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e reúnen en este volumen los escritos


poüticos capitnles que escribió a lo largo de su e.xis-
tencia ]FAN-JACQUES ROUSSEAU (1712-1778).
La cntica de La cultura apunt.tda en el DlSCURSO
SO.BRE LAS CIENCIAS Y LAS ARTES (1750), en
abierto contraste con l<~s idea!l sobre el progreso
dominantes en la !lustración francesa, se convierte
en el DlSCURSO SOBRE. EL ORIGEN Y LOS FUN-
DAMENTOS 0[ LA DESIGUALDAD ENTRE LOS
HOMBRES (1754) en una crítica de las estructuras
sociales y politicas a través de un examen, más cer-
cano a las conjeturas antropológicas que al rigor his-
tórico, del estado primigenio del hombre natural }'
de las causas que crearon la sociedad y la desigual-
dad. finalmente, DFL CONTRATO SOCIAl ( 1762)
recoge los elementos esenciales de la teoría política
de Rousseau, p1eta clave en la h1stona del pensa-
miento occidental desde la Revolución francesa
hasta nuestros d1as. -~ -~:._
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ISBN 84-206-3958-3 •
.mm l~liJliJ
Ciencias sociales Jean-Jacques Rousseau

Del Contrato social


Discurso sobre las ciencias
y las artes
Discurso sobre el origen
y los fundamentos de la
desigualdad entre los hombres

Prólogo, traducción y notas


de Mauro Armiño

El libro de bolsillo
Sociología
Alianza Editorial
Prólogo
"1 1nll.O OIU ol'IAl: L>u rontral S(ICflll DmVU'l sur ks $t:ln.;as i'l lt'!
uts Dlfror., sur fongme o k J/ondt'menH Úi'
fvz!galu! p4muln hommn

Pnmera eJJ<.: ,,n c:n •LIIihro Jc bolstUe»: 19


DC:cuna reim¡>.J"aton. 1996
Pruneca t'Jtnon al" ~re:~ de wnoc:unicnto Gcncias ,odalcs•. 199'>
TcrCt'.Cll retmprcsi6n: 100}

En varios lugares de su obra Rousseau se refirió, como hecho


Di:;.cño de cuhit.' llK Ah.mz,¡ E.ditnri.al
sustancial y determinante de su biografía, a la iluminación de
Vinannes, ocurrida en agosto de 1749: «Fui a ver a Diderot,
entonces prisionero de Vincennes [por un delito de prensa);
Rt:s..rwiJ,.., .,,.1,,. los ..kredt<lll 11 <tllllCIUJo Je esta ohra e>IJ pl't'rep;lo por J. Ley,
quo: esr hlccr r-.~w de rruron y u rnua.v. ~o.km~stk ¡,.,. wrrespondienr~ rn<lcrnm
tenta en mi bolsillo un Mercurcde Franceque me puse a hojear
.<aüt.lllt!> Jl<.'' O..rl(,. r 1~•uom. f'IU'• <¡WCIIO repro<h•J•= ¡>Li~'laren di~~=• durante el camino. Caí sobre el tema de la Academia de Di ion
o romum<"VIll puL!i.:llJllelt <'TliOO•• ''en prlllC. Ufl;l ,,¡,u ~t.-ran.t, •rustrea <1 ncD que dio lugar a mi primer escrito. Si alguna vez algo se ha pare-
t1Üc11, "iU rr.ansfr>mlACIC>rJ,IIltr1'¡'lrCU<"ll'ro o q«U•J<m •n'"JC1l fiiaJ.ten ru:>lqmer trpn
..k soporte o comUIUClid.t a rrnb tic au~q_, lllCllll• sm Lo 1•~:-qmva ·~7..1C1l••
cido a una inspiración sübita, fue el movimiento que en mi se
produjo ante aquella lectura; de golpe siento mi esptritu des-
lumbrado por mil luminarias; multitud de ideas vivas se pre-
~ dd prr\lo u. cna.lucnón y nnta Mauro Armtño
sentaron a la vez con una fuerza y una confusión que me arro-
O EJ cm.: Ah:mza f\luonal , S A~ MaJnd, 1950, 19'12, 19 5. l<J!Ill,
1'188, 19 9, I'J9(1, 1991 , 1992. 1994 19%. 199 • 2000, 2002.2001 jó en un desorden inexpresable; siento mi cabeza tomada por
Calk-Jw..'l lgrute1o l.uC'II de Tm.t, l~, un aturdimiento semejante a la embriaguez. Una violenta pal·
2S027 ~ladriJ trléf. 91 Nl ¡;; pitación me oprime, agita mi pecho; al no poder respirar
,."'nr....alianzaeditonal a mientras camino, me dejo caer bajo uno de los árboles de la
1'>B~ 84 206 19' c3
lxpósün legal ,\1 39 415 2lXH avenida,}' paso media hora en tal agitación que al levantarme
Cnmpuo.tn en Fcrnánde7 < 1udo~d. percibo toda la parte delantera de mi traje mojada por mis lá-
Carahna Suhez, 19 .280\.'i ~taJnJ grimas sin haber sentido que las derramaba. ¡Oh, señor, si al-
lmpre-;o en t losiiS Or~nycn S Lh Poht:onu l~acs.1 guna vez hubiera podido escribir la cuarta parte de lo que vi y
ParalUdlu dcJ¡¡nuna f~LJndl
Pnm~.:d m SrJm
sentí bajo aquel árbol, con qué claridad habría hecho ver todas
las contradicciones del~>istema social, con qué fuerza habría
expuesto todos Jos abusos de nuestras instituciones, con qué
i
20 MAUaO AltMDilO

ro las adiciones o correcciones de la edición de 1782 haciendo


constar a pie de pigina todas las peculiaridades y diferencias Contrato social
entre ambas ediciones. Me pareció, sin embargo, que para una Pl'llDCJIDlC)S del derecho político
edició11 castellana de nada servía lo que era obligatorio en
una francesa que se quisiera crítica, y he incorporado los aña-
didos y las correcciones a lo que podrlamos llamar versión de-
finitiva. Evidentemente soy deudor en cuanto al texto y a mu-
chas de las notas, u( como a la interpretación de pasajes, a
todos esos estudiosos, y a varios de los libros citados en la bj-
bliografia.

MAURO AllMIÑO

-foederis aequas
Dicamus lega
iENEID.XI*

«... ea.blezcamos un pecto con leya justas•. XI, vuso 321.


Advertencia

Este pequeño tratado es extracto de una obra más extensa,


emprendida en otro tíempo sin haber consultado mis fuerzas,
y abandonada desde hace mucho*. De los diversos trozos que
podían sacarse de lo que estaba hecho, éste es el más conside-
rable, y me ha parecido el menos indigno de ser ofrecido al pú-
blico. El resto ya no existe más*•.

~ En una carta aMo1tou (l8 de enero de 1762) pri cisa ehutoreste frag-
mento: «Debo deciros que hago imprimir en Holanda una obrita que
tiene por título Del Contrato social, o Principios del derecho político, la
cual es extracto de una obra mayor, inlituladalnstituciones políticas,
emprendida ha.ce diez año.s y abandonada al dejar la pluma, .e mpresa
que, por otJ:a parte, estaba ciertamente por encima de mis fuerzas.»
•• Se ha discutido la existencia de ese «resto,. El co·nde de Antraigues
fue poseedor de un manuscrito de treinta y dos páginas, que el propio
Rousseau le entregó con autorización para hacer de él «el uso que yo
creyera útib1¡ tentado a l'ublicarlo, fue convencido por un amigo de
Rousseau a no hacedo: «Este escrito que la prudenda de otro me ha li-
brado de publicar, n.o lo será nunca. He visto de sobra, y demasiado de
cerca, el peligro que de ello resultaría para mi patria)•. Y el manuscrito
de treinta y dos páginas fue destruido por el conde de Antraigues. El ul-
timo capítulo del Contrato esboza una especie de índice de materias que
podrían ser las desarrolladas en este «resto».

-
Libro 1

Quiero averiguar si en e1 orden civil puede haber alguna re-


gla de administración legítima y segura, tomando a los
hombres tal como son, y a las leyes tal como pueden ser: tra-
taré de unir siempre en esta indagación lo que el derecho
permite con lo que prescribe el interés, a fin de que la justi-
cia y la utilidad no se haiJen separadas.
Entro en materia sin probar la importancia de mi tema. Se
me preguntará si soy príncipe o legislador para escribir so-
bre la Política. Respondo que no, y que por eso es por lo que
escribo sobre la Política. Si fuera príncipe o legislador, no
perdería mi tiempo en decir lo que hay que hacer; lo haría, o
me callaría.
Nacido ciudadano de un Estado libreJt, y miembro del so-
berano~*, por débil influencia que pueda tener m i voz en los
asuntos públicos, el derecho de votarlos basta para impo-
nerme el deber de instruirme en ellos. ¡Dichoso, cuantas ve-

• La Republica de Gi11ebra.
.. Aunque por cel soberano* se ha entendido el Consejo General de
Ginebra, Rousseau está señalando al pueblo ginebrino de forma gene-
ral, como lo prueba el fragmento del Discurso sobre la desigualdad (véa-
le infra, págs. 205·206). Posteriormente, en las Cartas escritas desdt la

15
26 C:O:>.~ ltATO ~ C I Al
IJ8R01
OFI 27

ces medito sobre los Gobiernos, de encontrar siempre en Capítulo 11. De las primeras sociedades
mis indagaciones nuevas razones para amar al de mi país!
La más antigua de todas las sociedades y la única natural es
la fam ilia*. Con todo, los hijos sólo permanecen vinculados
Capftulo l. Tema de este primer libro al padre el tiempo en que necesitan de él para conservarse.
Tan pronto como esa necesidad cesa, el vínculo natural se
El hombre ha nacido libre •, y por doquiera está encadenado. disuelve. Exentos los hijos de la obediencia que debían al pa-
Hay quien e cree amo de los demás, cuando no deja de ser dre, exento el padr_e de los cuidados que debía a Jos hijos,
más esclavo que ellos. ¿Cómo se ha producido este cambio? todos vuelven a la m dependencia. Si continúan permane-
Lo ignoro. ¿Qué es lo que puede hacerlo legítimo? Creo po- cien_d_o ~idos, ya no es natural, sino voluntariamente, y la
der resolver esta cuestión. familia nusma sólo se mantiene por convención.
Si no considerara más que la fuerza y el efecto que de ella Esta libertad común es una consecuencia de la naturaleza
deriva, yo diría: mientras un pueblo esté obligado a obede- del hombre'. Su primera ley es velar por su propia conserva-
cer y obedezca, hace bien; tan pronto como pueda acudir el ción, sus primeros cuidados son aquellos que se debe a sí
yugo y lo sacuda, hace aún mejor; porque al recobrar su li- mismo, y tan pronto como está en edad de razón, por ser él
bertad por el mismo derecho que se la arrebató, o tiene ra- el ún_ico juez de los medios idóneos para conservarse, se
zón al recuperarla, o no la tenían en quitársela. Mas el orden conVIerte con ello en su propio amo.
social es un derecho sagrado, que sirve de base a todos los Por tanto, la familia es, si se quiere, el primer modelo de
demás. Sin embargo, tal derecho no viene de la naturaleza: las socie~ades politicas; ~!jefe es la imagen del padre, el pue-
está, pues, basado en las convenciones. Se trata de saber cuá- blo es _la tmagen de los hiJOS, y habiendo nacido todos igua-
les son esas convenciones. Antes de llegar a ello debo fijar lo les Yhbr~s, sólo.enaje~an su )jbertad por utilidad propia.
que acabo de exponer. Toda la d tferencJa estnba en que, en la. familia, el amor del
padre por sus hijos le resarce de los cuidados que les prodi-
montaña, Rousseau aludirá al Consejo General de Ginebra, por oposi-
ga, Yque, en el Estado, el placer de mandar suple ese amor
ción al Pequeño Consejo, como •soberano de su propio jefe: él es la le\ que el jefe no tiene por sus pueblos.
viva y fundamental que da vida y fuerza a todo lo demás. )•que no cono- Grocio niega que todo poder humano esté establecido en
ce otros derechos que Los SU}'OS. El Consejo General no es una orden en favor de aq uellos que son gobernados: cita la esclavitud
el Estado, es el Estado mismo». como ejemplo.... Su manera más constante de razonar es es-
• Aunque la noción de libertad del hombre era afirmada por la mayon J
de los te6ricos del Derecho natural contemponinco, Rousseau añade un tablec_er siem~re el derecho por el hecho 1• Podría emplearse
roncepto nuevo: el de que esa libertad natural es inaJjeoable y que n o~ un metodo mas consecuente, pero no más favorable a los ti-
di~. bajo ningún pretextó, puede despojar al hombre de ella; en eJ cap•· ranos.
tulo TV añadirá: «Renunciar a su libertad es renunciar a su cualidad dl'
hombre». Esta fórmula rousseauniana será acogida en la Declaracíótl de • . En este fragmento Rousseau se basa en el Ensayo sobre el gobierno ci-
VI 1, de Locke.
los Derechos del Hombre y del Ciudadano al produci rsc la Re,rolucion •• G . . .
francesa {1789) en el artículo 1: dos hombres nacen y permanecen li- rocto, De JUre belh ac pacis, l, cap. 111, 8; pero más que una cita es
1111
bres e iguales en derechos». traslado textual de dos frases de Grocio.
Oll CONTI.AI'I.1 $00AL LlllltO 1
28 l'}

2
Es, pues, dudoso, según Grocio, si el género humano per- miento • Por tanto, si hay esclavos por naturaleza, es porque
tenece a un centenar de hombres, o si ese centenar de hom- hubo esclavos conrra naturaleza. La fuerza hizo los primeros
bres pertenece al género humano, y en todo su libro parece esclavos, su cobardía los ha perpetuado.
inclinarse por la primera opinión: ésa es también la impre- No he dicho nada del rey Adán, ni del emperador Noé, pa-
sión de Hobbes•. De este modo, he ahí a la especie humana dre de tres grandes monarcas que se repartieron el universo
dividida en rebaños de ganado, cada uno con su jefe que lo como hicieron los hijos de Saturno, a quienes se ha creíd~
guarda para devorarlo. reconoce_r en aquéllos\ Espero que se me agradezca esta
De igual modo que un pastor es de una naturaleza supe- moderac1ón; porque, si desciendo directamente de uno de
rior a la de su rebaño, los pastores de hombres, que son sus e~os pr:mcipes, y ~uizá de la rama primogénita, ¿quién sabe
jefes, son también de naturaleza superior a la de sus pueblos. SI med1aote la verificación de los t[tulos, no resultaría yo el
Así razonaba, según la relación de Pilón, el emperador Cali- legítimo rey del género humano? Sea como fuere, no se pue-
gula,.. sacando fácilmente en consecuencia de esa. analogía de contradecir que Adán fue soberano del mundo, como Ro-
que los reyes eran dioses, o que los pueblos eran an1males. bin~ón de _su isla, micnt~as fue el únko habitante; y lo que
El razonamiento de ese Calígula equivale al de Hobbes y hab1a de comodo en este ll1lperio era que el monarca, seguro
Grocio. Antes que todos ellos Aristóteles~ u había dicho en su trono, no tenía que ten1er ni rebeliones. ni guerras, ni
también que en modo alguno son naturalmente iguales los conspiradores.
hombres, sino que unos nacen para la esclavitud y otros
para la dominación.
Aristóteles tenia razón, pero tomaba el efecto por la cau- Capftulo IIT. Del dereclro del más fuerte
sa. Todo hombre nacido en la esclavitud nace para la esclavi-
tud, nada es más cierto. Los esclavos lo pierden todo en sus El más fuerte nunca es bastante fuerte para ser siempre el
cadenas, hasta el deseo de salir de ellas; aman su servidum- amo sí no transforma su fuerza en derecho y la obediencia
bre como Jos compañeros de Ulises amaban su embrutecí- ~n d~ber. De ahf eJ derecho del más fuerte; derecho tomado
rró mcamente en apariencia, y realmente establecido en
• Ningún texto de Hobbes, según Robe~t Derathé, per~te cond~ir principio. Pero ¿nos explicarán alguna vez esta palabra? La
•que haya pensado que la monarquía se eJerce.Para benefict~ exclusi\'O fuerza es un poder físico; no "Veo qué moralidad puede resul-
del monarca. El sentir de Hobbes seria más b1en que el gobterno m o- tar de sus efectos. Ceder a la fuerza es un acto de necesidad,
nárquico es el mejor porque eJ interés del rey y de los sú.bditos co inc~­
den• . Esta tesi será combatida por Rousseau en el capttulo IV delli-
no de voluntad; es todo lo más un acto de prudencia. ¿En
brollL
qué sentido podrá ser un deber?
•• Filón fue autor de una De Legationt ad Caium, traducida al franc~~ Supongamos por un momento ese presunto derecho. Yo
en 1668 bajo el título de Rélation faite par Phil,m de I'Ambassade dont il afirmo que de él no resulta más que un galimatías inexplica-
t>Stoit le chef, em•oyée par les ]uifs d'Aiexandrie vt>rs I'Empereur Caius Ca·
lígula, inserta en el tomo 11 de la Histoiredesjuifs, de Flavio Josefo (Pa-
rfs, 1687). ~ Alude al libro de Roben filn1er, Patriarcha, or the natural power of
~ · · Rousseau conocia el pasaje de Aristóteles por hallarse citado por .~~ ()Londres, 1680), que Locke había refutado (Tratado del Gobierno
Pufendorf en De jure natura e et gent ium. ""'·' '
OFI CQJo.'TllAll~ <.l)~.IAL
30 I.IIIROI 31

ble. Porque tan pronto como sea la fuerza la que haga el de- d erecho, quedan, pues, Las convenciones corno base de toda
recho, el efecto cambia con la causa; toda fuerza que supere a autoridad legitima entre los hombres.
la primera, sucede a su derecho. Desde el momento en q~e se Si un particular, dice Grocio, puede enajenar su libertad y
puede desobedecer impunemente~ se p~ede hacer lcg!ttma- hacerse esclavo de un amo, Jpor qué no podría enajenar la
mente, y dado que el más fuerte tiene stemp~e razón, no se suya todo un pueblo y hacerse súbdüo de un rey? Hay ahí
trata sino de obrar de suerte que uno sea el mas fuerte. Aho- muchas palabras equívocas que necesitarían explicación,
ra bien, ¿qué derecho es é e que perece cuando la. fuerza pero Umitémonos a La de enajenar. Enajenar es dar o vender.
cesa? Si hay que obedecer por fuerza, no hay neces1dad de Ahora bien, un hombre que se hace esclavo de otro no se da,
obedecer por deber, y si uno ya no está forzado a obedecer, se vende, al menos por su subsistencia; pero un pueblo, ¿por
ya no está obligado a ello. Se ve por ~anto.qu~ esta palabra de qué se vende? .Muy lejos de proveer un rey a la subsistencia
derecllO nada añade a la fuerza; aqm no stgmfica nada en ab- de sus súbditos, sólo saca la suya de ellos, y, según Rabela.is,
soluto. un rey no vive con poco. Los súbdüos ¿dan, pues, su persona
Obedeced a Jos poderes. Si esto quiere decir ceded a la a condición de que les cojan además sus bienes? No veo lo
fuerza, el precepto es bueno, pero su~erfluo: r.esp.ondo de que les queda por conservar.
que nunca será violado. Todo poder vtene de D10s , lo c~n­ Se dirá que el dé pota asegura a sus súbditos la tranquili-
fteso· pero también viene de él toda enfermedad. ¿Qutere dad civil. Sea; pero ¿qué gman con ello si las guerras que su
esto decir que está prohibido llamar al médko? Que un ban- ambición les acarrea, s i su insaciable avidez, si las vejaciones
dido me sorprenda en un rincón de un bosque: no sólo .hay de su ministerio los desolan más de lo que harían sus propias
que darle por fuerza la bolsa, ino que, aunque yo pud1era disensiones? ¿Qué ganan con ello, si esa tranquilidad misma
sustraérsela, estoy en conciencia obligado a dársela, porque es una de sus miserias? También e vive tranquilo en Los cala-
en última instancia la pistola que tiene también es un poder. bozos; ¿es bastante para encontrar e bien en ellos? Los grie-
Convengamos, pues, que fuerza no hace derecho, Y qu~ gos encerrados en el antro del Cíclope vivían aiH tranquilos,
sólo se está obligado a obedecer a los poderes legítimos. Ast, a la espera de que les llegara el turno de ser devorados.
mi cuestión del principio vuelve una vez más. Decir que un hombre se da gratuitamente es decir algo
absurdo e inconcebible: semejante acto es ilegítimo y nulo,
por el solo hecho de que quien lo hace no está en su sano jui-
Capítulo W De la esclavitud cio. Decir lo mismo de todo un pueblo es suponer un pueblo
de locos: la locura no hace derecho.
Puesto que ningún hombre tiene una autoridad natu~al s?- Aun cuand o cada cual pudiera enajenarse a sí mismo, no
bre su semejante, y puesto que la fuerza no p roduce mngun puede enajenar a sus hijos; ellos nacen hombres y libres; su
libertad les pertenece, nadie tiene derecho a disponer de ella
• Rousseau acepta esta máxima de ~n Pablo, q~e sirvió de argument~
más que ellos*. Antes de que lleguen a la edad de razón el
a Jo panidarios de la obediencia pasiVa, en parttcular aBo su~t (Po/11~
ca sacada de las mismas palabras de laEscrrtura sagrada, Pans. 1709 •
que dedica un capitulo a «la obediencia debida al prínci~e». Rousseau • El pasaje fue polémico; en 1766, Elie Luzac, enLettre d'tm anonime a
parece replicarle en el último párrafo del capítulo IV delllbro 111. ~urJ.-/. Rousseau (París, 1766), eñalahaquee1 término •aliéneu
32 ouco:--rum..004t 33

padre puede, en .su nombre, estipular las condiciones para el vencedor eJ derecho de matar aJ vencido, éste puede com-
su conservación, para su bienestar; pero no darlos irrevoca- prar su vida a expensas de su libertad; convención tanto más
ble e incondicionalmente; porque semejante donación es kgítima cuanto que redunda en provecho de ambos.
contraria a los fines de la naturaleza y rebasa los derechos de Pero es evidente que este pretendido derecho de matar a
la paternidad. Seria, por lo tanto, preciso, para que un go- los vencidos no deriva en modo aJguno deJ estado de guerra.
bierno arbitrario fuera legítimo, que en cada generación el Por La sola razón de c¡ue, viviendo los hombres en su primiti-
pueblo fuera dueño de admitirlo o de rechazarlo; pero en- va independencia, no tienen entre si relación lo suficiente-
tonces ese gobierno ya no ería arbitrario. mente constante para constituir nj el estado de paz ni eJes-
Renunciar a su libertad es renunciar a su cualidad de tado de guerra, no son naturalmente enemigos. Es la
hombre, a los derechos de la humanidad, incluso a sus debe- mación de las cosas, y no de Los hombres, lo que constituye
res. No hay compensación posible para quien renuncia a la guerra, y al no poder nacer el e tado de guerra de LC}.s sim-
todo. Semejante renuncia es incornpatible con la natu(a!eza ples relaciones personales, sino sólo de las relaciones rea-
del hombre, y es privar de toda moralidad a sus acciones el les • , la guerra privada o de hombre a hombre no puede exis-
privar a su voluntad de toda libertad. En fin, es una conve~ ­ tir ni en eJ estado de naturaleza en que no existe propiedad
ción vana y contradictoria estipular por un lado una auton- constante, ni en el estadosociaJ en que todo e tá bajo la au-
dad absoluta, y por otro una obediencia sin límites. ¿No es toridad de las leyes.
evidente que a nada está comprometido uno respecto a Los combates particulares, los duelos, los encuentros,
aquél de quien se tiene derecho a exigir todo, y que esta sola son actos que no constituyen un estado; y respecto a las
condición, sin equivalente, sin intercambio entraña la nuJi- guerras privadas, autorizadas por las disposiciones de
dad del acto? Porque, ¿qué derecho tendría mi esdavo con- Luis IX, rey de Francia, y suspendidas por la paz de Dios>~",
tra mí si todo cuanto tiene me pertenece, y si, siendo su de- son abusos del gobierno feudal, sistema absurdo si los
recho el mío, ese derecho de mí contra mr mismo es una
expresión sin sentido alguno? lo qut el más fuerte le mande. _ De suerte que en virtud de este contrato
Grocio y los demás .. veo en la guerra un origen distinto el wncido debe al victorioso todos sus servicios runa obediencia abso-
del pretendido derecho de e clavitud. Teniendo, egún ello' luta, salvo en aq_udJo que repugna a la le)'e) diYinas.-
• ·~ti?ns r~leb; traduzco por .. reales• en acepción que no figura
(= enajenar), no figuraba en ese pasaje de Grocio; sí se encuentra. algv en el Dicc1onano de la Ac~de1n1,a. pero que e emplea en jurisprudencia:
más Lejos, proporcionando tema a Luzac, quo se explaya asi: «E~a¡enar «que se refiere a los biene:., por oposición a lo que se refiere a las pel'So-
es, decís vos. dar o vender. ¿De dónde tomáis, señor, esa dcfinicrón tan naa...EJ castellano lo emplea asíen algunas locuciones: derechos reales,
incompleta, y que en modo alguno coO\•iene aqu~ Enajenare? la sigru- ~.~mplo; rc.-al deri~ en este caso del bajo Latín realis. de rts, reí, cosa,
ficación má general es transfl'rir un dl'recho; Brrsso11 y Ferrrtrts os lo ld:t~uc e~ su acep~ón de •efectivo•. n·erdadero•, por opo ición a
enseñarán si lo ignoráis: no es sola:menle vendiindolo o dándolo como licio · Quua su ~rs1óo atl sensum fuera • patrinlOniales•, es decir re-
se transfiere un derecho, sino que se hace de diferentes maneras, Wmll OtS entre los bienes inmuebles '
podéis además conveJKeros con los primeros elementos de derecho que ;;. La "':,ix.deDieu: Su.>pensión de Í10stllidades que la lgle ia imponía a
os caigan en la mano.• • , . --=~ at1entes en ciertas épocas del año (la Cuaresma por ejemplo)>'
• No es Grodo, sino Hobbes, el que afll'ma en De cwe (capttulo \1111. llldana. semanas desde el miércoles por la noche hasta el lunes por la
..... quien promete para salvar su vida sen.ir al vencedor, es declr, tl>Jo Esta ley religiosa se promulgó en 1041 .
OllLONTllAT<l'-(1( 1.\t IJ8llOI 35

hubo, contrario a los principios del derecho natural y a todos los pueblo civilizados. Las declaraciones de guerra
toda buena policía •. son advertencias menos para los poderes que para sus súb-
La guerra n o es, pues, una relación de hombre a hombre, ditos. El extranjero, sea rey, sea particular, sea pueblo, que
sino una relación de Estado a Estado, en la que los particu- roba, mata o detiene a los súbditos sin declarar la guerra al
lares son enemigos sólo accidentalmente, y no como hom- príncipe, no es un enemigo, es un bandido. lnduso en plena
bres, ni siquiera como ciudadanos .. , sino como soldado ; guerra, un príncipe justo se apodera correctamente en país
no como miembros de la patria, sino como sus defensore ~. enemigo de todo cuanto pertenece a lo público, pero respeta
Finalmente, cada Estado sólo puede tener por enemigo~ la persona y los bienes de los particulares; respeta derechos
otros Estados y no hombres, dado que entre cosas de diver- sobre los que están fundados los suyos. Por ser el objetivo de
sas naturalezas no se puede establecer ninguna relación ver- la guerra la destrucción dd Estado enemigo, se tiene dere-
dadera. cho a matar a los defensores mientras tienen las armas en la
Este principio está incluso conforme con las máximas es- mano; pero tan pronto como las deponen y se rinden, al de-
tablecidas en todas las épocas y con la práctica constante dl' jar de ser enemigos o instrumentos del enemigo, vuelven a
ser simplemente hombres y ya no e tiene derecho sobre su
• Recuerdo la advertencia de Rousseau a Rey (23 de diciembre de
vida. A \'eces e puede matar al Estado sin matar a uno solo
1761): •Pre~tadtambién atención que no va>an a poner politiqueen lu- de sus miembros: ahora bien, la guerra no da ningún dere-
gar de politie siempre que escribo esta última palabra.» (Correspond,m cho que no sea necesario a su fin. Estos principios no son los
ce Génlra/e, t. VIII, pág. 2). Tal término apenas se emplea en francéo. de Grocio; no están fundad os en au toridades de poetas...,
Rousseau lo deriva de la forma latina politia (del griego noll.ttctot), ad - sino que derivan de la naturaleza de las cosas, y están funda-
minimacion del Estado. conducta política, organi.La.:ión política. ht"
dos en la razón.
mismo sentido tenía en caJ.te.llano la palabra polrcia en el X\'111 )'XIX. Su
campo scm.mtico, rebasado, se ha especializado en otro~ sígnificadm Respecto al derecho de conquista, no tiene otro funda-
,.. La edición de 1782 incluye aqui un fragmento que figura en el ,\1,•- mento que la Jey del más fuerte. Si la guerra no da al vence-
nuscrito Neuchatcl del Co11trato, 7842. f." 52:" Los romanos. que enten- dor el derecho de exterminar a los pueblos vencidos, este de-
dieron mejor)' respetaron el derecho de la guerra más que cualquier o.t
recho que n o tiene no puede fundar el de esclavizarlos. Sólo
ción del mundo, llevaban tan lejos et escnipulo a este respecto que no le
estaba permitido a un ciudadano servir como \'Oluntario sin haber-e se tiene derecho de matar al enemigo cuando no se puede
alistado expresamente contra el enemigo y e pecillcamente conl ra tdl hacerle esclavo; el derecho de hacerle esclavo no viene, por
enemigo. Cuando se reformó u11a legi.ón en que Catón hijo hada ~u' tanto, del derecho de matarle: es, pues, un cambio inicuo el
primeras armas, Catón padre escribió a Popilio que si tenía a bien que hacerle comprar al precio des u libertad su vida, sobre la que
su hijo continuase sirviendo bajo su mando era preciso hacerle pre,tar
un nuevo juramento militar, porque, estando anulado el primero, va no
podn llevar armas contra el enemigo. Y el propio Catón "cribió .l ~IJ • Rousseau nace la m•sma observacion en el Emilio, dkiendo que
hijo que e guardara mucho de presentar~e al combate hasta no haber •.Hobbes se apoya en los sofismas y Grocio en los poeta ... Pero Grocio
prestado ese nu~·o j uramento. Sé que podrán objetarme el sitio de Clu- t~ buen cuidado de indicar que sólo cita a los po«.>tas a modo de ilus-
sium y otros hechos parliculares, pero yo cito las leyes, las costumbres. traoón de sus ideas, no como autoridades: "Las sentencias de los poe-
Los romanos son quienes coo menos frecuencia transgredieron su~ le· tas rde los oradores no tienen tanta autoridad como el juicio de los his-
yes y los únicos que las tuvieron tan hermosas.• Por errata, la edicion dt !Oriadores. Y si alegamos muchas es, frecuentemente, para adornar e
17813uprime niCJOren la primeralínea del aóadido. ilustrar nuestros pensamientos. más que para apoyarlos.•
36 DELCO~lO ~< IAt 37

