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CONFERENCIAS

Sexo y cerebro

Diferencias funcionales, hormonales y

estructurales por género


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Msc. Johnny Cartín Quesada ©

Introducción

Como mencionamos en el documento anterior hoy por hoy se hace más


necesario que nunca evidenciar que existen diferencias estructurales y
funcionales que son sensibles a condiciones de género que hacen que nos
desarrollemos, percíbanos y razonemos de formas divergentes, estas
diferencias no pueden subestimarse cuando se trata de procesos formativos.
Durante mucho tiempo -más por razones ideológicas que científicas- la masiva
evidencia con la que contamos a este respecto se ha ignorado con serias
repercusiones en la educación de todos.

El objetivo de este trabajo es poner de manifiesto algunas de estas diferencias


y contrastarlas con algunas de la últimas evidencias con las que contamos al
respecto a fin de hacer una llamada de atención de la importancia que dicha
información tiene cuando estamos hablando de docencia universitaria no
importa el área del con que estemos tratando.

Investigadoras hoy muy reputadas como Doreen Kimura, Sandra Witelson y


Eleanor Maccoby llevan casi cuarenta años llamando la atención sobre las
diferencias cognitivas según genero. Iniciaron sus investigaciones desde los
años 70 enfatizando su investigación en las diferencias biológicas que existen
entre los cerebros del hombre y la mujer.

De hecho, mucho de su trabajo está basado en la utilización de técnicas de


resonancia magnética y tomografía permiten comprobar que machos y
hembras de nuestra especie activan distintas áreas de su cerebro para superar
un mismo examen o el mismo tipo de tarea. Sin embargo, unos y otras acaban
obteniendo, como media, idénticos resultados.

En los años 90 del siglo pasado aparecen una serie de trabajos sobre biología
evolutiva que explica el comportamiento humano como el resultado de la
acción de los genes en la "próxima generación" que obliga a la mujer a
garantizar la supervivencia de su hijo. Los libros Brain Sex de Ann Moiry David
Jessel, Sex on the Brain de Deborah Blum, y Brain Gender de Hines insisten y
proporcionan evidencias sobre diferencias estructurales del cerebro y
diferencias bioquímicas hormonales.
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Y para la primera década este siglo aparen trabajos inspiradores como, The
Female Brain, de la neuropsiquiatra Louann Brizendine que enfatiza la idea de
que "la educación de género y la biología colaboran para hacernos como
somos nosotras". El objetivo de su libro es insistir en la importancia de las
hormonas para configurar la función del cerebro femenino.

El origen evolutivo de toda diferencia genérica se basa en la tasa de


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dimorfismo sexual presente en la especie, nosotros somos una especie de
primate no especialmente dismorfico en cuanto a nuestros caracteres sexuales
primarios y secundarios –al menos no si se nos compara con los gorilas que
presentan hasta un 500% de dimorfismo entre machos y hembras-

De hecho nuestro dimorfismo sexual alcanza sólo un índice del 13%, lo cual es
suficiente como para poder reconocer de manera inmediata a un miembro
de la especie como masculino o femenino a partir de un primer vistazo; esto
que podría parecer trivial posee una importancia suprema cuan se trata de
interacciones sociales, no importa el momento histórico o el grupo cultural del
que se esté hablando, el poder catalogar a un miembro del grupo como
masculino a femenino es fundamental, ya que todas las culturas cuentan con
elaborados protocolos de etiqueta para tratar a cada género- cualquier
ambigüedad en este sentido pone nerviosa a la mayoría-.1

Estas diferencias están presentes a todo nivel y son particularmente


importantes cuando nos referimos al dimorfismo sexual cerebral que de
manera muy general se refiere a las diferencias entre el macho y la hembra de
una misma especie, en el cerebro refleja diferencias a nivel estructural y en las
funciones que este realiza.

