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CITAR, COPIAR, PODER PENSAR; MATERIAL DIDÁCTICO PARA

UNA INVESTIGACIÓN EN EL ENSAYO1

Agradecimientos: Previamente deseo agradecer a los organizadores de esta


Jornada, no solo por haber creado una instancia de exposición, sino además
por haberla cuidado y conservado desde una primera jornada a una segunda
jornada. De por sí es difícil llevar a cabo una convocatoria, pero llevar a
cabo una segunda. He ahí el desafío del sentido de un encuentro, del sentido
que se debió haber dado en la primera. Supongo que nuestra tarea en esta
segunda, será capitalizar poder y entusiasmo para una tercera. Así mismo
quisiera hacer hincapié en el tono festivo de este encuentro, pues esto, un
encuentro en el que podamos exponernos los unos a los otros, es de celebrar.
Esta es nuestra instancia, y el espacio en el que habitamos, y es nuestra
responsabilidad cuidarlo, esto es, festejarlo.

Observación previa: Antes de presentar este material, debo realizar una


aclaración previa a la exposición. La aclaración trata del título de esta
presentación, llamada en un principio “Citar, copiar, pensar, material para una
investigación de composición en el ensayo”. Pues cambiaremos su título a
otro. Y este será; Citar, copiar, poder pensar; material didáctico para una
investigación en el ensayo. La diferencia en este cambio no es menor, y no
tanto por agregar la palabra didáctico a material, sino más por sumar la
palabra poder a pensar. Pues lo que intento corregir aquí, un error
completamente mío, es que no quede borrada la diferencia entre “pensar” y
poder pensar. Que no quede borrada la imposibilidad de pensar en una
incondicionada inmaterial. O en otras palabras, del cómo las condiciones que
pueden hacernos pensar, no son simplemente cosas que gatillan un proceso
interior libre de toda forma y materialidad, sino por el contrario, que solo
podemos pensar en y desde dichas formas y materialidades. Pues poder pensar
es imposible en su parcial o completa interioridad. Lo que puede hacernos
pensar es así, lo mismo que poder pensar.

De esto trata entonces nuestra presentación. De las formas y los materiales que
no solo, nos, hacen pensar sino, en todo caso, con, los cuales pensamos. Trata,
de la formación de formas de pensar.

Entonces, ahora comenzamos.

1
Texto presentado en la “Segunda Jornada de Innovación Metodológica, “El profesor creador””, 31 de julio
del 2009, UMCE.
Tradicionalmente se comprende que la cita en un texto es el apoyo o
referencia, para algo otro que “originalmente” se está pensando o escribiendo
-dejemos por ahora la palabra “originalmente” entre comillas-. De este modo,
lo que solemos criticar como “abuso de citas”, puede ser sobrecargar una
redacción con dichos agregados, o simplemente lo que llamamos “plagio”, a la
hora de citar descaradamente sin referencia alguna. En cualquiera de estos
casos, consideramos que el exceso de las citas es un defecto o falencia del
texto redactado, y por tanto de las capacidades del escritor investigador, - por
cierto, es importante diferenciar aquí entre un abuso, es decir, un uso impropio
que violentamente deja fuera, y un exceso, que es cuando se presentan más de
“los necesarios” para una determinada eficiencia- Sin embargo, si lográramos
pensar que investigar y escribir no son dos pasos correlativos a seguir, por
ejemplo, representando algebraicamente bajo una letra a; los logros del
investigar, es decir, saber, conocer y descubrir, para “luego”, representando
bajo una letra b; simplemente expresar lo descubierto, escribirlo, simplemente
ahora dando forma a un contenido que ya se sabe, que se contiene previamente
sin forma alguna, dicen; lo que ya está pensado. Sino en cambio que escribir e
investigar son dos polos inseparables de la misma técnica. No nos referiríamos
por supuesto a cualquier género de escritura, sino a uno en particular. El
ensayo.