no se tiene ningún derecho. Al establecer el derecho de v1da ro; ahí no veo más que un amo y unos esclavos, abf no veo un
y de muerte sobre el derecho de esclavitud, y el derecho de pueblo y su jefe; es, si se quiere, una agregación, pero no una
esclavitud sobre el derecho de vida y de muerte, ¿no es evi- asociación; ahí no hay ni bien público ni cuerpo político.
dente que se cae en el drculo vicioso? Aunque hubiera sometido a medio mundo, ese hombre no
Suponiendo incluso ese terrible derecho de matar absolu. deja de ser más que un particular; su interés, separado del de
tamcnte, afirmo que un esclavo hecho en la guerra o un pue- tos demás, no esotra cosa que un interés privado. Si e e mis-
blo conquistado no está obligado para con su señor, salvo a IDO bombre Ucga a perecer, su imperio queda tras él disperso
obedecerle mientras se wa forzado a ello. Tomando de d el y sin conexión~ como roble que consumido por el fuego se
equivalente de su vida, el vencedor no le ha hecho grac1a de deshace en ce m zas.
ella: en lugar de matarle sin fruto, lo ha matado con utilidad. Un pueblo, dice Grocio, puede darse a un rey. Según Gro-
Lejos, pues, de haber adquirido sobre él alguna autorid,td do un pueblo es, por lo tanto, un pueblo antes de darse a un
vinculada a la fuerza, el estado de guerra subsiste entre ellos rey. Esta donación misma es un acto civil, supone una deli-
como antes, su relación misma es efecto de él, y el uso del de- beración pública. Antes, pues, de examinar el acto por el que
recho de guerra no supone ningún tratado de paz. Han he- un pueblo elige un rey, sería conveniente examinar el acto
cho un conYenio: sea; pero ese com-enio,lejos de destruir el por el que un pueblo es un pueblo. Porque siendo necesaria-
estado de guerra, supone su continuidad. mente anterior este acto al otro, es el verdadero fundamento
Así, desde cualquier punto de vista que se consideren las de la sociedad ...
cosas, el derecho de esclavitud es nulo, no sólo porque es ile- En efecto, si no hubiera convención anterior, ¿dónde esta-
gítimo, sino porque es absurdo y no significa nada. Estas pa- da, a menos que la elección fuera unánime, la obligación
labras, esclavitud y derecho, son contradictorias; se excluyen para los menos de someterse a la elección de los más, y de
mutuamente. Sea de hombre a hombre, sea de un hombre a dónde ciento que quieren un amo tienen el derecho a votar
un pueblo, este razonamiento será siempre insensato. )o por diez que no lo quieren? La ley de la pluralidad de los su-
ltago contigo un convenio, enteramente en perjuicio tuyo v fragios es en sí misma una institución de convención, y
enteramente en beneficio mío, que yo observaré mientras me supone la unanimidad por lo menos una vez.
plazca, y que tú observards mientras me plazca.

CApitulo VI. Del pado social


Cnpítulo V. Qut siempre ltay que remontarse
a una primera com•ención Supongo a los hombres llegados a ese punto en que los obs-
táculos que se oponen a su conservación en el estado de na-
Aun cuando concediera todo cuanto hasta aquí he refutado. turaleza superan con su resistencia a las fuerzas que cada in-
los factores del despotismo no habrían adelantado más con
ello. Siempre habrá una gran diferencia entre someter a una • Alusión a la teoría deJ doble contrato que expone Pufendorf con ter-
multitud y regir una sociedad. Que hombres dispersos sean minos distintos: pacto de asociación y pacto de sumisión. Rousscau re-
sometidos sucesivamente a uno solo, ea cual sea su núme~ ~ conscientemente la palabra pacto, porque en su pensamiento sólo
38 OH {.Qt-.TRA IOSOChl 39

dividuo puede emplear para mantenerse en ese estado. En. tural, perdiendo la libertad convencional por la que renun-
tonces dicho estado primitivo no puede ya subsistir, y el gé- ció a aquélla.
nero humano perecería si no cambiara su manera de ser. Estas cláusulas, bien entendidas, se reducen todas a una
Ahora bien, como los hombres no pueden engendrar sola: a saber, la enajenación total de cada asociado con todos
fuerzas nuevas, sino sólo unir y dirigir aquellas que existen, sus derechos a toda la comunidad. Porque, en primer lugar,
no han tenido para conservarse otro medio que formar por al dars~ cada uno todo entero, la condición es igual para to-
agregación una suma de fuerzas que pueda superar La resis- dos, y S ten do la condición igual para todos, nadie tiene ínte·
tencia, ponerlas en juego mediante un solo móvil y hacerla~ rés en hacerla onerosa para los demás.
obrar a coro. Además, por efectuarse la enajenación sin reserva, la
Esta suma de fuerzas no puede nacer más que del concur unión es tan perfecta como puede serlo y ningún a ociado
so de muchos; pero siendo la fuerza y la libertad de cada tiene ya nada que reclamar: porque si quedasen algunos de-
hombre los primeros instrumentos de su conservación, rechos a los particulares, como no habría ningún superior
¿cómo Las comprometerá sin perjudicarse y sin descuidar Jo, común que pudiera fallar entre ellos y lo público, siendo
cuidados que a sf mismo se debe? Esta dificultad aplicada a cada cual su propio juez en algún punto, pronto pretendería
mi tema, puede enundarse en los siguientes términos: serlo en todos, el estado de naturaleza subsistiría y la aso-
«Encontrar una forma de asociación que defienda y pro- ciación se volvería necesariamente tiránica o vana.
teja de toda la fuerza común la persona y los bienes de cada En suma, como dándose cada cual a todos no se da a na-
asociado, y por la cual, uniéndose cada uno a todos, no o be die y como no hay ningún asociado sobxe el que no se ad-
dez.ca, in embargo, más que a sí mismo y quede tan libre quiera el mismo derecho que uno le otorga obre uno mis-
como antes.>• Tal es el problema fundamental al que da solu- mo, se gana el equivalente de todo lo que se pierde y más
ción el contrato social•. fuerza para conservar lo que se tiene.
Las cláusulas de este contrato están tan determinadas por Por lo tanto, si e aparta del pacto ociallo que no perte·
La naturaleza dcl acto que la menor modificación las volverhl necea su esencia, encontraremo que se reduce a los térmi-
vanas y de efecto nulo; de suerte que, aunque quizás nunca nos siguientes: Cada uno de nosotros pone en con11111 super·
hayan sido enunciadas formalmente, son por doquiera la' sona y todo su poder bajo la suprema dirección de la voluntad
mismas, por doquiera esllín admitidas tácitamente y reco- gnreral;y nosotros recibimos corporal ivamente a cada miem·
nocidas; hasta que, violado el pacto social, cada cual vuelve bro como parte indivisible del todo.
entonces a sus primeros derechos y recupera su libertad na· En el mismo instante, en lugar de La persona particular de
cada contratante, este acto de asociación produce un cuerpo
el primero de lo~ dos puede denominar e pacto contractual: en el h moral y colectivo compuesto de tantos miembros como vo-
bro 111, capítulo XV 1, lo afirmará: «No hay más que un contrato en el h · tos tiene la asamblea, el cual recibe de este mlsmo acto su
Lado, es el de la asociación; y éste solo excluye cualquier otro.~ unid~d, su yo común, su vida y su voluntad. Esta persona
• Hay que entender por •contrato socia], el acto de asociación y no d
P'iblica q ue e forma de este modo por La unión de todas Las
libro de Rousseau. En la primera versión del úmtruro social, denomi~a
da Manll!>crito de Ginebra, escribe (libro J, cap. 111): •Tal es el problemJ demás tomaba en otro tiempo el nombre de Ciudad 3 , y toma
fundamental cuya solución da la institución del Estado.,. ahora el de República o de cuerpo político, al cual sus miem·
40 [>El CO'ITRATrl <;()( h 1
41

bros llaman Estado cuando es pasivo, Soberano cuando e-; donde se ve que no hay ni puede haber ninguna especie de
activo, Poder al compararlo con otros semejantes. Respecto lty fundamental obligatoria para el cuerpo del pueblo, ni si-
a los asociados, toman colectivamente el nombre de Pueblo, quier a el contrato social~. Lo cual no significa que este cuer-
y en particular se llaman Ciudadanos como partícipes en l.1 po no pueda comprometerse perfectamente respecto a otro
autoridad soberana, y Súbditos en cuanto sometidos a las le- en cuanto no se oponga a dicho contrato; porque respecto al
yes del Estado. Pero estos términos se confunden con fre- extranjero se vuelve un ser simple, un individuo.
cuencia y se toman unos por otros; basta con saber distin- Pero al no extraer su ser sino de la santidad del contrato,
guirlo cuando se emplean en su total precisión. d cuerpo político o el soberano no puede obligarse nunca,
ni siquiera respecto a otro, a nada que derogue este acto pri-
mitivo, como enajenar alguna porción de sí mismo o some-
Capftulo VII. Del soberano W'SC a otro soberano. Violar el acto porque el que existe se-
ria aniquilarse, y lo que no es nada no produce nada.
Por esta fórmula se ve que el acto de asociación entraña un Tan pronto como esta multitud se encuentra así reunida en
compromiso recíproco de lo público con los particulares, > un cuerpo, no se puede ofender a uno de los miembros sin
que cada indi,riduo, contratante por asi decirlo consigo m b- atacar al cuerpo; aún menos ofender al cuerpo sin que los
mo, se haJJa comprometido en un doble aspecto; a saber, miembros se resientan de ello. Así el deber y el interés obli-
como miembro del Soberano respecto a los particulare<,, gan igualmente a las dos partes contratantes a ayudarse mu-
y como miembro del Estado respecto al Soberano•. Pero tuamente, y los mismos hombres deben procurar reunir bajo
aquí no se puede aplicar La máxima del derecho civil según ate doble aspecto todas las ventajas que de él dependen.
la cual nadie está obligado a cumplir los compromisos con- Ahor a bien, al no estar formado el soberano más que por
traídos consigo mismo; porque hay mucha diferencia entre los particulares que lo componen, no tiene ni puede tener
obligarse para consigo o con un todo del que se forma parte interés contrario al suyo; por consiguiente, el poder sobera-
Hay que señalar también que la del.Jberación pública, que no no tiene ninguna necesidad de garantía respecto a los
puede obligar a todos los úbditos respecto al soberano, a súbditos, porque es imposible que el cuerpo quiera perjudi-
causa de los dos diferentes aspectos bajo los que cada uno car a todos sus miembros, y luego veremos que no puede
está considerado, no puede, por la razón contraria, obligar perjudicar a ninguno en particular. El soberano, por el solo
al Soberano para consigo mismo, y que, por consiguiente, va hecho de serlo, es siempre todo lo que debe ser.
contra la naturaleza del cuerpo político que eJ soberano se
imponga una ley que no pueda infringir. Al no poder consi -
• En el libro 11, cap. xn insistírá aclarando más aún: «En cualquier si-
derarse sino bajo un solo y mismo aspecto, se halla entonces tuación, uo pueblo es siempre dueño de cambiar sus leyes, induso las
en el caso de un particular que contrata consigo mismo: de .aejorn.• En otros párrafos repite esta idea que se convirtió en uno de
lo. puntos cruciales de la acusación contra el ContraJo social, libro •des-
• •En una demoo:acia, en que los súbditos y el oberano no son mih tructor de todos los gobiernos•; el Fiscal General Jean-Robert Troo-
que Jos mismos nombres considerados bajo diferentes aspectos.,. (Ú'I• chin, en sus Conclusiones, denunciaba este desvío fundamental de la
trr tl D'Alembm.) Para Rousseau ti soberano es un •cuerpo... o un cloctrina de Rousseau: «Las leye con títutivas dt>todos los gobiernos le
•todo• que sólo tiene existencia activa cuando el pueWo está reunido I'U'ecm siempre revocables...

b
"
42 nn co:.-rR .no \OCJ ... U8RQI 43

Pero no ocurre lo mismo con los súbditos paia con el so- eso serían absurdos y tiránicos y estarían sometidos a Jos
berano, el cuaJ, pese a1 interés común, nada respondería de abusos más enormes.
los compromisos de aquéllos i no encontrara medio de
asegurarse su fidelidad.
En efecto, cada individuo puede, como hombre, tener una Capítulo Vlll. Del estado civil
voluntad particular contraria o diferente de la voluntad ge-
neral que tiene com o ciudadano. o interés particular puede Este paso del estado de naturaleza aJ estado civil produce en
hablarle de forma muy distinta que el interés común; su exis- el hombre un cambio muy notable, substituyendo en su con-
11 tencia absoluta y naturalmente independiente puede hacerle d ucta el instinto por la justicia, y dando a sus acciones lamo-
considerar lo que debe a la causa común como una contribu- ralidad que les faJtaba antes ... Sólo entonces, cuando la voz
ción gratuita, cuya pérdida sería menos perjudicial a los de- del deber sucede al impulso físico y el derecho al apetito, el
lil' más que oneroso es para él su pago, y, mirando a la persona hombre que hasta entonces no habfa mirado más que a sí
11
moral que constituye el Estado corno un ser de razón, puesto mismo, se ve forzado a obrar por otros principios, y a con-
q ue no es un hombre, gozaría de los derechos del ciudada- sultar su razón antes de escuchar sus inclinaciones. Aunque
no sin querer cumplir los deberes del súbdito; injusticia cuyo en ese estado se pri,·e de muchas ventajas que tiene de la na-
progreso causaría la ruina del cuerpo político. turaJeza, gana otras tan grandes, sus facultades se ejercitan
A fin, p ues, de que el pacto social no sea un vano for mula- al desarrollarse, sus ideas se amplían, sus sentimientos se en-
rio, implica tácitamente eJ compromiso, eJ único que puede noblecen, su alma toda entera se eleva a tal punto, que si los
dar fueru a Los demás, de que quien rehúse obedecer a la abusos de esta nueva condición no le degradaran con fre-
voluntad general será obligado a ello por todo el cuerpo: lo cuencia por debajo de aqueUa de la que ha salido, debería
cual no significa sino que se Le forzará a ser libre; porque ésa bendecir continuamente el instante dichoso que le arrancó
es la condición que, dando cada ciudadano a la patria, lega- de ella para siempre y que hizo de un animal estúpido y limi-
rantiza de toda dependencia personal*; condición que tado un ser inteligente y un hombre.
constituye el artificio y el juego de la máquina política, y la
única que hace legítimos los compromisos civiles, que sin da vencer, la dependencia de los hombres se \'Olvería entonces la de las
cosas; SC! rcunir1an en la republica 10das las \-entaja del estado natural a
• Un pasaje del Emilio (11) resulta esencial para la comprensión de e~tt· las del estada civil; se uniría a L.• Ubertad, que mantiene al hombre exen-
fragmenta: • Hay dos clases de depen~ncias: la de lasco as, que pro- to de vicios, la moralidad que lo eleva a la virtud. o Cfr. también el capC-
cede de la naturaleza; la de los hombres, que procede de la sociedad. Al tulo XII del libro {[del Comrnro.
no tener la dependencia de las cos~ ninguna moralidad, no perjudica a • El tema de este fragmento aparecerá en otras obras de Rou..c;scau: Emi-
la libertad y no engendra vicios; la dependencia de los hombres, siendo lio, Discurso sobre la des1gualdad y en Jos fragmentos pohticos: •Sea que
desordenada, los engendra todos. y por ellas es por lo que el amo y el es- una inclinación natural baya llevado a los hombres a unirse en socie-
i clavo se depravan mutuamente. Si hay algún medio de remediar este ~· sea que hayan sido for1.ados a eUo por sus necesidades mutua~. lo
mal en la ociedad, es sustituyendo la ley del hombre, y armando las ~rto es q ue de e~te comercio han nacido sus virtudes y sus vicios, y en
voluntades generales de una fuerza real, superior ala acción de toda vo- Cierto modo todo su ~r moral. Alh donde no hay sociedad no puede
luntad particular. Si las leyes de las naciones pueden tener, coma las dJ' haber ni justicia, ni demencia, ni generosidad, ni modestia, ni sobre
la naturale?a, una infle~jbilidad que jamás fuerza humana alguna pue- todo el mérito de todas estas virt udes ...• (O. C. ITT, págs. 504-505).

~U ~~~~~-----~
Jl______________
44 DELCONTR~TO SOCIAL ¡JJIROI 45

Reduzcamos todo este balance a términos fáciles de com- turaleza al cambiar de manos, y se convierta en propiedad
parar. Lo gue pierde el hombre por el contrato social es su li- en las del soberano; pero como las fuenas de la ciudad son
bertad natural y un derecho ilimitado a todo cuanto le tienta incomparablemente mayores que las de tm particular, lapo-
y que puede alcanzar; lo que gana es la libertad civil y la pro- sesión pública es también de hecho más fuerte y más irrevo-
piedad de todo cuanto posee. Para no engañarnos en estas cable, sin. ser más legítima, al menos para los extranjeros.
compensaciones, hay que distinguir bien la libertad natural Porque el Estado es, respecto a sus miembros, amo de todos
que no tiene por límites más que las fuenas del individuo, sus bíenes por el contrato social, que en eJ Estado sirve de
de la libertad civil, que está limitada por la voluntad general, base a todos l0s derechos; pero no lo es respecto a otras po-
y la posesión, que no es más que el efecto de la fuerza o el de- tencias, sino por el derecho de primer ocupante, que recibe
recho del primer ocupante, de la propiedad que no puede de los particulares.
fundarse sino sobre un título positivo. El derecho de primer ocupante, aunque más real que el
Según lo precedente, podría añadirse a la adquisición del del más. fuerte, no se convierte en derecho verdadero sino
estado civil la libertad moral, la única que hace al hombre después del establecí miento del de la propiedad. Todo hom-
auténticamente dueño de sí; porque el impulso del simple bre tiene naturalmente derecho a todo cuanto le es necesa-
apetito es esclavitud, y la obediencia a la ley que uno S"f ha rio; pero el acto positivo que le vuelve propietario de algún
prescrito es libertad. Pero ya he hablado demasiado sobre bien le excluye de todo lo demás. Determinada su parte,
este artículo, y el sentido filosófico de la palabra libertad no debe limitarse a ella, y no tiene nin.gún derecho más a la co-
es ahora mi tema. munidad. He ahí por qué el derecho de primer ocupante, tan
débil en el estado de naturaleza, es respetable para todo
hombre civil. En este derecho se respeta no tanto Lo que es de
Capítulo IX. Del dominio real"' otro como lo que no es de uno.

Cada miembro de la comunidad se da a ella, en el momento libertad civil por Lo que a las personas se refiere, haremos por lo que se
m~ere a los bienes 1ª del derecho de propiedad con el derecho de sobe-
en que ésta se forma, tal como se encuentra en ese momen-
ranía, del dominio particular con el domjnio eminente» y Derathé a m-
to, él y todas sus fuerzas, de las que fonnan parte los bienes pira la cita del fragmento para precisar el pen amiento de Rousseau: «Si
que posee. No es que por este acto la posesión cambie de na- es sobre el derecho de propiedad sobre lo que está fundada la autoridad
soberana, este derecho es el que má.s debe respetar ella. E.' inviolable y
llpado para ella mientras sea un derecho particular e individual; desde
"' Dominio, según Rousseau habí a leído en Pufendorf, es sinónimo de el momento en que está considerado como común a todos los ciudada-
propiedad: Propietas si ve dominium. En cuan!l) a real, me remito a la no., está sometido a la \'Oiuntad general y esta ·v oluntad general puede
nota("') que sobre este adjetivo, empleado jurídicamente, puse .en la pá- reducirlo a nada. As.í, el soberano no tiene derecho alguno a. tocar el
gina 33. De cualquier modo, los críticos señalan que el grupo o.domin lo biendé un particular ni de varios. Pero puede legítimamente apoderar-
real:o para designar la propiedad de las cosas o de los bienes era poco le del bien de todos, como se hizo en Esparta en tiempos de Licurgo;
usual en La época; el propio Rousseau emplea expresiones como domai- mientras que la abolición de las deudas por SoJ6n fue un acto ilegítimo»
ne éminent (= dominio .e minente, también empleado por la j urispru- (Bmüio, V). Para l?ufendorl y Grocio, el soberano puede hacer uso del
dencia caslellana) o domaine partlcu.lier (= dominio particular) en el
Emilio: •Tra:s haber hecho la comparación áe la libertad natural con la l dominio eminente sob:re las propiedades de sus súbditos, aunque luego
deba compensarlos.

~ ·~--~--------~------~~
46 47

En general, para autori2ar, en un terreno cualquiera, el una vez de todo el universo desde su gabinete, a reserva de
derecho de primer ocupante, son menester las condiciones separar luego de su imperio lo que antes habja sido poseído
siguientes: primera, que ese terreno no esté habitado aún por Jos demás prú1cipes.
por na~e; segunda, que sólo se ocupe de él la cantidad que Ya vemos cómo las tierras de los particulares reunidas y
s~ neces~ta para s~bsistir; en tercer lugar, que se tome pose- continuas se convierten en territorio público, y cómo, exten-
s•~n de el no mediante una vana ceremonia, sino por el tra- diéndose de los súbditos al terreno que ocupan, se convierte
baJo y el cultivo, único signo de propiedad que a falta de ti· el derecho a la vez en real y personal; lo cual pone a los po-
tulos jurídicos debe ser respetado por Jos demás. seedores en una dependencia mayor, y hace de sus fuerzas
~n efecto, otorgar a la necesidad y al trabajo el derecho de mismas las garantías de su fidelidad. Ventaja que no parece
pnmer ocupante, ¿no es llevarlo lo más lejos posible? ¿Se haber sido bien notada por los antiguos monarcas que, titu-
puede no poner lfmites a este derecho? ¿Bastará poner el pie landosc sólo reyes de los persas, de los escitas, de los mace-
sobre un terreno común para pretender con ello al punto ser donios, parecen considerarse más jefes de los hombres que
el dueño?¿ Bastará con tener la fuerza de apartar por un mo- dueños del país. t>tos se titulan hoy, más hábilmente, reyes
mento a los demás hombres para privarles para siempre del de Francia, de España, de 1nglaterra, etc. Al dominar así eJ
derecho de volver? ¿Cómo un hombre o un pueblo puede terreno, están completamente eguros de dominar a los ha-
apoderarse de un territorio inmenso y privar de él a todo el bitantes.
género huma_no sino mediante una usurpación punible, Lo que de singular hay en esta enajenación es que, lejos de
puesto que pnva a.l resto de los hombres del lugar y de los ali- despojar de sus bienes a los particulares al aceptarlos, no
mentos que la naturaleza les da en común? Cuando Núñez hace má que asegurarles su legítima posesión, cambiar la
de Balbo" desde la orilla tomaba po esión del mar del sur usurpación en un derecho verdadero, y el usufructo en pro-
Yde toda la América meridional en nombre de la corona de piedad. Considerados entonces Los poseedores como depo-
Castilla, ¿era suficiente para desposeer de él a todo los ha- sitarios del bien público, re petados sus derechos por todos
?itantes y para excluir a todos los príncipes del mundo? A los miembros del Estado y sostenidos con todas sus fuerzas
tgual tenor se multiplicaban bastante en vano esas ceremo- contra el extranjero, debido a una cesión ventajosa para lo
nias, y el rey católico no tenía más que tomar posesión de público y más aún para ellos mismos, han adquirido pm así
decir todo lo que han dado. Paradoja que fácilmente se ex-
• Núñez de Balboa. En un interesante pasaje, que puede leerse como plica por la distinción de los derechos que el soberano y el
con;tentacio a las doctrinas expuestas en este capítulo, en el libro 11 del propietario tienen sobre el mismo fontlo ·, como luego se
Emtilo, és~ toma po~ión de la tierra plantando en ella un haba; su pre-
~eptor q?tere, convt ruéndolo momentáneamente en jardinero, ense-
verá.
na_de la tdca de propiedad «que remonta naturalmente al derecho de Puede ocurrir también que los hombres comiencen a
pnmer ocupante por el trabajo•. En este mismo episodio del jardinero, unirse antes de poseer nada y que, apoderándose luego de
Ro~sseau vuelve a acordarse de N úñez de Balboa con motivo de la plan un terreno suficiente para todos, lo disfruten en común, o lo
taCión del haba: «y probablemente esta posesión es más sagrada y más
repartan entre ellos, bien en partes iguales, bien según pro-
r~ ~ctable que aquella que Núñez de Balboa tornaba de la América mc-
ndional en nombre del rey de España, al plantar su estandarte en las
costa del mar del Sur• . • Fondo (foml): caudal o conjunto de bienes que posee una comunidad.
48 [>EL CON! RAlO SOCLU

porciones establecjdas por el soberano. Sea cual fuere la for-


ma en que se haga esta adquisición, el derecho que cada par- Libroll
ticular tiene a su propio fondo está siempre subordinado al
derecho que la comunidad tiene sobre todos, sin lo cual no
habría en ella ni solidez en el vú1culo social, ni fuerza real ·e n
el ejercicio de la soberanía.
Terminaré .este capítulo y este libro con una observación
que debe servir de base a todo el sistema social; y es que en
lugar de destruir la igualdad natural, el pacto fundamental
substituye, por el contrario,.por w1a igualdad moral y legí-
tima lo que la naturaleza pudo poner de desigualdad física
entre los hombres y que, pudiendo ser desiguales en fuer-
za o en genio, se vuelven todos iguales por convención y de
derecho 4 •
CApítulo l. Que la soberanía .es inalienable

