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MUNDOS SUTILES

LA ILUSION
DE LA REALIDAD
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Y LA REALIDAD
DE LA ILUSION
© ART+DG By Andrés Gustavo Fernández 2009 / adncreadores@gmail.com

Sprouting big ideas © By Taron

POR
SUSANA PADILLA
creadoresadn.blogspot.com
MUNDOS SUTILES

LA ILUSON DE LA REALIDAD
Y LA REALIDAD DE LA ILUSION
© Por Susana Padilla 2

E-Mail: adncreadores@gmail.com

Ni la materia ni el espacio,
ni el tiempo son lo que han sido siempre
Paul Valery

la picazón había persistido durante toda la tarde y


ahora que lo recordaba, había aparecido jornadas anteriores con
incesante vibración de panal donde miles de abejas trajinaban en
el interior de su cabeza sin descanso.

Despierto, ahora fuera de esa zona imprecisa de la mente en que la


vigilia orilla los sueños, descubrió algo que, sin embargo, no lo
sorprendió, en un déjà vu presente en algún lugar de su ser. Se
rascó y no cesó, la vibración parecía ir en aumento.

Esto se repitió varias veces hasta que notó que parte de su cabello
se desprendía. Sin embargo el prurito y la contumacia que lo
hacían rascarse más y más parecía aumentar a medida que el acto
se hacía cada vez más repetitivo e irreflexivo.

Así, luego de los cabellos, sus dedos ingresaron a otra zona cada
vez más profunda de su corteza cerebral, incursionando más allá
de la duramadre y la piamadre, encontraron contacto con el
encéfalo. Se hallaba, dedujo apelando a olvidados conocimientos
de neuroanatomía, sin duda muy cercano al lóbulo frontal donde
se encontraban importantes centros como la audición, palabra,
visión y escritura.

Este contacto de los dedos sobre la extraña consistencia entre hú-

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meda, maleable y vulnerable de su cerebro lo intrigó tanto que la


curiosidad fue irrefrenable. Ante este contacto, por la apertura
craneal practicada por sus propios dedos comenzó a escapar una
nube densa y zumbona como la de los mosquitos en la superficie
del agua. Pero no se trataba de esto ya que en realidad se daba
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cuenta de que todo transcurría en su propia cabeza y no en la
naturaleza.

Al disiparse la primera nube, el alivio que experimentó en la


agobiante agonía que lo desesperaba por calmarla, y la sensación
de placer resultante de la sensación que lo torturaba, lo llevó a
repetir el contacto con sus dedos y nuevamente el efecto de un
enjambre se escapó disipándose en el aire. Cuál sería su sorpresa,
estos constituían palabras que alocadamente pugnaban por salir
de su encierro. Y no solo eso, cuando la calma sobrevino algunas se
enlazaban entre sí. En su encadenamiento surgían ideas, ideas
bizarras, ideas fósiles, ideas tontas, ideas aceptadas como
verdaderas hacía mucho tiempo, ideas falsas, ideas sin digerir,
ideas inducidas y entre todo ese fárrago de descarte alguna idea
cristalina nuevecita.

Tanto estupor le produjo esto como codicia por apropiarse de ellas.


Ideas, vaya- se dijo-, cuánto hacía que no veía una de ellas y menos
aún que surgieran de su interior, pues ni dentro ni fuera se
encontraba con ellas. Fue así que la operación tenía ya un fin
preconcebido: atraparlas.

Imaginó poseerlas todas, colocarlas en anaqueles donde


controlarlas y así servirse de ellas cuando quisiera.

Y tal satisfacción alcanzó en esta práctica para alcanzar su Unica


Idea-, absorto sin reparar que las ideas que así surgían se
marchitaban y caían inertes a sus pies sin tener destinatarios,
como flores mustias que ya nadie iba a utilizar-, mientras sus
dedos acariciaban la zona más sensible, consiguiendo el
conocimiento de cuál era el mejor lugar para obtenerlas, y así, al
repetirlo, sin poder alejarse de su onanismo que satisfacía lo
mismo que provocaba, sin llegar nunca a mantener una sola idea
por modesta que esta fuera, en una insistencia que no conseguía
sacarlo de su error, corría detrás de todas ellas sin poder
vislumbrar ninguna.

Cuando una que valía la pena aparecía, las demás se le mezclaban


sin llegar a discriminarlas. Así sus ideas agotadas fueron
desapareciendo y cada vez con menos ganas de darse a conocer a
quien las ignoraba por despilfarrarlas sin mesura.

Aún hoy con su cerebro abierto y sus dedos incesantes, busca la


aparición de las ideas sin saber qué magia convocar en una espera
sin retorno.

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