El problema lo podríamos redactar entonces de la siguiente forma: ¿cómo


enseñar a investigar, para el género del ensayo? ¿Cómo enseñar a investigar,
ya no solo bajo la tradicional y refrita pauta del método científico, reducido al
extremo a unos puntos, y a su vez, ampliado al extremo como solución de
toda estructura de investigación? Para el Lenguaje la cuestión es crítica, no
solo por no contar ya con estudiantes –estos habrán sido sus habitantes- que
finalmente ya no son capaces de escribir –esto es, de habitar- un género por
excelencia investigativo, sino además incapaces de expresar con propiedad, es
decir de hacer propias, experiencias ajenas en formas ajenas. Y luego, en
términos más generales y catastróficos; incapaces de apropiarse de alguna
forma de sus propias experiencias, incapacidad que se encarna como
indiferencia hacia las formas, o sea, indiferencia hacia el lenguaje. Han
olvidado la técnica más espontánea y efectiva de aprender, y de la cual todos
nos hemos hecho cargo en algún momento para abrirnos paso en este mundo;
la capacidad de aprender imitando.
Detendremos este movimiento, ahora, para dirigirnos al material en cuestión,
este es, la descripción de un juego. Que en todo caso acontece aquí; en el
lenguaje y en sus diferencias, es decir, en sus formas, esta son, las palabras.

Esta propuesta básicamente se presenta bajo un material en dos fases de


actividad, la primera basa en componer una investigación, tipo ensayo,
solamente a partir de citas, de ahí el nombre componer 2. Los estudiantes
deben elegir un tema de investigación a gusto, y de él imaginar un problema
que les sea de relevancia significativa. En este punto no es importante que
decidan definitivamente un tema y problema del cual no podrán desprenderse,
por el contrario, durante todo el proceso los podrán modificar, de modo que de
concluir alguna tesis, esta sea parte de una relación de los textos y el
estudiante, y no solo de una búsqueda certera, e intencional del estudiante. Por
el contrario es de suma importancia que a cada momento, de inicio y
modificación, los estudiantes escriban y reescriban brevemente su tema y
problema tantas vez sea necesario, lo titulen al menos. Para esta fase,
necesitamos un computador con internet, en su defecto con un explorador de
web que sea capaz de abrir y guardar documentos en formato PDF., y con un
microprocesador de texto instalado. Así también la utilización del servicio de
búsqueda web www.google.com. Es importante advertir aquí que de Google
utilizaremos no solo el buscador sino, integralmente todos sus servicios,
Gmail de curso, Gmail personal, Google Documents, Google Grupos y en
especial el mismo buscador en modalidad Google Académico 3, excelente para
la búsqueda de investigaciones, tesis y otros documentos en formato PDF.
Privilegiaremos el formato PDF, por ser predilectamente el formato de
publicación de tesis universitarias, investigaciones académicas, revistas
académicas y otros, asegurándonos una cierta calidad en las referencias que lo
estudiantes utilizaran. Aunque lo importante aquí es que los estudiantes logren
identificar por sí mismos, y sin necesidad de “saber”, sino solo comparando
unas citas con otras, la calidad de sus referencias según las vayan
coleccionando. Los estudiantes pueden citar también textos impresos, no solo

2
Quisiera por cierto, leerles una nota sobre el componer, es decir, sobre la composición. En los estudios
profesionales de Arte, generalmente se enseña de la composición como un procedimiento de articulación que
requiere de mucho equilibrio, por ejemplo, estará este trabajo mal compuesto si posee demasiado peso aquí o
allá. Como formadores, hemos de precavernos de esta tendencia equilibrista, pues componer si bien demanda
reglas, estas siempre están contenidas ya en una determinada forma de la lengua que se comunica solo a sí
misma, es decir, no hay necesidad de compensar, por ejemplo, un equilibrio de Introducción (el movimiento
de introducir), Desarrollo (el movimiento de extender algo central) y Conclusión (la decisión de los
sintagmas), si el texto por si mismo logra movilizar, es decir, funcionar en su forma. Por lo general es la
cuestión de la extensión la que puede resolver todos estos problemas. Un exceso de extensión que permita al
estudiante componer desde su mismo texto.
3
http://scholar.google.cl/schhp?hl=es
digitales. Las reglas serían entonces; citar como máximo TRES citas por texto
encontrado, con una extensión no más allá de un párrafo. Cada cita deber
poseer su referencia web en la composición, ya sea al pie de página o entre
paréntesis con abreviaturas en el caso de citar un texto impreso. Durante el
desarrollo de este trabajo está estrictamente prohibido que los estudiantes
redacten alguna parte de su ensayo, ni siquiera para articular las partes, sino
que lo compongan solo de citas.