La primera y más importante consecuencia de los principios


anteriormente establecidos es que sólo la voluntad general
puede dirigir las fuerzas del Estado según el fin de su insti-
tución. que es el bien común: porque si la oposición entrelos
intereses particulares hahecho necesario el establecimiento
de las sociedades, es el acuerdo entre esos mismos intereses
lo que lo ha hecho posible. Lo que hay de común en esos in-
tereses diferentes es lo que forma el vínculo social, y si no
hubiera al'gún punto en el que todos los intereses concorda-
ran, ninguna sociedad podría existir. Ahora bien, es única-
mente en razón de este interés común como debe ser gober-
Dada la so<i:iedad.
Digo, pues, que no siendo la soberaní<t más que .el ·ejer-
cicio de la voluntad general, jamás puede enajenarse, y que
el soberano, que no es más que un ser colectivo, no puede ser
Jqn'esentado más que por sí mismo; el poder puede muy
bien transmitirse, pero no la voluntad.
En efecto, si no es imposible que una voluntad particular
Q)Qcuerde en al.gún punto con 1a voluntad general, es impo-
49
DEl~ CON lltAfO SOLl"l 51
50 1J81t0li

sible, al menos, el que ese acuerdo sea duradero y constante; tración interior y en poder de tratar co n el ex tranjero: tan
porque la voluntad particular tiende por naturaleza a las pronto confunden todas estas partes como las separan; ha-
preferencias, y la voluntad general a la igualdad. Más impo- cen del soberano un ser fantástico y formado de piezas aña-
sible es todavía que haya una garantía de este acuerdo, aun didas; es como si compusieran el hombre de varios cuerpos,
cuando debería existir s iempre; no sería un efecto del arte de uno de los .c uales tendría los ojos, de otro los brazos, de
sino del azar. El soberano puede muy bien decir: en este mo- otro los pies, y nada más. Los charlatanes del Japón despe-
mento quiero lo que quiere tal hombre o al menos lo que él dazan, según dicen, a un niño a la vista de los espectadores, y
dice que quiere; pero no puede decir: también querré lo q ue Juego, arrojando todos sus miembros u110 tras otro al aire,
ese hombre quiera mañana; puesto que es absurdo que la hacen que vuelva a caer el niño vivo y totalmente entero. Así
voluntad se encadene para el porvenir, y puesto que no de- son más o menos los juegos de manos de nuestros políticos;
pende de ninguna voluntad el consentir en nada contrario al después de haber desmembrado el cuerpo social mediante
bien del ser que quiere. Por tanto, si el pueblo promete sim- una prestidigitación digna de feria, vuelven a juntar las pie-
plemente obedecer, se disuelve mediante este acto, pierde su zas no se sabe cómo.
cualidad de pueblo; en el instante en que hay un amo ya no Este error deriva de no haber.o;e formado nociones ·exactas
hay soberano, y desde entonces el cuerpo político queda de la autoridad soberana y de haber tomado por par tes de
destruido. esa autoridad lo que no eran más que emanaciones. Asi, por
No quiere esto decir que las órdenes de los jefes no pue- ejemplo, se han considerado el acto de declarar la guerra.y
dan pasar por voluntades generales, mientras el soberano li- el de hacer la paz como actos de soberanía, lo cual no son,
bre de oponerse a aquéllas no lo haga. En semejante caso, del dado q ue cada uno de estos actos no es una ley sino sola-
silencio universal puede presumirse el ·C onsentimiento d el mente una aplicación de la ley, un acto particular que deter-
pueblo. Explicaremos esto con todo detalle. mina el easo de la ley, como se verá claramente cuando fije-
mos la idea vinculada a la palabra ley ".
Siguiendo de igual manera las demás divisiones encon-
Capítulo 11. Que la soberanía es indivisible traríamos que, siempre que se cree ver la soberanía compar-
tida, uno se equivoca, que los derechos que se toman por
Por la misma razón que la soberanía es. inal ienabJe, es indi- partes de esa soberanía le están subordinados todos y supo-
visible. Porque la voluntad es generaP, o no lo es; es la del nen siempre voluntades supremas de los que esos derechos
cuerpo del pueblo o solamente de una parte. En el primer no representan sino la ejecución.
caso esta voluntad declarada es un acto de soberanía y hace No podría decirse cuánta obscuridad lla arrojado esta fal -
ley; en el segundo, no es más que una volw1tad particular, o ta de exactitud sobre las decisiones de los autores en materia
un acto de magistratura; todo lo más, es un decreto. de derecho político, cuando han querido juzgar los derechos
Pero nuestros políticos, al no poder d ividir la soberanía respectivos de los reyes y de los pueblos, a partir de los prin-
en su principio, la dividen en su objeto; la dividen en fuerza cipios que ellos mismos habían establecido. Cualquiera prre-
y en voluntad, en poder legislativo y en poder ejecutivo, en
derechos de impuestos, de justicia y de guerra, en adminis- ,. En el capítulo VI.
52 J,lllltl' 11 53

de ver en Jos capítulos ITI y IV del primer libro de Grocio tades los más y los menos que se destruyen entre sí 6, y queda
cómo este hombre sabio y su traductor Barbeyrac seembro- por suma de las diferencias la voluntad general.
Uan y se enredan en sus sofismas, por temor a decir demasia- Si los ciudadanos no tuvieran comunicación alguna entre
do o a no decir bastante según sus miras, y a herir interese ~ sí cuando el pueblo, suficientemente informado, delibera,
que tenían que conciliar. Grodo, refugiado en Francia, des- de) gran número de las pequeñas diferencias resultaría siem-
contento de su patria y queriendo hacer la corte a Luis XJII a pre la voluntad general, y la deliberación sería siempre bue-
quien su libro está dedicado, no ahorra nada para despojar na. Pero cuando se forman intrigas, asociaciones parciales a
a los pueblos de todos sus derechos y para revestir con ellos a expensas de la grande, la voluntad de cada una de estas aso-
los reyes con todo el arte posible. ~se hubiera sido también ciaciones se vuelve genera] respecto a sos miembros, y par-
el gusto de Barbeyrac, que dedicaba su traducción al rey de ticular respecto al Estado; se puede decir entonces que ya no
Inglaterra, Jorge J. Pero desgraciadamente La expulsión hay tantos votantes como hombres, sino solamente tantos
de Jacobo U, que él llamaba abdicación, Le forzaba a mante- como asociaciones. Las diferencias se hacen menos numero-
nerse reservado, a torcerse, a tergiversar para no hacer de sas y dan un resultado menos general. Finalmente, cuando
Guillermo un usurpador. Si estos dos escritores hubíeran una de estas asociaciones es tan grande que se impone sobre
adoptado Jos verdaderos principios, todas las dificultades todas las demás, ya no tenéis por resultado una suma de pe-
quedarían eliminadas y ellos habrían sido en todo momento queñas diferencias, sÜlo una diferencia única; entonces ya
consecuentes; pero habrían dicho tristemente la verdad y no hay voluntad general, y la opinión que se le impone no es
sólo habrían cortejado al pueblo. Ahora bien, la verdad no más q ue una opinión particular.
lleva a la fortuna, y el pueblo no da ni embajadas, ni cáte- Importa, pues, para sentar bien el enunciado de la volun-
dras, ni pensiones. tad general que no haya sociedad parcial en el Estado, y que
cada ciudadano sólo opine por sí mismo 7 • Ésa fue la única y
sublime institución del gran Licurgo. Que si hay sociedades
Capítulo IJI. De si la voluntad general puede errar parciales, es menester multiplicar el número y prevenir la
desigualdad, como hicieron Solón, Numa, Servio~. Estas
De lo que precede se deduce que la voluntad general es siem- precauciones son las únicas buenas para que la voluntad ge-
pre recta y siempre tiende a la utilidad pública; pero no se neral sea siempre esclarecida y para que el pueblo no se en-
deduce que las deliberaciones del pueblo tengan siempre la gañe.
misma rectitud. Siempre se quiere el propio bien, pero no
siempre se ve: jamás se corrompe al pueblo, pero con fre-
cuencia se le engaña, y sólo entonces es cuando él parece • Por lo que se rdiere a Salón, Rousseau parece atender en este pasaje a
querer su mal. la división que de lo ciudadanos atenienses hizo en cuatro clases; en
Con frecuencia hay mucha diferencia entre la voluntad de cuanto a 'urna, part'ce haberse guiado por la Vida de Numa, de las Vi-
d4Js de hombres ilusrrts, de Plutarco, que te adjudica la división del pue-
todos y la voluntad general; ésta sólo mira al interés común, blo por oficios, cuando hasta entonces estaba dividida en dos ligas o
la otra mira al interés privado, y no es más que una suma de partes siempre en litigio. Sobre Servio hablará Rousseau más adelante,
voluntades particulares: pero quitad de estas mismas vol un- en el libro 1V (capítulo fV).
UEI C:O}.'TRAT<l '-DO AL UBlt.OO
54 55

Capítulo IV. De J~s l es del poder soberano trabajar también para uno mismo. ¿Por qué la voluntad ge-
neral es siempre recta, y por qué todos quieren constante-
Si e1 Estado o la Oi'll~ no es más que una persona moral mente la felicidad de cada uno de ellos, sino porque no hay
cuya vida consi te ~ nión de sus miembros, y si el ~ás nad ie que se apropie de la expresión cada uno, y que no pien-
importante de ~us om~s es el de su propia conservaciÓn, se en sí mismo al votar por todos? Lo que prueba que la
necesita una fuerz.a l.• .-ersal y compulsiva para mover y igualdad del derecho, y la noción de justicia que ella produ-
djsponer cada parte ~la forma más conveniente al todo. ce, deriva de la preferencia que cada uno se da y, por consi-
Igual que la naturaleli a cada hombre un poder absoluto guiente, de La naturaleza del hombre; que la voluntad gene-
sobre todos sus miem ros, el pacto social da al cuerpo poiJ - ral, para serlo verdaderamente, debe serlo en su objeto tanto
tico un poder absolut.,S<>bretodos los suyos, y es este mis- como en su esencia, que debe partir de todos para aplicarse
mo poder cl que, dir,g,do por la voluntad general, lleva a todos, y que pierde su rectitud natural cuando tiende a al-
como he dicho el nO!llúce de soberanía. gún objeto individual y determinado; porque entonces, juz-
Pero además deJa Pt.-iana pública, tenemos que conside- gando sobre Jo que nos es ajeno, no tenemos ningún verda-
rar las personas priv~ que La componen, y cuya vida ) dero principio de equidad que nos guíe.
cuya libertad son nat ralmcnte independientes de ella. Se En efecto, desde el momento en que se trata de un hecho o
trata, pues, de dist iiOgl¡ r bien los derechos respectivos de lo de un derecho particular, sobre un punto que no ha sido re-
ciudadanos y del <tOhtranoR, y Jos deberes que tienen que gulado por una convención general y anterior, el asunto se
cwnplir los primeros en calidad de súbditos, del derecho na- vuelve contencioso. Es un proceso en que los particulares in-
tural de que deben 8°tir en calidad de hombres. teresados son una de las partes y lo público la otra, pero en
Es cosa convenida• que todo cuanto cada uno enajena, el que no veo ni la ley que hay que seguir, ni el juez que debe
por el pacto social. de su poder, de sus bienes, de su libertad, fallar. Sería ridículo querer remitirse entonces a una deci-
es sólo la parte de todrJ aquello cuyo uso importa a la comu- sión expresa de La voluntad general, que no puede er más
nidad, pero hay ql!e Chrtvenir también en que sólo el sobera- que la conclusión de una de las partes} y que, por consi-
no es juez de esa ifl1Potl:a.ncia. guiente, no es para la otra más que una voluntad ajena, par-
Todos los servidos que un ciudadano puede rendir al Es- ticular, inclinada en esta ocasión a la injusticia y sometida al
tado, se los debe tan Ptonto como el soberano los exija; pero ftl'OL Así como una voluntad particular no puede represen-
el soberano por su parte no puede cargar a los súbditos con tar la voluntad general, la voluntad general cambia a su vez
ninguna cadena in~tl] a la comunidad; no puede si~uiera de naturaleza cuando tiene un objeto particular, y no puede,
quererlo: porque bJJO Id ley de la razón nada se hace sm cau- como general, fallar ni sobre un hombre ni sobre un hecho.
sa, igual que bajo la ley de la naturaleza. Cuando el pueblo de Atenas, por ejemplo, nombraba o de-
Los compromisos <:tue.nos vinculan al cuerpo social sólo ponía a sus jefes, discernía honores para uno, imponía penas
son obligatorios porque son mutuos, y su naturaleza es t~ a otro, y mediante multitud de decretos particulares ejercía
que al cumplirlos no e puede trabajar para los demás s•n indistintamente todos los actos del gobierno, el pueblo en-
tonces no tenía ya \'oluntad general propiamente dicha; no
~ Por Locke, en el E/l,.l)'O obre el gobierno crvi/, cap. Vlll. actuaba ya como soberano, in o como magistrado. Estopa-
liJIROU
56 57

recerá contrario a Las ideas comunes; pero es menester de- los límite de las com~enciones generales, y que todo hombre
jarme tiempo para exponer las mías. puede disponer plenamente de lo que de sus bienes y de su
Debe entenderse por esto que lo que generaliza La volun- libertad le han d~jado estas convenciones; de suerte que el
tad no es tanto el número de votos como el interés común soberano nunca t1ene el derecho de cargar a un súbdito más
que los une: porque en esta institución cada uno se ~omete que a otro, porque entonces, al voh·erse particular el asunto
necesariamente a las condiciones que impone a los demás; su poder deja de ser competente. '
acuerdo admirable del interés y de la justicia que da a las de- Una vez admitidas estas distinciones, es completamente
liberaciones comunes un carácter de equidad que vemos falso que en el contrato social haya una renuncia verdadera
desvanecerse en la discusión de cualquier asunto particular, por parte deJos particulares: su situación, por efecto de este
por falta de un interés común que una e identifique la regla contrato, es realmente preferible a lo que antes era, y en lu-
del juez con la de la parte. gar de una enajenación, no han hecho sino un cambio ven-
Por cualquier lado que uno se remonte al principio se taj~so de una manera de ser incierta y precaria por otra
llega siempre a la misma conclusión: a saber, que el pacto so- meJor y más segura, de la independencia natural por la li-
cial establece entre los ciudadanos tal igualdad que todos berta~, del poder de hacer daño a los demás por su propia
ellos se comprometen bajo las mismas condiciones, y to- segundad, y de su fuerza, que otros podían sobrepasar, por
dos ellos deben gozar de los mismos derechos. Así, por la un derecho que la unión ocial vuelve invencible. Su vida
naturaleza del pacto, todo acto de soberanía, es decir, todo misma, que ellos han consagrado al Estado, está continua-
acto auténtico de la voluntad general obliga o favorece igual- mente protegida por éste, y cuando la exponen en su defensa
mente a todos los ciudadanos, de suerte que el soberano co- ¡qué hacen sino devolverle lo que han recibido de él? ¿Qué
noce sólo eJ cuerpo de la nación y no distingue a ninguno de hacen que no hagan con más frecuencia y con mas peligro en
los que la componen. ¿Qué es propiamente, por tanto, un el estado de naturaleza, cuando, librando combates inevita-
acto de oberanía? No es una convención del super ior con el bles, defenderían con peligro de su vida lo que les sirve para
inferior, sino una convención del cuerpo con cada uno de con~erv~rla? Todos tien~n que combatír si es preciso por la
sus miembros: convención legítima porque tiene por base el patna, ~lerto; ~er~ tamb1én lo es que nadie tiene nunca que
contrato social; equitativa, dado que es común a todos; útil, combatir p~r s1 m1 mo. ¿No se sale ganando corriendo, por
dado que no puede tener otro objeto que eJ bien general; y lo que conslltuye nuestra seguridad, una parte de los riesgos
sólida, porque tiene por garant1a la fuerza pública y eJ poder que tendríamos que correr por nosotros mismos tan pronto
supremo. Mientras los súbditos sólo estén sometidos a tales como nos fuera arrebatada?
convenciones, no obedecen a nadie sino únicamente a su
propia voluntad; y preguntar hasta dónde alcanzan los dere-
chos re pectivos del soberano y de los ciudadanos es pre- CGpítulo V. Del derecho de vida y de muerte
guntar hasta qué punto pueden é-stos comprometerse consi-
go mismo, cada uno con todos y todos con cada uno de ello~. Cabe p~eguntarse cómo no teniendo los particulares dere-
De e to se deduce que el poder soberano, por absoluto cho a disponer de su propia vida, pueden transmitir al sobe-
que sea, por sagrado, por inviolable, no pasa ni puede pasar rano este mismo derecho que ellos no tienen. Esta cuestión
58 59

parece difícil de resolver sólo porque está mal planteada ca, y cuando e hace morir al culpable, es menos como ciu-
Todo hombre tiene derecho de arriesgar u propia vida para dadano que como enemigo. Lo procedimientos, el juicio
conservarla. ¿Se ha dicho alguna vez que quien se arroja por son las pruebas y la declaración de que ha roto el contrato
una ventana para escapar a un incendio sea culpable de sui- social, y por consiguiente, ya no es núembro del Estado.
cidio? ¿Se ha imputado incluso alguna vez este crimen a Ahora bien, como él se ha reconocido tal, al menos por su
quien perece en una tempestad cuyo peügro no ignoraba al residencia, debe c;er suprimido mediante eJ exiHo como in-
embarcarse? fractor del pacto, o mediante la muerte como enemigo pú-
El contrato social tiene por fm la conservación de los con- blico¡ porque un enemigo semejante no es una per ona mo-
tratantes. Qujen quiere el fin quiere también los medios,}' ral, es un hombre, y es entonces cuando el derecho de guerra
estos medios son inseparables de algunos riesgos, de algu- es matar al vencido"'.
nas pérdidas incluso. Quien quiere conservar su vida a ex· Pero alguien dirá que la condena de un criminal es un acto
pensas de los demás, debe darla también p~r ellos cua~do particular. De acuerdo: por eso tal condena no pertenece al
hace falta. Ahora bien, el ciudadano no es ya JUez del peligro 10berano; es un derecho que puede conferir sin poder ejer-
al que la ley quiere que se exponga, y cuando el príncipe• le cerlo él mismo. Todas mis ideas e sostienen, pero no podría
ha dicho: es oportuno para el Estado que muera.c;, debe mo- exponerlas todas a la vez.
rir; puesto que sólo con esta condición ha vivido segu~o ha~­ Además, la frecuencia de los supücios es siempre un signo
ta entonces, y dado que su vida no es sólo un beneficiO de le.~ de debilidad o de pereza en el gobierno. ~o hay malvado que
naturaleza, sino un don condicional del Estado. no se pueda volver bueno para algo. No se tiene derecho a
La pena de muerte inlligida a lo criminales puede co_ns1 hacer morir, ni siquiera como ejemplo, sino a aquel a quien
dcrarse poco más o menos bajo el mismo punto de ~1 sta: no se puede conservar sin peligro.
para no ser víctima de un asesino es por lo que se con~1en tc Respecto al derecho de gracia, o de eximir a un culpable
en morir si uno e convierte en ello. En este contrato, leJOSde de la pena impuesta por la ley y pronunciada por el juez, sólo
disponer de su propia vida no se piensa más que garantizar- pertenece a aquel que está por encima del juez y de la ley; es
la, y no es de presumir que alguno de los contratantes pre- decir, al soberano. E incluso su derecho en esto no está muy
medite entonces hacerse colgar. claro, y los casos a usar de él son muy raros. En un Estado
Además, todo malhechor que al atacar el derecho social \C bien gobernado hay pocos castigos, no porque se otorguen
convierte con sus fechorías en rebelde y traidor a la pat ri.t, muchas gracias, sino porque hay pocos crin1inales: la multi-
cesa de ser miembro de ella al violar su leyes, e incluso le tud de crímenes asegura su impunidad cuando el E tado pe-
hace La guerra. Entonces la conservación del Estado es in- Ra. Bajo la República Romana ni el Senado ni los cónsules
compatible con la suya, es preciso que uno de los dos pcre7·
• En el capflulo JV del Libro anterior Rousseau habia sentado un axio'
IDa que ahora parece olvidar: • Cada Estado sólo puede tener por ene-
* Es ésta la primera vez que figura en el Colltrato social la voz primt•: miaos otros Estados y no hombres, dado que entre co as de dh ersas na-
ha taahora había empleado Jade soberano. 1Lay que esperar al capuu- taralnas no se puede establecer ninguna relación verdadera.• Aquí, sin
lo 1 del libro 111 para v~r que allí lo define no como soberano, sino como embargo, mnda a La persona física, el criminal, con la per~ona moral
el magistr.tdo encargado de la ejecución de las leyes. 'IIW es el Estado, convirtiéndolos en enemigos.
4
60 PEL CO"-"TRATO 50<..1.\1
61

intentaron nunca el indulto; el pueblo mismo no lo otorga- Pero, en última. instancia, ¿qué es una ley? Mientras !le
ba, aun cuando a veces revocara su propio juicio. Las gracia~ contenten

con urur a esta palabra sólo ideas metac,s.
I JK~
frecuentes anuncian que pronto no tendrán necesidad d t: contmuaremo$ razonando sin entendernos, y aun cuando se
ellas los crímene y todo el mundo puede ver adónde Heva diga lo que es una ley de la naturaleza, no se sabrá mejor Jo
esto. Mas siento que mi corazón murmura y contiene mi que es una ley del Estado.
pluma; dejemos discutir estas cuestiones al hombre justo Y~ he dicho que no había ~oluntad ?eneral sobre un objeto
que nunca incurrió en falta y que jamás tuvo para si mismo particular. En efecto, ese obJeto particular está en el Estado
necesidad de gracia. o fuera del_Estado. Si está fuera del Estado, una voluntad que
le es extra na no es general respecto a él; y si el objeto está en
el Estado, forma parte de él: entonces se forma entre el todo
Capítula VI. De la ley y su parte una relación que hace de ellos dos seres separados,
de los cuales uno es la parte, y otro el todo menos esa misma
Mediante el pacto social hemos dado existencia y vida al parte. Pe~o el tod~ menos una parte no es el todo, y mientras
cuerpo politico: se trata ahora de darle movimiento y volun - esa relae~ón subs1sta no hay ya todo, sino dos partes desi-
tad mediante la legislación. Porque el acto primitivo por el guales; de donde se sigue que la voluntad de la una 00 es
que este cuerpo se forma y se une nada determina todavía dt tampoco general respecto a la otra.
lo que debe hacer para conservarse. Pero.cuando,todo el pueblo estatuye sobre todo el pueblo, no
Lo que es bueno y conforme al orden lo es por la natura- te considera mas que a si mismo, y si entonces se forma una re-
leza de las cosas e independientemente de las convencione~ lación es ~el objeto entero, bajo un punto de vista, con el oojeto
humanas. Toda justicia viene de Dios, sólo él es su fuente; entero, baJo otro punto de vista, sin ninguna división del todo.
pero si supiésemos recibirla de tan alto no tendríamos n e- Entonces la materia sobre la cual se estatuye es general como la
cesidad de gobierno ni de le res. Tndudablemente existe una voluntad que estatuye. Es este acto lo que yo Uarno una IC}
justicia universal emanada de la sola razón; pero esta just i- ~uando digo que el objeto de las leyes es iempre geoeral,
cia para ser admitida entre nosotros debe ser recíproca. ~hendo que la.ley considera a los súbditos como corpora-
Considerando humanamente las cosas, las leyes de la justi- CIÓn y a las accwnes como abstractas, jamás a un hombre
cia, a falta de sanción natural, son vanas entre los hombre'; como ~dividuo. ni a w1a acción particular. Asi la ley puede
no hacen sino el bien del malvado y el mal del justo, cuando muy b1en estatuu que ha de haber privilegios, pero no pue-
éste las observa con todo el mundo sin que nadie Las obser- de darlos nominalmente a nadie; la ley puede hacer m~has
ve con él. Se necesitan por tanto convenciones y leyes para clases de ciudadanos, asignar incluso las cualidades que da-
unir los derechos a los deberes y volver la justicia a su obje- I'Úl derecho a esas clases, pero no puede nombrar a éste y a
to. En el estado de naturaleza, en el que todo es comun, ~uél para ser admitidos en ellas; puede establecer un go-
nada debo a quienes nada he prometido, no reconozco que bierno r~al y una sucesión hereditaria, pero no puede elegir
sea de otro sino lo que me es inútil. No ocurre lo mismo en un ~y m nombrar a una familia real: en una palabra, to da
el estado civil, en el que todos los derechos están fijados por func1ón que se refiera a un objeto individual no pertenece en
la ley. lllOdo alguno al poder legislativo.
UU c.oSTJIAJO <;()( IAL UBROU
62 63

Según esta idea, e ve al instante que no hay que pregun- rantizarle de la seducción de las voluntades particulares,
tar ya a quién pertenece hacer las leyes, puesto que.son actos acercar a sus ojos lugares y tiempos, equilibrar el atractivo
de la voluntad general; ni si el príncipe está por encuna de las de las ventajas presentes y sensibles con el peligro de los
leyes, puesto que es miembro del Estado; ni si la ley pued~ males alejados y ocultos. Los particulares ven cl bien que re-
ser injusta, puesto que nadie es injusto hacia si mismo; _m chazan : lo público quiere el bien que no ve. Todos tienen
cómo uno es libre y está sometido a las leyes, puesto que es- igualmente necesidad de guías: hay que obligar a unos a
tas no son más que registros de nuestras voluntades. conformar sus voluntades a su razón; hay que enseñar al
Se ve incluso que, por reunir la ley la universalidad de la otro a conocer lo que quiere. De las luces públicas resulta en-
voluntad v la del objeto, lo que un hombre, quien quiera que tonces la unión del entendimiento y de la voluntad en el
pueda se;, ordena por autoridad propia no es una ley; inclu- cuerpo social; de ahí el exacto concurso de las partes, y final-
so lo que el soberano ordena sobre un objeto particular no mente la fuerza mayor del todo. lle aqui de donde nace la ne-
es tampoco una ley, sino un decreto. ni un acto de soberanía, cesidad de un legislador.
sino de magistratura.
llamo, por tanto, República a todo Estado regido por le-
yes, bajo la forma de administración que sea; porqu~ sólo Capítulo \liJ. Del legislador
entonces gobierna el interés público, y la cosa pública e-.
algo. Todo gobierno legítimo es republicano ~: enseguida ex- Para descubrir las mejores reglas de sociedad que convienen
plicaré lo que es gobierno. . . . a las naciones, haría falta una inteligencia superior que viese
Las Leyes no son propiamente smo las condicwnes de la todas las pasiones de los hombres y que no sintiese ninguna,
asociación civil. El pueblo sometido a las Leyes debe ser su que no tuviera ninguna relación con nuestra naturaleza y
autor; sólo a quienes se asocian corresponde regular las con- que la conociese a fondo, que su felicidad fuera indepen-
diciones de la sociedad; mas, ¿cómo las regularán? ¿ erá de diente de nosotros y que, sin embargo, tuviera a bien ocu-
común acuerdo, por una inspiración súbita? ¿Tiene el cuer- parse de la nuestra; finalmente, que procurándose en el co-
po poütico un órgano para enunciar estas voluntadec.,? rrer de los tiempos una gloria lejana, pudlera trabajar en un
t·Qutén le dará La previsión necesaria para dar forma a .su~ siglo y disfrutar en otro 10 • l rarían falta dioses para dar leyes
actos y publicarlos por anticipado, o cómo los pronum~1ara a los hombres.
en el momento de la necesidad? ¿Cómo una multitud c1ega. El mismo razonamiento que hacía Caügula en cuanto al
que con frecuencia no sabe lo que quiere porque raramente hecho, lo hacía Platón en cuanto al derecho para definir al
sabe lo que es bueno para ella, ejecutada por sí misma .una hombre civil o real que busca en su libro sobre el reino •;
empresa tan grande, tan difícil como un s~stema d~ legisla- pero si es cierto que un gran príncipe es hombre raro, ¿cuán-
ción? Por sí mismo el pueblo siempre qu1ere el b1en, pero to no lo será un gran legislador? El primero no tiene más que
por sí mismo no siempre lo ve. La volu.ntad general es si~m seguir el modelo que el otro debe proponer. ~ste es el mecá-
pre recta, pero el juicio que la guía no stempre es esdarec1do.
Hay que hacerle ver los objetos tal cual son, a veces tal cual • Se refiere a Ln Política de Platón, también conocida en aquella época
deben parecerle, mostrarle el buen camino que busca, ga· por ellttulo Dt rtgno.
OEL C ON I'RATU '11.11 1 \L
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nico que inventa la máquina, aquél no es más que el obrero bfe$; de lo contrario, sus leyes, minjstros de sus pasiones, no
que la monta )' la hace andar. En el nacimiento de_l~ sone. harfan a menudo sino perpetuar sus injw>ticias, y jamás po·
dades, dice Montesquieu, son los jefes de las republtcas los dría evitar que miras particulares alterasen la santidad de su
que hacen la institución y luego es la institución la que for- obra.
ma a los jefes de las repúblicas,.. Cuando Licurgo dio leyes a su patria, comenzó por abdi-
Quien se atreve con la empresa de instituü un pueblo car de la realeza. Era co tumbre de la mayoría de las ciuda-
debe sentirse en condiciones de cambiar, por asj decir, la na. des griegas confiar a extranjeros el establecimJento de las
turaleza humana; de transformar cada individuo, que por ~¡ suyas. La~ República modernas de Italia imitaron con
mismo es un todo perfecto y solitario, en parte de un todo frecuencia este uc;o; la de Ginebra hizo otro tanto y le fue
mayor, del que ese individuo recibe en cierta forma su vida y bien 11 • En su mejor edad Roma vio renacer en su seno todos
su ser; de alterar la constitución del hombre para reforzarla; Jos crímenes de la tiranía, y se vio a punto de perecer por ha-
de sustituir por una existencia parcial y moral la existencia ber reunido sobre las mismas cabezas la autoridad legislati-
física e independiente que todos hemos recibido de la natu· va y el poder soberano.
raleza. En una palabra, tiene que quitar al hombre sus pro. Sin embargo, los mismos decenviros nunca se arrogaron
pías fuerzas para darle las que le son extrañas y de las que ~o el derecho de hacer aprobar una ley sólo por su autoridad.
puede hacer uso in la ayuda de los demás. Cuanto mas Nada de lo que os proponemos, dedan al pueblo, puede pasar
muertas y aniquiladas están esas fuerzas, más grandes y du- a ley sin vuestro consentimiento. Romanos, sed vosotros mis-
raderas son las adquiridas, y más sólida y perfecta es tam- mos los autores de las leyes que deben hacer vuestra felicidad.
bién la institución. De suerte que si cada ciudadano no es Quien redacta las leyes no tiene, pues, ni debe tener, niJl-
nada, nl puede nada sJno gracias a todos los demás, y si la gún derecho legi lativo, y el pueblo mismo no puede, aun-
fuena adquirida por el todo es igual o superior a la suma ~e que quiera, despojarse de ·e!> te derecho intransferible; por-
las fuerzas naturales de todos los individuos. se puede dem que según el pacto fundamental ólo la voluntad general
que la legislación está en el más alto grado de perfección que obliga a los particulares, y nunca se puede asegurar que una
puede adquirir. voluntad particular es conforme a la voluntad general basta
El legislador es, en todos los aspectos, un hombre extraor- después de haberla sometido n los sufragios libres del pue-
dinario en el Estado. Si debe serlo por su genio, no lo es me- blo; ya dije esto, pero no es inútil repetirlo.
nos por su empleo. t&te no es magistratura, no es soberama. De este modo, en la obra de la legislación se encuentran a
Ese empleo, que constituye la República, ~o entra tamp~co la vez dos cosas que parecen incompatibles: una empresa
en su constitución; es una función parucular y supenor por encima de la fuerza humana y, para llevarla a cabo, una
que nada tiene en común con el imperio humano; porque autoridad que no es nada.
si quien manda a los hombres no debe mandar en las leye,, Otra dificultad que merece atención: los sabios ·q ue quie-
quien manda en las leyes tampoco debe mandar a los hom- ren hablar al vulgo su propio lenguaje en vez del de éste, no
podrían ser entendidos. Ahora bien, hay mil clases de ideas
• Considérat ions sur les causes de la grundtur des Romairu et de /eur ,¡•.. que es imposible traducir a la lengua del pueblo. Las miras
cndenu, cap. l (añadidodelaediciónde 1748). demasiado generales y los objetos demasiado alejados están
66 UBk<>n 67

