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ARTICULO

42 VALORAR CONOCER MODIFICAR


por Martin Soria

La intencionalidad de un propósito específico, contiene propiedades características


especiales, entre ellas: el “uso” de libertad. Más que “uso” es el “ejercicio” de
selectividad y prioridad. Lo que manifiesta que, inserto en la intencionalidad del
propósito, existe una “actitud” frente a jerarquías, de las cuales se obtiene la
recognición, mediante “objetos” de significación. Pero, además de obtener recognición,
se establece también una correlatividad entre significado y lector del comunicado. Algo
en común se desprende de la capacidad de identificar el significado. La comunicación
que se inicia entre la actitud y la prioridad, hace que sea elegida aquella opción, que
como alternativa sea considerada válida. Esto implica también un contenido
paradigmático o estándar de comparación. Lo que asevera la posesión de un prototipo,
protoimagen y protoconciencia, de la alternativa seleccionada. Algo de esa alternativa
elegida estaba ya en esencia, contenido en el sujeto intencional. Lo que reconocemos
como realidad apriorística.

Valorar es encontrar en la presencia de esa ausencia previa, en la unidad de la


diversidad, o en la singularidad múltiple, la correlatividad, reconocimiento y
correspondencia que establece el vínculo entre apreciador y objeto apreciado. Valor es
la sensación de complacencia, significancia y completación de un propósito realizado,
por lo cual se valida. Valor es la experiencia de una intención satisfecha. Es la cualidad
contenida en el objeto que satisface la necesidad del sujeto. Podríamos calificarlo como
el “coito asexuado coherente con la intencionalidad”, sin que con esto se pretenda
connotar de sensualismo a la experiencia.

El valor, la significación y el cumplimiento, despiertan la intencionalidad. La


intencionalidad contiene una fuerza de darse y una fuerza de recibir valor, significación
y cumplimiento. La intencionalidad se muestra, valorando conociendo y modificando
algo. Valor es la esencia de la existencia. Esencia es el sostenedor causal cuya
correlatividad al darse por el beneficio de la existencia, ha de optar libremente,
mediante la selectividad requerida en la elección de la alternativa válida, ejerciendo su
dominio sobre el proceso y estructura, hasta lograr responsablemente la completación

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de la transformación de su intencionalidad en existencia. Existencia es el producto de la
esencia. El existencialismo, por lo tanto es incompleto. El esencialismo, también. Lo
completo sería el “esencialismo existencial”. Lo que implica la demostración evidente
de la “ausencia presente”.

Se puede evidenciar de un modo empírico-deductivo, la realidad de la “ausencia


presente”, del mismo modo que aceptamos la existencia de la electricidad, basándonos
en la deducción lógica de ser producto de la relación entre valencias positivas y
negativas. Pero ¿cómo mostrar la electricidad de manera empírica? La ampolleta diría
cualquiera. Claro pero en la ampolleta no se ve la electricidad, lo que se ve es la energía
térmica que produce la quema del filamento y por lo tanto, su brillo nos ofrece claridad.
La electricidad no se puede ver, así como tampoco se puede ver la luz o la gravedad. Se
deduce la existencia de la gravedad, por lo que produce, pero empíricamente no se
puede demostrar. La “ausencia presente” del valor tampoco se puede demostrar
empíricamente pero todos la experimentamos al establecer una relación correlativa,
recognitiva o correspondiente, entre un positivo emisor y un negativo receptor.

Para valorar es preciso conocer, y para conocer debemos modificar constantemente


nuestra situación de ignorancia. La iniciativa dirigida hacia el encuentro con el
conocimiento es loable en cada ser, puesto que es precisamente la sabiduría, el sostén
determinante en la elección de las alternativas válidas, significativas y oportunas. Lo
importante a descubrir es lo esencial.
La esencia fundamental de la existencia, acción y multiplicación, es determinante en la
asimilación de la vida y del amor. Sin la asimilación de los postulados esenciales, no
puede haber vida ni amor. Sencillamente porque la vida y el amor del hombre dependen
de su libre intencionalidad, y para que su intención pueda ser la correcta, este debe
conocer muy bien, cual es y porqué. Por eso es determinante el desarrollo del
conocimiento de las esencialidades fundamentales de la creación.
Las leyes son generalmente simples, claras y escuetas. La creación, la pluralidad del
universo creado, se fundamenta en las leyes de la esencia. Estas leyes hacen posible la
existencia, acción y multiplicación de la compensación armónica entre la ausencia
presente, la unidad de la diversidad y el equilibrio de las diferencias.
1-Ley de Correlatividad.- Para que cualquier existencia acción y multiplicación se
mantenga, y se desarrolle, debe iniciar, mantener y terminar “relaciones correlativas” de
sujeto y objeto, interna y externamente (consigo mismo y con otros).
Dichas relaciones correlativas, entran en una recíproca relación sujeto-objeto, centradas
en el cumplimiento del propósito específico de la creación. A esto se debe el hecho, de
que, para el desarrollo del ser, de la sociedad, o de cualquier relación que se establezca,
sea necesario como primera condición, establecer elementos correlativos, y permitir que
dichos elementos entren en relación sujeto-objeto, centrados en el propósito del bien
común. Estos elementos de correlatividad sujeto-objeto, existen tanto en el aspecto
psíquico, como en el aspecto físico. Así como también existen en el desarrollo de la
sociedad y de la historia. Esta es la razón del porqué se nos muestra cada relación con
aspectos de subordinado y principal, centro y periferia, emisor y receptor o sujeto y
objeto.
2-Ley de Dar y Recibir.- Cuando los elementos correlativos de sujeto-objeto, establecen
una relación correlativa, ya sea interna (consigo mismo) o externa (con otro ser, objeto o
cosa) comienza una interrelación o intercambio, donde se dan o se reciben ciertos
elementos o fuerzas.
El intercambio de elementos, permite la existencia acción y multiplicación de todas las