El dimorfismo sexual cerebral ha sido especialmente estudiado en humanos,


históricamente se le dio mucha importancia a ciertos datos en este sentido
que fueron utilizados y descontextualizados de forma que esta evidencia sirvió
para discriminar a las mujeres por que desde hace mucho se sabe que el
cerebro del hombre es mayor que el de la mujer volumétricamente, lo cual
sirvió durante el siglo XIX para argumentar, que las mujeres eran inferiores
cognitivamente. Sin embargo y hablando al margen de la utilización
políticamente mal intencionada de esto datos, hoy sabemos que esa
diferencia de volumen no produce diferencias a ningún nivel.

El hecho de que existan diferencias y las hay -se han encontrado diferencias
anatómicas, químicas y funcionales entre el cerebro del hombre y el de la
mujer, y estas no son negligibles-, encontrándose estas variaciones en todo el

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Esto es independiente de la orientación sexual del individuo que se esté analizando, nos referimos a
patrones de interacción mínima a nivel de interacción social.
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órgano, en regiones que participan en el lenguaje, la memoria, las emociones,


la visión, la audición y en la forma de guiarse para ir de un lugar a otro2.

El origen de estos dimorfismos se inicia desde el útero, la cantidad de


testosterona presente en el liquido amniótico de la madre durante el último
trimestre determina muchas características estructurales y funcionales del
cerebro en formación, estas evidencias han levado a autores tan reputados
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como Baron-Cohen investigador de la Universidad de Cambridge uno de los
más prestigiosos especialistas en autismo a nivel mundial a adelantar una
polémica hipótesis que afirma que “más testosterona en el saco vitelino, más
riesgo de presentar rasgos autistas” en otra palabras el cerebro autista esta
sobre masculinizado.

Sea que Baron-Cohen este en lo cierto o no con respecto al autismo el hecho


es que distintos niveles de hormonas si representan cambios funcionales y
estructurales en el sistema nervioso.

De acuerdo con trabajos seminales en diferencias de género con base


biológica como los de Michael Ghiglieri en su libro “El lado oscuro del hombre”
y Ambrosio García Leal en su texto “La conjura de los machos” , demuestran
que los niños y las niñas exhiben las diferencias desde el nacimiento, los niños
parecen más interesados siempre en los objetos que encuentran a su
alrededor y mejor todavía si éstos se mueven y las mujeres tienden a estar más
interesadas en las personas y caras a su alrededor. Las niñas, desde su
nacimiento, prefieren a las interacciones humanas al jugar y los niños prefieren
los objetos mecánicos e inanimados como juguetes, y estos trabajos siguieren
esto como una tendencia transcultural presente incluso en grupos nómadas lo
cual está mucho más allá de un mero estereotipo.

Trabajos como los de Louann Brizendine demuestran que el cerebro de las


niñas está predispuesto para sobresalir en tareas de lenguaje, auditivas y de
motricidad fina desde una edad temprana mientras que el cerebro de los
hombres tarda más en madurar. Brecha que se mantiene y acentúa a lo largo
de la adolescencia y empieza a cerrarse hasta la tercera década de la vida.

Las diferencias estructurales3 son muchas solo por mencionar algunas:

• La estructura que interconecta los dos hemisferios (cuerpo calloso)


tiene una mayor densidad de interconexión en las mujeres.

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Se debe aclarar aquí que las diferencias anatómicas y funcionales a nivel cerebral en ningún caso
deben asumirse como punto de partida para la legitimación de supuestos derechos o posiciones que
validen una supuesta superioridad de un genero sobre otros, el plano de igualdad de derechos debe
mantenerse al parte de las diferencias orgánicas.
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Al hablar de diferencias estructurales y funcionales se está hablando de diferencias que demuestran
ser significativas en distribuciones muéstrales normales y homogéneas en ningún caso se está afirmando
que todos los cerebros masculinos y femeninos presentan las características que se discuten en este
trabajo, estamos hablando en términos de tendencias estadísticas únicamente.
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• Flujo sanguíneo cerebral más incrementado en las mujeres que los


hombres.
• El cerebro de los hombres está funcionalmente organizado de una
manera asimétrica evidente en las regiones frontales izquierdas,
mientras que el cerebro de las mujeres se evidencia una función
bilateral.
• El cerebro femenino envejece más despacio
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Un ejemplo de las implicaciones que esto puede tener en nuestra


cotidianeidad viene dada por las diferencias observadas en el cuerpo calloso
que une los dos hemisferios, al más desarrollado en las mujeres, se especula
con cierta certeza que esto las vuelve más conscientes de sus emociones, y
mucho más capaces de resolver problemas que involucran multitareas
distribuidas en ambos hemisferios.