igualmente fuera de su alcance; al no placer a cada individuo na divin idad, o amaestrar un pájaro para que le hable al
más plan de gobierno que aquel que se refiere a su inter6 oído, o encontrar otros medios gro~eros de infundir respeto
particular, difícilmente percibe las ventaja que debe sacar al pueblo. Quien sólo sepa esto, podrá incluso reunir por
de las privaciones continuas que imponen las buenas leyes. azar una tropa de insensatos, pero jamás fundará un impe-
Para que un pueblo naciente pueda gustar las sanas máxi - rio, y su extravagante obra perecerá p ronto con éL Vanos
mas de la polític<~ y seguir las reglas fundamentales de la ra- prestigios forman un vínculo pasajero, sólo la sabiduría lo
zón d e Estado, sena menester que el efecto p udiera voh·erse hace perdurable. La ley judaica, que aún sub~iste, la del hijo
causa, que el espíritu social, que debe ser la obra de la in ti- de Ismael, que desde hace diez siglos rige la mitad del mun-
tución, presida la institución m isma, y que los hombres fue- do"", todavía proclama hoy a los grandes hombres que la dic-
sen antes de las leyes lo que deben llegar a ser por ellas. Así taron; y mientras que la orgullosa filosofía,.,.. o el ciego es-
pues, el legislador, aJ no poder emplear ni la fuerza ni el ra- píritu de partido no ve en ellos más que unos afortunados
zonamiento, tiene necesidad de recurrir a una autoridad de imposto re , el verdadero poütico admira en sus institucio-
otro orden que pueda arrastrar sin violencia y persuadir sin nes ese genio grande y potente que preside las fundaciones
convencer. duraderas.
He ahí lo que forLÓ desde iempre a los padres de las na- De todo esto no hay que concluir, con Warburton ,....,. , que
cione a recurrir a La interYención del cielo y a honrar a lo~ la política y la religión tengan entre nosotros un objeto co-
di ose ' con su propia sabiduría, a fin de que los pueblos, so-
metidos a las leyes del Estado tanto como a las de la naturale- • Se refiere a la religión ismaelita, secta chiíta que difiere del Islam orto-
doxo e inclure ideas neoplatónkilS e hindúes derivadas de interpreta·
za, r reconociendo el mi mo poder en la formación del
ciones esoterkas del Coran. Deben su nombre a Ismael, muerto en 762
hombre y en la de la ciudad, obedeciesen con liber tad y por- tras ser excluido por su padre, el seXlo imán Yafacal·5a<lik (699-767 ), de
tasen dócilmente el yugo de la felicidad pública. la sucesión. Sus partidarros negaron su muerte y lo admitieron corno
Esta razón sublime que se eleva fuera del alcance de lo~ léptimo y último iman. Perseguidos, tuvieron que huir de Medina; su
hombres vulgare e aquella cuyas deci iones pone ellegi~­ hijo, y heredero, Mohamed pa 6 a Persia, mientras el menor, Alí, lo ha-
cía aSiria} Marrueco . Lossiglosnu r 1\ fueron los de in(ubación de
lador en boca de lo inmortales, para arrastrar mediante 1.1 la secta que llego a prinnp10s del siglo J\ u máximo poder poütico al
autoridad divina a aqLtellos a quienes no podrfa poner en proclamar al imán Ubayd Aliad primer califa fatimita en 908. Lo des·
movimiento de prudencia humana 12• Pero no a todo hom· cendientes del hijo maror de Ismael fundaron varios estados en Persi3
bre cor responde hacer hablar a los dioses, ni ser cretdo Yen Siria, en cuyas momañas estu\·o la secta de los hadticlrinos, fuma-
dores de lhtclt1s. En la actualidad su_s zonas de uttluenda on Siria, Liba-
cuando se anuncia como su intérprete. El alma grande del
no (los drusos), India, Per ia, parte de Asia central r en algunas zonas
Legislador es el verdadero milagro que debe probar su mi- de África del norte,
sión"' Cualquier hombre puede grabar tablas de piedra, (1 •• En la Profesión de fe di!/ Vicario saboycmo, Rousseau aludirá a qur «la
comprar un oráculo, o fingir un secreto comercio con aJgu- orgullosa filosofía lleYa al e pintu fuerte, como la ciega devoción Ueva
al fanatismo•. Según \'aughan, la expre~ion «orgullo~a ftlo~ofía• alu·
de al Mahomet de \'oltaire.
• En la Lettres écrrris de la Montaglre, carta lJ 1(libro inédito en ca\tc· ••• Wi~liam Warburton ( 1698·1779), obispo de Gloucester y autor de
llano) Rousseau esptcificará lo caracteres dis tintivos del Legislador, Tire Alllanee betwcen Church aud Sta te, 1736¡ y de Di vine Legation of
muy cercanos a los dd profeta. Moses, donde analiza las relaciones de la Iglesia ydell:.stado.
Dfl C:ON"f RATO ~OCIAI
68 UBMOII 69

mún, sino que en el origen de las naciones la una sirve de pueblos lo que ciertas crisis hacen sobre los individuos, en
instrumento a la otra. que el horror del pasado hace las veces de olvido y en que el
Estado, abrasado por las guerras civiles, renace por así de-
cir de sus cenizas, y recupera el vigor de la juventud al salir
Capítulo Vlll. Del pueblo de los brazos de la muerte. Tal fue Esparta en los tiempos de
Licurgo, tal fue Roma después de los Tarquinos; y tales son
IguaJ que el arquitecto ob erva y sondea el suelo antes de le- entre nosotros Holanda y Sui7.a tras la expulsión de los ti-
vantar un gran edificio para ver si puede aguantar su peso, el ranos.
sabio legislador no empieza por redactar leyes buenas en ~J Pero estos acontecimientos son raros; son excepciones
mismas, sino que antes examina si el pueblo al que las desti cuya razón se encuentra siempre en la constitución particu-
na es apto para soportarlas. Por eso Platón se negó a dar le- lar del Estado exceptuado. Ni siquiera podrían ocurrir dos
yes a los arcadios y a los cireneos, sabiendo que estos dos veces al mismo pueblo, porque puede vokerse libre sólo
pueblos eran rico y no podían tolerar la iguaJdad •: por e~o mientras sea bárbaro, pero no lo puede cuando el nervio ci-
se vieron en Creta buenas leyes y hombres malos, porque vil está gastado. Entonces los disturbios pueden destruirle
Minos no había disciplinado sino a un pueblo cargado de ain que las revoluciones puedan restablecerlo, y en cuanto se
vicios. rompen sus cadenas cae a pedazos y deja de existir: en ade-
En la tierra han brillado mil naciones que jamás habrían lante necesita un amo y no un libertador. Pueblos libres,
podido tolerar buenas leyes, y las mis~as q~te lo hu?ieran acordaos de esta máxima: se puede adquirir la Ubertad; pero
podido no tuvieron, en toda su duracwn, smo un ttempo recobrarla, nunca.
muy corto para ello. Los pueblos• •, como los hombres, sólo Para Las naciones, igual que para los hombres, hay una
son dóciles en su juventud, se vuelven incorregibles al enve- q,oca de madurez. que es preciso esperar antes de someter-
jecer; una vez que las costumbres están establecidas yarrat- los a leyes; pero la madurez de un pueblo no siempre es fácil
gados los prejuicio , es empresa peligrosa y vana querer re- de conocer, y si e la previene, la obra falla•. Tal pueblo es
formarlos; el pueblo no puede siquiera sufrir que se toquen disciplinable al nacer, tal otro no lo es sino al cabo de diez si-
sus males para acabar con ellos, como esos enfermos estúpi- glos. Los rusos no serán civiliz.ados nunca verdaderamente,
dos y in ,·alor que tiemblan a la sola visión del médico. porque lo fueron demasiado pronto. Pedro tenía el genio
No es que, al igual que algunas enfermedades trastornan imitativo; no tenía el verdadero genio, el que crea y hace
la cabeza de lo hombres y les privan del recuerdo del pa,.t-
do, no se encuentre a veces en la duración de los Estados • •la ju,-enrud no es la infancia. Para las naciones, igual que para los
épocas violentas en que las revoluciones hacen sobre los hombres, hay un tiempo de juventud, o si se quiere de madurez, que es
JlftÓ$0 esperar.....; éste es el texto de la edición de 1872; en un ejemplar
• Sigue Rousseau una indicaci ón de Plutarco según la cual Platon se de la edición original del Comraro, Rousseau dio las causas de esta \"ll-
habría negado a redactar las leyes de Cirene debido a su estado de pnw rilute: hacer desaparecer la contradicción entre la afirmación: • Los
peridad. (Plutarco, A un pnncrpe ignorrmct.) , pueblos, como Jos hombres, sólo son dóciles en su juventud» y •Para las
• • La edición de 1782 es restrictiva: •La maroría de los pueblo~. a~r -iones igual que para Jos hombres, hoy...~¡ frente a este texto la letn1
como de los hombres ..... de Rousseau sena! a: «contradicción a corregir con pagina 93...
OFL C0" !lt ~TOSO< 1 Al LJliRO n
70 71

todo de nada~. Algunas de las cosas que hizo estaban bien, tiende el vínculo social, más se relaja, y en general un Estado
la mavoría estaban fuera de Lugar. Vio que su pueblo era bár- pequeño e proporcionalmente más fuerte que uno grande.
baro:no vio que no estaba maduro para la policía; quiso ci- Mil razones demuestran esta máxima. En primer lugar,
vilizarlo cuando sólo hab(a que aguerrirlo. Empez.ó por que- la adminístradón se· vuelve más penosa con las grandes
rer haceralemane , ingleses, cuando había que empezar por distancias, de igual modo que un peso se vuelve más pesado
hacer rosos; impidió que sus súbditos llegaran a ser alguna en eJ extremo de una palanca mayor. Se vuelve también
vez lo que podrían ser, persuadiéndote de que eran lo que más onerosa a medida que los grados se multiplican; por-
no son. Así es como un preceptor fr.mcés forma a su alumno que cada ciudad tiene, en primer lugar, la suya que paga el
para brillar un momento en su infancia y luego no ser nunca pueblo; luego, cada distrito, también la suya, pagada por
nada. El imperio de Rusia querrá sojuzgar a Europa y será el pueblo; luego cada provincia, luego las grandes goberna-
sojuzgado él mismo. tos tártaros, sus súbditos o sus v~ci ­ ciones,las satrapías, Jos virrei11atos que hay que pagar más
nos, llegarán a ser sus amos y los nuestro :esta revol.uClón caro a medida que se sube, y siempre a expensas del desgra-
me parece infalible. Todos los reye de Europa trabaJan de ciado pueblo; finalmente viene la administración suprema
consuno para acelerarla. que lo aplasta todo. Tantas cargas agotan continuamente a
los súbditos; lejos de estar mejor gobernados por estos dife-
rentes órdenes,lo están peor que i hubiera uno solo por en-
Capítulo IX. Continuación cima de ellos. Y mientras tanto, apenas quedan recursos
para los casos extraordinarios, y cuando hay que recurrir a
Así como la naturaleza ha marcado términos ala estatura de.' ellos, el Estado está siempre en vísperas de su ruina.
un hombre bien conformado, pasados lo cuales no hace ma' Esto no es todo; no solamente el gobierno tiene meno vi-
que gigantes o enanos, así también existen, respecto a la ~e­ sor y celeridad para hacer observar las leyes, imp~dir las ve-
jor constitución de un Estado, límites respecto a la extenswn jaciones, corregir los abusos, prevenir las empresas sedicio-
que pueda tener, a fin de que no. sea ni ~emasiado ?rande sas que pueden hacerse en lugares alejados; sino que el
para poder ser bien gobernado, m demastado pequ~~o para pueblo siente menos afecto por sus jefes, a Jos que no veja-
poder mantenerse por sí mismo. En todo cuerpo pohtlco ha) más, por la patria, que es a sus ojos como el mondo, y por sus
un maximum de fuerza que no podría superar, y del cual con conciudadanos, La mayoría de los cuales le son extraños. Las
frecuencia se aleja a fuerza de agrandar e. Cuanto más se ex- mismas leye no pueden convenir a tantas provincias diver-
sas que tienen costumbres diferentes, que viven bajo climas
• Los ataques a las reformas de Pedro 1 el Grande apuntan indirnta• oruestos y que no pueden soportar la misma forma de go-
mente a Voltaire, que tanto en su Hisroirt de Russie c~mo en la H~r,me b~rno. Leyes diferentes no engendran más que perturba-
de Clwrles Xll, cOn\rierte al 'lar en un reformador gema!. A este parra to aon y confusión entre pueblos que, viviendo bajo los mis-
rousscauniano contestada Voltaire en su Dictionnarre phi/osoplll•/fl!', mos jefes y en comunicación continua, se trasladan de una
bajo el epígrafe • Pedro el Grande r.J:·J. Rous~eau•, así co~o en /.IU~
Rlpublicaines: el comienzo de la cnuca es personal: tras cllat el tr.1g parte a ot ra o se casan entre sí y, sometidos a otras costum-
mento, Voltaire añade: «Estas palabras están sacadas de un folletc1 utu· brn, no saben nunca si su patrimonio es verdaderamente
lado El comrato socícll, o m ocia!, del poco sociable J.-J. Rousseau...• IU)'o. Los talentos son enterrados, las virtudes ignoradas, los
72 Ofl c.o~TJtAm-.ou~L IJPO 11 73

vicios impunes, en esta multitud de hombre desconocidos agrandarse sin cesar. Quizá se felicitaban mucho por esta
unos de otro que la sede de la administración suprema reu- afortunada necesidad, que, sin embargo, Le mostraba,
ne en un mismo lugar. Los jefes abrumados de asuntos no con el término de su grandeza, el inevitable momento de
ven nada por sí mismos, y empleados gobiernan el Estado. su caída.
Finalmente, las medidas que hay que adoptar para mantener
la autoridad general, a la que tantos funcionarios alejado~
quieren substraerse o imponerse, absorben todos los cuida- Q:lpítulo X. Continuación
do públicos, no queda nada para La felicidad del pueblo,
apenas queda algo para su defensa en caso necesario, y asi e~ Se puede medir un cuerpo político de dos maneras: a saber,
como un cuerpo demasiado grande por su constitución se por la extensión del territorio y por el número de población;
desmorona y perece aplastado bajo su propio peso. y entre ambas medidas hay una relación conveniente para
Por otro lado, el Estado debe darse cierta base para tener dar al estado su verdadera grandeza. Son los hombres los
solidez, para resistir las sacudidas que no dejará de expen- que hacen el Estado, y es el terreno lo que nutre a los hom-
mcntar y los esfuerzos que será constretiido a hacer para bres; esa relación estriba por tanto en que la tierra baste al
ostenerse; porque todos los pueblos tienen una e~pecie de nacimiento de us habitantes, y en que haya tantos habitan-
fuerza centrífuga, por La que actúan continuamente unos la como puede nutrir la tierra. Es en esta proporción en La
contra otro y tienden a engrandecerse a expensas d e sus ve- que Sé encuentra el maximum de fuerza de un número dado
cinos, como los torbellinos de De cartes. Así los débiles co- de población; porque si hay demasiado terreno, su guarda es
rren el riesgo de ser engullido muy pronto,}' nadie puede ~rosa, el cultivo insuficiente, el producto superfluo; tal es
apenas conservarse si no es poniéndose con todos en una es- la causa próxima de las guerras defensivas; si no es suficien-
pecie de equilibrio, que hace la compresión más o menos te, el Estado se encuentra a discreción de sus vecinos por lo
igual en todos los sentidos. que hace al suplemento; tal es La causa próxima de las gue-
Ahí se ve que hay razones para extenderse y razones para rras ofensivas. Todo pueblo que por su posición no tiene
limitarse, y no es el menor talento del político encontrar, en- más que la alternativa entre el comercio o la guerra, es débil
tre unas y otras, la proporción más ventajosa para la conser- en sí mismo; depende de sus vecinos, depende de los acon-
vación del Estado. En general puede decirse que las prime- tecimientos; nunca tendrá más que una existencia incierta y
ras, al no ser más que exteriores y relativas, deben estar corta. O sojuzga y cambia de situación, o es ojuzgado y no
ubordinadas a las otras, que son internas y absolutas; una a nad a. No puede conservarse libre más que a fuerza de pe-
constitución ana y fuerte es lo primero que hay que buscar. queñez o de grandeza.
y es menester contar más con el vigor que nace de un buen No se puede calcular una relación fija entre La extensión de
gobierno que con los recursos que proporciona un territorio la tierra y el número de hombres que mutuamente se bastan;
grande.. tanto a causa de Las diferencias existentes en las calidades del
Por lo demás, se ha visto Estados constituidos de tal for- terreno, en sus grados de fertilidad, en La naturaleza de sus
ma que la necesidad de conquistas entraba en su constitu- producciones, en la influencia de los climas, como de las que
ción misma, y que para mantenerse estaban forzados a le observa en los temperamentos de los hombres que las ha-
74 DEL COJ<.OR A1() '>0<.1A1 UBitUII 75

bitan, de los cuales unos consumen poco en un país fértil , son los que destruyen el Estado. Los usorpadore propician
otros mucho sobre un suelo ingrato. Además hay que tener o escogen siempre estos momentos de perturbaciones para
en cuenta la mayor o menor fecundidad de las mujeres, lo hacer pasar, gracias al terror público, leyes destructivas que
que en el país puede haber de más o menos favorable a lapo- el pueblo no adoptaría jamás a sangre fría. La elección del
blación, la cantidad a que el legislador puede esperar llegar momento de la institución es uno de los caracteres más se-
con sus instituciones; de suerte que no debe fundar su juicio guros por los que se puede distinguir la obra del legislador
sobre lo que ve, sino sobre lo que prevé, ni detenerse tanto en de la del tirano.
eJ estado actual de la población como en aquel que debe ella Por tanto, ¿qué pueblo es propio para la legislación?
naturalmente alcanzar. Por último, hay mil ocasiones en que Aquel que, encontrándose ra vinculado por alguna unión
Los accidentes particulares del lugar exigen o permiten que se de origen, de interés o de convención, no ha llevado todavía
abarque más terreno del que parece necesario. Así, se cxtcn - d verdadero yugo de las leyes; aquel que no tiene ni costwn-
derá mucho en un país de montañas, en el que las produccio- bres ni supersticiones arraigadas; aquel que no teme ser
nes naturales, a saber, los bosques, los pastos, exigen meno abrumado por una invasión súbita, que, sin entrar en las
trabajo, en el que la experiencia enseña que las mujeres son querellas de sus vecinos, puede resistir solo a cada uno de
más fecundas que en Las Uanuras, y en el que la mayor partl ellos, o ayudarse de uno para rechazar al otro; aquel en que
del suelo en declive sólo da una pequeña base horizontal, la cada uno de sus miembros puede ser conocido de todos, y
única con que hay que contar para la vegetación. Por el con- en que no se ven forzados a cargar a un hombre con un far-
trario, es posible estrecharse a orillas del mar, incluso entre do mayor del que un hombre puede llevar; aquel que puede
rocas y arenas casi estériles; porque all r la pesca puede suplir prescindir de los demás pueblos y del que cualquier otro
en gran parte a los productos de La tierra, porque los hom pueblo puede prescindir 11 ; aquel que no es ni rico ni pobre
bres deben estar más unidos para rechazar a los piratas, \ y puede bastarse a sí mismo; en ftn, aquel que reúne la con-
porque además hay más facilidad para de cargar al pafs, me- sistencia de un pueblo antiguo con La doctrina de un pueblo
diante colonias, de los habitantes de que e tá sobrecargado. nuevo. Lo que hace penosa la obra de la legislación es me-
A estas condiciones para instituir un pueblo hay que aña- nos lo que hay que establecer que lo que es preciso destruir;
dir una que no puede suplir a ninguna otra, pero sin la cual y lo que vuelve al éxito tan raro es la imposibilidad de hallar
todas son inútiles: es que se goce de abundancia y de paz; la simplicidad de la naturaleza unida a las necesidades de la
porque el tiempo en que se ordena un Estado es, como aquel sociedad. Cierto que toda estas condiciones se encuentran
en que se forma un bataUón, el instante en que el cuerpo es difícilmente juntas. Por eso se ven tan pocos Estados bien
menos capaz de resistencia y más fácil de destruir. Se resisti- constituidos.
ría mejor en un desorden absoluto que en un momento d~ Todav(a queda en Europa un país capaz de legislación: es
fermentación, donde cada uno se ocupa de su rango y no del la isla de Córcega "".El valor y la constancia c.on que este vale-
peligro. Que en este tiempo sobrevenga una guerra, el ham-
• Rous eau escribió un Projct de Comtitution pour la Corse 1Proyecto
bre, una sedición: el Estado se derrumba iJúaüblemente. de \.onstitución para Córccga ), publicado porvcz primcr3 en 1825 en
Y no es que no haya muchos gobiernos establecidos du- un \'olumen de CEu1•res inédites de Rousseau. Puede ver e en CEuvres
rante esas tormentas; pero entonces estos gobiernos mismo:, completes, lll, págs. 899-950.
76 OELI""O'lTRATO SOCIAl UllltOII 77

roso pueblo ha sabido recuperar y defender su libertad bien ben ser modificados en cada país por Las relaciones que na-
merecía que algún hombre sabio le enseñase a conservarla. cen tanto de la situación local como del carácter de los habi-
Tengo cierto presentimiento de que un día esta pequeña isla tantes, y a parlir de tales relaciones es como hay que asignar
asombrará a Europa. a cada pueblo un sistema particular de institución, que sea
el mejor, quizá no en sí mismo, sino para el Estado a que está
destinado. Por ejemplo, ¿e el suelo ingrato y estéril, o el país
Capítulo XI. De los diversos sistemas de legislación demasiado estrecho para Jos habitantes? Volveos hacia la in-
dustria y las artes, cuyos productos cambiaréis por los géne-
Si se indaga en qué consiste precisamente el bien mayor de ros que os faltan. ¿Que por el contrario ocupáis ricas llanu-
todos, que debe ser el fin de todo sistema de legislación, se ras y fértiles laderas? ¿Que en un buen terreno os faltan
encontrará que se reduce a dos objetos principales, la liber- habitantes? Dad todos vuestros cuidados a la agricultura,
tad y la igualdad. La libertad, porque toda dependencia que multiplica los hombre , y expulsad las artes que no ha-
particular es otro tanto de fuerza que se quita al cuerpo del rían sino acabar de despoblar el pais, agrupando en algunos
Estado; La igualdad, porque la libertad no puede subsistir puntos del territorio a los pocos habitantes que tiene 15• ¿Que
sin ella. ocupáis riberas extensas y cómodas? Cubrid el mar de baje-
Ya he dkho lo que es la libertad civil*; respecto a la igual- les, cultivad el comercio y la navegación; tendréis una exis-
dad, no hay que entender por esta palabra que los grados de tencia brillante y breve. ¿Que el mar no baña en vuestras
poder y de riqueza sean absolutamente los mismos, sino costas sino rocas casi inaccesibles? Seguid siendo bárbaros e
que, en cuanto al poder, que esté por debajo de toda violen- ictiófagos; viviréis más tranquilos, qujzá mejores, y con toda
cia y no se ejerza nunca sino en virtud del rango y de las le- seguridad más felices. En una palabra, además de las máxi-
yes, y en cuanto a la riqueza, que ningún ciudadano sea lo mas comunes a todos, cada pueblo encierra en si alguna cau-
bastante opulento para poder comprar a otro, y ninguno 1& que las ordena de una manera particular y hace su legisla-
lo bastante pobre para ser constreñido a venderse: cosa que ción idónea sólo para él. Así es como antaño los hebreos y
supone por parte de lo grandes moderación de bienes y de rteientemente los árabes han tenido por principal objeto la
crédito, y por parte de los pequeños, moderación de avari- religión, lo ateniense las letras, Cartago y Tiro el comercio,
cia y de ambición u. Rodas la marina, Esparta la guerra y Roma la virtus•. El au-
Esta igualdad, dicen ello • es una quimera de especula- tor de L'Esprit des Lois.,. ha mostrado en muJtitud de ejem-
ción que no puede existir en la práctica. Pero si eJ abuso es
inevitable, ¿se sigue de ello que al menos no haya que regu- • Routseau e cribe: la ~ert11. Pero una traducción literal, con las conno-
larlo? Precisamente porque la fuerza de las cosas tiende llldones religiosa que en castellano tiene el término virtud, no podría
siempre a de truir la igualdad es por lo que la fuerza de la le- Inducir lo que era la virtus romana: conjunto de cualidades que dan al
gislación debe tender siempre a mantenerla. hombre o a los demás seres su valor físico o moral; cualidades virile ,
w.roniles: vigor, moral, energía, "-alar, esfuerzo, fortaleza de ánimo.
Pero estos objetos generales de toda buena institución de-
•• Montesquieu. Alude Rousseau al libro XJ, cap. V: <!Aunque tudos los
liMados tengan en general un mismo objeto, que es el de mantenerse,
• Enellibrol,cap.Vlii. cada Estado tiene, sin embargo, uno que lees particular. El engrandecí-
78 l>t:L Cn"'"TRA 1O SOCL~ 1 tiMROfl 79

plos por medio de qué arte el legislador dirige la institución sin cierta razón si tales Leyes son abias. Porque si en cada
a cada uno de esto objetos. Estado no hay más que una buena manera de ordenarlo, el
Lo que hace la constitución de un estado verdadcramentt! pueblo que la ha encontrado debe atenerse a ella: pero si
sólida y duradera es que las conveniencias sean observadas el orden establecido es malo, ¿por qué tomar por fundamen-
de tal modo que las circunstancias naturales y las le}·es cai- tales leyes que le impiden ser bueno? Por otra parte, y en
gan siempre concertadas ¡¡obre los mismos puntos, y que és- cualquier situación, un pueblo es siempre dueño de cambiar
tas no hagan, por así decir, más que a egurar, acompañat , sus leyes, incluso las mejores; porque si le place hacerse mal
rectificar a las otras. Pero !>Í el Legislador, equivocándose en a sí mismo, ¿quién tiene derecho a impedírselo?
su objeto, adopta un principio diferente del que nace de la La segunda relación es la de los miembros entre sí o con el
naturaleza de las cosas, si uno tiende a la senridumbre y el cuerpo entero, y esta relación debe ser en el primer aspecto
otro a La libertad, uno a Las riquezas y otro a la población, tan pequeña y en el segundo tan grande como sea posible: de
uno a la paz y otro a las conquistas, se verá debilitarse insen- suerte que cada ciudadano esté en perfecta independencia
siblemente las leyes, alterarse la constitución, y el Estado no de todos los demás, y en excesiva dependencia de la ciudad;
cesará de ser perturbado hasta que sea destruido o cambia- lo cual siempre se hace por los mismos medios; porque sólo
do, y hasta que la invencible naturale7~ haya recuperado su la fuerza del Estado hace la libertad de sus miembros. De
imperio. esta segunda relación es de donde nacen las leyes civiles.
Puede considerar e una tercera clase de relación entre el
hombre y la ley, a saber, la de la desobediencia a la pena, y
Capítulo Xll. División de las Leyes ésta da lugar aJe tablecimiento de leyes criminale que en el
fondo son menos una especie particular de Leyes que la san-
Para ordenar el todo o dar la mejor forma po ible a la cosa ción de todas las demás.
pública, hay diversas relaciones que considerar. Primera- A estas tres clases de leyes se une una cuarta, la más im-
mente la acción del cuerpo entero actuando sobre sí mismo. portante de todas; que no se graba ni sobre el mármol ni
es decir, la relación del todo al todo, o del soberano con el sobre el bronce, sino en los cora10nes de los ciudadanos;
Estado, y esta relación está compuesta por la de Jos término' que forma la verdadera constitución del Estado¡ que ad-
intermediario , como enseguida veremos. quiere todos los días nuevas fuerzas; que cuando las demás
Las leyes que regulan esta relación llevan el nombre de le- leyes envejecen o se extinguen, las reanima o las suple, con-
yes política , y se llaman también leyes fundamentales, no ser va un pueblo en el espíritu de su institución y sustituye
insensiblemente la fuerza del hábito por la de la autoridad.
miento era el objeto de Roma; la guerra, el del acedemonia;la religión. Hablo de las costumbres, de los usos, y sobre todo de la opi-
el de las leyes judaica~; el comercio, el de Marsella; la tranquilidad pu nión; parte desconocida de nue tros politicos, pero de la
blica, el de las leyes de China; la navegación, el de las leyc~ de los Rodio,, que depende el éxito de todas las demás: parte de la que el
la libertad natural, el objeto de la policra de lo sah'ajes; en general, l<b
gran LegisJador se ocupa en secreto, mientras que parece
delicias del prmcipe el de los Estados despóticos; su gloria y la del Esta
do, el de los monarcas; la independencia de cada particular es d obieto limitarse a los reglamentos particulares que no son más
delas le}'~:s de Polonia, de lo que resulta la opresión de todo"·" · que la cimbra de la bóveda, de la cual las costumbres, más
80

lentas en nacer, forman en última instancia la inquebranta-


ble clave.
JJbroiii
Entre estas clases diversas, la~ leyes políticas, que consti-
tuyen la forma del gobierno, son la úruca referida a mi
tema.

Antes de hablar de las diversas formas de gobierno, tratemos


ele fijar el sentido preciso de esta palabra, que aún no ha sido
muy bien explicado.

