suena la hora del llorar a tientas
sin saber por qué sufre
por qué el alma se quiebra.
En el escaparate, voces muertas.

8
Finito

Todo se escapa:
el aire de la botella
la ansiedad de tus manos.

Luz de vela
tragada por el viento

Algo quiebra la ráfaga ladrona.

Vacío,
labio estéril,
tiempo
todo es finito.

Suspiro mis fragmentos.

9
Posdata

Tan sólo el chasquido de una hoja


debajo del zapato.
Hemos roto las nervaduras
que olvidaron su ternura de savia.

Han de resignarse aquellas ramas


testarudas al otoño estafador.

Tan sólo el chasquido de una hoja seca


como aquellas palabras
que envejecen entre dientes.

10
El invitado

En la ahuja del reloj


fabricaste tu columpio.
Muerte polvorienta
si vienes de visita recuerda:
no me gusta sentir frío,
toca con guantes a mi puerta.

Me prestaste la vida
y yo te la devuelvo
llena de papel sonriente
gastado por húmedos inviernos.

Te veo jugar
cerca del cigarrillo.
Hueso lúdico,
me has regalado un vestido negro
pero aún no me has dicho
cuándo he de ponérmelo.

11
Alquimia

Se respira el granate de los sexos.


Entro sin permiso:
en la silla del hechicero
tu enamoramiento con el disfraz de estafador.
Sólo él conoce el nombre antiguo
del tacto imperceptible de la yema de un dedo
que prende el fuego fatuo de la ciudad cemento.

Amanecer irrevocable,
el sopor abrillanta las huellas de la acera
de nuevo tus palabras entintan verde miedo.

Solo, el recuerdo hambriento


mastica el cadáver de la vigilia.

12
Ejercicio de la angustia

El insomnio clavado en la ventana


ilumina el ala de la polilla,
temblorosa en su búsqueda empolvada

vuelca en aroma a muerte conocida.


Escondida en la espiral de mis muslos
la niña huésped de la pesadilla

rompe y besa sus juguetes nocturnos.


Sólo es el temor de un terror amigo
que llora a gritos en sus ojos mudos.

13
Muerte y resurrección

El hombre dijo:
sólo en las sombras hay estrellas,
agua fresca del insomnio infierno.

Ese hombre, en lejanía,


me ha nombrado cirio
para tus ojos muertos.

14
Marverde II

“No hay palabras suficientes


para pintar el estado secreto del alma”

Lord Byron (El corsario)

Palabra en oleajes extintos,


invocación del marinero
que reza sus silencios
clavado sobre el arrecife seco
del tiempo.

Qué de vientos gime la barca


para llorar,
qué de sales en el marverde,
qué de islas sin voz.

Es el navegar sin estela


como reloj sin péndulo
agua sin peces
corsario sin timón.

Calla, palabra,
cadáver de un naufragio
que no sucedió.

15
2
Idus de marzo

Tardes airosas de marzo,


el reflejo del viento en tus ojos:
aroma tibio.

En el silencio crepúsculo
acompañada de tu rostro.
Junto, el delirio quieto y mudo
sin tocarte,
sin romper la luz del vidrio.

Tardes airosas, marzo amarillo.

18
Espera

Pesados pasos del reloj


uno y otro con sabor a lejos:
manecillas inquietas.

En el vaso el licor se evapora


se evapora la esperanza rosa
luego, condensa en amarga llovizna.

Y en las manecillas de cansados pasos


el murmullo de tu ausencia.

19
El durmiente

El sol escala paredes


barre los rincones de la habitación.
El péndulo del reloj cabecea,
el cenicero en colillas sueña.

La luz,
cansada,
llena los espacios del silencio;
y en mi mejilla
se fue a dormir tu beso.

20
Octubre

La nostalgia de tus clavículas


en el cuello de la camisa.
Los pantalones mudos, lacios,
tristean su hilo en la costura.

Abuela,
dame la llave del ropero
para cerrar la puerta de su ausencia.

Jirones extraviados de tu cuerpo


el orden de la ropa en la morada sin voz.

Son las noches de octubre


imperfectas
por no estar tú,
cuerpo,
dentro.

21
De vuelta

Regresan, pasos del que vive


en su caja secreta.

Voces de niños, vientres afrutados


pechos amables con el hambre tierna.
Ahora, te desean.

Regresan, la puerta abierta


caracolas suspirando tu sueño de arena.
Mitad dormidos, mitad muertos
resbalan en tu cuerpo
serpiente vertedora de luceros.

