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Sexo y cerebro
Introducción
En los años 90 del siglo pasado aparecen una serie de trabajos sobre biología
evolutiva que explica el comportamiento humano como el resultado de la
acción de los genes en la "próxima generación" que obliga a la mujer a
garantizar la supervivencia de su hijo. Los libros Brain Sex de Ann Moiry David
Jessel, Sex on the Brain de Deborah Blum, y Brain Gender de Hines insisten y
proporcionan evidencias sobre diferencias estructurales del cerebro y
diferencias bioquímicas hormonales.
CONFERENCIAS
Y para la primera década este siglo aparen trabajos inspiradores como, The
Female Brain, de la neuropsiquiatra Louann Brizendine que enfatiza la idea de
que "la educación de género y la biología colaboran para hacernos como
somos nosotras". El objetivo de su libro es insistir en la importancia de las
hormonas para configurar la función del cerebro femenino.
De hecho nuestro dimorfismo sexual alcanza sólo un índice del 13%, lo cual es
suficiente como para poder reconocer de manera inmediata a un miembro
de la especie como masculino o femenino a partir de un primer vistazo; esto
que podría parecer trivial posee una importancia suprema cuan se trata de
interacciones sociales, no importa el momento histórico o el grupo cultural del
que se esté hablando, el poder catalogar a un miembro del grupo como
masculino a femenino es fundamental, ya que todas las culturas cuentan con
elaborados protocolos de etiqueta para tratar a cada género- cualquier
ambigüedad en este sentido pone nerviosa a la mayoría-.1
El hecho de que existan diferencias y las hay -se han encontrado diferencias
anatómicas, químicas y funcionales entre el cerebro del hombre y el de la
mujer, y estas no son negligibles-, encontrándose estas variaciones en todo el
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Esto es independiente de la orientación sexual del individuo que se esté analizando, nos referimos a
patrones de interacción mínima a nivel de interacción social.
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Se debe aclarar aquí que las diferencias anatómicas y funcionales a nivel cerebral en ningún caso
deben asumirse como punto de partida para la legitimación de supuestos derechos o posiciones que
validen una supuesta superioridad de un genero sobre otros, el plano de igualdad de derechos debe
mantenerse al parte de las diferencias orgánicas.
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Al hablar de diferencias estructurales y funcionales se está hablando de diferencias que demuestran
ser significativas en distribuciones muéstrales normales y homogéneas en ningún caso se está afirmando
que todos los cerebros masculinos y femeninos presentan las características que se discuten en este
trabajo, estamos hablando en términos de tendencias estadísticas únicamente.
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Por su parte los machos de la especie son en general más aptos para las
matemáticas en especial la lógica, por su parte la testosterona (hormona
masculina) alimenta el sentido de la orientación y el cálculo. En general el
cerebro masculino está más capacitado para la alta concentración en una
sola tarea se ha demostrado por ejemplo que en el caso de los machos de la
especie al leer el periódico, disminuye consistentemente la agudeza auditiva.
Con respecto habilidades como la memoria trabajos como los de Larry Cahill,
profesor de neurobiología y comportamiento en la Universidad de California
Irving (EE UU), encontró en 2001 que hombres y mujeres usan diferentes
regiones del cerebro para procesar y almacenar la memoria a largo plazo,
siendo la memoria femenina mayoritariamente auditivo/verbal y la masculina
fundamentalmente visual.
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Esto es lo que coloquialmente se señala como intuición femenina.
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La pregunta es, el hecho que las diferencias existan y las conozcamos vuelva
la situación ¿Mejor, peor, igual?