Otras partes de la corteza cerebral, como el núcleo del hipotálamo, que


regula la actividad sexual, es dos veces y media más grande en los hombres
heterosexuales que en las mujeres y en los hombres homosexuales, lo cual
podría estar relacionado con el comportamiento depredatorio sexual en
algunos machos de la especie.

Existen además diferencias nuero químicas importantes, por ejemplo


investigadores del Instituto Karolinska de Estocolmo han propuesto que el
sistema de la serotonina difiere según el género. Esto implica según los
investigadores esa sería la justificación para la mayor frecuencia de depresión
y ansiedad entre las mujeres.

Esta diferencia también se manifiesta a nivel funcional en general las mujeres


poseen un mejor manejo del lenguaje expresión y reconocimiento de
emociones, están más capacitadas para la comprensión y expresión literarias,
habilidades que se acentúa durante la ovulación y la menstruación, ellas
ganan en capacidad lingüística y expresan mejor sentimientos.

Por su parte los machos de la especie son en general más aptos para las
matemáticas en especial la lógica, por su parte la testosterona (hormona
masculina) alimenta el sentido de la orientación y el cálculo. En general el
cerebro masculino está más capacitado para la alta concentración en una
sola tarea se ha demostrado por ejemplo que en el caso de los machos de la
especie al leer el periódico, disminuye consistentemente la agudeza auditiva.

Las mujeres son especialistas en multitareas, en general la mujer puede realizar


más tareas intelectuales simultáneamente -Ej.: leer el periódico, llevar cuentas,
hacer una tarea manual, estar pendiente de algo y hablar por teléfono. Su
cerebro está capacitado para realizar 4±2 tareas con una eficiencia de 80%
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usando pensamiento masivamente paralelo y logrando conclusiones basadas


en razonamiento acertado en entornos pobres en contexto4.

En sus trabajos la doctora Louann Brizendine, señala que gracias a las


hormonas, desde el vientre materno, las niñas desarrollan más conexiones
neuronales en áreas relacionadas con la comunicación. Esto las hace más
hábiles para leer emociones en rostros y tonos de voz. En consecuencia, están
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más dispuestas a lograr la aprobación paterna y materna a partir de
indicaciones dadas con gestos y palabras, algo que no sucede con los bebés
varones. En general hoy sabemos que las mujeres tienen 11% más de neuronas
en la zona del cerebro dedicada a las emociones y a la memoria. Debido a
que ellas cuentan con neuronas espejo son mejores al observar las emociones
de otros.

Con respecto habilidades como la memoria trabajos como los de Larry Cahill,
profesor de neurobiología y comportamiento en la Universidad de California
Irving (EE UU), encontró en 2001 que hombres y mujeres usan diferentes
regiones del cerebro para procesar y almacenar la memoria a largo plazo,
siendo la memoria femenina mayoritariamente auditivo/verbal y la masculina
fundamentalmente visual.

Todas estas diferencias favorecen que hombres y mujeres estemos mejor


capacitas para resolver cierto tipo de tareas las mujeres tienen una mejor
velocidad perceptiva que los hombres, mucha más facilidad de recordar
objetos dentro de un conjunto, son más hábiles en pruebas de fluidez en la
ideación, mucho pero mucho mejores en tareas en tareas manuales que
requieren motora fina y control de calidad.

Los hombres por su parte superan a mujeres en tareas espaciales, muestran


mayor precisión en habilidades motoras dirigidas a un blanco (lanzar
proyectiles), realizan mejor las pruebas de desencajamiento y poseen ventaja
en pruebas de razonamiento matemático lógico serial.