La segunda fase de la actividad comienza una vez los estudiantes hayan


terminado su ensayo de citas. Luego de concluir la composición, deberán
traspasar todo el ensayo; transcribirlo en manuscrita a algunas hojas. En esta
situación pueden primero imprimir el ensayo, para luego trascribir con mayor
comodidad. No obstante en esta fase, la transcripción no debe necesariamente
ser literal, es decir, podrán ahora alterar en la medida que lo deseen el ensayo,
corregir la redacción, compaginar las partes, hilar los párrafos, eliminar partes
o redactar otras nuevas. En suma las dos fases poseen una planificación de
tiempo que no debería superar un mes de periodo académico.

Si continuáramos en dirección a la planificación de esta forma didáctica,


deberíamos urgentemente atender los problemas que obviamente cualquier
profesor puede ya estar imaginando. En cambio, quisiera narrarles brevemente
algunas experiencias con las que nos hemos topado en el uso de este material,
creo así, es mejor que explicar cualquier otra cosa.

De esta manera, les voy a compartir un malestar cada vez más común entre los
estudiantes, ya sean, de básica, media o educación superior. Este es un
quejido, que cada vez con mayor frecuencia se escucha en las escuelas de todo
tipo, y tiene relación con el género del ensayo como herramienta de estudio.
Pues el ensayo, preferentemente en la universidad, antes que cualquier otra
cosa es herramienta de estudio y comunicación de contenidos incitantes a la
reflexión, o al menos así se ha pretendido utilizar comúnmente. Se trata
entonces de una constante molestia a la hora de leer un ensayo, pues allí los
embarga la sensación de que el autor en gran extensión de un texto, dice muy
poco de muchas formas. Es decir, que el autor de un ensayo que para el caso,
están estudiando, dice solo unos cuantos puntos, y del resto mera extensión
superflua de un contenido que podría haber sido comunicado de una forma
menos costosa, pues leer para la mayoría de los estudiantes de nuestro país es
difícil.
La pregunta que puede surgir así; ¿para qué seguir utilizando el género del
ensayo como herramienta de comunicación?, es decir, ¿por qué no utilizar
simplemente el formado audiovisual, paper´s descriptivos o guías de materia,
así como se hace cada vez más reiteradamente en las actividades de educación
media?; Guías a la orden del día. Pero entonces, ¿qué comunica un texto?,
¿qué ensaya un ensayo?, ¿que expone en su repetición? Y si el asunto en
cuestión es comunicar, ¿por qué no ahorrar por medio de otros medios de
comunicación? ¿Tan indispensable es la reflexión que supuestamente asegura
la lectura de un ensayo?

La cuestión aquí parece presentar inevitablemente un problema sobre una


concepción del lenguaje, y por tanto un problema particular que demandaría
ser tratado específicamente por los estudiosos del lenguaje.

Sin embargo, el problema no se presenta aquí como lenguaje, sin duda en el


lenguaje, en las palabras que estoy leyendo y que me donan toda esta
reflexión, incluso mi posibilidad de traicionarlo al leerles algo que está escrito,
de escribir algo que va a ser leído, y por tanto de haber escrito como si
estuviera leyendo. ¿Qué otra posibilidad queda?

La cuestión es educativa, no nos engañemos. Digo, somos profesores, somos


formadores, creadores de herramientas, domadores de materiales,
domesticadores profesionales.

Entonces, ¿qué contiene un ensayo?, ¿que contiene a un estudiante?, ¿qué lo


libera? ¿Cuáles son las formas de una formación?

Volvamos por un momento al quejido. ¿Qué dice un autor?, ¿qué dice un


texto?, ¿puede un autor acaso decir más que el texto?, o al revés, ¿puede un
texto decir más que la intención de un autor?