Qrpítulo l. De/gobierno en general

Advierto al lector que este capítulo debe ser leido despacio, y


que yo no conozco el arte de ser claro para quien no quiere
litar atento.
Toda acción libre tiene dos causas que concurren a produ-
cirla: una moral, a saber: la voluntad que determina el acto;
otra física, a saber: el poder que lo ejecuta. Cuando camino
Mcia un objeto, primero es menester que yo quiera ir, en se-
podo lugar, que mis pies me lleven. Que un paralítico quie-
n correr, que un hombre ágil no quiera: los dos se quedarán
ea el sitio. El cuerpo político tiene los mismos móviles: se
diatingue también en él la fuerza y la voluntad. Ésta con el
DOmbre de poder legislativo, la otra con d nombre de poder
fiecutivo. Nada e hace o nada debe hacerse sin su concurso.
Hemos visto que el poder legislativo pertenece al pueblo,
81
82 OtlC'tl,'lRATO !iOCI \L 83

y no puede pertenecer más que a él. Es fácil ver, por el con- esta última relaci6n por la de los extremos de una propor-
trario, por los principios anteriormente e1.tablecidos, que e] ción continua, cuya media proporcional es el gobierno. El
poder ejecutivo no puede pertenecer a fa generalidad como gobierno recibe del soberano las órdenC!> que da al pueblo, y
legisladora o soberana; porque este poder no consiste má~ para que el Estado esté en buen equilibro es preci o que,
que en actos particulares que no son de la incumbencia de la compensado todo, haya igualdad entre el producto o el po-
ley ni, por consiguiente, de la del oberano, cuyos acto'> to- der del gobierno en si mismo considerado y el producto o el
dos no pueden ser más que leyes. poder de lo ciudadano , que son soberanos por un lado y
Necesila, por tanto, La fuerza publica un agente propio súbditos por otro.
que la una y la ponga en acción según Las direccione~ de la Además, no podría alterarse ninguno de lo tres términos
voluntad general, que sirYa a la comunicación del Estado v sin romper al instante la proporción. Si el soberano quiere
del soberano, que, en cierto entido, haga en la persona pü- gobernar, o si el magistrado quiere dar leyes, o si los súbdi-
blica lo que hacen en el hombre la unión del alma y del cuer- tos rehúsan obedecer, el desorden sucede a la regla, la fuera
po. He ahí Lo que es en el Estado la razón del gobierno, con- y la voluntad no obran ya de concierto, y el Estado, disuelto,
fun dido erróneamente con el soberano, del que no es m.í~ cae así en el despotismo o en la anarquía. Finalmente a f
que el ministro. como no hay más que un medio proporcional entre cada re-
¿Qué e , pues, el gobierno? Un cuerpo intermediario e:.ta- lación, tampoco hay mas de un gobierno bueno posible en
blecido entre los súbditos y el soberano para su mutua co- un Estado. Pero como mil acontecimientos pueden cambiar
rrespondencia, encargado de la ejecución de las leyes, }' del las relaciones de un pueblo, no ólo diferentes gobiernos
mantenimiento de la Jjbertad, tanto civil como política. pueden ser buenos para diversos pueblos, sino para el mis-
Los miembros de este cuerpo se llaman~1agistrado o Re- mo pueblo en diferentes épocas.
yes, es decir, gobemantes, y el cuerpo entero lleva el nombre Para tratar de dar una idea de las diversas relaciones que
de Prlncipe 16• Así, quienes pretenden que el acto por el que pueden reinar entre estos dos extremos, tomaré como ejem-
un pueblo se somete a Jo¡, Jefes no e. un contrato, tienen m u- plo el número de la población como una relación más facil
cha razón. No es más que una comisión, un empleo en el de expresar.
cual, simples oficiales del soberano, ejercen en u nombre Supongamos que el Estado esté compuesto de diez mil
el poder de que los ha hecho depo1.itarios, y que él puede li- ciudadanos. El soberano no puede ser considerado sino co-
mitar, modificar y recuperar cuando le plazca, por ser m - lectivamente y como cuerpo; pero cada particular en cali-
compatible la enajenación de tal derecho con la naturaleza dad de súbdito es considerado como individuo: así el sobe-
del cuerpo social y contraria al fin de la asociación. rano es al súbdito como diez mil es a uno; es decir, que cada
Llamo pues gobierno o suprema administración al ejer· miembr o del Estado no tiene, por lo que a él se re~ ere, más
cicio legítimo del poder ejecutivo y príncipe o magistrado al que la die1milésima parte de la autoridad soberana, aunque
hombre o el cuerpo encargado de esta administración. esté sometido a ciJa por entero. Si el pueblo está compuesto
Es en el gobierno donde se encuentran las fue rzas inter- por cien mil hombres, el estado de los súbditos no cambia, y
mediarias, cuyas relaciones componen La del todo con el cada cual lleva igualmente todo el imperio de las leyes,
todo o la del soberano con el Estado. Se puede representar mientras que su sufragio, reducido a una cienmilésima, ti e-
84 Ulo.LCOSTRATU S<l<UL 85

ne diez vez menos influencia en su redacción. Entonces, por cuerpo político. Se sigue también que por ser fijo y represen-
permanecer siempre uno el súbdlto,la relación del sobera- tado por la unidad, u no de los extremos, a saber el pueblo
no aument a en razón del número de los ciudadanos. De como súbdito, cada vez que la razón doblada* aumenta o
donde se sigue que cuanto más se agranda el .Estado, más disminuye, la razón simple aumenta o disminuye análoga-
disminuye la ubertad. mente, y que, en consecuencia, el término medio cambia. Lo
Cuando digo que la relación aumenta, entiendo que se cual demuestra que no hay una constitución de gobierno
aleja de la igualdad. Cuanto mayor es La relación en la acep- única y absoluta, sino que puede haber tantos gobiernos di-
ción de los geómetras, menos relación hay en la acepción co- ferentes en naturaleza como Estados diferentes en exten-
mún; en la primera, la relación considerada según la canti- sión.
dad se mide por el exponente", y en la otra, considerada Si, queriendo ridiculizar este sistema, dijeran que para
según la identidad, se estima por la similitud. encontrar esa media proporcional y formar el cuerpo del go-
Ahora bien, cuanto menos relación tengan las voluntades bierno no hace falta, en mi opinión, más que extraer la raíz
con la voluntad general, es decir, las costumbres con las le- cuadrada del número de la población, contestaría que no
yes, más debe aumentar la fuerza represiva. Pm tanto, para tomo aquí ese número sino como ejemplo, que las relaciones
ser bueno, el gobierno debe ser relativamente más fuerte a de que hablo no se miden sólo por el número de hombres,
medida que el pueblo es más numeroso. sino en general por la cantidad de acción, que se combina
Por otro lado, al dar el agrandamiento del Estado más ten- por multitudes de causas, que, por lo demás, si para expre-
taciones y medios de abusar de su poder a los depositarios sarme con menos palabras tomo prestado por un momento
de la autoridad pública, cuanta más fuerza deba tenet el go- los términos de geometr-ía, no ignoro sin embargo que la
bierno para contener al pueblo, más deberá tener '<1 su vet el precisión geométrica no tiene cabida en las-cantidades mo-
soberano para contener al gobierno. No hablo aquí de una rales.
fuerza absoluta, sino de una fuerza relativa de las diversas
partes del Estado.
• En Le /ar¡gage maJlrématique de J.-J. Ro11sseau (pág. 343), Franc;on ex-
De esta doble refación se sigue que la proporción continua plica «raison doublée•: «También es ésa una expresión matemática
entre e1 soberano, el príncipe y eJ pueblo no es una idea arbi- cuyo sentido se comprende mal ho)~ Dadas dos relacione~ .iguales A/B y
traria, sino una consecuencia necesaria de la naturaleza del CID, se Uama "razón doblada" al producto de estas dos relaciones, una
por la otra, o sea (A· B) (C · L>). En el caso-particular que nos ocupa. te-
• En la Enciclopedia, D' Alembert firma el artículo ~tExponente~. que Dtmos una 'proporción continua' que no ofrece más que los tres térmi-
define así: ~<Elexpone,tre de una razón (hay que entender lagl?{}mrtríca, nos A, By C. La "razón doblada" es por tanto la relación (A· B) (B· C).
porque en aritmética lo que podria denominarse con ese nombre auop Al ser fijo y estar representado por la un.idád unod~los extremos, C, de
ta mas particularmente el de ciiferencia): el exponente, pues., de una ra· la proporción AIB = 8/C, la "razón doblada" es igual a (A· B)/B =A.
zón geométrica e$ el cociente deJa división del consecuente por el ante- Cuando A vruía,la relación AlB varia también, así como el término me-
cedente. Así, en la razón de 2 a 8, el exponente es 812 =4; en lll de ll a 2 el dio entre Ay la unidad, es decir, B. Rousseau deduce de ello que "no hay
exponente es 2/8 = 1/4, etc. Es la igualdad de exponentes de dos razones una constitución de gobierno única y absoluta, sino que puede haber
lo quelas hace iguales1 y lo que establece entre ellas lo que se llama una tantos gobiernos diferentes en narurale2a como Estados diferentes en
proporción. Cada consecuente es entonces el producto de su anteceden- extensión". Como además tenemos la relación A · C = 8 2 y como C = l,
te por el exponente común,.. lftulta que B = vA.»
86 U BRP III 117

El gobierno es en pequeño lo que el cuerpo político que lo de deliberar, de resolver, derechos, títulos, privilegios que
engJoba es en grande. Es una persona moral dotada de cier~ pertenecen al Príncipe exclusivamente y que hacen la condi-
tas facultades, acth•a como el soberano, pasiva corno el Ción del magistrado más honorable en la proporción en que
Estado, y que se puede descomponer en otras relaciones se- e~ más penosa. Las dificultades están en la manera de orde-
mejantes, de donde nace, por consiguiente, una nueva pro~ nar en el todo este todo subalterno, de suerte que no altere en
porción, otra más aún en ésta, según el orden de los tribuna~ nada la constitución general al afirmar la suya, que distinga
les, hasta que se llega a un término medio indivisible, es ~icmpre su fuerza particular destinada a su propia conscrva-
decir, a un solo jefe o magistrado supremo que se puede re- oón de la fuena púbüca destinada a la conservación del Es-
presentar, en medio de esta progresión, como la unidad en- tado, y que, en una palabra, esté siempre dispuesto a sacrifi-
tre la serie de las fracciones y la de los numeros. car el gobierno al pueblo, y no el pueblo al gobierno.
Sin enredarnos en esta multiplicación de términos, con - Además, aunque el cuerpo artillcial del gobierno sea obra
tentémonos con considerar el gobierno como un nuevo de otro cuerpo artificial, y aunque no tenga en cierto modo
cuerpo en el Estado, distinto del pueblo y del soberano, e in- más que una vida prestada y subordinada, esto no impide
termediario entre uno y otro. que pueda actuar con más o menos ,·igor y celeridad, gozar,
Entre estos dos cuerpos hay la siguiente diferencia esen - po r así decir, de una salud más o menos robusta. Por último,
cial: que el Estado existe por sí mismo, y que el gobierno n o sin alejarse directamente del objetivo de su institución, pue-
existe más que por el soberano. Así, la voluntad dominante de apartarse más o menos, según La forma en que esté cons-
del Príncipe no es, o no debe ser, má!. que la voluntad general tituido.
o la ley, su fuerza no es más que la fuerza pública concentra- De todas estas diferencias es de donde nacen las diversas
da en él, y tan pronto como quiere sacar de si mismo algún relaciones que el gobierno debe tener en el cuerpo del Esta-
acto absoluto e independiente, la trabazon de todo comien- do, segun las relaciones accidentales y particulares por las
za a relajarse. Si finalmente ocurriera que el Pnncipe tien e que ese mismo Estado es modificado. Porque a menudo el
una voluntad particular más activa que la del soberano, y meJor gobierno en sí mismo llegará a ser el más vicioso si sus
que para obedecer a esta voluntad particular usa de la fuerza relaciones no se alteran según los defectos del cuerpo pohti-
pública que está en sus manos, de suerte que hay por así de- co a que pertenece.
cir dos soberanos, uno de derecho y otro de hecho, al instan-
te la unión social se desvanecería, y el cuerpo político que-
darfa disuelto. Capítulo IJ. Del principio que co11stituye las diversas
Sin embargo, para que el cuerpo del gobierno tenga una formas de gobierno
existencia, una ,·ida real que lo distinga del cuerpo del Esta-
do, para que todo!l sus miembros puedan actuar de concierto Para exponer la causa general de estas diferencias, hay que
)' responder al fin para el que está instituido, hace falta un yo <llitinguir aquí el príncipe del gobierno, como he distingui-
particular, una sensibilidad común a s us miembros, una do antes el Estado del soberano.
fuerza , una voluntad propia que ttenda a su conservación. El cuerpo de magistrados puede estar compuesto por un
Esta existencia particular supone asambleas, consejos, poder número mayor o menor de miembros. Hemos dicho que la
8

rda-.ion Jet 'oberano con lu~ .. uhdito' t.•ra tamo maror Lna \CZ 'entado c'to. qut• todo el gobierno e-te cntrt' l.l,
-.uanto ma' numc:ro~o era el puehln, }' pur una analogta e,-¡. n no:. de un ,oJo htlmhre: 'a h:llt'lll•)' a la n1lwllad p:uti..u-
d('nt~· podl•mo deCJr otro tanttl del gubi~ rnu rl 'pecto a lo!> 1 r, a la 'olunL.ld dt• -.u.. rpu palcdamente rcuntli..t', ,. por
magt,tr.tJo~. 11 ,¡gui~ntt' 't' h.tlla en d m.l, ,,Jt,, grado de tntcn,¡J,¡J lJlll
\hor.t lm.•n,la tuerza total Jd gohicrrw. por -.er la del E!>- p tede tener. Ahor,l hit.>n, t.lll11t) el uso dt> !J fuer u dt•pendc
t.Jdo, no \ó.lJJ.t t'n ah ..oluto: lk donde 'e '>iguc que tua nto ma.s d 1!:\r.1dn dcla 'o l untt~d , \ ~~tmo l.t tu~I La ab,oluta del go-
u'a de t·~ t .l lut'r/,1 'obre 'll'- prupiu' mh.'mbro~. men01s le l unn no ,·arta. ~r dt•Jutt' quL' d ma' adi' o ddo-. gohictllll'
l¡ued,t p.~ra u¡:tuar ~ob r<-' todo d pueblo. e el de uno solo.
Por t.lllto, t:u.mto m.i num.:ro,th 't'an lm m.tgi.,tmdo lJn.Jrno<; por d conlr.trtu d gol1iemo ,tl.t ,1utoridaJ leHÍ'>·
m,,, Jd11l e d gobtcrno. Lomo e ta rnax1ma e tuodameo- 1\ a: h.1gamo' d prtllt.lpt• dd 'llnt:rano, v de todo lm t.IU·
tal, apl•qu~ nHlrlO' n e:-clare-.erla mejor. d,mo' otrn' tantm m.t~l traJo, enton .. c' b 'oluntad de
l'odcmn di tmguu t:n la i1t•r,ona del magi trado lrt':> crpo. ~..ontundtd.t t.on 1~ \o! untad ~('neral . nn tenJr m.t,
\'Oiunt.tde~ !.\:n .. iuhmnlt' diterentn. f n prim..:r lugar, !,1 \O· 11\ 11lad que: dl.t , ' dej,uá la 'olunt.ld pat ticular lll tod.1
lunt,td pmp1.1 delmdn iduu,4u..: no t 1~ ndt• m a' que a ~u ,-en- uluena. ,\~1. d guhit'JJHI, 'iemprt' con la mt~ma lm:rt.l ab-
tat:l p.trtttulat ; en 'l"!:~undo )ul,!.u,l,¡ 'oluntaJ tomün dt.~ Jos olut,t , ...e hallara en :.u 1111/l/llltlm Jc fu ..·oa rdati\ a o Jc .ll.ti-
magbt1.tdo~. que ~e refiere un ka me nh.' a l,t ' t'nt.tia J el prt n- \ldad .
ttpe. \ qut' 'e put.'Je denom1n.u 'llluntJJ de CUL'r po, La cual l stas relanonc~ ~nn irrt'lltl,thk,,l' inclu¡,o otra!> wn,idc-
t.:~ general t'n rd,1don al gobierno\ p.ut io..ul.tr en rd,~eio n al r u une' ... inc.:n para Cllnllr tHlrla' Se Ye, por t'lt.'mplo, que
~ ,¡,tJo, del qul' d gobierno fnrm.t parte; en tercer lugar, la J¡¡ m.tl!btr.tdn e . . rna' ,tt.ll\ n en 'u ..:u~:·rpo que call.1 ciu -
'oluntaJ del pueblo o ' 'oluntad l>hcr. na. que e o.. gcn~r<ll dad.tno ~n el 'U\11,} t¡Ut', p11r -.nn,iguit'nh.' .l,t 'olunrad par-
t.tnto en relacional Estado wn,td~: ratio •o mu el todo cuanto t cular tiene mu\.h.t nl.l~ tn tlut'nLÍa t: n lo!> acto-. del 1;ohiernn
en rcladon al gtlbt~ rnu '""" iJerado Ct•rno par!<.' Jd todo. e en lo' dd 'obt:rano; pnrque ...ula magi,trado e'lá .. a,,
1 n un,tl~ghla-.ion pcrlcda,la H•lunt.Jd p.trltlularo indi- empre encargad(! de algunct lun.. tOn del !Wblt>rnl•, mit. n·
' tJual dcbt• 't'r nula, la \oluntad de -.ucrpo propia dd go- tr ~ qu.-cada Ciudadano cnn,ickr.~t1o apane nu tÍt'llL' ningu-
bt~lt10, mu' 'uhordtnadJ, ), pur ._,,n,i~uit•fllt', la ,uJuntad t.l f undon de la 'oh~:J :.tnJ.t. P111 otra parte. ru.tntn m,,, ~L' \!"'\ ·
~cucr.tl n suht:rana 'iempre dumÍJhtntt.•' rcglJ u mea dt to- t1endc d Estado, m t S .tumcnt.t 'u tm·na rt·.tl, aunque t:~ta no
J,¡, l.t~ dt:~nJ~ . Ulncr\tc en rJ.Loll Je la cxtt:ll\IOn dt> <H.¡url: p~:ru, .11 ~cguir
Por elulntrano,l>t>gw¡ d m den n.tlltr,tl, e . . ta" dt terentes 1cndo el m1'mo l'l ht ,JJn, por m.h que loo; magi,tr.tdo ~l'
\Oiunt.td~:~ 't' ' UL'I\(fl m,¡, ;KtÍ\,1' a medida 4ut• 'e concen- mulllpliqut:n, n11 aJquit't~ ~ 1gobierno una ~ut'tla rc.tlnu-
tran . ~,, , J,¡ ,oJunrad general L'' 'iemprt:' la m •• , dcbJl,la vo- \ •r, porque e'ta tuerza 6 1.1 dd 1 qado, lll\'3 ml.'dida e
lunlad J e tllcrptH•o..upa el 'cgundu rango, \ la \'O! untad p.u- st m pre ll!llal. Dcc,tc modo, l.1tue!'2a rdall\a o la actÍ\ 1Jad
ttcular el prunero dt.' toJo,: de 'ucrlt' que en el gnhierno id gobierntl d1smtnU}l' 111 quc;- 'u tut>rza absulut.t o re ti
la da mil mhru e' en pruncr lugar el mi rno, ' htL'gu magj,. pueda .tU mentar.
traJo, } luego Ciudadano. Gt ada'-toll dm.·, lamente opue,ta Es seguro también que d dt: pa-.ho de In a'unttl!i e ha'-e
.tia t¡ue d m den -;o ... 1.1l cxtgl'. m.i lento a mcd11il qu.: 't: cn ... argan ma~ pt.:r~nna de ellt ,,,
90 91

que no por dar demasiado a la prudencia se da suficiente a ciudadano particulares. A esta forma de gobierno se da el
la fortuna, que se deja escapar la ocasión y que, a fu erza nombre de democracia.
de deliberar, se pierde con frecuencia el fruto de la delibe- O bien puede encerrar el gobierno entre las manos de un
ración. pequeño número, de suerte que haya más ciudadanos sim-
Acabo de probar que el gobierno se relaja o medida que ples que magistrados, y esta forma lleva el nombre de arist~
los magi~trados se multiplican, y he probado antes que crtlcia.
cuanto más numeroso es el pueblo más debe aumentar la finalmente, puede concentrar todo el gobierno en manos
fuerza represiva. De donde se sigue que la relación de los de un solo magistrado, del que todos los demás re.ciben su
magistrados con el gobierno debe ser inversa de la relación poder. Esta tercera forma es la más común, y se Uama mo-
de los súbditos con el soberano: es decir, que cuanto más se narquía o gobierno real.
agra11da el Estado, más debe reducirse el gobierno: de tal Debe observar e que todas estas formas o aJ menos Las
forma que el número de jefes disminuya en razón del au- dos primeras son susceptibles de rnás o de menos, y ha.'>la
mento de la población. ttcnen una latitud bastante mayor¡ porque La demo~racia
Por lo demás, no hablo aqul sino de la fuerza relativa del puede abarcar a todo el pueblo o limitarse hasta la mitad. A
gobierno, no de su rectitud. Porque al contrario, cuanto su vez la aristocracia puede limitarse de la mitad del pueblo
más numero a es la magistratura, más se acerca la volun - ha~ta el número más pequeño indeterminadamente. La rea-
tad de cuerpo a la volw1tad general; mientras que bajo un leza misma es susceptible de alguna partición. Esparta tuvo
magistrado único esa misma voluntad de cuerpo no es, constantemente do reyes para su constitución, yen el Im-
como ya he dicho, más que una voluntad particular. De perio Romano se vieron hasta ocho emperadores a la \'C7, in
este modo se pierde por un lado lo que e puede ganar por q•Je pudiera decirse que el imperio estaba dividido. Asr, hay
otro, y el arte del legislador es saber fijar el punto en que la un punto en el que cada forma de gobierno se confunde con
fuerza y la voluntad del gobierno, siempre en proporción la iguiente y se ve que bajo tres única denominaciones el
redproca, se combinan en la relación más ventajosa para el gobiemo es realmente susceptible de tantas formas diversas
Estado. como ciudadanos tiene el Estado.
Hay más: pudiendo en ciertos aspectos subdividirse ese
mismo gobierno en otras partes, una administrada de un
Capaulo Jll. Divisio11 de los gobiemos modo y otra de otro, puede resultar de estas tres formas
combinadas una multitud de formas mixtas, cada una de las
En el capítulo anterior se ha visto por qué se distinguen las cuales puede multiplicarse por todas las forma!> simples.
diversas especies o formas de gobiernos, por el numero de En todo tiempo se ha discutido mucho sobre la mejor for-
miembros que los componen; queda por ver en éste cómo se ma de gobierno, sin considerar que cada una de ellas e la
realiza esta división. mejor en ciertos casos, y La peor ert otros.
El soberano puede, en primer lugar, delegar el depósito Si en los diferentes Estados el número de los magisrrados
del gobierno a todo el pueblo o a la mayor parte del pueblo, supremos debe estar en razón inversa al de los ciudadanos,
de suerte que haya m á!> ciudadanos magistrados que simples se deduce que, en general, el gobierno democrático convie-
92 LIIIIUt rtl 93

ne a Jos Estado.s pequeños, el aristocrático a los medianos, y ría de su independen cia; un pueblo que gobernara siempre
la monarquía a los grandes. Esta regla se saca directamente bien no tendría necesidad de ser gobernado.
del principio; pero ¿cómo contar la multitud de circunstan- Tomando el término en su acepción más rigurosa, jamás
cias.que pueden dar lugar a excepciones? ha existido verdadera democracia, y no existirá jamás. Va
contra el orden natural que el mayor número gobierne y el
menor sea gobernado. No puede imaginarse que el pueblo
Capltulo IV. De la democracia• permanezca incesantemente reunido para vacar a los asun-
tos públicos, y fácilmente se ve que no podría establecer
Quien hace laley sabe mejor que nadie cómo debe ser ejecu- para esto comisiones sin que cambie la forma de la adminis-
tada e interpretada. Parece por tanto que no podría haber tración.
mejor constitución que aquella en que el poder ejecutivo En efecto, creo poder sentar en principio que cuando las
está unido al legislativo. Pero es esto mismo lo que hace in- funciones del gobierno se reparten entre varios tribunales,
sufidente a ese gobierno en ciertos aspectos1 porque las co- los menos numerosos.adquieren tarde o temprano la mayor
sas que deben ser distinguidas no lo son, y porque no siendo autoridad; aunque no fuera más que a causa de la facilidad de
el príncipe y el soberano más que la misma persona, no for- despachar los asuntos, que los lleva a ello de modo natural.
man, por asi decir, más que un gobierno sin gobierno. Además, ¿cuántas cosas difíciles de reunir no supone tal
No es bueno que quien hace las leyes las ejecute, ni que el gobierno? En primer lugar, un Estado muy pequeño en que
cuerpo del pueblo desvíe su atención de las miras generales el pueblo sea fácil de congregar y en el que cada ciudadano
para volverla a los objetos particulares ... Nada hay más pe- pueda fácilmente conocer a todos los demás; en segundo lu-
ligroso que la influencia de Los intereses particulares en los gar, una gran sencillez de costumbres que evite la multitud
asuntos públicos, y el abuso de las leyes por e1 gobierno es un de asuntos y las discusiones espinosas; luego, mucha igual-
mal menor que la corrupción dellegislador, secuela infalible dad en los rangos y en las fortunas, sin lo cuallaigualdad no
de las miras particulares. Al hallarse entonces alterado el Es- podría subsistir mucho tiempo en los derechos y en la auto-
tado en su sustancia, toda reforma se vuelve imposible. Un ridad; finalmente poco o nada de lujo, porque o el lujo es
pueblo que no abusara jamás del gobierno, tampoco abusa- efecto de las riquezas, o las hace necesarias; corrompe a la
vez al rico y al pobre; al uno por posesión y al otro por ambi-
ción; vende la patria a la molicie, a la vanidad; priva al Esta-
• \'aughan, en una edición clásica del Contmto, advierte que el sentido do de todos sus ciudadanos para hacerlos esclavos unos de
que Rousseau daaquC a la palabra democracia es inusitado en la época
moderna, pero familiar para Jos antiguos, añadíendo que la demoo:a-
otros, y todos de la opinión.
cia moderna Cltadraba mejor con la definición que hace de la aristo- He aquí por qué un autor célebre ha dado la virtud por
cracia «acoplada con la soberanía del pueblo». Sugiere Yaughan que fue principio a la República; porque todas estas condiciones no
para conciliarse el gobierno de Ginebra por lo que Rousseau adoptó podrían subsistir sin la virtud; pero por culpa de no haber
esra ternúnologfa, aduciendo que en la Lettre a D'Alemberthabfa deSig-
hecho las necesarias distiJ1dones, ese gran genjo ha carecí-
nado a este últlmagobierno con el nombre de democracia.
•• Las dos primeras ediciones dicen ~\·olverlos,., erratacnrregida por
todos los editores modernos del Contrato. • .Montesquieu, en El espiritu de las leyes, III, cap. IIl.
94 Dll ('.l~!oil RATI1
Ullll•l l ll
95

do con frecuencia de exactitud, a veces de claridad, y no ha de la experiencia. De ah rlo nombre~ de prestes, de ancianos,
visto que, siendo la autoridad soberana por doquiera la mil- de senado, de gerontes*. Los salvaje~ de la América septen-
ma, el mismo principio debe dar, e en todo Estado bien trional se gobiernan aún en nuestros dias así, y están muy
constituido, más o menos, desde luego, según la fo rma del bien gobernados.
gobierno. Pero a medida que la desigualdad de institución se impu-
Añadamos que no hay gobierno tan sometido a las gue- so sobre La desigualdad natural, la riqueza o el poder 16 fue-
rras civiles y a las agitaciones intestinas como el democráti- ron preferidos a la edad, y la aristocracia se hizo electiva. Fi-
co o popular, porque no hay ninguno que tienda tan fuerte y nalmente el poder, transmitido con los bienes del padre a los
tan continuamente a cambiar de forma, ni que exija más vi- hijo~. dando lugar a las familias patricias, hizo el gobierno
gilancia y valor para 5er mantenido en la suya. En esa consti- hereditario, y se vieron senadores de veinte afios.
tución sobre todo es en la que eJ ciudadano debe armarse de Hav, por tanto, tres clases de aristocracia: natural, electi-
fuerza y de constancia, y decir cada d1a de u vida en el fondo ,.a, hereditaria. La primera no conviene más que a pueblos
de su corazón lo que decía un virtuoso palatino 17 en la Dieta sencillos; la tercera es el peor de todos los gobiernos. La se-
de Polonia: Malo periculosam liberratem quam quietmn ser- gunda es la mejor: es la aristocracia propiamente dicha.
vitium•. AJe más de la ventaja de la distinción de loo; dos poderes,
Si hubiera un pueblo de dioses, se gobernarla democrática- tiene la de la elección de sus miembros; pue en el gobierno
mente. Un gobierno tan perfecto no conviene a los hombres. popular todos los ciudadanos nacen magi!ttrados, pero éste
los hrnita a un pequeño número,)' no se convierten en ello
sino por elección 1' , medjo por el cual la probidad, las luces,
Capítulo V. De la aristocracia
la experiencia y todas Las demás razones de preferencia y de
es ti ma pública, son otras tantas nuevas garantfas de que uno
Tenemos aquí dos personas morales muy distintas, a saber,
~era sabiamente gobernado.
el gobierno y el soberano; )',por con.<;iguiente, dos volunta-
des generales, una por relación a todos los ciudadanos, otra
sólo por relación a los miembros de la administración. Así, • < on presws traduzco cl francés pretres, u:.ualmente traducido por sa-
c~rdotc::.. La etimología dd castellano prrstt es precisamente el antiguo
aunque el gobierno pueda regular su política interior como
frao-.<! pmtrr, del que ha deri\ado la \O/ francesa a..tual; y aunque así
le plazca, no puede jamás hablar al pueblo más que en nom- se denomine a los sacerdote~, Rousseau emplea aquJ esta voz no por su
bre del soberano, es decir, en nombre del pueblo mismo; catá~ ter religioso. sino por sus connotaciones etimológicas: preste pro·
cosa que no hay que olvidar nunca. cede dellatm ecle~iástiro presuyrtT, deri~-ado a m ~7 del griego ed~•as·
Las primeras sociedades se gobernaron aristocrática- ti-.o nocoikncpo-.. c:omparativo de np ta-Pu~ anciano; así, en t'l Nuevo
Te tamento npcoi)-tnéptov significa conseJO de ancianos. Traducido
mente. Los jefes de la~ familias deliberaban entre si Jos asun- por ~acerdotes,la versión atnbuye a estos miembros religiosos, solo por
tos públicos; los jóvenes cedían sin esfuerzo a la autorídad <~rlo, e<~a autondad de la experiencia que Rousseau adJudica exdu iva-
~llte a los •mayores., a lo ancianos, falseando a toda51uce tanto la
' • Prefiero una libertad peligrosa que un osiego en·ü. · Al pare.:er, se- letra c:omo el ~p1ritu de Rou eau. Solo queda anadir que en 1gual '-rn·
glin V~ughan, Ja frase hay que atribuirla no al padre, sino al abuelo del ttdo escribe andan os, senado (de sma/11$, consejo de ancianos), y ge-
rey Estanislao. romes (de la rm griega 'YCPW'"'. )'épovtos, anc1ano).
96 ~111
97