Una diferencia importante a nivel funcional es que los hombres muestran


desde niños un mayor desarrollo de la parte derecha de su cerebro, lo que les
hará más aptos para actividades como conducir o jugar al ajedrez, mientras
que las niñas utilizan con mayor frecuencia la parte contraria, por lo que
realizarán un mejor uso del lenguaje.

A nivel de manejo emocional también hay otra diferencia


anatómico/funcional muy importante y es el funcionamiento de la amígdala,
esta estructura es en promedio más grande en hombres que en mujeres. Esto
podría tener que ver con el hecho de que los hombres tiendan a ser en
general más agresivos que las mujeres (con una tendencia a responder a todo
lo que incremente los latidos de su corazón y que haga fluir la adrenalina).

4
Esto es lo que coloquialmente se señala como intuición femenina.
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La amígdala añade también el contenido emocional positivo o negativo a la


memoria de una experiencia para ser usada en futuras situaciones similares,
jugando así un papel importante en la consolidación de memorias a largo
plazo que ocurren en distintas partes del cerebro. Y está asociada con la
formación de repuestas emocionalmente complejas, particularmente
involucrando la agresión.
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Las hormonas juegan un papel nada despreciable en estas diferencias
cognitivas las mujeres son más vulnerables a los cambios mensuales
provocados por el flujo de estrógenos y progesterona, dos hormonas que
actúan sobre los circuitos cerebrales con el poder de un huracán. En las
primeras dos semanas del ciclo menstrual los estrógenos inundan el cerebro de
las mujeres. Estas sustancias son una especie de fertilizante del hipocampo, y
ayudan a que la mujer se sienta activa, contenta y de buen humor, con ganas
de socializar. Sin embargo, en las dos semanas finales del ciclo, el nivel de
estrógenos desciende y aumenta la progesterona, sustancia que actúa como
'herbicida' sobre circuitos del hipocampo y que pueden cambiar
drásticamente el humor de una mujer, al punto de hacerla sentir con baja
autoestima y confianza en sí misma.

Esto no sería tan importante si las hormonas no tuviesen la capacidad de


determinar qué le interesa hacer al cerebro. Ayudan a guiar las conductas
alimentarias, sociales, sexuales y agresivas. Pueden influir desde el gusto por
temas de conversación y el flirteo, hasta la iniciación sexual.

Autoras como Tania Singer afirman con respecto al comportamiento


emocional en especial en lo que se refiere al comportamiento empático que
existe diferencias sensible en general los hombres, en su trabajo afirma “los
hombres no se conduelen del mal ajeno cuando él que lo sufre es un infractor,
sino que lo disfruta. La mujer, en cambio, sí parece identificarse con el dolor del
otro. Así lo indica un escaneo del cerebro de hombres y mujeres al presenciar
el momento en que un supuesto infractor recibe un choque eléctrico leve.”

En cuanto a diferencias psicológicas existen mucho más controversias. Muchos


niegan que estas existan o que se puedan afirmar tendencias biológicamente
determinadas, la línea de pensamiento dominante en realidad tiene a
decantarse por la opinión que las diferencias psicológicas por género son más
el fruto de una educación sexista y otro línea de pensamiento afirma que son
el resultado de una diferencia genética que nos proporciona un cerebro
ligeramente dispar.

La pregunta es, el hecho que las diferencias existan y las conozcamos vuelva
la situación ¿Mejor, peor, igual?

Ser diferentes –estructural, funcional, hormonal y psicológicamente- no


establece ninguna desigualdad. En algunos de los aspectos, la mujer se
encuentra naturalmente dotada, en otros es el hombre quien tiene una ligera
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ventaja, pero estos pequeños aspectos no suponen ninguna brecha que


impida la ejecución de cualquier tarea o cumplir un rol que tradicionalmente
esté asociado al sexo contrario. Sino más bien apuntan a una
complementariedad que evoluciono en términos de ventajas adaptativas
durante el desarrollo de la especie.

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