Quizás a peor caso, los estudiantes no están tan equivocados. Quizás los
ensayos que les exigimos estudiar, digo; lo autores que deseamos que
escuchen, no dicen tanto. Quizás dicen poco, quizás lo dicen mal. Quizás lo
escriben mal, quizás mal escriben al solo querer decir algo, al confiar de la
escritura como un medio de comunicación de mensajes. Quizás nosotros los
profesores los rescatamos mal. ¿Pero a quién?, ¿a quién hay que salvar aquí?,
¿a los autores, los contenidos, los valores, las capacidades? La ley del rey
dice; “deberán llegar a ser capaces por medio de… a través de….” ¿Capaces
de qué?, ¿cuál es la forma de una capacidad? Dirán, capaz de comprender un
texto, de comprender su mensaje, su contenido, capaz de opinar, de discutir,
de reflexionar. ¿Y el texto? ¿De qué es capaz un texto? Porque éste ahora
ciertamente, no puede escapar de nuestras capacidades. ¿Qué ocurre cuando
preguntamos por la formación de una capacidad? ¿Y quién o que intenta
responder al repreguntar por la forma de una formación? ¿Acaso la forma se
potencia ya desde la formación?

Siempre he creído que si algo no se puede evaluar, tampoco se puede


planificar. Luego, observemos aquí cómo el texto nos dona su cuerpo, digo
textualmente lo dona. Nos hacemos de él objeto para probarnos de tal o cual
capacidad. Luego lo abandonamos, dejamos de hablar de él, sino ahora sobre
él. Por sobre, encima, más allá, meta-textualmente, meta-físicamente. Pues
confiamos que nosotros somos su origen, el texto hijo de su autor.
Hipotecamos la confianza de ser capaces en nombre de la originalidad. Pero
no nos percatamos si ésta posee fondos. El fondo de la originalidad, en el
fondo no tiene nada. Es pura deuda.

Les repito la primera pregunta ¿qué comunica un texto?, ¿a su autor, sus


logros?, ¿el contenido autorizado que luego genera una reflexión?

Aquí va otra dificultad. A cada oportunidad de iniciar esta actividad con


estudiantes de entre segundo y cuarto medio. Muchas veces me han
preguntando. ¿Cómo vamos a encajar las citas, si todas hablan de cosas
distintas?, y luego afinan la pregunta; preguntan de nuevo; ¿cómo puedo crear
una crítica sobre algo concreto si el contenido en todas las citas es diferente?
Otro estudiante pregunta: ¿y si no encuentro muchas citas que tengan que ver
con mi trabajo? Luego de un tiempo de trabajo en la composición, la cuestión
poco a poco se nos va revelando. No se trata en ningún caso de considerar un
contenido detrás de la escritura, sino sobre ella, desde ella. El texto solo se
comunica a si mismo.

A la mayoría de los estudiantes solo les importa en principio tratar de hacer lo


mejor posible de la forma más sencilla y rápida, esto es en un principio, “que
el texto suene bien”, pero no basta luego que suene bien, pues suenan bien,
muy bien, pero la expresión los incomoda, algo les incomoda, y no es el
contenido, será alguien entonces. El problema de componer radica en encajar
artículos, en que se puedan elaborar sintagmas. Así se concentran en lo
mínimo. En la forma en que quedara escrito, nace repentinamente el deseo de
que quede bien, pero los agota leer y releer en voz alta, por un momento los
inunda el silencio, destruyen el texto y se dan cuenta que el camino más
rápido es aprender a descontextualizar. Por un momento quieren escribir,
sienten que lo hacen y que lo hacen bien. Se concentran en lo máximo.

Al cabo de otro tiempo más, les doy las instrucciones de la segunda fase.
Todos se asombran, no de la tarea, sino de sus escritos. Justo ahora
transcriben. Hubiera jurado, la primera vez que intenté esto, que no escribirían
mucho más, que solo escribirían para unir las citas. En parte fue así. Pero en
gran medida no. No unieron las citas, las hicieron suyas. Tenían material
dispuesto, y este los dispuso a ellos mismos. Estaban dispuestos a jugar, a citar
sin comillas, a dejarse ir en los detalles.

En otras palabras estaban dispuestos a escribir, tenían ganas de escribir.

Les pregunto ahora desde el comienzo de este material; ¿qué implica poder
pensar? ¿Qué implica, a quiénes implica?, ¿a qué sujetos complicita?, ¿donde
inicia y termina?¿Puede darse fuera del lenguaje?, ¿puede algo quedar fuera
del lenguaje?, ¿de la forma, la formación del lenguaje?

La economía nos interrumpe.

Aquí hace falta un ensayo.

Carlos Araya Moreno

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