Además, las asambleas se hacen con más comodidad, le todo su tiempo, y no, como pretende Aristóteles*, porque
a.sunt~s se dis~ten mejor, e despachan con más orden ydl- se prefiera siempre a los ricos. lmporta mucho, por el con-
ltgcnoa, el crcdito del Estado e halla mejor sostenido en ti 11ario. que una elección opuesta enseñe a veces a] pueblo que
extranjero por venerables senadores que por una rnultitucl har en el mérito de los hombres razones de preferencia m:b
desconocida o despreciada. importantes que la riqueza.
En una palabra, es el orden mejor y más natural que 101
más sabios gobiernen ala multitud cuando se está segurodt
~ue la gobernarán en provecho de ella y no para el suyo par- Caprtulo VL De la monarquía
ticular; no hay que multiplicar vanamente Las competen-
cias, ni hacer con veinte mil hombres lo que cien hombrea Hasta aquihemo considerado al príncipe como una per o-
escogidos pueden hacer aún mejor. Pero hay que advertir na moial y colectivá, unida por la fuerza de las leyes, y depo-
que el interés de cuerpo comienza aquí a dirigir menos 11 itaria en el Estado del poder ejecutivo. Ahora tenemos que
fuerza pública por la regla de la voluntad general, y que otra con:.iderar este poder reurudo en las manos de una per ona
tendencia inevitable quita a las leye una parte de su poder natural. de un hombre real, el único que tiene derecho a dis-
ejecutivo. poner de él según las leyes. E~ Jo que se llama un monarca, o
Respecto a las conveniencias particulares, no es menester w1 rey.
ni un Estado tan pequeño ni un pueblo tan sencillo y tan rec· Totalmente al contrario de las demás administraciones,
toque la ejecución de las leyes se siga inmediatamente de la en las que un ser colectivo representa a un individuo, en ésta
voluntad pública, como en una buena democracia. No es un individuo representa a un ser colectivo,...; de suerte que
menester tampoco una nación tan grande que los jefes dis- la unidad moral que constituye el príncipe es, al mismo
persos para gobernarla puedan romper y rasgar como sobe- tiempo, una unidad física en la que todas las facultarle que
ranos cada uno en su departamento, y empezar por hacerse
• Segun Aristótdcs (Polllica, lll, cap. VU), el gobier-no actúa en intcré
independientes para terminar finalmente como dueños.
de: lo:. ricos no m la aristocracia, )lno en la oligarquía. Por lo demilS, el
Pero si la aristocracia exige algunas virtudes menos que d gritgo COUlcide con Rousseau en señal.li como la nMIS mejor goberna-
gobierno popular, exige también otras que le son propias, úaaqueUaen que la clase media es la lriásnumerosa.
como la moderación en los ricos y el contento en Jos po- '• Derathé hace la siguiente obbervación a esta frase: 11 ••• me parece
bres+; porque parece que una igualdad rigurosa estaría en muy dificil de comprender si e quiere 'on~ervarpara el verbo "repre-
~entar" el mismo sentldo en las dos proposiciones. 1ndudablemer1tc se
ella fu era de lugar;ni siquiera fue observada en Esparta. comprende que el monar~:a, que e~ un hombre o una persona natural,
Por lo demás, si esta forma implica cierta desigualdad de represente el gobierno, que es un cuerpo colecth·o o una persona moral.
fortuna, es porque, en general, la administración de ]os Pero no se comprende cómo m las c.lcmh administraciones, es decir, en
asuntos públicos se confía a quienes mejor pueden entregar- la aristocracia y la democracia. "Wl ur colecth·o representa a un indivi-
du.o~. porque el gobierno no es por n.atu:rakza un individu<), ino un
•cuerpo•-" Y otro crudilo, G. Beaul.a1.--on, propone en su ec.lición del
' En el libro U, cap. XI, Rousseau presen1aba estu virtudes como pro- Contrato soci4lla siguiente lectura interpretativa: •en la aristocraclll,
pias de cualquier Estado bien constituido, no como excla~ivasde la aris- por ejemplo, el cuerpo de lo magistrados, ~r colectivo, M comporta
tocracia. como un individuo•.
98 Dll CONTRATO SOCIAL Lllllllll ll 99

la ley reúne con tanto esfuerzo en la otra, se hallan reunidas entonces que el pueblo fuera poderoso, a fin de que, siendo
naturalmente. e~>e poder el suyo, le hiciera temible a sus vecinos; pero como
Así, la voluntad del pueblo y la voluntad del príncipe, y la ese interés no es más que ecundario y subordinado, y como
fuerLa pública del Estado y la fuerza particular del gobierno, las dos suposiciones son incompatibles, es natural que los
todo responde al mismo móvil, todos los resortes de la má- príncipes den siempre preferencia a la máxima que les es
quina están en la misma mano, todo marcha hacia el mismo más inmediatamente útil. Esto es lo que Samuelles pintaba
objetiYo, y no hay movimientos opuestos que se destruyan ¡:on vehemencia a los hebreos·, es Jo que Maquiavclo ha he-
entre sí, y no se puede imaginar ninguna clase de constitu- cho ver con evidencia. Fingiendo dar lecciones a los reyes,
ción en la que un esfuerzo menor produ~ca una acción más ~da, y grande , a los pueblos. El Príncipe de Maqula"-elo es
considerable. Arqu1ltledes sentado tranquilamente en la ori- ell ibro de los republicano ....
lla y poniendo a flote in esfueno un gran bajel representa En las relacione generales hemos encontrado que la mo-
para mí a un monarca hábil gobernando desde su gabinete narquía no conviene más que a los grandes Estados, y lo en-
sus vastos Estado , y haciendo mover todo mientras él pare- contra mos también al examinarla en sí misma. Cuanto más
ce inmóvil. numero a es la administración pública, más disminuye y se
Pero si no hay gobierno que tenga más vigor, tampoco hay acerca a la igualdad la relación del príncipe con los súbditos,
otro en el que la ,·oluntad particular tenga mayor imperio y
domine m á¡, fácilmente a las demás; todo marcha al mismo • Primer libro ,le ~tl/lluel, cap. Vlll; al describir a los hebrem los dere-
fin, cierto; pero este fin no es el de la felicidad pública, y la chos del primer re)', Saúl, con agrado por el último juez, el propio Sa-
muel. F.l fragmento siguiente podía haberlo leído Rou .seau en 1Je d1·e,
fuerza misma de la administración se vuelve sin oesar en
de Hobbe~ (cap. XI,§ fl): •FJ poder reales descrito por Dios mismo más
perjuicio del Estado. particularmente hablando por boca de Samuel, su profeta: ~t:.ste será el
Los reyes quieren ser absolutos, y desde lejos se les grita derecho del monarca a reinar .sobre ,-esotros; tomará vuestros híjo~ y
que el mejor medio de serlo es hacerse amar de sus pueblos. lo~ empleari en su carroza y en sus caballos para que corran delante de
Esta máxima es muy hermosa, e incluso muy verdadera en su carroza. Los nombrará para ~i jefes de mil y de cincuenta soldados
utihundolos también para labrar sus labrantíos, segar sus miese y fa-
ciertos aspectos. Por de gracia, se burlarán de ella siempre hrica r \U~ arma~ de guerra y el atalaje de sus carros guerreros. Y tomará
en las cortes. El poder que viene del amor de los pueblos es \'U~tras hiJa como perfumistas, cocineras v panaderas... , etc.••fPri·
sin duda el más grande; pero es precario y condicional; ja- mrr l1bro tk Samur~ traducción de José María Bo"er y Francisco Cante-
111 Burgo ,.\1adrid,l961, pag. 305.1
más se contentarán con el los príncipes. Los mejores reyes
• • En la edición de 1i82, se añade la nota sigwente: •.\taqwavelo era un
quieren poder ser malvados si le place, sin dejar de ser los
hombre honesto y un buen cmdadano; pero, vinculado a la casa de Mé-
amos: por mucho que un sermoneador poütico les diga que dicis, estaba obligado a disimular .su amor por lalibertad en medio de la
por ser la fuerrÁl del pueblo la suya, su mayor interés está en opresión de su patria. La elección sola de suexecrable Héroe manifiesta
que el pueblo sea floreciente, populoso, temible, ellos saben de ~obra ~u intención secreta, y la oposición <k las máximas & su libro
muy bien que eso no es cierto. u interés personal es, en pri- Fl Prfnnpt a las de sus DIScursos sobre Tito Lil·io y de su HisJoria de Flo-
rer•cia demuestra que este profundo polltico no ha tenido hasta ahora
mer lugar, que el pueblo ea débil, miserable, y que jamás m.is que lectort) superficiales o corrompido~. La corte de Roma prohi-
pueda resistírsele. Conlie o que, suponiendo a los súbditos bi,) severamente su libro; bien lo creo: a ella es a la que pinta con más
siempre perfectamente sumisos, el interés del príncipe sería claridad.•
100 UBI!O lll 101

de :merte que esta relación es uno o la igualdad misma en la Para que un estado monárquico pudiera ser bien gober-
democracia. Esta misma relación aumenta a medida que el nado, sería preciso que su grandeza o su extensión fuera
gobierno se reduce, y Llega a su trtaximum cuando el gobier- proporcionada a las facultades de quien gobierna. Es más fá-
no está en manos de uno solo. Entonces se encuentra una cil conquistar que regir. Con una palancasuficiente se pue-
distancia demasiado grande entre el príncipe y el pueblo, y de conmover el mundo con un dedo, pero para sostenerlo es
el Estado carece de conexión. Para formarla .se precisan en- menester los hombros de Hércules. A poco que un Estado
tonces órdenes intermediarios: son menester príncipes, sea grande, el príncipe es casi siempre demasiado pequeño.
grandes_ la nobleza, para llenarlos. Ahora bien, nadade todo Cuando por el contrario ocurre que el Estado ,es demasiado
esto conviene a un Estado pequeño, al que arruinan todas pequeño para su jefe, cosa que es muy rara, está también mal
estas gradacione . gobernado, porque el jefe, siguiendo siempre la grandeza
Pero si es difícil que un gran Estado esté bien gobernado, de sus miras, olvida los intereses de los pueblos y no los hace
mucho más difícil lo es que esté bien gobernado por un solo menos desgraciados por el abuso de sus talentos que •6 ene
hombre, y todos saben lo que ocurre cuando el rey se busca en exceso como un jefe limitado por el defecto de los que le
sustitutos. faltan. Sería menester, por así decir, que un reino se exten-
Un defecto esenda1 e inevitable, que pondrá siempre al diera o se redujera en cada reinado conforme a1 alcance del
gobierno monárquico por debajo del republicano, es que en príncipe; mientras que, por tener los talentos de un Senado
éste la voz públicacasl nuncaeieva a los primeros puestos medidas más fijas, el Estado puede tener límites constantes
sino a hombres esclarecidos y capaces, que los cumplen con y la administración no ir peor.
honor: mientras que los que llegan a ellos en las monarquías El inconveniente más sensible del gobierno de uno solo es
no son, la mayoría de las voces, más que pequeños enreda- la falta de esa sucesión continua que forma en los otros dos
dores, pequeños bribones, pequeños intrigantes, a quienes w1a conexión ininterrumpida. Muerto un rey, se necesita
sus pequeños talentos, que •en la corte hacen conseguir los otro; las elecciones dejan intervalos peligrosos, son tormen-
grandes puestos, no sirven más que para mostrar al público tosas, y a menos que los ,ciudadanos sean de un desinterés y
su inepcia tan pronto como han llegado a eUos. El pueblo se de una integridad que este gobierno pocas veces entraña, la
equivoca mucho menos en esta elección que el príncipe, y
un hombre de verdadero mérito es ,casi tan raro en el minis- Rousseau lo dice: uNo dudaba siquiera. de que M. de Chaiseul, bien dis-
terio como un tonto a la cabeza de un gobierno rrepublicano. puesto en mi favor y sensible al elogio que mi estima por él me habla he-
Por eso, cuando por algún feliz azar uno de esos hombres cho escribir en esa obra, me apoyarta en esta ocasjón frente a la malevo·
lencia de Mme. de Pompadoun• (Las confesiones, pág. 766). Pero
nacidos para gobernar toma el timón de los asuntos 'en una Choiseulnovio o no quiso ver el elogio de R.ousseau, que se quejará en
monarquía casi hundida por ese hatajo de lindos regidores, una carta a M. de Salnt-Germain (26 de febrero de 1nO): «... hke de él
uno queda totalmente sorprendido por los rrecursos que en- a labanzas que merecía demasiado poco para tomarlas al pie de la letra;
cuentra, y esto hace época en un país*. ~e creyó insultado. De ahí su odio y todas mis desgracias ... Si el señor de
Choise ul hubiera empleado en gobernar bien el Estado la mitad del
• Este párrafo fue añadido por Rous ea:u a ultima hora con la esperan- tiempo. de los talentos, del dinero y de las preocupaciones que ha pues-
za de que el ministro Choiseulle agradeciera el elogio y facilitara así la to en satisfacer su odio, habría sido un.o de los mayores minisrros que
entrada del Co11tra!o social en termorio fran(:és; en las Confesim.Je>, hubiera ten ido Franciu.
101 DLL C01'.'Tl!ATO <;<XJAL LI~Rtt lll 103

intriga y la corrupción se mezclan a ellas. Es dificil que aquel tiempo un objetivo fijo ni una conducta consecuente: varia-
a quien seba vendido el Estado no lo venda a su vez, y que no ción que hace fluctuar constantemente al Estado de máxima
se resarza con Jos débiles del dinero que los poderosos le han a máxima, de proyecto a proyecto, y que no ocurre en los de-
arrebatado. Tarde o temprano, todo se vuelve venal bajo una más gobiernos en que el príncipe es siempre el mismo. Por
administración semejante, y la paz que se goza entonces bajo eso se ve que, en general, si hay más intriga en una corte, hay
los reyes es peor que el desorden de los interregnos. mas sabiduría en un Senado, y que las repúblicas van a sus fi-
¿Qué se ha hecho para prevenir estos males? Se han hecho nes mediante miras más constantes y mejor seguidas, mien-
coronas hereditarias en ciertas familias, y se ha establecido tras que cada revolución en el ministerio produce una en el
un orden de suce ión que previene toda dispula a la muerte E~tado; la máxima común a todos los ministros, y a casi to-
de los reyes: es decir que, sustituyendo el inconveniente de dos los reyes, es hacer cualquier cosa a la inversa de su pre-
las regencias por el de las elecciones, se ha preferido una dc~esor.
tranquilidad aparente a una administración sabia, y se ha De esta misma incoherencia se llaca también la solución
preferido correr el rie go de tener por jefe a niños, a mons- de un sofi)ma muy familiar a los politicos reales¡ es no sólo
truos, a imbécil e , que tener que disputar por la elección de comparar el gobierno civil con el gobierno domé tico y al
buenos reyes; no se ha considerado que, exponiéndose de pnncipe con el padre de familia, error ya refutado, in o dar
este modo a los riesgos de la alternativa, se ponen casi todas incluso liberalmente a este magistrado todas las virtudes
las posibilidades en contra de uno mismo. Fue muy sensata que habría menester, y suponer siempre que el príncipe es lo
la frase del joven Dionísio, a quien su padre, reprochándole que debe ser: suposición con ayuda de la cual el gobierno
una acción vergonzosa, decía: «¿Te he dado yo ese ejemplo? real es evidentemente preferible a cualquier otro, porque es,
¡Ay!, respondió el hijo, ¡vuestro padre no era rey!• de modo irrefutable, el más fuerte, y porque, para ser tam-
Todo coadyuva a privar de justicia y de razón a un hom- bién el mejor, no le falta más que una ,·oluntad de cuerpo
bre educado para mandar a los demás. Según dicen, seto- mas con forme con la voluntad general.
man muchos esfuerzos para enseñar a los jóvenes príncipes Pero si, según Platón11 , el rey es por naturaleza un perso-
el arte de reinar; no parece que esta educación les aproveche. naje Lan raro, ¿cuántas veces la naturaleza y la fortuna con-
Mejor harían comenzando por enseñarles el arte de obede- currirán a coronarlo? Y si la educación real corrompe nece-
cer. Los mayores reyes que ha celebrado la historia no han sariamente a quienes la reciben, ¿qué debe esperar e de una
sido educados para reinar; es una ciencia que jamás se posee sucesión de hombres educados para reinar? Son, pues, ganas
menos que cuando se ha aprendido demasiado, y que se ad- de engañarse confundir el gobierno monárquico con el de
quiere mejor obedeciendo que mandando. Nam utilissimus un buen rey. Para ver Jo que el. ese gobierno en sí rnísmo, es
idem ac brevissimus bonarum malarumque rerum delectus, preciso considerarlo bajo príncipes limitados o malvados;
cogitare qtlid aut nolueris sub alio pri11cipe aut volueris 2 Q. porque o llegarán así al trono, o el trono los volverá así.
Una secuela de esta falta de coherencia es la inconstancia Estas dificultades no han escapado a nuestros autores,
del gobierno real que, regulándose tan pronto sobre on plan pero no se han apurado mucho por ellas. El remedio, dicen,
como sobre otro, egún el carácter del pr(ncipe que reina o es obedecer sin murmurar. Dio da malos reyes en su cólera,
de las personas que reinan por él, no puede tener por mucho y hay que o;oportarlos como castigos del cielo. l:.ste discurso
104 U JIROIII 105

es sin duda edificante; pero no sé si convendría mejor en un Se p~iene también el mismo inconveniente establecien-
púlpito que en un Hbro de política. ¿Qué decir de un médíco do magistrados u1termediarios que, dejando al gobierno en
que promete milagros y cuyo arte todo consiste en exhortar su integridad, sirven sólo para equilibrar los dos poderes y
a su enfermo a la paciencia? Demasiado sabemos que hay para mantener sus derechos re pectivos. Entonces el gobier-
que sufrir un mal gobierno cuando se tiene; la cuestión seria no no es mixto, es moderado.
encontrar uno bueno. El inconveniente opuesto puede remediarse por medios
!lemejaotes, y, cuando el gobierno es demasiado laxo, erigir
tribunales para concentrarlo. Esto se practica en todas las
Capftído VIl. De las gobiernos mixtos democracias. En el primer caso e divide el gobierno para
debilitarlo, y en el segundo para reforzarlo; porque los ma-
Propiamente hablando no hay gobierno simple. Es preciso .\imum de fuerza y de debilidad e encuentran asimismo en
que un jefe único tenga magistrados subalternos; es preci- los gobiernos simples, mientras que las fuerzas mixlas dan
so que un gobierno popular tenga un jefe. De este modo en una fuerza media.
el reparto del poder ejecutivo hay siempre gradación dél
mayor número al menor, con la diferencia de que el mayor
número depende tan pronto del pequeño como el pequeño Capítulo Vfl1. Que cualquier forma de gobiemo
del grande. no es id6nea para cualquier país
Algunas veces hay reparto igual; bien cuando las par tes
constitutivas están en dependencia mutua, como en el go- L:a libertad, por no er un fruto de todos los climas, no está
bierno de Inglaterra; bien cuando la autoridad de cada parte al alcance de todos los pueblos. Cuanto más se medita este
es independiente pero imperfecta, como en Polonia. Esta úl- principio establecido por Mootesquieu•, más e siente su
tima parte es mala, porque no hay unidad en el gobierno, y verdad. Cuanto más se debate, más ocasión se da para afir-
porque el Estado carece de trabazón. marlo mediante nuevas pruebas.
De un gobierno simple o de un gobierno mixto, ¿cuál es En todos los gobiernos del mundo la per ona pública
mejor? Cuestión muy debatida entre Los poüticos, y a la que consume yno produce nada. ¿De dónde le viene entonces la
hay que dar la misma respuesta que he dado antes sobre sustancia con umida?Del trabajo de sus miembros. Es lo su-
cualquier forma de gobierno. perfluo de lo:!> particulares lo que produce lo necesario de lo
El gobierno simple es el mejor en sí, por el solo hecho de público. De donde se sigue que el estado civil sólo puede
ser simple. Pero cuando el poder ejecutivo no depende sufi- subsistir cuando el trabajo de los hombres rinde por encima
cientemente del legislativo, e decir, cuando hay más rela- de sus necesidades.
ción del príncipe al soberano que del pueblo al príncipe, hay Ahora bien, e te excedente no es el mismo en todos Los
que remediar esta falta de proporción dividiendo el gobier- paf es del mundo. En algunos es considerab1e, en otros me·
no; porque entonces todas sus partes no tienen menos auto- diocre, en otros nulo, en otros negativo. Esta relación de-
ridad sobre los súbditos, y su división las hace, todas juntas,
menos fuertes contra el soberano. • Alude en CDDCI"eto Rousse.m al libro XVll delE:spiritu eh liu ~
106 I}FI <O!'<'TRATO \OCIA!. Ll8110 11 1 107

pende de la fertilidad del clima, de la clase de trabajo que la ma lo impulsa, y decir incluso qué especies de habitantes
tierra exige, de la naturaleza de sus producciones, de la fuer- debe tener. Los lugares ingratos y estériles en que el produc-
za de sus habhantes, del consumo mayor o menor que nece- to no vale el trabajo deben seguir incultos y desiertos, o po-
sitan, y de muchas otras relaciones semejantes de ]as que blados solamente por salvajes; los lugares en que e] trabajo
está compuesto. Por otra parte, no todos los gobiernos son de los hombres no rinde exactamente más que lo necesario
d~ la mi~ma naturaleza; los hay más o menos voraces, y las deben estar habitados por pueblos bárbaros, y toda vida ci-
d•ferenc1as están basadas en este otro principio, que cuanto vil sería allf imposible; los lugares en que el exceso del pro-
más se alejan las contribuciones públicas de u fuente, más ducto sobre el trabajo es mediano convienen a ]os pueblos
onero as son. No es por la cantidad de impuestos por Jo que libres; aquellos en que el terreno abundante y fértil da mu-
hay que medir esta carga, sino por el camino que tienen cho producto por poco trabajo requieren ser gobernados
que hacer para volver a las manos de que han salido; cuando monárquicamente para consumir con el lujo del príncipe el
esta circulación es rápida y se halla bien establecida, sepa- exceso de lo superfluo de los súbditos; porque más vale que
gue poco o mucho no importa; el pueblo es siempre rico y este exceso ca absorbido por el gobierno que disipado por
las finanzas van siempre bien. Por el contrario, por poco que los particulares. H.ay excepciones, lo sé: pero estas excep-
el pueblo dé, cuando e:.e poco no vuelve a él, como da cons- dones mismas confirman la regla, pues tarde o temprano
tantemente, pronto se agota; el Estado no es nunca rico y el producen revoluciones que devuelven las cosas al orden na-
pueblo es siempre indigente. tural.
De ahí se sigue que cuanto más aumenta la distancia del Distingamos siempre las leyes generales de las causas par-
pueblo al gobierno, más onerosos se vuelven los tributo : así ticulares que pueden modificar el efecto. Aunque todo el
en la democracia el pueblo está menos cargado, en la aristo- Mediodía estuviera cubierto de Repúblicas y todo el Norte
cracia lo está más, en la monarqula soporta el mayor peso. de Estados despóticos no sería menos cierto por ello que,
La monarqufa no conviene, por tanto, más que a las nacio- debido al clima, eJ despotismo conviene a los países cálidos,
nes opulentas, la aristocracia a Los Estados medianos tanto la barbarie a los países fríos y la buena administración a las
en riqueza como en magnitud, la democracia a los Estados regiones intermedias. También veo que, admitiendo el prin-
pequeños y pobres. cipio, podrá discutirse sobre la aplicación: podrá decirse
En efecto, cuanto más s.e reflexiona sobre ello, más dife- que hay países fríos muy fértiles, y meridionales muy ingra-
rencia se encuentra en este punto entre los Estados libres y tos. Pero esta dificultad no lo es más que para quienes no
Los monárquicos; en Jos primeros se emplea todo para la uti- examinan la cosa en todas sus relaciones. Como ya he dicho,
lidad común; en los otros, las fuerzas públicas y particulares es menester contar las de los trabajos, de las fuerzas, del con-
son recíprocas, y una aumenta por el debilitamiento de la sumo, etcétera.
otra. Finalmente, en vez de gobernar a los súbditos para ha- Supongamos que de dos terrenos iguales, el uno produce
cerlos felices, el despotismo los vuelve miserables para go- cinco y el otro diez. Si los habitantes del primero consumen
bernarlos. cuatro y los del último nueve, el excedente del primer pro-
He aquí, pues, en cada clima causas naturales por las que ducto será 1/5 y el del segundo l/10. Al ser, por tanto, la rela-
puede asignarse la forma de gobierno a que la fuerza del di- ción de estos dos excedentes inversa a la de los productos, e1
108 IIBPOl ll 109

terreno que sólo produzca cinco dará un sobrante doble que Cuanto más se acercan al ecuador los pueblos viven con
el terreno que produzca diez. menos. No comen casi carne; el arroz, el maíz, el cuscús, el
Pero no se trata de un producto doble, y no creo que nadie mijo, el cazabe son sus alimentos ordinarios. Hay en las ln-
se atreva a equiparar, en líneas generales, la fertilidad de los di~s millones de habitantes cuya alimentación no cue ta un
paises fríos con la de lo pafses cálidos. Supongamos, no sueldo al día. En La misma Europa vemos diferencias sensi-
obstante, e ta iguaJdad; dejemos, si se quiere, en equilibrio bles en cuanto al apetito entre los pueblos del norte y los del
Inglaterra con Sicilia, y Polonia con Egipto. Más al mediodía mediodía. Un español viYi:rá ocho días con la comida de un
tendrerno Á frica y las Indias; mas al norte no tendremos ya alemán. En lo países en que Los hombres son más voraces,
nada. Por esta igualdad de producto, ¡qué diferencia en el el lujo se vuelve también hacia las cosas de consumo. En In-
cultivo! En Siciliano hay más que arañar la tierra; en Ingla- glaterra se mue traen una mesa llena deviandas; en Italia os
terra, ¡cuánto e fuerzo para labrar!al Ahora bien, allí donde regalan dulces y flores.
más brazos hacen falta para dar el mismo producto, el so- El lujo de Los vestido ofrece también diferencias análo-
brante debe ser necesariamente menor. gas. En lo climas en que los cambios de las estaciones son
Considerad, además de esto, que la misma cantidad de súbitos y violentos tienen vestidos mejores y más simples; en
hombres consume mucho menos en los países cálidos. El di- aquellos en que sólo e viste por ornato se busca más la bri-
ma exige en ellos ser sobrios para encontrarse bien: los eu- llantez que la utilidad, los mismos vestidos son un lujo. En
ropeos que quieren vivir ahí como en sus países perecen to- Nápoles veréis todos Jos días pasearse por eJ Posilipo a hom-
dos de disentería y de indigestiones. Somos, dice Chardin \ bres con casaca dorada y sin medias. Lo mismo vale para los
bestias carniceras, lobos en comparación con/os asiáticos. Al- edificios: se dedica todo a la magnificencia cuando no se tie-
gunos atribuyen la sobriedad de los persas a que su pa(s está ne nada que temer de las injurias de los aires. En París, en
menos wltivado, yo creo, por el contrario, que su pafs abun- Londres quieren alojarse con calor y comodidad. En Madrid
da menos tn géneros porque los habitantes los neusitan me- tienen alones soberbio , pero no ventanas que cierren bien,
nos. Si su frugalidad, continúa, fuera un efecto de la escasez y se acuestan en nidos de ratas.
del pafs, sólo los pobres comerían poco, mientras que por regla Los alimentos son mucho más sustanciosos y suculentos
general/o !tace todo el mundo, y se comerfa más o menos e11 en lo países cálidos; es ésta una tercera diferencia que no
cada provincia según la fertilidad de la regiótt, mientras que puede dejar de influir sobre la segunda. ¿Por qué se comen
la sobriedad se encuentra por todo el reino. Se jactan mucho tantas legumbres en Italia? Porque allí son buenas, nutriti-
de su manera de vivir, diciendo que no Izay más que mirar su vas, de gusto excelente. En Francia, donde se nutren ólo de
tez para reconocer que es mds excelente que la de los cristia- agua, no alimentan, y apenas si se 'uenta con ellas en las me-
nos. En efecto, la tez de los persas es tersa¡ tienen la piel her- sas. No por ello ocupan menos terreno ni cue ta por lo me-
mosa, fina y lisa mientras que la tez de los armenios, súbditos nos el mismo esfuerzo cultivarlas. Es un hecho comprobado
suyos que viven a la tmopea, es ruda, con barros, y sus cuer- que los trigos de Berbería, inferiores por Jo demás a los de
pos son gruesosy pesados. Francia, rinden mucho más en harina, y que los de Francia a
su vez rinden más que los trigos del norte. De donde se pue-
,. \'oyages tll Pn)e, editado en Amstcrdam, 1735, 4 vols. en cuarto. de inferir que una gradación semejante se observa por regla
lLO lltl ( O'>I&Al"O "00AL UllllOIII lll