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cosas. La interacción entre sujeto y objeto se denomina “ Acción de Dar y Recibir”. Por
ejemplo la existencia de la familia, la sociedad o de la nación, depende de la armónica
relación de dar y recibir entre padres e hijos; gobernantes y gobernados, quienes deben
establecer armónicas posiciones de sujeto-objeto.
Todo lo que el hombre inicia, debe establecer armónicas relaciones de sujeto-objeto,
centralizadas y dirigidas al beneficio del todo y siempre, o de siempre al todo.
Por lo tanto podemos apreciar que la “Ley de Correlatividad” y la “Ley del Dar y
Recibir” están inseparablemente relacionadas. Mediante la ley de correlatividad y la ley
del dar y recibir, se establece toda relación de existencia, acción y multiplicación, lo que
nos hace comprender que cualquier transformación psíquico-orgánica o físico-química,
en una dimensión temporo-espacial, se establece sobre la base del fundamento de estas
leyes.
Según algunas concepciones de la historia, el desarrollo ocurre a través de la lucha de
clases, o lucha entre opuestos. Hay que admitir que la lucha puede causar
ocasionalmente un desarrollo, pero cuando la lucha se mantiene en el tiempo, el
desarrollo se detiene, o retrocede, por eso decimos que la lucha no permite el desarrollo
constante y continuo de las cosas. El desarrollo llega a existir como resultado de
armónicas relaciones ordenadas de dar y recibir entre sujeto y objeto centralizadas en el
propósito del bien común.
3-Ley de Repulsión.-La Acción de Dar y Recibir, se establece entre los elementos
correlativos de sujeto y objeto. Pero un sujeto y otro sujeto o un objeto y otro objeto se
repelen entre ellos. A este fenómeno se le llama “Acción de Repulsión”.
Esta acción está latente en la creación aunque parece imperceptible, y sirve para
fortalecer y completar la acción de Dar y Recibir entre sujeto y objeto. Por ejemplo en
la naturaleza, dos cargas eléctricas positivas, o dos cargas negativas se repelen, pero esta
repulsión sirve al propósito de fortalecer o complementar la Acción de Dar y Recibir
entre la carga positiva (sujeto) y la carga negativa (objeto). En el caso del hombre y de
la mujer, macho y hembra, estambre y pistilo, catión y anión, ocurre lo mismo. Hombre
y mujer se unen, pero hombre con hombre o mujer con mujer, se repelen. Lo mismo
ocurre con el resto de los seres creados.
En nuestra sociedad actual, la Acción de Repulsión está frecuentemente cargada con un
elemento de rechazo adicional a lo natural, proveniente del repudio generado a raíz de la
acumulación histórica de la conciencia egoísta, que predomina al yo por sobre el otro, y
por sobre el todo y siempre. Esta conciencia adquirida, de rechazo al error ha creado
una situación de confusión desmedida, dañando trágicamente el orden natural original, y
como consecuencia, ha mermado la capacidad sensible del intelecto humano, haciéndole
imposible reconocer la existencia de las leyes fundamentales esenciales de la creación.
4-Ley del Dominio sobre el Centro.- Como ya explicamos, cada ser se compone de los
elementos correlativos de sujeto y objeto. Que a su vez, se encuentran relacionados
entre sí a través de la Acción de Dar y Recibir. Al mismo tiempo, cada ser establece
relaciones de Dar y Recibir con otros seres, en intercambio dinámico de posiciones
sujeto-objeto. Cuando se realiza esta acción, el sujeto se convierte en el centro, y el
objeto responde al dominio del sujeto. Como resultado el objeto realiza su “movimiento
circular” centralizado en el sujeto. En casos como la tierra que gira alrededor del sol o
en la realidad subatómica de las partículas, donde el electrón gira alrededor del protón,
este movimiento se da circularmente. Pero en el caso de las relaciones humanas, o de
relaciones interespecie, el sentido circular del movimiento es figurado. El principio
mediante el cual una figura central controla el ambiente es llamado “Ley del Dominio
sobre el Centro”.
5-Ley de Completación a través de Tres Etapas.- La Ley de Completación a través de