En la taza, un café frío


saboreando tus labios
tu mano, un gemido.
Están quietos, erguidos
demonios del silencio gris olvido.

Adentro, el recuerdo perverso;


afuera, han vuelto, pasos
del que ahora te piensa.

22
La trampa

Debía, no tiene caso, huir de tu sombra


ahuyentar el espanto de la noche
sumergir tu ausencia
en el canto nocturno de los perros.

Debía, no tiene caso, huir de tu sombra


guardar en el reloj tu almohada fría
y esperar de la vigilia su vértigo.

Debía, no tiene caso,


quemar la sábana cuando te marchas.

23
Figura de acuarela

Se acerca tu cuerpo diluido resbalando


y a ratos eres niño escondido en la despensa.

Cerca tu voz azulada de otoños,


tus manos buscadoras de anémonas
y el latido engreído
que sueña en su goteo perpetuarse.

Tan cerca tu figura de acuarela


y el espejo sombrío cuando devoras tus fantasmas.

A veces busco la forma


de volverte humo, soplarte.
Pero tu ausencia
se duerme en el abismo de la sábana.

24
Traslúcido

Ventana fugitiva
en sueños de enredadera.
Los reptiles del friso
verdean su quietud de piedra
compañeros del frío inamovible del vidrio.

Se recorta el horizonte extraño


en la transparencia de los recuerdos
que habla la negación lunar del día.

El reptil enlamado de silencio


(le repta el frío en su barriga blanca)
sueña al gato que come bugambilia.

Muerto el reptil
no contará su historia la ventana.

25
3
SSS

Y si fuésemos la ese de la sílaba


sinuoso silbido que se escabulle
y, sigiloso, silencia el suspiro
en el resquicio de la noche.

Así, de saliva en saliva


suave sonido de serpiente
besásemos los labios
de todos los hombres.

Luego entonces, dueños de sus voces


reconoceríamos el silencio
de la mano en la caricia

para saber que hemos vuelto a ser nuestros.

28
Maternidad

En cada estría del vientre


el recuerdo de afrutadas compañías
creciendo afuera y adentro
clavadas en la costilla.

Es el reflejo
de un oleaje de anémonas extinto.
Cómo duele la memoria de los meses:
sólo queda el vientre muerto
saturado de nacarados surcožespejos.

Niño y niña
somos canción cotidiana
de pan con mermelada y mantequilla.
Me buscan sus voces
me miran sus ombligos cómplices.
Tan cerca sus miradas
tan lejos, para siempre, de la estría.

29
Nana para Diego

Canta una canción de nubes de leche


girando en la botella.

Niño,
tu nido en mi mejilla
ave de un cuento de hadas.

En tu mejilla canta la manzana.

Niño,
ceja sonrisa azorada,
canta
que esta noche
la tristeza busca otra nana.

30
Verdediego

Cuando el verdor estalla


en las pupilas de un niño…

Pastura estampida en los sentidos


lanza su ademán el niño

(¡es grandísimo!)

y de mano a mano
enmarca el infinito.

31
Cosa de niños

Es el juego impredescible de alcanzar la luna


alargando la mano o el reflejo del ojo.

Sin alcanzar,
sólo tocamos la noche en el viento
el sacro silencio de la salamandra.

Es el juego del espejo en el agua:


arrojamos la piedra
pesada como un deseo sin ganas,
arrojamos dos piedras
que escurren bajo el párpado.

El reflejo se escapa
detrás
a un lado
dentro, en lo profundo.

Y es el juego de la tierra arañada


por nosotros,
los buscadores de refugios.

Buscamos (no alcanzan)


y la tierra se nos duerme en los ojos.

32
Niños lúdicos
que ríen el sol de otoño;
niños de ciudad
que doblan las esquinas
y buscan lo que no somos.

33
Contenido

1
Marverde 4
Beso mudo 5
Meretriz 6
Anochecida 7
Liras de la pérdida 8
Finito 9
Posdata 10
El invitado 11
Alquimia 12
Ejercicio de la angustia 13
Muerte y resurrección 14
Marverde II 15

2
Idus de marzo 18
Espera 19
El durmiente 20
Octubre 21
De vuelta 22
La trampa 23
Figura de acuarela 24
Traslúcido 25

3
SSS 28
Maternidad 29
Nana para Diego 30
Verdediego 31
Cosa de niños 32
La edición para internet de
Marverde de Erika Mergruen
se terminó en la Ciudad de México
en julio de 2009.

En su composición se usaron
tipos de la familia Candida BT.

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