general en la misma dirección del Ecuador al Polo. Ahora Pero si se preguntara por qué signo puede conocerse que
bien, ¿no es una desventaja visible tener en un producto un pueblo está bien o mal gobernado, sería otra cosa, y la
igual una cantidad menor de alimento? cuestión podría resolver e de hecho.
A todas estas diferentes consideraciones puedo añadir Sin embargo, no se resuelve, porque cada cual quiere resol-
una que se de prende de ellas y las refuerza: e que los países verla asumanera. Los súbditos alaban la tranquilidad públi-
cálidos tienen menos necesidad de habitantes que los paí- ca, los ciudadanos la libertad de los particulares; uno prefiere
ses fríos, y podrían alimentar a más; lo cual produce un ex- la seguridad de Las posesiones, y otro La de las personas; uno
cedente doble en beneficio siempre del despotismo. Cuanta quiere que el mejor gobierno sea el más se\<-ero, otro sostiene
mayor superficie ocupe el mismo número de habitantes, que es e] más suave; aquél quiere que se castiguen los críme-
más difícile se vuelven las revueltas; porque no puede uno nes, éste que e prevengan; a uno le parece bien ser temido
concentrarse ni con rapidez ni en secreto, y porque siempre por Los vecinos, el otro prefiere ser ignorado por ellos; uno se
le resulta fácil al gobierno descubrir los proyectos y cortar contenta cuando el dinero circula, el otro exige que el pueblo
las comunicaciones; cuanto más se concentra un pueblo nu- tenga pan. Aunque se llegara a un acuerdo en estos puntos y
meroso, menos puede el gobierno usurpar los derecho del en otros semejantes, ¿habríamos a""llDZ3do más? Las cantida-
soberano; los jefes deliberan con tanta seguridad en sus ha- des morales carecen de medida precisa: aunque e estuviera
bitaciones como los príncipes en su consejo, y la multitud se de acuerdo en el signo. ¿cómo estarlo en la estimación?
reúne tan pronto en las plazas como las tropas en sus acuar- Por mi parte, siempre me sorprende que se desconozca un
telamientos. La ventaja de un gobierno tiránico consiste, signo tan simple, o que se tenga la mala fe de no reconocerlo.
pues. en este punto, en actuar a grandes distancias. Con la ¿Cuál es el fin de la asociación poütica? La conservación y la
ayuda de los puntos de apoyo que se busca, su fuerza aumen- prosperidad de sus miembros. ¿Y cuál es el signo más seguro
ta en la distancia como la de las palancas 21 • La del pueblo, de que se conservan y prosperan? Es su número y su pobla-
por el contrario, no actúa más que concentrada, se evapora y ción. No vayáis, pues, a buscar en otra parte ese signo tan
se pierde al extenderse, como el efecto de la pólvora esparci- disputado. En igualdad de todas las demás condiciones el
da en el suelo que sólo se enciende grano a grano. Los países gobierno bajo el cual, sin medios extranjeros, sin naturaliza-
menos poblados son, por e o, los más idóneos para la tira- ciones, sin colonias; los ciudadanos pueblan y !>e multiplican
nía: las bestias feroces sólo reinan en los desiertos. más, es infaliblemente el mejor: aquél bajo el cual un pueblo
disminuye y decae es el peor. Calculadores, ahora es asunto
vuestro; contad, medid, comparad·n.
Capítulo IX. De los signos de Utl buen gobierno

Por tanto, cuando en términos absolutos se pregunta cuál es Capftulo X Del abuso del gobiemo y de su inclinación
el mejor gobierno, se plantea una cuestión insoluble por in- adegenemr
determinada; o si se quiere, tiene tantas soluciones buenas
como combinaciones posible hay en las po iciones absolu- As! como la voluntad general actúa sin cesar contra la volun-
tas y relativas de los pueblos. tad general, así el gobierno hace un continuo esfuerzo con -
112 otl- COo.,;TR -\TO 'SOCIAl. 113

tra la soberanía. Cuanto más aumenta este e fuerzo, mas 1e El mismo caso ocurre cuando los miembros del gobierno
altera la constitución; y como aqru no ba)T otra voluntad de usurpan por separado el poder que no deben ejercer más
cuerpo que, resistiendo a la del príncipe, la equ]]ibre, tardeo que como cuerpo; lo cual no es una infracción menor de las
temprano debe ocurrir que el príncipe oprima por fin al so- leyes, y produce un desorden mayor.aú:n. Entonces hay. por
berano y rompa el trato social. Éste es el vicio inherente e así decir, tantos príncipes como magtstrados, y el .Estado, no
inevitable que desde el nacimiento del cuerpo político tien- menoJ; dividido que el gobierno. perece o cambia de forma.
de sin tregua a destruido, de igual forma que la vejez y la Cuando el Estado se disuelve, el abuso del gobierno, cual-
muerte destruyen el cuerpo del hombre. quiera que sea, toma el nombre común de an~rqwa. _Distin-
Hay dos vías generales por las que un gobierno degenera; guiendo, la democracia degenera en oclocracw,la ariStocra-
a saber, cuando e concentra, o cuando el Estado se disuelve. cia en oligarquía; yo añadiría que la realeza degenera en
El gobierno se concentra cuando pasa del gran número al tiranlct, pero esta última palabra es equívoca y requiere ex-
pequeño, es decir, de la democracia a la ari tocracia,y de la plicación.
aristocracia ala realeta. Ésa es su incHnación natunu~~. Si En el sentido vulgar, un tirano es un rey que gobierna con
retrocediera del pequeno número al grande, podría decirse violencia r sin miramiento para con la justicia ylas Leyes.
que se relaja; pero este progreso inver o es imposible. En el sentido preciso, un tirano es un particular que .;e arro-
En efecto, jamás cambia el gobierno de forma sino cuan- gala autoridad regia sin tener derecho a ello. Asf es como los
do su resorte gastado lo deja demasiado débil para poder griegos entendían esa palabra de tirano; la daban indif~­
conservar la suya. Ahora hicn, si se relajara aun extendién- rentemente a los príncipes buenos y a los maJos cuya auton-
dose, su fuerza resultaría completamente nula. y subsistiría dad no era Jegitima 25 • Así, tirano y usurpador on dos pala-
todavía menos. Por tanto, hay que remontar y apretar el re- bras perfectamente sinónimas.
sorte a medida que cede; de otro modo el Estado il que os- Para dar diferentes nombre a cosas diferente ,llamo tira-
tiene caería en ruinas. no al usurpador de la autoridad real, y déspota al u¡urpador
El caso de la di olución del Estado puede llegar de dos del poder soberano. El tirano es el que injiere contra las le-
maneras. yes para gobernar según las leyes> el déspota es aquel que se
En primer lugar, cuando el Príncipe no administra ya el pone por encima de las leyes mismas. Así el tirano puede no
Estado según las leyes y cuando usurpa el poder soberano. ser dé pota, pero el déspota es siempre tirano.
Entonces se opera un cambio notable; y es que, no ya eJ go-
bierno, sino el Estado, se concentra; quiero decir qu.e el gran
Estado se disueh-e y se forma otro en éste, compuesto ola- Capitulo XI. De la muerte del cuerpo político
mente por Jos miembros del gobierno, y que para el resto del
pueblo no es ya má que su amo y su tirano. De suerte que en Tal es la inclinación natural e inevitable de los gobiernos me-
el instante en que el gobierno usurpa la oberanía, el pacto jor constituidos. Si Esparta y Roma perecieron, ¿qué Estado
ocia! queda roto, y todo los simples ciudadanos, vueltos de puede e perar durar siempre? Si queremos formar una ins-
derecho a su ltbertad natural, son forzado , pero no obliga- titución duradera, no pen emos, pues, en hacerla eterna.
dos, a obedecer. Para triunfar no hay que intentar lo imposible ni jactarse de
114 DD. CONTRATO "<I(' IAL U 8J<U III 115

dar a la obra de los hombres una soüde:t que las cosas huma- leyes se debilitan al envejecer, es prueba de que ya no hay po-
nas no entrañan. der legislativo, y de que el Estado ya no vive.
El cuerpo político, igual que el cuerpo del hombre, co-
mienza a morir desde su nacimiento y lleva en si mismo las
causas de su destrucción. Pero tanto uno como otro pueden Capítulo XII. Cómo se mant ieue la autoridad snberana
tener una constitución más o menos robusta y apta para
conservarlo más o menos tiempo. La constitución del hom- Al no tener el soberano otra fuerza que el poder legislativo,
bre es obra de la naturaleza, la dcl Estado es obra del arte. No no actúa más que por leyes, y no siendo las leyes más que ac-
depende de los hombres prolongar su vida, depende de ellos tos auténticos de la voluntad general, d soberano sólo po-
prolongar la del Estado tan lejos cuanto sea posible, dándole dna actuar cuando el pueblo e tá reunido. ¡El pueblo reuni-
la mejor constitución que pueda tener. El mejor constituido do!, dirá alguien. ¡Qué quimera! Es una quimera hoy, pero
terminará, pero más tarde que otro, si ningún incidente im- no lo era hace dos mil años. ¿Han cambiado los hombres de
previsto acarrea su pérdida antes de tiempo. naturaleza?
El principio de la vida política está en la autoridad sobe- En las cosas morales los l(mites de Jo posible son menos
rana. El poder legislativo es el corazón del .Estado, el poder estrechos de lo que pensamos: son nuestras dcbilidade~.
ejecutivo es su cerebro, que da movimiento a todas las par- nuestros vicios, nuestros prejuicios lo que las encoge. Las al-
tes. El cerebro puede quedar paralizado y el individuo seguir mas bajas no creen en los grandes hombres; víles esclavos
viviendo. Un hombre se queda imbécil y vive: pero tan pron- sonríen con aire burlón ante esta palabra de libertad.
to como el corazón ha cesado en sus funciones, el animal Consideremos por Jo que se hizo lo que se puede hacer; no
está muerto. hablaré de las antiguas repúblicas de Grecia, pero la repúbli-
No es por las leyes por lo que el E tado subsiste, es por el ca romana era, en mi opinión, un gran Estado, y la ciudad de
poder legislativo. La ley de ayer no obliga hoy, pero el con- Roma una gran ciudad. El último censo dio en Roma cuatro-
sentimiento tácito se presume por el silencio, y se da por su- cientos mil ciudadano en armas, y el último empadrona-
puesto que el oberano confirma incesantemente las leyes miento de] Lmperio más de cuatro millones de ciudadanos
que no abroga pudiendo hacerlo. Todo cuanto una vez de- sin contar los súbditos, los extranjeros, las mujeres, los ni-
claró querer lo sigue queriendo siempre, a menos que lo re- nos y los esclavos.
voque. ¿Qué dificulLad no ~upondrla reunir frecuentemente al
¿Por qué, pues, se tiene tanto respeto a las leyes antiguas? pueblo inmenso de esta capital y de sus alrededores? Sin em-
Por eso mismo. Debe creerse que sólo la excelencia de las vo- bargo pocas semanas pasaban sin que el pueblo romano fue-
luntades antiguas ha podido conservarlas tanto tiempo: si el ra reunido, e incluso varias veces. No sólo ejercía los dere-
soberano no las hubiera reconocido constantemente saluda- chos de la soberanía, sino una parte de los del gobierno.
bles,las habría revocado mil veces. He ahí por qué, lejos de Trataba ciertos asuntos, juzgaba ciertas causas. y todo aquel
debilitarse, las leyes adquieren sin ce ar una fuerza nueva en pueblo era, en la plaza pública, casi tan a menudo magi tra-
todo Estado bien constituido; el prejuicio de la antigüedad do como ciudadano.
Las hace cada día más venerables; mientras que alli donde las Remontándonos a los primeros tiempos de las naciones,
116 Oi.L CON'lltAI O SOCIAl 11 RRO III 117

encontraríamos que la mayoría de los antiguos gobiernos, En primer lugar, la autoridad soberana es simple y una, y no
incluso monárquicos como los de los macedonios y de los se la puede dividir sin destruirla. En segundo Lugar, una ciu-
francos, tenían consejos semejantes. Sea como fuere, este dad, al igual que una nación, no puede ser sometida legíti-
solo hecho irrefutable responde a todas las dificultades: de lo mamente a otra, porque la esencia del cuerpo politico e tá
existente a Lo posible, la consecuencia me parece buena. en el acuerdo entre la obediencia y la libertad, y porque estas
palabras de súbdito y de soberano son correlaciones idénti-
~as cuya idea se reúne en el solo término de ciudadano.
Capítulo XlTI. Continuación Re pondo también que iempre es un mal unir varias vi-
llas en una sola ciudad, y que, si se quiere hacer esta unión,
No basta que el pueblo reunido haya fijado una vez la consti- no hay que jactarse de evitar Los incom.-enientes naturales.
tución del Estado sancionando un cuerpo de leyes; no basta No debe objetarse con el abuso de los grandes Estados a
que haya establecido un gobierno perpetuo o que haya sub- quien sólo los quiere pequeños; pero, ¿cómo dar a los peque-
venido de una ve1. por todas a la elección de los magistrados. ños Estados fuerza suficiente para resistir a Jos grandes?
Además de las asambleas extraordinarias que casos impre- Como anta1io las ciudades griegas resistieron al gran rey, y
vistos pueden exigir, es preciso que las haya fijas y periódi- como más recientemente Holanda y Suiza han resistido a la
cas que nada pueda abolir ni prorrogar, de tal modo que en casa de Austria.
un día seí'lalado el pueblo sea legítimamente convocado por No obstante, si no puede reducirse el Estado a justos lími-
la ley, sin que haya necesidad para ello de ninguna otra con- te , queda aún un recurso: es no sufrir una capital, hacer
vocatoria formal. cada villa alternativamente sede del gobierno, y reunir así en
Pero fuera de estas asambleas jurídicas de fecha fija, toda cada una sucesivamente los Estados del país.
asamblea del pueblo que no haya sido convocada por los Poblad asimismo el territorio, extended por doquier los
magistrados propuestos a este efecto y según las formas mismos derechos, llevad a todas partes la abundancia y la
prescritas debe ser tenida por ilegítima y por nulo todo vida: asr es como el Estado se hará a un tiempo el más fuerte
cuanto en ella se haga; porque la orden misma de reunirse v el mejor gobernado posible. Recordad que los muros de Las
debe emanar de la ley. ciudades no e forman sino de las ruinas de las casas del
En cuanto a la mayor o menor frecuencia de Las asambleas campo. A cada palacio que veo alzar en la capital, creo ver
legitimas, depende de tantas consideraciones que no podría dejar en ruinas toda una región.
darse sobre ello reglas preci as. Sólo puede decir e en líneas
generales que cuanta más fuerza tiene el gobierno, con más
frecuencia debe mostrarse el oberano. CApitulo XIV. Continuación
Esto, se me dirá, puede ser bueno para una sola ciudad,
pero (qué hacer cuando el Estado comprende varias? ¿Se di- En el momento en que el pueblo está legítimamente reunido
vidirá la autoridad soberana, o bien debe concentrarse en como cuerpo soberano, toda jurisdicción del gobierno cesa,
una sola ciudad y someter a ella las demás? el poder ejecutivo queda suspenso y la persona del último
Respondo a esto que no debe hacerse nj lo uno ni lo otro. ciudadano es tan sagrada e inviolable como la del primer
118 OEL CO).TII.ATO SOCIAL IIHKOIII 119

magistrado, porque donde está el representado no existe ya que cambian los servicios personales en dinero. Se cede una
representante. La mayorfa de los tumultos que se produ- parte de su beneficio para aumentarlo a su gusto. Dad dine-
jeron en Roma en los comicios derivaron de haber ignorado ro, y pronto tendréis cadenas. Esa palabra de finanzas,. es
o descuidado esta regla. Los cónsules no eran entonces más una palabra de e clavo; es desconocida en la ciudad. En un
que los pre~identes del pueblo, los tribunos simples orado- F.stado verdaderamente libreJos ciudadanos lo hacen todo
res2~> y el senado absolutamente nada. con sus brazos y nada con el dinero; lejos de pagar para exi-
Estos intervalo de suspensión en que el príncipe recono- mirse de sus deberes, pagarían por cumplirlos ellos mismos.
ce o debe reconocer un superior actual, son siempre temi- Estoy muy lejos de las ideas comunes; estimo las prcstacio-
bles para él, y estas asambleas del pueblo, que son la égida ne menos contrarias a la libertad que las tasas.
del cuerpo político y el freno del gobierno, han sido desde Cuanto mejor constituido está el Estado, más se imponen
siempre el horror de los jefes: por eso no ahorran nunca es- los asunto públicos sobre los privados en el espíritu de los
fuenos, ni objeciones, ni dificultades, ni promesas para di- ciudadanos. Hay, incluso, muchos menos asuntos privados,
suadir de ellas a los ciudadanos. Cuando éstos son avaros, porque al proporcionar la suma del bienestar común una
cobardes, pusilánimes y están. más enamorados del reposo porción más considerable al de cada individuo, le queda me-
que de la libertad, no aguantan mucho tiempo los redo- no que buscar en los afanes particulares. En una ciudad
blados esfuerzos del gobierno; así es como al aumentar sin bien guiada, todos vuelan a las asambleas; bajo un mal go·
cesar la fuerza de resistencia, la autoridad soberana se des- bierno, a nadie le gusta dar un paso para dirigirse a ellas;
vanece a la postre, y como la mayo da de las ciudades caen y porque nadie toma interés en lo que allí se hace, porque se
perecen antes de tiempo. prevé que la voluntad general no dominará en ellas, y por-
Pero entre la autoridad soberana y el gobierno arbitrario que final mente las atenciones domésticas lo absorben todo.
se introduce a veces un poder medio del que hay que hablar. Las buenas leyes obHgan a hacer otras mejores, las malas
traen otras peores. Tan pronto como alguien dice de los
asuntos del Estado: ¿a mí qué me importa?, hay que contar
Capítulo XV. De los diputados o representantes con que el Estado está perdido.
El enfriamiento del amor a la patria, la actividad del in te·
Tan pronto como el servicio público deja de ser el principal rés privado, la inmensidad de los Estados, las conquistas, el
asunto de los ciudadanos, y tan pronto como prefieren ser- abuso del gobierno hao hecho imaginar la vía de los diputa-
vir con su bol a antes que con su persona, el Estado está ya dos o repre entantes del pueblo en las asambleas de la na-
cerca de su ruina. ¿Hay que ir al combate? Pagan a tropas y se ción. Esto es lo que en ciertos países osan denominar Tercer
quedan en sus casas.¿Hay que ir al consejo? Nombran dipu- Estado. Así el interés particular de los dos órdenes es coloca-
tados y se quedan en sus casa . A fuerza de pereza y de dine-
ro, tienen en última instancia soldados para sojuzgar a lapa-
• Financt se usaba antiguamente en francés para designar el dinero
tria y representantes para venderla. con que ~e compraba un cargo. En el Proyecto de Constitución para Cór-
Es eJ ajetreo del comercio y de las artes, es el ávido interés cega, añade: •esta palabra de finan u no era más conocida de los anti •
del beneficio, es la molicie y el amor a las comodidades los guos que la~ de talla[ pecho sobre Jos plebeyos] o de capitación •·
120 Ulii!Otll 121

do en el pdmer }'en el segundo rango, e1 inleré~ publico !>olo Sin embargo, para ~plicar cómo los tribunos lo represen-
en el tercero •. taban alguna~ \"ece.,, baSla concebir cómo repre enta el go-
la soberanJa no puede ser repre entada, por la misma ra- bierno al soberano. K o ~en do la ley otra cosa que la declara-
tón que no puede ser enaj~nada; con:.iste esencialmente en ción de la \Oluntad general, e' evidente que en el poder
la \o! untad general, y la H>luntad no e representa; o es ella legislativo el pueblo no puede ser representado: pero puede
misma, o es otra: no hay término medio. Los diputados del rdebe o,erlo en el poder cje..:utivo, que no C!) m á' que la fuer-
pueblo no son, por tanto, ni pueden cr sus representantes, 70. aplicada a la ley. Esto demuestra que, examinando bien
no on m:h que sus delegado~; no pueden concluir nada dc- las cosas, encontraríamos mur po-.as naciones con le) es. Sea
finitiYamente. Toda ley que el pueblo en pcr~ona no haya ra- como fufie, es seguro qe lo tribunos, que no tenían par h.'
tificado e nula; no es una ley. El pueblo ingle~ se piensa li- all{una dd poder ejecutivo, jamas pudieron repre entar al
bre; e equivoca mucho; ~oJo lo es durante la decdón de lo~ pueblo romano por lo derecho de su cargos saho que
miembro del Parlamento; en cuanto han ~ido elegidos, es usurparan los dd senado.
esda,o, no e nada. En los breve momento de su libertad, Entre los griego , todo lo que el pueblo tema que hact'I' lo
d u o que hace de ella bien merece que la pierda. hada por sí mic;mo; e taba e; in ce ar reunido en la plaza. Vi-
La idea de lo representante e modernA: nos' iene del go- \Ía en un clima sua,c, no era.¡, ido, lo escla,os hac1an ~u~
bil'rno feudal, de ese inicuo y ab~urdo gobierno en el que la trabajos. su gran negocio era su libertad. No teniendo las
e pccie humana queda degradada, )'en el que el nombre de mismas '~tajas, ¿cómo consen·ar los mismos derechos?
hombre e.s un de honor. En las ami~as rcplíblicas, e incluso Vuestros dima5 má~ duros os dan mas necesidadc~ u, c;cis
en la~ monarquías, jamás tu\ o el pueblo representantes; no e meses al año no puede usarse vuestra plaza pública,\ ucstra
conoc1a esa palabra. Es muy singular que en Róma, donde lo:. lenguas sorda.! no pueden hacerse o ir al aire libre, o impor-
tribuno eran tan agrados, no se b pa ara siquiera por la t<J m:h Yuestro pnwecho que vuestra li~rtad, y teméi mu-
imaginación que pudieran usurpar la fundones del pueblo, cho menos la esdavitwl que la~
y gue, en medio de una multitud tan grande, jamas intenta- ¿Cómo? ¿La libertad solo e mantiene con el apoyo de la
ran pasar por u sola autoridad un oJo plebiscito. Juzguense, servidumbre? Quizlli.. Lo do excesos se tocan. Todo lo que
in embargo, la:. dificultades que oca..,ionaba a Yeces la plebe no e-;ta en la naturakz.'l tiene c;us inconvenientec;, y la socie-
por lo que ocurrió en tiempo de los Graco , cuando una parte dad civil más que todo lo demas. Hay posicione-. tan de,.di-
de loHiudadano:. daba su sufragio de ddo tejado:.. chadas que en cJias no puede uno conservar c;u libertad más
Donde el derecho y la libertad lo on todo, los inconve- que a expensas de la de otro, r el ciudadano no puede <,er
nientes no son nada. En e_ e ahio pueblo todo ~taba en su perfectamente libre a no er que el esclavo sea extremad~­
justa medida: dejaba hacer a ~>U lictores lo que sus tribuno) mente esclavo. Ésa era lapo Jción de Esparta. En cuanto a
no hu hieran o ado hacer, no temía que "u.' lictorcs quisi~n vo otro:., pueblo~ moderno , vosotros no tenéis e.;cJavos,
repre entarlo. pero lo sois; pagái u libertad con la \'U~tra. Por más que
emakéi esa preferenda, encuentro en eUa má cubard1a
• Alusión a los Estado!> Gencnh-;, <.:Onstttuklos ¡pnr Jdq;ado~ dt> lo que humanidad.
tres órdenes. Con todo esto no quiero Jc:dr que haya que tener esclavo
122 1111 ION l KAH) ~)( lAI UHRI>lll J.ZJ

ni qut el derecho de esclavitud sea leg1timo, puesto que he bajo las que una se oblig.1ba a mandar y la otra a obedecer.
probado lo contrario. Digo únicamente las razones por las Ko dudo que111e me concederá que ésa es una cxtrana mane-
que los pueblos modernos, que ecn~en libres, tienenrepre- ra de contratar. Mas veamo:. si e::. so~tenible e~ opinión.
sentantcl>, y por qué los pueblos antiguos co los tenían. Sea En primer lugar, la autoridad suprema no puede modifi-
como fuere, en el instante en que un pueblo se da repre:.en- carse como tampoco enajenar.;e; limitarla es de<;truírla. Es
tantes, ya no es libre; ya no es. absurdo y contradictorio que el soberano se dé a si mbmo
Bien mirado todo, no veo que en adelante le sea posible al un superior; obligarse a obedecer a un amo es entregaro;e en
soberano conservar entre nos mro:. el ejercicio de sus dere- plena libertad.
chos si no ec; muy pequefia La ciudad. Pero si es muy peque- Ademá5 e) evidente que este contrato del pueblo con tales
ña, ¿será o;ojuzgada? No. l\IJs adel,mte demostraré211 cómo ~e o cuales personas seriot un acto particular. De donde se ~igue
puede reunir el poderío exterior de un gran pueblo con la que este contrato no podna ser ni una ley ni un acto de sobe-
admíni tración facil y el buen orden de un Estado. ranía, y que por consiguiente (,ería ilegitimo.
Se ,·e también que la~ parte contratantes estanan entre s1
bajo la sola Ley de la naturale7.a y sin ninguna garantía de us
Capttulo .:XYl. Que la i ttstitucion dtl gobiemo compromiso:. rec1procos, lo cual repugna de cualquier
no es Ull contmto modo al estado civil. Al !'ter siempre dueño de la ejecuc::ión
el que tiene la fuerza en la mano, sería lo mismo que dar el
Una \Ct bien establecido el poder legislativo, ~e trata de es- nombre de contrato al acto de un hombre que dijera a otro:
tablecer igualmente el poder ejecutiYo; porque e~ te tÜLimo, «O doy todo~ mis bienes, a condición de que me los dcvol-
que sólo opera mediante actos particulares, al no ser de la váb cuando os plazca.»
esencia del otro, está naturalmente ~epar,ldo de él. Si fuera No hay mas que un contrato en d Estado, es el de la aso-
po ible que el c;oberano. considerado como tal, tuviera el ciación; }'éste solo excluye cualquier otro. No podría Imagi-
poder ejecutivo, el derecho y el hecho se confundirían de tal narse ningún contrato publico que no fuera una violaci<1n
modo que ya no se abria lo que ~ ley ni lo que no lo es, y el del primero.
cuerpo polttico así desnaturalizado no tardaría mucho en
~er pre'>a de la violencia contra la que fue im.tituido.
Al ~er todtl!; los ciuda<.iano~ iguales por el contrato social, Capítulo XVII. DI! la i11stit11ción del gobiemo
lo que todos deben hacer lo pueden prescribir todos, mien-
tra que nadie tiene derecho a exigir que otro haga lo que no Por tanto, ¿cómo hay que concebir el acto por el cuall>e insti-
hace ti mismo. Ahora bien, e:. precbamcnte este derecho, ín- tuye un gobierno? liaré notar, en primer lugar, que e~te acto
dispen~able para hacer vivir y mover~e al cuerpo politico, el es complejo o compuesto de otros dos, a saber: el c:.tabled-
que el oberano da al pnncipeal in tituirel gobierno. miento de la le)', y la ejel:ución de la ley.
Algunos han pretendido que d acto de e~ta institución era Por el primero, el oherano e tatuye que habrá un cuerpo
un contrato entre el pueblo}' lo jefes que él se da; contrato de gobierno establecido bajo tal o cual forma; }'e:. evidente
por el cual e e:.tipulaban entre lb do:. parteo; la~ condiciones que este acto~ una ley.
12-l UIIR<l l ll 125