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Tres Etapas asegura que todo proceso de desarrollo de cualquier propósito, se completa
a través del proceso en tres etapas: inicio, medio y término; origen, división y unión;
formación crecimiento y completación. Así el nacimiento de un bebé se realiza luego de
superadas tres etapas de nueve meses, una etapa ovular, una etapa embrional y una etapa
fetal. El desarrollo humano también se completa mediante tres etapas: niño, adolescente,
adulto.
6-Ley del Periodo del Número Seis.- Toda creación implica la completación de seis
actitudes necesarias en el desarrollo completo de cualquier logro.
La intencionalidad conlleva:
1-La separación del estado previo al propósito intencional.
2-Fe en, o lealtad a la causa del propósito a lograr.
3-Unidad con el ideal de realizar el logro del propósito específico.
4-División o repartición equitativa en posiciones sujeto-objeto, (yo-otro, yo- lo otro, yo
–algo).
5-Cautividad, como actitud de permanecer cautivado por la idea del logro. (fortaleza)
6-Preparación para la unidad con el propósito a lograr. Realización de la
intencionalidad.
Estos seis periodos, también se encuentran en la historia de la construcción del ambiente
terrestre idóneo para la existencia humana.
1- Cosmozoico.
2- Azoico.
3- Arqueozoico.
4- Protozoico
5- Paleozoico
6- Cenozoico
Previo a la consecución de cualquier logro, es necesario satisfacer estas seis etapas de
preparación para la unidad con la intencionalidad que se pretende realizar.
7-Ley de Responsabilidad.- Los seres humanos deben obtener su madurez o integridad,
después de cumplir su porción de responsabilidad con respecto al propósito de su
creación. Ese deber de mantener y completar con el proceso y estructura del desarrollo
completo del propósito debe ser realizado mediante el ejercicio responsable del deber.
Únicamente, mediante el ejercicio responsable del deber, es posible realizar cualquier
propósito.
Estas leyes deben ser asimiladas por el hombre que pretenda obtener su integridad,
puesto que la entereza humana no puede ser establecida sin el ejercicio responsable de
estas siete leyes esenciales.
El hombre es un ser inmerso en el fluido infinito de la razón común y constante
universal, dicha constante universal, es la relación. El correcto funcionamiento de la
relación indica al ser humano la educada mecánica de las relaciones, que debe
establecer para coexistir, con el entorno en el que está inmerso.
Relación es una constante universal, basada en el completo ejercicio del movimiento,
para el cual, es preciso del proceso de desarrollo y completación de la estructura base de
cuatro posiciones, determinada por el propósito de la creación y donde el sujeto,
principal, emisor y centro de la relación, debe responsablemente cumplir
completamente, con el deber de satisfacer a su objeto, subordinado, receptor o periferia,
seduciéndolo con afecto, persuadiéndolo con la verdad y motivándolo con el ejemplo
del bien común, que es siempre y para todo válido. Únicamente sobre el ejercicio
constante y continuo de esta mecánica, se establecen correctas relaciones
interpersonales, interposicionales, interfamiliares, ínter sociales, internacionales o
intercontinentales.

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La rectificación de la intencionalidad en el hombre, solo es posible sobre la base de la
lealtad absoluta a este ideal. Entendiendo la lealtad como consagración voluntaria,
efectiva y total del hombre a una causa, la causa del bien común. Un hombre es leal
cuando en primer lugar tiene una causa a la que se dedica. Cuando se consagra
voluntaria y completamente a esa causa y cuando exterioriza su consagración de una
manera continua y efectiva, obrando con regularidad al servicio de su causa. La lealtad
exige la donación total de nosotros mismos a la causa de nuestra convicción.

Esta es la historia muy conocida de cuatro personas que se llamaban:


"CADA UNO", "ALGUIEN", "CUALQUIERA", y "NADIE".
Debía realizarse un trabajo importante. Se le pidió a "CADA UNO" hacerlo.
"CADA UNO" estaba seguro de que "ALGUIEN" lo haría.
Sin embargo, aunque "CUALQUIERA" lo podía hacer, el trabajo no lo hizo " NADIE".
Y esto enfadó mucho a "ALGUIEN" porque ese era el trabajo que correspondía a
"CADA UNO".
"CADA UNO" pensó que "CUALQUIERA" podía hacerlo.
Y en ese momento "NADIE" se dio cuenta, de que "CADA UNO" no iba a hacerlo.
Al final, esta historia termina en que no lo hizo "NADIE"
y "CADA UNO" echó la culpa a "ALGUIEN",
Cuando en realidad "CUALQUIERA", muy bien podría haberlo hecho.
Por supuesto, no es necesario aclarar que el trabajo quedó sin hacer.
www.martinsoria.cl
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