Por el segundo, el pueblo nombra Jos jefes que se encarga- Capitulo XVlll. Medio de prevenir las usurpaciones
rán del gobierno establecido, Ahora bien, al ser este nom- delgobiemo
bramiento un acto particular, no es una segunda ley, sino
sólo una secuela de la primera yuna función del gobierno. De estas aclaraciones resulta, en confirmación del capítu-
La dificultad está en comprender cómo puede haber un lo XVI, que el aéto que instituye el gobierno no es un contra-
acto de gobierno antes de que exista el gobierno, y cómo el to, sino una ley; que los depositarios del poder ejecutjvo no
pueblo, que no es más que soberano o súbdito, puede vol- son los amos dcl pueblo, sino sos oficiales; que puede poner-
verse príncipe o magistrado en ciertas circunstancias. los y destituirlos cuando le plazca; que no les corre~.>ponde a
También aqUl se descubre una de esas sorprendentes pro- ellos contratar, sino obedecer; y que al hacerse cargo de las
piedades del cuerpo poh tico, por La que concilia operaciones funciones que el Estado les impone, no hacen más que cum-
contradictorias en apariencia. Porque ésta se hace por una pHr con su deber de ciudadano , sin tener en modo alguno
conversión súbita de la soberanía en democracia; de suerte der.xho a discutir las condiciones.
que, sin ningún cambio sensible, y. ólo por una nueva rela- Así, pues, cuando ocurre que el pueblo institure un go·
ción de todos con todos., loll ciudadanos vueltos magistra- blerno hereditario, sea monárquico en una familia, sea aris-
dos pasan de los actos generales a los actos particulares, y de tocrático en un orden de ciudadanos, no es un compromiso
la ley a la ejecución. lo que adopta; es una forma provisiona1 que da a la adminis-
Este cambio de relación no es una su ti len de especula- tración, hasta que le plazca ordenarla de otro modo.
ción que carezca de ejemplo en la práctica: se da todos los Cierto que estos cambios son siempre peligrosos, y que no
días en el Parlamento de Inglaterra, donde Ja Cámara baja se hay que tocar nunca el gobierno establecido a no ser que se
convierte en ciertas ocasiones en gran comité para discutir vuelva incompatible con el bien publico; pero esta circuns-
mejor los asuntos, y a si se vuelve simple comisión, de corte pección es una máxin1a de política y no una regla de dere-
soberana que era el momento anterior; de tal forma que lue- cho, y el Estado no está más obligad o a dejar la autoridad ci-
go se somete a sí misma. como Cámara de los Comune.'>, lo vil a sus jefes que la autoridad militar a sus generales.
que acaba de solventar como gran comité, y delibera de nue- Cierto también que en semejante caso no sería posible ob-
vo bajo un título sobre lo que ya ha resuelto bajo otro. servar con excesivo rigor todas las formalidades requeridas
Tal es la ventaja propia del gobierno democrático: poder para distinguir un acto regular y legitimo de un tumulto se-
ser establecido de hecbo por un simple acto de la voluntad dicioso, y la ,·o] untad de todo un pueblo de los clamores de
general. Tras de lo cual, este gobierno provisjonal queda en una facáón. Es aquí sobre todo donde no debe darse al caso
posesión si tal es la forma adoptada, o establece en nombre odioso* sino aquello que no se le pueda rehusar en todo el
del soberano el gobierno prescrito por la ley,}' todo se en-
cuentra en regla de este modo. No es posible instituir el go- • Anotación de G. Beaula\'011 en ~u edio6n del Contrllln stldal; • \'leja
bierno de ninguna otra manera legitima, y sin renunciar a expresión jurídica c:uda <.'D dc:.uso . .Es un caso en el que el e¡t>rc1ciO del
derecho reivindio.ado se considera pcligro:.o; >e invoca entonces lama-
Los principios ante:. establecidos. xirna del dt"re~.bo romano: od;a resrr111g~nda, Ja~·ores amplíaml1: e" dc-
o r, que ha) que restringir cuanto sea posible lo, derc.-chos nocivos y dar
por el contrario lama~or amplitud po>ibh.• a los derecho~ w·ntajo<os:.
126 Oll. U l!\ DU.TO ~QUA 1 127

rigor del derecho, y e también de esta obligación de donde Supongo aquí lo qu~ creo haber demostrado, a saber, que
el príncipe saca una gran ventaja para conservar su poder no hay en el Estado ninguna ley fundamental que no se pue-
pese al pueblo, sin que pueda decirse que lo ha usurpado. da re\'OCar, ni siquiera el pacto social; porque si todos los
Pues pareciendo no u ar m á:. que sus derechos le es muy di- ciudadanos se reunieran para romper este pacto de común
fícil ampliarlo~. e impedir, ~u pretexto del sosiego publico, acuerdo, no puede dudar e de que seria roto muy legttima-
las asamblea., de,tinada' a re tablecer el buen orden; de mcnte. Grodo piensa inclu:.o que cada cual puede renunciar
suerte que se prevale de un -.ilencio que él mismo impide al Estado de que e., miembro, y recuperar su libertad natural
romper, o de lalt irregularidades que hace cometer, para su- r us bienes atiendo del pa¡s!ll, Ahora bien, sería ab:.urdo
poner en u fa,·or la lonfesión Je los que callan por miedo,}' que todos lo ciudadanos reunidos no pudieran lo que pue-
para ca~tigar a lo~ que !.C atre\cn a hablar. Así es como los de por c;eparado cada uno de ellos.
decenviro , elt>gido~ al principio por un aiio, prorrogados
luego pur otro anu, intentaron retener a perpetuidad supo-
der, no permitkndo mas comkios para reunirse; y por me-
dio de este facil r~cur~o es como todos los gobiernos del
mundo, una' él re' Cltlidos de la fuerza pública, usurpan tar-
de o temprano la .1utoridad soberana.
Las asamblea~ periódicas de que he hablado antes son
idóneas para prevenir o demorar esa de\gracia, sobre todo
cuando no nece-.itan de convocatoria formal¡ porque enton-
ces el príncipe no podna impedirlas sin declararse abierta-
mente infractor de la!> le}CS y enemigo del Estado.
La apertura de C'>tas usambleas que no tienen por objeto
más que el mantenimiento dcl tratado social debe hacerse
siempre mediante dos propo:.kione que no puedan supri-
mir.,e nunca, y que deben er sometidas a sufragio por sepa-
rado.
la primera; si piare al soberano const>nar la pusente for-
ma dt gobierno.
La segunda: si pl11cc al pueblo dtjar la administración a
aquellos que actualmente estdn encargados de ella •.
~ l!stt parrofo fue la pieu fund;~mental contra Rou.sseau en elJWCIO gi-
nebrim• contra d Contmto soda/¡ tgun el f!K&I. f.·Tronchin, • no .:ono·
c.e oln.• medio para prevenir lasu.surpaciunts que fijar asambleas perió-
di,u, dur;~nte las cual e~ d gob1crnu ~¡uedaen u.s¡xruo, y en !as que. ün ma)1•rH1 de sufragio~ ~l ha de con en ar'e la forma del gohierno recibi-
que sea nc.:esa1 ia la con~ocutoria formal. e discute por separado y por do) Jo, m;¡gÍltradus mst1tU1dns•.
316 SOBRI!H ORIC;&.'- C>tl-" m 'IGUALDAD

reducirse todo a las apariencias, todo se convierte en ficticio


y fingido: honor, amistad, virtud, y con frecuencia hasta loa Notas de Jean-Jacques Rousseau
vicios mismos, de los que finalmente se encuentra el secreto
de glorificarse; cómo, en una palabra, al pedir siempre a los
demás lo que nosotros somos y no atreviéndonos a pregun-
tarnos sobre ello a nosotros mismos, en medio de tanta filo-
sofía, humanidad, educación y máximas sublimes, no tene-
mos más que un exterior engañoso y frívolo, honor sin
virtud, razón sin sabiduría, y placer sin dicha. Me basta con
haber probado que no radica ahí el estado original del hom-
bre y que es únicamente el espíritu de la sociedad y la desi-
gualdad que ella engendra los que sí cambian y alteran todas
nuestras inclinaciones naturales.
He tratado de exponer el origen y el progreso de la de-
sigualdad, el establecimiento y el abuso de las sociedades Del Contrato social
políticas, hasta donde tales cosas pueden deducirse de la na-
l. •Las doctu indaga.:ione~ sobre ti derecho público no $On con fre-
turaleza del hombre con las solas luces de la razón, e inde- cuencia más "qut' lahistona de los antiguos abusos, y cuando uno se
pendientemente de Los dogmas sagrados que dan a la auto- ha tomado la molestia de estudiarla~ demasiado, se ha ob§tinado ino-
ridad soberana la sanción del derecho divino. Dedúcese de portunamente•... Traiti munuscrit des intüets de la Fr. avtc ses v~i-
esta exposición que la desigualdad, que es casi nula en el es- 5ins; par ¡\f.l~ M. ti'A •. F.so es predsamt'nte lo que ha hecho Groao.
2. Vtase un b~-e tratado de Plutarco titulado Que los anima/a usan
tado de naturaleza, saca su fuerza y su acrecentamiento del
la razón.
desarrollo de nuestras facultades y de los progresos del es- 3. tJ \enladero sentido de esta palabra se ha perdido casi por comple-
píritu humano y se hace finalmente estable y legítima me- to entre los modernos; La ma~-oria toman una villa por una ciudad y
diante el establecimiento de la propiedad y de las leyes. Se un burgub por un ciudadan~. So sabt'n que las casas hacen la villa,
pero que los ciudadanos hacen la ciudad· •. Este mismo error costó
desprende además que la desigualdad moral, solamente au-
caro antiguamente alos cartagineses. !\o he leido que el titulo de
torizada por el derecho positivo, es contraria al derecho na- Cives hava sido dado nunca a los ~ubdito~ deningün pnncipe, ni si-
tural, siempre que no concurra, en igual proporción, con la quier;r. a~tiguamentealosmacedonios,nicnnuestro)dias a los in-
desigualdad física; distmción que determina suficientemen- gle~. aunque más cerca de la hbcrtad que todos los de mas. Sólo
lo) francesc:s se toman familiarmente ese nonibre de oudadnno,
te lo que debe pensar e a este respecto de la clase de desi-
porque no tienen idea wrdadera del mismo, como puede verseen
gualdad que reina éntre todos los pueblos civilizados, pues-
to que va manifiestamente contra la ley de naturaleza, de • El marquts D'Argenson (lb94-l7.57J, m•nhtro de Asunt(• F.x1ran¡rro~ (174+
cualquier forma que se la defina, el que un ni no mande a un 17<47) y uno de lo) ~ompetidures de Rou~~au en .:1 concur u de la A~adtm•a de
anciano, el que un imbécil guíe a un hombre sabio y el que Oijon.
•• Rou•~nu tiene m cuenta tllíhnld~ B..Jino f.us.stJSII&n>Jdl'lu Rtpub/,,a, yrn
un puñado de gentes rebose de superfluidades mientras Ja esp«ialel capttulo \'1 dd libro 1, •Delc•udad.tno.y <k ladlirrtnOamtrtd sUbdí-
multitud hambrienta carece de lo necesario. lo, el croo.datiO. d nrran~ero.la •illa. ciudad y rtpiJb~Ka•.

317
318 NOTA': IJU Ul" IRI\TOSOOAL NOTAS! DEL CONTRATO SO( IAI 319

sus diccionarios, sin lo cual incurrir1an al u~urparlo en delito de 8. ucrores atentos, no os apresuréis a acusarme aquí de cont radic-
lesa majestad: entre ellos este nombre exprt'sa una virtud y no un ción, os lo suplico. No he podido eYitarla en los termino~. dada la
derecho. Cuando Bodino quiso hablar de nuestros ciudadanos y pobreza de la lengua; mas esperad.
burgueses, incurrió en la graye equiYocación de tomar a los unos 9. Por esta palabra no entiendo sólo una aristocracia o una democra·
por los otros. El señor D' Alembert no 5e ha equivocado al respec:to cia, sino en general todo gob1erno guiado por la \'Oluntad general,
r ha distinguido bien en su artículo Ginrbra,los cu.mo órden~ de que es la ley. Para ser lega timo, no es preciso que el gobierno~ con·
nombres (cinco incluso, contando a los simple) exuanjeros) que funda con el soberano, .sino que sea su ministro: entonces la monar-
hay en nuestra ciudad, y de los cuales sólo do~ componen la repu- quía misma es república. ~lo :.e aclarará en el libro siguiente.
blica•. Ninglln otro autor francés, que yo :.epa, ha comprendido d 1O. Un pueblo no se welve célebre hasta que su legislación comienu a
verdadero ~>entido de la palabra c1udadano. declinar. Se ignora durante q.tántos siglos la institución de Licurgo
4. Bajo los malos gobiernos esta igualdad sólo es aparente e ilusoria; hizo la felicidad de los espartanos antes <k que se tratara de ellos en
no sirve má que para mantener al pobre en su miseria y al rico en el resto de Grecia.
~u usurpació n. De hecho las leyes son \1empre útiles a los quepo- 11. Quienes sólo consideran a Calvino como teólogo. conocen mal la
:.een y perjudiciales a los que no tienen nada: de donde se Sigue que extensión de su genio. la reda~dón de nuestros sabios edictos. en
el estado soda! sólo es \·entajoso a los hombre en tanto que todos la que tuvo mucha parte, le honra tanto como su institucion. Por
tienen algo}' ninguno de ellos tiene nada en dem.ma. mochas revoluciones que el tiempo pueda aportar a nuestro culto,
5. Para que una voluntad sea general no siemprt' es necesario que sea mientras el amor ala patriar a la libertad no se extinga entre noSc>-
unanime, pero es necesario que todas las voces sean tenidas e n tros. jamas la memoria de ese gran hombre dejará de ser bendecida
cuenta; toda exclusión formal rompe la generalidad. en él.
6. Cada inreres, dice d Sr. d'A., t1me principios diferentes. El acuerdo 12. E l'eramente, dice Maquiavtlo, mai non fo alcuno ordinatore d1legg
de IM im~re5es particulares se forma por opos1non al de un tercero. straordmarie in rm popo/o, che non rrcorresse a Dio. perclre altrimtn·
Hub1era podido aiiadir que el acuerdo de todos Jos intereses se for- lt non sarebbero accertate; perche sono molti be ni corwsciut1 da uno
m a por oposición al de cada uno. Si no hubiera in re reses diferentes, prudente, i quali non lranno in SI! raggioní evidenti da potrrgli per-
apenas se notaria el interés común, que jamá~ encontraría obstácu- suaderead aiJrui. (Discorsr sopra l'ito Livio, L. l., c. XI•.)
lo: todo mar...haria por sí mismo, y La poli! ic<1 dejaria de ser un arte. 13. Si de dos pueblos vecinos uno no pudiera prescmdi r del otro, sería
7. \aa COSú ~.dice Maquiavelo, cht alcune drviswrri nuocomo alfe Re- ésta una situacion muy dura para d pr imero y muy peligrosa piira
publ•cht, tale une giovano; quelle nuocono che sono dalle sette e da el segundo. Toda nación sabia, en semejante caso, se esforzara por
pt1mgia11i auompagnaJe; quelle g¡ol'fmo che StltUl sette, sr...o part•- librar muy de pri\8 a la otra de esa dependencia. La republica de
giani si mamegono. Non potendo adunque pro1·e.hre un fondaron Tiasc~a, enclavada en ell mperio de ~léxico, prefirió pasarse sin sal
,funu Rtpublicu che non siano nimidrit in quellü.lra da pro1't'der al- a comprarsela a los meltica.no~. e incluso a aceptarla gratuitamente.
menoche non vr sianosette. (Hist. Fiorent., L. Vlll ••.) Los sabios dascaltecos vieron la trampa oculta bajo aquella liberali-
dad. Se conservaron libres, y este pequeño Estado encerrado en
• En el articulo •Ginebra• , tomo VJJ de la Frwd~oJ,cl, dJ<:t D'Aiembert •St dis- aquel gran imperio fue finalmente el instr umento de su ruina.
tinguen en Gintbra cuatro órdenes de persona.~: lo ~·udad~no) que son hijos !k 14. ¿Qoeréts dar al l::stado consistencta? Acercad los grados extremos
burguest> y han na<ido en la villa: s6lo éstos JH•~dcn ak.tnzar la magistratura; cuanto sea posíble; oQ permitáis ni gentes opulentas ni pordiosero~.
los burgue)e~. que &un hijos de burguc.•e~ o de ciudadanO!>. ptro naddos en pau
CKrranjt'ro, o que ~iendo extranjero,, han odqu1ndo d dtrr,ho de burguesía~
el magt>trado puede confenr; pue¡Jen ser dd ~on~jo gtnnal, e mcluso del gran llas que sin faccione!> ni bandería\ ~e manucnen. Asi pue!', como d fundador de
c~¡o !~do de lo) do~entos. l.os hab1tante wn utran¡n-m q~ tienen per· una republicano puede e\ 1t~r que las d•scn>Jones <;t manifiesren en tila, dche al
müo dtl maghtrado dr rffidír en la villa. )'que no ~on lUda m.u. Hnalmt'nte los mcnoJ onlcnJrla de manera q~ no K Corm~ facoones en su ~no.•
IUII\0.500 lo. hijoade loiiWlllant~ l~nen al¡g~ privíJtgtO~ masqunu.s pa· • • l:.n efecto, nunca exis110 n.ncun lt¡i&lador que JKl recumese a la mediación de
drc!>. pc-rotttan c~.-ddgobiemOJ un Dio• pua un-r aceptar le)<'S utraordin&r~&o ~ un pueblo, pol'qut de otro
•• .\~a que h•~ di•wooesquedanan a las '-"Puhlka•, otr~quelcMJD pro- m(ldo no ~rian ~~ Porque cuantas k~ e· bU,n co110Cld<u de un ~~~Lldor
VKhn-as; S<>n diñmob la que impJkan fa.::Ciúl\b y bandcriu, prmL'\.hQ\ól$ aqtJe- prudente qutnollevan rn 11 razones ev.Jcnlc• para per.~dir a ocro.•
320 NOT.\5: DEL CONTRATO SOCLU 321

Estos dos estados, inseparables por naturale7.a, son igualmente fu- quieran, cuando a pesar de su esplendor un pais se despuebla, no es
nesto) al bkn comün: dd uno salt'n los fautores de la tiranía, y del cierto que todo vara bien, y no basta que uo poeta tenga cien milli·
otro Jos tiranos; siempre es entre dios entre quienes se hace el tráfi- bras de renta para que ~u >iglo sea el mejor de todos. Ha)' que mirar
co de la libertad publica, el uno la compra y el otro la vende. menos al reposo aparente y la tranquilidad de lo~ jefes que 1o1l bie-
15. AJgun.a rama del comer.,;io utenor, dice el )tñor d'A., apenas si rin- nc tarde las naciones entera!>, y snhre todo de lo!> Estados mas nu-
de un;a utilidad falsa para un rt'ino en gt>neral: puede enriquecer a mero~o~. F.l graniz.o ~ola algunos cantones, pero nuamente oca-
algunos particulues, a alguna.~ villas incluso, pero la nacion entera ,jona ~-are u a. l.as rcvuelta'>,las guerras civiles causan mucho pavor
nada gana con ello. y el pueblo no t' la mejor. a los JC:f~'S, pero no constituyen la verdadt'ras de~gracias de los pue-
16. Por eso t'S por Jo qUt' m \'ent'Cia se da al colegio t'l nl>mbre de serem- blos, que pueden indu.-.o tener de!>Canso mienll<ti 'it di~puta quito
simo Prrnnpe aun 'uando d Dogo no asista a él. !OJ ha de tiranizar. E' de w estado permanente de dondt' naCt'o sus
17. El Palatino dt' Posnania, padre del rey de Polonia, duque de L~rena. prospcru.lado o ~u calamidades reale~; .:uando todo permane.:.e
18. ~ t'\ idenh.~ que la p4labra optimates entl't' lo) antiguo~ no quiere apla(tado baJo el yugo, tl> entonces ruando todo d~ae; es e.ntonces
c.kcir lO$ mejol'Q, Jtno los más poderosm. cuando los jefe lol> destrU)~n a ~u comodidad, t.JJ¡ soltwdmrm fcl-
19. Importa mucho ~ular mt'diante lt'}'t'S la forma dt' elecrion de los crunt, p<Jt'/!111 ap,/L.tnt •. Cuando las trapacerías de los gra.odes agi-
mag1strado~; pc?"}Ue al abandonarla a la volunt.ad del pnncipe no taban el remo de Franda) .. u ando el coadjutor de Pan:.' • llevaba
~ puale evnan~r en la an~touacia heredttari;~, ~:omo ocurrió en al parlamento un punal en l>U bol illo. esto no impedta que el pue-
la republka) dC' \clf«ta y dt' Ber11a. Por eso la primera es desde blo francé~ \'1\'ÍC:)t' reli7 r numero~o en un honesto r libre desaho-
hace tiempo un Estado disuelto, y la segunda se mantiene gracias a go. Antarto Grecia flore .. ia m el seno de las guerras mas crueles: la
la extrema sabidur1a de .. u senado; e~ una excep.::ión muy honora- sangre .,;orría a oleada~ y todo el país el> taba cubierto de hombres.
ble y muy peligrosa. Parece, dke .\ 1aquiavdo'", que en medío de las muertes, de las
20. Tácit.: Hist., L 1'. pro cripdonc~. de las guerras civiles, nnestruepública se hizo más
21. J11 CI'VI/t• •. podero~a; la virtud de sus ciudadanos, sw costumbres, su i~dcp~n­
22. Esto no contradice lo que hedichoantes(L 11, cap. TX) sobre los in- dencta tenian más efecto para fortalecerla que todas ~Ul> dtsensto-
conwnientes de los Estados grandes: porque a!H se trataba de la au- ne~ para debilitarla. Un poco de agitación da vigor a 1~ alma~, y lo
toridad del gobierno sobre sus mietnbro~ y aqUI se trata de su fuer- que realmente hace prosperar la especie no es tanto la paz como la
za contra los subditos. 'iu.~ miembros dispersos le sirven de puntos libertad.
de apoyo para a..tuar a distancia ~obre el puet>lo, pero ningun pun- 24. La formación lenta r el progreso de la República de Venecia en sus
to de apoyo tiene para obrar directamente sobre esos miembro~ laguna) ofrece un ejemplo not.able d~ esta '~cesión; y e.s ~oy sor-
mismo~. De o te modo. en uno de los~ la longitud de la palanca prendente que desde ma de m11 doscrentos anos los venectano pa-
ha.cela debilidad,,. en el otro la fue m. re7.:an no l-:.lar aun más que en el se~o término, que comeru:ó en
23. Por el mi~mo principio deben ju1gar~ los siglos que merecen la el errar di Con,iglio en 1198. En cuanto a los antiguos Duxque se
preft'renda por la prd peridad del genero humano. Se ha admirado le reprocha. dtga lo que quiera d s•JUitiniodella ltbertill'tllera••••,
demasiado a aqudlo en que se \'ieron florecer )3) letras y las artes, e•tá pmhado que no fueron soberanos suyos.
)in penetrar el objcuvo secreto de ~u cultura, )10 considerar su fu- !'o faharll quien me obJde que la Repüblica Roman.a s¡gu•o, dt-
ne to eft'Clo, idque apud imptrrtos humamras •·ocabarur. cum pars rán, un prvgre~o totalmente contrario, pasando de la momrqui~ a
strvlluti5 rutt •••. ¡l'o veremos nun.:a m las má.'timas de los libros la ari to.:rada, y de la artitocracia a la democracia. Estoy mu) leJo
el burdo intt'ré que hace hablar a Jo autore ~.:-=o, digan lo que depensara 1

• • Pues el mtdio 11\&s cómodo~ m.b rápido dt discrmir el bltll dd mal t"S Jo qut • 1bid.• 31 : • L>nnde hacrn wledad, lo l.bman pn.•
tuluhrlas querido o no h.1brW querido •• m ro rnnruhubitra~ r~~- • · fl carJmal de R.tz, qur In ~ul."nta tn SU> memorta> (libro 01 ).
• • AliWón a Ltz Polrtr,a Lk Plahln • • • AJapta.r"n dt un J'll$<l!C de ITrsroruuflor.·ntmns
••• fáato,Agru:t>la, 21 : •WSlnOIM llamaban humaniJ.¡d a lo (jU<' era )'a un CO• • • •• ü.."rito anon1mo puhh,.aJo <'n 1o n . 'U}'O ob1em1H'n ~table.c<'r cilkrr.:ho
llllCnzo de krviJumbcc... dt ;obu.una dt lo.efl\p<radorowbrc la Repubhca de Vene,la.
322 NOTAS: Ofl <0 ' lltAlll 'QCL"I. 323

El primer establecimiento de ROmulo fue un gobierno mixto que ~bre todo por el Hierón. de Jenofonte, de la distinción de Aristóte-
pronto degeneró en despotismo. Por causas particulares el Estado les se seguina que dc:sde el comienzo del mundo no habna existido
pereció antes de tiempo, como se ve morir a un reden n;~cido ílntes todavta un solo rev.
de haber alcam.ado la edad adulta. La expulsión de los Tarquinas fue 26. Aproxtmoldilmente seglin el !ttntído que se da a este nombre en el
la verdadera épou del nadmiento de la Republica. Pero al principio Parlamento de 11\glaterra. La semejanza de estos empleos hubiera
no adoptó una forma constante, porque al abolir el patriciado no se puesto en conflicto a cónsules y tribunos, aun cuando toda jurisdic-
hizo más que la mitad de la lab<>r. Porque de e~ta manera la aristocra- ción hubiera sido suspendida.
cia hereditaria, que e~ la peor de las admini~tradone~ legttimas, al 27. Adoptar en lo~ pa1ses fríos el lujo y la molicie de los onentales, es
permanecer en conOido c;on la democracia, no fue fijada la forma querer darse a M mismos cadenas;(') ~ometerse a éstas más nec68-
del gobierno siempre mcierta y flotante, como lo ha demostrado Ma- riamente aun que a aquéllo~.
quiavelo, hasta el establecimiento de lo~ tribunos; sólo entonces 28. Es lo que yo me habta propueMo hacer en la continua.ión de esta
hubo un Vl!Tdadem g<lbiemo y una wrdadera democracia. En efN:- obra, cuando aJ tratar de las relacione~ externas hubiera llegado a
to, entonces el pueblo no era solo soberano, ~ino también magistra- las confederaciones. Materia completamente nueva, y cuyos princi-
do y juez, el senado no era mas que un tribunal subalterno para pio> estan todá\'Íil por establecer.
atemperar• o concentrar el gobierno, y los mismo~ cónsules, aunque 29. Por bupuesto que no se abandona la patria en el momento en que
patricios, aunque primero~ magistrados, aunque generales absolu- nos ne~e>ita para eludir el deber y dispensarse de servir a la patria.
tm en la guerra, no eran en Roma más que los pre)identes del pueblo. Fnmnces la hwda sena criminal y punible; ya no se!ría retirada, •ino
DeMle entonce~ ~ vto también al gobierno adoptar ru inclina- d~rción.
ción natural y tender tuertemente hacia la ariMo.. racia. Abolido 30. Esto debe entenderse siempre de un Estado libre; pues por lo demas
el patriciado como por sf mismo, la ansto...racia no e~ taba va en el la famtlta,los bienes, la falta dea~tlo.J¡¡ necesidad, la violencia, pue-
cuerpo de los patrido~ cumo esta en VenN:ia ven Génova, ~ino en den retener a un habitante en el pdis a pesar suyo, y entonces su es-
y
el cuerpo del senado wmpucsto de patricio~ de plebeyos, incluso tancia sola no supone ya su con>entimiento al contrato o a la vio-
en el cuerpo de los tribunales cuando éstos come01aron a usurpar lenda del contrato.
un poder activo; porque las palabras nada hacen a lasco~, y cuan- 31. En GénO\-a se lee delante de las prisiones y en Jos grilletes de los ga-
do el pueblo tiene jefe~ que gobiernan por él, J>ea el que fuere el leote~ la palabra Liberta.>. F.sta aplicación de la div~ es hermosa y
n(lmbrt que lleven e'o~ ¡efe ,l>iempre c:s una ari,tocracia. justa. En efe, to, sólo los malhechMes de toda condicion impiden aJ
De lo11 abusos de la aristocracia nacieron las guerras civiles y el ciudadano ser libre. En un pat~ en que todas estas gente> estuvieran
tnunvirato. Sila, Julio Char, Augusto se com·irtiemn en la práctica en galera>~ gotaria de la libertad mas perfecta.
en nrdaderos monarca,, y finalmente, bajo el despotismo de Tibe- 32. El nombre de Romo que pretenden den" arde Romutos es gnego, y
rio se disohrió el Estado. l.a historia romana nu desmiente por tanto significa fuerza; el nombre de Numa es griego también, y significa
mi principio: lo confirma. Lt}\ ¿No es significativo que los dos primeros reye~ de esta ciudad
25. Omttt5 enim et hubentur et dicuntur 1)·ramri qur potestate utuntur hayan llevado de antemano unos nombres tan bien re-feridos a lo
perpetua, in sea Cintare quae libertare usa e~t Corn. Kep. in Mil- que hicieron?
fiad, cap. Vm··. E~ eterto que Aristotele~, Mor Nicom. L \'lil. 33. Ramnm~es.
c. 10, distingue el tirano del rer. en qu< d primero gobierna para su 34. 1átitnses.
propia utilidad, ) d ~su ndo solamente para la utilidad de sus súb- 35. Luctre$.
dtto~; pero adema de que gener~nte todos los autores griegos 36. Digo aJ campo de .\farte porque era alli donde~ reuman los comi-
han tomado la palabra tirano en un sentido distinto, como parece cio~ por centurias; en las otras dos form;u, el pueblo~ reunea en el
forum o en otra parte, y entonces los cupite cenH tenian tanta in-
• Fn latdki.~n de 17112: • templar~ cun~~ntrar•.
fluencia y autoridad como Jos primeros ciudadanos.
" • Puco se llama tiranou todm aqucllo, <liJe se a~ran dd pod"r y lo e¡ercen 37. E~ta c.:enturia, sacada de este modo por bOrteo, se llamabaprae ro-
pnpctuamente en aquellos útadl'l tn q~ ant~ dW"rular,,n ck la h~rtad.. C:orn. g•lt i~·a, por seria primera a la que se pediuu sufragio. y de abl es de
Ntp.J<f¡/.:WJa.. donde vino la palabra prnrogmwa.

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